Galería de arte - Volumen 7

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GALERÍA DE ARTE FACULTAD DE LIBRE EXPRESIÓN



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DEL 7 AL 13 DE AGOSTO DE 2015

OPINIÓN |

REFLEXIÓN DEL CONSEJO DE HERMANDADES

GALERÍA DE ARTE

El que cree tiene vida eterna

Flamenco en escena

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on muchas las dificultades que tenemos que atravesar en la vida. Muchos desiertos, como el que atraviesa Elías. Algunas pueden hacernos flaquear. Unas veces surgen de manera accidental, otras veces son provocadas. Recordemos, especialmente, a tantos cristianos en el mundo que sufren desprecio, persecución y muerte a causa de su fe. La Palabra de Dios que escuchamos este domingo es una llamada a la esperanza. La esperanza cristiana tiene su fundamento en Jesucristo. No consiste en esperar con los brazos cruzados a que “ésta” vida acabe, aguantando lo que venga, para llegar a entrar en la “otra”. Por la fe en Cristo vivimos ya, anticipadamente, la vida eterna, que es vivir en Dios, vivir en el Amor. Sólo en la medida en que nos dejamos transformar aquí y ahora por el amor de Dios podemos vivir y transmitir esperanza. Escuchamos a lo largo de estos domingos el llamado discurso del pan de vida pronunciado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm y expuesto en el capítulo 6 del evangelio de San Juan. Como sabemos, el evangelio de Juan tiene un estilo literario muy característico. A diferencia de los sinópticos, Juan no narra la institución de la eucaristía en la última cena. En su lugar introduce el relato del lavatorio de los pies, que también tiene un fuerte significado eucarístico. A Juan no le interesa tanto el relato de los hechos cuanto su significado. Por eso, su evangelio está repleto de referencias implícitas al misterio de la eucaristía. El discurso del pan de vida es una de ellas. En el evangelio de éste domingo, Jesús se dirige a personas que buscan la felicidad, que buscan una vida plenamente realizada en Dios, pero que no acaban de creer en él y en su mensaje. Jesús les resulta demasiado familiar como para creer que en él hay algo divino. Lo divino, piensan, debería ser extraordinario, suprahumano. Por eso siguen esperando signos y portentos. Pero están buscando a Dios donde nunca lo encontrarán. Murmuran contra Jesús, como hicieran los israelitas contra Moisés antes de recibir el maná enviado por Dios. Sus críticas recuerdan también las que mencionan los sinópticos cuando Jesús predica, esta vez, en la sinagoga de su propio pueblo, Nazaret: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María?” (Mc 6, 3). Jesús responde: el Padre me ha enviado, yo conozco al Padre porque procedo de Dios y nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre. El evangelio de Juan nos recuerda lo que aparece en él como una constante: Dios es, en sí mismo, amor, relación de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En la última cena las palabras de Jesús serán “nadie va al Padre sino por mí”, pero ahora nos está diciendo “nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre” y “todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí”. La reciprocidad es plena. No es ya un ángel quien viene a visitarnos, como a Elías, sino Dios mismo que se ha hecho compañero de camino. No es ya pan o maná el alimento que Dios envía, sino Dios mismo entregándose para que tengamos vida plena. Así, por medio de Jesucristo, es como Dios alimenta nuestra vida y nuestra esperanza. San Pablo nos exhorta a ser imitadores de Dios, que no es otra cosa que vivir en el amor. Alimentados con la misma vida de Dios, que se nos da por Jesucristo, somos enviados a llevar esa misma vida a los demás, enviados a hacerle presente en el mundo aliviando angustias y alimentando esperanzas. Moisés y Elías representan la esencia de la fe judía: la Ley y los profetas. Es característico en Juan contraponer Antigua y Nueva Alianza mostrando cómo la Nueva se apoya en la Antigua pero la supera. Jesús lleva a plenitud lo que Dios había comunicado a través de Moisés y Elías. La liberación que alcanzamos por Jesús no es solamente una liberación de la esclavitud, es la liberación plena: del pecado y de la muerte. Por eso dice Jesús de quien va a él atraído por el Padre: “yo lo resucitaré el último día”. Y las promesas de los profetas de que llegaría un tiempo mesiánico por fin se han cumplido. Por eso Jesús cita un pasaje de Isaías referido a la nueva Jerusalén: “Todos tus hijos serán discípulos de Yavé” (Is 54, 13). Hay aquí algo muy importante que no se nos puede escapar de ninguna de las maneras si no queremos desvirtuar completamente el mensaje del Evangelio: “el que cree tiene vida eterna”. Con idénticas palabras lo encontramos en 1 Jn 5, 13. Es así como San Juan expresa, con una elaboración teológica propia, la idea de Reino de Dios que encontramos en los sinópticos. No hay que morir para tener la vida eterna, no hay que morir para entrar en el Reino de Dios. Quien cree en Jesucristo y, por lo tanto, vive desde el amor, ya está viviendo anticipadamente una vida eterna, una vida nueva, transformada, que por la resurrección llegará a plenitud. El pan de vida es Jesús, que se da en la eucaristía, en el pan y la Palabra cuando son acogidos desde la fe. Confiando en Jesús, creyendo en él, ya vivimos una vida nueva, plena y eterna. Fuente: Orden de Predicadores

CARLOS JORKARELI

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esde la más humilde de las opiniones y guiados únicamente por esa parte del arte que alimenta las emociones, es como debe de hablarse de aquellos campos o materias en los que no se domina los ismos, modos o estilos que tradicionalmente hacen referencia a las variadas formas de manifestación artística. Bien es verdad que al buen entendedor, pocas palabras bastan. Porque, en definitiva, en el arte y todo lo que le rodea, el análisis como hecho consciente y racional, suele escaparse de lo emocional, directo y hasta visceral, como condición sine qua non que ha de reunir. Pero por encima de entendidos, entendibles, emocionados y emocionantes, que de todo hay en la viña del señor, la realidad no se le escapa al más mínimo observador emocional que pase por estos lares o bien se quede, cual estatua de sal, petrificado ante tanto arte que destila esta tierra por los cuatro costados. Y precisamente una de las voces que más representa ese cúmulo de creación que anida en este pueblo – extensión geográfica, cultura – es el flamenco. Quien ha tenido la suerte de comunicarse con alguno de los palos; quien ha sabido disfrutar algún giro de guitarra, quiebro de voz, letra, postura, pose o persona cuya gracia ha sido guiada por esa suerte de saber, entender y vivir este arte milenario, no cabe duda que atesora una emoción que no puede sino añadir cualidad a su acervo cultural y personal. Los hay. Quizá no todos ni todas los que son, pero sí todos y todas los que están. Te los encuentras por la calle. En pocas palabras sabes, una vez más, que es su forma de vida, su persistente y agraciada manera de entender la existencia, su amor, su esencia. Aquella parte de la que no pueden desprenderse y que han querido, quieren o quisieran que marcara la línea vital de sus días, siendo sustento y oxígeno al mismo tiempo. No hay nada más bello para una artista que vivir de, con y para su arte. Es una decisión que en multitud de ocasiones, casi siempre, no se elige sino te elige. Y es esa elección la que propicia la creación y sue-

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le dar lugar a una de las aspiraciones del humano a la que no estamos habituados referir: la belleza. Siendo, en número importante, quienes desde la raíz que supone una cultura y forma de entender la vida, sienten el fluido de notas y ritmos a veces tan alocadamente complejos para los no iniciados, el flamenco ha de tener su sitio. Pero no uno cualquiera. ¿Quién se ocupa realmente de reivindicar tanto arte? ¿Quién aboga por una riqueza tan abundante que, cual piedras en el camino, solemos apartar como si no tuviera importancia? No se trata solamente de recurrir a los artistas locales cuando los presupuestos lo aconsejan. No se trata de pedir colaboración a aquellos quienes, en muchas ocasiones sienten, de forma indiscriminada, que solo están para algunos momentos. Se trata más bien, de atesorar, unificar criterios y sobre todo proyectar social y artísticamente desde las instituciones, como indefectible valor añadido, lo que nos representa, lo que se cuece aquí y ahora, lo que ha sido, viene siendo y seguirá siendo sello de identidad. Quienes, de forma casual o profesional, han tenido la suerte de trabajar con nuestros flamencos, saben de su calidad y no pueden por menos de sentir, si el lector lo permite, la confusa pero perfectamen-te identificable sinrazón y desatención en la que el resto del año suelen caer quienes, en su perfecto derecho, quieren seguir viviendo, trabajando y desarrollándose en el lugar donde han nacido o donde de forma permanente crecen sus raíces.El flamenco y su escena no es un acontecimiento que haya que ceñir a días festivos, celebraciones históricas o adornos institucionales. La escena del flamenco ha de ser tan digna como su materia, como su historia y sobre todo como sus propios actores. Para estos protagonistas hacen falta escenarios, donde puedan, de forma continuada, llevar a cabo la representación de lo que hacen, de donde vienen, de su arte y de su tierra. Dicen de los buenos vinos que han de tomarse en su ambiente y clima. Dicen del flamenco, que su historia viene de muy lejos y quedó enraizada en este Sur. Y como dice la canción, “el sur también existe” y tiene su proscenio.



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DEL 14 AL 20 DE AGOSTO DE 2015

OPINIÓN |

REFLEXIÓN DEL CONSEJO DE HERMANDADES

GALERÍA DE ARTE

El que coma de este pan vivirá para siempre

Trocaderos y gametos

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esús en numerosas ocasiones aparece en el Evangelio compartiendo la mesa con la gente sencilla y con los pecadores. Se mezcla con la gente del pueblo y comparte su vida. Por eso es criticado por aquellos que se creen mejores que los demás. Pero Jesús ha venido a curar y a traer la salvación a los pequeños, a los débiles y a los pecadores que se sienten necesitados del amor incondicional de Dios. Un amor que se manifiesta en el Jesús que comparte con ellos el pan, el vino. Los humanos necesitamos celebrar. La celebración es parte de nuestra vida. Quien no siente la necesidad de celebrar no podemos decir que está realmente vivo. Nos reunimos con las personas a las que queremos y con las que compartimos nuestra alegría. Y todo lo celebramos comiendo y bebiendo. Comer y beber con alguien no es cualquier cosa. Compartir la mesa es signo de compartir la vida. La comunidad de Jesús ha de ser una comunidad en la que nos sintamos llamados a compartir la vida, teniéndole a él como centro. Si no es así, no hemos entendido del todo el mensaje del Maestro. En eso consiste buena parte de lo que significa ser discípulo. Jesús en numerosas ocasiones aparece en el Evangelio compartiendo la mesa con la gente sencilla y con los pecadores. Se mezcla con la gente del pueblo y comparte su vida. Por eso es criticado por aquellos que se creen mejores que los demás. Pero Jesús ha venido a curar y a traer la salvación a los pequeños, a los débiles y a los pecadores que se sienten necesitados del amor incondicional de Dios. Un amor que se manifiesta en el Jesús que comparte con ellos el pan, el vino. El Evangelio de éste domingo nos invita a pensar en la Eucaristía. En la última cena Jesús manda a sus discípulos haced lo mismo en memoria suya, hasta que vuelva. No les invita a un mero gesto cultual. De los que se sientan con él a la mesa espera que entreguen la vida en el servicio a los demás, como lo ha expresado de un modo plástico levantándose de la mesa, quitándose el manto, arrodillándose ante cada uno y lavándoles los pies. En el banquete de la Eucaristía, es Jesús el que se nos da como pan y como vino, su cuerpo y su sangre que nos alimenta a los creyentes. Comer su cuerpo y beber su sangre nos identifica con él y nos da las fuerzas que necesitamos para hacer vida su palabra. Acercarnos a comer su cuerpo y beber su sangre puede parecernos algo incluso sencillo. Reconocemos que no somos dignos de recibirle, como el centurión, en nuestra casa. Nos tenemos que acoger siempre a su misericordia. Una misericordia que no tiene límites. Pero entrar verdaderamente en comunión con Jesús significa comulgar con el Evangelio, nuevo modo de ser y de vivir, que nos propone como un verdadero reto. Quien come y bebe con Jesús, pero no comulga con la causa del Evangelio, sigue estando en ayunas. Comer y

“Quien no siente la necesidad de celebrar no podemos decir que está realmente vivo. Nos reunimos con las personas a las que queremos y con las que compartimos nuestra alegría” beber con Jesús nos hace entrar en comunión con él y con los demás cristianos, formando un solo cuerpo: la Iglesia comunidad. Es la Acción de Gracias de la que nos habla Pablo en la carta a los cristianos de Éfeso. A ellos y a nosotros nos exhorta a celebrarla. La Eucaristía es como el maná del nuevo Pueblo de Dios, que camina hacia la plenitud del Reino. Es el mejor de los alimento. Nos robustece en la fe con la fuerza del Espíritu, que nos anima en el camino y el esfuerzo cotidiano. Demasiadas veces hemos hecho de la Eucaristía un simple acto de culto. Veneramos, adoramos… nos preocupamos por seguir unas determinadas rúbricas, pero tal vez no celebramos en toda su riqueza y plenitud. Creo que tenemos la obligación de preguntarnos el motivo por el que en nuestras Eucaristías cada vez hay más sitios vacíos. ¿Podemos siempre llamarlas con propiedad celebraciones de la fe? ¿Conectamos de verdad con la necesitad celebrativa de los creyentes de hoy? ¿Sacian nuestra hambre de Dios?. Los cristianos de nuestro siglo estamos llamados a redescubrir juntos el significado profundo de la Eucaristía y la dimensión que entraña de compromiso en la construcción del Reino. Los que comemos y bebemos con Jesús nos sentimos comprometidos, como comunidad, en la tarea de prolongar y actualizar su presencia salvadora y redentora en medio del mundo y de la historia.

CARLOS JORKARELI

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e trocar (trueque), cambio, equivocarse, mudar de sitio; en definitiva, “cambiar de chaqueta”...o mejor dicho en este caso, cambiar la camisa para que nadie se dé cuenta del azulón maldito que siempre acompaña el alma de quienes, al contrario de como diría Atahualpa Yupanqui...”hacen escupir sangre para vivir mejor”. Los “trocaderos”, acepción permisiva de trocar, viene al caso para denominar los agujeros negros de esta España que sigue manteniendo generaciones de personajes y personajillos que mantuvieron el privilegio – hasta hoy día – de campear por sus fueros, con derecho a pernada y envueltos en los llamados “lujos” de los que tanto alarde hacen para pertenecer a la denominada “jet” (yo diría “jeta”), que al igual que cerdos, engordan en su propia basura, excremento de ignorancia y promiscuidad veleidosa. La culpa la tienen esos espermas desganados, producto de la mecánica y cotidiana ansia de cumplir con la perentoria necesidad de la parte más oscura de la naturaleza humana, envuelta en la indefinición de un no sé qué y hacia un dónde reproductivo, pero que llega a convertir la línea generacional en el hilo conductor de una corrupción hereditaria sin fin. Son esos espermatozoides vacuos, indefinidos, esquivos deslices de una tarde estival sin ocupación, o una arrimada casi mecánica de alcoba, lo que convierte este mal que asola generaciones infructuosas de melindres, embalsamados en mil y una esencias, en plaga impertérrita que se extiende sin razón envenenando ese sudor producto del esfuerzo de quien no tiene dónde caerse muerto. Políticos corruptos, conciencias muertas, dibujantes del hastío, consumidores de vanidades y procuradores, no sólo de asientos gubernamentales, sino lo que es peor, de la moral más baja y oscura que una sociedad se pueda permitir. Inspectores de hacienda convertidos en capos de guante blanco, gobernantes de traje gris encorbatados hasta la saciedad, línea D´Or sin escrúpulos en la pirámide del codazo y la escalada hacia lo irremediable pero cierto: la seguridad como vía de escape a la falta de criterio y un sentido de la ética personal inexistente. Continuación espermatozoica de una especie humana inequívocamente dibujada en los desastres involutivos de la humanidad. Cómo puede un presidente de gobierno ser amigo de quien luego se demuestra ladrón de la sociedad, evasor de capitales y conspirador entramado de la corrupción y al mismo tiempo meter a un país en guerras preventivas en el extranjero como Irak, para llevarse parte del pastel. Lo hubo.

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Presidentes de gobierno, comunidades, secretarios generales de partidos, altos cargos financieros, especialistas en bolsa. Todos aquellos que de alguna forma deberían servir de ejemplo en una comunidad, vienen a ser los ladrones que nunca cumplen cárcel, que guardan en cajas secretas la fianza..., por si acaso o, en sus paraísos fiscales (la misma expresión produce escalofrío) amasan aquella seguridad sin la cual no podrían vivir, porque siempre han estado acostumbrados a ella y esa forma de conseguirla, entre algodones fabricados con sudor, el de la frente, no la suya, sino la del vecino que paga los impuestos que ellos evaden. No es de extrañar que se truequen los valores, las corbatas, las chaquetas, y hasta las sociedades en una suerte de generaciones de espermas sin más función que el continuismo de aquel tipo de humano cuya función en un grupo parece ser la de apuntar el lado oscuro del ser y la sociedad que conforma. Permitir esto y no decir nada, sería permitir todo sin más. El remedio: A todos los males aquejan remedios. No cabe duda que quien actúa sin escrúpulos, basándose en su propio interés, lleva consigo el ácido purgatorio de los veleidosos inconfesos pero practicantes acérrimos de una religión hecha por y para los hombres. Mitología suprema por encima de la clásica de aquel Olimpo, por actual, fabricada al uso para quienes son capaces de abrirse paso entre sonrisas y sábanas blancas que nunca manchan por miedo al pecado. Masturbaciones sintéticas, que no gozosas y conscientes de que nuestro cuerpo, que al igual que nuestra alma, va guardando las esencias que almacenamos a diario, paso a paso, pensamiento a pensamiento, acción a acción, cual destilería ambulante de nuestro devenir. Que sepamos fabricar la pureza en color y sabor del fruto depende de nosotros. Pero no basta con la autoconciencia. Hemos de tener conciencia colectiva, social y al mismo tiempo crítica, para no dejarnos engañar primero y saber qué lugar ha de ocupar el otro después. El otro, al que nos estamos refiriendo, es un ladrón. Roba y no solo el dinero, sino la moral, la ética más rudimentaria que una colectividad debe conservar y sin la cual nada es posible en democracia. ¡Al ladrón! se gritaba cuando una bolsa desaparecía entre la multitud del mercado. Ahora desaparece en primera fila, en los asientos del Senado, entre los sillones de los gestores sociales, entre nuestros gobernantes. El remedio pasa por quitar, cambiar, destituir, fulminar de un colectivo a quienes no trabajan para él, a quien no dispone de moral ni escrúpulos sino, cual sanguijuelas, chupan y chupan con riesgo de estallar, salpicar y contagiar de espermatozoides insanos, avanzadilla de la peor de las reproducciones.



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DEL 21 AL 27 DE AGOSTO DE 2015

OPINIÓN |

REFLEXIÓN DEL CONSEJO DE HERMANDADES

GALERÍA DE ARTE

“Tú tienes palabras de vida eterna”

Homenaje a una mirada

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a liturgia de los domingos anteriores fijaba la atención en los signos que hacía Jesús: tomar, bendecir y repartir. Signos propios eucarísticos del capítulo del Pan de Vida.

En este domingo, el evangelio invita a manifestar públicamente las declaraciones de intenciones personales, familiares y sociales (1ª lectura). Las palabras de Jesús son un revulsivo para el auditorio, crean una profunda crisis en el ambiente y obliga a los presentes a tomar una decisión: revisar la hoja de ruta de las relaciones con Dios y con los demás. Aceptar o rechazar a Cristo. “¿También vosotros queréis marcharos?”, es la pregunta de Jesús que tiene como respuesta el dicho de Pedro: ¿a quién vamos a acudir?, y el de los israelitas: “Lejos de nosotros abandonar al Señor” y recordatorio de la Alianza: “Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo”. Las preguntas de Josué y de Jesús, sirven para desenmascarar las ambigüedades en la relación con Dios y el prójimo. El miedo a lo desconocido, al futuro, a la libertad y la responsabilidad que conlleva, obligan al cristiano de “siempre” a sumarse, al menos numéricamente, al seguimiento del Señor Jesús. En cada historia está la presencia amorosa de Dios, (relación familiar ,2ª Lect.) y que para encontrarla basta con hacer un alto en el camino, repasar el paso histórico de Dios en la vida y asentir dicha presencia aceptando el modo de hablar de Cristo y responderle como Pedro: “Tú tienes palabras de vida eterna”. Si no os parece bien servir al Señor, escoged a quién servir... Yo y mi casa serviremos al Señor. Es necesario subrayar que la asamblea a que se refiere Josué 24 tiene lugar en un momento difícil para la fe monoteísta de Israel. Es necesario considerar que todo el libro ha sido redactado algunos siglos después de los acontecimientos, por obra de la escuela deuteronomista. Estos predicadoresteólogos reflexionan sobre los acontecimiento pasados a la luz de la alianza del Sinaí, de la experiencia vivida y de la predicación profética. Por otra parte, es necesario considerar también el hecho histórico del asentamiento del pueblo de Israel en Canaán. Evidentemente no fue tan rápido, glorioso y deslumbrador como lo narra el Libro de Josué. Están más cerca de la realidad los autores que escribieron el Libro de los Jueces, de Samuel y de los Reyes, aunque todo pertenece a la misma escuela deuteronomista. La conquista fue lenta, palmo a palmo. Ahora bien, los habitantes del país tienen sus propios dioses a quienes rinden culto. Los hebreos provienen del desierto trayendo su propia fe monoteísta en su Dios Yavé. Pues bien, en el encuentro diario con los nativos la fe monoteísta se vio en dificultades. Máxime cuando veían la cultura, la riqueza que el país posee. Era necesario renovar la alianza y descubrir su riqueza. De hecho, en este capítulo encontramos una peregrinación de renovación de la alianza que debió repetirse periódicamente, acaso un día especial al año (la fiesta de la renovación de la alianza) probablemente con una peregrinación al desierto. Este es el clima religioso y espiritual en que hemos de leer este texto y las palabras de Josué urgiendo al pueblo para que adopte una decisión firme. La Iglesia de hoy necesita también un revisión permanente en el modo y talante de adherirse al Evangelio a la vez que tiene la urgencia de estar siempre en comunión con los hombres de este tiempo para sintonizar con ellos e invitarles a una aceptación de la fe fiel y razonable. Dijo a los Doce: ¿También vosotros queréis marcharos? A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Siempre han resultado sobrecogedoras estas palabras de Jesús. Él es consciente, porque no podía ser de otra manera, del drama y el debate que se entabla en el interior de sus discípulos. Lo sabe, pero insiste en el realismo sacramental. El seguimiento de Jesús supone un acto de sincero desprendimiento y de valiente decisión. Se trata de una decisión libre. Pero también llama fuertemente la atención la actitud de soberana libertad de Jesús. Quiere discípulos que lo acepten libremente, pero también él quiere permanecer libre ante las actitudes de los demás frente a él. En este momento es de especial y singular importancia. Es el momento de la confesión y de la decisión. El capítulo 6 de Juan supone el final de un trayecto del camino de Jesús. El grupo que acepta generosamente su persona y sus palabras será adoctrinado más profundamente a partir de los capítulos 13 al 17 que, por otra parte, habría que leer como si el Resucitado volviera a los suyos, a su comunidad y le revelara el verdadero sentido de sus gestos y palabras especialmente de su Muerte y Resurrección. Ciertamente es desconcertante y llamativa esta escena en la que se produce simultáneamente el alejamiento de la persona de Jesús y la adhesión confesional de otro grupo. Es importante subrayar que hoy como ayer el seguimiento sincero de Jesús produce verdaderos desgarros y exige una auténtica confesión y compromiso. Son páginas que denuncian las componendas y la mediocridad. Y el mundo actual, como el de siempre, necesita decisiones valientes, libres y comprometidas frente a Jesús, al evangelio y al hombre que ha de recibirlo.

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cones, antiguas piedras y construcciones cuyos orígenes se pierden en el tiempo y cuyo horizonte y progreso lo sienten como suyo. Otras, por el contrario, se mantienen al margen, casi “ocultas tras Si yo pudiera unirme en vuelo de palomas y los visillos a ese hombre y mujer joven…” que aún atravesando lomas, dejar mi pueblo atrás…”, tiernos para el amor nunca supieron comprender, dijo Antonio Machado en uno de sus poe- porque eran diferentes, respiraban aire nuevo y se entretenían mirando al mar aún en su ausencia. mas. Hoy, se nos queda la mirada clara, firme, ansioUna mirada, la del poeta, que no deja indiferente a quien con acertada sensibilidad acude a sus es- sa en la corrección, expectante y sincera de quien critos modernistas primero, e intimistas después. en repetidas ocasiones nos han demostrado con su Joven representante de la Generación del 98 com- actitud la distancia que existe entre una y otra reprometido con la renovación y distinguido alum- alidad. Y sin embardo la segunda, la otra mirada, no de la ILE (Institución Libre de Enseñanza), quien la tozudez vuelve a imperar. El contrasentido no tiene parangón. Aquella mijunto a intelectuales de la talla de José Ortega y Gasset, Ramón y Cajal o el mismísimo Joaquín Sorolla rada no acabará de comprender qué está pasando entre otros, supieron defender en tiempos revuel- en su ciudad, en su pueblo, en su lugar de origen, tos la laicidad en la enseñanza o la supresión de la en su país. No entiende por qué le lanzaron, se lanorientación dogmática en las áreas moral y políti- zó o simplemente guiado por su tendencia natural, empleó años de su vida en la absorción de coca de una época. Si ya lo decía el poeta, en cuyos textos de meri- nocimientos, en estudios prolongados de afanosos diana claridad, cercanos, casi respirados por el lec- madrugones o noches en vela de futuros prometedores tor a través de que nunevocadoras imá“Hay miradas y miradas. Algunas, expectantes, buscan un ca llegan. genes entre liSi fuemoneros, o en su recoveco donde alojar todas sus ilusiones, la alegría de ra verdad patio de Sevilla, vivir, su sonrisa y conocimientos, enamoradas de aquellos que la o en las estepas cara es el de Castilla, o altos y bajos, cuestas, rincones, antiguas piedras y espejo frente al Mar,… construcciones cuyos orígenes se pierden en el tiempo y del alma qué no podemos y en los decir – otra vez – cuyo horizonte y progreso lo sienten como suyo ” ojos se ante el evasivo perfil de aquellos jóvenes que miran hacia atrás, ha- encierra su espíritu, es casi obligado recurrir a su cia su tierra, para de alguna forma acabar como mirada y volver la vista a nuestra sociedad, para no aquél, en un temporal destierro buscando su pre- tener que acabar como el poeta, cogiendo “tu mula, sente y aún quizás un futuro mejor. tu hembra y tu arreo, siguiendo el camino del pueLos hay, los conocemos, nos lo han dicho… ¡se blo hebreo hacia otra luna” para pensar que “quivan! zá mañana sonría la fortuna”. Muchos de ellos han estudiado, facultándose en En los vetustos ojos de aquel que pasó desapermaterias cuya especificación o ramas del conoci- cibido, se encuentra una profunda verdad, sin la miento forman parte del elenco de atribuciones que no podremos nunca anunciar un futuro de esprofesionales requeridas hoy día en una sociedad peranza. moderna y que sin embargo no tienen sitio en nuesA la mirada de todos los jóvenes. tro país. Otros, sin estudios específicos, pero con el mismo ánimo de superación, tan digno como los anteriores y que también tienen su sitio en el amplísimo espectro laboral, se ven conminados a recorrer la senda de muchos de sus abuelos en aquellos años tercos y totalitarios que todos, incluso ellos, quieren dejar atrás definitivamente. Esto no es un juego. Es condición humana. Todo lo es. Desde el saludo a nuestros temores, frustraciones, complejos y reticencias hasta perder lo insidiosamente ganado, privando en ocasiones del derecho a permanecer a quienes eligen pertenecer al sitio donde han nacido y en donde se han forjado sus primeros sueños, acompañados de sus primeras amistades en comunión con el núcleo donde se criaron. “Escapad gente tierna, que esta tierra está enferma…” continuaba el poeta, como reconociendo y reconociéndose en un grito de desesperanza ante la ignominia de quienes, salvando la patria, la hundían otra vez en el oscurantismo de la prebenda. Y no cabe duda que algo de eso hay cuando aquellos que conocemos y que se van después de haber vuelto, no han conseguido encontrar su sitio entre los suyos. Precisamente los que ahora vienen reclamando “lo nuestro”. Hay miradas y miradas. Algunas, expectantes, buscan un recoveco donde alojar todas sus ilusiones, la alegría de vivir, su sonrisa y conocimientos, enamoradas de aquellos altos y bajos, cuestas, rin-

CARLOS JORKARELI



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DEL 28 DE AGOSTO AL 3 DE SEPTIEMBRE DE 2015

OPINIÓN |

REFLEXIÓN DEL CONSEJO DE HERMANDADES

GALERÍA DE ARTE

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No basta la sola práctica El hombre alambre externa, la apariencia CARLOS JORKARELI

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l pueblo de Israel pensaba que con el solo cumplimiento externo de la ley, podrían salvarse. Nada les decía lo que tenían en su interior, en su corazón, en sus actitudes… Solamente la fiel observancia de la ley de Moisés podía obtenerles la salvación. Pero Jesús quiere una religión distinta, una religión de personas libres, frente a una religión judía, caracterizada por el formalismo en la que todo estaba perfectamente determinado, desde la anchura de las filacterias y colgantes que llevaban en sus atuendos, hasta los pasos que se podían recorrer en el sábado. Y Jesús se empeña en enseñar a los suyos que todas esas prescripciones para nada constituyen el meollo de la relación que cada uno debe tener con Dios, tal como él la entiende y vino a explicarla a la tierra. El relato evangélico de hoy refleja uno de los momentos en que Jesús pone de relieve este estilo de hombre libre frente a la norma estricta, que deberá caracterizar al que quiera ser discípulo del Maestro. Y los fariseos, en su afán de ridiculizar a Jesús, enfrentándolo con su pueblo, tenían montado un tinglado de espionaje a su alrededor para ver si cumplía con lo preceptuado en la ley mosaica. Con ese planteamiento, nos situamos en el evangelio que acabamos de leer en este domingo. Todo un encadenamiento de situaciones conflictivas a las que conduce una religión que se fija solo en las leyes y en lo externo… no es de extrañar que Jesús recuerde lo que decía el profeta Isaías: “este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mi…” En el fondo, lo que Jesús quería dejar en manifiesto, era toda su concepción de la vida religiosa de la que los fariseos, y así lo practicaban y enseñaban, se habían formado un concepto erróneo. Hoy también hay muchos cristianos que reducen su vivencia religiosa, su fe… a lo meramente externo, que se limitan a cumplir ritos, obligaciones, prácticas… y que piensan que con su cumplimiento ya realizan lo que Dios espera de ellos. Y aún más, que desde esa atalaya juzgan a todos los demás cristianos. Sí que es cierto que no se trata de ignorar y abandonar toda práctica religiosa o dejar de lado los signos externos. Hay prácticas que, a veces, tanto significan en ciertos ambientes, pero que no pueden convertirse en la esencia de nuestra vivencia religiosa, porque ellas no son suficientes para justificar nuestra fe personal. Es preciso formar e informar, dar vida, calor y color a nuestra vivencia externa para que sirva de provecho a aquellos que lo viven y a los que están a nuestro alrededor… porque debemos predicar con el ejemplo. Jesús quiere vida y nosotros con frecuencia sólo le damos ritos: “dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres”. Es, precisamente el apóstol Santiago, quien hoy, en la segunda lectura, nos exhorta a “llevar a la práctica la palabra, no limitándonos a escucharla, engañándonos a nosotros mismos”. Y llevar a la práctica la palabra de Dios es obrar conforme a su querer… El mismo apóstol cita unas cuantas obras de misericordia, pero ¡cuántas podríamos añadir…! es entregar a Dios nuestro corazón en la fe y en el amor. No olvidemos que la vida cristiana está basada en el amor, y en vez de minucias y legalismos pide verdad, justicia y amor, porque “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27). La palabra de Dios que se nos ofrece es un regalo que nos viene de lo alto y a nosotros nos toca meditarla para cambiar de mentalidad y de conducta, porque todos hemos vivido y vivimos ¿algo… mucho? de ritualismo, pero ojalá sepamos “ver más con el corazón”, de lo contrario… seguimos con las apariencias. Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor Dios de vuestros padres os va a dar. La espiritualidad propuesta por los predicadores, redactores de esta obra y de la historia de Israel, se puede resumir en algunos temas centrales: Dios ha elegido por puro amor a su pueblo; por fidelidad a los padres mantiene su palabra a favor de su pueblo; ha establecido con él una alianza inalterable por su parte. Todo esto conlleva la aceptación del único Dios o, lo que es lo mismo, una fe monoteísta a toda prueba; una respuesta de amor y fidelidad a Dios; una actitud humanitaria para con los miembros del pueblo. Por propia iniciativa, con la Palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Sabemos que en el Nuevo Testamento hay una corriente muy extendida que entiende que la regeneración se realiza por la Palabra de Dios. Más tarde esta corriente se fusionó con la que enseña que la regeneración es obra de los Sacramentos. Y finalmente aparece la doctrina completa de que la regeneración es el resultado de la escucha de la Palabra y la recepción de los Sacramentos. Pues bien, el texto que proclamamos hoy pertenece a esa corriente que comparte el autor de la Carta a los Colosenses, Pablo en la carta a los Romanos y la escuela joánica. La escucha de la Palabra requiere una actitud de apertura especial y singular, porque es la Palabra de Dios, expresión de su fuerza creadora (todo lo creó Dios por la Palabra y el Espíritu) y expresión de su voluntad que conduce a la libertad.

que estar durmiendo, al igual que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”. Igualmente no es lo mismo ser biólogo que abogado. Tampoco es lo mismo ser pintor que ser artista. Y mucho l estudiar lengua, observábamos la dife- menos ser principiante en el estudio de las materenciación entre géneros – masculino y rias relacionadas con el infinito mundo que consfemenino – haciendo referencia al neu- tituye el arte, ya sea cual fuera aquél, que ser o tro para englobar a los sujetos de la ora- considerarse actor, actriz, pintor, pintora, músición sin diferenciación de sexo. Así se hablaba del co, música (por lo de neutro) o cualquier otro u “hombre”, en masculino, cuando se quería hacer otra adjetivación relativa a la consagrada vida dedicada a éstas, también sagradas, materias que referencia al conjunto del género humano. Si bien el vocabulario, en el devenir de la evo- constituyen lo que denominamos, con mayúsculución cultural lingüística se ha ido enriquecien- la,… ARTE. Atribuir o atribuirse ciertas facultades para el do, especificando con más acierto ese neutro gris al que nos referíamos, permítanos el lector la li- desarrollo de las aptitudes y actitudes relacionacencia de hacer uso en este caso de aquél neutro das con las artes y desarrollarlas, es propio de quieanodino para no vernos avocados a excesivas re- nes albergan el interés de bucear, nadar e intentar salir a flote en el arriesgado mundo de la estépeticiones en el discurso. Hay personas que tienen la habilidad de retor- tica y la ética de la belleza. Otros, simplemente se cerse cual alambre para adquirir formas poco ha- lo pasan bien, disfrutan con la actividad. Pero hay bituales, aunque perfectamente definibles en el quienes, en un presuntuoso síndrome de ego, busdenostado y vilipendiado mundo del arte. Perso- can, desean, proponen afanosamente situarse, cuando no nas, cuyo cales sitúan rácter no les “Hay personas que tienen la habilidad de retorcerse cual sin más, en ha dispensado el olímpila virtud de la alambre para adquirir formas poco habituales, aunque co altar del sinceridad perfectamente definibles en el denostado y vilipendiado arte. para con ellos mundo del arte” El uso mismos. Cosa, de las palapor otro lado, bras suele ciertamente dar lugar a su desgaste. De ahí las diferentes acepgravosa en la evolución personal. Cuando hablamos del fontanero, hablamos con ciones y nomenclaturas. De ahí también la difeel respeto que merece un profesional que atien- renciación que debe existir entre aprendiz, estude, cobrando sus honorarios, aquellas obras y re- diante, amateur, amante, o…SER. Seres alambres (neutro blindado) que no duparaciones propias de su especialidad. Cuando hablamos de un mecánico de coches, dan en adquirir la multiforme y enredada forma no hablamos de aquellas personas – hombre y mu- al uso, cuyos derroteros, marcados por vicisitujeres – que les gustan los automóviles y se dedican des, tiempos, horarios y profesiones que les definen, lejos de cerrar el candado de la seguridad, a su limpieza los domingos por la mañana. Cuando nos referimos a un químico, adminis- navegan por extraños vericuetos en busca de alitrativo, arquitecto, barrendero, médico o botones cientes que no les propicia su endeble estructura de hotel, estamos definiendo ámbitos profesiona- vital, creada en muchas ocasiones para la aparienles en los que aquellos a los que nos referimos es- cia y que constituyen, simplemente, una vacua intán insertados y por los que cobran igualmente tromisión en atributos muy alejados de aquél ser. un estipendio relacionado con su profesión, dado que es ésta y no otra su manera de ganarse el pan de cada día y lo que viene a determinar, en muchos casos de forma indeleble, su manera de VIVIR. Caracteres ciertamente diferenciados y que no solo marcan una forma de vida, sino mucho más. Acaso para el buen observador, profundizando en el conocimiento de estas personas, fácilmente se podría llegar a la diferenciación de sus gustos, vacaciones, virtudes, defectos, y roles propios de status, muchas veces falsos, definidos por aquella y no otra, manera de vivir a la que aludíamos. “Dime lo que haces y te diré quién eres”, es la tópica frase que acompaña a otra similares no exentas de verdad y que se nos antojan, en concreto ésta, muy propia para incluir en el contenido del presente artículo de opinión. Si bien es verdad que tenemos un profundo respeto acerca de las iniciativas que las personas llevan a cabo en su vida, sobre todo aquellas cuya finalidad es propiciar el placer creativo o simplemente desarrollar las mayores o menores aptitudes que pudieran emanar de una inquietud artística, también es verdad que nos gusta diferenciar, aunque nada más sea que por pudor, el blanco del negro. Ya lo decía Camilo José Cela (premio Nobel de Literatura 1989), en una impetuosa diferenciación lingüística: “no es lo mismo estar dormido

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AGOSTO 2015 Galería de arte ©Carlos Jorkareli 2015


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