Es Born Magazine | Abril 2015

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Es Born

ABRIL 2015

NĂšM. IX

issuu.com/revistaesborn


Neus Margarit, Enric Hernaiz, Nacho Valestrini, Fausto Morell, Juan Calafell y Tomeu Mir

NO ROOM HEY SILVER! 1 On the way back home 2 Here bleeding babe 3 Train passenger 4 Earthborn 5 The weel spins again 6 Confess to me lord

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Seis. Tantos como letras tiene el nombre del grupo. Tantos como canciones tiene su primer EP. Porque, si el siete es, entendido en la fe cristiana, como la perfección, ellos son solo un poco menos: seis. Neus Margarit, Fausto Morell, Enric Hernaiz, Tomeu Mir, Juan Calafell y Nacho Valestrini. Podrían montar un equipo de voley. Ellos son los que ponen la música a veinticinco minutos de country, que nacen de la inspiración de Valestrini. Lo cierto es que este gijonés afincado en Palma compone con el alma, pese a que le gusta cantar en inglés. El Sheriff de la banda tiene perspectivas de irse a Irlanda. “A recoger experiencia y tocar en la calle con músicos de allí”, asegura. Acústica colgada, y sus dedos ya empiezan a cabalgar por la partitura, que van desde las seis cuerdas -sí, también seis-, hasta los oídos. Es pura poesía. Música de carretera y anhelo del cine western norteamericano. Este primer disco pretendía ser un lugar común donde confluyeran cada uno de los estilos de los integrantes de la banda. Una miscelánea con sabor a melancolía, amor y recuerdos. Si el ruedo empieza en Valestrini, a este le siguen Morell y Hernaiz a la guitarra; luego son Mir y Calafell, bajo y batería, respectivamente, quienes dan el tono. Y a ellos se suma Margarit, la única vaquera en una banda de bandidos, que pone los coros. Pero no solo eso. Con su rizada melena al viento pone la percusión, acompaña con el teclado y se anima -incluso- con el violín. Siguiendo la ley del vóleibol, Margarit sería la capitana. Valestrini sería el sacador. Del mismo modo, y para no cambiar el aspecto del tapete en el escenario, Calafell ejercería de matador. Golpes de platillo, llegamos a los 25 puntos -o sea, quería decir minutos-. Y juego seistenciado.


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abril 2015

Equipo de Es Born MALLORCA Director: Àlvar Moreno Subdirector: Pere Flaquer Jefe Cine: Joan Rubí Jefe Videojuegos: Daniel Besalduch

Este número 9 de Es Born no habría sido posible sin los maravillosos escritos de Joan Rubí, Daniel Besalduch, Damián J. Ortega -que nos escribe desde las otras islas, un placer-. O sin Samuel Del Valle, que se estrena en la sección de crítica literaria. Al igual que Anna Schnabel, que lo hace en un ámbito más reflexivo y psicológico... O los informativos de Rocío Carretero y Biel Ramis. Oel dibujo-homenaje de Pere Flaquer a Leonard Nimoy. O la opinión Lluís Hernández. O las recomendacions en miniseries de Daniel Besalduch. O sin la presencia de Amador Bauzà, Laura Casasnovas, Paty Mota, Margalida Fullana, Víctor Álvarez, y de tantas otras personas, que, con paciencia, dedicación, pasión, amor y estima hacia lo que estaban produciendo, lo han logrado. Lo hemos logrado. O sin la música de Son and The Holy Ghosts y de No Room, o el humor de Toni Nievas y Félix Maestro... o sin Joan Monse. Como ves, son muchos los que hacen posible que esta publicación siga adelante mes a mes. ¿Faltas tú? ¿Y a qué esperas?

sumario 4

Desenterrando el spaghetti western por Joan Rubí

y además ... recomendación del mes: over the garden wall (22), el nido de los éxitos mallorquinistas, hecho añicos (26), que no se os caiga el 23 de abril

Con pena y sin gloria 8

por Daniel Besalduch

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CON LA RISA EN LOS TALONES

PERE FLAQUER

El arte como elemento de desarrollo de la sociedad por Damián J. Ortega

La Fiera de Ben Clark por Samuel Del Valle

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Peregrino con la pelota, congelado en la banqueta por Lluís Hernández

Pensar la mort per Anna Schnabel

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@pere_93 Foto portada: Clint Eastwood, el Bueno, en El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966).

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cine

Desenterrando el spaghetti western A lo largo de la historia del séptimo arte han coexistido míticas duplas formadas por compositor-cineasta. Uno de los ejemplos más icónicos se encuentra en la transcendencia que supuso la música de Bernard Herrmann en la filmografía de Alfred Hitchcock (véase Psicosis). Tampoco se entendería el mundo galáctico de Star Wars sin las partituras de John Williams, ni el estilo tétrico de David Lynch sin el compositor Angelo Badalamenti. Si orientáramos dicha reflexión hacia territorio italiano estaríamos obligados a mencionar dos unidades de tándems que establecieron una simbiosis minuciosamente perfeccionista: Federico Fellini con Nino Rota y Sergio Leone con Ennio Morricone. Analicemos la relevancia de esta última pareja cinematográfica.

! O R T S E A

M , A C I S Ú ¡M

por Joan Rubí 4


cine Cuando hablamos de Sergio Leone es imposible no rememorar la figura de Ennio Morricone, ya que éste se encargó de escribir las partituras de cada uno de los filmes del cineasta romano, a excepción de El coloso de Rodas (que resulta la película menos identificable de Leone debido, en gran parte, por la ausencia de la música de Ennio). Un dato curioso se halla en el hecho de que Leone quiso poner en práctica un experimento cinematográfico prácticamente inusual: rodar las escenas del filme con la música de Ennio Morricone en mente. Es decir, el compositor italiano escribía la música previamente y Leone, que pese a tener unos conocimientos musicales algo limitados, le daba el visto bueno con la intención de incrustarla en los fragmentos que se grababan acorde al ritmo concreto. A semejanza de Wassily Kandinsky, quien afirmaba que se inspiraba en la música clásica de Wagner a la hora de pintar sus famosos cuadros abstractos. Por esa razón, la labor de Morricone conllevaba una envergadura capital ya que éste actuaba como el arquetipo y el director secundario del filme. La idea de Leone era valerse de la armonía y la tonalidad de los temas a la hora de redefinir el movimiento de los actores, así como la duración de cada secuencia. Este particular método de trabajo se aprecia, especialmente, en el último filme de la Trilogía del dólar (El bueno, el feo y el malo), donde se puede observar una híper estilización desde el primer fotograma. La omnipresencia musical presidida por Ennio acapara un protagonismo directo a lo largo del metraje, sonando por doquier en todas las películas del director romano. Cada uno de los elementos que caracterizan el estilo leoniano (el tempo japonés, la alusión a la muerte, la violencia macabra, la solemnidad del clímax, la ironía desbordante, el silencio atronador, etc.) se manifiestan por medio de las notas musicales de Morricone con todo su esplendor. Tras componer el sondtrack de Por un puñado de dólares, músico y cineasta se reúnen con la vista puesta en los próximos spaghetti westerns, decidiendo introducir una mayor variedad instrumental con continuos contrastes barrocos. La trompeta con resonancias latinas, los toques de guitarra española, los famosos silbidos y las pinceladas armónicas serán al-

gunos de los sonidos más recurrentes en la filmografía de Leone. Por ello, a partir de La muerte tenía un precio, se comenzaron a anexar una serie de melodías que se identificaban con determinados personajes de la ficción. De este modo, en el segundo western de Leone suenan tres temas que se asocian directamente a los tres protagonistas del filme: el silbido se relaciona con el personaje de Clint Eastwood, el birimbao sugiere a Lee Van Cleef y el carillón a Gian Maria Volonté. En cambio, en El bueno, el feo y el malo, Rubio (Clint Eastwood) es la flauta, Tuco (Eli Wallach) unos alaridos que recuerdan al coyote y Sentencia (Lee Van Cleef) la guitarra y la ocarina. Destacar que para la última obra de la trilogía se compuso una de las melodías más célebres del spaghetti western, la denominada L’estasi dell’Oro. La altisonancia musical llegó a la quin-

melodía de armónica (tocada por Franco De Gemini) que nos evoca al misterioso personaje de Charles Bronson. Mención especial merece el gran Alessandro Alessandroni, músico que se ocupó de reproducir los históricos silbidos, además de los coros. En el universo Morricone los instrumentos se relacionan directa o indirectamente con la muerte. Los silbidos no sólo se vinculan al hombre sin nombre, sino que simbolizan el instinto único de ese subgénero italiano como es el spaghetti western. Lo mismo ocurre con ese estilo fantasmagórico de tocar la armónica, que no solamente se convierte en la imagen de la obsesión de Armónica (Charles Bronson) por terminar con la vida de Frank (Henry Fonda), sino que evoca instintivamente los parajes sin alma del eurowestern. Tras dieciséis años del estreno de Hasta que llegó su hora, el com-

taesencia con su western más maduro, Hasta que llegó su hora, cuya banda sonora está considerada como una de las más emblemáticas que nos ha dejado la “fábrica de sueños”. En este último filme podemos escuchar dos brillantes leit motiv: una prodigiosa voz femenina (que pertenece a la maravillosa soprano Edda dell’Orso) que se identifica con la sensual Claudia Cardinale, y una sobrecogedora

positor italiano escribió una partitura mucho más melancólica y sentimental para la última obra de Leone, Érase una vez en América. Para concienciarse del valor indispensable que poseía la música de Morricone basta con leer la confesión del mismísimo Leone: “Si es cierto que yo he creado un nuevo tipo de western es Ennio Morricone quien le ha dado vida”.

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cine

INSPIRACIÓN NIPONA Si existe un trazo elemental que determina el estilo cinematográfico de Sergio Leone ese sería, sin lugar a dudas, el del tempo japonés. Nos referimos al modo pausado, extremadamente sosegado, que tenía por costumbre Japón a la hora de ritmar sus películas. Esa elegancia por manipular el tiempo fílmico se distingue especialmente en Hasta que llegó su hora, aunque se puede apreciar de igual manera en la Trilogía del dólar. Otra característica de notable peso que recogió el padre del spaghetti western respecto al cine clásico nipón se encuentra en el silencio, ese particular sentido del diálogo que marcó al cine oriental de samuráis. Esa singular forma de equilibrar sonido e imagen, mediante la disposición de temas musicales que se identificaban a ciertos intérpretes, se convirtió en otra de las influencias más evidentes en el cine de Leone. Para el colmo, su primer western fue un plagio descarado de Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961), llegando a copiar una serie de puestas en escena además de una secuencia de planos y diálogos (“Prepara tres cajas”, como le dice Joe al enterrador antes de matar a un grupo de bandidos). El Clint Eastwood de Por un puñado de dólares está tipificado a semejanza casi calcada del mítico Toshiro Mifune de Yojimbo, sustituyendo la katana por el revólver. En realidad, Sergio Leone siempre había sido un gran admirador del cineasta japonés y quiso rendirle un merecido tributo a través de su segunda película, como él mismo reconoció después de que la distribuidora Toho Films le denunciara por plagio. Los siete samuráis (1954) corresponde a otro filme de Kurosawa que sirvió de inspiración en base al guion de la película de Leone, aunque sin rozar la imitación. Como admitió el propio Leone: “Me enamoré del cine japonés al ver Rashomon”.

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El cine japonés destacaba por su elegancia a la hora de manipular el tiempo fílmico


cine La analogía entre Yojimbo y Por un puñado de dólares resulta patente desde el primer fotograma de ambos filmes. La obra de Kurosawa arranca con un espléndido plano secuencia que encuadra a un personaje de espaldas caminando a través de un campo de espigas, al ritmo de una potente música de percusión

(de espaldas a la cámara) que viste un mugriento poncho mexicano, con el valor añadido del soberbio tema musical del maestro Ennio Morricone. Poco después de instalarse en un mísero pueblo sin ley infectado por el choque entre dos familias, los Rojo y los Baxter, se nos presenta la habilidad con el revólver del

enfocada a partir de un género de serie B, infravalorado por una gran parte de la crítica. Por un puñado de dólares se deja llevar por una singular opacidad de un ambiente inmundo, donde los cazarrecompensas son los verdaderos amos del pueblo. A diferencia del cine de Kurosawa, el cineasta italiano no se corta a la

‘Por un puñado de dólares’ se deja llevar por una singular opacidad de un ambiente inmundo

compuesta por Masaru Sato. Tras aventurarse en un precario poblado, sabremos que se trata de un samurái de pocas palabras y de carácter hierático conocido como Sanjuro (Toshiro Mifune). Al poco tiempo de asentarse en el pueblucho, arbitrará (por así decirlo) un conflicto violento entre las dos familias que ocupan la localidad. Paralelamente, no tardamos en percibir sus implacables dotes con la katana, la cual la usará para combatir contra cualquiera que decida plantarle cara.

misterioso forastero (Clint Eastwood). El personaje de Clint es un hombre frío, hermético y silencioso, que no le tiembla el pulso cuando tiene que asesinar a cualquier indeseable. A pesar de la semejanza indiscutible de ambas películas, cabría apuntar una diferencia básica que las distingue individualmente. Yojimbo se ve caracterizada por una imagen de nitidez armoniosa dentro de un cine valorado positivamente por la academia desde el primer momento. La katana se establece como un símbolo de alegoría y

hora de mostrar la brutalidad de la violencia de sus personajes antiéticos. Casualmente, esa manera tan leoniana de rodar los tempos cinematográficos también conecta con los thrillers contemporáneos rodados por Jean-Pierre Melville. Le samourai (1967) y Círculo rojo (1970) entroncan con la esencia de los spaghetti westerns de Sergio Leone (¿simple casualidad?). Ese parentesco se refleja directamente en el personaje de Alain Delon, que recuerda visiblemente al Clint Eastwood de la trilogía. Ambos

En ‘Yojimbo’, la katana se establece como un símbolo de alegoría y la violencia subyace en un segundo plano

Consiguientemente, podríamos confirmar que el inicio de la película de Leone bebe palpablemente de la base argumental de Yojimbo. Por un puñado de dólares arranca con un ligero plano secuencia que descubre a un personaje

la violencia moderada subyace en un segundo plano. Los samuráis se configuran como los salvadores del pueblo japonés frente a los mercenarios que corroen el territorio. Por otro lado, la película de Leone está

son silenciosos, misteriosos y habilidosos con el gatillo, moviéndose por un mundo descolorido con el único objetivo de conseguir una recompensa.

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cine EL HOMBRE SIN NOMBRE Ese éxito relativo que contrajo el eurowestern de Sergio Leone no habría sido el mismo sin la figura de un magnífico Clint Eastwood, uno de los cineastas actuales más reputados del universo Hollywood. Su entidad capital en los tres primeros westerns de Leone es tal que la Trilogía del dólar también fue apodada como la Trilogía del hombre sin nombre, refiriéndose evidentemente al protagonismo de dicho actor (Joe en Por un puñado de dólares, El Manco en La muerte tenía un precio y Rubio en El bueno, el feo y el malo). Con estos tres personajes icónicos del spaghetti western, Eastwood pasó a la historia del séptimo arte y se convirtió en uno de los actores más solicitados del momento. Sin embargo, la participación de Eastwood se dio prácticamente de pura casualidad, ya que el actor resultó ser la quinta alternativa del director romano para el rodaje de su primer western, tras la negación de un importante elenco actoral. Y es que la primera idea de Leone era fichar a un consolidado Henry Fonda, que por aquel entonces ya se había asentado como una superestrella de caché internacional. Fonda no tardó en menospreciar el proyecto de Leone, desprestigiando el guion y considerando insólito que le llamaran para protagonizar un filme de serie B. El desinterés del actor y el elevadísimo precio que pedía fueron las principales razones que llevaron a Leone y su equipo a barajar otras posibilidades. Charles Bronson, otra celebridad con quien anhelaba trabajar el cineasta, tampoco se mostró especialmente contento al conocer la producción que se quería llevar a cabo, rechazando sin titubear un proyecto al que sentenció como horrible. La tercera opción, Richard Harrison, también derivó en un nuevo fiasco ya que el actor consideraba que los rodajes italianos de la época suponían un descontrol caótico a causa de su ausencia de planificación. El afamado James Coburn, del que Leone se había “enamorado” en Los siete magníficos (1960), también se localizaba entre las numerosas opciones, pero la casi duplicada suma monetaria que exigía su representante no ayudó en ningún sentido.

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cine Finalmente, un Sergio Leone completamente desesperado se guía por las recomendaciones de sus productores de confianza, que ya habían puesto los focos en un actor televisivo de segunda fila que participaba en una popular serie estadounidense ambientada en el lejano oeste que fue conocida como Rawhide. Su nombre, Clint Eastwood.

itar España e Italia, sin confiar en que dicho filme de bajo presupuesto catapultara su carrera como actor. Tras la excelente acogida en taquilla de Por un puñado de dólares (1964), Leone no dudó ni un instante en contar con el propio Clint para su próximo western. Sin lugar a dudas, La muerte tenía un precio (1965) fue el filme que le consolidó

siguientes palabras refiriéndose al feeling Leone-Eastwood: “La competitividad entre ambos era evidente, se basaba en quién era el responsable del éxito de la fórmula, en quién de los dos era indispensable. Ambos se atribuían el mérito del triunfo del otro”. Pese a todo, con el paso de los años, un ya veterano Eastwood terminó reconociendo a Sergio Le-

El único motivo por el que Clint Eastwood aceptó el papel fue por su deseo de visitar España e Italia

A decir verdad, tanto Leone como el joven actor no afrontaban el proyecto con especial entusiasmo. El cineasta estaba convencido que no daría el perfil adecuado para representar al enigmático pistolero que tenía en mente. Por su parte, Eastwood se temía que la producción italiana supondría un rotundo fracaso a nivel mundial, calificándola como cutre y absurda. Curiosamente, el único motivo que empujó al actor californiano a adentrarse en el rodaje fue su deseo por vis-

como una de las estrellas de moda del momento; culminación que se fortaleció un año después con su interpretación en El bueno, el feo y el malo (1966), una de las obras cumbre por antonomasia del spaghetti western. El acreditado actor decidió por voluntad propia poner fin a su etapa con Leone, con quien mantenía una relación más que conflictiva. Sergio Donati, guionista de La muerte tenía un precio y Hasta que llegó su hora, declaró las

one como uno de sus maestros, junto a Don Siegel. Se dice que uno de los precedentes del personaje de Clint en la Trilogía del dólar podría ser el Robert Mitchum de Bandido (1956). Sin embargo, ese modo tan peculiar de caminar a ritmo parsimonioso que patentó el mismo Clint Eastwood es incomparable, juntamente con su manera única de entornar sistemáticamente los ojos y su forma chulesca de humear el cigarro entre los labios sin la necesidad de fumarlo. También cabría rememorar el mítico poncho mexicano que utilizó en cada uno de los filmes de la trilogía. Cada una de sus caracterizaciones en la trilogía se rige por el mismo arquetipo de cazarrecompensas hierático y de pocas palabras capaz de mantener la calma hasta en las situaciones límite. Indiscutiblemente, el personaje de Clint Eastwood estableció un punto y aparte en este admirable subgénero italiano cuya esencia continúa sin superarse.

Joan Rubí es estudiante de Comunicación Audiovisual. 9


cine

CON PENA Y SIN GLORIA

Daniel Besalduch

Los Oscar son un juego de suma cero: unos ganan y otros pierden, es inevitable. Cada año brotan un par de obras que se disputan la mayor parte de las nominaciones, y aunque es bien cier-

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to que la gala de este año ha estado sorprendentemente repartida, siempre quedan películas fuera que hay que reivindicar. Estas son tan solo algunas de ellas, pero ya es un comienzo:


cine La LEGO película

Muchos tenemos una espina clavada desde aquel jueves 15 de enero en el que se anunciaron las nominaciones, y con razón. La LEGO película supone uno de los mayores ecosistemas pop que ha dado el cine: lo une todo, junta todas las piezas posibles, todos los universos existentes y logra fraguar una comedia con un ritmo vertiginoso que no decae en ningún momento. Si a eso le sumamos la vuelta de tuerca que hace con el CGI (imagen generada por ordenador) para aproximarse a la estética stop motion, comenzaremos a llorar y a preguntarnos por qué una película tan valiente, tanto narrativa como técnicamente, se ha quedado fuera: ay, Academia, ¡qué cobarde eres!

El cuento de la princesa Kaguya

Siguiendo con la animación, ese campo que tanto incomodaba hasta hace poco a la Academia, me sorprende que el último trabajo de Isao Takahata haya pasado tan desapercibido. Es el caso contrario a La LEGO película: Kaguya es una obra que ha fracasado a nivel comercial y, sin embargo, ha gozado de nominación a mejor película de animación, aunque sepamos que ha sido por lástima, para rellenar espacio en el saco. El cuento de la princesa Kaguya reúne todos los estilemas que el director ha ido construyendo a lo largo de su trayectoria en Studio Ghibli: se aproxima al tradicionalismo japonés (tanto narrativa como técnicamente), hace uso de la fantasía como contraste y la aprovecha para reflexionar acerca de temas sociales y, por supuesto, vuelve a construir (algo que siempre abanderan tanto él como Hayao Miyazaki) un personaje femenino bien definido y autosuficiente. No me malinterpretéis, disfruté con Cómo entrenar a tu dragón 2 y Big Hero 6, son películas que recomiendo cuando tengo la ocasión, pero viene siendo hora de que la Academia se despegue un poco de “lo mismo de siempre” para reivindicar piezas algo más alejadas y atrevidas.

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cine Nightcrawler

Etiquetada como la hija bastarda de Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) y Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), Nightcrawler supone un reflexión interesante acerca de la sociedad en la que vivimos. Con un tono de thriller satírico, se burla sin compasión de la falta de ética de los medios de comunicación y de esa cultura del morbo en la que todos nos encontramos inmersos y somos partícipes, de una manera u otra. Jake Gyllenhaal brilla en un papel siniestro, frío y enfermizo, y es en él en donde se palpa claramente la influencia de las dos películas nombradas en el comienzo: es un cruce voluntario entre Driver y Travis Bickle. Me parece que todos los directores firmarían por poder arrancar de la manera en la que lo ha hecho Dan Gilroy, y es que Nightcrawler es su primera película: vaya línea de salida.

El amanecer del planeta de los simios

Una película olvidada injustamente, quizá por su temprana distribución (aunque ahí está El Gran Hotel Budapest) o simplemente por quedar catalogada de blockbuster. Es la vieja historia de siempre: Guardianes de la Galaxia, X-Men: Días del futuro pasado,… para la Academia, la ciencia ficción y el entretenimiento suelen quedar relegados a las nominaciones técnicas, como si fueran una labor sencilla a menospreciar. Es una mala costumbre que tristemente continúa presente. El amanecer del planeta de los simios irradia humanidad, es una película que más allá de su espectacular trabajo técnico (e interpretativo por parte de Andy Serkis), consigue plasmar ciertos paralelismos entre los simios y los humanos que incitan a la reflexión: el liderazgo, la familia, la comunidad, la educación, la diplomacia o la inevitable guerra. De hecho, tanto es así, que la primera mitad de la película fue muy criticada por el gran público a causa de su falta de ritmo en comparación con la segunda mitad, en donde explota el conflicto: dato alarmante.

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cine Boyhood

Sé que le han dado mucho bombo, pero ya la han etiquetado como “la gran derrotada de los Oscar”, con todo lo mal que pueda sonar. Sinceramente, no creo que le importe lo más mínimo a Richard Linklater: ha demostrado durante muchos años que vive en una burbuja muy distinta a la del circuito comercial, estoy convencido de que se sentía incómodo en una gala tan pomposa y mediática. Boyhood supone el clímax de la carrera personal del director: representar en una pantalla algo tan complejo como el transcurso el tiempo. En trabajos anteriores se aproxima mucho: su trilogía romántica Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes del anochecer ya trata de representar esa inquietud siguiendo la evolución de una relación. Imaginemos por un momento la mente de un hombre que rueda simultáneamente películas que giran alrededor del mismo tema. Por lo tanto, Boyhood se tiene que comprender como eso, un coloso personal que se ha ido cociendo a fuego lento de manera casi natural. Y los que la critican porque “se vende con el rollo ese de los 12 años…” creo que la visionan desde un prisma puramente cuantitativo, cuando es evidente que eso es lo de menos: Boyhood logra de una manera u otra que el espectador se identifique con el personaje, con las etapas de la vida juvenil (las primeras relaciones, la rebeldía, el miedo al futuro,…) y la evolución de la cultura pop (el boom de Harry Potter, la evolución de la tecnología y las videoconsolas,…). Es una exploración retrospectiva a la vida del propio espectador. Quiero creer que la gala de este año se recordará más por la derrota de Boyhood que por la victoria de Birdman (película que adoro, no me mal interpretéis), y es que Boyhood es uno de los ejercicios (anti)cinematográficos más conmovedores que nos han regalado en mucho tiempo.

@DBesalduch 13


arte

El arte como herramienta de apoyo al desarrollo de la sociedad El arte es una forma de expresión; el artista o la artista (en adelante, el artista), expresa su universo, su yo, su visión personal del mundo real e incluso imaginado, a través del uso de recursos plásticos,

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lingüísticos o sonoros. Estas palabras, basadas en la definición de la Real Academia de la

significado, vinculado a la semántica, aunque no necesariamente al significado real dentro del ámbito donde se desarpor Damián J. Ortega rolla, con un mayor conLengua Española del tenido connotativo y tal concepto “arte”, expli- vez con una carga moral can de forma teórica su y ética considerable.


arte

El artista, protagonista de cambios

o contemporáBruselas con su Ruta de Fachadas de Cómic, es un ejemplo del arte urban , se han decoraneo; aprovechando que la ciudad es el origen de muchos creadores del cómic arte al público do muchas fachadas o paredes vacías con imágenes de cómics, acercando el sivo, estético y y generando nuevos espacios urbanos con un nuevo punto de vista expre artístico. Damián J. Ortega 15


arte Una palabra tan compleja que abarca acepciones, significados, acciones, mensajes… Pero, ¿cómo se llega a la interpretación de esos mensajes? ¿Por qué y para qué el artista desea transmitir “eso que siente o piensa”? ¿A través de qué o quiénes lo logra? Muchas preguntas de respuestas muy variadas según quién las responda. El rol del arte en el desarrollo de las personas y de la civilización misma se ha visto presente desde casi los inicios de la Humanidad; a finales del Paleolítico ya aparecen las primeras representaciones de esculturas, básicamente naturalistas, además de relieves, grabados, e incluso pinturas rupestres, escenificando momentos de caza, danzas primitivas, animales y otros elementos sin identificar (Rafols, 2002: 12). Uno de los roles del arte ha sido el de expresar y comuni-

car, con imágenes u otros elementos, enseñanzas, tradiciones, creencias, formas de vida, etc.; así, las generaciones posteriores las aprenderían y aplicarían para desarrollar las propias, a modo de sabiduría o cultura heredada de generación en generación. Todo ello desarrollado según el momento histórico en que esa manifestación artística fue ideada. Por tanto, el contexto de cualquier representación artística debe ser tenido en cuenta a la hora de interpretar o percibir el mensaje que transmite. Ese contexto influye en cierta medida en el lenguaje plástico del creador o la creadora. Continentes, países, regiones, entornos urbanos o rurales, metrópolis, pedanías… Diferentes delimitaciones geográficas que de alguna forma pueden reflejar cómo el artista plástico se siente en ese espacio, lugar

que le ha tocado vivir, al menos, por un determinado tiempo. Además, la situación política, económica, cultural, religiosa, etc., influye también en cómo el artista reflejará su pensamiento y su sentir, personalizando su lenguaje a través de las técnicas que utilice en cada momento. Atendiendo al comisario internacional Orlando Britto Jinorio (2015, Centro de Arte La Regenta, Artista y Sistema del Arte), éste expone que el espacio se debe a su contexto, que los artistas locales se deben al espacio, y viceversa. Por tanto, es imprescindible vincular el espacio geográfico-temporal al artista, y por supuesto, su relación con éste, puesto que su producción puede verse influida por lo que ha vivido o experimentado a lo largo de su vida artística.

Exposición Colectiva de Artistas de San Mateo (Gran Canaria) en La Caldereta Sala de Exposiciones, septiembre de 2014; una muestra anual donde se exponen las tendencias contemporáneas de los artistas locales. Damián J. Ortega 16


arte

Pilar Rodiles junto a una obra configurada dentro de su proyecto “Habitare”, expuesto en La Caldereta Sala de Exposiciones en marzo de 2015. Aquí la artista realiza un planteamiento del espacio y la arquitectura, el lugar que cada cual ocupa en ese espacio, un punto de partida hacia otros espacios que nos esperan. Damián J. Ortega

Es por ello que la figura del artista debe ser considerada como un agente social y dinamizador de la sociedad donde reside, de su localidad. Un cierto activismo, tal vez reaccionario, frente a los sectores hegemónicos que toman las decisiones que afectan a las personas, a la población, a la sociedad. O simplemente una figura generadora de nuevos conocimientos, nuevas experiencias o puntos de vista frescos y distintos a los acostumbrados, contribuyendo con ello a la memoria de las comunidades y que de cierta manera consigue generar un lenguaje universal que rompe barreras idiomáticas, culturales, sociales, etc. A modo de ejemplo de lo anterior, Marta Pérez Ibáñez, argumenta, haciendo referencia a la conocida Primavera Árabe, “Las dudas que se nos planteaban hace dos años, cuando vimos revolverse a los primeros artistas callejeros y reclamar el lugar del arte en la voz del pueblo comprometido, sobre si el arte contemporáneo en toda su extensión se convertiría

realmente en un vehículo de comunicación para ese clamor social, se han ido despejando poco a poco con el tiempo en todo el mundo occidental, y sabemos positivamente que evolucionará con rapidez a medida que la situación también evolucione, quién sabe si a mejor o a peor” (2015: Interartive. org). Colectivos de artistas comienzan a expresar su malestar frente al sistema impuesto, y a utilizar el arte como vía de comunicación y canalización del malestar social. Como referencia más cercana, Tufia, en la costa de Telde (Gran Canaria) desarrolló un proyecto artístico para la defensa del caserío teldense, colgando de un hilo debido a la aplicación de la Ley 2/2013, de 29 de Mayo, de protección y uso sostenible del litoral, de Costas. A través de una asociación internacional de arte, un total de quince artistas de once nacionalidades distintas, se establecieron en Tufia y convivieron con los residentes durante unos días para realizar sus creaciones con los materiales que allí encontrasen (2014: La Provincia).

Con esta acción conseguirían resaltar la importancia del espacio natural y su relación directa con el asentamiento, en simbiosis con el medio, queriendo poner de manifiesto que no siempre la acción humana impide o destruye el enclave natural que se ocupa, y que es posible una convivencia desde el respeto mutuo. Todo ello viene a configurar un proceso previo que genera como resultado una acción, reacción o una intervención con un mensaje intrínseco frente al planteamiento o problemática de la que se inicia. Partiendo de la idea de que el artista puede jugar un rol social y dinamizador, éste estudia una situación que le provoca alegrías, dudas, miedos, desconcierto..., se replantea pensamientos, situaciones, actúa frente a lo que no le gusta o no está de acuerdo, o refuerza lo que piensa que es correcto o que simplemente, le gusta. En ocasiones se basa en su propia experiencia para deducir esos nuevos planteamientos; otras veces se inventa una historia con la que cuenta su particular visión.

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arte Por el contrario, el artista puede iniciar su creación sin centrarse en nada, empezando de cero. La idea del arte por el arte, muy en boga en el arte actual, favorece la creación de obras con un valor intrínseco, un valor que reside en sí mismas, pasando a segundo plano el mensaje que se quiere transmitir, sea cual sea su origen, tomando otro tipo de características, como alejarse de las técnicas habituales, no por error sino de forma voluntaria, realzando el mundo y la estética interior del artista; o las interpretaciones de la obra pueden ser muchas, al no ser todo lo que se observa de un estilo figurativo estricto. Sin embargo, puede existir algo que se esconde detrás de todo ese proceso; algo que le conduce a expresar lo que lleva dentro con su capacidad creativa y artística. El artista actúa, reacciona, quiere comunicarse con el

mundo que lo rodea y que su mensaje –si tuviese la intención de elaborarlosea captado y sirva para algo. El artista es como un escaparate que ofrece un mundo distinto por medio del cual se ven las carencias o abundancias del mundo que realmente ocupa. Una responsabilidad social que, desgraciadamente, no siempre es valorada o tenida en cuenta por la sociedad a la que pertenece. En algunas ocasiones el artista también puede convertirse en un embajador de su entorno, un personaje al que relacionan de forma directa con un espacio, como puede ser el caso de Van Gogh y su producción, que son identificados con Holanda. De igual modo, la figura del artista representa parte de la identidad del espacio geográfico y temporal donde se encuentra; genera identidad con su actividad, una identidad propia,

El artista novel David Saavedra Pulido organizando el montaje de su muestra “Acercando el Arte”, de agosto de 2014 en el Centro Comercial Las Terrazas, Telde (Gran Canaria). Habiendo desarrollado un planteamiento previo, Pulido (con apoyo curatorial) logró generar la idea, trabajar sobre ella y obtener el resultado para transmitir el mensaje deseado, una vez hecho el montaje expositivo. Damián J. Ortega

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además de una identidad colectiva; su ejercicio puede ayudar a realzar el entorno. Ejemplo de ello puede ser el indigenismo mexicano de los años veinte del pasado siglo -sin relación con el desarrollado en Canarias-, que aunque haya podido estar incentivado políticamente, ayudó a generar una identidad en un país agotado por tantas guerras y revoluciones. El movimiento muralista mexicano (influenciado por la izquierda posrevolucionaria) buscaba crear un sentimiento de esperanza y optimismo en el pueblo para alcanzar un estado más democrático y sin prejuicios; además, aparte de esa influencia izquierdista, absorbió de muchos estilos europeos y también de la propia cultura popular mexicana para comunicar ese ansia de identidad que se tenía en el momento (Hodge, 2012: 148-151).


arte En el caso de su relación con los artistas, el comisario debe involucrarse e implicarse en su desarrollo, apoyar al artista, aunque su planteamiento sea contrario a lo que piensa, pues lo que se espera de él es que cree las condiciones, espacio y soporte que hagan accesible y democrático el acceso de los artistas y su obra a espacios de difusión que les permita llegar a la sociedad. Acercarse a su taller de trabajo, conversaciones, actividades en las que participa, colaboraciones mutuas, etc., son formas de lograr una introspección en el pensamiento del artista, con el que será posible esbozar una imagen o idea con la que trabajar y con la que transmitir desde y hacia su lenguaje artístico, para que

éste sea conocido, entendido y valorado. De igual modo la administración pública juega un papel fundamental en la protección, conservación y valoración del arte. El Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, Direcciones Generales, Consejerías de Cultura, etc. desarrollan funciones imprescindibles para la puesta en valor de artistas y obras de arte. Las convocatorias de premios, becas, certámenes favorecen la inclusión de artistas noveles al sistema del arte regional y comarcal, consiguiendo que se reconozca la labor de este colectivo. La accesibilidad a espacios de primera categoría conforma un gran escaparate para el arte contemporáneo,

del cual muchos artistas y una parte considerable de la sociedad se nutren para el desarrollo de sus pensamientos, filosofía, estilos de vida o incluso posicionamiento frente a determinadas situaciones, generando acciones y sinergias en pro de la democratización de la cultura. La creación de redes o networking, ayuda a configurar un entramado de relaciones específicas y globales con las que es posible conciliar acciones público-privadas, mecenazgo, formación, apoyo, promoción y generación de fundaciones, acuerdos o convenios de colaboración y un largo y creciente etcétera de nuevas vías de acción y comunicación cultural.

El Grupo Sincronicidades presentando su exposición al público en el momento inaugural su muestra colectiva “Mujer y Naturaleza”, en la sala municipal de exposiciones La Caldereta (Vega de San Mateo, Gran Canaria) entre julio y agosto de 2014. La comunicación entre público y artista es un eje fundamental para la comprensión e interpretación del mundo creativo y expresivo de los artistas. Damián J. Ortega

Con todas estas líneas de actuación, el arte ejerce una utilidad muy destacada para la sociedad, la mantiene activa y alerta frente a lo que sucede a su alrededor. Ayuda al individuo a procesar información y generar conocimiento relacionado en muchas ocasiones con su vida cotidiana, con el entorno donde el individuo se convierte en ser social, se relaciona y crea, junto con otros, una

sociedad. Los artistas juegan un papel fundamental en ese binomio y expresan, en cierto sentido, la relación del ser humano con el medio donde vive, atendiendo a la evolución misma de cuanto acontece a su alrededor. Por tanto, es posible concluir que el arte termina siendo un fenómeno social donde el artista, su público, su entorno y su gobierno son actores funda-

mentales y solo a través de la unificación y colaboración de todos ellos, el arte logra vincularse a la sociedad.

Damián J. Ortega es coordinador de LEGADOS. Revista de Patrimonio Cultural y de La Caldereta Sala de Exposiciones; Ayuntamiento de Vega de San Mateo, Gran Canaria @dorgut 19


letras

La Fiera de Ben Clark por Samuel Del Valle

A estas alturas ya no es ninguna novedad decir que La Fiera, de Ben Clark (Ibiza, 1984), fue una de las grandes sorpresas del panorama poético español del pasado 2014. Premios como el Ciutat de Palma o el reciente Ojo Crítico avalan la calidad del poemario, a lo que ha de sumarse el prestigio silente que la buena poesía suele labrarse gracias a sus incondicionales lectores. La Fiera nos acerca a ese tipo de poesía. Las dos citas que presiden la obra, de Francisco Umbral y Gjertrud Schnackenberg, anticipan algunas de las claves de su contenido. El extraño alegato entomólogo de Francisco Umbral, por lo que toca a la parte feral del libro, verdadero inventario de animales y sabandijas, a menudo coincidentes en un mismo ente, y la visión de plenitud cósmica de la escritora americana, en lo que concierne al relativismo transcendental de muchos de los poemas: pupila que enmarca lo gigantesco inasible en lo diminuto

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inapreciable. Dos temáticas nucleares en este libro. La rotunda voz de Ben Clark, que además tiene el aliciente de mostrarse distinta en cada poemario, auténticos poemarios-época, tiene en su portentosa imaginación uno de sus más rentables recursos. Junto a la sobriedad de la obra en el tratamiento sentimental, que rechaza todo aspaviento retórico, conviene insistir en el rebosante caudal imaginístico del poeta ibicenco, tanto por sus acendradas imágenes (la lluvia tormentosa es

vista como un alucinado desahucio de ángeles, y el peregrinaje de la memoria a ras de tiempo como una tropa de miércoles desandados), que a veces juguetean en las lindes del surrealismo, como por el correlato de muchas de sus composiciones. Buen ejemplo de ello es Titanio, formidable transubstanciación del sujeto poético en una suerte de superhéroe/villano (“cíborg de absoluto presente”) capaz de conmovernos desde su férrea coraza cuando, pasado el empuje heroico, le sobreviene el llanto.


letras

También lo son los audaces saltos temporales de “Quizá” y “Big Bang”, resueltos ambos en decida declaración de amor, donde el primigenio origen de la existencia acentúa la enormidad de la mirada totalizadora del poeta, con el claro antecedente, sobre todo en el segundo caso, de Abelardo Linares (La juventud del mundo) o, yéndonos más lejos, de Ángel González (Para que yo me llame Ángel González) y, sobre todo, Miguel d’Ors (Todo ocurrió para que tú nacieras). Otros poemas, sin embargo, rehúyen las significaciones cerradas, ganando en sugerencia y elasticidad lo que pierden en concreción y referencialidad. Gran parte del poemario, pues, es aproximación y fuerza expresiva, referencialidad contenida (a veces directamente oculta) y concepto, alumbramiento y, paradójicamente, opacidad. Y es, por tanto, lo que insinúa en sus intersticios de significado, aquellos territorios de indefinición que sostienen la capacidad evocadora, multiplicadora de la poesía, donde el obstinado exégeta habrá de buscar la porción de realidad y verdad encubiertas que lo tranquilicen: los nódulos de significado. La invocación a una fuerza externa (desconocido impulso) y vivificadora de La tormenta se asienta sobre estos artificios. Desconocemos el motivo último del poema, pero tampoco es necesario. Así ocurre también con el existencialismo de ¿Cómo se dice esto que no perdura?, en el que la sucesión de interrogaciones no perfilan con claridad a qué inconcreción apelan, pero su fuerza retórica y sus significaciones concéntricas connotan lo indispensable para que nos llegue su mensaje. La connotación es expansiva, ilimitada; la denotación, por el contrario, coercitiva y precisa. Sobre este juego de tensiones equilibra Ben Clark gran parte de sus poemas. Algunos de ellos, La hija que no ha nacido, Sed, Reasons to leave the slaughter, Lo que voy a pedirte, sorprenden por su elevada intensidad. Con todo, el realismo también asoma en la obra, y a menudo lo hace por la vía del humor, que Ben Clark suministra con el goteo sutil del apunte irónico. Son

humorísticos, o por lo menos simpáticos, pues nos hacen sonreír, la defensa de lo cotidiano/rutinario como tributo amoroso de Si llega el fin del mundo (21.12.12), con un desarrollo sorpresivo –recreación deliciosamente ingenua del amor indestructible– muy propio de un Luis Alberto de Cuenca; la descripción que Casa de los salvajes ofrece de la familia como un conjunto entrañable pero atrabiliario de bestezuelas; el autorretrato distanciado y nada autocomplaciente de Über den Prozeb der Zivilisation (No te harán / tanta gracia sus dientes ni sus uñas, / los reproches antiguos, otros nuevos / y su mirada de oso / indultado), de nuevo bajo la máscara de lo zoológico que, sin embargo, tanto dice desde su escondite; o el socarrón y divertido La pareja extranjera. Un río heraclitiano de tiempo volatinero y de memoria en cifra recorre todo el libro. La proustiana remembranza de Cubierto, junto a otros ejemplos ya señalados, atestiguan este aserto. Pero si hay momento de singular expresión del sujeto mínimo ante el tiempo, el cosmos y sus imperativos, este es el enigmático WR 104 (el último optimismo), poema en que el protagonista poético se muestra indiferente al destino inexcusable, fatal, de la existencia humana, visto en perspectiva como minu-

cia lejanísima, y objetivado/revelado en las fuerzas gravitacionales que concurren en el objeto de una pinza. Una vez más: los absolutos se diluyen en la experiencia íntima de lo concreto e ínfimo. El decurso temporal se somete a la causa humana. Por otro lado, tampoco falta espacio en este poemario para la crítica social, que no chapotea en los lodazales de la actualidad, y asume, por el contrario, un propósito de mayor enjundia: la denuncia de la derrota humanística ante la modernidad. En ese sentido, un fondo de amargura lúcida se entrevé en Retorno del prisionero de Chillon, auténtica invectiva contra el utilitarismo del legado cultural por parte de la industria turística. Y, por supuesto, la crítica es el principal mensaje del poema que regala su título al libro, La Fiera, composición de dilatada extensión que se constituye en un simbólico manifiesto contrario a la domesticación que la técnica y el progreso fomentan, inoculando sus mansedumbres en el hombre libre, al que elegíacamente representa la Fiera. Al menos tres poemas más del conjunto merecen un comentario, depositarios los tres de un tono más calmo y, por ello, quizá menos dados a excitar la impresión primera del lector. En primer lugar: Los bichos (II). El malditismo frecuentemente se ha debatido entre dos opciones de sólida tradición: el canto dionisíaco, la celebración desaforada de los vicios, por un lado, y la llantina resacosa y flagelatoria del día después, la imagen de autodestrucción, por otro. Ben Clark se sitúa entre las dos, como un Gil de Biedma tambaleante, con el feliz hallazgo de introducir en la escena la figura cándida de un conejito, Monty, que, indefenso, asistía antes de su muerte a los vaivenes amenazantes de su dueño ebrio. La ternura de la imagen en unión al sobado tópico (feliz encuentro lautreamontiano) del borracho patético y, sobre todo, como en Gil de Biedma, consciente de su patetismo, de su fragilidad, desarticula el clisé: que nadie nos cuente más sus andanzas y desandanzas espiritosas sin un conejo parecido que sacar de la chistera.

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letras El segundo poema, Traduciendo «The sun used to shine», es un perfecto homenaje a la poco reconocida labor del traductor, con las figuras de Ben Clark y su amigo Andrés Catalán (con el que escribió al alimón el poemario Mantener la cadena de frío) como protagonistas: dos traductores en los que, muchos años después, se revive la relación de amistad de los autores traducidos. Sus versos finales suponen un zigzagueo espaciotemporal de lo más llamativo: el sujeto poético se imagina, dueño de la voz traducida, cien años antes, no pudiendo prever cómo cien años después,

po funciona como catálogo de las cualidades poéticas de su autor: permeabilidad para el detalle estético, horizontal impresión del tiempo, inteligente y honda reflexión, delicadeza verbal. Reconforta esta poesía que, con los pies en el suelo, mira al horizonte con extrañamiento y lucidez. Quede constancia, pues, aunque ya no es novedad, sino murmullo generalizado: la última obra de Ben Clark, La Fiera, es un gran libro de poemas.

Samuel Del Valle es estudiante de Lengua y literatura españolas en la UIB.

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esto es, en el momento de escritura del poema, podrá recordar –es decir: ¡cien años antes otra vez!– el momento del texto traducido. En definitiva: la traducción como un agradecido juego de alteridades. Y en tercer y último lugar: Has llegado (Ante el primer almendro en flor): un hermoso poema sobre el advenimiento del primer almendro en flor del año, el cual, cíclico, puntualísimo, enmudece –solo es un truco– al poeta. El almendro, pues, como símbolo inefable de un tiempo perdido que, sin embargo, no cesa de emocionarnos. Leve nostalgia del paraíso que al mismo tiem-

Recomendación del pasado mes: Over the Garden Wall (Más allá del jardín)

por Daniel Besalduch

El 16 de marzo llegó a España de la mano de Boing la primera miniserie de animación de Cartoon Network: 10 capítulos de 10 minutos es todo lo que necesita. La miniserie de Patrick McHale (guionista de Hora de Aventuras) narra en forma de cuento (cada episodio es un breve capítulo) las aventuras de Wirt y Greg, dos hermanos que se pierden en un bosque muy peculiar y no encuentran el camino de regreso a casa.

¿Por qué recomiendo esta serie? Por su universo. Los diseños de los personajes son simples, inteligentes, y eso hace que se te queden grabados en la retina: Wirt con su gorro y su capa o Greg con su tetera y su rana, así como sus respectivas personalidades. Más allá del jardín ha logrado crear un mundo que se ha convertido en un clásico instantáneo, haced la prueba. Por el atrevimiento narrativo. La miniserie consigue condensar en 10 minutos una pequeña historieta cargada de gags, homenajes y alguna que otra moraleja, y todo ello sin abandonar la continuidad narrativa. Sigo sin comprender cómo encorseta tantas cosas en tan poco tiempo, pero lo hace. Por los número musicales, que van desde las canciones más inocentes al jazz/blues más oscuro. En este sentido, la miniserie sintetiza una cantidad de estilos eternos. En conclusión y como resumen, Más allá del jardín logra fraguar una simbiosis perfecta entre lo infantil y lo adulto, factor que abre la frontera a todas las edades: comenzará haciéndote reír con las bromas más infantiles y pronto dará un volantazo para dejarte pensando con cara de tontaina; la disfrutarán los niños por sus historietas y la gozarán los adultos por sus reflexiones o incluso los amantes de la animación por sus homenajes. Qué más se puede pedir: es oro puro. Wirt y Greg, con su tetera y su rana.

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opinión

Peregrino con la pelota, congelado en la banqueta Esta vez sí firmó, o al menos eso dice Miquel Soler i Sararols. Un exfutbolista catalán de Girona que empezó a jugar en el Olot y que desfiló por los principales clubes de España, desde el Barça, pasando por su eterno rival, el Real Madrid, hasta llegar al club vermell. Lo cierto es que una buena experiencia como jugador debe tener. Ahora bien, su faceta como míster despliega diversas opiniones acerca de su capacidad para llevar un equipo. Empecemos por el principio. El pasado siete de septiembre, él junto con Xim López y Vicente Engonga, el que fuera su segundo, se encaminaron al Tribunal de Medición y Arbitraje de Baleares (Tamib) para reclamar un total de 200.000 euros al Real Mallorca cuando estos fueron “despedidos” por un portero, Dudú, que se puso rápido en el eje e instaló su particular chiringuito concediendo a su amigo Valeri Karpin la silla de entrenador. Esto último en un once de agosto, a dos días del trofeo Ciutat de Palma y a una semana de que arrancara la Liga. Recapitulando, ‘Nanu’ y los suyos reclamaban la totalidad del sueldo que tenían acordado cobrar en la temporada presente, un acuerdo de palabra. Ante todo las cosas bien hechas. Pero ahora vendría lo sur-

realista en esta primera parte de la Era Soler, y es que el club bermellón sólo le ofrecía abonarle una indemnización por los días trabajados. Vamos, como si se tratara de los tan famosos minijobs alemanes o el vecino, que tiene una plantilla para trabajar a sus órdenes y les hace las triquiñuelas para proveer una retribución indigna, con solo un diferencia, ellos cobrarían lo que cobran unos 33 tra-

máximo accionista otorgando plenos poderes a otro exjugador del Mallorca, Miquel Àngel Nadal ¿Y a quién llamó? A Miquel, ‘el Nanu’ Soler. Eso sí, el gerundense tuvo que apretarse bien fuerte el cuerpo para realizar un buen atracón de rebobinado y quitar la denuncia impuesta al Mallorca por medio del Tamib. Sí que había otra opción. Comenzaba la segunda Era Soler.

bajadores en las anteriores realidades. Unas realidades muy existentes en nuestro entorno. Y es que el mundo del fútbol tiene esto. Fue un acontecimiento en el que los tres, que ahora son dos más Pepe Gálvez, señalaron que el club no les había dejado “otra opción”. Decisión tomada y fin de la cita. Ahora bien, después del tornado Aouate, un alemán dio un paso al frente y se hizo

Y es que Miquel Soler es un tipo bastante peculiar. En su presentación dijo textualmente: “Cuando hablé con Nadal y me comentó la posibilidad de volver, inmediatamente empecé a pensar en la charla a los jugadores y en las carencias que puede tener el equipo”. Es curioso porque en esta frase refleja lo que es y lo que no es viendo el tejido que se está hilando. El ‘Nanu’ es un entrenador que no transmite o incluso

que, simplemente, no comunica. Creo que trabaja cegado y diría que obsesionado en el aspecto puramente deportivo y se deja de lado el aspecto extradeportivo. La gestión interna de una plantilla. A veces un gesto, una simple mirada es más importante que el estar machacando trabajos de basculación o de presión sobre tus pupilos. Y cuando pierdes a los tuyos, estás prácticamente sentenciado. En este momento se me viene a la cabeza Lluís Carreras. Por otro lado, al ‘Nanu’ le recordaremos por sus ruedas de prensa, digamos que al estilo Bielsa y su irrepetible ¡¿Kasim, dónde vas?!, mientras el ghanés se iba al rincón de pensar vigilado por el instructor vasco. Todo dicho, pero ahora tenemos que preguntarnos: ¿Cuánto habrá que esperar para que el Mallorca tenga un entrenador que dé estabilidad al equipo y no se produzca una retahíla de relevos constantes y sonantes? Por ahora habrá que esperar hasta la temporada que viene. ¡Ah!, y como dicen muchos, el fútbol da mil vueltas, y Miquel Soler no es una excepción.

Lluís Hernández es estudiante de Periodismo. @hernandezlluis

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lletres per Anna Schnabel

El riu és el mateix i, no obstant, les aigües que cobreixen als qui hi entren són diferents. Tots morim i, en canvi, ningú ho experimenta igual. Philippe Ariès explica que a l’Edat Mitjana pocs expiraven sense haver tingut temps de prendre’n consciència. No es lluitava desesperadament contra la mort sinó que se la solia esperar des del llit, en silenci. S’extingia la vida amb una mena d’alleujament. A diferència d’avui, la mort constituïa una cerimònia pública, a vegades organitzada pel moribund mateix, qui

des i no tant separades de la naturalesa, sobre la qual aquestes no podien intervenir per altra via que el miracle. L’anonimat dels sepulcres, l’apilament dels cossos i la reutilització de les fosses suggereixen certa indiferència respecte la individualitat dels que traspassaven. No és fins el despuntar de l’ànima romàntica el viratge cap a un nou temor i cap a un dol amarg i prolongat per la pèrdua de vides singulars, úniques i irrepetibles; materialitzant-se i esculpint-se en la individualització de les sepultures.

seva dinàmica diària i del seu treball monòton; el sotmet a un paroxisme d’un món sotmès a les lleis de la naturalesa, violent i incontrolable. Insistim en el fons a veure l’òbit com un fenomen antinatural, una averia, un error del sistema, una intromissió ferotge de mala fortuna en la nostra quotidianitat. La mort és encara un enigma, però calculat i mesurat. En la modernitat hiper-racional, és un certificat de defunció i una categoria judicial, científica, mèdica, institucional. La mort és la

massa forta, insostenible, no només al qui se’n va sinó també al qui es queda. Aquest horror s’atribueix a l’amor a la vida, però només a una vida “plena”... o que ho ha de semblar. En els nostres temps, en les societats del benestar, s’imposa la necessitat simbòlica de la felicitat, del deure moral i la obligació social de contribuir a la felicitat col·lectiva evitant tota causa de tristesa i d’angoixa. Cal simular estar sempre feliç perquè mostrant algun signe d’aflicció es peca contra l’alegria, se la qüestiona, i la societat

Pensar la mort La mort és biològica, existencial, metafísica. La mort està inscrita en la vida, encara que la desborda: serà com néixer, però al revés? serà el límit del món? serà sols una duana? La consciència es nega a entendre la seva pròpia abolició. Però és que la mort és transcendent: si bé el cos es dissol, el pensament perdura com a part integrant del grup social, fonamentant la seva pervivència en el temps. No hi ha un únic codi per a desxifrar-la, però la mort (com l’amor) és universal. la presidia i coneixia el seu protocol. Contràriament als nostres temps, per a l’home medieval el més important era no deixar aquest món en soledat: els pares, els amics, els veïns i també els nens havien de ser-hi presents. Aquesta familiaritat tradicional amb la mort es devia a que les persones estaven profundament socialitza-

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Tot ha canviat. Avui contractem assegurances de vida per a preservar “als nostres” de la misèria. Avui també acceptem la mort... però només tècnicament, perquè en realitat la nostra existència transcorre com si no morissim mai. Avui, la mort i, sobretot, la mort de l’altre és una transgressió que arrenca l’home de la

mort d’un cos medicalitzat, potser deshabitat des de fa temps; és una etapa més d’un esdeveniment descompost en una suma d’instants d’entre els quals costa saber quin és el crucial (la pèrdua de consciència o l’últim alè?). La nostra intolerància a la mort ens duu a evitar una turbació i una emoció

corre, llavors, el risc de perdre la seva raó de ser. Convé silenciar el dol, ocultar-lo sota unes ulleres de sol, perquè una pena massa visible no és tendra, sinó mòrbida i obscena. Reprimim el plor per a no impressionar als nens, que del morir poc saben.


lletres per Anna Schnabel

Després, cada vegada més sovint, incinerem les restes físiques, excloent així el peregrinatge, que és substituït pel record mateix, fixat en fotografies digitalitzades. I tot això tampoc és degut a la indiferència, sinó tot el contrari: el dolor és quasi insuportable per a seguir vivint com se suposa que hem de viure. Per altra banda, el rebuig a admetre la mort estimula que la manipulació dels morts es-

imperfecció d’un procés orgànic que se’ns escapa de les mans, neutralitzant, així, l’angúnia i el terror que ens produeixen el cadàver i la defunció. Cal maquillar la mort i el fracàs de l’home -d’aquell que es creia capaç de tot- igual que el rostre dels vius. La cosmètica i la cirurgia plàstica embalsamen l’implacable pas del temps, delatant l’anhel de burlar aquesta fugacitat que ens atormenta.

biològic més inevitable i, com va escriure Morin, el tret més humà. Vivim en un pas pel món, en un instant, en tan sols mitja pàgina d’una història molt llarga. I és en aquest parèntesi on afloren totes les nostres possibilitats, dins el llindar temporal. Som éssers finits. Som el que fem en aquest precís instant. També som el que volem ser. Fins i tot, sovint som “un altre”... però ningú pot ser “un altre” en

pròpia temporalitat és apropiar-se la mort i, al mateix temps, agafar la vida amb les pròpies mans i participar en el món. Repensar la mort és sostenir-se en el no-res que es fa patent en l’angoixa per a que es faci patent el que és i pot ser -com un suïcidi invertit. Com deia Heidegger, l’estar orientat cap aquesta possibilitat ens posa radicalment en joc. És en el mirall de la seva pròpia mort on cada ésser humà

devingui una especialització laboral. I aquest negoci ha de fer la mort amable. Els tanatoris són asèptics, d’angles rectes, de pintura blanca, llisa i amb neveres d’última generació. Són l’antítesi de la descomposició, de la

No anem per bon camí. Va advertir Hegel que l’essència de les coses finites consisteix, precisament, en tenir el germen del morir dins seu. La mort és natural, quotidiana, aleatòria, universal; és l’esdeveniment

la mort. En aquesta, l’ésser humà s’autodescobreix, en ella entreveu allò que autènticament és i allò que veritablement vol ser; un projecte singular, intransferible i incomparable. Agafar plena consciència de la

redescobreix el secret de la seva autèntica identitat. Repensar la mort és repensar-ho tot.

Anna Schnabel estudia Filosofia a la UIB. @NannaSchnabel

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El nido de los éxitos mallorquinistas, hecho añicos.

Las fotografías que a continuación les introducimos no son aptas para aficionados al fútbol con cardiopatía. Tomadas días antes de que se iniciara la demolición del Lluís Sitjar, estadio que narró la historia del Real Mallorca desde 1945 hasta 1999, año en que el club se trasladó a Son Moix, tenía una capacidad para 18.000 espectadores. Vivió los momentos más dulces -y más agrios- de la historia mallorquinista y vibró con los goles del Mallorca en partidos históricos, como lo fue la vuelta de semifinales de la Recopa del 99 frente al todopoderoso Chelsea. A la derecha, los Supporters de Son Moix.

«Aunque sin Stelea, la tranquilidad es total en la plantilla bermellona», rezaba la información -rescatada de entre los escombros del estadio- del Última Hora a 9 de mayo de 1992, y que firmaba el periodista deportivo Javier Oleaga.

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Cuando fuimos los mejores, Loquillo

Las paredes del Lluís Sitjar hablaban de historia. Los pasillos que conducían desde los vestuarios hasta el terreno de juego recordaban con afecto a los héroes que consiguieron el último ascenso de los bermellones a la máxima categoría del fútbol español.


Fotografías y texto: Àlvar Moreno

Parece mentira pero no lo es. Pese a que fue en 1999 cuando el Mallorca cambió el Lluís Sitjar por Son Moix, el filial mallorquinista siguió utilizando el estadio hasta 2007. Tan solo han pasado ocho años, pero el estado deplorable en que se encontraba el edificio de las glorias mallorquinistas hacían inminente su demolición. Desde entonces han pasado por allí desde vagabundos que ocuparon las ruinas bermellonas durante años a hoolingans que se dedicaron a quemar todo lo que se les ponía por delante e incluso aficionados nostálgicos con ganas de llevarse un último recuerdo de la cuna futbolística de su equipo del alma: la silla que, como socio del club, ocupó durante años, la hierba del estadio, o una simple instantánea para la eternidad.

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Que no se os caiga el 23 de abril

C

ada 23 de abril recibimos en nuestro calendario la visita de dos escritores que marcaron un antes y un después en el esto de escribir. Las muertes -paralelas o no, polémicas aparte- de Cervantes y Shakespeare confluyen en un único día en el que el libro es el protagonista. Este año, además, -y como recuerda Darío Villanueva, director de la Real Academia Española-, se celebra el cuarto de centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote. Como recuerda el académico, “En otoño de 1615 Cervantes transormaba al ingenioso hidalgo de 1605 en El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha [...]”. No os he traído, empero, hasta aquí para hablaros de la metamorfosis quijotesca -que sin duda merece su espacio en esta columna: he aquí mi humilde homenaje-. Os comento: llevamos un año muy convulso -muy animado- en cuestión de producción literaria. Y producción literaria de la buena. Y pese a que en más de una ocasión he mostrado mi reticencia a recomendar algo, en esta ocasión me salto la norma con el fin de daros a conocer mis (única) propuesta de cara al

Àlvar Moreno

veintitrés de abril. Peligro de derrumbe (La Esfera de los Libros) es la primera novela de un tal Pedro Simón. No le busquéis ni en Facebook, ni mucho menos en Twitter. En su labor como periodista de EL MUNDO, ha sido recientemente reconocido en los Premios Ortega y Gasset 2015 por La Es-

paña del despilfarro, una serie de reportajes que ha elaborado junto a Alberto Di Lolli, en los que “descubre al lector casos aparentemente menores dentro del gran relato del despilfarro

de recursos públicos en España en los últimos años”. Bueno, a lo que vamos. Como periodista especializado en temas sociales, Simón relata en esto, Peligro de derrumbe, cómo el jefe de recursos humanos de una empresa tiene que contratar a un nuevo empleado. Y tiene que escoger entre nueve aspirantes. Ahí se encuentra de todo: un exempresario que obedecía las órdenes de políticos a cambio de favores, una madre casada con un multimillonario que termina arruinada y se ve forzada a venderlo todo para alimentar a su hijo, una estudiante con un currículum top que se encuentra sin oportunidades reales en la vida laboral, un inmigrante que se juega la vida por entrar en Europa... Todo un entramando, reflejo de la realidad social de nuestro día a día. en el que cada una de las vidas de los candidatos que optan al puesto de trabajo se tambalea por el peligro de derrumbe. Ah, el prólogo es de Enric González.

La mauvaise réputation, Bandbardò

Peligro de derrumbe Pedro Simón La Esfera de los Libros 312 páginas 19,90€


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