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ALITAS MANCHADAS

Cuentos que SI son cuentos

ALITAS MANCHADAS

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Viviana Morocho

Hace mucho tiempo, dentro de una pequeña huertita en una minúscula planta de espinaca, yacía una pequeña y joven oruga llamada Felicia, esta tenía una vida tranquila, comer hojas de espinaca, y asistir a las filas de lechugas para aprender con diferentes insectos algo sobre la vida, quien dictaba estas enseñanzas era un viejo abejorro. Dentro de sus enseñanzas era el dictar la vida recta que debe llevar cada insecto, desear ser algo más o buscar algo más en su vida estaba prohibido, porque eso dañaría el ciclo de vida y desbalancear las cosas, decía que las abejas nacen ara hacer miel y proteger la colmena nada más, las orugas deberían ser lindas mariposas adornar el huerto y nada más, las hormigas debían servir a su colmena y las polillas debían salir por la noche y perturbar durante el día, cada ser vivo debía estar en su lugar y perturbar la “armonía”.

Los padres de Felicia esperaban que siga estas enseñanzas y no decepcionará al jardín, Felicia poco a poco se iba acoplando a lo que le tocaba ser. Un día cuando estaba en lechugas de las enseñanza conoció una polilla llamada Caribet, al principio Felicia no sintió agrado por la misma debido a que tenía un carácter antipático, durante una clase cuando la oruga le iba a enseñar de vuelo, la polilla decidió dar una demostración de vuelo, en ese momento la oruga sintió admiración por ella, a pesar que el resto de insectos decían es las polillas solo se la pasan en la vida nocturna y no se arreglan debido a ello su aspecto tan oscuro, pero en ese preciso momento de verla volar, la oruga dejo lado esos comentarios. Luego de esto la orugita decidió hablar a la polilla, ella la recibió con despreció cuando ella se acercó, a pesar de ello Felicia no desistió y le planteó el hecho de que podrían ser amigas, para conocerse mejor la invitó a su casa.

Ya en casa la pequeña oruga pensó que la polilla no iba a llegar debido a que ya oscurecía. Cerca de las ocho de la noche Caribet se acercó a las espinacas y perturbó el dulce sueño de Felicia, aunque a ella no le importó mucho, ella había llegado y eso importaba. Empezaron hacer una grande amistad, hablaban de muchas cosas que tendrían en común cuando Felicia se transformara, empezaron a compartir mucho tiempo juntas, Caribet empezó a sentirse muy apegada a Felicia, a pesar de que esto era muy raro no paró.

La oruga empezó a dormir durante el día para poder pasar más tiempo con la polilla, los padres de Felicia no se opusieron pensaron que eran muy amigas y eso es todo, pero cuando esto llegó a los oídos del viejo abejorro no le agradó mucho, pero tampoco se involucró o intervino, él también se convenció de que solo era una amistad y eso no estaba prohibido. El gran día esperado por Felicia había llegado, era momento de su transformación, ella soñaba tener sus alas y compartir vuelo con la polilla. El día que empezó su capullo, Caribet fue la última en verla y le dijo que la esperaría, para poder volar juntas. La polilla contó cada hora esperando verla salir, cada momento se le hacía eterno.

El gran día llegó Felicia rompió su capullo y ante los ojos de la polilla surgió una diosa, sus colores eran tan vivos y brillantes, sus piernas tan largas y delicadas, sus antenas tan atractivas. En ese momento Caribet se dio cuenta que Felicia no representaba una simple amistad para ella, era algo más sin duda esto era demasiado raro. Durante las noches se podía observar una polilla y mariposa juntas, revoloteando de un lado al otro. En cierto día el viejo abejorro fue a visitar a la oruga para felicitarla por su metamorfosis, cuando llega a las espinacas se la encontró durmiendo y esto enfureció al abejorro, hablo con ella y le dijo que era hora de que se comporte como mariposa y deje de revolotear por las noches, en ese momento llevada de la inocencia Felicia le confesó el amor que sentía por Caribet, esto casi provoca un infarto al viejo abejorro y decidió irse si antes hacer una advertencia fuerte: “Aléjate de esa sucia polilla o te arrepentirás, nadie va a dañar mi huerto”, le dijo.

Cuentos que SI son cuentos

Después de esa incómoda situación Felicia decidió que era hora de hablar sobre sus sentimientos a Caribet, ella se llenó de felicidad al saber que la oruga sentía lo mismo. Pero entristeció al saber que no podían estar juntas, la mariposa dijo que encontraría una solución y quedaron en verse a la noche siguiente. En la siguiente noche Caribet esperaba a la mariposa vio llevar un insecto volador negro, al acercarse más se pudo ver que era la mariposa, pero ella había pintado sus alas para que su romance no se viera extraño, aunque intentaron mantener oculto al cabo de unos días esto llegó a los oídos del viejo abejorro.

El abrió sus alas y durante el día salió a buscar a Felicia, la encontró durmiendo entre las espinacas y aprovecho para picarle, mientras inyectaba su veneno repetía: “todo tiene un equilibrio y hay que obedecer a la naturaleza”. Salió de las espinacas dejando el cuerpo sin vida de Felicia.