19 Edición Revista Lúdica

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Ediciรณn Digital No. 19

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Septiembre - Diciembre 2016


SOBRE LÚDICA Lúdica surge como un espacio para el intercambio de ideas y conocimientos psicoanalíticos estimulando propuestas novedosas que jueguen con las clásicas fundamentales del psicoanálisis. Reconociendo los alcances de los diversos enfoques psicoanalíticos, se abre este espacio para complementar las diversas perspectivas que componen este campo, brindando mayor riqueza al quehacer clínico al estimular nuevas inquietudes y nuevos senderos en la práctica clínica. En estas páginas fundamos un lugar de respeto y diálogo para las distintas teorías psicoanalíticas con el objetivo de inaugurar un nuevo espacio psíquico convergente para quien acuda a su lectura.

ESCRITOS Alicia Leisse de Lustgarten Fernando Orduz González María Ana Menzel Leslie A. Sechel Vela

EDICIÓN Claudia Castro Claudia Melville Liza M. Zachrisson Surami Morales

EXPRESIONES Manny Rionda

DIAGRAMACIÓN Y DISEÑO Surami Morales

CONCEPTOS

IMAGEN DE PORTADA Manny Rionda “Estoy en un Efraín”

EN LA LIBRERA Estefanía Coma e Inés Ordóñez

info@revistaludica.com

Pág. 2

/Revista Lúdica

revistaludica.com

@RevistaLudica

17 Av. 19-70 zona 10 Edif. Torino - Ofi. 1406 Guatemala, Guatemala


Coronas Manny Rionda

ESCRITOS La pareja ¿una relación imposible?: Explorando en la clínica psicoanalítica Alicia Leisse de Lustgarten Pág. 4

Pág. 21

CONCEPTOS

Acting Out Pág. 26

Literatura y Psicoanálisis Fernando Orduz González Pág. 9

EN LA LIBRERA Lo traumático Tomo I y II Estefanía Coma e Inés Ordóñez

Ser elegido: de objeto abusado a sujeto deseante María Ana Menzel

Pág. 27

Pág. 13

SOBRE AUTORES

Dinámicas arquetípicas en la relación analítica. Asclepio, el sanador herido. Leslie Sechel Pág. 16

ESCRITOS

Alicia de Lustgarten Fernando Orduz María Ana Menzel Leslie Sechel EXPRESIONES

Manny Rionda EN LA LIBRERA

Estefanía Coma e Inés Ordóñez Pág. 30

Pág. 3

ÍNDICE

EXPRESIONES


ESCRITOS

La pareja ¿una relación imposible?: Explorando en la clínica psicoanalítica El presente trabajo propone enfocar la pareja desde los tiempos actuales, considerando los cambios que comporta la vida en común. La problemática que supone convivir en una relación de a dos no es nueva; sí lo es el pedido de ayuda que suele producirse a raíz de una crisis aguda. Qué suscita conflictos que acaban con la relación, o devienen en un equilibrio insatisfactorio formará parte del abordaje terapéutico en una tarea conjunta que apunta a una historia construida. Desde esta perspectiva, la pareja se articula en una red de acuerdos y de pactos inconscientes, de códigos propios, de depositaciones mutuas que re escenifican acontecimientos infantiles en la pretensión de retomar conflictos que quedaron pendientes.

POR: ALICIA LEISSE DE LUSTGARTEN LA PAREJA EN EL ESCENARIO TERAPÉUTICO Hablar de la pareja desde distintos enfoques teóricos o clínicos no puede sino enriquecer la escucha de un abordaje que cada vez tiene mayor demanda y que se conforma en un encuentro particular que atañe a tres personas. Las ideas que traigo recogen la propuesta de enfocar la pareja desde nuestro vivir, en la aproximación casi obligante de dar cuenta de qué hablamos hoy al considerar los cambios que comporta la vida en común, al tiempo que suscribo la afirmación de Giddens 1995, que la modernidad es inseparable de la intervención de la razón, en la que caben la pregunta y el pensar. Habitamos tiempos de menor preocupación porque los hechos cuadren, en los que la explicación causal no alcanza y la diversidad o la asincronía prometen nuevas aperturas. Ello supone un saber por demás dinámico, derogador de explicaciones dogmáticas que no queda en el campo de la exploración teórica; la propia pareja lo trae a la consulta. La problemática Pág. 4

que supone convivir en una relación de a dos no es nueva, siempre ha estado; sí lo es el pedido de ayuda que suele producirse a raíz de una crisis aguda, cuando asoma una separación inminente o ya está en proceso. La pregunta sobre que suscita conflictos que acaban con la relación o devienen en un equilibrio insatisfactorio, formará parte del acuerdo de trabajo que reúne a los tres actores del escenario terapéutico en una tarea conjunta que apunta a la relación y a la historia construida más que lo que acontece en un miembro particular. En qué entorno vive la pareja nos lleva a subrayar la intensa movilización a la que está sometida en una realidad que la sobrepasa. La inestabilidad preside una vida de creciente dificultad: el par conyugal invierte su tiempo en la actividad laboral o en la atención de los hijos de manera tal, que la presencia de a dos, o lo que es lo mismo el espacio que reclama la intimidad, queda ignorado afectando la vida sexual hasta un punto que termina

por desconocerse porqué podría ser importante, y cuando por fin la quieren recuperar parece demasiado tarde: cada quién ha tomado caminos tan divergentes que ya no quedan proyectos en común ni ganas para construirlos. Siendo psicoanalista que dedica su práctica a la atención prevalentemente individual, no deja de sorprenderme que en el último año acuden más de siete parejas a tratamiento en forma regular, de las que todavía atiendo a cuatro, asomando un planteamiento que no se reduce a evitar una separación o a modificar un clima perturbador; quieren entender qué les pasa para procurarse nuevas opciones. El título que encabeza estas líneas, tiene su razón de ser; no se trata de un juego de palabras. El estudio sistemático del discurso del sujeto que da cuenta de qué más está hablando, así como la convivencia con otro en una relación horizontal, me llevan a una propuesta inquietante y tranquilizadora a la vez: la pareja en tanto lo que pretende, lo que elige y lo que insiste comporta


imposibilidad. Ello no significa la fácil afirmación contemporánea de sabor postmoderno: la muerte de la pareja; por el contrario, la vida en común sigue siendo una escogencia preponderante hoy por hoy, no sólo como algo mandatorio desde el discurso cultural, sino como opción que suscriben una inmensa mayoría de sujetos, eso sí, con variantes. No hay demasiado apuro para casarse, ni promesa de que será para toda la vida, se defienden planes personales específicos y clama la apuesta por una vida sexual placentera. En época de importantes transformaciones, ser padre o madre deja de ser una prioridad y las relaciones se plantean en términos de igualdad. El sujeto de hoy tiene un proyecto que no necesariamente se engarza en la vida en familia. Deseo y amor no siempre van juntos y la renovación del objeto sexual con frecuencia conmina a uno o a ambos miembros de la pareja a cuestionar la relación. Todo ello delinea una pareja con una presencia propia, particular de nuestros tiempos actuales. El hecho indefectible de un mundo inconsciente, dispar de la expresión consciente, hace rato que ha puesto en claro que el sujeto humano es un ser de conflicto, no hay forma de sustraerse del mismo; es condición del vivir. La definición dual de una pareja supondrá, por tanto, el entretejido de complejas interacciones pobladas Pág. 5

de desencuentro. El énfasis que traigo se refiere a que si eso imposible es esencia de la pareja, corresponde desandar el camino de eludirlo para más bien desmontarlo; quizá ello devele la odisea quijotesca de alcanzar un ideal de funcionamiento en la convivencia con otro, espejismo que nos alcanza hasta tal punto, que aún autores de la envergadura de un Freud o de prestigiosos psicoanalistas, insisten en una suerte de molino de viento de un amor completo, de una fantasía de perfección, de algo así como “ni un sí ni un no” o escuchamos enunciados que sentencian una supuesta madurez genital y hasta un amor sexual maduro. En este mismo orden de ideas, caen una a una las certezas de combinatorias para que una pareja funcione, así como queda en tela de juicio que supuestas afinidades allanen el camino para que dos personas se complementen. Tratamos de nuevo con la ilusión de completud recogida en la tan mentada frase “mi otra mitad” que, sin desconocerla como algo que aparece, es más un decir que un real, permítaseme el término. No es fácilmente explicable qué acerca a dos seres; que sean parecidos o diferentes se alternan sin que uno u otro den argumento que tiente una fórmula para el anhelado bienestar. Así que invito a trasponer el umbral y avizorar algo

más sobre la dinámica que habita la intimidad de una pareja. Desde esta perspectiva debo aclarar que me muevo en el enigmático mundo inconsciente donde la historia de cada quien es única y el sello de identidad irrepetible; donde si bien comandan modelos identificatorios que marcan nuestra condición de sujetos, distan mucho de devenir en moldes fijos y lo que pudo haber sido pregunta de porqué los mismos padres tienen hijos tan distintos, aclara que nunca un padre es el mismo, tampoco como será registrado. Ciertamente hay repetición pero, subrayo, no hay definiciones únicas de que mantiene unidas a dos personas o que acaba con la relación. EL DISCURSO DE LA PAREJA A veces ocurre que una simple frase toca nuestra escucha de manera particular y queda pulsando un pensar que ya no soltamos. Eso me ocurrió ya hace unos años en el contexto de los comentarios que un colega hacía acerca de la película: “Yo te amo” de Arnaldo Yabor, 1981. Decía que en los comienzos de una relación, la atracción en el campo del amor se daba ante el encuentro con lo diferente del otro, pero la continuidad de la misma advertía que los movimientos eran para hacer de ese otro un semejante. Esa curiosa manera de desplegar el juego del amor me ha acompañado todo este tiempo en una suerte de corroboración que propone una pregunta y un comentario. Insistiendo en lo particular de cada quien ¿podemos suscribirlo como algo regular, propio de la vida de a dos? El comentario recoge la paradoja de que ese afán de semejanza tiene un doble frente: se hará fuente de conflicto en tanto cada quien quiere preservar lo que es so pena de desaparecer como ser de pensamiento, al tiempo que soporta


el constructo común de dos seres que fundan un nuevo y propio código, una historia compartida con matices donde caben las más diversas vivencias. Representa una suerte de cuerda floja que se desnivela con facilidad en tanto caldo de cultivo para el conflicto y explica porqué la escucha psicoterapéutica se la topa una y otra vez. Por un corto tiempo vi en pareja a la novia y al que hace un tiempo atendía como paciente, para trabajar el alejamiento defensivo de él, comprometido horas en su trabajo al lado del padre de quien no se podía separar a sus 40 años, a pesar de la urgencia de autonomía que mostraba su discurso. Comenzó a sacarle el cuerpo a las sesiones individuales y vi una puerta de entrada en las dificultades crecientes que también tenía con su novia, siempre con el problema del tiempo. Casi asombrada fui testigo del desmoronamiento de la relación en pocas sesiones. “Apretaste mucho la cuerda”, le dijo a ella. La otrora mujer fuerte, impositiva e intransigente cayó en una depresión importante mientras que Luis recuperó el color de algún ejercicio de escogencia y validación de su deseo. Ambos me dijeron por separado que lo entendían como el corolario del trabajo en terapia y Reyna entró a preguntarse de qué se trataba este tercer fracaso, había estado casada ya dos veces, y por qué su pretensión de hacer de Luis un igual. Al decir de Freud: “Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos”. Desde un discurso personal, la pareja inserta al yo y al otro en una narrativa biográfica mutua. Es la perspectiva que tomo del mencionado autor Giddens para ilustrar de qué trata la escucha analítica que si bien encara un tratamiento por demás diferente de la escucha individual, Pág. 6

apunta a eso de más de lo que la pareja está hablando sin saberlo. Estamos en el terreno de que si el verbatum manifiesto da cuenta de un conflicto, el telón latente permitirá develar otras narrativas, las propias y las que tienen en común. La empresa terapéutica con dos supone una intensidad afectiva de alto volumen: cada quien suscribe un decir que defenderá como el verdadero. El otro es el equivocado, los reclamos se alternan con las inculpaciones y si se unen es para pedir un veredicto o para combatir eso enemigo, ahora ubicado en el terapeuta, desconociendo el espacio para

encontrar un porqué. El trabajo de a tres descubre que en la relación de a dos se producen acuerdos y nudos inconscientes desconocidos que alimentan un sistema de repetición del que pueden no salir. La terapia de pareja implica una reconstrucción de la relación, una mirada sistemática al tránsito que efectúan. No se trata de mantenerse juntos a toda costa, la dinámica puede mostrar que continuar es seguir en lo mismo. En este punto, la pareja tiende a querer interrumpir la terapia aunque pueda ser beneficiosa para

enfrentar las dificultades que trae la separación. He encontrado que una fantasía subyacente es que el terapeuta resolverá las diferencias y asegurará la continuidad; desde ese lugar, difícilmente quede a salvo de ser visto como un tercero salvador. No se pueden establecer criterios a priori de cómo continúa una pareja, son ellos los que seguirán escribiendo su narrativa. Veíamos como los cambios que emprendió Luis devinieron en choques irreversibles en la relación con Reyna, su posibilidad de ser él mismo acabó con el proyecto mutuo; ambos no cabían. Sostengo la idea de que el escenario terapéutico permite conocer bien quién es el otro; no es lo mismo la intimidad de a dos que frente a un tercero que puede mostrar intercambios apuntalados en determinadas creencias o expectativas, que la rigidización o esa inercia que invade lo cotidiano paralizando otros modos de aproximación. Luis ilustra esto cuando afirma frente a Reyna que ella miente, que a mi también me engaña, que las cosas no son como ella las dice. Es todo una tarea situar que cada uno tiene su versión porque la fantasía reiterada es que hay sólo una y cada quien se pelea por esgrimir la propia como la que vale. Considerar si una relación ofrece los suficientes beneficios para continuarla podría ser un criterio que separe o no a una pareja; pero a menudo, aún cuando represente una carga, pesan otras variables que llevan a uno, al otro o al par a arrastrar la pesadez de un vínculo desgastante, sin hablar de las relaciones que se sostienen en la lógica de la locura o la dimensión de un goce que eterniza el desencuentro. EL INCONSCIENTE ASOMA EN LA PAREJA La escucha analítica abre la pregunta ¿de qué trata el encuentro de dos personas que deciden emprender


una vida en común? Ser pareja apunta a la diferencia, a la alteridad, comporta el encuentro de dos sujetos; se contrapone a uno fusional, intrapsíquico, semejante. Reconocer al otro supone poder trasponer las fronteras del sí mismo y tropieza con lo que es para cada quien la pérdida narcisística: no se es todo, no se es el centro ni el único. La periodista Consuelo Lago 2000, afirma que “de todos los amores el más duradero es el amor propio”. El terreno del amor está indefectiblemente marcado por el ropaje narcisisístico en tanto porta la esperanza de encontrar por fin algo que falta y suplir la imposible completud, léase, imposible. Es así, como el otro arrastra la tarea de reparar esa fisura que forma parte de cada ser. No pocas veces la elaboración terapéutica se topa con el escenario que da cuenta que no se puede todo, que se pierde, que no es el escogido, que se está solo. La pareja tienta la fantasía de que ese otro será quien cumpla todos los pedidos. Es una fantasía apuntalada en eso vivido que deja un saldo pendiente y se entromete en el presente hasta tanto se cumpla. La dinámica que sostiene a la pareja advierte la presencia del ideal: el otro es sobreinvestido, término que da cuenta de que a partir de rasgos o actitudes, es visto, no como es, sino como se lo quiere ver, sobrevalorado, adornado de virtudes que responden a la imagen anhelada que quisiera para sí. Se presta para representar con él un guión fantasmático y lo inmoviliza en un recuadro que explica una suerte de juego complementario en el que más allá de reproches proyectivos, que reclama el supuesto incumplimiento de ese otro, las jugadas se suceden en una suerte de secuencia fija que no permite otra opción. La frase popular: “Ya no sé qué más hacer para complacerla” delata que al responder al pedido concreto no advierte la otra cara de la demanda, ¿por qué Luis tiene que actuar en los términos que Reyna pretende? ¿Por qué no puede tener un espacio para sus amigos o emprender sus negocios como él considere?, ¿Por qué tiene que tener ciertos hábitos y Pág. 7

no los suyos? Más allá de la lectura usual que ella puede ser una mujer dominante y él un seguidor pasivo, nos encontramos con la espera de algo particular inconsciente y velado en determinados pedidos que una vez cumplidos darán paso a otros. Lo que allí está ocurriendo es parte de lo que será desmontado en el quehacer terapéutico. La propia paciente se cuestiona el estar con alguien tan distinto a todo lo que a ella le gusta, hasta que damos con el texto faltante. Alberto está llamado a suplir una presencia masculina complaciente y afectuosa que nunca antes tuvo, sostener los propios anhelos asoma de nuevo la vivencia en ella de quedar a un lado. Que el “otro” va a satisfacer todos los pedidos es otra vertiente de lo imposible, el saber racional no basta y vemos reincidir los reclamos en una escalada sin fin. La pérdida narcisista y el despliegue de la idealización serán dos pilares en toda pareja. El ideal se sostiene en otra figura a la que me he referido: dejar de ser dos invita a volverse uno. En los comienzos de la vida se es uno con “el otro madre” al que no se diferencia todavía, y esa ruptura, desgarradora de una continuidad de garantía y de suministros incondicionales, hace posible la vida del sujeto como propietario de sí mismo y dueño progresivo de su vida

psíquica. Es el correlato del alivio que produce ser quien se es a diferencia de la enajenación en pretender vivir a través de otro. El reconocimiento de la alteridad y de lo semejante, la libidinización del cuerpo propio y del cuerpo del otro, la búsqueda urgente de un alguien, o la dificultad para la intimidad abren la vertiente de escenarios que no sólo fueron historia. No hay tal cosa como una historia ya escrita, ella continúa. Pues bien, la relación con el otro, cuna del amor y del deseo, es terreno fértil para escenificar está dramática; claro está, representada con variantes en pedidos y variantes en el discurso. Luis reclama con tono lastimero la caricia que recibe su hijo de Reyna, preguntando porqué con él es diferente. El estilo seco de su mujer lo toca de manera particular en tanto seca ha sido una infancia signada por la pérdida de su madre y por un padre bastante alejado. La sequedad física no toca a todos por igual, para él es indigerible. VIVA LA DIFERENCIA He afirmado que la pareja refiere a una identidad construida, que no se resume a la suma de la organización psíquica de cada uno de sus integrantes; diría más, tiene una estructura inconsciente propia


y hace efecto de cambio en cada miembro. He ahí una de sus complejidades, es una red de acuerdos y pactos inconscientes, de códigos propios, de depositaciones mutuas que re escenifican acontecimientos infantiles en la pretensión de retomar conflictos que quedaron pendientes. La pérdida de lo que no se es o no se tiene es aliviada por el amor al otro, aunque lo que se actúe es la creencia de que lo diferente debe ser sometido a una suerte de conquista. Es así que la razón de ser de la pareja refiere también a la ruptura, a la discontinuidad, a la negociación y al conflicto y así la dificultad que comporta lo que no se es y lo que no se puede tener, se renueva en una suerte de duelo del que se sale pero que siempre es susceptible de regreso. El afán de poder se traduce en atentar contra el otro aunque ello redunde en el vacío. Silenciar el enigma de ese otro, lo que tiene de indecible, la frescura de su gesto espontáneo acarrea la supuesta seguridad de lo conocido, pero adosada a la aridez de lo siempre igual. Este panorama muestra el fracaso en medida variable de una posición de lo hetero y así la alteridad o búsqueda del otro desde la diferencia suele estar en un atolladero. Sea quien sea el que ejerza este poder desde el terreno de su género y de su fantasma, marcará la dialéctica que sostiene a la pareja; conocerla echa por tierra construcciones imaginarias y no pocos malentendidos. DespratsPequignot 1994 señala agudamente: “El ser humano pasa una gran parte de su tiempo, si no la mayor parte de su existencia, suspirando tras lo que finalmente podría satisfacerlo y cree hallarlo en un compañero al que trata muy a menudo no como a otro diferente sino como a otro él mismo; un semejante”. No deja de sorprender que el discurso cultural, en su enunciado religioso y aún legal, prescriba hacer uno de dos, sin saber que está convocando a una aproximación patológica. Mitos y creencias que sostienen la Pág. 8

definición ideal de la relación en pareja han sido sancionados como los que valen: “La mujer seguirá al hombre donde quiera que vaya”; “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. La relación de pareja arranca con una suerte de handicap en tanto concepción ideal que va desde el colectivo social “por siempre juntos” hasta el imaginario individual “para siempre completos”. La estructura del sujeto humano se sostiene en la lógica de la castración desde la que asoma siempre la falta y ello va a teñir los pedidos que dirige a ese otro de la pareja. Tener en cuenta lo diferente no sólo es fuente de novedad y de caminos creativos, también trae alivio. La experiencia terapéutica muestra en ello una importante vía de cambio.

Referencias bibliográficas: Benjamín, J (1996) Los lazos de amor. Buenos Aires: Paidós. Desprats-Péquignot, C. (1994) La psicopatología de la vida sexual. Buenos Aires: Amorrortu. Giddens, A.(1995) La transformación de la intimidad. Madrid: Cátedra Kernberg, O (1995) Relaciones amorosas. Buenos Aires, Paidós. Fotografía: Gratuita web


de mi maestro Brainsky quien en mi rotación de psiquiatría me dejó muy en claro la diferencia entre esta disciplina y el psicoanálisis… Hoy en día dudo si por aquella época ya el relato de Gog sobre Freud se había atravesado por mi vida….

POR: FERNANDO ORDUZ GONZÁLEZ ¿Dónde encuentro el rastro de la ligazón de la literatura y el psicoanálisis? Mi memoria recorre a lo largo de la obra de Freud diversas referencias, pero también se deja atravesar tangencialmente por lecturas varias que hacen referencia al encuentro de estas dos disciplinas.

el psicoanálisis me ha permitido entender eso: que allí donde digo Yo anidan muchas alteres…alteres egos que me alteran y me alternan…soy muchas lecturas vividas, o muchas vidas leídas, escritas en mi piel, en mi hacer…

Empiezo por algo de carácter personal que he dicho en otros espacios, un mensaje lanzado hacia océanos virtuales en la búsqueda de manos y oídos que puedan desentrañarlo: mi opción por ser psicoanalista y permanecer en este oficio de alguna manera se relaciona en que el psicoanálisis guarda, en mi forma de percibirlo, mayores relaciones con la literatura que con la medicina. Creo que si el psicoanálisis fuera una disciplina eminentemente científica hubiera dejado que otra pasión anidara mis días y mis oficios cotidianos.

Justo cuando estaba escribiendo la confesión personal en la que un lector puede leer que yo abandoné la medicina y tuve temor a ejercer la literatura y me refugié en el psicoanálisis, recordé el texto de Gog donde recoge una confesión de Freud: “Yo soy un hombre de ciencia por necesidad, no por vocación... Mi héroe secreto ha sido siempre, desde la niñez, Goethe. Hubiera querido entonces llegar a ser un poeta y durante toda la vida he deseado escribir novelas…. “. Bien dijo Gog que Freud le confirmo que concebía la idea de transformar una rama de la medicina, la psiquiatría, en literatura.

En ocasiones me pregunto si esta disquisición personal es mía o es obra de la lectura pasajera de un libro de Papini llamado Gog, en últimas

Toda mi vida había creído que había optado por un retiro de la Medicina movido por las palabras

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En aquella ocasión mi Maestro Brainsky me dijo que Freud recomendaba para entender el psicoanálisis, leer más literatura y mitologías que obras de ciencia natural…Hecho entre otras muy cierto ya que Freud, escribiendo el caso de Elizabeth von R escribía estas palabras, en 1892: “[...] a mí mismo me resulta singular que los historiales clínicos por mi escritos se lean como unas novelas breves, y de ellos esté ausente, por así decir, el sello de seriedad que lleva estampado lo científico. Por eso me tengo que consolar diciendo que la responsable de ese resultado es la naturaleza misma del asunto, más que alguna predilección mía; es que el diagnóstico local y las reacciones eléctricas no cumplen mayor papel en el estudio de la histeria, mientras que una exposición en profundidad de los procesos anímicos como la que estamos habituados a recibir del poeta me permite, mediante la aplicación de algunas fórmulas psicológicas, obtener una suerte de intelección sobre la marcha de una histeria” Siguiendo con esta idea uno podría pensar que cada paciente no es sino una obra literaria en vivo, como diría de nuevo Freud a Gog: “las confesiones de mis enfermos constituían un precioso repertorio de documentos humanos…Y en ocasiones del otro lado del diván, mientras mis ojos se entrecierran, el relato de cada paciente me parece la obra de un literato que intenta desentrañar las honduras que animan al personaje que portan como máscara en sus acontecimientos cotidianos” . Parecieran relatos vivos como los personajes de Fahrenheit 451

ESCRITOS

Literatura y Psicoanálisis


(recuerden que es la equivalencia de 233 grados centígrados, temperatura en la cual arde el papel de los libros). Siempre me llamó la atención esa horda de hombres libro dirigida por Granger que grabaron en su memoria de manera exacta las grandes obras de la literatura y las preservaron de morir en las llamas. Ahora que escribo esto me pregunto qué tanto Umberto Eco nos legó un suceso contrario a Farenheit, donde Jorge de Burgos permitió que las llamas devorasen la biblioteca mientras sus fauces devoraban literalmente el segundo tomo de la poética aristotélica. Acción que el monje ciego de la novela realizó para impedir que la risa y la comedia compartan el lugar que la dimensión trágica otorgó, llena de beneficios, a la religión católica que construyó un culto al hombre que sufre. Pero no quiero desvariar, aunque sigo en los márgenes de la literatura. Algo de esa confesión que Freud le deja a Gog, que reencuentro en Fahrenheit me llevó a un segundo relato personal que quisiera plantear. Y fue un encuentro con el escritor colombiano Nahum Montt, en la cual me pidió que hiciera lo mismo que hoy estoy intentado hacer acá, plantear una ligazón entre Literatura y Psicoanálisis. En aquel momento comenté: dejé de leer novelas, ahora oigo historias, leo libros en vivo, creo que tras leer y llenar la biblioteca de papeles que morirán en alguna hoguera a 451 Fahrenheit, hoy por hoy acumulo historias en vivo que se graban en algún recóndito disco duro de mi inconsciente. En últimas tengo a un protagonista que se sale de las letras de un guión para contarme y hacerme vivir una historia que no es la mía. Un poco a la manera de ese personaje de la película de Woody Allen que sale de la pantalla para ingresar en otra dimensión que es la del espectador de cine. De nuevo esa otra historia Pág. 10

que me altera, que me saca de mi, que me hace ser otro.

subyace en el fondo de toda alma humana.

Tal vez aquí quepa una reflexión que trae Ricardo Piglia sobre Nabokov y el psicoanálisis, plantea que el autor de Lolita situó al psicoanálisis como un fenómeno de la cultura de masas porque es una teoría que permite al individuo ubicarse dentro de las grandes tragedias ya que le da a la experiencia rutinaria de cualquier ser humano una dimensión de carácter extraordinario al ubicarlo en el centro de una vivencia con tintes de héroe

Ahora que digo esto, pienso que muchos de los pacientes de Freud fueron héroes literarios. Lo primero que pienso es que muchos de los textos clínicos de Freud están animados por personajes que emergen de los libros y no de la vida real: Schreber, Norbert Hanold, El hombre de arena, Cristobal Haitzmann, el mismo Juanito, son más personajes de tinta, más verbo que carne y sangre.

griego salido de una lectura de Sófocles. Cuando Freud reflexiona sobre los personajes psicopáticos y el teatro de alguna manera destaca esto cuando plantea que el espectador del drama es un individuo sediento de experiencias, un mísero al que nada importante puede ocurrirle y la tragedia le permite vía identificación ser héroe de esa experiencia. Un Prometeo que se rebela frente a los dioses y obtiene el título de héroe

Freud nunca los vio a estos personajes, los leyó y hoy por hoy mucho de la teoría de la paranoia se debe a la lectura de Schreber, y el Hombre de Arena le permite construir a Freud su teoría sobre lo siniestro, y Hanold le permite corroborar sus teorías del simbolismo onírico y Haitzmann le permite indagar cómo en la historia de la humanidad la histeria se enmascaró bajo la magia. Todo esto por no decir que una de las claves del hombre de los lobos estuvo en la literatura infantil, que Tótem y Tabú fue una comprensión de las neurosis obsesivas guiadas de la mano de James Frazer y que la interpretación de los sueños debe mucho a ese viajero impenitente del siglo II, Artemidoro de Efeso (o Daldis). Este último deja a Freud, no sólo la indicación que en el fondo de los sueños se cocina a fuego lento la sazón de la estructura humana, sino hasta el propio nombre de la obra capital de Sigmund, una fiel copia del título que Artemidoro dio a su texto. En últimas Freud siempre copiaba, eso de alguna manera lo denuncia Harold Bloom. Para este crítico, Freud no es sino un remake de Shakespeare. “Hamlet, mentor de Freud, anda por ahí provocando que todos aquellos con quienes se encuentra se revelen a si mismos, mientras el príncipe (como Freud) esquiva a sus biógrafos” . No debemos olvidar que Freud pensó en algún momento a Hamlet como elemento icónico


que explicara el universo complejo de las relaciones familiares antes de quedarse definitivamente con el personaje de Edipo. Para Bloom, Shakespeare es la autoridad secreta de Freud, un padre al cual el médico literato no reconocería. Un padre de una tragedia debería tener un tono aristotélico y según Bloom por ello a Freud le encantaba la idea de que el Conde de Oxford o Bacon eran en realidad los escritores de los dramas shakesperianos. Bloom critica ese interés Freudiano de anclar en la biografía del autor la causa de su arte, así como critica el reduccionismo angloamericano y la retórica confusa lacaniana. Una de las joyas que he encontrado en la lectura de Bloom es esta: Hamlet no tenía un complejo de Edipo, pero Freud ciertamente tenía un complejo de Hamlet, ¡y quizás el psicoanálisis es un complejo de Shakespeare! Para Bloom el psicoanálisis puede desparecer del planeta como terapia, creo que para Bloom, bien merecido se lo tendría, pero Bloom dice: Freud como escritor sobrevivirá a la muerte del psicoanálisis. Pero así como Bloom dice que Freud es un hijo ilegítimo de Shakespeare, tendría uno que tener en cuenta la afirmación de Joyce quien decía que Joyce en alemán es Freud. ¿Qué hay en Joyce de Freud? ¿Qué es ese monólogo final del Ulyses? No puedo dejar de pensar que más que al surrealismo, si a alguien nutre la interpretación de los sueños es a la estructura narrativa de Joyce en ese monólogo final de Molly Bloom, qué curiosa coincidencia hablar de Molly Bloom tras venir hablando de Harold Bloom. A propósito de Joyce, una anécdota a partir de un interrogante. Joyce escribe Finnegans Weak, hasta qué punto inspirado por los textos fragmentados de su hija Lucía, (perdón señor Bloom ya sé que hago algo que no se debe y que yo mismo detesto, reducir el valor de una obra literaria a un aspecto Biográfico). Pág. 11

Pero mientras su hija se desquiciaba y se perdía en la locura, Joyce escribía Finnegans Weak. Ricardo Piglia narra esta anécdota: “Preocupado por la salud mental de su hija, Joyce lleva a Lucía al consultorio de Jung, y le muestra los textos que ella escribe, comparándolos con los de él, con los de James, buscando en ellos talvez un testimonio que le permitiera a Jung hablar de un reducto de sanidad mental en medio de la locura. La respuesta de Jung es sublime, en mi concepto, tras leer los textos dice a James Joyce: allí donde usted nada, ella se ahoga”. Iniciando mi formación psicoanalítica compartí una pasión. Todo surgió del cine, del encanto que sentí al ver el Halcón maltés, tras la película surgió el nombre del autor de la obra, apareció Hammet y tras Hammet, Chandler, y tras Chandler, Poe, y tras Poe, Chesterton, y de ahí Conan Doyle y ahí me detuve un tiempo, pensando que estaba leyendo la obra de otro médico que jugaba a la literatura y que convirtió en literatura el oficio médico de finales de siglo XIX. El ejercicio de desentrañar signos y síntomas fue llevado a otro lugar, lo saca del ejercicio de la medicina que adivina a partir de rastros e indicios el origen de una enfermedad, al campo de lo social para proponer

que los hechos sociales de carácter delictivo tienen la estructura de un síntoma, un asesinato es un efecto en lo social que un interpretantesemiólogo permite comprender los hilos que se tejen bajo la simple superficie de un aparente delito. Conan Doyle y Freud, reconstruyen una escena original a partir de una observación de una escena de los acontecimientos. El método analítico como el de las novelas policíacas es la reconstrucción, escuchen lo que dice Conan Doyle: En Estudio en Escarlata, Sherlock Holmes dice... “son pocas las personas que, si se les cuenta el resultado, son capaces de extraer de lo más hondo de su propia conciencia los pasos que condujeron a ese resultado. A esa facultad es a la que me refiero cuando hablo de razonar hacia atrás, es decir, analíticamente” … digo yo, psicoanalíticamente. Es más, un elemento muy interesante, en las novelas policiacas, usualmente el consultante, el demandante frente al detective es el propio victimario. En El Halcon Maltés de Dashiell Hammett, Miss Wonderly (Brigid) acude a la oficina de Sam Spade para que encuentre a su hermana y la separe de un hombre. Brigid manifiesta un motivo inocente que esconde una trampa latente. Durante el transcurso de los acontecimientos nuestro detective sucumbe al amor frente a Brigid (algo similar al amor de transferencia, aquel del cual


Breuer huyó), pero sobrevive hasta el final para develar la estratagema femenina, el detective iba a ser víctima de la seductora pero logra leer la trama. Spade dice no soy Thursby, no soy Jacobi... no voy a seguir los pasos de Dios sabe cuánto más. El demandante lleva en sí el engaño en el cual intenta atrapar al analista, busca que sea el objeto enésimo de su trama. El detective devela el juego y vence la repetición mortal.

es de lenta absorción, no implica rapidez y eficacia, implica la reflexión que es la acción de volver sobre sí mismo, una y otra vez. Mientras el mundo moderno se llena de terapias que venden la rapidez del proceso como un valor, el psicoanálisis y la literatura, en su sola configuración estructural plantean una reversión de la temporalidad veloz de moda. Quiero terminar con una frase de un contemporáneo de Freud quien se manifestó antipático hacia el psicoanálisis, Karl Krauss (en Dichos y Contradichos): La metáforas son las perversiones del lenguaje, mientras las perversiones son las metáforas del amor. Referencias bibliográficas: Pappini G, Gog. Edasa Editores Freud Sigmund, Estudios Sobre la Histeria. Obras Completas. Trad. Lopez Ballesteros. Bloom Harold. Shakespeare: la invención de lo humano. Anagrama Editores Bloom Harold. El canon occidental. Anagrama Editores Piglia Ricardo, Virtualia # 7. Revista digital de la EOL. Abril-Mayo 2003. Conan Doyle, Estudio en Escarlata. Alianza Editorial.

Antes de terminar sólo quiero plantear que hay otro elemento que llama mi atención de esta relación literatura y psicoanálisis, tiene relación con algo que la modernidad ha convertido en un valor negativo, la lentitud. Si algo se opone como acción lenta a la velocidad moderna es el acto de leer, leer implica silencio, quietud, es un tiempo improductivo, revierte el ritmo de la modernidad del tiempo productivo, de la velocidad y la eficacia como signo positivo del actuar humano. El psicoanálisis, como la literatura Pág. 12

Hammet Dashiell. El Halcón Maltes. Alianza Editorial. Fotografía: Gratuita web


ESCRITOS

Ser elegido: de objeto abusado a sujeto deseante

Imagen: Alejandro Perdomo “domo”

Ser un “objeto elegido” y no un “sujeto que elige” es una de las consecuencias más dañinas que el saberse y sentirse elegido por alguien para ser abusado tiene en el psiquismo del sujeto. Muchas veces las personas presentan síntomas relativos al no querer ser elegibles nuevamente, por lo que existen trastornos concomitantes como los de la conducta alimentaria, por ejemplo; llegando al extremo en donde se pierde el deseo de “ser elegido” para vivir. En terapia, es importante que las personas vayan construyendo su propia resignificación, comenzando en las laderas del suceso, para irse abriendo camino hacia el suceso en sí. El rol del terapeuta debe ser poder soportar ir al tiempo, lógico y no cronológico, que el paciente permita y brindarle un espacio que le permita explorar su propio deseo.

POR: MARÍA ANA MENZEL “Porque muchos son llamados, pero pocos elegidos” - Mateo 22:14 “Ser elegido” acarrea consigo mucho más que sólo dos palabras. Desde los tiempos de Jesucristo, “ser elegido” lleva consigo el peso de las responsabilidades que eso implica; el peso de la admiración, o bien, el peso del rechazo. Sin embargo, desde la antigüedad y, aún hoy en Pág. 13

día, a esta frase se le adjudican más consecuencias y cualidades positivas que negativas. Si soy elegido, voy al cielo; si soy elegido, es porque “algo tengo”. “Algo tengo”. Esta introyección e interpretación de ser elegido, se apropia del psiquismo del sujeto marcándolo con un significante que apunta al

“deber ser”. Así como puede ser algo que lo impulsa a la superación; puede tornarse en algo que frena al sujeto y lo envuelve en un círculo de repetición en acto, que hace mover el psiquismo en dirección a ese deber ser, o a alejarse de él. ¿Cómo se abusada? Elegida.

siente

una

persona


Sin embargo, no es una sensación de satisfacción de ser elegido la que invade a estas personas. Es una sensación que culpabiliza al sujeto; un objeto elegido. “Si fui elegido, es porque algo tengo”. “No quiero ser elegido, no así; así que esto que tengo, ya no lo quiero tener”. No es de sorprenderse que existan trastornos paralelos a un abuso, como los trastornos de la conducta alimentaria, por ejemplo. Probablemente una persona abusada busque deshacerse de ese cuerpo que “fue elegido” para el abuso. Se cree que la obesidad mórbida, por ejemplo, en víctimas de abuso sexual infantil, “podría actuar como elemento de protección ante las relaciones interpersonales estrechas” (Mazagatos, Ingles-Borda, & LópezPicado, 2015). Claro que no siempre es algo “tan de libro”. La internalización de la culpa de ser elegido, puede llevar a una persona a buscar maneras de “quitarse lo elegible” causando alteraciones tanto en su vida personal como en los demás ámbitos. Incluso, puede expandirse a tal punto, que abarca todos los ámbitos. El hecho de ser elegido; de “ser utilizado como objeto de deseo por una persona para su satisfacción erótica, conlleva la interiorización de una imagen esencialmente desvalorizada de sí mismo. (…) Se tiene en mayor o menor medida una vivencia de sí mismo como objeto de deseo y no como sujeto de deseo” (Mazagatos, Ingles-Borda, & LópezPicado, 2015). Esta desvalorización de sí mismos se hace aún más evidente en personas que “fueron abusadas por figuras de protección, porque la concepción de éstas como peligrosas es, con frecuencia, intolerable, por lo que esa vivencia es negada y disociada, y en un intento de buscar explicaciones al abuso que salvaguarde la bondad de la figura de protección, asumen la carga de la culpa interiorizando la convicción de que ellos son Pág. 14

esencialmente malos o indignos, y merecedores, por tanto, del trato recibido” (Mazagatos, Ingles-Borda, & López-Picado, 2015). La cadena de eventos que viene después de esta culpabilización de ser elegido, en casos crónicos, puede llevar a las personas hasta desear no ser elegidos para la vida. Se ven muchos casos en los que las personas abusadas tienen conductas autodestructivas como alcoholismo, drogadicción o autolaceración, incluso, pensamientos o intentos suicidas. “Una de sus consecuencias más frecuentes es el Trastorno de Estrés Post-traumático (TEP), habiendo informado muchos estudios que las víctimas de abuso sexual infantil (ASI) presentan un mayor riesgo de desarrollar síntomas de TEP durante la edad adulta” (Cantón-Cortés, Justicia, & Cortés, 2011). Por eso, algunos adultos, refieren tener “flashbacks” constantes sobre el suceso, sueños repetitivos, etc. Un estudio realizado con adolescentes con historial de abuso sexual, en Colombia demostró que “los adolescentes víctimas de abuso sexual que son resilientes tienen mayor posibilidad de protección frente a la ideación suicida, además, el tener metas claras y perspectivas futuras y ver el futuro de manera optimista (orientación positiva al futuro) promueve la experiencia de emociones positivas y la apreciación por la vida (bienestar psicológico), favorece la autoestima, la aceptación por la imagen corporal y los gustos personales (autopercepción), mientras que los pensamientos suicidas aminoran el bienestar psicológico” (Quiceno, Mateus, Cárdenas, Villareal, & Vinaccia, 2013). Entonces, para lograr una mejor calidad de vida con un historial de abuso, se necesita resiliencia; esa capacidad para sanar y reponerse. Mientras más recursos tenga el psiquismo de un sujeto que fue abusado, más cerca estará de ser resiliente. Pero, ¿cómo crear o estimular esos recursos cuando el psiquismo ha sido tan dañado?

Muchas veces estos recursos provienen de la familia quienes apoyan a la persona que fue abusada y le brindan un lugar seguro. ¿Qué pasa cuando la familia no funge de esta forma? Muchas veces aunque la familia sí sea así, las personas, en especial los niños y los adolescentes, tienden a culparlos porque suponen que debe protegerlos y si alguien los eligió para abusarlos y nadie le puso un alto, ya sea porque no sabían, no podían, o no querían, comienzan a sentir algún grado de enojo hacia ellos. En un caso que atiendo actualmente, esta persona adolescente manifiesta mucho enojo hacia su familia porque aunque tuvo el valor de hablar con ellos sobre el abuso, nadie hizo nada contra el agresor. Describe sentimientos de abandono emocional, inutilidad, y de “ser alguien estúpido”, consecuentemente, por “haber necesitado de su familia cuando, claramente, no iban a hacer nada al respecto”. Se ha trabajado muy poco sobre el abuso en sí, pero ha comenzado a hacer construcciones alternativas sobre lo que considera que su familia debería de haber hecho y sobre su propia percepción al respecto. Esta persona ha expresado que desea “curarse” de lo que le sucedió. ¿Cómo se “cura” haber sido elegido para ser abusado? Tal vez la pregunta sea: ¿Se puede “curar”? La respuesta posiblemente está en que cada quién hace con su queja lo que puede. El trabajo terapéutico no debe ser el perseguir la curación del abuso, porque es imposible. El psiquismo ya está dañado; eso no se borra. Se puede aprender a vivir con ello; a resignificarlo para que ya no sea dañino, y desprenderse de la culpa. Desde el enfoque psicodinámico, se pretende que la persona vaya construyendo alrededor de ese agujero en el psiquismo para que cuando el sujeto verbalice el suceso, tenga una plataforma que lo sostenga y no caiga en ese agujero de angustia; por eso “la flexibilidad terapéutica debe permitir


poder encontrar un espacio terapéutico que le permita explorar su propio deseo, y utilizarlo para ir construyendo una resignificación que le permita tomar ventaja de los recursos que su psiquismo le presta; y así dejar de ser el “objeto elegido” y pasar a ser el “sujeto que elige”. Referencias bibliográficas: Alpert, J. L. (1994). Analytic Reconstruction in the Treatment of an Incest Survivor. The Psychoanalytic Review, 81 , 217-235. Cantón-Cortés, D., Justicia, F., & Cortés, M. R. (2011). Un modelo de los efectos del abuso sexual infantil sobre el estrés post-traumático: el rol mediador de las atribuciones de culpa y afrontamiento de evitación. Psicothema Vol. 23, N° 1 , 66-73. Mazagatos, B., Ingles-Borda, S., & LópezPicado, A. (2015). El cuerpo como objeto de deseo en obesos mórbidos con antecedentes de abuso sexual. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría Vol. 35 Issue 126 , 267-275. Quiceno, J. M., Mateus, J., Cárdenas, M., Villareal, D., & Vinaccia, S. (2013). CALIDAD DE VIDA, RESILIENCIA E IDEACIÓN SUICIDA EN ADOLESCENTES VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica vOL. 18, N°2 , 107-117.

Imagen: Alejandro Perdomo “domo”

al terapeuta moverse hacia focos de trabajo distintos al del trauma de abuso sexual, optando por un acercamiento más indirecto al mismo que le brinde tiempo al sujeto de reelaborar el trauma de acuerdo con su propio proceso” (Vallejo Samudio & Córdoba Arévalo, 2012). “La elaboración del trauma debe permitir la construcción de un futuro donde se fomente en el sobreviviente la capacidad de acceder a una resignificación distinta de la historia de sí mismo, con el objeto de disminuir el impacto de la agresión sexual sufrida” (Vallejo Samudio & Córdoba Arévalo, 2012). Es clave que durante este proceso se respete el tiempo, lógico y no cronológico, del sujeto; en primer lugar para permitir la construcción aledaña al abuso y el establecimiento de la transferencia, Pág. 15

y en segundo lugar, para evitar objetivizar al sujeto nuevamente; se busca no volverse un terapeuta abusador. Esto se explica de manera casi poética en el artículo de Judith J. Alpert (1994) donde utiliza la analogía de un rompecabezas. Un terapeuta debe poder trabajar con las piezas que el sujeto ponga en la mesa terapéutica; aún cuando el terapeuta pueda ver otras piezas esenciales en el piso, por ejemplo, no debe caer en la tentación de recogerlas y ponerlas él mismo o ella misma en la mesa, porque entonces no está respetando la subjetividad del paciente. Se puede preguntar al sujeto si está dispuesto a levantar esas piezas para ponerlas en la mesa terapéutica, pero si no está listo, no se puede obligar a la persona a hacerlo. En conclusión, alguien que fue elegido para ser abusado, debe

Vallejo Samudio, Á. R., & Córdoba Arévalo, M. I. (2012). Abuso sexual: tratamientos y atención. Revista de Psicología Vol. 30, Issue 1 , 19-46.


ESCRITOS

Dinámicas arquetípicas en la relación analítica. Asclepio, el sanador herido. “Ningún análisis es capaz de desterrar para siempre toda inconciencia. El analista debe seguir aprendiendo perpetuamente y nunca olvidar que cada caso nuevo revela nuevos problemas y así da origen a suposiciones inconscientes que jamás se han constelado. Sin exagerar, podríamos decir que al menos la mitad de cada tratamiento profundo consiste en el autoexamen del médico, pues sólo aquello que él corrija en sí mismo lo podrá corregir en el paciente. Tampoco es un fracaso si siente que el paciente lo golpea o incluso lo supera: es su propio dolor lo que da la medida de su poder para sanar. Este y no otro. Es el significado del mito griego del sanador herido.” Carl Gustav Jung Temas fundamentales de psicoterapia, 1951

POR: LESLIE A. SECHEL VELA Imagen: Asclepio 800 años a.C.

EL MITO De acuerdo al mito, el dios griego de la medicina fue Asclepio (Esculapio para los romanos), hijo de Apolo y de la ninfa Coronis, a quien por un acto de infidelidad envió a matar su propia cuñada Artemis, hermana melliza de Apolo justo antes de que diera a luz; fue Hermes quien rescató con vida del vientre de su madre a Asclepio, y Quirón, el centauro conocido por haber educado a muchos dioses y héroes, quien lo acogió y le enseño el arte de la medicina. Como hijo de Apolo, que tenía poderes terapéuticos, Asclepio traía consigo un don natural para sanar sus propias heridas y las de otras personas. Fue en la isla de Cos que Asclepio, adorado en el Peloponeso, tenía su santuario (Asclepium) al que acudían Pág. 16

los peregrinos para encontrar cura de sus enfermedades. Asclepio se caso con Epione y tuvo tres hijos: Godalirio, Machaon y Telésforo, médicos en la guerra de Troya; y cuatro hijas: Hygia, preservadora de la salud (de la que deriva el término higiene), Panaqueia, quien fuera farmacéutica (de la que deriva el término panacea “la que todo lo cura”), Egle, partera y oculista, y Laso, que era enfermera (Mitos y Leyendas, s.f.).

terapéutico” que consistía en recostar a los enfermos en las camas que recibían el nombre de cline (de donde proviene el término clínica), los therapeutes, siervos del templo, les preparaban para recibir la visita del dios para examinarlos. Se dice que la disposición y la fe de quien acudía por ayuda, así como la irradiación del santuario, cumplieron un papel decisivo para la curación de las enfermedades. (Galenus, No. 4. s.f.).

Las leyendas indican que la terapia consistía en que los enfermos que se acercaban al santuario de Asclepio para que les curara debían hacer una donación. Aristófanes describe que el ejercicio lo realizaba el dios durante el llamado “sueño

Asclepio quitaba las enfermedades e infundía su poder curativo en las personas incluso resucitándolas de entre los muertos. Irónicamente él no era un dios inmortal y fue el mismo Zeus, a petición de Hades, dios del inframundo, quien con un rayo divino


le dio muerte, pues al rejuvenecer a las personas y resucitarlas, el infierno se quedaba vacío. Tras su muerte, fue inmortalizado en el firmamento (constelación Ofiuco), el que lleva una serpiente. De aquí que la mayor representación de Asclepio es su báculo, en el que se enrolla una serpiente, actual emblema internacional de la medicina, reconocido como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde su fundación en 1947 (López, 2007. p. 5). EL ARQUETIPO

El analista es aquel hombre o mujer que también a sufrido las vicisitudes de la vida, aquel que ha aprendido y experimentado dolor desde su infancia, y que idealmente ha sido voluntariamente sometido a un proceso que le permitiría autoencontrarse con su potencial sanador, primero de sí mismo, como todo proceso de formación profesional lo estipula. Sharp

(1994)

refiere

que

según

este paradigma, son aquellas heridas del analista, relativamente conscientes, debido a su propio proceso personal de análisis, las que pueden ser recuperadas y traídas de vuelta en situaciones particulares, especialmente si se está trabajando con alguien con heridas similares. Son, de acuerdo al autor, “la base de las reacciones de contratransferencia en el análisis”. (p. 175) En relación a lo anterior, es de recordar que Freud empleó el término contratransferencia entre comillas, en una carta enviada a Jung del 7 de junio de 1909. Refiere que al igual que la transferencia, la contratransferencia es compulsiva, una atadura poderosa, ya que crea una identidad mística o inconsciente con el objeto. Ahora bien, se supone que en una relación terapéutica el analista no es tan neurótico como el paciente; aunque un largo análisis personal es requisito indispensable para ser analista, esto no constituye una garantía contra la proyección, razón por la cual, desde la Psicología Analítica se establece una diferencia esencial entre lo que es un proceso de análisis y un

Gráfica 1

Una variación del diagrama utilizado por Carl Jung para ilustrar las líneas de comunicación e interacción de dos personas, permite esquematizar la dinámica de relación analítica dentro de un proceso de individuación o proceso de análisis. La gráfica 1 a continuación muestra seis flechas de dos puntas, que indican que la comunicación se mueve en ambas vías; un total de doce maneras en que la información puede pasar de paciente a analista y viceversa. La gráfica muestra por un lado al

analista no solamente como sanador, sino también como alguien con heridas, éstas normalmente se encuentran depositadas en el inconsciente, más no así desconocidas, sobre todo para aquel que ha atravesado por un proceso exploratorio de sí mismo. Por el otro lado, ha de observarse que en el caso del paciente, la dicotomía sanador-herido se encuentra invertida y lo que yace inconsciente es el potencial sanador del mismo, siendo las heridas aquellas que se encuentran manifiestas y, consciente de ellas, motivado a buscar ayuda, lo que a la vez permite configurar la relación terapéutica.

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proceso de individuación que, implícito en un proceso analítico, no finaliza con la terminación de éste. Es decir, continua durante toda la vida, puesto que por totalidad debe entenderse, aquella búsqueda permanente de armonía entre la conciencia y el inconsciente. La transferencia por su lado, se considera un “caso particular de proyección que describe el lazo emocional inconsciente que surge en el paciente en relación al analista” (p. 203); lo que ocurre es proceso automático de proyección mediante el cual los contenidos del inconsciente se perciben en otras personas. La proyección misma está ligada a una función arcáica, es decir lo primitivo u original que Jung uso para referirse a los pensamientos, fantasías y sentimientos que no están conscientemente diferenciados; es decir aquello que es virtualmente transferible a otro. En principio, durante un proceso terapéutico, el o la paciente está, por así decirlo, atada al analista por lazos de afecto o resistencia y no puede evitar seguir e imitar su actitud psíquica, esto permite que se sienta acompañado, por su lado el analista no puede evitar este fenómeno vinculatorio ni con la mejor voluntad, ni con toda su habilidad técnica, pues la empatía funciona en forma segura e instintiva a pesar del juicio consciente, el cual nunca es tan fuerte; y los contenidos inconscientes invariablemente se van a proyectar. Ha de entenderse que es precisamente aquello que es inconsciente en el paciente y necesario para un funcionamiento sano, se proyecta/transfiere en el analista. Esto por supuesto incluye imágenes arquetípicas de totalidad, lo que trae como resultado que el analista cobre una importancia extraña para el paciente y le invista, al analista de una personalidadmaná, término utilizado por Jung para describir a un “ser lleno de alguna cualidad oculta y embrujadora, dotado de conocimiento y poderes mágicos” (Jung, 1986. par. 375).

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Aunque muchas proyecciones se pueden volver a integrar al individuo cuando él ha reconocido su origen subjetivo; otras se resisten a la integración, aunque puedan separarse de su objeto original, por ende, la tarea del paciente a partir de este momento, es la de comprender tales imágenes a nivel subjetivo, para que, fundamentalmente, active su propio analista interno y así, la oportunidad de integrar su personalidad. Lo anterior lleva a la Psicología Analítica a tratar el tema de la transferencia entendiéndola en dos niveles; uno personal y otro arquetípico. La concepción de ambos sentidos de la transferencia implica que al mismo tiempo que se crea distancia y se es un contenedor arquetípico, no solamente de la transferencia personal sino de la arquetípica cuando ocurre la transición a esta en un proceso de análisis; esta dimensión arquetípica de la transferencia puede entenderse como una fusión de los inconscientes. De acuerdo a Sharp (1994) existen dos implicaciones significativas inherentes a la relación analítica: la primera consiste en que la sanación sólo puede ocurrir si el analista tiene una relación progresiva con su inconsciente, de no ser así corre el riesgo de identificarse con el arquetipo del salvador, lo que sería equivalente a una de las más peligrosas formas de inflación (sentido exagerado de engreimiento compensado con sentimientos de inferioridad). La segunda, dada la naturaleza que caracteriza a toda forma de psicología profunda, el analista siempre está propenso a infectarse con las heridas del otro o a que se abran sus propias heridas. (p. 175). Al respecto, Jung (1985) considera que aun cuando el analista no tenga neurosis, sino sólo un área de inconsciencia un poco más extensa que lo usual, esto basta para producir una esfera de inconsciencia mutua, es decir, una contratransferencia. Este fenómeno es uno de los

principales riesgos ocupacionales de la psicoterapia. Causa infecciones psíquicas tanto en el analista como en el paciente y detiene el proceso terapéutico (par. 545) La función trascendente necesariamente debe ser interpuesta para el paciente por el analista entrenado; es decir, aquello que le ayude y permita a unir conciencia e inconsciente para que adopte una nueva actitud, y es mediante el fenómeno transferencial que el paciente se aferra a la persona que parece prometerle una renovación de actitud y es a través de ella que busca este cambio tan vital para sí mismo, aún cuando no esté del todo consciente de que lo hace. Por lo tanto, para el paciente, el analista tiene el carácter de una indispensable figura extrañamente necesaria para su vida. Jung (1967) reconoce y explica que, para un tipo de persona (llamado infantil-rebelde), una transferencia positiva es, en primer lugar, un importante logro de significación curativa; para el otro (el infantilobediente), es una peligrosa reincidencia, una manera cómoda de evadir las obligaciones de la vida. Para el primero, una transferencia negativa es una creciente insubordinación, por lo tanto, una reincidencia y una evasión de las obligaciones de la vida; para el segundo, es un paso hacia delante de significación curativa (par. 659). En términos interpretativos, la Psicología Analítica no considera la transferencia solo como una proyección de fantasías eróticoinfantiles. Aunque éstas se pueden presentar al principio del análisis, es posible disolverlas a través del método reductivo. Entonces, el propósito de la transferencia se convierte en el principal tema y guía. El análisis de la transferencia era extremadamente importante a fin de recuperar contenidos proyectados necesarios para la individuación y el futuro desarrollo del paciente. Con la advertencia de que incluso después de retirar las proyecciones,


una fuerte conexión entre ambas partes permanece. Esto debido a un factor instintivo de conexión humana, puesto que “la relación el sí mismo es al mismo tiempo relación con nuestro prójimo, y nadie puede relacionarse con otro mientras no se relacione consigo mismo” (Jung, 1985. par. 445), esto es la esencia de todo fenómeno de transferencia.

1995). Este último aspecto deberá entenderse como una suerte de transformación que se va operando entre ambos protagonistas. En otras palabras, el campo terapéutico debe ser fluido y para nada rígido, siendo el analista alguien que intenta escuchar y decir algo en un mismo plano que su paciente, el plano de la existencia. Es decir: “La psicoterapia junguiana consiste de dos personas que se reúnen para tratar de comprender lo que está ocurriendo en el inconsciente de una de ellas… Tarde o temprano será también importante considerar lo que está ocurriendo entre las dos personas que están involucradas en este proceso. La llamada relación analítica que se da entre las dos partes es absolutamente necesaria para que exista un proceso terapéutico”. (Jacoby, 1992)

Al producirse esta reciprocidad dialéctica entre el analista y su analizando se configura proceso dinámico y permanente en el que la aparición de ideas o pensamientos en el terapeuta se encuentran directamente relacionados con su escucha. Estas no deben descartarse sin ser investigadas previamente, puesto que la aparición de alguna fenomenología de orden intuitivo en el analista pueden ser Imagen: Asclepio de Epidauro. Museo de Atenas caminos de dirección para llegar a una mejor comprensión Años de experiencia clínica clínica del paciente y del proceso permitieron a Jung demostrarse mismo. y demostrar que la relación entre paciente y analista es de Como se puede observar, no sólo la “combinación”. Cuando dos transferencia será de importancia, cuerpos se “combinan”, metáfora sino también la contratransferencia, relativa al campo terapéutico, no la que se halla en la base misma sólo el paciente queda involucrado, del acto creativo terapéutico. Jung sino también el terapeuta. (Stein, mismo indica que el mero éxito y falla Pág. 19

de una terapia depende del trabajo con la transferencia; a diferencia del Psicoanálisis, la Psicología Analítica acentúa la importancia de la transferencia y también de la contratransferencia como una forma de relación compleja, y enfatiza que no se puede lidiar con la transferencia simplemente con la razón o la inteligencia, como única función psicológica. A este punto hay que considerar lo que en Psicología Analítica se conoce como transferencia arquetípica. Esto realmente no es muy diferente a ninguno de los postulados teóricos psicoanalíticos; todos ellos se refieren a las experiencias arquetípicas tales como los impulsos básicos hacia el apego y sus vicisitudes – el anhelo por ello y al mismo tiempo, el miedo a ello. Es importante entender que todos los psicoanalistas son arquetípicamente vulnerables en la manera en que todos los seres humanos son vulnerables – por ejemplo, las necesidades de dependencia y de autonomía, o los miedos de abandono e inmersión. Estos aspectos de la condición humana nunca se analizan. Ante estos aspectos arquetípicos de la transferencia entra en juego el término participación mística, derivado de la antropología y del estudio de la psicología primitiva, que señala una conexión o identidad mística entre sujeto y objeto. Consiste en que el sujeto no puede distinguirse a sí mismo claramente del objeto; está ligado a él por una relación directa que constituye una identidad parcial. La identidad es una característica de la mentalidad primitiva. Por ejemplo en niños: los arquetipos son objetos internos, fantasías de figuras tanto amenazantes como ayudantes que se proyectan en el juego, en el dibujo en la caja de arena dentro del espacio clínico, por ende en el analista, quien necesariamente debe involucrarse en el proceso mismo y permitir que las proyecciones sean ejecutadas para poder conocer cómo se manifiesta determinado arquetipo en el niño o niña.


Y es así que, embarcado en un proceso de análisis, el sanadorherido interno del paciente herido que está, por así decirlo, potencialmente disponible, como en un estado sombrío, inaccesible para él o ella, puede ser activado a partir de las propias heridas del paciente y aquellas del analista quien reacciona en un primer momento al identificar lo que ocurre, para que de un modo u otro, consciente o inconscientemente, devuelva al paciente lo proyectado. Cuando las proyecciones se reconocen como tales, termina la particular forma de vínculo enigmático conocido como transferencia, y comienza el problema de la relación individual; por lo tanto, volviendo a la gráfica del inicio, la vía de relación inconsciente entre el analista y el paciente es de suma importancia para el proceso curativo, tan importante como aquello que se comunica a nivel consciente. Asclepio, como representación arquetípica del sanador-herido, engloba precisamente lo que respecta a esta personalidadmaná transformadora, y es justo entre los polos – transferencia/ contratransferencia – que esta significada el área de transformación que puede ocurrir en el inconsciente entre paciente y analista. La personalidad-maná activada del paciente corresponde a la imagen arquetípica personificada de una fuerza sobrenatural individual: el potencial sanador, un factor dominante del inconsciente colectivo, poderoso arquetipo que aparece en forma de héroe o heroína, de jefe, hechicero, curandero, santo… amigo de los dioses.

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Referencias bibliográficas: Galenus No. 4. Revista para los médicos de Puerto Rico (s.f.). Esculapio, el dios de la curación en la mitología griega. Recueprado de http://www.galenusrevista. com/Esculapio.html Galenus No. 3. Revista para los médicos de Puerto Rico (s.f.). Vara o bastón de Esculapio Recuperado de http://www. galenusrevista.com/Vara-o-baston-deEsculapio.html Jacoby, M. (1992). El encuentro analítico, la transferencia y la relación humana. México: Fata Morgana. Jung, C. (1985). The practice of psychotherapy. New Jersey: Princeton University Press. Jung, C. (1986). Two essays on Analytical Psychology. New Jersey: Princeton University Press. Jung, C. (1993). Psychology and alchemy. New Jersey: Princeton University Press. Jung, C. (1993). Freud and psychoanalisys. New Jersey: Princeton University Press. López. L. (2007). Emblema de la medicina. Hospital “William Soler”. La Habana, Cuba. Mitos y Leyendas. (s.f). Asclepio (Esculapio romanos). Recuperado de http:// mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/ asclepio/ Sharp, D. (1994). Lexicon Jungiano. Chile: Cuatro Vientos Editorial. Stein, M. (1995). Jungian analysis. Illinois: Open Court.


Las coronas mortuorias han tomado un protagonismo importante dentro de las tradiciones fúnebres, debido a su simbolismo y belleza natural. Esto fue la inspiración para que el artista propusiera una reinterpretación de estas, contando así, su historia personal desde un punto de vista abstracto y moderno. Los relatos, son una alegoría de sucesos importantes en la vida del artista, y para ello, utiliza diferentes texturas y colores, para crear una corona única para cada etapa conceptual, cuyos materiales, en diferentes contextos, narran de una manera gráfica momentos de su pasado.

POR: MANNY RIONDA

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EXPRESIONES

Coronas


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CONCEPTOS

Acting Out Término utilizado en psicoanálisis para designar acciones que presentan casi siempre un carácter impulsivo relativamente aislable en el curso de sus actividades, en contraste relativo con los sistemas de motivación habituales del individuo y que adoptan a menudo una forma auto o hetero-agresiva. Laplanche y Pontalis En el surgimiento del acting out el psicoanalista ve la señal de la emergencia de lo reprimido. Se evidencia en actos el contenido reprimido: comunicación. Acting out y transferencia se distinguen en su intención: la transferencia repite para recordar (intento de elaboración), el acting out repite en lugar de recordar (se opone a la tarea del análisis). Para Rangell, el acting out es un tipo específico de acción neurótica dirigido a interrumpir el proceso de lograr un efectivo insight que, por tanto, aparece especialmente en el curso del psicoanálisis pero también en cualquier otra parte. El acting out surge de un intento regresivo de convertir el pensamiento en acto, en no pensamiento. De acuerdo a Gaddini, el acting out está más al servicio de las necesidades que de los deseos y lo remite a la experiencia básica de la separación del niño con su madre. En ese momento que sobrevienen las angustias más fuertes, el niño trata de restablecer mágicamente la situación perdida y surge la ansiedad ante una posible pérdida del self. “El acting out, estabilizado como defensa, se utiliza para poner todo el aparato ejecutivo, incluyendo la conciencia, al servicio de la autarquía mágica y omnipotente del self, en lugar Pág. 26

de servir a la autonomía”. Fijación oral canibalística y anal sádica: defensas orales y anales. Ejemplo: amantes: no en pro de relación objetal sino de omnipotencia del self, lo mismo que asesinar, abuso sexual, etc. Limentani propone re evaluar el acting out en relación con el proceso de elaboración. Destaca el deseo del analizado de comunicarse con el analista de una manera que no sea verbal. Puede tener una función de ayuda para la marcha del proceso analítico. También puede evitar una enfermedad somática seria. Es necesario darle tiempo sin que ello implique complicidad. Imagen: Jealousy, 1895. Edvard Munch


“Aquello que no puede encontrar representación significante se repite en acto” Moty Benyakar y Álvaro Lezica

RESEÑA: ESTEFANÍA COMA E INÉS ORDÓÑEZ Introducción: en muchas ocasiones se utiliza la palabra “trauma” para describir un sentimiento de susto o shock que se generó debido a una situación, sin embargo no todo lo que genera un sentimiento de susto inicial es traumático. Hemos escuchado a lo largo de nuestra vida frases como: “me traumé” o “fue traumático” cuando las personas experimentan eventos que se les dificulta describir o colocarle palabras. No obstante, el trauma va más allá de un sentimiento de susto o de la incapacidad para describir con palabras un evento. En esta reseña se explicará la importancia que tiene el hecho de que un evento conlleve la palabra “trauma”, ya que como se verá más adelente, el trauma es un tipo de procesamiento de lo no articulado y elaborado por el psiquismo. Nuestro propósito es mostrar lo complejo de que un evento sea vivido como traumático por el psiquismo y cómo esto puede afectar nuestra manera de percibirnos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. La primera aclaración que estos tomos nos hacen es que es sumamente importante que antes de llamarle a algo trauma, debemos investigar cómo fue la interacción del sujeto con esa situación específica, es decir no anticiparnos y asumir por el paciente. Los autores nos señalan que es importante estudiar la interacción entre lo fáctico y la reacción psíquica del sujeto. Al hablar sobre lo fáctico, distinguimos entre fáctico interno y fáctico externo. Lo fáctico interno tiene que ver con los eventos que provienen del sí mismo del sujeto y Pág. 27

con todo lo somato-fisiológico; lo fáctico externo proviene del medio ambiente, es decir situaciones de interacción humanas o situaciones que provienen de la naturaleza. Por otra parte, las situaciones fácticas pueden ser vividas como estabilizantes/placenteras o como desestabilizantes/displacenteras, estas últimas son consecuencia de situaciones problemáticas o disruptivas. Cuando una situación es problemática le da la opción al sujeto de actuar activamente para procesar el evento que le resultó displacentero; en cambio cuando una situación es disruptiva coloca al sujeto en posición de objeto y le exige que introduzca de manera pasiva lo sucedido en el psiquismo, a pesar de no tener la capacidad elaborativa para hacerlo. Es por ello que las situaciones fácticas pueden ser introducidas al psiquismo tanto de manera activa como de manera pasiva. Cuando lo fáctico se da de manera activa, éste no se convierte en una vivencia traumática, ya que el sujeto lo elabora y le da un sentido a través de la articulación del afecto y la

representación, es decir que el psiquismo transforma en representación psíquica lo que se le presenta y por ende hay una introyección del evento. Por otro lado, cuando lo fáctico se internaliza de manera pasiva se genera un introducto del evento, lo cual provoca que la situación fáctica se mantenga no como representación sino como presentación; esto quiere decir que conserva su cualidad perceptual. En el libro nos exponen el ejemplo de una situación en la

EN LA LIBRERA

Lo traumático Tomo I y II


que un joven fue expuesto a un incendio dentro de una discoteca. Luego de este evento el joven recuerda de manera repetitiva el olor de dicho día, ya que fue un evento disruptivo que se generó de manera pasiva y quedó enquistado en el psiquismo y es por eso se activa constantemente el mismo recuerdo. El olor se activa a nivel de sensación y no se logra representar. El psiquismo se ve forzado a darle algún estatuto, sin otorgarle características de una representación procesable y da como resultado la internalización forzada des-subjetivamente. Benyakar y Lezica nos exponen el término “complejo traumático”. El complejo traumático está compuesto por seis elementos: angustia automática, introducto, cristalización de la vivencia traumática, vivencia de vacío traumático, vivencia de desamparo y vivencia de desvalimiento. El complejo traumático será el resultado de la falla o ausencia del proceso psíquico desencadenado por la irrupción que genera lo fáctico disruptivo. Los componentes del complejo traumático funcionan como una cascada en la que cada uno va activando o desencadenando al otro y poseen características propias. Es importante mencionar que las vivencias que se desencadenan en el complejo traumático son fallas, ya que son elementos que tuvieron que haber sido elaborados por el psiquismo y no lo fueron, por lo que dependiendo del tipo de falla que surja así será la vivencia que se genere. El impacto de lo fáctico disruptivo genera angustia automática, puesto que el evento supera las capacidades elaborativas del sujeto y es un elemento inesperado para la persona; por ejemplo, cuando se da un tsunami, el miedo pasa a ser angustia porque no es un evento que la persona se espera y por ende supera la capacidad del psiquismo para darle un sentido a lo sucedido. Es importante hacer mención que no para todas las personas un tsunami será traumático, pues depende de los recursos psíquicos y ambientales Pág. 28

que el sujeto tenga, tomando en cuenta el nivel sociocultural y socioeconómico. Además de esto, es importante aclarar que no todo evento inesperado es inelaborable, el evento será vivido como algo traumático si supera las capacidades elaborables del sujeto. Al surgir este evento inesperado, el sujeto inmediatamente desea darle un sentido, pues los autores nos mencionan que darle un sentido a lo que nos sucede es parte de nuestra naturaleza humana. Este evento es internalizado por el psiquismo de manera pasiva, por lo que queda como un cuerpo extraño que permanece incrustado en el psiquismo, pero sin integrarse a él; este cuerpo extraño en el psiquismo es lo que llamamos introducto, el cual puede ser reactivado a partir de estímulos externos similares al evento fáctico disruptivo que lo conformó. Al estar en cualidad de presentación, el sujeto no logra articular el afecto que surgió al vivir el evento o no logra proveerle una representación y por ende se genera un falta de articulación entre afecto y representación. A esta falla en la articulación se le llama vivencia traumática y se mantiene a nivel de sensación, ya que es incapaz de relacionarse con la emoción debido a la falla articuladora. Esta falla en la articulación genera una vivencia de vacío, ya que hay ausencia de representación y por ende el afecto queda flotando en lo fáctico, es decir que la persona siente un “agujero” debido a que no se ha podido representar y elaborar la trama vivencial; el psiquismo sabe que algo sucedió, pero no lo puede representar y es por ello que el vacío se da a nivel corporal. Por otro lado, la vivencia de desvalimiento es la percepción de la propia incapacidad psíquica para procesar la experiencia; es decir que el sujeto al vivir el vacío en su psiquismo mencionado anteriormente, se da cuenta que tiene una incapacidad para interactuar en forma adecuada con el medio y que hay un registro de que ha perdido los recursos para articular y así producir esa vivencia. Al hacer esta afirmación, los autores

nos mencionan que se cree que “lo traumático carece de inscripción”, sin embargo dicho postulado no es verdadero, ya que en lo traumático sí hay una inscripción: “la inscripción de los elementos no articulados”. Por último, se genera la vivencia de desamparo, la cual se da por la falta de contención tanto del mundo interno como externo; es decir que falla en el encuentro con el otro en su función protectora o auxiliadora y esto abre la brecha para el trabajo en terapia de la capacidad de aceptar que hay una alteridad, un otro. Es importante diferenciar la vivencia traumática del vivenciar traumático. Cuando hablamos de vivencia traumática nos referimos a la falta de articulación entre afecto y representación, es decir la falla en la función auto-reguladora del sujeto y el colapso entre lo psíquico, social y espacial. Esta vivencia traumática se desencadenará en el sujeto si sus capacidades articuladoras y metabolizadoras se ven superadas. Por otro lado, cuando hablamos de vivenciar traumático éste se da cuando los estímulos con los que la persona crece son amenazantes todo el tiempo y por ende la angustia se vuelve constante y las vivencias de vacío, desvalimiento y desamparo nacen con la persona. Este vivenciar traumático surge en efecto a la falla del entorno y a que la articulación se dio mal desde una temprana edad debido a las carencias de las funciones paternas y maternas. Es por ello que en el vivenciar traumático se puede llegar a tener un complejo traumático. Por último, es importante explicar el modelo integrativo que nos exponen los autores y cómo este se articula con el complejo traumático, es decir que se debe tomar en cuenta la dimensión vivencial e identificar en que espacio psíquico se encuentra y así clasificar la vivencia. Este modelo integrativo lo que busca es reflejar el impacto que tuvo el evento o vivencia en la persona. Para explicar qué sucede con el modelo integrativo cuando se da un eventos disruptivo, se explicará


primero cómo son los espacios cuando el psiquismo se encuentra articulado. En el psiquismo existen tres espacios: espacio originario, espacio primario y espacio secundario. En el aparato psíquico se genera el espacio originario en el cual existe la posibilidad de representación, sin embargo todo será cualificado como propio del psiquismo, por lo que el afecto se genera nivel de sensación y la representación es figural, ya que la personas cree en este espacio que todo lo que sucede externa e internamente tiene que ver con él. Luego en el espacio primario se ordenan los elementos de acuerdo a dos categorías, yo/no-yo, ya que se comienza a reconocer una alteridad, sin embargo continúa viendo a los demás en función de él y busca a los otros dependiendo de si le generan o no placer. Es por ello que el afecto se convierte de sensación a una emoción y la representación pasa de ser un figura a ser contacto. Pág. 29

En el espacio secundario se da una relación dentro-fuera que se rige según el sentido, es decir que en este espacio el afecto pasa a ser un sentimiento, pues este ya cuenta con una representación a nivel palabra e idea. En este espacio ya hay una relación con el otro como un ente diferente que tiene deseos y necesidades propias. Cuando el psiquimo se desarrolla de una manera activa, se articulan los eventos y estos pasan de ser sensación a ser emoción y por último sentimiento, ya que la persona va ortogándole representación e integrándola con sus demás experiencias para así obtener un sentido en su aparato psíquico. ¿Qué sucede cuando se genera un evento diprutivo que supera las capacidades elaborativas del sujeto? Lo que sucede cuando se da un evento disruptivo que el sujeto no logra representar o articular, es que dicho evento se incrusta en el psiquismo y se queda a nivel de espacio originario, es decir que la persona a nivel de sensación esta consciente que hubo una falla y que sucedió algo, pero no logra representarlo o ponerle palabras y por ende se desarticula el modelo integrador. Al no poder poner en palabras lo que sucedió y no poderlo elaborarlo, las personas lo actúan ya sea corporalmente con enfermedades somáticas o a través de acting-outs. Para trabajar el trauma en el

espacio terapéutico Benyakar y Lezica proponene tres técnicas: la interpretación vivencial, el sostén y holding. La interpretación de lo vivencial se refiere a la construcción que se realiza junto al paciente sobre lo traumático sucedido. En un principio el paciente utilizará el relato proarticulador, este relato contiene palabras vacías, es decir que la personas contará el evento traumático sin proveerle de afecto. No obstante este relato proarticulador inicial tiene como propósito restaurar la capacidad de elaboración psíquica, por lo que al relatarlo en terapia y prestarle nuestras funciones articuladoras al paciente dicho relato puede convertirse en un diálogo reparador, es decir en un relato que contenga la articulación de representación y afecto para que sea algo elaborable para el sujeto aunque no tenga sentido lo que le sucedió. Por último, el sostén y holding son técnicas que sirven de sobremanera, puesto que muchas de las personas que experimentan eventos traumáticos necesitan de un otro que contengan la angustia desencadenada por el evento traumático y preste su función de sostenerle en el proceso de reconstrucción del evento vivido. Conclusión: en este libro Benyakar y Lezica inauguran un nuevo espacio para lo traumático, puesto que nos proveen de herramientas para abordarlo y comprender lo que sucede con un sujeto que vive una experiencia que supera su capacidad elaborativa. Una de las lecciones más grandes que este libro nos dejó es que el trauma a pesar de que no tiene un sentido, es trabajable en terapia y es por ello que debemos ofrecerle un espacio distinto al vivido por el paciente cuando experimentó un evento con dicha connotación; un espacio no intrusivo y un espacio de reconstrucción, en el que el paciente pueda elaborar y recuperar su capacidad cometabolizadora y articuladora.


SOBRE AUTORES

Alicia Leisse de Lustgarten Psicoanalista Especialista en narcisismo, la gestación de la vida psíquica, y abordajes psicoanalíticos a distancia. Directora general de Instituto Latinoamericano de Psicoanálisis (ILAP) Miembro titular en función didáctica de la Sociedad Psicoanalítica de Caracas (SPC) Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA) y Federación Psicoanalítica de America Latina (FEPAL).

Fernando Orduz Psicoanalista, miembro de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis, de la cual fue presidente. Presidente de la Federación Psicoanalítica de América Latina del 2014-2016. Cuenta con una maestría en Comunicación y Cultura. Cuenta con varias publicaciones, entre ellas el libro “Reflejos, Fantasmas, Desarraigos” En: Colombia 2000. ed:ARANGO EDITORES. Es docente de la Pontificia Universidad Javeriana - Puj - Sede Bogot

María Ana Menzel Graduada de Bachiller en Ciencias y Letras del Instituto Austriaco Guatemalteco. Pénsum cerrado de la carrera de Psicología Clínica en la Universidad Francisco Marroquín Cursando las prácticas en psicología clínica con niños, adolescentes, y adultos en la Universidad Francisco Marroquín Coordinadora de la Escuela para Padres “Acrecer”

Leslie Sechel Licenciado en Psicología Clínica en Universidad Rafael Landívar (URL) en Guatemala. SandPlay Therapist. Co­fundador y Director del Centro de Estudios Junguianos de Psicología Analítica en Guatemala. Vocal Primero de la Asociación Guatemalteca de Psicología. Editor en Jefe de Revista Psicología & Vida. Miembro del Consejo Editorial de Revista Psicólogos del Colegio de Psicólogos de Guatemala. Publicaciones en ambos medios. Catedrático de los cursos Escuelas de Psicología I y II, Psicología de la Personalidad, Psicología Preventiva, Entrevista Psicologógica I y II, Entrenamiento Psicoterapéutico I en URL. Desarrollador de Programas Clínicos “New Parents Coaching” y “Creciendo en Pareja”, ambos con orientación junguiana. Práctica clínica privada desde 2005 y la Jungian SandPlay Clinic desde el 2007. centrocgjung.guatemala@gmail.com

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Manny Rionda Con más de 15 años de experiencia en fotografía, Manny Rionda se ha especializado en Fotografía de Moda y de Producto – tanto a nivel comercial, como a nivel editorial. En su trayectoria profesional ha trabajado campañas de publicidad con algunas de las empresas más importantes en la moda. Algunas de las marcas con las que ha trabajado son Saúl E. Méndez, Emporium, AdrianaFabiana, Morpho, Escarlata, Lía Palarea. La calidad de su trabajo le ha valido publicaciones editoriales en revistas como Look Magazine, Revista Amiga, Teen Amiga, THY Magazine, Taxi y Revista Folk. Además de contar con su propio estudio, cuenta con un equipo de producción especializado en diferentes ramas (styling, pelo y maquillaje y post-producción digital), así como una estrecha relación con diferentes exponentes de la industria de la moda guatemalteca. Participó en el “Programa Rising Star” de Arquitectura Rhode Island School of Design (RISD). También forma parte de National Art Honor Society (United States of America). Egresó de “Fotografía y Bachelor en Fine Art” del Savannah College of Art and Design, SCAD (Georgia). Es fundador de Phusion, Photography + Fashion, Savannah Fashion Show. Algunas de sus exposiciones incluyen: Red Gallery (Savannah, Georgia), Silverworks (New York, L.A., Londres, París y Tokio), Mercedes Fashion Week (New York, 2011) en colaboración con la diseñadora de Joyas, Lia Palarea, Juannio 2015, entre otras.

Estefanía Coma Graduada como Bachiller en Ciencias y Letras del Colegio Americano de Guatemala. Estudiante de 5to año de psicología clínica de la Universidad Francisco Marroquín. Realizando Practica Supervisada en Adultos y Niños en la Clinica de Psicologia Viktor Frankl. Coordinadora de la Escuela de Padres “A Crecer”.

María Inés Ordóñez Es bachiller en Ciencias y Letras del Colegio Español de Guatemala Príncipe de Asturias Estudiante de 5to año de Psicología Clínica en la Universidad Francisco Marroquín. Cuenta con una capacitación en terapia de integración sensorial para tratar a niños con autismo, síndrome de Down y problemas de desarrollo así como en el manejo y enseñanza de inteligencia emocional.

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