Narrativas de Conflicto Socio-Político y Cultural en Contextos Locales de Colombia

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Narrativas de Conflicto Socio-Político y Cultural desde las y los Jóvenes en Contextos Locales de Colombia

cuales interactúan una serie de instituciones, públicas y privadas”. Estas zonas rurales presentan una fuerte interdependencia con los centros urbanos más próximos, como en el caso del Kilómetro 41 con Manizales. La pérdida de reconocimiento de la sociedad rural la ha expuesto aún más a la necesidad de su propia redefinición. Según Bengoa (2003), las comunidades rurales ya no sólo deben saber hacer, como en el pasado sino también saber decir, hacer explícita su propia identidad en un texto comprensible. Su posibilidad de supervivencia depende de la cultura, incluso cuando económicamente sean marginales. Depende del significado que los residentes rurales y todos los demás, le otorgan a su actividad, sean o no campesinos, a sus vidas aparentemente humildes y poco significativas desde la perspectiva de los otros, a las relaciones que se establecen con el resto de la sociedad. La redefinición deberá empezar por el propio nombre de su vereda, un nombre que llene de sentido a sus habitantes y les permita confiar en sus sueños. La redefinición del valor que ellos mismos y los otros le asignan a sus vidas, la revalorización de lo rural, desde el Estado. Una redefinición a la que los jóvenes del Kilómetro 41 se enfrentan y se exponen.

HALLAZGOS: Significados de conflicto para los jóvenes rurales 1. Conflicto y supervivencia: ausencia de moratoria social En la dimensión material, el conflicto es asociado con la falta de desarrollo y la lucha por recursos económicos. En cuanto al desarrollo, plantean los jóvenes rurales las pocas oportunidades laborales y educativas como obstáculo para la supervivencia, el conflicto político como causa del subdesarrollo del país y el conflicto intrafamiliar como obstáculo para el desarrollo personal. Un joven escribió: “para mí el conflicto no debería de existir porque con esto se están perdiendo muchas oportunidades de salir adelante” (Joven Km. 41). Otro joven rural considera la delincuencia juvenil como consecuencia de las carencias económicas. El joven es víctima de un sistema que no le permite la satisfacción de sus necesidades básicas, lo que lo arroja a actos delincuenciales: “…no faltan como en cualquier parte del mundo, muchos de los problemas son familiares o entre vecinos, también lios amorosos, económicos y falta de empleo y la falta de oportunidades en ocaciones lleva a que los jóvenes cojan la salida más rapida como robar o cosas asi” (Joven Km. 41). Las condiciones estructurales sociales de pobreza, inequidad, desempleo, entre otras, hacen que los jóvenes vivan una lucha por los recursos económicos, para el sostenimiento de sí mismos y de su familia. Un joven afirmó: “como la exigencia que hacen las familias para que los jóvenes consigan dinero para contribuir con los gastos de la casa”. De esta forma se puede proponer que estos jóvenes de sectores rurales no viven el proceso denominado como moratoria social, que alude a “que grupos crecientes, que pertenecen por lo común a sectores sociales medios y altos, postergan la edad de matrimonio y de procreación y durante un período cada vez más prolongado, tienen la oportunidad de estudiar y de avanzar en su capacitación en instituciones de enseñanza que, simultáneamente, se expanden en la sociedad” (Margulis y Urresti, 1998, p. 18). Si bien es cierto que estos jóvenes están cursando la educación secundaria, son privilegiados pues la mayoría de sus coetáneos debe vincularse al sector productivo a edades tempranas y conseguir recursos económicos para el sostenimiento de sus familias: “Al hijo mayor de solo la edad de 9 años le toco salise de la escuelita y empasar a trabajar en lo que sea para 52


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