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Ruth Bader Ginsburg

Notorious RBG se ha despedido como vivió: como una gran estrella de rock, pero no de aquel que se entona al compás de una melodía pegajosa, sino con las notas sublimes de la justicia. La grandeza y notoriedad de Ruth Joan Bader Ginsburg tiene que ver con el saber empleado al servicio de la sociedad y con la fuerza de sus opiniones, que no se limitaron a la aplicación de la ley desde la comodidad de su “letra”, sino desde la lucha independiente y aguerrida de sus convicciones, que la hicieron visible en cada causa que sometió a la justicia. ¿Cómo concilió la norma con la realidad? ¿Cómo hizo efectiva la igualdad? ¿Cómo defendió los derechos de las minorías o de las personas o grupos en situación de vulnerabilidad?

Ruth Bader manifestó su cabal entendimiento de la exclusión y los atropellos, así como de los privilegios de los grupos favorecidos, desde muy joven.

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Nacida en Brooklyn, Nueva York, en 1933, en un escenario donde las mujeres se encontraban bajo el paternaje del progenitor o del cónyuge, las posibilidades de traspasar la barrera de lo privado a lo público se antojaba complicada. Ella fue la excepción. Para su fortuna, contó con una madre que la impulsó y con un marido que siempre caminó a su lado.

Fue una visionaria que renovó, a través de su práctica profesional, la vida de muchas personas. Estudiante de Derecho en Harvard, vivió la diferencia de trato derivada de la osadía de ocupar un lugar que, de “origen”, correspondía a un hombre. Los comentarios misóginos nunca doblegaron su carácter. Por el contrario, demostró su valía como

(1933-2020)

Lilia Mónica López Benítez

alumna sobresaliente de una generación donde la presencia de las mujeres era casi inexistente.

Egresada de la Universidad de Columbia, y con el conocimiento como carta de presentación, se enfrentó a múltiples rechazos, pues ninguna firma de abogados contrataba a una mujer para el litigio. Las aulas de la Universidad Rutgers fueron su refugio profesional, donde forjó una sinergia importante con sus alumnas, a quienes les imbuía el derecho a la igualdad desde la vivencia de la realidad, la comprensión de la inequidad estructural y la claridad de pensamiento para revolucionar, con argumentos sólidos y vanguardistas, la realidad ordinaria a la que se enfrentaban, y que prosperarían en la anulación de disposiciones discriminatorias desde la perspectiva de género, espejo donde debemos reflejarnos quienes tenemos la responsabilidad del ejercicio de la docencia.

Como directora del Women’s Rights Project, llevó a la Corte asuntos que se marginaban por distinciones basadas en el género, concepto este último que ella empezó a acuñar. Destacó que la norma aparentemente neutra resulta excluyente en función del constructo social que estereotipa y daña sin distingos.

Los tribunales fueron el campo de numerosas batallas y los derechos de las mujeres, de las minorías y de los grupos en situación de vulnerabilidad, el blanco perfecto para una defensa comprometida.

Como jueza de instancia anticipó una nueva perspectiva de la justicia. De la justicia valiente, que con sentencias innovadoras construye una visión transformadora. Como ella misma sostenía, trabajó por lo que creía, eligió sus batallas y nunca quemó sus puentes.

En 1993 llegó a la Corte Suprema, siendo apenas la segunda mujer en ser designada jueza constitucional. Ahí libró las contiendas que la llevaron a recibir el reconocimiento de la sociedad. Ahí impuso su personalidad arrolladora a través de sus disertaciones y votos discrepantes, acompañados del simbólico cuello con holanes que superponía a su toga. Su voz liberal fue el eco para trabajar para el futuro, como lo afirmaba en sus disensos.

A pesar de no compartir el enfoque del ala conservadora, siempre optó por el trato afable al sostener sus puntos de vista. Ecuánime y escrupulosa, hacía gala de la altura que requieren las y los juristas de un tribunal constitucional.

Al defender su criterio, partía de la obligación de preservar las libertades y los derechos de todas las personas, y marcó distancia de una línea de pensamiento cómoda sustentada en códigos morales y prejuicios.

En el centro de sus decisiones privilegió a la persona y a la “justicia-justa”, que abrazó muchas causas. Por citar algunas, el matrimonio igualitario, la discriminación salarial por género y el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo.

Nos queda como ejemplo su valentía y la certeza de una juzgadora independiente e imparcial que, ante la injusticia, rechazó el lado opresor y se decantó por la defensa a ultranza de los derechos y libertades. ¡Hay voces que no se escuchan y otras que nunca se apagan!