Cartas

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f Simón Rodríguez Cartas e europeos se disputaron el honor del descubrimiento; y ahora matan a los americanos por quitarles lo que antes llamaron sueños. ¿Quién sabe si después que yo haya presentado á los Congresos de América los rumbos de una libertad que andan buscando en vano, no sale por ahí un Vespucio dando su nombre á mi Nuevo Mundo? Viéndome comprometido con U., conmigo mismo y con Bolivia en la obra que U. me confió.... procedí. Mis conocimientos se descubrieron en las primeras providencias que tomé, mi actividad hizo apa¬recer en el corto espacio de cuatro meses el bosquejo de un plan ya ejecutado en sus primeros trazos, y mi prudencia venció las dificultades que oponían, por una parte las gentes con quienes obraba, y por otra las que por sostener sus opiniones ó por ejercitar su malignidad, se emplea¬ban en desanimar, desaprobar, ridiculizar, etc… Llegó el atrevimiento de un clérigo a términos de insultarme groseramente en su casa. Todo lo soporté; pero no pude sufrir la desaprobación del Gobierno, y mucho menos el que me reprendiesen en público. ¡A mí desairarme!.... ¡reprenderme!... ¡á mí!... ni U… y digo todo con esto: me retiré a mi casa, y con la inacción y el silencio respondí: a un sargento que va a buscar forraje se le pone arrestado si en lugar de 20 quintales trae 40.... a mi se me escribe, se me consulta, y si algo parece fuera del orden, se me dice privadamente, midiendo las expresiones, para no ofender mi delicadeza. Yo no era un empleadillo adocenado de los que obstruyen las antecámaras: yo era el brazo derecho del Gobierno: yo era el hombre que U. había honrado y recomendado en público repetidas veces: yo estaba encargado de dar ideas, no de recibirlas: yo me había ofrecido a concurrir con mis conocimientos y con mi persona a la creación de un Estado, no a someterme a formulillas, providencillas ni decretillos, en fin, yo no era ni Secretario, ni amanuense, ni Ministro, ni alguacil. Santander y Umaña me comprometieron con la gente de mostrador y de ruana en Bogotá, y porque los evité, dijeron que yo lo había echado todo a rodar. En Chuquisaca, Sucre me reprende como a un lacayo.... No sé lo que habrá dicho, porque me salí de su palacio sin darle ni pedirle cuentas. Es muy regular que la satisfacción que haya dado a U. haya sido mi acusación; me ha tratado de caprichoso.... debo perdonárselo, porque no sabe o no quiere distinguir de sentimientos, ni de acciones; caprichoso es el necio.... firme es el hombre sensato.... El capricho se sostiene con la terquedad la firmeza es propia de la razón. No he querido escribir a U., por no dar el menor indicio de que inten- 133 -


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