Aconte… seres… de una comunidad… inconfesable

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“Escribimos para perder nuestro nombre, queriéndolo, sin quererlo, y, en efecto, sabemos que otro nos es dado necesariamente a cambio, pero ¿Cuál? El signo colectivo que nos envía al anonimato (puesto que ese nuevo nombre - el mismo - no expresa más que la lectura sin nombre, jamás centrada en tal lector designado por su nombre, ni siquiera una posibilidad única de leer. De este modo el nombre que nos hace vanidosos o desdichados es la marca de nuestra pertenencia a aquello que carece de nombre, aquello de donde nada emerge: la nada pública –la inscripción que se borra sobre una tumba ausente”.

Aconte… seres… de una comunidad… inconfesable Runo Rímac habitante del afuera

Maurice Blanchot

Orlando de J. Flórez Rodríguez



ACONTE… SERES… DE UNA COMUNIDAD… INCONFESABLE



ACONTE… SERES… DE UNA COMUNIDAD… INCONFESABLE

ORLANDO DE J. FLÓREZ RODRÍGUEZ


ACONTE… SERES… DE UNA COMUNIDAD… INCONFESABLE Runo Rímac Habitante del Afuera © Orlando de J. Flórez Rodríguez Imagen carátula: Fotograma tomado de Carlos Castaño-Uribe. Chiribiquete. La maloca cósmica de los hombres Jaguar. Diagramación e Impresión: Sección de Publicaciones Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín ISBN Medellín - Colombia 2021


Novela cinemática1 corta Runo Rímac Habitante del Afuera

“Escribimos para perder nuestro nombre, queriéndolo, sin quererlo, y, en efecto, sabemos que otro nos es dado necesariamente a cambio, pero ¿Cuál? El signo colectivo que nos envía al anonimato (puesto que ese nuevo nombre - el mismo - no expresa más que la lectura sin nombre, jamás centrada en tal lector designado por su nombre, ni siquiera una posibilidad única de leer). De este modo el nombre que nos hace vanidosos o desdichados es la marca de nuestra pertenencia a aquello que carece de nombre, aquello de donde nada emerge: la nada pública –la inscripción que se borra sobre una tumba ausente”.2

Este concepto es aclarado y desarrollado en el segundo anexo de este mismo libro. Blanchot, Maurice. El paso (no) más allá. Ediciones Paidós ibérica, S.A., e I.C.E. de la universidad autónoma de Barcelona, 1994. Página 66.

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CONTENIDO

Prólogo INMANENCIA DEL AFUERA Preludio en luna nueva. In Memoriam Michel Serres

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Primera parte JUEGOS DEL AFUERA In Memoriam Gilles Deleuze

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Segunda parte ACONTE…SERES… DE UNA COMUNIDAD…INCONFESABLE In Memoriam Maurice Blanchot

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Anexos ACTOR DEL AFUERA In Memoriam Ramiro Tejada

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CONCEPTOS, VOCES Y PLANOS, EN LOS LIBROS DE RUNO RÍMAC Inmemoriam Luis Ospina, escritor y director de cine

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Prólogo

“Intillay, killallay ama sak’ewaychu, karurak’mi rinay tutayallaymanmi”4 Inmanencia: “La inmanencia postula la unidad de una continuidad, de un continuo de variación, y no la identidad de lo mismo. He aquí el principio de un monismo que explica el organismo por una fuerza natural que no cambia la naturaleza de los cuerpos, sino que les agrega nuevas formas y nuevas relaciones”. Concepto de Gilles Deleuze, compuesto a partir de la complementación que hace Geoffroy Saint-Hilaire a los principios filosóficos de Spinoza. Confrontar en: Sauvagnargues, Anne, obra citada., pág. 36-46. 4 “¡Oh Sol, oh Luna, alumbra mi camino! / No bajes tan temprano Sol, alumbra todavía. / Tarda un poco, Luna, / es lejos mi destino, tengo miedo a la sombra”. Primera estrofa de la canción: Cilili waita (Cilili, hermosa flor). Arguedas, José María. Canto Kechwa. Con un ensayo sobre la capacidad de creación artística del pueblo indio y mestizo. Editorial Horizonte: Lima, Perú. 1989. Página 29. 3

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INMANENCIA3 DEL AFUERA Preludio en Luna Nueva In Memoriam Michel Serres…

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Vuelvo a escudriñar, entre mis entrañas, las redes de mi existencia. Palpo, en medio de la oscuridad, las raíces, los rizomas de mi historia. No hallo nada. Las yemas de mis recuerdos sangran; araño los inasibles fantasmas de mi lo…cura; me agarro de algún bejuco de la memoria, y caigo de nuevo a los abismos de sus quebradas; terco, insisto, y me agarro de algún árbol caído; compruebo que todavía no he perdido el sentido del tacto; siento que mis agonizantes reflejos, brincan, saltan de una tristeza a la otra, y oigo los sollozos, los leves gemidos de una sabia reflexión, que hizo hasta lo imposible por salir a la superficie, y al no lograrlo, lanzó, contra la memoria, las frases adoptadas de una mentira piadosa.

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Ante la terca involuntariedad de mi memoria, preferí salir de mi cueva y arder en la hoguera de una biblioteca vecina; tumultuosas sensaciones, salieron a mi paso, para evitar, como fuera, que me convirtiera en musgo y lama, y que me pudriera, de nuevo, en el fondo del agua; le saqué la lengua a los libros, saboreé mis miedos, degusté sus tramas siniestras, y ordené, a mis glándulas salivales, no perder el tiempo, enjuagando mis lágrimas, y que guardaran sus aguas para próximos temporales.

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Por fin, al contacto de los libros con mi piel, una multitud de fantasmas que competían por salir, sintieron el calor del Afuera, el salado olor de sus huellas en la arena, y el podrido olor de sus cangrejos; dejé que se humedecieran mis poros, con la imagen de una brisa del mar; contemplé y bebí, sorbo a sorbo, el sudor excitante, de una pareja de amantes, enroscados como babosas, a la sombra de los ciruelos. Me asombró saber lo que me había pasado: que una ola me había arrancado, de las empolvadas mesetas de libros, sobre la historia de los humanos, y fui a nadar


La fermentación y la oxidación producida por la combinación de desechos humanos, y otros cuerpos orgánicos, son mi identidad transportada que cambia y cambia de naturaleza; paso a ser el cuerpo que se empecina en vivir en el olvido, en la recomposición de lo que fui, lo que soy y lo que seré: tierno abono de las plantas, alimento inmediato los peces, y blando combustible… de la testarudez de otras gargantas. Más y más cuerpos, basuras, escombros e historias urbanas siguen llegando, y se van entremezclando a mi conflagración: Cajas de cartón y bolsas de plástico, salpicadas de sangre por una deuda, una bala perdida, un desborde de celos, una venganza, una disputa por tierras, riquezas minerales y cultivos ilegales, o por una Inmanencia con Trías, Eugenio. La memoria perdida de las cosas. Ed Taurus, Madrid, 1978, página 29.

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en la memoria de los pájaros, que, a tientas, buscan los sobrados de los niños, entre el mar y la playa. Pero una fuerza irresistible me devolvía a mis despojos, a husmear entre los escombros amontonados a los pies del ángel de la historia5. La inquisidora mirada lanzada por las tumbas de piedra que voy encontrando en el camino hacia la playa, amontona y amontona las basuras de mi arrojo, sobre aquellos recordados pergaminos de papel. Lucho contra esa fuerza, caigo de cabezas, entre la caneca de mis otros saberes olvidados, y me alegro al ver cómo rebrotan, por todo mi cuerpo, los significados de los cinco sentidos Serresianos. Gustosamente acomodado en la superficie de la caneca, percibo cómo la podredumbre de mi cuerpo, expele olores moribundos de ratas, ardillas, gallinas, zarigüeyas, y de otros cuerpos humanos que yacen descompuestos en el fondo; hasta allí… han ido a parar… los nombres… de mis más íntimos amigos naturales.

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protesta social. Es tanta la putrefacción y las noticias que llegan, me fertilizan y conmueven, que ya de mis piernas han empezado a brotar musgos, líquenes, hongos, escabrosidades y malezas; debajo de mi espalda, siento cómo escarban las ratas, y por mi cuello, cómo corretean cucarachas, gusanos, insectos y fantasmas.

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Ya en el carruaje que nos lleva al horno crematorio, por entre el marco rojo de su ventana, una mano, enguantada de blanco, lanza flores secas, azucenas, besitos, besos gigantes, lirios, cartuchos y pensamientos; saluda y me recuerda: somos flores de papel, cumplidores del deber, actores e intérpretes de un concierto anónimo, sin orquesta, sin coro, sin cura ni sermón; sin director, sin estrellas, ni canción. Sin pensarlo, de un momento a otro, salto del carruaje y revuelo como un mosco, un zancudo o una libélula; angustiado por la confusión, no alcancé a distinguir bien, y fui a parar a un depósito de agua, estiércol y sustancias químicas, al lado de una montaña de llantas, muy cerca de las casas de cartón y lata, de los vilmente llamados “desechables”. Un torrencial aguacero, acompañado por un aterrador vendaval, me obligó a salir de allí, y a esconderme debajo de los techos de plástico; me acomodé, entre los periódicos que también vienen al mar, y al llegar la noche, formé con ellos una pared protectora de la lluvia y de los vientos de arena, y pude leer los nombres que llevan en la parte superior de la primera página: El Colombiano, El Tiempo, El Espectador, La República y La Patria. Al ver y sentir que de mi cabeza renacían anguilas y, desesperadas, buscaban alimentarse de aquellos periódicos, de sus palabras y letras, especialmente, de los titulares de la primera página, reflexiono muy profundamente en esta trans…forma…acción: De humano paso a ser anguila, después erizo de mar, pero,


La ingestión y asimilación de tanta prensa, inesperadamente se mezcló con la ingestión y asimilación de los libros de los ultimos filósofos, que engullí en aquella biblioteca vecina, y sentí un desmayo que me permitió dormir por muchas horas, precisamente en toda la entrada de la boca del horno crematorio. Al despertar, observé cómo el trabajador incinerador de los cuerpos, también se había quedado a mi lado muerto… de sueño. Me levanté, no sé cómo, debido a la falta de fuerzas, y volví al tugurio con techo de plásticos, a buscar cualquier comida vieja o podrida que dejan por descuido los rebuscadores de basuras, y a observar pensativamente el final de la lluvia. Me vino, de repente, una reflexión, muy seguramente, derivada de la ingestión de tanta prensa y discursos. El pensar que hoy gobierna al hombre occidental, consiste en concentrarse en un campo mental, en el que se busca, con toda voluntad, tratar de representar, para después ordenar, una llamada realidad, en un espacio-tiempo delimitado; y lo han llamado la Voluntad de representar. Pero, también, hay, hoy, otra forma de pensar, que emergió desde finales del siglo XVIII en Europa, y se expande cada día, más y más, por todo el mundo. Y lo han llamado el Pensamiento del Afuera. Consiste en un campo mental, constituido por un acumulado de fuerzas desconocidas e incognoscibles, que aparecen como si vinieran de un afuera, del mismo campo de fuerzas, y se mezclan o entran en conflicto con aquellas formas del

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también, puedo pasar a ser planta, arbusto u orquídea. Entre dormido y despierto, con el estómago hirviendo por la digestión y asimilación de aquellos titulares de prensa, me asombró pensar, qué identidad cada vez mutante me espera. La que sea, me dije, menos, ser un cuerpo representante, y mucho menos, un concepto, de algún cuerpo público des-con-puesto.

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pensar dominante, y generan, sin una voluntad consciente - es decir, controlada y controlable por el sujeto pensante - , otros lenguajes, con otros significados o sentidos, o con otras relaciones figurativas o lingüísticas, en múltiples sentidos, y sin la voluntad de representar, pero sí, de dejar aparecer, en alguna superficie espacial, plástica, corporal, material, o digital, esas fuerzas que devienen del afuera, sin control, en diversos sentidos.

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Pero lo que más me asombró, fue la iluminación que me llegó, sobre mi verdadero origen. Ya no me cabe duda; tengo que ser un acontecimiento de esta ultima forma de pensar. ¿Cómo debo de entender todas las ocurrencias, transcursividades y transformaciones por las que he pasado, desde que caí a estas arenas, y salí de ellas como si fuera un cangrejo? Sólo un acto de pensar de esta naturaleza pudo hacer posible mi existencia. Soy la derivada de un campo de fuerzas, que al relacionarse , me arrojan sobre un papel o sobre una superficie digital, en forma de palabras, y me hacen existir permanentemente en movimiento, hasta dormido, en medio de mis sueños, como la forma viva de otro personaje, que escapó de otra forma de pensar en forma de imágenes, y del cual apenas soy su copia, pero distinta, y en vez de llamarme como él, Bruno Gímac, me llaman Runo Rímac, en homenaje al hablador rio Rímac, que alimentó, por muchos años, la vida de los incas, y hoy todavía ruge, en su paso por la gran ciudad de Lima… Esperar. Por favor. ¡Escuchar! En este preciso momento, aquellas fuerzas, del Afuera, me acaban de llegar, sin avisar. Y siguen repitiéndose en tiempos y espacios distintos, discontinuos e imprevistos. He puesto un nombre a cada acontecer suyo, sólo con el fin de corresponder a su diferencia. ¡Contemplar!… y sentir.


Primera parte. JUEGOS DEL AFUERA. In Memoriam Gilles Deleuze…6 Con la mano izquierda agarrada a un largo lazo, y medio iluminado por una luna nueva, un llamado ser humano es conducido por una rata ciega, que bordea charcos, pantanos, abismos y quebradas. Sólo ella sabe el camino, y tiene la voluntad de no perderlo. Después de recorrer muchos kilómetros, corretear y brincar por muchos largos troncos como puentes, una voz venida de otra parte, los sorprende con una patética pregunta: ¿pa dónde van? Se miran, la rata y él. De inmediato, ella se devuelve. Él se suelta del lazo, y sigue esa voz indescifrable… La imagen siguiente fue tomada de la página de internet: httplosmundosdehachero.blogspot. com201310viaje-colombia-en-los-tuneles-del.html

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Como zancudos saltan sobre la página de mi libreta, y desaparecen inmediatamente. Un gallo anuncia la primera luz de la mañana, releo, en voz alta, lo que acabo de escribir. Oscura está mi voz, como mi alma. Engarzada, en sus últimos fonemas, vuelve a toser, gemir y gemir. Casi asfixiada, y ardida de fiebre, ronca; esculca en el olvido sus ultimos harapos. Resiste e Insiste, con los ánimos y las ultimas fuerzas de vida que me enviaron unos pocos amigos, antes de morir, por causa del Covid, la ultima semana. Vuelve a toser, hasta encontrar un poco de café, en el bodegón de mis consuelos. Agónica, con tono de hiel, ordena al lapicero desenvaine el fuego que reprime o esconde en el tintero. Entonces, empieza a hablar, en voz alta para sí, a revelarse, otra vez, contra el silencio que los humanos recomiendan, hoy, ante los presagios de la muerte, y continúa, pulsado por un murmullo que parece prorrogarse al infinito.

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Mientras la sigue, mira, por momentos, hacia las nubes, y observa cómo las más densas… cambian mansamente… de un blanco puro...a un rojo sangre transparente. Se asusta cuando ve… esa densidad multiforme de las nubes… variando a un desgarramiento de cuerpos mutilados y alargados… siguiendo un movimiento lento y en picada… hacia las umbrosas y serpentinas escrituras de la tierra. Al llegar a un altiplano … todo el horizonte… se va tiñendo con una intensa nube oscura... en forma de un temible rostro. Por instantes discontinuos…deja ver sus dientes blancos… y una dulce mirada…que asoma entre sus párpados. Exactamente, y sólo en ese instante…desde todos los rincones de la tierra…un sinfín de perros… se turnan para ladrar con furia… como si un extraño visitante… viniera a invadir su territorio. De pronto, por entre la grieta de un techo de latas …un infernal susurro de un piano… acompasa…con un conmovedor sentimiento de tristeza… los ladridos de los perros. Cuando el piano sube y baja… variando de tonos altos a bajos…una leve lluvia arrulla los tejados…que protege los sueños de los muertos. Vuelve a mirar al horizonte, y ahora, la inmensa nube oscura se ha descompuesto en una indescifrable corona de ataúdes, custodiada por una larga caravana de luciérnagas.

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Interrumpió su mirada hacia las nubes, cuando, abruptamente, aquella voz venida de otra parte le habló, desde lo alto de un barranco. Observó muy bien, buscando, en vano, distinguir su cuerpo. Le llamó la atención, que se oía, como si proviniera de la boca de un profundo túnel. Con un tono cansado, algo agitado, así empezó: - ¿Salgo o no salgo? ¿Me Muevo, o… no me Muevo? ¿Doy o no el paso? ¿Aparezco… o desaparezco? ¿Aparezco desapareciendo… o… desaparezco apareciendo? Suspensivo e inquieto, observo y sien-


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to mi cuerpo: Lo percibo sin forma, en retornante organización-desorganización. Un hervidero en perenne circulación. Un planeta en recalentamiento. Una fuerza que fluye, pulsa y se repliega para volver a coger impulso y escapar. Suspendido en una ciénaga de Lotos, como una flor amenazada por la guerra o por la peste, sin lugar para moverse, ni Estado para establecerse. No tengo tiempo-territorio y el tiempoterritorio tampoco me tiene a mí. Sin dejar de ser, ni decidido, aún, a dar el paso. Pero acaso, ¿soy el vacío que se piensa así mismo? Con convicción digo que no, agenciado por un olfato animal, aprendido de Espinosa, Nietzsche y Deleuze; soy una acumulación de diferencias que se repiten; un eterno retorno de la diferencia, un campo de recomposición de la vida natural y cultural en otro ser…

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Abruptamente, dejó de hablar, y después de un breve silencio, preguntó: - Y tú, ¿quién eres? Sorprendido por la pregunta, pero con tono sereno, Runo respondió: - Soy… la flecha del acontista León de Greif que no se atreve a disparar al blanco, para sentir, con su especial afecto y efecto, su pulsión. Soy un personaje suspendido en otra inmanencia filosófica: Provengo de otra vida hecha sólo de virtualidades, potencialidades, en un plano que le otorga su propia realidad, su propia vivencia, objetiva y subjetiva7. Soy una bacteria que pone a prueba la evolución. La angustia nómada que lleva por dentro toda actual emigración o nuevo éxodo. El poema de Pessoa donde, en cada de uno de nosotros, duerme el sueño de todos. La hoja verde que cambia a color amarillo y palidece al encuentro con el sol. La luz blanca de los ojos de los pájaros que se topan frente a frente antes de comer. El vestido invisible del espesor de la madera, ante la lluvia que acaba de caer.

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Cuando Runo guardó silencio, aquella voz replicó:

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- La luz está sembrada. ¿Cosechará tinieblas? O ¿será la fuente del vapor que mantendrá la humedad necesaria para hacer posible la vida en el verano seco por venir? El verdadero retorno no se da más que sin volver; apenas va a llegar, inmediatamente se va; sin poder decir… aquí estuve, ni mucho menos, no me esperen Inmanencia con Gilles Deleuze. Dos regímenes de locos. Textos y entrevistas (19751995). Ed. Pre-textos, Valencia, España, 2007.Páginas 347-351 y 237-239.

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De pronto, esa voz cambia a otra voz, oyéndose como un eco, proveniente del fondo del túnel: - ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? Soy Antonin Artaud y apenas yo lo diga, como sé decirlo, inmediatamente verán mi cuerpo actual estallar y recogerse, bajo diez mil aspectos notorios, un cuerpo nuevo en el que ustedes no podrán nunca jamás olvidarme 8. No, no reclamo la libertad sino la plomada de una conciencia Inmanencia con El pesa-nervios, de Antonin Artaud: “Nada de obras, nada de lengua, ninguna palabra, nada de espíritu, nada. Nada, sólo un hermoso Pesa-nervios. Una especie de zona incomprensible y bien erecta en el centro de todo el espíritu”. Confrontar en: Antonin Artaud. El ombligo de los limbos. Colección de poesía. El Blues del Murciélago Editores. Abril de 2018. Colombia. Página 44.

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más. Su mejor modo de archivarlo, es…en palabras de un canónico poeta de labios de marfil, cosidas con el sol, las piedras, los fósiles, los barrancos, las terrazas, los ríos, las quebradas, y la voz sedienta del ayer. Volveremos a ser nada de lo mismo; puercoespín de presencias ausentes; Kikirikí de las lunas heladas que se comunican entre sí, aunque no conteste nadie; turbulento sentir debajo del vientre, que sube por el pecho, hasta querer expandirse en letras e imágenes; corriente de un río que comunica la nada con la inmensidad. Ni presencia ni ausencia humana. Polvo, cráter, nada más. Muchos no llegaron hasta… este… aquí-no aquí, ni lo desearon; se aislaron en la ausencia de su ser. Pero muchos otros han llegado y dieron otro paso: Unos fueron a dar a sus imaginados cielos; otros, a los quintos infiernos; y otros, prefirieron dejar escapar su pensamiento, y a veces contra su propio cuerpo, vivir, solamente, en un cuerpo de pensamiento poético, o filosófico, o poético-filosófico.

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bien plantada en tierra, bien asentada en su propia materia, y que nunca dejará de apisonar su fondo9.

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Después de un breve instante de silencio, volvió a su voz original, y prosiguió:

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- Otros se fueron con todo su cuerpo a investigar, aprehender y aplicar, a sus vidas, las mejores enseñanzas de las más antiguas civilizaciones afri-canas o amerindias, o de los más grandes per-sonajes de la historia. Otros, decidieron ir al mar, aislarse en una barca y flotar, sintiendo las caricias del sol, o las ventiscas de sal, que vienen en todas las direcciones, hasta quedar en medio de la noche, como un espejo más del diverso mundo de las estrellas. Otros, escogieron viajar a lo más alto de los cielos, y desde allí, lanzarse al vacío sin el paracaídas abierto, para crear poéticamente, mientras sienten el vértigo de la veloz caída hacia un campo de trigo; y otros, para simplemente sentir, el cuerpo que algún día fue, como un pequeño pájaro dinosaurio, o como un gran pez de algún océano antediluviano, aun así, supieran que el volar es sólo para los pájaros. Otros, prefirieron dar sus vidas (y hasta sus muertes) para transformar la sociedad humana de sus naciones, por otra más digna, justa, amable, compartida, solidaria, y armoniosa, entre los humanos, y entre estos y la naturaleza toda. No faltó el que luchó y propuso seguir todas las instancias pacíficas, con el objetivo de armar un parlamento mundial, donde se pudiera debatir y escoger la mejor orientación de los modos de vida contra la tiranía de la reproducción social del modo capitalista… Antonin Artaud. Sección XI, de Centro-Madre y Patrón-Minino. En. Artaud Le Momo. Aquí Yace. La Cultura India. Ed. Fundamentos, Madrid, España, 1979, página 158.

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- ¡Ya he dado el paso! ¡Al fin, decidí, también, salir! No más discursos, sin curso, recursos ni títulos. ¡Aparezco! Para ver y dejarme ver. Para integrarme al juego de la vida. Ni tan lejos ni tan cerca para poder comunicarme con el sol y con la luna. Ya di el Paso a… un más allá. Soy Runo Rímac Habitante del afuera; un cuerpo de fuerzas, que habita en un afuera, en otra realidad natural, social y cultural, compuesta y movida, a su vez, por otras fuerzas intrínsecas y extrínsecas variantes, cuya temporalidad es irrepresentable, pues sólo puede sentirse como un ‘lapso’ de tiempo que está entre los ‘ahoras’ , entre los latidos que acompasan su ritmo, pero nunca coincide con ellos, y en el que la actividad inconsciente… sintetiza, intempestivamente, lo que deviene, y se anticipa, enfocándose en aquella parte del acontecimiento que no se agota en su realización temporal como hecho histórico, en aquella parte de la acción que no se confunde con sus consecuencias en el orden de las causalidades históricas, que insiste y resiste como residuo no histórico ni historizable, y, por tanto, irreductible al recuerdo de un presente antiguo o a la imagen de un presente por venir10. - Y ¿Qué ven o sienten los oyentes de tu voz, los lectores de tus libros? – volvió a preguntar. ¿Qué ven o sienten, los lectores de poemas, cuando un enunciado, como Inmanencia con la concepción del tiempo de Gilles Deleuze, sintetizada por José Luis Pardo en “Inversión y fuga. Apuntes para un retrato filosófico de Deleuze”. Introducción al libro: Gilles Deleuze. Dos regímenes de locos. Obra citada, páginas 13-28.

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Runo, con una voz muy afectada, no sólo por la fiebre, sino, también, por la invitación que aquella otra voz le producía, se dirigió hacia ella, atravesando la boca del túnel:

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este que pronuncio, revuela en la garganta del poeta? ¿Qué ven o sienten, los oyentes de la música, cuando se oye… el lacerante y entrañable sonido… de David Gilmour, en On An Island? ¿La lluvia, el trueno… el rayo aterrador …de sus cuerdas o palabras? ¿El vapor del cielo, cuando el tono, el ritmo… del enunciado o de la música…derrite sus escarchas? ¿Si ven o sienten …como caminan moribundos…los camellos…y después danzan… tiernamente…hacia los cielos? ¿O será…que lo que les interesa…es el suspenso… del cuchillo…amenazando sus espaldas? La hilaridad de las palabras, la secuencia de cada uno de sus significados… ¿conmoverán a sus cuerdas vocales…a las células eléctricas y sonoras de sus oídios…hasta el punto de esperar…ansiosas…las imágenes?

Orlando Flórez Rodríguez |

Hay secuencias (de palabras) …que se largan a llorar… o a reír…sin advertir…el final…o el terrible conflicto… que desencadenarán en nuestras almas. Lágrimas… sonrisas……gotas del sonido en el agua…dibujos del tiempo en la comisura de los labios. Otras veces, les da por seguir (a las palabras) …el ritmo o el canto…de alguna música…sin un plan premeditado. La poesía es un impacto de símbolos abstractos que se avienen con alguna música, decía Jorge Luis Borges.

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¿Si será eso lo que leen -ven-sienten- los lectores de poemas… cuando un enunciado danza…herido…en una jaula de Jaguares… o en el taller de un auténtico poeta…con su látigo… dando cuerda en sus cerebros? ¿La trama de sus actos…las garras, que rasgan… con furia… algún lado de su cara, o el sigiloso


Mientras oía muy atento, Runo dio varios pasos para avanzar un poco más, por la boca del túnel. La voz dejó de hablar…y luego, desde el fondo del mismo lugar, de donde provenía, se oyó otra voz, muy distinta a las anteriores: - Come, bebe, devora mi letra, pórtala, traspórtala en ti, como la ley de una escritura que devino tu cuerpo: la escritura en sí. Interrumpió con un breve silencio, y continuó: - De un plumazo, déjate atravesar el corazón por el dictado. No conocías todavía el corazón, así lo aprendes. Llamo poema a eso mismo que aprende el corazón, eso que inventa el corazón. Corazón ya no nombra solamente la pura interioridad, la espontaneidad independiente, la libertad de conmoverse al reproducir la huella amada. La memoria del corazón es confiada como un rezo, al automóvil que sorprende tu pasión y viene sobre ti como de afuera. El corazón te late, más allá de las oposiciones, del adentro y del afuera, de la representación consciente y del archivo abandonado 11 . Derrida, Jacques. ¿Qué es la poesía? Publicado en Poesía, I,11, noviembre de 1988. Traducción del francés por J.S. Perednik. Edición digital de Derrida en Castellano.

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movimiento del Jaguar… que acompasa el ritmo de la jaula? O ¿sentirán-verán, mejor, la musicalidad que acompaña…con distintos ritmos y escalas…la mirada del Jaguar …hacia su víctima? ¿Qué leen-ven-sientenlos lectores de poemas…cuando el poeta descansa en una tumba…esperando que la lluvia…deshaga sus escritos?...

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No supo cuánto tiempo caminó, siguiendo aquella voz, y oyendo, encantado, sus palabras. Al amanecer, mientras caminaba dormido por otro altiplano poblado de bosques de coníferas, Marrabollos, Chirlobirlos, dragos, helechos y pastos, lo despertó un carrusel de sonidos de pájaros.

Orlando Flórez Rodríguez |

Buscando calentar sus alas, una Barranquera juega con la niebla. Un Carriquí observa, canta y ríe, y fija su atención en cada uno de sus movimientos; inquieto, vuela veloz de una rama de fucsias a otra; mira al cielo: lee el tiempo, y lo encuentra cada vez incierto. La Barranquera, desdibuja el círculo de sus calentamientos; intenta encontrarle algún sentido, pero el Carrusel de sus significados se precipita sobre los rieles, y llora, al encontrarse con los ojos de un Cacique Candela.

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Todos, el Carriquí, la Barranquera, el Cacique Candela, la Palabra y el Carrusel de los Significados, se esfuerzan con la intención de acercarse a saludar, pero se resisten; inquietos, llenos de nervios, se contradicen en sus gestos: Animalidades, animosidades, maquinaciones, subterfu-


Feliz de haber logrado, en este instante, cumplir con las enseñanzas de aquella voz, de la noche anterior, vuelve y fija su atención en todo lo que ve, mientras camina, sin destino, oyendo el eco de sus palabras: Come, bebe, devora mi letra, pórtala, traspórtala en ti, como la ley de una escritura que devino tu cuerpo. La tarde, con su sol verde, es el reflejo… de un ojo de la naturaleza: Unas campanitas, en forma de risos de gitana, cuelgan de una rama de Fucsias, y una procesión de pájaros multicolores revoletea alrededor de sus pétalos, entre el verde suelo y el cielo azul. Embriagado por lo que veía y sentía, percibió venir del Afuera un pensamiento bello, y escribió en su libreta: “Entre… el tramado de los ruidos de las motos, los autos, los buses y las busetas, entre la linterna de mis ojos y la cueva de mis oídos, entre la playa y los lascivos gemidos de un par de amantes que se enroscan escondidos en la espesura, escribo lo que pienso-siento y decido. Por unos pocos días de libertad, casi absoluta, venteo mi alma, me enternezco y me enrarezco”. Ya en la noche, entre dormido y despierto, sueña con estampaciones fantasmales de una alucinación nocturna; con series cronológicas de luz y sombra; fuego, oscuridad y circulaciones de una nubosidad de luciérnagas, lentas y fraternas; y ve cómo el sol, también, prófugo del día, se refugia entre las nubes oscuras, antes de seducir y

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gios. Al final, la Palabra se descuelga de su egoísmo y de su irónica soberbia, y emprende el vuelo hacia sus cuerpos; los abraza, los envuelve en sus carencias y alegrías. Todos, todos, regresan a lo mismo: Carcajadas de un abismo sin caída, tristezas de una misma herida, sin victimarios ni violencias.

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amar la noche; sigue el camino de los orígenes, hacia la Isla Del Sol, amarizando a otra estrella; y ya en la isla, amarizado a ella, como un caracol, potencia su diferencia: coralina de pétalos rojos, en medio de un cielo incierto; explosión de una fogosidad, también terremoto de deseos e imaginarios milenarios… Se quedó por fin dormido, entre una cueva de murciélagos, sobre un tendido de helechos, envuelto en su ruana indígena, alucinado por las ultimas imágenes de su sueño, mientras pronunciaba estos versos: Confunde, el velo, las espumas, que agita la mar en cada esquina. Transpiro el vapor, de cada gota, que trae el viento, de los acantilados. Vuelvo y me sumerjo, entre mis sueños, y no siento más, la caricia del viento, entre mis versos.

Orlando Flórez Rodríguez |

El velo y la espuma, cubren ahora mi cuerpo, y me llevan sin quererlo, hacia la gruta del acantilado.

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Hijo del trueno, del sol, el agua y la perseverancia, hago de mi herida, la savia de mi vida, y empiezo a rebrotar, en algas, corales y manglares.


- ¡Jallalla…jallalla…Jallalla!: ¡Que todo sea, en buena hora! ¿Puedo volver… a los tiempos de esas veneradas cavernas misteriosas, donde duermen o pastorean las más oscuras bestias primitivas, encerradas en las más antediluvianas rocas ígneas, en los más profundos infiernos parentales? ¿Puedo recorrer sus cañones espantosos, sus santuarios arruinados de clepsidras, musgos, líquenes y serpientes confabuladas, escudriñadoras… de esas afueras, puras, sin adentro? ¿Puedo entrar a pintar o a dibujar sus farallones infinitos, sus cabelleras de estaño, de hierro, fósforo y demonios calcinantes, con el anhelo de que adquieran vida… y vuelen… como murciélagos… a traernos… los genes milagrosos… para los amigos y familiares… que ahora caminan… incurables… entre las redes del tiempo, para enseñarnos el camino?¿Puedo entrar a sus aposentos de dudas y misterios, de reencarnaciones mitológicas, religiosas y gramaticales, para volver a aparecer… en otra forma más cercana al amor, a la solidaridad y a la complementariedad entre razas humanas, las otras especies animales, y las plantas? 12

Fotograma tomado de: Carlos Castaño-Uribe. Chiribiquete. La maloca cósmica de los hombres Jaguar. Ed. Sura (Grupo de Inversiones suramericana, s. a) Página 436.

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Aconte… seres… de una comunidad… inconfesable Runo Rímac habitante del afuera |

Despertó, con los primeros cantos de los pájaros y los gallos, sin la clara luz de la mañana, y caminó apoyando sus manos en las rocas, hacia una tenue luz que distinguió en el fondo de una oscura gruta. Se acercó un poco más, procurando medir cada paso, ante el temor de caer en un abismo, y pudo ver, que aquella luz provenía de una llama. Decidido, pero cauteloso, prefirió hablarle así, a aquella presencia extraña:

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Orlando Flórez Rodríguez |

Miró los muros en silencio. Recorrió con adoración sus superficies…y continuó:

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¿Puedo transcursar… por todo tipo de enredaderas o madreselvas, para estamparles un beso en la frente, encaramado en el balcón de mis ensoñaciones diurnas, vagabundas y nocturnas? ¿Puedo invitar… a pasear conmigo… a el más acérrimo enemigo, agarrados de la mano, caminando cabizbajos, por entre estas cavernas ancestrales, contando uno por uno nuestros pasos,


Una voz proveniente de aquella llama le interrumpió. Era la misma voz… que Runo venía persiguiendo: - Esgrimo… en mi interior…la prodigiosa comunicación con el Afuera. Escucho los destrozos de un alma que padece presentimientos de un incierto… Aconte…ser. El origen parental y marental de todos tus pesares, se revuelca con el caos del sol y todas sus estrellas, para alentar y dar alivio, a la causa de tus males. Le ruego al sol, al agua, al viento, que traiga luz, fuerza vital o aliento, y un nuevo equilibrio a todos tus órganos, sistemas neuronales y sanguíneos. Reuniendo la espiritualidad y la energía de las divinas fuerzas que producen los milagros, ruego a la sabiduría de los hombres, que todavía no se hayan descompuestos, que actúen pronto con su callado acierto, para que, al encuentro de las causas, intervengan, con el mejor tratamiento pa’ tu cuerpo. La fuerza de la naturaleza,

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mientras las horas vuelan, arruinándonos? ¿Puedo presentir, que todo este catálogo de confidencias, no le sienta bien a nadie, viniendo de un viejo humano que justifica sus ultimos días, tramando canciones, poemas o cuentos transcursivos, sin esperar nada a cambio, ni felicitaciones o diplomas, ni poderes o glorias, ni mucho menos, incrementos salariales? Puedo decir, que no tienes por qué responder. Así, me lo ha confirmado tu invisible compañía, que me anima a recorrer esta página en blanco, con un pensamiento cósmico y cómico, que aparece y reaparece… entre letras, silabas, palabras y márgenes. De la misma manera que llegas, así mismo te me vas, plegaria de mis ancestros. Como otro sonido más de mi cuerpo…

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el amparo de las divinidades y la sabiduría de la ciencia, se reúnen, ya, para permitir que la vida sea un milagro. Que estas palabras que ahora digo, y que en otros tiempos y culturas se han cumplido, intervengan, contribuyan, con la naturaleza y con la ciencia, para que otra vez la vida, con la genuina inocencia del milagro, vuelva a ser motivo de alegría…

Orlando Flórez Rodríguez |

Sin mediar silencio, Runo respondió con ironía y acidez, pero calmadamente:

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- Espumas de aire, en tu boca. Y en tu rostro: un Pan de azúcar, un cristo de espaldas, una cometa sin hilo, sin tambor; un círculo, un remolino de nubes; una canción al aire, sin Sol, sin Doooo…sin voz. Vuelvo a orar, para rogar, que no puedas ya seguir… siendo una mentira. Eres el vampiro, que chupas mis plegarias. Que hablas, simulando equilibrio, detrás de tus colmillos. Que aparentas ser un niño, pero no eres más que un viejo, que juega, al azar, con mi destino. Soy un transcurso, que te espera, hablando, solo, en una gruta, imaginando tus espesas cejas blancas, tus gruesos labios negros, tu largo pelo indio y blanco, y tu desnuda piel canela, cuando te presentas para musitarme tus consejos. ¿Quién es este viejo, que habla tristemente, y que despeluca sus palabras, mientras intento convencerme de que no es un dios en quien confiar? ¿Dejaste de ser el balcón, donde danzaron los dioses del amor, por estar de vuelta, conversando en las calles, con cuanto pueblo aceptaba tu sonrisa? Heme, ahora, aquí, como decenas de millones de enfermos, en el centro de mi propia radiación: Rayos X,


Espero volver a verte, entre el espejo de luz y agua, de esta gruta azul…oscura… que registra todos nuestros sueños. Me voy sin despedirme, y sin darte gracias, por permitirme ver, sobre la arena, los pies gigantes de la muerte, en el momento en que las caricias del

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ecografías, rayos laser, suero, agujas, gaza, mangueras plásticas, máquinas de oxígeno, una malparida tos que no se quita, ardido de fiebre, y un malestar en todo el cuerpo. Acompañado, sólo, por verdes sueños, la inspección amable de una tropa de batas blancas, y extractores de luz y sangre; ampollas, anfetaminas, morfina, y otra vez los sueños verdes. Entre el circuito de mis radiaciones, experimento acontecimientos del Afuera y del Adentro; rayos que conectan e intervienen la piel, el cuero, las venas y las arterias; el pulmón, el riñón y las vías urinarias; y un letargo, progresivo y lento, que sube del pene a mi cerebro. Esperando el diagnóstico, la tablilla que canta. Drama, suspenso, y mucho sueño. Pausas. ¡Esperas! ¡Luego, otra vez, la toma de muestras, mareos y vómitos! Lagunas, ciénagas, percolaciones y circulaciones etéreas por el cerebro y todo el cuerpo. Entradas y salidas. Y otra vez, la inspección, de las delicadas batas blancas. Vuelvo a ser el centro de mis propias radiaciones, la noticia de ultima hora, el rumor del pueblo, el tercero en estadísticas. Y los sueños… ¡en suspenso!... asfixiados por la almohada; pero… con todos mis órganos expectantes; esperando el calmante, el desinfectante o la vacuna; y para mi ardiente sed, un poco de agua, el anhelo de una dulce compañía, que me irradie su energía. Pero el amable radio de atenciones es inverso al centro de mis radiaciones… y otra vez, los sueños verdes.

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mar… desnudan sus chaquiras en el agua. Y gracias, por permitirme ser el habla de la aguja, que borda con angustia palabras en tu tímpano, en vez ser el crítico feroz, que no oye ni entiende imagen y palabra, por estar buscando, bajo las estrellas, grandes relatos de balas, corrupción, sexo y ganancias; porque como dice el cantor, ya que no hay trincheras… el combate es la escalera… y el que trepe más alto… pondrá a salvo su cabeza…aunque nunca roce un instante… la belleza13. La llama se apagó, y un largo silencio, coincidió con la llegada del alba. Entre morir y morir, el silencio transita sin angustia…sin miedo… sin locura. Cada lagrima es un saludo; cada tos, un latido, y cada fiebre, un olvido. Entre morir y morir, el silencio todo lo vuelve pesadillas. Mientras estira sus piernas, hace muecas, aprieta bien sus labios, y contiene sus murmullos: Algo…ritmos… y loga…ritmos… de un extraño mundo… sin sonidos, lenguaje ni objetivos. Entre morir y morir, el silencio se precipita en agua… ceros. Gotas sin sonido ni suspiro, que se comunican en medio de la lluvia. Cada gota es una lágrima; cada briza, un ataque de tos, y todo el transcurso de la precipitación, un sudor de fiebre y delirio.

Orlando Flórez Rodríguez |

Entre morir y morir… el silencio …guarda silencio. Por momentos, no respira. Se enrojece. Escribe. Y habla conmigo. Mientras caminaba, a tientas, apoyándose en las rocas, buscando una salida de aquel túnel, y ya sin la obsesión de buscar de nuevo aquella voz que le había inmanenciado hasta aquí, observó con gran placer como entraba, a la vez, la luz del sol, por las distintas grietas. Se dirigió hacia la más abierta, pensando, involuntariamente, en el Aconte…ser de la noche anterior. 13

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Inmanencia con la canción de Luis Eduardo Aute: La Belleza.


Al salir a la luz, por una de las grietas del túnel, al mismo tiempo Runo vio salir, por distintas grietas, uno por uno, varios seres humanos, agarrados, cada uno, de un lazo, conducido por una rata aciaga, que rebelaba su torpeza, dando tumbos por el mundo, de los bosques de Pino Ciprés, Marrabollos, Yarumos, Helechos y Dragos, que rodean el túnel. Los vio correr como perros, arrastrados y sumergiéndose en las quebradas, sin ladrar ni quejarse, y luego formar un círculo alrededor de una pila de fuego, en el centro de uno de los bosques, bajo un cielo completamente blanco. Tosiendo y sudando mares, por su alta fiebre, se acercó, también, a aquel inconfesable punto de encuentro, y se confundió con ellos, sin aferrarse a ningún lazo, sin estar ni sentirse conducido, por aquel nido de ratas, que se retorcían, alrededor de la candela, gruñendo y gimiendo, como almas de un infierno. Y cómo si supiera a lo que venían, les escuchó, a cada uno, su relato; cada uno a su manera, con su particular forma de habla; acompañando, con mimos y sonidos, sus palabras.14

El Fotograma siguiente fue tomado de: Carlos Castaño-Uribe. Chiribiquete. La maloca cósmica de los hombres Jaguar. Ed. Sura (Grupo de Inversiones suramericana, s. a) Página 412

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Segunda parte. ACONTE…SERES… DE UNA COMUNIDAD …INCONFESABLE. Inmemoriam Maurice Blanchot

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Orlando Flórez Rodríguez |

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Con la cara arañada, y todavía con la humedad de la sangre en sus manos y en sus brazos, el primero de ellos, con una cámara de video colgando de su cuello, salió de la corriente del rio que corre paralela al túnel, y empezó así su relato:


La fiera y la fiesta15…o… El aprendiz de brujo. Al principio: La obscuridad. En su superficie, las palabras van cayendo como luciérnagas; unas tras otras, enunciando significados y sentidos. Como si de nuevo, del negro cielo emergiera el verbo, y se hiciera carne, piel… y mujer.

Después: El agua. En su superficie, la estela de lo humano; el misterio, lo siniestro. El submundo, donde se recrea lo falso; el rio de la trama, la tempestad, el desagüe de sangre. Como si otra vez, retornáramos al ciclo hidrológico de Drácula. 15 Resonancia con la película - del mismo nombre - de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas, enviada al director y actor Luis Ospina, a su página de Facebook, una semana antes de morir, y ante el cual respondió: “me encanta”. Ver tráiler en: https://www.youtube.com/ watch?v=4IImeWTQvmQ. El fotograma siguiente es una copia retomada del archivo personal de Elena Vargas Tisnés.

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El proyecto que nos convoca: hacer y vivir una película, sobre otra película…inconclusa. Pero El agua se precipita sobre La obscuridad, y reina la confusión: las disputas por el poder, el amor, el desamor y la venganza. Como si este fuera el vil destino de la raza humana. Al final, y ya sin acuerdos, los caprichos individuales del poder, desvían y ultiman el proyecto original: Clavados, cruzados, por una misma estaca, El agua y La obscuridad, flotando en su propia sangre. Pero el espectador, encerrado en su soledad, no sabe qué pensar: si fue película o realidad... Cuando terminó, la rata que lo conducía se lanzó sobre la pila de fuego, y mientras se consumía, sin gruñir ni quejarse, aquel hombre, al verse y sentirse libre, huyó enloquecido, dando gritos y maullando, como un alma que escapa del infierno.

Orlando Flórez Rodríguez |

Inmediatamente, con el rostro igual de ensangrentado, y las manos vendadas con helechos, un anciano, con voz clara, y suspensiva por momentos, empezó a hablar, corriendo… hacia el centro de las ratas:

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! Ay… libertad ¡… Esperó… apareciera el jaguar, y así con él, volver al bosque, al rio de las mudanzas, la competencia, la subsistencia y las pulsiones, el amor, la danza lúgubre y la muerte.


Pero lo atravesó el sol… hasta alcanzar su corazón, y se quedó quieto como un mármol, en el borde de un abismo, sin partida. Se levantó… con la férrea voluntad y las ganas de llegar a la cima del conflicto. Entre el caudal… de las aguas bajo el puente pudo hallar la solidaridad animal, la dignidad trans…humana y la seguridad de sus garras, para dialogar con sus victi…marios, hasta lograr el mejor acuerdo sobre la extensión natural de su territorio. Luchó por ser mejor, pero en el momento de morir, le llegó la revelación, de que dos más dos, no sólo son cuatro, sino que, también, curan sus heridas.

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Y lo esperó… como un anciano más, extenuado y sin esperanza, con tan sólo la del olvido y la nada. Con una flor en la sien, atento a su rugir, cantando “La comparsita”, “Sus ojos se cerraron” y “Gira” ... gira…gira.

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Entre el caudal, de las aguas bajo el puente pudo hallar la solidaridad animal, la dignidad transhumana y la seguridad de sus garras, para dialogar con sus victi…marios, hasta lograr el mejor acuerdo sobre la extensión natural de su territorio… No esperó, que se consumiera en el fuego la rata, y escapó, como alma que lleva el diablo.

Orlando Flórez Rodríguez |

Envuelto en un gran velo negro, sólo dejando ver su rostro mestizo, que contrasta con sus labios rojos, en forma de un gran corazón abierto, un cuerpo empieza a hablar, fuerte, y con tono neutro.

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- ¡Qué… mar!: un corazón. Es del corazón, de donde emanan y circulan las palabras; de donde palpita la sangre sus significados. Es en el corazón, donde la vida se organiza, renueva y empecina; en donde la historia del cuerpo se acumula; de donde parte y se reparte el amor, la alegría, la rabia y la tristeza. Es él, la bomba que oxigena la sangre, relanza la nutrición de las células, y renueva las fuerzas. Pero, también, es una bomba de tiempo, que guarda y recarga toda clase de sentimientos, y explota y esparce, en mil pedazos, el pensamiento, en cualquier momento. Por la compleja circulación de sus venas, arterias y válvulas, los poetas extienden su voz, y dan forma, volumen y color, todos los demás artistas. Quemar un libro, una pintura o cualquier obra de arte, es pretender quemar un corazón


Interrumpió por unos segundos, mientras se levantaba el velo, dejando ver su rostro, mirándonos, y continuó, esta vez, con una voz triste, y femenina: -Pensando y sintiendo lo anterior, y sabiendo que había sido contagiado, y enlazado, para venir a ser parte de esta Comunidad inconfesable, he traído para hoy, esta oración: Corazón de fuego… Un corazón arde en mi pecho, y se atiza cada vez con mi recuerdo. De él me vienen las pulsiones que reviven cada día mis arranques.

Se quedó para siempre como un faro que orientará sin duda mis principios. También, relumbra entre la noche, avivando y calentando mis ensueños.

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para apagar su fuego. Pero quemar un libro sobre un corazón...es poner a arder, en uno solo, un complejo rizoma de cuerpo con y sin órganos: Sus tejidos, sus células, pero también su memoria, su fuerza, su fuego, su ímpetu. Es expandir su fuego interior hacia un exterior, en forma de humo y cenizas, capaz de invadir y prender más de un universo. Pretendiendo destruir su cuerpo, su alma y su razón, lo que logra, efectivamente, es extender y multiplicar su vida, su proyecto, más allá de su cuerpo y su exterior.

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Nos queda la alegría, de ser ahora la llama, que mantiene unidos… los caminos. Sirva esta canción para perpetuar… y azuzar… por siempre su candela. Para confirmar que no fueron vanos sus faenas y desvelos. Siento que tu pecho, como el mío, palpita ahora sin rabia, y que, por nuestros tuétanos, mejor, transita la calma y la sabia proyección de nuestros actos.

Orlando Flórez Rodríguez |

Guarda en tu corazón, así como yo guardo en el mío, esta canción… que nuestro héroe… hizo posible. No sé por qué asocié… como siempre, nunca sé… que este relato cumplía, perfectamente, con lo que muy bellamente decía el poeta Rainer María Rilke: “Una cosa es cantar a la amada. Otra, ¡ay!, a aquel dios-rio de la sangre, oculto y culpable” 16. 16

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Confr. En: Trías, Eugenio. Ob. Cit. Capítulo I. Las dos vías del corazón. Página 18.


- Corazón ya no nombra solamente la pura interioridad, la espontaneidad independiente, la libertad de conmoverse al reproducir la huella amada. La memoria del corazón es confiada como un rezo, al automóvil que sorprende tu pasión y viene sobre ti como de afuera. El corazón te late, más allá de las oposiciones, del adentro y del afuera, de la representación consciente y del archivo abandonado 17. Con una barba blanca y larga, que le llegaba hasta el piso, y sentado sobre un tronco de pino, que le servía de asiento, un anciano de piel oscura, irrumpió con una voz fuerte y cansada, al comienzo, pero, después, intensa y enérgica: - El crujido del tiempo18. Anclado en la oscuridad de una sala de cine, diferencio ilusiones, subterfugios, credos, milagros y sudores, en un vaivén de imágenes, diálogos y monólogos de una cultura alemana. Junto al desierto, y a la tundra que lo habita, veo un pueblo que espera el regreso de las lluvias. Envuelto en un deambular de dudas, deudas, recuerdos y deseos, un director de teatro, cine y ópera, mira su propia imagen Resonancia de las palabras de Derrida, Jacques. ¿Qué es la poesía? Publicado en Poesía, I,11, noviembre de 1988. Traducción del francés por J.S. Perednik. Edición digital de Derrida en Castellano. 18 Resonancia de la película que lleva el mismo nombre, de la directora alemana Sybille Dahrerndorf, 2012. Ver tráiler en https://www.youtube.com/watch?v=00BRdZEuD5w 17

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Cuando terminó, caminó, lentamente, de regreso hacia el túnel, arrastrado por el lazo de su correspondiente rata aciaga, por entre un bosque de Yarumos blancos. Una escala de frio y calor nos sobrecogió, cuando, por la grieta del túnel por donde entró, salió el eco de un murmullo, que solo pudimos descifrar, al cruzar muy cerca de nosotros:

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Orlando Flórez Rodríguez |

difusa, escuálida y caótica, en el fondo de sus sueños. Ha trasladado el mar en catorce contenedores, para levantar catorce torres de cultura europea en un suelo africano. Cuestionado por los nativos, por no querer ser transformados en marionetas, promete que su objetivo es mezclar el límite cultural de los dos universos, el blanco y el negro. Entre el polvo de los suelos de su pensamiento, y de sus imágenes filmadas, el jefe del proyecto deja ver sus verdaderas intenciones; será un santuario de cultura africana, con la influencia de la más selecta vanguardia de los filósofos europeos, incluidos, por supuesto, los alemanes y franceses, para disfrute de nativos y turistas.

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Pero Christopher Schlingensief muere después de casi dos años de sacrificios, cuestionamientos, enfermedades y trabajos. En el preciso momento en que el milagro del agua llega con las lluvias, el comunicador de límites y sueños deja al pueblo de Burkina Faso en suspenso, sin su santuario de ópera, teatro, danza y conciertos. Lágrimas, agradecimientos, muchos buenos recuerdo, y fuerza, mucha fuerza, para seguir adelante con las obras. El bebé que llora, no ha nacido todavía, pero serán muchos bebés, los que harán realidad… el cumplimiento de los sueños. Sin la tiranía de ninguna dirección, hemos hecho del trabajo comunitario nuestra fiesta; hasta hemos integrado las orquestas de música y danza en los lugares de trabajo; con alegría seguiremos trabajando como locos. El tiempo masa se hizo obra, y la comunidad, con el apoyo de la esposa de Christoph, contempló la realización de su proyecto. ¡Viva el pueblo de la ópera¡¡Qué vivan nuestras máscaras, que calientan el fuego de nuestros an-


Antes de que su rata correspondiente se consumiera en el fuego, aquel anciano venido de otro tiempo, calló … dormido en el suelo, en el preciso instante en que un… dos… tres relámpagos… y un rayo… aparecían en el cielo, cabalgando entre las nubes, tronando y relinchando como un caballo sin dirección ni jinete, y detrás, un séquito de figuras que se transforman en otras figuras…insinuándose: figuras de una comunidad de indígenas desnudos, de cabellos largos y coronas emplumadas, que se hacen y deshacen, con el ultimo destello del relámpago. Dejamos de mirar hacia los cielos, al oír y sentir un musical sonido, por entre un sendero de Chirlobirlos florecidos. Era el sonido de una flauta dulce, acompañada de un coro de grillos y chicharras. Entre asombrados y aterrados, vimos la figura de otro anciano, con un sombrero verde en su cabeza, y el resto de su cuerpo, vestido completamente de blanco: Camisa de mangas largas, pantalón ancho y largo hasta sus pies desnudos. Tocando la flauta y acompañado de un cortejo de ortópteros insectos, revoloteando alrededor del fuego. Sin interrumpir su música, dio una vuelta por el círculo de ratas, y se quedó, fijo, mirándonos en silencio. Cuando empezó a hablar quedamos perplejos, al distinguir su sublime voz femenina, clara y fuerte. - Vengo… movida por una fuerza que todavía no entiendo, y con una sola voluntad: Ser partícipe…de este encuentro. Mientras mis filósofos amigos me llevan por los enlazados y temerosos caminos del infierno y

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cestros¡¡Qué vivan los cuerpos, que danzan con los cantos de nuestras tradiciones, y el polvo que se revuelca, con el viento de nuestros sueños!...

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de la muerte, preferí andar y desatar los inconfesables caminos de la vida, sin estar atada a los inseparables lazos de la muerte. Como todos ustedes, también vengo de la gruta del tiempo, experimentando los Aconte…seres…que la vida me disponga…sorteando los conflictos, sólo cuando ellos se presentan…sin un destino claro, y menos, sin un único objetivo. Vivir como un jaguar hembra…por entre toda clase de paisajes… con o sin peligros…buscando simplemente el alimento, y un buen lugar donde reposar y disfrutar mis sueños.

Orlando Flórez Rodríguez |

Se sentó, bien erguida, en el tronco de un Drago derrumbado, al lado del anterior anciano, que seguía durmiendo sobre un colchón de helechos, y continuó, sin dejar de circular su mirada… por entre los ojos de cada uno de nosotros:

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- “La entidad que fui, no puede ya decir ‘yo’: ‘Yo’, ya sólo puede hablar en tercera persona. Lo que necesariamente se ha perdido es la presencia ‘viva’ ENTONCES de lo que es AHORA. Se ha perdido la contingencia, y se puede dudar de la presencia del ´entonces´. Y el tiempo mismo que se reduce a no ser sino relevo de un modo por otro se ha perdido” 19. ENTONCES: ¿laguna, ciénaga, lago, pero no, mar, rio…lágrimas? ¿Tan sólo, polvo de estrellas? AHORA: escándalo, rumor y, finalmente, silencio. Cuarzo, cal, y recuerdos. Esto es lo mismo que decir: al… no… ser… ¿paso… a… ser …otro? ENTONCES, ¿aquel “otro” y este “otro”, es el mismo “otro”? 19 Inmanencia con Blanchot, Maurice. Una voz venida de otra parte. Editorial Arena libros, Madrid, 2009, página 19.


¿Cómo puede ser posible que me quede neutra, como una coneja en el espejo, después de pensar en todo esto, como hacen los filósofos? Siento, luego escojo. Pienso, luego, soy un cojo. “Ser como muerte”, es como decir: Aquella hembra, des…configurada, intrigante en su mirada, ya no puede ser el vital…vitral… que alumbra su camino. RETORNO. Mientras lo resuelvo, me TORNO perpleja; paso de pendeja, frente al espejo, como una coneja. Soy, luego dejo de no ser. Cambio, como las nubes cambian de ser…hasta precipitarse. Tormenta, ciclón, granizo… nieves perpetuas. Como el sol que cambia de calor…hasta…human…izarse. Anhídrido carbónico, ozono… y lluvias ácidas. ENTONCES, sólo, los tiempos del ayer, saben… ¿qué fue ser? AHORA, nos toca ¡serlo!... Ser… “ser” … en otra, hasta quedarnos, enroscadas, entre pechos, y con la boca semi abierta, insinuando… nuestros frescos y carnosos labios. Hasta quedar perplejas, frente a los espejos, como dos conejas. Na…cer… salir del útero, es escapar al afuera; es deshacer…el… no… ser… de una vida… líquida… matriz…ida, y encadenarse a una vida… sólida… mártir…izada. Al nacer, me columpian en la cuna

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AHORA: ¿Por qué… no… ser, no puede ser? ¿Porque… no… ser, es dejar de ser? Al cambiar el hábito… ¿cambia el habitar, y cambia el monje? ENTONCES, Visto, luego existo. En vez de muda, prefiero seguir perpleja.

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de Venus, mientras Venus se mira, en el espejo, sus desnudos glúteos. Justamente, en ese instante, no perplejos, como los conejos, dos filósofos, neutros, sostienen los espejos, y me miran, esperando, apaciblemente, que Zeus cambie mis pañales. Pero Zeus, riendo a carcajadas, también prefiere contemplarse en los espejos, sus refulgentes cabellos…

Orlando Flórez Rodríguez |

Riendo a carcajadas, y sin el lazo que la había traído atada a una rata, se dirigió hacia el rio que corre paralelo al túnel, y caminó sobre sus aguas, en dirección contraria a la corriente.

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Cubierto por un manto gris, un cuerpo humano de gran altura, de rasgos físicos culturalmente llamados masculinos, vestido con una bata levantadora larga hasta sus pies, y con su pelo largo recogido en una moña sobre su corona, apareció por entre un matorral de helechos secos; se acercó al fuego, y de rodillas, con los brazos abiertos, habló así, acompañándose con el ritmo de las llamas: - Todas las mañanas…Apareces, superflua, entre las mantillas grises. No te puedo ver, caminando de un lado para el otro; con tu levantadora blanca y transparente. No me mires así, con esos ojos brillantes como el sol; con tu pelo recogido, enroscado como un moño; con esa mirada triste, que me escudriña el alma, hasta hacerme salir lágrimas. No vuelvas, por favor, a poner tu mano temblorosa, sobre mi cabeza, hincado de rodillas. ¿Qué quieres? ¿Por qué otra vez esta visita? ¡Cómo quisiera darte lo que más quieres!, tu mermelada de melocotón, pero no puedo, tu páncreas me lo impide. Sólo me hace bien tenerte cerca; mas, es tan deprimente… saberte tan distante. No te alejes,


Inmediatamente la rata se lanzó al fuego, para repetir el acto de su consumación, una voz, proveniente del lugar de la candela, concentró nuestra atención. Como una llama erguida, así habló: -Amando…descendió hasta la más antigua sangre, a los abismos donde yacía lo terrible, todavía saturado de sus progenitores. Y todos los terrores pánicos le guiñaban los ojos seductoramente. Sí, lo horrible le sonreía…Rara vez, oh madre, le has sonreído tú con más ternura. ¿Cómo no amar aquello que en ti risueñamente le cautivaba? Lo amó antes que, a ti, porque cuando lo llevabas en tu seno estaba disuelto en el agua que presta ligereza al germen…20 Y volvió a darse lo de siempre. Ninguno de los presentes dijo nada. Como orquídeas, o azucenas, escuchan… simple…mente. Si acaso, un murmullo de hojas, o el eco repetido… del viento. 20

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¿no ves, que tiemblo, no puedo escribir, ni tocar con arte el lapicero, ni cualquier otro instrumento? Por favor, no dejes de venir a visitarme, aunque me muera de aflicción tenerte cerca. Estaré esperándote, siempre, con tus pasos lerdos, y las chanclas arrastrando por el suelo. Dame aliento, para componer una canción con tu recuerdo, que tenga la inspiración, el tono, la música, y la combinación dulce de los versos. Entre la tinta de la pluma y la superficie blanca del papel, veo como me sonríes, de espaldas, ya con el pelo suelto, antes de desaparecer, ante la luz del amanecer y los murmullos madrugadores del viento…

Rainer María Rilke. Conf. En: Trías, Eugenio. Ob.cit., página 19.

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Una metralleta, un sombrero de fique, una camisa vuelta añicos y una muleta, acompañan a una mujer joven, que se acerca caminando en una pierna. Con altivez, nos miró, uno por uno, y luego, con la mirada fija en el horizonte… “Fragmentos” Indomables, quedaron los sueños y proyectos. Derretidos y soldados por sus propias víctimas, suspendidos entre los pasos del tiempo sin olvido, seguirán luchando desde la memoria del subsuelo. Protagonistas de otros sueños y proyectos, fragmentarán los sólidos bloques de la historia, para refundar nuevos caminos y senderos.

Orlando Flórez Rodríguez |

Ya no buscan el blanco objetivo del disparo, si no pulsar el arco, mientras debaten, los nuevos significados de los pasos.

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Protagonistas de otros sueños y proyectos, fragmentarán los sólidos bloques de la historia, para refundar nuevos caminos y senderos… Ninguna rata buscó otra vez el fuego, para cumplir con la regla de aquel juego. La mujer se acercó al círculo, y sin voluntad …arrojó… su arma… a la candela. De un momento a otro, se nos pararon las orejas a todos los presentes. Sin saber de dónde provenía, lo escuchamos


- Mientras espero los resultados de las pruebas… para mi diagnóstico sobre el Covid 19…antojado de ver correr las horas, me asomé a la ventana, y alcancé a ver una, con el pelo largo, suelto y desarreglado, avanzando por un callejón verde, cercado de besos gigantes, siete cueros y Chirlobirlos florecidos. Pude ver, también, cómo, al llegar al final de este laberinto lunario, esa hora, transformada en personaje, dobló la esquina, no sin antes mirar hacia atrás, para ver si alguien o algo… me seguía. De pie, desobedeciendo la orden de la doctora, de no levantarse sin el acompañamiento de una enfermera, seguí mirando por la ventana, ansioso de ver alguna otra hora, pelirroja, calva o canosa, joven, adulta o vieja. Sonreí, cuando distinguí, en el callejón contrario a la hora anterior, un anciano, ya muy flaco y lerdo, que caminaba cabizbajo, mirando con gran vivacidad distintos puntos hacia el suelo. Me asombré, al detallar plenamente el vestuario de aquel sublime personaje: Impecable, limpio, puro, elegantemente vestía con cachaco negro, camisa blanca de cuello duro, muy estirado, y mangas finamente dobladas, zapatos negros, corbata verde con rayas amarillas y un sombrero gardeliano de color vino tinto. Lo vi alejarse con una sonrisa en sus labios y un cigarrillo en su mano izquierda, subida hasta su pecho, para sentir y oler su genuina fragancia de marihuana. No

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muy atentamente. Era el sonido de un latido…que repicaba como el tecleo… lento… de un piano. Llegó cargando en su espalda un galón de oxígeno, conectado a su nariz, por dos delgados cables, repitiendo…con ritmo ascendente: ¿Sabe mis ultimos resultados de la prueba, doctora? Aspiró profundamente el oxígeno…una…dos…tres veces …y continuó:

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le perdí la vista, hasta que lo vi llegar a la esquina, no sin antes observar para atrás, para saber si alguien o algo lo miraba; y pude comprobar cómo, justamente… ¡alguien!... desde una ventana… lo observaba, vestido con una levantadora o bata de hospital, y con la nariz llena de cables. Nos saludamos… con la mano derecha, después de que aquel elegante personaje aplastó el cigarrillo… con su pierna izquierda. Desde la ventana, a una prudente distancia, suficiente para poder oír, y procurando, nervioso, que no me viera la doctora o su enfermera, escuché, cuando con una voz amable, aquella otra hora, transformada en este otro atractivo personaje, me habló: “Voy camino a la gloria, al arrebato supremo de mis sentidos, a la elevación sublime de mis ideas, a la purificación científica de mis células, nervios, líbido, neuronas y sueños, y al más lejano afuera… de mi más profundo adentro”. Cuando terminó, le sonreí, por última vez, y volteó la esquina, con la cabeza en alto, levantándose el sombrero, para decirme: adiós. Feliz, con una vitalidad, que me vibraba por todo el cuerpo, hasta el punto de no percatarme de la medusa de cables que descendía de mi nariz, corrí a la cama, me acosté, saludé a la enfermera que en ese memento entraba, y le pregunté: ¿Sabe mis ultimos resultados de la prueba, doctora?

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Ni la rata… ni él… se acercaron al fuego. Siguió su camino… de regreso al túnel, por entre el humo de la carbonización…de un bosque de Marrabollos rojos, blancos y rosados. Como un ternerito, apareció corriendo, alrededor del círculo de ratas, una niña de aproximadamente doce años, con pantaloncito corto, y de botas. Nos reparó…


uno por uno, moviendo los ojos de un lado para el otro, y volteando la cabeza por momentos hacia las grietas del túnel, temerosa de que alguien la siguiera.

- Nos vamos , mi amor, hacia una aventura amorosa21. Una brizna reflexión, me hizo descubrir que estábamos absolutamente solos, en el bosque, con la muerte, en cada segundo, persiguiéndonos. Todo comenzó cuando una mañana, mi padre me dijo: “mi amor, nos vamos, hacia una aventura amorosa”, repitiendo exactamente las palabras que mi madre me decía, siempre que resolvía… salir de viaje. Desde el principio, sospeché que algo me ocultaba. Su voz apaciguada, entre cortada por una profunda respiración, y sus miradas para todos lados, con un gesto de aparente calma, mientras caminaba, algo me inquietaban; pero prefería no desconfiar, especialmente cuando recordaba, nuevamente, sus palabras: mi amor, nos vamos, hacia una aventura amorosa. Me ha tocado ser reptil, culebra, y ahora, lobo audaz, perseguida. Pero la mentira piadosa de mi padre se reveló, cuando la voz maliciosa de un anciano que nos atendió, en una improvisada caseta de un pueblo fantasma, aparecido en el camino, confirmó mis sospechas de que algo me ocultaba: Una pandemia… amenaza… con extinguir la especie humana. Pasé del desconcierto, a la ambigüedad de una aterradora admiración por la resistencia de mi padre. Resonancia de la película - La luz de mi vida – del director estadounidense Casey Afleck. Ver tráiler en https://www.youtube.com/watch?v=5b0z1Vzc7zQ

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Después de algunos segundos, desvió sus ojos hacia el firmamento, y se quedó, absorta, mirando, mientras pronunciaba tiernamente:

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Temía que me capturaran para ser estudiada como un ratón de laboratorio. ¿Qué otra razón lo determinaba, a que huyéramos como fugitivos? De refugio en refugio, mordimos y chupamos más de una vez el polvo. Las noticias de primera plana, en los periódicos que veíamos en las mesas de las casas abandonadas, corroboraban la sospecha de mi padre. Nos volvimos Uno; razón e intuición del otro; luz del camino, ángel y demonio. Aprendimos a distinguir ética y moral en cada situación de peligro, con cada puerta que se abría para darnos hospitalidad, y luego, tener que escapar, antes de la llegada inminente de los guardias. Siempre, con éxito, gracias a una vela encendida, a toda hora, en mi corazón: Los cuentos y las historietas tiernas de mi padre, para enseñarme la diferencia entre ética y moral, y los recuerdos vivos de la imagen de mi madre. Al mismo tiempo… que terminaba las curaciones de las heridas de mi padre, en el estómago perforado por una de las balas que disparé para salvarlo, revuelan, en mi mente, las imágenes de aquel hombre, que nos recibió muy caritativamente, me enseñó a disparar al blanco, y luego, en un descuido, corrió, con el rifle, a asesinar a mi padre. Me di fuerzas, con la frase predilecta de mamá, que repetía siempre papá, “vamos, mi amor, hacia una aventura amorosa”, y guardé el morral de los primeros auxilios, con el mismo cuidado que aprendí de mi padre, mientras me aseguro, mirando por la ventana, de que no hubiera peligro. Después de dejarlo durmiendo, salí, y miré a lo lejos, la llanura, algunos pocos árboles que quedaban tumbados en el suelo, y una nube oscura que se desplazaba lentamente por el firmamento. Un paisaje incierto de moral y ética, se fusiona con el cielo en mi cerebro y, luego, se difumina, entre mis azules ojos tiernos…


Inmediatamente guardó silencio, aprovechó que nos habíamos quedado semidormidos, encantados con su tierna vocecita, y salió brincando velozmente por entre el sendero de Chirlobirlos florecidos.

Con una voz fuerte, que no entendía de donde le salía, pero tierna, se quedó mirando fijamente hacia las llamas, mientras decía: - Mi casa… eres tú, Virginia … Al… faro. Tus ojos, siguen alumbrando, a través de las paredes agrietadas por bejucos, lianas, enredaderas y musgos, la soledad de nuestro encuentro. Tu corazón, aún palpita, bajo mi piel infectada de ratas, plagas, y murciélagos. Los besos de tus labios, todavía, humedecen los troncos enmohecidos y descompuestos, que sirven de espaldar a mis arañas. En tus hombros, ahora, duermen los minutos y segundos, en que nos abrazábamos, hasta quedar sin aire, rodando por el patio. Ya, tus senos, se arrastran por los comedores del gallinero, donde, en vez de aves, croan ranas, grillos cantan, y trinan algunos pájaros que, allí, hacen escala en sus vuelos, en busca de comida, nidos y consuelo. De tus piernas y brazos, los pescadores sacan leña, para calentar a sus familias y huertos, en las noches de invierno. Cuando te sientas, con una clara razón, en las desvencijadas

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Sentí una fuerte tos, que provenía del suelo, muy cerca de mis piernas. Era aquel anciano que había caído dormido, terminando su relato. Entre dormido y despierto, balbuceaba palabras, como si dialogara con alguien de sus sueños. Le ayudé a levantarse; me apartó con un gesto amable; se paró frente al juego, y de espaldas, a nosotros, los pocos que quedábamos.

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bancas del jardín, el sol, también, reposa por un rato, y te despierta… cuando oye… el tronar… de las nubes… al galope; pero cuando tu cuerpo duerme, sobre alguno de esos catres de tus hijos, que te traen mal recuerdo, veo un pozo rebosado de sueños, que provienen de un yacimiento seco, prota…agonizados por pésimos actores, que, en vez de simbolizar tus sentimientos, intentan representarlos, sin correspondencia con sus gestos…

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Empezó de nuevo a toser, y su voz, a perder fuerza. Al verlo tambalear, a punto de perder su equilibrio, corrí a sostenerlo, pero me volvió a apartar, muy amablemente, y prosiguió, con su voz fuerte y clara, pero cada vez, más triste:

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- Al caminar por el cuarto de la cocina, las ollas se descuelgan de los muros, y ruedan a tu ritmo por el poyo, para acabar, torpes, en un rincón de la poceta; del fogón sale humo, después de permanecer, por años, apagados; apoyada, en la ventana, divisas a lo lejos, un mar lleno de barcos, naufragando, y en un primerísimo primer plano, un cuasiesbosquejo de perro, angustiado, husmeando por la orilla de la playa, en busca de tus pasos. Por los núcleos, y redes, de nuestros cerebros, una vieja araña, remienda los pocos tejidos que nos tienen vivos. A veces se te olvida, en qué mundo estamos, y dejas entrar, por la puerta de la entrada de la casa, toda clase de fantasmas; últimamente, los que más dejas pasar, son los muertos de todas las guerras y conflictos, sin distingo de origen o países, de todo el siglo veinte; y siempre que despiertas, peleando, disparando al


Sin que lo pudiera evitar, volvió a caer, dormido, a mi lado. Inmediatamente, otro estremecimiento del cuerpo, hizo parar de nuevo mis orejas. ¡Llegaron cantando! ¡En coros! Por entre los bosques de Marrabollos de todos los colores encendidos…y carbonizados…hacia las cenizas de cada rata muerta… que relucían como ramos de materia… de luz y de color. Llegaron cantando…sin dejar de parar…con un leve y ligero lamento……puros sonidos de dolor. Nasana…Nasana…naaaaaa…sana…quema…nana… nana…nanánnn...queman…nanánnn…a la goza… siiiiiiiii…a la sana …sana…nana…nana…naaa…naaaa. Yannnnga…yangaaaaaaaaa…yaaaa. 22 Imagen retomada del archivo fotográfico de la página de Facebook del Taller de viajes por la literatura. Una lectura de mundos.

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aire, te quedas tiesa, por horas, como un tronco, sin respirar, y con la boca abierta, haciendo muecas. Fiel a tu amor, que hoy vive resistiendo, también, como un barco viejo, pero agradecido por todo lo que nos quisimos, y consciente de que el amor, también, es una crisálida, que, en su madurez vuela libremente, y en su vejez, se conforma con sueños, dulces compañías, recuerdos y correspondencias solidarias, te acompaño y protejo, hasta dónde puedo, mientras la araña de mi cerebro, me vitaliza y potencia, escribiendo sueños y recuerdos, en una extraña forma de cuentos, que se le aparecen sin buscarlos, sin saber de dónde vienen, ni qué sentido tienen. Hasta quedarme dormido en el suelo, abatido y abrazado a tus piernas con el perro, cuidando tu cuerpo y tu desvelo, como un faro a sus barcos, debajo del oscuro cielo…

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Eyyyyy…ayayay…ayayay…yanga…yanga. ¡Oleeeeeee!!Oleeeeejeeeeee! …olé…leleeeee…leeesss. Llegaron cantando…con cascabeles, semillas, caleidoscopios de sonidos guturales…variaciones somáticas siguiendo el ritmo de sus voces… prrrrrrruuuunnnn…tran...truaannn... truaannn… trennnn…

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Cantando...eeeeeeeguana…eeeeeeguanananana… cantando…en coros…y sólos.

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Garridos de jaguar…Garrr…Garrr…Acompañados de quenas, ocarinas, flautas dulces y de pan, sonidos naturales de semillas, piedrecillas, y dientes de jaguar… jaguaaaarrrrr…garrrrrr… Lamentos…Sentimientos…jiiii…iiiaaaa…lalalala… laaaaa. Ana…nananaaab… nnananáaaannnn.


Ojejeje…jeeee...jeeee... jeeee. Eneeeneeee…Eneyajeee…Motos. naaaaaa…naaaaaa…naaa.

Motosssooooo…

Kazaka…naaaaaa…enenenenenenen…moto…moto… ¡mooooooooo!

Llegaron danzando alrededor del círculo de ratas, y se mezclaron con el juego de las llamas. Como llamaradas, se desfiguraban, sin parar. Fueron uno…dos…o tres… seis...siete…diez…segundos. Luego, un absoluto silencio. Uno…dos…cinco segundos, y una voz calmada y fuerte, proveniente del centro invisible del cortejo, se dejó escuchar: - Estábamos hambrientos. En nuestros estómagos, los pájaros batían sus alas como garras. Los labios resquebrajados por la sed, nos secaban hasta el alma. La rabia corría por los tuétanos, como corría el agua por sus cauces. Así aguantamos mucho tiempo, hasta que llegamos al campamento. Sin aliento, sin fuerzas, caí recostado en el muro de la entrada de la cocina, mirando para el cielo, sus nubarrones negros. Entre unas pocas nubes blancas, vi a mi negra Luna, asomada entre la luz del sol y la oscuridad de tantas horas de trabajo sin descanso. Sin comida. Sin agua pa’ la sed. Vigilados, y fusilados, al menor intento de escapar. De la cocina, salían olores embriagadores de

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Llegaron con tambores de cuero natural, especialmente para lograr ese sonido lamento, pero alegre… encabritado…algo melancólico…pero… alegre…alegre… legre…legre…legre…leeee.

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caldo de gallina y condimentos naturales. Reconocí al instante la fórmula de la comida: Chagua de plátano, gallina, papa, zanahoria, cilantro, perejil, orégano, sal y agua. La misma fórmula que Luna preparaba en la chagra los domingos para los hermanos que venían a ayudarnos de vez en cuando, a rotar la tierra, sembrar trigo, cebada, yerba pa’ caballos y vacas, maíz, zanahoria y papa. A mi lado, igual de fatigados, y también, recostados en el muro anterior de la cocina, mis compañeros de minga, miran hacia el cielo, elevados por el hambre. Los perros estuvieron, todo el tiempo, mirando pa’ la quebrada. Esperan la llegada del señor, o la aparición súbita de algún extraño que viene a invadir su territorio. Levantaron las orejas y empezaron a gruñir. Era la manera como identificaban los lejanos e inaudibles pasos de los caballos al galope. Corrieron a toda velocidad hacia la puerta, y recostaron sus manos encima de sus rejas, a esperarlo. Entre más cerca se oía el galope de los cascos, más fuertes eran sus aullidos. Cuando lo vieron llegar, escalaron con sus garras por las rejas, intentando salir por encima de la puerta. ¡Cipión! ¡Garbanza! No se suban…que no se suban, gritaban dos capataces, acompañados de otros dos, callados, y con cañones, preparados. ¡Fuera! ¡Fuera!, y abrieron los candados. Uno a uno, fueron entrando los caballos; primero el del señor; y luego, el de sus guardias; con una pistola en una mano, y con la otra, agarrando bien las riendas. Guuuao…Guuuao…Guuuao. Se oyó, con más terror, el ladrido de los perros. Apareció una procesión de indígenas semidesnudos, engarzados, uno tras otro, en un solo lazo, arrastrados por un caballo. A medida


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que iban pasando, los perros ladraban con más furia, con ganas de comérselos. ¡Cipión! ¡Garbanza!, les gritó el Señor, desde el patio, bajando del caballo. Callados, corrieron a abrazarlo. Se fundieron en un sólo, parados en sus patas. La tarde bullía, con el calor de los fogones. El fuego subía hasta más arriba de las ollas. El caldo de la Chagua se desbordaba por debajo de las tapas. El olor nos consumía más y más el hambre, hasta que una mujer, de pelo largo y muchos años, con un cucharón de palo enorme, empezó a probar el caldo. ¡Lista! ¡Ya está lista! Me llamó, y después, a todo el mundo. Los sombreros quedaron engarzados en los árboles; los machetes, envainados en el suelo; los azadones, muy cerca de los troncos que servían como sillas. Sentados, esperamos, mirando, unos a los cielos, reconociendo la llegada de las nubes, cargadas de agua y frio; otros, mirándose a los ojos, mutuamente, dialogando en silencio; otros, prefirieron observar hacia el piso, con la mirada fija, como estatuas, sumergidos en sus pensamientos o recuerdos. Dos ancianas de piel negra, y vestidas con blancos delantales, nos llevaron, a cada uno, la taza del almuerzo, sin mirarnos a los rostros, y sin gesticular palabra. Sólo oíamos el sonido de los pasos de las alpargatas, y el angustiante ruido de los cucharones, cuando los descargaban en las chaguas. Y empezamos a comer, sin pronunciar palabra. No me aguanté, e interrumpí el silencio, pronunciando, en voz alta, mi oración acostumbrada, para dar a nuestro dios las gracias; pero, esta vez, absolutamente todos, me miraron con rabia, con los ojos bien abiertos, y la boca bien cerrada. No dudé en comprender; cerré la boca, y luego, con ansias, devoré, también, la chagua.

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Cuando acabamos de almorzar, volvimos a lo machetes, hachas, barras y palos. Runo desenfundó el machete, y vio, en su brillo, los ojos de sus antiguos ascendientes. Miró más de cerca la profundidad de su tiempo, y observó cómo cabalgaba sin montura por pendientes y terrazas, huyendo de la persecución y los ladridos de los perros asesinos. Volteó el machete, se asustó cuando vio un chorro de sangre saliendo de su brillo, y lo soltó, lanzándolo bien lejos. Volvió por él, cayendo en cuenta que lo suyo eran puros espejismos. Muy cerca de su espalda, a menos de cinco metros de distancia, uno de los capataces armados, nos apuntaba con su rifle. Recogió el resto de las herramientas de trabajo, y caminó con sus compañeros, rumbo hacia los campos de trigo, maíz, cebada y pasto, internándose entre la espesura de sus hojas, y los ojos, de los vigilantes encaramados en las torres…

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¡Nos vamos! - exclamó la voz del anciano, levantándose del suelo, mirando a Runo, que seguía sorprendido y con los ojos bien abiertos, esperando la continuación de aquel relato, que le recordaba su vida en la Encomienda, en aquel antiguo tiempo.

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- - - -

¿Nos vamos? Sí. ¡Nos vamos! ¿Para dónde? Para donde siempre has querido. Nos vamos con ellos. Vinimos a ayudar a cumplir tu sueño.

Runo cerró su boca, apretándose los labios, comprendiendo, en ese instante, y sólo en ese instante, que su hora… había llegado. No lo dudó, agarró al anciano de su brazo,


para ayudarlo a sostener, pero este volvió a rechazar su ayuda, muy amablemente.

Llegaron cantando y danzando… y ahora, igual se van… por entre el túnel del tiempo... Sin dejar de parar…con un leve y ligero lamento……de puros sonidos de dolor. Nasana…Nasana…naaaaaa…sana…quema…nana… nana…nanánn. Fotograma tomado de: Colombia-bio. Chiribiquete. Videografía de expedición al centro del mundo. Realizado Por Carlos Arturo Ramírez. 23

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¡Se fueron cantando! ¡En coros! Por entre los escombros de los bosques de Marrabollos de todos los colores… carbonizados; hacia las cenizas de las ratas muertas, de donde ahora emanan chorritos de una nueva luz y de color… que brotan de un nacimiento de agua. 23

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E y…ayayay…ayayay…yanga…yanga…yaaaa. Oleeeeejeeeeee! Oleeee…oleeee…oleeee…olé… leleeeee…leeesss.

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ANEXOS ACTOR DEL AFUERA.

“Es como una imagen que él no ve, que falta porque está ahí, con todos los rasgos de una imagen que no figuraría y con la cual la incesante carencia de relación, sin presencia, sin ausencia, es el signo de una soledad común. Él la nombra a sabiendas de que no tiene nombre, ni siquiera en su lengua, ese latido de un corazón indeciso. Ni uno ni otro viven, la vida pasa entre ambos, dejándolos al borde del espacio. Sin palabras en medio de las palabras”25… La foto siguiente fue retomada del archivo de fotos de la página de Facebook de Ramiro Tejada. 25 Inmanencia con Blanchot, Maurice. El paso (no) más allá. Ob.cit., página 94. 24

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Inmemoriam Ramiro Tejada…24

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Eres la verdad que se disfraza en mis palabras: ausencia que vuelve en personajes, en imágenes y diálogos; eres el poder que ordena, a mi conciencia, dejarte ver, otra vez, encima de las tablas. Existes, luego siento; no existes, luego, pienso. Devienes, sin venir. Vienes, sin devenir. Al contemplarte, dejas de… no… ser, y vuelves a reaparecer, ante cada nueva invocación. Te presiento, y te presentas, aplazando…intermitente… tu presencia. Trato de abrazarte, pero te deshaces en mis brazos, y sólo alcanzo a estrecharte en mis recuerdos, tus simulacros, tus actos, y tus remedos de frases y gestos, sentidos sin sentido: aberraciones y aferraciones…

Actor…del Afuera Cerré, bien, la puerta, asegurándome de echarle doble llave a la chapa, y olvidando, como siempre, tender la cama. Salí a la calle, acomodándome bien el sombrero indígena, que conservo con amor, desde la ultima marcha que paralizó la ruta de comunicación entre el Sur y el Norte, exigiendo el respeto a la vida de todos los indígenas y demás líderes sociales. Palpé mis bolsillos, revisando que no faltaran mis documentos de identidad, y menos, el de abogado.

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--Muy buenos días, don R. ¿Para dónde va, tan elegante como siempre?

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Lo saludó la vecina, doña Josefina, a la que casualmente encuentra, siempre, barriendo la acera, en las horas de la mañana, desde que supo las noticias del Virus. --A darle gracias a la vida. Por permitirme recorrer un día más esta ciudad, sus calles, bibliotecas, librerías, juzgados, tiendas, tabernas y teatros, cambiando e interpretando personajes, según las circunstancias que me toquen.


--¡Pero enderece bien el corbatín… que le quedó torcido! --¡Es a propósito… doña Josefa!

Me dirigí hacia la plaza de mercado, y no encontré sino despojos, mucha ausencia de todo, y hasta frutas podridas en las mesas y estantes de las tiendas; un collar de perro, colgando de una de las canecas, y muchos letreros puestos en los cajeros: “Volvemos, si Dios quiere, después de la pandemia”. Me sorprendió el amable trato de los agentes civiles y militares, que velan por la seguridad del Estado, pero más me asombró el cálido abrazo, que me dieron las pocas personas que allí habían, escogiendo limones, naranjas, mandarinas, jengibre, ajos, clavos y canela. --No temas; estamos completamente sanos de virus, y gracias a estos remedios, libres de contagios. Me llenaron los bolsillos con ramas de Eucalipto medicinal, Salvia amarga, Diente de León y Saúco, y me deslicé rápidamente, por uno de los pasillos, después de despedirme muy amablemente de todos, chocando puños y codos. Antes de salir a la calle, con las compras del mercado que le fiaron, se despidió a puños, sonriente, con uno de los tenderos. Se encaminó hacia la avenida principal y ¡oh, sorpresa!, ¡ni un alma!, muy pocos carros y muchas sombras… largas… largas, algunos

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Busqué desesperado un tinto… y se me ocurrió ir al café de Juan Ricardo. “Usted sabe perfectamente que no fío”, fue lo primero que me dijo, inmediatamente me vio entrar. Sabía que nunca le pago, y, sin embargo, me lo volvió a servir. Como siempre, lo noté entre mal y buen humor; me tomé el tinto…y seguí derecho.

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pobres hombres que llaman ahora ´habitantes de la calle´, y un carro de bomberos, lavando las calles, y recogiendo toda clase de mensajes para llevarle a los enfermos del Covid-19, que yacen encerrados en sus casas, a la espera de una señal de los expertos, emitida por sus más cercanos gobiernos. Llegué a Versalles, el mejor desayunadero de la ciudad, para volver a recordar a mi amigo Manuel Mejía Vallejo, a Jorge Luis Borges, a Carlitos Gardel, y a los más populares ciclistas de todos los tiempos, Ramón Hoyos Vallejo, Martín ´Cochise´ Rodríguez y Javier ´Ñato´ Suárez. Mientras comía, leía los titulares de prensa: Pandemia por más de 160 países. En Colombia… ya iban más de 150 muertes por causa del Covid-19. El gobierno de Duque se vio obligado a emitir los decretos de “Emergencia sanitaria” y “Confinamiento obligatorio en toda la nación por 19 días, desde el miércoles 25 de marzo hasta el 13 de abril”, pero luego sería prolongado, periódicamente, ante el ascenso inevitable de la curva positiva de contagio.

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Interrumpía la lectura para responder los saludos de algunos conocidos y amigos, que se le arrimaban para tocarle el sombrero o des acomodarle las cargaderas, en tono de charla y afecto.

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--¿Y ahora, qué personaje me toca interpretar? -- Se dijo, mientras miraba la foto de aquel actor europeo, que se grabó un video corto, en un primer plano al rostro llorando, y que dejaba ver, al fondo, el cuerpo de su bella joven hermana sobre una cama, muerta por el Covid 19.


Después de leer la noticia completa, sacó un pañuelo absolutamente blanco, lo abrió, se secó las lágrimas y, luego, sacudió su nariz varia veces. Pagó la cuenta, le mandó un beso a la cajera, a través de la vidriera, y salió encaminándose, muy recto, con el paraguas de bastón, hacia el atrio de la iglesia de la Candelaria.

Al llegar al atrio, subí las escalas, me quité el sombrero, di media vuelta, abrí el paraguas y, sin bajar las escalas, empecé a caminar derecho, hacia el Pasaje Junín, en medio de un lapo de agua que en ese preciso instante se largó. Pasé por el frente de la estatua de Simón Bolívar; lo vi muy triste y con la cabeza revuelta con excrementos de palomas y pájaros; lo miré a los ojos, y por primera vez le hablé directo al alma: No te amargues, le ganaremos la batalla a la pandemia del Coronavirus, y después le daremos la batalla a las tres pandemias políticas más graves del país: La acumulación egoísta de tierras y demás riquezas - la primera; la indiferencia de todas las clases sociales con respecto a la salud y al cuidado de las distintas formas de la naturaleza, incluida la de los llamados humanos - la segunda; y la tercera, la falta de honradez y ejecución en la planeación, integración y coordinación de los poderes económicos y políticos regionales, para atender los requerimientos básicos de la salud de todos los miembros

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En el trayecto confirmó… lo que ya había experimentado… al cruzar por la avenida principal: Unos pocos hombres que llaman ahora ´habitantes de la calle´ y muchas sombras …muchas sombras… largas…largas.

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de la nación (vivienda , hospitales y médicos bien pagados y equipados, un ingreso asalariado o subsidiado básico para alimentación, recreación y reproducción). Nunca bajó las escalas, del atrio de la Candelaria, caminó por el aire todo el trayecto, a un metro de altura sobre piso, ante la mirada perpleja de los habitantes de la calle, alojados frente a los supermercados, restaurantes y cafeterías que aún permanecían abiertos, hasta que llegó a la parte alta de las escalas que llevan a la entrada del edificio de Midas, que mide y representa la riqueza y la cultura dominante de la ciudad.

Orlando Flórez Rodríguez |

Guardé el paraguas, me puse el sombrero y, para simbolizar la procedencia y la naturaleza de dónde vengo, saqué un banano, de una de las bolsas que llené con las compras que me fiaron en la plaza de mercado; me lo comí y eché las cáscaras en un basurero público, que casi no encuentro.

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Aprovechó que ya había escampado, bajó las escalas apoyándose en el bastón y se marchó por La playa, rumbo hacia el teatro Pablo Tobón Uribe, muy posiblemente, con el anhelo de ver, por enésima vez, qué queda hoy, de los desechos del otrora famoso y superteatro La Ex fanfarria, que fue su gran escuela, hasta la desaparición violenta de su director, José Manuel Fréidel. Se paró frente a la puerta, la que encontró sellada con un extraño aviso: “Se alquila, pero no para teatro”. Inmediatamente, sacó un marcador rojo, que llevaba en el bolsillo izquierdo de su camisa; arrancó el aviso, lo volteó, lo pegó en el mismo punto, y escribió:


La lógica del hipócrita…

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Entre sus uñas pulcras, esconde la mugre de sus garras. Entre la pureza de su gramática exigida, salpica el pus de sus palabras. Mediante su tierna voz, y angelical mirada, trasforma y excreta su odio acumulado. Entre la risa macabra y complaciente de sus cómplices amigos, escoge el instante para zarpar sobre su víctima.

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Orlando Flórez Rodríguez |

CONCEPTOS, VOCES Y PLANOS, EN LOS LIBROS DE RUNO RÍMAC. Inmemoriam Luis Ospina, escritor y director de cine.26

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La imagen siguiente fue retomada del archivo de fotos de la página de Facebook de Luis Ospina, días antes de su fallecimiento.

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Flaubert y Manet han hecho existir, en el arte mismo, los libros y las telas, enunció y publicó Foucault, en 1970, por toda Europa occidental y oriental: Cada uno pinta, cada uno escribe, según la sensación fundamental con la que ha sido pintado, con la que ha sido escrito; con lo que de la pintura y con lo que de la escritura permanece indefinidamente abierto; su arte se edifica donde se forma el archivo. Cada uno de sus cuadros pertenece en adelante a la gran superficie cuadriculada de la pintura; cada una de sus obras literarias pertenece al murmullo indefinido de la escritura28. Aquí, en este libro, hoy, hay, un complemento a lo enunciado por Foucault: Lumiere, Griffith y Eisenstein, filman, según Sauvagnargues, Anne. “Deleuze. Del animal al arte”. Ed. Amorrortu, Buenos aires,2006, páginas 46-47. 28 Inmanencia con Foucault, Michel. “Sin título”. Publicado en: Foucault, Michel. Entre filosofía y literatura. Obras esenciales Volumen I. Editorial Paidós Ibérica, S.A, Barcelona, España, 1999. Página 221. 27

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Desde abril de 2017, con la publicación del primer libro sobre las transcursividades de Runo Rímac , La película que vendrá, la escritura literaria se abrió…indefinidamente… a otro cielo; dicho, mucho mejor, con conceptos de Gilles Deleuze27, se abrió otro plano de composición; el universo de las artes fue abierto al mundo de la escritura y de la imagen juntos, en un solo cielo compacto, el de la escritura cinemática”. Sus personajes – que son alma, esencia, o pulsión principal de la escritura “imaginaria” – ahora navegan, nomadizan, percolan virtualmente, en formatos de guión, sin control, sin final; rodando y rodando, por entre el insensible camino de sus partículas metálicas; habitando y recorriendo la infinitud de un mundo de imágenes y sonidos en movimiento; a través un mundo de palabras, enunciados y signos de puntuación, conllevan, comunican, cuentan, hablan, cantan… y cineman… una historia.

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una sensación fundamental con la imagen, en la bisagra del siglo XIX al XX. Cada una de sus películas, empiezan a pertenecer al mundo indefinido de las imágenes, al mundo indefinido del cine; cada una de ellas, abren el ciclo de las imágenes fotográficas y pictóricas, al cielo del cine, al cielo del arte de la imagen en movimiento. En su primer libro, La película que vendrá, Runo Rímac apareció como un “embrión” de una realidad virtual, de un “campo de consistencia” deleuziana29, en forma de una imagen antrópica, de una película del reconocido director alemán, Werner Herzog: “Aguirre, la ira de Dios”30.

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Era la imagen virtual de Bruno Gimac, el traductor y comunicador entre los incas y el gran precursor y símbolo de los dictadores americanos, Lope de Aguirre, uno de los más sanguinarios milicianos del virreinato castellano del Perú, durante su segundo viaje por el rio amazonas, en busca del dorado, al mando de Pedro de Ursúa.

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Inmanencia con Sauvagnargues, Anne. Obra citada, paginas 46-47. Ver tráiler en español y en idioma original: https://www.youtube.com/watch?v=yn4rIx_piHs; https://www.youtube.com/watch?v=CFWsfq9Ux8Y&list=PL3TziLgJy4bf3g6hHKsTkM0Jrjz3Fk no-&index=14 29 30


De aquel mundo virtual, sin saber cómo ni porqué, fue a caer acostado bocabajo, en una de las orillas del mar caribe, muy cerca de una montaña y una gran ciudad, a vivir el pliegue del tiempo en la turbulencia de su cuerpo. Una mañana, despertó y reconoció la playa; cantó y danzó un rito de adoración al sol, y luego se desplazó sin rumbo fijo por la montaña; luego, por la gran ciudad, en busca de lo que no se le ha perdido, el amor. Tenía la opción de despedirme; de corromper el adiós y el hasta luego. Tenía la opción de acompañarte; de subvertir las últimas energías de la noche; de suspirar frente a la niebla; de estremecerme con la blanca fragancia de tus pétalos. Y me fui; atraído, desesperado, hacia el afuera; a buscarte entre la carcajada de la calle, la conversa, y la lengua de la oscuridad. Vela taciturna de la aurora. Lucha amorosa de los contrarios del mañana. Pero volví, desilusionado, al mar. Al final, no se supo cómo fue salvado de las aguas, por un negro cantor, cuando intentó sumergirse en el mar, y, así, regresar a su mundo virtual, después de observar y experimentar la vida real de los humanos, para volver a ser Bruno Gimac, en vez de Runo Rímac, “el hombre hablador”, en lengua materna. “Qué tanto me preguntas/ de dónde vengo, de dónde soy. / Mira esa huerta, en la ladera. / Allí he nacido, / entre rosas y clavelinas/ y entre flores he vivido.” Tercera estrofa de la canción: Carnaval taki. Arguedas, José María. Canto Kechwa. Obra citada, página 39.

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“Munankichu yachaykuyta maymantachus kani chayta, jhak’ay chimpay huertamantan rosas waytapa chaupinmantam clavelinaspa chaupinmantam”31

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Allí, en aquella vida virtual, se crió; allí vivió como una partícula atómica excitada32, en busca de una nueva vida en medio de una energía oscura, desconocida, olfateando y saboreando el tiempo y la imagen de los personajes virtuales, plásticos, elásticos y fílmicos, la vida de las marionetas sin alma, siguiendo un guión circular de luces, escenarios y gestos, de un director individual o colectivo.

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Allí quiero volver, como un ángel resurgido, en busca del perdón y la reparación que requieren nuestros pueblos indígenas, debidas a la invasión, usurpación, catástrofe y hecatombe ocasionadas por la monarquía castellana, y en busca de comida, techo, cama, amistad y amor, para sus comunidades. Allí volveré, a recuperar mi cuerpo de partículas metálicas, en vez de un cuerpo que tiende a la monstruosidad humana. Allí viviré con las partículas del tiempo, haluro de plata, aluminio, carbonato, acrílico, coltan, o cuarzo; pero esta vez, escapando del tiempo circular y conviviendo con los microbios, los micro-bytes y los mega-bytes; revivido con el soplo de un ojo biónico sobre la pasta de un disco, sobre la superficie de una materia mineral y de una imaginación artística. Existiré como gravitón, fotón, protón, electrón, nitrilo, o X17, en un eterno movimiento per…colado entre las luces del tiempo Serresiano. Allí viviré el viaje de Lope de Aguirre, en su última travesía hasta el Catatumbo, en el nororiente de Colombia… hasta verlo sucumbir, con la cabeza expuesta en una cima, víctima de su propia tropa. A su lado, volveré a ser comunicador de marionetas macabras con fotogramas orgánicos e indígenas. Allí volveré a ver a Luna, mi mujer, y a mis hijos; buscaré el mejor momento para conversar con Aguirre, Urzúa y su mujer, y los convenceré de pedir En las nuevas teorías de la Física, se dice que un átomo se encuentra en estado excitado, cuando alguno de sus electrones, gozando de una mayor energía, salta de la órbita que ocupaba en estado fundamental a una órbita exterior, más alejada del núcleo. Ver en: https:// es.wikipedia.org/wiki/Estado_excitado

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perdón y reparación, por la usurpación de nuestras tierras, y la masacre de nuestros pueblos, como un acontecer simbólico, en representación de todos los invasores.

En una cima fría, animado de calor, suave, tierno amor, precipité las aguas, solté amarras, vertí lágrimas, corrí despacio, esquivé fauces, aspiré neblina, aporqué pensamientos y plateé dudas siempre vivas, fumigué rencores, envaré besos gigantes y, empecinado, acariciando cartuchos, promesas sílfides, vuelvo en mí. Como los poetas incas, de la mitad del segundo milenio de nuestra era, miro las nubes de la tarde, y transcurso en

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Runo ya sabe que deviene de una película, de la que ha escapado para ser una imagen viva, en movimiento, y distinta; en su transcursar por el mar, la montaña y la gran ciudad, le llegan relámpagos de los momentos que vivió, y lo pulsan a volver allí, sin ser completamente consciente de cómo ni cuándo, pero con un claro por qué y para qué.

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ellas sus espacios, sus vacíos, sus continuidades discontinuas, sus formas y su ritmo lento y suave; entre caminantes dormidos, Vicuñas, Llamas y Alpacas soñolientas, en medio del plano azul celeste, intento volver a colarme entre la tenue luz que se mueve lentamente y da a luz series de imágenes, en las que se ve a Lope de Aguirre, la ira de Dios, con su hija agonizando, dulce y tranquila, entre sus brazos, atravesada por un dardo.

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Inesperadamente, sin desearlo, ni intuirlo, la tenue luminosidad del sol se expande por una región hacia el Suroeste. Entre la nubosidad de luz resplandeciente, se teje una penumbra de sueños limbos, trasportados por algodones de nubes, neblinas sin prisa ni rumbo. Penetro en el vacío de la luz dispersa, recorro la velocidad del viento, en la que encuentro la pro…vocación a la palabra, que danza con su corona de rosas, y puedo ver el manantial rostro de Nastassja Kinski, expresando su ultimo suspiro en brazos de su padre, Klaus.


Con…vencido, de tener que seguir viviendo en este tiempo, desengañado por no poder volver al tiempo de sus ancestros, al tiempo de la película “Aguirre, la ira de Dios”, retornó a la circularidad de sus imagen-acciones, y reflexiones…al despliegue de su personaje, y decidió, mejor, colarse en el tiempo de la película “El Piano”, del director polaco Roman Polanski. Desborgear, volver a las ruinas olvidadas y circulares de Borges, amadas y olvidadas tiendas vitrinas de los espejos. Contemplar “El piano” es volver al fuego, la canalla y la bala; volver al odio, el oro y el petróleo; volver sediento, a escuchar la misma risa del llanto, la misma misa del campanario, y a tragar la misma pastilla de agua con limón. Contemplar a Polanski es venir del descierto, heridos, chamuscados, atravesados y alumbrados por sombras del pasado, torpedos y cantos de sirena, de misiles y llantos de miles y miles, para encontrarnos, espejo frente a espejo; espejo y despojo; despegando, urdiendo, volviendo al escombro. Hemos aguantado las carcajadas de la soberbia sobre unos pueblos impotentes, impávidos, imprevistos. Volvemos al cerco y reímos como ayer, esperando, la lluvia, la tempestad, volver a ver caer; lejana, cercana, sin más marcha que la del paso del viento humedecido, ennegrecido y enceguecido por su propio cerco. Volver a Polanski es volver al destierro, al tercer excluido, al vértigo del oído, al correteo del poder y al esquivo

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Ese anhelo de volver a ver el rostro de la hija de Aguirre, interpretada por el manantial rostro de la hija de Kinski, en algún teatro o festival de cine, le hizo comprender hasta dónde lo había llevado el amor por aquella imagen que provenía de otro tiempo.

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feeling del huir, pillo, pirro y esbirro. Roerás de nuevo al oído de la memoria-tiempo-sujeto y te encontrarás con él, frente a los espejos, en el lago de cronos, esquivando y recorriendo laberintos sin salida ni alternativa. Intrépida ocasión, para volver al cerco33.

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En el segundo libro, El jaguar de la casa de Elena y otros acontecimientos del afuera, de entrada, comprendemos por qué deviene de un campo de consistencia virtual, en forma de una imagen de un tiempo y un mundo virtual, que, ahora, ha variado a un plano de consistencia real, presente y recurrente, como un humano más, de carne y hueso. De entrada, confiesa que viene de un Afuera, el cual apenas puede relacionarlo con una espacialidad y un tiempo indiscernibles, desconocidos e incognoscibles; y del cual sólo se sabe algo, cuando se manifiesta o La imagen siguiente es una Copia digital de una obra original Titulada El abrazo del Jaguar, que contó con la autorización de su autora, Maestra en Artes de la Universidad Nacional Sede Medellín, Clara Inés Restrepo Gómez.

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acontece en alguna superficie material o energética, que permita captarlo o registrarlo.

Aparezco sin pensar, sin llamados, evocaciones o caprichos. Sin que nadie me lo ordene o me lo pida. Simplemente, aparezco. El secreto está...en intuir... en no saber...cuándo y dónde voy a aparecer... y visibilizarme en ese instante... porque no hay otro instante. Navego, divago, simplemente, transcurso. Nunca existo más de una vez. Existo sin tiempo ni espacio. Mi espacio y mi tiempo no son tu espacio ni tu tiempo. Son el espacio-tiempo de un pensar que se esfuma o se despluma, mientras acontece o transcursa.

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Así me habló... sólo el afuera. Soy la irrupción de lo viviente... La intempestiva desconfiguración de lo sujeto... El arrebatado acontecimiento del lenguaje. Vengo de un devenir que no tiene principio, ni causa, ni fin. Vengo de un espacio de navegación que no tiene delimitaciones ni figuraciones.

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Soy el morar de un imaginar sin maqueta, de un espacio y un tiempo sin historiografía, cronograma ni escopeta. Soy una canción... sin partitura... que nace subiendo las escalas o arrojando las anclas. Y, sin embargo, soy todos los tiempos al mismo tiempo, y todos los espacios en el mismo espacio. El secreto está en captarme cual soy, sin espacio ni tiempo, y en ese arte de distinguirme del espacio-tiempo de aquél que me capta y me retoma, me esculpe, me describe, me pinta o me degusta.

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Runo sabe que proviene de esta zona o universo misterioso, y que percibe y siente una extraña comunicación con ella o él, y se dedica a registrar aquellos acontecimientos que transcursan por su mente y su cuerpo, y los va contando en cuatro momentos discontinuos, a los que llama “Acontecimientos del Afuera”. Ya sabe, que, más que un sujeto de una fuerza impredecible, de la cual, en cualquier momento, puede recibir el afecto y el efecto de una transformación, es un signo, sin concepto o significado, pero con sentidos provocados por los azares de dicha fuerza.

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En el afuera, las imágenes y los sonidos caen entre las palabras, como la tristeza, la alegría, el amor, y en ese momento, resplandores resonantes de letras y fonemas agitan el viento, las olas, la mar, y aparece un nuevo fulgor de imágenes y sonidos que inmediatamente se desvanecen. Nunca representan lo que son: Acontecimientos puros del afuera, donde nada existe por una causa. Como derretidas por un sol, se desfiguran y dan el turno a lo que tú no esperas. El caos que tú eres, devendrá en voluntad, y con la sapiencia que hayas atesorado para enredarlo entre espejos y cristales, se precipitará en aguaceros y nubes, que dirán lo que en ti pulsa. La pulsión que más se agite y prorrumpa en la superficie del afuera, hilvanará con el hilo invisible de tu estilo, es de-


La primera vez que el Afuera apareció ante Runo Rímac, fue en una noche misteriosa, fantasmática, en la que llegó en forma de mujer-serpiente, mujer-medusa, y se enroscó alrededor de sus pechos hasta quedar cara a cara para criticarlo dignamente. Al despertar a la mañana siguiente, traté de reconocerme, las piernas, las manos y el resto del cuerpo, y no vi más que una multitud de fragmentos, una multitud de fantasmas desfigurándose permanentemente, pero sentí y comprendí que soy un caudal de fuerzas, que estoy en todas mis partes, en cada una de ellas, y a la vez, aunque no logre sentir y distinguir qué cosa soy en cada una, y en todas a la vez. Sólo al concentrarme en una parte, en cualquiera de esos fantasmas desfigurándose, puedo intuir y sentir esa realidad que ahora soy...simples evanescencias poéticas...en unos espacios muy delimitados y en unos instantes del tiempo muy especiales y variados. Rumian, rumian, rumian... las palabras... Rumian, rumian, rubias e insurrectas. Hasta ahora, nos ha gobernado la más voraz semántica. Es ya la hora de la más voraz contemporánea; fulminante incendio nacerá de las lucernas de tu boca: aparecerá bailando muy adentro de tus cuerdas, para animar la música que llevan tus palabras, y enternecer los fríos pechos que te escuchan más allá de las montañas.

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cir, de tu asociación palábrica o pafrásica más querida, un encantador o estremecedor susurro de frases, proposiciones, versos, prosas, enunciados y sentidos, con fragancias, sentimientos y colores; de tu asociación de trazos, luces y armonía, emergerá el relieve más inesperado, los labios más amados; o de tu asociación de notas, escalas y ritmos, la melodía más conmovedora, la canción más amotinada; o de tu asociación de barro, piedra y estructura, la escultura más sublime, más devota.

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Inmerso entre estas evanescencias y la carga que lleva su fuerza, en chorro emergen las ilusiones de Runo Rímac, y los fantasmas que deambulan por dentro. Piensa que puede sumergirse en el fondo de la espantosa atracción del Afuera: Un profundo río se mezcla con la superficie del cuerpo, para hacerle sentir la tentadora tibieza del calor del desierto. Exploro entre los rumores, los runrunes violentos de las lluvias y el agua, y suspiro de nuevo los embriagados versos de León de Greif, que también vienen del río, la arena, las raíces y las piedras blancas. Me acuesto a dormir sobre las piedras más grandes y a soñar con las cúspides blancas y el paso libertario de mis ancestros indígenas bajando por sus espaldas.

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Sueño, y en su película veo, que camino sobre la nieve, el agua, y luego, sobre la arena blanca, acompañado de un cortejo de pescadores de mantarrayas y aguamalas, con las que iluminan mi andar, en medio de un cielo lleno de estrellas, mientras me alejo de los humanos, siguiendo el camino que la marea deja entre la tierra y el agua.

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Así se le vio aparecer en el primer capítulo, pero en el segundo, el Afuera se le aparece en forma de una mujer de la tercera edad, frente a un espejo en forma de media luna, al lado de una cama con almohadas y sábanas blancas, hablando sola, mientras espera un extraño amante que acaba de conocer en su oficina de trabajo. Desde que lo vi, sueño cada noche con la imagen de su boca abierta y sus brazos desnudos, apretándome la espalda, mientras los dedos de mi mano izquierda rozan tiernamente sus labios, limpiando, con una mota de algodón, la blancura de sus dientes, después de la colocación, en sus caries, de la ultima amalgama. No


Pero Runo comprende que el afuera puede aparecer como un fugaz encuentro de amor, y terminar en un acontecimiento fatal. Sobre el cuerpo de su víctima, la mujer de la tercera edad, respirando todavía agitada, y anclada en él como una asta, maúlla y murmura, enmarcada en el espejo. Estoy absorta, amor, después de volver a ‘tomar aire,’ encaramada en el tejado de tus labios; resguardando, en el tálamo de tu tiempo, mis fuerzas, mis ansias y mis desvelos. Ahí, en medio del fuego, oscilante de las estrellas, ardida de fiebre, encrespada de amor, y ávida, ahora sí, de libertad. Fuimos lo que fuimos: dromedarios. Un pozo seco en el desierto. La oscura primavera, que alguna vez se da. Quisimos ser normales para esta sociedad, pero preferimos que llegase el día, a partir del cual, la oscura primavera jamás retornará. Fuimos el alcance del otro: La atracción fatal, de algunos de los planetas. Fuimos galaxia mar y tierra: Estrellas fugaces, olas sin playa, y nómadas. Sin alcanzar a reflexionar en cómo ni en por qué le llegan estas formas del afuera, saca su lapicero, y captura en su libreta, o en cualquier papel que a su paso se atraviese, el inmaterial e insonoro fluido de palabras, con la ayuda de un condescendiente conector de gramáticas y de signos de puntuación. Así le llegó, en varios instantes discontinuos, un extraño personaje, cuando habitaba,

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puedo olvidar su lengua, erguida y flotante, enroscándose muy adentro de mi mano, ni sus cuerdas vocales, erizadas como cuernos, sintiendo un extraño deseo de besar suavemente su boca, introducir mi lengua, asomarme a ese abismo de su garganta que baja por el laberinto de su esófago, hasta observar el mar abierto de su estómago.

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invisible, en un pequeño bosque de flores y pájaros, de un altiplano cercano a la gran ciudad. La primera vez que alguien vio al jaguar en La casa de Elena, lo vio raudo, solo, entre la noche, como un fantasma más de toda esta historia. En medio del cielo azul, silente, tranquilo, iba entre los céudos, acompañados por su rey, comandados por la virgen de los cristianos y protegidos por el ángel de la guerra y la libertad.

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Torpe, y ya sin fuerzas, el jaguar regresa al sofá de los sueños (que también duerme al frente de la boca del infierno), y ronca como un viejo, entre las muñecas de trapo y lana, cobijadas con un dulce abrigo de Elena, que trajo la ultima vez de Puno, Quito, Otavalo, Lima, Tumbes, Silvia o Trujillo. Luego de sumergirse en la danza de las llamas de la chimenea, despierta, se des-espereza, se mira en el espejo de las aguas del mar, o en el de las nubes del cielo; vuelve a quedar semidormido entre las muñecas, y sueña: Me convertiré en laguna azul, en reflejo vivo de las almas de esos rostros que flotan en las escalas del infierno de la casa de Elena; venimos siendo por mucho tiempo lo mismo, seres de cristal, pero, ahora, pasamos a ser vapores, nubes, ríos, gotas de lluvia, abismos del lenguaje en el agua.34

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La siguiente fotografía fue tomada por Jaime Vargas Tisnés en “La casa de Elena”.


La foto siguiente es tomada de : https://www.google.com/search?q=el+hombre+que+cay% C3%B3+a+la+tierra+pelicula+completa+subtitulada&tbm=isch&source=univ&sa=X&ved=2ah UKEwi8x9TE-5LnAhXSjVkKHXjOCJsQsA

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Y ahora, en el presente y tercer libro, Runo Rímac, se reafirma en que no es, ni puede ser, un humano de carne y hueso, sino una materia virtual, siempre en potencia de cambiar, a la forma de un ser humano fallecido que, al contacto con el mar, traspasa la membrana de los sueños, para habitar con sus seres más amados, tal como le sucedió a Hary, la esposa del científico Kris, en la película Solaris, del maestro Andrei Tarkovski, basada en la novela del escritor Stanislaw Lem; siempre en potencia de cambiar, a la forma del El hombre que cayó a la tierra, el personaje del escritor Walter Tevis, interpretado por David Bowie, en la película de Nicolás Roeg35; siempre en potencia de cambiar, a la forma deTom Baxter, el personaje de la película La Rosa Purpura del Cairo, de Woody Allen.

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Runo, en este nuevo libro, con un destino incierto y sometido a los pliegues del tiempo sobre su cuerpo, y, sobre todo, después de revelar en su segundo libro de dónde viene, de qué mundo incognoscible, y a qué pensamiento le debe su existencia, se da cuenta que nadie lo entiende; que los amigos conocedores de su historia no se la creen, ni les interesa.

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Entonces, vuelve a su biblioteca y se concentra, con sus dos perros, Cipión y Berganza, ya semi transformados en dos seres humanos, a buscar, entre artistas y filósofos de su contemporaneidad, una repotenciación de su escritura; le sorprendió que sus propios perros, con su superior olfato, fueron los que más le ayudaron a rastrear sus buscados argumentos. Encontró que las distintas cosmovisiones, que han existido históricamente en los cielos de la religión, la filosofía y el arte, han consistido en un juego, muy serio. “Ponerse serios, valga decir filosóficos, no es dejar de jugar, es caer en la cuenta de que, si bien se trata de algo tan ligero como un juego, para poder jugarlo hay que comprometerse, hay que participar, hay que tomarlo en serio (… ) como si fuera un niño o también como si fuera un místico, pero ya no se hace ilusiones, está tranquilo, sabe que es apenas un juego y tal conciencia no lo lleva al


Pero la sorpresa más estremecedora que encontró, fue cuando vio a los perros jugando con un libro en un rincón de la biblioteca; recogió una parte de las hojas que yacían despedazadas en el suelo para saber de qué libro se trataba, y empezó a leer: “La conciencia, dice Nietzsche, no pertenece en el fondo a la existencia individual del hombre…, el pensamiento que deviene consciente no es más que una ínfima parte de nosotros mismos, la más superficial, la más mediocre, por la sencilla razón de que sólo se actualiza en la palabra, en los signos comunicables a otros y porque todas las tomas de ciencia, incluso de nuestras impresiones, la capacidad de fijarlas y de situarlas por así decir fuera de nosotros, no se han desarrollado sutilmente más que desde el punto de vista de la utilidad gregaria y comunitaria, y cada uno de nosotros, necesariamente a despecho de la mejor voluntad del mundo por comprenderse todo lo individualmente que sea posible, nunca hará, sin embargo, otra cosa que llevar del no-individual a su conciencia lo que hay de más ‘medio’…Nuestros actos, en el fondo, son íntegramente, incomparablemente personales, pero tan pronto como son retraducidos en la conciencia, cesan de parecerlo”. Suspiró profundo y, nervioso, se lanzó sobre el libro; lo sacó de las fauces de uno de los perros; buscó la portada Inmanencia con Adolfo León Grisales Vargas, en: Hegel y el pluralismo estético contemporáneo. Revista colombiana de pensamiento estético e historia del arte. Edición número 1 / julio - diciembre de 2014, páginas 113-114.

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desconsuelo, no cae en la angustia de haber descubierto la vaciedad de un sentido real de la existencia (…); a diferencia de los niños, ya no arma pataleta cuando pierde, ni, a diferencia de los místicos o de los dogmáticos, cree que haya que matar a todos los que quieran jugar otros juegos, ni se desploma ante la evidencia de que no hay un sentido del juego más allá del juego mismo.” 36.

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y leyó: Pierre Klossowski. Tan funesto deseo. Versión castellana de Mauro Armiño, editorial Taurus,1980. Miró en el índice y se aseguró de que lo que había leído en la página156, era del capítulo VIII, titulado: Nietzsche, el politeísmo y la parodia. No se aguantó, y buscó qué reflexionaba aquel autor sobre lo que le había estremecido. Se interesó por la pregunta que éste se hacía: “Si el pensamiento consciente traiciona infaliblemente lo que tendríamos de más esencial, ¿cómo puede comunicarse a nosotros mismos solamente ese esencial?”. Lo cautivó que, para argumentar esa pregunta, afirmara: “Algo ríe o llora en nosotros que, para servirse de nosotros, se oculta” … “Por relación con ese motivo desconocido que me ocultan esas imágenes del exterior, no soy, en el sentido de Nietzsche, más que fragmento, enigma para mí mismo y horrífico azar”.

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Amorfas y desenterradas verdades, excavan mi florecer de dientes para afuera, y mi aletear de mariposas para adentro, y acaban por salir a la superficie de esa dimensión del cuerpo o del cerebro que llaman conciencia. Según lo que acabamos de leer, lo que llaman pensar… es más que un fluir de imágenes, palabras y sonidos… que flotan en el aire de mi imaginación, o en el sótano de mi cerebro. Es el cenit, el techo o la alambrada, que cubre o condensa una parte de todo el fluir de vida que compone todo el cuerpo, en cada momento que escojamos para reconocerlo. Las llamadas “conciencia” e “inconciencia”, juntas, no expresan lo que ocurre en todo el cuerpo. Cuántas realidades hay, ocurren o funcionan, en todo el cuerpo, que no se pueden manifestar, mediante “eso” que llaman pensar, y que se expresan, cuando se expresan, con sentimientos, gestos, movimientos, suspiros, quejidos, que ni siquiera la llamada forma inconsciente de pensar es capaz de registrar o procesar. Esta “reflexión” no es nada nueva. Desde el tercer cuarto del siglo XVII, un artesano optómetra,


Ir a la filosofía… es más que ir a un archivo de fósiles, huellas, pergaminos o marcas del tiempo: es verter , invertir, subvertir, toda clase de saberes, informaciones, credos, mandamientos y sentimientos; es confrontarse el ser que nos esculpieron o tallaron los seres más queridos de la infancia, la escuela, el barrio y la familia; es descocerse, resquebrajarse, diluirse o evaporarse, mientras analizo, difiero y confronto los conceptos, las preguntas, los argumentos y las puestas en práctica, de los aportes de los filósofos, sin enarbolarlos o en…vara… asarlos, en un dogma, o en una creencia que queramos seguir o respetar… por amor o miedo… a nuestros padres. Garrr…gurrr…! guau!… En éstas estaba Runo, cuando advirtió que los perros gemían extrañamente, y salían de la biblioteca mirándolo a los ojos. Una sombra larga y oscura, en forma de una enorme S, atravesó la entrada. Cerró el libro para recibir, de nuevo, a aquella mujer serpiente, la Mujer S, del final de su primer libro, la que le había permitido, por primera vez, saber de la existencia del Afuera. Fue ella, como habitante de ese mundo, quien le ayudó a revelar, mejor, en qué consiste, y cómo acontece, en la realidad o en el presente recurrente, ese pensar y ese imaginar…del mundo del Afuera. Esa que te amó esa noche en la biblioteca del jardín, bajo un cielo iluminado de luciérnagas, en medio de un plano cinematográfico general oscuro, esa que te encontró,

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excomerciante y exjudío, del norte de Europa, fruto de sus estudios, observaciones y reflexiones, autodidactas, llamado Spinoza, ya había empezado a elaborarla, pero es gracias a la contribución de la obra de Nietzsche, que hoy se ha evaluado, superado y generalizado, en todo el mundo filosófico, a través de la obra de Deleuze, Foucault, Blanchot, Klossowski, etc.

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también, otra noche, en la Taberna de Irene, en un plano medio al cuerpo y claro oscuro, escribiendo exorcismos contra la acumulación capitalista y el terrorismo urbano, mientras te espiaba bailando al frente del mostrador, vestida con una máscara indígena y sosteniendo en el aire un par de maracas, esa que te visitó una noche en forma de serpiente y medusa, esa que tú buscas desde que te sirvió una encantada copa de besos, que te reta a actuar, a transcursar en múltiples formas, esa… es la que te espera en los hipogeos de Tierradentro del río Cauca. Sabrás encontrarme, en medio de los huesos y de las piedras de jade, de los líderes guerreros que dieron su vida con miles de compañeros, en la guerra contra los Bastidas, los Heredia, los Jiménez de Quesada, los Belalcázar, Aguirre, los Pizarro, y los demás asesinos invasores de Granada y Castilla. “Chayrak’mi chayrak’mi chayaykamuchkani parachawampas wairachawampas contrastaykukuspay”37

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De esta mujer, Runo aprende cómo vivir expectante, para que acontezca en él, el mundo del afuera, a partir de los archivos de sus descubridores.

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Las primeras veces en las que los llamados humanos vieron aparecer el Afuera, fueron en aquel siglo XVIII en el que sintieron la “ausencia de Dios”, se auto proclamaron como tales, como humanos, y empezaron a buscar las leyes de su historia y del mundo, pero se les traspuso el Marqués de Sade, con su monólogo insistente, para “Con el viento he llegado/con la lluvia he venido, / con el granizo entro al pueblo/ ¡cantando! / con la lluvia y con el viento”. Primera estrofa de la canción: Carnaval taki. Arguedas, José María. Canto Kechwa. Obra citada, página 39.

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Finalmente, lo reta a que cumpla en su próximo libro con su más grande anhelo: Volver al tiempo de la película de la que escapó, para que cumpla con hacer pedir perdón y reparación, a Aguirre y a Urzúa, como representantes de todos los “conquistadores” de América, por la barbarie, la hecatombe y la masacre contra las comunidades indígenas nativas. Y para iniciarlo, o prepararlo, para su próximo cuarto libro, le revela cómo potenciarse para transcursar a los tiempos del Afuera: De los llamados tiempos presentes, de esos únicos instantes vivos que mueren inmediatamente, y de los cuales sólo nos queda la virtual danza de los fantasmas, se vuelve a los tiempos pasados, con el objetivo de liderar Inmanencia con Michel Foucault, desde su libro: “El pensamiento del afuera”. Editorial Pre-textos, 5ª edición, Valencia, España, 2000. Páginas 18 - 22.

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Aconte… seres… de una comunidad… inconfesable Runo Rímac habitante del afuera |

proponerles, como una ley sin ley del mundo, la desnudez del deseo; luego, durante la mitad del siglo XIX, Nietzsche y Mallarmé, para detentar el derecho a la palabra, para desaparecer el sujeto que habla; luego, en la bisagra de la mitad del siglo XX, Artaud, para desatar el lenguaje discursivo en la violencia del cuerpo y del grito, transformar el pensamiento interior en energía material, sufrimiento de la carne, persecución y desgarramiento del sujeto, y Bataille, para que el pensamiento, en lugar de ser discurso de la contradicción o del inconsciente, transcurse en discurso del límite de la subjetividad quebrantada, de la transgresión; luego, durante la segunda mitad de este ultimo siglo, Klossowski, para que la experiencia del doble, de la exterioridad de los simulacros, de la multiplicación teatral y demente del Yo, sea posible; y más recientemente, Blanchot, el que tanto más representa para nosotros este pensamiento mismo 38.

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futuros. Los personajes protagónicos o secundarios (incluidos, grupos y comunidades), van de sus vidas a sus recuerdos, para liderar sus luchas; y sus anhelos pueden ser aquellos mismos por los que lucharon en su pasado, o aquellos que los nuevos tiempos vienen arrojando.

Orlando Flórez Rodríguez |

Volver al pasado, pero sin la pretensión de vivirlo adecuadamente; pues el olvido - tal como quedó aclarado por los filósofos de la bisagra del siglo XX al XXI, como Deleuze y Blanchot - no depende de la represión de algún censor de la conciencia, como creía Freud, o de la falta de archivos, como creen los historiadores, o de la falta de voluntad científica, sino del simple hecho… de volver a repetirse, en otra forma. Por tanto, será inútil intentar instalarte en un pasado que, aunque pasó, nunca fue. ¿Cómo instalarte en un contratiempo, o en una contracorriente del tiempo, como si este fuera un remolino que forma su caudal borrascoso a partir de un nacimiento, y en el que es posible hacerse presente, agarrándome de un tronco, o de un barranco, fantasmagórico? En verdad, sólo podrás navegar… sin dirección… ni sentido…por un mundo inmaterial multiverso…movido por un deseo o sentimiento obsesivo, como en un sueño.

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Y como tú mismo… eres un espectro del tiempo… no olvides ver y sentir todas las películas de uno de los mejores exponente del tiempo, en el campo cinemático: Tarkovski39. El lenguaje que registra el acontecimiento del Afuera debe ajustarse a la función que cumple la cámara en sus películas; no centrarse en nada; nómada, por instantes cortos o largos, para mostrar los cuerpos, las cosas y los espacios; para corroerlos, esculpiendo el tiempo en sus superficies, y sentir sus latidos. Inmanencia con Carrera, Pilar. “Andrei Tarkovski: La imagen total”. Fondo de cultura económica de Argentina, Buenos aires, 2008.

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Ten presente, ya por ultimo, ser consecuente con lo que has decidido; explorarte en el vacío, en los anaqueles de los archivos de la memoria escrita, sólo para asomarte a contemplar tu propio rostro informe, tu rostro de cicatrices imborrables, tu rostro de escaramuzas y conspiraciones descubiertas. Entre el vacío y las membranas del tiempo, buscarás refugio en las más incómodas verdades, para iluminar, encuadrar, los gestos, los gritos, los llantos, los estallidos, la respiración y los gruñidos de las fieras españolas en combate, y de los aborígenes en sus trincheras vengativas. Dulce amigo, temible compañero, quiero, de esta manera, darte la entrada al Preludio de tu próximo libro: Llegó el sensor de tu existencia, el calor que da la vida, el clima del amor. Llegó parafrásico y textual, llegó, un tanto amargo, pero dulce, sin dolor. Pusilánime, fugaz y nómada. Sin saber por dónde ni a dónde vas; perdido y perseguido. Raudo… como la primera vez que entraste al jardín de la casa de Elena, a sus selvas y melenas, a su madriguera, y a su régimen de texturas y apariencias, para acontecer en forma de jaguar. Llegó la hora de cumplir tu papel, para el que nunca fuiste escogido, para volver a hacer realidad el Afuera de Runo Rímac, el de uno de los miles de indígenas de Colombia 40…

https://www.mincultura.gov.co/SiteAssets/documentos/editores/20658/PUEBLOS%20IND% C3%8DGENAS%20DE%20COLOMBIA%2093%20MAPAS.pdf.

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Aconte… seres… de una comunidad… inconfesable Runo Rímac habitante del afuera |

Esta misma mujer, acudiendo a su sapiensa, finaliza, reiterándole a Runo, que él sólo es, y será, un habitante del Afuera. Y, por tanto, que en su pensar y trasegar, no cabe ni existe ninguna voluntad humana o divina, como organizadora del acontecimiento y de la continuidad de las imágenes-sonidos.

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“Aisariway chutariway chikchischay paraschay maymi jamusk’anchis chayta chikchischay paraschay”41

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“¡Llévame de aquí, jálame a nuestra querencia, / tormenta de agua y de nieve! / Es hora de volver ¡arrástrame ya!,/ viento de lluvia y de nieve.” Sexta estrofa de la canción: Chikchischay paraschay (tormenta de nieve…). Arguedas, José María. Canto Kechwa. Obra citada, página 52.

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ACONTE… SERES… DE UNA COMUNIDAD… INCONFESABLE Runo Rímac Habitante del Afuera Se terminó de imprimir en marzo de 2021. Para su elaboración se utilizó papel cote 115 g. en páginas interiores y papel esmaltado de 150 g. para la carátula. Las fuentes tipográficas empleadas son Arial 13 puntos en texto corrido y Arial 14 puntos en títulos.



“Escribimos para perder nuestro nombre, queriéndolo, sin quererlo, y, en efecto, sabemos que otro nos es dado necesariamente a cambio, pero ¿Cuál? El signo colectivo que nos envía al anonimato (puesto que ese nuevo nombre - el mismo - no expresa más que la lectura sin nombre, jamás centrada en tal lector designado por su nombre, ni siquiera una posibilidad única de leer. De este modo el nombre que nos hace vanidosos o desdichados es la marca de nuestra pertenencia a aquello que carece de nombre, aquello de donde nada emerge: la nada pública –la inscripción que se borra sobre una tumba ausente”.

Aconte… seres… de una comunidad… inconfesable Runo Rímac habitante del afuera

Maurice Blanchot

Orlando de J. Flórez Rodríguez


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