Ser recepcionista junio

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Ser recepcionista me ha enseñado que mi trabajo no es solo abrir la puerta de la Residencia, sino abrir la casa de muchas familias. Ser recepcionista me ha enseñado a tratar de dar solución a los problemas de todas aquellas personas que a diario acuden a mí. Ser recepcionista dentro de la familia consolación, no es ceñirse solo a las funciones propias del puesto, sino que es vivir teniendo siempre como referente el modelo de vida de la Madre María Rosa Molas. Ser recepcionista me ha permitido conocer a muchísimas personas; residentes, familiares, voluntari@s, compañer@s y Hermanas, las cuáles me han enseñado a desempeñar mejor mi trabajo del día a día.

Ser Recepcionista… 2013-14 Año vocacional

Ser recepcionista me ha acercado a formar parte de la gran familia, que formamos todos. Ser recepcionista me ha acercado a la Iglesia y al voluntariado dentro de ella. Ser recepcionista me ha regalado conocer el Carisma de las Hermanas de la Consolación.

Beatriz Cabello Hernández. Residencia Ntra. Sra. De Los Dolores (Córdoba)

“EL QUE LOS RECIBE A USTEDES, A MI ME RECIBE Y EL QUE ME RECIBE A MI, RECIBE AL QUE ME ENVIÓ.”

(Mateo 11,40)

Hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación

www.consolacion.org


…Ser recepcionista… Contar mi pequeña historia en relación con el trabajo que hoy en día desarrollo en la Residencia de los Dolores de Córdoba, es a la vez simple y complicado. Si echo la vista atrás y recuerdo mis primeros días en la Residencia, en nada de asemejan a lo que realmente hoy son. En un principio consistía en un trabajo de verano de los tantos que hay. Sin embargo, hoy por hoy, es mucho más que eso. La convivencia y el entorno me han hecho ver que mi labor y la de mis compañer@s junto con la de las Hermanas, va un poco más allá de lo estrictamente profesional. Esta labor, no tiene ningún sentido y nunca se llevaría a cabo de la misma manera sin la ayuda de los voluntarios, los cuáles sin duda marcaron para mí un antes y un después en la Residencia. Los voluntarios que desinteresadamente prestan su ayuda para mejorar no solo las condiciones de vida, sino para hacer más llevadero el tránsito de los residentes en nuestra casa, despertaron en mí la atención, lo que hizo que me acercara a ellos. En el voluntariado vi una forma de involucrarme más directamente con la casa, permitiéndome llevar a cabo otras labores que quizás desde mi puesto de trabajo no estaban a mi alcance. Pero sin duda alguna, nada de todo esto tendría sentido sin todas aquellas personas que componen lo verdaderamente importante en esta historia, “nuestros abuelos”. Los residentes llaman a sus habitaciones, MI CASA, y así te hacen sentir, como en tu propia casa, una casa muy grande con muchas habitaciones e historias, formando así una gran familia. Una familia que con el tiempo ha ido cambiando, y como todas, creciendo. Y que con el paso de los años nos ha ido regalando nuevos miembros, otros se han ido, pero todos y cada uno de ellos estamos unidos por el Carisma. El Carisma nos lo han ido inculcando todas las Hermanas, tanto las que están hoy, las que

estuvieron y las que estarán en nuestra casa. Todas y cada una de ellas nos han enseñado y nos siguen enseñando el modelo a seguir que fue nuestra madre fundadora María Rosa Molas, transmitiéndonos así sus enseñanzas, para que nosotros a través de nuestro trabajo continuemos con su labor. El haber asistido a algunas jornadas con las Hermanas, voluntarios y otros laicos como yo, me hizo ver, que paralelamente a mi trabajo yo debía formarme, ya que mis funciones iban más allá de las meramente profesionales. Por último, los acontecimientos más cercanos me han hecho integrarme un poco más en esta gran familia con la que convivo; con sus momentos más amargos y sus alegrías; aunque con el dolor de despedir a personas a las que conoces y aprecias, pero siempre con la certeza de que algún día todos volveremos a estar juntos. “Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.(Mt 19(27-29).


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