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Ronaldo, un Jordan o un Valenzuela. Pero sea por una u otra causa, el hecho es que el deporte llena una parte importante del quehacer del hombre contemporáneo, y no porque sea esencial para su vida o destino; los hombres del pasado no lo practicaban en el sentido que actualmente entendemos, ni le dedicaban atención en la medida que hoy ocurre y no por eso eran menos felices o sanos, y aún quizá, todo lo contrario. Lo que sucede es que el valor que le atribuimos es muy superior al de su importancia objetiva; importancia en buena parte artificial, pues ha sido creada por la publicidad. Esta desmesurada presencia del deporte en los medios de comunicación es causa y efecto, a la vez, del enorme desarrollo de los intereses mercantilistas que empujan al consumo incesante de novedades y agrandan la importancia de acontecimientos cuyo valor objetivo es pequeño. Aunado a lo anterior, y quizá por haberse convertido en un producto de consumo sometido a las reglas del mercado, se han deteriorado seriamente las conductas deportivas: la elegancia en el saber perder y ganar han perdido terreno frente al afán del triunfo a toda costa. Tal parece que detrás de todo fuera el deporte un sustituto de una profunda necesidad vital; casi, casi, una religión para algunos. Por tales razones, es de gran importancia tener un concepto adecuado del valor y sen-

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Foto: M.G. Hernández

tido del deporte. Sin eso y sin unos valores espirituales firmes, habrá quien encuentre motivos no sólo para doparse, sino, como apostilla Luis Daniel González, «hasta para intentar fabricar, por ejemplo, hombres - mono que salten...» ¡y que ganen medallas...! Pero, independientemente de las causas por las cuales cada quien lo practique o disfrute -o sufra- como espectador, es indiscutible su gran valor educativo personal y social. ¿Por qué? * Porque es un magnífico

cultivo de las capacidades físicas del hombre, para conseguir salud y fortaleza. * Porque cuando es bien hecho mejora no sólo el cuerpo, sino a la persona completa. * Porque cuando se realiza con criterios morales sanos, llena también una necesidad espiritual. Todos sabemos que en el deporte, el espíritu tiene tanto valor como el cuerpo (¡Cuántas veces hemos visto cómo el valor, la decisión o el coraje, pasan por encima de las limitaciones físicas, pues la voluntad pue27


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