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DEL 15 AL 21 DE JULIO DE 2016
OPINIÓN |
REFLEXIÓN DEL CONSEJO DE HERMANDADES
GALERÍA DE ARTE
Escoge la parte mejor
Homenaje a una mirada
l salmista nos invita a “proceder honradamente y practicar la justicia” y cuando se cumple el aniversario del inicio de lo que se ha dado en llamar la “crisis de los refugiados” quizás sea buen momento para recordar el imperativo cristiano de la hospitalidad y la acogida. Abrahán, Marta y María se nos presentan como prototipos del empeño que todo creyente ha de perseguir por reconocer la presencia del Señor en su vida, reconocimiento que pasa necesariamente por el rostro del hermano y de entre ellos, los más débiles. Vivir la madurez de la fe, en palabras de Pablo, supone poner a Jesús en el centro de nuestra vida, para superar todo falso antagonismo entre la contemplación y la acción cristiana. No hay auténtico servicio sino nace de la escucha de la Palabra, no hay verdadera intimidad con el Señor que no se verifique en el compromiso con los hermanos. El autor de este relato poseía el arte de la dramatización religiosa muy desarrollado. Ha sabido componer una bella escena de aparición y anuncio con recursos muy austeros. Para describir la aparición lo hace con una frase lacónica y una descripción propia de la vida nómada. Aquellos hombres estaban acostumbrados a entender que Dios se comunicaba con los hombres por medio de mensajeros. a reflexión posterior entendió y quiso descubrir en los tres personajes un anuncio y anticipo de la Trinidad. El sentido histórico puede que no alcance tanto y el autor puede que no quisiera decir tanto en aquel momento. Lo más que podemos decir en este sentido es que se trata de atisbos imprecisos y muy velados. La revelación de la Trinidad es una cuestión del Nuevo Testamento. Y aún esta revelación necesitó varios siglos hasta que cuajó en las fórmulas que hoy profesamos y proclamamos. Pero la presencia de los tres, de los que uno es portavoz, indica la firmeza de la palabra divina apoyada por dos testigos que comparten con el portavoz su mensaje. En cuanto a la escenificación, en lo que a Abrahán se refiere, el autor recurre a los elementos de una vida nómada que se realiza toda ella alrededor de la tienda. Sobresale el sentido de la hospitalidad como lo demuestra el resto del relato que adorna el conjunto. Es necesario recuperar la sensibilidad por lo divino en nuestro mundo. La sensibilidad por el servicio a los demás. La hospitalidad ha desaparecido prácticamente de entre nosotros. La íntima relación del sufrimiento y de la misión evangelizadora forma parte de una misteriosa realidad. ¿Por qué el sufrimiento? Se preguntaban y se preguntan los hombres. Y cuando la relación se establece entre el sufrimiento y el Evangelio todavía es más sorprendente. Y llega a la cima cuando esto se cristaliza y se presenta plásticamente en el propio Cristo Jesús. Y esta íntima relación se prolonga en la Iglesia. El discípulo de Pablo, que recuerda con sumo cuidado la vida y la enseñanza de su maestro, sabe que así fue la historia. Y la historia tiene un sentido que hay que buscar y escudriñar. El nacimiento y el crecimiento de la Iglesia, lleva parejo el sufrimiento de su Fundador y de sus ministros y mensajeros. Las actitudes de Jesús, que sobrepasan por todos sus extremos las exigencias de la Ley para ofrecer la libertad del Evangelio y de la gracia, le acarreó no pocas incomprensiones que le condujeron finalmente a la cruz. Pablo ha recibido la tarea de anunciar el proyecto de Dios, el misterio de Dios y esta misión le acarreó la incomprensión, la persecución y la muerte. Y esta tarea consistió en realizar en la historia la promesa hecha a Abrahán en el momento de su vocación: en ti se bendecirán todas las naciones (Gn 12,1ss). Pablo ha emprendido esta tarea porque se sintió enviado para ello: anunciar a los gentiles que ellos forman parte integrante del único proyecto salvador de Dios. Admirable página para los ministros del Evangelio de hoy. Y para los discípulos de Jesús en general. El Evangelio de la gracia y su anuncio en el mundo ha provocado siempre la persecución. La íntima relación del sufrimiento y de la misión evangelizadora forma parte de una misteriosa realidad. ¿Por qué el sufrimiento? Se preguntaban y se preguntan los hombres. Y cuando la relación se establece entre el sufrimiento y el Evangelio todavía es más sorprendente. Y llega a la cima cuando esto se cristaliza y se presenta plásticamente en el propio Cristo Jesús. Y esta íntima relación se prolonga en la Iglesia. El discípulo de Pablo, que recuerda con sumo cuidado la vida y la enseñanza de su maestro, sabe que así fue la historia. Y la historia tiene un sentido que hay que buscar y escudriñar. El nacimiento y el crecimiento de la Iglesia, lleva parejo el sufrimiento de su Fundador y de sus ministros y mensajeros. Las actitudes de Jesús, que sobrepasan por todos sus extremos las exigencias de la Ley para ofrecer la libertad del Evangelio y de la gracia, le acarreó no pocas incomprensiones que le condujeron finalmente a la cruz. Pablo ha recibido la tarea de anunciar el proyecto de Dios, el misterio de Dios y esta misión le acarreó la incomprensión, la persecución y la muerte. Y esta tarea consistió en realizar en la historia la promesa hecha a Abrahán en el momento de su vocación: en ti se bendecirán todas las naciones (Gn 12,1ss). Pablo ha emprendido esta tarea porque se sintió enviado para ello: anunciar a los gentiles que ellos forman parte integrante del único proyecto salvador de Dios. Admirable página para los ministros del Evangelio de hoy. Y para los discípulos de Jesús en general. El Evangelio de la gracia y su anuncio en el mundo ha provocado siempre la persecución.
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CARLOS JORKARELI Si yo pudiera unirme en vuelo de palomas y atravesando lomas, dejar mi pueblo atrás…”, dijo Antonio Machado en uno de sus poemas. Una mirada, la del poeta, que no deja indiferente a quien con acertada sensibilidad acude a sus escritos modernistas primero, e intimistas después. Joven representante de la Generación del 98 comprometido con la renovación y distinguido alumno de la ILE (Institución Libre de Enseñanza), quien junto a intelectuales de la talla de José Ortega y Gasset, Ramón y Cajal o el mismísimo Joaquín Sorolla entre otros, supieron defender en tiempos revueltos la laicidad en la enseñanza o la supresión de la orientación dogmática en las áreas moral y política de una época. Si ya lo decía el poeta, en cuyos textos de meridiana claridad, cercanos, casi respirados por el lector a través de evocadoras imágenes entre limoneros, o en su patio de Sevilla, o en las estepas de Castilla, o frente al Mar,… qué no podemos decir – otra vez – ante el evasivo perfil de aquellos jóvenes que miran hacia atrás, hacia su tierra, para de alguna forma acabar como él, en un temporal destierro buscando su presente y aún quizás un futuro mejor. Los hay, los conocemos, nos lo han dicho… ¡se han ido! Muchos de ellos han estudiado, facultándose en materias cuya especificación o ramas del conocimiento forman parte del elenco de atribuciones profesionales requeridas hoy día en una
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“Hoy nos quedamos con la mirada clara, firme, ansiosa en corrección, expectante y sincera de quienes en repetidas ocasiones nos han demostrado con su actitud, la distancia que existe entre una y otra realidad” sociedad moderna y que sin embargo no tienen sitio en nuestro país. Otros, sin estudios específicos, pero con el mismo ánimo de superación, tan dignos como los anteriores y que también tienen su sitio en el amplio espectro laboral, se ven conminados a recorrer la senda de muchos de sus abuelos en aquellos años tercos y totalitarios que todos, incluso ellos, quieren dejar atrás definitivamente. Esto no es un juego. Es condición humana. Todo lo es. Desde el saludo a nuestros temores, frustraciones, complejos y reticencias,hasta lo insidiosamente ganado, privando en ocasiones del derecho a permanecer a quienes eligen pertenecer al sitio donde han nacido y donde se han forjado sus primeros sueños, acompañados de sus primeras amistades yen comunión con el núcleo donde se criaron. “Escapad gente tierna, que esta tierra está enferma…” continuaba el poeta, como reconociendo y reconociéndose en un grito de desesperanza ante la ignominia de quienes, salvando la patria, la hundían otra vez en el oscurantismo de la prebenda. Y no cabe duda que algo de eso hay cuando aquellos que se van, aún incluso después de haber vuelto, siguen sin encontrar su sitio en-
jorkareli@gmail.com
tre los suyos.Detrás están los que ahora vienen reclamando “lo nuestro”. Hay miradas y miradas. Algunas, expectantes, buscan un recoveco donde alojar todas sus ilusiones, la alegría de vivir, su sonrisa y conocimientos, enamoradas de aquellos altos y bajos, cuestas, rincones, antiguas piedras y construcciones cuyos orígenes se pierden en el tiempo y cuyo horizonte y progreso lo sienten como suyo. Otras, por el contrario, se mantienen al margen, casi “ocultas tras los visillos a ese hombre y mujer joven…” que aún tiernos para el amor nunca supieron comprender porque eran diferentes, respiraban aire nuevo y se entretenían mirando al mar aún en su ausencia. Hoy nos quedamos con la mirada clara, firme, ansiosa en corrección, expectante y sincera de quienes en repetidas ocasiones nos han demostrado con su actitud, la distancia que existe entre una y otra realidad. El contrasentido no tiene parangón. La mirada esperanzada no acabará de comprender qué está pasando en su ciudad, en su pueblo, en su lugar de origen, en su país. No entiende porqué le lanzaron, se lanzó o simplemente guiado por su tendencia natural empleó años de su vida en la absorción de conocimientos, en estudios prolongados de afanosos madrugones y noches en vela con la esperanza de tiempos prometedores que nunca llegan. Si fuera verdad que la cara es el espejo del alma y en los ojos se encierra el espíritu, es casi obligado volver la vista a nuestra sociedad, para no tener que acabar como decía el sabio escritor, cogiendo “tu mula, tu hembra y tu arreo, para seguir el camino del pueblo hebreo hacia otra luna” y tener que pensar que, “quizá mañana sonría la fortuna”. En los vetustos ojos de aquél que pasó desapercibido, se encuentra una profunda verdad sin la que no podremos nunca anunciar un futuro de esperanza. A la mirada de todos los jóvenes.