All Boys y Nada Más 89 Edicion Especial Ascenso

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Año XI - N°89 - Julio 2019 - Especial Ascenso

El barrio salió campeón All Boys entró al reducido por la ventana, sacó chapa dejando en el camino a Acassuso de visitante y conquistó en la Isla Maciel su regreso a la segunda categoría del fútbol argentino, a tan solo un año de haber descendido. Y otra vez, a recorrer Argentina siguiendo al Blanco y Negro.

De la cuna hasta la tumba El partido en la Isla Maciel significó el segundo ascenso de All Boys en el que sus hinchas no pudieron estar en el estadio. Por un lado, las historias de algunos que no soportan o no pudieron seguirlo por radio o televisión. Por el otro, el recuerdo de aquellos a los que ante cada alegría o sufrimiento nos hacen mirar para arriba, pedir que nos manden fuerza o gritar que aguantemos diez. Págs. 2 y 12.

Desde Floresta Desde el cuerpo técnico, conformado por tres ex jugadores campeones, hasta los más jóvenes del plantel, forjados en las inferiores y crecidos en la pensión del club, el ascenso maduró desde semillas blanquinegras. Un breve repaso de las sensaciones de Gustavo Bartelt, Pablo Solchaga, Patita Minervino y Santiago Bustos. Pág. 6, 7 y 10.


Pastillero Albinegro

Ya sé que no pero yo estoy ahí... Federico Amigo Matías Resano Adrían Rodríguez Nicolás Pierdomenico Cristian Saad Tomás Rodríguez

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All Boys Locura

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...”si el tipo de la radio me lo cuenta”, profesa uno de los versos de la canción “El tipo de la radio”, del uruguayo Tabaré Cardozo. La interpretación relata la experiencia de no poder concurrir a la cancha y estar pegado a un aparato para seguir de cerca la suerte del equipo y puede reflejar a la perfección lo que soportaron algunos hinchas del Albo para estar al tanto del partido de vuelta contra San Telmo en la Isla Maciel, el jueves 20 de junio pasado. Sin embargo, Carlos rompe con ello. Porque él no quería saber nada de transmisiones televisivas ni radiales. El reloj le marcaba la hora del final y encendió la radio para saber si era felicidad o terror, pero el relator vaticinaba un nuevo avance del local, por eso la volvió a apagar. Este socio vitalicio de All Boys tiene la peculiaridad de no poder completar los partidos, sobre todo los decisivos. En Rosario se retiró de la cancha al finalizar el primer tiempo bajó al primer escalón de la tribuna y se puso de espaldas al campo de juego, recién giro la cabeza tras el tercer gol. Luego se alojó en los pasillos de la cancha y retornó a la tribuna cuando restaban cinco minutos. En la primera final del reducido hizo lo propio, abandonó su platea cuando Nicolás Igartúa decretaba el descuento. “Pensé que nos lo empataban” argumentaría Carlos, horas después. Repitió el ritual en la vuelta, pero en su casa. En el entretiempo, tomó las llaves de su auto y “empecé a dar vueltas por la plaza de Villa del Parque, caminé un poco, para hacer pasar el tiempo y cuando miré el reloj y advertí que faltaba poco, cacé el auto y me encaminé para la cancha”, detalló el hincha. Sin embargo, el relator señalaba que el penar continuaba y por lo tanto detuvo su marcha y la reinició pero en sentido a su casa porque “ya habían pasado varios minutos y nadie me llamaba. Me dije: ‘listo, perdimos’ y por suerte en ese instante me llamó mi nieto Bautista, llorando, avisándome que habíamos ascendido y lloramos juntos”. Por su parte, Matías, periodista por su pasión por All Boys, maldecía a Dios y María Santísima cuando el sábado 15 de junio se confirmó que la final se disputaría el jueves a las 14 por las condiciones climáticas: justo a la misma hora que le tocaba laburar. Intentó todo, inventó fiestas familiares, hasta le juró a su jefe laburar un mes todos los domingos si lo liberaba ese día, pidió cambiar horarios con compañeros y todo fue en vano. Cuando se levantó esa mañana su malhumor se advertía a leguas, ni quiso probar bocado de su almuerzo. En principio la jornada laboral parecía liviana, acorde para ver el partido “tranquilo” en su celular, hasta que recibió la orden más indeseada de todas, la más extrema: “Anda a la Feria de Mataderos que se hace una peña por el día de la Bandera”. Cuando escuchó eso, primero pensó que era una joda, después creyó que era el condimento que faltaba para ser un día olvidable y triste. Por si fuera poco, llegó su turno de laburar al arrancar el segundo tiempo y su camarógrafo, simpatizante de San Telmo, le marcó con los dedos: “2 a 0”. Aunque prefirió no hacer caso, y aferrarse a qué era mentira, no lo liberaban más, su tarea se extendía y él sólo tenía su cabeza en la Isla Maciel. Otro

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compañero, que sabía de su pasión por el Albo, le dijo desde el estudio, “tranquilo Matías que está todo bien”. De eso sí se agarró. Ya fuera del aire, se abalanzó sobre su teléfono y vio que el marcador juraba San Telmo 2 All Boys 1. Entonces se sentó en un banco, rodeado de feriantes y de tipos que pasaban con prendas verdes y negras, con ese escudo. Él ni quería mirarlos, hasta que Comesaña marcó el final, se clavó tres birras y siguió laburando entre ellos, con una sonrisa, cantando por dentro “cada vez nos falta menos para volvernos a ver”. Bajo esa odisea aprendió que para alcanzar lo que uno tanto desea hay que hacer un pequeño sacrificio, y de yapa festejó un ascenso en Mataderos. Apenas sonó la alarma revisó la carga del celular, la cual solo marcaba un 13 por ciento de batería. Un mal síntoma, puesto que el plan para ver la vuelta contra San Telmo incluía el teléfono, en caso de emergencia. Por eso Federico lo necesitaba a tope, con la carga completa y no solo estaba descargado sino que mostraba un 13, la yeta. “Entendí que todo se empezaba a descalibrar, había decidido hacer una nota en la Unidad Penitenciaria Nº 23 de Florencio Varela para combatir la ansiedad y que la previa fuera más llevadera. La invitación fue irrechazable: jugar -y cubrir- un partido entre los muros contra los presos como parte de una actividad enfocada en la inclusión”, relató Fede, quién también se desempeña como periodista. Antes de asumir semejante labor había revisado el cronograma y tenía todo medido para evitar el almuerzo en el pabellón y rajar a las 12, máximo 12:30. “Si no llegaba a mi casa, podía ver el partido en una estación de servicio, un bar o, de última, en el celular. Pero no comprendí un dato clave: salir de un penal no es una decisión propia, depende de otros”, confesó Federico. El ascenso, entonces, lo vivió privado de su libertad durante 90 minutos, tras las rejas, junto a los presos y frente al único televisor con DirecTV del pabellón evangelista. Lo cierto es que no tuvo otra opción que quedarse hasta el final de la actividad y mirar el partido en la unidad. Ese objetivo necesitaba toda una inteligencia, porque si bien había logrado cargar su celular no tenía señal. Entonces “necesitaba encontrar al tipo que contaba con DirecTV en su cuarto, y lo necesitaba rápido. Entre risas, con cierta picardía, unos internos señalaron a Pablo. ‘Pedile a él, que es el coordinador y su pieza es la única con cable’ dijeron. ‘Disculpá, ¿vos sos el hombre DirecTV?’, le pregunté y enseguida le conté que era de All Boys, que necesitaba ver la vuelta en la Isla Maciel y que era él o verlo entre policías en su centro de control”. El interno lo invitó a su pieza, pero cuando todo parecía resolverse hubo unos segundos de confusión que pesaron cómo horas: no aparecía el control. “Pero lo encontramos a tiempo. Pude ver el error de Pucheta mientras en el pabellón comían empanadas y pizzetas. Sufrí hasta el golazo del Pato Sánchez con música de fondo: llegaba el rasguido de la guitarra y las letras de las alabanzas desde el comedor. Festejé como un nene al tiempo que algunos presos se despedían evangelizados por el encanto de la final del ascenso”, prometiendo que de ahora en más hincharán por All Boys.


EDITORIAL

De alegrías e incertidumbres El presente diario se pensó al calor del ascenso del 20 de junio. Esa alegría fue el empuje para la concreción de este número que quiere ser celebratorio. La adversidad del contexto institucional y general, los altibajos del equipo durante el campeonato y la suerte –y los merecimientos- de haber ascendido al año de perder la categoría, con un cuerpo técnico identificado con el club, lo hacen aún más disfrutable. Sin embargo, esa euforia, ese estado que luego devino tranquilidad, duró poco en Floresta, por el contexto eleccionario. Hace 21 años no se votaba en All Boys. 21 años que no se presentaban dos posturas sobre distintos temas claves de la institución –más allá de si la letra se materialice o no-, para el debate y la elección. Pasó el 4 de agosto. Se agrandó el padrón y no faltaron socios que a último momento pagaron las cuotas adeudadas y pudieron participar de la votación. Al conocerse los integrantes de las listas de Floresta Unida y Sentimiento Blanco y Negro, arrancó la campaña. Las propuestas que se dejaron ver fueron generales y poco específicas en los detalles de cómo se llevarían adelante. Esto dificultó la decisión: tal vez era la idea en el juego político, que suele esconder la mano; tal vez no habrán sabido, efectivamente, cómo proponer y llevar adelante aquellas propuestas. Cierto es, que los detalles de la situación actual del club, en el fútbol profesional, en lo jurídico y económico tampoco están muy claros. Aquellas reuniones informativas son cosas del pasado. La posibilidad de un debate entre candidatos, en el club, con preguntas abiertas a los socios, es algo que, aun siendo lo más adecuado, estuvo lejos de materializarse. Signo de los tiempos que corren: el marketing de la foto, el slogan y la “red social” se imponen sobre el debate público. Nobleza obliga, también hay quienes deciden hacer; acciones y actividades que llevan al club adelante y no se resienten por la dinámica electoralista. El tono gozoso de la coyuntura del ascenso, se transformó en preocupación e incertidumbre, ni bien surgieron los distintos temas que hacen a la difícil situación institucional, y cuáles son las posibles soluciones o proyectos para gestionar en los distintos frentes. Abiertos los temas, surgen las preguntas, y al hilar fino, predominan las dudas a las certezas. Acaba de tomarse una decisión de peso para el futuro del club. Más allá de quien resultó elegido, urge que haya una relación transparente con el socio, desde la dirigencia, respecto a las decisiones que se toman, principalmente en fútbol, que puede ser una fuente de recursos para el crecimiento del club. Esta relación donde el candidato explica y el socio pregunta, que comenzó a darse desde la campaña, sería muy positivo para la institución que continúe.

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Especial ascenso

Nunca mucho costó poco All Boys logró el objetivo y pudo volver a la B Nacional luego de una temporada en la B Metropolitana. A continuación un breve repaso del camino que tuvo alegrías, expectativas, tropiezos, resignación, resurrección y final feliz. A comienzo del torneo el equipo, en ese entonces dirigido por Pablo De Muner, lograba buenos resultados, convertía goles casi todos los partidos y por momentos jugaba muy bien al fútbol pese a que arrancó perdiendo varios partidos (los cuales pudo dar vuelta) y le convertían bastante. En la tabla se reflejaba la capacidad goleadora del conjunto, que ocupaba el segundo puesto adeudando dos partidos y a dos puntos del puntero hasta que llegó el partido con Atlanta, en el cual el Blanco y Negro perdió 2-3 de local jugando bastante mal. El resultado del partido no fue lo único negativo de aquella jornada, al término de éste, hubo enfrentamientos de algunos hinchas por la represión de la policía en las afueras del estadio que terminaron con heridos y patrulleros rotos. Luego de este hecho el estadio Islas Malvinas fue clausurado el 21 de Noviembre. A partir de este suceso empezó la debacle futbolística de los dirigidos por De Muner, que dejó un saldo de siete partidos consecutivos sin victorias (seis derrotas y apenas un empate). Se veía un equipo apático y lento que parecía haberse olvidado de todo lo aprendido y hecho hasta el momento. Las sietes fechas sin ganar provocaron la renuncia del cuerpo técnico y asumió de forma interina la dupla Pablo SolchagaGustavo Bartelt, que en un principio iban a dirigir hasta que se

encuentre reemplazante al anterior DT. “La Dupla” consiguió un triunfo en su primer partido, en el cual se vio un equipo sólido defensivamente y con una actitud diferente a la que se venía mostrando. Esto provocó que se ratifique al cuerpo técnico en su cargo. Los primeros partidos fueron triunfos de manera consecutiva, racha que se cortó con un empate de local ante J.J.Urquiza. Lo único positivo ese día fue la habilitación por completo del estadio. Allí empezó un nuevo “bajón” del albo que hilvanó seis partidos sin triunfos (cuatro derrotas y dos empates) ante equipos que, a priori, parecían inferiores. Otra vez se veía lo mismo que se había visto fechas atrás, un equipo desganado que no despertaba esperanza alguna, hasta que en la Fecha 31 se obtuvo un triunfo ante Español y luego venció como visitante a Riestra. Así, los resultados volvían a ilusionar al hincha con la posibilidad de jugar un reducido. Pero los dirigidos por “La Dupla” no pudieron ganar de nuevo hasta la Fecha 36, en la que lograron derrotar de visitante al ya ascendido Estudiantes por 2-1 y luego al campeón Barracas Central 3-1 en casa. De esta manera, se podía entrar al reducido hasta perdiendo en última fecha, si se daban otros resultados. La suerte jugó a favor de Floresta y pese a empatar 2-2 con San Telmo como visitante, se entró al reducido en la última posición.

En el reducido, el equipo tuvo una gran levantada. El primer partido fue en Floresta a estadio lleno (con socios y no socios) ante Acassuso y terminó 1-1. En aquel partido el equipo no dejó una buena imagen pese a la ventaja inicial. La vuelta fue en el estadio de Italiano, dónde el equipo entró enchufado: Al minuto de juego ya estaba en ventaja y a los quince ya iba 2-0. A pesar del descuento de Ssuso, se obtuvo el pase a la final, dónde esperaba San Telmo. La Ida fue en Floresta, dónde otra vez la cancha estuvo llena y la fiesta fue completa ya que All Boys aprovechó un hombre

de más desde los tres minutos de juego y obtuvo un 3-1, aunque desperdiciando muchas ocasiones. La vuelta comenzó siendo difícil: San Telmo sometió a All Boys y logró ponerse 2-0 al comienzo del segundo tiempo. El Albo no podía sacar ninguna contra ni hilvanar jugadas de ataque hasta que en el minuto 60 Vera encaró por la derecha, Céliz ganó la pelota yendo al piso y “El Pato” Sánchez convirtió el gol del ascenso. Así llegó a buen puerto un viaje por la tercera categoría del fútbol argentino que duró apenas doce meses.

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Especial ascenso

Rompieron el maleficio De un día a otro comandaron el plantel profesional, sin estar en los planes. Por ende, dieron sus primeros pasos a los golpes, pero sortearon las dificultades cuando casi nadie creía en ellos y ascendieron al Nacional, cómo ya lo habían logrado dentro de la cancha, significando el primer éxito futbolístico post Pepe Romero. Las melenas rubias brillaban en la tarde del martes 5 de febrero en Villa Soldati, siendo el foco de todas las miradas, en parte gracias a un equipo que por entonces no generaba expectativa alguna, por una acumulación de siete derrotas y un empate. De forma improvisada, 48 horas antes asumieron interinamente la dirección de la primera división, sin experiencia alguna pero con la espalda llena de buenos recuerdos, de tardes de festejo, y del cariño que todo ello implica. Por eso a los cuatro días , cuando All Boys cosechó su segundo triunfo consecutivo frente a Almirante Brown, Gustavo Bartelt, Pablo Solchaga y Gustavo Minervino fueron ratificados como cuerpo técnico hasta la finalización del torneo. Pablo Solchaga, uno de los protagonistas de esta historia tan esperada por los hinchas, reconoció: “Hace un año nos juntamos con el presidente para ver en qué podíamos ayudar con el Facha, teníamos ganas de dar una mano al club y nos dijo que nos hiciéramos cargo de la reserva. Era nuestra experiencia, estábamos muy metidos y comprometidos en la formación de los chicos y acercarles jugadores al plantel profesional. Pero por cuestiones de resultados, (Pablo) De Muner se tuvo que ir, nos dieron la posibilidad a nosotros de un día para el otro y después de cinco meses estamos celebrando un ascenso”. Por su parte, Bar-

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telt, su ladero, confesó: “A veces me pongo a pensar que es un sueño, porque volver al club, entrenar con los chicos, organizar las inferiores y después tener la posibilidad de dirigir al primer equipo se nos dio bastante rápido, fue muy emotivo. En el primer partido que dirigimos se me venían un montón de recuerdos

el club le pedí que me avisara si surgía alguna oportunidad. Al poco tiempo me llamó, me sume a la reserva y al día siguiente renunció el DT de la primera y agarramos nosotros”. No obstante, luego de tres triunfos en fila, llegaron las derrotas y el equipo cayó en un pozo de irregularidad del cual pare-

cuando uno empieza, porque cuando se es jugador uno no se imagina que va a ser d.t., y más estando en el banco de All Boys”. También soñó “Patita”, quien no pudo cumplir con cerrar su carrera futbolística con la camiseta del Albo y por eso se juró que “cuando me recibí de técnico me puse en mente volver al club. Por eso cuando me enteré que el Facha estaba trabajando en

cía no salir, y al mismo tiempo se ahogó en un mar de dudas. Al respecto, el “Pato” Solchaga recordó: “Al estar trabajando en el club, veíamos falencias y virtudes, con la realidad que el equipo era irregular. Tratamos de encontrarla, por eso siempre mantuvimos la base, pero recién lo logramos en el fin del campeonato, manteniendo el once, y ahí pegó un salto de calidad, respon-

diendo. El primer objetivo era clasificar al reducido, el segundo llegar a la final, y en la ida con Acasusso fue una medida, nos sentíamos más cómodos de visitante y en la vuelta sabíamos que ellos iban a salir a asegurarse la clasificación. Entonces nosotros teníamos que estar preparados para el contragolpe, que si estábamos finos, los íbamos a lastimar y salió todo perfecto en quince minutos. Pero también jugamos otros muy buenos partidos, como el primer tiempo con J.J. Urquiza que fue lo mejor que hicimos, el segundo tiempo con Almirante, el partido con Estudiantes, y uno de los puntos más altos con Acasusso en Italiano”. La derrota con la UAI Urquiza en Floresta, a tan sólo tres partidos del cierre de la temporada parecía lapidaria para la suerte del conjunto conducido por la dupla, puesto que la agenda marcaba la visita a Estudiantes de Caseros, subcampeón, recibir a Barracas Central, Campeón, y San Telmo, revelación del torneo. En este sentido, el “Facha” dejo en claro que “a mí me gusto mucho con Estudiantes, que fue clave porque veníamos de perder con la UAI con dos goles en contra, y nosotros nos quedábamos afuera del reducido y teníamos que ir a Caseros. Pero ellos lo supieron sacar adelante también y eso fue el disparador para una buena racha de empates y victorias”.


En ese periplo sinuoso, con tropezones que daban la sensación de una caída definitiva, Solchaga, Bartelt y Minervino daban sus primeros pasos como entrenadores, una faceta que deseaban desarrollar pero a la que no imaginaban que, en principio, iban a sufrirla con tanto peso. “En mi caso lo sufro más como técnico, sentía una presión enorme porque pasé muchos años acá y no le podía fallar. Tenía la obligación de no defraudar, y cuando las cosas salían mal los golpes eran muy duros, y si ganábamos me costaba disfrutar porque pensaba en el partido siguiente. Pero el ascenso lo festejamos y no me lo voy a olvidar en mi vida. Nunca había sentido como jugador los nervios que tuve como DT”, admitió quien inflaba las redes en la temporada 2007/2008. Por su parte, quien eludía rivales en el área durante los 90 y sentenció varias veces a Chicago reconoció que “se sufre más el partido como Dt, y eso que yo soy bastante tranquilo pero no podés, porque en un momento querés entrar. Son los minutos más largos del mundo, a veces no pasan más, como en el partido de San Telmo, no sé si porque era la final, o porque ellos andaban bien o las pelotas pasaban por el costado del arco.

Esos últimos diez minutos fueron terribles”. Justamente, con la picardía y la desfachatez que lo caracteriza, Bartelt confesó que tras el segundo tanto del rival en el choque de vuelta de la final “perdí el conocimiento, no sabía qué decir, porque entré a la cancha, no me había sentado en el banco y meten el segundo gol. Dije ‘a este ritmo nos meten un par de goles más’. Pero cuando pensaba que el equipo se iba a caer más sacó unos huevos infernales, amor propio y sacaron el partido adelante, y lo pudimos manejar hasta el final”. A su vez uno de los entrenadores aclaró que “desde afuera no podíamos hacer más nada, salvo los cambios que faltaban, pero tenían que reaccionar y lo hicieron, no dejaron que les saquen el ascenso”. En cada ocasión que All Boys se quedaba sin entrenador, surgía el reclamo popular que el sucesor provenga “del club”. Un vacío que dejó José Pepe Romero, primero en 2013, y posteriormente en 2017. Un desafío que “Pato”, “Patita” y “Facha” supieron llevar adelante, supliendo sus inexperiencias con la transmisión de un sentido de pertenencia que se cristalizó en sobreponerse a cada revés y aprovechar las oportunidades que asomaban,

por ejemplo ganar ante los suplentes de Barracas, ponerse en ventaja al minuto y explotar dicha diferencia contra Acasusso, y sacar rédito del hombre de más frente a San Telmo en la ida. Bajo esa receta, Solchaga, Bartelt y Minervino quebraron la mala racha sin éxitos post Romero, siguiendo los pasos de este de haber sido campeones como futbolistas y entrenadores. Sin embargo ellos prefieren no referirse a idolatrías, cómo remarcó Pablo al asegurar que “Pepe es el máximo ídolo en el club, ha logrado cosas muy importantes y nuestra carrera recién comienza. Ojalá podamos lograr lo que él pudo y más, pero nuestro primer objetivo ahora es afianzar al equipo en el Nacional B”. Al mismo tiempo, “Facha” reconoció que “sería un honor forma parte

de la historia grande del club. Yo disfruto mucho que me den la posibilidad de dirigir y que las cosas dentro de todo se den bien y queremos lograr más cosas en un club en el que uno tiene sentimientos”. Bajo la humildad que lo caracteriza y muy lejos de sentirse idolo, Minervino dejó en claro que “All Boys me dio todo, para mí es lo más grande que hay deportivamente hablando y eso se lo hicimos sentir a los jugadores y por suerte respondieron”. Al mismo tiempo, el ex marcador central recordó: “En mi primer año como futbolista llegué a una final y la perdí, y frente a San Telmo era mi primera final como parte de un cuerpo técnico. Al principio sentí un escalofrío por esos malos recuerdos pero se dio lo que todos soñamos”.

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El Barrio

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¡Qué asciendan todos!

Los deportes amateurs de All Boys siguen dándole vida al club durante la semana y también disfrutaron del ascenso. Boxeo, handball, baby, patín artístico, taekwondo en blanco y negro cuentan cómo vivieron y en qué los favorece el logro del fútbol profesional. Exceptuando las actividades de Megatlón que casi nada tienen que ver con el club, en las instalaciones del All Boys se realizan deportes que con mucho empuje sostienen el social del club. No sin esfuerzo pero con alegría, profesoras y alumnos disfrutaron y vivieron el ascenso al Nacional. Hablamos con las protagonistas de algunas de las actividades. ¡Vení a practicar deporte a tu club! TAEKWONDO Christian Vázquez, Sabon nim 4dan ITF. “La actividad se practica al lado del buffet sobre la calle Mercedes. Las clases son los días lunes y viernes de 19:15 a 20:30, las infantiles; y de 20:30 a 22:00 los adultos. Y los días miércoles entrena el equipo de competencia.” “Este año los objetivos más importantes son el Sudamericano de TKD en septiembre y el abierto de Bariloche que es en octubre. Por suerte los chicos están teniendo un excelente rendimiento. Estamos muy contentos con todos los chicos y las familias que nos acompañan.” “El ascenso ayuda en el clima dentro del club. Siempre que nos va bien en el fútbol se respira felicidad y armonía en cada rincón.” “Se han acercado muchas eminencias del TKD comentándome que ellos hicieron sus primeros pasos en los años ochenta y noventa dentro del club pero que después la actividad desapareció. Hoy, el taekwondo de All Boys está volviendo a ser representado en los grandes torneos.” @ B O X E O A L L B O Y S Demian García, profesor y coordinador. “Hace tres meses que empezamos con Boxeo All Boys. Las clases son lunes, miércoles y viernes de 18:30 a 20:00 en el gimnasio de El Molo, bajo la Tribuna Chivilcoy en el Portón 11. Empezamos en mayo siendo dos, tres; en junio diez, doce y hoy somos cerca de veinte”. “Los profes adaptamos los trabajos. Acá puede venir al que le gusta el boxeo recreativo y al que le gustaría ser profesional. Hacemos escuela de boxeo y de combate. El objetivo principal es que crezca la actividad en el club, que se conozca Boxeo All Boys y que se sepa que en All Boys hay

boxeo y del bueno. Hoy yo me dedico cieb por ciento al boxeo y es una posibilidad hermosa esta de estar a cargo de la escuela de box del club de mis amores. Ojalá en un tiempo podamos traer una velada, una exhibición al club.” “En todos los clubes había bo-

en el Anexo de calle Mercedes de lunes a viernes desde 18 a 21 hs., y los sábados y domingos son las competencias. Contamos con cuatro grupos de categorías, dos en de FAFI que son más competitivas y dos en FEFI que compiten pero con menos exigencia.”

xeo menos en All Boys. No es una actividad que venga con desarrollo pero a medida que vayamos formando nuevos boxeadores, vamos a hacerles sentir a los pibes este amor por los colores.”

“El objetivo es que los chicos se diviertan; si bien competimos, nuestro objetivo principal es que los chicos se hagan socios e hinchas de All Boys.” “Muchos chicos que ingresan al baby no son de All Boys. Nosotros impulsamos que se comprometan con el equipo y sus compañeros y vemos que muchos crecen y se hacen hinchas.” “El ascenso va a servir. Mientras más arriba estés en la actividad principal del club, se acerca más el hincha y la gente del barrio. Los que son hinchas estaban muy contentos.”

PATÍN ARTÍSTICO Carolina Patrignoni, profesora de infantiles. “Las clases son los miércoles 17:30 en el Baby y los sábados a las 10:30 en el Predio Sánchez. Junto con la profesora Lines Santos entrenamos a 29 nenas de entre 3 y 15 años que representan a All Boys.” “Es el primer año que logramos un elenco estable, que han competido en distintos torneos amistosos. Tenemos planificado competir en más torneos y hacer una exhibición en primavera.” “El sentido de pertenencia con el club es muy fuerte porque la mayoría de las chicas son del barrio o de familias fanáticas de All Boys; vienen a los eventos, a la cancha, tienen hermanos que practican otros deportes en el club. Están muy comprometidos.” “El primer regalo que me hicieron mis alumnas fue la remera de All Boys.” BABY FÚTBOL Claudio Caballero, responsable. “Hay 200 chicos de entre 4 y 13 años. La actividad se desarrolla

HANDALL FEMENINO Mariana Bet, Jugadora de Mayores. “La categoría mayores entrena lunes, miércoles y viernes de 20 a 22 hs. Es lindo hacer lo que a una le gusta. Tenemos mucha

identificación con el club. Las chicas nos sentimos parte, nos integramos. Las categorías menores van a ver a las mayores y nos apoyamos.” “El ascenso nos beneficia porque tiene más difusión All Boys, entra más plata, es una posibilidad de que venga más gente y que las actividades estemos un poco mejor.” “Hace poco salimos campeonas del torneo apertura con las mayores. Fue una gran alegría para las jugadoras que somos hinchas.”

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Especial ascenso

“La pensión aportó su grano de arena para el ascenso”

Santiago Bustos llegó al club y a la Casa de Futbolistas Héctor Bertoni hace poco menos de dos años. Debutó y jugó de titular los últimos partidos del torneo. Junto a Alan Espeche, Facundo Melillán y Brian Guerra son los ascendidos que durmieron y viven en Chivilcoy y Miranda. Apareció en la recta final del torneo. Una molestia en la cervical de Facundo Melillán previa a la visita a Flandria, hizo que tenga que entrar a jugar de lateral izquierdo a fines de abril. Desde ese día, Santiago Bustos, jugó los últimos y más trascendentes partidos del torneo de Primera B. “Fue una presión grande porque no tenía muchos partidos en Primera pero la supe soportar”, asegura el lateral izquierdo. Bustos nació en Chacabuco y desde chico que viene jugando en clubes de AFA. Primero fue en Vélez, luego se fue a San Lorenzo y como en la quinta división no tenía chance, llegó a fines de 2017 a Floresta. Durante 2018 jugó en la cuarta y en octubre Pablo Solchaga y Gustavo Bartelt lo hicieron debutar en Reserva. Este año ocurrió lo mismo pero en Primera y disputó los ocho partidos finales. “Fue todo muy rápido: en seis meses Pablo y el Facha me hicieron debutar en

Reserva y en Primera. Una locura”, comenta contento el joven de 21 años. “Yo jugaba en San Lorenzo, y como no tenía continuidad, me recomendó un profe y vine a probarme a acá. Después de dos semanas, quedé y desde el primer momento me sentí muy cómodo. Y en All Boys pude cumplir el sueño de debutar en primera.” Bustos firmó su primer contrato con el club hasta junio de 2022 y está esperanzado en hacer una buena campaña: “Se viene un torneo muy duro, buenos equipos bajaron de Primera, nosotros que subimos, muchos equipos clásicos, va a ser complicado pero la vamos a luchar y vamos a tratar de sacar la mayor cantidad de puntos para estar bien ubicados.” - ¿Cómo viviste el ascenso? - Fue una locura. Hasta que no me fui de vacaciones no pude

bajar de todo lo que habíamos vivido. Encima el partido final fue larguísimo, que se suspendió

Familia Levato-Fazzari Siempre con All Boys y el diario Pablito Gómez y Maru Galván unidos por All Boys

Pablo Monfort con All Boys a todos lados 10

por la lluvia. Me puse super ansioso, quería que sea ya, soñaba mucho, me despertaba en las noches. Pero tenía fe y se dio. Y llegar a Floresta fue hermoso: ver a toda la gente de fiesta, la tribuna llena, todos felices; fue una sensación hermosa. - ¿Qué sentís vos que vivís casi todo el día en el club? - Yo vivo en el club, en la Pensión, es mi casa. Estoy en el corner de la cancha, casi adentro del Islas Malvinas. Desde el primer momento que llegué All Boys me dio techo, comida, agua caliente, cama. Así se valora mucho más haber ascendido. - ¿Qué valor tiene la pensión? - La Pensión aportó su granito de arena para el ascenso. Yo creo que la pensión es una gran apuesta para el club. A veces cuando no hay plata, hay que recurrir a la cantera. Hace unas semanas All Boys vendió a Maxi Salas y va a agarrar buena plata. El plantel cuenta con Alan Espeche, Facundo Melillán, Mirko Ladrón de Guevara y conmigo de la Pensión. Hay mucha cantidad de jugadores que tenemos condiciones y necesitamos que nos den espacio.


Bosque Azul, como All Boys, es Nacional

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Especial ascenso

Ni la muerte nos va a separar La pasión por un club puede manifestarse y ponerse en práctica de muchas formas, que resultan innumerables al reflejarlas. La más visible de todas es justamente en un partido de fútbol, en el tablón, en la platea, pegando la oreja a la radio o los ojos al televisor, a la computadora o a la pantalla de un teléfono celular. Pero para quienes no tienen el privilegio de llevar consigo semejantes sentimientos y experiencias, resulta difícil encontrar fundamentos y comprender comportamientos que les son ajenos. ¿Cuántas veces resonó la frase “son once corriendo detrás de una pelota”, o “tanto lío por un club”? Sin embargo, detrás de ese simple combinado de futbolistas que juegan su suerte en un campo de juego, hay impresiones, emociones, recuerdos, y la pertenencia a un barrio que también están en disputa o al menos afloran en el momento en que el equipo juega una instancia decisiva en el campeonato. Justamente, muchas veces también se ha repetido que uno no elige ni el contexto ni el lugar en el que nace y posteriormente se desenvolverá, formará y crecerá. En este sentido, una historia cuenta que un pibe nació en Floresta, pero siendo muy chico de-

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bió emigrar hacia el oeste de la provincia de Buenos Aires, por ese entonces las distancias pesaban mucho más que en la actualidad. Entonces la única forma que tenía de seguir en contacto con su origen era pasar los fines de semana en la casa de su abuela, situada en Goya y Sarachaga, a tan sólo siete cuadras de la estación. Allí fue feliz, era su lugar en el mundo, correr por la plaza Vélez Sarsfield, dar una vuelta en la calesita de Mercedes y la vía, luego más grandulón se pasaba las horas en los videojuegos de Rivadavia y Chivilcoy, iba con su abuela de la mano a comprar una milanesa en Puerto Deseado y le llevaba el changuito para hacer las compras en el “Chino” de Segurola y Sarachaga. Todo ello encerraba su universo, del cual lamentaba salir cada domingo por la tarde-noche, cuando debía emprender rumbo a su nueva casa. Un viernes, la abuela le dijo al chico que no se podía quedar a dormir porque trabajaba ese sábado, y no tenía forma de cuidarlo, pero de atrás emergió la voz gruesa de su tío, quien al verlo llorar le dijo: “Te quedas conmigo, pero me tenés que acompañar a la cancha a ver a All Boys, que mañana jugamos con Chicago”. En aquella tarde de 1988, con triunfo por 2 a 0,

nació un nuevo motivo que enlazó aún más al pibe con su barrio. Los años pasaron, y las vueltas de la vida llevaron a que deba despedirse de su abuela, luego de su casa, e incluso de su tío, de quien en su momento estuvo alejado. Sin embargo, se reencontró con él en un sueño, cuando al flaco le costaba dormir en la previa de un clásico, y aquel le expresó: “Quedate tranquilo que va a pasar lo de siempre, ganamos nosotros”. Ante tantas partidas indeseadas e incluso sorpresivas de aquellos fines de semanas entrañables, sólo le quedó All Boys, espacio de encuentro con amigos, con Floresta, y en el que da rienda suelta a sus emociones más profundas y sinceras. El relato hace mención a alguien en particular, aunque seguramente será propio de otros tantos, quienes en aquella tarde del jueves 20 de junio regresaron en el tiempo para primero rememorar y luego traerlo y vivirlo como presente, a cada ser querido que, como se mencionó anteriormente, la vida se los llevó físicamente. ¿Quién le puede negar a Adrián que su amigo Ricardo trababa como loco en el medio junto al uruguayo Soria, y gritaba al mismo tiempo “Aguantemos diez All Boys”? o a Diego que veía en cada pique de Céliz

a su querido viejo Ernesto. En todo el campeonato, a Matías la displicencia de Cristian Sánchez le hacía acordar “al amargo” de su tío en los potreros, y vio a Rolo cargándose el pie lleno de gol para ponerla por encima del arquero de San Telmo. A su abuela Lala también la observó a lo lejos despejando todo con Sebastián Martínez. Es decir, algunos nombres, a los que seguramente se les suman otros que volaron en los dulces recuerdos de muchos, a los que se aferraron primero para sufrir y posteriormente fundirse en un abrazo, que traspasó el cielo, con papá, mamá, tíos, abuelos, amigos y con todo aquel que lea estas líneas y sabe compartir este placentero vivir llamado All Boys. Dicen quienes ven más allá, que del firmamento a la tierra bajaban y subían sonrisas, llantos y todo tipo de muestras de afecto. Sentimientos que algún terrestre no podrá entender, pero que All Boys reúne, sin explicación alguna, y que permiten entender por qué un hincha Albo celebra, ríe y llora ante lo que es un mero resultado dentro de una cancha. Emociones que empujan al corazón latir más fuerte por el amor a un club, que encierra el amor a un ser querido, que ni la muerte podrá separar.


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