QMC Magazine ¿Qué me Cuentas? ENE. 2013

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Hoy me dio por escribir sobre mi memoria y el olvido, pues lo hago antes de que olvide lo que tengo que decir. Mi abuela sufrió Alzheimer, mi tía lo está sufriendo, y parece, dicen las malas lenguas, que sigo yo, pero estoy aplicando la de mi mamá, leyendo y releyendo para que no se me olvide nada, ella dice que así le gana la guerra a esta triste enfermedad, pero igual, cuando a los padres les llega o, cuando a mí me llegue, hay que saberla enfrentar, claro que cuando a mí me llegue, ya no recordaré que tengo que enfrentarla. Escribo esto, porque ayer escuché cuando mi papá le dijo a mi mamá, “amor, como es que usted se llama”, mi mamá se puso triste y, nos pusimos a llorar, en ese momento nos dimos cuenta que estaba perdiendo la memoria, y que mi papá se nos está yendo a pedacitos de olvido. Los médicos dicen que fue por dos isquemias cerebrales, pero que no es Alzheimer, eso me tranquilizó un poco, pero después mi memoria trabajó rápido y me recordó la herencia familiar, menos de mi mamá que dice que eso se alivia leyendo y, todos los días la veo ejercitando su cerebro, pues dice que ella no se va a dejar. No sé si algún día también le dará, pero a sus 80 años, se ve muy lúcida. A la que le ponen cuidado y mucho, si es a mí, se me olvida todo, me dicen que vaya a la tienda naturista, que allá me pueden ayudar, entonces, sí hice caso y fui, pero luego se me olvidó tomarme la pastilla, que ahora no recuerdo su nombre, ni lo sé


escribir, pero sé que suena a chino, y mis hermanas y mi mamá, son las que me recuerdan día a día, que es hora de tomarlas. No voy a decir que olvidé todo, pero veo que sí olvido eventos, que algún día a lo mejor, tuvieron su importancia, por ejemplo, hoy me encontré con una amiga que me preguntó si me había casado con Juan y extrañada dije, - yo nunca he tenido novios con ese nombre-, pues me juró que sí, y me fui tranquila, pensando que si pasó por mi vida, fue sin pena ni gloria, pero aun sigo pensando quien es Juan y que hizo tan horrible, como para olvidarlo. Otro encuentro con el muro del olvido, es cuando hablé con mi vecina, yo sí veía que me miraba y trataba de decirme algo, hasta que se decidió y me preguntó si no la recordaba, ella jura que salimos mucho a la taberna de un amigo, de la taberna me acuerdo y, de ella, no quedó registro alguno en mi memoria, pero cuando hablo con ella y la veo pasar, pienso que en sus veinte años, que dice teníamos tuvo que ser muy buena “conocida” la voy a llamar buena amiga, para honrarla, pues ahora es muy buena vecina y estupenda conversadora, sí le expliqué decentemente, que de las amigas no me olvido nunca. Sigo contándoles, que hace poco tuve un encuentro literario, con un amigo, me pregunta sobre mis lecturas borgianas y juré en ese momento que no recordaba, y releyéndolo, recordé que sí leí casi todos sus cuentos, pero lo recordé por una frase específica o cuando llegaba al final. Releo mucho, vuelvo y releo, todo lo que más pueda, no solo a Borges, sino los clásicos y los modernos, porque sé, que dentro de dos meses me lo vuelven a preguntar y ya no lo voy a recordar. Dicen que vaya al médico, que a lo mejor sufro de alguna enfermedad grave o estoy empezando a recibir la herencia, digo que soy joven aun, pero tengo que admitir que joven de espíritu, pues aunque de cara lo sigo siendo, (como dice un amigo, más de cuarenta, pueden ser cien), la documentación no miente. Así que digo que tengo ticinco y que la vieja, es la cédula de ciudadanía. Por si los olvidó, no me olviden, que sigo en los grupos literarios haciendo las entrevistas, que he olvidado hacer y, las que tengo desde diciembre, juro que esta semana publico una de ellas, antes de que se me olvide.



I CONCURSO DE RELATO BREVE "DEPENDE DEL PUNTO DE VISTA" (España)

13:02:2013

BASES CONCURSO

Con el fin de publicar y dar a conocer a escritores noveles, ediciones entricíclopes convoca el I Concurso de Relato Breve “Depende del Punto de Vista”. Conforme a las siguientes bases: 1. Podrán presentarse todos los autores mayores de 18 años independientemente de su país de procedencia, pero siempre con obras escritas en castellano. 2. Solo se admitirá un relato por autor. El relato tendrá una extensión máxima de 333 palabras. Deberán ser originales e inéditos y no haber sido seleccionados o premiados en otro concurso. 3. Ya sabéis depende del punto de vista. El tema del relato se centrará en los ojos, las miradas, perspectivas o cualquier forma de ver y entender la realidad. El autor podrá y deberá tratar este tema con absoluta libertad. 4. Los autores enviarán un correo electrónico a la dirección concursos@entriciclopes.com. El correo contendrá dos ficheros; uno de ellos se llamará: título.doc, en él irá el relato firmado con seudónimo; el otro se llamará: título-datos.doc, en este fichero irán los datos personales del autor: nombre, dirección postal, edad, teléfono de contacto, correo electrónico, título del relato y seudónimo. 5. El plazo de presentación de los relatos se abre el día de publicación de las bases y se cerrará el 13 de febrero 2013 a las 03:33 de la madrugada. 6. No se admitirán escritos que no cumplan estas bases. 7. Se seleccionarán 33 relatos para su publicación. La lista de los 33 relatos seleccionados se publicará en la web de la editorial www.entriciclopes.com y en su página de facebook el 13 de marzo de 2013. 8. Ediciones entricíclopes editará un libro con los 33 relatos seleccionados. Habrá un relato ganador que dará título al volumen y cuyo autor recibirá 5 ejemplares del libro editado y dos relatos finalistas cuyos autores recibirán 3 ejemplares del libro. 9. Todos los textos deben estar revisados ortográfica y gramaticalmente antes de ser enviados. El autor cederá los derechos de autor sobre su obra solo para su publicación en la mencionada antología. 10. El jurado estará compuesto el comité de lectura de ediciones entricíclopes. Ninguno de ellos podrá presentarse al concurso. 11. El premio no podrá declararse desierto. 12. El autor recibirá un correo electrónico en el que se confirmará que se ha recibido el relato. Posteriormente ni los organizadores ni los miembros del jurado mantendrán correspondencia con los autores presentados. 13. La participación en este concurso implica la plena aceptación de estas bases.


RECUERDOS DE FAMILIA

Mónica Barraco Amigo Canarias 1727 Llegó el día, hoy llegó el anuncio de la real hacienda, partiremos en el segundo barco que lleva colonos Canarios a Montevideo. Mis futuros suegros don Manuel y doña Micaela junto a Catalina y la pequeña Rita ya están allá, han partido en la fragata Nuestra Señora de la Encina en agosto del año pasado. Mi padre Don Francisco está contento (El Don, es un privilegio que nos dan al emigrar nos convertimos en hijosdalgos), él es un hombre soñador e inquieto, es carpintero, una vida nueva y un futuro próspero es lo que espera. Ahora esta haciendo los baúles para el viaje, tenemos tanto para llevar, pero igual nos tendremos que desprender de muchas cosas. Mamá a pasado cociendo abrigos, nos dijeron que en el sur el viento sopla muy fuerte y aún en el verano los días son calurosos y las noches muy frías. Doña Micaela, mi suegra, me dejo encargada su casa, no la venderán, un primo de mi suegro se quedara en ella, Rita me encargó su gatito, el no irá al río de la plata. Estamos en verano, el sol brilla, llegaremos allá y será invierno, viviremos un año con dos inviernos. Hoy nos reunimos con primos y vecinos, vinieron a despedirse, en una escapada fuimos con Manuel a su casa, no nos vio nadie, necesitábamos despedirnos sin testigos. Nos abrazamos fuerte, nos besamos muchas veces, lloramos, nos reímos, nos hicimos promesas de amor eterno, de extrañarnos y de tener paciencia. Volvimos a la casa, nadie notó nuestra ausencia, para nosotros minutos sagradamente necesarios. Compartimos el resto de la velada sentados juntos en la sala, mucho que decir ya no había.

NOS VAMOS Nos levantamos y todavía no había amanecido, de los nervios me duele el estómago, mamá y papá están trabajando y Mateo mi hermanito que tiene seis años fue el primero en despertarse, ya todos estamos prontos. Me llevo mi mecedora, es el regalo que me hizo la mamá de Manuel en nuestro compromiso, ya me despedí de todos los lugares amados, yo se que no volveré.


Manuel llega a media mañana con un carretón que transportará los baúles y los muebles, pocos, no nos dejan cargar muchas cosas. Mientras estamos con los preparativos tenemos poco tiempo para pensar, pero cuando llegamos al puerto y tenemos que esperar, toda la amargura de la separación se cuela en nuestro corazón. Nos tomamos de las manos, nos miramos a los ojos quiero retener su imagen para que su recuerdo me acaricie en los días de soledad. Nos decimos tantas cosas, nos repetimos mil veces que va a estar todo bien. Soñamos con el día de nuestro reencuentro, hablamos de nuestro casamiento de los hijos que tendremos y de lo felices que seremos. Nos llaman, hay que embarcar, cargamos todo, Manuel sube al barco, nos cuesta separarnos, nos besamos, una, mil veces. Le piden que baje, ya es hora, nos despedimos con el último beso, lo veo alejarse, duele, duele mucho. El barco se mece, empieza a alejarse del puerto, lo veo cada vez más lejos, no se va, se queda, yo tampoco me puedo mover lo miro hasta que se pierden el horizonte, ¿cuanto va a pasar hasta que lo vuelva a ver? Las lagrimas nublan mis ojos ya no lo veo, tengo que ser fuerte, una vida nueva y mucho trabajo nos espera, no voy a lamentarme, voy a esperar a Manuel y voy a trabajar duro para preparar todo para nuestro casamiento. Está decidido, voy a ser feliz y la felicidad no se regala, se gana. Mi querido Manuel Desde que nos despedimos en el muelle no he dejado de pensar en ti, tu silueta sombría y triste me llenó de dolor . ¿Cuanto pasará amor para que vuelva a verte? Siento que te abandono, que te dejo solo ¿podrá tu amor soportar la distancia? Nunca olvides amor, las tardes en el patio mientras hacíamos planes y nos jurábamos amor eterno, no me olvides amor, te estaré esperando en un mundo nuevo ¿mejor? Ojala, solo sé que pase lo que pase te seguiré amando, te seguiré esperando. El viaje será difícil, estamos apretados y la comida es mala, hace frió, el mar es un lugar hermoso, pero en un minuto puede convertirse en un terrible enemigo. Espero pronto estar en tus brazos Con amor Tuya Isabel

Tenerife Islas Canarias 20 de septiembre 1727 Amor Despedirte fue lo más difícil que hice en mi vida, en mis años de soldado, nunca tuve tanto miedo como cuando supe que partías, mi vista se nublo y mi corazón por segundos dejó de latir. Tenía ganas de correr, de suplicarte que no te fueras, pero sabía que era inútil, que debo esperar y que seré yo el que ira a tu encuentro soporta amor estas penurias no serán más que un momento. Cuídate, abrígate las noches en la fragata serán frías, el frío cala hasta los huesos, ora ten fe, el viaje será largo, nos espera una vida mejor, prepara todo para cuando llegue, no esperaré un segundo para hacerte mi esposa.


Besa a mamá de mi parte, dale ánimo dile que estaré bien, que pronto me reuniré con ustedes. Cuida a mi hermanita, a Rita y debes aferrarte a Catalina ella te considera su hermana,recen por mi para que pueda partir pronto. Amor lleva esta carta cerca del corazón te amo no lo dudes pase lo que pase siempre te voy a amar. Tuyo Manuel Suárez da Costa

En alguna parte del mar ¡Hay Manuel que razón tenias! nunca en mi vida sentí tanto frío, la fragata parece una cáscara de nuez, salta de ola en ola, los primeros días la vista del mar y las puestas de sol eran maravillosas, encantadoras. Hoy ya a dos meses de travesía el viaje se volvió tedioso y hasta insoportablemente aterrador, sabernos en alta mar solos a la vera de Dios asusta. Los niños están cansados y ya no se ríen como al principio, hay mucha gente enferma, el olor a vinagre es nauseabundo pero es la única forma de frenar epidemias, Mateo esta enfermo, tengo miedo. Cierro los ojos y solo encuentro paz pensando en ti, en tus ojos dulces y tu voz cálida, me haces falta, lo que daría por poder descansar mi cabeza en tu hombro. Te amo, hace más de dos meses desde que nos despedimos en el muelle y ya me parecen mil años. Te extraño mucho amor. Un beso, tuya Isabel Tenerife Islas Canarias 1727 Isabel, cariño. Canarias no es la misma, la casa familiar está oscura y solitaria; no hay risas no hay olor a comida casera ya nadie me espera, té extraño. Hoy como todos los días pasé por la puerta de tu casa, no me acostumbro a que no estés; en mi mente tenía la fantasía de verte asomada a la ventana. Poco a poco oscurece más temprano ya está acercándose el invierno y no hay noticias del traslado. He estado enfermo, no te asustes ya estoy bien, pero los primeros fríos me han agarrado desprevenido y sin mamá y sin ti en la casa no he tenido comida caliente ni abrigo seco. Espero que se encuentren bien, pienso en ti todo el día y de noche cuando oscurece te imagino en el mar y desearía tanto poder cuidarte y amarte. No lo olvides nunca. Te amo, tuyo. MANUEL Continuará…

Escrito por: Mónica Barraco Amigo Derechos Reservados, propiedad intelectual de la autora.


LA POESÍA DE ANA MARÍA LORENZO

HOMENAJE A GRANDES ARTISTAS Queridos lectores, como colaboradora de esta revista, hoy he deseado compartir con todos los que me leen, dos, de los varios poemas que escribí en su día como homenaje a dos personas del mundo del arte, cuya sensibilidad se balancea en el aire, ecos que resuenan de los que ya fallecieron; voces que se alzan de los que aquí todavía siguen. Antes de que lean el primer poema, escribo una pequeña síntesis de la que fuera una navarrica, llegada a Algeciras con una maleta llena de ilusiones. Amiga entrañable y maravillosa escritora, la solidaria Poeta Julia Guerra. Cuando me notificaron el fallecimiento de Julia Guerra el 2 de marzo del 2008, no me lo podía creer. Hacía muy poco que había estado hablando con ella de muchas cosas, personales y otras relacionadas con las vivencias que tenía en esas tierras fronterizas donde vivía. No puedo negar que su accidente me impactó mucho, como a todos los que la conocimos. ¡Una mujer tan vital! Ahora, que termino mi libro, me gustaría compartirlo con ella, como ella compartió los suyos conmigo. Hasta me pidió consejo para pasarse a la narrativa. Pero siempre le dije, que lo suyo era la poesía, ahí podía descargar el alma con todo su esplendor. Ante mi tengo, una de sus dedicatorias. Veo su letra, y me parece que todavía sigue viva. Al final me decía que no olvidara nunca que siempre hay otra orilla. Y así es, ella llegó a la suya y yo sigo remando hacia la mía. Julia Guerra, nació en Pamplona, y tenía 55 años cuando murió. En la introducción que le hace Juan José Téllez Rubio, en su libro “Dos orillas”, del 2003, ya nos comenta cómo llegó una navarrica a Algeciras con una trayectoria larga de escritos desde 1969. “Había estremecimiento y estrépito en aquellos versos suyos de mediados de los ochenta: “Te he llamado a gritos de silencio, -escribía-, en las noches cóncavas del miedo”. Sucedía en las páginas de “Los hijos de la sombra”, el libro de poemas que Julia


Guerra publicó en Iruña, allá por mayo de 1986, y que traía bajo el brazo cuando desembarcó en el Campo de Gibraltar, no más amanecidos los 90. A la grupa, traía ya un cumplido equipaje literario, desde que comenzara a publicar en la revista Río Arga, en 1969.” En las tertulias que manteníamos, Julia mostraba una inquietud constante de buscar su sitio en este mundo. Y lo encontró allá, en tierras andaluzas, donde llegó a producirse una mutación muy profunda y arraigada con esas tierras cercanas a África. Eso no quiere decir, que se olvidara de sus orígenes, siempre había un halo de cierta añoranza y amor hacia su raíz norteña. Tanto era su afán por unir Norte y Sur, que en 1991, me invitó a ir a Algeciras a participar en unas jornadas activas, donde daría alguna charla. Ella me decía que yo iría de representante del Norte y ella del Sur. ¡Qué cosas! Estaba planificando un encuentro cultural entre ambas tierras. La experiencia fue interesante. Luego, cada una en nuestro espacio, con la labor que vinimos a realizar en esta vida, como todos los seres humanos. Julia era una luchadora de las causas sociales. Muy identificada con el mal trato de las mujeres, en especial del norte de África por la cercanía en donde residía, así como de todos los lugares. Esa es su mejor definición, independientemente de su calidad humana. Sería largo de escribir todo el sentir que intento manifestar en esta reseña que pongo junto a su foto. Este breve homenaje, para mí es muy importante, y ella lo sabe, desde esa”Luna congelada suspendida en el tiempo”, que le regalo en mi poema. Yo sé, que desde donde esté, me mira y seguro que se le escapa una sonrisa… ¡sonreía tanto! ¡Un brindis por ti, Julia! No te olvidamos.

A LA POETA JULIA GUERRA. (Ana María Lorenzo)

Alguna vez he visto dormir tu tristeza, la garganta seca de una sed salvaje buscando en el extremo de tu mirada, tropiezos de amores, tropiezos de luchas.

Abro las hojas de tus libros. Leo y oigo tu rebeldía. Grito de alianza de un Sur y Norte. Y veo a mujeres dormidas en suelos como epitafios. ¡Despertad de vuestro sueño!, ¡Libertad quiero dentro del mar,


al nivel de la tierra, así como en el cielo y en el universo entero! Que vienen de la otra orilla remeros luchando por su vida.

Pesado techo que los hombres hicieron a un pueblo de gruesos vidrios y silbantes sentencias. ¡Oh silencio, silencio… silencio de lágrimas amargas!

Mas aunque la muerte te acogiera entre sus brazos, y tus suplicas parecieran acalladas, las letras cantaron tu voz de poeta.

Desnudez de alma. Reflejo de humanidad. Beso que dejaste al mundo, con tus ideas. Alcanzaste la otra orilla, esa a la que todos llegamos. Y ahora tu grito es más amplio. Es infinito.

Lo escuchamos en lo alto. Tu rostro nos contempla como Luna congelada, suspendida en el tiempo.


El siguiente poema de Homenaje, se lo quiero dedicar a la cantautora, TXARO BERZOSA BEJARANO. Posiblemente muy poca gente haya oído de esta Gallega venida a Tudela de Navarra, que con su silla de ruedas ha ido dejando un rastro de belleza con la creación de su particular música y preciosa letra, por diversas tierras, hasta Cataluña. Txaro Berzosa, nació en un pequeño pueblo de Galicia llamado Cee, en 1951. Su voz era extraordinaria, podía haber llegado a la cima de los grandes cantantes, pero en 1985 sufrió un aparatoso accidente. Tenía 34 años de edad y se encontró con una silla de ruedas, pies que le ayudan a caminar por la vida. No sabemos hasta qué punto de sufrimiento pasó esta valiente mujer. Pero sí, la considero como un ejemplo para muchos discapacitados y capacitados. Por causas físicas, y problemas con su diafragma, su voz espléndida cambió, a una voz de tono más grave, pero no por ello atractivo, seductor y con un encanto muy personal que subyuga a los que les escuchan. Una larga trayectoria de luchas en su vida. Lucha por su propia salud, lucha por causas sociales en las que con facilidad se involucra en ayuda de aquello que considera justo. Ese espíritu guerrero, le ha llevado, a pesar de su discapacidad, a enfrentarse en manifestaciones, incluso a lideradlas algunas veces. Su canto, es un canto de vida, de fuerza, de justicia, de amor… hasta de ternura. Ella y su guitarra son la voz de los desfavorecidos, son el ejemplo para todos nosotros. Su vida sería larga de contar. Ojalá la veamos un día en el pedestal que le corresponde.


GRITOS DE LUCHA. (Ana María Lorenzo)

Aventurera del pensamiento. La voz del intelecto es melodiosa pero no descansa hasta que se escucha.

Se hacía difícil salir de las retorcidas calles, avanzar por la plaza en silla de ruedas por un empedrado asfalto en cuesta.

Las cortinas se sacudían tras los cristales de los miradores. Desde las troneras ojos inquisitivos seguían su paso.

Se oían suspiros… ¡Sí, es ella! Vuelve mansa como cordera, con el chirrido de los radios y los ejes de esa silla por piernas.

Corcel con el que se acompasa. El rumor corre como pólvora explotada, y van saliendo vecinos camino de la glorieta del centro.

Unos hablan de conspiraciones; otros, con murmullos de refilón miran. Algunas ventanas se cierran y las televisiones preparadas.


Llegó un momento de irritaciones insoportables. La dama de hierro, cogió su guitarra y lanzó su primer grito al pueblo:

“He sido traicionada por la gente. No sólo por la prensa, aquí presente, sino por todo tipo de personas. Mas seguiré con la lucha del loco”

Y dicho eso, y con fuerte voz, la cantautora comenzó hacer sus demandas por una justicia social al Ayuntamiento y al Gobierno. ¡Justicia para los discapacitados y ancianos que dejaron sin sustento! ¡Justicia por una cultura y la violencia de género!

¡Pero, vaya, caballo que piensa! Y cuando piensa su paso se frena por un alcalde y unos guardias, que le tiran de la silla.

Solemne, con su instrumento y plato, se arrastra hasta las partidas escaleras, como si el destino quisiera su vida y su almas enterrasen.


Más las cámara y flashes captan las imágenes. Un pueblo que frenó su huida, y cerró paso a quien mal le hiciera.

Y en la plaza el gentío que corre, vuelven los oídos, multitud de sonidos que se convierten en voces.

Así como la Luna está en el cielo. Así la verdad cantará hasta que muera. Reclamos que hago al de arriba y al de abajo, para que baje el Arcano de la Justicia.

Cantautora: Txaro Berzosa Bejarano


FINISTERREA_EDICIONES, presenta el 1er Tomo de la Antología poética “ DESDE LA RAMA” Autora: Ana María Lorenzo

Precio en EBOOK: 12,95 Info@finisterraediciones.com Autor: ANA MARÍA LORENZO ISBN/ASIN: 9788494050978 Género: Poesía Editorial: FINISTERRA EDICIONES Fecha de edición: 2012

Sinopsis: PRIMER TOMO de la colección de la antología poética de Ana María Lorenzo, "Desde la rama".

"Un incansable y sediento ser en una búsqueda continúa del conocimiento. Su “Ubi est la genialidad?” expresa esa sed por lo nuevo, por hallar esa palabra, esa frase no dicha. Su variopinta personalidad hace que me sienta personalmente orgullosa. Es capaz de sumirnos en profundas reflexiones; en elevarnos con sus poemas en sensibilidades y cantos a amores y bellezas, así como hacernos caer en esos mares negros de tristezas. Sus escenas cotidianas, las transforma en arte. Con sencillas palabras, te mete dentro de un cuadro que puede traerte recuerdos pasados. Es un placer sentarse junto a ella y escuchar sus poemas-relatos, que nunca sabes a dónde te llevan. Las cuestiones sociales y sus injusticias nos dejan un sabor amargo en la conciencia. Forman parte de su labor y de una expresión de rebeldía interna. Ahí se ve claramente su deseo de aportar, como ella misma dice: “un algo muy chiquito, como mota perdida en este gran mundo, en este universo entero, para hacer cuestionar las razones morales de los hombres e importunar sus pensamientos vagos”.

















La vida comienza de un sueño.

Por: Maggie Fuentes

Disfrutaba cada día. Era como si de ella brotara una energía, alegría, fuerza que muchos veían tan solo con verla pasar. Magia decían, desprendía de su ser. Joven guapa que sonreía a todos y era de forma sincera, muy conocida en la dependencia de gobierno donde trabajaba, porque ahí caso raro, sí se trabajaba. Ella adornaba esa oficina tapizada en color amarillo con sillones y alfombra contrastando en rojo. La rutina diaria era así, levantarse muy temprano correr al baño antes que sus hermanos lo hicieran, vestirse y maquillarse mientras bebía té caliente preparado por las amorosas manos de su madre. Salía con prisa, el tráfico era pesado a esa hora y ella debía llegar antes de las 8:00 a.m. Después de la oficina seguía la universidad, aunque ahí sufría con algunos maestros, la mayor parte del tiempo era agradable. Tiempo para el amor. Ella soñaba con eso, con enamorarse. Es muy común ver en las películas como se conocen las parejas se van enamorando y en un beso apasionado entregan toda su vida para luego vivir felices para siempre, no sin antes pasar por dos o tres trampitas del destino para separarlos, pero el amor prevalece y triunfa. Pues ella soñaba con eso, con un gran amor. Soñaba con los besos, con las tarjetas cariñosas, tal vez unas flores, una serenata. Sería maravilloso. Estaba convencida de eso, pero no por ello buscaba el amor, no, ese llegaría en el momento más inesperado con quien ella no lo imaginaría. Le gustaban las sorpresas. Ella conocía a varios de los amigos de sus hermanos, platicaba con ellos y bromeaban pero estos amigos la veían a ella seria y fría como alguien no de este mundo. En cierta ocasión en una reunión en su casa donde estaban estos amigos con sus hermanos, escuchaba las risas mientras uno de ellos hablaba. -¿De quién es esa voz?- pensaba mientras cruzaba la estancia recién llegando de la universidad. En una pequeña salita estaba su hermano menor con sus amigos, uno de ellos el que hablaba haciéndose el chistoso, era tremendamente atractivo. Ella lo miró. -A mi la que me gusta es tu hermana la grande, es guapísima.


Todos callaron al verla en la entrada de la salita, todos menos este joven que siguió de fanfarrón. -Si querido amigo tú no tienes la culpa de tener hermanas y menos tan guapas pero ya te digo la que me gusta es la mayor. ¡Con ella sí me caso!- unos se agachaban, otros tosían mientras el hermano algo molesto le contestó. -Falta que la mayor te mire siquiera, eres poca cosa para ella, imagínate un estudiante cuando ella se mantiene sola, además ya te escuchó mi otra hermana y creo que le va a contar lo que has dicho. El joven volteó. Por primera vez se encontraron sus miradas. Los ojos azules de él parecían penetrar los marrones de ella. Levantó una ceja molesta. -Creo que deberías elegir a tus amigos mejor- lo miró después de arriba abajo- con permiso. Las risas no se hicieron esperar. Alex se quedó aturdido. Nunca había visto tan de cerca esos ojos, ni se había sentido tan avergonzado. Pasaron varios días donde no cambiaba la rutina, Claudia iba de casa al trabajo y de ahí a la universidad luego a casa cansada y con mucha tarea. Esta vez fue en sábado, ella regresaba del taller de teatro donde participaba como pasatiempo, esta vez estaban montando una comedia y el papel que le había tocado era el de una viejecita regañona y coqueta. Al abrir la reja de su casa lo primero que escuchó fue esa voz. -¡Otra vez este tipo!- era algo difícil pero si se disgustó. No quedando más remedio entró con el libreto, su bolsa y ese pantalón de mezclilla que delineaba perfecto su figura, al menos eso era lo único que muchos veían a su paso. -Hola Claudia, soy Alex, perdón por lo que escuchaste pero… -No te preocupes, no escuché nada interesante esa noche- contestó cortante. Se puso delante de ella con su mejor sonrisa. -No me digas que eres así-¿Así? ¿Cómo? -Amargada, enojona. No lo creo, no tienes la cara-Tú tampoco tienes la cara, pero si, eres un completo tonto. -¡Eso dolió!- el hermano de Claudia sonreía satisfecho. –Mis hermanas se defienden, así que ten cuidado-


Ella caminó hacia la cocina, estaba hambrienta y discutir con Alex era lo último que quería en ese momento. Dejó sus cosas sobre la mesa y buscó dentro del refrigerador. -Veamos… Queso, vinos, carne, jamón… -Oye, creo que empezamos mal, ¿podríamos comenzar de nuevo? La cara de Alex sobresalía de la puerta del refrigerador. -Bueno ¿es que no puedo ni ver mi refrigerador en paz? -Estoy seguro que no querrás cocinar, la señora ya se fue, así que… mira yo puedo hacer algo para que cenes en lo que platicamos ¿qué te parece? Con fastidio asintió. La tomó del brazo, ella se dejó conducir a la barra sentándose en un banco, Alex le sonrió, su mirada daba ternura, parecía un niño queriendo agradar a su madre con algún logro escolar. -Verás que soy buen cocinero. Hablaba sin parar mientras cocinaba. Ahí se enteró Claudia que Alex estaba por terminar la carrera de Médico Veterinario, trabajaba dando clases en la misma universidad donde ella asistía, no eran muchas horas pero le servía para tener algo qué poner en su curriculum vitae. -¿Cómo era posible que nunca lo viera?- pensaba mientras él continuaba con su charla. Era aficionado al futbol americano. Tenía una forma muy simpática de expresarse, Claudia lo miraba detenidamente. Cabello rubio, rizado, su cara varonil con barba partida, espalda y brazos fuertes, el pantalón dejaba ver cuerpo atlético. ¿Ese hombre era realidad o solo alucinaba de hambre? -… en mi casa los domingos, ¿y tú?-Ay perdón, pues este, no sé-No he parado de hablar, ¿qué si te gusta acampar? -Si, bueno me encantaría. Nunca lo he hecho, pero debe ser emocionante- pensó que la invitaría a alguno, pero no, siguió cocinando y el aroma que despedía su platillo era delicioso. -Huele hum, ¿qué es? -Ah veo que no me pusiste mucha atención, quiero pensar que estás cansada porque pensar que me estás tirando como loco pues no, es cruel pero ¿tú no serías cruel conmigo verdad?


-No seguro que no. -Te dije que si te gustaría ir a una reunión el domingo en mi casa- la cara de sorpresa de Claudia le hizo entender que no, efectivamente no le había puesto atención- bueno es que hacemos esas reuniones para organizar… Creo que mejor te sirvo Se acercó con el plato y los cubiertos para luego regresar y servirle una porción de carne con queso gratinado, chile chipotle y crema. La charla se prolongó hasta tarde cuando la madre de Claudia se asomó por la puerta de la cocina. -Jóvenes siento molestarlos pero es hora de dormir. Podrán continuar en otro momento ¿verdad? -Ah señora perdón no me fijé en la hora. Discúlpeme por favor- Alex estaba apenado en realidad, había sido tan agradable hablar con Claudia que el tiempo se le había ido volando, se puso de pie llevando los platos sucios al fregadero mientras con una sonrisa de complicidad miraba a la joven. La vida de Claudia cambió. Había algo de emoción, una sensación en el pecho que la hacía sonreír, sus compañeros notaron en ella esa sonrisa diferente y el brillo en sus ojos que la hacía más guapa y sensual. Un par de días después, en la universidad, se tomó unos minutos para comer algo y relajarse, procuraba una banca en los jardines donde el tránsito de compañeros no fuera constante. Miraba absorta la copa de un árbol, había tantas aves ahí que era como si el tono verde de éste cambiara a uno negro con manchas verdes en ruidoso movimiento. Se sonrió, era increíble que estos pequeños seres voladores cambiaran el aspecto del frondoso roble, con algo de imaginación vería a un enorme gnomo con actividad estomacal.

-Hola, ¿estás? Claudia sonrió sorprendida. -Hola jaja si aquí estoy hasta dentro de unos… 10 minutos- dijo mirando su reloj. -¿A qué hora termina tu última clase? Si quieres nos vamos juntos, yo termino a las 10 ¿si?- los ojos de Alex brillaron al igual que su sonrisa.

Era como un sueño largamente deseado, un deseo tan íntimo que inundaba todo su cuerpo cuando la besó. Verla reír con sus bromas, esa mirada marrón, dulce, cariñosa. ¿Cómo había esperado tanto buscando en otras lo que tenía tan cerca?


Tomar su mano, abrazarla y respirar su aliento suave, caliente. Si tenía dudas en cuanto al amor, éste era real, tan real y profundo que lo había tomado por sorpresa sin dejarlo reaccionar. Iba conduciendo despacio. No quería llegar a ningún lado, que la vida fuera así, suspendidos en el tiempo, encerrados en ese pequeño espacio, un espacio que era de ellos y de nadie más. Era increíble lo que sentía. ¿Quién lo diría? La había visto tantas veces pasar frente a su casa apurada tan arreglada, fina, tan lejana. No era para nada el tipo de mujer con la que estaba acostumbrado a relacionarse. Seguramente tendría novio, palabra anticuada para él, porque todas eran amigas con las que podía tener sexo un par de veces, tal vez tres pero no más y todo claro, sin resentimientos. Esta chica era guapa pero no tenía el cuerpo de sirena que le encantaba en una mujer, era más bien delgada con una cintura tan pequeña… -No, no es mi tipo, en cambio la hermana tiene todo lo que me engancha- pero la hermana ni siquiera lo miró. Ahora eso ya no importaba. Se detuvieron frente a la casa de Claudia, ella tomó su bolsa y lo miró. -Bueno, la pasé bien pero ya es tarde y no avisé-No te va a decir nada tu mamá andas conmigo. -Eso precisamente eso, jaja por eso me va a regañar-¡Pero si yo soy serio! -Claro ella lo sabe- abrió la portezuela, él se acercó a ella para besarla. -No, espera… Nos miran- Apretó su mano suavemente y lo miró fijo a los ojos- Nos vemos mañana. Quería gritar, bailar, cantar cuando llegó a su casa. -¡Hola a todos en esta mi humilde casa! ¿Por que esa cara de tristeza mamá? Abuela no te duermas ¡Abuela!- Decía mientras abrazaba a la abuela quien sorprendida lo miraba, luego dándole por su lado, empezó a sonreír con él. -¿No me digas que…? -Si abuelita ¿no es genial? -Claro hijo ¿qué es genial?- contestó mientras se ponía seria. -Abuela deja que disfrute, tú entiendes jaja ¡Si tan solo la besé! Reían los dos ante la mirada seria de su madre.


-Hijo, ¿andas con alguien? ¿Seguro con ella? Vaya eso si que me sorprende, no te he conocido una sola novia tampoco te había visto tan entusiasmado y feliz.- lo abrazóespero que sea para bien. Aunque algo me preocupa… -¿Qué mamá? -Ella, la he visto. No es del tipo de chicas como las que tú… Bueno, ¿estás dispuesto a ser novio? -No sé- dijo mientras caminaba hacia atrás arrastrando los pies. Llegó a su habitación, se recostó y cerró los ojos. Podía sentir todavía su aroma, tenía en sus labios el sabor de los suyos. Sus manos guardaban su calor. Se habían encontrado en el estacionamiento, el aire frío les azotaba el rostro. El cabello de Claudia volaba en desorden, ella trataba de controlarlo con la mano. Le abrió la puerta de su viejo auto color naranja. -Y… ¿Sirve? - dijo Claudia sonriendo mientras ponía su bolso sobre sus piernas. -¡Claro! Ahora lo verás- aceleró varias veces antes de poner en marcha el auto, a pesar de ver lo que Alex hacía, Claudia fue tomada por sorpresa, el bolso cayó a sus pies regando el contenido a los pies de ambos. Entre risas y las disculpas de Alex levantaban todo y lo depositaban en desorden dentro del bolso, la guantera se abrió de golpe dejando ver el interior. Ella iba a cerrarla cuando le distrajo la cantidad de condones que tenía. -¡No, no, no, perdón! ¡No veas!- tomó la mano de ella. Ella lo miró y sus caras quedaron tan cerca, él podía respirar su aliento. Miró sus ojos parecían diamantes color marrón, su boca, perfecta para besar. No se resistieron.

El trabajo de Claudia era arduo, ella era una de las dos asistentes de un próspero empresario. Había veces que no se daba cuenta de la hora. Tenía unas charolas donde los diferentes departamentos de la empresa llevaban diferentes asuntos por tratar, mientras que en la otra, ella les daba respuesta. El teléfono sonaba sin cesar con llamadas de todo el país y todos requerían la más profesional y eficiente respuesta. Si ella era eficiente, la otra chica lo era más aún. Con más tiempo trabajando para el empresario conocía a detalle clientes, créditos y ventas, así como producción y costos. Eran jóvenes por lo que trabajaban sin tregua todo el día. Claudia muchas veces llegaba a la universidad tan agotada que le era difícil concentrarse, pero era una meta a lograr, un reto que se había impuesto y del que no desistiría a pesar de que su trabajo era bastante bien remunerado, no dejaría de estudiar. Se había vuelto selectiva, ya no le convencían los jóvenes que la pretendían, había cambiado su círculo de los amigos fiesteros y despreocupados de su edad por otros no tan jóvenes, empresarios y ejecutivos de diferentes empresas con las que tenía trato. Había educado su mente y su oído de la estridente música de la época a la


clásica de la que debía conocer y entender al igual que la literatura, su modo de vestir y de ser, hasta su risa todo lo tuvo que modificar para encajar en ese puesto por muchas deseado. El día pasaba tan rápido entre todo y todos. En ocasiones era invitada a eventos de trabajo y no le quedaba tiempo de ir a casa para cambiarse, entonces iba a una boutique cercana y se compraba lo necesario para la ocasión. Se arreglaba en el sanitario de la oficina y listo. Acostumbrada a estar sola y no por falta de pretendientes, sino porque consideraba que ninguno hombre era necesario para vivir aparte del tiempo que debía dedicar a una relación de ese tipo. Cuando vio a Alex por primera vez le preguntó a su hermano sobre él. Su hermano le comentó de la vida loca que llevaba, a pesar de que era considerado como un buen estudiante, hijo responsable y maestro, también gustaba de relacionarse con todo tipo de chicas. Los sábados que no estaba acampando, era seguro encontrarlo en alguna fiesta que terminaba al otro día. Una vida contrastante y vacía pero para él divertida. Estaba predispuesta cuando lo escuchó hablar de su hermana, le molestó la forma en que se expresó de ella como si fuera solo el cuerpo lo que importara. Pero algo pasó. Desde que charlaron en la cena se sintió atraída por Alex, tal vez su desfachatez y frescura, tal vez su atractivo cuerpo, su risa. Esa mirada azul que parecía traspasarla, sentía que podía ver en su interior, conocerla con solo mirarla a los ojos. Esos besos que se dieron en el estacionamiento, en el trayecto cuando el semáforo estaba en rojo, despertó sensaciones en ella.

-¡Claudia! Te llama Alex- la voz de su hermana la sacó de sus pensamientos. Su hermana la miró con curiosidad. ¿Sería posible que Claudia con ese mundo en el que se desenvolvía se fijara en alguien como Alex? Ya platicaría con ella sobre eso. -Hola, si, aquí estoy- risitas- claro… Dejó de escuchar cuando Claudia desapareció en su habitación y cerró la puerta. Fue una larga charla donde las risitas y susurros de Claudia parecían brotar de las paredes de su cuarto. Sus padres se miraban con cierta preocupación, este joven no es que fuera mala persona, lo que pasaba es que no era el tipo de hombre que querían para su hija. Más allá del amor de padres, más allá del orgullo que les daba verla siempre tan perfecta, era simplemente el no querer verla sufrir por un desengaño o traición. Y no estaban tan alejados de la realidad. Alex acostumbraba beber con sus amigos y terminar la parranda al otro día, combinando a sus excesos de alcohol la compañía de diferentes chicas, algunas de ellas casadas o divorciadas. Claudia y Alex comenzaron a llegar juntos por las noches después de la universidad. En casa de él estaban encantados con la relación porque desde que iniciaron el


romance las borracheras de Alex prácticamente desaparecieron, el siempre se veía feliz, pasaba mas tiempo en casa con sus padres y hasta conversaba con la abuela, los amigos que salían a acampar con él ya lo extrañaban pero eso si lo pensaba compartir con Claudia. Algún día.

Alex se reunía con el grupo de campismo un par de veces al mes para concretar el lugar donde acamparían la siguiente vez. El grupo estaba compuesto en su mayoría de jóvenes solteros a excepción del líder quien con una experiencia más amplia los capacitaba para sus aventuras al aire libre. Por lo general tenían salidas una vez al mes, acampaban unos cuatro o cinco días, según la disposición y tiempo de todos, invariablemente la diversión y la convivencia eran excelentes, a pesar de lo cual el compañerismo del grupo no sobrepasaba las vidas personales, como regla de respeto y de libre decisión. El grupo vivía solo en el campamento, fuera de eso eran solo conocidos.

Al principio Alex dejó las convivencias con su “otro” grupo de amigos, aquellos con los que la juerga era interminable, con los que el exceso era la muestra patente de estar vivos. Ahora pasaba el día pensando en Claudia, en sus besos, en su cuerpo y ese calor tan agradable que desprendía. Esperaba con ansias la noche para verla en la universidad, aunque tuviera que esperarla, aunque a veces ella fuera casi dormida en el trayecto, el sólo contacto lo mantenía feliz. No tendría relaciones con ella, esta vez no sería así. Aparte Claudia no permitía un toque siquiera y la forma en que lo detenía lo hacía sentir más el deseo de otra forma, casi como una ilusión. A Claudia tener novio le costaba mucho tiempo del que no tenía. En la oficina las llamadas de Alex tenían que ser fugaces y concretas, por la noche camino a casa iba tan cansada que le era difícil sostener una conversación, aunque le encantaban sus caricias prefería llegar y dormir, solo el fin de semana era de ellos, total y completamente. Desde temprano se ponían de acuerdo para desayunar o comer juntos, pasaban el resto de la tarde leyendo, viendo películas, jugando cartas. Otras veces caminaban juntos mientras planeaban tal vez algún día, vivir juntos. Como la palabra “matrimonio” no figuraba en el vocabulario de ninguno de los dos, “compartir” si y el amor que sentían era como para compartir todo, la vida misma. Lo curioso es que nunca se referían al aspecto económico, Alex dependiente en parte de sus padres, y es que lo que percibía como maestro era para terminar su carrera y algunos gastos de su viejo auto, planeaba ejercer su carrera en su misma casa para reducir algunos costos, la vida al lado de Marian sería ahí mismo o tal vez en algún departamento rentado mientras ganaba lo suficiente para comprar una casa. Marian por su parte continuaba con la idea fija de terminar su carrera en Administración, a pesar de que el sueldo que tenía como asistente era por mucho superior al de cualquier profesionista, la meta de titularse era insustituible. Compartir la vida con Alex no sonaba mal, ella pensaba llevar a una señora para el servicio, la misma que trabajaba en su casa, aparte de que el lugar ideal para que vivieran ese gran romance era una casa que ella había visto en venta y que estaba en pláticas para comprar.


Ya le era difícil estar sin Claudia, por eso, decidió invitarla a la reunión de campismo de ese último viernes del mes de noviembre, Sus compañeros se sorprendieron al verlo llegar acompañado de esa guapa chica, les llamó la atención el ver a Alex con su estilo desenfadado en pantalón de mezclilla y camisa sport a diferencia de la chica, ella llevaba un traje de pantalón y saco en una tela muy parecida al terciopelo en color café con bordado en dorado en el saco, bolso y zapatillas de piel, su cabello castaño perfectamente peinado, largo y sus manos bien cuidadas, ahí sobresalía un precioso anillo de brillantes. Nada qué ver pensaban pero entendían la razón de su distanciamiento y valía la pena, aunque ella no encajaba en el grupo aventurero conformado por sólo tres chicas y doce hombres jóvenes, algunos de ellos estudiaban, otros tenían un empleo cualquiera que les diera para vivir y ausentarse para acampar. Claudia sintió las miradas pero se mantuvo tranquila, si eso le gustaba a Alex, debía ser también interesante para ella. Ahí se enteró que para poder salir con ellos tendría que hacer algo de acondicionamiento físico, aprender algunos amarres y técnicas de supervivencia, ellos le ofrecieron algunos libros, parecía que se los sabían de memoria y era obvio por el estado en que estaban esos ejemplares. Así que el plan era comprar algo de equipo, bolsa de dormir, utensilios y hacer condición física para el próximo campamento que sería a principios de diciembre. Alex estaba complacido y convencido, Claudia era su mujer ideal. Claudia tendría que levantarse más temprano a diario para ejercitarse como le habían recomendado, Alex estaría pendiente de ella y cualquier cosa que pensara que necesitara porque era importante que fuera al cien por ciento, de lo contrario retrasaría al grupo incluso lo pondría en peligro al no saber como proceder en algún caso. Claudia trataría, solo pensarlo resultaba agotador, pero quería estar en el mundo de Alex, ser parte de todo lo que él hacía. En el grupo, Leticia, Ana y Angélica comentaban sobre la “nueva”. Era incómodo porque una chica más cuando el grupo ya estaba tan compenetrado aparte de que Leticia sentía especial atracción por Alex. Después de la reunión Claudia guiaba a Alex por las calles. -Te tengo una sorpresa… Te va a encantar- decía mirándolo sensualmente. -Ay ¿qué será?- contestaba mientras la besaba. -Ya lo verás… Mira detente en esa casa, la de fachada rosa. Descendieron del auto, Alex no dejaba de besarla, esto tenía toda la apariencia de una noche de amor al lado de su amada Claudia, no podía aguantar el misterio.


Ella sacó unas llaves de su bolso y abrió la reja, sonrió de nuevo lo tomó de la mano y lo llevó a través de un pequeño jardín. Alex la abrazaba. -Amor, espera- usando otra llave abrió la puerta de madera y entraron. Era una estancia pequeña pero cómoda, estaría vacía de no ser por un cómodo sillón blanco. Claudia sentía la mirada de Alex, ya no resistía. Los besos siguieron.

-Y a todo esto ¿Quién nos prestó este lugar?- preguntó Alex mientras arreglaba el desordenado cabello de Claudia. -Esta casa es mía, la acabo de comprar. ¿Qué te parece? Alex se quedó mudo. Era genial pero… -Aquí podemos comenzar tú y yo juntos- Alex no contestaba- no estoy pidiendo que nos casemos ni nada por el estilo, eso no me interesa, aparte mira, pensé aquí puedes poner tu consultorio veterinario, yo puedo tener un estudio en la parte de arriba junto a nuestra recámara- En algún momento Alex dejó de escucharla. Esa no era precisamente la idea de estar juntos, lo había sorprendido de verdad. El sería lo que fuera pero nunca un mantenido, sobre todo si la familia de Claudia lo tenía en tan mal concepto, lo mejor era evitar esto aunque tampoco quería hacer sentir mal a su amada que estaba realmente ilusionada con la casa y no era para menos. -Pero no paro de hablar, Alex ¿qué te parece? Bueno tal vez es que no te he mostrado el piso de arriba ni la cocina y el baño… La interrumpió con un beso, luego otro y otro… Comenzó a llover afuera.

Despertaron abrazados. -Creo que nos vamos, me van a medio matar en casa… -se vestía apurada Claudia. Alex se levantó y la tomó de nuevo por la cintura. -Un ratito más, por favor- la miraba suplicante. -Bueno jaja, cinco minutos- Cinco minutos que se volvieron horas.

-¿Estás bien? Ya nos tenías preocupados, ¿dónde has estado? -Ay mami perdón por no avisar, fui a una fiesta pero terminó algo tarde así que me quedé con Alicia en su casa- su madre la miraba sin creerle una sola palabra- de verdad mami, ¿quieres llamarle? Aquí está su número-


-¡Claro que no le voy a llamar! ¿Por quién me tomas? Pero con que me entere que no hubo ninguna fiesta y que no estuviste en casa de Alicia, verás, verás. -Ay ya mami, voy a dormir un rato, luego saldré un rato con Alex. -¿Comerás al menos con nosotros? -Pues lo voy a pensar… -¡Claudia! -¡Claro mami! Sólo jugaba. Verla feliz no era el problema, verla radiante, sonriente, no era el problema, al contrario era hermosa y la felicidad la hacía ver aún más. El problema era el tiempo que duraría esa felicidad, ojala que fuera siempre. El tiempo cuando se es feliz, es tan breve que nos parece un suspiro, tal vez un beso breve e intenso, una caricia fugaz y delicada. A veces nos queda el recuerdo grabado en la piel como un sello, que duele aunque no lo mires.

El primer campamento de Claudia llegó a principios de un frío Diciembre, Alex pasó por ella temprano, aunque la noche anterior había ido a ayudarle a guardar todo y sacar mucho de su mochila, se sentía fuera de lugar y no podía evitar sentirse algo tonta cargando esa maleta sobre su espalda. Después de reunirse con los demás, abordaron un autobús a Villa del Carbón y de ahí caminarían dos horas para llegar a otro lugar que solo conocían con el nombre de “Máquina Vieja”, luego descubriría por qué. Llegaron por la noche, armaron el campamento cerca de un riachuelo. Era hermoso ese lugar aunque el frío se sentía de lleno y seguramente por la noche sería más intenso. Distribuyeron los lugares para dormir, por supuesto ellos dormirían en la misma tienda, ahí dormiría también Leticia. Después de cenar conversaban Alex y Claudia recostados contemplando las estrellas. El brazo de Alex servía de almohada a Claudia y ella lo abrazaba. Leticia se acercó y se recostó muy pegada a Alex. -Préstame tu cielo amigo. Este lugar está genial ¿verdad? -Si ¿de quién fue la idea? -De Messi (así llamaban al líder por ser tan admirador del famoso montañista que escaló el Everest)-Lo malo fueron las casi 3 horas caminando, pero bueno vale la pena. Leticia le dio unas palmadas en el vientre a Alex jugando.


-¡Eres un flojo! Ya no quieres ni caminar, me imagino que hasta has engordado. -¡Tranquila Leticia, le pegaste a Claudia! Claudia había escuchado todo, esta chica hablaba con Alex ignorándola y ahora, ¿qué era eso? ¿Su brazo sobre el vientre de Alex? ¿Sobre el de ella? Esto no le gustó mucho. Se incorporó para ver a la luz de la fogata como ella estaba acurrucada en el pecho de Alex. El la miró y comprendió de inmediato su malestar. -Permíteme Lety- zafó el brazo donde estaba recargada ella y tomó las manos de Claudia. -¿Me ayudas?Ella le sonrió. -Vamos a la cama, buenas noches Lety- dijo Alex sin dejar de mirar a Claudia a los ojos. Pasado un rato Leticia fue a dormir también. Ellos estaban cada uno en su bolsa de dormir muy juntos, dejándole a ella gran parte de la tienda. No se dejaría ganar así tan fácilmente, Alex y ella habían pasado en algunas ocasiones excelentes y románticos ratos juntos durante varios campamentos. Él era el principal motivo de que ella perteneciera a ese grupo. No estaba segura de amarlo, pero si estaba segura de desearlo para ella sola. Ya se pondría al tanto de la vida de Claudia, ella tenía forma de saberlo. Ya vería ella con quien se había metido, la muy tonta. De vuelta a la vida normal, algo cansada por la falta de costumbre de caminar y dormir en el suelo, aparte comer esas cosas raras que ellos comían, bueno algunas eran ricas pero de aspecto repugnante. Se le revolvió el estómago al recordar ese momento, cuando la comida se quedó a medio cocer por la lluvia. -Ni modo, tendré que acostumbrarme, ya no puedo decir que no- pensaba mientras miraba a través de la ventana del taxi. -Hola Clau, ¿Cómo estás? Fue un gran fin de semana, ese lugar es realmente bonito, te falta conocer otro muy parecido al que vamos cuando queremos tranquilidad, pero creo que te vendría bien un rappel. ¿Qué dices? Voy a proponer en la próxima reunión una visita a las piedras de Los Remedios... -Alex, Alex, perdón estoy ocupada, podemos hablar por la noche en la escuela, por favor, tengo aquí personas por atender y es urgente. Nos vemos en la noche. Besos. No le dio tiempo de nada, cortó la llamada dejando a Alex sorprendido. Nunca, ninguna mujer le había hecho eso. -Vaya, se siente raro que le corten a uno cuando más emocionado estás. En alguna forma se complicaban las cosas ese día en la oficina, un cliente se quejó de la mala atención por parte de Claudia con el dueño, él simplemente la llamó algo


divertido por el tipo de queja. -Usted de no se preocupe, si yo hiciera caso a todas las quejas, ya me hubiera quedado sin personal, lo que si cuando esta persona venga deje que la atienda su compañera y si ella está ocupada como es lo normal, ni modo, pero todo de buena manera como usted siempre lo hace. No pasó a más pero Claudia se quedó con un mal sabor de boca. Llegó con retraso a la universidad, le pusieron falta en la primera asignatura y en la siguiente tuvo que ofrecer un trabajo extra. Así que cuando se encontró con Alex su cara no podía ser peor. -Pero ¿qué pasó? no me digas, te enfermaste o algo, ya estaba preocupado- Alex la cuestionaba mientras tomaba sus manos que estaban frías. -Vamos sube al carrazo, te estás congelando. Si alguien le hubiera dicho a Claudia que este era el comienzo de la revancha de Leticia, no lo creería. Cuando llegó a casa, vio a su madre algo preocupada y triste. -Mami ¿hay algún problema? ¿Pasó algo? -No nada hija- se le quebraba la voz al responder. -Pero si estás llorando, venga acá mi osito querendón- dijo con ternura y la abrazó. -No te fijes mi niña, así es la vida, crecen los hijos solo para irse del nido- la besó en la mejilla y se retiró a su recámara. Claudia estaba desconcertada. -Algo le pasa a mi osita querendona, ¿tú sabes algo? ¿Algo que yo no sepa? La hermana de Claudia la miró furiosa. -Tu amiguita esa, llamó para decirle a mamá que tenias planes, que te irías de casa, que ya estabas harta de ser hija de familia y no sé cuantas cosas más. Mi mamá lloró toda la tarde, no entiende como prefieres contarle tus cosas a una extraña y no a ella o a mí. Pero tienes toda la libertad de irte. Ya hablamos con papá y está de acuerdo... No la dejó terminar. -¿Qué amiga? ¿De qué hablas? -Pues no sé si le dio su nombre a mamá, pero de que la afectó, la afectó y en serio. Claudia estaba totalmente desconcertada, ¿de qué amiga hablaban? Empezó a repasar la lista de sus amigas y no, ninguna de ellas haría algo así. Sobre todo, su madre las conocía a todas e inmediatamente le hubiera dicho algo. -Mami, me puedes decir el nombre de quien te llamó para decirte esa bola de mentiras. Nada es cierto. Yo no he dicho ni pensado siquiera algo así. Osita, créeme…


-Bueno no dijo su nombre. -Mamá y ¿creíste todo lo que te dijeron sin saber quien hablaba? -Fue rápida la llamada -Sí pero mami, pregunta al menos quien es. Me parece que te timaron y nos hicieron pasar un gran y feo mal rato. De cualquier forma voy a averiguar quién fue la chistosa. -¡Hija! Creo que escuché a alguien más llamando a una Lety. -¿Cómo? A ver dime, que fue lo que dijeron mientras ella hablaba fue ¿verdad? -Si… Dijeron: Lety, ya nos vamos. Ella colgó en ese momento. -Pues no conozco ninguna Lety, pero bueno investigaré. Para la próxima Osita, por favor, habla conmigo primero. Como si no me conocieras. Claudia estaba tan cansada que sin dar mayor importancia al asunto, se durmió en seguida. Quedaron de encontrarse en el lugar de reunión, esta vez en casa de Ana. Claudia llegó un poco tarde por el tráfico y la lluvia. Al entrar ella a la estancia de ese pequeño departamento de soltera todos la miraron. Claudia llevaba un traje de falda y saco hecho a la medida de su delgado cuerpo, por encima un juvenil abrigo y botas a juego con su bolsa en negro. Su cabello como siempre impecablemente bien peinado. Se veía como toda una ejecutiva. Ella los miró y sonrió nerviosa. -Perdón por el retraso. Buenas noches a todos- dijo mientras tomaba lugar en el sofá junto a Alex. De la cocina salió Ana con Lety. Claudia la miró y recordó lo sucedido en su casa con su madre. No, no podía ser “esta” Lety, ni siquiera la conocía. Desechó la idea de inmediato. Alex tomó su mano y le ofreció café y galletas. La charla se volvió agradable y prolongada. En algún momento Ana se acercó a Claudia. -Te llama Alex en la cocina. -Si gracias, voy en seguida- se puso de pie y caminó hacia la puerta de la cocina, la cual estaba entreabierta. Alguien discutía dentro. -No tienes por qué contar nada de lo que ha pasado entre nosotros. -¿No? ¿Por qué no? Ella debe saber que hemos estado juntos varias noches en los campamentos. Que me has hecho el amor como nadie, que hemos disfrutado tanto, nos hemos besado tanto que los besos que le des a ella nunca serán como los que me has dado a mí. -Cállate Leticia, estás loca. -Niégalo.


-No, no lo niego pero todo ha sido solo eso unas noches y es todo. No hay más entre nosotros y no puedes decir que te quiero o que yo haya sentido algo por ti porque no es así. -Pues tal vez por mí no, pero que tal por… como se llamaba… Ah sí Arlette, si Arlette. ¿Te acuerdas papi de ella? -No sabes lo que dices. -Jajajaja eso yo lo vi con mis propios ojos- Claudia no daba crédito a todo lo que escuchaba. Se asomó un poco, pudo ver a Alex de pie frente a Leticia. Ella lo tocaba, lo acariciaba. El al principio le quitaba las manos pero finalmente la dejó. Ella seguía tocándolo. -Como olvidar esa boda. Tu gran amigo casándose con tu querida amiga Arlette, qué gran farsa. Lo que me sorprendió y no lo niego es ¿cómo fuiste capaz de tener relaciones con ella mientras usaba ese lindo traje de novia? Alex se llevó una mano a la cara mientras con la otra trataba de callarla. -No mi Alex, mi guapo y extremadamente conquistador amigo. Todas hemos caído contigo, todas y ahora nos quieres vender la historia de que estás “enamorado”. No mi amigo. Eso no sucede entre nosotros… Claudia estaba atónita. Regresó al sofá tomó su bolso y salió sin despedirse de nadie. Llovía intensamente cuando salió a la calle. No le importó. Caminó por la acera mientras miraba por si algún taxi se acercaba por ahí. Por suerte un hombre que se dirigía ya a su casa, al verla toda empapada, tuvo compasión y la llevó. No sabía si eran lágrimas o era la lluvia. Su rostro no se secaba al igual que su ropa, temblaba, lloraba. Le dolía el alma por el engaño, por haber entregado más que su cuerpo a alguien como Alex, le había entregado todo el amor del que era capaz. ¿Y ahora? ¿Qué haría con ese enorme sentimiento que la ahogaba? Llegó a su casa. -Mami ya sé quién te llamó, ya sé quién te hizo tanto daño con esas mentiras. No te preocupes Osita. Jamás volverá a molestarte- Se fue a su habitación. Sus padres se miraron intrigados, pero ninguno preguntó nada. Al día siguiente Alex no la llamó como normalmente lo hacía por la mañana, tampoco por la tarde. Claudia no asistió a la universidad. -Hola ¿cómo estás? Ayer te fuiste sin decir nada, me dejaste muy preocupado… -Alex, quiero que hoy mismo vengas por todas las cosas que tengo de ti. No quiero nada contigo, no quiero nada que venga de ti. -Pero ¿hay alguna explicación? -Lo sabes muy bien Alex. Te espero.


Llegó en seguida. Lo recibió en la entrada de su casa, llevaba en una gran bolsa discos, libros, revistas, tarjetas todo lo que Alex le había regalado en ese tiempo de novios. Luego le extendió la mano para poner en la suya una pequeña figura de plata que le había regalado en su cumpleaños. -No eso no me lo devuelvas. Si quieres tíralo o regálalo, pero no me devuelvas algo que te hice con mucho amor. ¿Al menos puedo saber qué es lo que pasa? -Pasa mi querido Alex que he entendido que hombres como tú ni el amor ni la entrega ni nada los hace cambiar. Te deseo un gran romance con todas tus nenas como las llamas- Dio la vuelta dejando a Alex en la calle con la bolsa y la mirada fija en ella.

Claudia lloró, lloró mucho. Dejó vaciar todo el dolor y el amor…

-No seas así, ándale vamos- suplicaba Alicia su mejor amiga. -Gracias Alice, pero no tengo ganas. -Pues no puedes decirme que no, ¡te tengo una sorpresita! -Es que seguro mi papá no me va a dejar ir. -Ya le dije… Y dijo que SIIII -Está bien pero, bueno. Vamos. Alicia iba con su novio, con quien ya vivía en un lindo departamento en el centro de la ciudad, precisamente ahí fueron a cambiarse y comer un poco mientras llegaba la sorpresita para Claudia. Ella sonreía y platicaba sin mucho ánimo. Sonó el timbre. Bajaron todos para encontrarse con un atractivo joven que contento tomó de la mano a Claudia y la condujo a su auto.

Se habían quedado cortos sus amigos, ella era guapísima, claro no tanto como Delia con quien había roto un par de días antes. Le había destrozado el corazón esa bella chica y sus amigos al verlo en tal estado le dijeron que siempre habría un alma gemela en el mundo, y que ellos habían encontrado la suya por eso habían concertado esa cita a ciegas. Después de todo no era tan mala idea. Se dirigieron a un bar en una zona elegante de la ciudad. A ese bar Claudia había ido en algunas ocasiones con amigos. El ambiente a media luz, algo parisino por la decoración, le daba algo de nostalgia y glamur al lugar, la música normalmente era romántica, algunas parejas bailaban en el centro de la pista. -Bien ¿qué les parece?- Preguntó Rubén el novio de Alicia.


-Este lugar es lindo, me gusta- Claudia cambió un tanto su actitud, sabía que con Alicia no tenía más remedio que entrarle a la diversión ya que en caso contrario su amiga haría hasta lo imposible por sacarla de su depresión, así que mejor era no hacerse la difícil. Raúl y Alicia fueron a bailar. Ellos miraban mientras les servían sus bebidas como bailaban pegados, como se miraban y sonreían. Después Claudia miró a Gerardo. No era nada feo, no, es más le parecía con esa sonrisa entre inocente y pícara un hombre seguro de sí mismo y de su atractivo. -Me cuenta Alicia que tú también rompiste con tu novio- Dijo acercándose a ella. -Sí, así es- contestó suspirando- esas cosas pasan y pues ni modo, duele pero debemos seguir viviendo. -¿Puedes? Digo ¿Puedes seguir viviendo… sin él? -No… pero debo tratar. -Yo también. Sin dejar de mirarse caminaron hacia la pista de baile. Sonaba una canción que hablaba de dejar el pasado atrás y reconocer el amor de nuevo. Algo muy de acuerdo a ellos. -¿Lo quieres mucho?- le preguntó Gerardo mirándola a los ojos. Estaba demasiado cerca, su aliento le llegó fresco, con un suave olor a menta. -Sí, mucho. No sé en que estaba pensando cuando me enamoré de él… Duele mucho ¿sabes?- contestó ella suavemente, como si pensara en voz alta. -Entiendo, yo también amo a Delia, es única. Me gustaría que ella me amara como tú amas a Alex… -Y a mí me gustaría que Alex me amara como tú amas a Delia… Se miraron a los ojos, se acercaron aún más. La sorpresa de Alicia y Raúl no era para menos. Acababan de conocerse y estaban ahí, ahora sus amigos, fundidos en un abrazo mientras bailaban, también se besaban. -Déjalos- le dijo Raúl a Alicia- están muy solos, deja que compartan y se desahoguen. -Pero ¿así? ¿Tan rápido?- Alicia estaba totalmente sorprendida. -Déjalos. No te metas, para eso los presentamos ¿no? La música siguió. Nunca antes habían tenido sentido esas canciones románticas y tristes para Claudia, nunca como ahora. Besar a Gerardo un desconocido era como un escape fácil para el dolor. No podía pensar en Alex, solo se dejó llevar por los suaves besos de Gerardo, los que parecían amortiguar un poco el dolor. Gerardo estaba impresionado de sí mismo, nunca pensó serle infiel a su amada Delia, aunque habían terminado él sentía que no y que ahora le era infiel pero también se sentía libre de la pena de haber sido botado de la vida de ésta de la forma en que


sucedió. Claudia era hermosa, no tenía duda, pero era una desconocida. Besarla, sentirla cerca disminuía su dolor, lo reconfortaba. Perdieron la cuenta de las canciones y los besos.

-¿Pues no que estabas muy triste?- le lanzó esta pregunta Alicia a Claudia aunque sonaba más a reclamo. -Si Alice y te agradezco la invitación, me la pasé muy bien. Nos vemos mañana- le contestó dándole un beso en la mejilla antes de subirse al auto de Gerardo. El la llevó a su casa, iban tomados de la mano sin hablar. Cuando llegaron ella simplemente lo miró, le sonrió y besó en la mejilla mientras le acariciaba la otra. -Gracias, la pasé muy bien. -Yo también, espero que Alex reconozca en ti la gran mujer que eres y te ame como lo mereces. -Igual. Espero que Delia te ame tan profundamente como tú a ella- Gerardo rozó suavemente sus labios en un beso tierno, muy fraternal. Claudia se bajó del auto.

No se dio cuenta que Alex la seguía en su auto hasta que el chofer del taxi le hizo el comentario. -No se detenga por favor, siga ya falta poco para llegar. Cuando descendió del taxi, caminó apresuradamente a la entrada del edificio donde trabajaba. Alex la alcanzó justo en la puerta de cristal. -Te he buscado, te he llamado. No me has aclarado por qué- le dijo entre desesperado y molesto, aunque en sus ojos Claudia pudo ver una inmensa tristeza. -Creo que no tenemos mucho de qué hablar, bueno al menos yo no tengo nada más que decirte. -Pero, no me has dado ninguna explicación. -Escuché Alex, escuché y miré todo, bueno lo suficiente para darme cuenta que la forma en que has vivido influye mucho en lo que eres. -Ah, ¿escuchaste a Leticia aquella noche en la cocina? Mira todo tiene una explicación. -No lo creo, es mejor que dejes las cosas así como están. Lo nuestro no puede ir más allá. Hemos sido una pareja muy linda y todo pero tú no eres exclusivamente mío


como yo he sido tuya. Tarde o temprano harás lo mismo, volverás a lo mismo y yo no estoy dispuesta a tolerar nada de eso. Se me hace tarde. -Pero, te amo Claudia… -Yo también te amo, pero es por nuestro bien. Que seas feliz- Se alejó de él rápidamente sin darle otra oportunidad de hablar. Alex se quedó de pie ahí mirando cómo se iba la mujer que lo había hecho sentir, vivir el verdadero amor.

Pasó algún tiempo, Claudia terminó su carrera a marchas forzadas y noches sin dormir y es que después de lo de Alex, ella trató de volver a ser la de antes pero no fue posible. Cerraba los ojos y lo veía, llovía y lo sentía, cualquier cosa lo recordaba, así que buscó dentro de ella lo que nunca encontraría afuera. Alex dejó su carrera, pronto volvió a lo mismo, fiestas, chicas, amigos. A pesar de todo eso y por las buenas relaciones que tenía, encontró trabajo en una radiodifusora, su voz se escuchaba por las noches en alguna estación de radio. Poco a poco fue cambiando su modo de vivir y su trabajo se convirtió en su gran pasión pero nunca volvió a enamorarse de nadie más.

Cierta noche Claudia prefirió caminar a hacer uso del auto con chofer que la empresa le daba como prestación. Estaba nublado y hacía fresco, excelente para mirar algunas tiendas, tal vez se tomaría un café en ese lugar pequeño de banquitas verdes y sombrillas junto a la calle. Así lo hizo. Miraba distraídamente la gente pasar, unos caminaban apresuradamente pensando tal vez que llovería pronto, otros más iban despreocupados mirando los escaparates de las tiendas. Había quienes parecían llevar sobre la espalda una gran losa que hasta el paso les hacía lento… Una rosa roja interrumpió sus pensamientos. Miró la mano que la sostenía y luego el rostro. Alex. -¡Vaya sorpresa! Nunca pensé encontrarte aquí, este lugar es mi favorito. ¿Cómo has estado?- Se veía tan guapo como siempre, tal vez había ganado algo de peso, pero su sonrisa y esa mirada que recordaba tanto, eran las mismas. -Bien, gracias. De verdad es una sorpresa. -Te ves como te recordaba… No, creo que más guapa, perdón me senté ¿esperas a alguien?


-No por favor, tú también te ves muy bien ¿qué te has hecho? Charlaron unos minutos, Claudia sentía un hueco en el estómago. -Me dio mucho gusto verte, te dejo vengo con alguien. ¿Puedo llamarte? ¿Algún día? Claro si tú quieres… -Bueno, si llámame- volteó, había una chica que miraba a Alex en otra mesa y le sonrió a manera de saludo- perdón, te esperan. -Ah sí, es una compañera de trabajo, estamos esperando a…- miraron los dos al mismo tiempo a un hombre que llegaba a la mesa con la chica, se inclinaba y la besaba- a su esposo. Claudia sonrió algo nerviosa. -Claro Alex, llámame. -Me voy, mi programa empieza en unos minutos, sólo salimos por un café- se acercó y la besó en la mejilla- te llamo entonces.

Claudia sonrió mientras Alex se perdía entre la gente.

Aspiró el aroma de la rosa.

-Tal vez, tal vez.

FIN

Escrito por: Maggie Fuentes Derechos Reservados México 2011.

LA VIDA COMIENZA DE UN SUEÑO by MAGGIE FUENTES/MARGARITA PÉREZ FUENTES is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-SinObraDerivada 3.0 Unported License.



NACIMIENTOS DICIEMBRE

1775. Jane Austen, destacada escritora británica, autora de las obras “Sentido y sensibilidad” y “Orgullo y prejuicio”. 1821. Gustave Flaubert, novelista francés, considerado uno de los mejores novelistas occidentales y es conocido principalmente por su primera novela publicada “Madame Bovary”. 1865. Joseph Rudyard Kipling, novelista y poeta inglés, premio Nobel en 1907. Algunas de sus obras más populares son “El libro de la selva”, “Kim de la India” o “El hombre que pudo reinar” 1872. Pío Baroja y Nessi, escritor español de la generación del 98. Solía agrupar sus novelas en trilogías o tetralogías. Son títulos suyos “Zalacaín el aventurero”, “El árbol de la ciencia”, “Las inquietudes de Shanti Andía” o “La busca”. 1874. Mª de la O Lejárraga, escritora y feminista española, también conocida como María Martínez Sierra. 1881. Juan Ramón Jiménez Mantecón, poeta español que consiguió premio Nóbel. 1896. Giuseppe Tomasi di Lampedusa, escritor italiano autor de “El Gatopardo”. 1902. Rafael Alberti, poeta y dramaturgo español miembro de la Generación del 27, considerado uno de los mayores literatos españoles de la llamada Edad de Plata de la literatura española (primer tercio del siglo XX), premiado y reconocido por su trabajo en numerosas ocasiones.


1904. Alejo Carpentier, literato cubano cubano, una de las figuras más destacadas de las letras hispanoamericanas del siglo XX, por obras como “El siglo de las luces”. 1917. Arthur Charles Clarke, escritor británico de novelas de ciencia ficción tales como “2001: Una odisea del espacio” y sus posteriores secuelas. 1917. Gonzalo Rojas, poeta chileno ampliamente reconocido, galardonado con, entre otros, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, el Premio Nacional de Literatura de Chile 1992 y el Premio Cervantes 2003. Está considerado el poeta vivo más importante de Chile. 1956. Recibió el galardón en Puerto Rico, su segunda patria, mientras permanecía en el exilio. A pesar de que casi toda su obra es poesía y que su prosa no obtuvo un gran reconocimiento, es un libro escrito en prosa poética, “Platero y yo”, una de sus obras más famosas y a la que le debe gran parte de su fama universal. 1917. José María Gironella Pous, novelista español. Su principal obra es la tetralogía sobre la guerra civil: “Los cipreses creen en Dios”, “Un millón de muertos”, “Ha estallado la paz” y “Los hombres lloran solos”.

NACIM IENTOS ENERO

1622. Jean Baptiste Poquelin (dit Molière), escritor francés, uno de los más grandes comediógrafos de la literatura occidental. Creador de arquetipos que poblaron sus famosas obras como “El enfermo imaginario”, “El avaro” o “El médico a palos”. 1876. Jack London novelista estadounidense autor de novelas. Colmillo Blanco, La llamada de la selva. 1892. John Ronald Reuel Tolkien autor del Señor de los Anillos y sus secuelas posteriores.. 1920. Isaac Asimov novelista y divulgador científico. Creador de las leyes de la robótica. 1931. Umberto Eco escritor y filósofo italiano. Autor de El nombre de la rosa.


DEFUNCIONES DICIEMBRE/ ENERO

1375. Giovanni Boccaccio, literato humanista italiano autor de “El Decamerón”. 1848. Emily Brontë, escritora británica autora de la famosa obra de “Cumbres borrascosas”.

1940. Francis Scott Fitzgerald, novelista y ensayista estadounidense, autor de la célebre novela “El gran Gatsby”. 1976. Martín Luis Guzmán, escritor mexicano, pionero de la novela revolucionaria que tenía como protagonistas a Pancho Villa y sus tropas, a quienes conoció de cerca pues se unió a ellas. Fue fundador y director editorial, hasta su muerte, de la revista Tiempo de México, presidente vitalicio de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos y, en su faceta política, embajador de México ante las Naciones Unidas y Senador de la República. Es autor de “Memorias de Pancho Villa”, y “Muertes Históricas”, Premio Nacional de Ciencias y Artes de México en Literatura y Lingüística. 1987. Marguerite Cleenewerck de Crayencour, conocida como Marguerite Yourcenar, escritora francesa de origen belga, autora de la conocida novela “Memorias de Adriano”. Fue la primera mujer elegida miembro de la Academia francesa en 1980


ENERO 1936. Ramón José Simón Valle Peña, conocido como Ramón Mª del ValleInclán, escritor español considerado uno de los autores clave de la literatura española del siglo XX. Entre sus obras más conocidas figuran “Tirano Banderas”, “Divinas Palabras” o “Luces de bohemia”. 1942. Terenci Moix, escritor y reconocido cinéfilo, se convirtió en uno de los escritores más leídos de la literatura española tras la publicación de “No digas que fue un sueño”, por el que consiguió el Premio Planeta. 1957. Gabriela Mistral, poetisa chilena. Su nombre real era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga. Fue una de las principales figuras de la latinoamericana, es la primera persona latinoamericana en ganar el Premio Nobel de Literatura, que recibió en 1945. 1961. Dashiell Hammett, novelista estadounidense, de novela negra y cuentos cortos, autor de la novela “El halcón maltés“.

1976. Agatha Christie, escritora británica de novelas policíacas conocida mundialmente como “La reina del crimen”. 1986. Juan Rulfo, escritor mexicano, uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que pertenecieron al movimiento literario denominado “realismo mágico”, autor de numerosos cuentos y de una sola pero popular novela, “Pedro Páramo”. 1996. Carmen Conde, escritora española. Fue la primera mujer en ocupar un sillón en la Real Academia Española. Entre otros muchísimos premios, quiero destacar el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, que recibió en 1987 por “Canciones de nana y desvelo”. 1898. Charles Lutwidge Dodgson, Lewis Carroll, escritor y matemático británico, autor de los populares relatos “Alicia en el País de las Maravillas” y “Alicia a través del espejo”.




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