VI premio de redacción

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VI Premio de redacci贸n IES Breamo Departamento de lengua castellana y literatura Curso 2011-12 Tema: coraz贸n


PALMARÉS

CATEGORÍA 1º Y 2º DE ESO: Primer premio. Sara Veiga Beceiro por No me preguntes quién soy... porque no lo sé (2º ESO A) Accésit. Álvaro Díaz Filgueiras por Vida en el corazón (1º ESO B)

CATEGORÍA 3º Y 4º DE ESO: Primer premio. Esther Nidáguila López por Los corazones de Jaime (4º ESO A) Accésit. Mariña Martínez Placer por El corazón del cielo (4º ESO B)

CATEGORÍA BACHILLERATO: Primer premio. Jorge Leira Castro por Soy él (1º bachillerato A) Accésit. Marcos Legaspi Grueiro por Se busca (1º bachillerato A)

Ganador del concurso ¿QUIÉN LEYÓ ESTE LIBRO? Alejandro Carpente Porral (1º ESO A): 7 aciertos.

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NO ME ME PREGUNTES QUIÉN SOY… PORQUE NO LO SÉ Sara Veiga Beceiro, 2º ESO A Primer premio categoría 1º y 2º de ESO

Mi corazón es una caja vacía de sentimientos desde hace tres años. Dicen que me llamo María. Eso dicen, pero en realidad no sé quien soy. El hombre que está a mi lado se llama Víctor y es el que cada noche, cuando llega de trabajar se sienta junto a mí y me dice que le cuente mis dudas surgidas durante el día. Ese hombre alto y guapo dice ser mi marido, pero yo le sonrío porque sé que no puede ser cierto. Dicen que me llamo María y que tengo 40 años. Dicen tantas cosas y yo ni me acuerdo de una sola palabra. Pero, ¿quién soy? Eso es lo que le pregunto todas las tardes a Víctor. No lo sé, para mí nunca existí, nunca tuve vida... solamente tengo instantes, momentos que no se van, que permanecen sin saberlo. Mi vida... eso que no consigo recordar. El destino me la había robado y la maldita enfermedad ganado. Todos los días son iguales, todas las noches lo mismo, la historia se repite y lloro junto a él. Y paso hojas de los álbumes de fotos intentando acordarme de algo. En ese instante soy feliz, pero eso dura poco porque a los minutos todo se borra. Víctor me dice que cada vez que le sonrío ve las estrellas... y yo vuelvo a ser feliz. Y despacito bajo susurros me cuenta una historia: la historia de mi vida. Siempre acabo llorando, no sé si por saber que esa María tan alegre y soñadora era yo, o por no poder recordarlo. Absolutamente todo es horrible. Mi niña Adela es una muchacha alegre que me cuida y a la que yo me confundo con una prima, sobrina o nieta; depende del día. Mi niña Adela tiene mucha paciencia, o eso me parece a mí. Todas las mañanas me viste y me pone guapa. Dice que al darme el periódico le recuerdo a ella de pequeña; pasando páginas sin leer nada, y es que yo no me concentro, porque ya no me acuerdo de como se hacía. No tengo presente, pasado ni futuro. Víctor, que ahora aún sigue a mi lado, me va contestando despacio a todas mis preguntas acumuladas durante el día. La última pregunta de la hoja es... ¿Por qué no te vas? ¿Por qué sigues aquí? Y me contesta despacio que alguna vez me prometió que pase lo que pase seguiría a mi lado. Y mi presunto marido creo que es un hombre que cumple sus promesas. Y ahí, justo en ese momento vuelvo a ser feliz, como nunca lo he sido. Creo que lo quiero. Pero si no sé lo que es querer. Tengo el corazón vacío, sin experiencia, sin alegrías, sin tristezas... Vivo de nuevo todo, como una niña pequeña que aún no se ha enamorado, vivo mi vida a pedazos, a recuerdos; sin creerlos del todo. Vivo sin saber... Pero no me preguntes quién soy, porque aunque digan y digan, yo todavía no lo sé.

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VIDA EN EL CORAZÓN Álvaro Díaz Filgueiras, 1º ESO B Accésit categoría 1º y 2º de ESO

Comencé a viajar cuando nací. Llevaba una vida lo suficientemente normal como para no volverme loco. Era gordito y con la cabeza pequeña y vestía siempre de rojo. Vivía en una casa de dos pisos bastante espaciosa y comunicada por cuevas cilíndricas de color rojo chillón. Todos los días salía de mi casa por una cueva muy alta y ancha, en la que había mucha gente que iba de un lugar a otro sin rumbo fijo. Después de caminar 5 ó 10 minutos, la cueva se estrechaba, aunque seguía siendo fácil moverse por ella. Como yo iba a caminar, no me paraba a hablar con nadie, como hacían muchos de los viajantes. Parecerá una estupidez, pero siempre regresaba por otros conductos de color azulado. En este tubo, los viandantes estábamos más cansados. A veces, la tierra se tragaba a alguna persona como por arte de magia. Yo siempre tomaba la Calle del Estómago, luego la del Hígado hasta llegar a la Avenida Intestinal Este lugar tenía mala fama, por las desapariciones de personas en los agujeros. Paseando yo por la famosa calle, oí un grito ahogado y agudo que provenía de mis espaldas. Era un niño, de corta edad, con el pelo negro y corto que estaba a punto de caer en un agujero que no llevaba a ningún lugar. Nadie se atrevía a ayudarle por el riesgo que suponía. Yo, inseguro, decidí adentrarme en esa aventura. Para el colmo, tropecé con alguien que huía del lugar. Me levanté doliéndome de una fea herida en la cadera. Cojeando, llegué a junto el niño que lloraba descontroladamente y me lancé saltando hacia él. Lo agarré de la manga de la camiseta, pero se le arrancó y los dos caímos al vacío. Nunca se supo nada más de nosotros. Al fin y al cabo sólo era un glóbulo rojo fallecido que os cuenta la historia de su desgraciada vida.

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LOS CORAZONES DE JAIME Esther Nidáguila López, 4º ESO B Primer premio categoría 3º y 4º de ESO

¿Qué he aprendido hoy en clase?

Por Jaime López 2º B (siete años)

Hoy, mi profesora Lucía, me ha mandado escribir una redacción contando lo que había aprendido a lo largo de la mañana. Podría decir que he aprendido que los profesores suelen mandar muchas redacciones sobre el mismo tema: que he aprendido hoy en clase, sin embargo, he decidido escribir sobre lo que aprendimos en clase de Conocimiento del medio. Esta mañana hablamos sobre el aparato circulatorio del ser humano, que es un conjunto de venas y arterias que llevan la sangre a todo el cuerpo. Resulta que este es el aparato más importante de todos, ya que es el que lleva la energía a todo el cuerpo. Pero de lo que realmente quiero hablar es sobre el centro de este aparato: el corazón. La profe nos ha dicho que el corazón es lo más importante del mundo mundial porque, sin él, nadie estaría vivo. Nos dijo que cuando una persona muere es porque se le ha parado el corazón. Llegados a este punto tengo mi primera pregunta: ¿cuántos corazones tienen los gatos? Porque tienen siete vidas, por lo tanto tendrían que tener siete corazones, y si tienen siete corazones, ¿dónde los tienen? ¿Son tan pequeños que, al juntarlos, equivalen a uno normal?, o ¿tienen uno que es tan grande que equivale a siete pequeños? También hemos aprendido lo que es un latido. Un latido es cuando el corazón hace “PUM” y entonces toda la sangre que tenía dentro la manda al resto del cuerpo. El corazón no para de latir, está todo el día latiendo, y yo me pregunto, ¿el corazón no se cansa? Porque yo, cuando corro en clase de gimnasia me canso y tengo que parar, pero si el corazón para, nosotros nos morimos. Me da un poco de pena el corazón, que tiene que latir todo el rato sin poder descansar, ¡ni siquiera en vacaciones! Lucía también nos ha dicho que, cuando dibujamos corazones, los dibujamos mal, que en realidad, tienen una forma diferente. Nos hizo un dibujo en el encerado que no entendí muy bien, personalmente, me recordaba un poco a una pera, de esas rojas que hay en verano y que tienen mucho agua. También nos dijo que era de color rojo, por lo que yo los coloreaba bien y, dicho esto, queda zanjada para siempre jamás la discusión con la tonta de María, que no paraba de decir que los corazones eran rosas. Ella estaba equivocada y yo no. Conclusión: todas las niñas son tontas. Aunque también está mi amigo Lucas, que los pinta de color verde, ¿eso significa que su corazón es de color verde? Siempre pensé que Lucas era rarito, si tiene el corazón verde, todo queda explicado. ¿Y los perros verdes? ¿Tienen corazón? Y si tienen corazón, ¿de qué color es?

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Y la cosa más importante, el corazón, está en el pecho, que es eso que está después del cuello y antes de la barriga. Todas las personas tienen el corazón en ese sitio, justo en ese sitio, ni un centímetro arriba ni abajo. Pero, cuando me hago una herida (de esas que escuecen y sangran bastante) noto como si mi corazón estuviera en la herida, entonces, ¿el corazón es omnipresente? (la verdad, no entiendo muy bien el significado de la palabra, pero queda bonita) Yo entiendo que, cuando te haces una herida, el corazón va corriendo a donde te hiciste daño, y, que el resto del tiempo, está en el pecho. Al decir esto, vuelvo al principio de mi redacción, porque el corazón que dibujó Lucía en el encerado está mal, el corazón tiene que tener piernas por algún lado para correr. La conclusión que he sacado de esta redacción es que me he quedado con más preguntas que respuestas. Aunque he aprendido que, definitivamente, no me gustaría ser nunca un corazón.

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EL CORAZÓN DEL CIELO Mariña Martínez Placer, 4º ESO A Accésit categoría 3º y 4º de ESO

Más allá de las montañas, rodeado de vegetación y de frondosos árboles, se encontraba un antiguo castillo aparentemente solitario y abandonado. Vivía allí recientemente una niña que permanecía aislada de la sociedad por una importante razón. Se dice que ella era similar a un ángel en apariencia, debido a su pálida piel y a su cabello de color platino por lo que consideraban que probablemente provenía del mismísimo cielo. Pero era ciega. La única compañía que tenía la niña era un enorme y precioso halcón, muy inteligente, que parecía adiestrado para cumplir la voluntad de su dueña. Se rumoreaba que la muchacha poseía un don especial con el que por arte de magia creaba y entregaba diamantes resplandecientes a los más desfavorecidos. El halcón estaba siempre a su disposición. Él se dedicaba a sobrevolar todo el territorio informándose de la situación en la que se encontraba la sociedad, para poder ayudar en los casos más penosos. Volaba sin descanso y se apiadaba de los más pobres. Los ojos del ave eran la visión que a la muchacha le faltaba, y a su vez, la bondad y la inteligencia de ella, guiaban el corazón del ave. En numerosas ocasiones ambos ayudaron a la gente más humilde. Un día el halcón se paró a descansar junto a un río, donde se encontró a una anciana que había ido a buscar agua. Estaba llorando, pues se encontraba en los peores días de su vida. Su marido estaba enfermo e iba a morir de un terrible mal que llevaba haciéndole sufrir muchísimos años. Entonces, el halcón llamó su atención de forma que ésta lo siguiera, guiándola así hacia el castillo. Una vez allí, el ángel ciego apareció y le entregó a la anciana un montón de diamantes con los que ella podría comprar medicinas para curar la enfermedad de su marido y salir de la miseria por la que pasaban. En otra ocasión el halcón se encontró una casa en ruinas situada en un pueblo poco conocido en las afueras de la comarca. Decidió acercarse y le sorprendió que los miembros de la familia que la habitaban no fuesen más que unos niños. Al quedar huérfanos solo los cuidaba le hermano mayor, de doce años. El tejado de la casa estaba destruido, las ventanas rotas y la lluvia y el viento entraban en el hogar. Apenas si tenían comida y los niños tiritaban de frío. El halcón se posó en la ventana y les indicó que le siguiesen, llevándoles a través del bosque hasta el castillo. Allí la blanca muchacha les estaba esperando. Sentó a los niños alrededor de una mesa llena de los más exquisitos manjares y antes de despedirse, les regaló una bolsa de diamantes, gracias a los que podrían arreglar su casa y vivir mucho mejor.

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Los rumores se fueron extendiendo y cada vez había más gente afortunada y agradecida y muchos admiraban a la misteriosa niña, de gran corazón. Sin embargo, un noble señor de mucha riqueza y aún más avaricia, quiso capturarla para descubrir y beneficiarse del anhelado y curioso poder que ella tenía. Éste decidió enviar un ejército hacia el castillo para atrapar a la chica. Los soldados, a pesar de estar en contra de prender a una niña a la que todos querían, no pudieron resistirse a las órdenes de su señor y emprendieron el viaje. Cuando ya casi estaban a punto de llegar a la gran vivienda, apareció de pronto el halcón volando velozmente y se interpuso en el camino de los soldados, pues no podía permitir de ninguna forma que se llevasen a su compañera. El ave abrió sus enormes alas y les atacó con fiereza. Su valor sorprendió a los soldados, pero lamentablemente, sus esfuerzos fueron nulos y los arqueros lo asesinaron al instante, disparándole una flecha que lo alcanzó en el corazón. En ese momento el cielo se oscureció y se oyó un horrible trueno que aterrorizó a los soldados. Muchos escaparon, pero el noble y sus criados más fieles, empeñados en capturar a la chica de los diamantes, siguieron hasta el castillo. Al abrir el portal, un frío de otro mundo se apoderó de todos. Se encontraron con la sorpresa de que la joven había muerto. Hallaron el cuerpo sin vida, pero sin ningún rasguño. Resultó que el halcón que fuera anteriormente asesinado, era el corazón de la niña y esa fue la razón por la que esta murió sin más. El ángel y el halcón eran dos, pero en una sola existencia. El corazón que compartían era todo bondad, quizás lo único que salvaba del sufrimiento más horrible a las personas del lugar. El afecto mutuo entre la muchacha ciega y el halcón era mágico y milagroso, y al ser destruido sólo la maldad y la pena existirían en aquellos parajes. Un segundo trueno ensordecedor hizo temblar el suelo del castillo y el avaricioso noble y sus soldados intentaron escapar de aquel lugar, pero los muros empezaron a quebrarse. El último temblor fue tan fuerte que el viejo castillo se desplomó con un estruendo espantoso sobre los asesinos, y nunca más nadie supo de ellos. Desde aquel entonces, en aquel lugar pueden llover diamantes del cielo en las noches estrelladas. Éstos representan las lágrimas de la persona que permaneció allí un tiempo y que falleció nada más morir su ser más preciado, su corazón.

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SOY ÉL Jorge Leira Castro, 1º Bach A Primer premio categoría bachillerato

Soy el corazón oxidado de Juan. Juan Ya soy un veterano en esto de los latidos y empiezo a estar cansado de mi labor. El cerebro me pide que continúe pero cada vez con menos frecuencia, creo que él también lo empieza a notar. Ha estado bien eso de mandar sangre a todos los rincones para que esto funcione pero no puede durar para siempre. Cada vez me cuesta más llevar a cabo mi función y creo que me he ganado la jubilación. Hoy todavía no me han dicho desde arriba que siga con esto, así que creo que podría ser un buen momento para irme a dormir. Buenas noches. Soy el corazón excitado excitado de Laura. Laura Voy a cien, el cerebro insiste en que lo haga pero no parece haber un fin. Desde los oídos: silencio. Los ojos están cerrados, a veces se abren y nos muestran a otros ojos azules con una mirada intensa y penetrante. La boca y la lengua sí que se mueven pero no parecen emitir palabra. En el estómago revolotean mariposas y la respiración se empieza a agitar. Los pulmones trabajan sin cesar, se llenan y se vacían en jadeos interminables. Y aunque todo el mundo piense que otra de mis funciones es expresar el amor, es el cerebro el que despliega esa sensación por todo el organismo. Soy el corazón agitado de David. David Bombeo sangre lo más velozmente que puedo, la mayor parte se dirige a las piernas. Sigo bombeando, siento fatiga pero me veo obligado a continuar. Llega dolor desde los músculos de las piernas pero el cerebro desobedece estas advertencias, mientras, yo sigo enviando más y más sangre. De repente relajación, las piernas dejan de tener la misma exigencia, yo por inercia continúo unos segundos a un ritmo desorbitado, desde los oídos llega un estruendo apabullante y el cerebro produce una sensación de alegría que se extiende por todo el cuerpo. Los ojos solo miran una medalla dorada. Soy el corazón cansado de Inés. Inés Ahora mismo tengo sueño pero parece que el resto del cuerpo no quiere irse a dormir. Llevo poco tiempo latiendo y no entiendo a qué vienen estos bostezos. Creo que echaré una siesta. Me despierto. El cerebro me riñe por esta cabezadita pero le explico que no la podía evitar, está triste. De los oídos solo llegan llantos y se repite la misma palabra mil y una veces: infarto. ¿Qué será? El cerebro creo que conoce su significado pero no me lo quiere contar. Sea lo que sea, espero mantenerme despierto hasta las tantas. Soy el corazón desconcertado desconcertado de Alex. Alex Estoy latiendo pero el cerebro no me lo ordena. Los ojos solo perciben imágenes poco nítidas y los oídos un ritmo embriagador que hace que las piernas se muevan a su compás. Los pulmones se quejan de que les está entrando humo en su interior pero el cerebro no hace nada al respecto. El hígado no para de funcionar y la llegada masiva de alcohol le empieza a pasar factura. Desde la boca me cuentan que por allí han pasado todo tipo de substancias y sabores. Sin embargo, el cerebro dice que todo está perfecto y existe una sensación de euforia que pocas veces he experimentado. No entiendo muy bien 9


lo que pasa pero espero que mañana todo vuelva a la normalidad, aunque parece que Alex está pasando un buen rato. Soy el corazón roto de Ramón. Ramón Hoy todo está muy tranquilo por aquí y comienzo a sentirme solo. El cerebro me ha hablado poco y parece estar deprimido. Yo también estoy triste y creo que no soy el único, extraño esa sensación de latir a toda velocidad sin motivo alguno. Los ojos no dejan de brotar lágrimas, echan en falta ver los iris castaños de Laura. De los oídos solo llega una melodía lenta que la boca tararea desganada. No ha sido un buen día pero el cerebro por fin me habla para decirme que volveré a latir desaforadamente y a los ojos les cuenta que verán a otro par de castaños que no tendrán nada que envidiarle a los de ella. Las cosas irán a mejor.

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SE BUSCA Marcos Legaspi Grueiro, 1º Bach A Accésit categoría bachillerato

Marta López González, de 19 años, además de tener una pena que no cicatriza, está de muy mal humor: “¡No voy a descansar hasta que ese hijo de puta esté preso! ¡Que lo juzguen por ladrón, por asaltante, por expropiador! No me voy de aquí hasta que me tome la denuncia. Y si no lo hace, comisario ¡lo acuso de cómplice!”. El comisario, Javi, quiere tranquilizar a la mujer que, mientras le grita y se le hinchan las venas del cuello, le apunta con el dedo índice a diez centímetros de la cara. “Señoritainterviene el comisario- Tranquilícese y entienda, por favor. En ningún lugar del mundo le van a tomar la denuncia contra un hombre por enamorarla y luego marcharse. Yo lo siento mucho”. Y cuando el comisario intenta consolarla, ella lo interrumpe, se para, apoya las manos sobre la mesa y le grita: “¡Un robo, comisario! ¡Vengo a denunciar un robo! Ese hombre me robó el corazón. Resulta que aquí viene cualquier indígena y denuncia que le han robado una bicicleta, y usted por lo menos le toma los datos… comisario, por favor anote. Su nombre es Carlos Rodríguez. Tiene 23 años, el pelo negro y mi corazón en sus manos”. En la comisaría nadie podía creer lo que escuchaba. El comisario intenta consolar a la mujer pese a sus gritos, pero no puede. Prefiere eso a arrestarla. Marta se enamoró de Carlos en la primera semana de julio, a primera vista. Ella empezó, por esos días, a trabajar en una tienda de ropa, y de lunes a viernes, a las 8 esperaba la línea 6 en la esquina de su casa en el bario del este. Carlos tomaba la misma línea, en la misma parada. La primera vez que la vio, el lunes, le pareció linda. El martes se dio cuenta de que tenía los ojos claros. El miércoles descubrió que ríe tímidamente cuando algo le hace gracia. El jueves supo que usa Channel número 5. Y el viernes de noche aprendió que era muy cariñosa. Jamás fueron novios. Al principio ninguno quería el título. Pero luego de un mes y medio de romance, a Marta empezaba a molestarle la situación. Una tarde, tres minutos después de hacer el amor, ella le preguntó: “Oye, Carlos, ¿nosotros que somos?” -Mmm… no lo sé- respondió él. Fue en ese momento cuando empezó la bronca delante del comisario: “Somos novios o no somos nada” Dijo Marta, metiéndolo en un apuro. Un día después Carlos dijo sentirse “presionado” y le pidió “un tiempo”. Luego se cambió de parada y de línea. Marta intentó hablar con él pero jamás le contestó las llamadas ni los mensajes. Y desde entonces cada vez que lo recuerda, le florece ira en el pecho.

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“¡Tómeme la denuncia que me suicido!”, dice Marta, al tiempo que saca un cuchillo del bolso y lo apoya en su cuello. Todos miran en silencio. Los oficiales avanzan sigilosos por detrás para arrestarla, pero el comisario les hace una seña con la cabeza para que se detengan. -Me mato, anote que me mato- amenaza Marta. -Señorita, entienda- intenta tranquilizarla el comisario. -¡Mierda! Que me mato por ese hijo de puta. ¡Tiene que estar preso por ladrón!- grita y le da media vuelta al cuchillo.- ¡Ladrón hijo de puta! -Tranquila, por favor siéntese, siéntese. A ver, dígame el nombre del susodicho – le contesta el comisario dirigiéndose al ordenador. -Ya le dije que esa basura se llama se llama Carlos. -¿Intentó hablar con Carlos? -Sí, pero no me contesta. Deberían arrestarlo por ladrón. Mi corazón era lo más valioso que tenía. Y ahora no lo siento, tengo un hueco en el pecho. Antes me dolía, pero ahora siento que entra aire, siento que no hay nada. Ese mal hombre tendría que estar preso- le dice mientras se toca el pecho y respira hondo, ya más tranquila. -Entiendo. Pero mire que si lo arrestamos nadie le garantiza que le devolverá su corazón. -Sí, eso ya lo se. -¿Y por qué hace la denuncia entonces? -Porque lo sigo amando, comisario. Lo sigo amando, dice Marta, dejando caer el cuchillo y echándose a llorar sobre la mesa en silencio.

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