Suplemento El Buho Nº 500

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Artes&Letras

II

Arequipa, 11 de diciembre de 2011. EL BÚHO

Anecdotario

¿Quién dice que el periodismo no es una

Al mirar atrás y hacer un recuento de lo vivido en 500 ediciones, todos los malos momentos han cambiado de cariz y están, ahora, entre nuestros mejores recuerdos, aquellos que nos marcan de por vida. Y al comprender su trascendencia se han transformado, de malos ratos, en una suerte de trofeos en la carrera periodística de los numerosos miembros de este inagotable equipo de periodistas “con alas”.

–por error- la leyenda, resultaban combinaciones inverosímiles, algunas realmente “ingeniosas”. Lo máximo. **** Alejandro Lira Landa, una especie de revolucionario del verbo, flamígero y poético al mismo tiempo, llegó un día a la esperpéntica redacción de El Búho, con apenas 5 números editados, queriendo “colaborar”. Cuando lo invité a tomar asiento, la precaria silla se desplomó junto con su larga humanidad. Desde entonces se sintió con derecho a opinar sobre la línea editorial, lo que hace, con matices de cierta procacidad, hasta hoy. Y El Búho se benefició de

tipo de retribución de todas las empresas periodísticas. Dada la ya mencionada escasez de recursos, las canastitas lucían demasiado esmirriadas hasta que, alguien, donó un paquete grande de papel higiénico de color, hecho de papel reciclado. Jano se opuso terminantemente a incluir más de dos rollos por canasta, pues poner más –dijosería darles a entender algo que no pensábamos sobre ellos. **** Por aquellas mismas épocas, a la hora del cierre, coincidían en la redacción los 4 gatos que aún creían en el proyecto. Entre ellos José Luis Vargas, actual presidente de la Mesa de Concertación de Lucha Contra la Pobrez a en

mabel cáceres

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uizá lo único que no deja de atemorizarnos son los agotadores e interminables cierres de edición. Cierres en los que infaliblemente ocurría, por pura coincidencia, la boda de una amiga, el cumpleaños de un familiar, la gran recepción de alguna institución, la presentación de un cantante o la juerga del año. Pero así es esta profesión, inoportuna por excelencia. Sin embargo, desde los 15 juicios por difamación en los que he sido comprendida en mi calidad de directora, hasta las recurrentes escaseces pecuniarias, son ahora motivo de sonrisa y hasta legítimo orgullo. Aquí, parte del inacabable anecdotario: Más de una vez, en aquellas primeras ediciones, hace como mil años, los errores de diagramación, edición y hasta tipografiado, nos jugaron innumerables pasadas: rochosas en su momento, graciosas a la distancia. Así ocurrió con aquella ilustración, a modo de caricatura, denominada por Alonso Ruiz Rosas como “Mínimo”. Al cambiarse el dibujo y permanecer

su particular prosa. Apenas hube leído algunas líneas cuando la conexión se dio y el diálogo fluyó. Estando de acuerdo en lo fundamental (calificar a otros con adjetivos no necesariamente halagüeños), desde entonces, no hemos dejado de discutir, a veces a gritos, sobre lo que había que hacer en el periódico. Hasta ahora, que llama desde ultramar para protestar por alguna nota, falta de energía, de contundencia o de filo. Cuando alguna edición “no se baja” a nadie. Ese mismo tipo, duro y práctico, en una ocasión, trataba de armar, cuando éramos 4 gatos en la redacción, las canastas de navidad que, como único presente, habíamos preparado para los canillitas, acostumbrados a este

Arequipa, y un jovencísimo Jorge Álvarez. Era víspera del aniversario de Arequipa y, raramente, teníamos algunos avisitos que adornarían nuestro periódico. La hora límite del cierre se aproximaba y pedí de urgencia a Jano Lira y José Luis Vargas que se adelantaran a la imprenta a “cerrar” algunas páginas, mientras yo resolvía algunos problemas; cuando de pronto caí en cuenta que, aunque intelectuales de polendas ambos, ninguno era precisamente cuidadoso en los detalles ni meticuloso, por lo que cualquier cosa podía filtrarse en esas páginas. Entonces recurrí a todo lo que quedaba de mi personal: el practicante Jorge. “Ve corriendo a la imprenta, no confío en esos dos”, dije. Y él salió volando, entre risueño y asustado por la responsabilidad. **** En la peor época de la dicta-


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III

EL BÚHO. Arequipa, 11 de diciembre de 2011

plumífero

profesión divertida?

dura fujimorista, cuando Arturo Valderrama anunció que partiría a Lima en la Marcha de los 4 Suyos, dos reporteras de El Búho, se apuntaron inmediatamente para cubrir la epopeya: Lourdes Zanabria y Yeny Palacios ocuparon dos asientos en uno de los 3 buses que tardaron cinco días en llegar a Lima. Tras despedirlas en la plaza de armas, lo siguiente que supimos de ellas fue tres días después cuando Lula, con voz entrecortada, relataba a través de Radio Melodía los maltratos, amenazas, obstáculos y demás peripecias que habían atravesado para llegar hasta Guadalupe (en Ica), donde los varazos policiales ya fueron descarados. Luego nos contó que tuvo que dramatizar un poco, porque era la única manera de que lograron atravesar esa barrera policial y llegar a Lima, en medio de aplausos. **** Uno de tantos cierres, cuando aún la internet no nos permitía ahorrarnos el trabajo de llevar físicamente el material a la imprenta, confiados, cerramos nuestra oficina llevando los discos, sin que nadie quedara en ella. Un duende, de los que frecuentemente nos visitan, estropeó algunos sectores del disco y las páginas diagramadas no podían “abrir”, de manera que había que

volver a la redacción para recuperar el trabajo ya terminado en la computadora del diagramador. De pronto, por el apuro, la llave de la oficina se quebró en la chapa. Era la una de la mañana de un día feriado y no había otra forma de ingresar a la oficina para recuperar el material que romper nuestra propia puerta. Así se hizo, con la consiguiente magulladura en el brazo del editor. **** Alguno de los allegados de nuestro siempre bien recordado Rolando Cornejo Cuervo le envió a esta modesta periodista una caja, cuando aún laboraba en la biblioteca de ingenierías de la Universidad Nacional de San Agustín. El “regalito” tenía el objetivo de amedrentarme y/o insultarme, según la retorcida lógica de esa gavilla. Lo que parecía una cajabomba llegó rotulada con letras hechas con plantilla y sin remitente. Su voluminoso tamaño y su peso, más bien leve, me hicieron sospechar y la bola creció hasta que llegó la policía con efectivos

Mucho más que anécdotas Probablemente la pérdida mayor que hemos tenido en este semanario, sin punto de comparación con las debacles económicas, fue la partida de nuestro ilustrador y caricaturista, Rafael Barrionuevo Gonzales, quien hizo, a tinta y pulso, todos los dibujos que ilustran esta página y que marcan una época en nuestra vida, la de los 500. Un repentino mal se lo llevó en su mejor momento. Cuando seguramente le esperaban la gloria y la fama que, quien sabe, él hubiera rechazado. Y, tal vez, desde donde esté, disfrutando de la libertad de su nuevo estado, siga produciendo, creando, admirando y amando a su entrañable familia. Seguro que sí.

de la Unidad de Desactivación de Explosivos y cundió la alarma general. La prensa y cientos de alumnos apiñados alrededor del cordón de seguridad que tendió la policía, mientras un efectivo, experto en explosivos, caminaba a paso muy lento, llevando en sus brazos, con extremo cuidado la caja que minutos antes yo había estado sacudiendo con el objetivo de adivinar qué había dentro. Ya era tarde para decir nada y esperé a que 6 policías, alrededor de la caja ya abierta, señalara a mi abogado su contenido: era el aparato reproductor de un toro, sanguinolento y pegado con cinta adhesiva al fondo, como me lo describieron, su objetivo nunca se cumplió, no llegó a mí, sino a 6 alelados policías que luego se lo llevaron. **** Otra vez, don Rolando y sus allegados lograron una hazaña contraria a los principios de la naturaleza y la vida animal. Nunca antes se había visto que los búhos volaran a plena luz del día, en verdad, entre las 7 y 8 de la mañana, como ocurrió aquel día de abril de 2004. La portada de nuestro alado semanario traía varias fotos del susodicho, aludiendo a que habíamos obtenido una mención honrosa en el Premio Latinoame-

ricano de Periodismo de Investigación en casos de corrupción. Suponiendo que habría alguna denuncia contra él, alguno de sus incondicionales mandó comprar todos los búhos distribuidos en los puestos de periódicos de toda la ciudad. De modo que a las 9 de la mañana no había más ejemplares disponibles. La edición “voló” de las calles. **** Prestos a celebrar la edición N° 500, las “chelas” enfriando en el refrigerador de mi casa, el piso limpio, el vino malbec y los bocadillos dispuestos sobre la

mesa cuando, haciendo historia, el cierre sería temprano y nos permitiría disfrutar de un sábado entre amigos, como toda la gente normal. De pronto, un tweet en la computadora de Jorge presagia lo inevitable: la repentina renuncia del Jefe del Gabinete, Salomón Lerner, a sólo cuatro meses del inicio del gobierno de Ollanta Humala, nos cortó la respiración. Un poco porque una sombra de duda acecha la estabilidad política del país; y otro poco, por la celebración postergada, una vez más. Y es que cambia todo de nuevo, la portada, el orden de las notas, la hora de cierre. Como otras 499 ocasiones anteriores, en que ya había pasado.


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IV

Arequipa,

Debajo de la alfombr

Desde su creación, “El Búho” ha investigado a las autoridades e instituciones generalmente “intocables”. Con algunos tropiezos y varias visitas a instancias judiciales, el semanario se ha especializado en hacer destapes que ponen en aprietos a los poderosos.

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í, también hemos metido la pata. Este año nos ha revelado que el ímpetu por hacer el mejor trabajo nos puede llevar a cometer errores “rochosos”. Pero nos revela también el carácter que ha adquirido el semanario con el paso de los años. En 500 ediciones, que pretendieron siempre ser muestra de un periodismo diferente en Arequipa, “El Búho” se ha ganado una credibilidad que vamos a conservar

Varias promociones de periodistas se han sumergido en las mazmorras de la burocracia para encontrar la historia de corrupción que debe ser de conocimiento público.

por todo el tiempo que duremos en los kioskos. Y en esa historia, son precisamente las investigaciones periodísticas las que han ocupado casi la totalidad del trabajo hecho en esta redacción. Varias promociones de periodistas se han sumergido en las mazmorras de la burocracia para encontrar la historia de corrupción y malos manejos que debe ser de conocimiento público. No sin reci-

bir incontables portazos en la cara, miradas maliciosas de secretarias sobreprotectoras y la eventual llamadita amenazadora. Si hay un caso emblemático que ha sido recurrente en estos 500 búhos, es la investigación sobre el manejo financiero de la Universidad Nacional de San Agustín en tiempos del rector Rolando Mamerto Cornejo Cuervo. La misma reveló la costumbre de Cornejo de privilegiar económicamente al club de fútbol Atlético Universidad frente a otras necesidades urgentes de la UNSA. Reportajes, portadas, análisis y más fueron armando una saga que, años después, terminó con un premio para “El Búho” de parte del Instituto Prensa y Sociedad (Ipys) y con el ex rector declarado reo contumaz hace algunas semanas. Todo tarda, pero llega. Otro de los personajes recurrentes en las portadas del semanario fue el ex presidente regional Daniel


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11 de diciembre de 2011

ra

Vera Ballón, quien empezó a aparecer cuando decidió subirle el sueldo a sus gerentes. Poco a poco fueron apareciendo sus extrañas conexiones con un hotel y una empresa de transportes que empezaron a florecer durante su gestión. Vera Ballón terminó su mandato cuestionado por la construcción del muelle artesanal de Mollendo, que fue destruido por el oleaje a la primera subida de la marea. Todo fue documentado en nuestras páginas. Los congresistas arequipeños han merecido especial atención de nuestra publicación. Desde el fresquísimo Gilberto Díaz Peralta, hasta la inverosímil vicepresidentaLourdes Mendoza del Solar. Álvaro Gutiérrez, uno de los financistas más importantes de la primera aventura presidencial de Ollanta Humala, fue retratado en este semanario cuando sus viajes a Italia y otras movidas políticas le ganaron el apodo de “el romano”.

Otra joyita fue su compañera de bancada, Rocío Gonzáles, alias “la robaluz”, quien fue desaforada del parlamento al ser condenada por el Poder Judicial, que la encontró culpable del delito de hurto, ya que una empresa de su propiedad utilizaba electricidad mediante conexiones clandestinas. Su caso fue todo un corto circuito, después de la primera revelación, hecha en este semanario. Un caso, que si bien no trata sobre personajes específicos, ha sido seguido consistentemente por nuestros “búhos”, es la actividad de las plantas procesadoras de harina de pescado que se han instalado en litoral arequipeño. La prepotencia para su instalación, las irregularidades en este proceso, la masiva extracción de recursos hidrobiológicos sin control, además de las consecuencias ambientales, han constituido una larga saga de reportajes en nuestras páginas.

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Edición

Arequipa, 11 de diciembre de 2011. EL BÚHO

LA HISTORIA DE “EL BÚHO“ N° 1, 500 EDICIONES DESPUÉS

El génesis y el rayo “Una noche de 1998 la estridencia del teléfono habría interrumpido la tranquilidad del entonces prefecto Héctor Zuzunaga Meneses”, Dos años después, calculamos que una madrugada del 2000, Mabel Cáceres narraba, como si fuera una historia inverosímil, los tejes y manejes del poder en Arequipa, aún cuando las “aceitadas” locales parecían una jugada futurista y, aún cuando se creía que los enjuagues del poder sólo corrían de Lima para adentro. jhonatan segura caballero

jsegura@elbuho.pe

E

l viernes 3 de marzo de aquel año, el Semanario El Búho saltó, en contra, a una corriente copada de medios que bregaban a favor de la dictadura de Alberto Fujimori, cuya nefasta figura ya se frotaba las manos, entronizado en la gran maquinaria que empujaba hacia su re-reelección. Lo que Arequipa no sabía es que el brazo del entonces partido fujimorista, Perú 2000, acariciaba la casta militar personificada por el Comandante General de la Tercera Región Militar, Abraham Cano, ente otros personajes echados a la dictadura, como Daniel Postigo, más conocido como el “Vladimirito de Arequipa” que se encargaría de robustecer la campaña y asegurar votos al régimen. Al parecer, antes del 3 de marzo del 2000, los arequipeños no estimaban el peligro que podría significar que las FFAA se conviertan en el soporte político del gobierno en tiempos de nula democracia, conjetura que los fundadores de este semanario materializaron en más de 30 páginas y con más de una nota, en letra Times New Roman, que desnudó las relaciones de autoridades políticas y militares moldeadas por el fraude.

Historia. El número 1 de este semanario salió el 3 de marzo del año 2000. reputación de los medios de comunicación y la de los periodistas locales y nacionales entre la uña y la mugre. En diciembre del 99, después de sostener varias reuniones en un café, cuyo nombre utilizaron para bautizar el proyecto, decidieron producir un soporte que, a veces voló rasante por falta de recursos, pero pudo sostenerse 500 números, aunque, como reza la máxima de todo gran reto, al principio fue muy difícil.

Generación fundacional Para que no suene a escuadrón justiciero, El Búho nació gracias a una patota de intelectuales, periodistas, profesionales, entusiastas anónimos, mentes ilustres y demócratas, hastiados de la sarna dictatorial que, por ese entonces, dejó la

El más difícil Doce años después, el soporte tecnológico destinado a la información permitió reducir los tiempos y agilizar el trabajo periodístico, cosa que no sucedía a puertas del nuevo milenio, cuando los colaboradores de este semanario tenían que guardar sus textos en frágiles disquetes

de poca capacidad de almacenamiento, o, escanear las fotografías en los talleres de impresión, hasta donde había que cargar con todo el material editorial, pues la internet no contemplaba el acceso que hoy tienen sus usuarios a nivel mundial. “Éramos novatos” recuerda la directora Mabel Cáceres, quizá eso hizo que el primer número haya sido “el más difícil”, sin embargo el añorado alumbramiento no sólo tuvo gran acogida si no que, de manera automática, convocó talentos que quisieron sumarse a la línea irreverente y frontal que planteó El Búho a través de sus reportajes políticos y culturales. Uno de esos talentos, por ejemplo, fue el escritor y caricaturista Rafael Barrionuevo quien colaboró con el semanario hasta sus últimos días por medio de su tira “San Quijote”. Radiografía del 1 Es indiscutible que el primero fue de total relevancia, coja canchita y repase. La portada tenía una pequeña caricatura de Fujimori ascendiendo desde una bota de soldado. De arranque se trató de una

denuncia de calibre, poco conocida en Arequipa que sacudió perspectivas y trató de desempolvar la condición voluntaria de los medios de comunicación afectos al poder. En la página 2 hay una foto de un Juan Manuel Guillén lozano, risueño y de pelo azabachado. La foto fue escaneada pero tenga por seguro que ahora el archivo no sólo ha variado en aspectos si no que se ha hecho abundante. En la cuarta página, evitando la brevedad de una nota sin sustento, se describe el juego de poder que se cocinaba entre el general Abraham Cano y el régimen. Cáceres acusa el desconocimiento que tiene la gente sobre el verdadero mapa político en la ciudad. Se rescata la crónica, se toca el desempleo, las rebeliones de Arequipa, un estudio sobre los perros a propósito de la coyuntura, las artes y las letras, la pintura de Palao y, finalmente, un verso de Oswaldo Chanove en la página 15, que explica de mejor manera lo que traté de decir en estas más de 50 líneas sobre lo que significa la aparición del primer número de este semanario: “Cae el rayo/es el génesis”.


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EL BÚHO. Arequipa, 11 de diciembre de 2011

Edición

Crónica de un cierre de edición

Cerrando las filas No existe en toda la ciudad un cierre más agotador que el del semanario “El Búho”. Quién ha estado en él sabe de la presión, la angustia y el trabajo que significa. Y también de la camaradería y buen humor que se necesita para sobrevivir a esas madrugadas infinitas. Canas, arrugas y gastritis se han gestado en esas jornadas malditas. jorge álvarez rivera

jalvarez@elbuho.pe

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olo la directora de este semanario podría decir que ha estado en más cierres de edición que quien esto escribe. De los 500 búhos enviados a imprenta he participado (hasta bien entrada la madrugada más tenebrosa) en 400 y un poco más. Serían entonces 400 desvelos que han sido determinantes en el envejecimiento prematuro y avanzada calvicie de quienes nos hemos gritado en pos de sacar el mejor producto posible, la mejor portada a colgar en los kioskos. Cada una de esas noches de cierre es distinta de las demás, pero poseen elementos en común que hacen de esta tragedia una delicada rutina llena de frases que se repiten, siendo la más importante aquella que abre los rojos de toda la redacción y que pone a tartamudear a más de un periodista: ¿Con qué abrimos? En “El Búho” esa pregunta presiona hasta al más cuajado de los reporteros que todavía no termina su nota. Imaginen la cara de pánico de los que recién empiezan. Es, hay que decirlo, cruelmente divertido. La pregunta suele salir de boca de la directora, causante seguramente de varias incontinencias de los practicantes noveles. Nunca hemos tenido un cierre reposado. Jamás. Se ha intentado centenares de veces, se han discutido decenas de alternativas para no ser esclavos de la redacción en esos días complicados. Imposible, el sufrimiento se ha vuelto parte indivisible de cada edición de este semanario. Acaso de otra manera

Sala de prensa. La tensión se siente en el aire. El desoreden es inevitable.

Nunca hemos tenido un cierre reposado. Jamás. Se ha intentado centenares de veces, se han discutido decenas de alternativas para no ser esclavos de la redacción en esos días complicados. Imposible. no tendría la misma magia. Y es que la magia es quizás lo único que explique esta pasión que consigue que promociones de jóvenes (y no tanto) sacrifiquen la velocidad de sus sábados en los bares y discotecas a cambio de la adrenalina de entregar sus notas al filo del deadline. Muchachos: es una muy mala costumbre. El café, los sanguches de lechón, el pollo a la brasa, la salchipapa (o

vienapapa para los más aristocráticos) se convierten en compañías de esos días de presión y en causantes, además, de las gastritis de varias promociones de periodistas iniciados en El Búho. Los recolectores de basura del cercado de la ciudad, que llegan los sábados con su tonadita musical cada vez más extraña (estas semanas “A Hard day’s night” de The Beatles es el soundtrack de los desechos) pueden dar fe de lo que se come a deshoras en un cierre promedio. No siempre fue un sábado el día maldito. El semanario ha cerrado en jueves y en lunes, obedeciendo a las ideas revolucionarias de salir los viernes o los martes. No funcionaron. Y como un karma lo inevitable ha perseguido a los integrantes de la plana en esos días de cierre no importa su nombre ni ubicación durante la semana. Así, la niña símbolo de esta ley de Murphy editorial podría ser la propia directora, que

ha sido operada de una apendicitis en el día D o, años más tarde, trajo al mundo a su segundo hijo, no sin estar enviando directivas por teléfono minutos antes de entrar a la sala de alumbramiento en un cierre que será recordado por los protagonistas como un parto, literalmente. Tanto drama invita necesariamente al nacimiento de amistades. Los reporteros, editores, diagramadores y demás que han pasado juntos esas horas espantosas han descubierto de inmediato la necesidad de un sentido del humor a veces bastante hardcore y una correa que podría darle varias veces la vuelta a la plaza de Armas. Insultos disfrazados de chapas y chistes donde se raja del planeta entero, abundan en las horas finales del cierre, a veces generando inoportunas risas donde debe haber diligencia y rapidez. Ni la directora se salva de tamaño despliegue de maldad. Obviamente ahí

la cosa es a escondidas de ella. La idea de la portada surge, casi siempre, de un esfuerzo comunal. La idea multicerebral a veces termina plasmada en imágenes que son francamente notables pero también hay ejemplos de las cosas más extrañas que se hayan hecho en la prensa escrita arequipeña, y que sirven de (mal) ejemplo y sarcasmo para futuras ediciones. “Sombras y dudas” es quizás la más recordada en esa galería de la sorna. No querido lector, no le diré el número de esa edición para proteger algunas vergüenzas. Hacer quinientos búhos es francamente notable, tomando en cuenta los esfuerzos editoriales que han enterrado el pico luego de la primera decena. Seguramente la tradición del caos seguirá imperando en esta redacción, alimentando la leyenda del Semanario del Sur. Felizmente hay Sal de Andrews.



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