MINGA 7 - Semestre I 2022

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Juana Aguilar Directora

Escuela Universitaria de Posgrado – Universidad Mayor de San Simón

Fabián Farfán Decano Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat – Universidad Mayor de San Simón

Martha Arébalo Directora Formación Continua Grado y Posgrado Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat – Universidad Mayor de San Simón

Minga Revista de ciencias, artes y activismo para la transformación de América Latina Año 5, número 7, primer semestre de 2022

Minga es un proyecto semestral de de Comunidad de investigación para la transformación de América Latina (CITAL) para la difusión de ciencias, artes y activismo en nuestro continente. Mediante convenio de colaboración con la Dirección de Formación Continua Grado y Posgrado de la Facultad Arquitectura y Ciencias del Hábitat acompaña el proceso de ejecución de la Maestría en Estudios del Desarrollo y el Hábitat con una perspectiva multidisciplinar, científica e internacional.

Coordinación de Edición Jhohan Oporto

Diagramación Marcelo Sagredo

Ilustración de portada “El lince”, Emil Gumiel Sandoval

ISSN: 2709-5584

Minga (Cochabamba) 2022 © CITAL – Edición digital https://fach.umss.edu.bo/posgrado/ http://minga-cital.com/ Licencia Pública Internacional — CC BY-NC 4.0

Hecho en Bolivia

Comité científico CITAL

Dr. Diofanto Arce Col. Bilingüe José Max León - Facultad de Educación Universidad de la SabanaPolitécnico Grancolombiano, Bogotá, Colombia

Dra. Mariana García Área económica y administrativa, Univer, Nayarit, México

Dr. Jan Lust Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales - Escuela de Postgrado - Centro de Investigación, Universidad Ricardo Palma, Lima, Perú

Dr. Jhohan Oporto Facultad de Arquitectura y Ciencias del Hábitat, Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, Bolivia

Dra. Reyna Pérez Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Dirección Regional Sureste, San Cristobal de las Casas, Chiapas, México

Comité científico asociado MsC. Esmeralda Camacho Neuro Redes, Bogotá, Colombia

MsC. Gabriela Gutiérrez Independiente, Cochabamba, Bolivia

MsC. Antonieta Oporto Independiente, Cochabamba, Bolivia

Lic. Claudia Perdomo Col. Bilingüe José Max León, Bogotá, Colombia

Lic. Freddy Sorazipa Colegio The English School, Bogotá, Colombia

Índice

Presentación Editorial Artículos de investigación

El Ethos Comunitario en una era de Crisis Ecológica David Barkin

Un acercamiento a Las representaciones del espacio y Los espacios de Representación en Nariño, Colombia Diana Paola Díaz Criollo Artículos libres

Cuatro ideas sobre lo nuevo y lo viejo del trabajo en el mundo contemporáneo Omar Cavero

La inseminación de la ipseidad Francisco Tomás Gonzalez Cabañas

Sobre la producción capitalista de la castaña boliviana Flavia Marta Barrón

Revisión de publicaciones

Una lectura crítica del libro de Miguel Gutiérrez: La generación del 50: un mundo dividido Julio Carmona

Activismo y artes

La poesía de Nicolás Guillén José Ramón Cantaliso

I. Cantaliso en un bar

II. Visita a un solar

III. Son del desahucio

Ima

Valentina Román

Arte que conmueve de otras maneras Emil Gumiel Sandoval

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Presentación

Nos place celebrar que con este número, el segundo ciclo de edición de Minga lleva cuatro números publicados de manera continua. El proceso editorial para las nuevas ediciones incorporará ajustes con el objetivo de dar un paso cualitativo en la profesionalización y consolidación de Minga como un medio de divulgación de conocimiento, arte y militancia comprometida con América Latina. Por ahora, dando continuidad a nuestra estructura de aportes, en este número ponemos a consideración de nuestros lectores una decena de trabajos distribuidos en nuestras cuatro secciones: artículos de investigación, artículos libres, revisión de publicaciones, activismo y artes.

La primera sección de trabajos de investigación tiene 2 escritos. El primero, a cargo del profesor David Barkin, propone una aproximación valorativa a la emergencia de relaciones en el Sur Global, desde el caso de campesinos e indígenas de México, que proponen nuevas formas de or-ganización social, política y ambiental basadas en prácticas tradicionales y cosmologías locales y orientadas a protegerse de las continuas incur-siones del capital. El segundo trabajo de la maestra Paola Díaz propone un acercamiento a la dialéctica entre representación del espacio (espacio dominante) y el espacio de representación (espacio dominado) en Nariño, Colombia.

La segunda sección incluye otros tres escritos. El trabajo del profesor Omar Cavero aborda un par de reflexiones sobre el trabajo en el estado actual del desarrollo de fuerzas productivas del capital. El siguiente tra-bajo del profesor Tomás Gonzalez propone una serie de elucubraciones en torno a la fertilización de la relación entre el elaborador y el lector de reflexiones sobre las coordenadas actuales de la existencia de la comuni-dad humana. Para finalizar la sección, la maestrante Flavia Marta recorre brevemente el proceso de producción de lacastañaenlaregiónamazónicade Bolivia.

La sección de revisión de publicaciones contiene un estudio crítico a cargo del profesor Julio Carmona sobre el ensayo del escritor peruano Mi-guel Gutiérrez: “La generación del 50: un mundo dividido” (1988).

La sección de activismo y artes consta de tres aportes. El primer aporte consiste en la recuperación de cuatro poemas de Nicolás Guillén sobre José Ramón Cantaliso, un personaje de su poemario “Cantos para soldados y sones para turistas” (1937). El aporte siguiente consiste en un poema evo-cación de Valentina Román titulado “Ima” (¿qué? en quechua), sobre el le-gado familiar femenino. El último trabajo recupera algunos apuntes sobre el trabajo pictórico de Emil Gumiel, trabajo que ilustra la tapa y el interior de la Minga 7.

Esperando que los escritos acá propuestos hayan logrado captar su atención, los invitamos a leerlos y acompañarnos en la reflexión nuestro-americana.

Editorial Minga

Qatar: ¿Qué no puede el fútbol?

Dos años y medio del  COVID a nivel mundial (marzo de 2020 a julio de 2022); unas Olimpiadas a media máquina en Japón entre julio y agosto de 2021; 6 meses de tensión e intriga económica, política y militar entre Ucrania y Rusia; aprietos políticos y económicos en varias regiones continentales; entre otros hitos de la actual crisis multidimensional en los centros y periferia del desarrollo capitalista, no podrán interrumpir el movimiento de intereses y pasiones populares en torno al balón futbolero entre noviembre y diciembre de 2022.

La contradicción entre negocio y alivio recreativo tiene en Qatar 2022 un referente de novedad que tiene al menos una década alimentando reflexiones de la crítica a la producción del espectáculo futbolístico y las formas en que éste se consume por las masas. El corazón reflexivo de esta contradicción se sostiene en la relación inversamente proporcional de Qatar, desde la perspectiva occidental, como meca de lo más alto, exclusivo y espectacular desarrollo de la ciencia y la técnica, y a la vez como infierno de los derechos, el trabajo, el pensamiento crítico, entre otros. Y, desde la perspectiva regional árabe, como meca del apoyo al islamismo y sus brazos radicales yihadistas y talibanes, y a la vez peligro y amenaza para la estabilidad y prosperidad de las naciones en la zona (Egipto, Arabia Saudita, Emiratos).

Ya sea por propaganda circunstancial o por una mirada totalizadora e histórica, el epicentro del fútbol en Qatar nos permite apreciar la temperatura de las dinámicas actuales del imperialismo capitalista. Hidrocarburos y trabajo

Qatar es un pequeño y joven estado que en las últimas tres décadas se ha consolidado como potencia mundial de producción de gas y petróleo. Su gas licuado circula por el mundo, así como su cuantioso capital. Qatar es un estado hidrocarburífero determinante en el mercado, y a partir de ello con mucho poder de influencia en otros sectores de la economía, la política y la cultura en los cinco continentes.

La conversión del país desértico en un oasis de ciudades de alta tecnología se ha sostenido en una fuerza de trabajo inmigrante que constituye el 90% del total de su población, 2,3 millones de personas aproximadamente. Se estima que, al menos 30 mil inmigrantes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka fueron ingresados al país con objeto de materializar las infraestructuras deportivas y de apoyo para los eventos de noviembre-diciembre de 2022.

Amnistía Internacional (2016) y Human Rigths Watch (2021) hicieron notar detalles de la situación laboral y vivencial de tales trabajadores: pasaportes confiscados para evitar el abandono de sus puestos, hacinamiento, malnutrición, cobros para ser contratados, sobre horas no pagadas, condiciones laborales insalubres, salarios retenidos y pagados fuera de plazo, deducciones ilegales y punitivas al salario, entre otros.

En 2021, The Guardian denunciaba que al menos 6,500 trabajadores habrían muerto en el proceso de construcción de tales infraestructuras desde 2010; el mismo año Amnistía Internacional señalaba una cifra mayor de

15,021 muertes. Las causas de tales bajas serían: accidentes por deficientes sistemas de protección, condiciones ambientales insalubres (shocks por limitada hidratación, infartos e insuficiencia respiratoria por insolación, entre otros).

Aunque existen registros documentados sobre la vida cotidiana de los obreros inmigrantes, las cifras son difíciles de corroborar puesto que no existe un seguimiento detallado por cada deceso. Complementariamente, las cifras no tienen referencias comparativas de procesos económicos similares en la región o economías como la India y China o incluso Estados Unidos. Sin embargo, el hincapié de la prensa occidental por señalar este aspecto como centro de la descalificación del espectáculo catarí, ha tenido un éxito en la opinión popular mundial.

Lejos de esa particularidad, en otra faceta de la desigualdad, y en la combinación de ignorancia voluntaria e involuntaria de esas condiciones, un gran bloque de trabajadores del mundo entero, principalmente hombres afincados en el chovinismo de circunstancia, se aprestan a seguir la aventura de sus escuadras con la esperanza de festejar el triunfo.

Mientras que unos pocos, privilegiados o fanáticos, pueden costearse el traslado y estancia, los más tendrán que resolver dos meses de acceso a la recepción óptima de partidos y noticias sobre los partidos, mediante el acceso crediticio a equipos o ampliando sus servicios de cable o streaming para acceder legal o ilegalmente a tales contenidos.

La consigna popular puede resumirse en: ¿Cómo perderse este espectáculo que convoca al 50% de la población mundial?

Política futbolera

Como un gobierno mundial de naciones, la Federación Internacional de Fútbol Asociados (FIFA) se ha encargado de gestionar el fútbol y las asociaciones nacionales desde 1904, a la vez que ha realizado 21 torneos mundiales desde 1930. El mundial de Qatar 2022 es la primera incursión del espectáculo futbolero en Oriente Medio en cien años.

Con un currículo no exento de polémicas en torno a la realización de eventos en medio de procesos autoritarios (campeonatos de la selección italiana en el marco del gobierno de Benito Mussolini en Italia 1934, realización del mundial de Argentina 1978 en el marco del gobierno de facto de Rafael Videla), vinculados a corrupción (compra de arbitrajes por parte de Corea del Sur en el mundial de 2002, compra de directivos de FIFA para votar a favor de Qatar para el mundial 2022), con riesgo de boicot (por la situación de derechos humanos en Rusia 2018, Qatar 2022), y el apoyar o censurar a dirigencias nacionales (en 2016 asociaciones en América Latina fueron multadas y amenazadas con sanciones más duras si no enfrentan la homofobia y el racismo en los estadios) y equipos locales (en 2017 y 2018 el club Lazio de Italia fue multado por su asociación local por permitir que su hinchada utilizara la imagen de Anna Frank como provocación a sus equipos rivales), entre otras circunstancias, la FIFA ha logrado organizar una red mundial variopinta de naciones vinculadas al popular deporte.  Siguiendo la retórica occidental de derechos humanos y pluralidad, ha consolidado una red que presume de apoliticidad pero no rehuye a concretar su influencia en 211 países, 17 más que la ONU, y hacer negocios con empresas de varios rubros, de Coca Cola a Adidas (Estados Unidos a Alemania)  o de Qatar Energy a Crypto (Oriente Medio a China).

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El escándalo en torno al soborno de funcionarios de la FIFA para favorecer la elección de Qatar como sede del mundial, no solo evidenció la falibilidad y ligereza de la organización centenaria para tomar decisiones, sino que expuso de manera cruda la relación funcional directa y flexible entre el deporte y la política, al servicio de la anarquía de los negocios.

Respecto al aspecto político, Qatar es, coyunturalmente, la punta visible del iceberg de las formas de organización monárquica y religiosa que concretan el islamismo en esta región del mundo árabe. La formalización normativa de tal organización política promueve un polémico ejercicio filtrado de los derechos humanos, la diferenciación entre hombres y mujeres, la sanción de movimientos sociales vinculados a la reivindicación de derechos sexuales y de identidad de género, entre otros aspectos.

Aunque esta forma política de organización social ha sido cuestionada en el mundo árabe desde antes de la elección del Qatar como sede del mundial en 2010, al igual que otros cuestionamientos en Corea 2002 o Rusia 2018 en torno de condiciones desfavorables para la población, realizados los negocios y cumplidos los acuerdos entre países y gobiernos deportivos mundiales, lo más probable es que tales cuestiones al salir del foco publicitario y propagandístico se normalicen en el periodo posterior.

En tal sentido, es factible apuntar que, mientras existan las condiciones económicas que otorgan un papel protagónico a Qatar en el mercado de los hidrocarburos, la reproducción del orden político autoritario y su organización social está garantizada, aún más allá de la crítica coyuntural de sus mismos socios. Así también, mientras el tema de derechos ya no sea importante cuando se critique a Brasil, China, Rusia o Qatar, será útil para atacar a Venezuela o Cuba o cualquier proyecto político y social alternativo al modo y uso capitalista. Para los intereses políticos del capital, es cuestión de precios en el negocio de los hidrocarburos, ni más ni menos. Modernización

y moral

La concreción exitosa de ciertas métricas como la condición de “muy alto” en cuanto a su índice de desarrollo humano (IDH) y un PIB nominal por persona de alrededor de 70 mil dólares estadounidenses, para una población de dos y medio millones de habitantes en 2017, ligada a la imagen moderna de sus ciudades-oasis en medio del país desértico exponen al mundo occidental una faceta de Qatar exitosa socioeconómicamente. Aunque dicho éxito se asiente sobre un proceso político autoritario, se presenta con la claridad de un proyecto de sociedad de apariencias, muy amable para las interacciones.

El intercambio cultural promovido por el estado catarí y operado por los capitales privados del país en el mundo occidental, tienen la claridad de proyectar el espectro social de esta nación como abierto al diálogo. Que la educación, cultura y deporte sean tres pilares fundantes de esta acción, pone en evidencia la necesidad de los dirigentes de Qatar por establecerse como proceso referente y alternativo de modernización social en Medio Oriente. En esta línea, son relevantes las inversiones en: energía (Qatar Energy), transporte (Qatar Airways), patrocinio (FC Barcelona), becas de estudio (el programa Qatar Scholarship del Fondo de Desarrollo de Qatar o donaciones de la Fundación Qatar, apoyan a estudiantes e instituciones de todo el mundo para cursos de grado, posgrado, investigación, aprendizaje

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de lengua y cultura árabe), eventos deportivos (Juegos Olímpicos Asiáticos de 2006, Mundial de atletismo en pista cubierta de 2010, Gran premio de Qatar en la F1 de 2021), redes de información (Al Yazira, AJ+), ciencia y artes (creación de una ciudad universitaria con sucursales de universidades estadounidenses como: Escuela de Ciencias Informáticas Carnegie Mellon, Georgetown, Escuela de Ingeniería de Texas A&M, Escuela de Periodismo Medill de Northwestern, Escuela de Artes de la Universidad de Virginia, entre otros).

El Mundial de Fútbol 2022 es una gran palanca de esta estrategia. La venia a la realización del evento por parte de FIFA, las empresas patrocinadoras y las 32 naciones asistentes demuestra los ambiciosos alcances para los implicados. Todo parece indicar que a pesar de la polémica económica y política, se impone la racionalidad de que uno de los espectáculos culturales más importantes puede paliar la crisis, resultar en un buen negocio, ilusionar a las masas populares, entre otros tantos objetivos. Así el fútbol y su mundial se presenta como espectáculo que está más allá de la moral.

A la distancia de cien años de FIFA, hegemonía mundial del imperialismo, habría que preguntarse ¿Qué no puede el fútbol?

Comentario final

Para los gobernantes de Qatar y sus socios estratégicos, el proceso iniciado años antes de 2010 y que concluye en 2022 con la realización del Mundial de fútbol, supone un paso hacia adelante en su inserción al sistema de relaciones entre naciones del mundo, no solamente limitada a lo económico, sino también en las dimensiones política y la cultural.

Por lo superado en esta década, la quimera de blanqueamiento de la forma sociocultural qatarí tiene las alas aseguradas más allá de 2022. Los debates y contradicciones en torno al papel de Qatar en el espectáculo del fútbol mundial acabarán siendo silenciados democráticamente en todo el mundo empezando por su país por el pragmatismo de los petrodólares. Por otro lado, capitalizado el trampolín del espectáculo, cual aves de rapiña migratorias, los patrocinadores y empresas constructoras se mudarán hacia el siguiente destino para negociar la nueva porción en el festín, porque saben que el show debe continuar.

Mientras tanto, en la otra cara de la moneda, cada derrota o victoria serán bálsamos de la máquina de la cotidianeidad humana.

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Arbol de la vida acuarela sobre lienzoEmil Gumiel

Artículos de investigación

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Colonizador acuarela sobre papelEmil Gumiel

El Ethos Comunitario en una era de Crisis Ecológica1

The Community Ethos in an Era of Ecological Crisis

Resumen

Muchos campesinos e indígenas en México, y en otras partes del Sur Global, están transformando sus visiones de su futuro, dando forma a un nuevo ethos de autogestión y convivencia, consistente con una relación responsable con sus territorios. Desde el punto de vista del Sur Global, estos pueblos constituyen una fuerza social y económica que está alterando la dinámica social y productiva en muchos países. Están proponiendo modelos de organización y construyendo alianzas entre ellos a nivel regional e internacional para intercambiar información, desarrollar estrategias comunes y brindar apoyo político. En México, muchos continúan produciendo cultivos tradicionales, mientras modifican sus técnicas para incorporar experiencias agroecológicas de otras comunidades, diversificando la producción y protegiendo el medio ambiente. Recientemente, están enriqueciendo las prácticas locales con una sistematización de sus tradiciones y cosmologías heredadas, creando modelos efectivos de organización social, política y ambiental que otorgan autoridad a sus pretensiones de poder gestionar sus territorios de forma autónoma. Existe un creciente cuerpo de literatura científica que corrobora esta capacidad, demostrando que el conocimiento colectivo de las redes globales de comunidades locales es más efectivo para proteger la biodiversidad y atender sus propias necesidades básicas al tiempo que mejora su calidad de vida que la de las sociedades más plenamente integradas en la economía global. En conclusión, describimos cómo estas visiones están dando forma a las redes internacionales, definiendo nuevos canales de colaboración, mejorando la calidad de vida de las personas en estas comunidades, al tiempo que las protegen de las continuas incursiones del capital.

Palabras clave:

Sujeto comunitario; convivencia; bienestar comunitario; economía ecológica radical; comunalidad

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Abstract

Many peasants and indigenous peoples in Mexico, and in other parts of the Global South, are transforming their visions of their futures, shaping a new ethos of self-management and conviviality, consistent with a responsible relationship to their territories. From the vantage point of the Global South, these peoples constitute a social and economic force that is altering the social and productive dynamics in many countries, proposing models of organization, and building alliances among themselves regionally and internationally to exchange information, develop common strategies, and provide political support. In Mexico, many continue to produce traditional crops, while modifying their techniques to incorporate agroecological experiences from other communities, diversifying output and protecting the environment. Recently, they are enriching local practices with a systematization of their inherited traditions and cosmologies, creating effective models of social, political, and environmental organization that lend authority to their claims to be able to manage their territories autonomously. There is a growing body of scientific literature that substantiates this capacity, demonstrating that the collective knowledge of the global networks of local communities is more effective in protecting biodiversity and attending to their own basic needs while improving their quality of life than that of societies more fully integrated into the global economy. In conclusion, we describe how these visions are shaping international networks, defining new channels for collaboration, improving the quality of life for people in these communities, while protecting them from the continuing incursions of capital.

Keywords:

Communitarian Subject, conviviality, community welfare, Radical Ecological Economics, communality *

*Doctor en Economía de Yale University, es Profesor Distinguido en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Ciudad de México. Es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias e Investigador Emérito el Sistema Nacional de Investigadores. Colabora con comunidades indígenas y campesinas para impulsar el manejo sustentable de recursos regionales. Estos entornos fortalecen la construcción de sociedades post-capitalistas Sus últimos libros son: ‘De la Protesta a la Propuesta: 50 años imaginando y construyendo el futuro’ (Siglo XXI, 2018) y ‘La Tragedia Ambiental en América Latina y el Caribe’ (CEPAL, 2020, con 20 colegas latinoamericanos). Correo electrónico: barkin@correo.xoc. uam.mx.

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Introducción

El tema de la “Ética de la Suficiencia” se enmarca en el ámbito del “capitalismo tardío”. En su anuncio, los editores llamaron a enfrentar el “desafío desalentador de la injusticia” dada la coexistencia de la privación material severa y la sobreabundancia. Plantearon la posibilidad de “economías orientadas hacia la suficiencia” y preguntaron si este principio está inevitablemente arraigado en un marco ético y religioso o si puede ser parte de un “moderno secular” para enfrentar el mayor desafío existencial de la humanidad: la crisis ambiental.

En contraste, el presente ensayo aborda la “ética de la suficiencia” desde la perspectiva de muchos de los pueblos que viven en el Sur Global. En contraste con las discusiones sobre la injusticia relacionadas con los marcados contrastes entre los necesitados y los ricos en el período reciente en los países capitalistas, las sociedades que estamos describiendo han vivido con esta desigualdad y han sufrido los efectos de siglos de opresión colonial, destrucción imperial y acumulación (y despojo) capitalista durante siglos2. El resultado ha sido la destrucción literal de innumerables culturas, la esclavitud de millones de personas y la devastación de los ecosistemas de todo el mundo, borrando fuentes incalculables de biodiversidad y amenazando la existencia misma de muchas sociedades. A pesar de esta trágica historia, miles de pueblos de todo el mundo continúan resistiendo, evolucionando con las circunstancias cambiantes para crear sociedades que ahora están mostrando una nueva fuerza, forjando instituciones capaces de autogobierno, centrándose en defender sus territorios, conservar y rehabilitar sus dotaciones naturales, atender las necesidades básicas de sus miembros, al tiempo que mejoran su calidad de vida.

Para las personas en estas sociedades, la cuestión de la “suficiencia” no es tener suficiente, sino más bien crear comunidades que se están organizando para estar en equilibrio con su entorno. Son muy conscientes de los desafíos de crear sistemas productivos que no sean innecesariamente destructivos de su entorno mientras desarrollan procesos sociales y enfoques técnicos en sintonía con las posibilidades de sus territorios. Las configuraciones metabólicas sociales resultantes son un resultado directo de la centralidad de los sistemas de creencias tradicionales –cosmovisiones– que combinan la sabiduría de las costumbres heredadas con la comprensión de la necesidad de incorporar nuevos elementos a medida que evolucionan las condiciones naturales y sociales.

En este artículo, abordo el problema de la “suficiencia” desde la percepción de varias comunidades en el Sur Global. Sugiero que la cuestión no es asegurar una canasta adecuada de “satisfactorios” para las personas necesitadas, sino más bien un problema de un compromiso colectivo con el bienestar de todos los miembros de la comunidad y al mismo tiempo asumir la responsabilidad de la rehabilitación y conservación del territorio. Esta obligación no es simplemente la de atender a las necesidades materiales, ya que en muchas sociedades sus creencias subyacentes también abarcan la obligación de cuidar todos los elementos del mundo natural, ya sean otras criaturas vivientes (flora y fauna) o características físicas y geológicas. Como será evidente, esta preocupación extendida no es simplemente un reconocimiento retórico del significado del “mundo exterior”,

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sino más bien su intrincada e íntima integración en la esencia misma de los seres colectivos, las sociedades que están forjando los nuevos mundos que son los bloques de construcción a los que está dedicado este ensayo3. Para desarrollar este argumento, empiezo contrastando los paradigmas alternativos dentro de las epistemologías eurocéntricas que se emplean actualmente para abordar la relación entre los fenómenos sociales y el planeta. Este análisis emplea un enfoque radical desarrollado por un grupo de académicos en México basado en nuestra colaboración con pueblos indígenas y comunidades rurales para identificar caminos alternativos para enfrentar los múltiples desafíos que enfrenta la humanidad. La economía ecológica (EE) surgió a finales del siglo XX como un campo de investigación transdisciplinario para cerrar la brecha entre las ciencias sociales y naturales, postulando la necesidad de un enfoque pluralista para comprender las complejas interacciones que estaban contribuyendo a las profundas transformaciones planetarias que ahora reconocemos como una crisis ambiental global. Frente al apego generalmente intransigente al marco institucional existente del sistema económico mundial global, surgió un paradigma alternativo “radical” de las tradiciones heredadas y la sabiduría de las comunidades campesinas e indígenas y sus prácticas sociales en evolución para forjar respuestas a la intensificación de las crisis multidimensionales que amenazan su propia existencia. Estos paradigmas contrastantes son notablemente similares a la diferencia que estoy planteando entre la literatura filosófica dominante sobre la “suficiencia” y el compromiso práctico de muchas sociedades “no occidentales” para organizar instituciones inclusivas que no dejen a ningún miembro atrás.

Con estos antecedentes, exploro los fundamentos culturales y filosóficos que dan forma a estas sociedades. Sus actividades generalmente no se entienden o malinterpretan como parte de movimientos sin sentido para detener el avance inexorable del “progreso”, la movilización de los avances tecnológicos para extraer eficientemente la generosidad que la “naturaleza” otorgó a la humanidad para asegurar su “desarrollo”. Nuestro análisis parte del punto de vista de estos actores, la miríada de grupos que se unen en organizaciones cada vez más fuertes. A medida que se asocian entre sí y formulan estrategias para hacer valer sus demandas, se vuelvan inflexibles sobre la necesidad de distanciarse del sistema de estados-nación y la variedad de instituciones que los ha marginado y empobrecido sistemáticamente.

Finalmente, reflexiono sobre la naturaleza de la constelación emergente de alianzas nacionales, regionales e internacionales que están consolidando nuevos sistemas de gobernanza para asegurar su viabilidad y fortalecer a cada uno de sus miembros. En todo el mundo, estas redes ofrecen apoyo mutuo, al tiempo que proporcionan una diversidad de enfoques para enfrentar los problemas prácticos de gobernanza, organización social, diversificación productiva y gestión ambiental que proporcionan los fundamentos para garantizar que el espíritu comunitario pueda contribuir a superar las múltiples crisis que enfrenta la humanidad en la actualidad.

Economía Ecológica: Una excursión histórica y un conflicto de paradigmas

La economía ecológica surgió como un campo transdisciplinario de investigación para construir un puente analítico entre la sociedad y el planeta. La falta de una integración (académica) de las dinámicas sociales y ecoló-

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gicas se hizo lamentablemente evidente cuando el impacto acumulativo de una literatura crítica señaló una crisis multidimensional inminente: la incapacidad del sistema-mundo capitalista para satisfacer las necesidades de una proporción considerable de la población mundial mientras devastaba los ecosistemas del planeta (Arrighi, et al., 1999). Varios académicos activistas produjeron las bases para una nueva ola de literatura crítica, basándose en los gritos de clarín de K. W. Kapp (1963) y K. Boulding (1966), así como en la advertencia anterior de K. Polanyi de que el sistema descansaba sobre un castillo de naipes, tres mercancías ficticias: naturaleza, dinero y trabajo ([1944] 2013). El Club de Roma emitió su folleto Los límites del crecimiento (Meadows et al., 1972) mientras que la “Comisión Brundtland”, más diplomáticamente trató de pintar un camino a seguir en su Nuestro Futuro Común (CMDE, 1987). La Sociedad Internacional de Economía Ecológica surgió en este contexto (1989), reuniendo a académicos que intentaban enfrentar el desafío, contando entre sus primeros participantes a personas que ya advertían sobre la necesidad de alterar drásticamente el sistema productivo para considerar la Segunda Ley de la Termodinámica (Georgescu-Roegen, 1971) y la necesidad de un equilibrio metabólico diferente (Martínez-Alier, 1987).

A los participantes en una larga tradición de análisis de sistemas metabólicos y advertencias de la dinámica destructiva de la dinámica existente de la estructura productiva en evolución, parecía evidente que los expertos reunidos reunirían su destreza analítica combinada para diseñar caminos alternativos para el desarrollo humano y la remediación y protección ambiental. Sin embargo, gran parte de la energía de los miembros de la sociedad se dirigió a utilizar las herramientas cansadas del mercado y dirigir sus esfuerzos a modificar la política pública para proporcionar una cortina de humo para los poderosos intereses corporativos, con la intención de alimentar las crisis cada vez más intensas (Söderbaum, 2015; Spash, 2020a; 2020b). Las medidas provisionales diseñadas para canalizar recursos sociales y ambientales “bien intencionados” para atender los problemas más apremiantes rara vez parecían llegar a los beneficiarios previstos o para proteger los ecosistemas vulnerables. Otra corriente dentro de la organización, consciente del profundo daño social y ambiental que el sistema global estaba causando a los pueblos de todo el mundo, embarcó un ambicioso proyecto para documentar las miles de comunidades amenazadas por el avance de las fuerzas del mercado y las prácticas corruptas; su Atlas de Justicia Ambiental (https://ejatlas.org) está demostrando ser una herramienta valiosa para analistas, políticos y comunidades que intentan controlar estas prácticas (Martínez-Alier, 2021); el impacto acumulativo de este trabajo está mejorando claramente su capacidad para librar luchas más efectivas contra la voracidad de la expansión capitalista.

Un enfoque diferente, que sustenta el análisis de este ensayo, promueve la colaboración con grupos de base – en su mayoría campesinos e indígenas – comprometidos en la implementación de sus propias estrategias de autonomía política y defensa de sus territorios, revelando una dimensión biocultural particular en la interacción sociedad-economía-naturaleza, y, sobre todo, dando lugar a una profunda crítica de la racionalidad económica apoyando el proyecto civilizatorio occidental. Integró las semillas de una alternativa socioambiental a la emergencia climática glo-

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bal. El punto de partida de esta corriente “radical” (Economía Ecológica Radical, identificada como EER en lo que sigue) es el reconocimiento de la heterogeneidad de las sociedades con las que colaboramos (Barkin et al., 2012; Barkin y Fuente C., 2021; Pirgmaier, 2021). No se trata sólo de una multitud de lenguas, etnias o nacionalidades, sino también del contraste con la imagen relativamente homogénea y “simplificó” que la genealogía de las ciencias sociales del mundo del Atlántico Norte produjo en comparación con el variado conjunto que caracteriza a las sociedades del Sur Global. En este mundo, existen profundas diferencias que parten de las diversas cosmogonías y cosmologías de los diferentes grupos, así como de las costumbres, tradiciones, ceremonias y sistemas sociales de reciprocidad y organización colectiva que engendran. Un elemento común entre estas culturas es su apego al territorio, al espacio geográfico que ocupan, un espacio que tiene un significado profundo que trasciende el concepto de propiedad o pertenencia transformada en propiedad (privada) por las sociedades eurodescendientes analizadas por la mayoría de los miembros del ISEE4

Una segunda característica, derivada de la anterior, es la radical diferencia ontológica de lo que en el mundo occidental se conoce (e incomprendido) como “Naturaleza”. Esta dimensión tiene significados tangibles e intangibles, a veces expresados como “la red de la vida” (Moore, 2015) donde todo está relacionado con todo y en la que muchos pueblos no occidentales no hacen una distinción entre el “yo” y el mundo fenoménico, es decir, no establecen una separación entre los seres humanos y otras especies (Harding 1996), ya que, entre muchos pueblos indígenas y afrodescendientes, no solo se consideran parte de ella, sino que son “naturaleza”. Esta profunda diferencia se deriva de una gran diversidad de historias arraigadas en una larga tradición para explicar los orígenes del mundo y las sociedades (Kopenawa y Albert, 2013). El significado de esta reverencia por el planeta es fundamental para el análisis de los diversos temas abordados por la economía ecológica. Implica no solo reconocer la omnipresencia de la relación dialéctica entre las naturalezas humana y no humana de los oikeios o la red de la vida, donde existe “la relación creativa, generadora y multidimensional de las especies y el medio ambiente” (Moore, 2015: 18) y su importancia no solo para determinar nuestras vidas, sino también para la organización de la vida social y sus instituciones.

Tan importante como la relación con el medio ambiente, es el carácter de solidaridad dentro de las comunidades, que abarca la responsabilidad de su propio desempeño colectivo y de su relación con el medio ambiente. En contraste con el mayor individualismo de las sociedades “globalizadas”, como se explora en la siguiente sección, esta solidaridad local facilita la capacidad de los individuos para perseguir sus propios intereses al tiempo que contribuye a la consolidación de las comunidades de las que forman parte; la solidaridad, en este sentido, implica también lazos de reciprocidad entre los miembros de la comunidad. A diferencia de las sociedades globalizadas en las que existen, muchas de estas sociedades gozan de una larga historia y una dinámica comunitaria, a pesar de las fuerzas sociales que las presionaban hacia el individualismo y la asimilación; en algunos casos, los esfuerzos por recuperar este patrimonio derivan de los golpes que sufrieron al tratar de mantener su autonomía o rescatarla después de

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experiencias infelices de seguir el señuelo del desarrollismo de épocas pasadas (Wolf, 1987). Están forjando organizaciones colectivas y dinámicas para la toma de decisiones por consenso que involucran la participación de todos sus miembros, incluidas las mujeres y los jóvenes; la importancia significativa de la presencia de las mujeres se refleja en la floreciente literatura ecofeminista a la que se hará referencia a continuación. Esta democracia participativa o directa permitió la integración de nuevas voces en la formulación de estrategias y programas. De particular interés en este sentido es la historia relativamente larga de los zapatistas en el sur de México (Villoro, 2007; 2015; Esteva, 2021).

Poner en primer plano las cosmologías de las comunidades y sus organizaciones colectivas para la formulación de una EER genera otra perspectiva epistémico-política, centrada en el cuidado y la reproducción de la vida en todas sus dimensiones, más que del capital. Contribuye a una metodología diferente para la realización de investigaciones y la construcción de teoría. En este nuevo marco, identificamos la necesidad ontológica y epistemológica de articular con los miembros de las comunidades en el trabajo de construcción de conocimiento, estructurando el pensamiento de manera diferente y promoviendo nuevas prácticas y formas de acción, ya que sus percepciones, y las de sus organizaciones, son las que guiarán la formulación de preguntas y nos proporcionarán caminos para buscar modelos de análisis y pistas para diseñar estrategias de identificación y solución de problemas socioambientales (Fuente, et al., 2018; Sáenz Boldt et al., 2021). Esta forma indígena de consulta y toma de decisiones consensuadas se basa en un método dialógico y reflexivo conocido entre los pueblos tzeltales como tijwanej que permite a todos participar y consiste en “sacar lo que está en el corazón del otro” (Harvey, 1998: 83). Es un método productivo que proviene de la palabra tijel que significa moverse, y ese es exactamente el objetivo de este modelo reflexivo en el sentido de apelar al otro, de despertar, es decir, de ponerla en movimiento.

Como consecuencia, la EER también transforma nuestra apreciación del carácter de los grupos con los que colaboramos. Sin subestimar su conocimiento, como grupos colectivos, no se incorporan como informantes o depositarios de información, de tradiciones; tampoco, se limitan a contribuir con sus valiosas capacidades a interpretar ciertos fenómenos naturales o a mezclar los ingredientes que producen los remedios, las curas, o las sustancias profilácticas que han servido para enfrentar diferentes “males” que sufren. Es decir, estamos entablando una relación simétrica en la co-construcción de nuevos conocimientos, y en la implementación de estrategias de investigación colaborativa. Sus tradiciones y actividades culturales, así como su integración para enfrentar los desafíos que se presentan, generan otra dinámica que se traduce en un Sujeto Comunitario, una entidad que asume la responsabilidad de proponer, de avanzar con su propia determinación, enfrentando los problemas socioambientales (sociometabólicos) que se presentan y superándolos siempre que sea posible. Entonces, muchos de estos actores se convierten en “sujetos sociales”, entendiendo que tienen que trascender tanto el concepto de individualidad como las instituciones dentro de las cuales han sido constreñidos, forjando nuevos procedimientos para crear nuevos espacios políticos que les permitan una apropiación social de la naturaleza (para proteger y conservar sus territorios) (Barkin y Sánchez, 2019).

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Forjando el Sujeto Comunitario5

Las dinámicas comunitarias ofrecen importantes aportes para avanzar en el proceso de construcción de nuevas configuraciones socio-metabólicas6 que aseguren el equilibrio ambiental, mejoren la calidad de vida colectiva y refuercen la capacidad de autogobierno y el avance de las demandas de autonomía. Entre ellos, hemos identificado tres de suma importancia: 1) en la variedad de cosmologías de los diferentes pueblos está implícita la centralidad de sus diversas organizaciones sociales en contraste con el contrato social que domina las principales culturas del mundo del Atlántico Norte7 ; 2) la posibilidad de que las comunidades de trabajadores, campesinos, indígenas y afrodescendientes generen excedentes significativos a través de la participación de todos sus miembros en las diferentes tareas identificadas por las asambleas y sus líderes, y el compromiso de utilizarlos para proyectos basados en la toma de decisiones colectivas; y 3) la visibilidad práctica y analítica de la perspectiva de las mujeres en las comunidades cuyas luchas abren nuevas ventanas a sus prácticas colectivas, como parte del sujeto comunitario, y sus contribuciones para sostener la vida manteniendo la continuidad de los territorios. Sobre la base de narrativas propias, se han convertido en protagonistas en la defensa de tierras y territorios, participantes activos en el ejercicio de la autonomía, la consolidación de su base productiva, la gestión del territorio y la consolidación de alianzas con otras comunidades. Ahora exploramos estas contribuciones básicas:

1) Una característica común a muchas de estas sociedades es la integración del servicio de los individuos para el bien común, como miembros de la comunidad fortaleciendo la unidad social y política. En este contexto, el servicio se convierte en una dialéctica de un don (Hyde, 2021), en el sentido de consolidar sociedades basadas en la redistribución y la reciprocidad, ya que facilita la plena integración de los miembros, al tiempo que genera vías para que cada uno encuentre formas de contribuir al conjunto. De esta manera, el individuo puede sobresalir, fortaleciendo sus capacidades y siguiendo sus intereses particulares a través de acuerdos establecidos con y por la comunidad, asegurando que su desempeño contribuya a los proyectos comunales, así como a su bienestar. Lo interesante e innovador de estos contratos es su contribución al fortalecimiento de las estructuras institucionales que gobiernan las comunidades tradicionales de todo el mundo, especialmente cuando incorporan una visión posthumanista (Braidotti, 2013) que incluye factores biofísicos en la comunidad abarcando las esferas terrestre y celestial y del inframundo como sugiere Lenkersdorf (1996, 2005, 2008). Esta relación integral con el mundo que los rodea generalmente se deriva de cosmogonías subyacentes profundamente arraigadas en muchas de las culturas de las sociedades con las que estamos colaborando.

La expresión comunitaria del funcionamiento de los pueblos indígenas tiene un enorme significado para nuestra investigación sobre el surgimiento de un ethos colectivo o telos. Se expresan de diferentes maneras en las diversas culturas indígenas, pero una característica común es la búsqueda de mecanismos para consolidar una capacidad de gobernanza colectiva aceptada por todos sus miembros, un proceso que difiere pro-

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fundamente de su contraparte en la esfera eurocéntrica. Quizás la forma más clara de caracterizar esta diferencia es el contraste entre las instituciones representativas y participativas que predominan en cada uno de estos “mundos”. Este ethos colectivo es el punto de entrada para que la comunidad evite el dilema de las personas que se quedan sin él: el flagelo de la privación que subyace a la necesidad de una discusión sobre la “suficiencia”.8

2) La posibilidad de generar y distribuir excedentes está directamente relacionada con la de la organización comunal. Comienza con la profunda corriente de reciprocidad imbuida en las relaciones sociales, característica que trasciende cualquier sistema contable, generando nuevas economías de don y formas de redistribución que son incomprensibles en el “sistema mundial” capitalista9. Reforzando estos elementos está el carácter social de la incorporación de miembros de la comunidad para llevar a cabo tareas y responsabilidades comunitarias. Entre la mayoría de los pueblos tradicionales, hay tareas y funciones que se tienen que cumplir de manera regular, muchas de las cuales no pueden ser remuneradas. Su asignación depende de los procesos consuetudinarios, a menudo llevados a cabo dentro de los órganos de participación, como la Asamblea o sus comités.

El carácter social de la movilización comunitaria requiere compromisos variables de quienes están involucrados. En todas las comunidades existen tareas esenciales a asumir, generalmente reconocidas, para el mantenimiento o mejoramiento de infraestructuras o ecosistemas construidos; en estos casos, es común observar las formas de participación generalizada a través de mecanismos que toman el nombre de tequio, mano vuelta, faena o minga, entre otros, dependiendo de la región. En estos procesos también se observa la participación activa de niños, jóvenes y ancianos en actividades adecuadas a su edad y género10.

También participan en otras actividades que producen y movilizan excedentes que no son evidentes en las economías de mercado. Algunos tienen una importancia simbólica, contribuyendo a enriquecer los patrimonios culturales y tradicionales, involucrando celebraciones que fortalecen los lazos sociales y políticos para la vida comunitaria. En ciertas ocasiones, se requieren mayores recursos materiales y monetarios que sirvan para limitar la acumulación de grandes riquezas entre los miembros de la comunidad (Scott, 1985). En otros casos, la asignación de responsabilidades administrativas, políticas o técnicas refleja las capacidades demostradas de los seleccionados; en varios casos, la rotación de estos puestos también corresponde a estrategias deliberadas para minimizar las ambiciones individuales y capacitar a nuevos cuadros, reflejando ideas para promover una mayor igualdad en la organización. Esta práctica es esencial para mantener y fortalecer los servicios colectivos, como la educación y la salud, y garantizar la conservación ambiental de sus territorios. El compromiso de promover sistemas deliberados para garantizar prácticas igualitarias es una preocupación a menudo mencionada dentro de estas comunidades, que refleja sus prácticas culturales y las largas historias de abuso en las sociedades de las que están tratando de distanciarse.

En este sentido, el Sujeto Comunitario ofrece un marco analítico y una metodología para acompañar estos procesos colectivos. Implica potenciar la voluntad y la solidaridad de sus miembros para generar excedentes, per-

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mitiéndoles consolidar sus propios proyectos en la construcción de sociedades poscapitalistas. No se trata de idear nuevas utopías, sino de forjar alianzas “antisistémicas” con otras comunidades igualmente comprometidas y tener la fuerza para avanzar ante las considerables presiones que los gobiernos de sus países están ejerciendo para integrarlos en el mercado mundial (Arrighi et al., 1999).

3) La EER nace de nuestra interacción con las comunidades arraigadas en sus territorios, pero se profundizó con la transformación de las relaciones sociales dentro de ellas. Fuimos testigos y participamos en el surgimiento de una fuerza renovada del feminismo “ecoterritorial” que defiende no solo los espacios geográficos sino también los personales, abriendo un nuevo diálogo que confronta la geocultura dominante y propone paradigmas y epistemologías relacionales desde una perspectiva interseccional donde la ética del cuidado y la sostenibilidad de la vida están en el centro. Esto es crucial: en la cuestión de la suficiencia, la cuestión de la calidad de vida es primordial, y el papel de las personas dejadas al margen por el mercado en la prestación de este apoyo ofrece un sustituto significativo de los productos básicos.

En este sentido, es esencial reflexionar sobre la transición observada en todo el Sur Global: el declive de la dominación patriarcal como resultado del reconocimiento de las contribuciones significativas que las mujeres desempeñaron históricamente y el liderazgo que están ejerciendo en la actualidad. Esto fue expresado sucintamente en una reunión con líderes de varias comunidades indígenas en un análisis de la contribución de las mujeres zapatistas:

[…] el patriarcado va mucho más allá de la explotación de las mujeres; explica la destrucción sistemática de la naturaleza. Por el contrario, el matriarcado no se define por el predominio de las mujeres sobre los hombres, sino por una concepción de la vida completamente diferente, no basada en la dominación y las jerarquías, y respetuosa del tejido relacional de toda la vida. Es por eso que, para todas las culturas, se puede decir que “en el principio, estaba la madre” (en última instancia, la Madre Tierra), es decir, la relación, como termina siendo el caso hoy en día para muchos pueblos indígenas, que conservan una gama de prácticas matriarcales (Von Werhlof, 2015).

En el proceso de adaptación a esta importante transformación social, el Sujeto Comunitario se fortalece al reconocer la situación cambiante de las mujeres, reconociendo las subjetividades no mercantiles que son vitales en el marco de la actual devastación ecológica y social. Al incorporar explícitamente a las mujeres, junto con los jóvenes y los ancianos en un diálogo intergeneracional, estas sociedades están fortaleciendo su valioso patrimonio de la dialéctica de la reciprocidad y el don, reconociendo las dimensiones no económicas de las relaciones entre los miembros y con los otros seres vivos de su entorno “mapeando los cuerpos-territorios, en busca de las formas de curación y resiliencia, en diálogo con los saberes locales y ancestrales” (Svampa, 2021: 9).

Esta capacidad evolutiva de las mujeres dentro de sus comunidades para afirmar su importancia y la necesidad de cambiar los comportamientos del pasado que las violan y las hacen vulnerables, está obligando a las comunidades a reconocer la importancia de cada miembro. Este proceso no ha sido fácil y continúa enfrentando a las mujeres y ciertos grupos

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de líderes contra sus propios familiares y los poderes incrustados en muchas áreas. En el contexto del presente ensayo, destaca la importancia de abordar los desafíos de la “suficiencia” con las instituciones extramercado, evitando así los problemas destacados en la literatura convencional (por ejemplo, Casal, 2007; Huseby, 2020).

Esta nueva dinámica está surgiendo de las demandas de muchas comunidades en otras áreas. La renovada conciencia del significado de sus cosmovisiones y cosmogonías pone de relieve la enorme contribución de las mujeres como guardianas de gran parte de los conocimientos tradicionales, de las formas en que se relacionan con sus entornos y de las posibilidades de mantenerse sanas y unidas. En los asuntos políticos, la herencia del machismo contribuyó a menospreciar la contribución material de las mujeres, tanto en términos de su papel en la reproducción de la vida familiar y comunitaria, como en las diversas actividades sociales y productivas tradicionales en las que son líderes.

Con la consolidación de estas dinámicas sociales, están surgiendo nuevos caminos para generar y distribuir excedentes. A medida que esto se convierte en un tema de discusión abierta, es sorprendente para muchos darse cuenta de cómo el trabajo diario de las mujeres, y la incorporación de los jóvenes y los ancianos, ha facilitado una movilización mucho más efectiva de la comunidad en su conjunto para las tareas colectivas y la organización de actividades productivas tradicionales y nuevas11.

Pero este reconocimiento y aceptación de la necesidad de equidad tiene otros efectos en la vida cotidiana de la comunidad. La ampliación del campo de análisis para integrar la visión ecoterritorial feminista facilita las tareas metodológicas y teóricas de “descolonización” tan esenciales para profundizar en el ethos comunitario (Smith, 2021; Escobar, 2020; Mignolo, 2008; Millán Moncayo, 2011). La propia acción y subjetividad del Sujeto Comunitario obliga a una reconsideración de las formas en que interactuamos con las instituciones que tratan de condicionar las reglas de organización social y política y las formas en que construimos alianzas y participamos en los espacios de intercambio. Esta descolonización requiere cambios profundos con respecto a las formas en que colaboramos con el Sujeto Comunitario (Fuente et al., 2018) y posiblemente nuevas direcciones para la agenda académica de investigadores comprometidos. Aceptar la necesidad de una visión feminista es el resultado del protagonismo de los feminismos ecoterritoriales en la defensa efectiva de los bienes comunales y una importante fuerza de resistencia contra el extractivismo, que si bien al inicio de las reformas de ajuste estructural en los años noventa fue liderado por movimientos indígenas en América Latina, ahora es impulsado por mujeres que entienden que la violencia patriarcal a sus cuerpos, es análogo a lo que la violencia extractivista hace a los territorios. Sin embargo, la inclusión de la perspectiva feminista no se limita a reconocer un número limitado de derechos, sino a reconocer una epistemología relacional que requiere, entre otras cosas, descolonizar y despatriarcalizar las interacciones entre economía, sociedad y naturaleza. También subraya la obligación del investigador de reflexionar sobre las estructuras de las relaciones personales, académicas y laborales, de la misma manera que está promoviendo nuevas dinámicas dentro de las sociedades campesinas e indígenas.

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Esta visión se tradujo en acción en 2011, en Cherán, Michoacán, cuando un grupo de mujeres y jóvenes se organizaron para detener la tala ilegal y el tráfico de drogas en sus bosques, recuperando las tradiciones y el idioma indígena. En la década siguiente, la comunidad se reorganizó, creando una estructura de autogobierno y empresa local que fue reconocida por el Estado que ahora está obligado a transferir los ingresos fiscales para la administración local (Gasparello, 2018; Gasparello y Quintana, 2018). Por supuesto, como consecuencia, la calidad de vida ha mejorado dramáticamente, ilustrando el principio básico de este artículo.

En resumen, uno de los aportes más relevantes de los feminismos ecoterritoriales latinoamericanos es la necesidad de tomar en serio el cambio y desplazamiento del binomio centro/periferia porque (contra todas las predicciones) las ciudades que agrupan el poder económico y político del norte global ya no son el centro del mundo; en cambio, son las masas forestales del planeta las que en el contexto del cambio climático juegan un papel estratégico en la captura de carbono, y por lo tanto, son donde está en juego el futuro de la humanidad, en un desafío cada vez más claro entre el capital o la vida. Del mismo modo, son los pequeños productores de alimentos, concentrados en el Sur Global, los principales productores de alimentos para el consumo humano, contrariamente a las exageradas afirmaciones de las corporaciones agroindustriales internacionales; generalmente se acepta que nutren a alrededor del 70% de las personas con menos de un tercio de la tierra (Grain, 2022). No es de extrañar que el Antropoceno marque un antes y un después en la historia de la humanidad, y que las mujeres, los campesinos, los afrodescendientes y los pueblos indígenas sean las principales víctimas del cambio social o ambiental; es en el mismo proceso que se han convertido en los principales protagonistas en la defensa de los bienes comunes y en subrayar su importancia para la sostenibilidad de la red de la vida.

Adicionalmente, el feminismo ha insistido en deconstruir el binomio identidad/alteridad para pensar la diferencia de una manera diferente (Lugones, 2015), posthumana e interseccional, para problematizar tanto la cosmogonía masculina que feminiza territorios como espacios “vírgenes” que deben ser conquistados, colonizados y explotados en nombre de la mitología del progreso y la modernización (Brum, 2021). En cualquier caso, debemos cuestionar y desmontar la identidad político-racial blanca que subalternizó a la población mundial en criterios de raza, clase, género para ajustarlos a los objetivos de extracción de valor y acumulación de capital (Tornel, 2022). Si lo anterior es válido, entonces la crítica de Aguilera Klink (2021) a la hegemonía anglosajona de la economía ecológica se vuelve todavía más mordaz: propone reconocer la importancia de las contribuciones teóricas desde abajo que provienen del Sur Global, particularmente de África, Asia y, sobre todo, de América Latina. Finalmente, en la perspectiva de comprender y fortalecer el Ethos Comunitario, propongo, a la manera de Iván Illich, no hacer una ciencia para las personas, sino una ciencia hecha por las personas (2008: 112). En este caso, lo que se necesita no es sólo una perspectiva metodológica pluralista sino intercultural, que vaya más allá del diálogo puro de los sistemas de conocimiento, haciendo evidente el poder de los sistemas de conocimiento subyugados y desplazados de los pueblos indígenas y afrodescendientes y

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los feminismos ecoterritoriales para proponer un diálogo epistémico intercultural, en la medida en que responda a esta construcción desde abajo de los procesos de transformación de las estructuras de dominación, ya sea cultural (epistémico), económico o político, ya que este conocimiento subalterno es un recurso clave para la agenda de una investigación que descoloniza las relaciones de poder-conocimiento entre sectores hegemónicos y subalternos. Esta interculturalidad crítica constituye ya un desprendimiento eurocéntrico y una estrategia para trascenderla (Robert y Rahnema, 2011; Estermann, 2010; Millán Moncayo, 2014).

Consolidando un ethos comunitario: La milpa como metáfora

El ethos comunitario es una amalgama compleja de cosmología, tradición, historia, organización política y gestión ambiental que está permitiendo a muchas comunidades forjar las sociedades poscapitalistas que las están empoderando para enfrentar constructivamente las múltiples crisis que enfrenta la humanidad en este período histórico. Este ethos crea un marco para comprender la relación de la sociedad con la naturaleza y del individuo con la comunidad. Como se señaló anteriormente (véase la nota 3), el ethos adopta muchas formas diferentes, dependiendo de la historia y el contexto de cada sociedad. La comunalidad es una de esas formulaciones que surgió de la experiencia de los pueblos del estado mexicano de Oaxaca (Díaz, 2007; Martínez Luna, 2010).

Esta versión oaxaqueña aborda el tema de las relaciones dentro de la sociedad y con el planeta de maneras similares a la visión dominante del “buen vivir” en el área andina, el Sumak Kawsay (Huanacuni Mamani, 2010; Hidalgo-Capitán et al., 2014). En palabras de uno de los formuladores, es un desafío a los poderes dominantes: Martínez Luna lo expresó claramente en diálogo con Noam Chomsky: “comunalidad es la noción epistemológica que sostiene un proceso civilizatorio ancestral, nuevo y propio”, la herencia de miles de años, sin dejar de ser nueva porque siempre se está renovando, es decir, un proceso dinámico, capaz de detener la individualización enfermiza del conocimiento, el poder y la cultura (Meyer, et al., 2011: 175). A diferencia de la comunidad, la comunalidad integra cuatro elementos sustantivos: territorio, autoridad o poder, trabajo y goce o celebración, mientras que los valores que la articulan son el respeto, la justicia social y la reciprocidad.

Quizás una de las formas más vívidas de ilustrar este concepto y su relevancia para explicar cómo contribuye a avanzar en este proceso civilizatorio es la tecnología agroecológica “revolucionaria” desarrollada por los pueblos precolombinos hace más de ocho milenios, una tecnología que domina el campo mexicano aún hoy. El maíz no es un grano natural; fue creado por la experimentación agronómica a lo largo de muchas generaciones a partir de una planta nativa, el teosinte, por mesoamericanos. Ahora uno de los granos más importantes del mundo para el consumo humano y animal, esta notable historia solo relata parte de su importancia. Durante esos siglos, estos pueblos avanzaron aún más, creando un complejo sistema agrícola, la milpa, ahora ampliamente reconocida como una de las innovaciones agronómicas más notables de las primeras civilizaciones, anterior al surgimiento de las “civilizaciones” de Europa occidental.

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La milpa es una maravilla pluricultural12 (ver Figura 1: La Milpa Mesoamericana Tradicional). El genio de los primeros agrónomos y agricultores se hizo evidente cuando decidieron sembrar el maíz junto con los frijoles, un avance científico muy significativo. Hoy en día, sabemos que el frijol es una leguminosa que extrae nitrógeno del aire, lo transfiere a través de sus raíces, actuando como fertilizante para nutrir el maíz a través del sistema de rizomas: las redes subterráneas de raíces que interactúan y con las que los frijoles y el maíz se intercomunican. Por lo tanto, el nitrógeno que el frijol transporta al suelo alimenta a la planta y ayuda al maíz a prosperar. También encontraron que sería muy bueno plantar calabaza para proteger el suelo, generando así una cubierta vegetal para evitar que la tierra se seque; este proceso de experimentación agronómica incluyó aprovechar la flor de calabaza, como manjar alimenticio, diversificando su dieta, incluso antes de los tiempos de cosecha; a esta cornucopia emergente, ¡agregaron muchas variedades de chiles que agregan tanto sabor a la vida! También descubrieron el valor de la amplia variedad de “quelites” que surgieron en los campos de maíz, sabrosas verduras de hoja verde con importantes beneficios nutricionales. Finalmente, descubrieron el deleite culinario de un hongo que apareció en algunas mazorcas de maíz, el huitlacoche, un manjar particularmente apreciado en la “nouvelle cuisine mexicain”13. La extraordinaria invención de la milpa se basó en una continua y ardua colaboración científica de los pueblos mesoamericanos, ilustrativa de una visión cósmica, una relación especial entre la naturaleza y la sociedad que surgió del tejido mismo de sus sociedades14.

Gráfico 1. La millpa mexicana

Fuente. víaorganica.org

La milpa ofrece una forma diferente de pensar sobre la dinámica de la naturaleza y la sociedad, o como dice Martínez Luna: “La separación entre la naturaleza y la sociedad es la lógica del poder” (2022: 1). En esta descripción de la aparición de la milpa y su significado para el bienestar de los pueblos, no podemos insistir lo suficiente en la importancia del con-

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cepto de rizomas: los rizomas subterráneos en la naturaleza, invisibles a simple vista, pero esenciales para el bienestar de las múltiples formas de vida en la superficie. Lo que es extraordinario es la capacidad de estos pueblos en la antigüedad para darse cuenta de su existencia, su significado y las formas de fomentar su proliferación. Sin embargo, esta percepción y comprensión de los rizomas también se extendió a sus propias vidas, ya que existe amplia evidencia de que hicieron todo lo posible para generar y “densificar” los rizomas sociales, las redes políticas y comerciales que impulsaron una gran diversificación en las diversas actividades productivas, ceremoniales y culturales de las cuales solo unos pocos han sobrevivido hoy en día. La importancia de estas organizaciones cooperativas dentro de las comunidades es un factor significativo que se refleja en la forma en que la sociedad ha aprendido de la naturaleza; un contraste sorprendente con las dinámicas competitivas e individualistas promovidas por la sociedad en el mundo “globalizado”15.

De diferentes maneras, y una variedad de manifestaciones, observamos en esta historia de la milpa algo de las bases éticas fundamentales de la comunalidad: respeto, justicia social y reciprocidad. Son el punto de partida desde el que muchos pueblos están rechazando la metodología individualista y el dominio del mercado, con el efecto transformador en todos los aspectos de la vida, todo lo que no está destinado al mercado, en externalidades positivas o negativas. Esta historia puede contribuir a nuestra comprensión de la diferencia entre el enfoque de una “ética de suficiencia” en la literatura eurocéntrica y el ofrecido en este ensayo.

Fortaleciendo la tradición a través de la innovación: Recuperando metabolismos sociales sostenibles

Recuperar un metabolismo social sostenible es fundamental para fortalecer las comunidades. Forjar un metabolismo social sostenible plantea el desafío de reducir las demandas de la naturaleza para mantener la calidad de vida en las comunidades al tiempo que se minimiza su carga sobre el planeta. Generar planes de bienestar local no es suficiente; encontramos que muchas de las estrategias heredadas y actualizadas para la producción, la atención social y la gestión ambiental en las comunidades ofrecen soluciones para la organización que aseguran enfoques más equilibrados de sus impactos ambientales y son menos costosos de implementar. Es el caso de la producción rural a pequeña escala, mejorando los sistemas tradicionales en la milpa, por ejemplo, mediante la aplicación de experiencias agroecológicas, transmitidas en las escuelas campesinas a campesinas que se han convocado en México y en otros lugares; este es un excelente ejemplo de la densificación de las redes organizacionales, los rizomas sociales mencionados en la sección anterior (Mata García, 2013; López Valentín et al., 2020).

En nuestro trabajo, a lo largo de treinta años acuñamos un lema para definir cómo la universidad puede colaborar en este proceso de las comunidades: Fortaleciendo la Tradición Innovando. Este enfoque refleja un elemento extremadamente importante en nuestras relaciones con las comunidades: el reconocimiento de su dinamismo y la importancia de su capacidad para experimentar, evaluar e innovar, cuando se trata de encontrar nuevas formas de resolver problemas o mejorar sus condiciones. En este sentido,

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Eric Wolf fue enfático en insistir en que, para asegurar su continuidad, las comunidades tienen que modificar la tradición a condiciones cambiantes, si quisieran mantenerse fuertes (1987); es decir, la supervivencia de las sociedades tradicionales depende de su resiliencia (Fuente, 2012; Boege Schmidt, 2021). Esta característica sigue siendo fundamental en nuestra labor universitaria y, por ello, nos preguntamos: ¿Cómo puede la investigación universitaria colaborar, integrar y complementar el trabajo y las inquietudes de las comunidades, tanto en lo que respecta a las actividades productivas como en materia organizativa, social y política?

Dos ejemplos de este enfoque de la innovación en nuestras relaciones con las comunidades son ilustrativos. En un proyecto comenzamos colaborando con un médico de la universidad estatal cuya investigación pionera estableció que los aguacates –una importante fruta local– son una fuente de ácidos grasos beneficiosos para la población humana, reduciendo la concentración de colesterol de alta densidad en la sangre (contrariamente a los supuestos previos de la comunidad médica). Combinando este resultado con la investigación entre las comunidades purépechas (el grupo indígena local), propusimos un proyecto para producir “carne de puerco lite” en parcelas de patio trasero administradas por mujeres. Se organizaron para comercializar la carne a la población urbana cercana con una prima monetaria sustancial, beneficiando directamente a la economía local y empoderando a las participantes (Barkin et al, 2003).

Otro ejemplo refleja un problema extremadamente grave en todo el país (y el mundo): el desequilibrio progresivo entre la disponibilidad de agua y la creciente demanda. En la Sierra Juárez de Oaxaca, la sobrecarga en los manantiales naturales causó alarma en una comunidad zapoteca, que pidió nuestra colaboración para diagnosticar la situación; desde el principio, rechazaron la solución de la Comisión Estatal del Agua de traer el líquido de otra fuente, ya que esto afectaría el bienestar de otras comunidades. Inicialmente, se dieron cuenta de que su patrón de explotación del bosque era parte del problema, lo que exigía un plan de gestión a largo plazo para restaurar los acuíferos subterráneos. Pero, también era necesario reducir el consumo a corto plazo; la asamblea comunitaria fue informada de la situación, con una propuesta de solución radical por parte del comité local de agua: reemplazar los grifos domésticos por hidrantes de barrio (a un máximo de 25 m. de cada casa) para que las familias pudieran supervisar cuidadosamente y reducir su consumo; también propuso sustituir los excusados “ingleses” (W.C.) de las casas por unidades de compostaje que serían mantenidas por un colectivo comunitario para garantizar la higiene; como era de esperar, estas propuestas provocaron una discusión considerable, pero después de un largo debate, fueron aprobadas e implementadas con trabajo colectivo16 (Fuente et al., 2019)17

Con estos principios, la comunalidad confronta necesariamente a los actores colectivos con el enfoque “individualista” dominante en nuestra sociedad. La obligación de comunicar, de dialogar desde esta visión, similar al principio del buen vivir andino (Sumak Kawsay) (Huanacuni Mamani, 2010), y cosmologías similares entre los pueblos de Panamá (Kuna) (Bley Folly, 2020), los amazónicos que intentan defender sus bosques contra la invasión de compañías petroleras, ganaderas, mineros y muchas otras empresas corporativas. Este patrimonio de culturas antiguas gene-

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ralmente incorpora una Asamblea colectiva como institución para tomar decisiones; en los últimos años esto ha resultado en una transformación dramática dentro de las comunidades, creando nuevos roles para las mujeres, un reconocimiento de que el patriarcado y el machismo estaban limitando las oportunidades para toda la comunidad. Existe un nuevo reconocimiento a la superación de este legado desde diferentes contextos históricos y relaciones sociales, creando condiciones para la igualdad en la participación, donde se reconozcan los aportes productivos de las mujeres junto con un papel significativo en el proceso político y social (Millán Moncayo, 2014; Mora, 2018).

Forjar alianzas nacionales e internacionales para apoyar el Sujeto Comunitario

Los esfuerzos concertados de las comunidades de todo el mundo para exigir su autonomía, fortalecer sus identidades locales y forjar las instituciones necesarias para permitirles gobernar de manera responsable, no ocurrieron en el vacío. Durante el último medio siglo, se han estado organizando para superar la larga historia de opresión y discriminación, exigiendo su reconocimiento como grupos con identidades y capacidades propias para gobernarse a sí mismos y proteger los territorios que heredaron o a los que han sido relegados por la expansión de los sistemas coloniales y capitalistas (Barkin y Sánchez 2019). Para construir “un mundo de muchos mundos” (de la Cadena y Blaser, 2018), están implementando nuevas estrategias de gestión social, productiva y territorial para enfrentar los efectos de las crisis económicas, sociales y ambientales que desafían a la humanidad actualmente. Este enfoque no es una ocurrencia ideológica o política de un nuevo grupo político emergente, sino más bien el resultado lógico de una “cosmopolítica” profundamente arraigada “que rechaza la política como una categoría universal y permite que las prácticas científicas modernas coexistan pacíficamente con otras formas de conocimiento” (Stengers, 2014); como Stengers acuñó el concepto, refleja la variedad de métodos para organizar la vida dentro y entre las comunidades, así como las diferentes tácticas al negociar con los “poderes” dentro de los estados-nación de los que forman parte. Estas alternativas tienen sus raíces en las historias vibrantes y diversas de los pueblos del Sur Global que participan activamente en luchas interconectadas por una transición ecosocial frente a las profundas emergencias sociales y ambientales que enfrenta la humanidad hoy en día.

En este análisis sugiero que el Sujeto Comunitario se está consolidando y expandiendo. Esto implica todas las formas de lucha: ideológica, social, política e incluso económica. Pero también abarca la proliferación de muchas organizaciones que están apoyando y ampliando las alianzas entre las comunidades y con sectores simpatizantes de la sociedad mexicana; entre las organizaciones que siguen desempeñando un papel significativo en este sentido se encuentran: REMA, Red Mexicana de Afectados por la Minería; CMSS, Consejo Mexicana por la Silvicultura Sustentable; COMDA, Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho del Agua; MAPDER, Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos; y CNI, Congreso Nacional Indígena. Aunque algunas de estas coaliciones implican importantes vínculos con organizaciones profesio-

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nales y sociales comprometidas con el acompañamiento de las comunidades, su fuerza y vitalidad dependen de una comprensión y compromiso con la necesidad de crear estructuras paralelas que puedan apoyar las actividades de cada uno de los participantes.

Las dinámicas poscoloniales y antisistémicas en México analizadas en este texto se están integrando cada vez más en redes y alianzas globales que están fortaleciendo a cada uno de los actores individuales. Tres de estas redes se describen a continuación. La organización social más grande del mundo es La Vía Campesina, formada en 1993, ahora incluye 182 organizaciones locales y nacionales de 81 países, con una membresía combinada de más de 220 millones de pequeños productores de alimentos (https:// laviacampesina.org). Opera más de 70 escuelas y procesos de formación basados en la educación popular, que es un método y un enfoque que plantea la ampliación de la agroecología a nivel territorial y el fortalecimiento de la soberanía alimentaria de los pueblos. Además de estas actividades productivas, desempeña un papel importante en el apoyo a las luchas locales contra el acaparamiento de tierras y otras incursiones de capital nacional e internacional.

Territorios de la Vida es un consorcio global creado formalmente en 2010 para apoyar a “los pueblos indígenas y las comunidades locales que gobiernan y conservan sus tierras, aguas y territorios. Su membresía en más de 80 países está llevando a cabo acciones colectivas a nivel local, nacional, regional e internacional a través de varias corrientes temáticas, incluida la documentación, el mantenimiento y la defensa de los territorios de la vida, así como las relaciones juveniles e intergeneracionales” (https:// report.territoriesoflife.org/). Proporciona un foro para el intercambio de experiencias, talleres de capacitación y acción colectiva para garantizar sus derechos humanos, y en particular sus derechos a sistemas de gobernanza autodeterminados, culturas y tierras y territorios colectivos.

El Tapiz Global de Alternativas está creando redes de solidaridad y alianzas estratégicas entre una inmensa variedad de alternativas radicales a los regímenes dominantes en cada uno de sus países. Se ubica en grupos o ayuda a iniciar interacciones entre alternativas. Opera a través de estructuras variadas y ligeras, definidas en cada espacio, que son horizontales, democráticas, inclusivas y no centralizadas, utilizando diversos idiomas locales y otras formas de comunicación. La iniciativa no tiene estructura central ni mecanismos de control. Se extiende paso a paso como un conjunto complejo y en constante expansión de tapices, entrelazados por redes comunales o colectivas, basándose en alternativas a los regímenes dominantes (https://globaltapestryofalternatives.org/weavers). Promueve o se une a encuentros regionales, nacionales y globales, cuando las condiciones lo permiten, así como vínculos estrechos y sinérgicos con organizaciones existentes, como el Foro Social Mundial.

Estas alianzas nacionales y globales están difundiendo el ethos comunitario, ofreciendo mecanismos alternativos para permanecer al margen e incluso contrarrestar las profundas crisis ocasionadas por el sistema capitalista. Están creando nuevas sociedades, dando forma a las herramientas para la convivencia que Ivan Illich (1973) previó como necesarias para superar los efectos deshumanizadores de la globalización. Gustavo Esteva (2019) anticipó tales desarrollos mientras acompañaba a muchas de estas

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sociedades en sus viajes, evitando los desechos esparcidos a su alrededor; consagró su práctica continua de promover un “diálogo inter-epistémico entre viveres” para fortalecer este espíritu comunitario en la Universidad de la Tierra18

Conclusión

Una ética de la suficiencia plantea un desafío importante para las sociedades del Sur Global comprometidas con la “desvinculación” del sistema mundial dominante (Wallerstein, 1974). La literatura dominante está involucrada en un laborioso debate sobre cómo definir “suficiente” y si los criterios deben establecerse desde abajo o desde arriba. En cualquier caso, parece evidente que el sistema capitalista actual no estaría dispuesto a desprenderse de los recursos suficientes para atender incluso las necesidades más precarias de los necesitados del mundo. Además, es extraordinario que, en casi todos los países, incluso en los más ricos, haya masas considerables de personas que viven por debajo de los estándares mínimos de existencia que cada una de las políticas se establece para sí misma. En contraste, este ensayo aborda el problema desde un punto de vista claramente diferente. Sugiero que la miríada de sociedades con fuertes tradiciones para administrarse a sí mismas, reforzadas por cosmologías propias y un compromiso con la organización comunitaria, de hecho, están avanzando hacia los objetivos establecidos en la discusión de la “suficiencia”. Generalmente están implementando estrategias de producción autosuficiente de alimentos, como parte de un plan para fortalecer su autonomía, en colaboración con aliados que comparten los mismos objetivos. Igual de importantes, sin embargo, son las dinámicas sociales que se están institucionalizando.

En una región de México, este proceso significativo se llama “comunalidad”. Desarrollado a partir de la práctica de los grupos étnicos zapoteca y mixe, implica un enfoque multidimensional para atender la variedad de tareas sociales, políticas, económicas y ambientales que las sociedades establecen para sí mismas. De esta manera, su sistema de gestión comunal está obligado a considerar las complejas interacciones entre las diversas actividades en las que están involucrados. Recientemente, se ha introducido un nuevo elemento en el proceso: el pleno reconocimiento de las contribuciones que las mujeres han ido añadiendo a los esfuerzos colectivos, así como su capacidad única para hacer frente de manera constructiva a muchos de los obstáculos que han preocupado a sus comunidades en el pasado; al reconocer este factor, las comunidades han podido apreciar la importancia de su capacidad para generar excedentes que están fortaleciendo su tejido social y facilitando otras tareas.

Esta formulación, así como otras similares desarrolladas en otras sociedades mencionadas en este artículo (ver nota 3), aborda directamente el problema en cuestión: el espíritu de suficiencia. Aunque pocos de los pueblos incluidos en el análisis pueden considerarse igualitarios, nuestras colaboraciones en estas comunidades reflejan claramente su compromiso social para asegurar que todos los miembros estén provistos de una buena calidad de vida, sobre la base de estándares establecidos localmente. Esto es particularmente evidente en la atención prestada a la educación: en los casos particulares mencionados en el texto, cada una de las sociedades ha

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dedicado un esfuerzo considerable a garantizar que están proporcionando efectivamente los medios para que sus jóvenes aprendan las costumbres y habilidades que son necesarias para que puedan participar plenamente en la sociedad y contribuir a su desarrollo futuro.

También es evidente que se preocupan por la administración adecuada de sus territorios. Esto implica no solo desarrollar instituciones para enfrentar contingencias, sino también modificar sus organizaciones sociales y patrones de vida para ajustarlos a las posibilidades que brindan sus entornos; esta atención al metabolismo social se ha convertido en un tema de creciente atención en los últimos años, como ilustra el ejemplo mencionado en el texto.

En resumen, la noción de un ethos de suficiencia en este análisis no es simplemente una cuestión de proporcionar una canasta mínima de productos básicos. El Sujeto Comunitario discutido en este artículo se convierte en Revolucionario en el proceso de consolidación de las sociedades poscapitalistas que están construyendo. Pasar de desvincularse del mercado mundial a conformar estructuras sociales cada vez más complejas para atender eficazmente las necesidades de sus miembros y sus territorios, implica un proceso social que consolida progresivamente su capacidad para asegurar un ethos de suficiencia.

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Notas

1. Artículo publicado en un número especial sobre “De una Ética de la Suficiencia a su Política y Práctica en el Capitalismo Tardío” en una sección especial sobre “Consumo Sustentable” en la revista Frontiers in Sustainability, julio de 2022. Este artículo no hubiera sido posible sin la generosa participación de personas de muchas comunidades de toda América Latina, y especialmente de México, que han colaborado pacientemente en la integración de sus entendimientos de las muchas formas en que sus (nuevos/ viejos) mundos están forjando la nueva sociedad global que requerimos para superar las crisis generadas por el sistema mundial dominante. Aunque firmo este ensayo como un solo autor, el proceso de colaboración involucrado con nuestro grupo central de “Economía Ecológica Radical” y estas comunidades produjo las contribuciones conceptuales y epistemológicas en las que se basa el texto. También estoy agradecido a Manu Mathai por haberme animado a escribir este ensayo y a Wolfgang Sachs, cuya camaradería a lo largo de los años me llevó a esta reflexión crítica.

2. Rosa Luxemburgo (1913) revisó la caracterización temprana de Marx de la “acumulación primitiva”, afirmando que es un proceso continuo que no cesará hasta que no haya más tierras (recursos) o “trabajadores libres” que se sometan a la expansión capitalista, es decir, la extensión de la relación social controlada por los propietarios de los medios de producción (Perelman, 2000). David Harvey amplió recientemente este análisis, calificándolo de “acumulación por desposesión” (2004).

3. Esta unidad de la sociedad y la naturaleza fue una afirmación controvertida en la erudición occidental cuando fue propuesta por el antropólogo francés, Descola (2012). Las comunidades indígenas de todo el mundo han sido durante mucho tiempo vociferantes y elocuentes al afirmar sus interrelaciones íntimas con el planeta y todas sus partes componentes. La posterior proliferación de literatura que promueve esta perspectiva es testimonio del equilibrio cambiante de sensibilidades en esta materia; véase, por ejemplo, Danowski y Viveiros de Castro (2014), de la Cadena y Blaser (2018) y Esteva (2019) para ejemplos conmovedores.

4. Aunque este no es el lugar para explorar la riqueza de estas diferentes tradiciones y patrimonios, tal vez valdría la pena mencionar algunos: el Sumak Kawsay o Buen Vivir del mundo andino (Huanacuni Mamani, 2010); el comunalidad de la Sierra Norte de Oaxaca, México (Martínez Luna, 2010; Meyer, et al., 2011; Escobar, 2020); Lekil Kuxlejal en tierras zapatistas de México (Paoli, 2003; Mora, 2018); Sudafricano Ubuntu (Terblanché-Greef, 2019; Mugumbate y Chereni, 2020); Swaraj del pensamiento de Gandhi (Kothari et al., 2014).

5. Utilizo la forma singular a lo largo de este artículo para enfatizar la naturaleza colectiva de los participantes que se reúnen en cada comunidad para llevar a cabo sus proyectos. De ninguna manera sugiere que un sujeto comunitario sea el mismo que otro, o que sus creencias, formas de organización u objetivos sean los mismos.

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6. Un concepto importante que define la forma en que las sociedades organizan la relación con sus territorios, desde la apropiación de sus dotaciones naturales, su incorporación a la producción, circulación y consumo, y finalmente su disposición. Esta relación está en el corazón de las posibilidades de las sociedades para enfrentar su impacto en el planeta. Su reorganización dentro de las comunidades para reducir esta carga es clave para las profundas diferencias en las configuraciones que se destacan en el texto (Barkin y Fuente, 2021).

7. Luis Villoro ha sido particularmente insistente en analizar la profundidad de la diferencia entre las formas de organización social incrustadas en estas comunidades y los contratos sociales que se derivan de la tradición de Locke, Hobbes y Rousseau (1997, 2003, 2004, 2009).

8. En un texto que define su herencia y forma de vida, una mujer en una comunidad serrana de México explicó: nosotros “es una palabra nacida del corazón. Me refiero a lo que es tuyo o mío, o es nuestro. Aun así, cuando morimos, ese “nosotros” permanece para los demás, y es una relación que nunca termina porque la nuestra, desde el momento en que la hacemos parte de nosotros, la cuidamos, intentamos hacerlo, pero tampoco la dejamos morir” (Boege Schmidt y Fernández, 2021: 23).

9. Un texto clásico sobre el tema del “Regalo” es Mauss (1925 [1979]), cuya discusión fue actualizada por Godelier (1999). Otro texto que explora conceptos en términos contemporáneos es Hyde (2021). Graeber y Wengrow (2021) describen el protagonismo del Sujeto Comunitario y la constancia de la generación de excedentes para el bienestar colectivo en un contexto histórico, que se remonta a miles de años.

10. La importancia de esta forma de participación para el presente análisis de la suficiencia no puede ser exagerada. No sólo es una obligación social fundamental y un principio básico para organizar la producción comunal en las sociedades de todo el Sur Global, sino que también es la base para garantizar la capacidad de la comunidad para satisfacer las necesidades básicas de todos los miembros. La Tribunal Electoral de México explicó: “Sin tequio no habría infraestructura que muchas comunidades indígenas tienen actualmente; es decir, escuelas, hospitales, carreteras, y otros servicios” (Bustillo y García, 2016:11; ver también: Salazar Zarco, 2018).

11. Esto es vívidamente evidente entre las generaciones más jóvenes en las filas de los zapatistas en Chiapas. Un elocuente relato de primera mano de esta interacción con las mujeres jóvenes es presentado por Mora en Millán Moncayo (2014: 155-181). El libro presenta otros 13 ensayos con una amplia gama de visiones feministas relacionadas con la “descolonización” de la “civilización”, relatando experiencias de pueblos que hacen avanzar a sus comunidades hacia una “vida plena y digna” (una traducción inadecuada de los conceptos mencionados en la nota 3, supra).

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12. Existe abundante literatura sobre la milpa, sus cualidades agronómicas y significado, y su historia. Para una discusión detallada, con una amplia bibliografía, véase Lozada y Ponce (2016). Una discusión bien documentada de su evolución a lo largo de 8000 años en la región maya de Mesoamérica es Nigh y Ford (2019).

13. En la agricultura comercial actual, los quelites se consideran malezas que deben eliminarse con el uso de herbicidas y el hongo, conocido como “corn smut”, ¡hace que el grano no sea adecuado para la venta!

14. Hemos omitido aquí una discusión igualmente importante sobre la invención de la nixtamalización, como un proceso para transformar el maíz en un alimento con cualidades nutricionales superiores a muchos granos básicos en otras culturas. Este avance tecnológico fue decisivo para su salud, implicando agregar cal a la mezcla que libera los aminoácidos en el maíz que son fundamentales para la formación de las proteínas completas cuando se combinan con el frijol; la dieta se mejoró aún más con chiles y tomates, también nativos de estas regiones. De esta manera, los antepasados desarrollaron una cocina que ofrecía una fuente de proteínas, minerales y vitaminas, proporcionando a los pueblos mesoamericanos una de las dietas más saludables de todas las poblaciones del mundo antes de la conquista. Una introducción a esta importante transformación cultural es: SernaSaldívar (2015).

15. En este contexto, es esencial señalar la importancia de las actividades de las economías sociales y solidarias en las economías capitalistas, y la poca atención dirigida a ellas por los investigadores de la economía ortodoxa (Gibson-Graham et al., 2017).

16. Se acordaron importantes excepciones para las familias con personas mayores y discapacitadas, y para las instalaciones comunitarias.

17. Otras reflexiones sobre esta estrategia se encuentran en Barkin y Lemus (2015).

18. Gustavo Esteva murió mientras yo estaba terminando este ensayo. Su acompañamiento de toda la vida de Illich y esas ideas seguirá siendo un tributo vibrante a medida que avanzamos en la configuración del mundo de muchos mundos que ya están surgiendo.

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En la exposicion oleo sobre trupan de grandes proporcionesEmil Gumiel

Un acercamiento a Las representaciones del espacio y Los espacios de Representación en Nariño, Colombia

An Approach to Representations of Space And Spaces of Representation in Nariño, Colombia.

Resumen

La configuración del desarrollo económico en sus distintas expresiones (comercio, sistemas de transporte y vial, comunicaciones, turismo, etc.) ha conllevado a una modificación del espacio social. Hay una fuerza dominante que conlleva una desigualdad en la distribución económica, donde una minoría contiene el dominio y el poder para moldear Las representaciones del espacio (Lefebvre, [1974] 2013). Por otra parte, hay una fuerza contraria, de inconformismo y de resistencia frente a los símbolos, códigos impuestos que busca nuevos Espacios de representación (Lefebvre, [1974] 2013) ante la concentración del poder, la violencia, el desempleo o la degradación (social-ambiental-cultural) que continúan prevaleciendo. De esta manera, el propósito de este trabajo busca comprender cómo se presentan Las representaciones del espacio (espacio dominante) y Los espacios de representación (espacio dominado) en un nivel conceptual y cómo se manifiestan en el contexto real en el Departamento de Nariño, Colombia.

Palabras clave:

Espacio social, representaciones del espacio, espacios de representación, análisis espacial, departamento de Nariño

Abstract

The configuration of economic development in its various expressions (trade, transport and road systems, communications, tourism, etc.) has led to a modification of social space. There is a dominant force that leads to inequality in economic distribution, where a minority contains dominance and power to shape the Representations of space (Lefebvre, [1974] 2013). On the other hand, there is an opposing force of nonconformism and resistance against symbols and codes have been imposed and that seek new Spaces of representation (Lefebvre, [1974] 2013) in the face of the concentration of power, violence, unemployment and degradation (social-environmental-cultural) that are still prevailing. In this sense, the purpose of this work is understand how Representations of space (dominant space) and Spaces of representation (space dominated) are presented at a conceptual level and how they are manifested in the real context of the Department of Nariño, Colombia.

Keywords:

Social space, representations of space, spaces of representation, spatial analysis, Department of Nariño

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Nacionalidad colombiana, Profesional en Gestión Cultural y Comunicativa, Maestra en Administración por la Universidad Nacional de Colombia, estudiante del Doctorado en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. E-mail: dpdiazc@uaz. edu.mx

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Introducción

El discurso de Lefebvre ([1974] 2013) evoca un pensamiento marxista, su línea de investigación se centra en la reproducción del capitalismo y la crítica a la producción del espacio. En su libro denominado La Producción del espacio hace una reflexión epistemológica acerca del sujeto y el espacio que habita; este sujeto se mueve en un espacio en tres términos: lo mental (incluye la abstracción formal y la lógica), lo físico (la naturaleza, el cosmos) y lo social (donde se reúne la práctica social, el espacio ocupado, lo imaginario, las utopías, las proyecciones de los seres con respecto al espacio). Este artículo se enfoca en este último aspecto: el espacio social en el cual recaen códigos, símbolos y significados y se asocia a formas de Representación del espacio y a Espacios de representación.

Desde su noción sociocrítica Lefebvre ([1974] 2013) indica cómo el espacio (social) está influenciado por las fuerzas de capital. El espacio (social) según Lefebvre ([1974], 2013) es un producto, es decir, el espacio se vuelve un medio de producción, como “un medio de control y, en consecuencia, de dominación y de poder” (Lefebvre ([1974] 2013: 86). El espacio social incorpora “las acciones de los sujetos tanto colectivos como individuales que nacen y mueren, que padecen y actúan” (Lefebvre ([1974] 2013: 93); es decir, el espacio social es el espacio donde se involucra la sociedad, en la cual hacen parte formas dominantes y dominadas entre sujetos.

Para comprender cómo se presenta esta relación de espacio (social), el presente artículo se divide en tres partes: en la primera parte, se realiza un debate general de los términos Representaciones del espacio y Espacios de representación (Lefebvre, [1974] 2013; Harvey, 2012; Rico, 2020; Saracho, 2020). En la segunda parte, se realiza una descripción sociocrítica del contexto del departamento de Nariño, Colombia a través del uso de mapas. Finalmente, se presentan las conclusiones.

Desarrollo

1. ¿Cómo entender Las Representaciones del espacio y Los espacios de Representación?

Lefebvre desarrolla su descripción acerca del espacio social el cual se entreteje en dos formas de representar las relaciones y prácticas sociales: Una Las representaciones del espacio y otra Los espacios de representación. Por una parte, en lo que concierne a Las representaciones del espacio, nos encontramos con aquel espacio concebido por los científicos, planificadores, urbanistas, los cuales designan hacia dónde va la ciudad, van generando esas representaciones, como lo es la arquitectura, la agroexportación, las construcciones (espacio dominante). Los espacios de representación son los espacios vividos a través de imágenes y símbolos que van en contra del espacio dominante (por ejemplo, en contra de la religión, del gobierno); en este espacio hay una resistencia e inconformismo con respecto a los simbolismos y estética impuesta. De esta forma se presenta, por un lado, una noción de espacio dominante y por otro, la de espacio dominado.

Dentro de la corriente sociocrítica, David Harvey (2012a) en su capitulo El enigma del capital y las crisis del capitalismo, presenta de manera concreta distintos procesos históricos en relación al espacio y la realidad social, donde los países desarrollados (dominantes) causan distorsiones en las

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problemáticas locales (dominados). De esta manera se reconoce el papel del capitalismo no solo como hecho histórico sino también espacial (territorial). Según el capítulo del libro Espacios de Esperanza, Harvey (2012b) hace referencia a la forma articulada y la jerarquía que se ha desarrollado para comprender el mundo, como son los hogares, las comunidades y las naciones, es decir, los efectos a escala local inciden a nivel regional o continental y viceversa. En este sentido hay una afectación de algunos países o territorios con respecto a otros. Lo anterior se relaciona con las Representaciones del Espacio y los Espacios de representación señalados por Lefebvre. Con respecto a la Representación del Espacio, Harvey presenta a través de ejemplos concretos el papel del capitalismo no solo como un hecho histórico sino espacial, en este sentido el territorio es sometido a las exigencias del capital, por ejemplo, a las nuevas formas de transporte para hacer que la circulación de las mercancías fluyan con mayor aceleración, el resultado ha constituido una tendencia que Harvey llama compresión espaciotemporal, es decir, “un mundo en el que el capital se mueve cada vez más deprisa y donde se reducen increíblemente las distancias de interacción” (Harvey, 2012a:133). La situación espaciotemporal da paso a formas de explotación de la tierra, naturaleza, despojos de comunidades en territorio, desperdicios, así mismo “la geografía del capitalismo es cada vez más autogenerada” (Harvey, 2012a: 122). En este sentido, si en un espacio geográfico no existe un elemento se busca la forma de crearlo, por ejemplo, la construcción de megaproyectos viales, centros turísticos, alojamientos-hoteles, etc. Con relación a Los espacios de representación, un punto a resaltar es cómo las personas se asocian para resistir a las formas de dominación. Tal es el caso de campesinos, pequeños granjeros y productores, artesanos, quienes llevan un estilo de vida alternativo, ya sea por escasez de oportunidades para incorporarse al sistema capitalista o porque consideran que no es un sistema equitativo.

Según Harvey (2012b) en su capítulo Espacios de esperanza, propone la Teoría de los desarrollos geográficos desiguales y según su visión de geógrafo y teórico social marxista, señala que es mediante el conocimiento de los desarrollos geográficos desiguales como se puede apreciar las contradicciones que existe dentro de las vías del capitalismo global. A medida que se concentra el poder y la riqueza en algunas localidades selectivas también se ven afectadas las poblaciones en relación con la violencia, las migraciones, la degradación ambiental, los despojos. Harvey (2012b) extiende un acercamiento hacia su teoría: desde La producción de diferencia geográfica y La producción de escalas espaciales.

Es así como podríamos asociar La producción de la diferencia geográfica a estas formas dominantes de Representación del espacio de Lefebvre. Refiere como a lo largo de la historia la creación y establecimiento geográfico ha llevado a concentrar las relaciones entre el ser humano y el ambiente, las formas culturales y las políticas en ciertos territorios, a través de las relaciones sociales institucionales como las instituciones políticas, los valores religiosos, las creencias que se han ido arraigando históricamente. En los procesos de globalización, los cambios se presentan de manera volátil, en los que se manifiestan velozmente en la reconfiguración geográfica, como es la construcción acelerada de industrias para la generación de ganancias económicas, además la velocidad también atañe a los cambios en la geografía, como lo son en los sistemas ecológicos y naturales.

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Por otra parte, a La producción de escalas espaciales nombrada por Harvey (2012b), podríamos asociarlo, grosso modo, a las formas de Espacios de representación de Lefebvre. Si bien hay una relación articulada de escalas globales (dominantes) hacia escalas locales (dominadas) puede también existir formas en las que las escalas locales inviertan las formas dominantes: los efectos a escala local inciden a nivel regional o continental y viceversa. Es decir, formas de resistencias que surgen de las contradicciones del capitalismo, por ejemplo, las políticas organizadas a nivel internacional que afectan a regiones y localidades, en el mismo espacio empiezan a surgir fuerzas (espacios de esperanza) de autonomía local en contra de estas políticas para proteger, el caso de minorías étnicas. Por ejemplo, el caso de los zapatistas en las que utilizaron los medios modernos de comunicación, como el Internet, “para promover campañas internacionales sobre los derechos de los trabajadores, derechos humanos, derechos de las mujeres, justicia medioambiental” (Harvey, 2012b: 93).

Si bien en el espacio social se promueven formas de representación desigual en una escala geográfica y atañen formas de resistencia a las formas dominantes, otra forma de comprender el espacio social, específicamente a Los espacios de representación es a través de lo que Irwing Rico (2020) nos enuncia con el término espacios negativos. Los espacios negativos son aquellos territorios de resistencia que se niega a someterse a una realidad hegemónica, ordenada que configuran un monopolio a partir de la producción de espacios y territorios convirtiéndose en el espacio dominante. El espacio dominante se ve configurado históricamente en términos no solo locales sino también a escala global. En la escala global se definen condiciones políticas, económicas, socioculturales e ideológicas a partir de relaciones de poder de sujetos colectivos (concentrados) y de sistemas de producción. Por su parte, la resistencia, a escala local, responde a una realidad alternativa donde predomina los puntos de producción de lo común, donde se instaura la diferencia social, la autonomía y la autogestión. Lo común se fundamenta en el anticapitalismo, esta categoría se opone al principio de acumulación originaria1

En lo que concierne a Las representaciones del espacio de Lefebvre, Rico (2020) analiza la hegemonía. Rico entiende la hegemonía como una categoría relacional, es decir, como “una construcción sociohistórica que se expresa a través de representaciones y formas de dominación que producen un orden social determinado” (Rico, 2020: 20), donde predominan mecanismos de poder como el militar, económico, político, ideológico y cultural. Lo anterior lleva a combinar una dominación que no solo abarca lo material sino también influye en el terreno ideológico- cultural. En el ámbito dominante de la reproducción hegemónica se benefician sujetos colectivos para satisfacer sus propios intereses atrayendo ventaja del ordenamiento social y por ende incidiendo en la desigualdad social.

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Ante esta forma hegemónica y por ende de poder, Los espacios negativos podrían atañarse los Espacios de representación que denomina Lefevre Desde una corriente sociocrítica y desde un pensamiento dialéctico, Federico Saracho (2020) señala que la resistencia nace del conocimiento de las formas de opresión: “las estrategias de libertad sólo pueden ser comprendidas a través de la negación de las estrategias de la dominación” (Saracho, 2020:103). La emancipación debe ser reestructurada en la nueva formación

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de espacios y lugares de relación distintos a aquellos que están consolidados y materializados. Dichos espacios emancipados (espacios negativos) son formas conscientes de romper con la continuidad del Sistema-Mundo capitalista, dominantes. Pero ¿por qué negativo? Dentro de la producción del espacio por más que esté presente un sistema opresivo, existe una representación espacio que se le contrapone a un espacio de representación. Para Saracho (2020), en lo que concierne a la propuesta de espacio negativo refiere entonces a negar la producción del espacio como totalidad, rechazar (negar) toda producción que no signifique abrir la capacidad de desarrollar otro espacio fuera del capitalismo. La negatividad de estos espacios se manifiesta en dos maneras: prestando refugio a individuos inconformes con la modernidad capitalista o negando dicha realidad, mostrado, denunciando sus fallas a aquellos que excluyen toda forma de construcción diferente o alternativa. El espacio negativo se forja como alternativa liberadora. Este espacio representa la contradicción a la totalización del capitalismo a través del surgimiento de una nueva forma de cultura o la reconstitución de una desde la resistencia.

1.1 Desde una mirada cultural

Tanto Las representaciones del espacio y Los espacios de representación que se sitúan en el espacio social se ven manifestadas en formas dominantes y dominadas entre sujetos: tanto las representaciones hegemónicas que definen las formas dominantes como también las formas de resistencia que representan el inconformismo ante lo vivido emergen dentro del mismo espacio social. Lefebvre más allá de buscar un discurso sobre el espacio se concentró en estudiar y evidenciar los distintos tipos de espacios y sus modalidades. Sin embargo, podemos rescatar algunos aspectos generales que Lefebvre remite a la cultura de forma general.

En primer lugar, se puede denotar a la cultura como parte de las fuerzas dominantes que posee una “poderosa corriente ideológica” (Lefebvre, [1974] 2013: 66) en donde las representaciones dominantes [de la clase dominante] buscan la forma de rodear o desviar las formas de representación del espacio: “engendra[n] un espacio mental ilusoriamente” (Lefebvre, [1974] 2013: 66). El autor alude a Gramsci y el concepto de hegemonía2. En este sentido, se puede hacer alusión a que el espacio social en la cultura hegemónica ha influenciado en las relaciones sociales mediante el consumismo, el libre comercio, la competitividad, la cultura se vuelca entonces como parte de la economía global y con ello las prácticas y las tradiciones influenciadas por las industrias culturales, las economías creativas, las industrias del entretenimiento, las multinacionales, dando direccionamiento a la sociedad contemporánea. Se denota además cómo el espacio social comienza a modificarse desde la producción capitalista y sus fuerzas dominantes, en donde la cultura es tomada como eje para fungir en la consolidación de formas de identidad, hábitos y modas de los sujetos, las comunidades.

Tal es el caso de las industrias culturales y creativas3 que actúan como reproductora de propaganda para incitar al consumo [masivo] cultural como en el cine (por ejemplo Hollywood, Disney), en la televisión en los noticieros (por ejemplo FOX, CNN), corporaciones discográficas (Universal), plataformas digitales (Por ejemplo Netflix, Amazon Vídeo), medios de

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comunicación masiva digital (Por ejemplo Facebook, Twitter, Instagram, Wikipedia) que moldean el entretenimiento, las creencias, hábitos y sitúan modas, donde la información se concentra en el entretenimiento y no dirige a una sociedad realmente con pensamiento crítico de la realidad que habita. De esta forma la cultura se instaura como mecanismo para la reproducción material e ideológica, como una hegemonía cultural.

Con referencia al patrimonio cultural, como señala Andrade (2009) en su artículo Poder, patrimonio y democracia, se instaura un modelo de nación, un modelo de identidad cívico y modelo identitario de la nación influenciando en el patrimonio, el arte y la cultura como estrategia de poder hegemónico, que tiende a naturalizar, a deshistorizar y a despolitizar. Es así como el patrimonio cultural es tomado como una forma pedagógica de la hegemonía que empieza a subsumirse en definiciones internacionales como la Unesco, la cual ha jugado a mostrar diferentes alternativas del concepto de patrimonio “como un intento de contrarrestar aquellos puntos de vista elitistas y aliados a intereses mercantiles” (Andrade, 2012:12).

Aquí están las declaratorias de patrimonio cultural que más allá de no entablar formas de conservar bienes se hace como una especie de reconocimiento mundial de la expresión cultural que identifica a cierto país para que de una u otra manera se ubiquen en el imaginario formas turísticas para atraer a extranjeros como también un movimiento dentro de las naciones relacionadas con el turismo; es así como en este espacio traspasa el mercado no sólo nacional sino internacional.

También se encuentran los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asociados al patrimonio y al turismo cultural, en el que se operativizan formas de producción de bienes y servicios de acuerdo con los diecisiete ODS, los cuales se encuentran orientados hacia la eliminación de la pobreza, la educación, la defensa del medio ambiente, la conservación del patrimonio cultural y la identidad, entre otros. Sin embargo, lo que refleja es una reproducción de los valores de la identidad nacional para atraer al turismo tanto nacional como extranjero, “incorpora factores económicos para mantener los bienes en el tiempo, busca ampliar los públicos, precisan nuevas formas para la gestión del patrimonio, somete a la diversificación de los productos y servicios culturales como elementos de competitividad, precisa formas de cooperación, entre otros” (Díaz Criollo, 2019: 86)

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En segundo lugar, Lefebvre ([1974] 2013) señala una forma de la cultura que se expresa como un deseo de invertir la tendencia dominante que, si bien va enfocada hacia la fragmentación, la separación y la desintegración, está subordinada por un centro de poder, requiere entonces de una cultura que emerja de lo local a lo global: “Podemos suponer [preocupaciones locales] que movilizará grandes fuerzas” (Lefebvre, [1974] 2013:70). Es decir, comprendiendo las fuerzas totalizantes del poder dominante que ejerce a la sociedad global pero también entablando un conocimiento de las prácticas espaciales, prácticas sociales con mira hacia una sociedad que entable una práctica política. Aquí podemos denotar Los espacios de representación, donde se instauran imágenes y símbolos del espacio que se habita, el espacio donde surge la imaginación de los que se desarman, modifican y toman. Se pueden denotar a la cultura como soporte de resistencia de los estados dominantes a la sociedad [hegemonía], como sendero alternativo en procesos de poder social, como una forma de

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movimiento social encaminada contra los procesos hegemónicos o de reproducción dominante y como un mecanismo de resistencia a través de un pensamiento crítico que se oriente hacia una alternativa en la movilidad de la sociedad en la actual configuración de la modernización.

Es así como los aspectos anteriores atienden a una decisión de la labor de las artes, la gestión cultural y la educación se vuelven parte de la acción cultural y del espacio social (Espacios de representación) con grupos sociales y comunitarios a través del uso de “talleres barriales de música y baile, grupos de teatro comunitario, puntos de cultura, corporaciones de arte y transformación social, asociaciones de cultura viva comunitaria con gran dinamismo en todo el continente” (Bayardo, 2018: 29). Las artes, gestión cultural y la educación se pueden decir que pueden ser formas de expresión de una cultura subalterna compuesta por grupos sociales, ya sea de intelectuales, artistas, campesinos, trabajadores informales, académicos, entre otros, como forma de resistencia e ideología a través de la cultura de pensamiento crítico, solidario en la búsqueda de cambio cultural ante los procesos hegemónicos.

1. Las representaciones del Espacio y Los espacios de representación en Nariño, Colombia

2.1. Un acercamiento a Las representaciones del Espacio en el Departamento de Nariño

Según el Ministerio de Medioambiente (2020), Colombia es un país biodiverso, contiene el primer lugar en especies de aves y orquídeas, un país que contiene una diversidad de plantas y animales. Cuenta con 15% del territorio nacional con áreas protegidas de las cuales 59 son áreas del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia, 57 reservas forestales protectoras nacionales, 53 parques naturales regionales, 667 reservas naturales de la sociedad civil, entre otras. La diversidad puede remitirse con el que el país se ubica en la zona tropical ecuatorial haciendo que se presente una diversidad de relieves y climas. Posee tres cordilleras con distintos pisos térmicos, selva, desiertos, con límite a los océanos atlántico y pacífico, además de ser frontera con 5 países (Panamá, Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador).

La variedad topográfica de su paisaje también ha hecho que el país se concentre en la exportación de materias primas. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (2019a), entre las materias primas se encuentran: café, cacao, cereales, legumbres y frutas, tabaco, madera, aceites de origen vegetal. En combustibles, petróleo y productos derivados del petróleo; y, entre otros materiales, el oro. Las principales exportaciones de materias primas se realizan a Estados Unidos, Perú, Países Bajos, Venezuela, Alemania, Japón, Ecuador, Francia, india, Bélgica, México, China, Panamá.

Desde una mirada crítica es importante resaltar que el capitalismo “prospera en un mundo geográfico con atributos físicos y condiciones sociales y culturales” (Harvey, 2012a: 136), de no existir hacen lo posible para diseñarlos. Cabe resaltar el hecho de declarar a Colombia país biodiverso y rico en materias primas ha dado paso a una reapertura para la atracción del turismo y por otra parte a la extracción tanto de oro como petróleo por empresas extranjeras. Los dos ámbitos [turismo y mineras] someten al país en un

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medio de producción, de mercado, de control y por ende de dominación. La naturaleza desaparece a una segunda escena para convertirse en recurso o materia prima. En este sentido, lleva a repensar en cómo después de la gran expansión mundial de los años dorados, el mundo acortó distancias y abrió paso a las minorías a un mercado de masas (Hobsbawn, 2014: 268); de los cuales los países ricos en biodiversidad se han vuelto el foco de atención para este sector.

Para comprender las formas de Representación del espacio se recurre a la cartografía para deconstruir (Harley, 2005) de una manera argumentativa las imágenes que surgen en el análisis espacial de datos a través del uso de un mapa para analizarlos por separado, relacionarlas y comprender de forma crítica un territorio.

Colombia posee una división política de 32 departamentos, para efectos de este artículo se analizará el Departamento de Nariño, ubicado al suroccidente del país (Mapa 1).

Mapa 1. Departamento de Nariño, Colombia

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Fuente. Elaboración propia en QGIS a partir de la clasificación del Instituto Geográfico Agustín Codazzi-IGAC (2021)

El Departamento de Nariño tiene una extensión de 33.268 kilómetros cuadrados, corresponde al 2,9% del territorio nacional y está conformado por 64 municipios. Según el Censo Nacional de Población y Vivienda (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2018), el depar-

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tamento tiene una población total de 1.630.592 habitantes de los cuales 716.592 pertenecen a las cabeceras y 914.000 de los centros poblados y rural. La mayor concentración de población se encuentra en la capital de Pasto (392.930 habitantes), seguidos los municipios de San Andrés de Tumaco (253.637), e Ipiales (116.136).

Según el Índice de Pobreza Multidimensional -IPM (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2020a), Nariño presenta el mayor porcentaje de personas en situación de pobreza después del Departamento del Chocó en la Región del Pacífico colombiano. Para el año 2019, entre las condiciones de pobreza más sobresalientes están en el trabajo informal (78,1%), bajo logro educativo (45,2%), rezago escolar (24,9%), inadecuada eliminación de excretas, sin acceso a fuente de agua mejorada (14%), desempleo de larga duración (11,3%). Con respecto a las cabeceras frente los centros poblados y rural las diferencias son significativas en estas áreas: bajo logro educativo con 45,2% en cabeceras frente a 85,4% en centros poblados y rural disperso; trabajo informal con 78,1% en cabeceras frente a un 97,9% en centros poblados y rural disperso; y sin acceso a fuente de agua mejorada con 14,0% en cabeceras frente al 30,1% en centros poblados y rural disperso. Las actividades económicas que genera Nariño se asocian con el 14,8% en agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, el 27% en administración pública, educación y salud, 20,1% en comercio, reparación de vehículos automotores, transporte, alojamiento y servicios de comida, el 9,2% en construcción, el 7,7% en actividades inmobiliarias (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2020b).

Dado lo anterior, se puede denotar que si bien el departamento de Nariño tiene una concentración de población rural mayor (914.000 habitantes con respecto a 716.592 habitantes en las cabeceras), en cuanto a las actividades que generan mayor economía están aquellas que se desarrollan en la ciudad o cabeceras urbanas y no en las zonas rurales, es decir, la economía del departamento depende en su mayoría de actividades económicas desarrolladas en cascos urbanos como lo son la administración pública, la reparación de vehículos, el transporte, alojamiento y servicios de comida (turismo), la construcción, a diferencia de la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca que se desarrollan en el área rural. La tendencia en el imaginario cultural es que la población debería desplazarse a los cascos urbanos o ciudades principales para obtener un mayor ingreso económico (Pérez Correa, 1998). Además, las condiciones de Pobreza Multidimensional denotan que las zonas rurales no presentan las condiciones necesarias para habitar, como lo es la falta de acceso a agua mejorada, haciendo que se presenten la propagación de enfermedades o epidemias, causando muertes, se presenten además posibles desplazamientos a la ciudad para buscar tratamientos médicos, o exista un rezago a quedarse a vivir en el campo. Finalmente, con respecto al trabajo informal en las zonas rurales es intensificado a causa de la mano de obra reclutada para trabajar en cultivos ilícitos.

Ahora bien, en cuestión de vías, el departamento Nariño posee un aislamiento geográfico respecto al resto del país, esto se puede notar debido a que solo tiene una vía principal, llamada Panamericana, que conecta a Ecuador con el resto de Colombia. Se presenta un aislamiento debido a que los departamentos del centro-sur de Colombia poseen [en su mayoría] autopistas de dos carriles que conectan el transporte terrestre de mer-

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Colombia. Diana Paola Díaz Criollo

cancías y turismo a las ciudades principales como lo son Bogotá (capital), Barranquilla (donde está el Puerto Marítimo que orienta las exportaciones por el océano atlántico) y Buenaventura en el Valle del Cauca (donde queda el puerto marítimo que conecta las exportaciones con el océano pacífico).

Mapa 2. División municipal, vía terrestre y aeropuertos

Fuente. Elaboración propia en QGIS a partir de la clasificación del Instituto Geográfico Agustín Codazzi-IGAC (2021)

En el Mapa 2 podemos visualizar la escasez de vías pavimentadas que recorren los municipios del Departamento. Pero más allá de esto, el mapa nos permite destacar que los municipios se han ramificado, entre más cerca se encuentran a la vía principal Panamericana. Está vía fue construida en 1970 (Viloria de la Hoz, 2007) y como se sabe, está vía conecta al Ecuador con el centro-norte del país. Así mismo, son los municipios donde mayor diversificación de materias primas agrícolas presentan pues requieren estar constantemente movilizándose para la exportación y para el consumo. Los municipios donde se presenta un menor acceso a vías son los que en la actualidad presentan el mayor índice de cultivos ilícitos, como lo es el cultivo de coca, que maneja un bajo perfil de movilidad y además requiere grandes extensiones rodeadas en su mayoría de selva o bosques donde hay mayor concentración de fuentes hídricas, humus y humedad.

El Departamento además posee una diversidad climática y de pisos térmicos. Contiene playas, montañas y vegetación selvática. Desde Nariño se forma el nudo de los Pastos en donde se desprenden dos cordilleras: La cordillera Occidental y la cordillera Centro-Oriental. El departamento además posee ricas fuentes hidrográficas, áreas naturales de conservación, áreas forestales, bosques, lagunas, manglares, parques naturales y ríos que han llevado por una parte junto con las condiciones climatológicas y topológicas a tener una variedad de cultivos.

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Año 5 / Número 7 / Primer semestre 2022 / CochabambaBolivia Un acercamiento a Las representaciones del espacio y Los espacios de Representación en Nariño, Colombia An Approach to Representations of Space And Spaces of Representation in Nariño, Colombia. Diana Paola Díaz Criollo

La hidrografía, topografía y clima que presenta el departamento hace que puedan producirse distintos tipos de cultivos rurales. Según la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) realizada por el Departamento Administrativo Nacional Estadística (2019) encontramos los cultivos tanto permanentes, transitorios y frutales distribuidos por producción en toneladas, teniendo como mayor producción en Nariño la caña de panela, el plátano, la papa, la arveja, el café y el banano. La diversificación de los cultivos agrícolas está más cercana a las ciudades principales y hacia las vías terrestres porque son más fáciles de transportar tanto para el consumo interno como para la exportación hacia el resto del país como puede visualizarse en la Tabla 1.

Tabla 1. Cultivos permanentes, transitorios y frutales por toneladas año 2019

Nariño 2019 Cultivos permanentes Toneladas t Caña para panela 128.447 Plátano 105.741 Café 66.276 Cacao 7.775 Cultivos transitorios Toneladas t Papa 735.857 Arveja 70.217 Maíz amarillo 29.026 Cebolla rama 26.664 Zanahoria 26.015 Cebolla bulbo 16.168 Tomate 14.399 Maíz blanco 9.343 Frijol 9.334 Trigo 3.534 Cebada 1.267 Yuca 1.009 Frutales Toneladas t Banano 61.456 Aguacate 11.931 Maracuyá 8.981 Mora 8.018 Lulo 3.961 Limón 3.188 aGuayaba 2.427 Fresa 1.604 Uchuva 1.190

Fuente. Elaboración propia con base en Departamento Administrativo Nacional de Estadística (2019b)

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Si bien se puede denotar el clima, la hidrografía y la topografía del departamento permite distintos tipos de producción de materias primas tanto para consumo como exportación, el departamento de Nariño ha concentrado mayoritariamente su producción en la siembra de cultivos ilícitos. Nariño se encuentra entre los cuatro departamentos que concentran el 78% de las matas de coca sembradas en el país. Estos departamentos según el Observatorio de Drogas de Colombia (2020) corresponden para el año 2020 a: Norte de Santander (40.083,70 hectáreas), Nariño (30.751,38 hectáreas), Putumayo (19.986,18 hectáreas) y Cauca (16.543,83 hectáreas). Dos de estos departamentos (Putumayo y Cauca) limitan con el Departamento de Nariño.

En este sentido, el territorio de Nariño presenta una mayor atracción para la siembra de este cultivo porque el margen de ganancia es superior a la agricultura tradicional, adicional a ello, el departamento posee las condiciones geográficas, climáticas e hidrológicos para la siembra de este cultivo. Cabe anotar que el cultivo de coca pasó de 15.951 hectáreas (año 2010) a 45.734 hectáreas (año 2017) (Observatorio de Drogas de Colombia, 2020). Dichos sembríos están ubicados en los municipios donde se concentra en su mayoría los Índices de Pobreza Multidimensional, donde existe la prevalencia de recursos hídricos y donde se presenta un escaso acceso de vías terrestres, pero más cerca de la frontera con Ecuador y al mar en el océano Pacífico, donde se ubica la ciudad de Tumaco. De los 64 municipios que tiene el departamento, para el año 2020 se encuentran activos los cultivos de coca en 27 municipios distribuidos a lo largo del departamento, y entre estos municipios se encuentran dos de las ciudades más importantes, además de ser las más pobladas: Tumaco e Ipiales.

Tabla 2. Clasificación de siembra de coca

Clasificación

Hectáreas de siembra de coca Municipio Ha

Tumaco 8.832,92

El Charco 4.674,02

Roberto Payán (San José) 2.940,45

Olaya Herrera (Bocas De Satinga) 2.898,08 Barbacoas 2.569,39

Magüí (Payán) 2.123,03

>501 hectáreas

Ipiales 967,25 El Rosario 659,08 Policarpa 646,18

Samaniego 576,36 Ricaurte 565,27 Cumbitara 504,04

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<500 hectáreas

Santa Cruz (Guachavés) 474,26

Santa Bárbara (Iscuandé) 426,76

Linares 368,25

Francisco Pizarro (Salahonda) 316,37

Leiva 273,54

La Tola 263,19 Mosquera 249,87

Los Andes (Sotomayor) 202,48

La Llanada 86,54 El Tambo 47,69 El Peñol 36,62 Ancuya 14,89 La Florida 14,30 Mallama (Piedrancha) 13,21 Sandoná 7,34

Fuente. Elaboración propia con base en Observatorio de Drogas de Colombia (2020)

Para visualizar el territorio, a continuación se presenta el Mapa 3 donde se ubican las franjas de color con más de 501 y menos de 500 hectáreas de cultivos de coca.

Mapa 3. Cultivos de coca en Nariño

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Fuente. Elaboración propia en QGIS a partir de la clasificación del Instituto Geográfico Agustín Codazzi-IGAC (2021)

Alrededor de los cultivos de coca se presentan espacios sociales ligados con el despojo de tierras, la violencia, la implementación de minas antipersona, el desplazamiento forzado, la guerra por la coca empieza a

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dividirse entre grupos armados al margen de la Ley. En este sentido cabe anotar que en Nariño han existido acciones violentas principalmente por parte de dos guerrillas (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC y el Ejército de Liberación Nacional-ELN) (Rios Sierra, 2020) en 32 de los 64 municipios del departamento en los años 2012 y 2015, según el Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario-ODHDIH en los que más se presentaron dichas acciones violentas por parte de la guerrilla están los municipios de Barbacoas, El Charco, Ipiales, Mallama, Olaya, Puerres, Ricaurte, Payán, Samaniego, Tumaco, Santa Cruz, Túquerres (Rios Sierra, 2020). Cabe anotar que la mayoría de estos municipios se encuentran activos con siembras de cultivos de coca para el año 2020 como se evidenció en la Tabla 2.

Las víctimas a causa de la violencia por Minas Antipersonal (MAP) y Municiones Usadas Sin Explosionar (MUSE) según la Oficina de Alto Comisionado para la paz (2021a) han dejado un total de 1.037 víctimas en el periodo de 1993 a 2021 entre civiles (64,71%) y miembros de la fuerza pública (35,29%) en Nariño. Las víctimas han sido en su mayoría por Minas Antipersonal (MAP), pertenecientes al género masculino mayores de 18 años (86,4%).

Cabe decir además que el índice de Riegos de Victimización4 (Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Vícitimas) en los municipios que aparecen en la Tabla 3 circundan en niveles Alto y Medio Alto para el año 2020, estos municipios en la actualidad son susceptibles a violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario. Nuevamente se va a notar como son los municipios se presenta siembra de cultivos de coca.

Tabla 3. Índice de Riesgos de Victimización Alto y Medio Alto de Nariño 2020

Municipio Índice estimado Clúster Policarpa 0,91 Alto Barbacoas 0,87 Alto San Andrés de Tumaco 0,86 Alto Ricaurte 0,83 Alto Cumbitara 0,72 Alto Roberto Payán 0,66 Alto El Charco 0,60 Alto Magüí 0,59 Alto Samaniego 0,56 Medio Alto Santa Bárbara 0,55 Medio Alto Leiva 0,53 Medio Alto El Rosario 0,52 Medio Alto Olaya Herrera 0,52 Medio Alto Santacruz 0,48 Medio Alto La Llanada 0,47 Medio Alto Los Andes 0,44 Medio Alto Francisco Pizarro 0,42 Medio Alto Linares 0,38 Medio Alto La Tola 0,36 Medio Alto

Fuente. Elaboración propia con base en la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (2020)

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Si bien se ha visto cómo la diversidad, las fuentes hídricas, el clima, la topografía han fungido como condiciones necesarias para la manutención de los cultivos de coca, cabe anotar las consecuencias que este cultivo genera en el departamento. Por un lado, como lo hemos mencionado, la violencia, las Minas Antipersonal, el desplazamiento forzado, hacen parte de la cosmovisión de los cultivos ilícitos. Del mismo modo, dichos cultivos ilícitos conllevan a la concentración del poder y el dinero en pocas personas, llevando irremediablemente a un proceso de desigualdad a escala local en términos económicos. El desplazamiento causa deterioro de valores autóctonos o tradicionales de las comunidades rurales además de un fraccionamiento a las relaciones sociales históricamente construidas. Así mismo, el deterioro de los recursos naturales y biodiversidad se van acabando por la siembra de la coca, esto a causa del uso de fungicidas y productos químicos para su procesamiento. La mano de obra rural se traslada a los cultivos de coca porque el pago es indudablemente mayor al que le puede ofrecer para trabajar con otros productos agrícolas como la caña de panela, el café, entre otros. El campesino va a desplazarse para trabajar en los cultivos ilícitos en lugar de emprender su propio producto agrícola. Retomando el tema de biodiversidad natural en el departamento, otra concentración de las Representaciones del espacio está la producción de los servicios turísticos alrededor de parques naturales, lagunas, manglares y playas. Esto ha conducido a generar la mercantilización de la biodiversidad y ecología. En consecuencia, se han aumentado las construcciones de alojamientos, restaurantes, souvenirs para la venta a turistas, profesiones como administración de parques naturales, guías de turismo empiezan a ser el atractivo en la educación en la población juvenil.

Mapa 4. Áreas parques y santuarios naturales

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Fuente. Elaboración propia en QGIS a partir de la clasificación del Instituto Geográfico Agustín Codazzi-IGAC (2021)

En Mapa 4 evidencia como las vías pavimentadas principales del departamento han surgido teniendo en cuenta las condiciones naturales de su geografía. Las reservas naturales durante los últimos siglos han sido de gran atracción para el turismo de aventura y de naturaleza. El turismo de naturaleza en Nariño se ha consolidado inicialmente porque las entidades públicas territoriales (alcaldías municipales) han proclamado políticas para la conservación y reserva de las áreas naturales; estos municipios corresponden a aquellos que se encuentran en las zonas que menos siembra de cultivos de coca y por ende menos índices de conflicto armado y violencia. Si bien, su espacio no se ha modificado por la siembra masiva de cultivos ilícitos, sí ha logrado modificarse con las nuevas formas de obtener recursos económicos como el turismo de naturaleza.

La participación de Nariño en el PIB para el año 2020 según el Ministerio de Comercio (2021) se ha acrecentado, el comercio de hoteles (18,0 PIB) con respecto a otros grupos económicos como el sector de la construcción (7,8), el de la agricultura, ganadería y pesca (17,4). Con respecto al turismo, el departamento no ha sido de gran atractivo para extranjeros durante varios años, esto a causa de que el Departamento se ha expuesto ante los medios de comunicación a nivel nacional como un lugar que ha representado peligro a causa del conflicto armado y la violencia (Arnaiz et al., 2005). Sin embargo, con los Procesos de Paz iniciados en el año 2012, entre el gobierno y las FARC, condujo que el país aumentara el reconocimiento internacional como un país anfitrión, más seguro para viajar por carreteras; llevó a que lugares que habían sido sometidos por la guerrilla se abrieran paso a paisajes turísticos en distintos lugares del país y por ende también cobijó al departamento de Nariño.

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Es pertinente decir que los municipios con mayor cercanía a las ciudades principales presentan mayores manifestaciones artísticas compartidas. Nariño anualmente tiene festividades culturales y religiosas que hacen acrecentar el turismo extranjero y también entre los mismos residentes. Una festividad representativa del departamento [y de los municipios con más cercanía a la capital] es El carnaval de negros y blancos que se celebra los primeros días de cada año. Esta manifestación etno-cultural ha tomado costumbres, leyendas, rituales para conmemorar sucesos históricos de la época colonial, y que hoy se han institucionalizado como Patrimonio Inmaterial de la nación. Puede notarse aquí la relación con la mercantilización de la cultura, donde el productor (agente, empresario) busca formas de apropiar su entorno, tal es el caso del uso de las formas propias de identidad de las comunidades, los paisajes naturales y culturales, la creatividad artística, para promover la creación de nuevos objetos, productos, bienes o servicios que son intercambiados dentro de la sociedad para el uso y disfrute respondiendo a la satisfacción de las necesidades humanas (Calleja & González, 2016), en este caso del turista. Durante la celebración del carnaval se promueve un crecimiento de la economía local en alojamientos, restaurantes, venta de sombreros, cosméticos, vestimentas tradicionales, artesanías, las cuales se crean y producen solo para uso, venta y disfrute de esta festividad.

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propia

Otra parte donde se inscribe la mercantilización de la cultura en el departamento de Nariño, en los cuales toman valores de identidad de tradiciones indígenas (precolombinas) es en el tejido. Gran parte de las artesanías que retoman conocimientos ancestrales se ha centrado en la fabricación de jigras, morrales. Otras por su parte están en la talla de piedra y madera para la venta de atractivos artesanales en donde se realizan objetos para su uso doméstico como lo son mesas y sillas, azucareros, portavasos, servilleteros, joyeros, entre otros. Así mismo, se hacen representaciones de aves como el búho, ranas, patos, y entre ellos el animal popular del departamento que es el cuy o cuyo.

2.2. Algunos Espacios de Representación en el Departamento de Nariño

Como ya hemos visto a lo largo de este trabajo, las Representaciones del espacio son múltiples. En un contexto geográfico se puede denotar cómo se unen los elementos topográficos con los espacios sociales y sus efectos [producción agrícola, el conflicto armado, las formas turísticas]. Sin embargo, también hay cabida a Los espacios de representación, como esas formas de resistencia a las fuerzas dominantes que surgen de la opresión, la exclusión o la impotencia de no poder hacer cambios a la realidad vivida.

Cabe señalar que en los municipios donde se encuentra el mayor índice de riesgos de victimización, conflicto armado, cultivos de coca y por ende más grado de violencia están localizados los territorios de comunidades negras y el territorio de comunidades indígenas como se muestra en el Mapa 5.

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Imagen 1. Carroza- Carnaval de negros y blancos Fuente. Elaboración

Mapa 5. Comunidades negras e indígenas

Bolivia

En el caso del territorio de comunidades negras están organizadas como Consejos Comunitarios para solicitar ante el estado la dotación de tierras, las cuales se encuentran reglamentadas en la Ley 70 de 1993 y en los Decretos 1745 de 1995 compilado en el 1066 de 2015. Los Consejos Comunitarios Negros integran el conjunto de familias de ascendencia afrocolombiana quienes poseen culturas propias, comparten historia y poseen tradiciones y costumbres que revelan la conciencia de identidad que distingue su grupo étnico. Para el año 2021, según la Oficina de Alto Comisionado para la Paz (2021b) existen 37 Consejos Comunitarios en Nariño.

En el caso del territorio de Resguardos Indígenas como una institución legal sociopolítica de origen colonial, según la Oficina de Alto Comisionado para la Paz (2021b) existen 51 Resguardos Indígenas en los que se encuentran los pueblos Eperara Siapidara Trua, Awá, Kofán, Embera Katío, Pastos, Nasa, Guelnambi-Caraño, Quillasinga. Cabe resaltar que algunos pueblos indígenas se han mantenido pero su ocupación en el territorio ha disminuido; según el aspecto histórico citado por Viloria de la Hoz (2007), el departamento de Nariño antes de la colonia estaba ocupado por tres grupos indígenas diferentes: los Pastos, los Abades y los Quillacingas, ubicados al margen de los ríos Pascual, Guátara y los ríos Mayo y Juanambú. En la actualidad existen 67 resguardos que ocupan 467 mil kilómetros cuadrados. Al estar limitado con Ecuador existen varios aspectos culturales compartidos (como es la música con instrumentos de viento) así mismo su economía.

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acercamiento
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Fuente. Elaboración propia en QGIS a partir de la clasificación del Instituto Geográfico Agustín Codazzi-IGAC (2021)

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Nombre

En los municipios donde se concentran las poblaciones indígenas y negras también han sido territorios en los cuales se ha presentado mayor número de desplazamientos a causa del conflicto armado y la siembra de cultivos ilícitos. Las comunidades han tenido que enfrentarse a amenazas por parte de grupos que controlan la producción del cultivo de coca, migraciones a las ciudades céntricas y en formas de tratar de recomenzar su vida (Agudelo, 2001). Otras se han formado en grupos pequeños como Consejos Comunitarios para liderar fuerzas de resistencias ante las fuerzas dominantes que tienen el poder y control de los cultivos ilícitos o para cercar su territorio dentro de los Resguardos indígenas. Dichos grupos se han unido políticamente como fuerzas comunitarias sociales y ambientales en pro de la conservación de los ríos, y culturalmente en pro de sus tradiciones e identidad. En la tabla 4 se presentan algunos Consejos Comunitarios con mayor área de titulación en Nariño.

Tabla 4. Consejos Comunitarios con mayor extensión en Nariño

Resolución Titulación Área Titulación Año

Pro-Defensa del Río Tapaje Resolución 1500 del 1-ago-2005 149994,91 2005 C.C. Brisas del Alto Telembi Resolución 14159 del 23-dic-2014 78936,00 2014

Manos Amigas del Patía Grande Resolución 1130 del 23-may2000 66562,00 2000 Renacer Telembi Resolución 1365 12-mar-2014 60000,00 2014 Unión Patía Viejo Resolución 4915 del 29-dic-1998 41197,00 1998 Unión De Cuencas De Isagualpi Resolución 2699 del 21-dic-2001 34268,00 2001

Fuente. Oficina de Alto Comisionado para la Paz (2021b)

Un ejemplo de Espacios de representación son los Consejos Comunitarios. La mayoría de los Consejos Comunitarios están organizados en pro de la conservación de los territorios naturales en sus comunidades. Investigando sus sitios web se puede observar que las prácticas a través de las cuales resisten son la organización de talleres comunitarios y educación para la conservación de las cuencas hídricas. También han organizado boletines e informes de las situaciones vividas como las dificultades de acceso a servicios de alimentación, acceso agua, salud, fuentes de empleo y riesgos por el conflicto armado.

Otra forma donde se presentan los Espacios de Representación en Nariño son las Juntas de Acción Comunal establecidas por cada vereda (zona rural). Aquí se presenta una forma de organización en las comunidades campesinas rurales para la toma de decisiones en sus territorios, la realización de mingas en donde a través del trabajo comunitario y voluntario los campesinos se organizan para arreglar las vías cuando se presentan derrumbes, también se efectúan mingas para la recolección de los productos agrícolas en tiempos de cosechas o mingas para participar en la construcción de espacios de encuentros como escuelas, canchas, eventos culturales. También a través de la Junta de Acción Comunal, los campesinos recolectan fondos económicos a través de festivales culturales para arreglar las vías y las líneas de acueductos y también para apoyar a las familias que por sucesos familiares no les es posible alimentarse. En estos espacios se comparten pensamientos, se expresa la creatividad y se unen lazos entre las familias campesinas.

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Conclusión

A través del artículo se intenta analizar cómo en un territorio se manifiestan espacios sociales representados y otros espacios donde surge una representación. Las representaciones del espacio se condensan en formas concebidas para atraer turistas como lo son los parques naturales, las artesanías y las festividades y por otra parte se refuerza a través de organizaciones sociales en pro de tener más dinero y poder, como son las minorías que controlan el narcotráfico. Los espacios de representación evocan discursos y formas de trabajo en contra de las fuerzas dominantes en formas locales y desde la vida cotidiana; en los espacios sociales también se encuentran las mayorías que trabajan en contra de la destrucción del medio ambiente, la lucha por la voz de la mujer, formas de trabajo solidario, que reclaman las dificultades como la falta acceso a la alimentación, agua, salud, fuentes de empleo y riesgos y amenazas por el conflicto armado.

Nunca sabremos si el deseo de conquistar el espacio y la naturaleza es una manifestación de alguna pulsión humana universal o un producto específico de las pasiones de la clase capitalista; pero lo que se puede decir con certeza es que la conquista del espacio y el tiempo, junto con el ansia incesante de dominar la naturaleza, ocupan desde hace mucho tiempo el centro de la psique colectiva de las ciudades capitalistas (Harvey, 2012a:133)

Harvey (2012) señala que es una tendencia del mundo del capital llamado comprensión espaciotemporal, es un mundo donde el capital se mueve deprisa y trata de reducir distancias. Lo que denota el análisis espacial, a través de mapas del Departamento de Nariño, es que el dinero, los empleos, los medios de producción se centran cuanto más desarrollo vial, transporte, industrias de construcción y poder institucional, comercial y financiero existan.

Mientras exista una mayor producción en las ciudades mayor será el desequilibrio en la ruralidad. Campesinos, comunidades negras y comunidades indígenas buscarán otras formas de subsistir si no les es posible la producción agrícola, arremetiendo a vincularse como fuerza de trabajo en los cultivos ilícitos, llevando formas urbanas a la ruralidad como formas de turismo rural, ecoturismo o turismo comunitario.

La presencia de cultivos ilícitos en una región conlleva a que jornaleros-campesinos prefieran dirigirse hacia el trabajo informal o hacia los cultivos de coca porque su valor de pago es sumamente mayor que trabajar en el área rural. Si no existen personas que trabajen el campo (zonas agrarias) los cultivos se pierden, los alimentos escasean y se debe recurrir a la importación de productos. O bien, la otra solución sería vender, porque las condiciones tecnológicas para reemplazar la mano de obra campesina requieren de dinero, por ende, un campesino común no podría adquirir.

Número 7

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En este artículo además se pudo notar desde una visión geoespacial que el territorio de Nariño se encuentra establecido con mayor generación de economía en aquellos territorios que más cerca se encuentran al desarrollo de transporte, vías. También se pudo notar que los espacios naturales alrededor de las vías de transporte son las que más se ha buscado conservar, pues la misma población ha empezado a crear ganancias económicas a partir del turismo. Por otra parte, los lugares donde se encuentran los cultivos de coca son los territorios donde mayormente se presentan casos de violencia, desplazamientos y conflicto armado.

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Finalmente, en medio del desarrollo económico que efectúa el capitalismo también se encuentran formas de resistencia. Estas voces de resistencia no son masivas como las que ofrecen los medios de comunicación, sino que se comparten en la vida cotidiana, a veces pasan desapercibidos a los ojos o la mentalidad ya condicionada. Los espacios de representación, espacios negativos se encuentran en espacios sociales reducidos, la cuestión está en saber identificarlos y poder reafirmar una mirada y un trabajo solidario y alternativo.

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Notas

1. El modelo explicativo de Marx sobre la “acumulación originaria”, presente en el primer volumen de El Capital, nos explica el análisis de la evolución del capitalismo desde la separación del campesino de sus medios de producción, en específico con el caso de Inglaterra entre los siglos XV y XIX, a través de utilización de formas violentas en el cercamiento de tierras comunales. Dicha acumulación originaria “no es el resultado del modelo de producción capitalista, sino su punto de partida” (Marx, [1975] 2009: 891). En este sentido Marx, además señala que es un “proceso histórico de escisión entre el productor y medios de producción” (Marx, [1975] 2009: 893).

2. El término hegemonía según Gramsci alude “a la dominación que ejerce un grupo en toda la sociedad, es decir, la clase fundamental a nivel estructural dirige la sociedad por el consenso que obtiene gracias al control de la sociedad civil; la sociedad civil puede unirse en grupo hegemónico en busca de una conquista de la sociedad política (burguesa), además cabe señalar que este control se caracteriza por la difusión de su concepción del mundo entre los grupos sociales” (Portelli, 1977: 73).

3. En los años 90 surge el concepto de economía creativa, y que según la Unesco es donde se toma la creatividad como motor de innovación y como forma de desarrollo de negocios de bienes y servicios, además de vincular el arte y la cultura en el mercado. Esta gran industria de la cultura y la economía creativa adicional a las grandes industrias de la comunicación, han llevado a la sociedad a una masificación de la información entre países se ven compartidos, por ejemplo, la música, el cine, los periódicos, redes sociales en formas de recreación o uso del tiempo libre forjando una cultura desenfrenada que no permite, en la mayoría de las veces, llevar a pensar a la sociedad crítica sino solo en replicar modas, consumo y entretenimiento.

4. El Índice de Riegos de Victimización según el Plan Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas del Gobierno, propende en generar acciones para reducir el riesgo de violaciones de Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario para garantizar la no repetición de las acciones violentas.

5. Las Juntas de Acción Comunal son una organización social-comunitaria, de carácter solidario, sin ánimo de lucro, compuesta por habitantes de zonas rurales, quienes se organizan (o juntan) para solucionar problemas de la comunidad.

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Avalancha acuarela sobre papelEmil Gumiel

Artículos libres

Libertad acuarela sobre papelEmil Gumiel

Four ideas on the new and old of work in the contemporary world

En la década de 1990 se planteó la tesis del “fin del trabajo”. La discusión fue muy intensa en Occidente. Uno de los autores que logró difundir este planteamiento con mayor eficiencia fue el norteamericano Jeremy Rifkin (1996). A la luz del persistente desempleo que existía en la economía estadounidense y del acelerado desarrollo tecnológico, Rifkin anticipaba que, progresivamente, el trabajo dejaría de ser necesario. Antes que él, en la década de 1980, el francés André Gorz (1982) discutía las implicancias y las posibilidades del fin de “la sociedad salarial”, modelo de sociedad basado en el trabajo asalariado y regulado del periodo fordista. En una línea similar se ubican los aportes del alemán Claus Offe (1985) en torno al “fin de la sociedad del trabajo”.

Esta discusión, recogida por De la Garza (1999) y Neffa (2001) es solo una pequeña muestra del tenor de las reflexiones en torno al trabajo tras desarrollarse lo que en la literatura es reconocido como una profunda “reestructuración productiva” en el sistema capitalista global, relacionada tanto con las crisis de 1973 y 1982 como con las aceleradas innovaciones en tecnologías de la información y las comunicaciones que tuvieron lugar entre las décadas de 1980 y 1990. Es el contexto en el que aparece la globalización como una temática específica, en el que se difunden con gran fuerza las ideas ortodoxas de la economía neoclásica -que dan sostén teórico a la ideología neoliberal- y en el que se consuma la caída del bloque soviético.

Desde entonces, es común encontrar apelaciones a aspectos “nuevos” en torno al trabajo1. El punto de referencia de la comparación se encuentra en el capitalismo de posguerra, marcado en Occidente por el Estado de Bienestar, la existencia de un organizado movimiento obrero y la vigencia de instituciones regulatorias laborales que aseguraban un conjunto de derechos conquistados desde finales del siglo XIX. Estamos hablando del modelo keynesiano-fordista de acumulación capitalista.

Tras las décadas de 1970 y 1980, se encuentra en la literatura la identificación de tendencias nuevas relacionadas con la organización del proceso de trabajo, las relaciones laborales, la composición de las estructuras socio-laborales, las construcciones ideológicas en torno al trabajo, el funcionamiento de los mercados laborales y la acción colectiva de los trabajadores, entre otras.

*Licenciado en Sociología y Magíster en Economía por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Maestrante en Estudios y relaciones del trabajo, en FLACSO-Argentina. Docente de la Escuela de Posgrado de la PUCP, investigador y consultor en temas de empleo y sindicalismo. E-mail: cavero.omar@gmail.com

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Cuatro ideas sobre lo nuevo y lo viejo del trabajo en el mundo contemporáneo

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Cuatro ideas sobre lo nuevo y lo viejo del trabajo en el mundo contemporáneo Four ideas on the new and old of work in the contemporary world Omar Cavero

La pandemia de la COVID19, por su impacto no solo sanitario sino económico ha renovado esta discusión. ¿Se profundizarán las tendencias pre-existentes en materia productiva y laboral? ¿Aumentarán los niveles de desempleo, trabajo precario e informalidad? ¿Las innovaciones tecnológicas y las nuevas modalidades de trabajo reconfigurarán el panorama socio-laboral? ¿Se mantendrán, se profundizarán o cambiarán las tendencias identificadas por los estudios del trabajo contemporáneos? La reciente literatura retoma el registro de lo nuevo y lo viejo, con un punto de corte distinto: la pre-pandemia y la post-pandemia.

¿Pero qué es lo nuevo y qué es lo viejo en estas discusiones? ¿Cómo establecerlo? Existen dos riesgos al momento de intentar comprender las vertiginosas mutaciones de la sociedad moderna en los últimos dos siglos. El primero es asumir como fenómenos nuevos lo que en realidad son manifestaciones distintas de un mismo fenómeno. Un proceso social puede ser vigente en un periodo de larga duración y dar lugar, en su despliegue, a aspectos aparentemente novedosos pero que no son más que manifestaciones suyas. Incluso, puede tratarse de elementos de poca novedad histórica pero que se encuentran con una sensibilidad distinta en el observador contemporáneo. Parafraseando a Touraine (1979), más que cambios en el objeto podría haber cambios en la mirada. Ejemplo de ello lo encontramos en la discusión sobre la globalización en la década de 1980. Se presentó como una realidad radicalmente nueva un proceso de mundialización de la economía que es rastreable desde el siglo XVI (Wallerstein, 2011).

Un segundo riesgo es el atribuir a las innovaciones tecnológicas el carácter de causa de los cambios sociales y, entonces, temporalizar las transformaciones históricas en función de revoluciones tecnológicas o, de forma más reducida, en función de “inventos”. Por ejemplo, es común escuchar que los cambios producidos en la economía europea del siglo XVIII, conocidos como “primera revolución industrial”, tuvieron como causa la invención de la máquina a vapor patentada por James Watt. De manera muy similar, se atribuye a las innovaciones tecnológicas recientes, vinculadas con la incorporación de la informática en procesos productivos automatizados o el desarrollo de tecnologías digitales, la causa de las principales tendencias de cambio en materia de trabajo.

Lo que no se ve en esta operación mental –y por lo que la califico como un riesgo que debemos evitar- es que el desarrollo tecnológico debe situarse en procesos y relaciones sociales específicas. No solo porque la innovación es un producto social, sino porque las relaciones sociales dominantes determinan tanto la incorporación del saber técnico al proceso productivo como sus efectos. Esto lo comprendió bien el movimiento obrero de finales del siglo XIX: la causa del desempleo no eran las máquinas -que el movimiento luddita se empeñaba en destruir- sino su uso capitalista; es decir, la determinación social de esa tecnología.

Estos riesgos tienen como trasfondo, principalmente, el carácter acelerado de los cambios tecnológicos en los procesos productivos y las transformaciones en el estilo de vida de la población, algo que no solo es constatable entre generaciones sino a lo largo de un mismo curso de vida. Como lo dijera Marx (1970) en el Manifiesto del Partido Comunista, la sociedad capitalista ha desarrollado las fuerzas productivas como ningún otro régimen de producción anterior en la historia humana. La sensación de cambio es, por tanto, permanente.

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Por ello, cabe intentar discernir qué es propiamente nuevo en el mundo del trabajo contemporáneo, en diálogo con la literatura especializada. La presente monografía tiene como objetivo exponer cuatro ideas breves sobre el trabajo en el actual contexto histórico. Las tres primeras se relacionan con las tendencias discutidas por la literatura en las últimas décadas y la cuarta en relación con los efectos de la pandemia de la COVID19 en el mundo del trabajo. Las ideas planteadas discuten en varios puntos lo señalado por Antunes (2009) sobre “el trabajo del presente y el futuro del trabajo”2 .

1. Primera idea

Ricardo Antunes señala que en los años setenta “ocurrió la crisis estructural del sistema productivo” y que esta dio lugar a un “vasto y global proceso de reestructuración productiva que todavía no cerró su ciclo” (2009: 30). Este proceso de reestructuración sería un intento de respuesta, primero, al agotamiento del modelo taylorista y fordista de organización del trabajo; segundo, a las luchas sociales crecientes en Europa de finales de la década de 1960; tercero, a la rápida innovación tecnológica, que requería nuevas formas de organización. Junto con estos cambios se habría desarrollado también un ideario propio de la “empresa liofilizada” o flexible que requiere un “nuevo tipo de trabajo”. Aquel sería el trasfondo de las tendencias contemporáneas del trabajo y su “nueva morfología”.

Del planteamiento de Antunes se desprende que el elemento causal de este proceso de reestructuración sería de orden técnico-productivo. Una forma de organizar la producción habría llegado a un límite y la superación técnica de ese límite habría llevado, precisamente, a la reestructuración. Esta idea presenta dos debilidades. La primera es que ignora el lugar que tiene la dinámica de acumulación capitalista en los procesos de innovación técnica. La segunda es que asume que la única contención a la expansión del capital en el segundo tercio del siglo XX era de orden exclusivamente productivo.

Respecto a lo primero, es necesario retomar el planteamiento de Marx (2001) en El Capital referente a la producción de plusvalía relativa; esto es, respecto al aumento de la proporción y del volumen de trabajo impago que se apropia el capital mediante el abaratamiento de las mercancías de consumo masivo y, con ello, del costo de la fuerza de trabajo. Esta idea es fundamental pues da cuenta de cómo el capital, acicateado por la competencia, necesita desarrollar de forma constante las fuerzas productivas para aumentar la productividad. Este es un fenómeno que nace con el capitalismo y se despliega desde el siglo XVIII con una fuerza creciente.

Las llamadas revoluciones industriales no tienen su origen, por tanto, en cambios técnicos, sino precisamente en este proceso consustancial a la dinámica capitalista. A ello se suma, además, el crecimiento incesante del capital, que lleva a su concentración monopólica, a su centralización mediante el control capitalista de cadenas productivas y a su expansión a escala territorial y social, subsumiendo las diversas esferas de la vida social a la lógica de la producción de mercancías. En tal sentido, el proceso que se desarrolla entre las décadas de 1970 y 1990, incorpora innovaciones técnicas, incluyendo las formas de organización del proceso de trabajo, pero tiene detrás las relaciones capitalistas que gobiernan la producción social. Quizá por ello ese proceso de reestructuración, como dice Antunes, “perdura hasta hoy” -y es que no tendría por qué de- tenerse.

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En segundo lugar, es necesario destacar que en las características y el ritmo de la acumulación capitalista también intervienen variables no económicas. Ejemplo claro de ello lo vemos en las movilizaciones obreras de finales del siglo XIX y en el nacimiento del movimiento sindical. Las demandas de la clase trabajadora por una jornada normal de trabajo, salario mínimo y condiciones de salubridad, entre otras, obligaron a la burguesía a renunciar a una parte del plusvalor y, a la vez, a ensayar diversas estrategias para evitar las regulaciones, combatirlas a nivel político o desestructurar al movimiento sindical. Coriat (1982) muestra cómo en los Estados Unidos el taylorismo se desarrolló en un contexto de abundante mano de obra extranjera que fue usada para sobrepasar al movimiento sindical local.

Este apunte es necesario pues los cambios técnico-productivos de las décadas de 1970 y 1990 fueron de la mano con el fin del Estado de Bienestar, la destrucción de la mayoría de regulaciones laborales de carácter protector y la instalación de la ideología neoliberal como pensamiento dominante. Estos elementos no son sino expresión de un cambio en la correlación de fuerzas que estaba en la base de lo que Gorz (1982) llama “la sociedad salarial”; es decir, el capitalismo “pre-reestructuración” en las sociedades industrializadas. Hago referencia a las contenciones que el movimiento obrero, los partidos comunistas y el bloque soviético habían logrado imponer a la acumulación capitalista. En tanto la clase obrera se fue debilitando y el bloque soviético dejó de resultar una amenaza para caer finalmente, las fuerzas del capital se desplegaron y retoma- ron, como lo demuestra Piketty (2013), características decimonónicas.

La idea que defiendo, es que la llamada “reestructuración productiva” es efecto del despliegue de la acumulación capitalista a escala global en un contexto de quiebre en la correlación fuerzas entre capital y trabajo. Se trata del despliegue de procesos pre-existentes que no son de orden técnico únicamente y que se intensifican dando lugar a nuevas manifestaciones. No niego con ello que existan cambios palpables en el mundo del trabajo de 1980 en adelante en relación con el periodo anterior. A lo que apunto es a que estos cambios son expresiones renovadas del mismo proceso de acumulación capitalista que opera desde el siglo XVIII y que tuvo, como excepcionalidad histórica, un periodo de regulación y estabilidad entre los años 1940 y 1960.

2. Segunda idea

La segunda idea que planteo está relacionada con la anterior. Mientras la primera idea ponía énfasis en el carácter de la reestructuración productiva del último tercio del siglo pasado, esta se concentra en las manifestaciones de ese proceso en el mundo del trabajo. La literatura da cuenta de un conjunto de tendencias distinguibles desde ese momento de quiebre hasta la actualidad. Entre ellas pueden destacarse tres.

Una está relacionada con el crecimiento del desempleo. Como señala Neffa (2001), esta es la constatación que está detrás de las discusiones sobre el fin del trabajo. La presión por el crecimiento constante de la productividad y la acelerada innovación tecnológica manifiesta en la automatización de procesos productivos, está destruyendo más puestos de trabajo que los nuevos que el crecimiento económico genera. A su vez, este despunte técnico exige trabajadores cada vez más calificados, pero en un número cada vez menor en términos relativos.

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Así, siguiendo a Antunes (2009), se ha ido gestando una pirámide laboral en la que se tiene una cúspide cada vez más reducida de trabajos ultra calificados, en el medio trabajos calificados en riesgo de desaparecer (y que se precarizan rápidamente) y en el extremo inferior una creciente cantidad de trabajos de muy baja calificación, precarios, autónomos, etc. o simplemente una masa de desempleados que crece en todo el mundo. Esta constatación es la que está detrás de las discusiones en torno al “precariado” (Standing y Madariaga, 2013) y que en América Latina en las décadas de 1970 y 1980 dio lugar a discusiones sobre la marginalidad (Quijano, 2014).

Una segunda tendencia hace referencia a la mercantilización del trabajo creativo o dicho de otro modo, a la incorporación creciente de la creatividad del trabajador en el proceso productivo, de manera muy distinta al modelo taylorista del obrero-máquina. Esta incorporación de la capacidad creadora tiene como correlato la incorporación subjetiva del trabajador en el proceso de producción al punto de fundir no solo su propia realización personal con el quehacer productivo sino también desdibujar la separación tanto subjetiva como objetiva existente entre el tiempo privado, orientado al bienestar personal, y el tiempo público, orientado a la producción de valor (Delfino, 2020). Es lo que Antunes (2009), apuntando al trabajo digital, denomina apropiación cognitiva del trabajo.

La tercera tendencia consiste en la creciente precarización de las condiciones de trabajo, expresión del desconocimiento o recorte de derechos conquistados por la clase trabajadora a inicios del siglo XX, como lo son la jornada normal de ocho horas, la estabilidad laboral, la seguridad social, el salario mínimo de subsistencia, el derecho a vacaciones, entre otros. Antunes se refiere a este proceso como “la erosión del trabajo contratado y reglamentado en el siglo XX” (Antunes, 2009: p. 32).

Es constatable que en las últimas tres décadas hay en todo el mundo una fuerte orientación a flexibilizar las relaciones laborales e incluso “deslaboralizarlas”, intentado diluir, mediante tercerizaciones e intermediaciones las relaciones entre empleadores y trabajadores. Los trabajos de plataformas digitales son un ejemplo (Köhler, 2020). Al mismo tiempo, como parte de la misma tendencia, se extienden modalidades de intensificación del trabajo mediante la multiactividad o multitasking y mediante la conexión permanente del trabajador a través de internet y dispositivos móviles. El telón de fondo de esto, de carácter masivo, es el desempleo camuflado como autoempleo individual o familiar en la forma de microempresas.

Estas tres tendencias, en consonancia con la idea anteriormente planteada, no tienen su origen únicamente en cambios de orden técnico-productivo; antes bien, tienen detrás procesos de largo aliento, consustanciales al régimen de producción capitalista, y cuyo despliegue apenas fue temporalmente contenido entre el final de la Primera Guerra Mundial y la crisis de la década de 1970.

De forma correspondiente, las tendencias mencionadas, se vinculan con, primero, la orientación del capital a incrementar su parte constante frente a su parte variable con el objetivo de agilizar el ritmo productivo y, así, abaratar mercancías para ganar en la competencia de mercado. El capital constante refiere al “trabajo muerto”; es decir, a los insumos e implementos de producción como herramientas y máquinas. Desde el siglo XVIII, aunque sobre todo en el XIX, se constata en Inglaterra cómo la gran burguesía incorpora maquinarias para lograr producción a gran escala. Al

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crecer esta parte constante (constante por no añadir valor, sino transferirlo), disminuye, en términos relativos, la parte variable, la contratación de fuerza de trabajo (variable por ser trabajo vivo que transforma su propio valor en valor nuevo o plusvalor).

Esta tendencia de cambio en la composición orgánica del capital no es exclusiva del periodo de la gran industria basada en la incorporación de máquinas, sino que se observa de forma constante en el tiempo hasta nuestros días. No es sino esta la tendencia que subyace a la automatización de procesos de producción, a la incorporación de sistemas informáticos y al uso capitalista de las innovaciones digitales.

Tanto en los albores industriales como ahora, el impacto de este proceso en la demanda de trabajo consiste en su disminución relativa y, por tanto, en el crecimiento del desempleo y en los cambios permanentes en las cualificaciones requeridas, haciéndose obsoletos en cada vez menor tiempo puestos de trabajo otrora demandados. Por tanto, no solo crece el llamado “ejército industrial de reserva”, sino que aumenta la competencia entre trabajadores por menores puestos y se extienden las actividades de subsistencia por fuera del trabajo asalariado.

Por otra parte, la mercantilización del trabajo creativo y la incorporación de aspectos subjetivos del trabajador en el proceso de producción, responde a un proceso también de largo aliento, consistente en la disociación entre el trabajador y el proceso de trabajo. Esto lo identifica Marx (2001) con suma claridad al analizar el paso de la manufactura a la gran industria en Inglaterra, entre los siglos XVIII y XIX. Él observa cómo el capitalismo no solo tuvo que separar al productor directo de los medios de producción para contar con mano de obra libre, sino también cómo, para aumentar su productividad, tuvo que ir superando los límites que el propio trabajo individual imponía al capital.

Estos límites radicaban en que el obrero traía consigo su conocimiento, sus herramientas, su fuerza física y, en fin, su individualidad. La manufactura tuvo como principal innovación –más relevante que cualquier invento técnico- la organización del proceso de trabajo para lograr un “obrero colectivo”, conformado por obreros cumpliendo labores parciales y complementarias de un mismo proceso de producción. Aquella primera superación del ritmo individual artesanal, fue seguido por el proceso de convertir la herramienta en una máquina-herramienta que al obrero solo tocaba operar, la fuerza física en energía obtenida de fuentes de la naturaleza (vapor, carbón, etc.) y el conocimiento en un proceso diseñado por fuera del saber obrero, subsumiendo la ciencia a las necesidades del capital.

La expresión más consciente y sincera de este proceso se encuentra en Taylor y su Organización Científica del Trabajo, pero se prolonga hasta nuestros días. El abandono del modelo taylorista y el paso a una mayor relevancia de la subjetividad y la creatividad, antes que significar un rescate de la autonomía del trabajador, es un paso más en el proceso de control de expropiación capitalista al trabajador. Mientras que en el modelo taylorista el trabajador podía mantener para sí su propia subjetividad y vida extra-laboral, la incorporación de la psicología, la sociología y la gestión en el management permiten al capital conquistar también esa esfera subjetiva. Los afectos, las emociones y la creatividad son nuevos ámbitos conquistados por el capital para elevar la productividad.

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Por último, las tendencias flexibilizadoras, tercerizadoras y de intensificación del trabajo son también expresiones de procesos consustanciales a la acumulación capitalista y comprensibles solamente a partir de entender la necesidad del capital de compensar la caída de la tasa de ganancia producida por el aumento de la parte constante de su composición, como se explicó anteriormente. En la medida en que el capital solo puede obtener plusvalor del trabajo vivo, la reducción relativa de este trabajo impacta en la rentabilidad empresarial.

Aquel impacto puede compensarse de varias maneras. Uno es acelerando el ciclo entre producción y consumo (acá el crédito cumple un papel central), otro es aumentando la escala de producción, otro es conquistando nuevos nichos de mercado y otro, finalmente, es reduciendo el costo de la fuerza de trabajo e intensificando su utilización. Esta última estrategia es la que estaba detrás de la precarización laboral decimonónica y la que está detrás también de la precarización laboral contemporánea. La diferencia es de escala y de experiencia. Este proceso comprende hoy una proporción más grande de seres humanos, pues la producción capitalista ha impuesto sus términos en casi todo el globo, y es más sofisticado que antes, tanto en términos legislativos como ideológicos.

3. Tercera idea

La tercera idea que propongo apunta a destacar fenómenos que sí tienen una novedad específica en el marco de los grandes procesos asociados a la acumulación capitalista, que expuse en las dos ideas anteriores. Uno de ellos es la hegemonía financiera en el proceso capitalista de producción. El tránsito de un capitalismo con primacía industrial a uno con primacía del capital especulativo coincide con la llamada reestructuración productiva. La economía capitalista de los años 1980 en adelante tiene una dinámica determinada por las finanzas. Estas anteceden a la producción, anteceden al consumo y condicionan la moneda y la recaudación de los Estados nacionales.

El impacto en el empleo es directo, pues, en tanto acelera y volatiliza el ciclo producción-consumo, obliga al capital a desarrollar procesos productivos flexibles y acentuar la tendencia a erosionar la estabilidad laboral. Al mismo tiempo, involucra a la clase trabajadora en modalidades diversas de crédito que empujan al trabajador a sobre-explotarse o a “disciplinarse” frente al capital, pues debe cuidar su fuente de ingresos para honrar las deudas contraídas. A ello sumemos más efectos como la propia segmentación interna de la clase trabajadora vía el consumo, lo cual dificulta la construcción de identidades colectivas.

Un segundo elemento de novedad específica es la incorporación de la generación y gestión de información en el proceso productivo. En las últimas dos décadas es notable incluso su centralidad. Este fenómeno, como se dijo ya, requiere de calificaciones especializadas de un sector de las y los trabajadores, cada vez más pequeño en términos relativos. Pero también tiene como efecto la posibilidad de que la producción se diversifique y particularice a un nivel muy alto. La generación de información mediante algoritmos y la big data permiten que la producción de bienes y servicios cuente con información muy precisa de las necesidades de los consumidores. El propio consumidor se convierte en un insumo productivo.

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De ello se desprenden diversos efectos en el mundo del trabajo. Uno central es el alto nivel de sofisticación del control ideológico en la forma de una enajenación “individualizada”, oculta bajo la forma de libertad o autorrealización. La provisión permanente de información brinda al consumidor -que es también trabajador- la posibilidad de construir su particularidad a través de un mercado que “lo conoce”. Encuentra en el consumo un espacio de realización aparentemente libre. Este efecto subjetivo, con soporte objetivo en el proceso productivo que incorpora masivamente información específica, es terreno fértil para repertorios ideológicos como el emprendedurismo, la prédica de que el éxito está basado únicamente en el esfuerzo individual o que el malestar físico o psicológico de la enajenación tiene como causa solo variables biográficas. Todo ello erosiona la acción colectiva laboral.

4. Cuarta idea

Como cuarta idea, quisiera destacar, en la línea de Weller (2020), que la pandemia profundiza las tendencias centrales del capitalismo contemporáneo y, por tanto, no nos lleva a una “nueva normalidad”, como algunas voces anunciaban. En materia laboral, las necesidades cuantitativas y cualitativas de la acumulación capitalista determinan el acceso al trabajo. Como señala Marx (2001), el capital tiene su propia ley de población. Las tendencias en curso, relativas a la precarización, a la destrucción de empleos de calificación intermedia y al crecimiento de la masa de trabajadores desempleados o autoempleados, no tendrían por qué detenerse. Antes bien, puede anticiparse que se acentúen.

Ante la paralización económica, las empresas tienden a echar a los trabajadores, sea mediante despidos o no renovaciones de contrato, a la vez que tienen incentivos para reducir salarios. La reactivación, en ese sentido, encuentra un mercado de trabajo con sobre-oferta de fuerza laboral disponible, lo que tiene un efecto negativo en el salario promedio, haciéndolo caer. Esto se constata en las estadísticas de Weller (2020). Del mismo modo, es posible esperar que las brechas internas de la clase trabajadora se intensifiquen y que mujeres, migrantes, grupos étnicos indígenas y jóvenes terminen ocupando los puestos menos calificados o engrosando las filas de la inactividad, el autoempleo o el trabajo en microempresas, fuera de toda protección laboral.

Por último, el desarrollo del teletrabajo y la extensión de las modalidades de trabajo basadas en plataformas digitales, algo ya constatable en todo el mundo, puede profundizar la tendencia previa a intensificar la explotación laboral, elevar el tiempo de trabajo y desdibujar la relación laboral entre trabajador y empleador. Las reflexiones de Köhler (2020) sobre la “economía de plataformas” y de Delfino (2020) sobre el teletrabajo apuntan a esa dirección.

Las plataformas de delivery, por ejemplo, si bien han incorporado una cantidad bastante alta de trabajadores antes sin posibilidad de emplearse, han extendido un tipo trabajo caracterizado por ser precario, sin horarios definidos, sin estabilidad y sin ningún tipo de protección social. Por su parte, el teletrabajo ha trasladado la dinámica productiva al ámbito reproductivo y de descanso, difuminando la diferencia entre lo público y lo privado y entre el espacio y el tiempo. El resultado es la disponibilidad absoluta del trabajador para fines productivos.

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Notas

1. Y no solo en relación con el trabajo. En casi todas las áreas de las Ciencias Sociales se encuentra esta misma sensación general de novedad. Ejemplo de ello son los estudios sobre acción colectiva y la discusión sobre los “nuevos movimientos sociales” (Melucci, 1994).

2. Este es precisamente el nombre del artículo en referencia: “Diez tesis sobre el trabajo del presente (y el futuro del trabajo)”.

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Politico acuarela sobre papelEmil Gumiel Politico 2 acuarela sobre papelEmil Gumiel

La inseminación en la ipseidad Insemination in the ipseity

Resumen:

Sentimos desde el arbitrario alumbramiento, que funcionalmente, debíamos esta manifestación que llevamos a cabo, con la única intención de develar, precisamente, ese impulso intencional de ordenar, lo más sensatamente posible, sin que ello signifique perder efectividad ante los múltiples destinos o destinatarios, a los que debemos advertir de convivir con la incertidumbre natural y de imposible control que nos asolan como humanos. La embarcación llamada humanidad, en la que nos encontramos, enfrenta momentos aciagos, generando que la carta de navegación con la que nos veníamos manejando, dejó de ser confiable y utilizable, por tanto, entre el oleaje bravío, debemos ensayar, nuevas elucubraciones que determinen las funciones dentro del barco, para que luego, se consensue, un destino de amarre, donde tras el avistar tierra, podamos desembarcar, sin tropezarnos, despertarnos del sopor de la presente pesadilla que nos genera el no enfrentarnos a lo que no sabemos, no queremos ni aceptamos.

Palabras clave:

Incertidumbre, otredad, control.

Abstract:

We feel from the arbitrary delivery, that functionally, we owed this manifestation that we carried out, with the sole intention of precisely revealing that intentional impulse to order, as sensibly as possible, without this meaning losing effectiveness in the face of multiple destinations or recipients, to which we must warn to coexist with the natural and impossible control uncertainty that plague us as humans. The boat called humanity, in which we find ourselves, faces dire moments, generating that the navigation chart with which we had been driving, left us to be reliable and usable, therefore, among the rough waves, we must try new lucubrations that determine the functions inside the ship, so that, later, a mooring destination is agreed, where after sighting land, we can disembark, without stumbling, wake up from the torpor of the present nightmare generated by not facing what we do not know, we do not want nor do we accept.

Key words:

Uncertainty, otherness, control.

*Pensador y escritor autodidacta argentino. Publicó en 1999 su novela “El Macabro fundamento”, en 2013 “El hijo del Pecado”, en 2015 “La democracia incierta”, en 2017 “El acabóse democrático”, entre otros. Contacto: franciscotgc@gmail.com

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Intenciones intuitivas e investigación interpretativa de la individualidad

Introito

Las presentes líneas, serás presentadas, de la forma estructural que se fueron manifestando. Es decir, se darán de bruces con la ortodoxia, inútil y casquivana de las pretensiones del onanismo academicista, que recurrentemente en su goce perverso de la repetición, ensalza autores que abusan, reiteradamente de las normas de estilo, para dejar en elegante, prolijo y aceptable encuadre, extensos ríos de significantes vacíos.

Los pocos que bañándose en tales aguas, en lo mejor de los casos, pueden preguntarse sí es la misma, al ingresar una y otra vez a la corriente, de uno u otro lado de la orilla, enlodarán el discurrir de estos anatemas que presentamos, bajo la estructura que se fue conformando de acuerdo a la dinámica de lo expreso, de lo expresado y del contexto que lo va determinando y que lo seguirá haciendo, hasta el final inacabado de la experiencia de lo humano.

Sabemos, intuitivamente, racionalmente, científicamente (es decir dejamos de creer que lo sabemos, para aceptar que lo conjeturamos) que de un tiempo a esta parte, la lectura, es más un fenómeno de intermitencia que de continuidad. La acción que se creía, obvia e inmediata, de comprensión de lo textual, es prácticamente un milagro, excepciones que confirman la regla, establecen como axiomas incontrastables, que muy poco de lo escaso que se lee, es reutilizable en un circuito, posible o potable, para que el intercambio de posiciones, de perspectivas, de argumentos y de razones pueda generar la manifestación de lo humano en su sentido lato.

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Tal como se agrupan después, las recopilaciones en lo que llaman obras completas, o estructuradas por exigencias caprichosas de los catalogadores, así como alguno pensó mediante seminarios, otro por intermedio de sus clases o conferencias y los más, a pedido de esa demanda editorial que cosificaban los pensamientos en lo que conocemos como objeto libro, no podemos desconocer, ni lo vamos a hacer ni traicionar, estos razonamientos, estas intuiciones, que bullen, que brotan de una dinámica, de una intensidad y que no pueden, ni deben estar sujetas, aprisionadas, ocluidas, por determinaciones formales, por la promesa que de esta manera, serán social, académica o popularmente más aceptadas, que sí no se respetan a sí mismas, generando incluso, una perspectiva diferente de comunicar, con el único fin, de que el ser humano, el otro como lector, tenga más sencilla, le sea más atractiva, la posibilidad de pensar, a partir de ciertas propuestas amalgamadas en una presentación como la presente.

Respetando incluso, a quiénes con el mismo ánimo, tachan el grafo, el vocablo, lo deconstruyen, en su género, le agregan signos por fuera de lo semántico, no faltará quién proponga que se lea de derecha a izquierda, salteando renglones, o anulando párrafos.

Tal vez sean más interesantes, versátiles como novedosas estas invitaciones, pero en el momento en el que hemos sido arrojados a la presente existencia, creemos que sería el agregarle mayores exigencias al lector, so pretexto de quitárselas. No estaríamos logrando el cometido, irreverente por exceso, quizá, pero cometido al fin. Seguimos con la idea de comunicar, independientemente de ser indolentemente dispersos.

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Sentimos desde el arbitrario alumbramiento, que funcionalmente, debíamos esta manifestación que llevamos a cabo, con la única intención de develar, precisamente, ese impulso intencional de ordenar, lo más sensatamente posible, sin que ello signifique perder efectividad ante los múltiples destinos o destinatarios, a los que debemos seducir, convencer y encantar, las ideas trémulas de convivir con la incertidumbre natural y de imposible control que nos asolan como humanos.

Imploramos, finalmente, que todos aquellos que tengan la posibilidad de retransmitir la retahíla de palabras presentes, puedan llevarlo a cabo, en tren de que la embarcación llamada humanidad, en la que nos encontramos, enfrenta momentos aciagos, generando que la carta de navegación con la que nos veníamos manejando, dejó der confiable y utilizable, por tanto, entre el oleaje bravío, debemos ensayar, nuevas elucubraciones que determinen las funciones dentro del barco, para que luego, se consensue, un destino de amarre, donde tras el avistar tierra, podamos desembarcar, sin tropezarnos, despertarnos del sopor de la presente pesadilla que nos genera el no enfrentarnos a lo que no sabemos, no queremos ni aceptamos. Bienvenidos a bordo. Cada uno de los artículos, puntuales y puntualizados, breves desde lo académico, extensos desde lo periodístico o socialmente compartido vía digital, puede ser asimilado, como un compartimiento estanco. Sin que por esto, claro, se pueda percibir, el hilo de Ariadna, que vincula, a uno tras otro, y que de acuerdo, a cómo se interprete o decodifique, podrá llevarnos a un lado u otro, del laberinto, en donde se ha aprisionado al espíritu, a la esencia, a la falta, a la carencia incierta de lo humano.

La inseminación

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Hubo un tiempo en que fue necesario lo otro, en respuesta a la historia milenaria del ser. Momentos, no tan lejanos de la diseminación. El curso, como decurso y recurso, de lo no establecido, emergió, como rizoma, desde su sentido horizontal, desde su expresividad, ajena a toda lógica formal, a todo patrón ortodoxo, en una suerte de danza caprichosa, de manifestación de lo oculto, de lo callado, de lo obturado, por las fuerzas ciegas de las estructuras rígidas que pretendieron imponer la religión de la autoridad.

En quechua ayñanakuy, significa pelear con palabras. Tal vez la disputa de la actualidad, sea con nosotros mismos. En el salto a la ipseidad, poder comprender, asimilar e introyectar tendría necesariamente que ver, con nutrirnos de aspectos, de pliegues, de bordes, que por razones que sólo la sinrazón conoce, hemos dejado de lado, al punto de que ya no nos reconocemos en los espejos de agua natural, a los que venimos envenenando con los desperdicios de nuestras repeticiones, automatizadas e innecesarias.  Escribir no es un acto individual, como en un a priori se anatematiza. Tiene que ver el acto, con un primer momento, para que luego, consecuentemente, se produzca la segunda instancia, la del otro como lector. Acá no finaliza la obra, dado que la posibilidad de comprensión, de entendimiento, ofrece, una relación, un vínculo, un diálogo, entre sujetos que a partir de estas acciones, construyen o reconstruyen una comunidad.

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Ponerle grilletes, condiciones, determinaciones, en nombre de un orden, de una amabilidad o bajo la tutela de que esos otros, a los que están dirigidas las palabras, no la entenderían si el conjunto de las mismas no lleva un apartado de conceptos claves, citas referenciadas en normas de estilo y demás requerimientos  de la formalidad que ocluye y pisotea, no es más que un atentado a la manifestación de lo humano.

Necesitamos volver a pensar, a sentir, a olvidar, a equivocarnos, a dialogar, a pretender ser la comunidad en esa interacción de deseos, muchas veces contrapuestos, en tensión, en ebullición, administrando las contradicciones que amenazan todos y cada uno de los sentidos que nos demandan el silencio mórbido de la anuencia, a cambio de una aprobación, de una certificación que nos diga que lo sabemos o que somos parte de algo.  Ñandutí  es una voz guaraní que significa realizar un hilado, un tejido, símil a los desplegados por una araña para confeccionar su tela. De una complexión estética como funcional sin precedentes, tejer, es enredarse, en un arte, que por su accionar que no pretende un resultado o resultante, puede culminar en una parte de un vestido, de un objeto, o en el manifestarse del ser que imita, a la manifestación viviente que hace de tal enredo, su hogar y su forma de subsistencia.

Así como otrora, nos enriquecimos con el griego y con el latín, como últimamente con el francés y el alemán, no debemos perdernos la posibilidad de ser íntegros e integrar, más allá de un acto emancipador, decolonial o liberador, independientemente de qué se constituya en una práctica analéctica o exótica, la voz de las culturas, que fueron silenciadas, durante siglos por la ignorancia supina de quienes se pretendieron dueños de verdades consagradas, por el burdo hecho de estar formalmente presentadas en rigores de medios que terminaron de justificar, fines (como genocidios) totalmente injustificables para lo humano, en su razón y sentir de tal.

Inseminar nuestro vínculo, abortado, interrumpido, reintroducirlo, en un contacto más dinámico y menos intermediado entre lo que queremos y lo que pensamos, es la propuesta que anida en el significante de estas palabras.

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La única pretensión, que se esconde en estos grafos, es la de recoger, retomar, lo que hemos olvidado, lo que dejamos, adscribiendo a la tesitura que nos iría mejor si descartabamos lo que no nos sirviera, para acumular, una aprobación, un tener y contar con algo más que otro, rompiendo de esta manera, dislocando, la comunidad, destruyendo el sinsentido, más sentido y cabal, el de comunicarnos para entendernos, sin etiquetas, sin calificaciones, ni clasificaciones, sin dueños, sin amos, sin patrones.

De a poco, tendríamos que llevar a otros escenarios, los escritos destinados a esas aprobaciones, que proponen relaciones desiguales de poder, en donde prevalece lo silente del pensamiento, para que el número de la nota, resignifique todas y cada una de las palabras, ya para tal entonces asesinadas, por la furia individualista, de quiénes tendrán el tiempo necesario para comprender, de todo lo que se están perdiendo, y que hacen perder, cuando cierran y aniquilan la posibilidad de una comunidad que tenga como sensación, razón y emoción, a la palabra como talismán, de lo necesario e imprescindible de que, pese a las letras, los vocablos, sus formas, tiempos, significaciones y significantes, expresos y ocluidos, todos en definitiva y cada uno de los que somos, hemos sido y seres parte de esta historia de lo humano, hablamos el mismo idioma.

Kolaval (Para el pueblo Tzotzil significa gracias.)

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La función desconocida

Es constitutivo del ser humano, una funcionalidad, absolutamente desconocida, a la que estamos determinados a brindarle una respuesta determinada, acabada y específica. Hasta el momento mismo de hacerse efectiva la finitud de todos y cada uno de nosotros, la operatividad de tal función, se manifiesta en la incesante disposición que alienta, hasta el final la pulsión de vida, y que junto a la característica primordial de ser seres deseantes, nos lleva a que creamos haber correspondido a esa demanda congénita, de haberle entregado la respuesta pretendida y anhelada que nos dispuso como finalidad misma, el precisamente, dotar de sentido, lo que en términos conocidos y expresados no lo tiene, ni lo tendrá en los campos de la razón disciplinada o lógica concluyente y que significará para cada uno de los seres humanos en la definición de tales, que construyamos la disposición hacia, la intención existencial o la función dentro de las estructuras que nos moldean, para convencernos, de acuerdo a los diferentes procesos individuales y graduales que llevamos a cabo, que tal desconocimiento de lo que vivenciamos o para lo que tenemos o debemos vivenciar, excede el cumplimiento normal, efectivo y común de las funciones corporales que nos mantienen con vida.

Así como lo fue para Sigmund Freud el inconsciente, y para Jacques Lacan el objeto a, la disposición desconocida, es la tercera arista que complementa, completando tal vez, la tríada de elementos que no figuran de modo asequible o asible, pero que son constitutivas del sujeto en relación, a su condición de tal y de su experiencia en calidad de humano en su aquí y ahora determinado.

Es desconocida, dado que no opera desde la ubicación física de un órgano determinado, pero tal conformación o dotación espectral, la hace integral, omnipresente en su ausencia expresa y acabada.

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No existe ser humano en la tierra, que en un momento dado, no haya creído, sentido, intuido o razonado, que su existencia, que su presencia, que su manifestación viviente, se debe, obedece o se corresponde con una funcionalidad, una disposición o intención, natural, energética o colectiva de la que es parte, para llevar a cabo una suerte de objetivo, de finalidad o sentido que precisamente, tiene como mandato llevar a cabo, en el tiempo que tenga (o incluso se de para sí) como habitante en el presente plano.

Lo que se llama o define como destino, es la huella, el rastro, de búsqueda que viene realizando el sujeto, para dar con el condicionante que lo impele, lo intima a denunciar, expresar y armonizar, colectiva e históricamente, esa demanda natural, ínsita, de brindar una respuesta, que satisfaga la operatividad de la disposición o la función en sí misma y para cada uno de los sujetos.

Es decir, podrá ser en un determinado momento, la consecución de logros materiales, acumulativos, vinculados a un rol, familiar, o social dentro del ámbito laboral, artístico, deportivo, profesional, informal o del que fuere. Lo cierto, es que siempre será, esa respuesta que se le debe a esa función, a esa disposición que demanda.

Al creerla, sentirla e intuirla como tal, en nuestra condición de sujetos, tenemos la inacabada como inexpresiva sensación, que en algún momento conocimos (previos al arrojo existencial) o que finalmente lo haremos

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(cuando nos sobrevenga la muerte) esa determinación, ese objetivo, esa función, ese sentido, para el que tenemos el paso obligado en esta experiencia que llamamos vida.

Entendiendo la importancia, nodal que posee, en todos los momentos, desde que tenemos consciencia de nuestras existencias, podemos dar cuenta, de cómo hemos conformado nuestra experiencia colectiva en el mundo.

La dimensión numérica, de contabilizar, para generar resultantes, obedece obcecadamente a esta disposición, como el forjar antecedentes y precedentes, en una suerte de saga, para la que creemos que venimos a ser parte, con un rol, con un papel, específico y determinado.

Todos y cada uno de los conceptos que nos hemos construido a fuerza de nuestras experiencias, tienen como punto de encuentro, junto a las otras características fundantes de nuestra condición de sujetos, el saciar, el responder, el otorgar, el brindar, el dar, el ofrecer, una respuesta a esta función, a esta intención, que permanece desconocida, y desde tal lugar, la pretendemos, descalzar, dislocar, correrle tal velo de ocultamiento, para sentirnos plenos, felices o realizados.

Dada esta peculiaridad, que comparte con los aspectos fundantes de lo humano, nunca puede ser absoluta, ni definida, encontrada, y por ende, encerrada o anatematizada.

Esto que en un a priori, podría significar un elemento, negativo o que denote un desvalor, en realidad dinamiza, imbrica, la consecución del sujeto por la libertad, como desapego, precisamente del mandato, la misión, el rol o el papel, a tener o, a ejecutar.

Es decir, esto mismo al estar oculto, no expresado, orbitando en tal ámbito de lo desconocido, y pese a condicionarlo de forma tal, que hace, el sujeto, una búsqueda, como construcción de sentido, existencial como social, le permite, el juego, la oscilación, generándose la sensación de libre albedrío que cada tanto se experimenta.

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Es decir, como uno no sabe, ni nunca sabrá, a ciencia cierta, ese rol, específico, ni determinado, pero que se siente, se intuye y se hace presente, mediante esta función o disposición desconocida, la libertad, a conseguir, se equilibra o tensiona, con esa función del destino, previamente asignada o escogida. Se libra una suerte, de disputa, como entre las fuerzas o pulsiones de Eros y Tánatos, entre las Moiras de la mitología griega, a quiénes acudiremos para la alegoría, de determinar la función, la disposición o la intuición desconocida. Son tres, Cloto (disposición), Láquesis (función) y Átropos (intuición), quiénes se debaten, en la constitución del sujeto, y en la decisión de este (condicionada obviamente) la dinámica misma del objeto u objetivo que ese sujeto determinado, se vaya trazando en los diferentes períodos de su vida. El ir y venir, las contraposiciones y demarcaciones, de las Moiras entre sí que pululan como los tironeos o movimientos que siente, intuye o percibe el sujeto dentro sí y lo que hará que finalmente tome una decisión que también podrá ser cambiada, es finalmente la libertad adquirida o adquiriente que puede traducirse como felicidad, por el descubrir de aquello desconocido (la función o disposición primigenia) y el manejo que haga de tal demanda en el decurso de su propia existencia, liberando y alimentándose a la vez, de la energía de la libertad, que se nutre de las condiciones, previas y anteriores que permiten que ese cuerpo,

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sobreviviente, cumplimentando sus funciones vitales, se constituya en sujeto, sujetado, pero liberado a la vez, de ese libreto que es destino (elegido o asignado en un tiempo anterior o ulterior) como posibilidad de libertad, a cada rato y en cada momento, definiéndose este interactuar, como el sentido mismo de una instancia o un instante de felicidad.

Escansión obligatoria

El término no es usual, pero refiere, de acuerdo a quién lo puso a rolar con un significado más amplio a Una puntuación afortunada (Lacan, s.f.). Los puntos permiten respirar al texto. Las restricciones impensadas a nuestras libertades más básicas tienen por objeto que se nos garantice la posibilidad de seguir respirando.

No sabemos que palabras vendrán después de este punto y aparte, ¿largo e inesperado? No sabemos quiénes tendrán mayores responsabilidades en escribirlas. No sabemos, si tendremos la posibilidad de seguir contando con las palabras. No sabemos. En algún punto, equívoco, como fatídico, hemos asociado no saber con no respirar. El quiebre, la ruptura, el disloque de esta conjunción, como de toda, es lo que nos genera tanta zozobra y pavor.

La escansión es un fenómeno que surge de lo textual, no podemos escandir un asiento contable, en lo numérico los puntos pierden el sentido mismo de su esencia. En verdad, para ciertos contextos el punto en relación, a los números, es señal de multiplicación. Réplicas automáticas y automatizadas, por ende, viralizadas. No se puede poner punto a la ganancia ilimitada (en términos o expresión contable). O tal vez sí, pero no lo hemos intentado o no lo hemos querido. En otro punto equívoco como fatídico, asociamos imposibilidad de cambió o modificación en el campo o en el plano de lo numérico. Las palabras pueden variar en su significante y significado, más el dos siempre seguirá siendo la suma de uno más uno y la resta de seis menos cuatro.

La espiritualidad apofántica de nuestro logos, del sistema mismo de comunicación, nos habla de las carencias a las que nos sometemos al afirmar que una cosa es tal para al momento mismo, deja de ser tantas cosas. El principio de no contradicción, auspiciando y generando la aceleración ya desatada con el poema de Parménides.

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En ese después que nos hará entender, lo que no comprendemos y no aceptamos asumir que no lo sabemos, se juega el destino su azar, ya sin afirmar ni preguntar, teniendo al humano como testigo, como enclave, y como autor, de una obra que la cree suya, como para volver a realizar una escansión.

Puntuar nuevamente, para que el relato, respiro mediante, resignifique el conjunto de signos y los pueda fundir efectivamente con su contraparte numérica o continúe en su reiterado intento por.

Cuando el uno deje de ser tal, la multiplicidad no será necesaria para explicar eso otro, que en el afán terminamos transformando a la amorosa búsqueda de la verdad, en la alocada carrera en la que estamos insertos y en la que terminaremos, diluyéndonos, para evitar nuestra condición incierta e indeterminada.

El párrafo finalizó. Tal vez sea el fin también de un capítulo o de la narración. Puede que simplemente un descanso, como tantos más. Tene-

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mos eso sí, la posibilidad de que más luego, nos expliquemos más acabadamente, con signos numéricos o lingüísticos, o de los que fuesen para una humanidad más entendida o como la queramos llamar.

Necesitábamos dejar de respirar, o tener más cierta la posibilidad tal, para saber que el otro en cuanto a lo que me complementa, puede ser el peligro que me extermine, en la contradicción tajante, de qué sin su existencia, como reflejo o espejo, ya nada tiene sentido, siquiera el respirar sí no lo puedo escuchar hacer lo mismo lo que para uno, en su desafío múltiple, puede ser tan cotidiano y natural.

Punto: del aparato psíquico al aparato institucional

Tras los conceptos fundamentales que se conocen como ello, yo y superyó, constitutivos del aparato psíquico, otorgándoles funcionalidades políticas o encontrando las mismas, en la tríada que divide los poderes de los estados occidentales, podríamos maridar, sin temor a que digamos nada que no se traduzca como real, como operando en lo simbólico y tal vez, en lo arquetípico de lo imaginario, que el ello es el poder legislativo (el carácter deseoso de la ley, que muchas veces hasta resulta, o todas las veces, incumplible en tales términos) el yo (la ejecución de lo presente, o la administración de lo circundante, el poder ejecutivo) y el superyó (penalidad y contrarresto de lo deseante puro, poder judicial). La explicación psicológica o psicoanalítica del molde institucional que concibió y concibe el engranaje mediante la cual, la ciencia política creyó concebir algo que le perteneciera en un porcentaje destacable, no es más que la prueba fehaciente que de la frase “lo personal es político” (Hanisch, 1969) debiéramos buscarlo en sus trasfondo, en lo subyacente, para explicitar que lo político-democrático, actual, estructurado como esta, jamás podrá permitirnos algo más allá de un tratamiento y jamás una cura, respuesta determinada, acabada o definición manifiesta. Se trata de nuestra condición, no de los sistemas, ni de como estemos cada uno de los cuales podemos llegar a interpretarlo o en el mejor de los casos plantearlo bajo modificaciones.

En la siguiente como brillante, síntesis para un artículo que busca enhebrar también el vínculo entre psicoanálisis y política, Merlín (2014) nos alumbra de la siguiente manera:

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“Recordemos brevemente el planteo que hace Freud en Psicología de las masas y análisis del yo. Afirma allí que las masas son asociaciones de individuos que se manifiestan con características bárbaras, violentas, impulsivas y carentes de límites, en las que se echan por tierra las represiones. Son grupos humanos hipnotizados, con bajo rendimiento intelectual, que buscan someterse a la autoridad del líder poderoso que las domina por sugestión. Se trata de una constitución libidinosa producida por la identificación al líder, en la que una multitud de individuos pone en el mismo objeto (el líder) el lugar del ideal del yo –operador simbólico que sostiene la identificación de los miembros entre sí–. Por lo tanto, dos operaciones constituyen y caracterizan a la masa: idealización al líder e identificación con el líder y entre los miembros. En resumen, la masa implica una respuesta social no discursiva sino puramente libidinal”. El artículo de la autora, como su título lo indica, continua con una interesante interpretación del giro psicoanalítico, mediante el clivaje “populismo” que le daría, según su consideración Laclau, a lo expresado por Freud, que naturalmente leen la perspectiva desde el fenómeno sujeto y sus conflictividades y para nosotros, sin embargo, la lectura, pasa por

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pararse desde la óptica de lo estructurado, tanto en lo que luego deviene como lenguaje, pero que funge como aparato, psíquico y más luego, el político, que replica las misma y tajante estructuración.

En el aparato psíquico, (del que no queremos profundizar tanto por economía del lenguaje, como por el riesgo que implicaría el salirnos de eje) que navega bajo (en la mítica Teoría del iceberg) los tópicos de lo consciente, lo preconsciente y lo inconsciente, la réplica política, es cabal y contundente.

El aparato político que sostiene los tres poderes del estado (hemos trabajado, sobre todo en la razón de ser del poder judicial y de la necesidad que le brindan los politólogos de ese contrapeso con los otros poderes, pero que a nivel argumental es escaso o pobre, desde Montesquieu (1996) en El Espíritu de las leyes a todos sus continuadores como muestra fehaciente de lo que afirmamos, nos replica la estructura no obramos ni pensamos política o racionalmente) navega en la legitimidad, en su continuidad, por obra y gracia que los tres tópicos que le permiten tal transitar, no son más ni menos que las clases sociales, o grupos o facciones que bien podrían dirimirse entre los que participan o son parte (políticos, clase alta, elite, círculo rojo, dominante) los que desean serlo, porque lo han sido (ellos o familiares) o porque tienen condiciones para creer o sentir que podrán ser parte (clase media) y finalmente los que no tienen conciencia de los que les está ocurriendo ni a ellos, ni en su rededor, los pobres, marginales o en estado de excepción (permanente, bien vale el oxímoron ) que sólo pueden ocuparse de sobrevivir de rato en rato.

Como acabamos de ver los tópicos están replicados y más allá de semánticas o de nominaciones, la estructuración de nuestra política actual y por ende sus conflictividades, tienen mucho más que ver con las estructuraciones con las que nos arrojaron al mundo. Lo personal no sólo es político, sino lo psicoanalítico lo es.

Como bien sabemos, a título de adagio tal vez pueda resultar ahora, más comprensible, entendible o analizable. Precisamente a Lacan (1985) se le atribuye también una frase a la que estaríamos haciendo honor: “Sí usted no entiende mis textos, tanto mejor, tendrá la oportunidad de explicarlos”.

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En lo posible, que es lo pasable, lo transitable o lo vivible, cada quién sabrá qué hacer con lo suyo (en el mejor los casos con la guía de su analista) lo significativo, al menos para nosotros, es que así como toda la academia-cultural e intelectual, consideró y considera que sus administradores o políticos, deben conocer de derecho, leyes, ciencia política (en esta periodicidad le están agregando la exigencia de conocimientos económicos) y demás, estamos en condición de afirmar, que bajo la estructura que nos estructura y por la que estructuramos lo político, tener un guía político, un buen político entendido en ese significante extenso de bueno, sería alguien que comprendiera ciertas nociones analíticas, al menos sí no la ve o no se interesa, que las respete, que las valore y que no las desprecie. Bajo tales signos estamos determinados, más allá de nuestros gustos, placeres, gozos e incluso de nosotros mismos.

La lógica de la democracia o del fantasma

“La palabra se define y nos define, ¿acaso no hemos llegado hasta hacer surgir el universo de ella? Y ¿no hemos asimilado nuestros orígenes al parloteo de un dios charlatán? ¿Qué seríamos sin el lenguaje?” (Subirats, 1993).

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El concepto nodal de lo democrático es la palabra. El sujeto histórico del sistema político es ese logos. El significante de la democracia es el verbo, el término, el vocablo, estos suaves y ligeros matices en que varían como significados, no dejan de estar inscriptos en el orden simbólico de la palabra, es decir de la, o de lo, político. La democracia, en la identificación con la política, no en la identidad dado que ésta como nos recuerda Eric Laurent es un vacío, no es más que palabra, que como significante, y tal como nos alecciona Jacques Lacan en La lógica del fantasma (Beaumont, J.P. & Vandermersch, B., 2004) no podría significarse a sí mismo y por ende, funge, mediante lo que representa o tras la representación. A propósito de tal seminario citado, Tenembaum (2015), en el artículo “El inconsciente es la política”, escribe: En una sola ocasión Lacan asevera que el inconsciente es la política. Lo hace en la “Lógica del Fantasma”.

Ahora bien, ¿Qué es un fantasma? “En un meduloso estudio sobre Hamlet, Carl Schmitt plantea que el nacimiento del Estado moderno surgió como un nuevo orden político al neutralizar las guerras civiles entre confesiones. En este proceso Hamlet se convertiría en el mito político de la Modernidad, opuesto a Edipo como aquel de la Antigüedad” (Tenembaum, 2015).

Hamlet, es el fantasma político por antonomasia de occidente. La entidad fantasmagórica, interviene en lo real, o está presente en ella, desde otro plano, desde otra perspectiva, obliterando la posibilidad de que establezcamos una relación, bajo nuestros términos (es decir del orden de la realidad, de cientificidad, de logicidad o desde lo eminentemente normativo) y aceptando que sólo nos resta el juego, azaroso, de las identificaciones, pues construir una identidad, sería el que cómo mínimo, dejáramos de reproducirnos, cuando no, hesitar y perecer en tal hesitación, como decisión, lógica, de lo humano.

El inconsciente es la política por esto mismo, por su estructuración como un lenguaje, dado que en su identificación, devino en lo democrático, no sólo porque “el significante no podría significarse a sí mismo” como nos alerta Lacan, sino que además porque mediante este orbitar, se libra o se trata lo reprimido, que siguiendo con el autor de La lógica del fantasma refiere: “Lo reprimido: el representante de la representación primera en tanto que ella está ligada al hecho primero — lógico — de la represión” (Beaumont, J.P. & Vandermersch, B., 2004).

El fantasma, que podríamos decir, forcluido en un fantasma Lacaniano, reina en los tres órdenes, real, simbólico e imaginario, sin que permanezca en ninguno, pues es el que permite la ruptura, supuesta de la lógica del amo y del esclavo, el diapasón que disrumpe la lógica aristotélica y la formalidad cartesiana.

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Claro, que no por esto, el fantasma Lacaniano, no deja de ser un fantasma narcisista: “Creerse uno es una ilusión, una pasión, o una locura según las diferentes formas en las que Lacan ha podido nombrar el narcisismo” (Laurent, E., s.f.).

En términos políticos y en conceptos harto trabajados en La promesa de la política (Arendt, 2012) y en Historia de la mentira (Derrida, 2015), pedirle, exigirle, reclamarle, solicitarle, a lo democrático, a la política, y por ende a quiénes la representan (a ella, no a nosotros los ciudadanos o el pueblo, como se prefiera) es decir a los políticos, nociones como la verdad, lo cierto

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o lo consciente, es cuanto menos histérico, sino propio de una conducta psicótica. Sí queremos comprender, entender, o incluso el imposible de cambiar, tal lógica de lo democrático, la encontraremos sólo sí en el ámbito de lo inconsciente, en ese no lugar que estructurado como un lenguaje, es lo otro que supuestamente se nos ofrece, mediante discursos armados, campañas prolijas y postureos de risas y gestualidades. Incluso más, cuando nos hacen desear es cuando nos gobiernan, en el reinado del desierto de lo real (cuando nos quieren decir que no existen los fantasmas o que los han exterminado) lo político y lo democrático, se detiene, como en un paréntesis, para la venidera parusía de lo que nos redima, y esta es la razón por la cual, en términos políticos y metodológicos, lo único invariable de las democracias es el ejercicio, podríamos decir masturbatorio (dado que como mínima persigue placer inmediato) de lo electoral.

Democracia, política, inconsciente, y fantasma lacaniano son los distintos significados para el que el gran significante del voto, de la elección, de la libertad política, no se signifique así misma y nos brinde la sensación de que todo puede estar en movimiento, sin que nada se mueva, desde ningún otro plano, que la estructura con la sentimos, pensamos y de la que invariablemente desconocemos y no toleramos.

Lo que está en jaque es nuestro sistema de verdad

En 1755 un terremoto destruyó Lisboa e hizo temblar al mundo en el amplio y simbólico sentido del término. Tal vez este acontecimiento, a diferencia de lo que se emparenta automáticamente con respecto a la llamada gripe española, sea lo más semejante a lo que estemos viviendo en relación, a la irrupción de la presente pandemia.

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Quedarnos en el síntoma, en la manifestación, epitelial u orgánica de lo que nos ocurre, nos llevaría precisamente a eso, a un historicismo, que agolpe, que acumule, que aglomere, que no discierna, ni piense, ni lleve a cabo el ejercicio, obligado de raciocinio, o la consulta a la intuición, para tratar de encontrarnos con palabras que nos devuelvan, en modo de explicación o certeza, qué es necesariamente lo que nos está ocurriendo. Creer que la presente afectación se corresponde a un catálogo de enfermedades que asolaron al ser humano en su historia como especie, sería precisamente lo que se viene realizando harto repetidamente. No resolveremos los problemas que se nos han originado, pandemia mediante, tras el advenimiento de vacuna, remedio o pharmakon alguno.

En caso de que continuemos tentados a analizar o pensar la realidad, tomando una de las partes por el todo, caeremos en la mera y huera recopilación de datos, de ejercicios o disciplinas que están jaqueadas, al unísono y por ende, simultáneamente. No se trata, como incluso lo hemos pensado, del sistema de salud, sanitario, del sistema social, político, laboral, económico, ideológico, de valores o todas y cada una de las parcelas en las que podemos diseccionar el fenómeno de lo humano.

Como aquella vez, tras lo que se conoce como el terremoto de Lisboa, un hecho puntual, específico y determinado (con sus afectaciones, destrucciones y muerte reales, más todo lo otro, generado desde eso real, como espectros o réplicas) hizo temblar lo establecido, para que luego, tras las ruinas, el humano, estableciera un nuevo sistema u orden, que tenga que ver con las generalidades más amplias y tal vez abstractas, pero no

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por ello, ajenas a lo que luego significarían todas y cada una de las cotidianeidades, en las que desembocamos de aquel entonces, hasta ahora, de acuerdo a la conjetura que en estas líneas estamos presentando.

Creemos, consideramos y a fuerza de los argumentos esgrimidos, que es necesario en primera instancia, el recordar el impacto ulterior, del terremoto propiamente dicho. El mundo en aquel entonces, orbitaba bajo una cosmovisión (siempre existen éstas, por más que muchos, sobre todos los que tienen acceso a las mismas, no quieren que los múltiples, tengan llegada a tales arcanos, es la explicación más sucinta de por qué la filosofía sí bien es la madre de las ciencias, es asimismo, la disciplina oculta u ocultada, negada y estigmatizada, olvidada y olvidable) que se define, palabras más palabras menos y en uso de la economía del lenguaje, como “el mejor de los mundos posibles” (Panadero, 2015), definición atribuida a Leibniz, que construyó su teodicea, en las bases platónicas en definiciones tales como: “el demiurgo quiso que el mundo fuera el mejor posible” (Platón, 2011).

El terremoto, se llevó a Lisboa, incontables destrucciones, dolores y muertes (se produjó en plena festividad religiosa en una comunidad mayoritariamente creyente y practicante), pero lo más determinante fue lo que sucedió despúes. El hombre, como sujeto, tuvo que duelar el mundo y por ende el sistema de verdad que había construído y en el que creía hasta entonces, luego, reconstruyó tras las ruinas.

La prueba más contudente de esto mismo (como todas las experiencias de lo humano, se registran bajo lo escrito, de aquí que se considere que la pluma siempre es más que la espada) la selló Voltaire, en su declarada disputa con Leibniz y el mejor de los mundos posibles en el que este creyó. La siguiente imagen alegórica es contudente: “Los sirios imaginaron que al ser creados el hombre y la mujer en el cuarto cielo, se atrevieron a comer una torta, en lugar de la ambrosía, que era su comida natural. La ambrosía se exhalaba por los poros; pero después de haber comido la torta, era preciso ir al excusado. El hombre y la mujer rogaron a un ángel que les enseñase donde estaba el retrete. Ved, les dijo el ángel, aquel pequeño planeta, apenas visible, que está a unos sesenta millones de leguas de aquí, allí está el excusado del universo, id lo más rápido posible. Y fueron allí y se quedaron, y desde ese momento nuestro mundo fue lo que es” (Voltaire, 2011, p. 203).

El hombre, por intermedio de estos dos de sus representantes (podríamos desde una posición de privilegio, establecer que el filósofo es el representante natural del humano y su razón en el transcurso de su estar en el mundo, sin embargo, con toda razón o con más, tal posición la podrían reclamar también los artistas, creadores o creativos) pasó de vivir en el mejor de los mundos posibles, a vivir en el baño, en el excusado, en el retrete del universo.

El industrialismo, que recreó todo un sistema social, económico, laboral, ideológico y político, que es en el que aún nos encontramos viviendo, es la principal víctima de la pandemia que nos afecta, que precisamente, cómo el terremoto, terminará por arrastrar, ni más ni menos que nuestro sistema de verdad.

Sistema de verdad, en donde tanto la democracia, las supuestas libertades consagradas y la razón instrumental que nos otorga y brinda, la réplica y reproducción de números en acumulación para intercambios imposibles, están plenamente en jaque y serán reconsideradas, reconfiguradas, reconstruidas y rearmadas.

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Una vez que hagamos el duelo y salgamos de la falta de conceptualización de lo que nos está ocurriendo, tal vez decodifiquemos las siguientes palabras desde otra perspectiva: “Si bien Pascal introdujo el discurso científico, no olvidemos que fue él también quien, incluso en el momento más extremo de su retiro y su conversión, quería inaugurar una compañía de ómnibus parisino. Este Pascal no sabe lo que dice cuando habla de una vida feliz, pero nosotros tenemos la encarnación de ello. ¿Qué más puede atraparse con el término feliz si no precisamente la función que se encarna en el plus-de-gozar? Además nosotros no necesitamos apostar sobre el más allá para saber cuánto vale allí donde el plus-degozar se descubre bajo una forma desnuda. Esto tiene un nombre —se llama a perversión” (Lacan, 2006, p. 177).

Las verdades científicas, hispotasiadas por nuestras faltas constitutivas y constituyentes, deberán ser reconstruidas desde todas y cada una de las perspectivas que impliquen otro sistema de verdad. No es casual que como último grito de la moda, el sistema jaqueado en nombre de supuestas fake news restrinja la libertad de expresión, en función de una posible afección viral, se restrinjan nuestras libertades más básicas y elementales y que por la supervivencia del rostro económico y social, del sistema integral, llamado capitalismo, sigamos condenando a la exclusión, ciega, sorda y muda, a millones de seres humanos que perecen en la indignidad y en la desconsideración más absoluta. Todo en nombre no ya de la vieja fórmula del mejor de los mundos posibles, sino de lo menos malo que podríamos tener.

Salirnos como sujetos, donde la función desconocida (el temor a lo incierto) nos condujo desde hace más de doscientos años a esta parte de la estructura, llamada perversión, es la oportunidad que se nos presenta y que tenemos por delante, casi como una bendición de un dios, tan benévolo o perverso, de ofrecernos algo a lo que seguramente no tendremos el valor ni la oportunidad de alcanzar.

Ocurre que para inventar, o relatar, tal deidad, debemos salirnos de la funcionalidad perversa, y ese goce, incansablemente repetitivo, es la renuencia a la que díficilmente abandonemos, aún, pandemia mediante. De todas maneras, está por verse, y esto es precisamente lo que nos mantiene, por el momento, vivos.

Eyaculación, procaz y precoz

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El macho que en la prepotencia de su machismo se siente tal, al encontrar la reacción de la mujer, tras no haberle brindado a ésta el goce (ni que hablar de placer) inmediato de lo sexual, se encuentra desnudo en su condición (fálica como retrógrada) de macho. Deja de ser tal, es decir no logra con el falo ratificarse como hombre y acude, a la violencia para no perder, no ya su condición, sino su existencia que la subsume a una cultural razón de ser, específica y determinada (dador de felicidad, mediante la penetración). La mujer, la mejor elección que toma, es la de no entrar en el juego de la hembra, y la peor decisión que podría tomar, es la de escoger por el hombre, la opción que este debería hacer para dejar de ser macho. Antes que la impotencia, que afecta al hombre por lo general de edad avanzada, y que puede ser resuelta mediante fármaco, el principal problema masculino es, el de contexto civilizatorio mediante, transformarse en un procaz y precoz, que lo haga todo rápido, vertiginoso, amontonado, fatalmente intenso, maquinal, acumulatorio, sea en la cama, en un recinto o en la oficina de gobierno.

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Al haber decidido, sí es que realmente tomamos tal decisión, el renunciar a la serenidad para vivir en reflexión y pensamiento, a expensas de recrear, las ficciones más temibles de nuestros temores, que son las que nos conducen a diario, nuestros adictivos grilletes a los que endiosamos y creemos que nos liberan, cuando más nos anulan y nos cercenan en nuestra posibilidad de ser humanos, a dejarnos llevar, como tristes ilusos que van, irremediablemente a la frustración, a en-cementar, blindando, que no es lo mismo que brindar, los acuciantes horrores de los otros, para atacar el síntoma, el sucedáneo y no la causa.

Ocurre en la cama como en el atrio del gobernante. Sí una de las partes, pretende el goce sexual, por separado, no sólo que está violando el acuerdo tácito del encuentro (así incluso se hable o se pague antes por lo contrario) sino que además, está perjudicando, violentando al otro, que como si fuese poco, terminara reaccionando, de alguna u otra manera, devolviendo tal desaprensión al desaprensivo. Eyacular precozmente, es un buen ejemplo, de esta disfuncionalidad que en realidad es mucho más que eso, dado que sale de las sábanas y como actitud llega a los recintos institucionales y a las casa de gobierno.

Nadie puede desconocer que el atavismo cultural de la imagen del poder se asocia, aún al hombre, confusa como injustamente, pero lo cierto es que el gobernante aún reina en el orden simbólico de muchos como el que “la tiene más larga”, en un claro y palmario ejemplo de lo primitivo y soez de nuestras consideraciones públicas y políticas.

No se trata que estos machos cabríos, hagan de su pene real —lo que tantos escritores narraron en distintos libros, verbigracia La fiesta del chivo (Vargas Llosa, 2000) —. Los desaguisados machistas que sus procacidades les habiliten, sino de lo que harán con su miembro simbólico, que es ni más ni menos que la lapicera de sus decisiones públicas. No debe importar el tamaño, ni el color de la lapicera, sino como la use. La similitud con lo sexual, no tiene una razón metafórica o una necesidad del suscribiente para ratificar una tesis, es lisa y llanamente sentido común. Gobernar es dar lo mejor de uno (el gobernante) como el amante da lo mejor de sí para el otro en la cama o en la intimidad.

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Uno de los mayores peligros es que en el afán de hacerlo todo rápido, bien y a la perfección, es caer en la precocidad. En una suerte de cumplimiento de lo dictado, en la parusía de las recetas premoldeadas de gobernanza que con tanto y supuesto éxito, terminan de colonizar nuestra imposibilidad de recuperar la serenidad. En un mismo orden de ideas, en pleno contexto occidental en donde nos hemos amputado la mencionada posibilidad de actuar con serenidad, sí vamos vertiginosa o alocadamente, seguramente vamos a acabarnos y el problema no tiene que ver con la finalidad misma, es decir con terminar acabados, sino de disfrutar el viaje y de al menos dotarlo al mismo de un sentido fuerte y con una valedera como valiosa, significación.

Tanto actuar meramente administrativo, así se trate de obras de infraestructura o de reparto de dádivas, prebendas o asistencialismo, generará que gobernado nunca reconozca el esfuerzo del otro (es decir siempre querrá un polvo más, un encuentro en donde depositará la expectativa de ser comprendido y acabar a la par, que del goce luego se camine al placer) dado que estará solamente alimentando, este canal, esta sintonía, este or-

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den. La escenografía, de las democracias occidentales actuales, nos remite a El mito de Sísifo (Camus, 1985) con la piedra que cae, sempiternamente desde lo alto de la montaña, pese a ser levantada y llevada una y otra vez.

A veces cambiar el color de la tinta de la lapicera puede ayudar para lo inmediato (pero nunca es una solución de fondo, todo lo que el marketing, el coach y demás tácticas de rapiña ofrecen a los políticos y por ende a la política), lo cierto es que el ritmo de viajes, inauguraciones, de reuniones, de presencia en fiestas, en redes sociales, debe tener un anclaje en una construcción que contemple a ese otro gobernado, o amado. El gobierno debe estar acendrado en algo más que en la minuta, que en la eyaculación precoz, que ofrecen los especialistas en medios y en comunicación.

La política es esa comarca, esa morada, la cama en donde el gobernante debe dar cuenta de sus mejores artes. El que se hable de cómo generar mayor participación, de brindar y no blindar, un sistema o forma de votación, más claro, más transparente, que se colijan las experiencias de otros (los ex) que hayan gobernado y mediante homenajes lo mejor de cada uno de los tiempos pasados, fungirá como ejercicio pleno de un haber dado amor público y político, que le cambiará o al menos, se irá en la intención, a la mayor cantidad de gente.

Repartir planes, proyectos, power point que vienen digitados de otros lugares (con intereses y beneficios que siempre están fuera del lugar de arraigo), robotizarse en el envío atontado y alocado de gacetillas para cortar cintas que no desatan ningún nudo, es una mera eyaculación precoz, que más temprano que tarde, sino se ofrece más que esto, el amado o gobernado, además de recriminarlo, elegirá a otro (incluso un objeto) que le prometa amor, y que verá con el tiempo sí le cumplió o si se trató de otro mero eyaculador precoz.

Este finalmente, como proverbial narcisista, al no tener la posibilidad de ver al otro, por ende de interesarse en lo que le pase, o en esforzarse por comprenderlo, dejará un tendal de gobernados, no sólo sin amor, sino también sin dignidad y sin comida. Nada muy diferente a nuestras democracias actuales que minadas, desbordadas de pobres y de pobreza, necesita una cura analítica, en términos de la palabra, de la razón, del logos.

La vulva o el coño democrático

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La democracia es tanto el útero materno como la vulva rebelde que deja de ser objeto, para constituirse en sujeto. Por un lado, siguen, quiénes lo único que pretenden es violentar la matriz de las cosas, vejándola, una y otra vez, como quién sólo vota en cada jornada electoral. Luego estamos, los que humildemente, consideramos que la pluma es más que la espada, y que redefinimos, reconstruimos, los conceptos, en alianza con todos y cada uno de los múltiples, que ahora serán lectores, pero que después, se convertirán en los socios fundadores, de un nuevo pacto político y social, que será más inclusivo, ecuánime y general en nombre de la humanidad. Concibamos juntos, mediante el juego-romance de las palabras el sujeto de los tiempos que vendrán. La representatividad muerta, de una democracia que perece a medida que se la rescata, a la que se la salva, se le brinda otra posibilidad, desde la connotación de la política, merece, y debe, ser analizada, bajo los incordios de los conceptos, de la estructuración psicoanalítica, tal como sí se tratase de una suerte de diván, como

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todos imposible y experimental, público, explícito y explicitado, en donde el analista, el guía, el componedor, se transforma, se convierte, deviene en lector y donde el gobernante, al fin, a solas con su responsabilidad como con su irresponsabilidad, tiene la oportunidad de redimirse de sus excedentes, de excomulgarse de un mandato que lo lleva a los límites de la conversión de lo no humano. Este conjunto de vocablos, está estructurado como un lenguaje que nos habla entre las exclusiones mutuas que se desprenden de la filosofía, la política y el psicoanálisis para la comprensión de lo humano. En su lectura ágil, se podrá percibir el clivaje ocluido, el lazo, oculto como inexpugnable, que recobra de sentido, un jeroglífico en donde se pueden vislumbrar a la política, la democracia, el inconsciente y la vagina como conceptos fundamentales. En cada uno de los lectores, comentadores en verdad, así lo deseen ratificar en el código de las letras como en el reinado de sus silencios, se encuentra la guía para unir y desunir los cabos, tal como en el atalaya asoma la luz referencial del analista o como en la casa de gobierno, ejecuta la decisión, sea cual fuere la misma, el gobernante. Como sí se tratase de una suerte de manifiesto, de codificación, independientemente de lo que lleve su dinámica, como su comprensión, en una dimensión de lo temporal que excede nuestra necesidad de respuesta, todo lo que callan nuestras palabras, no son más que las venturas que vivenciaremos en estadios otros, sean oníricos, como productos de la fantasía o de la posibilidad de un futuro posible que nos impele a que nos habitemos más allá del miedo con el que leemos la reacción primigenia, que deslizamos ante la muerte. Desde este mojón es que consideramos que si no dejamos de pensar, actuando, de esta manera, la llamada de lo ausente a lo que no acudimos, se terminara por extinguir, descenderos a una deshumanización de nuestras posibilidades, y convertidos en un subproducto de la razón instrumental, dejaremos de interesarnos por la palabra, por las traducciones que conseguimos, mediante su uso y desuso. En tal ciénaga del aceleracionismo, incluso en este en el que se nos impuso una pausa, un paréntesis inesperado seremos la expresión consumada, del consumo hiperbolizado, sobregirado en las proporciones industriales que nos llevaran a buscar otros ambientes, para desarrollar, no ya lo humano, sino su resultante, la operatoria mayor, la conversión final del verbo, del logos, de la palabra al número. Número que como tal, posee como propiedad intrínseca su no traducibilidad. La ausencia de exegesis del número, lo convierte y nos convierte, en algoritmos para uso y abuso de nuestra debacle, a la que se la llama, por el momento, en los últimos resquicios de la resistencia de las palabras, inteligencia artificial. Cada vez son más los sujetos (atados a la ataraxia que propina el sedante del fin de los tiempos), que exacerbados en su función políciaca, denuncian la llegada, la subsistencia de textos, de manojos de palabras, de gritos de lo humano, seriados, codificados en artículos, que no esperaban, que no pidieron, que no saben dónde colocarlo, además del basurero, sea real, simbólico del cerebro o virtual de la casilla de correo. Ya tienen privada la posibilidad del entender que la humanidad, encontró sin buscar su traducción. Casi todo lo adquirido lo obtuvimos mediante el libre juego, de que una cosa llevara a la otra, sin desesperarnos en buscar, imposible además, el cuanto y el qué. La muerte no traduce lo humano, no lo redime, no lo inmortaliza, sólo la palabra es capaz de conseguir esto y tanto más. La palabra, a la que se la persigue, se la ultraja, se

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la sodomiza, exigiéndole una traducción, un resultante, nos habla, nos interpela, en todos los planos posibles, para que nos reconciliemos con ella, con lo público, con lo político, que es su sucedáneo. En la palabra no anida el resultado, al que por haberlo convertido en prioritario, la traducción de lo humano, lo va despojando de su sentido, de su esencialidad, de esa palabra por la que aún conservamos nuestra condición, hasta que la terminemos despellejando y en tal posibilidad, habernos transformado en la suma azarosa de un algoritmo, sin posibilidad de regreso, de cambio, sin traducción alguna más que la contundencia del número.

El deseo no se expresa en lo manifiesto

Tal como en la afirmación “Yo no soy nada, lo otro de mí lo es todo” (Hegel, 1978), nada que pretendemos desde lo más auténtico de nuestro ser, podemos exteriorizarlo desde la traducibilidad de las palabras. El poder de garabatear signos, no es más que el síntoma expreso de la mudez a la que no podemos escapar, del contundente y silente presidio a la que nos condena el sinsentido. Esto mismo se explica sólo sí en la medida de su no explicación, mediante palabras, tras la epocalidad en la que transitamos, bajo la conciencia en la que nos creemos lógicos como comunicables. Que seamos finitos, que perezcamos sin aceptar este contundente condicionamiento, es la prueba efectiva de que estamos habitando otro lugar, en donde latimos más profundamente, o para decirlo de otro modo, somos más auténticamente, donde tal vez los deseos se correspondan con nuestros actos o sensaciones más palmariamente.

Sí es que alguna vez hemos pensado, que vivimos en el mejor de los mundos posibles, es porque naturalmente, podamos ser, una versión diferente, apocada o disminuida de la que potencialmente pudimos desarrollar y que por ello, tendemos a desear lo imposible de un mundo que se nos escapa de la mundanidad finita. Ningún ejemplo será tan explícito cuando afirmamos que estamos realizando algo que lo hacemos porque nos interesa el otro, el colectivo o lo público. Nada es menos real que expresar que hacemos algo que nos impulsa por lo que nos excede, por lo que nos es ajeno, lo que no nos pertenece. En todo caso, o en el mejor de los casos, lo hacemos, porque tememos a eso que se nos presenta como extraño y por tanto, pretendemos tutelarlo o maniobrarlo, desde la bondad, que no deja de ser el engaño, de que estamos interesados en tener el control de manejar, lo otro, por temor a ser manejados o tutelados por eso mismo que desconocemos.

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Primer semestre 2022 / CochabambaBolivia La inseminación en la ipseidad Insemination in the ipseity

Es muy difícil el reconocer esto, el ponerlo en palabras, difundirlo y actuar en consecuencia. La palabra, ni bien expresa, ya construye literaturidad, es su verdadera razón de ser. La semántica no pretende tener ningún valor de verdad, sino solamente de señalamiento. La nominalidad no busca discernir, sino simplemente caracterizar. La verdad, a decir de I. Bergman es sólo la pasión de los mentirosos, es un canal de ida en la que la salida se corresponde con el mismo ticket de entrada (González A., 2016).

Tal como indica la teoría psicoanalítica, el inconsciente, estructurado como un lenguaje, nos manifestaría sus posiciones por intermedio de lo sabido; sueños, chistes y lo decodificable, analista mediante. Sin embargo, es necesario, como imprescindible que en todo lo que creemos o definimos como asuntos públicos, a través de lo que comunican los medios de

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prensa, podamos socializar este principio que podría sintetizarse como nadie que nos prometa lo mejor para todos, está en su búsqueda o tiene tal intención.

En el oxímoron de la definición democrática, su imposible es lo perverso. Nadie quiere ser gobernado por el pueblo, dado que este o es el otro, o en su significante extenso, no es nadie. Más allá de lo que podamos querer para cada uno de nosotros, muy difícilmente, queramos para organizarnos social o políticamente, ser gobernado por un otro o por nadie en el engaño de todos o del pueblo. Esto es lo que nos promete lo democrático, lo que inercialmente, aceptamos como un supuesto deseo colectivo, que no es tal, ni por asomo.

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CochabambaBolivia La inseminación en la ipseidad Insemination in the ipseity

Sería interesante que manifestemos lo que deseamos, mediante los canales que vayamos encontrando y que se correspondan con lo eso que pretendamos. Los poderes del estado, constituidos, instaurados y legitimados, por la prensa que únicamente se encarga en sostener tal régimen, tal status quo, jamás dirá que es lo que pretendemos o deseamos, por ello, los medios de comunicación, solo expresan lo expresable, no solamente porque están codificados como una tabla en donde se manifiestan mediante el lenguaje socialmente aceptable. Es decir, sí tuviésemos un canal de noticias, un periódico o una radio, en donde sólo se brindaran todas y cada una de las informaciones que tengan que ver con lo público y no desde donde emanan o sale esos supuestos manifiestos (el poder político, el poder institucional, el poder académico, el poder religioso, el poder económico y todo poder que oblitera lo que enuncia se encargará el trabajar u ocuparse de los demás) podríamos dar por sentado, que a la humanidad le interesa algo que tiene que ver con su propio género y que exceda la individualidad del que está pensando, enunciando o comunicando. Desear, expresar y manifestar, podrían ser sinónimos o significar aspectos semejantes, esto no sólo es prueba fehaciente de los límites del lenguaje y por ende de nuestros propios límites, sino por sobre todo, que nada que tenga que ver con el todos, de lo colectivo, de eso que la política nos presenta como democrático, saldrá de algo que no tenga que ver con un aspecto personalísimo de cada uno de los existentes, que apenas nos diferenciamos de los que nos rodean, por atravesar cosas semejantes o iguales en un fractal de espacio-tiempo, distinto o diferente. Esto es todo nuestro fenómeno humano, al resto lo dimos en llamar literatura y es lo que nos solapa, narcotiza y adormece, haciéndonos creer que estamos encaminados por un deseo o sueño, del que más nos alejamos a medida que creemos alcanzarlo o asirlo.

La sexualidad es el correlato del pliegue en donde creemos estar actuando por otra cosa que no es más que lo instintivo de continuar, pese a que no nos preguntemos o preguntándonos, más allá de las respuestas que podamos encontrar, sí es que vale la pena la experiencia humana. La sexualidad, en última instancia es el consuelo de nuestras carencias, las irredentas respuestas que no refieren a lo que nos preguntamos o lo que podríamos pretender ser mediante esas preguntas que tal vez no se correspondan ni con nuestros miedos ni con los medios que tengamos como para hacerlos visibles.

Tener sexo es como ir a votar, en el mejor de los casos, no sabemos muy bien porque lo hacemos, que nos impulsa a ello, pero nos gusta, nos debilita, fortaleciéndonos, nos engrandece en la medida que nos empantana.

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No nos interpelamos en nuestra sexualidad, en preguntarnos en que buscamos al perpetrar la continuidad de la especie, bajo el argumento no expresado de que alguna vez lo haremos mejor, tal como cuando votamos o cuando nos organizamos políticamente, siempre esperanzados por un deseo que no sabemos sí es tal.

Conviene que busquemos, bajo esas otras lógicas, que es lo que queremos, sí es que queremos algo y si podemos plantearnos esto mismo, bajo estos términos. De lo contrario, seguiremos haciendo lo que hasta ahora, que no es más que lo igual, o variaciones muy escasas de un modelo que aburre, cuando no oprime, otras posibilidades de ser, que tal vez, se animen a ir más allá del límite, de lo pensado o de lo deseado.

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Primer semestre 2022 / CochabambaBolivia La inseminación en la ipseidad Insemination in the ipseity

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Busto de mujer pasteles sobre papelEmil Gumiel inti acuarela sobre cartulinaEmil Gumiel

Proceso de producción capitalista de la castaña boliviana Bolivian almond capitalist production process

Resumen

La castaña o almendra boliviana es un producto líder en exportaciones en Bolivia. Su explotación tiene lugar en la Amazonía del norte boliviano, y significa para esta área la más grande actividad económica, involucrando directa o indirectamente a la mayoría de la población de la zona. El presente trabajo académico busca describir mediante teoría crítica el proceso industrial conocido como beneficiado de la castaña, como ejemplo de un proceso de producción capitalista, en el cual se emplean medios de producción privados y trabajo vivo asalariado para preparar dicho producto hacia su comercialización en el exterior. El artículo explica las relaciones técnicas y las relaciones sociales que intervienen en la generación de la mercancía, desde el punto de vista del valor como regulador de la producción mercantilista, para la obtención de ganancias privadas.

Palabras clave: Almendra, Bolivia, proceso de producción capitalista

Abstract

Bolivian almonds are a leading export product in Bolivia. Its exploitation takes place in the northern Bolivian Amazon, and it is the largest economic activity in this area, involving directly or indirectly most of the population of the area. This academic paper seeks to describe through critical theory the industrial process known as Brazil nut processing, as an example of a capitalist production process, in which private means of production and live salaried labor are used to prepare the product for commercialization abroad. The article explains the technical relations and the social relations involved in the generation of the merchandise, from the point of view of value as a regulator of mercantilist production, in order to obtain private profits.

Keywords:

Almond, Bolivia, capitalist production process

*  Boliviana, es Comunicadora Social, maestrante de la Maestría Científica Estudios del Hábitat y Desarrollo de la Universidad Mayor de San Simón, E-mail: fmartabar@gmail.com

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I. Introducción

La castaña o almendra boliviana (Bertholletia excelsa, conocida como nuez del Brasil en el mercado internacional) es un producto líder en exportaciones en Bolivia; mundialmente, en lo que corresponde a la rama, Bolivia es el mayor exportador. Su explotación tiene lugar en la Amazonía del norte boliviano, y significa para esta área la más grande actividad económica, llegando a involucrar directa o indirectamente a la mayoría de la población de la zona.

Entendida como producto para el mercado, cuenta con tres momentos esenciales en su cristalización como tal: el primero es la cosecha; el segundo, el beneficiado; y el tercero, la comercialización.

El presente trabajo académico, enmarcado en la Maestría Científica en Desarrollo y Hábitat de la UMSS, pretende describir el segundo momento, en el cual se emplean medios de producción privados y trabajo vivo asalariado.

Mediante este análisis se busca explicar las relaciones técnicas y las relaciones sociales que intervienen en la generación de la mercancía desde el punto de vista del valor como regulador de la producción mercantilista para la obtención de ganancias privadas.

Por tanto, a medida que se describe el proceso industrial del caso que nos ocupa (es decir la fase de beneficiado de la castaña) se irá desarrollando el corpus teórico que sirve para comprenderlo.

El proceso productivo de la castaña es descrito en base a la visita realizada a una de las beneficiadoras privadas más importantes del país, ubicada en la ciudad de Riberalta, Departamento del Beni; dicha observación se complementa con la revisión de estudios publicados al respecto por entidades como el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA).

Por otra parte, la aplicación de la teoría con la que se explica dicho proceso tiene como base fundamental la obra La economía de la sociedad capitalista y sus crisis recurrentes de (Foladori & Melazzi, 2012).

II. Beneficiado de la castaña

2.1 Proceso industrial productivo

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CochabambaBolivia Proceso de producción capitalista de la castaña boliviana Bolivian almond capitalist production process Flavia Marta Barrón

Este proceso productivo, como todo proceso industrial basado en inversión capitalista, es un flujo ordenado que comprende distintas etapas mecanizadas y laborales, a través de las cuales el producto agrícola, o natural, se transforma en una mercancía.

A fin de convertir a la castaña en mercancía, que es el producto que se exporta al mercado internacional en una presentación de empaques de bolsas de plástico cerradas al vacío, que contienen las semillas peladas y seleccionadas, es el beneficiado el que hace posible su existencia para la comercialización.

El beneficiado es, por tanto, un proceso de industrialización, aunque éste no intervenga en una transformación en sí del producto original, como sucede con otros procesos industriales. El beneficiado pone a la castaña, descascarillada, seleccionada y envasada a disposición y de manera masiva para el mercado mediante el empleo de fuerzas productivas.

La materia prima cosechada en la selva amazónica es procesada mediante mecanismos automatizados acompañados por el trabajo humano asalariado, a fin de que el valor de uso, es decir la necesidad humana que

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cubre como alimento que es, pueda adquirir el valor de cambio, o sea ser susceptible de compra y venta, y garantizar el retorno monetario a los empresarios dueños de los medios de producción.

Tales empresarios son los que invierten dineros, propios o procedentes de préstamos bancarios, para lograr las ganancias, que son finalmente la base de toda producción capitalista.

Esto supone naturaleza transformada con fines lucrativos, y para hacerlo posible, la producción capitalista de castaña convierte el trabajo humano en una mercancía más. Como señalan Foladori y Melazzi (2012), la esencia de las relaciones capitalistas es la compra de la capacidad de trabajo o fuerza de trabajo a cambio de dinero, la fuerza de trabajo es, entonces, también una mercancía (p.78).

La explotación de los recursos naturales en zonas indígenas ha producido siempre conflictos. La castaña no ha sido la excepción.

Las tierras aptas para la recolección de castaña fueron motivo de pelea por muchos años, hasta mediados de la década de los 90 los problemas entre indígenas, comunarios y barraqueros llevaron a desestructurar varias barracas, así como al asentamiento de los comunarios en lugares periféricos de las áreas involucradas. Posteriormente con la Ley INRA el proceso de titularización de las tierras son eliminadas si no cumplen con los criterios de funciones económicos sociales (Instituto Nacional de Estadística, 2012, p. 12).

Sin embargo y no obstante las reinvindicaciones campesinas logradas, para el uso de los espacios silvestres como medio de metabolismo, la castaña se ha convertido en un producto para la ganancia capitalista, lo que ha terminado por involucrar en el proceso a la fuerza de trabajo indígena mediante cadenas de producción clusterizadas y también su captación como asalariados, los que han cambiado de identidad productiva, perdiendo sus medios de producción, para pertenecer a las filas del personal de la industria castañera.

Consecuentemente, para que el proceso productivo de la castaña tenga lugar, actúan inversiones de capital que viabilizan la compra de medios de producción y la compra de la fuerza de trabajo, los que confluyen hacia relaciones técnicas y sociales, capaces de transferir y generar el valor en el producto, a fin de que éste pueda ser una mercancía apta para conseguir los réditos necesarios que posibiliten tanto la reproducción constante del proceso como las ganancias de los inversionistas.

Para comprender cómo son los mecanismos de las relaciones capitalistas y los elementos que en ellas intervienen, se describen a continuación estos últimos según las categorías marxistas facilitadas por la bibliografía, y más adelante, se entra en el detalle de las distintas etapas observadas en la producción de la castaña boliviana, para comprender como estos elementos entran en relaciones técnicas y sociales.

De esta manera se evidencia el modo en que la maquinaria y el personal específicos de cada una de esas etapas se relacionan entre sí en el marco de la ley del valor.

2.1. Medios de producción

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En las diferentes etapas del proceso industrial de beneficiado, entran en juego materia prima (castaña cosechada), maquinaria (seleccionadora, autoclave, prensa, analizador ultravioleta, desecador, envasador). Para hacer esto posible, es necesaria la compra de un terreno suficiente (o en su defecto el alquiler del mismo) a fin de que la infraestructura pueda ser

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construida en concordancia con las etapas de la producción; así mismo, la maquinaria y el equipamiento son comprados y están dispuestos en una secuencia afín a los fines productivos. Todo lo anterior corresponde a los medios de producción o capital fijo. También es conocido como el capital constante y es el que establece las relaciones técnicas del proceso de producción.

Los medios de producción son todos los elementos necesarios empleados para la obtención de la mercancía; es decir, que como medios de producción que entran en el proceso, se tiene primero a la materia prima, que en este caso es la castaña, la que llegar de la cosecha silvestre que tiene lugar en la selva amazónica circundante, donde de los cocos naturalmente caídos al tierra, desde una altura de al menos 30 metros, los campesinos zafreros la obtienen a fuerza de machete que quiebra el coco y extrae 25 semillas dentro de una segunda cáscara. se obtiene en sacos de y en términos técnicos del rubro se llama “materia prima en cáscara”

La maquinaria y el equipamiento es de distinto origen, la mayoría de la tecnología es importada, algunos aparatos más rudimentarios son fabricados en la zona, por lo que la castaña genera también otros rubros productivos relacionados.

2.3. Fuerza de trabajo

Para el beneficiado de la castaña entra en juego fuerza de trabajo humano de distinta índole (cargadores, obreros, supervisores, ingenieros). Los trabajadores son organizados y capacitados en función de los roles que cumplen en del proceso, por lo que existe una división social del trabajo, que responde también a lo impuesto por la organización industrial requerida. La fuerza de trabajo que se aplica al proceso se conoce también como el capital variable, y es el que establece las relaciones sociales del proceso de producción.

2.4.

Generación de valor

La castaña, al ser útil y además demandada en los mercados internacionales, tiene adicionalmente a su valor de uso, un valor de cambio, que es precisamente el resultado del proceso productivo industrial con la que se la ha convertido en mercancía. “Las mercancías tienen así dos aspectos: valor de uso y valor de cambio. El primero es base necesaria para que se acepte como satisfactor de necesidades; el segundo deriva de que es resultado de productores aislados que se vinculan entre sí sólo por el intercambio en el mercado” (Foladori & Melazzi, 2012, p.41).

El surgimiento del valor de la castaña se explica entonces a través de su proceso productivo: por una parte, el valor de los medios de producción, es decir el trabajo muerto o pasado, que se requirió para manufacturarlos o lograrlos, es transferido a la mercancía nueva; mientras que, la generación del nuevo valor encuentra su origen en la fuerza de trabajo empleada para su creación.

2.5. El tiempo de trabajo como medida de equivalencia

La mercancía, en este caso, la castaña envasada y seleccionada, conserva en su esencia de producto para el mercado, las relaciones sociales que intervienen tanto para que se la venda como para que se la compre; por tanto, están inmersas en la mercancía las relaciones del trabajo empleado y las posibilidades de intercambiarse por otras similares.

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Es decir, el valor de cambio de la castaña está determinado por el tiempo de trabajo que en ella se empleó; de esta manera productores de diversas mercancías se vinculan a través de un elemento mediador: el mercado. De esta forma, el valor de una mercancía está establecido por las relaciones sociales mercantiles, cuyas leyes son determinadas en el marco de un sistema capitalista.

Así la castaña podrá ser intercambiable en el mercado, porque el tiempo de trabajo empleado en su producción es el criterio que homogeiniza el valor que tiene como mercancía, y puede medirse en función de otras mercancías porque todas contienen intrínsecamente este criterio, en el marco de las relaciones sociales mercantiles.

2.6.

El plusvalor de la producción castañera

De acuerdo a lo reglamentado en la sociedad capitalista, la producción de la castaña se enmarca en las mismas relaciones sociales que se establecen en un sistema de ésta índole; el aporte del proletariado al proceso productivo es solo una mercancía más que se compra (un factor de producción adicional), que tiene un precio mínimo fijado, pero que muchas veces, y como en este caso, entra en fluctuaciones por las leyes de oferta y demanda, que en cuestiones laborales se conoce como índices de desempleo, determinados por las fases cíclicas por las que atraviesa el proceso industrial-comercial.

Si bien se presta a estas fluctuaciones por la necesidad de trabajar que tiene el obrero despojado de la posibilidad de tener medios de producción competitivos, su salario casi nunca fluctúa por encima de los límites mínimos establecidos por ley para cubrir el costo de su reproducción, es decir de su capacidad para continuar prestando su fuerza laboral.

Podría suceder que debido a los bajos salarios, la fuerza laboral se dirija a otros rubros, pero gracias a que la castaña es la actividad económica primordial de la ciudad de Riberalta, y por tanto la más rentable y estable, es más probable que de uno u otro modo la clase trabajadora se encuentre ligada a ella, como efectivamente sucede.

Además, la clase que necesita vender su fuerza de trabajo para subsistir es un grupo social amplísimo, históricamente generado por las relaciones capitalistas de producción, en las que unos pocos tienen la capacidad de invertir en medios de producción, y los más no tienen otra alternativa que formar parte del proceso productivo con su capacidad laboral.

La fuerza de trabajo empleada se contabiliza en función del tiempo legalmente determinado (las 8 horas reglamentarias que establece la Ley General del Trabajo), sin que la generación de valor ni la ganancia obtenida tengan alguna influencia en su costo.

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De acuerdo a la organización del trabajo, la maquinaria utilizada y la cantidad de mano de obra empleada, el tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la fuerza laboral está muy por debajo del tiempo estipulado en la Ley, más aún cuando se agilizan las tareas con el empleo de maquinaria que hace más eficiente el proceso.

Por lo que las horas que exceden al tiempo necesario que genera el valor de la reproducción de la clase trabajadores, son las que generan precisamente los excedentes para el inversionista. Este tiempo excedente se lo conoce como plusvalor, por el valor adicional que se suma al valor que ya genera el trabajo.

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En este plusvalor se explica la utilidad del capital que “hace trabajar” el inversionista, por tanto, es un excedente que es tomado de la explotación de la clase trabajadora, más allá de las reivindicaciones históricas del proletariado que hayan derivado en reformas aparentemente más humanizadoras del proceso productivo.

Cabe destacar que a diferencia de la protección social y laboral que se ve en los países industrializados, en los que como se dijo, históricamente la clase obrera ha conseguido mayores derechos, y que aún así dicha relación laboral mantiene todavía el mismo principio de utilidad para el capitalista, basado en el plusvalor que genera el trabajador, en Bolivia no existe un nivel equiparable a la situación del obrero de otras latitudes. Por lo que la explotación y miseria de las personas que trabajan en la producción castañera es mucho más patente, y la diferencia entre la clase dueña de los medios de producción y la clase trabajadora es abrumadoramente abismal y evidente. Los montos destinados al capital variable pasan a penas el 10% del costo total de producción, lo que indica lo poco que se destina a cubrir salarios para una media de 150 obreros, de los cuales solo la mitad figura en planillas, de acuerdo a estudios hechos por CIPCA:

Una beneficiadora de 1.150 toneladas de castaña con cáscara al año y con una inversión total aproximada en maquinaria e infraestructura de US$ 250.000,00, tiene una planilla anual de pagos por mano de obra directa (quebradoras y ayudantes) de US$ 85.000,00 (14% de los costos variables) y el costo de la materia prima requiere un capital de US$ 450.000,00 (75%)…pero apenas la mitad aparece en la planilla de la empresa (Quiroz & Vos, 2017, p. 34).

La potencialidad exportadora de productos de origen orgánico del país y el crecimiento económico que esto produce, que además sonadamente se exalta en los medios locales de comunicación, no genera una distribución de riqueza equitativa y mantiene en la pobreza o en la vida precaria a los pobladores de Riberalta.

2.7. Relaciones técnicas y relaciones sociales en las etapas de producción del beneficiado de la castaña boliviana

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La capacidad de la beneficiadora de castaña para emprender el proceso productivo, fija la maquinaria necesaria para su concreción y ésta establece la cantidad de personal necesario, así como el nivel de conocimiento, o especialización del mismo.

Esta interrelación de las fuerzas productivos se conoce como relaciones técnicas y relaciones sociales, donde las segundas están determinadas por las primeras.

De acuerdo a esto, la proporcionalidad de la fuerza de trabajo empleada está estrechamente vinculada al uso de los medios de producción para lograr producir la mercancía.

El proceso productivo de la castaña requiere cumplir con ciertas fases, las que cuentan con el equipamiento correspondiente para lograrlas y el personal necesario interviene a fin de que se concretice cada etapa, como ilustra la tabla 1.

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Tabla 1. Relaciones técnicas y sociales en la producción castañera

Fase productiva Infraestructura y maquinaria, material Personal

Almacenaje

Selección inicial

Balanza de alto tonelaje, galpón, materia en cáscara

Sala con seleccionadora mecánica, cinta transportadora, palas manuales

Desprendimiento de la cáscara Sala con autoclave, baldes agua, leña y gas.

Descascarillado y selección media Sala con mesones, taburetes, recipientes, prensas manuales individuales y cuchillos

4 cargadores y 2 técnicos de control de pesaje

2 obreros que palean, 8 mujeres que afinan el seleccionado, 1 supervisora de la selección

4 obreros que baldean y trasladan por turno 1 supervisor del autoclave

100 obreras equipadas con gorros y barbijos, 1 supervisora del descascarillado y selección

Control de calidad Lista de cotejo con las medidas de calidad a cumplir 1 ingeniero supervisor que trabaja en conjunto con los supervisores de área Análisis de fluorescencia mediante radiación ultravioleta

10 microscopios, balanzas y aparatos emisores de radiación ultravioleta

10 ingenieros químicos y de alimentos especializados con posgrado

Desecado 4 hornos y 500 bandejas apiladas en 25 estructuras metálicas con ruedas 6 técnicos encargados de meter al horno y controlar las temperaturas y los tiempos

Envasado al vacío, encajonado y etiquetado Máquina de envasado al vacío y etiquetado, cajas de madera 6 obreros (as) de control de envasado y 10 obreros encajonadores y trasladadores

Nota: Elaboración propia en base a la observación lograda en una visita a una beneficiadora castañera de Riberalta en julio de 2019.

A continuación, se describen las distintas fases para comprender el proceso global de producción de la castaña y las relaciones técnicas y sociales que intervienen en él.

2.7.1. Almacenaje

Esta etapa inicia en boca de fábrica con la castaña descocada, pero aun con su segunda cáscara, y acopiada en costales de un quintal, lo que equivale a unos 45 Kg.

Estos costales llegan generalmente en camiones, los que se pesan en una balanza de gran capacidad, momento en el cual un par de técnicos compara el peso sin carga que tiene originalmente el motorizado, en sus términos de fábrica, con el peso actual. De esta manera se determina el total a cancelar al transportista, de acuerdo a un precio estándar que fluctúa y que se fija según las leyes de oferta y demanda del mercado.

La castaña se descarga manualmente, en un trabajo conjunto entre el ayudante del transportista y el personal de la beneficiadora.

Luego es llevada al hombro por cuatro peones que trabajan en esta área de la fábrica, para ser vaciada y almacenada en galpones de al menos 200m2 2.7.2.

Selección inicial

Mediante el uso de una seleccionadora mecánica, conformada por un cilindro metálico giratorio motorizado, de tres metros de largo y uno de diámetro, con varios hoyos que seleccionan distintos tamaños de las semillas, la castaña aún con cáscara al aparato, el cual va expulsándola según tamaños a seis distintos recipientes.

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Estos recipientes son recibidos por ocho mujeres que se encuentran al costado del aparato y realizan una selección más fina del producto recibido, eliminando elementos extraños o producto en mal estado y colocándolo en una cinta transportadora que se dirige a la siguiente etapa, en un proceso constante y sin descanso.

2.7.3. Desprendimiento de la cáscara Inmediatamente después de la cinta transportadora que moviliza la materia aún en cáscara, luego de la selección, hacia un autoclave de alto tráfico. El autoclave es básicamente un caldero de plancha de acero, de grandes dimensiones, con capacidad de 120 m3, que produce 3000 libras de vapor por hora, a una temperatura de 100° C. Utiliza como combustible la propia cáscara de castaña y algo más de leña, y su materia necesaria es el agua.

Utilizando energía basada en la quema de residuos de cáscara y leña, se lleva a ebullición el agua contenida en el autoclave, cuyo vapor es el que interviene directamente en el proceso. Esto sucede velozmente, ya que la castaña no debe sufrir transformación alguna en su contenido. Así mediante un embudo sale del aparato para recibir el shock de agua fría que es parte del proceso que ayuda también a desprender su dura cáscara.

La materia del aparato hacia otra sala, que se encuentra en el subsuelo, en la que al caer y recibir el chorro constante de agua fría que sale del mismo aparato, es recibida con adicionales baldazos de agua fría, aplicados por cuatro obreros de la fábrica, los que, por turno, además van descargando los recipientes que contienen la castaña desprendida, hacia la siguiente etapa.

Por la ardua e incesante tarea, sorprende la musculatura desarrollada en los cuatro jóvenes de alrededor de 26 años, esta tarea intercalada se da durante toda la jornada laboral, de manera continua.

2.7.4. Descascarillado y selección media

La materia con la cáscara desprendida, pero aún cerrada, llega directamente a la siguiente sala donde se encuentran al menos 100 personas, en su mayoría mujeres jóvenes. En esta etapa el equipamiento de las obreras, respeta mayores normas de calidad, como uso de gorros, uniforme y barbijos, que son adquiridos por el propio personal según pedidos que hace la empresa a fábricas o distribuidoras textiles y de equipamiento laboral.

Las personas encargadas se encuentran sentadas en taburetes frente a mesones que contienen prensas manuales e individuales con las que se golpea el producto uno a uno, para finalmente extraer la semilla, pulirla también manualmente con un cuchillo e irla reclasificando según a su calidad y tamaño en recipientes de plástico.

Las de mejor calidad y mayor tamaño se destinan a la exportación, las demás al consumo interno. Pero para lograr dicha calidad las de exportación deben pasar aún por procesos más sofisticados.

Hasta acá los trabajadores son de nivel educativo bajo, muchos de ellos asisten incluso a cursos de alfabetización, aunque otros tantos cuentan con estudios primarios y algunos también con el grado de bachiller (culminación de estudios escolares).

El control de calidad acompaña todo el proceso. Cada una de las etapas cuenta con supervisores capacitados con niveles de técnicos, y todo el proceso tiene un supervisor general, que tiene el nivel de ingeniero de ali-

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mentos con especialización en sistemas de control de calidad industrial. En las siguientes etapas los niveles de especialización son mayores como se ve a continuación, ya que representan momentos claves para garantizar un producto exportable que responda a los estándares de los países compradores, que en su mayoría son europeos como Alemania y Francia.

Esto muestra que las relaciones de producción establecen una división social del trabajo, que se explica también en función al momento de la producción en el que intervienen el personal de la empresa.

2.7.5.

Análisis de fluorescencia mediante radiación ultravioleta

Las castañas seleccionadas para exportación pasan por un proceso de análisis que determina el estado de salud del producto. La castaña es susceptible de contraer hongos y bacterias como ente Carpophilus Pilosellus y C. Dimidiatus, Aspergillus, Actinomyces, Cercospora que dañan la materia y pueden ser peligrosos para el consumidor.

Las beneficiadoras dedicadas a la exportación cuentan con varios certificados internacionales de calidad, y para esto deben también contar con personal idóneo para aplicar las medidas establecidas en los estándares de dichos certificados.

Esta etapa de la producción, que se realiza dentro de un laboratorio implantado en la misma fábrica, al cual no es posible acceder y que solo es mostrado en imágenes a los visitantes; cuenta con personal altamente especializado en química y alimentos que controla y supervisa los análisis a los que se somete el producto de exportación. En esta zona trabajan unas diez personas con posgrado en el área de conocimiento.

Los equipos son de alta precisión como microscopios, balanzas y aparatos emisores de radiación ultravioleta con los que es posible verificar el estado del producto, ya que aquél que sometido a esta radiación emite fluorescencia se encuentra contaminado y es consiguientemente descartado.

Por otra parte, es importante recalcar que para lograr los estándares de calidad la materia prima en cáscara tiene también certificación de proveniencia, ya que el origen orgánico es un requisito para el producto exportable y corresponde a zonas circunscritas de cosecha y, en ellas, a buenas prácticas tanto en la extracción de las semillas de los cocos derramados naturalmente por los árboles, como en la conservación correcta del producto extraído.

Asimismo, el control de calidad se extiende a comportamientos aptos en las zonas de cosecha, esto es: uso higiénico del ambiente y prohibición de prácticas culturales no recomendables como el masticado de coca y otros. En consecuencia, quienes proveen a la beneficiadora el producto son también capacitados y supervisados para entregarlo de la manera más idónea.

2.7.6.

Desecado

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El producto seleccionado y sometido a pruebas de calidad pasa entonces a cuatro hornos de desecado donde se le extrae el exceso de humedad. En los hornos se encuentra personal técnico capacitado para el rubro, en una media de seis personas.

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A medida que va avanzando el proceso a su etapa final, y se han pasado los más estrictos controles en sofisticados los sistemas de producción, manejados por la la fuerza de trabajo especializada, va disminuyendo la necesidad de personal altamente capacitado para ir regresando a procesos más manuales que garanticen las etapas finales hasta el traslado.

2.7.7. Envasado al vacío, encajonado y etiquetado

Finalmente, el producto es pasado a la máquina de envasado y etiquetado, que es supervisada por un grupo de otras seis personas.

Un grupo de diez obreros se encarga de encajonar los paquetes al vacío que contienen la castaña lista como mercancía, y subirlos a los camiones de distribución, que llevan en conteiners el producto hacia los puertos chilenos para su despacho en barcos que se dirigirán a los países compradores donde se encuentra el mercado de este producto.

2.8 Las condiciones del mercado: la determinación de los precios y de las ganancias

El nivel de producción de la castaña está determinado por factores primero naturales; es un producto selvático, generalmente en abundancia al ser el territorio boliviano un espacio amplio (100.000Km2) y prácticamente virgen en el área amazónica; la castaña no puede pues ser producida en condiciones artificiales como por ejemplo con el desarrollo de la agricultura, ya que el árbol que la produce mide un promedio de 50 metros y crece en condiciones ecológicas muy específicas.

En segundo lugar, dicho nivel de producción está determinado por la capacidad de acopio y manufactura que tenga la beneficiadora.

Por los motivos naturales arriba explicados, la semilla necesariamente debe ser recogida en sus condiciones originales de existencia, en medio de la selva, por la gente del lugar. Esto determina que la productividad de la misma esté ligada a condiciones poco controlables (aún) por la intervención humana.

Tal es así que, por ejemplo, en el año 2017, a causa de factores climáticos la productividad disminuyó grandemente, porque los cocos cayeron al suelo sin haber madurado debido a fuertes vientos, motivo por lo que la beneficiadora produjo una cantidad un 40% menor a lo determinado por sus capacidades, teniendo incluso que contar con menos trabajadores, los que además no recibieron los honorarios habituales, por crecer el desempleo y aumentar por tanto la oferta de la fuerza de trabajo; por este retraimiento de la producción las condiciones laborales empeoraron para la clase trabajadora.

Sin embargo, por esa misma escasez del producto, y ante la alta demanda del mismo en los mercados internacionales, su precio aumentó considerablemente, generando ganancias por encima del tiempo de trabajo empleado y de la fuerza laboral comprada; réditos que, por ser a posteriori, y por estar controlados en manos de los inversionistas, no significaron un retorno ulterior al trabajador.

Por tanto, además del plusvalor, que ya significa una ventaja para el capitalista, como se vio en el acápite referente, obtuvo la ventaja adicional de haber invertido menos en el proceso productivo y a la vez haber obtenido mayores beneficios en relación al volumen de producto generado, gracias

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a las condiciones del mercado: poca competencia para la venta y alta demanda para la compra. Por lo expuesto, su tasa de ganancia fue mayor a la de otras gestiones.

Si bien el volumen de ventas fue menor a lo acostumbrado, las ganancias fueron mayores en cuanto a la proporción del producto. Este caso nos permite explicar cómo la ley de la oferta y la demanda fija los precios en el mercado, los que pueden traducirse en pérdidas o ganancias para quienes ponen a disposición la mercancía que poseen, entendiendo dentro de ésta también a la fuerza de trabajo, que por la circunstancia descrita en este caso fue la única que más se vio afectada.

Esto permite ver también las crisis cíclicas de empleo y desempleo, que juegan su rol en función del comportamiento del mercado de la castaña, generando fases ascendentes y descendentes, de manera constante. Adicionalmente a estas circunstancias fortuitas de la productividad natural de los árboles de castaña, las crisis se interconectan también en relaciones interramales, es decir, fluctuaciones de los capitales en inversiones de distinto rubro según las oportunidades y amenazas del comportamiento del mercado, que solo son medibles y corregibles después de las etapas productivas.

En este contexto, se puede mencionar adicionalmente que en el mercado se vinculan además a decisiones financieras que inyección nuevos capitales al sistema de inversiones, temas que, si bien exceden a la rama de la producción de la castaña, se relacionan a ella por las interacciones mercantiles que la hacen formar parte de un todo global más complejo.

No está demás resaltar que la producción castañera se originó gracias a un cambio de rubro en la actividad económica de la zona, antes gomera, también de duro conflicto social, y cuyo valor de mercancía cayó al entrar en competencia con la producción asiática. Como la castaña es oriunda de la zona amazónica boliviana y todavía no reproducible en otros medios, goza aún de altas posibilidades de competitividad. Por lo que su pervivencia como mercancía rentable y generadora de empleos es por el momento estable, lo que no impide mantener un estado de indignación por las relaciones de inequidad que a pesar de su alta potencialidad de distribución de riquezas no ha sido capaz de modificar.

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Bibliografía

Foladori, G., & Melazzi, G. (2012), La economía de la sociedad capitalista y sus crisis recurrentes, Montevideo, Universidad de la República, Comisión Sectorial de Extensión y Actividades en el Medio.

Instituto Nacional de Estadística. (2012), Cadena de Comercialización de la Castaña, La Paz, Estado Plurinacional de Bolivia.

Quiroz, G., & Vos, V. (2017), Castaña, Condiciones Laborales y Medio Ambiente, Santa Cruz de la Sierra, CIPCA.

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Revisión de publicaciones

Piscis acuarela sobre papelEmil Gumiel

Una lectura cr tica del libro de Miguel Gutiérrez: La generación del 50: un mundo dividido

A Critical Reading of Miguel Gutiérrez’s Book: La generación del 50: un mundo dividido

Resumen

Se analiza el libro de Miguel Gutiérrez, La generación del 50: un mundo dividido (1988), y se lo confronta con otros de sus libros publicados en años posteriores. Esa lectura crítica lleva a la conclusión de que las tesis propuestas por dicho autor no respondían —como siempre se pensó— a una posición marxista, sino a la asunción de una ideología pequeñoburguesa ligada con el formalismo hedonista o esteticista.

Palabras clave: Marxismo, clases sociales, realismo, formalismo, hedonismo.

Abstract

Miguel Gutiérrez’s book, The Generation of 50: a divided world (1988), is analyzed and confronted with other books published in later years. This critical reading leads to the conclusion that the thesis proposed by that author did not respond —as was always thought— to a Marxist position, but to the assumption of a petty-bourgeois ideology linked to hedonistic or aesthetic formalism.

Keywords:

Marxism, social classes, realism, formalism, hedonism.

*  Nací en Chiclayo (Norte del Perú) el 16 de marzo de 1945. Luego de terminar la secundaria, en el Colegio Nacional de San José, de dicha ciudad, viajé a Lima donde ingresé a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1969, para estudiar Literatura hasta obtener el grado de Bachiller y el título de Licenciado en dicha especialidad. Y ese mismo año ingresé a la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, donde realicé estudios de escultura (que no llegué a concluir). En los años 80 trabajé, un par de años, como docente contratado en la Universidad de Educación Enrique Guzmán y Valle «La Cantuta», de Chosica, y hacia fines de la misma década (1989) ingresé a la plana docente de la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Piura, hasta el año 2019. He publicado algunos libros de versos, un par de libros de narrativa corta y otros tantos de lectura crítica; pero estos solos testimonios (que no tienen la validez de un bachillerato, licenciatura o doctorado académicos) no me facultan para considerarme poeta, narrador, crítico o ensayista. E-mail: carmona.juliocesar@gmail.com

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Año 5 / Número 7 / Primer semestre 2022 / CochabambaBolivia Una lectura crítica del libro de miguel gutiérrez: La generación del 50: un mundo dividido A Critical Reading of Miguel Gutiérrez’s Book: La generación del 50: un mundo dividido Julio Carmona

Introducción

La mayoría de las críticas que he leído, en torno al libro La generación del 50: un mundo dividido que aludo en el título de este artículo, proviene de críticos con una posición ideológica de derecha. Recuerdo, en especial, una reseña firmada por Iván Thays1, porque su virulencia resume —creo— la posición aludida que, en su esencia, rechaza al ‘crítico doctrinario marxista’ que —según él— sería Miguel Gutiérrez (MG).2 Y es verdad, desde la primera edición del libro comentado (debo precisar que Thays reseña la segunda edición), yo siempre le otorgué —favorablemente— esa calificación, pasando por alto incluso algunas opiniones no del todo coincidentes con las mías. Pero al releer el libro en su segunda edición y al cotejarlo con el de la primera (y con la distancia por medio de los condicionantes políticos que rodearon su aparición, a lo que se debe agregar la impresión negativa que me causó la lectura de su novela Confesiones de Tamara Fiol, así como otros ensayos y declaraciones periodísticas suyos), el adelanto de una nueva lectura que ofrezco con este artículo contradice la opinión de Thays respecto de lo «doctrinario» que animaría al libro y, más bien, revelo que la concepción ideológico-literaria (que no política) sustentada en el libro está muy ligada a la de Thays, más de lo que él mismo y el propio MG hubieran podido sospechar. Aquí estoy en condición de adelantar que, si en el terreno de la literatura y desde la derecha se le acusa a MG de marxista, desde el marxismo se le puede acusar de derechista, posición que Mao Tse Tung resumió en esta frase: «en la política: marxista, en el arte: burgués» (1968: «Intervenciones en el foro de Yenán», p. 85), o sea, oportunista de derecha. Lo dicho no significa estarme arrogando la potestad de defenestrar a MG del ámbito ideológico del marxismo. Todo lo contrario, pues dentro del marxismo es, más bien, un imperativo aplicar los instrumentos de debate de la crítica y la autocrítica, los mismos que, sin dejar de ser severos, no tienen por qué ser considerados «destructivos» ni, por eludir esta calificación, devenir complacientes, serviciales o «perdonavidas».

Ahora bien, desde el título (en sus dos ediciones: 1988 y 2008), este ensayo de MG se ofrece alentador para quienes esperan se refuerce la opción —iniciada en el Perú por José Carlos Mariátegui— en los estudios literarios (teórico, histórico y crítico3) de establecer sus relaciones ineludibles con las clases populares: campesinado, pequeña burguesía, proletariado, en lucha con la cultura y literatura aristocrático-burguesas. Y con mayor razón si esos estudios proclaman estar haciéndose con una orientación marxista, que es el caso del ensayo de MG cuyo título sugiere que no se está considerando a la referida generación como un todo homogéneo, sino que (asumiendo la atinada metáfora de Washington Delgado: «Un mundo dividido»: 1970) la propone escindida, desde la perspectiva —más que evidente— de la confrontación socio-política (en consonancia con el principio mariateguista, es decir marxista, de la lucha de clases) y también —y era lo esperado— en el ámbito específico de lo literario.

Empero, si eso es lo que ofrece el título y es lo esperado, esto se va mediatizando conforme se avanza en la lectura, porque su punto básico es la conclusión de que la referida generación es ubicable en las elásticas o permeables fronteras de la «clase media» o pequeña burguesía:

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No es (…) producto del azar que la conformación clasista de la generación del 50 sea mayoritariamente de la mediana y pequeña burguesía con un reducido contingente obrero-artesanal (…) De modo que a excepción de los poetas obreros-artesanos del Grupo 1° de Mayo y de ciertos descendientes de familias patricias —limeñas o provincianas— arruinadas o venidas a menos, la mayoría pertenecen (sic) a la mediana y pequeña burguesía (1988: 52-53). Pero téngase en cuenta que se está usando como criterio de clasificación clasista la extracción o ubicación de clase (clase en sí), no así la posición o convicción de clase (clase para sí). Por otro lado, hacer una incisión en la categoría sociológica de «burguesía» para adosarle la existencia de una «mediana burguesía», sin hacer las precisiones del caso, conduce a crear confusión antes que a hacer un esclarecimiento. Tal vez sea pertinente esa distinción en un estudio de orden socio-económico específico. Pero en el orden de lo ideológico —que es en el que se inserta la literatura— lo más pertinente es hablar solo de burguesía y pequeña burguesía. El estrato que, por diferencias económicas, pudiera estar entre ambas, al no poseer los medios de producción (que producen otros medios de producción, y no sólo productos de consumo) siempre alentará una concepción y/o condición pequeño burguesa. Es decir que, en el terreno ideológico, debe mantenerse el concepto de «pequeña burguesía», pues la ideología pequeñoburguesa también es la de la «mediana burguesía» en tanto no es plenamente burguesa ni, mucho menos, proletaria. Y si —conforme lo establece el marxismo— solo existen dos ideologías: la burguesa y la proletaria, una tercera cabe solo en relación con la pequeña burguesía, que puede inclinarse hacia la burguesa o hacia la proletaria. Caso contrario, se corre el riesgo de estarle atribuyendo una ideología a cada uno de los «estratos» que integran la clase media o pequeña burguesía. Además, considero que es atinada la siguiente observación: «En la teoría marxista, las clases no se definen por su posición en escalas lineales de poder, prestigio o riqueza, sino por su función estructural en las relaciones de producción (es decir, de explotación). Las relaciones sociales de producción, que constituyen la estructura básica de la sociedad, están definidas por el uso y la posesión de los medios de producción, es decir, de aquellos bienes que no están destinados al consumo directo, sino que se utilizan para producir otros bienes.»4

Y esta precisión es tanto más necesaria en el ámbito literario, en el que no interesa la cuantificación de los ingresos per cápita de los escritores, para determinar si pertenecen a la mediana o la pequeña burguesía o al proletariado. Son calificaciones que no se determinan porque se es ‘obrero o artesano o empleado’ sino por la posición ideológica que refleja su obra. Y lo cuestionable en el trabajo que nos ocupa es que, ideológicamente, se unifique a todos los miembros de la generación del cincuenta como pertenecientes a la «clase media o pequeña burguesía». Y, en el caso de La generación…, es una incisión sociológica reiterativa, pues se volverá a encontrar, por ejemplo, en la p. 186: «… pertenecer a la pequeña burguesía implica ya una cierta marginalidad objetiva cuyo fundamento reside en su no participación directa en la producción.» La cita continúa, pero hagamos un alto para aclarar que hay un yerro en lo dicho. No es que la pequeña burguesía no participe en la producción; en lo que no participa es en la propiedad de los medios de producción (que es algo distinto); pero en la producción, sí: como empleados, comerciantes, vendedores ambulantes,

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artesanos, intelectuales, etc. A todos se les encuentra un lugar en la cadena de la producción (hasta como consumidores). Pero, sigo con la cita: «Ahora bien, los intelectuales, escritores, artistas, políticos y hombres de acción de la Generación del 50 pertenecen mayoritariamente —como ya hemos visto— a la mediana y pequeña burguesía…». Es decir, que en esa incisión sociológica (ya de por sí limitante) se va constriñendo ese estrato medio y, más aun, se lo va unificando con la genérica concepción ideológica del pesimismo y el individualismo burgués o pequeñoburgués, de donde resulta que todos los miembros de la referida generación ven reducida su ideología a esa impresionista conclusión:

No es la celebración de la vida el sabor fundamental de esta generación. (…)

No es que hayan perdido del todo la esperanza (esa pasión infatigable) (…), pero dos grandísimas zorras parecen seducirlos en especial: la soledad y la muerte. (…) Exorcisación, entonces, de los dones más considerables de la vida y consolación por el dolor y la desesperación, o quizá la desesperación como terapia catártica (…). Aunque por razones sociales, histórico concretas, este tono depresivo persiste aún en poetas de filiación proletaria (21-22). (Esta última parte de la cita —que resalto— es controversial. La analizaré con exhaustividad más adelante).

O sea que la generalidad heterogénea de la generación del cincuenta, auspiciosamente sugerida desde el título como «un mundo dividido», se homogeniza con el individualismo de la modernidad burguesa, es decir, entran a tallar «las vicisitudes del yo» [que se convierten en] «uno de los temas centrales de la lírica y la novela de nuestra época» (p. 29). Y es algo que se da también en el plano teórico-literario, que es escindido en dos corrientes, la esteticista y la sociologista, y se dice que los sociologistas están «más atentos a la génesis y contenido de las obras», mientras que los esteticistas están «interesados en los sistemas literarios» (33), o en un caso similar cuando igualmente se los considera escindidos en una corriente formalista y otra situacional. Recojamos aquí la explicación que MG da del «pensamiento situado», que es su opción crítica: … por pensamiento situado entendemos una teoría general del conocimiento, una visión del mundo y la concepción de la sociedad como un todo en permanente contienda entre los factores retardatarios y las fuerzas transformadoras que la conforman; pero también implica una determinada pasión, pasión fundada en la razón y en la adhesión y apuesta por las fuerzas de ruptura y transformación, es decir, una apuesta por la esperanza de una futura solidaridad humana (op. cit., 14).

Desde esa perspectiva, se critica a la corriente formalista en sus manifestaciones más extremas. Por ejemplo, en el «Prólogo», hay un pronunciamiento en contra de la corriente formalista, en las personas de dos de sus teóricos, Alberto Escobar y Enrique Ballón, y dice: Los lectores (…) de La partida inconclusa [sic: negrita y cursiva en el original] de Alberto Escobar (uno de los más altos representantes del discurso doctoral) son los profesores de humanidades que entienden a medias (brumosamente) las tesis sostenidas por el autor en torno a la poética y la poesía; en cambio el lector de Enrique Ballón es el propio Escobar que (sospechamos) entiende a medias Vallejo como paradigma (sic, sin cursiva), pues de otra manera no propondría este estudio como paradigma de la nueva crítica peruana. Cuando leíamos este libro exuberante en citas en diferentes idiomas, de terminología oracular y generoso en gráficos inquietantes pensamos que al final del suplicio seríamos gratificados con algunas conclusiones que nos iluminarían el texto «leído» y la poesía del último o penúltimo Vallejo; por desgracia no fue así, y enton-

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ces recordamos la película de Monicceli Los desconocidos de siempre (sic) en que unos pobres diablos (aunque simpáticos y en manera alguna pedantes) emplean los medios más sofisticados (plan minucioso, cartografía, instrumental, armas) para robar al fin… un plato de lentejas (16).

Es decir, se está cuestionando su andamiaje técnico, mas no su concepción teórico-ideológica, que en el fondo no viene a ser otra que la esteticista, formalista, hedonista e individualista que es la que, desde este libro —de manera encubierta— y, en sus últimos años —ya de manera desembozada—, llegó a asumir MG.

Se ve, pues, que la contraposición se sigue planteando sobre aspectos genéricos o, a partir de ciertos criterios aleatorios, como cuando se refiere al trabajo mismo de los poetas, y dice: «en cuanto a la actitud frente al lenguaje, tanto los esteticistas como los sociales son poetas puros, en el sentido de que evitan las impurezas, las expresiones fuertes o gruesas» (64), y esta incisión sigue gravitando en el ámbito formal, y — es preciso aclararlo— la validez poética trasciende ese estrecho esquema de la inhibición o desinhibición idiomática, porque este no es un índice de conjunción o disyunción poética, contrariamente a lo sugerido por MG, que en este y otros trabajos perfila esa visión unificadora. Y es una tendencia a la homogenización, constante, que apunta, a final de cuentas, a solventar el criterio dominante del ensayo: la existencia de una sola tradición literaria regida por un único canon artístico, es decir, ‘tradición y canon’ dependientes de la concepción estética occidental-burguesa.

Búmeran para MG

Según MG, pues, la generación del 50 está conformada por «… gente que ha accedido al poder espiritual del país y, a excepción de ciertas disidencias y de algunas figuras marginales, han terminado por convertirse, como agentes de la continuidad histórica, en los intelectuales orgánicos de las capas medias (con figuras coherentes, controversiales y aun degradadas) que han hallado cabida en la estructura general del Estado y de sus aparatos de ilusión y coerción de conciencias» (19).

Pero el mismo MG, que —en la segunda mitad del siglo XX— se había erigido como la imagen referencial del intelectual discordante de —y renuente a aparecer en— esos ‘aparatos de ilusión y coerción de conciencias de la estructura general del Estado’, desde los albores del nuevo siglo se convirtió en un nuevo ícono intelectual literario en la televisión y la prensa escrita, en las que solía presentarse con frecuencia inusitada. Y esto no hubiera sido alarmante —pues su calidad intelectual y méritos artísticos son argumentos suficientes para ello— y hasta fuera motivo de regocijo si hubiera sido para sostener el mismo discurso de su formación primigenia, pero ocurrió lo contrario. En principio, puso paños tibios a la intensidad de su discurso, reconociendo ser menos controversial; atenuó su marxismo, llamándose heterodoxo, y en su actividad de crítico dejó de lado el análisis de clase y lo reemplazó por una actitud hedonista. Y, al final, se puede decir que de no haberlo hecho así, lo más seguro es que esos «aparatos de ilusión y coerción» habrían clausurado su tardía y alarmante magnanimidad de convocarlo a su entorno. Pregunto: ¿le regresó el búmeran a MG?, ¿él llegó a hallar cabida en ‘la estructura general del Estado y de sus aparatos de ilusión y coerción de conciencias’? No olvidemos que el periodismo lo es. No en vano cierto programa televisivo de Perú se autodenomina «Cuarto Poder». Presento a continuación algunas muestras de esa proclividad denunciada. En la página 29, MG escribe:

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Por encima de las generaciones la literatura (y el arte y el pensamiento) surgida durante la crisis del siglo XX (…) posee características comunes que la diferencian de la literatura de los siglos anteriores. [Y, en seguida, precisa cuál sería una de esas características]: Las vicisitudes del yo, he aquí uno de los temas centrales de la lírica y la novela de nuestra época. En registros serio, cómico o tragicómico se dan estas tres posibilidades: el yo cautivo y solipsista, el yo en contienda con el mundo y el yo en busca de lo comunitario. A muchos ha de parecerles que lo ahí formulado está bien escrito. No obstante, pueden hacerse un par de observaciones. Si está hablando solo de la literatura —en singular—, no se aclara con quién comparte esas «características comunes»; porque los verbos son los que mandan: y ahí se dice que es la literatura «surgida» en el siglo XX, la que «posee» esas características «comunes», y cabe preguntar: ¿«comunes» a qué o a quién? Para que se hable de ‘poseer características comunes’ el verbo ha debido corresponder a un sujeto plural: “poseen”. Sería absurdo pensar que se ha querido decir que la literatura ‘posee características comunes a sí misma’. Y si son ‘características comunes de la literatura de hoy y la de los siglos anteriores’, entonces ya no es que ambas se diferencien, pues tendrían características comunes. Y es obvio que se está diciendo que ‘las vicisitudes del yo’ no es una característica propia de la ‘literatura de los siglos anteriores’, pues de serlo ya no estaría en la condición de característica diferenciadora respecto de la actual. En conclusión, o se debió obviar la palabra «comunes», y decir solo: ‘la literatura de hoy posee características propias’ “que la diferencian de la literatura de los siglos anteriores” o, finalmente, aclarar que los productores de esa literatura tenían en sus obras características comunes. Pero decir esto último —que, al parecer, es lo que quiso decir MG— es, precisamente, estar hablando de una literatura única del siglo XX, borrando toda diferencia, discrepancia o controversia principista.

Pero esa cita (bien escrita, salvo el desliz acotado) da la sensación de que se está formulando no solo como algo sugerente, sino como una definición categórica y apodíctica.5 Pero, si se observa bien, hay en el fondo un planteamiento metafísico. En principio, porque empieza colocando a la literatura «por encima de las generaciones», es decir, se enuncia que la literatura existe al margen de sus productores, y, así, la literatura aislada de sus productores, puede ser también considerada como ‘expresión de un yo abstracto, de un yo aglutinante de lo humano, que se revelaría — después— a través de los productores, dejados previamente en suspenso’. No extraña que MG, en la página precedente, haya hecho un remedo de Hegel —que es, a la postre, su sustento ideológico:

¿Se trata de voces individuales las aquí convocadas? [se pregunta, y responde]: Para decirlo hegelianamente: son manifestaciones del proceso de objetivación del espíritu, pero dentro de una dialéctica en la que los intelectuales y artistas (aunque no necesariamente conscientes) son a la vez sujetos y objetos de un vasto proceso social cuyos rasgos esenciales son el de pertenecer a una formación histórico-social con particularidades culturales propias e inserta estructuralmente dentro de un mundo que vive la permanente crisis de la era del imperialismo, las guerras mundiales y las revoluciones sociales (27. Cursiva mía).

Y agrego que la pregunta con que se inicia esta cita será respondida en la página 30, y se verá que ahí, en efecto, presenta el problema desde la «dialéctica hegeliana», porque el «yo» de que allí habla MG, y dice —de

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manera genérica— que ‘es el tema central de la lírica y la novela de nuestra época’, es, además, una entelequia que se va a manifestar a través de los escritores como individualidades, pero es un «yo» del que estos no se pueden escindir, del que están condenados a ser voceros, puesto que ‘no son necesariamente conscientes de ello’, aunque estén a su vez insertos en una realidad material u objetiva («Todo lo real es racional y todo lo racional es real», pudo seguir citando MG a Hegel). Y, por eso, la tripartición que hace de esa manifestación del yo: a) ‘cautivo o solipsista’, b) ‘en contienda con el mundo’ y c) ‘en busca de lo comunitario’, resulta ser una división o definición tautológica, pues no está graficando otra cosa que la relación del ser humano con la realidad, y ante esta el ser humano (del que es parte el poeta o artista) se manifiesta ya sea aislándose de ella, ya sea enfrentándose individualmente a ella, o ya sea integrándose a ella para cambiarla comunitariamente; pero no como expresión de un yo metafísico, sino de «yoes» concretos que responden a situaciones específicas de las clases sociales en que se encuentran insertos.

En todo caso, habría sido mucho más coherente (con el marxismo) hablar de dos «vicisitudes del yo»: ‘el yo solipsista’ vs. ‘el yo en busca de lo comunitario’. Porque la ‘contienda con el mundo’ es aplicable a esos dos extremos, pues suele ocurrir que nadie está contento con su realidad; por eso creo que el elemento divisorio ‘central o medianero’, denominado por MG,: ‘en contienda con el mundo’, resulta ser un ‘tercero excluido’. La diferencia entre los elementos extremos de esa división es que el ‘yo solipsista’ responde, precisamente, a la concepción ideológica del individualismo burgués o pequeñoburgués, mientras que el ‘yo comunitario’, la rechaza, coincidiendo con la concepción ideológica de las clases populares cercanas al proletariado: sectores del campesinado y la pequeña burguesía.

Sin embargo, se puede colegir que con ese ‘tercero excluido’ se busca acomodar al pensador «no comprometido» pero «rebelde» con evidente proximidad a la propuesta vargasllosiana del «rebelde ciego» que, finalmente, ya se sabe a dónde va a parar: al reducto ideológico burgués o pequeñoburgués (unidos por vasos —y lazos— comunicantes). En el discurso leído al recibir el Premio de novela «Rómulo Gallegos» (en Caracas, 1966. Cf. «La literatura es fuego», en 1983: 132), MVLl todavía dice creer en el socialismo como alternativa a la injusticia capitalista; pero advierte que la misión del escritor en la nueva sociedad «seguirá, deberá seguir siendo la misma, cualquier transigencia en este dominio constituye, de parte del escritor, una traición. Dentro de la nueva sociedad (…) tendremos que seguir (…) rebelándonos, exigiendo que se reconozca nuestro derecho a disentir…» Y es preciso indicar que esta actitud de ‘oponerse a todo poder’ (sea cual fuere este) es cuestionada por MG en La generación… cuando dice que la contradicción entre capitalismo y socialismo: «ha dado lugar a nuevas oleadas de anticomunismo, agnosticismo y nihilismo, con manifestaciones ideológicas que señalan ‘el fin de las ideologías’, o como negación de la Historia y oposición a todo tipo de Poder» (31).

Empero, a partir de esa concepción idealista, MG elabora todo el andamiaje teórico-crítico que utilizará en este libro y se repetirá después en sus ensayos subsecuentes, con la diferencia de que en este asume una actitud política aparentemente o declarativamente ligada al marxismo [«dentro

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de un mundo que vive la permanente crisis de la era del imperialismo, las guerras mundiales y las revoluciones sociales» –dice—], mientras que en la última actitud lo hace sin esa indumentaria: ahora ya es declaradamente idealista, hedonista, esteticista y lo otro, el condicionamiento social (que ya no político) es, simplemente, una referencia retórica —cuando la hay. Recomiendo al lector ver el «Prólogo» a la segunda edición de La generación del 50, 2008, en el que finalmente da a entender que ‘la era del imperialismo, las guerras mundiales y las revoluciones sociales’ ya ha terminado, apreciándose incluso en esa segunda edición que el «Prólogo» de la primera ha sido suprimido. Por eso aquí se ve que reclama la existencia de una sola tradición literaria, ligada a la occidental: «Las vicisitudes del yo, he aquí uno de los temas centrales de la lírica y la novela de nuestra época». Y es pertinente subrayar esa bifurcación de su ideario, pues en el libro aquí comentado (La generación…) él cuestiona esa «concepción idealista» (que después asumió):

En la medida que el concepto o categoría de Generación soslaye o niegue la categoría de Clase Social y la lucha de clases, cualquier aplicación del método generacional resultará unilateral y mistificador, como ocurre con la teoría orteguiana de las Generaciones, teoría, por lo demás, no exenta de resonancias fascistas. En efecto, según Ortega y Gasset son las Generaciones en su suceder las que forjan el devenir histórico y entiende por Generación a una élite, a un conjunto selecto de personalidades tocadas por el fuego del espíritu y, por tanto, encarnaciones de la Idea, del Bien, la Belleza y la Verdad. (35-36).

¿Y no es ese canon estético-literario occidental —admitido por MG como norma para mensurar la validez de la literatura— una «encarnación de la Belleza»? Es decir, no se tiene que recurrir a sus formulaciones últimas sobre el tópico estético-literario para llegar a esta conclusión. Ya en su etapa prístina lo estaba aplicando en la práctica. Por un lado, se ve que, teóricamente en La generación…, acepta como punto central de su estudio ‘la categoría de clase social y la lucha de clases’, dice ahí: Mediante la determinación de las generaciones se puede asir de alguna manera el flujo incesante del tiempo y estudiar un momento de la conciencia social de un país, es decir, las formas estéticas y de pensamiento, pero también las actividades y acciones de los cuadros intelectuales y artísticos de las diversas clases que coexisten y contienden tanto entre sí como con las generaciones que las preceden y con la generación que le ha de seguir en el continuo espacio-temporal. (36-37).

Pero en la práctica —decía yo— el estudio de La generación del 50 lo que hace es medir la acción productiva de sus miembros según los valores estatuidos por la modernidad occidental, de incontrastable ligazón con la concepción ideológica de la burguesía o la pequeña burguesía, clase esta última autoerigida en legataria de los valores de Occidente.

Esteticismo/hedonismo

Voy a destacar ahora las opiniones de MG sobre el tópico planteado en el epígrafe precedente, opiniones que hemos encontrado en el libro Los Andes en la novela peruana actual (1999), aunque también se pueden hallar —de manera mucho más categórica— en sus ensayos posteriores. Pruebas al canto: … sigo siendo [sic: un] autor que aún lucha y no ha perdido la esperanza de escribir una buen [sic: buena] novela (7).

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Esta declaración es un antecedente de la postura hedonista y esteticista que MG asumió abiertamente a partir de la primera década del siglo XXI. Hedonismo que se ilustra con esta frase que transcribo de La cabeza y los pies de la dialéctica (2011): «Mi vocación esencial fue siempre la creación novelística» (primera línea del «Prólogo», 15), idea que en la siguiente página habrá de reiterar, dice: «la naturaleza de los temas [sobre marxismo] que yo abordaba exigía la erudición, forma de estudio que reclamaba una dedicación absoluta que yo no podía permitirme, pues la parte más importante de mi espíritu seguía, en lo secreto, entregada a mis fabulaciones novelísticas». Es, como se ve, una idea perseverante, que ya había sido formulada en un libro anterior, La invención novelesca (2008): «… me dije que en adelante mantendría mi compromiso con las ideas marxistas, pero que en el único partido en que militaría sería en el partido de la novela» (251), expresión muy cercana a esta cita que hace de Eielson en La generación del 50: «Mi verdadera, mi única patria es la poesía» (82). Y, líneas más adelante, agrega MG: «Tal vez la expatriación voluntaria sea condición de los artistas de las capas medias.» Un poco a lo Edipo, MG juzgó y penalizó, con antelación, lo que después se podía aplicar a él mismo.

Pero, antes de continuar, voy a analizar la cita de Los Andes... Primero, eso de seguir siendo un «autor que aún lucha» tendría que asumirse en relación con los dos planos ideológicos en que se ha desarrollado la actividad vital de MG, el político y el literario; pero, en tanto no se especifica nada referido al primero, se ha de convenir que se trata de ‘una lucha por escribir una buena novela’, entendiendo la «lucha» en el plano estrictamente metafórico, mientras que lo de «buena novela» sólo se puede entender en el sentido formalista, es decir, aquel que privilegia la forma y la intuición de lo exclusivamente artístico (dentro de un canon único), lo cual no hace otra cosa que convertir en un fetiche formal al abstracto signo lingüístico y a las técnicas verbales, confundiendo así los medios con los fines. Y esta suposición se fundamenta en otras declaraciones debidamente documentadas del autor. El tópico «buena novela» es un reclamo reiterativo de MG. Pongo un ejemplo de La invención novelesca (2008-b)6: «… el oficial (…) me preguntó: “Bueno, dígame, entonces, ¿cuál es su mayor aspiración?”. (sic7) Mi respuesta fue rápida y candorosa hasta el ridículo. Le dije: “Escribir una buena novela”.» Y, más adelante, en el mismo libro, hay otro supuesto diálogo:

—¿Influye de alguna manera la novela en la vida? —La eficacia de una novela depende de su eficacia artística.8 (…) Esta tajante prescripción o fijación por lo «artístico» es casi una repetición mimética de lo sostenido por Mario Vargas Llosa —de manera un tanto obsesiva— y —antes que él— por Ortega y Gasset, aparte de resultar siendo una tautología, pues lo artístico es condición ínsita de toda manifestación literaria. Y es algo que no se puede anular desde una única concepción estética. Si se reconocen los valores de una sinfonía de Mozart, el mismo canon de este reconocimiento no se puede aplicar para valorar el tema musical de un vals peruano de, por ejemplo, Felipe Pinglo, de un tango argentino de Aníbal Troilo o de una mulisa del ande peruano de Zenobio Daga, y lo mismo se puede decir de la letra de estas canciones en relación con los versos de la poesía de Eielson o de Martín Adán (peruanos

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ambos, vinculados a la poesía formalista). Y, precisamente, por estar en diferentes ámbitos, ambas manifestaciones son artísticas dentro de su propio espacio, sin desmedro mutuo. Pero vuelvo al diálogo suspendido arriba:

–Una última pregunta. A estas alturas de tu vida, ¿cuál es tu mayor deseo?

–El mismo que el de mi juventud. Tener todavía la posibilidad de escribir una buena novela. (op. cit.: 215).

Es decir, con esa respuesta, MG da a entender que nunca cambió su manera de enfocar la literatura, una manera hedonista o esteticista (ligada a lo que él mismo llama el «yo solipsista»). Sin embargo, como en el intermedio de su vida también se inclinó por una visión de la literatura ligada a su otra propuesta del «yo comunitario», entonces se puede ver que su apreciación de la literatura fluctuó, contradictoriamente, entre lo individual y lo social. Pero bien se sabe que no toda oposición contradictoria es dialéctico-marxista. De ahí que cuando MG polariza el quehacer literario (ya lo hemos visto en La generación del 50) lo hace entre dos tendencias: por un lado, la sociologista y, por otro, la formalista, pero lo hace reduciendo la primera a solo el plano del contenido, y dice que los «sociologistas [están], más atentos a la génesis y contenido de las obras, como [los] formalistas, [están] interesados en los sistemas literarios» (33). Y esta idea la repite en la página 35:

En las décadas del sesenta y setenta se imponen diversos formalismos, pero a la vez, en oposición, surgen corrientes ligadas al marxismo y la sociología de la literatura (aunque se trate de un marxismo académico de filiación socialdemócrata) que privilegia [sic: no se pierda de vista que está hablando de «corrientes» que —obviamente— privilegian, y no «privilegia»] el contenido de las obras y las condiciones de su producción y consumo.

Y, cotejando ambas citas, se ve que a las corrientes sociologistas o marxistas les reduce su ámbito de acción a la ‘génesis o producción y contenido de las obras’, mientras que a las formalistas les reserva una dimensión más amplia: «los sistemas literarios», como si el contenido y la producción y génesis no fueran también parte de un sistema, máxime si está citando a Lukács, de quien (sin ser el más idóneo representante de la estética marxista) dice «vincula orgánicamente (…) la producción literaria a los procesos más amplios de carácter económico-social» (33), lo cual, pues, da por resultado la formulación de un sistema literario más vasto que el inmanente sistema literario formalista. Sistema literario —dígase de paso— íntimamente ligado al tópico del esteticismo y el hedonismo. Y aunque sea un tópico que aparece matizado con otras formulaciones, siempre estuvo presente en las últimas propuestas de MG, y confrontado inclusive con la propuesta realista (que —sin dudas— también lucha y espera producir buena literatura). Y por eso decimos que el tratamiento de la contradicción por parte de MG no es dialéctico, porque este método enseña que una vez identificada la contradicción antagónica principal (en este caso, la corriente formalista), la otra contradicción (la corriente realista) pasa a ser una contradicción no antagónica; sin embargo, MG ha actuado en sentido inverso. Él ha dejado de actuar como realista y proyecta su actuación en el sentido formalista. Pongo ejemplo: … he morigerado en algo el tono confrontacional de mis exposiciones, he cuidado en matizar más mis planteamientos, he conferido más peso a la línea del placer que toda obra válida suscita… (El pacto con el diablo, 2007: 16).

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Y se impone una pregunta: ¿quién decide la validez de una obra?, ¿el especialista, el crítico, el autor, el lector común? Si se admitiera la existencia de un criterio universal y único para hacer ese zanjamiento, entonces se estaría reconociendo la existencia de un «valor eterno, suprarreal, un absoluto ideal», es decir, un fundamentalismo metafísico que el MG de los años ochenta rechazaba al cuestionar el imaginario formalista, cuya conformación se reduciría «a una élite, a un conjunto selecto de personalidades tocadas por el fuego del espíritu y, por tanto, encarnaciones de la Idea, o del Bien, la Belleza y la Verdad» (La generación…, 36). Sin embargo, pasados los años, en esa progresión se inscribe la siguiente conclusión de MG respecto de la realización de un personaje de José María

Arguedas:

Muchos años después, tomando a Alencastre como modelo, Arguedas concibió al personaje don Bruno de su novela Todas las sangres, personaje que no me resultó del todo convincente, deficiencia que atribuí a problemas de orden artístico en su plasmación literaria, pues me parecía que la mentalidad y tormentos de don Bruno iba (sic) más allá de las posibilidades humanas de un misti de nuestras serranías. (Los Andes…, 14).

La opinión de MG es, a su vez, opinable, discutible, controvertible, problemática, porque: Si el modelo —real— también era ‘un misti de nuestras serranías’, ¿por qué «su reflejo», que también representa a un misti de las mismas serranías, tendría que ver disminuidas sus «posibilidades humanas»? Y esa opinión de MG es, además, impugnable, porque parte de la preexistencia de un valor artístico único, porque cree en un absoluto estético o artístico, a pesar de que ahí no está aplicando una incisión «de orden técnico/artístico», sino basándose en una observación impresionista relacionada con el contenido de «mentalidad, tormentos y posibilidades humanas», en flagrante contradicción con su propia propuesta. Ilustro lo afirmado. En la penúltima página del ensayo Los Andes… (113), dice: … la narrativa que tiene como escenario los Andes no ha perdido vigencia y todavía tiene mucho camino por donde transitar. No me cabe la menor duda que la (sic) tendrá, pero con la condición de que se integre a la tradición de la novela moderna mundial y abandone cierta ideología metafísica en el sentido que «la esencia de lo peruano» lo (sic) constituyen las sociedades andinas. En principio, y continuando con las cisuras previas para determinar errores, tomo el que se desprende de la siguiente frase: «No me cabe la menor duda que la tendrá». He ahí otra anfibología —que en MG se hizo costumbre—: El verbo «tener» está relacionado con el «camino por transitar», y, de ser así, ha debido decir: ‘No me cabe la menor duda de que lo tendrá’ (y no «la tendrá» como se lee en la cita; pero también puede ser que haya querido referirse a la ‘vigencia no perdida’, en cuyo caso debió decir: ‘No me cabe la menor duda de que no la perderá’. Y el mismo error se constata al final de la cita; ahí debió decir: ‘la esencia de lo peruano la constituyen las sociedades andinas’ (y no «lo constituyen» como se lee en la cita), y con mayor razón si la expresión «la esencia de lo peruano» va encerrada entre comillas.

Y, por otro lado, aquello de «la tradición de la novela moderna mundial» no deja de emanar el tufillo de «cierta ideología metafísica», pues debe precisarse que se está hablando de la ‘tradición de la novela burguesa mundial’, porque la modernidad occidental está fatalmente unida a la burguesía, y es a esa ‘modernidad occidental’ que se está refiriendo MG,

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pues en la presentación del libro ha dicho: «“Mis clásicos” los he circunscrito al área de Occidente del cual (sic), de una u otra manera, forma parte Latinoamérica.» (El signo ‘sic’ destaca que se está refiriendo «al área», por lo tanto, ha debido decir: ‘de la cual’). Y, realmente, no tiene por qué ser esa la única ‘novela mundial’ o, mejor, no debe ser la única. Además, esa imagen de una «tradición mundial» única, encaja con otros planteamientos absolutistas del mismo autor. Siempre en Los Andes… dice estar dirigiéndose a «un público no especializado de todas las capas sociales». Pero digamos en principio que, en tanto el espíritu que anima al mensaje ofrecido «no tiene un carácter académico ni erudito, sino hedonístico, personal y desacralizado», debe concluirse que, con esta última expresión, «desacralizado», MG está tomando distancia del marxismo, pues desde esta posición no es lo más pertinente hablar de «capas» sino de clases sociales. ¡Qué diferencia con lo que decía en los años ochenta!: «Mi agradecimiento también a El Diario (sic) por haberme permitido que una selección de textos en torno a los escritores del 50 llegara a un público más vasto y clasistamente situado».9 Y, más adelante del mismo libro, dirá: «En la medida que el concepto o categoría de Generación soslaye o niegue la categoría de Clase Social y la lucha de clases, cualquier aplicación del método generacional resultará unilateral y mistificador» (35).

Y, asimismo, por más ecuménico que el emisor pretenda ser, no todos los receptores recibirán su mensaje con la misma desaprensión. Con mayor razón si se ofrece con un carácter especial, personal, hedonista, que no todos tienen porqué compartir; es decir, no todos estarán de acuerdo con el hedonismo, ni todos tienen que coincidir con los gustos personales del emisor. Y muchos se pondrán a la defensiva al buscar explicarse el término ‘desacralizado’, y se preguntarán: ¿qué es aquello que se está desacralizando?, ¿es a la literatura a la que se le está despojando su carácter sacro?, ¿o se alude al abandono de una concepción ideológica preexistente, y que ya no existe más y por eso dice que la ha desacralizado?, sin percatarse que esa desacralización tiene también un cierto tufillo a «ideología metafísica», pues el supuesto vacío ideológico es a su vez una forma de ideologización.

Dime a quién alabas…

La propuesta que encierra el epígrafe se demuestra con la preferencia por determinados autores y la prescindencia de otros. Lo cual se da incluso cuando critica a los puristas; por ejemplo, en La generación…, para citar unos versos de Rodolfo Hinostroza dice que son manifestación de eso que dio en llamarse «el fin de las ideologías, o como negación de la Historia y oposición a todo tipo de Poder, dicho a veces con incuestionable esplendor verbal» (31). Pero, obviamente el ‘incuestionable esplendor verbal’ no minimiza la aberración ideológica. Albert Camus, a través de uno de sus personajes dice: «En general tengo debilidad por el hablar elegante. Es una debilidad que me reprocho, pues sé bien que el gusto por la ropa fina no impide que se tengan los pies sucios. El estilo, como la popelina, esconde a veces un eczema.» (1956: 7).

El hecho mismo de que se ofrezca «la Primera Serie Narrativa como homenaje al primer centenario del nacimiento de Jorge Luis Borges», es significativo o sintomático. Con mayor razón, si en todo el trabajo hay un esfuerzo por demostrar que ese acercamiento crítico o valorativo de «Mis

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clásicos», se hace con privilegio de lo hedonístico o del esteticismo, con elogios reiterativos a la ‘excelencia formal’; por ejemplo, en la página 25 de Los Andes… se encuentra uno de los tantos panegíricos que en los últimos años le ha prodigado a Mario Vargas Llosa: «… La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo, ensayo apasionante, irritante y polémico, de lectura ágil, que demuestra una vez más el gran ensayista que también es VLl». Ditirambos a este autor que tendrán su clímax al anunciarse el otorgamiento del premio Nobel; MG dijo: Más allá de mis discrepancias ideológico-políticas, siempre en mis escritos consideré a Mario Vargas Llosa el primero entre los novelistas vivos del Perú y como un notable ensayista. Hoy, sin ninguna reserva, lo saludo y le envío mis felicitaciones. Como pocos escritores en el mundo, merece el Premio Nobel por su gran talento, por su excepcional disciplina de trabajo y por la constancia de una obra que ha venido construyendo a lo largo de más de 50 años. Una obra ficcional y ensayística en la que, de acuerdo con sus propios principios, se dan la mano su preocupación por el Perú, por el destino de todos los pueblos del mundo y por el futuro de la humanidad. (¿?)10 Suena a tautología (y a derramar incienso) eso de insistir en las bondades literarias-formales de un autor. Y esto, en relación con MVLl, es atosigante. Cuánta razón tenía J. C. Mariátegui cuando dijo: «No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas. Para nosotros hay ideas buenas e ideas malas»; y agrego yo: por más que vengan ocultas en lustrosos envoltorios o en papel regalo.

Por eso no extraña que MG concluya la «Presentación» a Los Andes… señalando que su trabajo «al fin y al cabo constituye un testimonio de simpatías y gratitud por los autores de mis ficciones favoritas, sin las cuales la vida me hubiera resultado de un aburrimiento insoportable.» Expresión esta última casi mimética de esta otra de Mario Vargas Llosa (2004: 15): este dice que la lectura de Víctor Hugo (durante su estancia estudiantil en el colegio militar «Leoncio Prado») «Era un gran refugio (…): la vida espléndida de la ficción daba fuerzas para soportar la vida verdadera. Pero la riqueza de la literatura hacía también que la realidad real se empobreciera.» Es la ilusión obcecada que el hombre tiene de su propia visión del mundo, de pensar que lo que él conoce del mundo es el mundo, como lo sugiere la parábola de la rana que piensa que el cielo tiene el tamaño de la boca del pozo en que ella se encuentra. Esa ilusión la explicó, magistralmente, Albert Einstein cuando dijo que «Toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil... y sin embargo es lo más preciado que tenemos.» (frase tomada de Internet, sin datos referenciales). Y está bien, pero no la deifiquemos, no la convirtamos en un fetiche. Es decir: que el arte esté por encima de la vida, ¿puede imaginarse una expresión más metafísica? Obviamente, la mentalidad desacralizada de MG no admite lo contrario: que la vida sea el único «arte interminable» y, por lo tanto, que ella es la única que impide cualquier aburrimiento. El hecho mismo de que la vida permita producir —a partir de ella, y no de ninguna fatamorgana— nuevas ficciones (incluso sin que existan las ficciones que pudieran hacer superar un aburrimiento momentáneo), ya es una demostración incontrovertible de su preeminencia sobre cualquier ficción, porque es de la vida que surge cualquier ficción, y creer, pensar o «inventar» que ocurre lo contrario es un absurdo.

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Y por eso, también, no extraña que en la edición primera de La generación… se destaque la obra de Jorge Eduardo Eielson, un poeta inmerso en las dos primeras posibilidades de manifestarse el «yo»: «el yo cautivo y solipsista» y «el yo en contienda con el mundo». Y habla de él con reverencia, aunque dice —con cierto subyacente pudor— que: «Eielson no es un gran poeta, pero sí, tal vez, el primero entre los excelentes poetas de su generación» (84); sin embargo —o, quizá, por esa misma admiración— termina con una cita de él la pregunta que formuló en la página 27. Y es una idea que continuará retroalimentando, idealistamente. La cita de Eielson es esta:

¿Tras un mundo en ruina, columnas truncas y caídos bloques, bajo bombas y llanto, nieblas de cólera sobre verdes prados. Carnicería y gloria. Sobre el morral vacío y la galleta antigua, sobre las botas níveas, enterradas, y el plato de comida. Antígona augusta ¿habéis visto a Polinices cien mil veces, sin tregua, sepultado?

Pero, volviendo a la valoración que MG hace de Eielson, nótese que al relevar la figura y la obra de un poeta vinculado al canon individualista, formalista, esteticista (aunque desde la perspectiva de las ‘dos primeras manifestaciones del yo’ estatuidas por él) está menguando la imagen y la obra de los poetas de la «tercera manifestación», del ‘yo en busca de lo comunitario’; porque, si «Eielson no es un gran poeta», pero ‘es el primero’ entre los de su generación, estos resultan rebajados a la mediocridad, aunque —con sibilina contradicción: y ya hemos visto que no por plantear contradicciones se es dialéctico— se diga de ellos que ‘son excelentes’, ¿qué son: excelentes mediocres?

Y en el ámbito contencioso de la lucha de clases, esos compañeros de generación de Eielson son los que deben ser defendidos por un estudioso de la literatura ligado al marxismo, porque son los poetas que no se evaden de la realidad, que no se enemistan con la realidad, sino que reconocen ser sus deudores y se integran a ella para cambiarla comunitariamente. En todo caso, lo que se impone es justipreciar sus logros y proyectar sus alcances con los aportes que el caso amerite. Este era el método adoptado por J. C. Mariátegui cuando constató que en su época «Por cierto relajamiento de la organización industrial, se estaba produciendo casi únicamente una novela de lujo. La novela popular era abandonada a los autores revolucionarios o fabricada con viejos moldes, con gastadas matrices.» Entonces él observó la necesidad de elaborar «una nueva manufactura, que tenga en cuenta la evolución del gusto y las necesidades de los consumidores»11, pero sin prescindir de su esencia popular o abandonar sus perspectivas ideológicas y estratégicas. Son, pues, los escritores del realismo quienes merecen y deben ser relevados, máxime si se trata de un estudio que ha sido escrito — por propia declaración del autor: «desde la perspectiva de un pensamiento situado» (La generación..., p. 14); es decir, su adhesión debió apostar por ‘la posibilidad del yo en busca de lo comunitario’. Y esto era tanto más urgente si ese «pensamiento situado» apuesta por la esperanza de una futura solidaridad humana; en las condiciones concretas que vive nuestro país este pensamiento supone estudiar las producciones espirituales y las formas de conducta de los miembros de la generación del 50 a la luz de los dos hechos esenciales y antagónicos de nuestro tiempo: por un lado, la crisis sin salida en que se debate el viejo orden, y por

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otro, la perspectiva de un cambio radical abierto por la forma más alta de la lucha popular y que desde hace siete años viene conmoviendo los cimientos de la sociedad peruana (15).12

Sin embargo, como MG —ya desde la época de La generación…— había asumido la concepción teórica del esteticismo, concepción que preconiza la existencia de una sola literatura, que debe ser juzgada con un solo canon, entonces aplicó ese criterio para valorar a los miembros de dicha generación. He ahí, pues, la tradición occidental y peruana unidas a través no de los productores poéticos (que, como todos los seres humanos en sus relaciones y realizaciones, son contradictorios), sino del «yo» que se objetiviza a través de ellos para ofrecernos la imagen de una realidad derrelicta (para usar un término caro al poeta Juan Ojeda), que sería la versión del poeta «cautivo y solipsista» y «en contienda con el mundo».

Por ello no extraña que para MG, ya en su posición del siglo XXI, y modificando su primera evaluación de Eielson, este no solo resulta ser — ahora sí— un gran poeta, sino que es colocado a la par de Vallejo. Ejemplo. En el año 2007, y en el libro de ensayos El pacto con el diablo, dice: «Jorge Eduardo Eielson es un gran poeta, uno de los grandes poetas en lengua española del siglo XX». Y, en realidad, sería desfasado censurarlo por ese juicio; pero lo censurable, sí, es la conclusión a que llega después de ese aserto, pues dice que el sitio de Eielson «en el canon de la literatura peruana debe estar al lado o muy cerca de Vallejo» ( 333), y es censurable porque, en principio, en la literatura peruana —como en cualquier otra— no hay un solo canon. El canon único constituye una función de la sociedad en que se vive, una función que es impuesta a la mayoría por una pequeña porción de esa sociedad, de acuerdo con sus propios gustos e ideología, como un árbitro de esos asuntos, y que ha determinado cuáles son las «normas» a seguir en literatura. Siendo así, las clases no consultadas en relación con ese «canon», tienen el perfecto derecho de generar su propio canon. Y en tal caso se debe convenir que la existencia del canon varía según la concepción estética misma de los involucrados: Eielson responde al canon de la estética formalista; Vallejo, al de la estética realista, y, más aún, si a esas estéticas se las confronta con los intereses de cada clase del espectro social. Y esta precisión no debe conducir a poner a Eielson en una posición inferior a Vallejo. Lo que sí busca es destacar que tanto uno como otro son ‘grandes poetas en lengua española del siglo XX’, pero cada uno con una identificación de clase distinta, aunque se diga que ambos «escriben para la humanidad», pues ésta «la humanidad» como tantas otras grandes palabras no es una sola en sociedades divididas en explotados y explotadores. Y la historia de la humanidad es esa: la historia de la lucha de clases. Y Vallejo —en múltiples ocasiones de su obra— se encargó de precisar que ‘él escribía para el analfabeto’, es decir, escribía para «el otro» que dejará de ser analfabeto a través de sus herederos en un mundo nuevo (el mundo del «yo comunitario»). Y Eielson también lo ha precisado: que él escribía para «el yo cautivo y solipsista», es decir, para sí mismo o, lo que es igual, para otro que como él se sienta encerrado «en una habitación tan oscura / sin puertas y sin ventanas / pero claveteada por dentro / sellada por fuera»13, es decir, también para el yo «en contienda con el mundo» aunque ‘solipsista’.

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Pero MG prefiere dar relieve a sus dos primeras propuestas de «división del yo», con detrimento de la tercera (y esto desde antes de su «conversión» esteticista, lo que —en definitiva— demuestra que no existió tal conversión, sino que es una constante prístina). Pruebas al canto: hay que destacar que la literatura occidental de nuestro tiempo ha logrado crear con deslumbrantes recursos lingüísticos y técnicos una crepuscular mitología de la conciencia infeliz del yo, sea en la cautividad subjetivista o en contienda con el mundo [ergo: ambas se unimisman], en cambio menos memorable («sic»)14 y/o convincentes (salvo como consolación retórica) son sus logros expresivos en la búsqueda de la integración del yo en lo comunitario (30).

Destaco aquí solo eso de ‘logros menos memorables’. Lógicamente, para los lectores especialistas en literatura (que, por lo común, se ubican en las clases que tienen más acceso a la cultura dominante: burguesía y pequeña burguesía) puede que sean más memorables esos poemas formalistas. Pero no debe olvidarse que también hay lectores de la clase obrera, del campesinado y de la pequeña burguesía que, poseyendo también una selectiva memoria estética, prefieren la tendencia poética relacionada con «la búsqueda de la integración del yo en lo comunitario» y que inclusive ignoran o no dominan los valores de esa «literatura occidental» relevada por MG. Y están en todo el derecho de afirmar que la literatura por ellos celebrada es la memorable. Aquí cabe recordar el aforismo de que ‘en gustos y en colores no pueden imponer nada, por escrito, los autores’. O, a final de cuentas, tan válida es la actitud asumida por MG, como la siguiente de José Carlos Mariátegui: «El artista que en el lenguaje del pueblo escribe un poema de perdurable emoción vale, en todas las literaturas, mil veces más que el que, en lenguaje académico, escribe una acrisolada pieza de antología.» (1980: 267).

La concepción teórico-literaria de MG

La propuesta de MG obedece a la concepción teórica del formalismo, concepción de origen burgués que está relacionada —de manera subsidiaria— a la clase pequeñoburguesa. Y llega a la conclusión de adosársela a la generación del cincuenta, dice: en suma es hoy, en su conjunto, la gente que ha accedido al poder espiritual del país y, a excepción de ciertas disidencias y de algunas figuras marginales, han terminado por convertirse, como agentes de la continuidad histórica, en los intelectuales orgánicos de las capas medias (con figuras coherentes, controversiales y aun degradadas) que han hallado cabida en la estructura general del Estado y de sus aparatos de ilusión y coerción de conciencias. («Prólogo» a la primera edición de La generación del 50, 19).

Y, en el fondo, la incisión analítica que MG hace como impronta de la generación del 50 se reducirá al imaginario de la clase media (más propiamente: pequeña burguesía); de manera concluyente, en la página 37 dice que va a tratar de la referida generación: «la obra, el pensamiento y la trayectoria vital del conjunto de intelectuales y artistas nacidos mayoritariamente en el seno de la mediana y pequeña burguesía», es decir, circunscribe los puntos de vista de dicha generación a los valores, perspectivas y angustias de esa clase social, llegando a la conclusión de que «No es la celebración de la vida el sabor fundamental de esta generación.» (…) «dos grandísimas zorras parecen seducirlos en especial: la soledad y

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la muerte» (21). Pero obsérvese que trata a la «clase media» como un todo único y sin fisuras. Incluso, de manera un tanto manipuladora, cita al poeta proletario Víctor Mazzi de la siguiente manera15: Aunque por razones sociales, histórico concretas (sic), este tono depresivo persiste aún (sic) en poetas de filiación proletaria: «No preguntéis por el amor, el pan o la rosa/ aquí donde nos circunda el fuego de los bárbaros/ y crece la matanza como un desolladero (Mazzi).» (22). Con la frase inicial, seguramente ha querido decir ‘razones histórico-sociales’; si no, debió decir: ‘razones sociales, históricas concretas, y, mejor aún: ‘razones sociales e históricas concretas’. En segundo lugar, adviértase que el adverbio «aun» debe escribirse sin tilde, pues no equivale a «todavía», sino a «inclusive» o «hasta». Y, por último, calificamos de manipuladora esta cita16, porque ese «tono depresivo» —denunciado por MG— no es lo conclusivo del poema de Mazzi. Ahí se está tomando solo tres versos que, al ser separados de su contexto, se les está cargando con otro sentido. Esos versos, dentro del poema proletario (no pequeñoburgués) de Mazzi, son la presentación dialéctica del elemento negativo que permite confrontarlo con lo esperanzado del yo plural usado por el poeta en la continuación del poema: «Aquí, ay, tan sólo nos basta sentir/ el golpe del frío en las entrañas/ o arder con el bosque de los sueños/ para entender la devastación del hombre», y para —en síntesis dialéctica— concluir con el sentido válido del poema: «No preguntéis por los vivos,/ no preguntéis por los muertos, en tanto no se levanten los puños/ de la cólera y el odio del pueblo», es decir, una visión poética enraizada en el pensamiento proletario: «vivimos la prehistoria de la humanidad», la misma que será superada con la conquista de la sociedad comunista, con la que recién empezará la verdadera historia de la humanidad; pero esta no se alcanzará con lamentaciones o hundimientos en el pantano del pesimismo, sino con «la cólera y el odio del pueblo». Es la concepción poético-política vista como la confrontación de un «optimismo del ideal» por un «pesimismo de la realidad», que José Carlos Mariátegui admitió como válida al referirse a esa dicotomía propuesta por José Vasconcelos. (Cf. «Pesimismo de la realidad y optimismo del ideal» (1970: 27).

Y aun cuando MG ha reconocido la existencia de la poesía proletaria (a través de Mazzi, uno de sus altos representantes —esta es opinión mía), y a pesar, inclusive, de hacer el mismo reconocimiento de otras voces que apostaban por la visión contraria al pesimismo, la angustia y la desesperanza, es decir la visión del optimismo o la expectación de un mundo mejor, siempre queda la sensación de que se quiere cargar a toda la generación del cincuenta con esa calificación primera (del pesimismo, la angustia y la desesperanza). Es decir, se percibe que es una apreciación inducida por el mismo crítico o analista, pues cuando dice vislumbrar la presencia de su contraria, es para reducir sus alcances. Y en ese sentido una voz emblemática es la de Alejandro Romualdo; pero, a pesar de reconocer que su voz ‘se elevará como crítica y autocrítica de la poesía de su generación’, la descalifica, refiriéndose a ella como una «voz un tanto estentórea» (22-23). Y, así, dice que Romualdo «… dentro de esta línea postulará una escritura poética al servicio de la instauración del reino de la dicha» (aunque esta incisión no deje de rezumar cierta malicia irónica, y agrega): «o de la persistencia de la rebeldía hasta el advenimiento del reino

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de la libertad como en el espléndido “Canto coral a Túpac Amaru”.» No se pierda de vista este recurso reticente —de uso reiterativo por parte de MG— cuando se refiere a la poesía social de la generación del cincuenta, es decir, que al unísono la pondera con adjetivos positivos (espléndida) y la devalúa con otros restrictivos (estentórea); poetas excelentes, pero menos importantes que el ‘no grande Eielson’, etc. A este tipo de apreciación la sabiduría popular ha sabido responder acuñando esta expresión: «Mejor, no me defiendas, compadre», o también se le puede aplicar el aforismo maoísta de desconfiar cuando te suben a lo más alto de la montaña, pues el golpe será más duro cuando te dejen caer. Por eso se advierte, a las claras, que esa opción esperanzadora a favor de una poética distinta a la de la angustia, el pesimismo y la desesperación, se ve clausurada de inmediato por parte de MG, de la siguiente manera:

Pero como quiera que las bases sociales de la vida no han sido cambiadas y la existencia individual y social se torna cada vez más dura, este tipo de poesía se vuelve retórica y comienza a sonar inauténtica, sobre todo por obra de los epígonos, y entonces se acentúa y resurge la voz más sentida de los poetas del 50: la de la amargura, la frustración y el escepticismo (22-23).

La primera frase de la cita es un razonamiento similar a este otro de Mario Vargas Llosa: «No sería menos iluso creer que puede surgir una ‘literatura proletaria’ mientras la burguesía siga en el poder.»17 Y esa oposición que, realmente, existe: una poesía del pesimismo (formalismo) y otra del optimismo (realismo), y que para un marxista debiera ser el punto de partida para apuntalar a la segunda y reforzar sus alcances teórico-prácticos (dentro de la tradición inaugurada por J. C. Mariátegui, César Vallejo o Bertolt Brecht), MG prefiere ampararse en la existencia —absolutista— de una literatura occidental hegemónica (con las características que él destaca, y ya anotadas). Es decir, no es que MG niegue la existencia de una literatura opuesta a la dominante de la desesperación y la angustia pequeñoburguesa, sino que encandilado por los «deslumbrantes recursos lingüísticos y técnicos» de la literatura dominante en la ‘modernidad occidental’, devalúa a su opuesta por considerarla ‘menos memorable, de insuficientes recursos técnicos u obediente a una retórica de la consolación, estentórea o inauténtica’ (todas estas son calificaciones usadas por MG). Por ejemplo, después de hacer una confutación progresiva de la literatura de la modernidad occidental, llega a la conclusión de que no puede soslayarse a la «saga proletaria y de nueva democracia», aunque siempre resaltando su limitación formal: «escrita con modestia verbal», dice. Veamos la cita en extenso: … es comúnmente aceptada la postulación de Sartre, según la cual la modernidad literaria se inicia con Baudelaire y Flaubert, figuras más bien de transición de un mundo que avanza hacia el capitalismo tardío, es decir hacia la era del imperialismo, cuyo profeta, según la afirmación de Lukacs, fue Nietzsche. La gran paradoja consiste en que esta denominada «modernidad» literaria está penetrada de un sentimiento de decadencia, de la conciencia de pertenecer a una fase tardía de la cultura, consecuencia, por un lado, de la pérdida de fe en la burguesía como clase portadora del progreso de la humanidad, y por otro, de la perspectiva del socialismo que desde la Comuna de París de 1871 ha dejado de ser un fantasma para convertirse en posibilidad concreta, terriblemente concreta y que para la sensibilidad refinada e hipersensible de los cuadros intelectuales y artísticos salidos del mundo burgués será sinóni-

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mo de barbarie, lo cual no impedirá por cierto que ya en este siglo no pocos de estos cuadros se adhieran a la barbarie real del fascismo.

En realidad, las causas profundas de aquello que Freud denominó «el malestar de la cultura» son el reflejo en la vida cotidiana, en la existencia individual y social, y en las condiciones de la crisis del Absoluto burgués, de la contienda entre capitalismo y socialismo, y de ahí el pánico, el vacío y el silencio: Murphy (el primero y más «optimista» entre los desechos humanos de Beckett), en la paz del manicomio, cuyas cenizas arrojadas en una taberna serán luego barridas junto con las colillas, escupitajos, vómitos y otros detritus en una de esas albas lacerantes de que habla Rimbaud: la ascesis por la drogadicción hacia ese silencio casi mineral de Burroughs; o la «purificación» del mundo mediante la barbarie fascista: los Cantos pisanos o Viaje hacia el fondo de la noche, pero también, aunque escrita con modestia verbal la saga proletaria y de nueva democracia: La verdadera historia de AQ, o la defensa de la razón y del espíritu científico, como el Galileo de Brecht. (30-31. Cursiva mía).

La extensa cita, pues, confirma lo dicho. MG reconoce la lucha de contrarios en la literatura; pero obsérvese que lo hace recogiendo el tópico de la modernidad literaria ligada a Baudelaire y Flaubert; sin embargo, en lugar de resolver ese tema en el plano correspondiente, es decir, literario, desvía su óptica hacia la confrontación ideológico-política. Y cuando se espera que de ese cotejo surja la valoración de sus literaturas con independencia y justa apreciación de sus proyectos estético-literarios, se pone de relieve la supuesta excelencia formal de la tendencia formalista (como si esta excelencia formal fuera de su propiedad o de su exclusivo uso, excluyéndola inclusive o exonerándola de su trasfondo fascista), es decir: la tendencia imbuida de espíritu burgués o pequeñoburgués. Y cuando —de manera escueta— se alude a la tendencia «proletaria y de nueva democracia», se la devalúa —desde la óptica crítico/formalista— recurriendo a una supuesta «modestia verbal». Y no es la única apreciación —casi maniquea— de este contraste. En otros ensayos reitera estos nuevos y casi obsesivos tópicos: de exaltación del formalismo y devaluación del realismo. Y ello va acompañado, por supuesto, de una actitud heterodoxa, muy al gusto del paladar pequeñoburgués.18 Y en su libro de ensayos El pacto con el diablo, dice que el pensamiento marxista: «no me impidió frecuentar a filósofos que provenían de distintas corrientes de pensamiento, ni leer con deleite obras tildadas de decadentes o reaccionarias por esos burócratas que Vallejo llamaba “doctores del marxismo”» (Ibíd.).

En primer lugar, cuando se cita una afirmación como esa de Vallejo, hay que distinguir muy bien el grano de la paja. No se puede acusar a Brecht de «doctor del marxismo» porque calificó al llamado por otros, no por él, «padre de la poesía moderna» Charles Baudelaire, como «el poeta de la pequeña burguesía francesa de una época en que era indiscutible que los servicios de esbirro que ella había prestado a la gran burguesía con la sangrienta opresión de la clase obrera, no serían recompensados. Es el canto del gallo19, que consta de tres estrofas. La pobreza en él es la pobreza del trapero; la desesperación, aquella del parásito; el escarnio, el del zángano» (1973: 306).

Lo que hace Brecht, es ser fiel a los principios del marxismo: analizar la poesía desde la perspectiva de clase, y no obnubilarse con su «belleza formal», la misma que no se devalúa con su calificación clasista o identificación de clase o posición política. Y aun cabe cuestionarse si sería aplicable

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esa calificación de «doctor del marxismo» al mismo Vallejo cuando afirma lo siguiente: «No es poeta el que hoy pasa insensible a la tragedia obrera. Paul Valéry, Maeterlinck, no son» (Contra el secreto…, 1973: 75). Vallejo aquí está usando un lenguaje hiperbólico, y más emocional que racional. La razón nos debe llevar a afirmar que Valéry y Maeterlinck sí son poetas, pero de sus respectivas clases sociales. La clase obrera consciente —el proletariado— no permitirá que se diga de Vallejo ‘que no es poeta’; no lo será de la burguesía o de una supuesta «literatura única peruana», pero sí lo es del proletariado y de las clases aliadas de este.

El «último MG», pues, decidió darle más énfasis a lo poético que a lo político, en una entrevista que dio al diario Perú21, en el 2007 (mismo año de EPD), dice: «hasta mis ensayos del 80 puse el acento en las ideas, en los últimos diecisiete años lo pongo en la dimensión del placer, suscitar el amor a la literatura, ahora le doy más importancia a la dimensión estética, al placer que genera.»20 Y, no obstante esa ostensible tendencia hedonista, MG sigue sosteniendo la posición —que el marxismo también asume— de que: «La lectura ideológica de un texto literario es absolutamente legítima, a condición de que no se descalifique en el plano estético una obra solo por las opciones políticas del autor». Y, ciertamente, si alguien, llamándose marxista, hace lo contrario (descalificar lo poético por lo político), debe hacerse merecedor del calificativo de «doctor del marxismo». Pero de ahí a poner en el mismo nivel a dos escritores de tendencias opuestas (Eielson/ Vallejo) hay gran distancia, y más todavía si se habla de «una sola literatura peruana», regida por un solo canon, con lo cual, pues, los escritores que bregan por una literatura clasista opuesta a la literatura burguesa, siempre van a correr el riesgo de ver devaluado su trabajo si va a ser medido con ese único canon que, justamente, ellos están tratando de eludir: la belleza por la belleza, el placer por el placer, la forma por la forma.

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Y es, a todas luces, esta última la posición asumida por el «último MG». Pero el adherir a esta concepción esteticista (con el expediente ya esgrimido de la «ecuanimidad lectora») lo lleva a suponer que quienes critican desfavorablemente a, por ejemplo, las obras de Mario Vargas Llosa resultan ser «intelectuales mediocres y sobre todo oportunistas que encontraron en el cambio ideológico del autor de La guerra del fin del mundo, la coartada perfecta para ocultar pasiones subalternas como los (sic: «las», porque trata de «pasiones») de la mezquindad y la envidia.» Y lo sesgado de este juicio es que a esos «intelectuales mediocres» se les está atribuyendo el haberle mezquinado a Vargas Llosa su calidad artística, y esa atribución tiene que demostrarse con ejemplos, indicar quiénes son los que actuaron así, pues también hay intelectuales que, reconociendo esa calidad literaria, critican su concepción ideológica no sólo política, sino total, que incluye la concepción estética.21 Y esa «apresurada crítica» de MG parece que ha hecho carne en él, pues en un libro publicado en el año 2011, La cabeza y los pies de la dialéctica, vuelve a decir lo mismo, y con más virulencia: … desde la muerte de Mariátegui existía un gran vacío en los estudios y la crítica de filiación marxista. Salvo encomiables excepciones, como algunos trabajos de Manuel Baquerizo, la crítica marxista, o la que se hacía pasar por tal, tenía un carácter dogmático y panfletario que revelaba incomprensión frente al hecho literario en sí mismo y desprecio por la labor de los escritores dedicados a la creación literaria (15).

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Obsérvese que pone el ejemplo positivo (Manuel Baquerizo), mas no hace lo mismo con los que denigra como ‘dogmáticos, panfletarios y hasta poco inteligentes y despóticos’, es decir, calificativos que debieran usarse contra los enemigos de clase, y no con quienes se ubican en el seno del pueblo, aunque se tenga discrepancia con ellos. Y la apreciación de MG aplicada a la obra de Vargas Llosa o de Eielson fuera plenamente válida, si con ella no estuviera, de paso, restringiendo valor a la obra de Romualdo, Rose, Scorza o Valcárcel, pues de estos dice, por ejemplo: «… la poesía social de Romualdo, como la del primer Rose, la de Scorza, la de Valcárcel, sin contar la de los epígonos, resulta insuficiente, limitada (…) En cualquier forma se trata de una poesía poco dialéctica, demasiado pasional y tal vez candorosa…» (La generación…, 76). Nótese la contradicción en que se ve envuelto MG al cotejar lo expresado en 1988 (La generación…) con lo que ya hemos visto en la cita del 2011 (La cabeza y los pies…): «Sin contar con los epígonos» dice; o sea que si los poetas mencionados (Rose, Romualdo, Scorza, Valcárcel) son, para él, poetas menores, «los epígonos», prácticamente, no son poetas. Y todo esto lo dice alguien que en el 2011 acusará a los críticos peruanos marxistas de los sesenta o setenta de ser ‘dogmáticos, panfletarios, poco inteligentes’ y, además, despóticos, pues revelaban «desprecio por la labor de los escritores dedicados a la creación literaria» (op. cit., 15).

Se está cumpliendo, así, lo dicho antes respecto de la situación de desventaja en que quedan los poetas de las clases que luchan contra el sistema capitalista (incluida su poética), si a todos se los incluye en una sola «literatura peruana» para ser valorada con un solo canon estético; porque —como decía Aristóteles, citado por Marx— «todo arte que tiene su objeto en sí mismo [que es el caso de la llamada poesía pura o formalista] puede considerarse infinito en su ambición, ya que trata de aproximarse cada vez más a dicho fin, a diferencia de las artes cuyo objeto exterior [que es el caso de la llamada poesía social o realista] se alcanza enseguida», y Marx agrega: ‘Por haber confundido ambas expresiones artísticas, algunos han creído erróneamente que la elaboración formal y su incrementación hasta el infinito son el objetivo final del arte’ (1972: 157).22

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Notas

1. «Miguel Gutiérrez y Un mundo dividido. Un artefacto literario anacrónico», en: El Comercio, Lima: 03-08-2008.

2. Miguel Gutiérrez, Piura-Perú: 1940; Lima-Perú: 2016.

3. En el libro La cabeza y los pies de la dialéctica (2011), MG incurre en un error común, dice: «… desde la muerte de Mariátegui existía un gran vacío en los estudios y la crítica literaria de filiación marxista.» (p. 15). En «los estudios literarios» está incluida «la crítica literaria».

4. José Sosa, «La clase media en el siglo XXI», tomado de Internet, sin datos bibliográficos.

5. «Todas las definiciones —decía Engels— encierran muy poco valor científico (…) porque siempre son insuficientes. La única definición ajustada es el desarrollo de la cosa misma, pero esto ya no es una definición.» Esta es una cita tomada de Eduardo Ibarra (El pez fuera del agua, 2010), y este autor agrega: «Pero es claro que, en toda ciencia (…) es necesario trazar los contornos del objeto de investigación, y es aquí, justamente, cuando las definiciones, si son correctas, cumplen un papel científico, pues sirven para dibujar la esfera de los hechos concretos que debe entrar en el análisis» (p. 37).

6. Título este, digamos de paso, de raigambre netamente formalista, que ya había aparecido en el libro precitado, donde dice: «En el plano de la invención novelesca resulta interesante la utilización del mito…» (Los Andes…, p. 26. Cursiva nuestra).

7. Después del signo de interrogación (por más que, después de él, haya comillas) no va punto.

8. Esta es también una respuesta incompleta, pues a esa «eficacia» falta precisarle: ¿eficacia social, política o sobre la realidad de la novela? O, si no, debió reiterar lo formulado en la pregunta: ‘La eficacia de la novela en la vida depende de su eficacia artística’.

9. «Prólogo» a la primera edición de La generación del 50, p. 17. No debe perderse de vista que este prólogo es suprimido en la segunda edición.

10. Declaración dada al blog Socialismo Peruano Amauta.

11. “Populismo literario y estabilización capitalista”, El artista y la época, p. 34.

12. Esa ‘perspectiva de cambio’, expuesta al final de la cita, alude, obviamente, a la lucha armada de Sendero Luminoso. Una crítica acerva de esa «lucha armada» puede leerse en el libro de Eduardo Ibarra, El pez fuera del agua, Lima, Charles Jaime Lastra Domínguez Editor, 2010.

13. «Poema para leer de pie en el autobús entre la puerta Famínea y el Tritone», en: Abelardo Oquendo y Mirko Lauer (1970: 168).

14. Al destacar el signo «sic» entrecomillado, doy a entender que en la segunda edición ha sido corregido, en caso contrario indicaría que permanece.

15. Aquí cumplo con analizar la última parte (que quedó pendiente) de la cita ubicada en la p. 4.

16. «Sé muy bien que separar unas líneas de su contexto puede

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acentuarles el sentido o conferirles un sentido distinto.» Félix Grande, Occidente, ficciones, yo, Madrid, Cuadernos para el diálogo, 1968, p. 45.

17. Mario Vargas Llosa, «José María Arguedas descubre al indio auténtico», en: Visión del Perú, N° 1, Lima, agosto, 1964, pp. 1-7. Este mismo texto fue publicado con otro título: «José María Arguedas y el indio», en Casa de las Américas, N° 26, La Habana, octubre-noviembre, 1964, pp. 139-147.

18. En una entrevista posterior, dice: «mi marxismo se complementa con mi apertura hacia el pensamiento contemporáneo. Digamos que hay una actitud heterodoxa. Mi marxismo es heterodoxo, pero creo que sigo perteneciendo al mismo campo.» (Revista digital: Lee por gusto, entrevista de Jaime Cabrera Junco).

19. No se pierda de vista que el símbolo característico de la sociedad francesa es el gallo.

20. En El pacto con el diablo (2007), sin mencionar al marxismo —y en tercera persona— MG dice seguir «persistiendo en los principios básicos que han orientado su vida —su adhesión a la causa popular y al socialismo y su distancia frente a los poderes que gobiernan el mundo—». («Prólogo», p. 16). Lo cual obviamente es muy genérico. Sin embargo, en La invención novelesca (2008-b) pone límites a su asunción del marxismo y dice: «… entre 1966 y 1977 (asumí) las ideas marxistas, en la línea maoísta-leninista, a las que traté de servir en diferentes frentes…» (p. 42), es decir, se debe suponer que en ese lapso asumió el marxismo tanto en la teoría como en la práctica; pero deja sin precisar qué ocurrió después de 1977. Sin embargo, en este mismo libro dirá que al salir de China, de regreso a Perú y «… mientras el ferrocarril atravesaba la Manchuria, me dije que en adelante mantendría mi compromiso con las ideas marxistas, pero que en el único partido en que militaría sería en el partido de la novela.» (p. 251). Debiendo sacarse en claro de esta declaración que se está haciendo otra delimitación respecto del marxismo, pues solo lo asumirá en la teoría, mas no en la práctica.

21. ¿O se tendrá que decir del propio Marx que era un mezquino y un envidioso cuando escribió de Chateaubriand lo siguiente?: «Estudiando la porquería española he descubierto también la del digno Chateaubriand, ese bello escritor que reúne, del modo más repugnante, el elegante escepticismo y volterianismo del siglo decimoctavo y el elegante sentimentalismo y romanticismo del decimonono. Esta unión, naturalmente, tenía que hacer época desde el punto de vista del estilo en Francia, aunque precisamente en el estilo salta a menudo a los ojos la falsedad, no obstante, su habilidad artística.» (Escritos sobre arte, 1976: 120).

22. La conclusión de Marx en el original se refiere a la economía, por eso hemos hecho una paráfrasis para adecuarla al arte y, por extensión, a la poesía.

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Bibliográfia

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Vargas Llosa, M. (2004), La tentación de lo imposible, Lima, Alfaguara.

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Activismo y artes

Angie Torrico Hinojosa

José Ramón Cantaliso

Nicolás Guillén

¡José Ramón Cantaliso, canta liso!, canta liso, José Ramón. Duro espinazo insumiso: por eso es que canta liso José Ramón Cantaliso, José Ramón.

En bares, bachas, bachatas, a los turistas a gatas, y a los nativos también, a todos, el son preciso José Ramón Cantaliso les canta liso, muy liso, para que lo entiendan bien.

Voz de cancerosa entraña. humo de solar y caña, que es nube prieta después: son de guitarra madura, cuya cuerda ronca y dura no se enreda en la cintura, ni prende fuego en los pies.

Él sabe que no hay trabajo, que el pobre se pudre abajo. y que tras tanto luchar, el que no perdió el resuello, o tiene en la frente un sello, o está con el agua al cuello sin poderlo remediar.

Por eso de fiesta en fiesta con su guitarra protesta, que es su corazón también, y a todos el son preciso, José Ramón Cantaliso les canta liso, muy liso, para que lo entiendan bien.

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Poemas de Nicolás Guillén

I. Cantaliso en un bar

Nicolás Guillén (Los turistas en el bar: Cantaliso, su guitarra, y un son que comienza a andar.)

— No me paguen porque cante lo que nos les cantaré; ahora tendrán que escucharme todo lo que antes callé.

¿Quién los llamó? Gasten su plata, beban su alcohol, cómprense un güiro, pero a mí no, pero a mí no, pero a mí no.

Todos estos yanquis rojos son hijos de un camarón, y los parió una botella, una botella de ron. ¿Quién los llamó? Ustedes viven, me muero yo, comen y beben, pero yo no, pero yo no, pero yo no.

Aunque soy un pobre negro, sé que el mundo no anda bien; ¡ay, yo conozco a un mecánico que lo puede componer! ¿Quién los llamó? Cuando regresen a Nueva York, mándenme pobres como soy yo, como soy yo, como soy yo.

A ellos les daré la mano, y con ellos cantaré, porque el canto que ellos saben es el mismo que yo sé.

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Poemas de Nicolás Guillén
Bolivia

II. Visita a un solar

Nicolás Guillén (Turistas en un solar. Canta Cantaliso un son que no se puede bailar.)

— Mejor que en hotel de lujo, quédense en este solar: aquí encontrarán de sobra lo que allá no han de encontrar. Voy a presentar, señores, a Juan Cocinero: tiene una mesa, tiene una silla, tiene una silla, tiene una mesa y un reverbero. El reverbero está sin candela, muy disgustado con la cazuela. ¡Verán qué alegre, qué placentero, qué alimentado, qué complacido pasa la vida Juan Cocinero!

Interrumpe Juan Cocinero:

— ¡Con lo que un turista traga nada más que en aguardiente cualquiera un cuarto se paga!

Sigue el son:

— ...Y éste es Luis, el caramelero; y éste es Carlos, el isleño; y aquel negro se llama Pedro Martínez, y aquel otro, Norberto Soto, y aquella negra de más allá, Petra Sardá.

Todos viven en un cuarto, seguramente

141 Año 5 / Número 7 / Primer semestre 2022 / Cochabamba -
Bolivia Poemas de Nicolás Guillén

porque resulta barato. ¡Qué gente, que gente tan consecuente!

Todos a coro:

— ¡Con lo que un turista traga nada más que en aguardiente cualquiera un cuarto se paga!

Sigue el son:

— Y la que tose, señores, sobre esa cama. se llama Juana: tuberculosis en tercer grado, por un resfriado muy mal curado. La muy idiota pasaba el día sin un bocado. ¡Qué tontería! ¡Tanta comida que se ha botado

Todos a coro:

— ¡Con lo que un yanqui ha gastado no más que en comprar botellas se hubiera Juana curado!

Termina el son:

— ¡Turistas, quédense aquí, que voy a hacerlos gozar; turistas, quédense aquí, que voy a hacerlos gozar, cantándoles sones, sones que no se pueden bailar!

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Poemas
semestre 2022
CochabambaBolivia
de Nicolás Guillén

III. Son del desahucio

Nicolás Guillén

— El alquiler se cumplió: te tienes que mudar; ay, pero el problema es serio, muy serio, pero el problema es muy serio, porque no hay con qué pagar.

Si encuentras cuarto vacío, te tienes que mudar, y si acaso no lo encuentras, te tienes que mudar.

Si el dueño dice: «Lo siento», te tienes que mudar; pero si no dice nada, te tienes que mudar. Como quiera, como quiera, te tienes que mudar; con dinero, sin dinero, te tienes que mudar; donde sea, como sea, te tienes que mudar, te tienes que mudar, ¡te tienes que mudar!

Calma, mi compadre, calma, vamos los dos a cantar, que llegue el casero ahora, él nos podrá acompañar. —¡Escuche, amigo casero, ayer me citó el Juzgado, y dije que no he pagado porque no tengo dinero,

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Bolivia Poemas de Nicolás Guillén

y estoy parado!

Yo no me voy a la calle, porque la lluvia me moja; venga usted, casero, y diga, diga, venga usted, casero, y diga, diga, si va a curarme el catarro, si va a curarme el catarro, después que el agua me coja. Conozco hoteles vacíos y casas sin habitantes: ¿cómo voy a estar de pie, con tantos puestos vacantes? Calma, mi compadre, calma, vamos los dos a cantar; que llegue el casero ahora, él nos podrá acompañar. ¿Es que a usted lo achica el miedo? No, señor; a mí no me achica el miedo, y aquí me quedo, sí, señor, y aquí me quedo, sí, señor, y aquí me quedo...

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Poemas
Primer semestre 2022
CochabambaBolivia
de Nicolás Guillén
Angie Torrico Hinojosa Manos milagrosas, Valentina Román

Juana Valentina Roman**

Luz del alba Agua caliente Leche, huevos Y polvo de grano.

Se empieza con la mesa y el piso Se calientan las brasas Hasta ver el humo brotando por el barro.

¿Ima hora? Sudor que baja, pero no continua Porque no lo dejas Arriba, abajo Arriba, abajo una y otra vez, arriba y abajo ¿Empieza a sentirse más caliente? Mis manos empiezan a temblar Pero se debe continuar Arriba, abajo Arriba, abajo Como me enseñaste.

Y me preguntas otra vez: ¿Ima horataq? Olores con memoria vuelven a aparecer Sensaciones como cicatrices vuelven a sentirse Arriba, abajo Arriba, abajo Continuo mi labor impuesta.

Volteo para poder apreciarte con mi mirada Y pienso: Morena, manos fuertes, ojos de tierra Aquellas manos que aún con los años pueden seguir Manos que con los años se fueron formando ríos sobre ellas Y esos ojos, esos ojos que me sonrieron Desde la primera vez que te vi.

*  “ima” palabra en lengua quechua, traducida al español al pronombre interrogativo “¿QUÉ?”

** Boliviana, estudiante de ultimo año de arquitectura. Interés en lo vano y lo místico, observadora de lo oculto y lo no llamativo. E-mail: valerom58166@gmail.com

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“IMA”*
Voces en la cabeza acuarela y marcadores sobre papelEmil Gumiel

Arte que conmueve de otras maneras

¿Qué tanto te conmueve una obra de arte? Quizás sea una pregunta que tiene mas de una respuesta subjetiva, incluso hay quienes no entienden que es una obra de arte; y otros no saben por qué son atraídos a una obra y a otra no, aun cuando son obras del mismo autor.

Hoy en día una obra de arte es muy difícil de encontrar, estamos bombardeados constantemente de imágenes en internet, vemos muchas veces dibujos fotorrealistas de rostros conocidos o mascotas, con miles de likes de aceptación y comentarios de gente fascinada y alabando al autor de ser un gran “artista”, también vemos impactados como un plátano pegado con cinta en la pared es una obra vendida por millones y nadie entiende por qué. Y es esa bastedad que nos hace entender mal el arte, no todos los bellos dibujos que se ven en internet, representando al UCM, por ejemplo, son arte, de hecho, una obra de arte principalmente tiene el requisito de que debe ser original desde el principio, con el ejemplo del plátano con cinta en la pared, vemos lo opuesto, es muy original pero no es digna de admiración, que es otro de los requisitos de una obra de arte.

Los extremos con los que nos topamos, son parte de la cultura de nuestra sociedad actual, cada día más polarizada en opiniones sobre cada aspecto esencial de la vida, estamos de un lado o del otro, y los intermedios cada vez más ensombrecidos, intentamos seguir adelante. En el arte, en el “imaginario colectivo” de la gente, es mejor una obra de arte mientras mejor represente la realidad o referencia la cultura popular, es decir un retrato perfecto de una celebridad, o un paisaje fiel, estos trabajos increíbles en técnica son los que mas apoyo reciben en redes sociales, por ejemplo, los retratos de Justin Maas. (Fig 1). Y por el otro lado tenemos al arte de pocos, gente especializada que solo considera arte a lo que tiene propuesta, las propuestas más curiosas de los artistas mas laureados por los marchantes y críticos, obras que pocos entienden, pero valen miles o cientos de miles. Para el primer caso solo basta con mirar superficialmente y aplaudir, en el segundo caso no basta solo con entender el arte o lo que significa, o haber leído sobre historia del arte, son obras que te dejan confundido, algunas se pueden entender y otras propuestas no tanto, por ejemplo: “Comedian” de Maurizio Cattelan, obra que consistía en un plátano pegado a la pared con cinta de embalar. (fig. 2).

*  Soy Emil Junior Gumiel Sandoval,

plástico de Cochabamba, autodidacta, arquitecto de profesión y entusiasta del arte y el diseño. E-mail: emilgumiel@gmail.com RRSS: https://www.instagram.com/emilcrosshatch/ https://www.facebook.com/emilcrosshatch/

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Fig 1. Retrato de Steve buscemi. Justin Maas, carboncillos sobre papel. artista

Arte que conmueve de otras maneras Emil Gumiel Sandoval

Entre estos dos extremos, tenemos artistas que se pegan a uno de esos dos lados y otros pocos que quedan a la mitad, estudiantes prometedores de arte, academias formando artistas, otros autodidactas, otros constructores de técnicas nuevas; hay bastante de donde ver, pero no todo el mundo puede convertirse en un gran artista, aunque todos podemos intentarlo. Muchos logran hacer obras de arte que perduran en la memoria de las personas, y son fuente de inspiración para otros artistas que siguen sus maneras de hacer arte.

Fig 2. “Comedian” de Maurizio Cattelan.

Arte irónico, plátano real y cinta de pegar.

En mi arte, he explorado con los años los elementos conceptuales primordiales del arte, para lograr diferenciarme de otros artistas y encontrar mi propia esencia, estos elementos son: el punto, la línea, el plano y el volumen; siendo específicamente la línea, la base de mi trabajo, en mi arte, la línea tiene su protagonismo, su manera de ser, las tareas de dibujar y componer son parte del resultado final, gracias a ella, encuentro “cosas”, y esas cosas al conectarse entre sí, componen el cuadro y ofrecen al espectador un tema que pueden interpretar de muchas maneras, estas ideas que surgen pueden ser diferentes de observador a observador, incluso si la idea es evidente como en “arquitectura obscena” (Fig. 3). Es ahí cuando pienso que una obra de arte logra un objetivo, conmover, un poco o mucho; las personas son diferentes unas de otras, y a muchos les dará igual ver mi obra, a otros no, a estos últimos espero llegar un poco más profundo de lo que es capaz otra obra mediática más superficial, que solo muestra lo bien que han trabajado para conseguir el parecido.

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Número 7
Primer semestre 2022 / CochabambaBolivia

Acuarela sobre papel.

Desde lápiz, o carboncillos, acuarelas y acrílicos, sobre lienzos o papeles, la manera tradicional de hacer estas obras, no siempre condicionan a la obra, la acuarela ahora es un ejemplo de que se puede pintar de formas mas variadas que lo que esta establecido, la aguada es muy natural en esta técnica, y existe grandes artistas que han cultivado la aguada en nuestro país, pero también hay la técnica de seco sobre seco, muy poco valorada entre los artistas, que da resultados curiosos y que puedo usarla para combinarla con la línea desnuda del micropunta. En nuestro medio es poco habitual una acuarela que no toque temáticas costumbristas, muchas de mis obras solo muestran sensaciones internas, composiciones inspiradas en la música o en sentimientos humanos, desde el amor hasta la ira (Fig. 5), y en otro grupo de obras, las personas pueden reconocer algunas formas y figuras en ellas. Otras de mis obras tienen contenidos claros, con temática social, facetas y problemas puntuales de la sociedad actual. (Fig 6)

Fig. 5. “La Piedad”

Acuarela sobre papel

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Primer semestre 2022
CochabambaBolivia Arte que conmueve de otras maneras Emil Gumiel Sandoval
Fig 3. “Arquitectura Obscena” de Emil Gumiel.

Año 5 / Número 7 / Primer semestre 2022 / CochabambaBolivia Arte que conmueve de otras maneras Emil Gumiel Sandoval

Fig 4. “Árbol de la vida” Acuarela sobre lienzo

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Arte que conmueve de otras maneras Emil Gumiel Sandoval

Fig 6. “Bar” de Emil Gumiel. Acuarela sobre papel.

Durante una de mis exposiciones en el Salón Gildaro Antezana de la ciudad de Cochabamba, presenté mis obras incluyendo a las de las figuras 4, 5 y 6, donde pude evidenciar que aquellas acuarelas y dibujos que referenciaban algún objeto reconocible, (fig 4 y 6) tenían un mayor impacto social, eran más admiradas y comentadas, que aquellas obras que eran abstractas y que solo representaban sensaciones (fig. 5). La diferencia era notable, “árbol de la vida” (Fig. 4) era muy popular entre los colegas pintores, estudiantes de universidad, escolares, y gente de a pie, porque en parte era evidente que representaba un árbol, de una manera original y con calidad técnica, pero las obras más impopulares también tenían originalidad y calidad técnica. La diferencia radica en, qué tanto de la obra perdura en la mente, cuanto de ella ha penetrado en la cabeza y le dio vueltas a lo que hay dentro, el elemento que recuerda la realidad es el ancla para eso, pero la sensación que deja es subjetiva, pero no menos contundente, una leve “conmoción”.

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Primer semestre 2022
CochabambaBolivia

Rojo de frente acuarela sobre lienzoEmil Gumiel

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