basado en los poemas de ingrid contreras
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Yo soy mujer Soy única y una, individual, exclusiva… si me miras desde fuera, Si me vieras por dentro, desnuda, sin piel…, soy mil mujeres, mil personalidades que compartimos todas, unas maravillosas que nos hacen crecer, la que ama, la que crea, la madre, la virtud, la alegría, la entrega, la sensibilidad…, otras personalidades son toxicas, nos enferman, nos destruyen en silencio, despacio, inmisericordes. Estos textos son esas personalidades, son yo y son tú, un poco y mucho de cada una de nosotras. Son todas y ninguna, mujeres desde dentro, mujeres desnudas, el reconocimiento de la multiplicidad que vive conmigo y niego siempre, la oscura, la esclava, la víctima, la verdugo, la que odia, la que destruye, la insatisfecha, la derrotada… son lo que somos y no queremos ser, lo invisible palpable, lo indecible a viva voz, la rama alta a la que nos aferramos desesperadas para negar su existencia.
Parece que esta mañana aunque trate con tanta urgencia de lavarme el deseo que me arroja trastornada a una selva sin árboles ni ríos, sin lluvias ni vientos, y que se convierte a pasos gigantes en una tormenta pasional sin elementos, de instintos reprimidos eructados con premura todos cavados y recabados desde el fondo recóndito de mi existencia, … no tuve éxito.
Hoy he descubierto qué gran actriz soy, adentrada siempre en el guión de lo que esperas de mi. Acompasada a este papel que me asignas, a los diálogos que me dictas, a las acciones que me ordenas. Hoy supe que este guión está escrito de tus deseos, de tus esperanzas, es el reflejo de tu interior dividido, de mi yo interno sepultado bajo la sombra de las apariencias, de la perfección extenuante que hunde inmisericorde a ese personaje que soy y que nunca quise interpretar. Reconozco a cada instante los párrafos de tus diálogos saliendo de mi boca y los hago míos, los vivo y hasta creo que los pienso, que han salido de mi mente, que son un producto de mí. Pero luego, te veo en ellos y me veo yo, un ser nonato que no puede ser, que nunca ha sido, que se mantuvo en la superficie de su existencia, que nunca tuvo origen, que esperó por ti. Hoy he descubierto qué buena actriz soy. Yo, un libreto vacío que lleno cada día con las líneas que creo escribes para mi, con los movimientos, con los pensamientos, soy esencialmente tu imagen del espejo, el tú dividido, el yo muerto que refleja tu imagen, soy tú, ¡y nunca me has gustado!
Hoy supe lo miserable que soy por ti. No me reconocí al verme entre estas brumas de deseos primarios y dudas, dando vueltas por este laberinto en el que estoy perdida, perseguida por el miedo que me obliga a no encontrarme, que me obliga a volver. Soy una delgada membrana que se mueve con el viento de tus pensamientos, en la marea de tus caprichos, rodeada de la pobreza de siempre, mi pobreza que eres tú, de mis brumas y mis miserias que son por ti. No miro a nadie que no quieras que mire, no voy a parte que no quieras que vaya, solo doy vueltas en círculo, en este calabozo donde mi voluntad no existe, solo la tuya, la tuya y esta miseria maldita con la que me duermo y me levanto todos los días. Hoy supe lo miserable que soy por ti, tú que comandas como titiritero estos hilos a los que me he atado, soy tu prisionera que mira de lejos las puertas abiertas por las que no me permites salir, y sigo aquí atada a ti, entre las brumas, los vientos, las mareas y la pobreza, aunque tú nunca estés.
Hoy descubrí que soy la verdugo, la de la máscara y el látigo, la que vive estas medias vidas de somníferos y esquizofrenias, la que envaina y desenvaina la espada de fuego con que ejecuto mis venganzas. Quiero estar rodeada de silencio, ser ciega, ver solo esta realidad velada por el sopor de los sueños, la de las desgracias escogidas, la de los horrores que yo controlo, soy la titiritera, el dios en este círculo de alabanzas en el que ahogo a todos con la tela de araña que me atrapa. Soy yo la verdugo y quiero que vivan conmigo. Yo, la de la máscara y el látigo, la de la espada de fuego inmisericorde, que cae y recae sobre ustedes todos generadores de mis desgracias, de mis dramas, de mis muertes. Voy a hacerles pagar por siempre sus culpas, que son las mías y las tuyas, las de ustedes todos, los que me hacen vivir estos ciclos infinitos de medias vidas miserables. No voy a dejarlos ir, no van a huir de estas brumas de esquizos, no van a huir de este espejo de Dorian Gray que no resisto, de este reflejo de infelicidad que tú me diste y que necesito vengar todos los días. Es por ti por quien no puedo ser feliz, a ti a quien destruyo cada día, todos tienen que pagar la mediocridad a la que me has condenado. Hoy descubrí que soy tu verdugo y que no debes vivir, hoy voy a matarte.
Poder verlas así, sin piel y reconocer a cada una de estas mujeres es el principio de la revelación, saber que están en nosotras, que existen y poder decirlo en voz alta, el inicio de la salvación, y tal vez, si somos valientes… hasta la sanación.
Tendré al final que recordarlo como catástrofe? como peligro de emanaciones letales, de sexo contenido y retenido por décadas aprestándose a romperme? romperme a mí y a esta cúpula fabricada con ahínco por creencias e instituciones para salvaguardar sus mundos. Desesperada intento avisarte, por eso escribo en bauchers de tarjetas, en anuncios por las calles, con los dedos sucios en las paredes, en cualquier cosa. Pero, me ves tú? tratando de emerger y exponerme solo un instante antes que la enajenada de mi retome las bestias sueltas y las encierre en celdas oscuras y olvidadas. Encerrarme a mí, a ti, a las bestias, encerrarnos, con todo y nuestros afanes de deseos, de sexo, de necesitarnos, de amarnos, de ser descubierta.
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MUJER DE ARENA 1
MUJER DE ARENA 2
Yo soy la mujer de arena. La que piensa que solo es, dentro de estas paredes de cristal que me contienen. Cristal de cristales formados de mí. Yo, arena cristalizada en el calor mortal que desprenden mis rabias, mis celos y mis odios. Yo, deshaciéndome a cada momento, consumiéndome para reforzar y hacer irrompible estas paredes cónicas de recuerdos, de inconformidades, de víctima, de batallas perdidas, de venganzas a medio hacer, de deseos de muerte y de ver morir. Paredes de vidrio que son yo, un yo cada vez menos arena, cada vez más hierro, cada vez más cristal transparente, indestructible, conteniéndome, haciendo estos ciclos, estos compases de tiempo que marco cada vez más cortos. Menos arena, menos tiempo, menos ahora, más pasados, más rabias, más odios, más vidrio, más reloj. Yo soy la mujer de arena, de arena que fundo hasta no ser ya más.
Yo soy la mujer de arena. La que lleva por fuera las entrañas de polvo de rocas que me cuelgan, que me pesan, que me hacen arrastrar siempre pendiente de pensamientos ajenos. La que cambia cada día los surcos del cuerpo en respuesta a los vientos, al mar, a la lluvia, soy mil gotas en un espejo mirándome siempre, ajena a la imagen que reflejo, soy la copia de mil gotas, de mil vidas, sin alma, sin identidad. La que sueña con rosas esculpidas en cada uno de mis granos, flores de rocas microscópicas de las que despido un olor volátil a moho, a humo, a rosas, a ti. Receptora de halagos infinitos con los que formo la crisálida que contiene este vacío en implosión constante, con los que construyo este caparazón de voces diversas sin capacidad de pesar, de soñar, de ser. Soy la mujer de arena, la que llora lágrimas de rocas abrasivas excretadas desde las cuencas resecas de mis ojos, gotas que caen y se reflejan en el mar de arenas movedizas de los deseos donde me hundo y emerjo siempre flotando en este rio revuelto de cuentos y vientos. Yo soy la mujer arena, formada de rocas, agua, vientos, voces y vacios. Yo soy la mujer de arena y no quiero que sepas, que hoy soy tú.
Yo soy la luna que mengua, la que cree que posee todo y sabe que tiene nada, por eso camino todo el tiempo llorando lágrimas acidas y huecas que giran hasta evaporarse y me marcan con cicatrices de cráteres de sal y cenizas de luna. Soy la luna llena que dejó de ser desvaneciéndose, des creándose, desintegrándose, arrastrando hasta este hoyo negro todo mi rededor, el no espacio que todo destruye, que brilla con magias de mentiras y fantasías, de engaños reflejados en este espejo roto y retorcido de estrellas sin luz propia, sin color, sin calor, con secretos y dolores de silencios desde donde nacen estos suelos infértiles y calcinados que absorben otras vidas hasta dejarlas tan muertas como yo. Yo soy el faro de las rocas siempre apresurada, siempre de paso hacia ningún sitio, la guía de los quijotes en el amanecer antes de perderse en el horizonte derrotados, huyendo de la luz para esconder este lado oscuro, frio e inerte de existencias sin existir, de libertades sin metas, de realidades sin bases, de sueños sin sostén. Yo soy la luna que mengua y aunque sepa que soy cenizas, vacios, brillos y sueños falsos y que volveré incesante hacia la nada, permito que continúen estas fases infinitas de cambios que me hacen siempre renacer.
Siempre que pienso en la palabra tristeza, lloro. Si pienso en soledad sollozo. Es como si mi alma reconociera estos sentimientos como viejos compañeros que habitan dentro de mí, tan enterrados entre las penumbras de mis pensamientos, tan apartados de mi consiente, que hasta hoy quise reconocer que venían conmigo. Llevamos tantos tiempos juntos que me los había apropiado, les hice casa en mis senos, como si en secreto creyera que los merecía, que siempre les permitiría acompañarme, que irían conmigo, que siempre les permitiría hacerme daño. Pero ya no los quiero, los dejo partir, pero no solo les digo que se vayan, les hice acompañar de músicas y fanfarrias, en una marcha solemne de despedida para esos que han sido parte de mí por tanto tiempo, les dejo ir con serenidad y a conciencia plena. Y observo cómo se alejan, y siento como queda la casa vacía que mi cuerpo limpia con afán renovado. ¡NO VUELVEN A QUEDARSE, NO RESIDIRAN PERMANENTEMENTE EN MI¡ y no extrañare la oscuridad que me asediaba siempre y me encerraba en las sombras de la tristeza y la soledad, los cambio por LUZ, por CLARIDAD, por ALEGRIA, por COMPAÑIA, por AMOR, dejo entrar estos sentimientos que no me son desconocidos, pero que mantenía como coraza cubriendo las penumbras del dentro. Adiós entonces tristeza, adiós soledad, escojo ahora como compañeros de viaje a la alegría, la luz, el amor, la compañía, para que vengan conmigo, para que llenen de claridad mi casa, que es mi cuerpo y es mi alma, y lo iluminen todo, desde dentro.
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