La Educacion Superior en Chile - OCDE

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VISIÓN, GOBERNABILIDAD Y GESTIÓN – 171

aquéllos que tienen una licenciatura, y además, lo convierte en un requisito para el ingreso a 18 profesiones – debería ser revisado. Supone la división del conocimiento en un número limitado y predefinido de disciplinas, cada una asociada a un currículo específico ofrecido en una universidad. Sin embargo, actualmente la mayoría de las disciplinas tradicionales están siendo reemplazadas por áreas nuevas e interdisciplinarias y nuevas actividades profesionales que no caen dentro del molde usual de profesiones tradicionales. En la mayoría de los países que han mantenido el término licenciatura, ésta corresponde ya sea a un título docente o a un término genérico que se refiere a la duración del período de educación postsecundaria más que a un contenido especial. La primera consecuencia negativa de cómo Chile concibe el término licenciatura y las profesiones es que crea una estratificación artificial o línea divisoria, entre grados profesionales similares. Dicha estratificación afecta tanto el prestigio social como los derechos legales de quienes obtienen estos títulos. Esta estratificación artificial origina un desajuste entre los diplomas y las nuevas posibilidades del mercado laboral y limita la posibilidad de crear nuevos diplomas mediante fertilización cruzada. No hay ninguna razón a priori para asumir que todas las universidades están en condiciones de entregar a sus alumnos este “conocimiento esencial” y no los institutos profesionales. A medida que Chile desarrolla un sistema confiable de acreditación institucional y de programas, debería más bien ser la acreditación que el estatus legal de las instituciones la que defina el valor y el prestigio del título obtenido por el estudiante. La segunda consecuencia negativa es que los estudiantes se demoran mucho en obtener los primeros títulos y muchos de ellos abandonan los estudios sin recibir ningún reconocimiento de sus esfuerzos. Por ejemplo, en la Universidad Católica de Valparaíso, los estudios de arquitectura e ingeniería civil duran 6 años; otras carreras profesionales y no-profesionales duran cuatro o cinco años. En la práctica, son pocos los estudiantes que completan sus cursos y se gradúan dentro del tiempo prescrito (menos del 9%, según el estudio realizado por González et. al. citado en el Capítulo 4). La tercera consecuencia negativa es que esta división crea una barrera para la movilidad de los estudiantes entre cursos técnicos profesionales y cursos para obtener títulos universitarios. Si los estudiantes con título técnico profesional de un CFT o de un IP desean obtener calificaciones más avanzadas, deben comenzar sus estudios desde el comienzo. Posiblemente les puedan acreditar algunos cursos anteriores, pero deberán estudiar desde el comienzo todas las disciplinas que forman parte del currículo de la licenciatura correspondiente. Con una fórmula más flexible, estos estudiantes podrían seguir sus estudios en Institutos Profesionales para fortalecer su educación previa, y podrían obtener calificaciones más LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN CHILE – ISBN 978-92-64-05414-1 © OCDE Y EL BIRD/BANCO MUNDIAL 2009


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