yo soy mi propio padre

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.Cuéntame algo más de mi hermana -me preguntó Laura cortando la conversación que mantenía con Raquel sobre ordenadores. -Recuerdo su amabilidad, siempre estaba pendiente del pasaje. No le importaba sentarse con algún pasajero para charlar. Precisamente, el día que desapareció, estaba hablando con un neoyorquino sobre la crisis económica. -¡Así era mi hermana! Gracias por recordármela -después de decir eso, me abrazó entusiasmada. -Esta misma noche hablaré con mis padres para contarles tu sueño. - ¿Tuviste más sueños de ese tipo?-me preguntó Raquel. -¡No! los demás fueron placenteros: Chicago, Los Ángeles, New York, Montreal, Londres y un sinfín de grandes ciudades. Cuando el pasado año estuve en Londres, conocía la ciudad perfectamente. Si conoces New York puedes preguntarme lo que quieras de esa ciudad. A través de los sueños, conozco la ciudad como la palma de mi mano. -¿De verdad? Te haré unas preguntas que sólo los neoyorquinos conocen. -Adelante ¡pregunta! -¿Cuánto cuesta un taxi del aeropuerto Kennedy a la ciudad? ¿Y un billete de metro? -Creí que me lo pondrías más difícil. El taxi cuesta 45$, el metro 5 y la distancia a recorrer es de 19 kilómetros. Si quieres te digo también, el tiempo que tarda cada transporte. -Veo que conoces la ciudad perfectamente. Hablaré con tu madre para haceros una visita en Madrid. -Ya estamos aquí, ¿y Rosa? –pregunté al no verla en la reunión. - Está bailando la conga con aquel grupo de turistas. Lo está pasando bomba. -Mamá, estoy cansado, tengo sueño. Vosotras podéis quedaros. -Tu tía y yo estábamos hablando de lo mismo. Le diremos a Rosa que nos retiramos a descansar. Nada más entrar en la habitación me rodearon: ¡cuenta, cuenta! Les relaté, que Laura era la hermana de Ana, la azafata que se volatilizó en el avión con mi otro yo el mismo día que nací. 56


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