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EL APRENDIZ DE HÉROE Alberto Torres Blandina Escritor SINOPSIS Cuando Febrero salió de su aldea en busca de su perro no podía imaginar que el mundo fuese tan grande, ni que visitaría lugares tan diferentes como Australia, la India, Grecia, Irak, Rumanía… Tampoco podía saber las muchas aventuras que le esperaban. Ni, desde luego, que se las vería con caballeros, dragones, enigmas, monos parlanchines, vampiros, princesas, monstruos y todo tipo de seres mitológicos.

Capítulo XII -Perdone– preguntó al primer viajero que se cruzó en su camino-. Voy a ver a Scherezade, pero necesito una historia. ¿Podría darme alguna que no necesite? El hombre comenzó a reír. Era muy fuerte: llevaba unos pantalones bombachos, un turbante azul y una espada curva colgando en la cintura. -Te va a ser difícil encontrar una historia por los alrededores. Todo aquel que tenía una buena historia ya fue al jardín del sultán a cambiarla por joyas. El muchacho se puso triste. -¡Nunca conseguiré una historia! -¡Claro que sí! –respondió el hombre-. A la sultana le gustan las historias de aventuras y tú seguro que tienes alguna escondida, aunque no lo sepas todavía. -Lo dudo- dijo Febrero muy triste. -Mi nombre es Simbad y he sido pescador toda mi vida. No es una vida demasiado emocionante la de los pescadores, la verdad, pero yo tengo un pequeño truco que convierte hasta el relato más aburrido en una gran narración … -Miró a izquierda y a derecha para asegurarse de que nadie le escuchaba-. Sólo hay que cambiar algunos pequeños detalles y ya tienes una historia estupenda. Lo primero, el nombre. En Bagdad todos me llaman Simbad, el Pescador. Pero ése no es el nombre de un héroe, así que lo cambié por Simbad, el Marino. ¿A que suena mucho mejor? ¿Qué aventuras puede vivir alguien llamado Simbad, el Pescador? ¿Qué se le ha enganchado el hilo de pescar en el tobillo? ¿Qué ha pescado una bota? Sin embargo, Simbad, el Marino, pues ya es diferente, es un nombre destinado a grandes hazañas… ¿no crees? ‹‹Y después, el truco consiste en cambiar algunas palabras clave. Por ejemplo, la palabra “atún” por la palabra “ballena” y la palabra “extranjero” por la palabra “caníbal”. Yo conseguí un cofre lleno de monedas de oro relatando a Scherezade aquella vez en que, después de pescar un gran ejemplar de atún, tuve un problema con el barco y recalé en una isla extranjera para intentar arreglarlo. No parece una historia muy emocionante, ¿verdad? Pues aunque parezca mentira, quedó encantadísima con el relato. Febrero estaba pensativo cambiando mentalmente las palabras. -Después de pescar una gigantesca ballena… -dijo. -“Cazar”, es mejor si dices “cazar”. -Después de cazar una gigantesca ballena, tuvo un problema con el barco y recaló en una isla de caníbales para intentar arreglarlo. -¡Exacto! ¿Has visto? No es tan difícil crear una historia. Sólo hay que cambiar algunas palabras… El muchacho sonrió. -Podría intentarlo. --Claro. ¿Cuál es tu nombre? -Febrero. -¿Febrero? Pues hay que cambiarlo. Ése no es un nombre de héroe. En realidad no es un nombre de nada. Puedes llamarte Alí Babá. ¿Qué te parece? ¿No suena bien? Alí Babá. El muchacho levantó los hombros. Le gustaba más el nombre de Febrero, pero prefirió no contradecir a Simbad.

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