REVISTA 062

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J. L. Borges • Andrés Sorel . Antonio Hernández . Pilar Paz Pasa mar . Rafael de Cózar • Jesús Fernández Palacios : Francisco Muñoz Guerrero· Ramón Rivero

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JUAN MOLLÁ Presidente de CEDRO

CRITICAS - INFORMACIONES

A 7JoRO •... ........... ........................... .... .... .. ..... ... .......... .... ..... .............. . CON EL PATROCINIO DE CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos)





A.SO€,IACIÓN COLEGIAL DE E'SGR.ITORES DiJ'cclor

Andrés Sorel

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Junta Directiva de la A . C. E. OpÍlúóll

Juan Mollá, Santos Sanz Villanueva, Luis Mateo Díez, Raúl Guerra Garrido, Antonio Colinas, Gonzalo Santonja C.·ílica

Antonio Hernández, Félix Grande, Diego Jesú s Jiménez, Juan Manuel GOllzález, Ramón Hernández mliip!iiitgn"

Meliano Peraile, Gregorio Gallego, Fernalldo Martíllez Laínez, Rafael de Cózar, Víctor Alperi, Julián Marcos

nmmgi"g4 Ramón Sánchez Lizarralde

,ro ii ii, "'!fttl '¡(te fji '9 i IglI! 61 Victorino Polo

REDACCiÓN YDISTRIBUCIÓN ,

ASOCIACION COLEGIAL DE ESCRITORES Sagasta, 28, 5.º • 28004 Madrid Teléf.: 91 446 7047 I Fax: 91 446 29 61 Los trabajos e informaciones publicados en

REPÚBLICA DE LAS LETRAS pueden ser reproducidos libremente siempre que se cHe su procedencia Imllrime: Gráfi cas Sállchez, S. G. l. , S. L. . Larra, 19 . 2800·~ Madrid Depósito Legal: M·8872·1980 1. S. S. N.: 11 33·2 158


JUNTA DIRECTIVA OE LA A. C. E. PRESIDENTE: JUAN MOLLÁ VICEPRESIDENTES: SANTOS SANZ VILLANUEVA LUIS MATEO DíEZ SECRETARIO GENERAL: ANDRÉS SOREL TESORERO: ENRIQUE LENZA ASESOR JURíDICO: JUAN MOLLÁ VOCALES: ANTONIO HERNÁNDEZ MELlANO PERAILE DIEGO JESÚS JIMÉNEZ JULlÁN MARCOS FÉLIX GRANDE FERNANDO MARTíNEZ LAíNEZ JUAN MANUEL GONZÁLEZ CONSEJEROS: RAÚL GUERRA GARRIDO ANTONIO COLINAS GONZALO SANTONJA GREGORIO GALLEGO RAMÓN HERNÁNDEZ SECCIONES AUTÓNOMAS ASTURIAS: VíCTOR ALPERI ANDALUcíA: RAFAEL DE CÓZAR VALENCIA: PEDRO J. DE LA PEÑA TRADUCTORES: RAMON SÁNCHEZ LlZARRALDE AUTORES DE TEATRO: JESÚS CAMPOS GARCíA SOCIOS DE HONOR: ÁNGEL M. a DE LERA DANIEL SUEIRO FRANCISCO GARCíA PAVÓN JESÚS FERNÁNDEZ SANTOS EDUARDO DE GUZMÁN LAURO OLMO CARMEN BRAVO-VILLASANTE ELENA SORIANO


sur lAllO 5. Juan Mol/á, Presidente de CEDRO

Andrés Sorel

IN MEMORIAM .. FERNANDO QUIÑONES 7. In memoriam Fernando Quiñones 9. Una nota para F. Q. 11. Fernando Quiñones

Jorge Luis Borges Andrés Sorel

15. Fernando Quiñones, 21. 23. 29. 36. 39. 47. 49. 51. 53. 55. 61.

gran reserva La gran temporada Acróstico personal de Fernando Quiñones Fernando Quiñones: Algunas impresiones El coro a mil voces Fernando Quiñones y Platero: La revista de una generación Fernando Quiñones Envío andaluz a Pablo García Baena, en Córdoba En un figón del Reino nuevo, mientras los humos curan la matanza Dos poemas de las Crónicas de Hispania Borges y yo Veinte años de legionaria

Antonio Hernández Pilar Paz Pasamar Jesús Fernández Palacios Rafael de Cózar Francisco Muñoz Guerrero Manuel J. Ramos Ortega Carmen Moreno Fernando Quiñones Fernando Quiñones Fernando Quiñones Fernando Quiñones Ramón Rivero

DE LAS AMÉRICAS 71 . iMadrugada! 77. La Casa de las Américas cumple cuarenta años 85. Un Congreso, un homenaje, un premio

Subcomandante insurgente Marcos Roberto Fernández Retamar Victorino Polo


L.IBROS 95. Copias al natural ·99. Me gusta contar 103. Paco de Lucía y Camarón de la Isla 105. El grito. Diario de un tiempo difícil 107. 111 . 11 7. 121 . 124.

Senecta HéITn olía a resina Cuentos con gusano dentro De raros y bibliófilos Egrégor de Torremolinos,

125. El color de los sueños, 127. El encierro de las bestias 127. 128. 128. 129. 129. 130.

José M. Caballero Bonald Antonio Pereira Félix Grande Rafael Pérez Estrada Concha Zardoya Suzan Samanci Alonso Zamora Vicente Esther Bartolomé- Pons Víctor Corcoba

El viaje más oscuro Vamos a contar canciones Manuela La mano que aprieta La sombra que pisamos ¿ Cuántas veces en un siglo mueve sus alas el colibrí?

130. La maravilosa aventura de Ana 131 . Escrito en el silencio 132. Pentateuco 133. La savia insinuación de las cosas

ENTREVISTAS - CONVOCATORIAS - CARTAS 137. Entrevista con Juan Manuel González 141. Diálogos con Manuel Benito de Lucas 147. Premios

M anuel Quiroga Clérigo Meli ano Peraile

153. La traducción como literatura

Mariano Antolín Rato

I N F O R M A C ION E S A. C. E. -. C E D R O 159. 161 . 162. 165. 181.

Nueva Junta Directiva de CEDRO Juan Mollá Presidente de CEDRO Una nueva etapa de CEDRO Juan Mollá el escritor Informe de la Asesoría Jurídica de la A. C. E.

Juan M ollá Andrés Sorel


EDITORIAL ~

juan mollá,

pre si dente de cedro

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Es la primera vez, desde su f und ac ión hace ya más de di ez años, qu e la Pres ide nc ia de CEDRO recae en un esc rito r. Y es te esc ritor es j ustame nte e l Pres ide nte de la A . C. E .: Ju a n M o ll á. N ad a m ás ju sto y al ti e mp o v ita l pa ra e l d esa rro ll o d e las relac io nes esc rito res -edit ores, del f uturo de los de rechos de autor, d e l a voz y pr ese n c i a d e qui é n esc rib e y de su reco nocimi e nto por la soc ie d a d e n qu e d esa rr o lla s u obra. Ju an Moll á ha es tado prese nte des de qu e la A . C. E., e n medi o de los avatares pos tfranqui stas se f undara, e n toda la pro bl e máti ca profesio nal y moral qu e e nvuelve la vida y la obra del esc ritor. Ha pa rti cipado en los es tudi os para legis lar un a nu e va Ley de Propi edad Intelect ual qu e f uese más progresiva y be nefi ciosa para los auto res que la vige nte


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EDITORIAL

andrés sorel

cuando la A. C. E. comenzó a desarrollar sus funciones; en la redacción de contratos de edición que regularan las relaciones con-

tractuales entre escritores y editores y crearan un marco jurídico y legal que reconociese los derechos e integridad de la obra escrita y publicada y protegiese los intereses del escritor en su creación. Desarrollando al tiempo una callada pero intensa labor poética, Juan Mollá ha impulsado en el terreno personal una voz literaria propia que . reseñamos en éste número de REPÚBLICA DE LAS LETRAS . Y ha regulado, ordenado, acompasado un ordenamiento jurídico que impidiese la vulneración de los derechos o manipulara la explotación de la obra literaria. Podríamos citar a numerosos escritores y creadores que han encontrado en el consejo, asesoramiento y defensa legal de Juan Mollá, un compañero, amigo y experto defensor de sus problemas profesionales. Ahora, desde CEDRO y como Presidente de la A. C. E. hallará un marco más amplio y profundo ante los nuevos retos que a la creación se le prese ntan, para continuar esta labor que, esperamos en aras de la literatura, no le impidan al tiempo continuar desarrollando su voz íntima, creativa, que hace del tiempo y la música de la palabra su más honda razón de existir. Juan MoIlá tiene en todos los compañeros de la A. C. E. en particular, y en todos los escritores en general, un apoyo que es, al tiempo que sincero reconocimiento a su obra, agradecimiento por saber que así están mejor defendidos y más universalizados en su propio trabajo intelectual. y CEDRO encuentra en él la sinceridad, la profesionalidad y el rigor que necesita para continuar desarrollando su labor en el entendimiento y colaborac ión y al tiempo proyección de los derechos que han de unir a esc ritores y editores en una sociedad de gestión.

Junio de 1999 .


IN MEMORIAM i l ,

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en los relatos de

Fernando Quiñones estaba el hombre, su índole y su destino ... » 1. L. B.

y Fe rnando Quiíio n es era el hombre, el amigo, el taumaturgo de la palabra, e l viaj e ro de las noc h es po éticas, de la imaginación desbordada. Por eso Fernando Qui,iones sigue con nosotros. Por eso le rendim.os este homenaje. Nos ha dejado el compañero. Continúa con nosotros el

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Con una jactancia que es preferible considerar jocosa, Evaristo Carriego hablaba del día en que Soussens lo descubrió; inversamente, Carmen Gándara, Adolfo Bioy Casares, Eduardo Mallea, Leónidas de Vedia y yo, no olvidaremos el día en que, entre los centenares de manuscritos enviados a un certamen, descubrimos la obra de Fernando Quiñones. El diario «La Nación», de Buenos Aires, había instituido un premio para una colección de relatos; nosotros integrábamos el jurado. Más de quinientos manuscritos, algunos de volumen considerable, nos abrumaron; al cabo de una tercera reunión, quedaron reducidos a uno. Nada sabíamos del hombre que velaba el seudónimo; el ambiente, la entonación y cierto desenfado en el manejo de las palabras, dejaban entrever un espalwl y aun un andaluz. Dos temas - el vino y la tauromaquia- prevalecían en los textos; ambos tendían a alejamos de ellos. Como Quevedo, éramos partidarios del toro que un tiempo endureció manos reales y detrás de él los cónsules gimieron y rumia luz en campos celestiales,

no de los toreros ... Todos sentimos, sin embargo, que los temas son símbolos y adjetivos. El único tema es el hombre; una obra de Joseph Conrad, que abarca los siete mares del mundo, no es menos íntima que una novela sedentaria de Proust. Yen los relatos de Fernando Quüiones estaba el hombre, su índole y su destino. ÚJs premiamos con unánime acuerdo, porque advertirnos en la obra de Quiñones a un gran escritor de la literatura hispánica de nuestro tiempo, o, simplemente, de la literatura. Críticos y lectores confirmaron nuestro dictamen, que hoy reitera este libro. Jorge Luis BORGES Buenos Aires, 1967


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Cádiz, la ciudad hi stórica y recreada por Fernando Quiñones. Pl azuela del Tío de la Tiza y el puello en el siglo XIX.


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

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EL SUR

Agua del mar, ¿ quién la siente ? ¿ quién la ha visto, quién la sabe? ¿ quién descifrará la clave de la sal, clarividente? Nunca espuma o labio ardiente. Amarga sombra sin sueiío. Tenaz, derrotado empelio de una sangre transtornada, vertida sangre estrellada loca y triste de su duei'io. VI CENTE ALE IXANDRE

Viajando por Cuba , por Marruecos, veraneando en Portugal o incluso en Varna o los bajos de Rumanía, uno puede comprobar que el Sur es diferente. Y no me refiero ahora a valoraciones políticas o análisis de estructuras económicas: pienso, solamente, en el ser humano, en la comunión del hombre con el pai saje, el sol, con el concepto del trabajo o la amistad, en su relación con e l comer, beber, en su f usión con la música, la literatura oral, e l espacio y la función de la calle y la vivienda, la sensualidad (también el oler, mirar, tocar), su postura ante la religión, el sexo y la muerte. Ni mejor ni peor: simplemente diferente. El Sur es Fernando Q uiñones . E l Sur es La Legionaria que Ramón Rivero ll evaba y lleva, en peculiar y personalísima interpretación, no siempre del agrado de Quiñones, a teaEste trabajo fo rma parte de la obra El libro de los espaiioles gi/larios. 1994.

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FERNANDO QUI ÑONES. HOMENAJE

tros de toda España, un largo y localis-

andrés sorel

ta monólogo, repaso de la desgraciada vida de una prostituta gaditana que concluye diciéndonos, como efectiva-

mente diría cualquiera de quienes en el barrio de la Viña o en los aledaños de La Caleta pueda haber desgranado sus cincuenta años de vida: si yo os contara ... Porque el Sur es inaprehensible. El Sur hay que conocerlo, vivirlo, entenderlo. El Sur es Cádiz y es La Habana. Y el Sur es el mar. Cádiz. ¿Cuántas veces tendría que referirme, al hablar de los amigos que en mi vida fueron, como Quiñones, al también amigo de Quiñones, a Jesús Fernández Palacios, el amigo de mi amigo gaditano, que escribiera José Martí? En el Sur, junto a Jesús y Fernando, uno puede igualmente gustar de la palabra y la belleza de una médico, Concha Galiana, y la hospitalidad hasta el límite de lo concebible de su marido Javier. Y seguir la evolución de los Costus, que un día después, como siempre, descubrirá la llamada movida madrileña o deleitarse con la poesía de Paco Bejarano, Felipe Benítez Reyes o Rafael Pérez Estrada. Pero hablábamos del sur de Fernando Quiñones. Plata sobre el mar y siesta en las terrazas que a su vera duermen. Si es de día, y aquí parece ser siempre de día, tomamos unos fideos con caballa, almejas y gambas. Y si es de noche, y aquí la noche nunca acaba, nos conformamos con acedías, pijotas, algo de bienmesabe o cazón en adobo. En el cine, todos los años, ofician los Alcances, desde hace muchos bajo la dirección de Quiñones, y así, algo de cine europeo se cuela en el letargo gad itano para que no se diga estamos embrutecidos y no abrimos los ojos a la cultura nueva. Yen algun as viejas tabernas de todas las call es que hac ia la cate-


dral confluyen, alguien, no profesional,

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

canta mientras las Marias tienden al sol

andrés sorel

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la ropa para que se oree. Fernando Quiñones siempre vuelve a Cádiz, no sé si aún fuera de Cádiz deja de vivir en su ciudad a lguna vez. Porque un día, es cierto, tuvo que abandonarla . .. Cuando salí de Cuba . . . «No, yo salí de Andalucía para poder ser escritor. Pero soy tan andaluz, que cuanto haga, literatura o vida, será andaluz . Como si allí siguiera viviendo». Hoy regresa de Nicaragua. Ayer de Argentina. América es su segunda residenci a. M adrid tal vez sólo sea estación de paso, puerto de embarque haci a todos los abrazos que en e l mundo busca. Se matan horas en los veladores de l café - el Andalucía se asoma a la call e Columela y allí é l, sie mpre el mi smo, te pi de un cigarrito mientras sortea con su corpul enta fi gura las mesas de mand ando algo, uno más entre los picados que ve lozme nte cruzan de un o a otro lado, como los vien tos de Levante que la azotan, la ciudad-

mie ntras se chi smorrea de los ausentes, «hay que ver», se

cuentan chi stes, se di ce n mald ades políti cas o se puntea la vida y la literatura con comentarios más o me nos frívolos. Quiñones creó e n Cádiz la revis ta Platero donde publi có s us prim eros poe m as P e pe Ca b all ero Bo nald. V iaj ó mucho. Habitó en M adri d, entre nosotros. Publi có libros de relatos, nove las , poesías: d io multitud de confe renci as y mien tras pudo y encontró hueco y pago efec ti vo escribi ó inf in itos artíc ul os: hab ía que vivir, supo vivir y vivió. Pe ro e n c uantas ocas io nes tu vo, Q ui ño nes se esca pó a Cád iz. y en su Dia rio reca ló ahora. Cuando sa lí de C uba ... Ahora las te rtul ias acogen a alg unos de los in te lectuales q ue ta l vez nunca pe nsaron sa lir de Cuba: revo luc ionarios fuero n, pero el camino resul tó demas iado largo y tortuoso pa ra no busca r mayores aires de libertad de la li te ratu ra y a la vida : y e l ai re de Cádiz, es ta n sim il ar al de La Habana ... Entre e ll os, en la tertu li a de Qu iño nes y Fe rn ández Pa lac ios, y los Ga li ana y Ripo ll y yo mis mo cuando afortunadamente puedo, se sienta Manuel Díaz Martínez, e l último caído e n las co n-

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versaciones de un verano que nunca ll ega a terminarse del todo. Tanto amor para Cuba de Quiñones . . . Ahora un soplo de destempl a nza le hiere y le envuelve. Se lo quita de encima con su sempiterno optimismo: será pasaj ero, dice. Distinta fue su relación con Argentina . Fue un a relación literaria en la que un escritor platense jugó un papel preponde rante. Porque en los círculos literarios de la Corte, y de la más corte de la c ultura, Barcelona, un día se asombraron de las dec laraciones del gran provocador Borges, Jorge Luis: en España había un escritor, Fern ando Quiñones. ¿Era simpl e boutade o sincera confes ió n del argentino? Ac lararía Quiñones: «Mi relación con Borges só lo tiene un secreto : los dos a ma mos la literatura. Mi 'admirac ión por él data del primer libro suyo que leí, "Ficciones", que compré e n un baratillo de Cádiz». y Borges, que admiraba a Rafael Cansinos Assens , el más conoc ido y polifacé-

tico traductor que narrador, Borges, e l viejo, también se pre ndó de Fernando Quiñon es, el joven. Y escribi ó : «En los relatos de Fernando Quiñones, estaba el hombre, su índol e y su des tino . Los pre mi ados con un ánime acuerdo porque advertimos en la obra de Quiñon es a un gran esc ritor de la literatura hi spánica de nuestro tiempo, o si mpl e mente de la literatura». Los relatos fueron premiados en 1960. Esto los escri bi ó Borges en 1967 . Cuá ntos días de mar he visto, cuántos mares he vivido, y todos se perdi eron. Aú n no he pensado en la amanec id a, c uando brum as, ni eb las, nubes, luchan por resistirse al abrazo de l so l, que va ll enando de luz todo e l pai saje, en me te rme en las aguas, con la esperanza de que e l mar no te rmin e nunca, en un viaje eterno, sin regreso posib le. iC uántas noches escuchand o hi stori as, canciones, para luego prestar mi pluma a sus re latos ! Si yo contara, si yo pudi e ra co ntarlo tod o y con todas las palabras ... ¿Y acaso no será el mar s implemente e l Sur?


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

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fernando quiñones, .

gran reserva

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No hace mucho, Fern ando Quiñ ones me contaba su rel ac ión cas i famili ar con las gav iotas de la pl aya gaditana de la Caleta, en las que ti ene un as hij as de vue lo largo como su literatura a medi o ámbito de mar y tierra. En aque ll a posta l de Cádi z, con barcas du bitantes en la cari c ia de las o las, e l mar entrando co mo un la mentón de l océa no y los dos castill os dándol e co bij o contra e l in g lés a los ga leo nes de la Carre ra de Indi as, Fe rn a nd o e ra, y es, co mo e l Ge ri ó n e me rge nte de la Tartes ia próx ima o el Argantoni o que otra vez tu viera la luz a medi a a ltura de su c uerpo para ca ntarl a en versos mi ste ri osos e imborrabl es. Con só lo la bri sa co mo corona, parecía di ctarl e aque ll as leyes en verso a las gav iotas en un a j erga que, más bi en, fu era rec lamo de es parc idor de pie nso o de muníf ico di os urgente re parti endo un maná de mi gas bienhech oras. L a hi stori a, más al des nudo, co mo su cuerpo nadador, cuenta con que las barcas ti ene n dueños y las gav iotas descarga n cas i a l par que degluten, y que a la be ll eza co mo de co ro nac ión de mito de las aves traza ndo su vuelo sobre la cabeza de Fern ando o posadas en el madera me n de l fo ndo, los re mos y las q uill as, hay que añadir un a protesta cas i gene ra li zada de los dueños de las e mbarcac iones , si pagados con e l hermoso espectác ul o no


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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

menos incómodos por saber que iban

antonio hernández

a tener que dedicar unos minutós extras a la ingente limpia de excrementos.

El Fernando coronado de alas en el azul de la marina nos habla del Quiñones creador, del escritor extraordinario inevitablemente en posesión de la corona de laurel que los dioses otorgan a los mejores. Y el Fernando responsable de que los nativos gaditanos paguen el mínimo tributo por quien conversa permanentemente con el más allá de la fábula, nos informa de cómo Ulises también fue portador de calamidades. Tiene otras coinciqencias con Ulises y, una de ellas, es que viajó a toda velocidad sin darse cuenta de que arrasaba en su paso a quienes estaban aliado. Del episodio de las gaviotas podemos extraer varias consecuencias, pero con dos será suficiente: Fernando, como quería el capitán don Andrés Fernández Andrada, iguala con la vida el pensamiento, es decir, es como es, irrefrenable y afortunadamente, pero esa forma de ser desprendida, espontánea y generosa ha hacho que el árbol tan frondoso del personaje impida a algunos ver el rico y tupido bosque de su literatura. Es obvio decir que nosotros, sus admiradores, sí. Reconocemos en Fernando, como en otros escritores con universo expresivo propio, al maestro que no sólo ha dado una espléndida lección escritora, sino también cívica. Su inconfundible estilo de vida, que se corresponde con su personalidad literaria, corre pareja con su carácter conocido, que se identifica con su espíritu democrático. El ha sabido cumplir como pocos ese objeto esencial de vida que es alear lo justo con lo bello, la ética con la estética, y, también como pocos, demostrarnos que si el arte, o la obra de arte, es una variedad del milagro, lo es porque supone el milagro de cada día mostrado de otra manera. Con personalidad, con la personalidad del creador que transfigura lo que toca. Algunos críticos perspicaces connotaron ese don de lo genuino en Fernando, pero me gustaría recordar -ahora, cuando ya han pasado veinte años desde que lo escribí para mi Una promoción desheredada: la poética del 50- que fui yo quien lo propuso como un adelantado sin recompensa de lo que se llamó venecia-

nismo y tuvo toda clase de laureles, por fin caducos . Entonces escribí que «la originalidad de ciertos autores consistía en copiar a autores olvidados», esos que necesariamente retornan del desván a darles alas a nuestros sueños. La poesía de Fernando Quiñones ya era una poesía que se alternaba entre los moldes clásicos y las libertades de El Veloz, un extenso poema publicado en 1956 en su Ascanio o

el libro de las flo res, en el que se divisaban un as constantes ya desarrollada enteramente en sus últimos libros y que podemos concretar en las siguientes: cultura-


lismo, distorsionamiento de los versos,

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

ausencia de signos de puntuación,

antonio hernández

narrativismo, descriptivismo viajero, recurrencia a la intertextualidad y alusiones a autores y obras concretas pertenecientes al acerbo del arte. Véanse unos pocos versos del mismo: En el lluvioso anumecer por/Europa sobre la madera del tren corriendo por la gaslada entraña inmarchitable de Europa entre virginios obreros de Vevey y de Vicenza y la suave profesoressa de piano que me habló largamente de Rachmmúnoff y de Bach (al que no enlelldíamos, se supo), iban surgiendo las ciudades y las vi por tus oj os, a tu través nostálgico y punzante, Amor, carta imprevista. Padua era una bola de cristal opaco y torreado con la llovizna ártico rododendro italiano el campo se anwba a sí mismo sin saberlo Verona amante y carbonera Brescia con los senos mojados en la maiiana pálida Desenzano lago de Garda en sus bosques campales de vieja montería Milán gris y vacío entre las ráfagas del Noreste industrial pequeFío cementerio más allá de Pavía dominó de la muerte bajo las falda s chicas del sol Génova en su laderalclara de sábanas y canciones ...

Habl amos de 1956, justo cuando se publica un libro del cordobés Pablo García Baena , Oleas, que contiene todas las

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

claves con que se qui ere canon izar a la

antonio hernández

poesía novísima en la segunda mitad de la década de los sesenta. Las mi smas que he enumerado con res pecto a El

Veloz, de igualmente rápidas o anticipatori as en el poema de Baena Impares fila 13.

Lo que produjo con basta nte ante lac ión An dalucía, fue co mercia li zado much o des pués co mo un prod ucto cata lán. Como siempre. Pero, en fin, el fenó meno só lo supone un rasgo más de di st in ción en un a poes ía tan ri ca co mo la

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Fernando Quiñones, y que in cluso en esos marbetes pioneros hay que mati za r añadi endo que el culturali smo no nace de ninguna des li gazó n con la vida, esto es que no surge el poe ma de co ntactos puramente librescos sin o que ema na de la propia emoc ión res ultante de la experiencia, en este poema con cretamente de la expe ri encia amorosa; que la emoción ori gin adora no lo es al modo clás ico en su represe ntación poe mát ica sino con nervat ura nueva , aco rde con el tratam iento temporal que neces ita un moti vo para ser traspasado; que el distorsionamiento de la dicción no se esta bl ece co mo un producto de so rpresa sin o con la necesidad de ofrecer un odre adec uado a un conte ni do que se desbordaría , perdi éndose gran parte de sí o de su sa bor, en la tradi cional vasij a; que la imag in ac ión actúa, más que co mo elemento di verge nte, como acc ión co nv erge nte, sintetiza ndo experienc ias distintas y datos hi storiográficos dive rsos en un so lo pl ano in tegrador; que el narrat ivismo conti ene todos los in gredi entes ex igidos para que lo que hace Quiñones no deje de ser poes ía: ve loc id ad , tensión, capac id ad incitadora, ternu ra y un a franca actit ud moral desli zado ra del ejerci cio concreto de esc ribir versos has ta la catapu ltac ión de se r por la vía de la bell eza y el ade ntramiento en zonas osc uras de la ex istenc ia, iluminadas por el poema. Aunque de su poesía se puede dec ir mucho más, de su narrativa podemos apun tar lo mi smo, puesto que Fernando Quiñones, si un precursor como producto de sus permanentes búsquedas y enc uentros, asume las dife rencias de género sin demasiados preju icios clás icos. El poema, el rel ato y la nove la deben servirse en la diferenci ac ión que ti enen, respectivamente, el whyski solo, el whyski con hi elo y el whyski con hielo yagua. Es dec ir, que todo es whyski servido de una u otra man era. Como siempre, só lo que él siempre ha propendido a prescindir del hi elo y a tocar el poema con un punto de agua y al relato con una dosis generosa de whyski. Tan generosa que, tanto en la copa de la poesía como en la del relato, la cantidad de alcohol suele ser idéntica. Y nada importa más porque es en el fondo de la cuba donde se encuentran la mayor imaginación, la más grande idea creadora y las más hermosas pa labras. Las más cautelosas, posibl emente en el fondo del pozo, pero la literatura es el vino, la intuición.. la ebriedad, que nos sana de la heridas que nos


hacen la razón y la sordidez de lo coti diano, como escribi ó Novali s.

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE antonio hernández

De tal manera a la obra mayor narrativa de Fe rnando Quiñones hay que verla in stalada en los predios más só lidos de la nove la líri ca. En ge ne ral, se puede leer, dentro de esos chascarri lll os s in g r ac ia qu e so n los dicciona ri os y manu ales, que esc ribe un a nove la reali sta, pi caresca y de fác iI lectura. Y e n cuanto a la segunda simplificac ión a vo leo casi por poco aci ertan po r desconocer que la nove la lírica parte de la picaresca prec isa mente. O di gamos que ésta le ha sugerido su en tid ad a aquéll a. En contTa de lo que han aseg urado algun os críti cos de lectura rápida, «la ficción líri ca no está confi nada a forma narrati vas ta les como e l di ari o, la confes ión, e l mo nó logo interi or o e l flujo de la conciencia, que refl eja n e l contenido de las mentes de los hombres» sin o de un a manera más determin ante innuid a por la picaresca, la indagac ión alegórica y e l romance de episod ios. Y así lo enten dieron los e nsay istas románticos alemanes. «Ta nto la picaresca españo las como

Don Quijote fueron vistos como fo rmas románti cas en las que se crea un retrato de la vida con las ave nturas de un protagonista errante ( ... ) Las aventuras temporalmente limitadas del héroe se tra nsfo rm an en una seri e de escenaslimagen que renejan la naturaleza de la búsqueda de l protagonista y la representan simbó li camente. La progresión requerid a por e l género narrati vo se convÍe rte en un a progresión líri ca produc ida por la e laboración de cuadros y escenas». Este trasvase o este acop le de la estructura epi ódica con la poesía ha producido penetrantes tipos de nove las líri cas, entre mezc lados con otros fe notipos de la novela de aventura, desde la novela román tica alemana hasta Moby Dick. El romance de episod ios, como La canción del pirata, es uno de los tipos más extendidos de ficción lírica en la tradici ón literaria tudesca. «El hé roe -Juan Cantueso- co mo la máscara del poeta, vagab undea a través de mundos de simból icos encuentros». Natu ralmente que caben excepc iones, mati ces y desacuerdos radical es e n re lac ión a lo di c ho, pero no e n un a ocas ió n como és ta e n la qu e hay q ue habl a r co rri e nd o y corri endo el ri esgo de que en la g lobalidad sLllj an fisuras. Y, po r supues to, vaya para neófitos que la ficc ión lírica no sc de fin e por un estilo poé ti co o una prosa ex qui sita.

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

Es, groso modo, un género híbrido

antonio hernández

que usa de la novela para aproximarse a la función del poema, que no es otro, en última instancia, que la de

crear un efecto poético, esto es, lo que queda en el ánimo como una especie de recuerdo representado por un aroma tras manipular poéticamente tipos narrativos que hemos encontrado hechos dentro de la tradición narradora. ¿Habrá que hablar aquí de procedimientos y recursos tales son el monólogo interior -tan presente en Quiñones-

o el f luj o de la conciencia? «De la ambigua relación

entre narración y liricismo podemos obtener un significado general para la novela: e l desafío de reconciliar lo interior y lo exterior e ntre sí y esto con las exigencias del arte». En la narrati va de Fernando nos encontramos con que el héroe tradicional es é l desdoblado en experiencias apli cab les a la ficción. Se potencia, so bre la superficie de lo descrito, la experiencia interna del re lato en sentido re fl ex ivo sin que ll egue a ensayismo inadecuado: la impres ión interior sin que se torne en subj eti va, los aspectos pictóricos y musicales, y una acumulación de efectos costumbri stas sin que por ello se abandone la estructura só lida que exige todo cuento o no vela. Una nove la es ya de por sí la historia del hombre que da de comer a las gaviotas en la Caleta gaditana . Y una novela lírica, por supuesto. Seguro que, con su permi so -que ya tengo- la escribiré como si escribiera un Guil lermo de Meister, un Enrique de Osterdinge n, un Hiperión o un Ma lte Laurid aficion ado al flamenco, gadi ta no, políglota, que c uando vo lvió de su viaje de nov ios se encontró e n la puerta de su casa a un vete rano cantaor de flamen co , le dijo que se había casado y decidieron celebrarlo a toda pri sa y por un a semana mientras la desposada lang uidecía esperándo lo. Pero no tu vo más remedio agradec ido que reb ro tar e n una sonrisa ab ierta a l surrea li s mo de la justificaci ón fernandina. Poniendo los dedos co mo al copo que se ñala lo que es más que ab undanc ia, dijo: -Ojú, Nad ia, hija , es taba la barbería as Í. .. Hay quienes di cen que las hi sto rias lite rari as de ese formidable personaje literario que es Quiñones le han hec ho daño al escritor de l mi s mo nombre. Pe ro, después de pensar en e ll o, he ll egado a la conclusión de que, por un a causa o por otra , quienes se han hecho e l daño so n los qu e no lo ha n le ído . Por mucho muchachito hijo o sobrino de famoso en e l cande lero o po r mucho chi co bárbaro que quiera matar a Cervan tes o a Proust con tirac hin as, Fernando ti e ne su siti o y hay que reservarlo para que nadie lo manche con sus posaderas tran seúntes.

Transellnte, es dec ir, a lg ui en que está de paso, todo lo contrario que e l escritor que hoy homenajeamos para s ie mpre .


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

1a

g r a n

temporada

Años ci ncuenta y a lgo, por las ca ll es

med io oculto po r la figura de mi ima-

sev ill anas sin vehíc ul os ya que, aun-

g in ari o banderillero, e l úni co que pi sa

que no entiendo de ma rcas, me parece

e l e mped rado ancho y exped ito de la

ver, aparcado e n la lej anía , un Ford de

ca ll e. E l abrigo , a l brazo, parece un

la época de la Ley Seca y un Citroen

capote y los anda res ági les, como los

De izqui erda a derecha : Franc isco Mo rales Padró n. Fernando Qu iño nes. Pil ar Pa z Pasamar. José Lui s T ej ada y Vicente Rod ríg uez Casado


22

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

que se requieren para e l paseíllo. El

vida mi s ma, el ancho del mundo, la

otro banderillero va entre Quiñones y

re vista, las voces del exilio que se nos

la pared. Fernando no es a mí a qui en

acercaban con sellos de s ig nos in au-

mira sin o al ramo. Seguro que a este

ditos: Rafael, Ju an Ramón .. . Y ahora,

trofeo lo co nsideró un tanto di sc rimi-

Sevilla.

nador y que él, que ha leído d e s u

A nuestra vuelta contaríamos la faena

Ascanio, o libro de las flores se mere-

a los amigos y ya se e n carga ría

ce algo más que la mínima y mesura-

Fernando de la reseña en la Vo z del

da florecilla en e l oj al, que era e l siti o

Su r. Al mar de Cádiz haríamos nues-

donde las cup letistas de aque l tiempo

tra ofrenda flora l y e n e l tren que nos

sugerían a los hombres que debían

ll evaría de vuelta , a partir de l a

colocarse el nardo. De todas formas ,

derru·i da azuca re ra jerezana, comen-

íbamos contentos . Un José Luis

za ríamos a o li squear con f rui c ió n y

Tejada, delga-

desde la ventani ll a e l ai re ma rítim o y

do y fino , am -

salobre , frente a un as pirámides blan-

pa ra su timi-

quísimas de sal, que ya no existe n.

dez tras

las

E l tiempo dichoso y e n expectativa,

gafa s ahuma-

s in darnos c ue nt a que transcurría

das y aún lleva

barajando poemas , cartas y dibujos de

el testimonio

Cherbury con rúbrica de gaviotas.

de la faena en

Por el si lencio de las ca ll es sev ill a-

manos.

nas, los tres espadas pisaban seguros

¿Qué poemas

-el pie de José Luis a l borde mismo

las

leímos aquel

de la acera. Recuerdo que me pareció

día y dónde?

esc uchar un trote li gero y, luego, e l

C ie rto que e n

gozoso rebuzno de un borrico. Pero

a lgún lugar de

no. E ran so lo figuraciones, porque

la Univers id ad

Platero descansaba por s ie mpre bajo

sevi ll ana,

la copa del Pino Grande, allá e n su

pero ... ¿Cuá l?

Moguer.

La g r a n temporada era la

Cádiz, mayo de 1999


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

acróstico personal de fernando quiñones

F

ERNANDO Q uiñ ones, que fue gad itano de Ch ic lana de la F rontera, nac ió e l 2 de marzo de 1930 y murió un martes so leado, e l 17 de novi e mbre de

1998. No era un hombre viejo pero e l cáncer aca bó con s u vid a. Toda s u enfe rmedad , que v iví de cerca, fue un verdade ro ejemp lo de entereza y valor. La última vez que lo vi estaba agonizando y le di un beso de desped id a. Descanse en paz.

Fern ando Quiño nt<s con Jesús Fernández Pa lacios y Pilar Paz Pasamar en casa de ésta. (Primavera de 1998)


24

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE jesús fernández palacios

E

RA amigo mío desde 1968, que yo recuerde, cuando fundó en

Cádiz, la ciudad que más a maba, un festival de cine llamado «Alcances», que aún perdura después de trei nta años. En aquel tiempo, los jóvenes gaditanos progresistas, y antifranquistas, acogi mos estupendamente esta valerosa iniciativa de Fernando Quiñones porque insuflaba aire fresco a la cultura, tan empobrecida como estaba por la dictadura.

R

ÁPIDAMENTE hubo sintonía entre nosotros y por mi parte curiosidad y admiración por su ya estimab le obra literaria, que se sustanci aba sobre

todo en su narrativa corta. Recuerdo que ya había ganado el premio La Nación de Buenos Aires por su colección de cuentos La gran temporada, y que Borges ya había pronunciado s u archirrepet id a frase: «Lo premiamos con un ánime acuerdo, porque advertimos en la obra de Quiñones a un g ran escritor de la literatura hi spánica de nuestro tie mpo, o, simpl emente, de la li te ratura».

N

O Puedo o lvidar, por tanto , que Quiñones fue, desde el principio, una especie de generoso y di vert ido maestro para nosotros los jóvenes poetas.

Efectivamente, c uando f undam os en 1971 e l Grupo Literario Marejada, allí es taba con nosotros Fernando, alentándonos, aconsejándonos, participando en muchas de nuestras tertulias, ll evá ndonos a Madrid para dar lecturas poéticas en Colegio Mayores y en la famosa Tertulia de Montesinos , etc. Y cuando en 1973 publicamo s e l primer, y úni co, número de nu estra Revista

Marejada Quiñones nos consiguió nada menos que un poema inédito de Borges, así como aportó otro suyo de igua l cond ición, y nos relacionó con poetas españo les e hi spa noame ricanos que también co labo raron en nuestro juve nil proyecto.

A

SÍ que siempre le tuve esa gratitud y esa admiración, que se fue acrecentando con e l ti e mpo con-

forme f ue conso li dando s u obra literaria, po é tica y narrativa, sin olvidar que a é l también le debo mi interés por e l arte f la menco, en e l que Quiñones era muy versado -un g ran aficionado o f la me ncólogo, como s ue le decirse-, de man era que dejó esc rita, publi cada y repu-


blicada un a obra que todavía es de obligada referen c ia, De Cádiz y sus

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E jesús fernández palacios

cantes, así como numerosos artículos y ensayos de variada extensión. También debo recordar ahora, no sin cierta emoción, que se cantiñeaba, en privado y en público, pues yo le he visto y oído cantar todo tipo de palos, inclu so los más difíciles y hasta en la tel e, que era cuando todo su cuerpo y su cara toda se convertían en una verdadera fragua tratando de moldear los mi sterios de ese arte que tanto le gustaba y tan bi en conocía.

N

ADA de lo que hacía pasaba desapercibido. Su personalidad era determinante y arrolladora. Era mucho Quiñones, dec imos siempre . No sólo por

su memori a, que se agigantaba recordando numerosos poemas y canciones en la nuestra y en otras lenguas (gallego, catalán, italiano , francés, in glés . .. ), sino también por su in gen io y por su oído finísimo que captaba genuin amen te popular para luego convertirlo en alta literatura.

D

ÁBALE, pues, a su obra esa doble riqueza que lo emparentaba leg ítimamente con ambas tradiciones;

la popul ar y la culta, que acababan fundidas en el crisol de su obra creativa, di estro como era, repito, en el oficio de escuchar y contar.

O

en el dob le ejercicio de tomar prestado de la li teratura uni versa l, qu e tanto conocía, los textos más

queridos y embl emáti cos para en gastarlos en su propi a obra, como aprendi ó de Borges (¡sie mpre Borges !) , de Ezra Pound , de Archibald Mc Leish y de tantos otros que le alumbraron en el ca min o. Que es, justamente, de lo que más alardeaba, de deberle a los demás , a los más grandes, o incluso a un pescador de La Ca leta, muchos de sus hall azgos, muchos de sus logros.

Q

UE f ueron muchos, hay que decirlo, pues no olvide mos que Fernando Quiñon e s fue un o de lo s

co~o

pocos lo

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26

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

escritores más prolíficos de la deno-

jesús fernández palacios

minada Generación del 50, a la que perteneció por edad, formación y obra literaria. Una extensa obra que la

componen veintitrés libros de poemas, dieciocho de narrativa (cuatro novelas largas, dos novelas cortas y doce libros de relatos), siete obras dramáticas, once libros de ensayos, ocho antologías y varios cientos de artículos publicados en revistas y periódicos, algunos ya recopilados en libros.

U

NA obra, tan amplia en cantidad como rica en calidad, que fue distinguida en diversas ocasiones con prestigiosos premios , avalados por jurados

de la mayor solvencia. Tras el ya citado premio La Nación, que le supuso una especie de alternativa literaria, muchos otros premios le fueron concedidos. En poesía: el Leopoldo Panero (1963) por su libro En vida; el Olivo (1973) por

Memorandum; el Ciudad de Melilla (1985) por Las crónicas de Hispania; el premio Tiflos (1988) por Las crónicas de Castilla y el Gil de Biedma, más rec ientemente, por Las crónicas de Rosemont. En narrativa: fue dos veces finalista del Planeta por sus novelas Las mil noches de Hortensia Romero (en 1979) y La canción del pirata (en 1983); fue distinguido también con el premio Café Gijón (1989) por su novela Encierro y fuga de San Juan de Aquitania y con el Juan March (1994) por Vueltas sin fecha.

I

NSISTO, pues, tanta fecundidad, variedad y solvencia literaria han hecho que la obra de Fernando

Quiñones sea incluida e n más de cincuenta antologías publicadas en España, Argentina, Nicaragua, Holanda y Alemania, entre otros países, y que referencias generales sobre su literatura aparezcan en unos quince diccionarios fi lológicos. Además de las tesis doctorales que le han dedicado en las Universidades de Rennes (Francia), San Petersburgo y Cádiz, donde, como no podía ser menos , lo nombraron Doctor Honoris Causa en la primavera de 1998. '·...1

N

OÑERÍA ninguna , sino todo lo contrario. Pues hasta el penúltimo día de su vida siguió escribien-

do s in e l menor síntoma de caducidad, como si no fuera con é l la muerte que tenía anunciada, inminente, como


si le sobrara tiempo y energía para

FERNANDO QI,JIÑONES. HOMENAJE

seguir derrochándola, como siempre

jesús fernández palac ios

hizo, en su obra que ya no podría terminar. ¿Cuándo hubiera terminado esa vigorosa obra este escritor tan vigoroso? Quién sabe . .. Su obra, pues, ni siqui era e n las últimas horas adoleció de inge nio ni de susta nci a. A diferencia de lo que le ocurre a otros esc ritores que se sobrev iven en vida y mueren en vida, Quiñones no, Quiñones vivió y murió e n plenitud, no só lo hac iendo alardes de sus cinco sentidos, sino activando al final un sentid o más que le permitió saber cuando le había llegado la hora.

O

si alguien duda, que pregunte a sus editores cómo hasta el último mo me nto estuvo corrigiendo y ordenando su Obra Escogida, cuyo primer to mo

titulado Libro de las Crónicas tuvo la enorme satisfacción de conocer y presentar en público. O que le pregunten al Diario de Cádiz y El País cómo Quiñones c umplía sistemátic amente con sus compromisos de entrega de artículos, aunque estuv iera hospitali zado o sin ganas ni humor para nada. O que nos pregunten a sus amigos cómo nos animaba cuando íbamos a confia rl e que estábamos enamorados o que teníamos talo cual proyecto entre manos. Que pregunte quien dude, que pregunte a su familia ...

N

ADIA, s u muj er , y Mariela, s u hija, mejor que nadi e pueden habl ar de lo que digo, hasta donde

qui eran habl ar. Y ahora mi recuerdo, permitidme, se concreta en esa querida familia de Fernando Quiñones con la que tantas e mociones y sensac iones he co mpartido como ami go desde hace años . Ellas son mejor que nadie, tambi én su hijo Mauro y sus nietos, los depos itarios de su me moria hum ana y literari a que habrán de preservar y engrandecer.

E

S lo que deseamos sus lectores, que sus mag nífi cas

Crónicas poéticas, que La canción del pirata, Las

mil noches de Hortensia Romero, que su Coro a do s voces, que sus relatos (así prefería que le ll amaran a sus cue ntos), que lo mej or de su obra, e n fin, goce de l legíti-

27


28

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

mo lugar que le corresponde en el

jesús fernández palacios

panorama de la literatura española del siglo que termina.

I así sucediese, las nuev as generaciones de lectores comprobarán que se ha

S

hecho justicia con Fernando Quiñones, por ser, como auguró Borges, «un

gran escritor de la literatura hispánica de nuestro tiempo».

Fernando Quiñones con Jesús Fernández Palacios y Luis Javier Moreno, en la primavera de 1998, meses antes de su muerte.


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

fernando quiñones: algunas impresiones 1 rafael de cózar

En la divers idad de l mundo literari o no me parece difícil de te rmin ar tres posi bles líneas de act uac ión que podrían serv irn os de modelos teóri cos de escrito r, tal vez in ex iste ntes e n senti do estri cto, pero útil es co mo puntos de referenc ia en los que reconoce rnos. Sería el primero aque l q ue as pira a rea li zar med ia nte s u ob ra un a cró ni ca m ás o me nos f ie l d e l mundo qu e le rodea, obj et ivis mo y act itud tes tim o ni a l q ue ti ene sobre todo en la pintura rea li sta su mejor proyecc ió n, y e n la nove la su desa rro ll o li tera ri o. La fo rma más radi ca l la represe nta e l autor de ensayo, e l hi sto ri ador, actitud que ta mbi é n puede ev idenc iarse co mo tras fo ndo e n muc ho s no veli stas. E n e l seg undo mode lo la as pirac ió n principal parece centrarse en e l mundo imaginati vo y e n la subj eti vid ad, mostrando a veces un re lati-

I Tras haber publi cado e n los úl timos a ños vari os artícul os breves e n rev istas y peri ód icos sobre la figura de Fernando Q ui ñones, he c reído oportu no hacer aho ra Ulur síntesis de a lgun os de los aspec tos desarro ll ados en e ll os co n intenc ió n de o frecer un a dime nsión más amp li a.


vo desinterés por la realidad visible y

30

e coza r

tendiendo a suplantarla por la realidad creada. A este prototipo se acerca sobre todo e l poeta. En ambos mode-

los es posible distinguir cierta inclinación a optar por la observación directa (del mundo exterior o interior), o bien por la que circula a través de la literatura, es decir, la fuente literaria. Y entre esos dos modelos estaría el del escritor que se nutre sobre todo de su vividura, de su experiencia personal, la vivencia compartida, e incluso la imaginada, ese complejo mundo interior en el que afluyen fuentes diversas y que, a través de la fantasía, reconstruye y renueva las imágenes procedentes de la realidad , interna o externa, con el fin de crear una realidad nueva sobre la fuente que la motivó. En esta última línea de síntesis pienso que hay que entender a Fernando Quiñones, a quien conocí y he tratado de forma continuada desde hace más de 2S años hasta su muerte, por lo que me resulta difícil reflexionar sobre é l desde una distante objetividad, incluso a nivel literario. La proximidad nos hace comprender mejor las diversas facetas del amigo y, de algún modo, nos perfila también la interpretación de la obra. Pero recuerdo que, cuando aún rozaba yo los límites de la adolescencia literaria (si es que ya he logrado dejarla) Fernando me aco nsejaba frecuentemente sobre la absoluta necesidad de di sta nciarse de uno mi smo en la creación literaria, alejarse de la biografía real y del mundo personal, lo cual no entendí demas iado bien hasta conocer más a fondo la obra y las ideas de Baudelaire, uno de los padres de la despersonalización, es decir, de l distanciamiento de l yo-persona, del yo real, para dejar libre al yo artista, al yo poeta. También Bécquer citaba con claridad ese fenómeno por e l cual, como a él le ocurre al final de su vida, ya no distingue lo que es real o soñado, vivido o imaginado, los seres cotidi anos y los seres de la fa ntasía, habiendo logrado dominar en é l, definitivamente, la percepción del mundo como arti sta, lo cual también he visto personalmente, a través de mi amistad con otro g ran poeta gadita no , Carlos Edm und o de Ory. También Ma,llarmé, uno de los padres reconocidos de la modernidad , rech aza ba de plano cua lqui er sentido de reportaje en la literatura y, de hecho, estoy convencido de que todo verdadero creador literario, incluso aquel que manifiesta claramente su voluntad de ser croni sta o reportero del mundo que le rodea, actúa más bien como reinventor de l mismo, es decir, desde la óptica del yo-poeta. Y así habría que interpretar las varias crón icas poéticas de Fern ando Quiñones y su voluntad testimonia l a lo largo de toda su obra. Él mismo me confesó no hace mucho tiempo su escasa potencia imag inati va y la ex istenc ia real de mu chos de los


mundos recogidos en sus textos pero no cabe duda de que a él le interesaba poco la realidad estadística y sf, claramente, los aspectos mágicos de ella. Habría que preguntarse incluso si en la literatura creativa es verdaderamente posible el « realismo objetivo», óptica que, en todo caso, me parece más propia del ensayo, al menos como aspiración, por lo que tal vez deberíamos hablar más bien de realismo mágico cuando nos referimos a la creación literaria con vocación de crónica. En todo caso, no cabe duda de que también el mundo interior, el ámbito de la imaginación, del sueño o de la fantasía, forman parte de nuestra realidad y de nuestra experiencia vital, por lo que el escritor puede intentar sugerir la «crónica» de ese mundo. Sirvan estas ideas previas como síntesis de la actitud en la que entiendo que se si tuaba Fernando Quiñones, quien siempre tuvo ante la vista ese mundo que le rodeaba, los personajes, ambientes, barrios, sobre todo, de su Cádiz natal , posición que implica versionar creativamente y de forma selectiva, aquellas facetas más imaginativas del contexto en que se movió. A veces la realidad ll ega a sorprendernos más que la más imaginativa ficc ión, sobre todo en un mundo particular, en una cultura como la andaluza, una soc iedad y unas costumbres que guardan cierto sentido de peculiaridad al no haberse impregnado aún a fondo de los valores uniformadores de la moderna civil ización occidental. E n este sentido tal vez convendría también poner e n duda, por ejemp lo , esa cualidad que solemos atribuir a muchos de los narradores latinoamericanos en la posesión de una potente imaginación, y preguntarnos si no es la misma realidad latinoamericana la que nos puede resultar bastante ori gina l, peculiar y exótica, de acuerdo con nuestras europeas formas de vida y modos de ver. Si algo de cierto hubiera en todo esto, tampoco resultaría tan difícil de explicar, por ejemp lo, e l predominio de los andaluces en la orientación surrealista de la Generación del 27 , lo que resultaría consecuencia, tal vez, de una de las dimensio nes de la cultura anda luza, la cua l se refleja, por ejemplo, en el habla, o bien, por poner un eje mpl o más ev i-


dente, en los carnavales de Cádiz, un

32

e coza r

surrea li smo vital que coincide en algunos puntos y es también diferente del surrealismo literario.

En todo caso, es la misma fuente popular que han usado otros muchos autores andaluces en distintas épocas, algunos en la línea de la simplificación folklórica (los Quintero) y otros en una dimensión más profunda, incluso menos evidente: Bécquer, Machado, Juan Ramón, Alberti o García Lorca. No cabe duda de que esa realid ad, nuestro mundo andaluz, está siempre presente en sus escritos, de forma más o menos visible, pero en la obra de Quiñones ese ámbito viene seleccionado, condensado y concentrado en aquellas facetas que resultan literariamente más significativas, alejándose casi siempre de esas otras dimensiones, también presentes en el mundo andaluz, menos peculiares. El autor realista, con pretensiones de objetividad y voluntad sobre todo ética (cambiar el mundo) suele tender a la realidad estadística, es decir, a la realidad de lo que puede o suele suceder, descartando el elemento fantástico que, sin embargo, con bastante frecuencia encontramos en la realidad. Todos los que tratábamos habitua lmente a Fernando sabíamos que era un magnífico observador y un buen memori zador de lo observado. Y si é l reconocía que muchos de los mejores resortes imaginativos, de los impulsos de la inspiración , le habían llegado de la realidad, tambié n so lía señalar la importancia de l oficio, coincidiendo en este punto en que lo esencial para la inspiración es el trabajo, el trabajo y el trabajo. En mi cualidad de adicto madrugador, solía encontrarme con él, en los últimos años, casi al amanecer, merodeando las calles del centro histórico gaditano, cerca de l mercado, y me decía que estaba trabajando, es dec ir, llenando e l depósito de la memoria con las gentes, con sus sucesos, con el lenguaje, esas perlas del idioma y de la anécdota en bruto que luego refinaba Fernando en sus escritos , ya al fi nal de forma obsesiva, consciente del escaso tiempo que tenía para dejar sus últimos trabajos perfilados. Fernando ll enaba así su profundo barril con las esencias lin g üísticas y las anécdotas reco lectadas entre la Pl aza de las Flores, el barrio la Viña, la Pl aza Mina o los callejones Cardoso gad itanos, todo ello rehogado con caball a con fideos, fino, pescaíto frito y, al acompañamiento, ese vozarrón de carga flamenca que le sa lía de l estómago. El vin o de su escritura era así el resultante final de tal so le ra. Lo cierto es que Quiñones había elegido en buena parte de su obra un terreno difícil , resbaladizo, que a muchos ha ll evado a menudo al tópico, más aún cuando se pretende recoger los acentos y formas dialectales. Y me parece evidente que la proyecc ión del mundo popular en la literatu ra es más difícil cuanto más


«peculiar y diferenciado» es el acento

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

del personaje frente al habla normativa , y fuera ahora del ámbito fon ético. El problema es complejo pues el modo de expresión (no sólo la pronunciación) es un aspecto básico del modo de concebir el mundo, y si elegimos al personaje popular en un contexto como el andaluz, bastante marcado por los tópicos, y proyectamos su habla coloquia l, es muy fáci l q ue caigamos en el fo lklorismo. Por otro lado, tender al habla normativa, como es más habitual, nos hace perder una dimensión fundamental del personaje y afecta profundamente a la verosimilitud, sobre todo caundo el personaje no es interesante tanto por lo que dice sino, sobre todo, por el modo de decirlo. Esto explica que no sean muchos los autores que se esfuercen por proyectar literariamente la expresión oral andal uza y que se ti enda casi siempre a la normalización , del mi smo modo que incluso los mejores autores que están lejos de la simp lificación , o que han intentado acercarse al mundo andaluz con hondu ra, rozan o dan la impres ión, para alg unos, de haber caído en e ll a. Fernando Quiñones era, en mi opinión, uno de los que mejor supo recoger esa ex pres ividad y lograr la verosimilitud que, como anda luces pract icantes, recon oce mos, esa capacidad de sorprender la pincelada mágica, el pelli zco del ingenio verbal que nos parece frecuente en el sur. No es' extraño entonces que buena parte de su obra haya nac ido previ a mente del trab ajo de calle, de l co ntacto habitu al 'con la alquimia de la palabra e n esos sectores socia les bien conocidos por los gaditanos , aq ue llos protagoni stas pec uli ares a los que Fernando sa ludaba a su paso y que parecían sa berse objeto de l laboratori o de l escritor. Paralelamente Quiñones era un buen catador y críti co del mundo flam enco, fuente tambi é n de in spiraci ó n y tal vez raíz o complemento de su habi lid ad para las ex igencias de ritmo y la med ida más allá de la métrica, esa mus ica lidad interna que ofrece in cluso su obra narrativa . y e n cuanto a los géneros lit e rarios ej e rc itad os por

Quiñones habría que e mpezar por di sc utir su adec uac ión a la teoría tradicional, la cual dejó de tener sentido desde Kant en ade la nte . En todo caso, cuando definimos a Quiñones como poe ta, nov e li sta, a utor de relatos , o

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE rafael de cózar

incluso dramaturgo , aceptamos los . términos habituales, pero el conjunto de su ya extensa producción pertenece realmente al género de la ligazón y

la síntes is, es decir, al mosaico. É l mismo lo explicó de manera lúc id a. La novela es güi sq ui con ag ua y hielo; el rel ato güisqui con hielo, y la poesía güi squi solo, es decir, la base de las tres. De hecho Fernand o, más que un escritor al uso, es taba más cerca del contador de hi sto ri as en la gran pl aza de Marrakech, o del antiguo juglar, que integraba e n su ac tu ac ión desde el relato a la leyenda, desde la poesía hasta el género dramático; y si no , que nos confirme Ramón Rivera lo poco que le costó adaptar el texto para la re presentació n de La leg ionaria. Gran parte de la poesía de Quiñones es efectivamente li gazón de crónicas, canto a coro de las pequeñas haza ñas cotidianas del pueblo cotidi ano, del mi smo modo que el conjunto de sus relatos co nfo rma un a novela única, un mosaico complejo de personajes de todos los tiempos. Pero e l público prefiere lóg icamente tener delimitados los géneros, aunque en es te caso no resulte nada fácil hacerlo . y dejando ahora de lado la pa labra cuento para el llamado cuento tradicional,

que poco tiene q ue ver con el re lato literario, quisiera detenerme brevemente en el relato corto, e ntre otras razones porque es uno de los géneros más difíciles, menos transitado por los maestros li terarios, además de que Quiñones ha tenido en esta fórmula pocos competidores dentro de nuestra lite ratura español a . Al igual que ocurre con Félix Gra nde, otro de mis relatores favo ritos, va loré sie mpre en Fernando sobre todo esa capac idad para dejar la bebida del relato e n sus justas proporciones: ni poco . ni demasiado hielo. Aq uí debo reconocer que mi a mi stad , con Féli x y Fernando ha tenido asentarse en otras muchas razones, porque en esta de l relato les he tenido siempre profund a env idi a, al ig ual que por los conocimientos de flamenco.

y e nti endo que el rel ato es en Fernando la pieza pequeña y básica del mosa ico. Antes decía q ue el conj unto de su ob ra es un a nove la ex te nsa, compleja, a la vez e n verso y prosa, ensayo, dramaturgia, periodismo, cosmovisión. No puede ser una nove la lin ea l, unitaria , monolítica . Su le nguaje, el modo de narrar es denso, abigarrado, barroco, como e l de muchos narrado res andaluces y latinoamericanos , que parecen abo rrecer la simpli ficac ió n en la visió n del mundo . Tal vez eso expl ique q ue en el sur tendamos mejor hacia el relato o la novela corta, o bien a esa fórmula del mosaico, cuando hacemos un a novela larga . En general , no nos resulta fáci l atenern os al cab le básico de la acc ió n. Preferimos centrarnos en la insta lac ió n e léc tric a comp leta, como hacen tambi é n García


Márquez, Vargas Llosa o Cortázar.

FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

Esa maestría en el relato se proyecta

rafael de cózar

también en sus versos, esa estructura de crónicas que le convierten en uno de los pocos narradores en verso que ha dado nuestro ti e mpo , dond e se tiende al pros aísmo, a la vulgarización formal de la historia . Pero no se trata en su caso de prosa poética, sino del largo poem a con una historia dentro, nuestra propi a hi storia del presente disfrazada de otros tiempos. y tal vez uno de los mejores ejemplos lo tengamos en la última nov e la de

Fern a ndo , Coro a dos voces, que podría se la Rayuela and alu za, y pe rfecto modelo reducido de lo que Fernando ha venido haciendo a lo largo de toda su obra, esa novela río que ha sta hace poco seguía escribiendo y que much os hubi éramos querido seguir leyéndole los próximos cuarenta años. En definitiva, a pesar de que la fuente creativa de Fernando procedía de la realidad, de una rea lidad que a veces resulta más fantástica que la que surge de la im ag inación , y de qu e Fernando tuviera ese es pec ial o lfato para captar lo s calambres lite rarios de lo cotidiano, no me cabe duda de que estamos ante un experimentador, ante alguien que in ves ti gó a fondo con la palabra y logró adquirir un se ll o ori ginal con el con junto de su producción. Coro a dos voces es así un experimento de novela, relatos y el güi sk i, en todo caso, de la poesía. Pero además Fernando fue para mí un buen ami go, y un buen referente de ese modelo de artista que ya no ab unda, bebedor de la call e, de la nocturnid ad, aficionado a los límites, complejo y compl eto, cos mopoli ta y, e ncima de todo e ll o, andaluz por tradición, por vocación, por temperamento y por esa conti nu a inyección de pueblo con que se vin o chutando toda la vida, una vida dedicada a fo ndo a la literatura que le hi zo resistirse a la enfermedad tanto tie mp o que a lg un os ll ega mos a pensar que podría vencerla.

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36

FERNANDO

UIÑONES

franci sco muñoz guerr er o

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mil

v o e e s

... y si a una gaviota de Lmuelle o La CaLeta Le p reguntan por ti ... FERNANDO QUIÑONES : «C rónicas de Rosemont»

Algun a vez creí que esc ri bir era hil ar frases bonitas, jugar con las palabras para hacerlas parecer sustanti vas, fa bular sobre el papel sin atender a otro equilib rio que el de construir un edi ficio adecuado levantado. Algun a vez lo creí, y cuando qui se recoge r el fruto de tal creencia só lo encontré espejis mos, fa lsos mitos, débiles deidades arrinconadas por el más enfe rm o de los olvid os. Desc ubrí ento nces que el creador ge nuin o, el auténtico, es aquel que escribe con las palabras de la verdad, las que brotan de aquell o en que se cree y se ama, las que nacen de la co ndición secreta de los afec tos y a los afec tos se d irige n. Decía Juan Ramón que escribir es copi arse el alma, y el alma de mil voces fue lo que enco ntré cuand o leí por primera vez a Fe rn and o Q ui ño nes . Oc urri ó e n un momento lejano ya en los días aunque no en la memoria. Entiendo que en el temple de sus personajes, en la fa nta. sía musical de su poesía, en la sensib ilidad narrati va de su prosa, se adv ierte un a suerte de natu raleza creadora,

* De la Asoc iac ión «Ami gos de l Au la de Li tera tura José Cada lso», de San Roque (Cádi z)


generosamente desprendida, que vibra

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

así en lo grande como en lo pequeño.

francisco muñoz guerrero

y fue en lo Pequeño donde Fernando supo encontrar la esencia de lo Grande y la universidad de la idea que se manifiesta a través de la belleza de una tierra y una gente que se vuelven míticas por el impulso natural y rebosante de unas palabras que registran el alma del Hombre y su destino en medio de realidades -a veces dramática, otras grávidas de fino humor, siempre llenas de sensibilidad- que pueden llegar a ser expresión de los distintos, efímeros y

superpuestos seres que uno es, como él mismo escribiera. La obra de Fernando Quiñones fue abundante en carácter y maneras , opulenta en suti leza y fantasía , generosa en espacios y colores; pero, sobre todo, lo fue en voces, voces de la calle que su espíritu culto y curioso mudó en ecos y música de la mejor expresión literaria. Y también en luces. En sus páginas se sugieren los atardeceres y las amanecidas de la Caleta y la Alameda gaditanas, y no están en ell os ún icamente la vocación atlántica de su Cádiz ( . . .oliendo desde acá los pes-

cados de Cádiz, escribió desde América), sino la de todos los Cádiz del mundo, que son todos aquellos en los que las luces del mar -siempre el mar- requebraron el alma del poeta que gravitaba bajo su siempre amable sonri sa. Nunca huyó del mundo, ni siquiera se escondió de él, s ino que lo buscó, le plantó cara h·asta el final y supo sacarle muchos de los sec retos que el mundo esconde y que muy pocos tiene n la dicha y el genio, no ya de conocer sino de convertirlos en páginas ciertamente hermosas. Escasos fueron los sitios que le resultaron ex traños, y no fue ajena a ello su particular concepción de la vida, que Quiñones domeñó y de la que fue maestro de ceremonias hasta e l último momento de su existencia. Por eso se sentía bien en cualquier lugar donde recalase:

Cualquier lugar puede ser el mejor si alcanzaste a cae r un poco más acá de las sombras que a

todos corresponden. Si andas en paz o casi en paz, que ya es decir, con el

mundo y contigo, cualquier lugar resulta bueno para saberlo tuyo y que tuyo te sepa. y haber crecido en él y llevarlo contigo a todas parles tal como el andarín antiguo, siempre atento a sus provisiones.

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE rancisco muñoz guerrero

Quiñones, el escritor, e l hombre , horadó la conciencia de las cosas en la búsqueda incesante de la expresividad creadora, y alcanzó a hacerlo con

la lucidez y mesura de que sólo son capaces alg un os privilegiados . Leer su prosa, adentrarse en su poesía es un ejercicio estimulante que nos conduce por entreverados mundos en los que la realidad se viste de fantasía y la ficción se resuelve con ropajes de espontaneidad. Las tribunas de los entendidos -de algunos entendidos-

desperdiciaron su tiempo al pasar de puntill as sobre su

obra en tanto se ocupaban de atildar con indumentos simuladamente literarios la de otros autores, encumbrados gracias a la insólita comp li cidad de los mercaderes de la cultura. Pero el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. DeCÍa que su obra fue dilatada, y lo fue en el tiempo y en los temas, en los esti los y en los géneros, y lo hizo con la mirada clara y transparente, curiosa y cultamente inqui sitiva de quien hace suyo e l menester de escribir desde los predios en los que só lo vale la buena literatura. En el fondo, Fernando era como un niño grande, un gran niño grande, un niño grande y campechano, y por eso su visión del mundo fue una visión desinteresada y hermosa capaz de model ar e l más banal de los detalles hasta darle la dimensión que tienen los sueños de los niños, en los que nada fa lta; visión de niñ o que excava en lo oscuro y lo vuelve claro, que ve lo adusto y lo muda en tierno, que ad ivina lo be ll o y lo tran sforma en más bello. Por eso resulta tan difícil separa r su condi ción humana de su talento creador, un talento que no se detuvo en la poesía y la narrativa sino que fue mucho más allá de lo que se le podría pedi r a quienes se ade ntra n en las trochas del quehacer literario, veredas por las que anduvo con los abastos que le procuraban su fina sensibilidad para exp lorar otras rutas, otros parajes que, co mo el e nsayo y el flamenco, hizo suyos con el mismo ent usiasmo con que cu ltivó la nove la , el relato o la ex pres ión poética. Era a lgo así como un maestro za horí en permane nte busca de nuevos veneros en los que beber. Recuerdo las palabras de aquel rey moro sevillano que Quiñones hi zo pasear por Sevilla, la Sevilla de hoy: «Ésto fue lo mío », se dijo, «y de alguna manera

querría no irme del fodo, dejar algo al menos, algo de mí y de mis gentes en esta Ixbiliah, este mundo, que han de venir». Nunca se f ue del todo porque dejó mucho más que algo de sí: se dejó a sí mi smo. Un legado para e l Recuerdo, para el Tiempo, para la Imaginación. Y qui én sabe si para la Leyenda que tantas veces ag uarda a los grandes hombres.


FERNANDO QUIテ前NES. HOMENAJE ~

fernando quiテアones y platero: la revista de una generaciテウn manuel j. ramos ortega


A menudo se suel e n citar los ejem-

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plos de algun as cabeceras de ilustres revistas lite rari as pa ra des ig na r con e ll as los correspondientes apellidos de la s di fe re ntes prom oc ion es litera ri as : «generación de la R ev ista de

Occidente», «generac ió n de Litoral» -ambos para denomin ar a la llamada generaci ó n de l 27-. Los ej emplos serían interminab les. Un crítico que sabía algo sobre este as unto de las generacion es lite rarias -Juan Manue l Rozasañadió un sobrenombre más a la ya de por sí voluminosa re lac ión de adjetivos calificativos para designar a la generación de los Guill én-Lorca: la «generación de las revistas literarias»', Suma y sigue .. . Siguiendo este criterio -que se me antoja tan vá lido como cualquier otro-, a la hora de designar a la generación denominada como «del medio siglo», «del 50», «del reali smo soc ial» o «de los niños de la gueITa» .. . podríamos también recUITir a los títulos de algun as revistas que, andando el tiempo, se convirtieron en santo y seña de las generaciones o promociones que se formaron estrechamente vincu ladas a su nac imi ento si no fueron ell os mi smos qui enes, al constituirse en grupo, las impulsaron y las lanzaron a la calle. Algunos casos me vienen a la cabeza ahora:

Espadaiía, en Leó n, Escorial y Garcilaso, en Madrid, Cántico, e n Córdoba y Platero, en Cád iz. Por no menionar otras como Ínsula, Revista Espaiiola, Postismo, La Cervalana .. . la nómina sería interminabl e, como en el caso anterior.

La revista Platero , e n Cád iz, no sólo oc upó un espacio difícil de ll enar en aquell os años cincuenta, como ya de mostré en un libro de 1994 2, sino que, tanto por e l número como por la cal id ad de sus co laborado res, se conv irtió en la rev ista de la generac ión de Fernando Quiñones (nacido en 1930), equival e nte e n edad y representativ id ad a la de otros mi embros de l grupo de l 50 en e l resto de España: Ángel Gon zá lez (1925) , Jo sé Manuel Cabal le ro Bona ld (1926), A lfo nso Costafreda (1926), José María Val verde ( 1926) , Carlos Barral ( 1928), José Ag ustín Goytiso lo ( 1928), Jaime Gil de Biedma (1929) , José Ánge l Va le nte (1929), Fra ncisco Brin es (1932) y C laudio Rodríg uez (1934). Todos inc luidos en la anto log ía de l «g rupo», de Juan García Hortelan0 3 y todos con fec has de I Juan Manu el Rozas, «Las rev istas de poesía de l 27" . en E/ 27 como genera ciólI , La isla de los ratones, San tander, 1978 .

'Manuel J . Ramos Ortega, La poesía de/50: «P/atero» l/lI a r evista gaditalla de/II/ edio sig lo (/95// 954), Servicio de Publicac io nes de la Uni versidad de Cád iz, 1994. J Tauru s, Madrid , I ng.


nacimiento entre los años 1925-1934.

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

Fernando Quiñones, aunque no .i ncluido en la antología de Hortelano, pero sí en otras varias del grupo, encaja perfectamente, por edad, en esta generación.

Platero nace en Cádiz , en el año 1951, aunque, desde 1948, venía editándose otra revista mecanografiada, con el título de El Parnaso, de la mano de los cuatro fundadores: Fernando Quiñones, Serafín Pro Hesles, Francisco Pleguezuelo y Felipe Sordo Lamadrid, compañeros de colegio y amigos de tertulias y reuniones literarias en los reservados de algunos bares y cafeterías gaditanas de aquellos años, como recordaba - en testimonio personal al autor de este artículo- el «platero» Serafín Pro Hesles:

[La revista] surgió del ansia de comunicación, de la amistad y de afinidades electivas. Quiñones, Pleguezuelo y yo habíamos sido compaíieros de colegio y de curso, en San Felipe Neri; el cuarto fundador -Felipe Sordo- era amigo de Pleguezuelo. Todo empezó hacia 1947, en tertulias fijadas y frecuentes por bares y reservados de añejos establecimientos [gaditanos]. Allí nos leíamos escritos propios y textos de los maestros literarios que desordenadamente íbamos descubriendo, dando a estos prioridad f. .. ] Vivíamos muy aislados, con muy poco dinero para libros, las bibliotecas familiares , o que teníamos a mano, no nos servían y el país estaba cerrado a cal y canto por obra y desgracia de la censura y del nefasto Arias Salgado, a quien Dios pida debida cuenta . La «Remington » de la agencia Hércules soportó muchas copias de poesía y narrativa antes de empezar a parir El Parnaso, Copias hechas por puro gusto. Adquirimos

saberes y amistades'. Podríamos hacer algunas acotaciones al margen de esta cita: los «bares y reservados» a los que se refería Serafín eran, entre otros, el café Novelty, en la gaditana plaza de San Juan de Dios, todavía en pie, aunque remodelado; «Las Cortes», una tienda con reservados en la esquina de

, Manuel J. Ramos Ortega, Op. cil. pp. 52-53. Esta cita, como otras, las tomé de los papeles mec anografiados por el propio Fernando Qu iñones.

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

las calles Sacramento y San José, al

manuel j. ramos ortega

lado del colegio San Felipe Neri, lugar donde se celebraron las Cortes de 1812; y «La villa de Madrid», un

bar en la calle de La Rosa, muy cerca de la playa de La Caleta, que era uno de los lugares preferidos por el poeta y novelista Fernando Quiñones y muy cerca de su casa de la call e Rosario Cepeda. En los últimos años Fernando, cuando estaba en Cádiz, iba todos los días a la playa de La Caleta y muchas de las páginas de sus libros fueron pergueñadas al contacto con el cielo azul y los olores salobres de ese rincón tan gaditano. Un poeta jienense de la primera época de

Platero, Pedro Ardoy, se hizo construir un barco en la Puerta Vieja de La Caleta, con e l sugerente nombre de Clavileño. La vieja «Remington» de la Agencia Hércules era la máquina de escribir de la gestoría del hermano de Serafín, Francisco 1. Pro, en la calle Cobos. Allí se con feccionaban los números de El Parnaso, desde las siete de la tarde hasta altas horas de la madrugada. En cambio, durante toda su época impresa, la revista llevó la dirección de la calle Fernán Caballero, 5, domicilio de Francisco Pleguezuelo. Por esos mismos años, en Madrid, otro grupo de poetas pertenecientes a la misma generación que Fernando Quiñones, padecía los mismos problemas que el grupo «Platero», como nos recordaba hace algunos años la narradora Carmen Martín Gaite:

Es decir, ni los jóvenes universitarios de los primeros años del cincuenta tenían casi nunca más dinero en el bolsillo que el justo para que la adquisición de libros se llegara a convertir en hábito, ni por otra parte, existía la tendencia a la apertura, que apareció más tarde ... 5 • Sería imposible en el breve espacio de un artículo dar mínima cuenta de la nómina de colaboradores de Platero. Por entre sus páginas circularon nombres como los de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Vicente A leixandre, Gabriel Celaya, B Ias de Otero ... Todos fueron sumándose al lento pero fi rme caminar de este burrito que, desde el sur, se afanaba por ir derribando los muros de la censura que los sucesivos ministros del régimen se empeñaban en levantar frente a las ansias de libertad de las nuevas generaciones. En este sentido las revistas literarias fueron un pequeño escurridero por donde se filtraron algunas de las cola-

' Prólogo a Jesús Fernández Santos, Los bravos, Salvat, Madrid, 1971 , p. 8.


boraciones literarias que, en otras cir-

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

cunstandas -sin venir «avaladas» por el propio régimen- hubiesen sido depositadas y, más tarde, olvidadas en algún cajón de cualquier siniestra oficina del mini sterio de tumo. Ejemplos hay , en Platero, notorios: El caso más flagrante es el de la prohibidÍsima «Oda a Bilbao», de Bias de Otero, que sale en la revista, con un falso título , para así burlar los ataques de la censura. Antes de este número, Ricardo Molina había iniciado la corriente de rehabilitación en España de un poeta tan poco afecto al régimen como el sevill ano Luis Cernuda6, a quien homenajeaba en la «Oda a Luis Cernuda», en el primer número de la revista. Un caso parecido es el de Rafael Alberti a quien Fernando Quiñones trae a España de la mano para que publique por primera vez su particular homenaje al tri milenario de la fundación de Cádiz. Precisamente el poema inicial de este libro de admiración y rendimiento al mito , Ora marítima, se publicó entero y por vez primera en Platero'.

POR ENCIMA DEL MAR, DESDE LA ORILLA AMERICANA DEL ATLÁNTICO

¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu vera, hoy, junto a ti, metido en tus raíces, hablarte como entonces,! como cuando descalzo por tus verdes orillas iba a tu mar robándole caracoles 8 y algas! Suyos son estos versos escritos por estos años y publicados en DesolaciólI de la Quimera: «Un pueblo sin razón, adoctrinado desde ant iguo/En creer que la razó n de soberbia ado lece/Y ante el cua l se gri ta impune:/Muera la inte li gencia, predestinado estaba/A acabar adorando las cadenas,/Y qu e ese cu lto obsceno le trajese/Adonde hoy le vemos: en cadenas,/S in alegría, libertad ni pensamiento .

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Cfr. Manuel J. Ramos Ortega, Op. c il. y, más recienteme nte, Rafael A lberti, Retom os ... y Ora marítima , ed. de Gregorio Torres Nebrera, Cátedra, Madrid , 1999, p. 272. 7

• En todas las edic iones de la obra se lee «caracoles» en vez de «caraco las», lo que quizá hubiera resu ltado más lóg ico tratán dose de l mar.

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE manuel j. ramos ortega

Bien lo merecería, yo sé que tú lo sabes, por haberte cantado casi todos los días, llamando siempre Cádiz a todo lo dichoso, lo luminoso que me aconteciera. Siénteme cerca, escúchame igual que si mi nombre, si todo yo tangible, proyectado en la cal hirviente de tus muros, sobre tus farallones hundidos o en los huecos de tus antiguas tumbas o en las olas te hablara. Hoy tengo muchas cosas, muchas más que decirte.

Yo sé que lo lejano, sí, que lo más lejano, aunque se llame Mar de Salís o Río de la Plata, no hace que los oídos de tu siempre dispuesto corazón no me oigan. Por encima del mar voy de nuevo a cantarte.

Como muy bien explica el profesor Gregario Torres Nebrera, en su documentada ed ición de la obra, la Cádiz que se quiere recuperar no es sólo e l paraíso de la infancia sino el mito anti guo, por eso se apela a los «farallones hundidos» ya las «tumbas antiguas» ... Peor suerte corrieron, sin embargo, unos versos que el joven Quiñones se sacó de la manga para festejar y homenajear a su paisano, después de leer Ora marí-

tima:


FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

RAFAEL ALBERTI

En los finos cristales de cualquier alba crema volverás, caballero de un viento conmovido, con todo el peso enorme de tus ojos del fondo y dos verdes maletas de versos y pescados. Tal vez, indiano rubio, no te conozca nadie. No habrá un aire de espera ni un mirar a lo lejos, pero el collar del agua se rizará de un golpe mientras altos veleros restallan sus amarras. José Luis 9, en la huerta, por los filos del sueíio, sentirá en las pestaiias un alerta ignorado y las dormidas páginas de tus primeros libros volarán para verte, de las estanterías. ¡Ay de tu vuelta a sorbos nostalgiando las playas con el contorno madre de tu presencia antigua! ¡ y qué temblor de nieve, qué gozo derramado

Por las costas en vilo de Cádiz a Sanlúcar! Tu corazón cansado sembrará de resoles las campanas del día, las riberas, las algas. Serán contigo -¡ entonces!-la torre y la marea. Habrá en tu pecho al aire un titilar de siglos.

• Se refie re a José Lui s Tejada, e l fino poeta y críti co de El Puerto de Santa María , autor, sin duda, de la mej or monografía sobre Rafael Alberti. Tejada fu e también componente y colaborador habitu al de la revi sta Platero.

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Yal oro de la tarde, cuando el sol dore el río, brisas recién venidas que no sabrán tu nombre te encontrarán llorando por las calles del Puerto, o tendido de bruces sobre cualquier salina.

El poema, censurado en el número siete de Platero -con franja negra sobreimpresionada en el índice- , apareció poco tiempo después en la revista Aljibe 'o de Sev ill a. El poema llevaba debajo una bonita viñeta de Daniel Vázquez Díaz. Otro de los números en donde intervino la censura fue en e l cuatro, en 1951, en donde se iba a publicar un fragmento inédito de La Colmena, de Camilo J. Cela, que ya impreso fue retirado de la ed ició n. Todas estas son, si se quiere, anécdotas, pero que dan la muestra de lo que significó la revista Platero en e l contexto de la época.

10 Las relaciones de amistad entre los poetas de Platero, ALjibe y Cántico fueron muy estrechas. Se veían y reunían con frecuencia. Se conserva una foto en la que están en Sevilla, en e l a ño 1958: Fernando Quiñones, Pablo García Baena y Aq uilino lJuqu e.


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

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FERNANDO QUIÑONES Pequeña Antología Pronto se cumplirán los cincuenta años desde la fundación de la rev ista El

Parnaso, antesa la de la que luego sería una de las más importantes en el panorama literario españo l, Platero. Y ya en ésta, encontramos el nombre de Fernando Quiñones (Ch iclana de la Frontera, 1930) , resbalando por el tenue mundo de la vida en pape l, ya que , desde entonces, no ha hecho s ino ten e r muchos y buenos hijos, aunque, en ocasiones, le sa li eran putañeras y rebeldes como la Hortensia de las mil noches . Este poeta gaditano, hijo de Zeus y Afrodita Pandémica, nació en e l mar y a é l ha vuelto cada vez que ha podido para consumar la unión con el único riv al capaz de competir con la literatura.


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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

Nadie pudo imaginar que aquel joven

carmen moreno

lleno de vitalidad, que ya por entonces despuntaba como alma del grupo, llegaría a consagrarse como uno de los

máximos exponentes de la narrativa y la poesía española de los últimos años. Quiñones ha remontado con la fuerza de la palabra el mero plagio al que, por desgracia, tan acostumbrados estamos, y partiendo de la mejor tradición universal ha sabido unir la vida y los sueños magistralmente, pero con unas diferencias muy claras que se acentúan con el tiempo, sobre todo, en sus crónicas . Con estos tres poemas cordobeses, Fernando Quiñones, nos adentra en la Qúrtuba califal de arcos lobulados y lacería exuberante tras saludar cales, tejas y azahares. El mismo autor señala la necesidad de «notar la diferencia de los treinta y tres años que separan al primero de los otros dos poemas ».

y es que, en efecto, en la obra del poeta gaditano se pueden ver dos grandes etapas: la primera, representada por «Envío andaluz a Pablo García Baena en Córdoba» de 1953, según él mismo, «decorativo y juvenil », y en la que podemos rastrear las voces de Machado, Cernuda, Lorca, en definitiva, la mejor poesía andaluza; y la segunda, línea en la que se encuentra La Qasida del

Almorádive e Inno vación coral ambos de 1986, que comienza en el 68 con Las crónicas de mar y tierra y que marca el nacimiento de una voz propia, con una fuerza arrolladora e inconfundible que mezcl a la sabiduría del eterno almohade y la sencillez del devorador de luces y sombras. Si Antonio Gala le saludaba y le agradecía «s us milenarios recuerdos cordobeses que vuelven , como un collar de la paloma mensajera que es siempre la poesía», las letras españolas le adeudan la valentía de una obra poética que apuesta por lo «coloquial » si n negarse a la magnificencia de la buena música y el tema que transmite, que te cuenta al oído el misterio de la eternidad. Es, por tanto , Fernando Quiñones, «un sino que nos gasta sin gastarse / en inman ente suma e identidad preci sa de diversos». Finalmente, entre los muchos libros de poesía que ha publicado destacaremos:

Ascanio o libro de las flores (1956), Cercanía de la gracia (1957) Relatos violentos (1963), En vida (1964), Crónicas de mar y tierra (1968), Circunstancias y acordes (1970), Ben-Jaqan (1973), Crónicas americanas (1973), La libertad (1974), Memorándum (1975), Las crónicas del 40 (1976), Crónicas inglesas (1980), Crónicas del Yemen (1994) y Crónicas yugoslavas (1997).

(Reproducido de la Revista Atlántica, n° 14).


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

envio andaluz a pablo

PABLO, las esperanzas cortesanas prisiones son y no bonitas esperanzas canjeables por tu Sultana antigua o mi baraja de besos y pecados confundidos. La desvestida luna que yo dejé en el Sur te guarde. ¿Importa y dura sólo lo que pasa? Lo que no dura y sigue. Aquello que allí vivimos juntos y vivido se queda bajo el dondiego cá lido del día. O a la solemne sombra tachonada en aquel Sur que ahora dejé . Hoy te pienso orillando una calle de Córdoba. Canta e l río . Qué sol. Un azar de azahares se aventura por las calles, por las paredes pobres y las tejas que amamos, por las tabernas donde el tiempo bebe junto a nosotros, por los patios, por la vigilia escarlata de las adolescentes que desnudas, sin sueño, acongojan de amor los ramos de tus muros natal es, de tus barandas a los llanos y los montes, no al mar como las mías.


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ENVIO ANDALUZ A PABLO CARdA

y tú vas haci a e l Tiempo. Tú sonríes. Te llegas hasta la imagen que ya aguarda el cuidado de tu sola mano breve,

bellament~ no apta para otro menester que el de la poesía. Vas hac ia la Fuensanta o a la arriscada noche del amor callejero o haci a el libro del monj e consumido que a Cristo viera o de Lui s Cernuda. Te vas, menudo, hac ia la sombra de las bayas que suben por la sierra y aq uella Huerta de Los Arcos mía. O haci a e l vi no amantísimo de palabra morena. Piensas en los amigos andaluces, en la posesa y firme familia que ya somos, en esos intercambios y joviales visitas de ciudad a ciudad, de trigo a ola. Sangras y te diseñas en tus versos de inmediato fulgor, de fría lumbre. No poco hemos corrido, hermano. Las telillas del corazón aguanten y si el dolor afluye, si ex tenúa e l hastío, aún hay - ¿no?-

una alegría

voraz, a pierna suelta, que dispendiar por Cádiz y Sev ill a, por los Puertos y el Campo de la Verdad. Es lo tuyo y es tuyo. De tu aromada mosca facial y de tus treinta años, ninguno y todos. Tan de ese gabá n gris y de tus di e ntes son e l pájaro verde y el añil de mis mares, la casa de la calle del Sacramento y el confín de sa l at lánti ca que bien te sabes ya, como míos la nieve y e'l ardor, los mármo les floridos, esa enceguecedora memoria repujada que tu Córdoba em ite, ilustre f lor y clara e n este mundo.


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

n un f;gón del re;no nuevo, m;entras los humos curan la matanza

j Ea,

Y áñez, venga otra jarra

del áspero! Esos leoneses son unos retrógrados. Mucho atraso es el que se traen ellos y sus compadres de Toledo. Ni que estuviéramos en el siglo VIII y no en el X ahorcan o condenan porque sí, en plan visigótico.

y aquí -j a ver si lo aprenden!- no se juzga con los viejos libracos ya sino tal como lo entendemos por las costumbres nuestras: sin que tenga que estar escrito. También hablamos con mayor viveza y más palabras, no tropezamos ahora apenas con el latín , y la censura, de momento al menos, no restringe nuestra poesía.


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EN UN FIGÓN DEL REINO NUEVO, ..•

Sabemos que la gente es solo gente, plebe o nobles.

y los de León, ¡hala!: "natu divino princeps" y el Fuero Juzgo hasta en la olla. ¡Yáñez, a ver el vino, y tú, Elvirilla, putuela, trae acá ese trasero, no corras tanto! Sí: qué vida más rara y más antigua la de esa gente ... Pero ellos saben bien que vamos por nuestra cuenta, así que no nos vengan otra vez o en sus propios pescuec;os va a informarlos nuestra cavallería dé Castiella, ya

con de 500 fasta 600 cavalleros fijos dalgo. Porque son cabezotas, oye. qué cosa.

y dicen además que estamos locos y que la morería podría corrompernos. Capaces son incluso de montarse que nos tragamos de los de Al-Andalus hasta aquello que vino contando hace unos días Diego de Lerma , y que una infiel con la que se acostó por Hornachuelas, le dijo que había visto en Córdoba. Quién sabe. Porque esos de ahí abajo, lo que no inventen ... Alguien con una caja y una luz, metía dentro un carrete con una cinta negra larga larga, y se veía gente en la pared, moviéndose. Pero tal como os estoy viendo.

Fernando Quiíiones (De

LAS CRÓNI CAS DE CASTILLA)


POEMAS DE FERNANDO QUIÑONES ~

fernando quiñones

,os

oernas de las crónicas de his

SAEPE VENENUM SUB ME LE LATET Canidia dice siempre ver la verdad y se jacta de ser sincera proclamándola airadamente. Reviste de virtud así su carácter colérico; afianza las desdichas y errores que de tal modo lo hicieron y alimentan . Cuídate, pues, de su hermosura ya que encubre una niña lastimada y una loca furiosa, siempre, eso sí, reservadas para los íntimos.


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o QUIÑONES

A LA EDICIÓN DEL «DIOSCORIDES», DE RAFAEL LEÓN AMARGOS son los días pero las láminas y e l hil o verjurado borran de pronto toda certeza de inju sti cia. Call an los motores y sobre el libro reverdece, seco, el Jardín de las Hespérides. Con qui eta delicadeza se in sinú an el Ti empo y su seguro fruto termin al en cada trozo de raíz, borde de hoj a, en cada indi cac ión, aquí amarrada a las leyes de l verso. Graves estamb res incoloros, pistil os recobrados por la negra inci sión, latines, giros del ta ll o y la palabra, d ictan insid ias o vi rtudes igualmente dudosas, cantan q ue e l hombre es defendibl e, decora n senos re motís imos, co lumn as trun cas jun to al ag ua, conj ugan ru ina y seducc ión, nos escarmi entan y ca uti van, se ostentan un momento, flu yen, torn an con grac ia nob le hac ia la muerte.


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

borges

y

y

i.ss..

O

fernando quiñones

Le robo el títul o de un famoso texto suyo, apenas dos páginas . Y el riesgo de los párrafos que siguen, lo sé, será el de parecer presuntuosos. Ten go que correr ese riesgo porque, c uando sigo leyen do y oye ndo , de talo cua l escr it o r , su deuda lite ra ri a para co n Jorge L u is Borges y la que con él tiene la literatu ra e n le ngua española, vue lvo a preguntarme cuál se rá e nto nce s la cuantía de mi propia deuda profes ional y human a co n e l Sim urg , e l pájaro d e la leye nd a

as i á tic a

que

enca rna a todo s los pájaros d e l m u ndo -en s u caso, a todos los escr i tares-

y que es como yo ·le

llamaba

en

pr i vado


muchas veces, rememorando cinco líneas suyas. A su vez, él solía llamarme Cabrera, e incluso escribírmelo en cartas. «Querido Cabrera», porque fue un andaluz de ese apellido quien fundó la Córdoba de su Argentina. Como todas las historias, la de mi amistad con Borges empezó por casualidad. De chaval, en los primeros cincuenta, me encontré y compré a ciegas por dos pesetas, en los baratillos de Cádiz, un fatigado ejemplar de su libro Ficciones (él hubiera escrito justamente eso: fatigado). Mi fascinación juvenil ante esos relatos, que sólo se parecían a la Literatura con mayúscula , me dio paso en el acto a un a devoción discipular que los años no han hecho ni hacen más que aumentar. A aquel extraviado ejemplar de una corta tirada de la editora argentina Emecé (¿cómo pudo llegar a un baratillo gaditano entonces?) se unieron luego, ya uno en Madrid , las lecturas de otros escritos de Borges, casi imposibles de hallar en España, y la de un estudio también argentino de Ana María Barrenechea en torno a la obra borgiana , todavía felizmente incipiente pese a los casi sesenta años del maestro. En Cuadernos Hispanoamericanos comenté ese trabajo de la Barrenechea , comentario al que se tiene (yo no estoy tan seguro) como primera y aislada gota del Niágara de tinta que se ha derramado después en España sobre Borges (quien hasta los años sesenta fue en nuestro país un autor prácticamente desconoc ido, eso desde luego). Pero él ignoraba, y creo que no le conté nunca, todo lo que estoy reseñando. Justo en 1960, yo había enviado siete relatos taurinos al certamen convocado en Buenos Aires por el diario La Nación. No sé donde me di con la convocatoria, y me presenté al concurso como creo que hay que hacerlo a cualquier premio, ya que hasta a los más honestos los resuelve el puro azar: como quien compra un billete de lotería y desconfía muy mucho de que le toque . Pero me tocó . Y era Borges quien presidía e l jurado junto a Bioy Casares,

Edyardo

Mallea,

Carmen

Gándara ... Con mi hij a Mariela echando a andar y con Félix Grande y Paca Aguirre a co mer, se me ll e nó la casa un domingo, inesperadamente, de periodistas y fotógrafos; no hay quien me quite de la cabeza, ni él consiguió hacerlo, de que era porque Borges figuraba como presidente de mis premiadores. Aquello supuso para mí lo que para un joven


y desconocido pintor de Chile o de Finlandia, devoto de Picasso, hubiera

SORCES Y YO fernando quiñones

supuesto ser galardonado y luego elogiado por su lejanísimo y fabuloso maestro malagueño. Uno o dos años más tarde, sabedor de que Borges estaba en Suecia, moví en Madrid cielo y tierra (a punto estuvo de aplastarme un autobús en Cibeles, por correr a ponerle un telegrama en la central de Correos) para que bajase a España, le concerté unas conferencias, las aceptó y, desde el primer encuentro en Barajas, sobrevino entre nosotros una amistad refractaria a la diferencia de años y de ideologías; una amistad fundada, creo, en mi gratitud, en su extremada amabilidad para conmigo (no para con todos , defendidos apenas en muchos casos por su exquisita aunque irónica cortesía) y, sobre todo, en un común , religioso amor por la literatura, amor para el que es un estorbo bastardo casi todo, empezando por lo que llaman éxito. Así pues, y pese a la casi caricatural diferencia de caracteres (el anciano y refinado caballero porteño, el bullicioso y descarado hijo de la Caleta gaditana), nació esa amistad, o ese agradable entenderse, que sólo su reciente muerte ha quebrado. Los requiebros, injustos algunos por supuesto y desmedidos los demás , que Borges tuvo para mi trabajo, desde la nota prologal que aquí se inserta hasta la emocionante alusión a la amistad en su poema España, que la declaró inspirada en la amistad de Cansinos Assens en su juventud y a la mía en su vejez, caben ser explicados en parte por su generosísima idea de que yo y él -¡también él!- estábamos aprendiendo a escribir y que «quizá hubiéramos logrado ya algún párrafo válido, por lo que no parecía infame alentarnos el uno al otro, como hace usted conmigo». Siempre nos fue alegre vernos, muchas veces en Madrid , cinco en Buenos Aires, y en París una. Cierto que no faltaron puntos de discusión , discretamente airados, sobre asuntos políticos que en su obra literaria no aparecen para nada y que él resolvió un día así: -Tendrá que entenderlo, Cabrera. Tan razonable es que a su edad sea usted de izquierdas como que yo a la mía

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lo sea de derechas. Y, en concreto,

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del Partido Liberal Argentino , que cuenta con siete afiliados . Le incomodaban los abrazos, los reci-

bimientos entu s ia stas y las despedidas efusivas, cosa que a mi condición y maneras andaluzas le costó largo tiempo y trabajo aprender. Tampoco creí nunca de lleno en su ceguera total, y se lo dije, a sabiendas de estar tocando un tema del cual se esquivaba Borges bastante, o mucho. Nada turbó nuestra re lación, sazonada siempre por mi s afectuosos pero candentes interrogatorios (le pregunté por ejemplo, y me explicó sin rodeos su sistema, cómo establecer el orden de los textos en un libro de relatos cortos , o cómo podía estar conforme con la guerra e n Vietn am) y por su espléndido sentido del humor, entre anglosajón y bo nae ren se. Un día le dije que por fin había logrado en mi s escritos librarme de Borges. -Qué sue rte -murmuró-o Yo aún no lo con seguí. En su casa de Buenos Aires y en Noviembre pasado, le reproc hé que en tod a su obra lati e ra un a elega nte pe ro arrolladora obsesión por el envejecimi e nto y la muerte; qu e é l, qu e ta nto nos había e nse ñado a es crito res más j óve nes , no pudiera e nseñarn os tambi én a as umir el paso del tiempo y su corres pondi ente final , c uando cualqui e r ca mpes ino hindú o albañil chin o está más preparado para acepta rl os. Ate nué la ac usac ión, dec laránd ola co mún a toda la cultura occ ide nta l, pero eso no parec ió con sol arlo . - Es ci erto - me dij o-o Pég ue me. Ve inti c inco años. Ma ñanas co n Borges por la ca ll e F lo ri da de su barri o; un almuerzo de pejerrey con papas e n e l «Don Juan» porque reco rdó qu e me gustaba mucho e l pescado y en Buenos Aires cas i no se encue ntra; cafés de ta rde e n la Cas te ll a na m adril e ñ a, e n A lcal á d e Henares, o en Aranj uez, do nde (nunca supo lo q ue es el dinero) me dio mil pese tas po rq ue le ped í sue lto pa ra cerillas; noches plura les, en un café med io ta n g u ero d e Corrie ntes o Esmeralda, o prese ntán dolo en Madrid, a nte un púb li co enfervo ri zado, haciéndole oír a Pepe Me nese en e l estudio de Pablo Se rrano . . . Pero he aquí q ue los gritos y e l he rvor e mocio nal de l f lamenco no le cuadraba n aunque le interesase n, así que e n mi casa, y e n o tro de s us últimos viajes a


España con María Kodama, llamé a Antonio Gala para que lo conociese y

BORCES y YO fernando quiñones

después de que mi mujer, italiana, pusiera en la mesa a petición de él su plato favorito desde la infancia, raviolis con mantequilla y queso, sustituí a mis habituales amigos cantaores por la pareja «Raíces», excelentes intérpretes del folklore clásico de Extremadura y de Castilla. Borges oyó tres canciones, me pidió lo guiase hasta el baño y, mientras orinaba, le dije: -Bueno, jefe, lo que le he traído hoy no tiene nada que ver con el flamenco ni con sus lamentos tremendos, creo que puede gustarle, huele a hoguera campesina, a domingo de pueblo. -De ahí su tedio- fue la respuesta educadamente dicha, perfectamente destructora. Una especie de vergüenza, o deseo de no abusar, o simple soberbia temerosa, mezclada, eso sí, con el escrúpulo de no agobiarlo, me impidió darle o enviarle libros míos a los que mucho me hubiera agradado e importado que se asomara. Pero, tratándose de literatura, él estaba en todo. En el 84 y en el hotel Palace de Madrid, me referí de mentirijillas a mi novela La canción del pirata, contándole que en Cádiz había aparecido un texto narrativo anónimo del siglo XVII y que algunas cadencias lingüísticas de aquella prosa podían ser de su gusto. Recordé alguna línea del comienzo: «Mi madre, que vivía de lo que iba saltando, me parió en la playa grande que mira a la mar de Berbería ... ». -Ah, muy lindo, pero eso es de usted- me interrumpió enseguida, sabiendo o adivinanado que lo era. Larga sobremesa de una cena en casa de Adolfo Bioy mientras, en pleno verano argentino, un desmandado tormentazo austral hacía por cargarse todos los cristales del edificio. Y las brevísimas, telegráficas confidencias que Borges me hizo, entre recatadamente sugeridas y suficientemente explícitas, de frustraciones suyas humanas y afectivas, de indirectos consejos literarios basados en su propia, gigantesca experiencia. O la extrañísima visita en Madrid , que me telegrafió le preparase, a su derrotado ídolo sevillano Rafael Cansinos Assens, ante el que vi a Borges conducirse, ya en su redonda gloria profesional,

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con la timidez y el respeto con que un monaguillo se presentaría al Papa de Roma. Mucho le hablé de Cádiz, que no visitó nunca y que menciona dos veces en su prodigiosa obra. En Septiembre del 83 estuvo en Sevilla y pudo lograrse que viniera, pero la cosa no sa li ó bien; sin duda, no es enteramente seguro que mi mediación lo hubiera traído a nuestra ciudad, pero yo estaba aq uí, bien a mano, y no se me pidió que interviniese, cosa que dio resultado en alguna otra ocasión de congresos distantes. De nuevo reconozco el riesgo de presunción de estas páginas, y de nuevo repito que lo asumo, desde el viscoso, impúdico pronombre personal de su título. Aún agravaré el asunto añadiendo que me es del todo imposible acordarme de tanto momento interesante o aburrido, divertido o dramático, profesional o, mucho mejor, simplemente humano, que he podido vivir junto a quien, como él dijo de Quevedo, fue más que un hombre, una vasta y compleja literatura.


FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ~

ve i n t e

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Onal'la

Escribo este recuerdo emocionado a Legionaria, un personaje al que le debo todo y creo que de alguna manera también ella me debe parte de su vida. Han sido más de dos mil func iones -dejé de contabilizarlas al llegar a esta cifracon muchas satisfacciones, desde las cuatro ocasiones o temporadas en Barcelona, Madrid y toda la geografía nac ional. Desde las grandes ci udades a los pueblos más pequeños, desde los festivales nacionales de teatro a los intemacionales de Cuba y Miami . En estos veinte años he llevado unidos a mí el nombre de Fernando Quiñones y el de Legionaria como si de los tres fuéramos una sola persona. Una trinidad andaluza del teatro. Corría el año 1978, yo acababa de dejar un negocio de hostelería que había montado junto a unos amigos, lo de negocio es por llamarle de alguna manera, volví a Cádiz y se preparaban los Alcances-78 que organizaba Fernando Quiñones. Estas jornadas culturales significaron mucho para los que éramos muy jóvenes en esa época con el General vivo. Vimos buen cine y cine aburridísimo también, aunq ue jamás lo reconoCÍamos. Inolvidables y placenteras las noches en el café AndaluCÍa discutiendo la película que acabábamos de ver. La realidad es que aprendimos a ver cine.


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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE

Fernando Quiñones ese año dejaba la dirección del festival y por prjmera vez daba una lectura de su obra. El con sus r a m o n TI ver o cachondeos declaró la lectura de clase S. Esa chorrada que el gobierno de entonces se inventó para las películas un poco fuertes, según ellos. La primera o una de las primeras películas fue quellas donde una mujer paría a su hijo delante de una cámara de cine y por aquella película los españoles nos enteramos que los niños no los trae la cigüeña ni vienen de París. y está claro que a los gobernantes de entonces no les convenía que descubriéramos tan grandes secretos. Qué lejos estaban los secretos del Cesid o el de los Gal. Pero eso es otro asunto. Yo asistí a la lectura de Quiñones acompañado de Mariela, hija de Fernando y Jesús Fernández Palacios. Leyó dos cuentos, El Cuqui y Legionaria. Con la lectura de Legionaria veo desde el principio que yo puedo hacer el personaje. Fue como una premonición, me vi haciendo de Legionaria. Sabía que ese personaje era mío. El personaje con el que sueñan todos los actores. Mi Julieta, mi Juana La loca, Mi Piconera. Se lo digo a Fernando al final de la lectura. No me cree y me dice que estoy loco. No puede dejarme el texto porque se lo acaba de dejar a Marin, el de las famosas muñecas flamencas de Chiclana. Marin al cabo de los días me lo trae a casa de mis padres. Veo que es el texto original, casi manuscrito. Comienzo a prepararlo yo solo en la Casa del Pueblo de Cádiz. Tenía que componer al personaje y para ello me iba a la plaza de abasto y en algún puesto donde veía a alguna gaditana que de alguna manera me trajera aires de Legionaria, yo pedía, por ejemplo, un cuarto de tomates, y a esta mujer le preguntaba cómo se hacía un gazpacho. Mientras ella me lo contaba, yo comenzaba a robarle gestos y muecas. Otras veces me sentaba en el café de la Marina y desde allí robaba maneras de andar de las gaditanas con la edad y las formas de Hortensia, de la Hortensia que yo imaginaba. También a veces cuando iba a cruzar un semáforo y me tocaba aliado alguna mujer de estas, estaba pendiente de que pasara, ¡siempre pasan! algún joven intrépido con su vespino. Cuando nos pasaba a toda velocidad, yo murmuraba: «desdeluego», esta palabra era suficiente para que ella comenzara una retahila de improperios. «Hay que ver cómo van los hijodelagranputa, y su madre en su casa tan tranquila, pasa una y la mata . .. Yo le seguía la corriente y siempre me iba con ella para donde cogiera, con el oido y la vista puestos en ella. Fernando me escribe y hay posibilidad de preparar la obra en Madrid. Mis amigos me animan a marcharme. Los Galianas, un matrimonio de médicos amigos míos me dejan dinero y me voy a Madrid. En Madrid todo se sabe y llega a oídos del director teatral Pere Francesch que estoy montando est~ espectáculo y se interesa por él. Me busca en el Sabol, un café de la plaza de la Opera de Madrid, donde parábamos después de almorzar Joaquín Sabina, José Ramón Ripoll y yo . Allí compuso Joaquín la canción de el Jaro. Sabina me brindó su casa y allí viví mientras preparaba la obra. En Legionaria hay un pasaje que cada vez que lo digo me acuerdo de Joaquín Sabina, es cuando Legionaria dice: «Encueros era como uan fantasma, yo no he visto una cosa más fea ni más estropeá» Con Pere Francesch comienza una mejor preparación del personaje y dirige por fin la obra de teatro. La obra se monta en la Federación Socialista Madrileña. Sí, seguiamos en sedes del PSOE. Un poco más y Legionaria aparece con un brazo tatuado con la rosa y el puño. Allí nos cruzábamos o tomábamos café junto a Guerra y a veces Felipe González, aunque nunca hablé con ellos. En un an~i guo y h.errn~s~ café de la SJ}orieta de Cuatro Caminos, hoy convertido en saló~ de ~uegos electronlcos, apareclO Pere Francesch con los primeros tacones de Le.gLOnana. R~cuerd<: q~e ~ran .unos zapatos rojos estilo Gilda. Me los probé en la misma cafetena, y alh di miS pnmeros pasos montado en auqlloa tacones de agujas.


Las pruebas y la compra de la peluca en FERNANDO UIÑONES. HOMENA E Galerías Preciados fue otro número. A Pere Francesch todo le daba vergüenza y a mí no me daba ningua. Al final nos decidimos por una melena del mismo tono de mi pelo, la misma que sigo usando. Tuvimos que ir a una corsetería para comprar un sujetador que me sirviera. Como yo entonces estaba bastante delgado había que encontrar algo enterizo para ponerme caderas postizas. Encontramos una que no me dejaba respirar pero venía bien para lo que queríamos. Cuando Quiñones me vio con aquella faja me dijo que parecía que tenía ajustado a mi cuerpo un castillo románico. Poco a poco se iba formando el personaje. El traje se hizo en Cardedeu por la modista que hace el vestuario de la Pasió. Todo un contraste después de hacer la túnica de Jesucristo y la Virgen María, hacerle el traje a una prostituta, aunque me imagino que también le hizo la túnica a María Magdalena. Un traje marrón carmelita fonnado por dos piezas. Traje que se conserva pero que ahora solo me serviría de barretina. Todo estaba a punto. Se habla con el ayuntamiento de Cádiz y se fija la fecha del estreno. Se buscan dos músicos que acompañen la obra en el Gran Teatro Falla con música en directo. Durante la preparación en Madrid, Fernando me invita a su casa a comer muchas veces y siempre salgo con algo de dinero en el bolsillo de la chaqueta que él me ponía a escondidas, para ayudarme a pasar ese tiempo. Fernando seguía alargando el cuento a novela, y en cuanto tenía algo nuevo me llamaba y me lo leía o me lo enviaba y yo lo iba introduciendo en la obra si me gustaba y venía bien para el espectáculo, hasta que ya no pude meter más nada. Quiñones consigue a través del escritor Miguel Veirat, asesor del ministro de cultura Pío Cabanillas, 750.000 ptas. de subvención para el espectáculo. Poco dinero, no pudimos cobrar ni dietas, pero dieron para encargar el decorado, el

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FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE ramón rivero

vestuario y un equipo de música, la ilumin ación se alquila.

En la víspera del estreno viajamos a Cádiz y allí nos hospedamos por gusto mio en una pensión de la calle Hércules, casi al lado del Falla, pensión que había sido la Casa de la Barquillera, una de las casas de putas que sajen en la obra. Casi se conservaba intacta, la dueña me. la enseñó toda y el salón aún conservaba el piano de pared. Yo ya tenía al personaje dentro pero aquello me ayudó bastante. Llega el momento de la verdad, y horror, oigo el telón levantándose. Ya no hay solución, pienso que quién me mandaría estar allí, tengo deseos de cgver hacia la calle y no parar has ta perder de vista el Teatro Falla, la calle Sacramento y al mismo Cádiz. No, no hago nada de eso. En el preciso momento salgo a escena, voy a mi sitio y comienzo. A los pocos segundos de haber comenzado, la voz de un cabrón (con perdón) se escucha desde el gallinero, «No se escucha, no se escucha». Me podría haber muerto en ese momento o dar lugar a la carrera que momentos antes iba a hacer pero me invade una terrible frialQad , no dej o salir con la suya a ese hijo de puta . Nadie iba a torear por ti e rra un año de sacrificio s e n Madrid. Comienzo a colocar la voz. Alguien desde el patio de butacas me grita «Ahora, Ramón, muy bien». Sonaron los primeros aplausos. Desde los primeros momentos y una vez pasado el susto la gente se ríe y aplaude y esto me da una seguridad tremenda. En el primer apagón la gente vuelve a aplaudir, me tranquiliza. Esa primera vez salí con la peluca suelta en melena. Era ya un río de sudor. El sudor me corría por el traje y goteaba por las piernas hasta llegar a la rampa de madera que medía cuatro por cuatro. Veía como corría el sudor por la rampa abajo. Llega el fi nal, el teatro se pone en pie y veo caras conocidas que se acercan al proscenio y me lanzan rosas, descubro ca ras, los Galianas, Fe rn ando Meléndez, Fernández Palacios, Pili Barba y Andrés Sorel que escribe en Diario de Cádiz mi primera crítica. Era el vei nte de Julio de mil novecientos setenta y nueve. Hice quince representaciones por la provincia de Cádiz. Vuelvo a Madrid donde ya vivía. Un teatro de Barcelona se interesa por el espectáculo. Después de firmar este contrato y en coche por Madrid la radio me trae la noticia que Legionaria, La Mil Noches de Hortensia Romero, la novela, ha sido la finalista del Premio Planeta. La noticia me llena de alegría. Recuerdo que acompañé a Fernando por los bancos de Madrid hasta que encontró uno que le daba los intereses que el pedía por el dinero del premio. Soy invi tado a la presentación de la novela en el Hotel Ritz de Madrid . Fernando me presenta a José Manuel Lara, a Teresa su mujer y a la duquesa de Alba y el consorte. Conocer a la de Alba me impresionó tanto que apunto estuve de hacerle una genuflexión, hay que comprenderlo: sólo tenía 26 años y era mi primera duquesa, aunque luego vendría otra. José Manuel Lara tiene a bi en enviarme una caj a enorme con un montón de ejemplares de Las Mil Noches, y yo iba por las entrevistas regalándolas. Luego supe por Fernando que se las cobró a él, cosa que a Quiñones no le hi zo ni mijita de gracia. Le tenía mucho miedo al estreno en catalán. Yo pensaba que una obra tan andaluza y hablada en andal uz pudiera no gustar. Me equivocaba. El estreno fue un éx ito. Esperé impaciente la salida de las críticas y todas, todas fueron maravillosas, recuerdo con placer y gran cariño la del Diario de Barcelona, «Legionaria o el gran trabajo de Ramón Rivero». La Vanguardia: «Otro marav illoso espectác ul o en Cúpula Venus». La de Pérez de Olaguer en El Periodico, la del Avui. El Correo Catalán que la titul aba, «Legionaria, Vivir la vida al contarl a», etc. Aquellas críticas y el boca boca funcionaron y los qui nce días se fueron prorrocrando hasta los tres meses. El público era muy variopi nto, en el teatro se mezclaban tra~estis con intelecluales y señoras de pieles de Pedralbes lectoras del Planela con norislas de Las Ramblas. Todos salían contentos. Repitió varias veces el pintor Nazario, como es


miope siempre se le olvidaban las gafas FERNANDO QUIÑONES. HOMENAJE y no hace mucho exponiendo e n la ramón rivero Galería Sen de Madrid, me confesó que jamás vio la obra con sus gafas. Allí se celebraron las primeras cincuenta representaciones con tarta incluida. Se hizo una función golfa para la gente de la profesión. Y en una de las representaciones conocí y me hic e a mi go de Ocaña. Ocañ a venía muchas noches a ver el espectáculo y cuando lo hacía el espec táculo era dobl e. Cuando había un a palabra muy and alu za me gritaba: ¡Capitana, jamás me llamó Legionaria, siempre Capitana, y decía: ¡Capitana, sácales el diccionario para que estos catalanes te entiendan! Al fin al siempre me lanzaba algo, desde flores, su sombrero cordobés o su bastón o el mantón de Manila. Cuando me · vi ne me regaló uno de sus cuadros que en casa se cuelga en lugar privilegiado. Él , cuando las elecciones andaluzas, cuando se ganó la autonomía plena, me colocó un gran altar con ángeles y una virgen del Rocío. Un altar de cuatro metros de altura, j usto al lado del escenario. Las floristas de las Ramblas regalaron las flores y se hi zo una función especial en apoyo de laautonomia andaluza. Cuando aún se contaban las papeletas en Andalucía, me entregaron al fin al de la representación una enorme bandera andaluza que Ocaña se encargó de colocar a los pies de la Virgen del Rocío con el grito de «Ay, Virgencita del Rocío haz tú el milagro que los de arriba no quieren». Aquella velada terminó con gritos de Viva Andalucía y Visca Catalunya del respetable y Ocaña terminó alTancándose por Sevillanas. Otra noche vino a ver la obra de mi admirado Jaime Gil de Biedma, cuando llegó al camerino yo ya no tenía los tacones puestos y al ve rme me dijo «Te creía más alto» y yo le contesté «Yo a ti más joven». Luego me llevó de copas por el barrio chino y por estas callej uelas me recitó Loca. Me dejó su teléfono escrito en un papel de pl ata. A partir de Barcelona comenzó una espiral de grandes funciones en grandes ci udades. Me vi incluido con la obra en los mejores festiva les de entonces y con las mejores compañías también. Entonces comenzó mi ami stad con Asunta Sern a que empezaba en Antaviana de Dagoll Dagon. La ami stad ha perdurado a pesar de los falconcret y las películas que hi zo en los holi wood. y por fin llego a Madrid. Estrenó en el desaparecido teatro Valle Inclán, hoyes la discoteca Ku. Me emocionó el nombre del teatro por Don Ramón MaIía y porque también fue el nombre de mi primer grupo serio donde aprendí mis primeros pasos en el teatro. Asistió entre otros, Antonio Gala y el Ministro Pérez Llorca y mis padres y herf!1ana. Las críticas también fueron magníficas y recuerdo con especial cariño la de Angel Femández Santos en Diario 16. y Sevilla. Era concejal de cu ltura José Luis Ortiz Nuevo y hombre de b uen gusto, preparó con mimo e l estreno. Fue en la Torre Don Fabrique e n el Compás del Convento de Santa Clara. El día del estreno organizó un a cabalgata de coches de caballos donde Legionaria montaba el último y e n e l pescante ll evaba un a g ran bandera andaluza, esto hoy e n día no tendría importanci a pero era de las primeras veces que la bandera salía a la call e. Pero al pasar por la sede de Fuerza Nueva en la Avenida de José Antonio, nunca mejor nombre para tal sede, aparec ieron los cachorros de Bias Piñ ar. Yo no sabía donde meterme, me tapaba media cara con el abanico y dejaba ver sólo mis ojos. No sé si los cauti vó Hortensia, e l caso es que nos dejaron pasar al grito de Betis , Beti s. Este equipo de Fútbol luce los mi smos colores de Andalucía. Recuerdo aq uellas funciones con emoción y con una profunda fragancia en azahar que reventaba en aq uell a primavera. No pude prorrogar por un a infenci ón de garganta. Las malas lenguas dijeron que yo padecía de mal de amores e incluso tiempo después en un enorme artículo de dos páginas centra les en Diario 16 sobre la leyenda de la Torre Don Fadrique y escrito por el propi o José Lu is Orti z Nuevo, decía eso recordaba aquellas espléndidas noches y decía que las monj as de clausu-


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ra del con vento de Santa Cl ara asistían a urtadillas y sorprendidas a las represe nt ac io nes de Legionaria y a m is la me ntos po r los m a les de a mores. Verdadera mente era leyenda. F ue un a simple infecc ión de garganta.

CÁDlZ DE NUEVO Se acercaba la función número cien y tenía que ser Cádiz quien viviera esta representación. Se eligió el patio del Colegio Varcárcel -hoy colegio Fernando Quiñonesy durante un mes. También hubo paseo en coche de caballos y escoltado por la policía municipal. Legionaria iba de mantilla. En la calle Ancha me entregaron un ramo de claveles, yo llevaba uno especial, que deposité ante la fo to de Pablo Iglesias en la sede de UGT e n la ca ll e Veedo r do nde co me ncé a preparar la obra un año a ntes. Terminamos en el banio de la Viña donde me perdí, visité una peña y por celos de unas con otras tuve que visitarl as todas. El primer d ía de la obra fue una locura, parecía que todo Cádiz quería estar en esa representación número cien. Hubo que cerrar a cal y canto las enormes puertas de l recinto y la gente quedaba fuera. La obra como siempre en Cádi z. Yo siempre he di cho que ver Legionaria en Cádi z es ver otro espectáculo. Al final me traj eron una enorme tarta, saltó el viento de levante y él se encargó de apagar todas y de una vez las cien velas . Se celebró en la Caleta y con Fernando Qui ño nes. En e l 1983 conoc í a Santiago Escalante y él aportó ideas frescas para Legionaria. Era tal la demanda de func iones que Nuri a Masot, directora del teatro catalán donde ya estuvie ra con Legiona ria, nos dijo que montáramos la segunda parte, qu e Legionaria tenía mucha carne todavía, nos brindó su teatro y ella dirigió el espectáculo en Barcelona. Santi hi zo su prilTlera ay udantía de dirección. Nos di vertimos mucho mo ntándola y a primeros de IW'v iembre se estrenaba la obra en e l Teatro Fall a de nuevo y durante cuatro días . Esta vez no hubo gritos desafortunados y sí el mismo éx ito de la primera vez. De nuevo las gi ras y los paseos por España. Durante estos vei nte años nos han ocurrido las más extrañas y di vertidas anécdotas . Han ocurrido tan tas cosas que cuando me senté ante el procesador para escribir esto las cosas a se me agolpaban en mi memoria a borbotones, nunca en todos estos años me había puesto a recordar todo un largo camino recorrido con Hortensia Romero. En alguna entrevista sí me preguntaron alguna pero no todo un recordatorio y ahora qui zás se me ol viden algunas y puede que de las mejores. En la segunda representaci ón que fue en Alcalá de los Gazules o sea la primera función fuera de Cád iz yo estaba a la espectati va para ver que ocurría, no podía pasar por alto que yo era un hombre haciendo de mujer y en algun os pue bl os hac ía muchos años que no se veía una obra de teatro. El lugar alcalaíno era un a anti gua iglesia con un aJ1esanado mozárabe precioso y e l crimen es que era un almacén de melones. Y all í colocaron las sill as y entre melones y sandías me maqui ll aron. Cuando la obra comenzó la gente respondía bie n, muy bien. Pero de pronto un hombre muy mayor que estaba en la primera fil a y que comía pipas, de apodo El Pajarraco, comenzó a gritar ya decirme: «Venga ya, tanto charlar, tanto charl ar y esnuaté yá, coño». Mi maqu ill adora se le acercó e inte ntó darl e buenamente una expl icac ión, le dij o q ue yo era un acto r hac iendo ese pape l, que era un hombre haciendo de muje r; el in div iduo dejó de comer pipas y mirándola con una sonrisa maliciosa a la maquill adora contestó: Ah, un mari cón, ¿no? Sabe mos que un día, en la Venta del Chato de Cádi z, a don José María Pe mán el propierta.~io de entonces le enseñaba una vieja pa langana al insigne escritor gaditano y le dIJ o que esa era la palangana de Lol a La Pi conera el personaje in ventado por Don José María . él sólo contestó: «Seguro, seguro que es esa». ~erca de lay enta del ~h ato, en .San Fernando, al fi nal de una de esas primeras func Ione Bettl , mI maqu lll adora VIllO al ca merino y me dij o que un señor mu y mayo r


quería saludarme, yo dije que muy bien, FERNANDO UIÑONES. HOMENA E que me cambiaba y me desmaquillaba y estaría dispuesto a recibirlo, ella me contesta que no, que no puedo cambiarme. Me explica. El señor se supone que era un antiguo amor mío, o sea un antiguo amor de Legionaria y quería saludarla. Me niego rotundamente pero saben convencerme y recibo al señor que por lo visto había estado llorando durante la representación. Era muy elegante y con cerca de ochenta años y se apoyaba sobre un bastón con empuñadura de plata. Cuando me vio no podía hablar de la emoción me cogió las manos y me las besaba, yo no decía ni mú. Cuando pudo hablar me dijo que quería un día de esos invitarme a cenar y luego recordar los buenos tiempos pasados. Como pude me desprendí de él. Era uno de los amantes de un personaje inventado por Fernando, la palangana de Lola La Piconera. En una función en la provincia de Sevilla, estaba cercana la navidad, llegamos al teatro, lugar terrible, abandonado y las ratas corrían de un lado a otro. En los camerinos no se podía entrar, aquello era un lugar terrible, yo me quería ir pero mi técnico y una amigo me convencen y me quedo. Cuando estoy preparando los maquillajes en el mismo patio de butacas comienzo a escuchar un megáfono que un coche llevaba y que decía: Cabalgata de Reyes. Se rifa un cerdo. Ramón Rivero en La Legionaria. Se rifa un cerdo. Ramón Rivero en La Legionaria. Todavía estarán esperando la representación. Cogí mi camino y de regreso a casa. Después vendría el Festival Internacional de Miami. Nos sorprendió el aplauso que el pasaje dio cuando tomamos tierra. Desde luego no era para menos. Yo no besé la tierra por vergüenza. Estaba en América y se notaba. En el aeropuerto los funcionarios nos preguntaron no sé cuántas veces si llevábamos caracoles o vulbos de plantas. Sobre todo insistía mucho en lo de los caracoles. No sé que manía le tiene los americanos a los caracoles españoles. Aún me lo pregunto. La primera impresión al salir al aire libre fue el olor, un olor a película de Tarzán, según decía Santi. Cuando llegó el momento de montar la escenografía, Santi pidió entre otras cosas algunas plantas. Al día siguiente me llama, ¿sabes que pedí algunas plantas no? ¿Qué ha pasado? Respondí, ¿no han traído ninguna? «Ven» y me llevó al patio exterior. Yo pensaba que me iba a encontrar dos macetitas ridículas y cuál fue mi sorpresa cuando descubro todo un enorme camión lleno de cocoteros, palmera reales ... Allí había plantas para repoblar en un momento si hacía falta el parque del Retiro. ¿Qué vas a hacer? Le pregunté a Santi, «ponerlas todas». Fue su escueta respuesta. Actué entre todas esas plantas que no sólo llenaron el escenario, sino que bajaban y rodeaban el patio de butacas. Hicimos dos funciones más de lo previsto y el Real Club Español nos hizo un homenaje con función incorporada. Al finalizar esta función durante el cóctel tuve que saludar a las más de quinientas personas, entre ellas un ginecólogo que perdió una apuesta entre sus amigos por porfiar que yo era una mujer sobre todo por mis tobillos. Ya de hombre vestido mostré mis peludas piernas para asombro del doctor. Al año siguiente nos invitan al Festival de La Habana. «La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero» Con más panaderías, con más farmacias, con más bares ... De todas formas La Habana es una ciudad inmensa, tan universal, aunque eso sí La Habana Vieja nos recordará a Cádiz de alguna manera. Montamos en coche de caballos, los mismos que pasean por Cádiz y convivimos sus miserias. Clausuramos el festival. Al día siguiente nos invitan a una reunión

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muy especial y llena de secretos. A las doce en punto de la noche y después de ramón rivero varias vueltas en un autobús destartalado y lleno de unos enormes negros nos habrían el Palacio de la Rev ol ución . Después de subir un a escalinatas a llí estaba para recibirnos e l mismísimo Fidel Castro en persona. Nosotros fuimos de las casi cincuenta personas invitadas, los últimos en saludarlo. Al comandante dictador le ll amé presidente y le dije que le había llevado a su pueblo e l abrazo y la solidaridad de la ciudad de Cádiz. Castro apretó con sus dos manos la mía temblorosa y me dijo con ese dulce acento caribeño, «De Cádiz, tú eres pa isano de Alberti». Y una vez pasado el acto protocolario de la presentación me dijo cómo se freía el pescado en Cádiz. Hablaba de Cádiz como si hubiese estado alguna vez . Después de un rato nos abrie ron unas enormes puertas y allí había todo tipo de viandas, caviar, langostas, quesos y sobre todo y ron viejo que nos llegó a la coron illa. Santi cuando vió todo aquello comentó en voz alta: De aq uí co me e l pueblo cubano durante tres meses». Yo ya me veía intercediendo ante Felipe González para un intercambio de presos políticos. Estuvimos hasta pasadas las cinco de la madrugada, hasta agotar aquél viejo ron. Sé a ciencia cierta que era Fidel Castro pero no sé porqué me daba la impresión de que estaba con Fernando Quiñones vestido de militar en un a noche de carnaval en Cádiz.

FERNANDO UIÑONES. HOMENA E

La representaci ón de Legionaria la noche anterior fue en el Teatro Nacional , un teatro enorme. Santi hi zo un esfuerzo enorme para la puesta en escena entre focos sin lámparas, focos que no ilumin aron hasta que no llegue un mil ag ro o una democrac ia. Habíamos dej ado la bolsa de Legionaria en el camerino y no podía acceder a él , se me descompuso el vientre y pedí papel hi giénico, después de un a larga espera me trajero n un solo servicio, quiero decir cuatro centímetros de papel. Cuando se lo conté a Inmaculada Díaz Narbona, Vicerrectora de la Uni versidad de Cádi z que nos acompañó en este viaje me respondi ó: «Has teni do suerte, mi colega de aq uí, tiene como papel higiénico el G ramma recortado y pinchado en una puntill a». No hace f alta que diga la reacc ió n que s ie mpre s usc ita la represe ntac ió n de Legionaria, pues en aquella ocasión y con el teatro compl etamen te lleno, unas tres mil personas, cuando salí a saluda r, por primera vez, el público no se levantó poco a poco, ya estaba todo el mundo de pie y aplaudiendo. Después de decir que D ios cuando creó el mundo puso su mano derecha sobre Cuba, aunque ahora pensaba que les estaba dando la espalda, cosa que hi zo vibrar al público, dediqué mi interpretac ión además de a la Vicerrectora de la Un iversidad de Cád iz y al representante del Quinto Cente nario, a Santi con qui en compartía vida y teatro. Esta frase hi zo que se formara un ve rdadero escándalo y que el públi co sa ltara gritando y apl aud iendo. Yo no entendía nada y luego Manuel Diaz Martínez uno de los firmantes de la Carta de los D iez, un intelectual de la qposici ón, hoy exi liado en Canarias, me ex plicó e l porqué: ningún arti sta ni intelectual había tenido el valor de decir ta les palabras en un acto públi co. Los problemas que tuvimos en el aeropuerto a nuestra sali da me lo ex plicaron todo. Ni e l cine ni la telev isión, a los que me he dedi cado en estos últimos años han pod ido con Leg iol/aria y ahora veinte años después de su estreno en Cádiz ha vuelt~ ,más joven y con más fuerza que nunca, remozada su escenografía, su iluminaCla n y co n ~~ a nu e va ba nda s? nora . . Hac e ,ape nas unos mes es que nos dejó Fem ando QU1l10nes, pero nos deJO lo mej or de el, su legado literario . Una bruja catalana, me dij o a principio de los ochenta y haciéndole la carta astral a Legionaria, que la noche de su estreno hubo una conjunción de astros y que te ndría larga vida. Creo que no se equi vocó.


DiC lLAS .-

A.MiCRlCAS

José Guada lu pe Posada. Don Quijote de La Ma ncha. MAM. México.

MADRUGADA Subcomandante Marcos ,

'"

LA CASA DE LAS AMERICAS CUMPLE CIEN ANOS Roberto Fernández Retamar

TRIBUNA HISPANOAMERICANA -Un Congreso, un Homenaje, un 'PremioVictorino Polo



TRIBUNA HISPANOAMERICANA ~

madrugada

Es mayo y la madrugada anun c ia calores y rubo res. Pero no es este mayo ni es ta madru gad a, no. O s í, es es te mayo y esta mad ru gada pe ro 10 años atrás. La luz de l fogó n pinta so mbras y luces e n las paredes de la c ha mpa de l viejo Anto ni o. Ll eva rato que el viej o Anto ni o se está e n sil enc io, vie ndo no más a la do ñ a Ju a ni ta q u e se mi ra las ma nos. Es toy a un lado, se ntado fren te a un pocillo de café. Hace rato qu e ll eg ué . V in e a trae rl e a l viejo A nto ni o un a p ie l de venado, a ver si sa bía y pod ía c urtirla. E l viejo A nto nio había m irado ape nas la pi e l, seg uía mirand o a la do ña Juanita mirándose las manos. A lgo es peraban. Q ui e ro deci r, a lgo es pera b a e l v iej o A n to ni o de ta nt o mirar a la do ña J uani ta y a lgo esperaba la doña Ju an ita de tanto mi ra rse las manos. Yo mordi squ eaba la

* Ejército Zapati sta de Liberación Nacional.


pip a y es p e ra ba ta mbi é n , pe ro d e

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todos lo s qu e es tá ba mos a hí era el único que no sabía que espe raba. De pronto la doñ a Ju anita suspiró hondo y levantó ca ra y mirada hac ia e l vi ej o Antonio dici e ndo : «Vi e ne a ti e mpo el ag ua» . «Vi ene», dij o e l vi ej o Anto ni o y hasta e ntonces sacó su dobl ador y empezó a fo rjarse un ciga rrill o. Ya sabía 10 que eso signi ficaba, as í que rápidamente carg ué la pi pa, la encendí, y me acomodé para esc uchar y guard ar, tal y como ahora se 10 c uento.

La historia del calendario C uentan los más viej os de los viej os de nues tros puebl os, que en los ti e mpos primeros e l ti e mpo se anda ba así no más, todo desordenado y dand o tropezo nes co mo bolo en f iesta de la Santa Cru z. Los hombres y muj e res mucho pe rd ía n y se perdían porq ue e l tiem po no se ca min aba parejo, sin o que e n veces se apresuraba y e n veces se ca min aba lento, arrastrándose ape nas co mo viejito re nco, y en veces e l so l era grande pie l que todo 10 fo rraba, y e n veces pura ag ua nomás, ag ua arriba, ag ua abaj o yag ua en medio, porque antes no se ll ov ía só lo de arriba para abaj o, s in o q ue ll ov ía tambi é n para los lados y e n veces has ta de abaj o para arri ba se ll ovía. O sea q ue todo era relaj o y acaso se podía se mbrar, cazar o arreg larl e a las champas el tec ho de zacatón o las paredes de varill a y lodo. Y los di oses todo 10 mi raban, porq ue estos di oses, que e ran los más primeros, los q ue nacieron e l mu ndo, no más se la pasaban pasea nd o y agarrando macabiles en el río y c hu pa ndo caña y en veces tambi én ay uda ban a desgra nar e l maíz para las to rtill as . Así q ue todo 10 miraban estos dioses, los que nac ie ro n e l mundo, los más pri meros . Y se pensaron, pero no rápido se pensaron, sin o que tardaron porq ue no muy li gero era n estos di oses, as í que pasó un bue n rato en que só lo miraro n al ti e mpo pasar dando tumbos por la ti erra y ya des pués que así dil ataron pues e nto nces sí se pensaron. Ya después de q ue se pensaron, porque también se tardaron un rato pensando, los dioses la ll amaron a la Ma má que le ll amaron Ixmuca né, y ahí no más le dijeron : «Oí pues Mamá Ixmucané, este tiempo que se ca mi na por la tierra no se anda bien y nomás se la pasa bri ncando y corri endo y arrastrando y a veces para adelante y a veces para atrás y as í pues de pl ano no se puede se mbrar, y ya mirás que ta mpoco se puede cosechar a gusto y ahí están tri stea ndo los ho mbres y


muj eres y ya mucho bata ll amos para encontrar al maca bil y no está la caña

TRIBUNA HISPANOAMERICANA subcomandante insurgente marcos

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donde la dej amos y nosotros pues te dec im os, no sa be mos qué pe nsás, Ma má Ixmu ca né, pero co mo qu e no está bueno que el tie mpo se ande as í nomás, sin nadi e ni nada que lo ori ente c uánd o y por dónd e se tie ne qué ca min ar y co n qu é paso . As í pensamos, Mamá Ixmucané, no sabe mos qué nos vas a dec ir vos co n este prob lema qu e te dec im os ». La Mamá Ix mu ca né se suspiró durante un buen rato y entonces ya dijo: «No está bien que el ti empo and e así nomás como bUlTo sin mecate, hac iendo sus dest rozos y muc ho estropea ndo a todas estas buenas gentes». -Sí, pues, no está bien -dijeron los dioses. y se esperaron un rato porque sabían bie n

que no había terminado de hab lar la Mamá Ixmucané, sino que apenas empezaba. Por eso, desd e entonces, la s mamás apenas empi eza n a hab larnos cuando pa rece que ya term inaron. Otro rato se estuvo suspirando la Ma má Ix muca né y ento nces sigui ó hab lando : «Al lá arri ba, en el cielo, está pues la cuenta que debe seguir el tiempo y el tiempo sí hace caso si alguie n le está leye ndo y dicien do qué sigue y có mo y cuándo y dónde». -Sí es tá y sí hace caso -dijeron los di oses. Más se suspi ra la Mamá Ixmuca né y por fin dice: «Es toy di spues ta a leerle al ti empo la cuenta para que aprenda a and arse derec ho, pero ya no te ngo bu e nos mi s oj os y acaso pu edo mirar al cielo, no puedo». -No puede - dij eron los dioses. -Vie ra q ue pu edo -dij o la Ma má Ixmuca né. Pa 1uego lo enderezo al ti empo, José Clemente Orozco. Víctima s . Auditorium Universidad de Guada lajara. México.


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pero ahí está que no puedo mirar y leer el cielo, porque no tengo buenos mis ojos. -Mmmh -dijeron los dioses.

-Mmmh -dijo la Mamá Ixmucané. Así tardaron, nomás diciendo «mmmh» los unos y la otra, hasta que por fin los dioses se pensaron otra vez y dijeron: -Mirá vos, Mamá Ixmucané , no sé qué pensás pero nosotros pensamos que está bueno si te traemos el cie lo pacá abajo y pues ya cerqu ita bien que no lo podé is mirar y leer y enderezarle el paso al tiempo.

y la Mamá Ixmucané se suspiró fuerte cuando dijo: «¿ Caso tengo dónde ponerlo al cie lo? No, no, no. ¿No mirás que está ch iquita mi champa? No, no, no. » -No, no , no - d ij eron los dioses.

y otro bue n rato se quedaron con sus «mmmh », «mmmh ». Ya luego se pensaron los dioses otra vez y dijeron : -Mirá vos, Mamá Ixmucané, no sé qué pensás, pero nosotros pensamos que está bueno si lo copi amos lo que está escrito en el cie lo y lo traemos y vos lo copias y ya lo podés leer y así enderezás el paso del tiempo . -Ta bueno -dijo la Mamá Ixmucané. Y sub ieron los dioses y se copiaron en un cuaderno la cuenta que contaba el cie lo y se bajaron otra vez y fueron con el cuaderno a ver a la Mamá Ixmucané y le dijeron: -Mirá vos, Mamá Ixmucané, aquí está pues la cuenta que cuenta el cielo, aquí la apuntamos en este cuaderno pero no va a durar, así que tenés que cop iarl o en otro lado donde dure todo el tiempo la cuenta que endereza el camino del tiempo. -Sí, sí, sí -dijo la Mamá Ixmucané. En mis manos la cop ia la cuenta y yo le enderezo el paso al tiempo para que derecho se camine y no se ande como viejito bolo. Y e n la palma y el dorso de las manos de la Mamá Ixmucané los dioses escribieron la cuenta que en el cielo cuenta para enderezar el camino del ti e mpo, y por eso las mamás sabedoras muchas rayas se llev an en las manos y en ell as leen e l calenda ri o y cu id an así que el tiempo se cam in e derecho y no se olvide la cosech a que la historia siem bra e n la memoria. Se ca ll a el viejo Antonio y la doñ a Juanita repite, viéndose las manos, «v iene e l ag ua a tiempo» . Esto que les cuento fue hace 10 años, una madrugada de mayo. Hoy , en esta madrugada de l 10 de mayo, que remos sa ludar a un grupo de personas que estu-


vieron con nosotros en este encuentro,

TRIBUNA HISPANOAMERICANA

y que han estado con nosotros a un

subcomandante insurgente marcos

cuando no estaban. Estoy hablando de las madres de presos y desaparecidos políticos a qui enes nosotros, sus hijos nuevo s, f e licit a mo s por este 10 d e m ayo . Con e ll as vue l ve Mamá Ixmucané a darnos memori a di gna y a recordarnos la cuenta para cosechar el mañana que la hi stori a sie mbra. Sa lud , pues, a estas madres sabedoras, salud a estas muj e res que nos aseg uran que sie mpre hab rá alguien que no pi erda la me moria .

Hermanos y hermanas: Queremos darles a todos y a todas ustedes las grac ias por habe r venid o hasta acá a encontrarse con nosotros. Durante estos días he mos podido reco nst ruir e l rompecabezas que es la Consulta por e l Reco nocimi ento de los Derechos de los Pueblos Indios y por e l fi n de la Guerra de Extermini o. Con todas las piezas que ustedes han traído y con las q ue ya teníamos nosotros, tenemos ya todos, usted es y nosotros, un a idea aprox im ada de la figura que tiene este mov imi ento que, hace fa lta repetirl o, no ha terminado. Pero ya ve n qu e, detrás de l ro mpecabezas de la consulta, hemos e ncontrado otras piezas que nos ay udan a im agi nar otra figura, un a más grande y poderosa,

Diego Rivera. Madre y Niño. Albright-Knox Art. Gall. Búfalo.

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a unqu e s igue oc ulta, a unqu e s igue

subcomandante insurgente marcos

pendi ente la so lución del eni gma . Cuenta e l libro sag rado de l Popal Vuh qu e los más a nti g uos dio ses

hubi eron de res istir los ataq ues y engaños de los grandes señores que go bern aban ge ntes y suelos. Después de un intento de engaño, los dioses envi aron tres rega los a los gran des seño res para que éstos conoc ieran de la fuerza y poder de los dioses . Eran los tres regalos tres hermosas pi eles bell amente pintadas. Una tenía pintado un poderoso ti gre, la otra un águil a ga ll arda y en la tercera eran much as las pinturas de abejorros y av ispas. Los grandes señores se aleg raron de esos regalos y dieron en comprobar si era grande el poder de los dioses a los que que rían sojuzgar, y pusieron entonces, con temor, la piel co n el tigre pintado y vieron que nada pasaba y herm osa en ve rd ad era la pi el co n el tigre pintado. Mucho se alegró el co razón de los señores cuand o vieron que el ti gre pintado nada les hacía y se pensa ron que no es grande el poder de los di oses que querían sojuzgar, y entonces pusieron sob re su cuerpo la seg und a piel, la del águila pintada, y vieron que ningún daño les hacía el ág uil a y mucho lucía la pi el del águila y más contento se puso su corazón y ya se alegraba de que pronto podrían sojuzgar a esos dioses que no eran poderosos porque sus pieles pintadas ningún daño hacía n. Ya sin temor algu no, los señores pusie ron la piel terce ra , la que se adornaba con miles de avispas y abejorros de muchos y va ri ados colores. Y sucedió que en ese momento tu viero n vida los abej orros y las avispas y duro atacaro n a los grandes se ñores y mucho era el dolor que las pi caduras les ca usaban y se rindi eron los grandes seño res ante la sab iduría y el poderío de los dioses. Con lo acordado en este segundo encuentro podremos, eso esperamos todos, ir terminando de pintar la gran piel que este país necesita. Val e. Salud y buen viaje.

Desde las lIIontwlas del sureste mexicano, 10 de mayo de 1999. Texto publicado por CA RA.


NOTICIAS

in:.

c asa de las américas cumple cuarenta años roberto fernández retamar

La Casa de las Améri cas fue creada hace cuarenta años, por ley de 28 de abril de 1959: a pocos meses, pues, del triunfo de la Revo lución Cubana. Y aunque su hi storia no es un mero ep ifenómeno de la coyuntura po líti ca, no puede ser entendida a cabalidad sin relaci onarla con ell a. La medida ini cial que lo puso de mani fiesto fue que la in stitu ción es tu viese reg ida desde el comienzo por la heroína Ha ydee SantamarÍa, quien era un símbolo vivo de la Revo lución Cubana cuando asumi ó la nueva tarea que se le encomendara; y tenía una insólita capacidad para fasc in ar y orga ni za r a hombres y muj eres. Hasta entonces, lo había hecho co n cri aturas en lo ese ncial po lít icas. Ahora, iba a real iza rl o fundamentalmente con esc ritores, arti stas, pensadores. La rec ién nac ida in stitu ció n no brotó (no podía brotar), con todos sus lineamientos trazados. Por el contrari o, fue crec iendo a medid a qu e la reali dad le ex igía. Y la rea lid ad le ex igió pronto y mucho. No hubo que esperar a la ex pulsión de Cuba en 1962 de la OEA y la ruptura de relac iones dipl omáti cas. Cas i desde el triun fo mi s mo de la Revolución en enero de 1959 co menzó la hos tilidad de los Estados Unidos , la cual incluyó un a guerra económi ca que está lejos de haber co ncluido (co mo lo pru e ba la mon s tru osa ley He lm s


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Burton), la usual catarata de calumni as tampoco interru mpida, y agres iones co mo la invasión de abril de 1961. La política de la Casa de las Américas de Haydee no podría ser la del panamericanismo imperialista de los Estados Unidos, impu gnada ya por José M artí, quien había sido proclamado por Fidel desde el primer mo mento autor intelectual de la Revolución; la del Martí que hab ía esc rito «Inj értese en nuestras repúbli cas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúb licas». He ahí la divi sa de la institución que ll eva cuatro décadas de vincul ar en lo espiritual a Cuba, por encima del bloqueo que se le impusiera, con el resto de los países latinoamericanos y caribeños; de difundir planetariamente lo mejor de la cultura de nuestra América, y de acercar entre sí a creadores de muchas partes, quienes con frecuencia han anulado am istades en la Casa. Hay que subrayar la imprescindible colaboración que gran número de intelectuales han prestado a la Casa de las Américas a lo largo de estos años a menudo tan difíci les y siempre requeridos de imagin ació n y audacia. Aunque sería necesario evocar a esos intelectuales, que hoy ya son mill ares, por razones de espacio só lo podré mencionar a unos pocos.


Cua nd o en el propio 1959 se pensó convocar un concurso literario hispano-

LA CASA DE LAS AMÉRICA roberto fernández retamar

americano anual (que al cabo se llamaría Premi o Lit erario Casa de las Américas), se so li citó ayuda a Alejo

Carpenti er. Él accedi ó generosamente, y con su presti gio y sus relaciones hi zo po s ibl e co nfig ur a r un jurado qu e impondría su nivel a los venideros. Al principio, sólo concursaban obras escritas en español por autores hispanoamericanos en los géneros de poesía, novela, cuento, ensayo y teatro. Con el tiempo, se añadieron obras esc ritas en portugués por autores bras il eños, y en inglés y francés por autores caribeños de las áreas respecti vas; se di vidi ó el ensayo (en artístico- literari o e hi stórico-soc ial), se dio acceso en di cho género a latinoamericanistas de cua lqui er país que presentaran sus obras en español, y se sumaron otros géneros, como la literatura para niños y jóvenes y el testimonio: este último fue incorporado por vez primera en certámenes si milares, lo que sin duda contribuyó a su reconocimiento. También se han convocado premios extraordinari os sobre múltipl es cuestiones, o para obras escritas en lenguas indígenas. El Premio Literari o, de seriedad reconocida en los más vari ados medi os, es la más difundida de las tareas de la institución. La neces id ad de publicar las obras premiadas llevó a organ izar la Editori al de la

Amelia Peláez. Mu chachas. Col. R. G. Osuna. WashinglOn.


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DOS JURADOS DEL PREMIO «CASA »

Carl os Fuentes, Miguel Otero Silva, Benjamín Carri ón, Roger Caillois, Mi guel Ánge l Asturias y Alejo Carpemi er

José Lezama, Camilo José Cela, Mario Vargas Llosa, Jai me Sabines y Edmu ndo Aray


Casa, qu e ad emás d e la Colección Premio se diversificarían en coleccio-

LA CASA DE LAS AMÉRICAS roberto fern ández retamar

nes como «Literatura latinoamericana» (c lásicos de nuestras let ras); «La honda » (por lo ge neral, obras más recientes); «Pensamiento de nuestra América»; «Valoración múltiple » ; «Cuadernos Casa» (ensayos varios), y otras, como «Nuestros países». Entre quienes prestaron su co laboración al trazado y el contenido de aquell as coleccio nes (sobre todo Literatura lati noamericana) se contaron los sabios Ezequiel Martínez Estrada , Manuel Galich y Camila Henríquez Ureña. Paralelamente a la editori al, en 1960 empezó a publicarse la revista Casa de las

Américas bajo la dirección de Haydee, quien en 1965 me invitó a asumir dicha dirección. Se comprenderá que, por ser el área de la Casa más cercana a mi corazón, es aquell a de la que puedo hablar con menos distanciamiento. Básteme decir que creo que ha difundido con altura manifestaciones de la nueva narrativa, la nueva poesía, la nueva ensayística, la nueva crítica latinoamericanas y caribeñas, y prestado atención a muy variados países, zonas y temas . La Dirección de Artes Plásticas fue organizada por el gran pintor Mariano Rodríguez, que tras la muerte de Haydee en 1980 sería, hasta su retiro en 1986, \

Presidente de la Casa, y de quien se realizó una hermosa exposición retrospectiva para conmemorar los treinta y nueve años de la in stituc ión. Mariano logró atraer a la Casa a artistas de primera calidad, y abrió uIT' camino que seguiría siendo transitado después de su muerte en 1990. Ha habido cuantiosas exposiciones personales y colectivas, y han sido numerosas las de arte popular procedentes de muchos países del área, y cuyo ejemplo más connotado es el gigantesco Árbol de la Vida donado por Méx ico que corona el tercer piso del edificio principal. Hoy, Artes Plásticas dispones de tres galerías, una de ellas enteramente dedicada al arte popular en las otras se muestran ejemp los de pinturas, esculturas, textiles, grabados, carteles, fotografías. E l conj unto integra la riquísima Colección Arte de Nuestra América. Artes Plásticas ha rea li zado Encuentros de artistas y críticos, convoca a concursos de grabados (para menores de treinta y ci nco años) y ensayos fotográficos, y suele realizar, al socaire de éstos, talleres con maestros de distintos países. La Dirección de Teatro debe su ex istencia a Manuel Galich, quien desbordó lo teatral, pues fue además destacado ensayista, historiador, periodista. En su Guatemala natal había participado aClivamente en el proceso democratizador que se hizo gob iell1o

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LA CASA DE LAS AMÉRICAS roberto fernández retamar

entre 1944 Y 1954. Tras el derrocamiento, auspiciado por los Estados Unidos, de ese gobierno, Galich viviría exiliado hasta su muerte en Cuba en 1984.

Su influencia en la Casa, cuya subdirección ejerció un tiempo, fue muy fuerte. En lo estrictamente teatral, fundó en 1964 la revista Conjunto, que suele publicar en cada número al menos una obra teatral casi siempre inédita. Teatro ha organizado festivales , realiza representaciones, sesiones de teatro leído, encuentros de teatristas, y otorga como premio «El Gallo de La Habana». Haroid Gramatges (que tenía un sólido historial organizativo, por haber estado al frente de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, y que en 1996 recibió el Premio

Iberoamericano de Música Tomás Luis de Victoria) fundó la Dirección de Música. Lo acompañó la estadounidense Estela Bravo, quien se reveló luego como magnífica documentalista fílmica. Ambos tuvieron un papel destacado en la organización en 1967 del Encuentro de la Canción Protesta, que tendría notables repercusiones. Música organiza conciertos (cuyas grabaciones en vivo son conservadas con esmero) y encuentros , edita discos, casettes, el boletín Música, y convoca a un riguroso Premio de Musicología. Al polifacético Mario Benedetti, quien ya había realizado en su Uruguay una obra literaria que crecería hasta hacerlo uno de los principales escritores hi spánicos de estos años, se debe la creac ión del centro de Investigaciones Literarias, el cual de inmediato as umió las responsabilidades del Premio Literario. Pero Mario estuvo lejos de atenerse a lo existente. Por el contrario, creó la colección «Valoración mú ltiple» y diseñó sus primeros títulos; creó asimismo el Archivo de la Palabra, para conservar textos de autores de nuestra América en sus voces: de allí se derivó la colección «Palabra de esta América»; organizó además lecturas, conferencias, cursos. El CIL ha seguido crec iendo de acuerdo con las líneas que trazó: a lo anterior suma ciclos de vídeos , y la publicación Uunto con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba) de la revista Criterios. Nuestro Centro de Estud ios del Caribe contó con la asesoría del barbadiense George Lamming. La independencia obtenida a partir de los años sesenta por gran parte del Caribe de lengua inglesa, y su establecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, contribuyeron a hacer nacer nuestro Centro, el inicial de su género en Cuba, que se propone estudi ar en conjunto, como la unidad cultural que es, el Caribe al que pertenece Cuba y con e l cual tenemos vínculos crecientes. El CEC publica Anales del Caribe en español , inglés y francés; prepara un diccionario enciclopédico de autores del Caribe, otorga el «Premio Maurice Bishop» y organiza cursos, conferencias y paneles.


El Programa de Estudios de la Mujer de

LA CASA .DE LAS AMÉRICAS

la Casa de las Américas nació bajo el

roberto fernández retamar

influjo del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, de El Colegio de México, entonces bajo la conducción de Elena Urrutia. Organiza encuentros sobre temas relacionados con la mujer en nuestra América, y reúne en volúmenes las intervenciones en dichos encuentros, así como antologías de producción textual femenina. La Casa cuenta con una Biblioteca especializada en la América Latina y el Caribe, que posee cerca de cien mil volúmenes y quince mil revistas, obtenidos en su gran mayoría gracias a una activa labor de Canje y a la generosidad de editores, instituciones, amigas y amigos . Publica bibliografías, realiza exposiciones de publicaciones y organiza lecturas, conferencias y paneles. La Casa cuenta obligadamente con Direcciones y Departamentos otros: Prensa y Divulgación, Relaciones Internacionales, Económico, Administración, Servicio ... Y, sobre todo, cuenta con un equipo de trabajo imprescindible cuya labor no siempre está a la vista, según la clásica imagen del iceberg. Al intentar hacer un balance de la tarea de la Casa, estoy materialmente obligado a pasar mucho por alto. Pero no puedo dejar de mencionar talleres como el que tempranamente organizó Juan José Arreola sobre narrativa; encuentros como los dos realizados por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América, uno sobre estudios literarios, o los centrados en tomo a Darío, Casal, Vallejo, la revista Orígenes, Mariátegui o Sarduy; nuestra voluntad de defender lo que consideramos la verdad y la variedad (por eso no aceptamos nunca estrecheces como la del realismo socialista, que el propio Che desencuadernó). Hemos querido que nuestra América se haga sentir entera en la Casa: de ahí que nos hayamos movido hacia distintas lenguas, áreas, temas; y que la Casa se haga sentir en la América Latina y el Caribe, en el resto del mundo, donde es frecuente . la presencia de nuestros integrantes. Y nunca pensamos que en los locales de la Casa, por crecientes que fueran, se agotaba nuestra responsabilidad. Del encuentro de la Canción Protesta nacieron en Cuba la Nueva Trova, y quizá Nuevas Trovas en el resto de América; de los Festivales de Teatro y Música, y del Encuentro sobre Estudios Literarios, otros; de los Encuentros de Plástica, hechos como Telarte; de la colección «Literatura latinoamericana» derivó algunos estímulos la superior Biblioteca Ayacucho; y de las valoraciones múltiples, empresas similares. También el diseño gráfico de la Casa marcó derroteros.


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LA CASA DE LAS AMÉRICAS

La Casa cuenta hoy con varios edifi-

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cios. Algun os de sus loca les ll evan nombres de desaparecidos vinculados a nosotros : Sala Che Gueva ra, Galería

Haydee Santa maría, Sala Manuel Galich, Galería Mari ano. Cuando la Casa cumpli ó treinta años, se establ eci ó la Medalll a Haydee Santamaría, que desde entonces se ha estado otorgando a personalidades y a instituciones. Además, para ordenar lo que es ya su ampl io pasado, la Casa trabaja su riquísimo Fondo Documental. Pero seguramente lo más señalado de la Casa sea su contribución al reconoc imiento intern ac ional que desde hace años han recibido, en primer lugar, la literatura, pero igualmente, en di verso grado, otras expresiones de nuestra América. No era así, ciertamente, cuando la Casa surgió, en 1959. Ell o, en lo fund amental, debe remitirse al acontec imi ento que hi zo posi bl e a la propi a Casa. Refiriéndose a los Estados Unidos, su país (y la observación es válida para muchos otros), escri bió en 1982 el investigador y profesor de la Uni versidad de Pittsburgh John Beverley: «Fue la Revolución Cubana la que di o origen al gran incremento de estudi os latinoamericanos en la década de 1960 y pri ncipi os de la de 1970. «La literatu ra latin omericana, que cuando ya era aún estudi ante se consideraba como la última de las li teraturas en idioma extranj ero, tiene hoy un prestigio y una influencia excepcionales[ ... ]». Sin exagerar su papel, la Casa ha tenido algo que ver con esto. No seré yo quien lo procla me. Dos años antes de escribir Beverley esas palabras , al dejar inauguradas las labores de nuestro Premi o Literario correspondiente a 1980, había dicho Julio Cortázar que en la dec isión de la Revolución Cubana «de dar al máx imo, de proyectarse más all á de la órbita local como la úni ca manera de encontrarse auténticamente consigo mi sma, la labor de la Casa de las Américas asume una significaci ón que ningún elog io podría abarcar, y que sobrepasa largamente su breve vida institucional. //[ ... ]. En estos úl timos años la irradiac ión cultural de la Casa se ha visto mul tipl icada por muchas razones, que sólo mencionaré parc ialmente. En primer lugar, sus publicaciones y acti vidades han ocupado un lugar permanente y muy importante en todos los centros de recepción de cul tura del mundo, incluso en algunos cuya línea ideológ ica dista de ser la de Cuba pero que ya no pueden ignorar la calidad y la validez de la producción intelectual y artística que la Casa vincula y estimul a».


TRIBUNA HISPANOAMERICANA ~

n congreso, un homenaje, un premio victorino polo

UN CONGRESO, UN HOMENAJE, UN PREMIO La Tribuna Hispanoamericana se congratula de reunir para esta ocasión tres nombres importantes de nuestro pequeño grande mundo: un profesor, el catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense, Luis Sainz de Medrano, y dos de los más excelentes escritores de allá, tall distintos ellos y tan complem entarios: el uruguayo Mario B enedetti y el cubano Guillermo Cabrera Infante, que aúnan la poesía y la narración de manera impecable.

UN CONGRESO DESDE CUBA En el número anterior de la Revista quedaba constancia del Pre mi o Cervantes concedido a Guillermo Cabre ra Infa nte, que iniciaría la saga de congresos con Don Quij ote al fo ndo y perspectiva hi spanoameri cana. Hoy viene a es tas pági nas, por secuencia natural, la cróni ca de lo que acontec ió en torno a los tristes tigres y otras alegrías cubanas, en el marco de nuestra viva literatura cada vez más puj ante. Como se recuerda, en aquella tarde del diciembre madril eño se gestó el proyecto amb ic ioso : anu alme nte los pre mi ados vendrían a M urcia, donde la Cáted ra de Literatura Hi spanoamericana organi zaría un congreso, un encuentro en el q ue estudiosos y espec iali stas aportasen la palabra intelectual y creativa que nos acercara


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más y mejor al autor correspondiente. La idea la apadrinó de inmediato y con

vlctormo po o

generosidad el Ministerio de Cultura a través de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas. El proyecto se hizo realidad . En la primavera del 99 , Los Cervantes en la Universidad fragu aron en un Congreso Internacional en torno a la figura y la obra

de Guillermo Cabrera Infante, abriendo un arco iris que se apoya en dos pilares fundamentales: el mundo cervantino y el mundo cubano. Y a su sesgo y través, fueron apareciendo los capítulos pertinentes para matizar el cuadro, centrado casi todo en el siglo XX, tan próximo y tan problemático a la vez. Se analizó la novela hispán ica y la novela cubana en esta centuria, para enfocar la figura humana y literaria del autor de La Habana para un Infante Difunto, que proyectó luz sobre su prosa narrativa y las relaciones cine-literatura, tan peculiares y fecundas . El Congreso se estructuró al modo tradicional : ponencias y conferencias, en sesiones de mañana y tarde, fueron atentamente seguidas por más de trescientos congresistas. Nombres rotundos en nuestro territorio. El francés Claude Couffon, el argentino Saúl Yurkievich. Los profesores españoles Estanislao Ramón Trives, Benito Varela Jácome, Luis Sainz de Medrano, Trinidad Barrera, la mexicana Beatriz Bernal, la cubana Nivia Montenegro. Escritores, como Mauricio Wacquez. Críticos de cine, como Eutiquiano Rodríguez Marchante. Y, por no alargar la nómina, sólo dejaremos el eco numeroso de amigos de dulces acentos lejanos de rasgos exóticos, de nombres evocadores e inusuales por estos pagos. Que de todas partes vinieron - Colombia, México, Perú, Alemania, Estados Unidos, Italia, Costa Rica y Cuba-

y esta tierra acogedora les recibió con cielo azul radiante y

perfume de azahar en las plazuelas . Cada día, cuando caía la tarde y haciendo honor al marbete diálogos Cervantinos, un amplio coloquio para debatir cuestiones que, siendo literarias, permitían abrir un poco más el arco de Ulises, tan tenso, tan proyectivo y creador. Conviene recordar, también, las pequeñas anécdotas ocurridas, aquellas que enriquecen y dan calor humano al evento. Todo fue poliédrico, multicolor, vivo. Desde el discurso justo y medido del presidente de la Comunidad Autónoma al inaugurar el Congreso, hasta la conversación ágil, chispeante, de un Cabrera entrañable con los alumnos colaboradores de la Cátedra cuando juntos tomaban un café. Mientras la inefable Miriam Gómez, esposa y ángel tutel ar de Guillermo Cabrera Infante, no olvidó ni una sola de sus visitas y recorridos tradicionales: contempló -como siempre- el gigantesco ficus de la Plaza de Santo Domingo, el que trajeron de América en el siglo XVIII, y rodeada de palomas repetía «¡qué hermosu-


ra!», con el tono asombrado de la pri-

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mera vez. Compró los cigarros cubanos

victorino polo

para Guillermo en el estanco habitual , buscó regalos para hij as, cintillos para nietas, y ropa para Guillermo del diseñador español que más le gusta. «Es que esto en Londres es carísimo», decía con gesto de complicidad. Este recorrer pl azas, calles, comercios, con la naturalidad de quien se sabe en su casa, resultaba conmovedor. Yo siempre creí que Guillermo viaj aría a Murcia al Congreso, a su Congreso. Pero pocos más lo creían. Meses atrás, por motivo de salud que le obligaban a reposo absoluto, había cancelado todos y cada uno de los compromisos adquiridos, incluida la brill ante e ntrega del Premio Cervantes e n el incomparab le marco de la Universidad de Alcalá. Nosotros, ni más ni menos, teníamos sus palabras: «iré a Murcia una semana entera. ¿Cuándo me envían los bill etes?» . A su tiempo, el cabello blanco de Guillermo, la sonrisa jovial de Miriam, disiparon las dudas que yo nunca tuve. Los ponentes, sobre todo los de allende los mares, no repetirán más la pregunta entre impaciente y esperanzada «¿pero cierto que vendrá Cabrera?». Y el eco de lo que sentenció Abel Posse hace tanto tiempo ya: «La comunidad intelectual iberoamericana sabe que tiene en Murcia su lugar"de encuentro». E l Congreso fue todo lo esperado y mucho más. Porque a su cierre, y como anuncio del próximo, acudió el último Premio Cervantes, el poeta españo l José Hierro. Si dudosa era la ve nid a de C. Infante , qué decir de la de Hierro. «He llegado a Murcia con una botella de oxígeno .. . , y veía e l paisaje de a ire puro ... , yeso me divertía mucho porque no tengo e l menor espír itu trág ico quizá por pudor». Resi stió el viaje, y leyó versos en un salón abarrotado de gentes desbordadas contra toda norma por pasi 1I 0s, por esca leras. Aquell o fue un a locura inolvidable. Fue la magia de la palabra estética, la magia de la pa labra sentid a que se tran sforma en gesto


contenido y aflora e n lág rima. Jos é

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Hi erro abandonó por unos minutos la mesa de lectura, incontenible la emoción, mientras los aplausos no cesaban ni ante el gesto de mis manos (creo que, por una vez, me sati sfizo ser desobedec ido). Aplausos que arreciaron c uando, ya finalizando la lectura de poemas , se recortó al fondo de la sala la figura de Cabrera Infante. Luego se dieron la mano el cubano anticastri sta, que dice de sí mi smo «soy un reaccion ario de izquierdas», y el español que se reconoce de izquierdas, pero que «nunca he militado en ningún partido». Dos figuras antagónicas, dos autores tan distintos, tan distantes, compartieron fotos, aplausos, emoción, afecto. Había anochecido. Recordaba la expresión si ncera y definitoria de la alumna que decía «tengo la piel emocionada», y los poemas de José Hierro «En son de despedida», los que dicen «Nadie pudo, ni puede ni podrá por los siglos de los siglos/ alTebatarme tanta felicidad». Y es que la vida sin palabras resultaría inimagi nabl e, por lo inhumano y degradante. Aquellas «palabras, palabras, palabras», de Hamlet, permiten la duda y cierto pesimismo. Pero será verdad , sie mpre, que te rmin amos viviendo por y para las palabras, cuya pronunciación, estudio y lectura concita los caminos de la perfección a la que inev itablemente tendemos. Hablar, leer, literatura y vida. Nada más, pero también nada menos: Así habrá de producirse, si así nos parece a todos . Para realizar, sin ir más lejos la pretensión del demiurgo famoso: «El hom bre en el sueño y en la vigili a, consideraba las respuestas de sus fantasmas, no se dejaba embaucar por los impostores, ad ivinaba en ciertas perplejidades una inteligencia reciente. Buscaba un alma que mereciera participar en el universo».

PREMIO PARA BENEDETTI El Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana es un a referencia obligada en el ancho mundo de nuestras Letras, por múltiples razones que sería prolijo enumerar, incl uida la esplénd ida nómi na de lo ganadores -de aquende y allende los mares, como conviene a nuestra lengua y a nuestro patrimonio cultural-

desde su crea-

ción no hace muchos años. En la presente edic ión, el prestigio del Premio aumenta, se enriquece en grado sumo al incluir el nombre ex imio del escritor uruguayo. Porque Mario Be nedetti es uno de los mejores escritores en lengua castell ana de este siglo, por la dobl e vía de la narración y la poesía. De manera que el jurado múltiple y entendido que decidió concederl e el Premio acertó plenamente, incluso si algú n descarriado erró en su


discusión polémica. El Premio Reina

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Sofía y la obra de Mario Benedetti

victorino polo

constituyen el haz y el envés de una misma hoja, inseparable y a la altura total de las circunstancias. Como siempre que sucede un acontecimiento de esta naturaleza, quienes nos hallamos vinculados a la literatura de la otra orilla experimentamos el gozo y el placer de lo propio, cercano y personal. Para la Cátedra de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Murcia, la alegría es mayor, si cabe, por las vinculaciones amistosas y de todo orden profesional establecidas con el autor de La tregua, esa novela extraordinaria que lleva ya cerca de doscientas ediciones y aún le aguarda larga vida: sus valores literarios y humanos así lo hacen esperar. Le llega a Mario Benedetti su primer galardón español casi a los ochenta años de edad. Demasiada tardanza cicatera para el poeta que más y mejor conecta, desde siempre, con los jóvenes. Es una conexión, mágica, sincera, que se repite una y otra vez. Porque acontece que Mario Benedetti es uno de los habituales visitantes de nuestra tieITa y nuestras calles y nuestras aulas, desde que el año de gracia de 1992 tuvo la gentileza de venir por primera vez, para ofrecer un recital memorable ante cientos de personas que lo escucharon conmovidas y llenas de convicción. Después, ha venido todos los años. Y continuará las visitas siempre que él así lo apetezca, pues que nosotros estaremos dispuestos siempre con el corazón de par en par: a tal punto sus versos y sus tersas páginas en prosa penetran la sensibilidad hasta el hondón del alma, porque le brotan del corazón, pasan por los tamices perfeccionadores del cerebro y jamás olvidan la máxima del viejo poeta latino: «Horno sum, humani nihil a me alienum puto». Que tal pudiera ser a no dudarlo, la leyenda personal de su vida y de su obra.

y no por repetida deja de asombrar su comunicación cálida, cercana y plena de autenticidad con los jóvenes. Los que investigan su obra se decantan, generalmente, por la narrativa. El cuento, la novela, forman el eje de trabajos innumerables , que culminarán


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en tesinas y tesis doctorales. Pero los

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que

llenan

hasta

la

bandera

Paraninfos, salones de actos o cualquier otro lug ar idóneo, los jóvenes para los que nunca hay aforo suficiente, son los que quieren escuchar sus versos, porque saben o presienten que Benedetti es poeta por sobre todas las cosas, «Siempre he alternado los distintos géneros de forma casi simultánea, aunque la poesía ha sido el más importante para mí». Esta comunión de · ideas, de sentimientos, se repite anualmente en Murcia y siento el orgullo profundo de propiciar la ocasión. Son jóvenes de ideologías e inquietudes diversas, pero todos, sin excepción, captan lo que de verdad, de autenticidad, rebosa la palabra poética de Mario Benedetti. Lo dijo hace bastantes años otro gran escritor hispanoamericano, Gabriel García Márquez, refiriéndose a la misión de los nuevos escritores: «Es preciso un escribir bien y un escribir consecuente». Mario Bendetti lo cumple al pie de la letra. Por eso es un gran escritor. Yo me vanaglorio de su amistad. Y, con toda ,la cordialidad del mundo, le obligo a trabajar para estos jóvenes que siempre encuentran en él un modelo y un ejemplo canónico. Hace pocos meses nos regaló un recital tumultuario, con centenares de protestas amables por no haber podido entrar en el aula grande que lo acogía. Dentro de poco, en El Escorial, será la estrella del curso que allí dirijo una vez más. Con éxito seguro, que a tal escritor y hombre corresponden tales y tan numerosos lectores, que lo siguen allá donde vaya. Siempre me gusta recomendar libros, pues que el mejor homenaje rendido a los escritores consiste en leer sus obras. Rememoro tres para la tarea. La novela citada más arriba, cualquier antología poética de las varias publicadas y una colección de cuentos, la que primero llegue a las manos, que nunca defraudarán sus textos. Y allá nos vemos todos con una nota encomiable para la memoria: «Esto es un libro. Quien hojea sus páginas, toca un hombre».

LOS AÑOS JUBILARES El profesor Luis Sainz de Medrano es Catedrático de Literatura Hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, donde ha desarrollado toda su carrera profesional, lo que dice mucho a favor de él mismo y de la universidad donde ha rendido sus mejores frutos y desde la que ha impartido doctrina, sabiduría y buen hacer general a generaciones de alumnos, dentro y fuera de los límites geográficos de la ciudad.


Es uno de los mejores especialistas en

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Literatura Hispánica, conoce muy bien

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Hispanoamérica y, con el paso lento y agridulce de los años, ha llegado ha convertirse en maestro de no pocos discípulos que le siguen y admiran, de manera que sus trazas metodológicas, de investigación y docencia no habrán sido en vano, sino todo lo contrario: la continuidad con variantes está plenamente asegurada y los caminos por él roturados continuarán con nuevos periplos y singladuras. Además de todo ello, yo soy y me siento muy amigo suyo, amistad que se ha ido decantando a lo largo del tiempo, desde unos orígenes duros e inciertos -provengo de la Literatura Española en la universidad, espinoso campo que se me pierde en la lejanía de la memoria, y la Literatura Hispanoamericana, por aquel entonces, apenas era una reliquia en la mayoría de las universidades españolas- hasta el presente aceptable, si no esperanzador, en el que vivimos. Han pasado muchos lustros y ha transcurrido abundante agua bajo los puentes de todos los ríos, de manera que a la vista de hoy, algunas cosas han sucedido que nos compensan a los que peinamos canas y andamos cercanos a la retirada estratégica. El profesor Sainz de Medrano accederá, dentro de unos meses, a la edad jubilar, así llamada entiendo que sin eufemismo, pues que los tales años aún prometen óptimos frutos, pero la tranquilidad y el reconocimiento propician circunstancias más favorables para el trabajo y para la vida. Si así no fuere por algunas circunstancias imprevistas, no será culpa del legislador ni del jubilado. Aportaré dos pequeñas anécdotas en este sentido. Mi padre, que fue maestro de Enseñanza Primaria durante toda su vida -extraordinario ejemplo y canónica encarnación del maestro sin adjetivos- vivió más de quince años jubilares en plenitud de todas sus facultades, incrementadas por el tiempo en libertad, los alumnos reconocedores, los adecuados frutos y la alegría notoria de vivir más y mejor, privilegio ganado durante tantos años de trabajo y sacrificio personal. Por otra parte, tenía yo un amigo de ochenta años, cuyos familiares cercanos expresaban su preocupación porque el personaje se había dado a la molicie y abandonado, en parte, las obligaciones laborales jubilares. Su esposa lo expresaba con inquietud: «De seguir así, iqué va a ser de la carrera de este hombre! ». Ambos ejemplos hablan por sí solos y no abundaré más en el asunto. Lo cierto es que se acerca la edad de la jubilación al profesor Sainz de Medrano, cuya lucidez y plenitud de vida y trabajo se encuentran a la vista de todos. Por

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tanto, le llegará en las mejores circuns-

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tancias posibles. Y ello nos produce alegría a todos los que nos hallamos cercanos en sus afectos.

Su curriculum vitae es amplísimo y no voy a caer en la desatención de la referencia histórica: tiempos vendrán que harán propicia su reseña. Tan sólo citaré algunas de sus recientes manifestaciones, que ponen de manifiesto la plenitud a la que aludo. En el mes de marzo pasado, por ejemplo, inauguró el coloquio sobre Pablo Neruda en Alicante. Un poco antes clausuró el encuentro Borges y su herencia literaria, en la Universidad de Valladolid. Y en el mes de abril, en el ámbito de su propia Universidad, clausuró el congreso sobre Octavio Paz, que se convirtió en homenaje propio, compartido con el profesor Giusseppe Bellini, lo que significa un buen centro de atención y punto de partida, que facilitan y propician estas breves reflexiones y recuerdos, así como se convierten en plataforma para la propuesta que a continuación expongo, justo para celebrar la frontera entre su vida profesional oficial activa y aquella que comenzará con la jubilación. Suele ser norma aceptada en nuestros ambientes universitarios ofrecer una comida de hermandad al jubilado, ocasión que se aprovecha para entregarle un --en general y sálvense todas las excepciones- pesado libro de estudios que casi nadie lee, pero ni siquiera recomienda para su lectura. Yeso está muy bien. Pero mi experiencia de organizador, manifacero, presentador y otros menesteres en este campo, me dice que podría mejorarse el invento. En cualquier caso, el profesor Sainz de Medrano lo merece de todas todas ; como decíamos antes los muchachos. Por tanto, yo me sumaré a cuantos homenajes se le tributen. Y se me ocurre que la universidad -no sólo la madrileña, sino la española y latinoamericana- debiera organizarle un hermoso, amplio y no únicamente académico homenaje, que incluyera lo tradicional perfeccionado. Un encuentro humano festivo, multitudinario, en tomo a mesa y manteles, como final de un proceso. Un Congreso adecuado, numeroso, que abarcara un gran tema central literario, la trayectoria profesional pormenorizada del profesor, así como su impronta humana, tres aspectos importantes y destacables. Y al cabo, un abultado volumen que sería objeto de consulta por los especialistas y estudiosos, amén de compendio y plasmación de la humanidad y el humanismo que caracterizan siempre a los buenos profesores: Luis Sainz de Medrano lo es de manera cabal. AquÍ termino. Esta es mi amistosa y sincera salutación del optimista. Y cambiando de sentido, traeré a colación el verso de Pablo Neruda: «Bueno, pues, llegaron otros». Otros deben llegar, los que han estado más cercanos al profesor, para montar el trabajo pertinente. Y si así lo estiman, me tendrán a su completa disposición .


l.IBROS l.IBROS l.IBROS l.IBROS l.IBROS J. M. Caballero Bonald - Antonio Pereira Félix Grande - Rafael Pérez Estrada Concha Zardoya - Suzan Samanci Alonso Zamora Vicente



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j osé

José M allu el Caball ero Bonald nació el aíio 1926 en la ciudad de Je rez de la Frontera. Fue p rof esor, entre otros lugares de la Uni ve rs idad Nac iona l de Co lom bia y trabaj ó e n el Se m inario de Lex ic og rafía d e la Real Academia Esp aíi ola. Entre otros premios, ha obt enido, en poesía, el Platero y el Boscán, en novela el Biblioteca Breve, Ateneo y Pla za y Jan és. Junt o al de la Crítica y e l Pablo 19 l esia s d e Literatura, obtu vo el Premio de Andalucía de las Letras. Rec ientemente han aparec ido dos libros de Caballero Bonald: El Diario de Argónid a, p oemas, 1997 y Copias del natural, 1999 qu e reúne textos publicados en periódicos y revistas durant e los últim os c uar e nta aíi os , en tre otras en REPÚBLICA DE LA S LETRAS. Ofrece mos tres p oe ma s d el libro Diario de Argónida y unos fra gmentos del último libro del auto r andaluz.

3 Poemas de DIARIO DE ARGÓNIDA DE LA PRENSA

Corre n ti empos de atroces in ve ntari os, de expoli os te nebrosos, de mugres deportiv as y de predicadores

Otra indi gna emboscada de los secu aces subsiguientes, otra trampa ruin de la cultura, asedi an al incauto.

Profetas, amanu enses, monitores, res tabl ecen de nue vo co n in sidi as, con sañas, con patrañas los lógrebos congresos de gregari os. ¡Tanto estupor ya preterido y otra vez resurg iendo e ntre las mi smas depl orabl es monsergas !

Sólo el que se arriesga a no esca par podrá escapar a tie mpo del pe li gro.


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LIBROS josé manuel caballero bonald

BIOBIBLIOGRAFÍA Cuando busco al que fui, qué hacinamiento de vacilaciones, ati sbos, pi stas falsas, presag ios, averías de la memori a, ardiges neutral izados por la incertidumbre. A veces soy alguno de esos esquivos personaj es que repentin amente me suplantan, y a veces sólo soy como un antecesor del que nunca seré o acaso ese incon stante bu scador de respuestas que acaba siempre defraudado por la futilidad de sus pesquisas. Sin embargo, mi hi storia perso nal poco tiene que ver con esa historia : también yo soy aquel que nunca escribe nada si no es en leg ítima defensa. SENTENCIA Y DESPEDIDA Si me quedara a solas con lo que ya se ha ido , ¿cómo iba a poder salir inde mne de esas desavenenc ias con mi propi o deseo? Los cuerpos ju veni les que la fe licidad entre laza e n la sombra, ren corosos emblemas curti dos por un sol con visos cegadores, ¿vendrán una vez más a lle narme el j ardín de in soportab les remedos del placer, in cómodas efigies de un ti empo ya cubierto de hojarascas? Mientras ll ega la noche, los anhe los también como la lu z se van ate nuando. Todo se va atenu ando, hasta la actividad de esos cuerpos remotos que jadean bajo la sombra azul de los cipreses. Redundante codicia del deseo: vuelvo a quedarme a so las con lo que ya se ha ido.


LIBROS josé manuel caballero bonald

Fragmentos de COPIAS A L NATURAL Para un andaluz de la baj a Andalucía, como es mi caso, más o menos adscrito a los remanentes de fas cin ación del mundo árabe, ll egar a la orill a mediterránea de Áfri ca ti ene algo de excursión al pasado. Comprendo que la idea es un poco ridícula, pero no se me ocurre ninguna más discreta. Yo he crecido pasea ndo por call ej as donde estuvie ron los ára bes más tiempo del que hace que los echaro n, oyendo a gentes que habl an co mo si rec itaran en alj amía, as imil ando de algún tangenc ial modo los brev iari os culturales de beréberes , sirios , persas. Cierto que las suces ivas ex pul siones y repobl ac iones hi stóri cas, amén de otras sistemáti cas tropelías a cuenta de la úni ca fe verdadera, lograron extirpar por dec reto un a civ il ización que - como nadi e ignora- había ll egado a ser paradi gma de Occ idente. Pero no todo sucumbi ó baj o tantas fa náti cas depredac iones. Por ej empl o, el hec ho de que algui en - yo mi smo- lo recuerde ahora. C uando yo vivía en el extremo sur penin sul ar, saltar a la orill a magrebí e ra como ir a pasar el día a un puebl o serrano. Algo así. No se descubría nada nuevo, sino que se reconoc ían mu chos aires co munes, con perdón por la credulidad. Las medinas in sondabl es de Tetuán o Fez, los rincones domésticos de C hauen o de Asilah , eran - son- grad ualmente simétricos a los de mi contorno prov inciano: Arcos o Zahara, Vej er o B e namaho ma, Ubriqu e o Benaocaz, Alca lá de los Gazu les o Medin aSidoni a. Pero ahora, mi entras salía del aeropuerto de Túnez-Cm·tago con rumbo a la ave nida de Habib Burguiba, noté algo parec id o a lo qu e ya había ex perimentado hace años en otros recodos mag rebíes: en Tánger, en Casab lanca , en Argel. Era un a especie de subrepti cia incomodidad, un a desavenencia afectiva más bien, atribui ble, sin duda, al hec ho de que el paisaj e urb ano que atravesaba no se distin gu iera en abso luto del de una ciudad europea asomada al Med iterráneo. A lo que cabría añadir la nada amena ev idencia de que el do mini o arrogante de l fra ncés alcanzara cotas por lo menos in te mpestivas. Saberl o de antemano no mermaba la extrañeza. Y nad ie ignora que la primera impres ión que nos sumini stra un a ciu dad suele ser la más inconsistente, pero tambi én la más perseverante.

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Basta co n ec har un a oj eada al mapa hi stórico de Anda lu cía para comprobar que ni sus remotos pob ladores ni sus suces ivos co lonizadores fueron los mismos en di s-

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tintas latitudes meridionales. Sin necesidad de remontarse a otros más antijosé manuel caballero bonald guos asentamientos, recuérdese que la romanización y la arabización en ningún caso se desarrolló de idéntica manera ni con la misma intensidad en según qué demarcaciones andaluzas. La división de la Hispania romana fija la provincia senatorial de la Bética en la zona occidental , mientras que la oriental forma parte de la Cartaginense o la Tarraconense, unas fronteras que coinciden con las que mantuvo la España visigoda en sus provincias eclesiásticas. Incluso durante la dominación musulmana, el oriente de alAndalus -el reino nazarí de Granada- tardó casi dos siglos y medio más que el occidente en caer en poder de los cristianos. Resulta innegable además que, a partir de la unificación católica, las diversas expulsiol)es de moros y moriscos y las repoblaciones de esas comarcas anda luzas por parte de no andaluces -castellanos, leo neses, gallegos- se ajustaron a muy diferentes intolerancias y objetivos. Un nuevo mestizaje rac ial , por cierto, que constituiría -como de rechazo- una decisiva aportación a la paulatina forja de esa otra resultante mestiza que tiende a identificarse con la llamada cultura andaluza. La única manifiesta ali anza que ha unido -que une- a los andaluces es que se sienten fervorosamente paisanos, no ya porque así lo establezcan los límites admi nisrativos , sino porque, a partir de ahí, han ido acostumbrándose a fusionar sus respectivos sentimientos de integración regionalista. Es decir, porque se consideran más o menos copartícipes de una idéntica empresa vital. Yeso hay que entenderlo, a todos los efectos, en sus más sutiles variantes, pues la noción integral de autonomía arranca de esas precisas coyunturas. Parece evidente, por tanto, que el concepto de Andalucía supone hoy una voluntad autoafirmativa y la ratificación de una cultura que viene a ser como el producto final del cruce de otras ilustres culturas. También por ahí entramos en el prolijo terreno de las hipótesis. Sin duda que esta cuestión - la de las herencias culturales- es siempre un poco abstracta y suele basarse en argumentos más bien literarios. Afirmar que el temperamento y los hábitos del andaluz son una consecuencia de los hábitos y el temperamento de sus antepasados hi stóricos resulta de una credulidad por los menos irreflexiva. En realidad, lo que debería englobarse en el concepto de cultura andaluza no tendría que ceñirse a ningún matiz restrictivo, sino a una abarcadora combinación de matices, a ese mestizaje antes citado que -como sue le ocurrir con todo mestizaje- propició el máximo logro civilizador de nuestra historia social. De la misma forma que somos la resultante mestiza de una consecutiva fusión étnica (fenicios, griegos, y romanos; celtas, bizantinos y visigodos; judíos, moros y cristianos), nuestra cultura también lo es . Lo multirracial generó afortunadamente lo multicultural. Una larga y compleja decantación de influjos va constituyendo, aunque sea en términos idealistas, lo que podría ser el subsustrato, el germen de nuestra íntima condición humana, de nuestro sincretismo cultural. y, en cierto modo, del aventurado concepto de andalucismo.

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LIBROS antonio pereira

En el prólogo a la presente selecc ión personal de relatos, ofrece un pequeño decálogo para cuenti stas, que reproducimos. l. L o primero es tener un a historia qu e contar. Sin esto, nada.

2. Hay que profundi zar en ell a, que no se quede en anécdota, chascarrill o, ocurrenci a.

De Antonio Pereira ha dic ho el escritor Julio Llamazares que es el mejor narrador oral y autor de relatos breves posiblemente de este país. Y Manuel Tale/u: «es el contado r de historias más grande que ha dado este país en el último cuarto de siglo ... El lenguaje, que combina lo culto con lo popular, serpentea por los terrenos de la oralidad, rezuma unas veces socarronería, otras un erotismo sutil y vaporoso y otras, por fin , sorprende al lector con inclusiones repentina s de algún desplante que desencadena la carcajada». Nacido en Villafranca del Bierzo, recibió, entre otros premios, el Leopoldo Alas, el Fastenrath y el Torrente Ballester ...

En el prese nte vo lum en, recoge sus relatos preferidos.

3. Extender la hi stori a mi entras no peli gre el sagrado efecto únic o. (Poe) . Se puede nutrir la hi storia, pero no hincharl a. 4. Cuidar el comienzo, entrando rápido en el tema. El final sabe cuidarse solo. 5. Que siempre haya expectativa. iAl go va a ocurrir! 6. Si dudas entre dos palabras , eli ge la más clara. Si hay empate, quédate con la menos prestigi osa. 7. Explotar la voz imaginada del narrador, un cuento es la ficción de una voz. 8. El narrador no lo sa be todo, conviene fingir dudas , a lo Cunqueiro: «Pidió una de las famo sas sopas hanseáticas, una sopa de nueces , por ejemplo, o el rabo de buey ... ». 9. El noveli sta puede ser altanero. El cuentista debe ser cordia l y ami stoso. 10. Debe serlo inclu so cuando escribe prólogos .

A . P. Madrid , otoño de 1998

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CUENTO EN LA ESCUELA DE LAS LETRAS «Queridos colegas» (se dirigió a los profesores), «señoras y señores alumnos» (pues a la Escuela o Taller de Letras acudimos los jubilados del Cuerpo diplomático, señoras de Madrid con mucho tiempo libre, niñas céntricas que se han cansado de picotear en la decoración y los idiomas), «un cuento es una salida rápida para dar un golpe de mano y recuerden que en las primeras líneas hay que estar metidos en acción». Era la figura invitada. Sabíamos que no daba lecciones convencionales y que sin apenas darnos cuenta le estaríamos oyendo un a de sus fabulaciones del noroeste. Ni siquiera hizo una pausa: «Ya no quedan vi ajantes de comerc io con los que puedas hablar si sigues apegado al tren, por eso me alegró coincidir con un fraile redentorista que era lo más parecido a un viajante. Llevaba un portafolios de plástico negro, como negro con brillos era el pantalón , y un grueso jersey gris, y en el jersey un crucifijo discreto. »EI viaje podía hacerse largo. Hay que aprovechar estos encuentros, quizá ustedes no viajan en tren o en autobús de línea, es lástima, siempre puede caernos un relato aprovechab le. »EI redentori sta, o mercedario , mejor vamos a poner mercedario, debía de ser un liberado de su congregación, vivía rebajado de todo servicio que no fuera el de los sermones . Sacó de l portafolios unas pastillas de chocolate, se las com ió a secas diciendo que no había desayuno. »-Cuando uno es predicador y viaja- se confiaba el fraile, -da gusto llegar a un sitio donde tienes casa de orden. Suele ocurrir que los residentes de pie quieto no tengan mucho mundo, pero son acogedores con el hermano viajero. Servidor va ahora a una de esas casas , la mejor situada para los transbordos, que es en la comarca de Lemos, y el clima ayuda al descanso. Y a los nervios, porque el ministerio de la palabra da mucho estrés . »EI mercedario terminó con el chocolate y ofreció pastillas juanola. De la garganta, que es la herramienta del predicador, de esto dijo que no podía quejarse. »Pero la ansiedad . Esa era la penitencia del fraile: »-¡Si no fuera por la ansiedad, este preocuparme de pequeñeces que yo mismo sé que son pequeñeces ! El no olvidarme de los guiones para el púlpito, las gafas de repuesto pensando en una emergencia, el dudar de si he desenchufado la estufa eléctrica y volver setenta veces siete a comprobarlo. Yo no sé si usted sabe lo que es eso. »He tenido que acudir a especialistas- bajó la voz el fraile . -A veces me ayudo con sedativos, pero mi alivio está más en el ejemplo de los grandes espíritus que se han librado de las cadenas y nos legaron su triunfo . No hay fi lósofo importante que no nos haya aco nsejado sobre las preocupaciones. Empezando por e l Divino Maestro: El pan nuestro de cada día dánosle hoy. No el pan duro y atrasado, y tampoco el pan de mañan a. Cada día su afán. Hay que saber vivi r en compartimentos


estancos. O lo de Carl yle : Lo que inteLIBROS resa no es ver lo que se vislumbra vagaa ntonio pereira mente a lo lejos sino lo que tenemos claramente a mano . »No sé s i les he dicho a us tedes (al maes tro le gustaba fingir dudas) que era un fraile del gadísimo , hacía pensar en esos flaco s qu e a escondidas come n compulsivamente. El fra ile hi zo un as muecas nerviosas y dij o como excusándose: »-Los tics es mejor no encararlos de frente, mej or al sesgo y hasta con burl a de uno mi smo. »EI tren era un regional de vagones corridos, son sacrifici os que convienen a un escritor de hi storias . Si el fraile call aba o baj aba la voz, se oían flecos de las conversac iones vecinas, embriones que se pierden pero que algunas veces prosperan en la cabeza del narrador. Hubo una parada en una estación pequeña o apeadero , en las paradas tod o el mundo se calla co mo si fuera a ocurrir algo. No ocurri ó nad a. Cuando e l fraile reanudó su plática, hab ló de Rud yard Kiplin g y de la conformidad de Milton con su ceguera, me chocaba que autores como esos los manejara un vulgar clérigo. Y total, para predicar novenas , la novena de Fátima en Pontevedra, pero ya faltaba poco para la estación donde el frai le iba a hacer su transbordo. »-Me parece usted un señor tranquilo- me d ij o preparando la despedida, -pero en esto de los nervios nunca se sabe, todo lo que he dicho y han escrito esos grandes hombres está condensado en un vade mécum que yo le aconsejo, y no es que lleve comi sió n en la venta. »Abrió el portafolios, que de vez e n cuando había palpado durante el viaje, y sacó un libro de portada comercial que me parece haber visto en la secc ión más tri via l de las librerías, Cómo librarse de las preocupaciones y se r feliz. U na cosa así, de un a utor de Mi s uri que no verá n ustedes ci tado e n nin gú n tratado de lit eratura. Estábamos llegando a M o nforte, las fuen tes del fraile se reducían a aq ue l recetario y la filosofía de segunda mano no me interesaba. Pe ro no me pesa el minuto que dediqué a las primeras líneas del libro» . El escritor invitado bebió ag ua y echó mano de unas notas. Quizá iba a hab larn os, por fi n, de si es bueno empezar a co ntar con misterio co mo en las mejores piezas de Borges, o por el final con vueltas y revueltas a lo Benet, o in media res, que le gustaba a Homero . Pero leyó:

«Hace treinta mios yo era uno de los jóvenes lI1 ás desgraciados de NI/eva York. Punto. Me ganaba la vida vendiendo camiones. Punto. No sab ía qué era lo ql/ e hacía andar a un camión. Otro punto y seguido. Y esto no era todo: tampoco quería

saberlo. Despreciaba mi oficio. Despreciaba mi barata habitación amueblada de la calle Quincuagésimosexta Oeste, una habitación llena de cl/carachas». El famoso se leva ntó de la mesa de co nferencia nte en nuestra escue la de pago y resumió sus consejos: «Estudien a ese Dale Carnegie, no se puede e ntrar mejor y más rápido en una hi storia.» De letreó e l nombre y fue a escribirl o e n la pi zarra para que no hubi era duda: DALE C ARNEG IE. Con lo cual, pasa mos al cócte l.

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THEEND Al saberse que iban a derribar el cine municipal los teléfonos empezaron a funcionar y fuimos bastantes los que viajamos a nuestra ciudad para decir adiós al acserón donde habíamos aprendido tantos gestos. Había que ad lenatarse a la piqueta desalmada. Cada cual quería quedarse con un recuerdo, los viejos carteles de un transatlántico con las luces encendidas o de-apariciones de la Virgen o de los besos de tornillo de una espía rusa. Al final, decidieron que habría una voladura controlada. Sería la última película que nos diesen. Pero el espectáculo fue que al estampido de la dinamita se espantaron los caballos de la Remonta y rompieron vallas y galoparon las calles, y todos caímos en la cuenta de que no hubiera podido existir el arte del cine si no se hubieran inventado los caball os.

LENTA ES LA LUZ DEL AMANECER EN LOS AEROPUERTOS PROHIBIDOS Una vez estaba Pepín Ramos el poeta inspirado en la taberna que ll amaban el Senado, sentado a la mesa tosca, haciendo su papel de poeta inspirado. Todos lo respetamos mucho en sus esperas de la voz misteriosa, aunque nunca se le haya visto una página terminada. Vino un parroquiano de la taberna con la alegría lúcida de los primeros vasos, y fisgó el renglón que campeaba en la hoja:

Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos. El verso hermoso, todavía único, con que iba a arrancar el poema. El parroquiano suspiró: - Es un buen empiece, Pepín. Pero ahora qué.


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En una preciosa edición de Lun werg Edi c io n es en colabo ración con la Caja de Madrid se publica este home naj e a dos de los mayores int é rpretes del flamenco de todos los tiempos. El texto es de Félix Grande y las ilustraciones han sido realizadas y tratadas por Da vid Gonzá lez (Zaafra) auto r g ranadino cuya obra pictórica ilustra entre ot ras la Enciclopedia Hi storia del Flamenco y la Enciclopedia de Andalucía.

Reproducimos el ú lt imo capítulo del libro de Félix Grande, que une a su obra poética y na rrativa varios libros sobre flamenco.

la hora de morir, lo hizo por siguiri ya . Murió por siguiri ya sin darse cuenta, si n pre tend e rl o y con la in oce nci a piafándole co mo un potro en la voz ya devastada por la cercanía de la muerte. Quizá toda s u vida , todo su drama y todos sus éxi tos se emborronaro n en su memoria y só lo vio la imagen de Juan a la Canastera, su madre. Como un niño, a la hora de morir, y por unos segundos, habl ó por última vez y lo hizo con maíta. Así: con el dim inutiv o y con las letras esenciales. No madrecita (esa palabra tan dostoiewsk iana), no maresita, la palab ra más afelpada del vocabulario flamenco. El desconsuelo puro, la pura infancia: las consonantes y las vocales imprescindibles: menos letras ya no es posible. La mendicidad pura: maíta . Durante el entierro, su ami go - su hermano- Rancapin o, que sí se había dado cuenta de l significado de las últimas pal abras de Camarón, susurraba obsesivamente : «Dios mío, hay que ver lo que dij o a la hora de morirse, ' Maíta, qu é es lo que tengo yo '» . Rancapino había sido compañero de Camarón en aq uell a etapa en que el artista cantaba de limosna. Ambos subían a los autobu ses d e líne a de Cádiz, San Fernando , Chi clana; ambos cantaban y luego compartían las monedas que les ec haban los v iajeros. Rancapino: aq uellos ratitos forman parte mu y importante de vuestra alegría. Erais amigos , compañeros , hermanos . Consuélate , Rancapino: el que ahora lloras se reía contigo al bajar de los autobuses de línea . ¿Lo rec uerdas? Recuerdo el último recital de Camarón. Fue en el C o legio Mayo r San J ua n Ev an-


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gelista, en enero de este año, poco antes de que viajara a Nueva York en busca félix grande de una curación imposible. C am aró n cantó extraordinariamente. Llevaba ya la muerte puesta y no se le notaba en su cuerpo, sólo en su voz, como siempre había sucedido . La noche antes y en el mismo Colegio había cantado Rancapino, que arrancó con un taranta estremecedor. Cantó media hora; fue medi a hora absoluta. Encogidito , con los ojos cauterizados, Rancapino fue sacando los cantes desde el fondo de su inme nsa y pudorosa sabiduría. Hacía tiempo que no escuchábamos quej as tan solemnes, limosnas tan majestuosas , música tan exacta. Eres mu y grande, Rancapino, no te quiebres ahora. Tienes mucho cante que dar, tienes mucho consuelo que entregarnos. Que Dios te bendiga, Rancapi no, hijo. Unos meses después, Camarón se moría. Han dicho que sus últimas palabras, su última interrogación, su último aso mbro ante la fe roc idad de la vida, su último grito, consistió e n regresar has ta la infa ncia. Posib le mente vio a su madre. Fue entonces cuando dijo «M aíta, qué es lo que tengo ... ». Eso es lo que se llama un a muerte por siguiriya: el puro desa mparo y la pura inocencia. La soledad más absoluta, desde la que un hombre se encoge hacia la infancia para pedirle SOCO ITO a maíta. Incluso las palabras cas i forman la siguiri ya: «Maíta, qué es lo que tengo ... »; si les ponemos las letras que fa ltan, esas palabras son media sigui ri ya: «Maresita mía / qué es lo que yo tengo ... » Si nos dejamos caer al barranco de esa interrupción, all á en el fo ndo podemos e ncontrar la respuesta y el final de esa s iguiri ya: «Maresita mía, / qué es lo yo tengo. / O estoy soñando una cosa mu mala / o me estoy murie ndo». Rancapin o: arregla tú esa cop la, corríge la, mejórala. Y cántala. Canta tú esa siguiriya, Rancapino. Nadie ti ene más derecho que tú. ¿Hay en este momento un cantaor más esenc ial que Rancapino? No aseg uro que no lo haya, pero me estoy haciendo esta pregunta en serio. Rancapino, hijo, no ll ores más. Cálmate. Cálmate y canta. Llora cantando, como lo has hecho siempre, desde la época de aquellos luminosos au tobu ses de línea donde comenza ba la vida.

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Rafael Pérez Estrada

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El grito &

Diario de un tiempo difícil

Los tréboles se negaron a dar hojas (parecían desentenderse de toda referencia con la suerte y la adversidad). Sus tallos , desnudos, amari ll eaban y se secaban muy pronto: El hambre -dijo el niño- también es quebradiza. Los pájaros llegaron a pasar hambre.

Rafael Pérez Estrada nació en Málaga, en 1934. Fue Pre mi o Garda Larca de Teatro en 1971 por su obra Edipo ace ptado, los s ueñ os. Ha publicado diversos libros de narrativa, dos obras tea trales, uno de ensayo y numerosos libros de p oemas, desde Informe 1972 al que ahora presentamos, El grito. Diario de un tiempo difíci l, marzo de 1999. Aparece este libro en tiempos de éxodos y llantos. También en tiempos de madurez, serenidad absoluta de su autor. El verso se hace palabra y la palabra se hila en el fluir d e un río qu e transcurre desde la literatura a la literatura, desde el hombre al hombre. Por el dolor de la historia. Por la agonía de nuestro presente. Aquí todos somos cómplices en la niebla que con la palabra se tej e sobre la conciencia. El trabajo, el hambre, los pájaros, los sueiios. Y al fin el grito. O siempre el grito. El grito asesinado en el fluir del verso, en

Y los niños miraban con ansiedad la sombra de los pájaros . Nadie quería ser compli ce de la ni ebla.

el ritmo del creador. Algunos niegan la poesía del comp romiso. Algo absurdo: sería como negar el compromiso con la belleza y con la razón. Compromiso no es aquiescencia política con lo coyuntural. Compromiso es profundizar en los dramas de la vida, de los seres humanos. Volver el corazón a ellos para sentir su dolor. O compartir su alegría. Y belleza es pulir el lenguaje para que éste comunique el sentimiento del creador, para que la palabra describa, moralice o mortifique. Senda oculta que cuando se descubre encabrita al lector. Comunión entre quién ofrece y recibe. A. S.


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3 E intentaron acallar el grito, quitarle su poder, castrar el grito. No obstante, el grito siguió saliendo por todas las cañerías , por las rendijas y los tubos de escape, por las chimeneas y los hornos que maduran las metáforas tibias de los amaneceres . De noche se le sentía ir de un sitio a otro bajo muebles y sábanas. Un grito negro, fácil de confundir con los coleópteros escurridizos de la noche. III

Alguien camina sobre el mar. Pisadas puntuales y una canción de fondo, una canción desvaída, casi todo rumor. Oye también el vuelo imposible y opaco de las gaviotas. La risa del niño ciego, un cómplice de la noche, alguien que incita a la madrugada a que haga volar su cometa de papel y braille. (El celador solícito avisa: Esta noche la niebla actuará en las galerías 2 y 3. En este momento devora al muchacho que huye con su locura a cuestas). Ama al reloj de arena, su leve y vertical exactitud. Es como si el tiempo diera un salto vital desde el trampolín dorado de la infancia. A nadie cuenta, siempre lo oculta, que una vez, al lanzarse en picado, pretendió, en el inevitable camino hacia la nada, alzar el vuelo. Atardece y el poeta desmadeja endecasílabos. Demasiadas cosas que ocultar. Las nuevas obras impiden el espacio de siempre para el sueño. -Últimamente -comenta- hacen los sueños más cortos, más medidos. No sólo vuela incansable el albatros, el coleóptero también vuela, incluso el escaravajo excremental y pelotero vuela. -No corras, que es peor -grita soez el práctico.


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ENDYMION - - - 1

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concha zardoya CONCHA ZARDOVA

SENECTA SENECTA «Veo ell vosotros el estuario que se ensallcha y se derrama por sí mismo gralldiosamellte al verterse en el vasto mar». WALT WHI TMAN:

poesía Concha Zardoya sigue escribiendo, publicando, apostando por la vida y por la belleza. Su último libro ha sido publicado en el presente año. Contiene sus últimas reflexiones sobre la vida y la muerte. Concha Zardoya nació en Valparaíso de Chile el G/io en que se declaraba la primera guerra mundial dentro de un hogar navarro y cántabro. Se trasladó a España en 1932 yen Madrid estudió Filosofía y Letras ... En el G/io 1947 se licenció en Filosofía Moderna. Durante la guerra trabajó en Cultura Popular organizando actividades culturales y bibliotecas para obreros, campesinos y soldados. Aparecen en Hora de Espaíia en 1938 sus primeros poemas. Yen 1946, tras sufrir la represión franquista, sale en Adonais su primer libro ... Ha traducido la obra de Walt Whitman, escritor al que ha estudiado profundamente. También, bajo seudónimo publicó cuentos, guiones de cine, ediciones de clá-

«A la vejez»

TÚ Y yo, todos juntos caminando, nadando por el río que nos lleva al vasto mar oscuro o luminoso, vertiéndonos sin miedo en el misterio que ha de hermanar las vidas, lo que fuimos. Alma con alma todos, alejándonos de playas conocidas y ciudades que no veremos más con nuestros ojos o soñaremos sólo que flotar las vimos, desvanecerse como esas nubes blancas de veranos felices y viajeros. La senectud aúna nuestros pasos ya lejos de la orilla o la frontera que vidas separaba, juventudes. Con los cabell os diáfanos avanza y mira hacia adelante, derramándose en ese gran silencio ignominado. Mas vamos de la mano y sonreímos con serena mirada transparente.

sicos. Se trasladó en 1948 a Estados Unido s para enseliar Lit era tura Espaliola en Illinois. Ha escrito una Historia de la Lit era tura Norteamericana. Regresó a Espaiia, definitivamente, en 1977. Entre otros premios, ha obtenido el Boscán de Poesía, el Fémina, el Café Marfil de Elche y el Prometeo de Poesía. Reproducimos cuatro de los poemas contenidos en el libro.


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RELOJ CADA año un pastor con sus ovejas anuncia que la hierba ya ha brotado debajo del pinar, amigo viejo, paciente y silencioso, esperando la música de esquilas y balidos. Los alegres verdores se recatan de la ansiosa avidez que va llegando a segar la primicia de lloviznas y de parvos rocíos matinales , humildes hierbecillas de este bosque. Al fin están aquí para anunciarnos que el mirlo vendrá pronto con sus silbos a orquestarse también en el concierto de pájaros y áboles vestidos de milagrosas flores y hojas tiernas . De la nueva estación es reloj vivo este blanco rebaño que visita la pinada sin prisa y entre jaras olisquea o arranca jaramagos con suavísimo belfo acariciante. Ha venido acercándose el verano y el césped languidece o es ceniza. El cencerro mayor da campanadas: las doce ya señalan y convocan al ágape final de las ovejas. Enmudece el reloj .. . Y la tristeza jnvade los ramajes verdiazules y el trasfondo del alma: no se oye la dulce melodía que se ha ido a otro pinar acaso para siempre.


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LAS PUERTAS DE LA NADA LAS puertas de la Nada, días míos, abriréis para el alma -¿ viva? ¿muerta?que cruzará los límites de ese umbral fronterizo -hondo túnel vacío y en silencio-, todavía ensoñado y esperando. Las puertas se abrirán sin bienvenida que anuncie su llegada: no tendrá que llamar -¡las manos, lejos!y entrará dulcemente en ese espacio hueco y sin confines , en el negror -¿blancura?- de otra esfera o en la luz incolora de otro reino: la Nada -¿dios sin nombre?, ¿dios extinto?- , (¿Cuál religión convence al irredento?) Las puertas de la Nada, fatalmente, se abrirán para todos los que vivan : en un día de fecha insoslayable y quedarán cerradas.

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DONDE NO ALUMBRA EL SOL DONDE no alumbra el sol sé que comienza la Vida Nueva, paz que tú soñabas ausente de lo humano, serenísima. No es «la muerte vil » ni «la impiadosa» que Alighieri execraba amargamente en el delirio aciago de su duelo. Si invoco yo a la Muerte, si la llamo, es como si ella fuera ese reposo dulcísimo, principio de otra Vida. Descanso deseado por el alma y el cuerpo consumidos ya de fiebre, su candela fina l y cabo último. Vida Nueva que inédita transcurre en la sublime Paz imaginada y ahora ya real y trascendente. Donde no alumbra el sol, fina l transvida.


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suzan

EL MAESTRO BEDO

Hasta las fieras más fieras cambian

COIl UIlOS

azotes .. .

Sllzan Samanci nació en 1962 en Amed, la capital del Kurdistán bajo administración turca. Su primer libro, La noche se desvanece, poesía, fue publicado en 1991. Ahora aparece éste de relatos, que apareció en su lengua original en 1993 y que ha sido traducido, además de al espai'íol, al alemán, holandés y francés. Recientemente recibió el prestigioso premio de literatura Orhan Kemal por su obra Las áridas montañas cubiertas de nieve. Reproducimos el comentario que acompaña el lanzamiento del libro, editado por Txalaparta. Los proverbios, los cantares, las epopeyas líricas, las leyendas, los cuentos ... son modos de expresión del pueblo kurdo. El herrero Kawa y el tirano Zohhak, el leñador, la culebra, el gorrión, el alfarero, el pastor... son algunos actores que a menudo salen a escena en las piezas literarias del Kurdistán. En cada ocasión importante, feliz o desgraciada, el

En aquel atardecer en la capital de distrito, circundada por montes, la suave primavera con su olor a mil perfumes relajaba el ánimo y colmaba de satisfacción, los pájaros con sus vuelos amplios trazaban círculos en el cielo, parecían competir con las nubes sueltas que cruzaban. En el angosto valle, casas de ladrillo y piedra. En torno a las pequeñas ventanas, marcos pintados en tonos azul y verdes. Humeantes estufas tandir en patios de gravilla. Niños con rostros sucios y pantalones colgando, que jugaban a guerras, cantaban y hacían con sus dedos signos de victoria. Muchachas casaderas con chalecos prietos, cubiertas las cabezas, limpiando con seriedad y esmero los vestíbulos. Señoras con

kurdo compone un poema en el que llora su desdicha o plasma el valor del hombre quefue. Todavía hoy en el Kurdistán se puede escuchar cómo cantan las mujeres en los campos, los pastores en los pastizales, artesanos en su trabajo. En Suzan Samanci, una de las mejores escritoras kurdas actuales, que sigue viviendo en el corazón del Kurdistán, late esa lección de sabiduría práctica, recogida en la tradición oral de un pueblo. Sus narraciones son una mezcla de ilusión, naturaleza, dolor y vida en la que uno adivina entre líneas un sentimiento embridado. El Estado turco hace peligroso hoy el oficio de escritor kurdo. Y Suzan lo es.


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cabellos teñidos de alheña esparciendo lana ante el umbral de las puertas. Hombres con mejillas huecas y dientes negros, que pasan sus días en cafeterías improvisadas ... De pronto, disparos en el devenir perecedero de cada día, mi soledad que va en aumento, pensamientos rondando en mi cabeza ... Cuando llegó la noticia del traslado, busqué e n e l mapa el lugar de destino . Konkretes solventó las dudas, que a miles se habían colado én mí sigi losamente por . las puertas de la ignorancia. En televisión esta gente de piel quemada por el sol, con gorras de visera en la mano, chapurreando a medias el turco ... , se convierten en materi al de chistes y ocurrencias para comediantes; ellos sólo se sentían seguros y firmes en su lenguaje materno. En clase cuchichean en su propiC? idioma. A la hora de enumerar los pronombres personales «yo, tú, él, ella, ell o» no hay,)manera de que expresen sin adobarlos con cierto giro kurdo: «Yo también y tú , también y él, también . .. » para, de manera espontánea, terminar estallando amablemente en sonoras carcajadas sobre unos tics y defectos imposibles de con·egir. En la hora de pintura e ll os dibujan policías, kalaschn ikovs y tanques; ¡qué triste que su pequeño mundo esté dominado por la guerra y la defensa! Aparte de un par de nativos, mis colegas provienen de todos los posibles rincones del país; aquí se vi ve con angusti a y miedo. «En este desierto terminaremos pudriéndonos», se quejan. Miradas nerviosas. Manos afeITadas al juego de cartas y de okei, día tras día comentarios sobre el traslado, soldados que aguardan impacientes el día de su despedida, demandas rechazadas, rabia y enfado . . . Hayal atardecer debo ir donde Rahmi, su mujer Tülay quiere hacer manti y gül fatlisi. Visitas caracterizadas por el descontento, diálogos y susurros entre cuatro paredes , intercambio de rumores .. . Mujeres tristes cuya autoconfianza crece con la loa de los hombres sabelotodo, que se parapetan tras las palabras de moda. Los rostros reflejan vaciedad y denotan penurias íntimas; no se dan cuenta de que huyendo de la realidad caen en e l egoísmo y fanatismo . Los fe linos movimientos de Tülay se vuelven más nerviosos. Ahora se cansa y agota para luego, más tarde, recibir e l halago del aplauso y la felicitación; la idea de que los distintos platos que ha preparado son mejores que los de los demás le satisface y ll ena de contenido su vida. Con ojos que destellan alegría terminará preguntando: «¿Queréis para la próxima comida suboregi o kabak tatlisi? ». Seher, con los ojos muy juntos y rojos de ll orar, chapurreando turco, echa la culpa de que no se haya levantado la tarta a la mala harina y al carbonato de baja calidad que ll ega a este lugar. Mientras a ella se le hace la boca ag ua pensando en el apio, en los barbos y en la lombarda, comenta: ¡Aquí me ahogo! ¡Sentados tan juntos parecemos páj aros enjaulados! ». Ahmet se reirá una vez más burlonamente de su mujer: «Si quieres cojo el sombrero y nos vamos». Afitap, que es consciente de su esbelta figura delgada a pesar de haber parido dos veces, repite a todas horas lo inteligentes que son sus hijos, su capacidad de convicción y los trabajos de ganchillo, que ella confecciona y distribuye gratis por doquier. A veces carece de la energía suficiente para dominarse a sí misma. A veces su propio marido es víctima de sus desahogos y accesos de rabia infantil y, con frecuencia, hasta la amiga de su infancia, Muhterem, sufre el zarpazo de su enfado. Es cuando narra que realmente no entiende por qué Muhlerem se ha vuelto tan creída a paJ1ir de su boda y tan despectiva

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con sus amigos de antaño, como si quisie113 LI BROS ra traer a la memori a la desesperación y s uz a n sa ma nc¡ mal humor de l pasado. Y comenta en tono de quej a: «Sí, sí, obtener y llevar a cabo en buena fo rmación es otra cosa». Y, a p esa r d e to d o , no sab e es tar s in Muh te re m . Habl a continu ame nte de su cumpl eaños para así fo rzarn os a que no olvidemos nuestros regalos; Afitap nunca o lvida me ncionar los cuadros que le ha comprado la mujer del jefe de distrito. M uh tere m, recién casada, sigue viviendo la lun a de mi el de su e nlace. Su mu ndo es su ho mbre. Na rra lo bueno que es para con e ll a y lo muc ho que coopera en las tareas domésti cas. A pesar de su esfuerzo por ser cortés no puede ocultar q ue ha crecido dentro de la cul tura de Anato li a centra l. Y a l Sinal Ay te n. E ll a corre al lava bo a li mp iarse sus manos suc ias , le resulta d ifíc il q uitarse la pin tura de las manos. Más tarde consc iente y con gran autoconfianza d ice: «Es ta rea d ifíc il , pero crear algo produ ce un a gran sen sac ión». Habla de la exposición qu e q ui ere organi zar en Di yarbak ir con los paisajes y bodegones ya term inados. Afitap, que g rita y siemp re piensa que es e ll a qui e n debería habe r hecho la ex pos ic ió n, ma ni fi es ta su di sg usto y ma les tar desoyéndo la os te ns ib le me nte, reca lca su desprecio d istrayéndose con la te levisió n o co ntando los puntos de su calceta . M uh terem no q ui ta los oj os de su mari d o y te me co nsta nteme nte que és te comente las pa labras de Ay te n. S u ma rido, mas tica ndo las pun tas de su bigote, inte nta camb iar de te ma y d ice: «¿Habé is segui do hoy las notic ias?». Seher y Tül ay contestan con sonri sa posti za: «¡Un auté ntico pri vilegio !». Ay ten, sabedora de la miserable e nvicti a de su e nto rn o, opta un as veces por sum irse en un largo sile nc io y otras por sentarse cual cazador esperando la ocas ió n de la emboscada, y les dej a en ridículo con su bell a fo rma de hablar. La altivez de Ay te n, su fo rma abi erta de mani fes tar su opini ó n molesta no só lo a las muj eres sino tamb ié n a los hombres. Tras las di scusio nes, que f in ali zan e n ultraje y sil enc io, los ho mb res se retiran a los in vern ade ros . Allí reactivan su auto co nfia nza con anécdotas de los a ños de escue la y de servic io militar, por repeti das, conoc id as ya de me mori a, y resuc itan sus esperanzas un tanto marchitas con e l éx ito de l equipo favo rito o con los res ultados de las últimas q uini e las. Ay ten y yo fumamos sentadas en un rincón . T ül ay se esfuerza e n d ismular su curiosidad con un a sonri sa fa lsa o habl ándonos de Ana Ka renina, q ue no logra te rmi nar de leer. Los niños, que se han dormi do aov ill ados en brazos de las madres o en e l rincó n de l sofá, son ll evados al dormi torio, los demás ll ori quean. El humo de cigarros se va espesando en la habitac ión. C uando se aleja el d ichoso rui do de l he licóptero, que a uno le encrespa los nervios y aca ll a los pitidos estridentes de los vigil antes nocturnos y el rec hinar de las ruedas de los carros de caba ll os sobre los cantos rodados, Tülay rompe e l sil e nc io co n un a so nora carcajada: «iA lguien ha traído al mu ndo un a chavala!», grita. Me to ma e l pelo porque bebo demasiado té, y medi o en broma le pregunta a Ay te n lo que no se ha at revido a preguntarme a mí: «Poroel di choso pintar, tú no te vas a casar. ¿Por cuánto tiempo vamos a seguir nosotros siendo tus guardianes?». Con aq uell a tranqu ili dad tan suya, Ay ten le respond ió un a vez : «No existen hombres a


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nuestra imagen. iSi encontrásemos uno, ten por seguro que no- escaparía!». Como si dispusieran de un maravilloso tesoro, las mujeres terminaban relajándose; sienten una envidia oculta por nuestta soltería, tranquilidad y despreocupación. Era entonces cuando Afitap aprovechaba la ocasión y con arrogante sonrisa comentaba: iAhora ellas reflexionan y discuten lo que deben hacer las pobres muchachas! ». Qué ridículo resulta cuando quienes, careciendo de todo, encubren su enojo y envidia sobre esa gente a la que consideran importante con expresiones como «pobre muchachuela o pobre mujercita». Tras estas reuniones nocturnas la mayoría de las veces Ay ten se quedaba a dormir conmigo, y es que mi piso era más accesible. Luego, con frecuencia, comíamos un bocadillo y conversábamos hasta entrada la noche con música de fondo. Ella recordaba cómo removía la tierra en calcetines y recogía aceitunas y algodón; cuando hablaba de su padrastro y de la indefensión de su madre se le ponía un nudo en la garganta, se petrificaba su mirada para continuar más tarde en voz baja: «¿Sabes?, en realidad procedemos de Tunceli . Tras el levantamiento de Dersim- les deportaron allí. Hasta su muerte mi abuela contaba siempre con lágrimas en los ojos que el río Munzur enrojeció de sangre, y que ellos seguían suspirando por sus viñedos y frutales . .. ». De sus ojos negros , reflejo de la cordialidad y sinceridad del hombre del Este, terminaban fluyendo lágrimas. iQué bella es la luz platea'da de la luna! No me apetece nada ir a visitar a Tülay. Leería con agrado hasta que me doliera la cabeza. Hace ya una eternidad que no he visitado al maestro Bedo y a su mujer Akriman, mañana tengo que ir a verles ... Me despierta el arrullo de las tórtolas. El sol caldea mi nuca, a lo lejos oigo melodías de canciones kurdas. Recuerdo que quería visitar al maestro Bedo. En lontananza va elevándose la niebla desde los montes. Los niños trepan a árboles de flores blancas y rosas . Los patios húmedos de piedra huelen a tierra. Una mujer con una cinta en la frente cuece pan en el tandir. Ante la comisaría de policía con'etean unos soldados. Desde las ve ntanucas, que miran a las angostas callejuelas adoquinadas, y desde los patios, destacan rostros de mirada as ustadiza . Las mujeres , recelosas , con velo en la cara y zapatos de plástico, que corren por las calles secundarias, consideran impropio de ell as pi sar la calle principal , a la que llaman calle de las compras. En las call es sinuosas y agujereadas, sin acera, los escaparates de las pequeñas y descuidadas tiendas de telas ofrecen alojo del viandante tafetán de colores, tejidos entre lazados con hilos de plata, paños teñidos a mano, vestidos sintéticos con grandes hebill as hace tiempo pasados de moda, fibras artificiales de colores brillantes, mantas de lana con dibujos siirtos y tapices kurdos . .. Un poco más adelante y descendiendo por la calle, nubes de moscas revoloteando ante una carnicería, perros vagabundos con sus largas lenguas colgando ... Los hombres de bi gotes amplios, que dialogan y escuchan la BBC en pequeñas radios de bolsillo, lanzan miradas raras y torvas a su alrededor. Yo respeto las miradas recelosas y desconfiadas de esta gente, que observan a los extraños desde la di stancia. Voy a visitar el refugio al pie de las rocas, en la periferia de la capital del distrito, que guarda y cobija los teso ros del corazón del maes tro Bedo. La puerta, podrida en algun as partes, tan sólo está entornada. El sol, que se introduce por la pequeña

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ventana de buey , deja percibir aún con . más fuerza el olor a arcilla mojada y a suzan humedad. Las telas de araña, que cuelgan de las piedras de la pared, las silbantes iguanas , los maravillosos tapices de pared y alfombras de oratorio, que la madre Akriman va elaborando en el telar con ruido acompasado y los dibujos de culebras y leones en pucheros y jarras de barro, que surgen de las manos creadoras del maestro Bedo, parecen retrotraerle a unos cincuenta años atrás. Huertos de fruta, chopos balanceándose orgullosos, niños descalzos trepando a ciruelos de fruta aún inmadura ... En los rincones del camino muchachas jóvenes con mechones de pelo revueltos recogiendo nueces vómicas, linarias y setas, que se ríen escondidas tras sus manos protectoras. Se escuchan unos gritos que rompen el alma. Gente que va y viene con el corán alrededor de su cuello y jarras de agua sobre los hombros. Entre las mujeres vestidas de negro hay un a que se mesa los cabellos y grita como loca . Veo a una de mis alumnas advirtiendo a su madre de mi presencia. Al acercarse les preguntó qué sucede. Nerviosa me contesta: «iÉI ha sido asesinado en el in vern adero! ». Mi corazón se contrae, qui siera taparme los oídos y librarme de los gritos. Ya ante la puerta del refugio, miro a la gente, entre las pi edras blancas. Sólo la voz ás pera y baja del maestro Bedo hace que me reencuentre de nuevo. La madre Akriman, a prisionada entre la gente, me gri ta: «Bienvenida». En la lu z del sol, que entra por la ventana, se arremolina el polvo. El maestro Bedo pule una j arra muy pequeña, agarra el cigarro, almacenado tras la oreja, y lo enciende. Con un profundo suspiro desgaja un pedazo del montón de arcilla y le hace rodar en el torno . «Ellos nos han asolado y amargado, nos han humillado y desprec iado», comenta. Pi enso que es tas palabras, que han dado fo rma y amalga mado razón y sentimi ento, no las puedo olvidar. Sin levantar la cabeza de la alfo mbra que está tejiendo, la madre Akirman se lamenta: «Hace ya mucho ti empo que él no se ha dejado ven>. Sus labios tiemblan , ella sacude la cabeza. Yo no respondo, tan sólo trago. Luego miro hacia el otro lado, al maestro Bedo. Sus cejas bl ancas y vigorosas arrojan a la luz del día sombras en su rostro mi entras se muerde lentame nte los labi os. «Nuestros corazones, oprimidos por la pena, se están acerando, aunque revivimos alimentados por el amor de nuestros corazones. iCuántas luchas y levantamientos, cuánta neces idad y represión hemos visto en la vida! iN o sé si hay un más all á, pero sí sé que este mundo encierra un montón de cosas bell as !». El murmull o del cementerio, e l susurro del sa ri r;ay, a cuya ag ua se le atribuye poder curativo, y el crotorar de las cigüeñas se fusionan en uno. La madre Akrima n bebe del ag ua de la jaITa, que es tá a su lado, y gruñe: «Se me ha acabado el rojo». Me contempla con ojos enlutados y dice: «Magnánima muchacha . Es verdad, como se dice en la canción , que la tierra ll ama y ll ama ... Ciertamente, han pasado muchos años, pero recuerdo como si fuera ayer cómo fu eron asesinad as mi madre y mi s hermanas. Fue un día de octubre, a fi nales del verano. Mi madre había preparado aquel día sopa de harin a de cebada. De pronto se dij o que se aproximaban unos so ld ados. No sabíamos a dónde huir. Cuando em pezaron a degoll ar a la gente, me escondí con


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mi padre e n el cañaveral y allí nos taponamos lo s oídos. Durante me ses no s arrastramos entre la vida y la muerte por montes y prados. Luego nos alquilamos como trabajadores a unos seño-

res. All á aprendí yo mi turco». E l maestro Bedo se restriega el barro de las muñecas «¡Ya, ya, hija del maestro Arti n! T u padre acogió en su casa a un joven huérfano musulmán, igual que a mí, entre sus alas protectoras. ¡Cómo le echo en fal ta !». Unos fi nos hilos de sudor le bajaban al maestro Bedo por las sienes. La madre Akriman movía su desdentada boca, y en un momento propuso: «Preparo un café menecik». Le rogué: «No te molestes» . Con su sonrisa sabia, el maestro se limpió las manos en el delantal y dijo: «Lo preparo yo». Toma un trago de café y con su parpadeo parece leer mis pensamientos . «A ti no te ha amargado el que te hayan enviado por primera vez tan lejos», dijo él. «Tu corazón está abierto y lleno de amor. Tú estás en consonanci a contigo mi sma. Para ti el paraíso tiene que ser estar so la. Los sol itarios son como montes grandes, sus almas son como manzanas maduras y coloradas». La madre Akriman se rió bur l on~mente: «iHabló el maestro! ». Yo no quería perder ninguna palabra del maestro y por eso me quedé sin café. «¿ Y cómo sigues con tu aprendi zaje?», preguntó él, y sigui ó pasionalmente, cual derviche devorado por el celo. «Aprender sign ifica primero sufrir en la mazmorra. Luego viene la elevaci ón al noveno cielo . No puede estudiar cualqui era, no es cosa de todos. Hay que estar di spuesto a sufrir insomnio, a acep tar la rebeldía de un niño precoz, a escuchar el quej ido de una mujer en parto. No saber significa ser una culebra ciega. Qu ienes saben son abej as, liban el néctar de las flores de bellos colores y, con ello, elaboran miel para las gentes». Se me seca la garganta y temo esas miradas introspectivas del maestro. ¿No son acaso las miradas sino brazos largos de la pers{)na? Me da rabi a que sus pensamientos se hallen aquí sepultados,. en esta cueva que huele a barro y moho. Quién sabe si un día ... Cuando oigo el tono metáli co de la llamada a la oración, me doy cuenta de que debo irme. Al levantarme observo las pequeñas estatuas de arcilla sobre el aparador de madera y pienso: «¡Qué herrero más fuerte! ». Kawa,' susurra el maestro y me mira a los ojos: «No hay que destruir en nuestros corazones el afec to, el sentimiento de ser hermanos, hay que 'esparc irl o por todas partes como rosas de Bengala ... », añade él. Al salir por la puerta, la madre Akri man sonríe sabiamente con su boca desdentada. E l maestro Bedo comenta con el cigarro en la comisura de los labios: «Tú, ven co n tu corazón abierto y tráenos la juventud». Al ir a casa de Ay ten el pálpito de la capital del distrito me estremece. '. Se cuenta que e n el sig lo VII antes de Cristo Kawa se e nfre ntó a Zaehedok, jefe de los as irios que se alimentaba del cerebro deniños kurdos, dándo le muerte un 21 de marzo . E l pueblo celebró su mu erte con hogueras en las cu mbres de los montes. Desde entonces el 2 1 de marzo de cada año se celebra con esperanza el día de la patria kurda.


LIB ROS alonso zamora vicente

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A lonso Zamora Vicente, ex-secreta ría p erp etuo de la Rea l Aca dem ia Espaíiola, nació en Madrid en 1916. Ganó el Prem io Nac iona l de Nove la en 1980, y como gran conocedor de l idioma español y de sus dialectos, ha sido auto r de estudios y tratados considerados f undamentales para la lengua y l a literatu ra, siendo especialista, entre otros autores, en Lope de Vega, Valle Inclán y Camilo José Cela.

El presente libro de relatos, publicado en 1998, lleva un p rólogo escrito por el propio autor que da cuenta de l sentido de la obra, una ve intena de cuen tos breves pero profundamente trabajados, en los que el lenguaje es uno de sus protagonistas f undamentales.

Bu scar un título a un libro, aunque sea, como es en este caso, un libro in genu o, con patente aversi ó n al habl a co n may úsc ul as, es una resbal adi za aventura. La vida pública de un vo lumen ex ige una presentac ión con palabras desazo nan tes (eso que llaman garra), que se resuelva n e n abundantes lectores y más copiosos ejemp lares vendidos. Es cami no q ue, en este caso, se lanza en vía muerta y s in presentir siquiera el parón final: creo que estas gentes que charlotean aquí detrás, al fi n y al cabo intentan confesarse, no quiere n dar tres cuartos al pregonero ni proclamar, al amigo y al enem igo, sus íntimos agobios. No: aunque gritan y se revuelven sin reposo, nunca sa lt an las barreras del pudor, cuentan, de antemano, con una confiada aquiescencia. Algunos lectores se me han quejado, y lo han escrito · en muy elevadas circunstancias , de que mis páginas son, tercamente, literarias: no se encuentra nunca en ellas una palabra exquisita (asclep iadeo minor, telangiectasia, adiabático). Una turba que solo" dice palabras que rezuman villanía (papá, tabardillo, pendejo) no tiene de recho a hablar en púb l ico n i a verse impres a . Cualquier intento de rede!1ción de es to s cordiales especti"os, que, de añadidura, no paran de gemecar, es grave amenaza a los más fir-

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mes sostenes de la convivencia. Otros lectores, más jovencillos, inteligentes, alonso zamora vicente sí, pero egoistones, opinan que esta gente habla como en la calle, pero muy mezclado. Todos reconocen los tics de sus pesadísimos padres, pobrecillos, tan machacones, y aún más los de sus abuelos: ya se saben de memorieta los trucos, de tanto oírselos. Ellos mismos me han asegurado, y una grabación para uso casero ha venido a demostrármelo, que, cuando imitan a su abuelito en el cotidiano cuentazo de la batalla del Ebro, acuden al parloteo de la buena gente de este libro para ponerle, atinadamente, su miajita de condimento a lo que, ya sin pasión ni duelo alguno, nos recitan. Total : que los jovenzanos niegan su operatividad histórica a la generación que les precede, la que los ha colocado en el tablero nacional. i Vaya generosidad que se gastan los chavales, ¿no ... ? En fin ...

LIBROS

Los lectores por oficio, casi todos ómines de materia literaria, ponen en evidencia los defectillos de esta desvalida gente que no quiere más que ser escuchada, siquiera sea un fugitivo rato cada dos o tres cosechas ... Esos tropezones son siempre los mismos: gerundios sublevados , aunque expresivos; demasiados diminutivos, que, a veces, se trabucan en el sufijo formador, con gran jolgorio de los sapientes y enjundiosos comentaristas; leísmos y laísmos que acusan madrileñez (madrileñismo sería otra cosa, no nos hagamos líos); verbos rebeldes conjugados con infinita torpeza, aunque el lector se quede confuso y estremecido por lo que está oyendo ... Y muchas otras menudencias así. Todo esto hace que los tipos que salen en este libro se escondan en cuanto aparece algún extraño. Pasan enseguidita a la clandestinidad, arropados en sus temores, en su vergüenza casi escolar, convencidos de que, tan pobretos , no tienen cosa sobre la que Dios les llueva ... El título de este volumen se ofrecía particularmente esquivo. Los temas (esa eterna candidez del hombre de la calle) y la forma de exponerlos (ese fala z diálogomonólogo que se encarrila directamente a desaguar soledades , sin esparcer ni hallar aliento ni consuelo), ya han asomado la cara en otras publicaciones : parece que el hi spán ico lector medio sigue anclado en el di álogo ortodoxo y tradicional, el de siglos pasados, épocas en que se ha escrito con perfecta galanura, pero qui zá sus procedimientos ya no tengan mucha vigenci a o no puedan sati sfacernos . Cervantes, los románticos, Galdós, Azorín , Valle, unos buenos muchachos que lo hicieron tan req uetebién . Pero nuestros problemas y nuestros horizontes son muy diferentes y la le ng ua que los cuen te también ha de se r diferente. No no s vale la de otros. Hablamos con equi vocaciones, con caprichosa sintaxis, con silencios, a borbotones, astillando las frases cada dos por tres ... Es mu y raro y muy congojoso privilegio fijar esta lengua en pág in as y verl a ir alimentando su frescura día a día, en tanto que nosotros sentimos, en nuestra propi a carne , el e noj oso runrún de la carcoma del tiempo, so nando y destruyéndonos . Pero no confundamos: ese runrún que nos corroe no ti e ne nada que ver con el gusano del título. Este de hoyes un mamífero, lo qu e ya impli ca multitud de diferencias. En los años in somnes de la postguerra, los madril eños, hartos de tra nsportes


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públicos desvencijados y renqueantes , 119 LIBROS deséabamos, muchas veces , tomar un alonso zamora vicente taxi. Había muy pocos, casi todos llevaban una caldera al hombro -atendía por gasógeno- y el resplandor del fuego en las noches mal alumbrados convertía a los acobardados transeúntes en fantasmagorías del Bosco. (iTras oírse llamar héroes incomparables durante tres largos años, verse sumidos en ese desprestigio, qué ocurrencia, caramba ... !). Los buscadores de taxis desfilaban por el centro de las calles, taladrando la noche con sus intranquilidades o sus urgencias. Si aparecía un coche por el fondo de una cuesta, al no ver la lucecita verde que proclamaba su vacío, decíamos: 'Ya trae gusano dentro', es decir, venía ocupado. El gusano y su función habían salido de la fraseología popular que acusa a las presuntuosas manzanas de albergar un gusano. Brillantes, lustrosas sus grandes mejillas encarnadas, pero, dentro, a veces ... Miren por dónde la escueta ap li cación de una realidad acostumbrada, la mentirosa fruta, pasó a significar así, quevedescamente, la frust ración de un rápido y cómodo regreso a la querencia. Se ponía en pie y en carne viva la heroica resolución de volver andando, quizá se vivía algo apartado, qui zá nos ag uardaba en el portal un sereno que, al vernos llegar abatidos , jadeantes, prefería abrir la espita del patriotismo y denunciarnos al amanecer, en la com isaría más cercana. No puede ser trigo limpio un hombre que se recoge a esas horas. Así que ... Pues estos cuentos que siguen llevan el g usano dentro ... El gusano que aparece en todos los viajes de estas páginas, sea cual fuere su destino o alcance, es un viejales jubilado y entrometido, que, será manía de los muchos años, no se resig na a estarse callado y habla, y habla, y habla, y orea las memorias, y revela sucedidos ajenos, y evoca muchos amargo res pasados , y rehace esas in tensas , breves alegrías que s ie mpre quedan por allá lejos, donde y cuando Dios quiso, y ... y ... En fin de cuentas: hace compañía a ratitos a tanta gente como, sonriendo y todo, no se at reve a desplegar su atroz desamparo. Leamos con la mirada limpia y luego ya veremos ... No todos los lamen tos son va no festín del viento.


La Cultura ~ se copia.

(ada año se pierd en tientos de Ideas. de Innovaciones. de horas de trabalo y sacrificio . Ca da año le deja!) de editar . cientos de publiudones por el uso indisCt lminado de las fOlocopias. Es un delito realhat copias Ilega les. pe to es mucho peor no delar Que nuestra cult ura se desarrolle. que buenas Ideas de hoy no vean la IUI mañana. (o labolil con la Culturil, aunque sólo sea por tus Ideas,

La Cultura

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LIBROS-NARRATIVA ~

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y esther bartolomé-pons

Cuando leo algo sobre Javier Marías, u oigo hablar de él en círculos literarios, noto que a menudo se le cita con perplejidad. Perplejidad que provocan tal vez sus novelas, que no parecen novelas, aunque él (Javier Marías) afirme una y otra vez que sí lo son frente a los que sólo ven en ellas (las novelas) retazos autobiográficos más o menos velados. Especialmente la última, Negra espalda

del tiempo (1998), que remite a otra anterior y la explica y la completa, Todas las almas (1989). Pero quizá la causa sea otra y la perplejidad nazca del asombro con que se reciben las quejas del autor por la escasa repercusión crítica que tienen sus obras. Es un lamento que sorprende a algunos, quienes se refieren con irónica reticencia al «caso Javier Marías»: los numerosos premios cosechados por Cora zón

tan blanco (1992) o Mañana en la batalla piensa en mí (1994), la escalada a los primero~

puestos del índice de

ventas, las traducciones a otras lenguas, su popularidad en Francia e Inglaterra, una página en el semanario de El

País ... Aunque todo tiene su explicación. La prosa de Javier Marías, sin ser especialmente difícil -ni alambicada ni grandilocuente ni rebuscada- es selecta; en el sentido de verbalmente rica, lexicalmente extensa y delibe-


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radamente morosa. O dicho de otra forma: la escritura de Javier Marías es una escritura intelectualizada, que se demora en los detalles, los analiza.,

los recrea, se recrea en ella misma, en la lengua, las palabras, los sentimientos y emociones que producen esas palabras ... El resultado son unas novelas muy interiorizadas donde la anécdota es casi mínima, pero donde todo lo que ella suscita -desde las reacciones inmediatas a los pensamientos y los análisis de pensamientos y reacciones- es elaborado y reelaborado una y otra vez por el lenguaje; un lenguaje muy tautológico, lleno de repeticiones nunca iguales, sinonímico y reiterante. Lo mismo hacía Rosa Chacel, con su prosa exigente, que sin ser nunca una escritora popular -es decir, predil ecta y leída- sí fue conocida y reconocida, admirada y minoritaria. Quizá por esto, de Javier Marías yo prefiero los cuentos, donde esa exuberancia verbal no cansa - aunque a mí nunca me cansa-, y hasta puede llegar a ser una excelente cualidad. Quizá por esto, también, la confusión entre autobiografía y novela, que a tantos aturde. Marías no recrea la realidad a partir de su propia realidad, sino que, a la manera de Stern o del mismo Shakespeare, por quien siente indisimulable fascinación - la anglofilia de Javier es evidente-, crea una realidad nueva con datos de la realidad vivida. Como todos los escritores al fin y al cabo, digan lo que digan, pero cada uno a su manera, unos mejor y otros no tanto. Y otros de forma excelente y voluntaria, se quiera ver o no. Yo no diría que Javier Manas es un escritor raro, como lo han sido Sofía Casanova, Margarita Nelken, Alejandro Sawa, Max Nordau, Joaquín Belda y tantos otros - por citar sólo algunos «malditos» de principios del siglo XX-, sin olvidar al patriarca Rafael Cansinos-Assens, raro entre los raros. Aunque sí es un cazador de rarezas literarias. Siempre ha habido escritores bibliófilos y siempre los habrá. Más si cabe que bibliómanos eruditos o universitarios, que son de quienes se habla y a los que tópicamente se cita cuando de coleccionistas de libros se trata. Los escritores actúan preferentemente en el anonimato o i1.I desde la complicidad sem isecreta de una secta minoritaria. Pocos son quienes lo confiesan abiertamente, menos quienes escriben sobre ello, muchos menos -casi nadie- quienes lo convierten en materia de su literatura de ficción o temática central de sus novelas. Por eso, por contraste, destacan más los nombres de dos esc ritores españo les de ahora, di stintos en todo y muy parecidos en su forma de amar los libros: Arturo Pérez-Revete, con El club Dumas, y Javier Marías, con Todas las almas y, en especial, Negra espalda del tiempo.


La bibliofilia de Javier Marías se halla implícita y directa en estas dos

LIBROS-NARRATIVA esther bartolomé-pons

novelas al explicar su propio peregrinaje -admitido como hecho biográfico real- por las librerías de viejo londinenses a la caza de ejemplares raros y primeras ediciones agotadas de escritores más raros todavía, desconocidos por el público, o sujetos de vidas aún más curiosas y novelescas que sus obras. Personajes de aureola mítica como John Gawsworth obsesionan al «joven Marías » hasta el extremo de dedicarie las páginas más enigmáticas y delirantes de Negra espalda del tiempo; ampliando, así, los bosquejos iniciados en Todas las almas mediante la introducción del ficticio Alan Merriot, un personaje casi tan misterioso como el real Arthur Machen, muy admirado por Borges y autor -además de unos cuentos de horror impresionantes y de unas novelas que a gusto firmaría Lovecraft- de un prólogo para Above the River, de Gawsworth, precisamente. Acerca de Machen existe una leyenda negra que lo convierte en apóstol del Mal entendido como algo positivo y absoluto, en la misma línea que el Bien: ambos serían los extremos -contrarios pero no contradictorios- de una identidad Absoluta que lleva al pecado o a la santidad como naturaleza, prescindiendo de los actos malos o buenos que se hagan. Machen era miembro de una sociedad secreta inglesa inspirada en la Rosacruz, la Golden Down, creada en 1887, que reunía a algunos de los espíritus más selectos y a brillantes intelectuales. Escribió más de treinta obras donde expuso sus ideas basadas en el horror del mal que nos rodea invisible y que acabó filtrándose en su realidad cotidiana, empapándola de angustia terrorífica. Aquí, en España, se le conoce -cuando se le conoce- sobre todo por sus cuentos de terror y sobrenaturales, aunque más importantes siguen siendo varias de sus novelas: The Great God Pan (1895) :

House of Souls (1906), The Hill of Dreams (1907) entre otras. Del mismo modo que, en ocasiones, después de acabad a una obra de ficción su autor reencuentra personajes, historias, situaciones, atmósferas que «inventó» formando parte de su devenir cotidiano, mezclándose con la vida real -pero , ¿hasta qué punto una novela no es también vida real?-, Javier Marías se sumerge en este juego de cajas chinas y en su novela (Negra espalda del tiem-

po) sobre otra novela (Todas las almas) cae en la tentación de recrear - resucitar, continuar, darle nueva forma- una especie de soci edad secreta particular: la que gira en torno al Reino de Redonda, la legendaria isla deshabitada del

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Caribe «heredada» por el «rey» John

LIBROS - NARRATIVA esther bartolomé-pons

Gawsworth -raro y bibliófilo- y de la que Machen fue Archiduque. Reino que al final, en ese rompecabezas de

las casualidades que no lo son, se perpetúa en el propio Xavier Marías y en la secta legendario-l iteraria de sus amigos y adeptos. ¿Dónde terminan los límites de la novela? ¿Por qué no considerar que lo es también esa mezcolanza de invención lingüística, sueños, recuerdos, coi ncidencias, reproducción fiel de diálogos, conversaciones telefónicas, fantasía, elementos biográficos, cartas, fragmentos de d iarios propios y aje nos, artícu los periodísticos .. . que están aq uí, pero también estaban en e l Quijote y en la novela inglesa del siglo XVIII, la que mejor aprendió la lección de Cervantes? Javier Marías, traductor del Tristram Shandy, también la ha aprendido. Quizá sea raro, pero no es extraño. /

M a u ro Zorrilla tiene una larga estela

egregor de forremolinos de mauro zonilla

de

premios en su haber. Ha esc rito novelas, obras de tearo ; guiones y artículos de opinión. La presente obra obtuvo el VI Premio de Novela « Ciudad de Majadahonda» y ha sido publicada por la Editorial granadina Alh ulia. Esta no es una novela policíaca, aunque haya víctima, vÍctimario y policía. Importa menos el enigma que los cambios que llevan a l Chato Luis Corazón a ser Otro; importa me nos saber de quién son esas voces que discuten, s uplican y aconsejan que conocer a quien las oye. Aunque la historia del egrégor del que todos forman parte tenga un principio y un fi nal, la narración de esta historia no los tiene, pues los cambios no tienen princ ip io ni fin y todo fluye. En e l escenario de un Torremolinos muy lejano a l tópico turístico, muerte y vida se engarzan en una trama de senderos que se bifurcan y se enl azan un a y otra vez, volviendo s iempre al mismo sitio.


LIBROS-NARRATIVA V I CtOT cOTcoba

el color de los sueños

de manuel villar raso

Sí escribir es una aven tura, a la desventura de lo poco que se lee a pesar de lo mucho que se presume hacerlo, El color de los su eiios, es un fascinante descubrimiento de aromas y de vientos en busca del lector. Ya lo advirtió Sh akes peare: «Estamos

hechos de la misma materia que los sueiios y nuestra peque/la vida termina durmiendo ». El libro crea ambientes únicos y rec rea la fuerza de África, tan castigada por la insolaridad y el atropello del mundo rico, después de constantes visitas a la república de Malí durante quince años, mediante un fructífero navegar por exóticos escenarios donde la vida es un trajín de experiencias y de hábitos ancestrales. La genia lidad retratista de su autor, Manllel Villar Raso, para captar la que luego cuenta de forma sencilla e n un libro de inesperados hall azgos y de profundos diálogos, aumenta e incita a saborear las diferentes y, a veces, sensuales atmósferas que invitan a deshojar cada página como si el Olimpo estuvi ese cercano a nosotros y, en ese inte rcamb io de goces, lo pudiésemos beber. El escritor se ha dejado ll eva r por el so nido de las ca racolas y ha bebido todo un cauce de sensaciones, que es por do nde brotan los colores de los sueños, tornándose en un letargo sin querer despertar. Un tipo, Migue l Romero , mezcla de caníbal , troglodita y genio del arte, abandon a su casa y a su hija , marchándose a una región inhóspita de África, primitiva y soli taria, deseoso de paladear ot ras cos tumbres que fructifiqu e n e n un a pintura inédita capaz de revo lucion ar las

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LIBROS-NARRATIVA

agotadas vanguardias de su tiempo.

vlctor carca a

Diez años más tarde, Marina, recibe el cuaderno de dibujos que su padre hizo en su huida, y convence a tres

amigas para ir en su busca, siguiendo los dibujos por el Sahara, Mauritania y el Malí. En las diferentes vidas y espacios en los que se mueven, hay un racimo de imágenes: un canto al amor, a la naturaleza más descarnada, al arte y a la vida, inspirado en las vidas exóticas de Paul Gauguin y Miqel Barceló.

Manuel Villar Raso lleva un largo camino recorrido, desde aquel su primer libro: Mar ligeramente sur, finalista del Premio Nadal en 1975 . Desde entonces , y bajo los aires de Granada a los que siempre retorna cargado con un montón de sueños después de navegar por el universo de lo insólito, puesto que «nada importante sucede entre paredes », ha publicado diez novelas, entre las que destacan Comandos vascos (1980), El laberinto de los impíos

(1981), Últimos paraísos (1986) y una serie de novelas sobre África, que se inicia con Las Españas perdidas (1983) y Donde ríen las arenas (1994). Su estilo personal es un suma y sigue fruto de las hondas y universales raíces cu lturales germinadas a pie de obra, a través de sus multiplicativas vivencias de un soñador que navega sin descanso, hasta convertirse en un novelista que escribe -a mi juicio- una «literatura de salvación », como queriendo actuar de salvavidas a través de la palabra, reflejo de un orbe en el que lo imposible también es posib le. El encuentro con El color de los sueños es como un río de perfumes que atrapa y encandila, por el continuo movimiento de escenas y escenarios de luces y sombras. Su autor, va descubriendo y describiendo poblados al borde mismo del agua y pinturas que son como gotas de colores. Se dan todo tipo de acontecimientos, en un desvelo de una hija deseosa de llegar a ver a su padre vivo, un artista que se ha atrevido a vivir en un mundo de soledad y, a morir entre los secretos del arte, ofreciéndole la vida. Ya lo escribió Ángel Ganivet: «vida y muerte sueños son.! y todo el mundo sueña,! sueíio es la vida en el hom-

bre.! sueño es la muerte en la piedra». En todo caso, siempre suspiramos por visiones de bell eza, algo qu e en e l libro es como una ventana abierta, por dond e se di visan c larividentes mundos desconocidos con los que siempre soñamos. De estos anhelos que da la vida; pues, ¿qué es vivir sino soñar?, tambi én vivi ó Marina, protagoni sta de un cosmos en el que solo viven aquell os que sueñan.


LIBROS-NARRATIVA

el encierro de las bestias

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El encierro de las bestias

de magnus mills El autor trabajó seis años como montador de cercas en el Norte de Inglaterra y luego en Londres como conductor de autobús estuvo otros doce años . Actualmente es crítico de música pop y ha terminado ya su segunda novela.

El encierro de las bestias ha sido calificada por THOMAS PYNCHON de la siguiente forma: «Este escupitajo impertinente a la cara oscura de los contratos de trabajo temporal es una hazaña cómica, demencial y circunspecta a la vez. Tiene el poder exhuberante de la palabra mágica, que puede resultar peligrosa si se pronuncia en voz alta». La novela ha sido traducida directamente del inglés por Mariano Antolín Rato y publicada por Muchnik.

el viaje más oscuro

Luis Díez

de luis diez tejón

Tejón nacido

en

EL VIAJE MÁS OSCURO

Avilés en 1946

Lu is Díez Tejón

es

licenciado en Historia del a rte, y entre sus obras publ icadas destacan: Unos día nada más (1983), Esta

tierra en que nacimos (1987), Vie ron y hablaron de nosotros (1989), El testamento de la marquesa (1992) y La noche de las termitas (1995).

Reproducimos el capítulo IX de la presente novela;

«Leda, estamos solos y de noche y tú no me conoces, así que voy a decirte algo: Odio todo lo falso. Odio la sonrisa falsa y los falsos men-

I.I.¡.. ".,I L 1 (I.A\I ,II

sajes de esperanza. Odio lafalsa euforia del alcohol y las falsas afil717aciones de pobreza de la Iglesia, las promesas falsas, las falsas conciencias, los falsos consejos, los arrepentimientos falsos. Sólo admito lafalsedad del Arte. Ya está. Ahora voy a cantar una canción para no dormirm e.»


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vamos a contar canciones

LIBROS-NARRATIVA

de jasé maria conget

Vamos acontar canciones

José María Conget (Zaragoza, 1948). Ha publicado las novelas quadrupedumque (1981), Comentarios (margina-

les) a la Guerra de las Galias (1984), Gaudeamus (1986), Todas las mujeres (1989), Palabras de familia (1995) y Hasta el fin de los cuentos (1998). XORDICA editó en 1997 Cincuenta y tres y Octava, un ensayo sobre la calle de Manhattan donde vivía e l autor. Conget ha ejercido la enseñanza de la literatura en Escocia, Perú, Inglaterra y diversos puntos de España. Durante más de siete años trabajó en el In stituto Cervantes de Nueva York. Actualmente reside en Sevilla.

Vamos a contar canciones es un ejercicio literario de carácter autob iográfico escrito a partir de la asociación libre provocada por diversas melodías. Desde los Doce cascabeles de la infancia hasta una composic ión de Compay Segundo que en laza los separados veranos de Nueva York y de Sevi ll a, pasando por la primera radiogramola familiar, el coro del colegio y el pacato erotismo que las cantantes francesas inspiraron en su ado lescenc ia, Conget recupera un a ed ucac ión sentimental, explora algunos paisajes perdidos de la memoria y justifica la costumbre feliz de ir si lbando por la calle. Julián

Baena

Aguado nació

Manuela

en Alcobendas Julián Baena Aguado

manuela

de julián baena aguado

(Madrid). A lo largo de su trayectoria literaria ha cu ltivado varios géneros. Entre los años 1960 y 1970 escribió letras y canciones para la editorial Canciones del Mundo. Autor del libreto musical Una nube de paz, llega al mundo del Teatro con obras como De madrugada y- Yo el Alcalde. Recientemente ha publicado la novela Las trompetas del cielo (1997) y el libro de poesías Olor a paja seca (1997), alcanzan-

[[El -

.

do su madurez literaria con su última novela, Manuela.


LIBROS-NARRATIVA

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la mano que aprieta de jasé f ruiz mata

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Lamano que. •

aprl~ta .

José F. Ruiz Mata nace en Jerez, en la primavera de 1954. Su ciudad y sus vecinos se pasean libremente por los relatos y las novelas de este escritor, que se confirma como uno de los valores más pujantes de la narrativa actual andaluza. José F. Ruiz Mata es ·director de la revista de literatura Tierra de Nadie; ha publicado, en Calambur, un libro de relatos, El talud de cristal (1991), y dos novelas, El hombre que nos acompaña (1993) y Semilla de áloe (1995). - _.-.. ...-" .-Una caja de la que no se conoce el contenido, y una serie de " , .. persecuciones en tomo a ella le dan motivo a José F. Ruiz Mata para presentamos una galería de personajes que intentan dejar el anonimato de sus vidas a costa de pertenecer a unas élites de dudosa singularidad. Historia de tintes policíacos, llena de ironía, de humor y de situaciones que rozan el absurdo, pero tan reales como la vida misma. Cada personaje, como cualquier ciudadano que se precie, lleva su locura a cuestas, incluido el protagonista, pero ninguno renuncia a representar su papel ni a convencerse de que es el mejor que le ha podido tocar en suerte. Novela escrita con prosa fluida y amena, que engancha al lector desde un principio, llevado por el doble juego de la acción, reflexión, acción. El resultado es un texto que junto al regusto de pensar ofrece la diversión de dejarse arrastrar por la historia. ": A

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César de la Lama Chamorro nació en Bilbao. Estudió Medicina y Derecho y se tituló en Periodismo. En 1991 deja la actividad profesional, siendo Subdirector y. columnista de la Agencia EFE, empresa en la que trabaja durante treinta años, para dedicarse por completo a escribir. La Sombra que pisamos narra la vida de un visionario al que domina la pasión por una mujer, Lucía Bergex . La profundidad existencial de este personaje, cuya personalidad atormentada se desdobla entre la realidad y la ficción, representa una atractiva concepción literaria de la narrativa que recoge los problemas del hombre actual.

. la sombra que pisamos

CÉSAR DE LA LAMA

de césar de la lama

La sombra que pisamos

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LIBROS-NARRATIVA

¿cuántas veces en un sjglo mueve sus alas el coHbri?

Ricardo E. Rodríguez nació en Santiago de Chile en 1946. En 1964 estudió periodismo en la Universidad de Navarra. Regresó a su país con el triunfo de Salvador Allende. Fue detenido y encerrado en el Estadio Nacional tras el golpe militar. Escapó refugiándose en la Embajada de Suecia. Se exilió y fue internado en un hospital de Gran Bretaña con 36 kilos de peso. Luego se integró en la Revolución nicaragüense regresando a Chile en 1991. Actualmente vi ve en Barcelona. Septiembre de 1973. En Chile se desvanecen las esperanzas de quienes creían que por medios demo cráticos se podía cuestionar el orden ~e las cosas. Los cadáveres flotan sobre el río Mdpocho, desaparecen ciudadanos, el Estadio Nacional se llena de detenidos. Las imágenes de las calles de Santiago, antes alegres y esperanzadas, son ahora estampa del terror. Los militares lo llenan todo, como un gas denso, letal. Detrás de la estampa de los generales crece el submundo de la tortura. Yes en esos sótanos donde surge de nuevo la esperanza, la ternura y la lucha. De la experiencia vivida nace el testimonio, el testimonio se hace novela, la novela libro ... Palabra armada otra vez, que dispara, más allá de su tiempo, a todos los Pinochet que roban los sueños de los pueblos.

de ricardo e. rodriguez

Celia López Sainz ha escrito dos narrala maravHlosa CELIA LÓPEZ SAINZ ciones en las que brilla una aventura de imaginación bella , llena de co lorido, ternura, gozo, y los personajes tienen el atractivo de ser perfectamente reales. A Ana le aburre mucho estudiar música, rompe el libro y lo esconde debajo de la alfombra, después decide hacerse vagabunda, coge un saco de la cocina de su casa, mete el peine, un montón de caramelos de colores y dos asilos que son sus juguetes preferidos. En el camino le suceden cosas maravillosas.

ana de celia lópez sainz


LIBROS-POESíA

escrito en el sHencio

na

de ana maria naVales

María

avales naió en Zaraoza, en cuya niversidad

se doctoró en Filosofía y Letras y fue profesora de Literatura Hispanoamericana. Beca de la Fundación Juan March de Creación Literaria y del Ministerio de Cultura. Es directora de la revista cultural Turia, del periódico cultural-educativo Worter, y Jefe de la Sección de Creación Literaria del Instituto de Estudios Turolenses (e. S. 1. e.). Ha publicado nueve libros de poesía, entre ellos Del fuego secreto (premio San Jorge), Mester de amor (accésit del Adonais), Nueva, vieja estancia (premio José Luis Hidalgo), Los labios de la luna, Los espejos de la palabra (antología personal), Hallarás otro mar y Mar de fondo (1978-1998) (antología). Como narradora ha publicado varios libros de relatos, entre los que se encuentran Cuentos de Bloomsbwy (Edhasa, 1991), Zacarías, rey (El fantasma de la glorieta, 1992) y Tres mujeres (Huerga & Fierro, 1995) y las novelas El regreso de Julieta Always (Bruguera, 1981), La tarde de

las gaviotas (UnaJi, 19181), Ellabennto del quetzal, premio Antonio Camuñas 1984 (Hiperión, 1985; 3: edición, Calima, 1998), y la aún inédita La amante del mandarín.

IV Alargo mi mano con la palabra para tocar el mundo. La tarde se duerme sola y espero con la puerta abierta al amor, que cruza por un camino inverso al de mis pasos. Salgo para oír su voz y ordenar el calendario pero no hay caricias para mi frente ni mensajes de consuelo. y el fantasma de la infancia sigue con su vieja sábana.

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pentateuco

LIBROS-POESíA

de juan manuel calvo Juan Manue l Ca lvo (Madrid, 1942). Vi ve en

h " M " l l l C \ I \I )

Má laga desde 1969. Ha escrito los libros de poe-

P

sía:

E N

Primera aproximación (1971), Tratado del más acá (1973) , Subsuelo sensible (1989), Poemas orienta-

T

les (1991), Trizas (1991) Y recientemente, Dámaso (1994) y Bricolage de noches al acecho (1994). Mi

A

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alfoz zamorano (1995), Soledad, sueiio de los otros (1995).

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Es autor de dos cortometrajes titulados Los habi-

tantes de Antequera y Fiesta de verdiales. Reproducimos unos fragmentos del prólogo de l poemario Pentateuco:

Co leccion: Plcu lIl o r d e poc ~ i u

Las pantallas, las antenas , los aerop uertos , la Historia, la política, la economía, el tráfico, las armas, el Estado, los periódicos, las noticias de masacres ... fragmentos en prosa que se entremezc lan con sonetos de endecasílabos, categóricos, y con estrofas como breves arengas, como reflexiones rotundas. Con frec uenci a se agudizan en alusiones concretas: «Toda Sudáfrica es

Soweto,/lo demás es mentira ». «Alguien está luchando en Sarajevo ». «Yo soy casi tres veces Evtuchenco ». «El orden y la ley hunden pateras»... Poesía social, o mejor poesía civil , que talla una faceta importante de la pe rsonalidad de Juan Man uel Calvo . El quinto libro culm ina el volumen, con una luminosa invocación al mar de Málaga, al esplendor de la playa, la bahía mágica, el «suspiro de la luz ponien-

te» «el amor del cielo por e"l agua». Las metáforas y el tono se afilan, se endulzan: «Inmenso este lugar de inmensidades», «los abanicos de la luz estallan »,

«Málaga es una nube de estorninos». «La seda de la tarde en la bahía», «su arena de pan », «la almáciga del mar/rompe en espumas». «Esta mariana de avellana pura»... Lo que no le impide utilizar metáforas más broncas y aun abruptas : «El mar, como un escroto gigantesco,/nos pone en duda el mundo conocido».


Así, un caleidoscopio innumerable puede abrirse en el vas to cuerpo de

LIBRO S-P OE SíA

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·esta obra ambiciosa que no renuncia a reflejar todas las facetas de la personalidad de un poeta cuya vida diaria, co ntínu a, minu to a minuto , parece modu larse en formas poemáticas, salvarse del tiempo al cuajar en versos o imágenes que captan cada insta nte. Para mí, como he dicho antes, hay que entrar en este libro con el ánimo con que se penetra en un bosque. Un bosque que, afortunadamente, al fin de su travesía, se abre a la luz del mar. JUAN MOLLÁ

Madrid, noviembre de 1998

la sabia insinuación de las cosas

de salomé ortega

Salomé Ortega aunque nació en Granada

en 1962 vive desde 1965 en Madrid. Anteriormente había

Salomé Ortega

La. sabia .lDSIDuaClOD .,

de las cosas

publicado dos libros: Siete velos y Granada abriéndose. De La sabia insinuación de las cosas escribe Luis Landero: «... Una verdadera fiesta para los sentidos ... sabe mirar y' arrancarle a las cosas lo sin gu lar, lo in transferibl e ... Un libro fresco, lleno de tra nsparencia y muy sensual, de manera que al leer, además tocamos, vemos, gustamos, oímos. Se impone nr.u o . , al lector una sensación muy próxima, casi hiriente de la realidad ... » . y Rafae l Guillén: «Ese desbordamiento de la naturaleza yesos recuerdos, las descripciones, casi HI1 ! RCA , ~

cinematográficas, se tornan íntimas no se sabe en qué momento. El ritmo de la narración a grandes pinceladas, de los relatos de Emily y Marguerite .. . consiguen transmitir un gran ali ento poético y una inusitada riqueza de imágenes ... » .


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LIBROS- POEs íA

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ENTREVISTAS JUAN MANUEL GONZÁLEZ - Manuel Quiroga Clérigo JOAQuíN BENITO DE LUCAS - Meliano Peraile

CONVOCATORIAS - CARTAS



ENTREVISTA

im

juan manuel gonzález: toda creación original contiene poesia» manuel quiroga clérigo

Juan Manuel González, poeta, crítico y novelista, ha sido en esta temporada Premio Rafael Alberti de Poesía con Luces inciertas y finalista del Premio Fray Luis de León de Narrativa con El sol de octubre. Es autor de una docena de volúmenes, de entre los que -además de los citados- cabe subrayar los poemarios Líneas minerales, De sombras y transfiguraciones, De ritos y solsticios, En el filo de la sangre (Primer accésit del Premio Gil de Biedma 1996) y Madrigal de Ausencia (Premio Ángel Riesco de León 1998). Como narrador destaca con los títulos Viajes antiguos y Cuaderno de Combate Azul (Premio Ojo Crítico 1993), y como ensayista y traductor con los textos Stefan George, La nieve en el espejo (Premio de Crítica Atlántida de Cataluña 1992) y Caledonia y Robert Burns.


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ENTREVISTA manuel quiroga clérigo

Conversamos hoy con él sobre sus últimos trabajos, el poemario Luces incier-

tas,

publicado

por

la

editorial

Renacimiento de Sevilla, y la novela El

sol de octubre, publicada en la colección Barrio de Maravillas de Valladolid. -Comencemos por una pregunta obligada: ¿ Qué son Luces inciertas y El sol de octubre, dos títulos que parecen casi complementarios? -El primero es un poemario ambientado en la crisis cubana de 1898, y trata de contar la historia de un protagonista que se supone oficial del ejército colónial. Este ofi¡

cial, al encontrarse con un medio extraño y nuevo para él, sufre una transformación en tomo a los ejes b ás icos ~e su existencia. Se ve frente al amor, la muerte, eldesarraigo, la percepción de la di vinidad, la pérdida y el encuentro de la amistad ... toda una serie de elementos fu ndamentales en la vida de cualquier persona por encima de los tiempos y las latitudes. Esto se refleja de forma lírica en 22 poemas y un cierre en prosa, cumpliendo un itinerario por Cuba, hasta la batalla final que es la de la Loma del Caney. Por su parte, El sol de octubre es una novela que a través de siete capítulos narra la historia de un joven que desde un triángulo amoroso se ve sumido en lá violencia y la agitación de la España y el Portugal de 1974. De alguna forma es también un viaje de aprendizaje sentimental y vital, de cambio interior, en un espacio igualmente de quiebras y contornos difusos: la última lucha de la izquierda contra el franquismo; pero más moderno, más modelado que la crisis del 98 por el radicalismo, la fragmentac ión, la náusea existencial y el nihilismo.

-Centrándonos en Luces inciertas, que para algo ha sido Premio Alberti, ¿cómo se te ocurrió un argumento semejante, en esta época en que la poesía suele ser más bien algo vano y fútil, y cómo fi /? recibido por el jurado? -Luces inciertas ha obtenido el premio por unanimidad. Es la primera vez en la historia del galardón que se toma una decisión de este tipo por parte del jurado. En este sentido parece que hay una recuperación o una revalorización de una poesía más de pensamiento, más filosófica, vestida en este caso de ribetes épicos e históricos, pero que en el fondo se trata de una poesía conceptual. Respecto a la futilidad actual de la poesía, es evidente que ha habido una especie de simple poesía de lo cotidiano, de lo inmediat9, que no se atrevió en la última década a tocar temas esenciales, temas que están por encima del tiempo y de la geografía, y que desde siempre han preocupado al indi viduo y han sido factor de creación artística, no sólo literaria, sino ~bién plástica o musical. Esos asuntos eternos, que van desde la soledad, lo fugaz del tiempo, la muerte como encuentro inevita-


ble, el desamor, o la fragilidad del placer, están recogidos en este poemario.

ENTREVISTA

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manuel quiroga clérigo

-Para alguien que también escribe con acierto crítica y ensayo, ¿cómo se percibe la poesía de hoy? -Yo creo que la poesía es el género mayor. Viene del concepto griego «poiesis», que indica creación o impulso creativo. No sólo reside en lo que entendemos por género poético, sino que se encuentra en cualquier disciplina artística, siempre que ésta sea verdaderamente original y se halle cercana al espíritu humano. Puede haber poesía en una estatua, en una película, en una novela, en un cuadro ... Como género mayor se encuentra en el resto de los géneros. En el caso de Luces inciertas la poesía aparece incluso un toque narrativo: relata una historia, hay un personaje central, hay perfiles secundarios, sombras que van apareciendo en la escenografía del poemario. Todo está ambientado en Cuba, en un paisaje extraño para el protagonista, aunque poco a poco vaya entrando en su corazón, pues surge en él una valoración de la tierra, de la energía telúrica, de los influjos del mar y de las selvas, no sólo de las gentes que pueblan en ese momento la isla.

-¿ En qué corriente podría enmarcarse tu poesía, esta poesía? -Desde siempre mi poesía, tanto los tres primeros libros como el anterior a éste, titulado En el filo de la sangre, han sido calificados de neosimbolistas. En Luces

inciertas aparece ese neosimbolismo con unos ingredientes modernistas, sobre todo por el hecho de que cuando se sitúa la acción del poemario, en 1898, el influjo modernista existía. Aparte de por la belleza de ese movimiento, introduzco elementos modernistas por razones líricas y de atmósfera. Creo que el simbolismo y el modernismo fluyen de la matriz que fue el movimiento romántico, y éste antes de la épica, y se sitúan todos en una línea idealista de la literatura, en la cual yo trabajo.

-¿ Sería la épica algo a revitalizar frente a la íioíiería actual de cierta poesía? -La poesía épica está en la génesis de toda nuestra literatu-

Robcrt Muros

Caledonia y oLros poemas

ra, la occidental: la I1íada y la Odisea son grandes poemas épicos, el Mio Cid, los Nibelungos, las Eddas o el ciclo artú-

V"l"l'oi"11 ~. I'n,l u ~u

d,. Ju :," :\ llIntlt.'1 Gunúl .. :r.

rico también .. . En realidad, la poesía épica contiene la ·descripción de la lucha del héroe, del individuo, frente a unos entornos negativos o frente a la hostilidad exterior. En ese sentido la épica no tiene tiempo, no tiene época; puede haber una épica grecolatina, medieval o de otros siglos, como sucedió en el XVI con los grandes poemas de la conquista de América o en el XIX cuando el romantici.smo tJur.\'Tt: E.I ..·,.....·• ,l.- I·,... . ¡"


crece arropado por épicas individuales o

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colectivas, para fOijar los grandes mitos de las literaturas nacionales. Hoy la épica también tiene una justificación o un sentido, porque la lucha del individuo contra el medio hostil es tan fuerte, o quizás más fuerte, que en épocas anteriores. Puede haber una épica de lo actual, aunque nos enfrentemos entonces con el problema de la rutina de lo cotidiano, de la cercanía. Cuando esta cercanía resulta demasiado evidente es más difícil establecer unos cauces épicos sin caer en la propaganda. - ¿ Qué poetas vivos representan hoy en nuestra tradición un magister~o para la creación? -Tenemos la suerte de contar aún con Rafael Alberti, un clásico vivo: ahí está su obra, ahí está su legado. Tras él hay una serie de autores como Claudia Rodríguez, José Hierro, Pere Girnferrer, Rafael Guillén, José Ángel Valente y Antonio Colinas .. . todos ellos muy importantes para la historia de nuestra poesía, y básicos para una generación. Por otro lado, conviene tener en cuenta que los considerados en un instante actual como nombres muy importantes, luego no lo son: el rastrillo del tiempo pone a cada uno en su sitio ... se advierte entonces la pervivencia de nombres que en su momento no parecían tan notables y la liquidación de otros que parecían esenciales. Eso pasa en todos los períodos y géneros: Cervantes tardó en ser reconocido debidamente, igual ocurrió con Calderón, Pessoa, Baudelaire, Rimbaud o Proust. Tal vez más de la mitad de los autores clave de la literatura universal no fueron en su tiempo valorados en su justa medida. Por mi parte, nunca he dejado de admitir los influjos de autores ya indiscutibles como Yeats, Juan Ramón, Cemuda y Aleixandre, y de algún otro"que, como el irlandés Seamus Heaney, también lo será en el futuro.

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-Para finalizar, ¿qué porvenir tiene la poesía que se escribe en castellano, tanto en nuestro país como en la América Hispana? -El castellano es un elemento fundamental de la cultura universal. Es la segunda de las lenguas, sino la primera, en el ámbito occidental. Y la poesía en castellano es algo muy vital, lo fue en la Edad Media, en el Siglo de Oro, en el Modernismo, en las generaciones contemporáneas del 27 y del 36. En el futuro, por una" ley del péndulo, volverá a recuperar la brillantez y la energía de los mejores tiempos. Quizás en las primeras décadas del próximo siglo asistamos a UD estallido de la literatura escrita en castellano, tanto de la narrativa como de la poesía; no sé si esa explosión saldrá del costado hispanoamericano o

UI'f'CA.lA.

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del costado español, pero será algo decisivo e imparable.


DIÁLOGOS ~

eliano peraile con joaquin benito de lucas meliano peraile

Con JOAQUÍN BENITO DE LUCAS tengo algunas coincidencias vitales: fuimos aprendices de varios oficios, los dos hemos sido practicantes de medicina y cirugía, los dos somos profesores de literatura, y ambos escritores: casi vidas paralelas. Por ahí comenzamos nuestro diálogo, por el azacanado vivir: -No has tenido una vida fácil y placentera. La guerra civil te echó de tu casa y de tu pueblo; trabajaste de tabernero, de meritorio en algunos oficios, te doctoraste en filosofía y ganaste una cátedra, o sea, que te has peleado con la circunstancia y posees una vas ta experiencia, de donde nace tu poesía ( << Toda poesía - tiene dicho- nace de la experiencia, ya sea pensada, ya vivida»); es deci r que lo vivido influye en la po es ía qu e se esc ribe. ¿ Se nota que algunos poetas han vivido poco por dentro y por fuera? -Es verdad . Mi vida, como la de muchos niños y adolescentes de los años cuarenta, no ha sido sencilla. Desde muy niño ayudaba a mi padre en las horas libres del colegio


sirviendo vino en el último de los

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bares que tuvo (1942-1944). Después trabajé en diversos oficios en los que ganaba algo de dinero, treinta pesetas al mes en uno de ellos. Luego un a afección pulmonar me hizo guardar reposo durante dos años. La tuberculosis siempre ha sido compañera de los poetas. Su curación fue la señal de partida. En 1950 me matriculé de ingreso de bachillerato, lo que hacían otros niños a los nueve años. Y ahí comenzó la maratón. En 1954 obtuve el título de Practicante por la Facultad de Medicina de Madrid, en 1955 obtuve el Grado Superior de Bachillerato, en el 1956 realicé el Preuniversitario y en el 1960 era licenciado en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid. Entre medias, realicé el servicio militar y viví de otros trabajos: clases particulares , escrutador de quinielas de fútbol y, sobre todo, trabajé de practicante en una clínica privada de urgencias. Si la poesía es vida, todos estos acontecimientos o muchos de ellos, y otros que me sucedieron ya fuera de España -Damasco, Berlín (desde donde me doctoré y preparé las oposiciones a cátedras de Institutos de Enseñanza Media)- tienen que aparecer en mi poesía, aunque, claro está, no tal como suced ieron. Quien no ha viv ido semejantes experiencias vitales tendrá que «inventárselas». Parafraseando un a célebre frase puede decirse que «lo que no es experiencia es plagio».

-El recu erdo, me parece, es fundamento de una parte esencial de tu poesía, «Materia de olvido » se llama tu segundo libro, 1967, Premio Adonais. Escribiste: «... el ayer vivido es tan materia y entraña de nuestro yo como pueda serlo el presente ». ¿Suscribes pues, las palabras de Ortega cuando dijo: «Sobre todo se vive de las visiones infantiles, del botín que cobraron los ojos nuevos»? -La reflexión sobre lo vivido por el poeta, so bre todo en la infancia, es la fuente nutricia de su obra. El pasado evocado adquiere cualidades de presente. Vivir es recordar. Pero ese «recordar» no es hi stórico sino poético. Lo que la experiencia de la memoria guarda celosamente de tu ex istencia es - creo yoa lo que se refiere Ortega cuando habla «del botín cobrado por los ojos ».

-Bousoño, Ángel González, Carlos Sahagún, Luis García Montero, Fanny Rubio, Jenaro Tale/tS, Hilario Tundidor, tú ... ejercéis la enseiianza. ¿ Hay, como hubo en la gene ración del veintisiete, una poesía de profesores ?


-Por el número de poetas-profesores puede que sí, pero porque la poesía

DIÁLOCOS meliano peraile

que hacen tenga unas características comunes que la designen como «poesía de profesores », no lo creo. Entre la poesía de los poetas-profesores que tú citas - a los que podían aña dir otros nombres- existen notables diferencias tanto temáticas como de expresión. También existían entre los autores del 27, pero en ellos había un deseo común de hacer una poesía nueva. Por otro lado, no era frecuente que en una generación de líricos se reuniesen varios catedráticos de universid ad e instituto y otros poetas que, no orientados hacia la docencia, hicieran de e lla s u forma de vida. Hoy todo está masificado. Las tendencias en poesía son mu y variadas, dependiendo, a veces, su orientación de la promoción a que pertenezca el poeta y, dándose también orientac iones diferentes, entre los dos poetas de una misma promoción. Además, ser ho y profesor, incluso catedrático, no es tan sorpren dente como lo era entonces.

-Los comentaristas de tu poesía nos advierten que la claridad es una de tus notas características. Otros, por ejemplo Ángel González y un se rvidor, acusamos de hermetismo indescifrable a buena parte de la poesía actual, y estamos con quien ha esc rito que «la comprensión sólo se consigue cuando algunos elementos de la metáfora o de la ambigüedad son supuestos que tanto el poeta como el público conocen. ¿ Existe la poesía cuando el poeta hace su propio y particular idioma, único o intransferible, y no tiene en cuenta que el lector ha de entender por vía racional, sensorial, intuitiva los ve rsos? - Yo creo que la clari dad de la exp res ión surge de la claridad del pensamiento. Só lo se escribe claro lo que se ve claro. T odos los hombres tienen sentimientos y emociones de aleg ría, dolor, tristeza, etc., pero no todos son capaces de expresarlos de un modo claro y emocionado. Si aciertas a expresarlo de manera que cualquier lector pueda identificarse con lo que tú dices estás en el cam ino de ha blar para todos. Si, por el co ntrario , buscas la originalidad por medio de un lenguaje críptico corres el riesgo que s u contenido sea ininteligible y, consecuentemente, incomunicable. Queda só lo, la belleza -cuando la hayde la palabra sin más. Pero eso termina por ha st iar, particularmente cuando

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DIALOGOS

buscamos «unas pocas palabras ver-

meliano peraile

daderas». Yo distingo perfectamente entre originalidad y personalidad literaria.

Unos poetas quieren ser originales creando su propio código lingüístico. Otros apuestan por ser personales y buscan decir «algo», sin importarles tanto la forma original como el tono distintivo.

-Has obtenido el Premio Adonais (1967) con «Materia de Olvido», el Miguel Hernández (1976) con «Memorial del viento», en Talavera de la Reina se convoca un premio de poesía que lleva tu nombre, eres miembro de los jurados de los premios Rafael Morales, Bustarviejo, y de algún otro. O sea que tienes bastante experiencia en cuestión de concursos. ¿ Qué te dice tu experiencia de los premios literarios? ¿ son beneficiosos, nocivos, ni lo uno ni lo otro, lo uno ylootro? -Los premios literarios son algo así como los concursos de belleza . ·El resultado final depende del concepto que de poesía o de belleza tenga el jurado. Para la joven o el poeta premiados, el galard ón no mejora la beldad de s u rostro , en un caso, ni la cali dad de su poesía, en el otro. Pero , no obstante, son benefi ciosos si se ganan porque esti mul an: al poeta, a seguir escribiendo, a la joven, a mantener su beldad. Si no se gana, son nocivos por todo lo con trario. Participar en un concurso literario cuando el jurado está co mpuesto por miembros de prestigio, de gustos variados y probada hon estid ad es como poner a la consideración de personas entendidas el trabajo que está hac iendo. Pero siempre con el convencimiento de que si lo obtienes no eres mejor de lo que eres, y si lo consigue otro, tampoco eres el peor de todos. De cualquier manera, los premios que con ll eva n la publicación del libro son siempre beneficiosos. Si, además, son de un millón de pesetas, más beneficiosos todavía.

-Te manifiestas deudor de Ga rcilaso: «De él ap rendí la incorporación del paisaje al poema, la gran belleza de sus ég logas». ¿ La tensión del poema lírico no padece con la incorporación del paisaje? -Garcil aso y otros poetas clásicos son un a fue nte in agotab le de conocimi ento poético. De ellos puedes aprender muchas cosas: el uso de l lenguaje, la gra-


duación de la expresión de los senti-

DIÁLOGOS

mientos, l os ritmos del verso, la

meliano peraile

estructurac ión del poema, etc. Pero, sobre todo, su vis ión del mundo, su manera de interpretar la realidad . Quizá por un a cuestión de paisanaje - aunque nos separen cuatro sigloadmiro a Garcil as o. Su manera de contemplar el mundo ha sido para mí una gran lecc ión . En sus églogas, el paisaj e contribuye a dar más tensión o, por el contrario, a sere nar los sentimientos de sus pas tores . Todo el entorn o participa en su poes ía pastoril. Yo tambi é n pretendo que mi poesía participe del entorno de donde surge. Si en Garcilaso el pai saje y el río Tajo son dulces, co mo e l lamentar de su pas tores -aunqu e no s ie mpre- , el pai saje que yo veo y el Tajo que miro encierran a margura . Ga rcil aso ha bl a de su «dolorido sentir»; mi sentir es más bien doloroso. Y conste que la co mparac ión vie ne obligada por la propia pregunta. Si toda comparación es odiosa, en este caso, además de odiosa, res ulta improcedente.

-Viviste unos alias en Berlín, escribiste un libro, KZ (Campo de concentración), en cuyos versos hay un tono de elegía: «Dónde está el país qu e tánto/ quería. Fue mentira/ todo, la lu z, el aire! la ciencia y además/ el hombre era mentira ». Pon en prosa todo aquel ambiente que causó tu decepción y tu tristeza. - Cada vez qu iero hablar menos de mi pe ríodo de vid a berlinesa. En libro KZ

(Campo de concentración) ex pu se un as ex periencias y man ifesté un os se ntimi entos que me ll evaban ahogando varios años. Yo no entendí la vida alemana; ni supone ni quise someterm e a ell a. Siete años en esas co ndi c iones es para ex plotar. Cuando ll eg ué a Be rlín venía de l Próx im o Oriente, de Damasco, donde viví dos años inol vidabl es, dond e me casé, donde debi ó nacer mi primera hij a. El cambio de Berlín fue brutal. Aunque trataba de rac iona li za r todo lo desagradabl e que me sucedía - no en el mundo uni vers itari o , bien es verdad , donde fui magníficamente tratado- los acontec imientos podían conm igo. Tengo mu c has anécdotas, algun as di vertidas , ot ras no ta nto . Durante c ierto tiempo, mi mujer y yo negamos que tu vié ramos hijos para pode r a lqui lar una casa e n el di stri to uni ve rsitario de Dhalem . Meses des pués, sup imos que a l

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DIALOGOS

propietario de la vivienda, Herr

meliano perai l e

Lagodny, le encantaban los niños.

-Eres talaverano, coterráneo de Fernando de Rojas, tienes escritos con Melibea y Calisto de protagonistas, dos libros de amor: «Antinomia » y «Campo de espuma» ¿ Es por esto por lo que se te designa como poeta amoroso o tu poesía viene amorosa desde el principio? -Entre mis amigos de juventud yo tenía la fama de ser muy enamoradizo. Pero no es verdad. Soy de los pocos, con cuatro o cinco más, que no se han separado de su mujer. Yeso creo que es prueba de constancia amorosa. Para mí el amor tiene, al menos , una doble función en la vida del hombre . Por un lado, la que le permite el conocimiento del mundo a través de lo femenino; por otro, la que le ayuda a espantar la soledad radical en que vive. Por ello, desde siempre he escrito poemas de amor. En mi primer libro , Las tentaciones, el poema inicial y los dos últimos de la IV parte, además de otros dos en la segunda, son de tem a amoroso. Lo exótico del motivo del libro -el Próximo Oriente- han hecho que pasaran inadvertidos. Pero, desde luego, es en Antinomia y Campo de Espuma donde el amor es tema único. Precisamente para resolver esa doble función de la que hablaba antes. La conclusión a la que se llega es más bien pesimista: El conocimiento del mundo a través de la mujer es una nueva fuente de dolor, y el intento de escapar de la so ledad en que se vive, un fracaso. Como decía BIas de Otero : « ... después de tanta luz y tanto/ tacto sutil, de Tántalo es la pena».


PREMIOS LITERARIOS KUTXA CIUDAD DE SAN SEBASTIÁN 2000

PREMIOS

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Bases 1. El certamen está abierto a la participación de escritores en lenguas vasca o castellana, quienes habrán de concurrir con obras originales e inéditas, no premiadas en otro concurso literario de cualquier naturaleza o lugar, condiciones que deberán mantener hasta el momento del fallo. 2. Los trabajos habrán de presentarse en hojas de formato DIN A4, mecanografiadas, a doble espacio, y por una sola cara. Deberán remitirse por duplicado a: Kutxa. «Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebastián 2000». c/. 31 de Agosto, 30, 20003 DonostiaSan Sebastián. El plazo de admisión de obras se cerrará el 30 de octubre de 1999. 3. Las obras deberán identificarse solamente con su título. Carecerán por tanto de detalles que puedan identificar al autor. En sobre cerrado aparte se incluirá nota con nombre, apellidos, dirección y teléfono del autor, mencionándose en el exterior el título de la obra, además de la especialidad a la que concurre. 4. Kutxa designará los jurados para las distintas especialidades, siendo su fallo inapelable. El hecho de participar en este Concurso implica la aceptación de sus bases. Todas las incidencias no previstas en estas bases serán resueltas por los repectivos jurados. 5. La determinación de las obras ganadoras, apertura de plicas y entrega de premios, en su caso, tendrán lugar en Donostia-San Sebastián, durante el mes de enero del año 2000. 6. Cualquiera de los premios podrá ser declarado desierto si los trabajos presentados no tuvieran el nivel de calidad requerido. No será considerada por el jurado correspondiente ninguna obra de la que se tenga noticia que haya sido premiada en otro concurso en el período comprendido entre el término del plazo de admisión de las obras y la fecha del fallo de los Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebastián 2000. obra social 7. Kutxa se reserva, en exclusiva, el derecho de edición de las obras premiadas hasta el momento de su publicación por la propia Kutxa, dentro del plazo máximo de 1 año, contado desde el momento del fallo. 8. Las obras no premiadas no serán devueltas, siendo destruidas después de la proclamación de ganadores de los Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebastián 2000.

2000

PREMIOS LITERARIOS

Premios Los Premios Literarios Kutxa Ciudad de San Sebastián 2000 se convocan en las siguientes especialidades:

CUENTO

KUTXA CIUDAD TEATRO

CUENTO EN CASTELLANO - XLII EDICIÓN Para obras de temática y narración libres, con una extensión comprendida entre 6 y 20 hojas DIN A4.

D E

SAN

SEBASTIAN


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PREMIOS

Premjo: Trofeo y 700.000 pesetas brut as (4.207,08 euros).

TEATRO EN CASTELLANO -XI EDICIÓN Para obras de tema libre y cualqu ier variedad dramática, concebidas para su representación en los recintos teatrales habituales, de duración mínima de 75 minutos y máxima de 120. Premio: Trofeo y 1.500.000 pesetas brutas (9.0 15,18 euros). CUENTO EN EUSKERA - XXII EDICIÓN Para obras de temática y narración libres, con una extensión comprendida entre 6 y 10 hojas DI A4. Premio: Trofeo y 700.000 pesetas brutas (4.207,08 euros). TEATRO EN ESUKERA - XI EDICIÓN Para obras de tema libre y cualquier variedad dramática, concebidas para su representación en los recintos teatrales habituales, de duración mínima de 75 minutos y máxima de 120. Premio: Trofeo y 1.500.000 pesetas brutas (9.015,18 euros).

19.0 PREMIO DE POESÍA ESQUÍO La Fundación Caixa Galicia y la Sociedad de Cultura Valle-Inclán de Ferrol convocan el 19. 0 PREMIO DE POESÍA «ESQUÍO» con arreglo a las sigu ientes:

Bases 1. Se estab lecen dos premios' individuales en lengua gallega y en lengua castell ana respectivamente , de 1.500.000 pesetas cada uno. Asimismo se estab lece n se ndos accésits irrenunciab les si n dotación económica alguna, consistentes en la publicación de los libros según las condiciones del punto 5. 2. Podrán concurrir a ellos poetas nacionales o extranjeros a condición de que prese nten sus origina les en cua lquiera de las dos lenguas mencionadas. 3. Cada premio o accésit se adjudicará a un libro de poemas con tema libre y extensión mínima de quinientos versos. Los origina le s deberán ser inéditos y no premiados en otro certamen en el momento del fallo. 4. Los trabajos se presentarán por cuadruplicado, mecanografiados a dos espacios y bajo plica y podrán ser enviados por correo certificado a Obras


Sociales de Caixa Galicia, calle Galiano, 149 PREMIOS 4, 15402 Ferrol, o se r e nt regados e n mano en las oficinas de Caixa Galicia de cualquier localidad en la que esta Entidad esté presente. El pl azo de ad mi sión se cerrará el 31 dejulio de 1999. 5. Los trabajos premi ados serán de propiedad de lo s re s p ec tivo s a utore s, exce pto s u primer.a edic ió n qu e se rá publicada por la Fundación Caixa G a li cia e n la Colecci ó n Esquío de Poes ía; en posteriores ediciones deberá constar su condi ción de Premi o Esquío o accés it en su caso. 6. El Jurado estará formado por personas de reconoci da so lve ncia en el terreno de la crítica o la creaci ón poética. Su fallo será inape lable y tendrá lugar durante el último trimestre de 1999. 7. Los originales no premi ados no serán dev ueltos a sus autores ni las entid ades organizadoras mantendrán correspondencia sobre ell os. Abril de 1999 .

PREMIOS DE ARTE JOVEN 1999 CREACIÓN LITERARIA Primera. Se establecen las modalidades de poesía , novela y teatro, a fin de estimular la creac ión y facilitar la difusión de las obras literarias de los j óvenes creadores. Poesía cada autor podrá presentar una única obra. La obra, con libertad de rima, medida y tema, tendrá una extensión comprendida entre los 700 y 1000 versos. Novela se podrá presentar un a sola novela cuya extensión estará comprendida entre los 150 y 300 folios, escrita a dos espa~ios . Su tema será libre. Teatro cada autor podrá presentar has ta tres textos inéditos, no estrenados . Plazo de presentación: Hasta el 25 de junio de 1999. Segunda. In scripciones. Podrán participar en este certamen los j óvenes residentes en la Comunidad de Madrid cuya edad no supere los 30 años al cierre de la presente convocatoria. Las obras prese ntadas deberán es tar escritas en castellano, ser inéditas y no haber obtenido ningún premio con anterioridad . Se presentarán bajo lema, por qui ntupl icado, mecanografiadas a dob le espac io y por un a sola cara, debidamente encuadern adas, grapadas o cosidas, si n fir ma ni indicac ión alguna del autor o autora, acompañadas de un a pi ica cerrada que bajo el mismo lema contendrá los datos del concursante (DNI, nombre, apel li dos, domicilio y teléfono), debidamente ac reditados , así como un breve currícu lum.


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Se especificará si concursan para poesía, novela o teatro, debiendo ser remitidas ·a la dirección General de Juventud, Progra ma de Arte Joven, Alcalá 32, 28014 Madrid , pudiendo hacerlo mediante cualquiera de las formas previstas por la Ley de Procedimiento Administrativo. El plazo de inscripción será desde el día siguiente al de la publicación de la presente Orden en el B. O. C. M. hasta el 25 de junio de 1999. Los participantes no premiados dispondrán de un plazo de un mes, a partir del fallo de los jurados, para retirar sus obras. Al finalizar dicho plazo, se procederá a destruir las obras que no hayan sido retiradas. Tercera. Jurado: el Director General de Juventud , designará los respectivos jurados que estarán compuestos por profesionales de reconocido prestigio pertenecientes al ámbito literario. Cuarta. Premios: para cada una de las modalidades, se establece un único premio de 500.000 ptas. además de la publicación de la obra en una editorial de reconocido prestigio. Los premios estarán sujetos a los impuestos o retenciones según Ley. Quinta. El autor recibirá el porcentaje establecido de los ingresos derivados de la venta de las obras, en concepto de derechos de autor de ac uerdo con la Ley de Propiedad Intelectual. Sexta. La Comunidad de Madrid se reservará un número determinado de ejemplares para su distribución y difusión.

PREMIOS

XIX PREMIO MUNDIAL FERNANDO RIELO DE POESÍA MÍSTICA Dotado con 1.000.000 de pesetas y la publicación de la obra Se amplía la convocatoria a poemarios escritos en inglés

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Extracto de las Bases Características: Pueden optar al Premio poemarios inédito s, escritos en castell ano o en inglés, o traducidos a uno de estos dos idiomas, y cuya extensión no sea inferior a los 600 versos ni superior a los 1.300. Dotación: 1.000.000 de pesetas y la publicación de la obra ganadora. Temática: Versará sobre poesía mística, es decir, aquella que expresa los valores espi rituales del hombre en su honda significación rel igiosa. Requisitos : Los originales deberán ser presentados en un solo ejemplar mecanografiado a doble espacio, perfectamente legible y debidamente cosido o grapado. Llevarán, además del título de la obra, el nombre de su autor, dirección y teléfono si lo hubiera, prohibiéndose el uso de seu dónimo. Pla zo : Hasta el 15 de octubre de 1999.


El envío de los originales a este Premio supone la plena aceptación de sus bases. Para mayor información, solicitud de las bases y envío de las obras deberán dirigirse a:

PREMIOS

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Fundación Fernando Rielo Jorge Juan, 102 - 2.° B 28009 MADRID - España Tfno.: 915754091

III CONCURSO NACIONAL DE RELATO CORTO ELENA SORIANO

Bases PRIMERA.-Podrán concurrir a este certamen todos cuantos autores lo deseen. SEGUNDA.-Los trabajos deberán ser escritos en castellano , serán originales e inéditos , no premiados anteriormente en ningún otro certamen. TERCERA.-La extensión de los originales no superará los 20 fo li os (32 líneas por folio) mecanografiados a una cara y a doble espacio, presentándose los trabajos por triplicado. Cada autor presentará un solo trabajo. CUART A.-Los trabajos se presentarán en sobre cerrado y no firmados. En otro sobre cerrado deberán figurar con c laridad el nombre y los dos apell idos de su autor, así como su dirección completa y número de teléfono. Dentro del sobre deberá incluirse una fotocopia del DNI , así como la indicación del NIF. Tanto en la portada de los trabajos, como en el exterior del sobre figurará de forma destacada : III

Concurso de Relato Corto «Elena Soriallo». QUINTA.-Los trabajos, en rás condiciones anteriormente establecidas, podrán entregarse o enviarse por correo certificado (sin indicar remite en el sobre de envío) a: Biblioteca Municipal de Suances (c/. Jaime del Amo, n.o 3 C. P. 39340 Suances, Cantabria) de 17,30 a 21,30 horas, o en las oficinas del Ay untamiento de Suances de 9,00 a 14,00 horas. La fecha límite de recepción de originales será el 30 de junio de 1999, aceptándose como fecha la consignada en el matase llos. SEXTA . -EI Ayuntamiento de Su ances designará oportunamente un jurado compuesto de varios miembros de reconocido prestigio , que emitirá el fallo inapel able el día 14 de julio de 1999. Dicho jurado tendrá plena competencia para aplicar e interpretar las presentes bases.

III CONCURSO NACIONA DE RELATO CORTO

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SEPTIMA.-La cuantía de los premios del III Concurso de Rel a to Corto «Elena Soriano» será la siguiente: 1.0 Premio : 200.000 ptas. 2.° Premio: 50.000 ptas. NOVENA .-Los premios se entregarán en el Acto Conmemorativo dedicado a la escritora Elena Soriano, a celebrar en el Salón de Plenos del Ayuntameinto de Suances, el día 17 de Julio de 1999, a las 19,00 horas . DÉCIMA.-Los trabajos no premiados podrán ser retirados por sus autores o personas autorizadas disponiendo de 20 días a partir de la celebración del Concurso. Los originales no retirados serán destruidos transcurrido dicho plazo. DUODÉCIMA.-Las obras premiadas, así como las recomendadas por el Jurado, podrán ser publicadas por los medios o entidades que se gestionen.

PREMIOS

11° CONCURSO TERUEL DE RELATOS La Sección de Creación Literaria del Instituto de Estudios Turolenses convoca el 11 ° Concurso Teruel de Relatos, que se regirá por las siguientes bases:' 1. Podrán concurrir al mismo todos los escritores de habla hi spana con relatos inéditos y no premiados anteriormente en ningún otro concurso. Los autores que haya n obtenido el Premio Teruel de Relatos no podrán presentarse a sucesivas convocatorias. 2. Los origina les, de tema libre, deberán tener una extensión no inferior a cinco folios ni superior a diez. Se presentarán por triplicado, mecanografiados a doble espac io y por una sola cara. 3. Los textos habrán de ir firmados con un lema y acompañados de un sobre cerrado en cuyo exterior fig ure el lema y que contenga nombre, edad, domicilio del autor y una pequeña reseña bibliográfica. 4. Los trabajos se enviará n antes del 1 de se ptiembre de 1999 a l Instituto de Estudios Turolenses, Apartado de Correos 77. 44080 TERUEL, indicando en el sobre: Para el Concurso Teruel de Relatos . 5. La dotación del Concurso es de 150.000 pesetas en metá lico. La Sección de Creac ión Literaria del IET se reserva el derecho de publicación del relato premiado en la revista cultural TURIA , sin que puedan ser reclamados derechos de autor. Asimismo podrá insertar algunos de los rel atos seleccionados, abonando a sus autores su hab itual tarifa de co laboración en este caso. 6. El Jurado, que podrá declarar desiel10 el premio u otorgar accésits y menciones si lo estimara conveniente, estará integrado por especialistas en literatura, cuyos nombres se darán a conocer en el momento de hacerse público el fallo, que será inapelable. 7. El fallo tendrá lugar en el mes de octubre de 1999. El IET no mantendrá cor re spo ndencia sob re este Concurso ni devolverá los originales no prem iados , que serán destruidos tan pronto se haya producido el fallo.


VI CONGRESO DE ESCRITORES DE ESPAÑA ~3

traducción c o m o literatura* Vivimos - y no pretendo ser original al señalarlo, cualquiera lo puede constatar-, en un tiempo de uniformidad que ya no es gris, como se decía hasta hace poco, sino multicolor, electrónico, ruidoso , en movimiento frenético. Pero bueno, es un tiempo uniforme, repetido. Un tiempo de marcas comerciales. Un tiempo que no es que ya no tenga futuro, sino que se duda de que lo merezca. y simultáneamente, vivimos en una época de reconocimiento de las identida-

des, de las diferencias entre los seres, entre los grupos de seres -a los que suele llamarse «diferentes»- ; vivimos una época de los medios para entenderse. De ahí, el esfuerzo por traducir. y cuando hablo de traducir no me estoy refiriendo ahora a que toda expresión,

todo. texto, sea un conjunto de traducciones. Aunque también sí, pero sin ll egar a los extremos teóricos de aquellos estructuralistas franceses de allá por los años 70, que eran herederos, se sabe, de los llamados fo rmalistas rusos. Con todo, sin ser tan radical al respecto -en cuestiones de traducción , al menos- , George Steiner propone algo tan parecido cuando concluye que, con intenci ón de enterdemos unos a otros, traducimos automáticamente los pensamientos en palabras. Y añade: «En el interior de un idioma o entre dos idiomas, la comunicación humana equivale a una traducción ». A ese segundo aspecto de la traducción me estoy refiriendo. Al traslado de una obra literaria de un idioma a otro. Hay algunos apocalípticos -nadie lo ignora-, que sostienen que la obra original, piadosamente conservada en el curso de los siglos, nunca se puede verter adecuadamente a otro idiom a. Una idea que participa, entre otras cosas, de esa desconfi anza habitual hacia el traductor. Una desconfianza en la que pueden verse analogías con la postura tradicion al con

* En

nuestro número anterior y dentro de los trabajos del VI Congreso de Escritores. es te anfcul o apareció mal publicado. Le reproduci mos fntegro en este número.


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LA TRADUCCiÓN COMO LIT . . .

respecto al mensajero; se le castiga

mariano antolín rato

porque da malas noticias. De momento, y en estas notas redactadas para dar lugar a un coloquio -

sobre lo que se apunta en ellas o sobre lo que sea-, se acepta la hipótesis de la posibilidad de traducción. Lo confirma largamente la práctica social. Yeso a pesar de la dificultad de los textos literarios, de las diferencias culturales y vitales entre los idiomas y pueblos. Tantas, que en dos idiomas que no están tan alejados como puedan estarlo el castellano y el japonés -y me refiero al inglés y al castellano- , incluso los anima,1es se expresan de distinta manera. En Estados Unidos un gallo al cacarear hace: «Cock-a-doodle-doo». En España, o en México, el gallo dice: «Ki-ki-ri-ki». Sin embargo, aun aceptando algo evidente -que las obras se traducen-, está la cuestión de que deben recomenzarse indefinidamente, porque lo mismo que les pasa a los estilos, las traducciones decaen. La traducción es un arte provisional.

y un arte que siempre conduce al fracaso, al menos parcial. Traducir es una derrota segura como sabe cualquiera que haya traducido. Lo que pasa es que hay que conseguir que esa derrota sea lo más hermosa posible. Borges, que como traductor es, cuando menos discutido, dijo: «Querer traducir el espíritu es una ambición tan desmesurada y tan fantasmática que se la puede considerar inofensiva. Querer traducir la letra exige una precisión tan extravagante que no merece la pena emprenderla». Pero añade: «La derrota es superior estéticamente a la victoria». Ninguna traducción literaria -y a ese tipo de traducciones me estoy refiriendo-, satisfará a los que conozcan bien el original. Pero ocurre que es precisamente para quienes no conocen el texto de partida para quienes se traduce. Y estos destinatarios, gracias a ia traducción llegan a comprobar que en otro idioma, en otro lugar, en otro tiempo, suceden asuntos que les atañen . Asuntos de los que, por lo general, sospecha la existencia, sabe implícitamente, pero que un escritor de ese otro idioma, de ese otro lugar, de ese otro tiempo, ha sabido expresar como quizá no supo expresarlo un escritor de su propio idióma, de su propio lugar, de su propio tiempo. De ahí la importancia que la traducción tuvo en España en este siglo. Existieron actitudes que, por censura u otras calamidades, no llegaron a expresarse en el país, y que muchos lectores encontraron en libros traducidos. Es más, muchos de los autores traducidos influyeron más que los escritos de autores contemporáneos en el idioma en que los lectores se expresaban. Traducción mediante, por supuesto.


Un ejemplo: Se ha hablado de la

LA TRADUCCiÓN COMO LIT ...

influencia de William Faulkner en

mariano antolín rato

cierta narrativa los pasados decenios. Alguien, parece que acertadamente, ha apuntado que tal influencia fue ejercida sobre esos escritores españoles a través de traducciones que resultaban más enrevesadas que el original inglés. En consecuencia, los escritores desarrollaron un estilo - «faulkneariano»-, que sólo era un reflejo del insuficiente conocimiento del inglés del Sur de Estados Unidos por parte de los que lo vertieron al castellano. Con todo, no se condene ese tipo de influencia originada por traducciones deficientes, así a bote pronto. El académico Francisco Rico apuntaba que la dificultad del estilo de Góngora venía de su imperfecto conocimiento del latín de los poetas en que se inspiraba. Y que, sin embargo, Góngora había llevado la poesía en castellano a unos grados de intensidad tal vez imposibles de alcanzar si hubiera traducido al modo convencional de su época los textos latinos . Hace poco, y también al respecto de la influencia de Faulkner, señalab a un crítico norteamericano al comentar una novela del año pasado -se trata de Cold

Mountain, de Charles Frazier, aquí aparecida en traducción hace unas semanas con el título de Monte frío-, que en esa novela se detectaba la influenci a de Faulkner, sin duda , pero una influencia pasada por ciertos escritores sud americanos, como García Márquez, que era en realidad a quien admiraba Charles Frazier y seguía. De modo que las influencias no sólo se ejercen en un sentido. En el sentido de la lengua dominante -por razones política y económicamente explicables-, como es el inglés. Se dan también en el otro sentido, como acabo de seña lar. Es más , un poeta norteamericano como Allen Ginsberg, afirmaba que, de hecho , fue Poeta en Nueva York -que él leyó en la versión inglesa de Ben Bellit-, lo que había supuesto el disparador de la composición de su poema Aullido. Las traducciones de autores norteamearicanos al castellano -que es las que yo suelo rea li za r-, también han influido en los gi ros idi omáticos de los pueblos. Cuando aquí llegaban las versiones hechas en Argentina o en México, e l lector terminaba habituándose a las «polleras», los «piolines», los «pillos », o las «balaceras ». Desde hace unos veinte años en que -no me toca abordar los motivos por lo que esto ha ocurrido, pero Pinochet y sus semejantes no son ajenos a ello-, las traducciones de esos autores norteameric anos, sobre todo , se

155


156

LA TRADUCCiÓN COMO LIT ...

hacen en España, los lectores de esos

mariano antolín rato

países empiezan a habituarse a expresiones del español de España -un idioma «quebrado», como dicen en

México-, por mucho que, conscientes de eso, algunos nos esforcemos por evitar demasiados «coger», «plátano», «stop» o «coche», para evitar referencias que para otros castellano-parlantes suenan chocantes. El traductor, pues, como transmisor de modismos expresivos, además. 'Pero ha de tenerse en cuenta que nadie pretende que la traducción literaria sea superior, ni siquiera igual, a lo que se llama creación. Y sin embargo, desempeña un papel fundamental a la hora de transmitir formas y contenidos que van a influir en la literatura de otro idioma, que, como toda literatura, se sabe, siempre es también historia de la literatura. En cuanto al traductor, a su función de puesta en página de un texto de otro idioma, se requieren unos saberes y unas prácticas no muy lejanas de las que utilizó quien lo escribió originalmente. O eso me dice mi experiencia, y la comentada y leída de otros colegas. Y, además, aun traductor -yeso se me suele di scutir-, se le debe exigir una cierta renuncia al ego. Frente a la vanidad, tantas veces confirmada, del traductor que trata de dejar su impronta en una obra, propugno la voluntad del traductor que trata de diluirse en ella. Una versión será más ajustada -y por tanto, más artística-, cuanto más directamente permita el encuentro cel autor de la obra original con el lector de la obra traducida. El traductor intentará presentar en un sistema de la lengua, los procedimientos desplegados por otro. Pero debe esforzarse porque su imp'ronta se desvanezca en el mayor grado posible. (Entre paréntesis: No me ,refiero a la situación concreta del traductor. De su autoría indudable debe quedar constancia, y con el tamaño de letra adecuados, al comienzo de la obra. Después el traductor no debe notarse). Esa aparente desaparición del traductor, su no intromisión en el proceso de contacto entre el autor y el lector, implica un gran saber que no se

manifi~sta,

una posi-

ción de pri mer lector privilegiado que pone su capacidad al servicio de lo expresado para que otros también tengan acceso a una obra que, por sí solos, nunca podrían leer. En fin, pretendo haber apuntado algunos de los asuntos que me interesan como traductor. Como son la necesidad de la traducción, la posibilidad que ofrece de acceso a mundos expresados en otro idioma, el fracaso previsto -y aceptado por quien la aborde-, de toda traducción. Y sobre todo, la renuncia a la expresión personal - hasta el mayor grado posible-, de quien la practica.


In~([)rmnLcaLCi([)ne&

A. c. e. - ceDRO

Nueva Junta Directiva de Editores y Autores en CEDRO EL ESCRITOR JUAN MOLLÁ Presidente de A. C. E. y de CEDRO Informe <;te la Asesoría Jurídica de la A. C. E.


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1998

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INFORMACiÓN A. C. E. - CEDRO iJS9

ueva

junta

directiva

de

CEDRO

El lunes 14 de junio en el Círculo de Bellas Artes y dentro de la Asamblea de

CEDRO fue elegida nueva Junta Directiva para un período de cuatro años. Por el grupo profesional de editores resultaron elegidos :

Candidatura del Grupo Profesional de EDITORES Federico Ibáñez Soler Francisco Argüelles Argüelles José María Boixareu Villaplana Javier Gogeascoec hea Arrien José María Gutiérrez de la Torre Emiliano Martínez Rodríguez Manuel Ortuño Armas

(Ed itori al Castalia, S. A.) (Arguval, S. L.) (Marcombo, S. A. Boixareu Editores) (Desc lee Brouwer, S. A.) (Ediciones de la Torre) (G rupo Santillana de Ediciones, S. A.) (Asoc. de Revistas Culturales de España)

Jaime Piles Ferrer

(PILES Editorial de Música, S. A.)

Ferrán Puig Vilar

(Emitec, S. A.)

José María Riera Gassiot Jordi Úbeda i Baulo Fermín Vargas Lázaro José M: Puig de la Bellacasa

(Serv. de Pub. Universidad De Bella Terra) (Publicac ion s de l'Abadia de Montserrat) (G rupo Anaya, S. A.) (Multimedia Ediciones, S. A.)


INFORMACiÓN A.C.E. - CEDRO

160

CANDIDATURA DEL GRUPO PROFESIONAL DE AUTORES Juan MoIlá.

A. C. E. (Asoc. Col. de Escritores de España)

Andrés Sorel.

A. C. E. (Asoc. Col. de Escritores de España)

Raúl Guerra Garrido.

A. C. E. (Asoc. Col. de Escritores de España)

Ramón Sánchez Lizarralde.

A. C. E. (Asoc. Col. de Escritores de España)

Antonio Rincón Córcoles.

A. C. T. A. (Asoc. de Autores Científico Técnicos)

José Manuel Alonso García.

A. C. T. A. (Asoc. de Autores Científico Técnicos)

a

M. Teresa Gómez Mascaraque. José Luis Giménez Frontín. Montserrat Bayá Camí. Miguel Anxo Fernan-Vello. Maite González Esnal. Alfonso Díez Sáez.

A. C. T. A. (Asoc. de Autores Científico Técnicos) A. C. E. C. (Asoc. Colegial de Escritores de Cataluña) A. E. L. C. (Asoc . de Escritores en Lengua Catalana) A. E. L. G. (Asoc . de Escritores en Lengua Gallega) E.1. E. (Asoc. de Escritores en Lengua Vasca) O. P. (Organización de Periodistas)

La nueva Junta Directiva celebró su primera reunión en los locales de CEDRO el miércoles 16 de junio para elegir sus cargos dentro de la misma y los miembros de la Comisión Delegada o Ejecutiva. Por votación fueron elegidos los siguientes: Presidente: Juan Mollá Vicepresidente 1.°: Federico Ibáñez Vicepresidente 2.°: Antonio Rincón Tesorero: José María Boixareu Comisión Delegada: Compuesta por el Presidente, Vicepresidente 1.0, Tesorero y en representación de los grupos profesionales, los siguientes:

Autores: -

Andrés Sorel

-

Antonio Rincón

-

Maite González

Editores: -

Manuel Ortuño

-

Jordi Úbeda

-

Fermín Vargas


INFORMACiÓN A. C.E. - CEDRO ~I

ju an mOllá, pres;dente de cedro

En las elecciones celebradas para elegir una nueva Junta Directiva de CEDRO para un período de cuatro años, ha sido elegida la candidatura de escritores que encabezaba Juan Mollá, quien a su vez ha sido designado nuevo Presidente de CEDRO, entidad de autores y editores. Publicamos las primeras reflexiones del candidato escritor electo.


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INFORMACiÓN A. C. E.·-CEDRO

UNA NUEVA ETAPA DE CEDRO JUAN MOLLÁ

Durante sus once años de vida, CEDRO, la Entidad de Gestión de Autores y ' Editores, ha estado presidida por éstos, a pesar de que, según sus Estatutos, el Presidente ha de pertenecer de modo rotatorio a los grupos profesionales de autores y editores. Hasta hoy los autores habían ido cediendo su derecho a ocupar la presidencia. Ahora todas las asociaciones de escritores, en una reunión celebrada en Madrid, han decidido por unanimidad no ceder ya este derecho y proponer un Presidente-Autor para el nuevo período de cuatro años que se abre en Junio de 1999. Por unanimidad también, todos los asistentes a la reunión, que representan a las diversas asociaciones de escritores en las lenguas castellana, catalana, euskera y gallega, me han pedido que sea yo quien asuma la carga de esta Presidencia. Me ha sido imposible rechazar su insistencia, pese a mi deseo de no echar sobre mis espaldas una tarea tan difícil, en un momento tan decisivo para CEDRO y para los derechos de los autores. Llevo veinticinco años trabajando por estos derechos, y pensaba que había llegado la hora de desc ansar. Con la ll egada de un autor a la Presidencia de CEDRO, esta entidad entra en la norm alidad estatutaria. Los autores asumen también una responsabilidad hasta hoy decli nada. Podría pensarse que, pese a la intención de la Ley de Propiedad Intelectual , que reparte la recaudación por fotocopias en la proporción de un 55 por 100 para autores y un 45 por 100 para los editores, éstos manejaban, dirigían y presidían la entidad plenamente, al amparo de unos Estatutos que les otorgan la mayoría en los órganos de dirección; y los autores quedaban en un plano sec undario , incluso podían parecer comparsas, coartada o excusa de las empresas ecLitoriales. Esta situación se proyectaba sobre la imagen pública de CEDRO y determinaba algun as de sus actividades emblemáticas.


Me interesa decir que, apenas ser

INFORMACiÓN A. C. E. -CE DRO

nombrado candidato, me visitó el Presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, Josep L1uis Monreal, y ambos hemos mantenido largas y cordiales conversaciones con objeto de asegurar la continuidad de proyectos fundamentales en curso y la gobernabilidad pacífica de CEDRO. Estas conversaciones han culminado en un acuerdo entre la Asociación Colegial de Escritores y la Federación de Gremios de Editores de España, sobre la dirección de la gestión ordinaria del aparato de la entidad. Pienso que en esta nueva etapa de CEDRO, sus objetivos prioritarios son: • Un eficaz aparato de recaudación y una más adecuada función de reparto, conforme al espíritu de la Ley. • El fortalecimiento de los derechos de propiedad intelectual en la sociedad y ante el reto de las nuevas tecnologías. • La consolidación de CEDRO con modernización de sus estructuras, ampliación de sus medios de acción y mejora de su imagen y de su propia definición. • La expansión de las entidades de gestión en Iberoamérica y apoyo a las que se vayan constituyendo. Por encima de las dificultades de todo tipo que se avecinan, creo que la presencia de un escritor en la cúspide de CEDRO colaborará a alumbrar una idea de ella más humanista y menos mercantil, ante una sociedad que no acaba de comprender y encajar las consecuencias de la proclamación legal de los derechos patrimoniales y morales que surgen de la creación intelectual y de la explotación de las obras. Pero no se trata sólo de cambiar una imagen, un rostro, un nombre. No se trata de poner una nueva máscara al muñeco, o un distinto escudo sobre el frontispi-


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INFORMACiÓN A. C. E.-CEDRO

cio de la casa común. Lo importante es intentar dar un sentido más cabal a una entidad cuya definición gira en torno a la idea de protección del dere-

cho de autor, de desarrollo de los valores culturales, de proyección social de la propiedad intelectual, de función equilibradora de unos derechos que desde siempre han cedido en perjuicio de los autores, de devolver a éstos su orgullo, su dignidad y sus poderes. Sé muy bien que tal tarea no puede depender simplemente de un autor que ocupe un cargo presidencial. Sólo si cuenta con el apoyo unánime de todos los escritores que representa y con su colaboración activa, podrá avanzarse poco a poco en la dirección que importa. Con estas condiciones he aceptado, contra mi voluntad, asumir responsabilidad tan gravosa y comprometida. Espero que todos me apoyéis en tal tarea.


INFORMACiÓN A. C. E. -CEDRO

JUAN MOLLÁ, EL ESCRITOR Novelas, ensayo, poesía: cuarenta años de creación literaria. Desde su juventud buscando las palabras, encerrando el concepto de las cosas en la palabra. En silencio. Desde la soledad. Acompasadamente. Como un río que brota de un desconocido manantial, pero al que sólo los elegidos buscan. Necesita a veces subir a la soledad de las soledades, cumbres abismales desde las que contempla el infinito del Universo. Entonces comprende que la vida dura solamente un segundo, y que en ese segundo se encierran todas las bellezas que el ser humano pueda concebir en su imaginación, alumbrar en sus sueños. Viaja. El tiempo, el espacio. Y en ellos, ¿dónde se refugia el ser humano? Símbolos para hendir la irrealidad del jardín en que se encuentran los sentimientos, las emociones, la angustia y el amor compartidos de un tiempo hecho


de búsquedas y renuncias, de amaneceres y

JUAN MOLLÁ

ocasos. Lágrimas por los seres que definitivamente partieron, otras lágrimas por los seres que todavía oprimen sus manos. Se rompe la naturaleza como se rompe la niñez: el poeta abre sus ojos buscando en esos jardines de la infancia las ramas a las que asirse. ¿Acaso la salvación, ni tan siquiera en ese segundo de vida existe? Otra vez el viaje en busca de la luz, pero no duda en la búsqueda en penetrar las sombras que le envuelven para almacenarlas en la memoria que ha de transformarlas después en literatura, hermosa literatura de la nostalgia, la reflexión, el misterio, al fin todo lo que envuelve la presencia de lo más real de cuanto acontece en nuestras vidas: la muerte. Desde el pequeño jardín en que maduran los frutos que sus manos y sus pensamientos amorosamente cultivan, ¡qué inmenso aparece el Universo, qué pequeño el hombre, cómo se diluyen las ambiciones, como la tristeza, aunque de nombre carezca, alumbra todos los paisajes, físicos y humanos, pasados y pretéritos! Mas de pronto ha brotado una sonrisa que se espejea en los propios ojos del escritor: y es que en ella todavía se reflejan los seres humanos que le acompañan en este segundo de vida. Esta es historia de otra lágrima, tan emotiva, que tal vez nunca pueda ser descrita.

OBRAS PUBLICADAS POR JUAN MOLLÁ POESÍA:

colaboración con Víctor Alperi .

Segunda Compañía, Premio Lengua Pie del silencio, La edición, 1958; 2:

Española, de Plaza y Janés, La edi-

edición , 1979; 3: edición, 1992. País

ción , 1963; 2. a edición, 1993, El

de la lluvia, 1967. Milenios, 1980.

solar, Alfaguara, 1965. Fuera de

Memoria de papeles amarillos, 1982.

juego, Alfaguara, 1967 . Cuarenta

Sombra, medida de la lu z, Ayuso,

vueltas al sol, Cunillera, 1973 . La

1985. Antolo g ía po ética, Ayuso,

caracola herida, Noega, 1982.

1986. Animales impuros,

1: y 2: edi-

ciones, Endymi on, 1992. El jardín sin

ENSAYO:

límites, Endymion, 1997. Carlos Bousoño en la poesía de nuesNARRACIÓN:

tro tiempo, 1: edición, 1989; 3: edición, 1995 . Teatro español e iberoa-

Sueiio de sombra, Agua india, Cristo

me ricano en Madrid, 1962-1991.

habl ó en la montañ a (Editorial

Society of Spanish-american Studies,

Destino, 1962), trilogía

a~turian a

en

1993.


Dámaso Santos: Ju an Mollá quiere ver la naturaleza como algo que reclama nuestra interpretación: como algo que es en sí, que nos hace señas en un lenguaje desconocido, en una aspiración a perfecciones, a revelaciones últimas. El río es la voz y el ejemplo más claro de esta voluntad de expresión de la Naturaleza inmóvil: rompe lo estático, salta, perfora, canta, huye; tiene de pájaro, de caballo, de rebeco: tal vez de hombre ... Y así se nos revela un poeta: Juan Mollá. Un poeta verdadero.

Ramón Barce:

JUAN MOLLA

PIE DEL SILENCIO

«Juan Mollá ha hecho unos versos rítmicos, pulidos, endecasílabos y alejandrinos, sin rima , pero de extraordinaria cohesión musical. Severas estrofas de cuatro versos que son un verdadero acierto para dar un cierto ímpetu épico al poema. Lo puramente regional ha sido superado y elevado. La Naturaleza CANTO Al CAHES ha servido aquí de trampolín para un hondo sentimiento cósmico, de poder, de libertad, de cumbres vencidas, de esfuerzo ante la piedra, de pureza. La poesía de Juan Mollá es contundente y eficaz. Con una gran nobleza de medios, donde no faltan imágenes de gran belleza, transporta a un sentir universal toda la emoción del paisaje ... » Picos de Europa, claros, dorados troncos vivos , en pie sobre su altura, más arriba del aire, luchando en pie y venciendo; clamando en pie; soñando; quizás amando en pie, igual que los arcángeles. Qué serena mirada frente el azul tranquilo, sobre el mundo en tinieblas , con el sol de la tarde . Qué recuerdo de parto, qué sueño de tragedia entre las nubes rotas contra sus tajamares.

y en la noche sin horas , al hi elo de la luna, qué inmenso cementerio de veleros errantes para siempre varados en la orilla del mundo . Las jarcias, los trinquetes, los altísimos mástiles ...


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JUAN MOLLÁ

Desnudo hueso herido, peña enemiga y árida, bronca altura sin techo, castidad implacable, ¿Dónde lloran los hombres, dónde cantan los pájaros, qué tierras se fecundan bajo tus verticales? Duros caminos, sendas que conquistan a pulso los cielos de caliza donde el rebeco pace. Roca sobre la roca, gargantas en silencio, mortales jous, argallos, azulados glaciares. Llega un viento sin nombre rompiendo sus perfiles. La muralla se abisma; delante, el mundo se abre . Se abre un mundo sin fondo flotando sobre el cielo, difícil mundo exacto, reino lunar de nadie, Tibet cuyo secreto milenario persiste transparente en la roca pura como diamante. Almenas, islas, ríos de espanto que se truncan, secos lagos de asombro donde el silencio bate el pecho de los Picos sin corazón, que elevan sus frentes consteladas hacia el fin de los viajes. Vírgenes imposibles, terribles peñas santas . confidentes de Dios, los altos Picos saben. Saben . Callan. Acaso alguna vez sonrían al secreto perdido de los primeros padres. ¿Qué sueño de llanuras, qué nostalgia de abismos, qué recuerdo de manos que apartaron los mares? Reino de la violencia que conquista los cielos, Picos de Europa, faros de eternos navegantes. Saben , callan ... Y acaso alguna vez sonrían . ¡Qué sonrisa, qué flor ha de abrirse en el aire!


Vicente Aleixandre:

UAN MOLLÁ

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«Aquí luces claras, azul y oro, son techo alto a interrogaciones melodiosamente sonadas. Amor, destino, fuerzas naturales y el enigma ante los ojos del poeta. La cadencia es personal y se diría transparente ... Leyendo este libro, uno siente que el espíritu de la lírica habita al poeta.»

Juan Cueto: «A Juan Mollá le persiguen las sombras fundamentales del Norte. Un día asumió la mirada del Norte, que se alimenta de la niebla y da como fruto la lógica cartesiana, la ciencia, el empirismo, la narrativa de ideas; se le puso la mirada brumosa y ha puesto en imágenes la duda, la perplejidad, la búsqueda del yo». Pues bien; en «País de la lluvia» tiene su raíz esa «mirada brumosa», aún viva.

PAÍS DE LA LLUVIA En esta tierra solamente llueve. Llueve el amor cual llueve la tristeza. Llega la luz cuando la lluvia empieza. Llueve la luz cuando a nacer se atreve. Agua de lluvia el alma sólo bebe y sólo bebe lluvia la belleza. Lluvia sin fin nos dobla la cabeza; larga lluvia regando vida breve. Creciendo en pie bajo la lluvia estamos. Todos marchan a pie por este valle de lluvia que es la tierra. Caminamos , cada cual con su pena y por su calle, tristes de amor si nos enamoramos, llevando a nuestra lluvia por el talle.

ell O' " d,· g' O n ; l o Q


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Andrés Sorel:

JUAN MOLLÁ

Juan

... «el dolor del tiempo irrecuperable», «el dolor del conocimiento, que es el dolor de la vida»: «Ante todo, la sencillez. Poesía como cristal que refleja. y versos que nos hablan del tiempo. Y del paisaje.» «Es la hora de los presagios. Y los 'Milenios' nos hablan de mundos, culturas que se pierden ... algo nuestro se va perdiendo en este constante desaparecer, en el que no sólo naufraga la memoria, sino también la civilización, nuestra vieja civilización ... Poesía remansada, clara, transparente, sensual, insinuantemente social, claramente vinculada al hombre y a la Naturaleza, poesía en que la palabra importa tanto como la música que la envuelve, en que el concepto, más que dogmatizar, insinúa; en que el símbolo está al servicio del ritmo que abre y cierra cada poema: en que la facilidad desprendida del texto es la dificultad de quien ha trabajado largamente el pensamiento que ha de abrirse en belleza fluyente y profunda.»

l\lu ll ú

MILENIOS

AROOLE

39

Antonio Tovar:

«El poeta percibe lo que está sucediendo estos años, en que la vida humana se vuelve cada vez más inquieta, más horrorizada ... Quizá nunca la humanidad , en sus desgracias, ha tenido tanto miedo a un futuro que se ve cercano .. . Mas el poeta, que ve las cosas desde lejos, sabe encontrar el tono machadiano de esperanza amarga .. . Es ésta una poesía civil, hecha con pocas palabras, con las precisas, con palabras escogidas, que llegan allí donde las sentimos y entendemos.» 1

V

AN alzándose, lentos, los telones del mundo . Un cielo claro brota de una siembra de estrellas.

Se está abriendo una flor y despierta la alondra. En cada gota de agua hay un río que empieza. Van alzándose, lentos, los telones. ¡Qué verdes, en la mañana de oro, las hojas de la hierba! Al fondo, el perfil limpio de un monte azul. Se marcan las primeras señales del mar sobre la arena. Van alzándose, lentos. Recuerdas un almendro sobre un tri gal en llamas o un desierto sin huellas. El viento entre los pinos y un reloj en la sombra . La caricia del sol y el olor de la escuela.


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2 UENAN aplausos, voces que se van acercando.

S

Puebla la casa un eco secreto y augural.

Surca una vela blanca los cielos de aguas quietas . Dentro de cada rosa se esconde una ciudad. Los personajes hablan. Dicen: ayer, mañana. Tú repites: mañana, y comienzas a hablar. Tiendes la mano y otros tienden también la mano. Hay un tiempo de abejas, un rumor de panal. Los amigos escalan la montaña sin nombre. Los hermanos reparten cristianamente el pan. Los padres velan. Lejos, surge un rugir de pronto y el corazón nos hiere la llamada del mar.

3

U

NA fiesta con niños. Una silla vacía. Por la ventana abierta, un paisaje con humo.

Dices: ayer. Y cuentas una historia. Tus ojos siguen por la ventana un camino sin rumbo. Irrumpe la memoria con oscuros tentáculos y los hilos del tiempo descomponen sus nudos . La tierra se ha poblado de huesos y raíces pero el manzano viejo aún reparte su fruto . De pronto, tienes prisa. Ya los trenes no esperan . Ya se cierran las flores. El cielo está maduro. Y emprendes la aventura, a la cita del alba, cuando ya van cayendo los telones del mun?o.


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Miguel Galanes:

JUAN MOLLÁ

IUiln Moli ó

Memoria de papeles amarillos

Estos poemas continúan cori la fuerza poética y el buen efecto de «Contra tiempo» (un poema incluido en su libro 'Mi lenios '). Y es aquí donde radica la importancia de 'Memoria de papeles amarillos'. La preocupación por la obra se convierte en retorno y en aprecio, queriéndolo , del pasado, sirviéndose, al mismo tiempo, de una ética sincera e inolvidable; porque la toma de conciencia ante este ' corpus' po ét ico le permite el propio conocimiento y la potencia para emprender nuevos caminos después de haber enfrentado la obra consigo misma con un esmerado cuidado de sensibilidad y sabiduría poéticas.

ARBOLE 4S

LA TARDE OTRA VEZ

ALGO calla de nuevo Por los techos atónitos del cuarto, por la cal seca y lívida del muro, por los anchos adentros del caserón callado, algo va resbalando.

y se detiene, torpe, y me mira y se mira. En los visillos del balcón, el día se detiene. Aquel chillar del sol en el tejado de enfrente y esa Babel de coches y tranvías. Se detiene, se muda, palidece.

y se mira, me .mira. Mira en vano. Con su mirada próxima y lejana algo espera otra vez. Y me tiene esperando. La tarde, que no pierde la esperanza. En los cristales sigue; mira, llama.


Emilio Miró: «Sombra y Luz no como opuestos, sino como complementarios, vertebran, constituyen, la realidad de este libro ... Obra estructurada con trazado casi matemático, con un rigor implacable de racionalidad, pero que no escamotea ni atenúa la pasión del discurso, la configuración de un texto que, desde la sensorialidad visual, desde el universo plástico, se instala inmediatamente en la indagación existencial, en la tensión metafísica».

UAN MOLLÁ

f----

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ENDYMION - - - - 4 Juan Mollá

SOMBRA, MEDIDA DE LA LUZ

Manuel Vicent: «Para descubrir. el Mediterráneo uno debe percibir el relámpago negro que allí emite el sol a mediodía o atravesar con ojos de lechuza el fondo lácteo de sus noches. Juan Mollá es un poeta de esa cultura, de ese mar. En este libro de poemas los ha purificado de cualquier anécdota de color buscando el I----Editorial Ayuso hueso desnudo de las cosas. Sólo su mirada es verde, como la de Minerva. Y su inteligencia tiene un fulgor ardiente. Con ella Juan Mollá realiza un ejercicio intelectual para trabar la metafísica con la palpitación del sentimiento.»

Francisco Brines: «La primera parte, titulada Exploración en la tiniebla, nos muestra de inmediato, y con gran intensidad, la índole metafísica de estos textos. De la dualidad de contrarios que aparece en el título: ' Sombra, medida de la luz' es el primero de los términos el que concentra ahora la emocionada atención del poeta. Ve a la sombra como la verdadera patria del ser, ¿mas de qué manera?, ¿como una patria última, o como una patria primera?, ¿o acaso, y a la vez, primera y última? Ella es por supuesto, nuestro origen remotísimo, que está permanentemente llamándonos. Esta Sombra exige, pues, una profunda inquisición, un conocimiento que se nos presenta arduo, si no imposible. Y para que este intento fructifique el hombre habrá de lograr su esencial desnudez, recobrar su pristinidad, aunque el resultado quizá no sea otro que el de la inviolabilidad del enigma. «Hay también un informe sentimiento de culpabilidad cuya expresión es el miedo (injusto) del que se siente golpeado por el castigo metafísico del Ser. Nos dice que la Sombra es 'Punto final. Borrón primero '. Mas también ' Huella delatora ' . La vida es, pues, una huella delatora de la Sombra. Nos la presenta como luz engañosa, pues los espejos no reflejan sino la nada, son espejos de tiniebl as, como si en ellos sólo se reflejara la Sombra. Y halla la metáfora plástica de la vida: 'Un gran espejo solitario/dentro del cuarto oscuro ' .

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JUAN MOLLÁ

EL MIEDO A Quirós

¿Quién es capaz de despertar las sombras de su propio crepúsculo secreto? ¿Quién es capaz de hundir las manos hasta el corazón de su silencio? ¿Quién es capaz de revelar su turbio amor con la tiniebla, cuerpo a cuerpo; hacer frente a las voces que nos retan desde el fondo del miedo; enfrentarse ante el dios inexorable y reclamarle su misterio y gritar a la sima de su vientre las sílabas del eco y escuchar las palabras juzgadoras del coro del estruendo; abrir los ojos a la luz terrible que se esconde en lo negro? ¿Quién es capaz de abandonar su máscara y mostrar el desnudo rostro ciego? EL POZO Algo se te cayó, cuando eras niño, dentro del viejo pozo. Te asomaste al brocal. Nada veías sino los culandrillos y la cuerda que iba a hundirse en lo negro del abismo redondo; sino la boca abierta del dragón, de la sierpe rumorosa del agua agazapada en la caverna vertical que horadaba la tierra, con las voces del eco, hasta el negro infinito. Quizá tu cuerpo vaciló. Caíste pozo abajo en silencio para hundirte interminablemente hacia lo oscuro. Algo se te cayó cuando eras niño y aún te espera en la hondura. No en vano tantas veces con inquietud te asomas y miras largamente sin recordar. Un día descenderás, seguro, a recobrarlo.


JUAN MOLLÁ

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MUCHACHOS QUE VUELAN A Noneta. El cielo de tarde se ha poblado de muchachos que vuelan. Tienen alas añiles, doradas, escarlatas. Finos hilos irradian sus brazos extendidos. Transfigurados en la luz de sus cuerpos ascienden, se entrecruzan, descienden hondamente y se remontan lentísimos de nuevo. Suspendidos se quedan en la tarde. Viejo sueño olvidado. Giran. Viran. Flotan sobre los picos, sobre el valle. Se filtran por entre los cedazos azules del espacio enhebrados en nítidas agujas. Se deslizan por rampas de luz viva, por lentos toboganes de aire dulce. Suben. Flotan. O sueñan. Negras alas de buitres como sombras elevadas les rondan. Pero siguen felices, impávidos, volando. Círculos y espirales les levantan . Altos van y se pierden en la altura, se funden en la blanca luz del cielo. Con ellos vuela todo lo que fuiste, tu cumbre ambicionada, tus abismos. Con ellos vas, tú eres el que gira más alto Soñándose en el vuelo.

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JUAN MOLLÁ

ENDYMION - - - - 1 Juan Mollá

EL JARDíN SIN LíMITES

AQUÍ, ALLÍ Cómo estar a la vez aquí y en los distantes anclajes doloridos de mi ausencia. Aquí, en mi casa, mi jardín, mi lecho.

y allí, en las islas, los acantilados 1------

poesía - - - - - - 1

alzados sobre el mar, las viejas playas, los valles escondidos, los montes de cristal, las ciudades perdidas donde vago bebiendo los crepúsculos de rosa, donde respiro sueños y deseos iguales a la luz, en las lejanas américas donde mi sangre late. Allí, por los parajes apenas entrevistos en mis noches de insomnio, en las ensoñaciones y la adivinación. Allí, donde los bosques, las praderas, los ríos entre mares de selva, los desiertos de sal y los planetas que no conozco pero los recuerdo.

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Allí.

y aquí, en mi casa, en mi jardín, mi lecho. Dios está en todas partes y por eso acaso pueda ser feliz.


Carlos Bousoño:

UAN MOLLÁ

«Lo primero que llama la atención en esta obra es la perfecta estructuración no sólo de cada poema --esto es fácil mente comprobable, especialmente en la implacable perfección de los fina les, técnica que nuestro poeta domina completamente- sino del libro en su conjunto. Esta excelencia del arte de la composición en Mollá es resultado de una larga elaboración, que se inicia en Beaudelaire y los parnasianos y que ha ido intensificándose posteriormente a través , sobre todo, del simbolismo y de la poesía pura, para recibir en estos ultimÍsimos años un último incremento. Y, cosa curiosa, este intelectualismo compositivo de la poesía, y no sólo de ella, se suele acompañar en esas fechas de su opuesto: un impulso sólo aparentemente contradictorio de orden irracionalista ... La logicidad, lIamémosla aSÍ, se refiere a la colocación de los significantes; la irracionalidad, a los sign ificados mismos, que pueden ser simbó licos, como en efecto lo son casi siempre, o siempre, en Mollá ... La racionalidad de la construcción poemática y la irracionalidad simbólica de los significados, definen el arte de Mollá. «A este fenómeno estudiado por mí en Antonio Machado, lo denominé, hace ya muchos años, encadenamiento simbólico. Consiste éste en reunir en un texto dos o más símbolos con el mismo significado irracional. Pero Mollá, con mucha originalidad, da un paso adelante y realiza algo distinto. Y es que ese gran símbolo de negación y muerte que es cada poema, se encadena a su vez a los otros sÍmbolós igualmente complejos que son los poemas que van a continuación , para formar entre todos ell os un símbolo extensísimo que ocupa la primera parte del libro. Insisto en la novedad de todo esto. La cual novedad es doble: En primer lugar, el encadenamiento simbólico de Machado y de otros autores estaba casi siempre constituido por símbolos de realidad que solían ocupar una entera composición; mientras que en Mollá, los símbolos que se encadenan dentro de cada pieza poemática son símbolos de irrealidad, cosa que se ve muy distinta. Pero, además, el encadenamiento simbólico extendido al conjunto de varios poemas es cosa más nueva aún. Cada poema-símbolo se une a otro poema-símbolo que tiene el mismo significado irracional, y luego, en las mismas condiciones, a otro y a otro hasta terminar la cadena con la última composición de la primera parte del volumen ... «Son , pues, cuatro las mutaciones sabiamente dosificadas que se nos entregan a lo largo del volumen. Perfección compositiva consciente de suyo, junto al uso de símbolos de raíz irracional, hay que destacar como lo más llamativo de la técnica de nuestro autor.» «Los antiguos definían la belleza como unidad en la variedad . Esta definición sigue siendo válida yeso es lo que vemos en el libro de Moll á, tan intenso y tan significativo por el atinado y novedoso empleo de los símbolos.»

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PASAN SOBRE EL JARDÍN Pasan sobre el jardín las primaveras, se detienen un punto los veranos y vuelven los otoños como un viento con hojas

y los inviernos caen y duran pero pasan.

y van los años adensando el césped y hacen crecer los árboles y oscurecen la arena y borran los caminos y ei jardín se hace viejo

olvidando los pulsos de la savia. El jardín se hace viejo. Mas tú piensas que vives todavía en el jardín primero.


INFORMACiÓN A. C. E. -CEDRO

INFORME JURÍDICO DE CEDRO El pasado día 2 de junio de 1999, la Comisión de las Comunidades Europeas presentó oficialmente su propuesta modificada de la Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo relativa a la armonización de determinados aspectos de los derechos de autor y derechos afines en la sociedad de la información. En dicha propuesta la Comisión ha recogido la mayoría de las modificaciones introducidas por el Parlamento, aunque ha realizado diversas enmiendas. 1. Art. 5.1 Excepción referida a los actos de reproducción temporal Ante el riesgo de impedir el buen funcionamiento de las redes de información, la Comisión ha suprimido el requisito de autorización o permiso legal para los actos de reproducción temporal. No obstante, ha establecido que los actos de reproducción transitorios e incidentales deben de ser indispensables para el proceso tecnológico. 2. Art. 5.2 a) Excepción relativa a la reproducción reprográfica Se mantiene el establecimiento de una compensación equitativa a favor de los derechohabientes para la excepción de la reproducción reprográfica, es decir las reproducciones sobre papel que utilicen una técnica fotográfica o similar. 3. Art. 5.2 b) bis Excepción relativa a la copia privada digital La propuesta conserva la remuneración compensatoria adecuada a favor de los derechoshabientes, también en el caso de las reproducciones en soportes digitales para uso privado, estableciéndola, en principio, de forma independiente al uso de medios técnicos de protección. 4. Art. 5.2 e) Excepción relativa a la reproducción en bibliotecas y archivos La Comisión deja muy clara en su proposición los extremos de esta excepción, ya que establece que las reproducciones pueden ser realizadas únicamente con fines de archivo o conservación. 5. Art. 5.3 a) Excepción relativa a la ilustración con fines educativos o de investigación

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INFORMACiÓN A. C. E.-CEDRO

La propuesta ahora presentada recalca asimismo la necesidad de que los derechohabientes reciban una compensación equitativa cuando se reali-

zan ilustraciones con fines educativos y con fines de investigación. A la vista del contenido de esta reciente modificación de la Propuesta de Directiva en cuestión, tenemos motivos para estar satisfechos por el amplio respeto a los derechos de autor en la misma reflejada. No obstante, hay que seguir luchando ya que para su aprobación definitiva todavía restan las discusiones pendientes en el seno del Comité del Mercado Interior, con lo que, de acuerdo con las informaciones en nuestro poder, no cabe esperar que el Parlamento europeo apruebe el texto en una segunda sesión plenaria hasta el invierno del año 2000.

ELECCIONES A. C. E. En el número anterior de REPÚBLICA DE LAS LETRAS, en el que se daba cuenta de las elecciones celebradas en la A. C. E. para renovar la mitad de cargos de la Junta Directiva, se omitió, por error de imprenta, el nombre de uno de los cargos electos. Reproducimos en el presente número el resultado de las votaciones y el nombre de todos los escritores elegidos con sus cargos correspondientes para los próximos cuatro años.

Consej eros: Antonio Colinas: 126 votos Ramón Hernández: 116 votos Gregorio Gallego: 115 votos

Vicesecretario General: Juan Manuel González: 128 votos

Tesorero: Enrique Lenza: 130 votos

Vocal de relaciones con los medios de comunicación: Julián Marcos: 130 votos Vocal de actividades culturales: Fernando Martínez Laínez: 133 votos

Vocal de asuntos sociales: Meliano Peraile: 137 votos


INFORMACiÓN A. C. E.-CEDRO

INFORME DE LA ASESORÍA JURÍDICA DE LA A. C. E. Doña Dámeris Viada y Don Carlos Muñoz, Letrados que prestan sus servicios de asesoría jurídica y fiscal en las oficinas de la Asociación todos los Jueves de 5 a 8 de la tarde, remiten el siguiente informe sobre lo acontecido en el primer semestre de 1999. Lo primero que conviene resaltar, es que el número de consultas continúa ascendiendo y que el número de asociados que nos consultan, es también mayor que en años anteriores. Esto viene a demostrar que la asesoría se va integrando cada vez más en la dinámica de los escritores, y que estos son cada día más conscientes de que nos tienen ahí y de que podemos ayudarles . Otro aspecto a destacar es que se está empezando a hacer una labor que se podría denominar preventiva, consistente en que los asociados nos envían vía fax el contrato propuesto por la editorial antes de firmarlo , a fin de que comprobemos si se ajusta a lo dispuesto en la Ley de Propiedad Intelectual, Jo que ay uda a evitar problemas ulteriores. La mayoría de las consultas que hemos tenido en este período se limitan a solicitarnos asesoramiento en materia de derechos de propi edad intelectual e interpretación de contratos de edición. En estos casos se estudia la consulta y se proporciona una respuesta verbal, aunque en algunos casos se nos ha solicitado un informe por escrito. También nos hemos encontrado con numerosos casos de vulneración de derechos de autor, siendo los más comunes los que atañen a los derechos de explotación o derechos económicos, aunque también hemos constatado algún caso de atentado a los derechos morales (concretamente al derecho a exigir el reconocimiento de su condición de autor; y a exigir el respeto a la integridad de la obra). De todos los asuntos que hemos tratado y en los que se ha producido alguna vulneración, cabe destacar, por ser sin duda los que más veces se repiten, los siguientes:

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• No publican en plazo: Hemos recibido varias quejas de que la editorial supera el plazo establecido en el contrato para publicar la obra, o en otros

casos que supera los dos años que como máximo dispone la Ley para publicarla. • Calidad de la impresión: Últimamente hemos tenido varias reclamaciones quejándose de la mala calidad de la edición, que en algún caso se ha realizado .con el orden de los capítulos alterado, en otro con páginas en blanco intercaladas con las impresas, y en algún otro con erratas. • Distribución: Varias reclamaciones se han debido a que el autor no está conforme con la forma de distribución de su obra. (No está disponible en determinados puntos de venta que el autor considera importantes). • Liquidación de derechos: Es sin duda la reclamación más común. Muchas editoriales siguen sin presentar liquidaciones anuales y sin abonar la remuneración proporcional que corresponde al autor, y en este semestre, que es cuando la mayoría de las editoriales tienen que cumplir con estas obligaciones, es cuando más asociados acuden a nosotros por este motivo. Cuando se nos plantean estas consultas, el procedimiento normal consiste en enviar una carta a la editorial, exponiendo la argumentación jurídica de los derechos que se reclaman e instando a la editorial a una conciliación amistosa que ponga fin al conflicto. En muchos casos se ha obtenido una solución favorable, y la disposición de la mayoría de las editoriales ha sido muy positiva. Como en todas partes existen excepciones, y hay algunas editoriales que no se han avenido a nuestra solicitud, dejando como única vía de solución el acudir a los Tribunales.

SOBRE LA IMPUTACIÓN TEMPORAL DE LAS RENTAS Al ser el 1. R. P. F. un impuesto de carácter periódico en el que se tienen en cuenta exclusivamente las rentas producidas en el período impositivo, resulta esencial determinar los criterios o reglas conforme a las cuales se imputan a cada período los ingresos y los gastos correspondientes. Para ello, la Ley establece una regla general, y unas reglas especiales de imputación. Regla general (art. 14.1 LIRPF).-Se imputan al período impositivo en que sean exigibles por su perceptor.


Reglas especiales de imputación

INFORMACiÓN A. C. E. -CEDRO

(art. 14.2, 14.3 Y 14.4 LIRPF; y arto 6.3 RIRPF).-Se acogen en IRPF algunos criterios particulares de imputación de ingresos y gastos, entre los que destacamos: h) Cesión de derechos de Autor (art. 6.3 RIRPF).-En el caso de los rendimientos derivados de la cesión de la explotación de los derechos de autor que se devenguen a lo largo de varios años, el contribuyente podrá optar por imputar el anticipo a cuenta de los mismos a medida que vayan devengándose los derechos Es decir, cuando una persona obtiene por la cesión de los derechos de explotación un anticipo a cuenta de sus derechos de autor, podrá incluir dicho anticipo en la declaración de la renta de ese ejercicio, o podrá diferir su declaración , imputando a cada año las cifras efectivamente vendidas, de acuerdo con la liquidación presentada por la editorial. La decisión le corresponde al contribuyente, siendo sin duda más ventajosa para él la opción de declarar cada año los ejemplares efectivamente vendidos en ese año natural, con independencia de la cantidad recibida de la editorial como anticipo y de cuando se recibió.

LA NUEVA LEY DEL IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FÍSICAS El 9 de Diciembre de 1998 fue aprobada la Ley 40/98 del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y otras Normas Tributarias. Esta Ley ha entrado en vigor elide Enero de 1999, y será de aplicación a todas las rentas obtenidas a partir de dicha fecha. Debe destacarse que la Ley sólo regula el supuesto de obligación personal de contribuir. La regulación de la tributación de los no residentes se remite a una ley posterior. La primera modificación de gran relevancia surge en las di stintas categorías que componen la renta del contribuyente. Así, el artículo 6.2 establece que «Componen la renta del contribuyente: a) Los rendimientos del trabajo. b) Los rendimientos del capital. c) Los rendimientos de las actividades económicas. d) Las ganancias y pérdidas patrimoniales. e) Las imputaciones de renta que se establezcan por Ley.»

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Como se puede ver, la categoría en la que hasta ahora se encuadraban nuestros rendimientos ha desaparecido (Los rendimientos de actividades pro-

fesionales), por lo que lo primero que habremos de hacer es determinar en cuál de las nuevas categorías hemos de encuadrar nuestros rendimientos. El artículo 16.2 establece que «en todo caso, tendrán la consideración de ren-

dimientos del trabajo: c) Los rendimientos derivados de imp artir cursos, conferencias, coloquios, seminarios y similares. d) Los rendimientos derivados de la elaboración de obras literarias, artísticas o científicas, siempre que se ceda el derecho a su explotación.» Es decir, según este artículo, los rendimientos obtenidos por nuestros asociados tributarán como rendimientos del trabajo. Sin embargo, el mismo artículo 16, en su apartado 3, establece que «No obstante, cuando los rendimientos a que se refieren las letras c) y d) del apartado anterior y los derivados de la relación laboral especial de los artistas en espectácu los públicos y de la relación laboral especial de las personas que intervengan en operaciones mercantiles por cuenta de uno o más empresarios sin asumir el riesgo y ventura de aquéllas, supongan la ordenación por cuenta propia de medios de producción y de recursos humanos o de uno de ambos, con la finalidad de intervenir en la producción o di stribución de bienes y servicios, se calificarán como rendimientos de acti vidades económicas. » Es decir, con la nueva Ley, los rendimientos de nuestros asociados son, en principio, rentas procedentes del trab ajo, pero si para su obtención se incurre en inversión en med ios de producción o en recursos humanos, se tratarían de rendimientos de actividades económicas. Es decir, tributar de una u otra manera va a depender de causas objetivas (inversión en recursos materiales o humanos), aunque es bi en cierto que deja bastante a la dec isión o elección del sujeto pasivo. Así, vamos a ver las principales diferencias entre una y otra forma de tributación, permitiendo a los asociados que sean ell os los que decidan a cúal acogerse. La tributación como rendimientos económicos supone la neces idad de estar dado de alta en el 1. A. E. y en el Régimen Especial de Autónomos de la Seguridad Social , y llevar libros oficiales de ingresos y gastos , así como cumplir con las obligaciones tributarias trimestrales (es decir, la misma situación tributaria que teníamos antes, pero qu e ahora se ll a man Re ndimientos Económicos).


La ventaja fundamental que tiene tri-

INFORMACiÓN A. C. E. -CEDRO

butar en este apartado es la posibilidad de minorar los ingresos a través de los gastos deducibles. Se pueden declarar los rendimientos eco nóm icos e n estimación directa o en estimación simp li ficada. Con la primera opción nos deducire mos los gastos directos incurridos , más un 1 por 100 de los ingresos para gastos de difícil justif icac ión. En la simpli ficada só lo podemos deducimos los gastos legalmente estab lec idos, más un 5 po r 100 de la diferencia entre in gresos menos gastos. Por el contrario, la tributación como rendimientos del trabajo con lleva una serie de modificaciones con respecto a la situ ación anterior, y que exponemos a continuación: • No hay que estar dado de alta e n el 1. A. E. • No hay que realizar decl arac ion es trimestrales. • No se tendrán en c ue nta como gastos deducibles los inc urridos en el desarroll o de la activ id ad. Tendrán la consideració n de gastos deducibles exclusivamente los siguie ntes: a) Las cotizaciones a la seguridad Social o a mutualid ades gene rales ob li ga torias de funcionarios. b) Las de tracc iones por derechos pasivos. c) Las cot izac iones a los co leg ios de hué rfanos o e ntidades similares. d) Las c uotas satisfechas a sindicatos y colegios profesionales, cuando la co legiación tenga carácter obligatorio, e n la parte que corresponda a los fines esencia les de estas in stitucion es, y con el límite que reglamentari amen te se establezca. e) Los gastos de defensa jurídica derivados directamente de liti gios susc itados e n la relación del contribuyente con la persona de la que perci be los rend imi entos, con el límite de 50.000 pesetas anuales. S in e mb a rgo, e n esta opción ex isten una s reduccion es de l re ndimi e nto neto establ ec id as por la Ley, y que son las sigui e ntes: Reducciones.-EI rendimiento neto del trabajo se minorará en las sigu ientes cuantía: a) Contribuyentes co n .re ndimi e ntos netos del trabaj o igua les o infe riores a 1.350.000 pesetas: 500.000 pesetas anuales. b) Contribuyentes co n re ndimi e ntos netos del trabajo comprendidos e ntre 1.350.00 1 y 2.000.000 de pesetas : 500.000 pesetas menos el resul tado de multipli ca r por 0,1923 la diferenc ia entre el rendimi ento del trabajo y 1. 350.001 pesetas anual es.


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c) Contribuyentes con rendimientos netos del trabajo superiores a 2.000.000 de pesetas o con rentas distintas de las del trabajo superiores a

1.000.000 de pesetas: 375.000 pesetas anuales. La cuantía de estas reducciones se incrementará en casos de discapacidad. Como consecuencia de la aplicación de las reducciones el saldo resultante no podrá ser negativo. Retenciones .-Las retenciones a aplicar son el 20 por 100 de los rendimientos· íntegros, tanto si se trata de rendimientos del trabajo como si se trata de rendimientos de actividades económicas. En resumen:

o

Si tributamos como rendimientos del trabajo:

o

Ventajas:

o

o

Nos evita tener que realizar declaraciones trimestrales.

o

Simplifica la declaración anual del!. R. P. F.

o

Nos ahorra el pago del 1. A. E.

Desventajas: o

No se pueden practicar ded ucciones por gastos, lo que posiblemente

s uponga pagar más impuestos . o o

Si tributamos como rendimiento económico: Ventajas: o

Deducción de los gastos incurridos necesarios para el desarrollo de la acti-

vid ad, más la dedu cción por gastos de difícil justificación (coeficiente de gastos en la declaraci ón simplificada) . o

Desventajas: o

Ex ige un mayor esfuerzo burocrático, por la obligatoriedad de llevar libros

oficiales de ingresos y gas·tos. o

Hay que presentar las obligaciones fiscales trimestrales.

o

Pagar el 1. A. E.


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utores y editores 110 pueden controlar ÍJulividualmellle la reproducción indiscriminada de sus obras.

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u principal objetivo es la S protección de los derechos. irrenunciables para autores y

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EDRO recauda los derechos derivados de la reproducción de las obras para su distribución entre los titulares de los mismos.

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trabaJo,. Silcrlflclo. (ada año se dejan de editar cientos de pUblicaciones por el uso Indiscriminado de las fotocopias. Es un delito realizar coplas ilegales , pero es mucho peor no dejar Que nuestra cultura se desarrolle. Que buenas Ideas de ho, no ,un la luz mañana . Colabora con la (ultura, aunque solo sea por tus Ideas.

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torga licencias, con ciertos límites)' bajo remuneración , para e! uso de su repertorio. Lucha contra la reprografía ilegal con todos los medios materiales y judiciaks a su alcance y. al mismo tiempo, promueve actividades y servicios en beneficio de sus asociados, de! mundo del libro )' de la cultura en general.

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J. M. Caballero Bonald Subcomandante Marcos Juan Manuel González Roberto Fernández Retamar Mariano Antolín Rato Joaquín Benito de Lucas Antonio Pereira Rafael Pérez Estrada Concha Zardoya Alonso Zamora Vicente Suzan Samanci Esther Bartolomé-Pons Félix Grande Manuel J. Ramos Ortega


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J unta Di rectiua de la RC[

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