1 minute read

EDITORIAL

“Mi existencia rebosa de historias de este tipo. Ya no llevo la cuenta de los desgarros que he tenido que soportar. Pero el que me separó de Nishio-san se llevará eternamente la palma de la desolación, porque era el primero y porque ella era mi madre. Podría deducirse de todo esto que mi madre biológica no era buena madre. Lo cual es falso. Aquella a la que llamo ‘mamá’ es una madre excepcional y soy perfectamente consciente del privilegio que supone ser su hija. Pero el corazón es múltiple e, igual que uno puede enamorarse más de una vez, puede identificar a más de una mujer con la madre ideal. Es el precio que hay que pagar por más emociones, más afecto y más duelo”. (Fragmento de La nostalgia feliz, de Amélie Nothomb) Madre no hay una sola ni se es de una única manera. Está clarísimo. El domingo 18 de octubre, atravesados por las circunstancias, abrazaremos con el alma a quienes son capaces de cobijar y con sus convicciones, esfuerzos, decisiones, maternan. A ustedes que son la palmada en el hombro en una habitación de hospital. A ustedes que revuelven la olla en un comedor para garantizar el plato humeante. A ustedes que enseñan a través de la pantalla porque no se rinden y creen en la educación. A ustedes que cuidan a criaturas ajenas con absoluta entrega. A ustedes, hermosas, soñadoras, las madres que tenemos, que tuvimos y las que estamos aprendiendo a ser.

Ana Torrejón

Advertisement