EL VIAJE Y SUS RITUALES

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GOBIERNO DEL ESTADO DE MICHOACÁN DE OCAMPO

Silvano Aureoles Conejo Gobernador de Michoacán

Salvador Ginori Lozano Secretario de Cultura

J. Guadalupe Escamilla Bedolla Secretario Técnico

Gabriel Rojas Pedraza Director de Promoción y Fomento Cultural

Alejandra Gabriela Ayala Quiyono Delegada Administrativa

Raúl Casamadrid Jefe del Departamento de Literatura y Fomento a la Lectura


El viaje y sus rituales Antología del Primer Festival Internacional de Poesía 1981 y poetas michoacanos nacidos en la década de los ochenta

Selección y presentación Gaspar Aguilera Díaz


El viaje y sus rituales Primera edición, 2016 © Gaspar Aguilera Díaz dr © Secretaría de Cultura de Michoacán Isidro Huarte 545, Col. Cuauhtémoc C.P. 58020, Morelia, Michoacán Tels. (443) 322-89-00 www.cultura.michoacan.gob.mx

Coordinación editorial: Raúl Casamadrid Portada: “Zopilote” de Ángel Pahuamba Acrílico, pastel graso y esmalte en aerosol sobre tela, 80 x 80 cm, 2013

Diseño de portada y editorial: Jorge Arriola Padilla

ISBN:En trámite

Impreso y hecho en México.


índice

Presentación

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Ramón Martínez Ocaranza

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Tomas Rico Cano

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Alberto Barragan Degollado

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Luis Arceo Preciado

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Hector Jaime Madrigal

59

Gaspar Aguilera Díaz

72

Frida Lara Klhar

82

Lourdes Villanueva

97

Francisco Javier Larios

109

Carlos Higuera

127

Armando Salgado

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Magdiel Torres

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Jorge Arturo Reyes

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Alejandra Quintero

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Datos sobre los autores

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Presentación Hay un mundo que se reduce para contenernos. Homero Aridjis

I La tradición poética michoacana ha tenido una herencia muy rica que se dibuja en el horizonte de la literatura mexicana a partir de la Relación de Michoacán, en la que ya aparece la inclinación al canto elevada al rango de las manifestaciones colectivas —y, como bien lo comentó el reciente premio Nobel de Literatura J.M.G. Le Clézio—: “lo considero uno de los libros más bellos y conmovedores de la literatura universal, digno de ser comparado con la Ilíada, el Poema de Gilgamesh o la Geste d’Arthur. Este libro la relación de Michoacán”. La pirekua, tradicional expresión de los p’urhépecha, no es sino poesía musicalizada en las que se dan cita el humor, el erotismo, la denuncia política, la descripción de la naturaleza e himnos religiosos que con el mestizaje se trasformaron en —como bien lo señala Raúl Arreola Cortés— canciones, letrillas y romances que fueron arraigándose en la población. La riqueza de la herencia literaria michoacana continúa en el siglo XVI con personajes fundacionales como: Fray Antonio de la Rea y Diego de Basalenque (1639); pasando por uno de los mejores poetas de la época colonial, el zamorano Fray Manuel Martínez de Navarrete al que se refería Octavio Paz, “delicado discípulo de Meléndez Valdés: en sus poemas el neoclasicismo y sus pastores se tiñen de una vaga bruma sentimental, anuncio del romanticismo”.

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II El siglo XX inicia con escritores michoacanos emblemáticos como: Mariano Silva y Aceves (1887-1937), Alfredo Mallefert (1889-1937), Jesús Sansón Flores (1909-1966), Concha Urquiza (1910-1945), considerada por Gabriel Méndez Plancarte como una de las grandes poetas místicas de nuestra lengua; Manuel Ponce (1913-1994), Ramón Martínez Ocaranza (1915-1982) —de quien por cierto se celebra en este año el centenario de su nacimiento—, Carlos Eduardo Turón (1930- 1992), José Rubén Romero (1890-1952), José Ceballos Maldonado (1924-1994), Águeda Ruiz (1938-), María Teresa Perdomo (1927-), José Antonio Alvarado (1943-), entre los más representativos que por su frescura y búsqueda han renovado el lenguaje poético. Sería interminable la lista de poetas destacados —sin olvidar el aporte de los lamentablemente ya desaparecidos Cuauhtémoc y Ramón Méndez Estrada participantes del movimiento literario conocido como Infrarrealismo— que desde luego pertenecen a otro momento generacional también significativo y más reciente.

III Las revistas literarias han formado parte de esta larga tradición. A partir de la revista Crisálida, aparecida en 1896, vinculada con la tradición y difusión de la poesía en el estado, le siguieron: Crisantema (1898) Flor de Loto (1901-1911), Minerva (1913), Voces (1934), Pliego (1945), La espiga y el laurel (1947), El Centavo (1954 a la fecha) revista emblemática dirigida desde su primer número por Salvador Molina Martínez —y hasta ahora por su hijo 8


Arturo Molina, recientemente fallecido— que se cuenta entre las de mayor permanencia y tradición en el país, sólo comparable a Letras Potosinas; todas ellas, dirigidas y en las que colaboraron autores importantes tales como: Pascual Ortiz Rubio, Donato Arenas López, Rubén M. Campos, Ignacio Chávez, Jesús Romero Flores, Manuel Martínez Báez, Samuel Ramos, Tomas Rico Cano, Ramón Martínez Ocaranza, Raúl Arreola Cortes, Ezequiel Nieto, Alfonso Espitia Huerta, entre otros. Cabe mencionar el trabajo editorial contemporáneo a quienes mucho le debe la promoción y edición de la literatura michoacana: Urso Silva López —con la Editorial Morevallado— y José Mendoza Lara con Jitanjáfora.

IV La siguiente antología recupera las voces de los participantes michoacanos en el Primer Festival Internacional de Poesía de 1981, que se llevó a cabo del 17 al 23 de julio, en él se reunieron igualmente, poetas de gran trascendencia: Günter Grass, Seamus Heaney, Tomas Traströmer (años después galardonados con en el Nobel de Literatura), Jorge Luis Borges, Ida Vitale, Cinto Vitier, Mazisi Kunene, Alen Ginsberg, entre otros; así como poetas mexicanos importantes como Jaime Labastida, Homero Aridjis —organizador del festival—, Juan Bañuelos, Elías Nandino, Tomás Segovia, Alí Chumacero, Ramón Xirau, Carlos Montemayor, Jaime Augusto Shelley y poetas de generaciones más recientes. Fue muy significativo para el público moreliano poder escuchar de viva voz a estos creadores y darse cita en un Teatro Morelos abarrotado; por otra parte encontrarnos con un foro literario excepcional y asombroso, de carácter internacional y estar de cerca de quienes han escrito la historia de la poesía contemporánea —al grado 9


que uno escuchaba en los taxis a través de la radio, las lecturas en voz alta—. La ciudad de Morelia respiraba poesía durante esos siete días y la convivencia que se llevó a cabo entre los poetas participantes se volvió entrañable. Se publicaron pequeños folletos o plaquetas con la obra representativa de cada uno de los participantes, de tal manera que el público asistente a estas lecturas podían tener en sus manos y releer posteriormente a solas una breve muestra de los escritores que se dieron cita en la capital michoacana. Esta antología que ahora presentamos, tiene como finalidad acercar de nuevo al público lector a la obra de los poetas michoacanos a más de treinta años en que participaron en ese festival; Ramón Martínez Ocaranza, Tomás Rico Cano, Alberto Barragán, Luis Arceo Preciado, Luis Girarte Martínez, Héctor Jaime Madrigal, Gaspar Aguilera Díaz, Frida Lara Klhar, Lourdes Villanueva, Francisco Javier Larios y Anabel Rodrigo. Distintas generaciones tonos, tendencias y diferentes enfoques que ofrece una perspectiva amplia del quehacer poético en la geografía michoacana. Además enriquecida con textos de escritores contemporáneos nacidos en la década de los ochenta y cuya obra a pesar de ser inicial, es de un valor literario y poético destacado: Carlos Higuera, Alejandra Quintero, Lourdes Garibay Rubio, Magdiel Torres, Jorge Arturo Reyes y Armando Salgado. Nuestros lectores observarán la ausencia de una poeta importante como Anabel Rodrigo, quien no aparece en esta antología, porque prácticamente fue imposible ubicarla en su actual sitio laboral o lugar de residencia.

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V En una época y en un momento histórico en el que pareciera no tener fin la violencia, la corrupción y la impunidad galopantes en nuestro país, se vuelve a hacer evidente que en momentos de crisis, la cultura y el arte nos hacen creer que aún hay esperanzas y optimismo respecto al futuro y revalorar así la importancia de la poesía como el acto más sensible, humano y colectivo, acercándonos al sentido de las necesidades espirituales de la comunidad. Agradecemos finalmente a las instituciones que hicieron posible esta publicación, y sobre todo, a los poetas que sin trabas nos hicieron llegar su material —respetando la decisión de aquellos pocos que decidieron no ser incluidos—; en futuros proyectos se tendrán que organizar otras antologías de poetas y narradores, ya que la riqueza de la literatura se manifiesta como una actividad incesante e inacabada. Este material hubiera quedado inconcluso sin la colaboración generosa de los compañeros Celeste Jaime y José Ángel Pahuamba, destacados artistas visuales michoacanos, y los escritores Margarita Vázquez y Carlos Higuera. Gaspar Aguilera Díaz Morelia, Michoacán Primavera de 2016.

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Ramón Martínez Ocaranza

A la memoria de Miguel Hernández

Mira el rostro del íntimo hortelano

que de llanto los surcos ha llenado, cómo cuenta sus penas al sembrado y lleva tu recuerdo de la mano.

Mira como la hermana y el hermano

se dicen tus poemas en el prado y de tanto que el pueblo te ha llorado, mira como de llanto hay un océano.

Mira el bogar de barcas misteriosas,

que como el verde sueño de las rosas, en tu nombre se ponen a llorar.

Mira el grave dolor del marinero

que cuando supo de tu muerte, fiero quebró su nave y la arrojó a la mar.

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Ávido amor derribado, frente a las estrellas

Ámame. Quiero que me ames.

Esta es la gran verdad por la que lucho como un soldado loco en la batalla.

Oye mi corazón cómo te grita,

con gritos enormes, tal los gritos de un náufrago derribado, frente a las estrellas,

Pasan los siglos, dejando en su carrera,

monumentos de rosas y derrotas y páginas de sol y soldedades; pero tu amor me habita, me derrumba sobre un planeta lleno de corolas azules.

Por ti mi corazón se precipita

en voz continental de ávida selva y los verdes contornos se iluminan y las formas recobran su volumen y las puertas del mar golpean el cielo para saber que te amo dulce, desesperada, eternamente.

Ven a poblar mis amplios corredores

con tu respiración, con la codicia de tus ojos,

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con la historia del mar que te penetra cuando resuelves mundos, geografías, convicciones, anhelos de una vida mejor para este puerto que se firma con forma de relámpago.

Ámame. Quiero que me ames.

Esta es la gran verdad por la que lucho como un soldado loco en la batalla. Ávido amor Ediciones VOCES. Morelia, 1944.

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Muros de soledad III

Un campo de encendidas amapolas

sería mi corazón, si tu quisieras. Un delirante mar de primaveras tatuado de corales y corolas.

Una pradera verde, donde a solas,

sembraríamos racimos de quimeras. Una roja extensión de primaveras. Una canción de enrojecidas olas.

Pero ya ves; es un latir oscuro

por ásperos olvidos calcinado, es un rincón de pueblo abandonado

que oculta su dolor de muro en muro.

Es un pozo de sombras, bien obscuro. Es un sollozo siempre ensangrentado. VI

Una pradera soy de llanto llena

Que va de la abundancia a la sequía, sabiendo de memoria el alma mía que vino de la pena y va a la pena.

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La ardiente soledad que me encadena

con la visión de mi melancolía, cosecha nada más la lumbre fría de un páramo sin trigo y sin arena.

Quisiera descansar bajo la sombra

de un árbol que me anhela y no me nombra temiendo contagiarse de mi llanto.

Quisiera barbechar una esperanza

para llenar mis trojes de bonanza: ¡Oh corazón herido hasta el espanto! México, 1974.

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Elegías en la muerte De Pablo Neruda

La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra Moisés: Génesis Cap. 4: Caín y Abel. Vers., 10.

Elegía de David I

Como cuando pateamos las raíces podridas de la tierra.

O como cuando vemos los pétalos de las magnolias maltratadas. O cuando recorremos los ataúdes de la conciencia. II

Mejor será multiplicar los muros de la contradicción.

O quebrantar los diccionarios. O destrozar las escaleras. III Porque de cada quien según los héroes de sus novelas favoritas.

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IV

Eso terrible de quebrar candados

O de reconocernos en la muerte.

V

Cuando se pudren las antologías.

Ontología del ángel. Yo también hablo de mi ángel

A mi hija Citlali

Satán hirió mi ser cuando mi ángel...

El día de la inocencia.

Cuando canté mi cántico más puro.

El mármol se quebró...

Perdí los signos.

Y derribé mi continente oscuro.

Las alas de los ángeles se forman con llagas tumefactas.

Siempre heridas.

Que llagas son de amor...

de perro ciego.

De muy perennes estructuras ciegas. 19


Cántico de la muerte

A Teresa Perdomo

Entonces iban todas las esencias de las potencias sucesivas.

Iban grabando su por qué del cuándo.

Y los signos parieron las entrañas.

Y la canción brotó bajo sus ojos.

Sus ojos arquetipos.

Y las brujas lloraron un concierto para cornos.

Nada en la eternidad. Todo perdido en el confuso

suceder del

tiempo.

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Nada en la eternidad. Todo en las barcas.

Como llorar la angustia del geranio.

Como contar los cuentos del deseo.

Puente oscuro donde trabajan nuestras herramientas.


Asechanzas de concubinas malintencionadas.

Para llenar la vida de pensamientos trabajados.

Para que lleguen todas las esencias de las potencias

como barcas locas.

quemando su porqué,

su gran insignia de metodologías de ignominia. Parábola de amor. Barca encantada. Versículo que lleva sus noticias por los puertos del mundo.

Tierno enjambre de abejas.

Manicomio de tórtolas.

Espejo donde se mira Dios cuando está solo.

La geometría del mar muy reconoce su cántico de alondras.

Y oculta sus oscuros cascabeles.

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Para romper cadenas. Puertos. Tigres.

CĂĄnticos de inviolables mausoleos.

Me gustarĂ­a quererte por telĂŠfono en un pacto de amor con

la ceniza. La edad del tiempo Editorial Universitaria Universidad Michoacana Morelia, 1984.

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Tomás Rico Cano

De amor quince poemas

A Pátzcuaro: un recuerdo El canto se deshace cuando llego A la orilla de ti, Ciudad del agua que retrata el cielo. Mi voz en vez de asir tu viento, Se me clava en la sangre y en el pulso Y la sangre y el pulso y las miradas —asombrando los ojos— Se llenan de tus calles silenciosas, De tus plazas inmensas, De tus torres y cúpulas sonoras Y, sobre todo, de ese viento antiguo Donde flota el recuerdo de un subversivo Obispo. Por el agua nacida de las manos Artesanas de Vasco de Quiroga, Por el fuego encendido en sus palabras, -látigo y luz, espada y flor tarascaPor sus sueños para un “Nuevo Mundo”, Toda tú, ciudad malvas y canteras, Tienes fragancia generosa

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De hogar no abandonado, De cantarito nuevo, De tejocote que mojó la lluvia. Que no la pierdas nunca, Michoacana mestiza, De redes y de fruta, De silencio y de campanas sometidas. Pátzcuaro de blasones y geranios, De guares y de brisas, De color y pregones cada viernes, Ya me voy de tus calles y tu cielo, Pero me llevo, sí, ¡quién me lo quita! El más fresco jazmín de tu recuerdo.

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Son diecisiete pétalos abiertos Para Roxana

Otro botón de rama florecida (¿Es manantial el tiempo, o catarata?), Cabe la sombra de una vida grata Que le entrega llovizna amanecida. Son diecisiete pétalos, partida De limpia vocación que fiel retrata Lo que encender no pudo mi fogata Cuyas llamas son pulso y son heridas. Seis de diciembre, lunes pregonero, Neblina amiga inunda la mañana Con frescor nicolaita, mensajero.

El cielo de Morelia: una campana; Y el cintilar del último lucero Hoy tirita envidioso de Roxana. Un recado a Mariquita Cano (En ocasión del LXXXV aniversario de su arribo a este mundo) Con que ilusión llegamos a este día: Luminosa señal en el sendero, 25


Que semeja arco-iris mensajero De nueva claridad y de alegría. Capitana de Amor, doña María, Hasta ti va mi canto cancionero Que quisiera no estar tan prisionero Y entregarte un gajito de poesía. Que cascada solemne de tus años: Espumosa Tzaráracua viajera Saltando peñas, troncos, desengaños. Y ahí, sin embargo, limpia, entera, Bien templado al dolor y los engaños. ¡Dame el secreto de tu primavera!

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Una carta a Doña María Morelia, a 7 de Septiembre de 1976

Dos años hace ya ¿minutos, siglos? Que te saliste con la tuya: Tu dijiste que aquí nomas cerquita, Y te fuiste a vagar por las estrellas, Y tomaste boleto solo de ida. Todavía cantaste, amuchachada, Canciones a tu novio ilusionado Que allá en el norte estaba suspirando Por regresar a Uruapan bien amado, Y tu voz era un chorro cristalino O un remanso amoroso de tu río. Nos bañaron tus cantos y regaños, Qué terca, Mariquita; (ya hicimos la primera comunión, Nos leyeron la carta de San Pablo Y tus nietos alegres bailan rock). Ya deja de enojarte, mejor canta Como cantabas con Delfina Y Emelia allá en la troje, Pedaleando la Singer, En nuestro barrio de la Trinidad.

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Y seguiste cantando Mariquita, No se empaño su voz, Y entonabas pirekuas aromadas De huinumo y patzuén. Mas luego te dormiste Muy cansada y muy triste, Callada, calladita Temiendo perturbar no sabemos a quién: ¿a tu marido fiel? ¿a mi abuelita Gume? Tan sólo tú sabías tu juego Y nos pusiste “monte”, Y te diste el lujo de ganar; ¡Y ya no habrá desquite! Sino ausencia, Metálico silencio silencioso. Por qué, doña María, ¿No nos cantas mejor otra canción?

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Esta niebla encendida I yo estoy en la ribera y te miro embarcarte… Ramón López Velarde

En la orilla como una yedra Que quisiera abrazarse a la esperanza, Te deje la señal de antiguos sueños Que se hundieron como áncora de plata. En la orilla de ti como paloma Que quisiera morir sobre la playa, Te dejé una canción que ya no vuela, Pues le falta la luz de tu palabra. En la orilla de ti como una ola Trazando la tangente con sus aguas, Una espiga sembré de escarcha y nube, Mas la tormenta vino a destrozarla. En la orilla de ti, ya para siempre, Se apagaron mis flores y mis brisas Y mis remos, Amor, sólo llegaron A la orilla de tu, sólo a la orilla.

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2 ¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida Que os abrazaba enteros y no daba fulgor? Delmira Agustini Si no pudiera hablar para decirte De este amor que el silencio ha florecido, Te escribiría una carta en dos renglones, Sobre un pliego de espuma y de rocío. Si no tuviera voz para cantarte Esta ilusión de pájaros y agua, Haría que de mis sueños las palomas Hasta tu risa, tímidas, llegaran. Si no pudiera verte y mis pupilas Fueran sólo una nube sin presencia, Mi tacto soñaría tus manos tibias Como malvas de luz recién abiertas. Y si nunca pudiera ya mirarte Y se hubieran quemado ya mis alas, Habría de iluminar siempre a tu imagen Con la niebla encendida de mis lágrimas…

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3 Mi corazón te busca, sin embargo, Y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. Pablo Neruda Quise encontrar tu voz y hallé el silencio Que sobre el corazón se derramaba; Quise darte mis últimos luceros, Más de ti ni la brisa me quedaba. Quise volver a ver tus negros ojos Y otra sombra encontré: la de tu ausencia; Quise gritar mi angustia, mas tan sólo Pude leer tu nombre en una estrella. Quise oír otra vez el pulso tibio De tus venas, Amor, que se apagaban, Y tan sólo escuché rumor de alondras Lo que no te dijeron mis palabras. Y te quise olvidar, ¿sería posible Si estas heridas no cicatrizaban?; Llamé entonces al llanto de mi socorro, Quise llorar, Amor, y no había lágrimas.

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De vegetal ternura De arena sin palabras Sobre una pizarra de neblina, Tal un muro de nardos enlutados, Me va desdibujando tu presencia; Y cual la exhalación de aquella noche, Amenaza perderse En esa horizontal que es el olvido. Hay tantas cosas que, a pesar del tiempo, No he podido encontrar en su raíz; A las capas geológicas prefiero El tallo de tu cuerpo Y la llama tan roja Que corona la mata de tu pelo. Hoy, En la orilla precisa de la sangre, Mi lluvia opaca se alimenta aún, De aquella claridad de tus saludos. Y aunque no soy un mástil de naufragio, Ni sé pedir socorro, Ni agitar la bandera de mi angustia, Me duele tanto no escuchar tu risa Que, en esfuerzo de niño Que ha roto sus juguetes,

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Quiero rehacer tus ecos, tus colores, Para guardar de ti lo que me queda. (Hoy quiero me prometas que este grito No ha de herir la delicia de tu oído). Con tu ausencia de arena sin palabras, No he de arrojar, bien sabes, esta sombra, Estas alas de sombra Tal dos cotiledones de silencio. Sin embargo, Con sólo acariciarte en el recuerdo Conmovido resuena aliento lírico. Hoy pienso que perdido el litoral Oh geografía sin rosas ni señales Mi voz ha de nutrirse en un mar infinito De espigas y de flechas y palomas. Después, sin ácido ni pájaros de niebla, Sin ajeno de nubes en derrota, He de tejer metáfora imposible, Tan alta que la escuches, Tan viva que me duela, Tan limpia que refleje El agua de tus ojos Para nunca, en los siglos, Ya volverla a perder…

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De renovada espera Cuántos renuevos tienen mis heridas Desde que tu palabra endureció este sueño Elemental. Desde esa hora intacta, Las espigas maduras de mi sangre Se tendieron al viento Ávidas de la luz de tu sonrisa Y esperando el regreso de tu voz… Hoy te has ido, no sé si para siempre, Pero el paisaje se quedó vacío; El verde se fugó de los ramajes Y un pájaro en mi pecho enmudeció. Te he buscado en el tiempo y en el agua, En el aire de todas las distancias, En la glicínea amada del Colegio Y en la cantera rosa de la tarde; Y tan sólo te he hallado en mi recuerdo, En mi lengua, en mi pulso Y en mis lágrimas… No sé si volverás, pero te espero, Como el árbol en medio del camino, Como el agua callada del arroyo En silencio devoto, cristalino. 34


Sí, yo te habré de esperar, aunque no vuelvas, O aunque vuelvas, Amor, y yo no pueda Alcanzar la humedad de tus luceros, Ni tejer con tu voz una bandera. Entonces, Mis ramas de ilusión no viven Por falta de la luz de tus alondras, Si mis peces se han muerto por tu culpa Y una nube perdida es mi canción: Entonces, recoge esta gardenia sin orillas Que no cabe en mi pecho, Y en silencio las flores lo merecen Colócala en la sombra de tu pelo.

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Una carta en diciembre Como rumor de frondas submarinas, Como crecer de tallos en la noche, Se me fueron clavando las espinas De su remota luz. Antes, usted cruzaba Como nube encendida de rocío; Yo ignoraba su nombre y la distancia Para llegar al cauce De su sonrisa presentida. Una noche en que el tiempo se nos fuga En anillos de humo, Y en que tardíamente nos queremos Que las horas postreras se nos vayan; Cuando esperamos, además, señales Para que vuelvan el viento A dirección violada, Entonces, ¡cómo no recordarlo!, Conmovió usted mi pulso y mis oídos, Mi palabra, mi piel, la flor marchita De un antiguo fervor casi en derrota. Yo estaba triste y se rompió la niebla. Estaba silencioso y pude hablar. Y, de pronto, la brisa de su aliento

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Y el agua de sus ojos, Fueron camino abierto Después de muchos siglos. Que ancha claridad de su mirada, Que sencillez de vuelo y rama fresca, Qué calor vegetal el de sus manos Humildemente nobles, Exaltadas de flores y trabajo, De cabellos de niño y de juguetes. Y entonces dispendioso como una ancla De mis sueños absortos, Mil flechas de espuma me clavaron Inoculando claridad de gozo. Humildemente recogí los nardos De su sonrisa, y luego los planté En el ritmo asombrado de mi diástole. ¿Florecieron? No sé, pero declaro Que desde entonces navegó una estrella Por mis arterias apagadas. Y usted, tan cercana y ausente, ¡Lejana de mi voz y mis ofrendas! Pero ayer, cuando el frío de diciembre Estremecía mis ramas interiores, Usted llegó, sencilla como el agua,

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Encendida de gracia, Crecida de bondad, Alta como misterio religioso. Y otra vez sacudiéndose, este ramaje Con un viento interior, casi olvidado; Muchas hojas cayeron conmovidas, Se estrujaron renuevos de tristeza Y mi raíz sintió gozo y angustia, Un pavoroso júbilo De volcán y de nieve, De canción y plegaria, De sonrisa y de llanto conmovido. ¿fue sueño? ¿realidad? ¡gajo se espuma! ¿lluvia de efímeras luciérnagas? Ni siquiera saberlo, ni siquiera Comprender, el final, Si fue un miraje de marinos sueños Archipiélago vivo de promesas O un cogollo nacido en mi esperanza. Hoy mis manos conservan la frescura Del tallo de su cuerpo, Y la salobre música De palabras que llevo como insignia, Tatuadas en el sueño Y en mi voz por usted, estremecida.

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Ya no quisiera hablar; así no pierdo El tesoro de luces y sonrisas Que usted dejó pasar; Ni recordar, pues el recuerdo es el viento, Es huracán, a veces, Que dispersa los sueños y las rosas. Sólo consigno aquí Con soberbia humildad, Con un devoto orgullo Nacido de los círculos remotos De mi primario acento, Una nota del diario nunca escrito Para que usted, amiga y compañera, Sepa, al menos, por fin, que no la olvido.

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Robando consonancias*

“si no amor soy entonces qué carajos”, Qué sombra de dolor, qué espiga herida, Priflama por vientos sacudida, Diálogo que terminó hecho estropajos. Vengo de la ilusión a mis trabajos “y voy de mis trabajos a la vida”, Vida que se te entrega estremecida, Pero si te descuidas: golpes bajos. No sé ni qué decir, soy buen testigo, Yo siempre he confrontado lo que digo Y voy a refrendar que estoy amando. Todo lo que se fue mejor ahora Que cuando lo gocé llora que llora, ¡si todo lo perdí, y estoy cantando!

*Paráfrasis de un poema de Ricardo Yáñez.

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Alberto Barragán Degollado

Sobre esta tierra oscura donde ahora me encuentro. de la que por impulso misterioso surgió la flor y germinó el portento de la vida, multiformes, crisálida en el tiempo, estoy de pie, mirando al infinito en medio del sendero. ¿Soy un punto de vida? ¿Una nota en el ritmo del concierto?... ¿O soy el centro mismo Y la razón del universo? ¿Por qué secreto impulso, al átomo insensible estalla en emoción dentro del pecho? ¿Qué misteriosa alquimia convierte la materia en pensamiento?

Atrás, hacia el pasado La maraña de sombra de los tiempos. Hoy, el sabor profundo de la vida. Al frente…, Los caminos dispersos.

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Si fui yo mismo quien venció a la nada No supe de la lucha ni el encuentro. Y sigo aquí, de frente al infinito En medio del sendero… ¡Un puñado de tierra iluminada con mi interrogación frente al misterio! Si sólo soy de barro… ¿de dónde viene mi obsesión de cielo?

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Sonetos de la sombra Es la muerte que acecha mi llegada. Ya siente mis pisadas en su alfombra, Y mi cobarde intimidad se sombra De estar llegando al fin de la jornada. Yo no sĂŠ no camino hacia la Nada, mas tiemblo obsesionado por la sombra; y mis obsesiĂłn la escucha que me nombra con apremio tenaz en su llamada. Me escudo en el maĂąana indestructible, y no obstante, mi alma retrocede ante el muro abismal de lo intangible. Y ya frente a las sombras de mi ocaso, siento la angustia de quien ya no puede ni ampliar la senda ni acortar el paso.

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Soneto del hombre cósmico Siento la vida y me deleito en ella. En el caos total puede haber sido inútil pedernal ennegrecido o viejo polvo de una antigua estrella. Sombra o fulgor, en la maraña aquella y en vértigo de siglos sin sentido, vagué como guijarro desvalido hasta encontrar del Hacedor la huella. Y en aquel mismo cardinal momento, la convulsión vital del pensamiento hendiendo el cosmos conmovió la esfera. Y la chispa de Dios aprisionada, desde mi pequeñez iluminada contempla y juzga la creación entera.

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V Mi tristeza y alegría

te encuentran siempre en su fondo.

Quizá te llevo tan hondo porque nunca fuiste mía. Eres mi melancolía y acaso ni lo supiste. Cuando de mi amor te fuiste se hizo pedazos mi día… y convertiste en poesía todo el dolor que me diste. VI Aunque sigo a ti prendido no quiero verte de nuevo; como eras ayer, te llevo inalcanzable al olvido. Y aunque el tiempo no ha podido tocar tu imagen si quiera, si hoy a mirarte volviera distante a cuando fue mío… se me moriría de frío el sol de primavera. VII Yo siempre soñé besarte, y a despecho de tu olvido,

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el sueño nunca cumplido no ha dejado de soñarte. Hoy un beso forma parte de un pasado que te invoca; y mi nostalgia lo evoca; con tan íntimo embeleso, que soy feliz por el beso que nunca me dio tu boca.

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Haikus del recuerdo * La tarde canta un coro de recuerdos rimando. * Anhelé un beso… en tu boca anidaron todos mis sueños. * Te fuiste un día… pero en mí te quedaste toda la vida. * Por tus mirada, se volvieron mis ojos lluvia de lágrimas. * Dime, amor ido… ¿qué hiciste del elíxir para el olvido?

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Luis Arceo Preciado

Tu llevas cuatro espinas, para clavarlas hondas, en la tierra del alma, tierra sumisa y prรณdiga. La espina de tus labios que nunca pronunciaron la palabra amorosa. La espina de tus ojos que nunca penetraron mi tiembla recรณndita. La espina de tus manos que siempre me negaron su caricia y su rosa.

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Canción para tu nombre Ha de morir la tarde; pero tu nombre nunca. ¡Siempre estarán en mis labios! Perecerán los pueblos, se acabarán los astros; pero tu nombre, amada, ha de quedar grabado como en la roca sólida la cicatriz del rayo. Alguna vez me diste tu alegría y tu encanto. Me diste la esperanza Y el placer de tus rato.

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Amor Pequeña naciste sensitiva

En todas sus vertientes

asumes la figura de aquellas cosas bellas que más tientan al hombre

En cualquier flor

puede verse tu cara

Todas las frutas buenas

cabrían en tus pechos -línea de flotación de la ternuraDonde el amor gravita

Manantiales festivos

descienden de tus labios invadiendo la antigua delicia de tu imagen

Y en el aire

un girasol germina cada vez que sonríes

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Yo te llamo

sin pronunciar tu nombre AsĂ­ comienza el canto que denuncia la luz de mis palabras.

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Danza No hay nada que nos cauce más gozo que una paloma suelta delante de tus manos ¡Paloma de silencios! -fina como las malvas! tú activas los ojos la danza de tu piel en tus caricias Pequeña Mi pequeña si pudiera escoger entre el pan que no enfada o el panal de tus sueños y el mar que nos entrega la sal las madreperlas y el viaje de los navíos. entre las brumas lentas de la infancia Si pudiera escoger yo escogería —como una acción de gracias— 52


la flor de tu sonrisa y las corolas de tus mejillas altas Porque tienen motines tus gorriones y la verdad mรกs limpia que buscan para tu poema mis palabras.

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Fiesta En tu gracia de ser todo se reduce a un solo punto al espacio que ocupas en el tiempo

Al espacio que tengo para verte

y al tiempo irreversible para amarte de nuevo

Tu hermosura

algo tiene del barrio de mi tierra que palpitรณ en las manos del alfarero Defensa de fiesta de bodas que se eleva a la quinta potencia de lo bello

ยกEres Lo que mรกs gusta al hombre!

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Tu mística actitud de una paloma

va marcando el entorno de una dalia encendida y fragante como la elipse augusta de tu busto con un sol de alegrías por fuera y por dentro ¡Oh canción de sauzales que se derrama en tu valle y en la mimbrera oscura de tu pelo!

Tu belleza

—seda de rueca antigua— ha bordado en mis sueños una alondra de amor y de esperanza.

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Puente

Los pies siempre señalan

la línea terminal y el rumbo del camino

Cada paso en la tierra

es testimonio fiel de que alguien delante de nosotros ha salido primero

Y tus pies

puente sin rumbo fijo van marcando en la tierra una línea como que saben todo lo que hay de bueno más arriba donde el cenzontle enciende su reclamo Amada son tus pasos lunares y en el vértice tenue donde se oprimen a veces tu vestido se adivina un reciente pastizal de suspiros

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Sé que existe el sendero

—como existe el amor— por donde yo te busco todos los días del año.

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Toda tú Suelto, contra la tarde, tu cabello era una desbandada de garzas en el viento. Qué insistentes tus ojos contemplaban la vida, las ciudades los cielos. Con qué rumor tan dulce tu voz regocijaba mi silencio, igual que un manantial que venía de tu pecho.

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Héctor Jaime Madrigal

Poemotros Morelia En tus entrañas gozo mi soledad entera. Ceñida por un valle de amapolas, tu corazón brotó en cantera pura; espejo eres de luna; tu estructura, rubor y clarinadas de aureola. Sembrada de confluencias fuiste, sola, mansión de mi orfandad, astro, figura resplandeciente, luz, acueductura, timón y remo de mi barcarola. Tu geometría pulsátil se levanta, legión de arcos triunfales; en colores de transparencia heroica, tu aire canta. Ciudad: polen de ideales dan tus flores, miel esencial que la conciencia imanta. Morelia, en mi dolor y mis amores (M,1987).

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Parangarikutirimíkuaro En ese tiempo cuando nací /se me petrificaron las palabras en el fuego Fue asunto de sembrar nuevos gruñidos /muecas insomnes / onomatopeyas eruptivas /amapolas nurites Fue asunto de regarlas literalmente /con las miradas insistentes de la espera Y de ver si fructificaban /en ideas /en conceptos en teorías /y sobre todo en metáforas nutritivas /las yácatas de palabras todavía humeantes /alzando sus inciensos proteicos Después de medio siglo /hechos los beneficios de mi agridulzura /sigo mudo con los pies hundidos /en el magma del horizonte /y las manos colgando esta cosecha /de los horcones y de los caballetes /en las trojes (2007,10, 25).

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Templo mayor Para Magda

Acuchillé a los Dioses y Diosas del mundo Los degollé para que nunca más hablaran Con catapultas los aplasté Con lanzas y silicios /mis guerreros santificados /persiguieron sus ánimas /hasta destruir y aniquilar los testimonios Los adivino agazapados /espiando mi cuarta y última caída Los veo desde mi cruz Padezco y muero /Mis clavos están por oxidarse El tam-tam se oye Ehécatl sopla graves caracoles (DF,1999,12,24) ed: El viaje, 2000.

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Santa y Clara Vive para tu flor la permanencia /primaveral perfume de colores /arcos iris celestes de primores /en crisolado cรกliz dan esencia Del sol para esa flor mis resplandores /llegan ante tu altar con penitencia /Las estrellas conceden indulgencia /en lunas custodiando tus amores Para Buen Caminante cuesta arriba /es el ascenso a tu sublime altura /si a tal pasiรณn da en el amor la vida Sediento bebo cual mayor delicia /viendo tus ojos don de la ternura /y en mis llagas la piel de tu caricia (Santaclara, 2000,01,15-16) ed: El viaje, 2000.

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Elegía A Luis Salinas Juárez, in memoriam

Para que no acabara la cuenta de los tiempos, /para que desde el pódium se viera el horizonte, /no pronunció infatuado palabras indecibles; /hizo las prevenciones de pie y estando en orden. No adoptó los propósitos de enseñorear motivos /de necias ambiciones con insomnes delirios, /ni se adhirió a las causas que, llenas de indolencia, /trazan con egoísmo las pautas del destino. Sobre su senda, no dio la espalda hacia el oriente /por adorar las sombras que atrás se van reptando. /Fue con la frente en alto para aprender del cielo /y con ojos atentos siguió al ideal hermano. Nació en el occidente; fue a donde todo emerge /con la intención preclara de honrar al que ilumina. /Recurrió al septentrión y, en renovada entrega, /hizo de la constancia su viaje al mediodía. Como una clara estrella que reina en el espacio /dio luz al que camina y al que quiso ilustrarse. /Con serena conciencia, se prodigó al trabajo /y un día, sin despedirse, continuó hacia el oriente. (1992,09,29)

rev: Minerva, p. 7.

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Zoon Erotikón Si Aristóteles estuviera aquí presente /se percataría que soy animal domesticado /con la sola promesa de tus besos Venus y Homero están de acuerdo /El mejor campo de batalla / es en el que sin ostentar burdas ni terribles victorias /se intercambian caricias en vaivén /Migratorias Lo heroico es ciertamente blandir la dura espada /fundirse dos en sólo un corazón ardiente /y ante suspiros nuevos de la amada /sea otra vez el combate más urdente. (1992,11,03)

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rev: Minerva, p. 13.


Huitziméngari Tú no dudaste un grado si vivir sometido De nobles facultades coronaste la ciencia A liberar tu gente firme guerra emprendiste con la sapiencia clara de tu albedrío fraterno. Ágil Caballero Águila de la inmortal belleza te sublevó la infame miseria de tu pueblo Habría de ser supremo juez justo en sus derechos No cosa de propiedad ni renta de opresores. Suma de sus poderes elige a los monarcas y con embajadores de cívicas virtudes y buen saber a las circunscripciones gobierna. No el derecho de leva sea tributo del fisco ni sea el vil esclavismo cruel religión impuesta sino Sol que gravita por libres fundamentos. (2009,08,06)

rev: Minerva, p.17.

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El Faro de Alejandría Aristarco de Samotracia dijo: /_El Faro de Alejandría /no está en la costa ni el océano. /Tampoco se levanta, /kilómetros de altura, /tierra dentro, /para orientar los barcos /perdidos en altamar. El Faro de Alejandría /–siguió diciendo- /se encuentra en los pergaminos /de las bibliotecas; /vive y fluye /en todos los corazones de la sabiduría. /Es la luz del destino. /–Concluyó. rev: La Universidad en el Estado, 1997-8, p. 27.

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Coracebro como el paso de un ser perdido, Neruda, ReTi, 93. Se le atribuye al corazón la más dulce ternura la sensibilidad pasión delicadeza sentimiento con detrimento artero de la masa encefálica la que modesta y quieta permanece enclaustrada El cerebro cautivo por su casco de hueso protegido alimenta y guarece una legión de insolentes de intrépidos de sensibles recuerdos desde la vez primera que tú y yo nos miramos hasta cuando la enorme cauda del dolor selló los muros de un portazo Su ejército de nervios batalla en una guerra sin tregua El cerebro trabaja en descifrar los enigmas de la indiferencia Piensa en cómo abrir la enmohecida puerta de necedades y abandonos cómo encender la chispa sobre los témpanos del hielo cómo labrar la barcarola para cruzar lagunifangos cómo tender el puente cuyo abismo nos parte cómo esparcir la luz de la simiente

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En fin el cerebro trabaja y cuando pasa la pesadilla sueña En el pantano de angustias y nostalgias restaura la esperanza En cambio el corazón pobre desventurado esclavo no hace otra cosa sino palpitar y palpitar y palpitar por órdenes que la masa encefálica le da que marque el ritmo el ritmo el ritmo con que nos debemos amar (2,05,20).

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Evocación del antijob Ramón Martínez Ocaranza: Eres cabrón piramidáneo un santo y un ángel verdadero (vergadero) un desgraciado con pantalones de Patriarca Sobradamente encabronado te apasionaste al partirle la madre a la desgracia Pudiste gritar: Dame un beso Beatriz No seas tan {puta}. Ahora estás aquí suplicante: “Dame un beso Conchita. Quitémos la concha y procedamos a nuestra comunión comunizada”. Porque tienes Ramón cuernos de toro y de rinoceronte urgando en el vientre de palabras fertilizables Galopaste sobre relinchos de más de cuatro bestias fatales Fuiste sin reticencia Profeta Patriarcal de las Magnolias Amarilla Serpiente de las Escalinatas Porque tus Cascabeles son únicos capaces de resucitar al mundo de las transmigraciones Tus Cuatrocientas Voces van a permanecer estremeciendo al Universo A todos los versos de los Versos Los más perfectos versos y perversos

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se van a estremecer para siempre con uno solo de tus Versos También lanzaste Amapolas contra el Viento granos de arena sobre las playas irredentas Colocaste guirnaldas y coronas de ceniza y de sombra en el sexo de las divinidades poligámicas En las esquinas triangulares del llanto los cuadrantes de tu conocimiento erigieron estatuas pitagóricas Amantaron los Códices del Verbo con el volumen de tu Geometría Dijiste: Yo no nonozco las convulsiones … De mi {j}hija de puta hipotenusa. Y así quedó diagnosticada la cotidiana circunstancia de la dulce dulzura patológica de nuestra Patología. (140921) Regina Del Mio Kuore: Tus palabras son suave ungüento en las feridas que me infringen los monstruos que combato. Me donan saludable bálsamo y valor de continuar batalla. No tengas temor. Continuaremos la victoria cada instante. Hasta que se termine el infinito.

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Cuando eso ocurra, habremos prohijado otro infinito más fuerte y mucho más extenso. Por ahora, si es verdad lo que dices, gracias a ti, “soy el que soy”. Ojalá sea digno de ser tu amado, Amada mía. ... También acá, llueve desde mis ojos. Es cuando más se nubla el cielo. Miro entonces la claridad de tus palabras. Vuelo. Como tus cóndores augustos, muy alto vuelo. Y no temo caer sino en tu pecho. Debo agradecerte que me ayudes a ser fuerte en esta guerra, en donde soy a veces, muchas veces, el escueto cuartel de mi enemigo. Tu regocijo de felicidad, me hace feliz; y a ti lo debo. Salgo de una batalla. Otra me espera. Voy al bosque. Cada vez más mal ferido, cada vez más victorioso, cada vez más tuyamente. Tu Kijandro. 20602. ps-Los muy monstruosos malandrines que me atacan, por principio y fin de cuentas, son mis enemigos inevitables. Sin ellos no puedo existir. Gracias a ellos, puedo ofrecerte algunas de las fortalezas que les arrebato.”Hínquense a mi Dulcidea”, les ordeno; pero les prohíbo terminante, vayan a tocarte ni siquiera en la señal de tus huellas. 20604. de: Grumetkartas.

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Gaspar Aguilera Díaz

Reconstrucción Muerdo los dedos de tus pies acaricio tus tobillos y talones sigo río arriba vuelvo a recorrer la ruta carnosa de tus pantorrillas llego casi exhausto a la parte más intensa del naufragio: tus muslos que vibran bajo mis dedos y mis dientes Muerdo lamo lamo y muerdo me atrevo contra esa solidez que ya me pertenece voy extasiado al otro mar anclo mi lengua en tus caderas regreso al lugar donde la humedad es un estero sabiendo que olvidé mi nombre Muerdo lamo lamo y muerdo gritas mi nombre como si estuvieras al borde del vacío beso y dibujo un triángulo de luz sobre tu pubis tu dulce queja es una orden mi lengua te reconstruye por dentro toco y acaricio tu lengua diminuta Muerdo lamo lamo y muerdo 72


has olvidado tu nombre tu ciudad de origen llego hasta el lugar donde tu corazón dibuja un corazón de fuego salgo de tus labios sonrojados y míos continúo ascendiendo Muerdo lamo lamo y muerdo descanso un siglo en tu vientre arenoso descubro en tu ombligo mi lugar de origen Una tormenta azul sube por tus hombros llego al encuentro de dos palomas sollozantes dos corderos temblando por el frío Muerdo lamo lamo y muerdo mi saliva cierra herméticamente el círculo perfecto de tus pezones con mi lengua otra vez busco evidencias de que nadie me sigue y te dejo por el resto del siglo mi cálido tatuaje Muerdo lamo lamo y muerdo llego al centro de mi viaje beso tus ojos verde-oscuros por unos instantes eres la más hermosa ciega de la historia puedes ver sólo a través de mis labios Muerdo lamo lamo y muerdo me abrazas con inaudita fuerza y nos ahogamos en el mar del principio... 73


Autoretrato I Me miro en el espejo y veo el rostro de mi padre: la frente alta y digna los labios carnosos su humor interminable su sentido del tiempo y de la moral su impotencia ante la magia femenina su creencia —como Rubén Darío— en el “ensueño y el misterio como eterna atracción”

Me veo yo: inundado de dudas de zozobras de arrepentimientos (se va desdibujando parte de mi rostro y escucho repetir a la conciencia taladrante: “nunca segundas partes fueron buenas”)

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Biografía pasada por agua Autoretrato II Mi padre también solía llorar inconteniblemente en tardes lluviosas como ésta recordando —mientras oía un tango o un bolero— algo que le inundaba el alma En silencio compartíamos su nostalgia llorando nosotros de impotencia y viendo en él a San Sebastián asaeteado por el amor perdido irremisiblemente

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Pessoa y el Verano Tengo que confesar que un verso de Tabaquería se me ha atravesado en las venas y ahora no sé a quién recurrir si a un acupunturista o a un especialista en saudade que me extirpe del alma esta inmensa terrible nostalgia y las últimas gotas del oporto.

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Sentencia El que pierde las palabras tiene los días contados el que las ha comprometido ante el mejor postor casi está condenado la palabra esa frágil violenta poderosa inquilina…

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Credo Creo en el agua y su rito vesperal En el ĂĄrbol y sus raĂ­ces protectoras En la piedra y su ternura nĂłmada En el sol y su abrazo permanente

En la lluvia que lava mi pensamiento amoroso Creo en el temblor de las seis de la tarde que limpia todas las impurezas.

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Auto de fe Arrebatarle el silencio a las palabras descubrir su hipĂłcrita mĂĄscara obligarla a decir lo que oculta denunciar irremisiblemente lo que calla borrar sus huellas lapidarias negar su poder absolutorio rechazar su omnĂ­moda presencia deshacer sus malabarismos descriptivos.

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Galería Para mi Cronopia Caracol

Como un ritual cotidiano antes de empezar el día reviso las versiones de ese rostro virginal que expresa el dolor

Y la euforia frente al mundo-

en cada uno de ellos me encuentro con esa sensación de ternura interminable de obsesión de infinito de certezas de haber vencido un pasado ominoso y quedar a la intemperie con esa sensación abierta al mar al tiempo y al encuentro…. * Frente al jarrón de claveles rosas y morados Reconstruyo la imagen de una mujer que ha sabido

como Penélope-

hilar su propio destino va con sabiduría admirable desplegando la madeja de Ariadna entregada con pasión a sus propios designios 80


* JUNIO Y SUS PRESAGIOS Todas las hazañas todas las guerras todas las injusticias no bastarán para justificar este interminable y oportuno amor que se gestó a las 7 de la noche entre aromas de eucaliptos y orquídeas -hay que ser un poco cursisY recordar un 6 de junio histórico en el que la ternura parecía originarse en el centro de tu alma errante Todo se confabulaba esa noche de presagios y lecturas del oráculo estallaba tu piel blanquísima entre acordes de nostalgia y deseo los Idus de marzo anunciaban el derrumbe nuestro miserable paisito de nuevo en crisis y este amor desbordándose por todas partes…

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Frida Lara Klhar

Poemas inéditos 2005-2010

Réquiem No te adelantes todavía me falta hacer el poema... que tenga un mar que se desborde, y se ahogue el mismo negro más que niebla y suene altura necesito que la arena ondule ardiente y grite, no quiero esta vertical voz que tiene polvo gris gastada y muda; llamo un ritmo de hombros y caderas que den vueltas como los planetas, quiero ruedas, pirotecnias, notas que las galaxias suenen que se suban a su bicicleta y tengan muchos deseos que la música arda y se levante, sea muy alta... Muy frágil y muy fuerte como la garganta de Mercury Como en el circo los cuerpos en su viento de piruetas

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Todavía debes detener tu carreta o tu boca, no sé si jalas o devoras si quieres llegar porque ya conozco la belleza, no basta ya conozco a Bered y Dafne, a la noche en sus muchos laberintos y al día en sus edades en su delicia en sus máscaras amo a la tierra inmensamente pero todo eso no basta dame el ritmo el que va más allá del blus un poco solamente para dejar a lo que más amo, un legado, el mar que se alarga solitario pero en su ritmo lo más parecido a los dioses lo más cerca a lo sagrado el poema que al oírse dance para que conozca el corazón del mundo quiero dejar al corazón del mundo un ritmo distinto cada día que se cante a los hijos de mis hijos de la tierra para que brinquen con las ranas, el verde, las aves Réquiem no es tu turno tengo un pendiente que rueda la vibración que ondula, la vibración de su mirada, sus manos su cuerpo

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su inocencia al escuchar el cantar del movimiento, de la noche

todavĂ­a

no alcanzo la nota, no tengo pericia con las esferas que trinan Tienes que venir cuando me acerque un poco a los timbales del amor, a los tambores de la noche al violĂ­n azul del amanecer al piano loco, al saxo que se agote Como un acto de amor interminable a la guitarra se le rompa la voz y que el pantalĂłn negro de morrison se desgarre de fuego no tengo cordura hace tanto deliro en Mozart las fibras en el grito de mercury se atan en mi voz deja que venga Lennon y me dĂŠ su mano para pasar a la otra orilla cuando empiece el poemaritmo mi esqueleto es tu hora muchacha amarilla es la hora de bailar conmigo.

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Analfabetos En el tiempo hay todos los tiempos en el mismo lugar o en lugares diferentes unos duran mucho otros poco otros duran siempre Los ángeles que dictan el silencio Los cátaros analfabetos que signan los papiros De la voz y el ritmo No sé de fechas porque fue en el río del tiempo Los vendieron, nadie los compró Los expulsaron No tienen alfabeto porque ellos inventan Cada día una letra para cada instante

tienen la edad de los pájaros y no tienen sello, puros como los pocos animales salvados de nuestras garras signan el aire y les tienen temor porque son de piedra de luz y analfabetos llevan el grial de la voz y el silencio del ritmo y la música descendientes de Seth llevan las palabras en la copa del tiempo que se alarga 85


De las palabras que no sabían que dicen ahora tampoco saben porque no sucede la cifra del ritmo y de la voz si la supieran de antemano eso le da miedo a los hombres y a las mujeres porque ellos si saben cada vez suman más y restan más en las plazas y los estadios los reyes, Las danzantes, los cirqueros, los que ministran las parcelas y nuestro tiempo suman, en los parlamentos restan las fronteras, las encadenan en los palacios también siempre... siempre

Cuando pasan por los caminos los analfabetos no tienen sandalias ni sellos como aves del espacio, han escapado de las jaulas, de las oficinas gubernamentales los de razón se espantan y les tiran piedras José de Arimatea los guía porque no tienen letras sólo la voz y el ritmo en su copa de vino llevan el Grial Sagrado.

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Se congeló el diseño de su canto El libro de las desapariciones A mi abuela Frida

Aquí me duele mi nombre Y ella tan indefensa Crecían violetas sobre su piel Blanquísima Sobre esa plancha tan gris tan impasible Igual que los vientos blancos de sus tierras Así dice el libro de las Desapariciones Así el libro de las transgresiones De los rabinos Plancha llanura azotea hospital Llanura blanca tan álgida sobre estos rieles Ministerio Reconocimiento. Ella Duerme Sólo duerme Hoy corre el tren que va a San Petersburgo Aquí me duele mi nombre Sobre estos rieles de silencio Corre el tren —nunca lo digas— Dice –nunca lo oigas dice- pero más hablan Más dicen estos rieles en su prisa, palabras sueltas En los hielos de los lagos de otros tiempos 87


En estos tiempo Mi memoria deshiela su lago muerte Tan inocente Por estos rieles de otras llanuras de otros tiempos Se deshiela en estas llanuras de estos tiempos. ...Suicida así tan solamente...así? Me duele mi nombre en esa plancha en estos rieles Tan blanca tan expuesta Tan indefensa

Cargando su belleza ilesa y mi nombre Yo vine a rebelarme Por ella. Cargando su nombre en mí nombre Que llevó en sus piernas largas y en sus manos tan blancas

Ahora me quedo. Estoy contigo Sin condiciones Aquí en la llanura te devuelvo te rehago Aquí sobre tu llanura te reconstruyo Pero sobre todo te amo Pero sobre todo me rebelo En el tren a San Petersburgo, Rusia, 2000.

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Raíz sin nombre II a Binha

Cuando busco mi raíz Nadie me responde Si grito más fuerte ¿Dónde están mis hermanos? Todo el silencio llega a las rodillas Me anega pregunto por algún culpable solo

veo caravanas sin nombre Fosas con voraz aliento

Pidiendo sus cuerpos adolescentes Y su sombra ¿Dónde mi sombra? aúllan No oigo y

si oigo sólo

ecos sólo ecos sólo eso Ecos que se alargan cada vez más Cada vez más ecos Yo no quiero esa raíz De mis hermanos pálidos y sin nombre Pero esa es mi raíz 89


Así es, sin nombre Sin rostro Sin cuerpo esos nombres de la Galicia polaca Campos de concentrados en mis arterias Sin nombres esos cuerpos Tan callados Siempre tan callados me miran De muy noche me habitan ¿Dónde? Mi raíz sola Sola una pregunta mi raíz sola Una pregunta sin respuesta siempre Una respuesta de cuerpos desnudos O unos nombres desnudos de su cuerpo Deambulan Sin su sombra y tu silencio Hurgo en la tierra del recuerdo Y sólo trozos huesos nombres Huecos ¿Amaré esa procesión sin nombre O la I n v e n t o? Muevo la tierra Dónde está el esqueleto

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De sus voces dónde? ¿Cubro la fosa común del recuerdo Me callo grito me Acurruco? Me asusta la voz sin voz La palidez de su sombra Los pies descalzos de los niños azules Por eso vago Por eso voy a Santiago Subo a la llanura larga que tanto amo Por eso bajo al rojo anaranjado Del Caribe Porque a mi raíz muda Ellos le dan su voz de oro fuego de azul y plata Ando y Ando en las dunas del lenguaje Mi raíz muda Se llena de paisajes de palabras danzas

huellas en las sabanas heladas

de las páginas voraces que se curvan de sentirse ritmos

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Porque mi raíz no tiene espacio Yo le doy los espacios a la humedad fría y la del fuego de Mi garganta árbol sin ninguna respuesta Sus hojas son sólo preguntas Se caen sus ramas de frutos azules dorados del invento Sólo eso solo. De Santiago de Cuba A Santiago de Compostela a la Galicia polaca Pregunto pregunto sólo eso.

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A Helena Villar Janeiro

Cánticos rúas Yago Todo pasara todo Yago Estará allí siempre inventando más y más travesías Él creyó que el mundo era una larga aventura hizo su creencia atmósfera y ritmo Sus caminos desdoblándose Sus peregrinos descalzos haciendo con sus pies más y más Caminos siempre más allá de Finisterre Y que más vientos del Cantábrico soplen Santiago en Sus rúas murmurando ángulos, esquinas Húmedos ritmos callejón cadera en velos viento Rezos en negro, cirios laten en las manos de los niños canto, en vírgenes espaldas su cabello vuela caminan rápido y lento rápido y lento signos celtas brujas y la Cruz de Santiago Espera Ese Movimiento arista se pierde entre la niebla en el siglo siguiente se encuentra con otro muro o con un huérfano espacio que lo espera encantamiento del espacio Santiago de Compostela. 93


La mujer de Ur Océlotl Anoche asoló el tigre Cuida la entrada de la cueva, Su carroña, su niña Desarticulada, sin aire, sin estrellas Yo soy las manchas oscuras del viejo tigre. Soy su piel alerta, sus aullidos Su miedo y su mirada Siempre al aire El tigre corazón de noche; sus colmillos Soy su andar Cada una de mis cuatro garras Ama cada instante de la carne obscura Sagrada Mis ojos cardinales cuidan la noche Orfandad del día Huelo al asesino. Acecho y cada vez Que arranca un olor un viento Lo tomo en despoblado, y lo dejo como él ha dejado A la tierra y sus secretos; Lo dejo hecho un ato de huesos sin raíz Sin enigmas, sin olor a encinos Sin humedad, sin verde Allá en el atajo, me dicen aparecido.

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Fin de milenio La nuca es una estrella Se abre lentamente Como una mano adolorida El cuello un árbol De siete brazos Le ha caído un rayo Y perdió su sombra La vía láctea es la garganta Del espacio Donde sus venas vibran con el ritmo Blus de tanto espacio Espacio Donde sus venas vibran con el ritmo Blus de tanto espacio Y por qué Espacio? Yo quería mi cueva Oscura y húmeda Y la loba se fue Se me cayó el pelaje Me quedé desnudo Y sin sus patas ni su hocico Ni sus ancas peludas y tan cálidas

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…salí y sólo está el desierto De olor tan pálido … fui lanzado como meteoro Huérfano, sin barco y llego al fin.

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Lourdes Villanueva

1 Somos los

que vivimos

en el malestar los que amordazados heridos vagamos hijos de la posmodernidad por nuestras ruinas vuelan torbellinos danzan mascaras multicolores fantasĂ­as iluminan aceras fantasmas deambulan en calles y veredas vestidos todos de chatarra y vanidad

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2 En tu nombre a tus espaldas por tus costados el usurero el comerciante buscan el sobrante

3 En las calles vacías una sombra recorre mi tristeza

4 En mis manos anidan lluvias de abril mis brazos sostienen un sol inmaculado y toda 98


la luz crece en mi garganta

5 Incendio luz llama y renueva el llanto de los moribundos esta mano por donde la faena y el sufrimiento raíces y juegos albergo aquí en la hora de la marcha abandonada levanta el cáliz del viento

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marinero ya sus días sombras en fuga son Ciega en medio del camino a tientas reconstruyo tu figura pinta tu universo con tiza verde añil me reservo el rojo para reconstruir tu rostro Penetro en tu risa color violeta atravieso tus costados me detengo en el oro de tu piel 100


* Me gusta combatir a  la palabra para liberarla Y conspirar con la maùana para provocar tu carcajada * Las huellas del tiempo reviven la eterna noche los rebeldes sin voz muerden el polvo ruinas en el resplandor de los ojos sin luz de los hijos arrebatados en los puùos ensangrentados los lamentos rompen los silencios de los pasos sin pisadas en la arcilla fina en la mar arena ninguna huella profunda herida

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lacera y cubre la hondonada no queda el eco masacre y plomo en la llanura entre el verdor de la montaña brea no hay frontera sin tregua silencios y rabia habitan senderos rotos por los gritos de los otros por la saña cometida a los nuestros unos mueren en la mar a los nuestros los humillan torturan arrancan su sueño de tajo

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irrumpen en su labor y los rematan los calcinan los desaparecidos claman a los suyos porque ellos vuelvan y aquellos que un día de la sierra bajaron con alegría y sueños las balas les atravesaron calcinados con el fango y el lodo de su sangre en la nada por la montaña cabalgan por los siglos de los siglos * Cuando al final cada uno tome

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su dolor El bosquejo de nuestra existencia será sólo una brizna inmersa en la neblina * De madrugada cabalgo en las alas salitrosas en los arrecifes enlutados por la marea roja * Hoy que todo parece perdido me encuentro en la ruptura de la objetividad decantada voy por la última estructura

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la del mundo de la aventura donde todo se ha vuelto caricatura * Devastadora presencia huella hilvanada en la tristeza de la inocencia * Renacer

a la esencia

del deseo al reencuentro

del origen

Obatalá Oggin Alá * Agoniza aquel suspiro inquietante rasgadura en la tierna amapola

105


* En la palabra se tejen las olas las notas sordas en los dolores anida el resquemor * Soy  un fragmento conjugado en tres tiempos una interrupción encadenada a un nuevo segmento donde van tropiezos desatinos y juegos

106


* Pulsa la transparencia descuelga la incomprensión y en esta acequia Procura que la vigencia de tu presente no sea una letra de cambio o un cheque sin fondos * Perdí el coral ceniciento en la frontera la mudanza albergo la confusión.

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De la nada al absoluto Cuando el espejo desvanece lo que refleja queda la sensación del absoluto la desnudez sin vinculo Y se vuelve al estanque del salitre al cataclismo original.

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Francisco Javier Larios

La lengua en la herida Mea culpa A un soneto me atrevo desconfiando del respeto al decoro y la decencia, y si voy de amores mi pluma destilando es por terca pasiรณn de obsolescencia. No me someto fรกcil a la horma que dama y verso exigen. Con cautela recorro el suelo minado de la forma como el leรณn al acecho de gacela. En entredicho estoy por el dislate de servir a dos amos con desvelo; de forzar la rima y ofender al cielo. Y a mรกs de ser pecador impenitente, amante irremediable y aprendiz de vate, padezco la escasa virtud del transigente.

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Discurso del que sueña Soñar que es verdad el sueño y lo soñado. Donde es cielo, el mar del navegante; y las muchachas son fruto no probado estremecidas por el gozo del soñante. Poder unir lo real con los ensueños surcando mar adentro de uno mismo. Cerrar los ojos para abrir los sueños. Caminar sin miedo al filo del abismo. Escuchar un violín que sin sonido aligera la carga en nuestros hombros. Recuperar el pasado y lo perdido. Volver a los infantiles asombros. Revivir íntegro lo que se ha ido y salvar la soledad de los escombros.

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Soneto de lo imposible Tener la flor y no alcanzar el fruto que maduras al margen de los dĂ­as. Padecer el placer cuando disfruto quemaduras de hondas alegrĂ­as. Esperar impaciente que germine la semilla voraz de tu deseo. Ser el opaco astro que ilumine tu eterno renacer de Prometeo. Ignorar el saber lo que he sido al perseguir tu cuerpo, enloquecido en el jardĂ­n de la delicia amarga. Semilla, hoja, arbusto, sombra larga y flor, que en tu ser ha frutecido. Y en el contrasentido, que me embarga.

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Las suplicantes Están de ardiente soledad temblando en el misterio profano de la carne. Cuando todo se calla y, sospechando de ser intruso, el silencio también sale. Al escenario del mundo comparecen; al vacío que se instala en sus entrañas. Y al dolor que a la muerte se parece sin rumor de mentiras ni patrañas. Lloran sin llanto su silente angustia. Claman perdón por tan profunda pena. Van de fracaso en fracaso galopantes. Tanta desdicha por su ser transita ahonda más el océano de la espera. Donde se hunden, las siempre suplicantes.

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Soneto para mi muerte Si cae la noche después de cada día, y cae el rayo durante las tormentas, por qué no caigo yo, si en lozanía no soporto el dolor que me atormenta. A fuerza de pensar en las tinieblas, y esperar el cobijo de su manto. Se me borra el futuro con la niebla. Se me viene la muerte con el llanto. Y es un morir viviendo en agonía invocando a la muerte con urgencia. Pero es en vano todo. Y su ironía es de tal magnitud con mi insistencia, que vivo por no morir a cada día y el no morir me acaba la existencia.

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Triángulo de elegías Se llenaron de muerte tus cenizas. Tus culebras de muerte se llenaron. Los astros que noctámbulo apagaste y hasta la rabia que nunca te apagaron. Los triángulos ardieron con tu muerte. Con tu muerte se pudrieron las magnolias. Todos los pájaros bebieron en la fuente de la profunda muerte de tu muerte. Volvieron los amarillos tigres rugientes mentándole la madre a los candados. Al polvo original de las simientes retornaron tus huesos calcinados. Ya estás con los mayores disidentes vuelto polvo, mas polvo encabronado.

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Bajo el signo de piscis El pez que miras también te está mirando sin parpadear el ojo y hosca la retina, en tu profundo sopor lo vas soñando y él te sueña quizás, porque te mira. Dentro del ojo el pez, está aleteando en su cárcel de cristal, estremecido. Es un instante, no más, que está pasando. Es otra imagen, también para el olvido. Quien lo mira indefenso, está cautivo tras la red de palabras que lo inventa; desesperado se agita y Dios, altivo, arrogante, observa que el hombre intenta su escapar inútil del círculo divino, igual que el pez, del ojo sibilino.

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Parábola del mar Un pez está aleteando en estos versos bajo la mirada de Dios que inspecciona. Donde una red de palabras lo retiene y una cálida mirada le aprisiona. El océano palpita en cada escama. Se vuelve plata la luz que lo ilumina. En la profundidad del mar sólo la calma y un verde paisaje de selva submarina. Quien creó la mar vive intranquilo: La mano temblorosa, el alma en vilo. Huyendo de otro mar espíritu adentro: Tenebroso, agitado, turbulento. Océano donde he naufragado tantas veces, aguas donde mis dedos arden como peces.

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La otra Ariadna Asediada en su páramo de espejos Ariadna ajena del dolor se sueña. Y la bestia la busca en los reflejos del sol que sangra al filo de la peña. Su laberinto es refugio donde sana del pasado la más profunda herida. Muy junto de la muerte halla la vida. ¡Tan cerca de la bestia y tan lejana¡ El minotauro también está cautivo de la pasión que Ariadna le provoca. En el mar de cristal, olas de plata. Tormentoso dolor en todo lo que toca convierte al acechante en fugitivo y a este poema en la cuerda que lo mata.

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Diablo, carne y mundo ¿Por qué la quise, mi Dios, por qué la quiero? Si en el vivir atroz que me atormenta, ella trajo los perros de la furia y el incendio voraz que me alimenta. Si es un paraíso tenerla entre mis brazos Y un infierno traerla en la memoria. ¿Por qué entre tanta pasión está el averno y entre tanto dolor está la gloria? Si de la infame tortura que me mata, ¡oh Dios! Apiadado de mí te condolieras. Los ojos y la lengua me arrancaras en acto supremo de piedad divina. Y si ya ciego y mudo aún le amara, ¡dáme entonces la muerte repentina!

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Intimidad del alba Donde la luz inunda el aposento interior de profundos caracoles, besa un rayo la sombra con su aliento en perpetua quietud de los faroles. Rescoldo ceniciento es el recuerdo perdido en el recuerdo de unos ojos. Palpitando al ritmo del acuerdo entre una ilusiĂłn y sus despojos. Parpadea, y obstruye a la negrura el paso a los andamios interiores. Donde fuentes de luz se desintegran haciĂŠndonos pedazos la ternura. Cuando el hombre se quema en sus ardores y el mundo se diluye y se reintegra.

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Soneto harto imperfecto No hay razón que me mueva para amarte. Todo es locura y dulce desvarío. Jamás fue engaño ni torpe desafío, Lo que me lleva enamorado, a enamorarte. Es fuerza suprema que me obliga a rogar tus favores, dueña mía. A padecer en desazón tu lejanía. Y junto a ti, la caricia de la ortiga. Toda esta zozobra y desconcierto que no obedece a lógica ninguna, dicen que es de amor el sentimiento lo que lleva a los cuernos de la luna. Yo sólo sé que es gozo y sufrimiento, que es dicha y dolor, llanto y fortuna.

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Lindo como la muerte Varadero engañoso, igual que el paraíso. En su magia tropical teje las redes, que no de pescador, sino de seres ajenos al peligro que oculta el artificio. En sus playas de ensueño se estremece el indolente mar, cual animal herido. Al acecho voraz, en su placer se crece cuando siente la cercanía del atrevido. Arena y sol que invitan al naufragio. Aguas que son caricias seductoras me llevan por la ruta del Alfonsina; donde el dios de las aguas da refugio a quien tiene contadas ya sus horas. Varadero: belleza que seduce y asesina.

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Temporalia El dios Cronos que todo lo devora: Al que ríe, al que canta y al que llora. Que no deja ningún sobreviviente, ni a quien dice verdad, ni a quien nos miente. Inclemente patriarca, patrono de la muerte. Impasible ante las quejas de la gente. Es incansable en su labor sombría y no distingue entre vejez y lozanía. Es la esencia de todo ser viviente. Es el polvo que forma a los humanos. Es el agua que escurre por las manos y que confluye en todos los océanos. Y con tanto poder, no puede arrebatarme el más preciado de todos los tesoros.

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POETAS MICHOACANOS NACIDOS EN LA DÉCADA DE LOS OCHENTA



Carlos Higuera

Sobrevivencia Alquilas un cuarto de hotel en esta ciudad debajo de la noche las raíces y la hierba oscura. Es muy tempano para empezar el día te obliga a despertar, un sonido terco del despertador. Dejar el sueño caminar, leer el periódico abrir la puerta y no volver a cerrarla Ver lo que la gente llama camino Sólo son piedras, ruinas y hierba que nadie conoce.

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Lo irreconocible Pues escribes desde las venas desde la garganta, desde el grito infinito y largo de que no estés aquí con el aliento de los muertos, con la boca llena de fantasmas. Como si el mar se te hubiera metido en los labios como si tu cuerpo nunca se lo fueran a comer los gusanos Y en la noche… las uñas arañan el tiempo Me arrepiento de no haber pronunciado con rabia Y flores sin aroma Templos infinitos, uvas secas y Pasto viejo Bocanada Estoy temblando de frío Manojo de nervios, afuera de la ciudad sin nadie que entienda este dialecto de pájaros emigrando al sur de la irreconocible muerte. * ¡Diles que nos abran la puerta! que esta no es mi casa en ruinas con ritmo de silencio lento, lento, hasta la muerte

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siento en la garganta tanto humo de cigarro, con sabor a monedas viejas. ¡Diles, que no derriben mi corazón con gruesas hachas oxidadas! Diles por favor que no hay puertas, que las ventanas se cayeron en el abismo y yo necesito aire fresco. Diles que intente abrazar el humo. ¡Anda, ve y diles! —Mientras suena una canción de Pink Floyd— estoy perdido en calabozos, en ciudades que no conozco donde mueren rosas y mujeres estranguladas por sus amantes. Diles que aquí se cultiva el horizonte se lanzan las semillas a los surcos esperando la sombra de un árbol.

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Apunte a deshoras Madre ya estoy aquĂ­, hasta los puentes hasta el aire, hasta las hojas secas, hasta los relojes hasta la madre, hasta la naturaleza muerta hasta la baba de ser el mismo hasta los semĂĄforos y esquinas asta bandera descolorida hasta los callejones oscuros y la noche tiembla sin soundstrack ni subtĂ­tulos.

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Crónicas de viaje Hoy venimos a reunirnos a esta plataforma de hierro sin pájaros, sin voces de agua, con las pupilas que se confunden con la distancia. Venimos a descargar a este sitio, las flores recolectadas de siglos pasados. Venimos con nuestras angustias y la prisa como telón de fondo. Salimos juntos ya hace muchos años todos como una vieja tribu. Hoy lamentablemente no sabemos qué lugar es éste. Hemos enterrado nuestros muertos con tierra húmeda sobre sus ojos. Sin las viejas oraciones de los ancianos que dejamos colgados en los árboles hojas y otoños. Lo mejor será regresar antes de que amanezca.

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Río sin orillas La tarde está en el agua es templo húmedo abismo que se arrastra antiguo espejo irrevocable. Aunque estemos hasta la madre de abrir los ojos mañana haremos un monumento al río buscaremos las orillas poniendo en su descripción: Primer reloj de la Historia.

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Oración Una cicatriz no es eterna tampoco tu boca es una cicatriz es solamente una forma blanda donde se posa la embravecida madrugada. Desde tu templo nacen los días las tardes también se refugian aquí. Rezan las viejitas obsesionadas con Dios para que tus ojos no se los coman los gusanos rezan también para que quedes convertida en estatuas de sal y te construyan una iglesia rezan, yo las he escuchado pidiendo al Santo Padre que no seas sepultada, ni convertida en ceniza ellas quieren un pedazo de tu cuerpo una vieja quiere tus labios Para que dios se haga carne en las finas comisuras y resucite su palabra verdadera en tu voz clandestina y digas: coman y beban de mi cuerpo que no es una ruina, ni un embarcadero solitario sino el original de los sueños las luchas históricas, el dulce temblor agónico de la muerte

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y no hay refugio en la tierra, ni en el verbo ni siquiera los ciegos que huelan mi huella mi autentica fragancia.

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Sobre ella Antes de que cerrara la puerta, ella apareció con una sonrisa de cualquier tarde que se confundía con un grafiti en los muros de la ciudad; no pudimos hablar, se fue por la ventana, brincó como una gata ligera, un parpadeo y ya estaba del otro lado del mundo vacío. La seguí, corrí tras ella pero se iba convirtiendo en árbol cuando la intenté tocar. Después que la tuve, se vivió mujer de carne y carne entre mis manos, ella reía, se volvió espantapájaros; lleno de cenizas, su humo, sus aguas profundas y paja. Abrí los ojos lo más que pude para que saliera, abrí mi sangre para que ella goteara y también abrí mis oídos para que saliera su voz y sus ecos, mis dedos para que ella dejara mi tacto. Abrí mi boca, pero ella seguía huyendo, cambiando creí que ella era las estaciones, falda de aire oscuro, cabello de primavera mojada. Voló como un pájaro con sus alas extendidas en un viento único. Un viento olvidado por los hombres. Ella voló, se abrió paso entre el cáncer y el polvo. Agitó sus alas de luz y partículas de miedo.

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Y entonces dejaron de existir las ventanas y las llamadas de los bancos ofreciendo tarjetas de crĂŠdito.

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Sacrificio Levanto su corazón entre mis manos oscuro y húmedo como la más fina piedra para que se pierda en el silencio. * Boca húmeda Despacio Instante Soledad. * Tu boca fue un vuelo pájaros primitivos aleteo en la tarde desconocida. * Sigue amaneciendo en estas mismas ruinas civilizatorias en las que ya ni siquiera se prende incienso para descifrar la noche.

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Instructivo para sobrevivir 1 Lea el instructivo: no usar drogas, no correr cerca de los puentes, no tirarse de edificios, no se asome a las ventanas, no nade en el mar, tampoco es permitido intentar volar con alas de cera cerca del sol. No se lance, mucho menos de paracaídas, no viaje en avión, no sueñe cerca de los parques, ni debajo de los puentes, planifique su sueño, hay llagas que abren la piel. Use crema, báñese todos los días aunque no sea en el Ganges, agua fresca de regadera y beba a sorbos sustituto de café amargo. 2 No lance piedras a los lagos tranquilos, no fume, la cafeína deteriora los nervios, coma sano: de preferencia frutas y vegetales frescos, no hable con la boca llena de miseria, no intente subirse a los barcos si no sabe su dirección. Para sobrevivir y vencer la muerte es mejor que no use amuletos, las limpias de los chamanes pueden empeorar sus convicciones, no ame hasta perder la cabeza, mantenga la saliva en las buenas costumbres. No pierda el corazón. No pierda la gloria. Ate sus manos a los manuales y allí vivirá entonces eternamente cuerdo. Si usted tiene hijos, piense en ellos como herederos, obedezca las señales de tránsito y no conduzca por lugares desconocidos. Es mejor comenzar a pensar en Dios, y no escupir en la tumbas, no llevar flores a los cementerios. Abra la puerta, no sientas la sangre como un cadáver. No tires tu semen al aire, pueden nacer fantasmas que te devoren mientras duermes. 138


No cantes canciones que no conoces, no levantes la voz para que te escuche Dios, en el mar, en las calles, en las plazas pĂşblicas.

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Microhistoria Vendió esclavos africanos en el puerto de Veracruz por unos cuantos reales pudo llegar a México y comprar una casa de rocas abiertas a la calle bebía un vino agrio todas las tardes. A través de la ventana rascacielos el cielo color de piedra caliza sin rocas que hundan sus raíces en esta ciudad.

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Armando Salgado

Amour Amor al diluvio Luego sucede que la poesía es una bestia que busca refugio bajo la confusión. La veo ahí, bajo el puente de los años, en el cuerpo del padre que adelgaza y en los ojos tristes de la lluvia.

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Amor al yo Yo soy Altazor y por ello no es la sombra la que arraiga mi cuerpo soy yo quien provee aeroplanos a tus muslos. No escribo para ti. Escribo para obtener premios y escalar hacia el excremento. No respiro, sólo uso el sudor necesario y en tiempos de angustia invento un punto cardinal sólo para mí. Todas las brújulas del amor me señalan. Nadie conoce mis fracasos, están enterrados bajo llave entre el color real de mi cabello. Creo en la vasectomía como otra estación del año.

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La lista de mis lugares predilectos es un garaje abandonado, prefiero estar conmigo y no con mis padres. No escribo cartas a mujeres estériles y mis amigos son un campo de envidia. Los jóvenes recortan mi imagen y la dejan en su cartera. No creo en la esperanza ni en un mundo mejor mucho menos en estas palabras. Creo en la vanidad del dinero, en la superficie de una cuenta bancaria y en la mentira como única estrategia. La caspa del diablo es fortaleza en mi nariz. No leo a mis contemporáneos ni pierdo el tiempo en los periódicos. 143


El mundo es un cristal roto, nada lo remienda. Mi tabla de salvación: el silicón de un trasero suculento. No temas, algún día morirás. Este cuerpo es sólo un cofre que alguien desenterrará en otra vida. Recuérdalo: no somos la hoja, somos el árbol.

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Amor a la infancia Aquella tarde de abril el baile no estuvo de mi lado. Ni los árboles buscaron mi sombra. Aun así mi cuerpo no dejó de moverse y atrajo la atención de todos. Pensaron que yo era un break dancer. Nunca pasó por sus narices que sólo obedecía el ritmo del estéreo y que los cables de la luz no eran sino la conexión de la tierra con mi respiro. Traía puesta la misma playera de los Looney Tunes que usaba en todas las fiestas: cónyuge de los poemas que llevé a mis primeras citas. Y después de todo aunque el gusto por las camisas se haya mudado a mi closet, el desgaste de aquella prenda sigue siendo el acantilado que prefiero, donde yacen los restos de todos mis fracasos junto al triciclo y a la figura de acción de la que estoy tan lejos. 145


Amor a los desechos 1 Qué decir de un barco sin cabeza, es como el mar, si no fueran otros brazos los que arroparan su tempestad, ni siquiera una ventana desvencijada o el respiro putrefacto de esa llave en el basurero. Óyelo querida Mi, las cosas comunes van dentro de la botella que a diario recortamos del excusado. No beber de ese charco será un naufragio oculto sin la fuerza mínima para mover un estornudo ni el púrpura que a veces también calla en los ojos del mar. 2 Aquí mis pies saben escarbar

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y el duro piso no es filo que corte. Por eso escupo y no confundo espuma con saliva. Piso fuerte mis huellas y por debajo la saliva es hierba recostada a la fuerza. ÂżQuĂŠ pisar cuando el hervor es ciego y la rabia escurre por los brazos? 3 Mi, dices que escribo sigilosamente la palabra mierda, que es una forma de desprenderme, dejar eso que consume; ver el rĂ­o, la sangre,

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mi vida, sin la piedra en el cuello ni el puente bajo los pies. Sentir placer por el despojo y decir cosas sin menor preocupación. Esas palabras al oído saben sentimientos y las distintas formas de saqueo (contra nosotros y ante la mejor familia). Los vocabularios nos confunden. Así la palabra madre en un idioma distinguido podría ser el mar o la mierda que es otro lugar común.

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Así la merpodría sermèreo merde. Pero no sólo confundimos palabras sino cuerpos tirados en la mesa entre años de alimento. Nuestros pasos son resto de residuos. El despojo de estas orejas.

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Magdiel Torres

Bicicletas Duele decirlo pero yo nunca tuve una bicicleta aprendí a andar a pie las calles anaranjadas de Sol la brecha silenciosa que llevaba a la casa de la abuela la carretera desierta ruidosas avenidas caminos de terrecerías nunca supe de manubrios que tiemblan de manos en los hombros de diablos o de tuercas crucé a pie los campos baldíos a pie también los puentes y los barrios duele decirlo pero solo aprendí a patear las latas solitarias que esperaban mi pie en las aceras.

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Mamá Mi mamá quería una casa llena de árboles pero tuvo un patio sombrío y unas ganas a deshoras de escapar a un monte que se le quedó en algún lugar de la infancia y en alguna parte de la sala mira/un rostro/un escondite/un juego/ una parvada de soles de quién sabe qué mañanas.

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Vespetinas Me llené de tarde no lo pretendí pero tragué mucho Sol y bebí tanto -tanto vientoque mis palabras eran violentas Todos dudaban de las nobles intenciones de mis “buenas tardes, cómo está” Yo quería explicarles que estaba lleno de tarde pero me apestaba el aliento a mañana podrida Lo peor vendrá en la noche ¿Cómo se puede dormir con tanto Sol en la mirada?

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La llegada Mira la calle desolada observada atentamente por un número indeterminado de pájaros parados en los cables telefónicos La luz del sol es oblicua a los lejos un hombre camina y no se sabe si viene o si va La noche se acerca los árboles de la calle lo sienten en sus raíces aunque las hojas más altas aún están iluminadas En la calle desolada se abre la puerta de una casa y entra la noche.

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Va a llover Va a llover hay nubarrones/hace frĂ­o/huele a tierra mojada tengo un paraguas/un impermeable y no los uso no impiden la lluvia mĂĄs aĂşn un impermeable y un paraguas son siempre la lluvia.

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[Sin título] No tiene nada de malo leer los poemas de uno y creerse poeta secretamente Es como ver el álbum de fotos y recordar los momentos que tan sólo son nuestros Pero no hay que decírselo a nadie que nadie se entere de esto porque el culto a nosotros mismos es un performance de la infamia y leernos en voz alta un espectáculo degradante Es como si nos encontraran de repente masturbándonos con la foto de la hermana.

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Ladrón Meto la mano al pantalón sobre la cama saco la cartera del pantalón sobre la cama Saco el reloj el celular la navaja del pantalón sobre la cama y los colocó en el sitio exacto de mi cuerpo Y sin embargo algo me dejé en el pantalón sobre la cama hoy que partí al trabajo No hay duda sigo siendo un mal ladrón de mí mismo.

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La casa abandonada El estropicio de la casa abandonada crepita y la soledad se yergue como el humo blanco de las fábricas nocturnas. No hay más aquí de lo que no hubo a su estado natural regresan los objetos y esto que no es más que una pequeña muerte volverá a ser luz que todo lo devora. La casa abandonada tiene las ventanas abiertas y solo el polvo recuerda la danza que hicieran las cortinas. Yo la miro desde adentro toda distinta siendo tan la misma y algo en las manchas de sus paredes es la cartografía de mi vida. ¿Quién sabrá leer en sus líneas esta mi mirada furtiva, quién sabrá quedarse callado para escuchar mi voz en la lejanía? En el silencio que ahora la habita solo el viento se atreve a contemplar el día pero se va entregando al abandono como hace la tarde cuando nadie la mira.

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Días Cómo trabajó Don Quijote para forjarse una historia del escarnio y de la infamia Ganóse un alma para morir cuerdo como si la locura no tuviera devotos sino espíritus condenados Cómo trabajó todos los días con el cuerpo rojo la cara colorada Dios y Diablo en las mañanas Dios y Diablo a la hora en que las pestañas se abrazan y como cosa de encantamiento porque de encantamiento son las cosas el infortunio y el escarnio convirtiéronse en halago y fama y la afrenta la desdicha los palos en la espalda en alabanza en rezo mito y cosa casi sagrada Cómo trabajó Don Quijote para labrarse una historia así van llenándose los días de ciertas horas de horas ciertas de rotas horas. 158


Mi infancia con los elefantes Mi infancia con los elefantes fue terriblemente solitaria llena de árboles y adioses cansada, de cadáveres ausentes y torpes como los insectos. Compartí mi infancia con los elefantes que se cansaron del África, y llegaron cargados de ausencia para dejarme cantos que se extraviaron cuando partieron para siempre. Cantaban bien los elefantes usando como saxofón sus trompas, sabían letanías que evocaban horas y lloraban las madrugadas a mi lado. Conocían el desierto, sabían más de la soledad que los muertos, pero un día devoraron la tarde colgada en los cables telefónicos y se fueron. En ocasiones oigo su eterno respirar y pienso que no están tan lejos, que caminan cansados el incontable tiempo, que utilizan su saxofón para actividades pueriles y que me observan de lejos

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con sus ojos tan pequeĂąos, adoloridos de tanto llorar lo eterno. Los elefantes tienen un corazĂłn inmenso poblado de huertos y gaviotas y cargan sobre su lomo los placeres de mi infancia mientras buscan a Dios en la soledad de las maĂąanas.

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Jorge Arturo Reyes

Diosa del trueno Tajín, el trueno, el mito, el sacrificio. Y después, nada. Efraín Huerta para Rosario

1 Fuiste exiliada por no pagar tributo a los dioses, rito de vuelo papanteco que suena en el tambor del cielo. Te suspendes en el aire, pies atados al trueno; tu cuerpo, en los ojos del viento. Tu carne se contrae, piedra azul que opaca la noche, Tajín musical que moja desiertos, Río que habita la mortalidad del poema. 2 El sonido de la flauta es parcela de tu nombre, nicho de viento donde nacen puntos cardinales, hechizo, follaje de miel, 161


fiebre que anida en la mañana, arde, rasguña el día. Lamo el escombro del sonido mientras el bosque de tus piernas me niebla la garganta. Me nace la blancura del trueno, semilla destilada en la casa del cuerpo, ciudad de vainilla que vuelve cada vez que frotas el aire, aceite lavando bóvedas de silencio. 3 Mirar la noche extiende la mancha, devora al cielo, cristal vacío. Marea pétrea moja nuestros labios al deshojar la sombra de tus pechos. Con la brisa del cuerpo quemar toda piedra de tristeza, arquear la memoria para formar tu imagen, libro abierto. 4 Vuelve la soledad y apesta el cuerpo de la piedra, elegía de la serpiente, caricia hundida en el canto del grillo.

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Fumo el vacío de la tarde revolcada en los labios del viento, recuerdo pétalos de agua cayendo sobre la boca de tu piel: azul cobalto lamiendo los frutos del árbol. 5 En el oído danzan los voladores. La serenidad agita sus brazos y los hombres/pájaro distraen el rostro de la muerte, sequedad de la nube, rescoldo de la fiebre. [Todos tenemos un Quetzalcóatl en la espalda] 6 Sentado en su mirar, un monolito nos contempla. Entristece, le duele la piel que nunca ha tenido. Apunta con el dedo, enciende ciudades, Poesía: Lluvia rebelde que en el cuerpo sucede.

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7 Eres el sueño de cabellera pétrea que desboca los potros del murmullo. Soy el expatriado de tu vientre, frío que muerde tus pechos. [Mientras Quetzalcóatl inventaba silencios para dibujar el vestido de la noche, nosotros navegábamos la raicilla memoriosa: mirada que gotea la desnudez de esta página] 8 En Tajín todo está relleno de piedras acuáticas. Dime cómo mueres y te diré a dónde vas. – Todo hombre aspira al paraíso del sol – El que se ahoga en silencio, no sabe cómo morir. 9 Cuando las piedras chocan crece la estatura del silencio, cuando la luna canta la noche nos arranca la tristeza y las lágrimas se disfrazan de palabras, jardín de mandrágoras

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que adormece el aire. En este poema crece un árbol nómada, cobalto que nace en espiral, caracola del recuerdo: El beso, blancura de calma rabiosa, sentirnos eternos ante la espada del tiempo: hoja que corta el sueño hasta sangrar: tacto en la noche. 10 Cuerpos en expansión, canción de verbos, torrente de flores que siembran su tallo en la piedra. Éramos amantes. Hacíamos bailar las piernas del sol. Bajo la piedra hay flores, todavía no nacen... 11 La lluvia arquea su palabra, imagen, desprendimiento de la sombra, caer a las fauces para rompernos la columna y extender los brazos del horizonte. Todo rito es sagrado,

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todo movimiento es cósmico, todo Papantla gira en los ojos del que vuela. 12 Un rebaño de palabras cabalga los pastizales de la hoja, nicho donde se esconde la sombra, corazón palpitante en el árbol de la vida. Toda huella es un sacrificio que divide al corazón en tres partes: el paisaje de los dioses, el nicho solar de los hombres, la crucifixión de mis ojos en la cúspide que marchita tu ausencia. 13 El corazón cuelga, pende de un cristal de luz. —El hilo nace en ojos insomnes que observan el color enamoradizo del alba: Incendio en la puerta de los sueños— El calor aprieta los párpados de la calma, la espalda del lenguaje y el equilibrio de la yerba.

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El calor fruta en tus pechos, acantilado que me devora la lengua. 14 Las palabras son piedras líquidas que se empotran en el árbol de la nada. Brota el oráculo del sueño: espejo de la estrella, mitin en contra de la noche. Las palabras son bastón, serpiente para abrir las piernas al silencio. 15 Tomo un puño de versos. Los lanzo a una fogata. Arden. Nace el silencio: Me ven como extranjero, como alguien que no pertenece a esta tierra, tal vez reconocieron mi muerte. Me pregunto, en esta ciudad, ¿quién esculpe las nubes? A veces la vida se rebela y no deja que nadie la escriba. El viento también se desborda: Los recuerdos van al mar, ahí se hunden cuando dejan de pensarlos. Su muerte es triste, por eso el mar es nostálgico, tan imán que invita a caminar sobre él. Cuando un hombre no tiene fe se hunde.

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Morí Que no tema la noche sólo soy yo con los ojos cerrados LGR

Mi ceguera viene de antes alimentaba ya la noche en que salimos del paraíso te dije que era un bien y sólo era una manzana luego en la barca emparejé al león con la cabra.

Por eso también coseché margaritas entonando el canto de los cerdos.

En esos últimos tiempos hasta las estrellas se contradecían y las piedras hundían su ser en el alma de la tierra. Un lunes carmesí de Febrero me encontró quemando libros

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el viento hizo bailar las cortinas y avivó las letras [tosí luego un humo abecedárico]

Mientras encerré el tiempo en la caja de la Kalho donde habían estado antes los imperdibles y escapó lo que todos llaman un cisne. Si le dices nube no atiende.

Y comenzó el llanto mi herrumbe el río formado despintó mi vestido.

Concluí locura:

dentro del corazón crispado vive la calma y un unicornio sin permiso trota.

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Hubo entonces una liebre

[negra de pelaje] pero ya a nadie le importĂł.

Luego morĂ­ como va al aire el pĂĄjaro desde la rama.

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Alejandra Quintero

Simular que la muerte no está resoplando en nuestra nuca, con su aliento fétido y misógino mientras escribimos versos cursilones y mediocres Pensar que no pertenecemos a un único territorio, alzar alto el cuello viendo al futuro, para no tener que mirar nunca al inicio. Fingir fingir fingir abrir los ojos sin despertar Cruzar los brazos mientras las imágenes se derrumban La noche vendrá a cobrarnos el precio de la indiferencia, en medio de un cúmulo de malos presagios y quizá continuemos cerrando los párpados, la traquea, las venas, soñando un poco que no existimos en un árido paisaje rojo convertirnos en fantasmas sin saber que lo somos y echar solo bocanadas de aliento, fétido, sin darnos cuenta.

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La muerte prolonga todo es martes y estoy fuera de tiempo y espacio, en este lugar del mundo no transcurre algo más que la estática, un aire espeso, aletargado. Llueve, llueve como si algo se hubiera roto, el frío cubre los rincones de la casa y todo parece tener sentido, es el mismo frío que se siente por dentro. Por aquí pasó la muerte, dejó su evidencia, el rastro de olor triste, oscuro. una sombra abraza su cama ya abandonada, ha dejado ese aroma a olvido. Todo se ha detenido, y pienso que afuera también es igual, que la gente debe estar detenida llorando por mis muertos, sin entender esa libertad que debe ser morir.

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Cuántas veces cambiamos de sentido esas calles, corazón. Pretendíamos que nadie lo notaría, pero el caos que somos lo alcanzó todo los amores fugaces, nuestra piel, tu sangre. Más valía habernos quedado en aquel mar frío, en donde la luz resplandecía como solo en el sur hace, en ese puente que cruzamos cada día donde el mar nos cubría las espaldas. Ahora estamos como en el inicio atravesados en una pared, oscuros, con la mano al aire, la mía, con un sabor asfáltico de ruinas, con mi rostro y tus bombeos apenas. Lento. El tiempo se detiene, apenas si te reconozco. Tenue, un rayo de luz atraviesa tus ojos que entrecierras con un gemido tus labios quieren decir algo pero solo atinas a irte, a vengarte, a vencerme.

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Tigre sin rayas La noche hunde su prestigio de tigre muerde al sueño y al cuerpo el tigre de la noche en el agua. Amparo Dávila

I La noche en su penumbra arrasa con los objetos a su paso, los destruye con sus colmillos atroces, desaparece los gestos, las líneas de las manos, incluso los murmullos que apenas percibo de tu boca. Mañana vendrá de nuevo a rondar la habitación con sus garras amenazantes, con la gratuidad de sus extremidades para trepar los muros de la nostalgia. Vendrá a envolvernos la pesadumbre a simular la ceguedad. Buscaré un pretexto endeble que dé nombre a las cosas, que reconstruya la mirada, la que rompió con la violencia del amor, de las separaciones universales, innombradas, 174


incalculables. Quizá nos demos cuenta por fin que este lugar ya no es tuyo, ni mío, que ya no le pertenece ni siquiera a este tigre oscuro, silencioso, que acecha en nuestra propia casa. II El sonido rasposo de la voz, labios distorsionados en fluorescente taquicardia malentendida provocada por los ruidos que se convierten en presencia, y se transforman en una especie de bálsamo que calma la ferocidad del recuerdo. Transformas el acto de desnudar, solo comprendido por tus tibias manos. Los paisajes a esta hora pertenecen al otoño, colores cobrizos contrastan la media luz de la mañana que no termina de caer, que silencia este paraje insólito del corazón. III Tu deseo es una pantera incendiada, que camina cautelosa por los límites de la ropa, hace equilibro en las bardas frágiles de los labios.

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Esconde entre sus garras el sonido de un arpa que cae a destajo, desafinando en contorsiones, destruye las tonalidades del negro con sus cuerdas, el contraste absurdo de la melancolía. IV Las paredes blancas aíslan el tiempo que transcurre a velocidades inverosímiles. El estallido de los colores, mezclados con aullidos de emoción y ternura, el tono exacto que lleva al punto del encuentro. Los labios que rozan tu taquicardia. V En el cielo se apagan las hogueras, las nubes desprenden humo desencantado, que divide el ahora del ya nunca. La soledad es el símbolo —intrascendente, por cierto— de la miseria absoluta de un olvidado.

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Huellas de fuego Dejé de visitar el mar, cerré las ventanas que daban a la ciudad, anticipé la partida de las gaviotas, borré tus huellas de asfalto y se convirtieron en huellas de fuego, soñé el ámbar de las olas profundas, lloré las avenidas ciegas, permití que la ciudad se llenara de gris cuando no estabas, que tu mirada de colores me hablara a respiraciones lentas, solo para verte a mi lado por las noches, deteniendo el mundo, con tus manos en mi sexo.

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Nos ha nacido el mar en la punta de los dedos, ha venido su rumor a callar los gemidos. Reflejos de sal nos regresan de un viaje que nunca hicimos, que guardamos en las pupilas, en los dientes, en las uĂąas, en la mirada partida por la arena.

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Terrenos de la memoria Permanezco bajo la sombra de la memoria ese lugar colorido de formas y victimas. Las historias se escriben solas anochecidas, la literatura se alarga, aletargada. Sentada bajo el espiral del abandono, un trayecto que no va ni viene, sólo existe. Resisto la desbandada de pájaros nocturnos. Los recuerdos son asesinos con máscaras de hombre, caminan nostálgicos por la urbe provinciana, teñidos de rojo y lugares comunes. La poesía se atoró en algún resquicio de soledad, esa maldita silenciosa que me toma del cuello. Los escritores son eslabones perdidos de ciudades inhabitables.

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Tu beso que no es tu beso, es el tiempo de la memoria que transcurre en la duda de mi boca, que concurre a la medida exacta de mi lengua, que viaja y reconoce mi voz aún cuando no te llamo, ese beso que se engrandece en la oscuridad, que simula tus brazos por la mañana. Tu beso, que es más bien mis pasos lentos hundidos en tu ausencia. Parece que estamos destinados a que nuestras memorias se mantengan apartadas, simples y solitarias, que tu voz lejana se pierda en la ciudad. Parece que el tiempo no me favorece y a ti te ilumina, que eres interminable cuando hablas y te memorizo, cuando dices que no es posible olvidar, que no hay que intentarlo, sé que te las ingenias para que te piense y nunca llegues, para que nunca te encuentre.

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Uniste fragmentos de mi piel con tus ojos claros, inaccesibles, trazabas un mapa de tatuajes invisibles de saliva con un sabor a viento del norte. Tu calidez en mis muslos, para viajar al fin del mundo, y beberme como alcohol, a tragos uniformes, derramados. Inventaste una historia y un nombre, me has transformado en un monstruo que extraña tu lengua, esa que quita los limites al tiempo. Abriste una puerta desconocida, donde sobreviven los escenarios interminables de la nostalgia.

En otro país alguien lee mis poemas cursilones, un lugar que necesita verdadera poesía, no la mía, en esa ciudad enmarcada por cerros y constelaciones que se ven más cerca que en cualquier otro lugar del mundo. Conservo sus escenarios aún en la mirada ese mar azul profundo, helado, arisco el café cargadísimo con agua mineral y jugo de naranja ese olvido de olvidarme en medio de la estación del metro y una plaza desierta de noche, mientras unas manos me esperaban a unas calles, con todo y sus ojos miel que se ennegrecían cuando furioso conmovía al mundo. Sé que en este momento la neblina cae por esas calles empinadas

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sobre las láminas que ven pasar el tiempo y guardan las historias, en la poesía de las casas coloridas y el acento sureño. Sé que cae el frío en las narices y las mejillas Intempestivo, justo ahora, cuando ese alguien termina de leer mi poema.

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Datos sobre los autores

Ramón Martínez Ocaranza Nació el 5 de abril de 1915 en Jiquilpan de Juárez, Michoacán; murió el 21 de septiembre de 1982 en Morelia, Mich. Poeta. Realizó estudios en el Colegio de San Nicolás Hidalgo, donde obtuvo el grado de Bachiller. Más adelante asistió a la Facultad de Filosofía y Letras, en la UNAM de la UNAM. Fue alumno de Agustín Yañez y de Julio Jiménez Rueda, en las cátedras de Teoría literaria y Literatura mexicana, respectivamente. Publicó poemas y artículos en los siguientes periódicos y diarios de la República Mexicana: Boletín Mensual de la Universidad Michoacana, Calandria de Tolvañeras, Defensa Nicolaita. Periódico Estudiantil, El Centavo, El Espectador, El Nacional, El Universitario, El Zorro, Estampa, La Cigarra, La Espiga y el Laurel, La República, La Verdad, Pliego, Renglones, Vida Nicolaita y Voces. Al lado de Enrique González Vázquez dirigió la revista Voces y junto con Raúl Arreola Cortés fue fundador de la revista Pliego. En 1945 fue secretario de la redacción del periódico La Voz de México, órgano del Partido Comunista Mexicano. Fue designado director de la Biblioteca Pública de Hidalgo en 1953. Durante veinticinco años se desempeñó como académico de la Universidad Michoacana, ocupando diversos cargos, con una interrupción de 1966 a 1968, debido a su intervención como presidente de la Federación de Maestros Universitarios en las luchas estudiantiles, movimiento que culminó con la ocupación militar de las instalaciones. Además, el poeta fue encarcelado, junto con su esposa e hijas y liberado por acuerdo presidencial, debido al reclamo de intelectuales y grupos culturales. Manifestó su apoyo a diversas luchas sociales como la Guerra Civil Española. En su honor, se creó la Fundación Cultural Ramón Martínez Ocaranza, A.C., la cual está dedicada al estudio y divulgación de su obra (de ella, cabe mencionar que en coedieción con la SECUM apareció el primer volumen de su obra reunida y se espera que el segundo aparezca próximamente).

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Tomás Rico Cano Nación en Uruapan el primero de noviembre de 1916 y falleció en Morelia el cuatro de marzo de 1993. Poeta, ensayista, periodista y profesor entre sus principales libros destacan: Esta niebla encendida (1946), De amor 15 sonetos (1946), Fervor de Uruapan; palabras a Mapeco (1974), De amor, 15 poemas (1989), algunos de sus ensayos han sido incluidos en Juegos Florales conmemorativos del V Centenario del natalicio de Vasco de Quiroga 1971, y en Los nicolaitas de 1929, 1930,1983. Parte de su poesía fue incluida en la antología Poesía en Michoacán. Desde la época prehispánica hasta nuestros días que publicó Raúl Arreola Cortés en 1979, así como en la Antología del primer festival internacional de poesía Morelia 1981 editado por la Editorial Joaquín Mortiz en 1982, así como en la antología Poética y Poemario del Río Cupatitzio coordinado por Teresa Magaña Silva, Ana Elizabeth Barcenas Ortega y José Napoleón Guzmán Ávila en el 2002.

Alberto Barragán Degollado (1918-1997) Nació en Sahuayo, fue profesor y promotor cultural literario, ganó la Mención Honorifica en la XIX Olimpiada celebrada en la ciudad de México en 1968, entre sus obras destacan: Así era mi tierra, cuentos anecdóticos (1992), Las fuente de mi vida —autobiográfica— (1992).

Luis Arceo Preciado (1926) Nació en Sahuayo Michoacán. Cursó la licenciatura en Humanidades en el Moctezuma College de Nuevo México. Maestro y Doctor en Letras Hispánicas en el Instituto de Estudios Superiores “Dante Aligueri” en Guadalajara, Jalisco. Entre sus principales libros se encuentran: Huellas en el tiempo, La tierra de los paisajes doloridos, El Cid y el juglar, Decimas sacramentales y cantos testimoniales para una amiga.

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Héctor Jaime Madrigal Nació en 1942 en Jiquilpan Michoacán, estudió Filosofía, Derecho, Historia y Letras. Se ha dedicado a la agricultura, ganadería, y profesor normalista; ha dado lecturas en diversas partes del país. Entre sus publicaciones destacan Gérmenes de fuego (1969), Los poetas de la calzada, Lempeartura, Il manifiesto. Participó en el Primer Festival de Poesía de 1981 en Morelia.

Gaspar Aguilera Díaz Nació en Parral, Chihuahua, en 1947. Poeta, ensayista y periodista cultural. Estudió Derecho y Ciencias Sociales en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En esa misma institución fue profesor de Literatura mexicana y latinoamericana, así como director del Departamento Editorial y de Difusión Cultural. En 2008 recibió el Premio Eréndira de Artes, en el área de Literatura, concedido por el gobierno de Michoacán. Algunos de sus poemas han sido traducidos al francés, polaco, ruso, checo, inglés, alemán. Tiene más de una decena de libros de poesía, entre ellos la edición bilingüe alemán/ español Liebe, Stadt und Vergessen/El amor, la ciudad y el olvido (Instituto de Romanística, Austria, 1994) y Los ritos del obseso. Poesía 1984-2004 (Siglo XXI/UAM, 2004). Es autor de varias antologías y libros de ensayos. Apreció su libro en 2010 de ensayo Plenitud y fugacidad en del instante amoroso en la poesía de Octavio Paz (IMCED, 2010), en 2011 aparecieron sus últimos poemarios: Coloraturas y silencios (Lectura), sobre jazzistas, e Historia de todas las cosas (Feria del Libro de Minería/Gobierno del DF/Secretaría de Cultura de Michoacán). Julio Cortázar: El lenguaje lúdico y la imaginación crítica (La Zonámbula, 2012) breve selección de textos, una conferencia y una entrevista del escritor argentino. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Recientemente publicó: Breve antología de poesía erótica latinoamericana (La Zonámbula) 2015. Reside en Morelia desde 1969.

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Frida Lara Klahr Nació en la Ciudad de México en 1948 y murió en Morelia en 2011. Estudió la Licenciatura en Filosofía en la UNAM de 1969-75, así como la Maestría en Filosofía en su misma casa de estudios. En la ciudad de Pátzcuaro funda la Revista Flor y Canto. Poeta, filosofa y promotora cultural. Publica el Nuevo Cantar de Isolda (Premio Estatal de Poesía, con Sede en la ciudad de Morelia, 1981). Destaca el proyecto Desde la Otra Orilla, Ensamble 2001, una puesta en escena. Fue integrante del México en el Pen Internacional de Poesía por lo que asistió al Congreso Internacional de Poesía varios años consecutivos: Barcelona, Río de Janeiro, Guadalajara y Rusia. Entre sus libros se encuentran: El Espíritu es agua, (1984); Mi Antiguo Oficio de Mirar, (1989);Talle Roto, (1994); Navarra Decantada, (1995); Cautiva de Libertad, (1996); Exilio en mi Tierra, Antología, (1965-95); La Mujer de Ur, (2000); El libro de las desapariciones, (2001); Inédito (Novela, como Becaria del FOESCAM-CONACULTA-IMC)/ Travesía de Fin de Siglo, Antología 89-2003/ La Voz que no tiene nombre (2003). En el 2003 fundó el Centro Cultural Cántico Espacio de Arte y Poesía.

Lourdes Villanueva Ramírez Nació en Morelia, Michoacán 1953. Realizó estudios de Filosofía licenciatura y la maestría en Filosofía de la Cultura en la UMSNH. Asistió a talleres de poesía con : Alberto Romero Ruíz, Gaspar Aguilera y Víctor Manuel Cárdenas de Narrativa con María Luisa Puga. Entre sus publicaciones destacan: Palabras Rotas, 1976. Sueños del camino, Instituto Michoacano de Cultura. Morelia, 1982 y la plaquette Brechas de amor, El Centavo-Omega , Morelia 1987. Participó en el Primer Festival Internacional de Poesía, Morelia 1981. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas y antologías. Participo en el ensayo Surtidor de católica fuente sobre la vida y obra de Concha Urquiza en coautoría con Silvia Mercedes Hernández Mejía Tort, en Creadores de Utopías I, Un siglo de arte y cultura en Michoacán, coordinadores Roberto Sánchez Benítez y Gaspar Aguilera, Centro de 186


Documentación e Investigación de las Artes, SECUM ,2007. Además ha colaborado coeditora del Centavo, revista de cultura y literatura. Entre otras publicaciones.

Francisco Javier Larios Nació en Zamora, Michoacán, en 1957. Cursó la licenciatura en Filosofía y la maestría en Filosofía de la Cultura en la UMSNH. Ha publicado los poemarios Variaciones sobre una misma obsesión y otras bagatelas (1980), Poesía Ociosa –en tres descansos- (1982), Improvisaciones de la ira (1985), Limantria (1987), Poemas sin pájaros (1991), Entre el rescate y el naufragio (1992), La alegría enferma (1997), Lluvia de colibríes (2000), Oleajes (2002), Temprano se hace tarde (2004) y Serenata para sobrevivientes (2010). La Universidad Michoacana le editó el ensayo Bataille: un místico profano en 1993 y el cuaderno de relatos Prosas de Tiripetío en 2003. También ha incursionado en la narrativa infantil con el cuento Pintorín y el espíritu del lago, publicado por el Instituto Michoacano de Cultura en 1998, dentro de la colección La troje encantada y El Colectivo Artístico Morelia, A.C. editó la plaqueta de microrrelatos Apuestas al olvido (2010). Obtuvo el Premio Estatal de Poesía en 1981 y la Presea “José Tocavén” del Diario La Voz de Michoacán al mérito literario en 2003. Ganó el premio de ensayo “María Zambrano” en 2009. La Secretaría de Cultura de Michoacán editó su ensayo La poética de José Gorostiza y un modelo de interpretación de (Muerte sin fin) (2009) y el ensayo crítico y antología de cuentos michoacanos publicado en las dos últimas décadas del Siglo XX en Michoacán, Cuentística Michoacana (2013). Coordinó el taller de literatura de la Casa de la Cultura de Morelia y de la UMSNH. Actualmente se desempeña como profesor-investigador de la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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Poetas michoacanos nacidos en la década de los ochenta Carlos Higuera (1981) Cursó la Licenciatura en Historia del Arte (UDEM), estudios de música en el Conservatorio de las Rosas y estudios en la licenciatura en Filosofía e idiomas en la UMSNH. Ha sido profesor en el IMCED en donde se desempeña actualmente, ha publicado ensayos en diversos libros colectivos. Fue Coordinador Estatal de Caravanas Culturales de CONAFE. En 2010 publicó una versión al español del poeta italiano Salvatore Quasimodo Con la hierba sobre el corazón. Ha sido becario CONACYT como ayudante de investigador, participó en el XVIII Encuentro de poetas de Zamora, ha sido incluido en algunas antologías, además ha colaborado en La Jornada Michoacán y Cambio de Michoacán, Revista Laberinto entre otras publicaciones. Premio Sahuayo de Literatura 2008 y Cuento Universitario 2009, participó en la Primer residencia Literaria “no ficción” recientemente publicó el libro de cuentos colectivo Todo esto pasó, SECUM 2015 y el libro de cuentos La Espera de las largas despedidas. Su libro de poesía La última arquitectura del viento.

Alejandra Quintero (1982) Escritora y promotora cultural, fundadora del Colectivo Paracaídas y del proyecto Hecho en Michoacán. Ha publicado poesía, narrativa y ensayo en diversas revistas y antologías estatales. Es autora de la plaquette Bitácora de asfalto (SECUM, 2009). Ha sido beneficiaria del apoyo de Coinversiones para la Producción Artística (20102011) para la edición de la antología del Encuentro de Letras Independientes 2006-2011. Actualmente es editora en la revista electrónica Revés online.

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Lourdes Garibay Rubio Uruapense. Poeta y cuentista. Diplomada en Cine y Literatura por la UMSNH. Integrante del Taller de Letras Luvina. Coautora de la Plaquette Puente Imaquinario, recopilación de textos presentados en el III Fórum Universal de las Culturas, Valparaíso, Chile en Noviembre de 2010. Coautora también de la Antología Plexo América, publicada por Ediciones Universitarias de Valparaíso. Sus textos han aparecido en diferentes medios de comunicación nacionales y extranjeros. Su libro Pasadizos, cuentos de enredadera, obtuvo el Premio Michoacán de Literatura 2013 en la categoría Ópera Prima.

Magdiel Torres Magaña (Tepalcatepec, Michoacán, 1982) Maestro en Historia por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En 2011 ganó el Premio Estatal de Poesía Carlos Eduardo Turón con el libro Los días con el otro y en 2005, los Juegos Florales de Uruapan. En 2001, 2005 y 2006 obtuvo menciones honoríficas en el Concurso Nacional de Cuento Carmen Báez y en 2015 el Premio de Cuento Xavier Vargas Pardo. Se ha desempeñado como periodista cultural y ha publicado en diversos medios impresos del país y del estado, así como aparecido en diversas antologías.

Jorge Arturo Reyes (Uruapan, Michoacán, 1984) Ex locutor de radio. Licenciado por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales; y diplomado en la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas por la UMSNH. Autor de los poemarios Mandrágora (E.F.E. 2013); Color pájaro (E.F.E. 2015). Está incluido en antologías nacionales e internacionales. Ha presentado material poético en diversas partes de México y el extranjero, desatacando en la Casa Museo, Isla Negra, Chile, 2010 y en la Unión de Escritores y Artista de Cuba (UNEAC), en La Habana 2013. Ha sido traducido al portugués. Actualmente se dedica a la docencia mientras cursa estudios de maestría por la Universidad Pedagógica Nacional.

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Armando Salgado (Uruapan, Michoacán, 1985) Egresado de la Normal Rural Vasco de Quiroga de Tiripetío, Michoacán. Maestro en Educación Básica por la Universidad Pedagógica Nacional. Candidato a Doctor por parte del Instituto McLaren de Pedagogía Crítica. Autor de los libros: Cofre de pájaro muerto (Ediciones Punto de Partida, 2014; Premio de Poesía Joaquín Xirau Icaza, 2015 otorgado por el Colegio de México a través del Fondo Xirau Icaza), Fiebrerías (Diablura Ediciones, 2014), Estancia de ánimas (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2013; Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal, 2013. Elegido por la revista Siempre! y el periódico La Razón como uno de los mejores libros del año publicados en México), Azogue Suite (ICA, 2013; Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos, 2012, poesía), Corvus Suvroc (Mantis Editores/H. Ayuntamiento de Hermosillo, 2012; Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal, 2011) Liturgias (SECUM, Premio Michoacán de Ópera Prima de Poesía, 2011), y Variaciones de una vida rota (SECUM, 2011; Premio Michoacán Ópera Prima de Narrativa, 2011). Entre otros galardones ha recibido el Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela, 2014 y el Premio Michoacán al Mérito Juvenil en la categoría de Expresión Artística. Actualmente se dedica a la docencia en la ciudad de Morelia.

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El viaje y sus rituales

Antología del Primer Festival Internacional de Poesía 1981 y poetas michoacanos nacidos en la década de los ochenta

Se terminó de imprimir en marzo de 2016 en los talleres gráficos de Impresora Gospa ubicados en Jesús Romero Flores no.1063, colonia Oviedo Mota, C.P.58060 en Morelia, Michoacán, México. La edición consta de 1,000 ejemplares y estuvo al cuidado del Departamento de Literatura y Fomento a la Lectura. Correción de estilo Raúl Casamadrid. En su composición se utilizó tipo Rufina Bold y la familia tipográfica Garamond Premier Pro.



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