Laberinto No°. 540

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sábado 19 de octubre de 2013 05

LABERINTO

literatura PEDRO DE MORAES

POEMAS En torno a la mujer morena (Río de Janeiro) Amigos míos, hermanos míos, cegad los ojos de la mujer [morena Que los ojos de la mujer morena me cubren Y me despiertan en la noche. Amigos míos, hermanos míos, cortad los labios de la [mujer morena Pues son maduros y húmedos y sin sosiego Y saben sacar la sensualidad de los indiferentes. Amigos míos, hermanos míos, y a vosotros que amáis la [poesía de mi alma Cortad los pechos de la mujer morena Pues los pechos de la mujer morena sofocan mi sueño Y ponen colores tristes a mis ojos. Joven campesina que me enamoras cuando paso en las tardes Jálame hacia el casto contacto de tu vestido Sálvame de los brazos de la mujer morena Son flexibles, quedan inmóviles, extendidos, a lo largo de mí Son como raíces recibiendo resina fresca Son como dos silencios que me paralizan. Aventurera del Río de la Vida, adquiere mi cuerpo para [la mujer morena Líbrame de su vientre como la campiña matinal, Líbrame de su espalda como agua que escurre fría. Blanca abuelita de los caminos, reza para que vaya [ahora con la mujer morena Reza para que se vayan las piernas de la mujer morena, Reza para que la vejez roa por dentro a la mujer morena Que la mujer morena está encorvando mis hombros Y me llena de tos maligna todo mi pecho. Amigos míos, hermanos míos, y vosotros que guardáis [aun mis últimos cantos ¡Dad muerte cruel a la mujer morena!

A morte (Río de Janeiro) interpretaba canciones cuya música había sido compuesta por Baden Powell y Tom Jobim. Más tarde se le unirían Chico Buarque y Toquinho. Fue el gran momento de la música popular y de la poesía carioca, estaban vivos y en activo los grandes poetas del siglo XX brasileño: Bandeira, Drummond, Melo Neto, Konder Reis, y aquí habría que escribir un largo etcétera. Mucho debió a Rilke, Eliot, Neruda en la poesía que escribió durante su juventud (década de los treinta y cuarenta), pero nunca pensó que estaba “desacralizando” su prestigio y, por consiguiente, su poesía, al escribir canciones; se sabía parte de una tradición que entroncaba con Jacques Prévert. Al morir nos legó su testamento poético con “Receta de mujer”. Jamás pudo imaginar que el año del centenario de su natalicio, por los versos que lo componen, para algunos abierto atentado a la llamada “corrección política”, sería piedra de escándalo. El gran juglar había escrito: “Que las muy feas me perdonen/ Pero la belleza es fundamental”. El funeral de Vinicius estuvo acorde con el cariño que le había manifestado la gente, sobre todo aquella que gozaba de su música y sus versos. Asistieron más de quinientas personas a su entierro. Al escritor Geraldo Carneiro le pareció que en el caso del poeta, el sepelio había sido algo extraño: no había habido, propiamente dicho, signos de duelo. Casi con una sonrisa la gente entonó su “Canción del adiós”: “Si todo mundo fuera como tú,/ Qué maravilloso sería vivir”. L Mira qué cosa más linda/ Más llena de gracia/ Es la muchacha/ Que viene y que pasa/ Con un suave balanceo/ En su camino hacia el mar/ Moza de cuerpo dorado/ Del sol de Ipanema/ Su balanceo/ Es más que un poema/ Es la cosa más linda/ Que yo ya vi pasar

La muerte viene de lejos Del fondo de los cielos Viene hacia mis ojos Vendrá a los tuyos Desciende de las estrellas De las blancas estrellas Las locas estrellas Tránsfugas de Dios Llega sin ser advertida Nunca inesperada ¡Ella que es en la vida La grande esperada! ¡La desesperada Del amor fratricida De los hombres, ay! de los hombres Que matan a la muerte Por miedo a la vida.

Receta de Mujer (fragmento) Que las muy feas me perdonen pero la belleza es fundamental. Es preciso Que haya algo de flor en todo eso. Algo de danza, algo de haute couture En todo eso (o en tal caso Que la mujer se socialice elegantemente en azul, como en la [República Popular China). No hay término medio posible. Es preciso que todo eso sea bello. Es preciso que de repente Se tenga la impresión de ver una garza apenas posada y [que un rostro Adquiera de vez en cuando ese color que solo se halla en [el tercer minuto de la aurora. Es preciso que todo eso sea sin ser, pero que se refleje y desabroche En la mirada de los hombres. Es preciso, es absolutamente [preciso que todo sea bello e inesperado. Es preciso que unos párpados cerrados Recuerden un verso de Eluard y que se acaricie en unos brazos Algo más que la carne: que se les toque Como el ámbar de una tarde. Ah, dejadme decir Que es preciso que la mujer que allí está como la corola [ante un pájaro, Sea bella o que tenga por lo menos un rostro que recuerde [un tiempo. […] Traducción: Miguel Ángel Flores

Dueño de lo que sé y de lo que ignoro RESEÑA Juan Javier Mora–Rivera

N

ostalgias de un fumador y otros ensayos (Ivec/ Conaculta, 2013) cautiva e inquieta desde su primer trazo, donde Rafael Antúnez (Xalapa, Veracruz, 1960) dice de sí mismo: “Fumé con ahínco, placer y constancia, desde que cumplí catorce hasta los cuarenta y cuatro en que me dio un infarto. Fumé puro, pipa y cigarrillos (con y sin fi ltro) nunca antes de las diez de la mañana, casi nunca acostado, casi nunca en domingo. Cuando dejé de fumar pensaba, principal y únicamente, en fumar. A cada momento descubría cuán ligada había estado mi vida al cigarrillo y cuánto placer me proporcionaba […] Como amar, fumar es una religión unipersonal. Cada fumador instaura sus ritos y su mitología, sus deidades y su templo.” No debe pensarse en este libro como un diario construido a partir de una apología del cigarro o como una férrea defensa del hábito de fumar. Existe, sí, una pequeña nostalgia de este placer —culposo para muchos—, incluyendo su imprescindible parafernalia (desde los libros hasta el cine, con marcas, fumadores famosos y costumbres). Nostalgias de un fumador… resulta un recorrido por autores, libros y temas particularmente importantes para Antúnez, empleando la memoria o el anecdotario lo mismo para reclamar el injustificado olvido para con la obra de Julien Green; advertir el silencio como señal en común a Melo, Gorostiza, Pellicer, Rulfo, Vicens, Banchs, Salinger, Hammett; descubrir a la narradora Elizabeth Taylor, homónima de la actriz; o defi nir al sueño como el espacio donde volvemos a ser “niños y adultos a la vez, dueños de lo que sabemos y de lo que ignoramos y aun de aquello que jamás llegaremos a saber.” Así, si la columna vertebral del volumen es el ensayo del título, dosificado a lo largo del libro, su corazón se ubica en “El peregrino inmóvil” donde Antúnez concreta, a partir del significado del viaje, una definición sobre el género: “el verdadero viajero no va por

el mundo. Lleva el mundo consigo, descubre algo que solo el viaje nos da: la certeza de que podemos estar en más de un lugar a la vez.” Ello permite entender la decisión del autor de fijar temas como la sal(sa) en la comida, el taco o el silencio, la risa y el sueño en la vida cotidiana y su reflejo en la literatura: se trata del universo propio del viajero y del escritor, imposible de abandonar a pesar de la travesía, del viaje inmóvil que significan la lectura y la literatura. Se entiende entonces el afán del autor por precisar, con rigor y pasión, el punto central de su volumen: sus influencias más sentidas (Sergio Pitol como el mago del lenguaje y la trama; Juan Vicente Melo, el extraordinario conversador cómplice; Ramón Rodríguez, el joven poeta hacedor de versos cautivantes originados desde el silencio) y los libros más reveladores en su opinión (La conciencia de Zeno, El arte de la fuga, Cuando fumar era un placer, aunque el dedicado al “verdadero” Pinocho de Carlo Collodi, es uno de los mejores de la compilación, centrado solo en apuntar los temas sugeridos en la novela por el escritor italiano). Se trata también de un homenaje a libros tan deslumbrantes como Libertades imaginarias de José de la Colina, los ya citados de Cristina Peri Rossi y Sergio Pitol o la literatura de Cardoza y Aragón y Alberto Salcedo Ramos. La aspiración literaria de Antúnez, aquí, es conciliar el mundo real con el del escritor, quien busca la felicidad mientras escribe. Ahora imagino feliz a Rafael Antúnez: en adelante más lectores querrán saber de sus futuros recuerdos y ensayos. L


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