ZIRKÓLIKA #34 otoño 2012

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Los viajes hacen cambiar a las personas y eso le pasó a este artista. “La escuela me abrió la mente y descubrí el mundo de la danza”, según Pla, que añade que “en mis inicios no conocía la distinción entre clásico y contemporáneo, creía que todo giraba en torno al virtuosismo”. Hace 2 años estrenó su primer espectáculo con la artista Natalia d’Annunzio y se trasladó a vivir en Barcelona, ​​donde acaba de comenzar un curso de danza de cuatro años en el Institut del Teatre. Pla explica que le gusta mezclar los malabares con el teatro gestual y la danza contemporánea y rechaza rotundamente etiquetarse: Me considero malabarista y ya está. Los últimos meses ha actuado en el Festival de Circo de Terrassa, en el Festival Circada y Albacete. Aunque primero trabajaba con 8 pelotas, ahora lo hace casi siempre con tres y más grandes, ya que así gana con «visibilidad para los espectadores», dice. Es muy inquieto con eso de la creación y cada año y medio, más o menos, cambia de número. Para cambiar también ha cambiado de marca de pelotas. Ahora usa las Sil-X Play. Y sobre la gran pregunta de “¿Cómo está el malabarismo?”, no está para lanzar cohetes precisamente. «El malabarismo y el circo, a diferencia de otros países, está muy poco reconocido en España, a mí me gustaría desarrollarlo». Tiene trabajo, pues.

Sergio Pla. Foto: Jesús M. Atienza.

Fernando Pose

Relaciones de pareja Quien tiene pelotas de rebote tiene un tesoro podría ser el título de una película protagonizada por el artista argentino Fernando Pose, emulando así el film Quien tiene un amigo tiene un tesoro. Desde que a los 13 años vio a un malabarista con 3 pelotas, dijo que algún día él también probaría de hacerlo. Diez años después, y antes de viajar a Europa e instalarse en Barcelona,​​ Pose se reencontró con los malabares y la relación fue, podríamos decir, pasional y muy humana. “Cuando a los 23 años me compré mis primeras pelotas de rebote, dormía con ellas, eran pelotas de golf que tenían titanio adentro y botaban”. Y la relación aún fue un poco más allá: “cuando me llegan paquetes con pelotas las trato como a una persona y forman parte de una relación, hablo con ellas y me emociono”. Después de muchos desencantos con las marcas, le llegó un paquete con pelotas de silicona: “por primera vez me iban bien, no me lo podía creer y me puse a llorar”.

Fernando Pose. Foto: Jesús M. Atienza.

“Para mí la vida es una búsqueda continua de cosas y los malabares se han puesto aquí para que los coja”. En esta búsqueda permanente, Pose explica su evolución, que le ha llevado a crear a un personaje con corbata en un fantástico número que está perfeccionando y en que hace transformismo y se cambia de arriba abajo con muy pocos segundos y en medio de una aureola

de misterio y magia: “Primero, pensaba que los malabaristas que trabajaban más allá de la técnica lo hacían porque no tenían mucho nivel; después, me di cuenta de que no era así”. “Los malabaristas –añade– somos inconformistas por naturaleza.” Al principio, le ayudó Karl Stets, que es un “muy buen ojo externo y director”, explica. “El malabarista es una momia que está lejos del espectador, jugar con el vestuario es más teatral y te permite acercarte a la gente.” A Pose, que se considera más un artista clásico que contemporáneo y un malabarista técnico de cantidad que trabaja con hasta 9 pelotas, aunque también disfruta y mucho con las 3 pelotas, le gustaría “ver en buena situación” el malabarismo porque tiene una tienda de malabares, pero admite que no hay mucha afición. En su tienda Malabarte, en Barcelona, se ​​ mira con ojos brillantes un cuadro original que está ultimando el pintor Albert Tort por encargo de Pose. Se ve a Kris Kremo haciendo malabares con sombreros. Ahora persigue otro sueño: tener una colección de cuadros de malabaristas firmados por sus autores, y el primer paso será invitar a Kremo para que actúe y firme el cuadro. Ya lo dice Pose: “La vida es una búsqueda permanente, los malabares me hacen feliz”. Pasa a la página siguiente ZIRKÓLIKA 13


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