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Rector Guillermo Orlando Sierra Sierra Vicerrector Jorge Iván Jurado Salgado Decano Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Ricardo Celis Pacheco Director Programa de Comunicación Social y Periodismo Diego Enrique Ocampo Loaiza Director Escribanía Wilson Escobar Ramírez

Año 15 - Vol. 10 - N° 1 Enero - Junio de 2012 Escribanía se realiza en asocio con el Departamento de Lingüística y Literatura de la Facultad de Artes y Humanidades. Universidad de Caldas. ISSN 0123-6938 Derechos reservados© Universidad de Manizales Permitida su reproducción citando la fuente Diagramación Gonzalo Gallego González Programa de Comunicación Social y Periodismo carrera 9 N°19-03, Manizales, Caldas Teléfono (+57)(6) 887 9680 extensión: 1682 e-mail: escribania@umanizales.edu.co http://www.umanizales.edu.co/publicaciones/escriban/


Comité Editorial Adriana María Angel Botero. Universidad de Manizales Angela María Bohorquez. Universidad de Manizales Ricardo Celis Pacheco. Universidad de Manizales Diego Ocampo Loaiza. Universidad de Manizales Carlos Fernando Alvarado. Universidad de Manizales

Comité Científico Jorge Dubatti. Universidad de Buenos Aires. Doctor (Área de Historia y Teoría del Arte) por la Universidad de Buenos Aires. Profesor de Historia del Teatro Universal en la Carrera de Artes, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. jorgeadubatti@hotmail.com Maryluz Vallejo Mejía. Pontificia Universidad Javeriana Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra. Profesora titular del Departamento de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana. Investigadora de la historia de la prensa en Colombia, de géneros periodísticos y miembro del Observatorio de Medios. maryluz.vallejo@javeriana.edu.co Jaime Alejandro Rodríguez. Pontificia Universidad Javeriana Doctor en Filología por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid. Magíster en Literatura por la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Profesor Titular, Departamento de Literatura de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana. Pionero en Colombia del relato digital; autor de tres novelas, ensayista e investigador. jarodri@javeriana.edu.co Juan Manuel Castellanos. Universidad de Caldas Doctor en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud por la Universidad de Manizales y el CINDE. Magíster en Comunicación Educativa. Antropólogo. Profesor Asociado del Departamento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas; miembro del grupo-línea de investigación jóvenes, culturas y poderes del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Director de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad de Caldas. juan.castellanos@ucaldas.edu.co Octavio Escobar Giraldo. Universidad de Caldas Magíster en Escrituras Creativas por la Universidad Nacional de Colombia, especialista en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Caldas. Profesor titular de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de Caldas. Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura y de la Universidad de Antioquia. Novelas y cuentos suyos forman parte de las antologías nacionales e internacionales y han sido traducidos a otros idiomas. octavio.escobar@ucaldas.edu.co Miguel Alberto González. Universidad de Manizales Magíster en Educación-Docencia por la Universidad de Manizales. Doctorante en Comunicación y Cultura Latinoamericana –IPECAL- México. Doctorante en Ciencias de la Educación, Universidad Tecnológica de Pereira. Director Revista Plumilla Educativa de la Universidad de Manizales; Director de Publicaciones de IPECAL, México. miguelg@umanizales.edu.co


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En este número Presentación ...7 Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación: La investigación desde la recepción ...11 Adriana María Ángel Botero, Julián Andrés Burgos Suárez

¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? ...35 Juana Ramírez Castro

La información científica para públicos heterogéneos: algo más que ciencia disciplinar ...53 Carlos Emilio Raigoso Camelo

El Tiempo: Cien años en la jugada política ...67 Maryluz Vallejo Mejía

El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia ...83 Carlos Fernando Alvarado Duque

La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? ...105 Miguel Alberto González González

Aproximación a la concepción del sujeto para las comunidades indígenas andinas ...127

María Fernanda Martínez Hoyos, Diana Milena Rodríguez Pabón

Reseñas: Alias Policarpa ...135

Octavio Escobar Giraldo

Nancy Fraser, Scales of Justice: Reimagining Political Space in a Globalizing World ...137 Adriana Ángel

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Articles Presentation ...7 Meanings of the politics and symbolic power of the mass media: the investigation from the receipt...11 Adriana María Ángel Botero, Julián Andrés Burgos Suárez

What motivates our questions for the "communication it humanizes"?...35 Juana Ramírez Castro

The scientific information for public heterogeneous: something more than science to discipline...53 Carlos Emilio Raigoso Camelo

El Tiempo: Hundred years in the political play...67 Maryluz Vallejo Mejía

The rhetorical draft. The textual drifts in Alex de la Iglesia's perverse cinema...83 Carlos Fernando Alvarado Duque

The silenced word. Mass media and sovereignty...105 Miguel Alberto González González

Approximation to the conception of the subject for the indigenous Andina communities...127

María Fernanda Martínez Hoyos, Diana Milena Rodríguez Pabón

Reviews: Alias Policarpa ...135

Octavio Escobar Giraldo

Nancy Fraser, Scales of Justice: Reimagining Political Space in a Globalizing World ...137 Adriana Ángel

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Presentación

El coro multiforme de escribanos Un alto en el camino. Así puede definirse el momento previo a esta edición de ESCRIBANÍA, que supuso un tiempo prudencial para repensarnos como revista, para otear el horizonte que depara las publicaciones de carácter científico-académico, los nuevos retos y desafíos que las constriñen o liberan, como la bien denominada “info-polución” que hoy afecta los procesos de conocimiento y aprehensión de las distintas realidades. Todos ellos fenómenos que acompañan, por naturaleza, la existencia misma de las revistas y que nos ponen en la tesitura de buscar y persistir en el nicho de los contenidos que nos son propios, pero también de ampliarnos, contaminarnos en ese cruce cada vez más necesario con otros campos y disciplinas del conocimiento. En este re-nacer ESCRIBANÍA quiere hacer parte de esa amplia oferta académica que con el tiempo se ha ido consolidando en el medio en virtud de la expansión del horizonte investigativo de las universidades, de la sistematización de la experiencia académica de los docentes, cada vez más cercanos a los procesos reflexivos de su quehacer, y a la amplia masa critica de lectores que se nutre de estos contenidos. Los escribanos de esta edición ponen en escena una diversidad discursiva que visita los terrenos de la comunicación, la ciencia, la sociología, la historiografía, el lenguaje, los estudios culturales, y desde cuya diversidad se configura el coro multiforme que da cuerpo a la revista. En las páginas que siguen la comunicación dialoga desde los campos del poder simbólico que ejercen los medios en las audiencias; también lo hace en la tensión que emerge cuando ésta, la comunicación, entra en tensión con la ciencia y la filosofía de la mente; una tensión que parte de las preguntas que tanto la ciencia como la comunicación comparten; en otro artículo, una vez más la comunicación comparece en los terrenos de la ciencia, cuando entra en diálogo con la información periodística: las fumigaciones con glifosato dan pie para examinar las relaciones existentes entre la información científica y otro tipo de información periodística. El diálogo de los escribanos invitados se amplía hacia los terrenos de la historiografía, que sirve como herramienta periodística para reconstruir la historia del diario El Tiempo y la forma como este medio de comunicación logró consolidar su poder en virtud de estratégicas posturas editoriales en torno a los principales acontecimientos que marcaron la historia social y política del país. Esta mirada hacia los 100 años del periódico más influyente de Colombia sirve de marco para una reflexión ampliada en torno a la triada: poder, democracia y medios de comunicación; relaciones de alto riesgo que limitan el poder y la libertad de la palabra, tanto como llevan al declive de la veracidad. La polifonía escribana de este número ofrece un interesante giro hacia la retórica, para adentrar al lector al mundo del texto inserto en las grandes discusiones de la neo-retórica y sus derivas hacia la imagen y el esperpento, en cuyos linderos el autor del artículo examina aquellas retóricas expandidas en el cine del director catalán Alex de la Iglesia.

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La dramaturgia que Escribanía propone a sus lectores cierra con un artículo de reflexión cultural en torno al ejercicio de poder que ha tenido la concepción eurocéntrica del sujeto impuesta a las comunidades precolombinas, antes, en el proceso de colonización y, ahora, mediante la educación, la tecnología y la comunicación. Este diálogo propuesto por los escribanos e inserto en nuestra premisa “Comunicación, Cultura, Región”, espera lectores que cierren el círculo, o bien construyan la espiral comunicativa que permita justificar la existencia y, por tanto, la continuidad de ESCRIBANÍA. En tal sentido, más que un diálogo es una provocación y una invitación para que los lectores de esta edición se tornen en escribanos de la siguiente. Wilson Escobar Ramírez Director ESCRIBANÍA

Las fotos que ilustran las portadillas de los artículos de esta edición fueron facilitadas por Sandra Zea, fotógrafa colombiana, actriz y directora de teatro. Corresponden a la serie “El festival día a día”, realizadas en el marco del Festival Internacional de Teatro de Manizales, Colombia.

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Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación: La investigación desde la recepción1 Adriana María Ángel Botero2 Julián Andrés Burgos Suárez3 Artículo recibido el 2 de agosto de 2011, aprobado para su publicación el 2 de octubre de 2011.

Sinopsis Los investigadores analizaron las dinámicas del poder simbólico ejercidas por los productores de las más importantes cadenas de televisión en Colombia (RCN y Caracol), así como también de sus audiencias locales en la ciudad de Manizales. Considerando la teoría sociológica de Bourdieu (1999, 2000, 2003) el poder simbólico fue definido como la habilidad tanto de crear ciertos significados o visiones del mundo como la habilidad de las audiencias a resiste, legitimar o negociar esos significados (Morley, 1990). De este modo, los investigadores analizaron tres aspectos relacionados en el proceso de comunicación: productores, mensajes y audiencia. Particularmente, fueron analizados: 1) el significado y las ideas que los periodistas de las más importantes noticieros colombianos tienen en cuenta al momento de producir noticias de política, 2) la opción actual en que esos significados políticos y sus ideas fueron construidas en mensajes o noticias, y 3) las lecturas hechas por las audiencias locales de dichas noticias. El proceso metodológico consistió en estudiar todos los tres aspectos del proceso de comunicación: producción, mensajes y audiencias. Ello implicó realizar 15 entrevistas a periodistas involucrados en el proceso de producción de noticias políticas de los noticieros de RCN Y Caracol. También se hizo un análisis de discurso en más de 60 emisiones de ambos programas, y una entrevista semi-estructurada de 50 receptores de esos programas. Después de aplicar la metodología cualitativa, los investigadores, encontraron que la intensión comunicativa expre1 Artículo que se desprende de la investigación: Dinámicas del poder simbólico de los productores de las secciones de política de los noticieros colombianos y de sus audiencias en Manizales. Investigación realizada durante los años 2007 y 2009, como parte de los proyectos de investigación del Centro de Investigaciones de la Comunicación de la Universidad de Manizales, Colombia. Grupo reconocido por Colciencias. 2 Profesora e investigadora de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Estudiante de doctorado en Communication Studies en Ohio University, USA. 3 Profesor de la Universidad Católica Popular de Risaralda. Candidato a Magister en Comunicación Educativa de la Universidad Tecnológica de Pereira. Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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sada explícitamente por los periodistas es la de elaborar asuntos políticos comprensibles para crear un interés en la audiencias. Sin embargo, en el análisis de discurso hecho en las noticias, no fue revelado este tipo de intencionalidad pedagógica. En cambio, en este análisis de discurso, se encontró que la intención de los periodistas era hacer comentarios graciosos sobre el campo político para que las audiencias no se aburrieran cuando vieran las noticias. En relación con las audiencias los investigadores encontraron que en muchos de los casos la lectura de las noticias políticas es pasiva en cambio de activa. En algunos casos, los individuos tienen una lectura hegemónica, no porque ellos sean críticos y activos, sino porque hace falta sistemas alternativos de significados que permitan la confrontación de los contenidos de televisión con información previa (Curran, 1998). De otra parte, este estudio muestra que el proceso de lectura de la audiencia reviste cierta complejidad, consecuencia de cinco elementos: construcción del mensaje, contexto del mensaje, los significados previos de la audiencia, la proximidad del mensaje y el capital cultural de las audiencias. Finalmente, se puede afirmar que la televisión ejerce un poder simbólico sobre la mayoría de su audiencia Palabras claves: Poder simbólico, lectura, audiencia, mensaje, lenguaje, comunicación.

Abstract The researchers analyzed the dynamics of symbolic power exerted by the producers of the most important Colombian television news on politics as well as by their local audiences in the city of Manizales. Considering Bourdieu’s sociological theory (1999, 2000, 2003), symbolic power was defined as the ability of both media to create certain meanings or visions of the world and audiences to resist, legitimize or negotiate those meanings (Morley, 1990). Thus, the researchers analyzed the three different aspects involved in communication processes: producers, messages, and audiences. Particularly, analyzed were 1) the meanings and ideas that journalists of the most important Colombian news take into account to produce political news, 2) the actual way in which those political meanings and ideas are “converted” in messages or news, and 3) the readings made by local audiences about the news. The methodological process consisted of the study of all of the three aspects of the communicative process: production, messages, and audiences. Specifically, it implied: interviewing 15 journalists involved in the production process of political news in both news programs, RCN and Caracol; discourse analysis of more than 60 news broadcasts presented by both programs; and semi-structured interviews of 50 viewers of the programs (the interviewed viewers watched the same news analyzed by the researchers). After applying this qualitative methodology,

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the researchers found that the communicative intention explicitly expressed by the journalists is to make political topics understandable to create an interest in the audience about these topics. However, the discourse analysis of the news did not reveal any of these pedagogical intentions; instead the discourse analysis showed the intention of the journalists making funny comments about the political field was so that audiences do not get bored when viewing that news. With regard to the audiences, researchers found that in most cases readings of political news are passive rather than active. In some cases, individuals have a hegemonic reading not because they are critical and active, but because they lack alternative systems of meanings that permit them to confront the television contents with previous information (Curran, 1998). Hence, this study shows that the process of reading on behalf of the audience is a complex one, which is consequence of five elements: message construction, context of the message, audiences’ previous meanings, closeness of the message, and audiences’ cultural capital. Finally, it can be affirmed that television does exert symbolic power over most of its audience. Key words: Symbolic power, reading, audience, message, language, communication.

Perspectiva teórica Si, en general, el poder simbólico es definido por Bourdieu, como “un poder de la construcción de la realidad que tiende a establecer un orden gnoseológico: el sentido inmediato del mundo”(Bourdieu, 1999, p.67), en el caso específico de la comunicación mediática, puede afirmarse que el poder simbólico se constituye como la capacidad que tienen, en primer lugar, los medios de crear ciertos sentidos o visiones de mundo en las audiencias; y, en segundo lugar, como la capacidad que tienen las audiencias para resistir, legitimar o negociar dichas visiones. Esta definición implica, entre otras cosas, que el poder no es ejercido únicamente de manera unidireccional, sino que además genera resistencias y acciones de contrapoder; también supone que no es desplegado solamente por los grandes aparatos ideológicos del Estado, sino que también se constituye como una condición esencial a cualquier relación social; pero, sin lugar a dudas, lo más importante es entenderlo como una capacidad de configurar visiones de mundo. De ahí que, en el marco de la comunicación mediática, tanto los productores como las audiencias cuenten con cierto “grado” de poder y que en ambos casos se presenten factores de resistencia simbólica. Aunque son muchos los sociólogos que lo han definido, en esta investigación se trabajó con los planteamientos que Pierre Bourdieu ha hecho sobre el poder simbólico y que, en todos los casos, va más allá de las clasificaciones entre horizontal/ vertical, micropoder/dominación, etc. Con base en la perspectiva de Bourdieu, el poder se caracteriza como simbólico en la medida en que se privilegia el estudio de un tipo específico de capacidad mediante el cual es posible construir “lo dado por la enunciación, de hacer ver y de hacer creer, de confirmar o de transformar la visión del mundo y, por ello, la acción sobre el mundo” (Bourdieu, 1999, p.71). Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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Aunque los medios de comunicación no son los únicos sistemas simbólicos que ejercen poder simbólico, se considera que son una excelente fuente de estudio, no sólo por el incremento de su consumo, sino también porque parece existir cierta influencia pluralista insistente en afirmar que las audiencias cuentan con una enorme capacidad de resistencia y que, por lo tanto, los medios tienen una nula o escasa posibilidad de incidir en sus receptores. La investigación que da origen a este artículo buscó analizar, teórica y empíricamente, este problema con el fin de dar cuenta, a partir del examen de un caso específico, del poder que tienen los medios de imponer ciertas visiones de mundo, y el poder que tienen las audiencias de resistirse a él. Al actualizarse bajo la forma de relaciones de comunicación, el poder simbólico se puede estudiar en cada una de las tres partes del proceso comunicativo: la emisión, los mensajes y la recepción. A partir de sus habitus y de la posición que ocupan en el campo de producción cultural, los emisores producen ciertos bienes simbólicos que, vistos como mensajes, representan realidades sociales a través de unos lenguajes específicos; finalmente, son las audiencias las consumidoras de estos mensajes y, por lo tanto, quienes que pueden apropiar o no los códigos y contenidos de aquello que leen. Ello implica que el poder simbólico no reside exclusivamente en los productores o en el lenguaje de los mensajes o en las audiencias, sino que es un proceso que transversaliza los tres momentos. El mensaje, en este sentido, no se concibe como un producto “terminado” por el productor, sino que se define como una co-construcción de productores y consumidores, esto es, como el campo de batalla en el que se juega y determina la construcción de sentido. Algunas veces los productores y, sobre todo, las empresas mediáticas logran representar ciertas ideologías, mientras que en otras ocasiones, las lecturas aberrantes de las audiencias terminan por transformar totalmente el sentido del mensaje. El problema se construyó con base en la perspectiva de Bourdieu, pues se considera que con ayuda de sus planteamientos es posible matizar las afirmaciones de algunos autores de los Estudios Culturales que invisibilizan el aspecto de la producción en el proceso comunicativo y afirman que la audiencia es el mensaje. Bourdieu, en este sentido, no sólo asume una posición más crítica, sino que también permite comprender la producción cultural al interior de determinados campos bajo la incidencia de ciertos habitus. De esta manera, se sospecha del excesivo temor frente a los medios, defendido por las visiones críticas pero, al mismo tiempo, se rechaza el optimismo de los Estudios Culturales, heredado de cierta interpretación particular del postestructuralismo y de la hermenéutica (Grandi, 1995) según la cual se defiende la democracia semiótica. En este punto, vale la pena hacer algunas consideraciones, pues es en este enfoque de los Estudios Culturales el que están trabajando actualmente gran parte de los autores europeos, australianos, norteamericanos y latinoamericanos interesados en el estudio de los problemas comunicativos. Al concentrarse en el aspecto de la recepción de los medios de comunicación por parte de las audiencias, muchos autores recurrieron al postestructuralismo para dar cuenta del fenómeno de la apropiación de los contenidos mediáticos y de los efectos de su consumo. Así, para describir los procesos de interpretación recurrieron al concepto de lectura y explicaron, sobre la base de los planteamientos de Stuart Hall y de David Morley, que las audiencias pueden tener lecturas hegemónicas (o preferentes), negociadas u oposicionales frente a los

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mensajes de los medios (Morley, 1990)4. Basados en la idea, tomada de la hermenéutica, según la cual lo leído no es igual a lo escrito (Serna, 2004), los investigadores de los Estudios Culturales comprobaron, para el caso de los medios de comunicación, que las lecturas que hacen las audiencias son en gran parte diferentes y que dependen de los contextos en las cuales se inscriben. David Morley (Jancovich, En: Barker, 1997, pp.149-163), por ejemplo, concluyó que el magazine Nationwide se decodifica de manera diferente según el género, las preferencias individuales y las conductas asumidas mientras se ve televisión. Después de él, muchos autores plantearon resultados similares con lo que se volvió un planteamiento corriente dentro de los Estudios Culturales aquél que afirma que los medios no tienen efectos sobre los consumidores, porque éstos pueden resistirse y negociar los significados gracias a las diferencias interpretativas (Silverstone, 1996). Pero, el hecho de que las lecturas de los mensajes hechas por las audiencias sean diferentes según sus contextos, capitales o experiencias ¿permite asegurar que los medios no ejercen efectos sobre ellas? ¿Los medios no imponen acaso ciertas visiones del mundo que no siempre son rechazadas o negociadas por los sujetos? Para comprobar esta idea se plantea la necesidad de abordar, de manera conjunta y comparativa el análisis del poder simbólico ejercido por los medios de comunicación. Se prefiere hablar de poder simbólico y no de efectos en la medida en que este último concepto tiene una carga semántica compuesta de conductismo y teoría Crítica “radical” que no interesa retomar. Se propone, en cambio, trabajar con el concepto de poder simbólico planteado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (2001, 2003) y verlo como la capacidad que tienen los medios de imponer significaciones y visiones específicas sobre los hechos y las problemáticas sociales. No se trata de un “poder” de los medios de generar lecturas homogéneas en los receptores, sino de incidir en la visión de mundo de las audiencias, aún cuando estas tengan apreciaciones distintas sobre un mismo producto cultural. Con base en los planteamientos de Bourdieu debe decirse que el poder simbólico se define como un recurso para imponer significaciones y, por lo tanto, como un poder de incidir en la manera como se percibe, representa, estudia y vive la realidad. Sin entrar en una discusión epistemológica acerca del realismo y el construccionismo, puede afirmarse que el lenguaje tiene cierto poder de mediación sobre la realidad en la medida en que da forma a visiones de mundo y a patrones de pensamiento específicos. En el caso particular de los medios, es posible afirmar que estos canales pueden, potencialmente, ejercer poder simbólico no sólo en la medida en que representan la realidad, sino también porque a través del lenguaje reproducen determinados discursos hegemónicos o contra hegemónicos. Este problema que bajo la perspectiva de la teoría funcionalista y de algunos teóricos críticos ha sido denominado influencia o efectos, puede traducirse, con base en las categorías establecidas por Bourdieu como un asunto de formación de habitus. Si se define el habitus en términos de disposiciones que generan esquemas mentales y corporales de percepción, apreciación y acción (Bourdieu, 1995), puede afirmarse que los medios, al ser una de las instituciones simbólicas privilegiadas 4 Mientras que una lectura hegemónica supone que la audiencia toma completo el significado y lo decodifica tal como ha sido codificado, la lectura oposicional implica la construcción de un nuevo marco narrativo; en un punto intermedio se realizan negociaciones con el significado propuesto por los medios. Morley, David. (1990) Televisión, audiencias y Estudios culturales. Barcelona, Paidós. Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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de la época contemporánea, generan ciertos habitus en sus audiencias, los cuales funcionan como mecanismos de interpretación de la realidad. En este sentido es importante aclarar que no se está afirmando que los medios forman ciertos habitus, sino que contribuyen a formar “una parte de ellos” en cuanto repercuten en la disposición de las estructuras mentales y corporales de los sujetos. Esto implica un problema metodológico en la medida en que es prácticamente imposible develar la incidencia del consumo de medios en los habitus de las audiencias, pues en la formación de las estructuras incorporadas por los sujetos no sólo influye su consumo cultural, sino también la escolaridad, los círculos de relaciones sociales, las posibilidades económicas y el reconocimiento, en otras palabras, el capital cultural, social, económico y simbólico, respectivamente.

Metodología Con base en el marco teórico anteriormente expuesto se exploraron las dinámicas del poder simbólico presentes en los productores de las secciones de política de los noticieros comerciales colombianos y de sus audiencias manizaleñas. El abordaje del poder simbólico en la comunicación masiva supuso, metodológicamente, un estudio cualitativo y transversal que diera cuenta de cada uno de los tres procesos comunicativos: producción de mensajes, mensajes como tal y lectura que las audiencias hacen de esos mensajes. Un estudio de este tipo implicó realizar, por una parte, entrevistas en profundidad a productores y a audiencias, y por la otra, examinar el mensaje desde sus características sintácticas y semánticas. Para investigar este problema se escogieron, como cuerpos de investigación, las notas periodísticas de las secciones de política de los noticieros nacionales RCN Noticias y Caracol Televisión y las audiencias manizaleñas que los consumen de manera constante. El objetivo fue analizar la forma en que un productor concibe un tema político, el modo en que lo representa en un mensaje y las características de su recepción por parte de las audiencias. En otras palabras, se analizaron los significados o ideas que sobre un política tiene un productor, para luego, examinar la manera como se fabrican ciertos mensajes que también se relacionan con ese tema, para, finalmente, confrontar el tipo de lectura que sobre ese tema hacen las audiencias. Lo fundamental fue, entonces, observar y comparar la manera como se transforma el significado en cada uno de los momentos constitutivos de la comunicación. No se trató de estudiar el isomorfismo en la transmisión de la información como obligaría un estudio diseñado a partir de los planteamientos de la teoría matemática, sino que, más bien, el objetivo consistió en analizar el poder que tienen los productores de generar lecturas preferentes y, en un sentido más general, el poder simbólico ejercido por los medios y por las audiencias. En total 1) se entrevistaron a 8 productores y realizadores de las secciones de política de los noticieros RCN y Caracol Noticias5, 2) se analizaron más de 60 notas de los espacios La Cosa Política de RCN Televisión y Código Caracol de Caracol Televisión y 3) se entrevistaron más de 50 personas que habitualmente ven alguna de estas dos secciones; con ellas se vio una sección 5 Por parte de “La Cosa política” se entrevistaron al periodista encargado de las fuentes políticas, la presentadora de la sección, el practicante que editaba las notas, y la subdirectora del medio. Y en “Código Caracol” se entrevistó a la presentadora de la sección, el periodista practicante, y el subdirector del medio.

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completa y se aplicó una entrevista semi-estructura de 20 preguntas. Aunque se analizaron productores, mensajes y audiencias, en el presente artículo solo se exponen los resultados concernientes a las audiencias, con el fin de analizar los alcances que tiene el lenguaje de los mensajes de las industrias culturales. No obstante, esto no constituye un obstáculo para comprender los aportes y hallazgos de la investigación, debido a que mirar la construcción de estrategias de poder simbólico en uno de los momentos del proceso comunicativo mediático, es revisar al tiempo la efectividad de todas las demás estrategias presentes en dicho proceso. Lo que finalmente establece esta investigación, es que el poder simbólico no se configura en uno de los momentos del circuito comunicativo, sino que es dinámico, es decir, se gestiona sincrónicamente en todo el proceso.

Resultados de investigación Después de analizar 60 notas periodísticas, 30 de ellas emitidas en Código Caracol y las restantes 30 en La Cosa Política y de entrevistar a sus realizadores (periodistas, directores de espacios informativos, técnicos y presentadores) se procedió a estudiar el proceso de lectura por parte de las audiencias. Concretamente, 5 de las 60 notas analizadas fueron observadas con 50 personas. El equipo de trabajo acordó una “cita televisiva” con cada una de las 50 personas que conformaban el corpus de investigación. Una vez en sus casas, el equipo aplicó la entrevista semi-estructurada y, después procedió a ver una de las notas contenidas en La Cosa Política o en Código Caracol. La sección a observar era escogida por el entrevistado según sus gustos y su frecuencia de consumo; la nota de dicha sección, en cambio, era elegida por el equipo investigador el cual ya había realizado el respectivo análisis de discurso de la misma. Una breve caracterización del gran grupo de audiencia muestra que 10 de los entrevistados tienen entre 18 y 20 años de edad; 8, entre 31 y 40; 12 entre 41 y 50; otros 12, entre 51 y 60; y los 8 restantes tienen más de 60 años de edad. De ellos, la mayoría cuenta con estudios hasta la secundaria (21 entrevistados); un número considerable sólo hizo la primaria (7) o no tiene ningún tipo de escolaridad (7); y los 15 restantes han accedido a la educación superior (10 a pregrado, 4 a especialización y 1 a maestría). Es importante resaltar que de estas 15 personas que cuentan con título universitario o que están estudiando para obtenerlo, 8 lo hacen en las ciencias sociales y 7 en las ciencias naturales. En cuanto a sus oficios, la mayoría de entrevistados dice dedicarse a trabajos informales (17 personas) o estar desocupado (11); 15 trabajan en oficios relacionados con su profesión y 7 se dedican a labores técnicas. La gran mayoría pertenece a estratos 3 y 4 (30 entrevistados), 15 a estratos 1 y 2, y una minoría a estratos 5 y 6 (5 personas). En cuanto a los ingresos, la mayoría (14) recibe entre dos y tres salarios mínimos legales vigentes; otra considerable cantidad de personas recibe un salario (11) o menos (16); 8 entrevistados ganan entre cuatro y cinco salarios y la persona restante obtiene entre seis y siete. En materia de consumos televisivos es importante anotar que todos los entrevistados ven televisión. La mayoría (29) ve entre dos y tres horas diarias de televisión; 14 entrevistados consume entre cuatro y seis horas y los 7 restantes una o menos de una hora. La televisión es el medio de comunicación favorito de este grupo de audiencia (36 personas), seguida, respectivamente, por la radio (10), la prensa (5) e internet (4). Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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Las maneras de leer Uno de los objetivos de la “cita televisiva” era el de conocer el tipo de lectura que, según la clasificación de Morley, privilegiaba cada entrevistado al momento de ver las notas de La Cosa Política o de Código Caracol. Una vez hecho el análisis puede afirmarse que un poco más de la mitad de los entrevistados (27 de 50) hace una lectura preferente de la nota periodística que consume, lo cual quiere decir que gran parte de las veces la audiencia acepta “plenamente el sentido que le ofrece el marco interpretativo que el mensaje mismo propone y prefiere” (Morley, 1990, p. 130). En menor medida el grupo de receptores estudiados hace una lectura oposicional (12) y negociada (11). Antes de exponer y explicar los casos, es importante anotar que trabajar con la categoría lectura resulta problemático en la medida en que este término refiere no sólo un proceso, sino por los menos dos momentos distintos. Una vez realizado el trabajo de campo con las audiencias estudiadas y, sobre todo, después de ver las notas periodísticas con ellas y de escuchar sus comentarios, puede afirmarse que la lectura como tal hace referencia a un proceso de decodificación y a un posterior proceso de interpretación. La tradicional clasificación de Morley que diferencia lecturas preferentes de oposicionales y negociadas, se presenta confusa al aplicarla inmediatamente a las respuestas y comentarios de los entrevistados en la medida en que ellos, la mayoría de las veces, primero decodifica y luego interpreta. La clasificación de lecturas de Morley, por su parte, pareciera estar hecha para dar cuenta del segundo momento, esto es, de la interpretación y, por lo tanto, de la posición que las audiencias toman frente a aquello que decodifican. Esta distinción es principalmente analítica, pues metodológicamente resulta difícil comprobar si, desde el punto de vista cognitivo, primero se da un proceso de decodificación y después uno de interpretación; de hecho, muchos entrevistados entraron a calificar directamente la nota cuando se les pedía, en primer lugar, que la “resumieran”. Sin embargo, es importante hacer la distinción porque más adelante permitirá argumentar las razones por las cuales no todas las lecturas son activas como se presupone desde los Estudios Culturales y, más allá de eso, permitirá iniciar la discusión sobre el concepto mismo de lectura, el cual resulta muy general si se tienen en cuenta los distintos procesos que intenta referir. A continuación se mostrará tanto la manera como los entrevistados decodifican las notas de La Cosa Política y de Código Caracol, como los distintos tipos de interpretación que hacen de las mismas. Para facilitar el proceso de compresión de las respuestas de los entrevistados en necesario hacer una corta reseña de las notas que ellos mismos observaron. El objetivo principal de esta reseña es, por una parte, mostrar el hecho del cual es objeto la nota y, de la otra, exponer el modo como es re-presentado por los medios de comunicación. Explicitar esta distinción permite entender cómo, al escuchar a las audiencias, se sabe que su lectura es preferente, negociada u oposicional porque, como explica Morley (1990, p. 123), el mensaje mismo tiene clausuras interpretativas y esas son las que primero se deben identificar para determinar el tipo de lectura que hace la audiencia.

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Nota 1

Información dada por la presentadora: La Cosa Política. 25 de septiembre de 2007. Presentada por Vicky Dávila. Hola… La Cosa Política se mueve hoy hacia la izquierda. Nota X1: Se calentó el debate ideológico (mueve la cabeza continuamente hacia delante) por cuenta de la publicación de una columna atribuida al presidente del Polo Carlos Gaviria, el Ministro del Interior se fue lanza en ristre contra el mamertismo (levanta las cejas y sonríe). Full X1: Testimonio: Carlos Holguín Sardi / Ministro del Interior y Justicia. (Voz alta y tono agresivo): No ponerse de acuerdo con una partida de mamertos, una partida de izquierdistas que simplemente no les interesa sino denigrar de Colombia. Nota X2: (Comienza con la ceja derecha levantada) Y se puso furioso, (enfatiza y sube el tono de la voz) porque los periodistas le preguntaron si el Ministro de Defensa no (mueve la cabeza de manera negativa) se iba a disculpar por haber señalado (levanta las cejas) a Gaviria como autor del texto publicado en el foro de Internet del periódico, The Guardian (cierra un poco los ojos). Full X2: Testimonio: Carlos Holguín Sardi / Ministro del Interior y Justicia. (Voz alta y tono agresivo): Es el colmo que ustedes justifiquen a una ONG extranjera que denigra de Colombia y censuren a un Ministro colombiano, eso no es solidaridad con el país. Nota X3:(Sonríe) Y hoy el Ministro de Defensa prefirió apartarse del tema de Carlos Gaviria, (frunce un poco el ceño, mueve la cabeza continuamente hacia ambos lados y utiliza un tono cínico) y se concentró en la ONG Justicia por Colombia, que hizo la publicación calumniosa contra el presidente Álvaro Uribe (frunce un poco el ceño). Full X3: Testimonio: Juan Manuel Santos / Ministro de Defensa. Queda demostrado que la ONG Justice for Colombia, que ha difamado al presidente Uribe, a nuestras Fuerzas Armadas y al país, utiliza métodos inapropiados y recurre a falsedades, e incluso a las suplantaciones para destruir la imagen de Colombia y buscar pretextos para conseguir financiación por parte de sus donantes. Nota X4: El otro protagonista de esta historia, es el Jefe del Polo, (mueve un poco la cabeza hacia la derecha y levanta la ceja) Carlos Gaviria, quien está analizando (mueve la cabeza para ambos lados (como buscando un culpable) a quién denuncia: (hace una pausa) al Ministro de Defensa, a la ONG, (levanta las cejas) al Periódico (abre los ojos) o a ninguno (sonríe). Full X4: Testimonio: Carlos Gaviria / Presidente Polo Democrático Alternativo. (Tono suave y calmado, y comienza con los ojos cerrados) Todavía no tengo claro que voy a hacer, pero tengo que hacer algo. Hecho: Aparece una columna de opinión en la que se hacen comentarios negativos del Presidente de la República y de algunos aspectos de su gobierno. El Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, se la atribuye a Carlos Gaviria Díaz, presidente del principal partido de oposición del gobierno, el Polo Democrático Alternativo. Después se aclara que no fue Gaviria Díaz el autor de la crítica. Representación del hecho: El hecho se representa como un enfrentamiento entre rivales (porque pertenecen a partidos políticos cuyas posiciones son opuestas en el espectro ideológico) lo cual ocasiona que se caliente el debate ideológico. Se edita y se presenta la nota a manera de enfrentamiento.

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Al ver esta nota de manera individual con 24 entrevistados6 se encontró la mencionada diferencia entre los momentos que incluye el proceso de lectura, esto es, entre la decodificación y la interpretación. Por lo general, en un primer momento, las audiencias simplemente dan sentido, entienden, pero no valoran. Este proceso de decodificación consiste en hacer un resumen parcial, es decir, en clarificar el tema al cual se refiere el mensaje que se consume. Con respecto a la nota de La Cosa Política los entrevistados hacían afirmaciones como: “La nota se refiere unas calumnias al Presidente Uribe, “Trata de comentarios que se hicieron sobre el Presidente Uribe”, “Hace referencia a una polémica”, “Sobre calumnias contra el Presidente, publicadas en un medio”. Es verdad que en ocasiones al escuchar la manera como la audiencia decodifica es posible determinar si su lectura es preferente, negociada u oposicional. Sin embargo, no en todos los casos puede hacerse pues, como se ha explicado, es en el proceso de interpretación del contenido de la nota donde mejor puede verse la manera como se toma una posición frente al significado propuesto por el mensaje. No obstante, no todos los entrevistados hicieron esta especie de resumen, sino que, aunque se les preguntaba por el contenido de la nota, opinaban directamente sobre los temas abordados en el mensaje periodístico. Esto lo hicieron 5 de los 24 entrevistados que observaron esta nota; así, al preguntarles ¿A qué tema hace referencia la nota? responden: “¡Qué raro hablando mal de país en el extranjero!”, “Tiene que ver con opacar la imagen del país y del gobierno, es el colmo que hablen mal”. Al proceso de decodificación o de “puesta en común” del significado aportado por el mensaje, se suma otro de interpretación, el cual puede ser analizado aplicando la clasificación de lecturas propuesta por Morley. La mayoría de entrevistados (20 de 24) que vio esta nota de La Cosa Política hizo una lectura preferente lo cual significa que aceptó plenamente el sentido propuesto por el mensaje. De hecho, la mayoría leyó la nota en términos de enfrentamiento entre rivales y de calentamiento del debate ideológico. Aunque parezcan expresiones exageradas para referirse al hecho en cuestión, esa fue la forma como el medio lo construyó o representó e, igualmente, la manera como la audiencia lo leyó: “Es una disputa entre la derecha y la izquierda… es horrible que haya tantas peleas por todos lados, el uno le tira la pelota al otro”, “Lo que pasa es que los partidos tradicionales le tienen miedo a la izquierda”. Una vez analizadas todas las lecturas preferentes hechas por los entrevistados puede afirmarse que no siempre este tipo de lectura es del mismo nivel. Aunque Morley no asegura que existan niveles o tipos al interior de cada clasificación, el material empírico permite examinar que algunas lecturas preferentes son más elaboradas que otras en la medida en que se alejan más de la decodificación y se acercan a la interpretación. Las dos respuestas anteriormente citadas muestran un mayor grado de elaboración que muchas otras que a continuación se citan y que se parecen más al resumen generado por el proceso de decodificación: “Hay una pelea entre los políticos”, “Oposición de pensamientos”, “Los políticos nunca se ponen de acuerdo”, “No se puede dañar la imagen del país”. 6 Como se explicó, los entrevistados elegían la sección a observar de acuerdo a sus tendencias de consumo. En este caso, es importante decir que la mayoría prefiere La Cosa Política a Código Caracol.

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Sólo 3 entrevistados hicieron una lectura negociada de la nota de La Cosa Política, es decir, hicieron propio “a grandes rasgos el sentido codificado pero relacionando el mensaje con cierto contexto concreto o situado” (Morley, 1990, p.130). Un entrevistado, por ejemplo, comienza afirmando: “Como puede ser verdad este hecho puede ser mentira”, pero continúa diciendo: “La situación política es mala porque los mismos dirigentes no se respetan, se pelean los unos a los otros”. Se muestra entonces la manera como se modifica parcialmente el sentido, pues aunque en principio se pone en duda la información y no se recibe en los términos preferidos, posteriormente sí se interpreta la nota como enfrentamiento entre rivales. Sólo un entrevistado hizo una lectura oposicional de la nota analizada: “Esa nota se refiere a la calumnia informativa… Yo creo que hay medios oportunistas para publicar mensajes en contra de algunas personas… Las imágenes son oportunistas”. En este caso y como se verá con frecuencia más adelante, puede notarse que las lecturas oposicionales se dan, sobre todo, porque las audiencias no están de acuerdo con que el medio publique cierto tipo de información que consideran poco relevante, oportunista o incompleta. En esta medida, se rechaza el significado preferente porque no se le encuentra razón de ser al mensaje en sí mismo. Antes de intentar relacionar los factores que pueden incidir en las lecturas presentadas, vale la pena conocer la manera como otros entrevistados leyeron la nota de Código Caracol. El caso es interesante en la medida en que invierte las tendencias encontradas con La Cosa Política.

Nota 2

Información dada por la presentadora: Código Caracol. 24 de septiembre de 2007, presentada por María Lucía Fernández. Nota: El acostumbrado corre - corre del Presidente Uribe se trasladó a Nueva York, como siempre tiene a su equipo al trote para atender citas y aprovechar al máximo el encuentro con los mandatarios en Naciones Unidas. Pero el verdadero corre - corre se dio esta mañana en pleno Central Park, al mejor estilo de Hato Grande, Cartagena y guarniciones militares, el mandatario colombiano sorprendió a los turistas. Lo acompañaban el canciller y el hijo del canciller. Full: Imágenes de apoyo que muestran a los personajes trotando. No hay testimonios.

Hecho: El Presidente Álvaro Uribe Vélez sale a trotar al Central Park con el Canciller, Fernando Araujo y el hijo de este último. Representación del hecho: Se representa la idea de un Presidente con múltiples ocupaciones. La imagen alude el sentido denotativo del “corre - corre”, al presentar al Presidente trotando; mientras que el texto refiere un sentido connotativo de “corre - corre” en todos los frentes de la gestión del gobierno. Al igual que con la nota de La Cosa Política, el análisis de la recepción de la nota de Código Caracol muestra que el proceso de lectura reúne el momento de la decodificación y el de la interpretación. Con respecto al primer momento los entrevistados actualizaron el sentido, por ejemplo, así: “La nota es sobre el Presidente trotando en Estados Unidos”, “Que salieron hacer deporte antes de seguir con la agenda”, “El presidente trota con los ministros”. Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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Un muy pequeño número de entrevistados (2) opinó inmediatamente sobre el hecho, sin hacer explícita la decodificación como tal: “No todo tiene que ser trabajo, el tomó un momento para hacer deporte y relajarse un rato”. En cuanto a la interpretación de la nota y aplicando la clasificación de Morley pudo notarse cómo la mayoría de entrevistados, al contrario de lo sucedido con la nota de La Cosa Política, hizo lecturas oposicionales (9) y negociadas (5) de la nota: “El presidente llamando la atención haciendo algo diferente”, “No me interesa que den a conocer que el Presidente hizo deporte… Veo que está mal, porque no hay un sentido de la política del país, el Presidente a mucha gente la tienen inconforme”, “Sigue siendo igual, el Presidente sale sin que en su mente exista los problemas que tenemos”, “Que es burla, porque hay cosas más importantes que mostrar”, “No sé qué pretende el Presidente o los medios al mostrar esto, pretendía llamar la atención”. Como se alcanzó a mencionar más atrás, en la mayoría de los casos se presentan lecturas oposicionales y negociadas porque las audiencias rechazan el tema al que hace la referencia la nota. No se trata, muchas veces, de que los entrevistados estén en desacuerdo con el punto de vista del productor de la nota, sino con que no justifican la necesidad de hacer referencia a ciertos temas porque, según ellos, no son relevantes, tienen, tienen un tratamiento superficial o carecen de equilibrio informativo. Las respuestas anteriormente citadas y las siguientes ejemplifican la idea: “Le están dando mucha importancia a cosas que no son”, “No, eso no es política, que él sea el Presidente no lo hace… Sobre la situación política, la nota no dice nada”, “El colmo de la frivolidad”. Podría afirmarse que muchas de las notas presentadas en secciones como La Cosa Política y Código Caracol carecen de esas cualidades (relevancia, profundidad y equilibrio), sin embargo, tal vez el hecho de que algunas de ellas estén mejor elaboradas que otras tiene repercusiones en la audiencia al momento de analizar su pertinencia. En tal sentido, puede verse que las notas de Código Caracol son más criticadas por aludir temas poco importantes, pero al mismo tiempo debe tenerse en cuenta que se trata de mensajes mucho menos elaborados en comparación con los de La Cosa Política, los cuales tienen más trabajo de presentación, edición, soporte de imagen, testimonios, etc. Sólo 4 entrevistados leyeron de manera preferente la información sobre el “corre - corre” del Presidente de la República: “Me parece importante que muestren eso porque es un personaje... Uribe me encanta… Él está sacando la cara por nosotros en el extranjero”, “Que Uribe hace deporte por la mañana para ir a reuniones con los políticos de Estados Unidos en la tarde”, “Que él hace mucho ejercicio”. Como puede verse, mientras que la mayoría de los entrevistados que vio la nota de La Cosa Política hizo una lectura preferente, la mayoría de aquellos que observaron la nota de Código Caracol leyeron de manera negociada y oposicional. ¿Qué factores incidieron en estos tipos de lectura? Antes de intentar responder esta pregunta se mostrarán los resultados de las restantes tres notas periodísticas vistas con las audiencias. Es importante aclarar que estas notas fueron las mismas que se analizaron con los productores en las salas de redacción de Noticias RCN y Caracol Noticias. El objetivo fue el de examinar la manera como se transforma el significado de la política en cada uno de los momentos del proceso comunicativo, esto es, en la producción, la elaboración del mensaje y la recepción. A continuación se mostrará brevemente el contenido de cada una de las notas y la manera como se dio el proceso de lectura por parte de la

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audiencia. Como en los casos anteriores, los entrevistados escogieron la sección a observar y, en el caso de La Cosa Política, tres de ellos decidieron la nota específica sobre la cual querían ser preguntados. El siguiente análisis permitirá sustentar, hacia el final de este artículo, los factores que potencialmente inciden en la manera como las audiencias apropian los mensajes políticos de los noticieros.

Nota 3

Información dada por la presentadora: La Cosa Política. 11 de octubre. Presentada por Vicky Dávila. Nota X1: Y casualmente acaba de llegar a Colombia Reynaldo Dos Santos, uno de los más reputados astrólogos del mundo que ha trabajado durante años con la familia del Presidente Chávez. Dicen que predijo, entre otras cosas, los atentados del 11 de septiembre diez meses antes de que sucedieran y paso del Huracán Katrina. Dos Santos asesoró durante cinco años al Presidente Peruano Alberto Fujimori y vino a Colombia porque, según dice, están por pasar cosas definitivas (Imágenes de fondo sobre estos eventos). Frente al tema que nos ocupa hoy, (énfasis en los ojos) el astrólogo analizó las centurias de Nostradamus y dice que Chávez se saldrá con la suya. Full X1: Testimonio: Reynaldo Dos Santos / Astrólogo. Yo conozco a Chávez y lo puedo decir con toda tranquilidad. Mucha gente comete el error de tachar, de decir que Chávez es loco. Yo te digo una cosa: Chávez no es para nada es un loco, es una persona muy inteligente y muy cuerda y sabe muy bien a dónde va. Yo creo que fue una decisión acertada esa de haber elegido a Chávez para mediar. Yo creo que en este momento no hay otra persona que pueda hacer eso. Ni siquiera el Papa. Nota X2: Y aprovechó para meterse con la política colombiana. Según él, habrá re-reelección (acentúa). Y después de Uribe seguirá una mujer (mueve la cabeza). Full X2: Testimonio: Reynaldo Dos Santos / Astrólogo. Uribe en este momento puede entrar a la historia como una persona pacificó al país. Puede entrar. Pero eso no lo va a alcanzar a hacer en este mandato… Si él quiere realmente entrar, tendrá que buscar un tercer mandato. Y si busca un tercer mandato va a ser electo pero con toda seguridad.

Hecho: Un astrólogo visita Colombia y hace predicciones, por una parte, sobre el papel de Chávez en la mediación entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC; y, de otro lado, sobre la posible nueva re-elección del Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez. Representación del hecho: Se construye como un fenómeno de predicción de hechos. Es interesante anotar que dos de las tres personas que seleccionaron ver esta nota la leyeron de manera oposicional debido a que sus significados previos estaban en constante contradicción: “Pienso que el futuro nadie lo predice”, “No es muy real lo que dice él; tampoco la presentadora es muy creíble”. Puede afirmarse entonces, como se profundizará más adelante, que los elementos de la propia historia de vida median en la manera como la audiencia apropia los mensajes. En este caso, el hecho de creer o no en la astrología y la adivinación determina, en gran medida, la aceptación que se le da a las predicciones de Dos Santos. Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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Nota 4

Información dada por la presentadora: La Cosa Política. 11 de octubre. Presentada por Vicky Dávila. Nota: Hay más detalles de este incómodo episodio. Nos contaron que ayer la senadora Piedad Córdoba y el Presidente Hugo Chávez tuvieron una idea muy creativa. Querían caerle de sorpresa al Presidente Uribe en Bogotá para hablar cara a cara sobre la crisis y el ultimátum que les había dado. Le contaron la idea al expresidente Samper y él les dijo no, no y no. Les propuso que a cambio hablaran con personalidades para ambientar el tema y decidieron llamar al Ministro de Defensa. Como Santos está fuera del país, llamaron al general Padilla, encargado del Ministerio. Seis veces le dejaron razón y él, mm, no contestó. También llamaron seis veces al general Montoya. En la llamada número siete él pasó al teléfono. El resto, por supuesto, lo saben ustedes. Full: Imágenes de apoyo que muestran a los personajes implicados en la nota.

Hecho: Hace parte de un conjunto de hechos más amplio, por lo que en sí mismo no aporta un sentido completo sobre el problema en cuestión. Se relatan las razones y el proceso que llevó a que el Presidente de Venezuela Hugo Chávez y la senadora colombiana Piedad Córdoba se comunicaran con el general Padilla. Dicha comunicación fue la razón por la cual el Presidente de Colombia canceló las mediaciones del primer mandatario de Venezuela quien desde hacía meses actuaba como intermediario entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. Representación del hecho: Se trata de una información fragmentada que da cuenta de solo una parte de un conjunto de hechos más amplio. La idea de Chávez y Córdoba se presenta como creativa pero connotada de una manera negativa, tal vez, por los resultados perjudiciales que trajo, según los mismos medios. Es interesante analizar las razones por las cuales esta nota genera una lectura negociada en los tres entrevistados que escogieron verla. Se trata, sin lugar a dudas, de un tema altamente controvertido en los últimos meses sobre el cual las audiencias tienen bastantes hechos de referencia en los cuales basarse para juzgarlo7. Tal vez esta sea la razón por la cual, al preguntarles por el tema al que hace referencia la nota, los entrevistados inmediatamente emitan un juicio: “La noticia es sobre la política entre Venezuela y Colombia, para mí Chávez se está metiendo mucho en el territorio que no le pertenece”, “Predomina la relación colombiana con Venezuela y el protagonismo que ha adquirido Chávez en la mediación con las FARC y los secuestrados”, “La nota fue con relación a Chávez que se está entrometiendo mucho en el país y eso no se debe permitir porque él está como tratando de dirigir”. Con respecto a la interpretación de la misma nota, las siguientes respuestas muestran cómo las audiencias apropian la manera como el medio representa los hechos y luego se basan en significados adquiridos para evaluarlos: “Para mí Chávez está muy metido en lo que no le incumbe, y no me gusta como critica; o sea, uno puede no estar de acuerdo con una persona, 7 De hecho, las personas que se refirieron a esta nota fueron entrevistadas en enero de 2008, es decir, después de que el Presidente venezolano, Hugo Chávez, hiciera controvertidas afirmaciones sobre las FARC y criticara abiertamente al Presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez.

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pero no hacer esos comentarios y lanzar esos juicios de otra persona”, “Que Chávez se quiere inmiscuir en los asuntos de Colombia”, “Que no, Chávez no debe meterse en asuntos internos; él quiere como que dirigir y que Uribe le haga caso; eso no debe ser así”. No puede comprenderse el tipo de lectura que genera un tema como este sin tener en cuenta el contexto socio-político al que subyace la noticia; y es que en un momento de máxima polarización como el que produjo la mediación de Chávez en asuntos colombianos, los hechos tienden a juzgarse como buenos o malos según los personajes que los ejecutan. Así, independientemente del tipo de acción ésta se califica como negativa o positiva teniendo en cuenta el personaje que la lleve a cabo. Para el caso de la presente nota, si son acciones desarrolladas por el Presidente Chávez la audiencia las connotará de manera negativa. Más adelante se abordará este punto nuevamente. De otro lado también es necesario agregar que, en la medida en que la nota se constituye como un mensaje parasitario porque solo puede ser comprendido en el marco de otros hechos de referencia que lo complementan, la audiencia requiere también de significados previos que la ayuden a completar el sentido y, de esta forma, a realizar un proceso interpretativo y a emitir un juicio sobre la información que se le presenta.

Nota 5

Información dada por la presentadora: Código Caracol. 29 de noviembre de 2007, presentada por Darcy Queen. Nota: A propósito del Seminario de alcaldes y gobernadores electos del país, ahí se ha visto de todo: Hay quienes estuvieron muy juiciosos tomando apuntes. En cambio la alcaldesa de San Vicente de Chuqurí, pues la vimos preocupada por su peso. Al alcalde de El Retiro, Antioquia, se le subió la presión. Y, a otros, los atacó el hambre. Full: Imágenes de apoyo de los asistentes al foro. Se ven comiendo, tomando apuntes, haciéndose revisiones médicas.

Hecho: Los alcaldes y gobernadores electos asisten a un foro en la ESAP donde además de capacitación aprovechan distintos servicios que se les ofrecen. Representación del hecho: Los alcaldes y gobernadores electos aprovechan un foro ofrecido por la ESAP para hacer actividades diferentes a las que constituyen el objetivo principal. La única persona que decidió ver esta nota hizo una lectura preferente de la misma, lo cual puede explicarse, entre otros factores, teniendo en cuenta los grados de elaboración de la nota y la relevancia de los hechos que en ella se abordan: “Se pegaron más de que si los políticos comen o no, que de lo importante del evento… eso no es política”. Al igual que con la nota de Código Caracol anteriormente analizada, ésta se caracteriza, en primer lugar, por su escasa elaboración periodística, lo cual se refleja en una corta narración por parte de la presentadora y en la exposición de algunas imágenes que no hacen más que redundar esa narración; y, en segundo lugar, por la intrascendencia que tiene para la política y la sociedad colombiana el que un Presidente salga a trotar o que unos gobernadores aprovechen un espacio para hacerse tomar la presión. Para interpretar las razones que llevan a estas lecturas y para exponer los factores que median en la recepción es necesario presentar algunos otros datos de las audiencias, arrojados también Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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por las entrevistas. Conocer las concepciones que los entrevistados tienen, por ejemplo, sobre política, sobre los noticieros o sobre la situación actual del país contribuye en la compresión del problema de la lectura. Para recapitular puede decirse que, hasta el momento se ha presentado una caracterización general de la audiencia estudiada (en términos de estrato, escolaridad, edad, etc.) y un balance de los tipos de lectura que esta audiencia genera; a continuación se mostrarán sus significados previos para finalmente, dar cuenta del poder simbólico en la fase de la recepción. Con el propósito de comprender las dinámicas en las que se dan las lecturas de las audiencias, se estudiaron los significados previos que tenían sobre la política en general, y la política en el país. En términos generales se encontró que la mayoría de entrevistados relaciona política con gobierno y solución de problemas (16 personas). No problematizan el concepto de política y lo restringen básicamente a la tarea de gobernar. La mayoría de entrevistados (41) considera, por una parte, que la situación política colombiana actual es negativa y, del otro lado, piensan que la política es, en algún sentido, “mala”. También se encontró que en la configuración de sus significados sobre la política, los medios tienen un papel importante. Esto se empieza a evidenciar a partir de las razones por las cuales las audiencias entrevistadas acuden a sus televisores para ver las secciones de política. Un número considerable de ellos asegura que ve La Cosa Política o Código Caracol por divertirse, incluso para algunos entrevistados resulta mucho más entretenida La Cosa Política que Código Caracol. En cambio, para el resto de entrevistados, la razón principal de consumo de estas secciones está en la posibilidad de enterarse del entorno político. Aun cuando los entrevistados ven las secciones de política, es interesante notar que muchos de ellos (27), al preguntárseles por el papel de los noticieros en la representación de la política colombiana, aseguran que son parcializados o “desinformados”: En este mismo sentido de las respuesta de los entrevistados, vale la pena mencionar que uno de los valores que más admiran de los presentadores y periodistas políticos es su neutralidad (18), lo cual muestra que las audiencias siguen creyendo en la promesa de objetividad del campo periodístico: Es interesante notar que los entrevistados valoran en gran medida la neutralidad de los periodistas pero que, al mismo tiempo, aseguran que son muy pocos quienes cumplen con esta cualidad, pues los noticieros son parciales la mayor parte de las veces. Las audiencias, entonces, no les creen a los políticos porque los consideran corruptos y pareciera que tampoco a los periodistas porque aseguran que son parcializados. En un contexto así, ofrecer la información política en formatos de entretenimiento puede resultar provechoso en la medida en que motiva a los televidentes a consumir un tema que tradicionalmente ha resultado apático. Otro valor altamente reconocido por los entrevistados es el conocimiento que tenga el periodista sobre los hechos a los que hace referencia (21) y, en menor medida, sus habilidades de expresión, siendo la seriedad la más importante de ellas.

¿Cómo estudiar las lecturas? La primera pregunta que surge es, sin lugar a dudas, ¿qué factor determina las formas de leer de las audiencias? En las próximas páginas se intentará construir una respuesta a este interrogante. Para empezar hay que decir que no es posible afirmar que exista un solo factor

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que determine los procesos de lectura, es decir, no hay una razón que explique por qué cerca de la mitad de las lecturas de los entrevistados estudiados es preferente. Ni la escolaridad, ni el estrato, ni la edad, ni los significados previos pueden constituirse, por sí mismos, como elementos que determinan cierto tipo de lecturas en los decodificadores. De hecho, al cruzar los tipos de lecturas generadas en las “citas televisivas” con cada una de estas categorías, no se encontraron tendencias significativas que permitan asegurar, por ejemplo, que una lectura oposicional está directamente relacionada con altos capitales educativos. Así, una vez realizado el trabajo de campo e interpretados los datos que éste arrojó, puede decirse que la lectura de información, por lo menos política, es un proceso complejo, lo cual quiere decir que no está causalmente determinado por un solo factor que lo explica de manera absoluta. A continuación se mencionan cinco elementos que ayudan a comprender la manera como se da la recepción en las audiencias: La elaboración del mensaje: Aunque muchas de los enfoques contemporáneos coincidan en afirmar que “la audiencia es el mensaje”(Green en: Jensen y Jankowski, 1993, p. 273) y que los receptores pueden rehusar las significaciones preferidas o hegemónicas de los productores, es indudable que el mensaje tiene, como afirma Morley, una clausura interpretativa que opera bajo la forma de una polisemia estructurada (Curran, 1998, pp. 383-415) según la cual las audiencias pueden decodificar de maneras distintas a la esperada por el productor, pero dentro de un marco finito y bastante limitado de interpretaciones posibles. El presente estudio mostró que las notas más elaboradas, desde el punto de vista periodístico, tienden a provocar lecturas preferentes en sus audiencias. Se hace mayor la clausura interpretativa cuando los productores comunican el mismo sentido a través de distintos canales. La analizada nota 1 prueba la afirmación anterior: en ella los testimonios, la edición, los textos, los gestos de la presentadora y las imágenes comunicaron simultáneamente la idea de enfrentamiento entre rivales y calentamiento del debate ideológico; y vale la pena recordar que de 24 personas que la observaron, 20 hicieron una lectura preferente. Las dos notas analizadas de Código Caracol (2 y 5), por el contrario, se caracterizaron por su escasa elaboración periodística y fueron leídas, principalmente, de manera oposicional y negociada. Ello muestra que, contrario a lo que se cree, el mensaje sigue siendo un elemento fundamental en el proceso comunicativo en la medida en que en él residen los significados que el receptor decodificará. Aun cuando la posterior interpretación de esos significados sea oposicional, es de esos significados de donde se parte para realizar el proceso de lectura. El poder de las audiencias se limita por cuanto su tarea es leer unos mensajes que han sido previamente elaborados y que tienen ciertas lecturas preferentes esperando por ser actualizadas. El estudio de la comunicación, en este sentido, no puede prescindir de disciplinas como la semiótica o el análisis del discurso, pues estas ayudan a comprender la manera en que los textos activan determinadas significaciones en sus lectores. No hay que olvidar que fue precisamente la semiótica la que explicó (Lozano, 1993) que el productor siempre concibe un lector ideal y que es en función de esta entidad semiótica que construye sus textos, pues se anticipa a sus preguntas, respuestas, reclamos, reacciones, etc. El contexto: Aunque es sumamente importante recurrir a la semiótica para analizar las marcas o modalizaciones en las que residen los significados, el estudio intradiscursivo, por Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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sí mismo, es insuficiente para comprender el proceso comunicativo. Para dar cuenta de la recepción también es fundamental examinar el contexto en el cual se producen y consumen los mensajes. Aunque algunos autores podrían argumentar que el contexto deja huellas en el texto y que estudiando estos residuos extrasemióticos (Eco, 1989, p.156) es posible develar las características del entorno en que fue producido, es indispensable “salirse del texto” y explorar su contexto. La interpretación que los entrevistados hicieron de la nota 4 muestra que la decodificación es un proceso que realizan las audiencias en el seno de un contexto. La nota de Chávez, en este caso, fue leída considerando el contexto y, por lo tanto, la situación política colombiana en un momento en que Hugo Chávez, Presidente venezolano, sirvió como intermediario entre el gobierno colombiano y las FARC. La lectura se hizo en el marco de la confrontación política y de la polarización que dicha mediación causó. La incidencia del contexto en la lectura ratifica, como ha explicado Verón (1996, pp.13-29), que todo mensaje es resultado de un sistema de producción y que al analista del discurso no puede restringirse a examinar las marcas internas al texto, sino que más allá de eso, debe explorar sus condiciones de producción, es decir, la incidencia del entorno social, político y económico en su elaboración. De esta manera, un análisis intradiscursivo implica uno extradiscursivo. Puede afirmarse, aunque no funcione de manera matemática o causal, que en la medida en que se conocen más elementos del contexto, mayores serán las oportunidades de generar lecturas oposicionales y negociadas, pues las posibilidades de evadir la clausura interpretativa dependen de la cantidad de información (y por lo tanto de interpretaciones potenciales) que se tenga sobre un hecho. La nota 4 fue leída de manera negociada porque los entrevistados involucraron sus propios marcos para exagerar y, por lo tanto, modificar en cierto modo, la lectura que prefería La Cosa Política. Los significados previos: Conocer las condiciones de producción del texto y realizar un análisis semiótico exhaustivo a las huellas intradiscursivas es aún insuficiente si se tiene en cuenta y siguiendo nuevamente a Verón (2004, pp.43-133) que todo mensaje también debe su existencia a las condiciones de recepción con base en las cuales se le consume; la comunicación, en este sentido, se da en la medida en que hay procesos de decodificación. Esos procesos de decodificación, a su vez, se hacen, no sólo actualizando los significados que propone (o clausura) un mensaje, sino también articulando significados previos que la audiencia ya tiene incorporados en su habitus. En otras palabras, esto significa que los receptores no leen “en blanco”, sino que lo hacen de manera intertextual. Nuevamente, la nota 4 sirve como ejemplo para mostrar que la decodificación es un proceso de intertextualidad y que muchos de esos elementos intertextuales se toman del entorno inmediato y de otros mensajes previamente consumidos. También es necesario anotar que los entrevistados leyeron las notas partiendo de unas concepciones sobre política previamente adquiridas. La nota 1 se recibió como una muestra más del permanente enfrentamiento en que viven los políticos en un país en el que la situación política es absolutamente negativa. Así, el significado de calentamiento ideológico que prefería la nota, fue leído articulando otros significados previos relacionados con la política colombiana.

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Puede verse desde otra perspectiva la manera en que esos significados previos inciden en el tipo de lectura que se hace de un texto. Muchos entrevistados, por ejemplo, tuvieron lecturas preferentes de la nota 2 porque, como ellos mismos afirmaban, su fidelidad y seguimiento al Presidente Álvaro Uribe les impide oponerse a cualquier significado que lo relacione. Independientemente del contenido de la nota, la juzgan positiva porque es cercana a sus afectos por ese personaje, de ahí que alguno de ellos afirmara: “Me parece importante que muestren eso porque es un personaje... Uribe me encanta… Él está sacando la cara por nosotros en el extranjero”, (más adelante se ampliará este punto). Cercanía o lejanía de la nota con respecto al mundo vital: Para explicar este factor se retoman los planteamientos de Ong (1982) quien asegura que la oralidad se caracteriza por referir temas cercanos a la cotidianidad de los hablantes. En este caso, se habla de cercanía o lejanía de la nota con respecto al mundo vital de las audiencias por cuanto el trabajo de campo permitió encontrar que en la lectura también incide el hecho de que la nota sea o no de un tema interesante para el receptor y que éste le vea algún tipo de utilidad. Con respecto a las notas 2 y 5, por ejemplo, los entrevistados tuvieron lecturas predominantemente oposicionales y negociadas y aseguraron que no eran de su interés porque abordaban temas ridículos e irrelevantes tales como mostrar al Presidente de Colombia trotando o a varios alcaldes y gobernadores electos comiendo. Esto muestra que puede darse una lectura oposicional no porque no se compartan los significados preferentes, sino porque de entrada el receptor rechaza el tema por considerarlo intrascendente. El caso contrario, esto es, el de la cercanía del mensaje a la cotidianidad de la audiencia también muestra que el tema encamina, en parte, el tipo de lectura. En este sentido, puede mencionarse la nota 1 la cual fue recibida de manera preferente tal vez porque no aludía a la política como campo estructural, sino como conflicto entre personajes que se atribuyen testimonios y culpas entre sí. La nota 3 también ejemplifica este factor por cuanto es leída por los entrevistados con base sus propias creencias. Así, para quienes creen en la astrología, la nota puede leerse de manera preferente, mientras que aquellos que no creen en la adivinación tuvieron una respuesta oposicional. La cercanía al mundo vital también está estrechamente relacionada con la esfera emotiva de las audiencias y, por lo tanto, con los amores y odios que puedan despertar en ellas ciertos personajes. El caso de la nota 2 citado anteriormente, muestra que información poco relevante sobre el Presidente de Colombia trotando en Estados Unidos es recibida de forma positiva por hecho de que hace referencia a personaje que genera ciertos afectos en el entrevistado. El caso de Chávez, en la nota 4 ejemplifica cómo los odios encaminan también ciertos tipos de lecturas. Capital cultural certificado y adquirido: Antes de realizar el trabajo de campo y de manera hipotética se consideró que la escolaridad sería el factor determinante en la generación de ciertos tipos de lecturas. Sin embargo, una vez recolectada y analizada la información no se encontraron las tendencias esperadas entre baja escolaridad y lectura preferente, y alta escolaridad y lectura negociada u oposicional. Tal vez el limitado corpus de esta investigación haya afectado el análisis en tal sentido, sin embargo sí es importante examinar esta ausencia de tendencias. Significados de la política y poder simbólico de los medios de comunicación - pp 11 - 32

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Aunque no puede afirmarse que los entrevistados con estudios de pregrado hicieron lecturas más críticas con respecto a las notas que observaron, sí puede asegurarse que quienes cuentan con estudios certificados de periodismo o tienen algún conocimiento no formal sobre criterios periodísticos tienen a hacer lecturas más reflexivas e, incluso, oposicionales. Una de las preguntas que se les hizo a los entrevistados tenía que ver con la manera como analizaban las imágenes que constituían las notas que habían visto y precisamente quienes las analizaron desde una perspectiva crítica hicieron, además, lecturas oposiciones o negociadas de la totalidad de la nota. Su “intuición”8 sobre lenguaje periodístico encaminó en parte su lectura: “Muestran a las personas en momentos de bastante acaloramiento”, “Las imágenes son oportunistas”, “Son imágenes de distracción”, “Ridículas”, “Una payasada”, “Son tontas”, “Esas imágenes lo que hacen es que uno se provoque, que sienta rabia y que tome partido”. Esto muestra que para hacer lecturas más reflexivas no se trata sólo de alcanzar un nivel de escolaridad, sino un área de conocimiento específica como es la de la producción periodística. Se habla, en este sentido, de audiencias que saben qué es una fuente, qué es la edición periodística, cuáles son los criterios de selección de la información, cómo se construye una nota, etc. Aunque sea tema de otra discusión, esto muestra que la educación para la recepción de medios (Orozco, 1990; Charles Creel y Orozco, 1990 en: Sunkel, 1999, pp. 74-79) sigue siendo absolutamente necesaria si se pretende que haya lecturas críticas frente a los mensajes de los medios. Si algún poder simbólico desea tener la audiencia en el proceso comunicativo, es necesario que se alfabetice para que a partir de sus lecturas pueda contrarrestar los significados preferidos y las clausuras interpretativas que le impone el mensaje y, por tanto, los productores. Como puede verse, el hecho de que se produzca una lectura preferente, negociada u oposicional no puede predeterminarse, pues no se trata de un fenómeno unicausal. Podría, sin embargo, hipotetizarse que determinados factores harán más probables ciertas lecturas. Así, en la medida en que se conozca la manera como cada uno de estos cinco factores opera en una audiencia particular será posible intuir los tipos de lecturas que se generarán. No se trata de un asunto mecánico que opera bajo la forma estímulo – respuesta9, sino de un proceso en el que inciden múltiples variables. Es necesario, en todo caso, seguir estudiando los procesos de recepción tratando, cada vez, de articular disciplinas y metodologías como la semiótica, el análisis de discurso, la etnografía y la entrevista teniendo en cuenta, además, que la investigación de audiencias debe abordar los problemas de producción y construcción de mensajes. Con todo lo mencionado hasta acá puede entonces cuestionarse la afirmación de los Estudios Culturales según la cual las audiencias gozan de poder en la medida en que son activas y pueden oponerse a las lecturas hegemónicas. La lectura depende de muchos factores que interactúan de formas distintas según los casos. Una generalización como la anterior es peligrosa en cuanto reduce la comunicación a un proceso nuevamente causal, pero en el cual las audiencias son activas. En términos generales puede decirse entonces que aunque la lectura dependa del contexto en el cual se inscribe el sujeto consumidor de textos, se trata básicamente de un proceso inmediato de decodificación. La lectura, en este sentido, podría definirse como una especie de 8 En el sentido de que puede no ser, necesariamente, un conocimiento formalmente adquirido y certificado, sino también ciertas ideas informalmente aprendidas. 9 Como se pensaba cuando se aceptaba el enfoque del modelo de la aguja hipodérmica.

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efecto10 de corto plazo según el cual el lector decodifica y decide si está de acuerdo o no con el sentido presente en el mensaje. El poder simbólico, por su parte, se relaciona con un proceso de largo plazo que da cuenta de la eficacia simbólica que tienen los medios de comunicación al ser uno de los sistemas simbólicos con mayor reconocimiento en la sociedad contemporánea. Esta diferencia explica por qué no existe contradicción en el hecho de que muchas personas hagan lectura oposicional frente a determinadas notas y al mismo tiempo, pueda afirmarse que los medios de comunicación sí ejercen un considerable poder simbólico sobre sus audiencias. En el primer caso, se trata de la decodificación inmediata que una audiencia hace sobre cierta información que consume, mientras que en el segundo se trata de la capacidad de los medios de incidir en las disposiciones y esquemas de acción y percepción de los sujetos, esto es, en sus habitus. Al ser el habitus un conjunto de relaciones históricas depositadas en los sujetos (Bourdieu, 1995, pp.79-97) no puede pretenderse que su estudio se haga a través de categorías inmediatistas (como la de lectura) que están hechas para dar cuenta de fenómenos de corto plazo. Un significado, como se ha visto acá para el caso de la política, no se da de manera instantánea, sino que es el resultado de las relaciones históricas que involucran al individuo. Así, se resalta una advertencia en cuanto al estudio de las lecturas, pues estas no están condicionadas de manera causal o lineal, sino que obedecen a una cantidad considerable de aspectos.

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¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? Juana Ramírez Castro1 Artículo recibido el 5 de septiembre de 2011, aprobado para su publicación el 5 de octubre de 2011.

Resumen Este artículo es una reflexión sobre el diálogo que durante el siglo XX mantuvo la filosofía de la mente y la ciencia en general sobre la experiencia que hoy conocemos bajo el nombre de «comunicación». En la reflexión se intenta localizar los ejes temáticos de la conversación que ambos sostienen, con el fin de identificar los puntos de inflexión que dan lugar a este diálogo. No intentamos comparar hipótesis de uno y otro tema, sino definir las motivaciones comunes que instan al diálogo entre ambos campos. Nuestra pregunta, con todo y redundancia, es sobre «las preguntas» que comparten, pues pensamos que con ello, podemos prescindir por un instante del condicionamiento que nos imponen las categorías clásicas sobre las que pensamos la «comunicación», y a partir de las cuales investigamos, estudiamos y enseñamos el asunto. Quizá, después de identificar esta experiencia, sea más fácil someter las categorías tradicionales de la comunicación a una revisión.

Abstract This document is a reflection on the dialog maintained during the last century by mind philosophy and by science in general about human experience, or what is nowadays called “communication”. By means of this reflection, we try to localize the thematic axes of conversation, in order to concrete the common questions that lead the dialog. We will not compare the different hypotheses of one or the other camp; instead, we will try to define the common motivation that encourages the dialog between both fields. Our key issue is to identify the shared questions of philosophy and of the “indisciplinary” communication camp. By doing so, we argue that the traditional categories imposed by classical communication theories and on which we investigate, study and teach the matter can be avoided. Without considering any of these categories and hypotheses, concretely, we are interested in the central 1 Docente Programa de Comunicación Social y Periodismo. Universidad de Manizales. ¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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conversational axes to clarify the main experience that motivates our questions about communication. Once identified this experience, a critical reconsideration of the traditional categories in communication may be an easier task to realize.

Introducción Por lo general, en el estudio y en la enseñanza de las teorías de la comunicación humana hacemos uso de categorías como emisor, receptor, mensaje, información, retroalimentación, etc., sin saber los presupuestos que las gobiernan. En este caso, se trata de categorías de la conocida Teoría Matemática y de la Información de Claude E. Shannon y Warren Weaver, y de desarrollo posterior que tuvo en Cibernética en manos de Norbert Wiener y también de George Bateson2 entre otros. Esta tradición teórica se erigió como paradigma explicativo de la comunicación durante gran parte del siglo XX. De hecho, la mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a pensar la comunicación desde dichas categorías. Aceptamos la existencia conjunta de un receptor y de un emisor, y a partir de allí, explicamos un contacto o una vinculación como transmisión y recepción de un mensaje. La naturaleza de la comunicación bajo el manto de esta tradición se yergue como un proceso, y animados en la investigación de los problemas presentes en éste, nos esforzamos por estudiar problemas como el ruido, las distorsión, el chisme, la escasa información, así como también, el popular efecto que el (los) mensaje(s) tienen sobre la conducta del receptor. En el esfuerzo de observación de «lo» trasmitido suponemos también la presencia de códigos, de una codificación o de un sistema código y llegamos incluso a hablar de entropía en los sistemas de este tipo, por mencionar sólo algunas categorías de nuestro vocabulario en el estudio de lo que llamamos «comunicación». No obstante, existe otra tradición que también se ha hecho presente en el discurso de las aulas de clase. Nos referimos a la Interaccionista Simbólica, también conocida como Conductivista social. Se trata de una tradición teórica que adquirió particular relevancia a partir del trabajo de G.H. Mead (1973, 1925, 1938a y 1938b) y de su pupilo Herbert Blumer (1970, 1937), y que se revitalizó con el discurso de Jürgen Habermas (1981). Bajo esta discusión, dejamos nuestro interés por la transmisión y pensamos en la comunicación como interacción o afección recíproca de seres libres con capacidad de conciencia crítica que participan de forma activa en la producción de sentido y de cultura. Desde las categorías de esta tradición, dejamos a un lado la idea de la comunicación como proceso y pensamos que en esta como producción de significados. Así, fijamos la mirada en productos como los textos, el habla, los relatos, para revisar las huellas que quedan en ellos de la confrontación entre la conciencia de un individuo y las convenciones o los “símbolos significantes” convenidos en la sociedad que éste ser habita. Bajo estas categorías, pasamos de tener una visión técnica de la comunicación cimentada en un asunto de trasmisión, a una visión político-económica de la forma de esta actividad humana. Tras aceptar que hay conciencias (en plural), y que éstas intervienen en la interacción 2 Revisar, Shannon, C.E.,1948 y 1946; Shannon, C.E. y Weaver, W., 1948; Wiener, N., 1961, 1972a, 1997; Bateson, G. 2002; Bateson, G. & Ruesch, J. 1984.

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nos vemos en la necesidad de revisar como asunto vital de ésta, los modos de producción del lenguaje, o de los signos, íconos, o símbolos o como quieran ser llamados esos objetos que trascienden la comunicación y que son comunes a todos los miembros de una comunidad. Bajo estos objetos o convenciones sociales se plantea el ideal de una afección democrática equitativa3 entre todos los miembros de una sociedad. Rastrear hasta esas teorías, el sentido originario de gran parte de las categorías que utilizamos en la actualidad para estudiar, reflexionar o enseñar el asunto de la comunicación humana, es una labor por hacerse, sobre todo en momentos en los que se piensa sobre la pertinencia y suficiencia de éstas para pensar la actividad humana de la comunicación (Fisher, 1987; Fabbri, 2000, 1995; Cherry, 1966; Wikin, 1987). El presente es un ejercicio que intenta empezar a allanar el camino de esta reflexión. Para ello, pretendemos “sentar a la mesa” dos ámbitos aparentemente distintos de discusión. Por un lado, y como es obvio el campo de la comunicación, y por otro, el campo específico de la Filosofía de la Mente. La razón fundamental por la que se invita a este ámbito de debate de la Filosofía, es porque se plantea la tesis de que las teorías contemporáneas de la comunicación humana se han construido sobre la concepción materialista –asumida por la tradición Matemática y Cibernética-, y la concepción dualista de la mente –adoptada por la tradición Interaccionista Simbólica-.4 Asumir –quizá de manera irreflexiva- estas perspectivas ontológicas frente a la mente, habrían llevado a la teorías de la comunicación a hacer resolver cuestiones similares a asuntos como, por ejemplo, la relación mente/cuerpo, pensamiento/conducta o la propia forma de mirar la dinámica del pensamiento. Aunque este asunto es objeto de otro análisis, lo que pretende ser desarrollado en este artículo al comparar ampos campos, es el de identificar cuáles son nuestras preguntas por la «comunicación» humana. De esta forma, no intentamos comparar hipótesis alguna, sino definir las motivaciones principales sobre las cuales es posible articular ambos debates. En otros términos, nuestra pregunta para este artículo es sobre “las preguntas” que comparten ambos campos pues, pensamos que de estas formas es posible prescindir por un instante de las capas de categorías que condicionan nuestras inquietudes actuales por la comunicación. Quizá, después de identificar dichas inquietudes, sea más fácil reflexionar sobre la pertinencia de las categorías que acogen nuestras convicciones mejor consideradas. Para respetar la autonomía en torno a las preocupaciones que se manejan en estos campos y para ver con los puntos de inflexión sobre los que dialogan, el presente artículo contiene tres partes. En las dos primeras, se revisa de forma sucinta la historia de las inquietudes, haciendo énfasis en planteamientos básicos y situaciones que han movilizado la reflexión de cada una de las tradiciones. En la tercera y última parte, se concreta la reflexión en torno a las inquietudes fijadas en los problemas teóricos/disciplinares de la comunicación y en las cuestiones centrales de la filosofía moderna de la mente. 3 “La comunicación humana –dice Mead- tiene lugar gracias a tales símbolos significantes, y el problema consiste en organizar una sociedad que haga posible tal cosa. Si el sistema de comunicación pudiese ser hecho teóricamente perfecto, el individuo se afectaría a sí mismo como afecta a los otros en todo sentido” (1973, p. 336) 4 Aproximarse desde tal perspectiva se considera fundamental dado que el problema de la mente como diría Popper, «contiene el problema de la libertad del ser humano(...) y contiene el problema de la situación del ser humano en el mundo físico, en el cosmos físico» (Popper, K., 1997, p. 82) ¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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1. La inquietud de la comunicación Después de la declaración de intenciones, la empresa que a continuación se emprende es la de rastrear las cuestiones generales que generan la reflexión sobre la comunicación. Este ejercicio no es fácil y la razón principal de la dificultad que se prevé, se encuentra en el hecho de que la mayoría de las reflexiones sobre la llamada «comunicación» no han sido realizadas sobre este fenómeno en concreto. Las consideraciones sobre este tema se han desarrollado en distintas disciplinas y a partir de fenómenos diferente. En otros términos, la «comunicación» como asunto sobre el que se ha reflexionado desde el interior de las distintas disciplinas científicas, o bien, es una parte de argumentos sobre temas diversos de estudio (p.e. neurobiológicos, fisiológicos, económicos, etc.), o bien, es el asunto intuitivo de problemas científicos o filosóficos, como por ejemplo, el estudio de «plantas de celulosa», o de la «conexión satelital», o de la relación mente-cuerpo, o de la misma sociedad. Así, pues, el acercamiento al tema de la «comunicación» desde la ciencia e incluso desde la filosofía, se ha hecho bajo diferentes intereses en los que no se busca una comprensión concreta de la «comunicación», sino en los que se recurre al tema desde la intuición para describir o discutir asuntos de distinta índole. En la medida en que ha sido en medio de tales intereses que ha surgido y se ha encontrado la oportunidad para pensar la «comunicación», los distintos pronunciamientos sobre el tema se encuentran sesgados por tales intereses. Por lo anterior, el tema al que se hace frente en este aparte no posee una tradición científicodisciplinar particular en la que haya sido desarrollado el debate. Se ha de asumir, por tanto, que al pensar en la «comunicación» se está ante una tradición «indisciplinar» (Andacht, 2001)5 en la que no se pueden hallar con claridad los problemas constates objeto de análisis. No obstante, con el fin de rastrear el objeto o la preocupación constante en estos temas, se consideró que la mejor opción era rastrear dichas preocupaciones en el mundo antiguo. Pero esta búsqueda requería de una guía, y la mejor estrategia para hallarla fue establecer el sentido que habría permanecido inmutable tanto en el uso popular, como en el científico y filosófico del término «comunicación». En este análisis se consideró que el sentido que transversaliza dicho uso corresponde al de una «unión entre entidades». No importa si en la fórmula hipotética se estima la «comunicación» como una interacción, transferencia, composición o, simplemente, como la base de una organización, pues ella siempre indica una unión en la que participan o por la que se vinculan unas entidades. Con base en esta guía se dirige la mirada a la antigüedad y se sigue el rastro de esta intuición. En este camino, el primer término con que se topa el análisis es el de filia. Se trata de una voz griega tenida como precedente del término romano comunicarious del cual, a su vez, se deriva la palabra «comunicación». La filia es un concepto relativo al amor y sobre el que Empédocles de Agrigento (492-430 a.C.) explicaba el devenir de la naturaleza. La filia no remitía a sentimiento o estado alguno —tal como se podría entender en la actualidad—, sino que aludía a una fuerza divina que después de fecundar a los seres, los mantenía unidos. Bajo la premisa de que la realidad está compuesta por cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra) y que la «única realidad consiste en una mezcla de raíces y en una modificación de lo 5 Esta insdisciplinariedad se puede ver en la diversidad de términos (intercambio, interacción, relación, vínculo, flujo) con que se ubica el problema de la «comunicación».

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mezclado», este presocrático sostenía que el carácter cíclico de la naturaleza era posible por la presencia de dos fuerzas que alternaban su influjo sobre las infinitas formas del cosmos. Una fuerza era la disgregadora —conocida como Neikos (odio)—, y la otra fuerza era la unificadora o también llamada filia (amor). Para Empédocles, ambas fuerzas fluían alternativamente entre «los árboles, los hombres y las mujeres, los animales, los pájaros, y los peces […] lo mismo que los dioses que viven mucho tiempo [pues] unos a través de los otros se hacen multiformes; de forma que la mezcla produce el cambio» (Empedocles, 1964). En este devenir de combinaciones y mezclas la filia tenía un papel predominante porque se afirmaba como una fuerza que movilizaba a los seres hacia el ser/estar, tras forzarlos a retornar siempre a su forma primigenia: la unidad. Si se intenta depurar el concepto de filia, es posible pensar que la sospecha de Empédocles sobre la razón misteriosa que procura la «unión» entre los hombre o las cosas, está en la existencia de un influjo de -como la fuerza del amor o de la amistad- con el que se alcanzaba el entrecruzamiento de elementos distintos. De tal forma que era el influjo mutuo y la combinación de los elementos que con ella se gestaba, lo que explicaba el devenir de la naturaleza y la movilización de los seres que habitaban el cosmos hacia el ser/estar. Esta perspectiva se habría mantenido en la concepción de la «retórica» dentro de la polis, pues para los griegos la política y el origen de la polis se encontraba en el compartir «palabras y actos». En el encuentro de la acción y del decir, surgía la organización de la gente y, por tanto, la única oportunidad de unir —y no unificar—, la pluralidad en la polis (Arendt, 1993, pp. 219-224). De hecho, por el uso de la palabra o de la retórica, para Aristóteles el hombre es un animal social «en mayor medida» que cualquier otro animal, pues en la retórica, el logos se manifiesta sobre los justo y lo injusto, sobre lo bueno y lo malo; «Y la participación en estas cosas es lo que da su origen a la sociedad doméstica y a la sociedad civil» (Aristóteles, 1952b). Como se ve, esa extraña razón que provoca la «unión _ entre» los hombres en la discusión de la «retórica» dentro de la antigua Grecia, se inicia en la palabra. De allí que desde la antigüedad, parte de la reflexión sobre el tema discurriera en torno al asunto de la persuasión, en la medida en que con la facultad o la técnica de la manifestación del logos se veía la oportunidad de unir a la pluralidad de los hombres en la polis. Planteado de esta forma, la discusión sobre la retórica no tenía una orientación ontológica, sino teleológica, pues en ella se abría la posibilidad de la «la conducción de las almas» y la «comunión», en el enfrentamiento de los argumentos, en la formación del espíritu y en la motivación del pensar. La unión en el mundo de los hombres aparece, o es posible, por el uso de la palabra y por el influjo o la mixtura que de esta emerge. Un influjo que se da sobre la potencia del ser del otro, y desde la que los conciudadanos toman una determinada forma en la acción (García García, 2005, p. 4; Gómez Cervantes, 2007, p. 415; Murphy , 1998, pp. 473-475)6. Por lo anterior, y eludiendo la diferencia de posiciones en torno al sentido falso, puro, aparente, vacío, ornamental, etc. de aquello que Córax de Siracusa llamó el «arte de la persuasión», lo que interesa señalar es que la reflexión en torno a la «retórica» en la antigua Grecia se realiza a partir de la concepción de que la manifestación del logos es condición sine 6 En este escenario se encuentra un argumento a favor de considerar las reflexiones de la antigua Gracia sobre la «retórica» como las primeras reflexiones sobre la comunicación humana. ¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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qua non de la polis, y en esta se forja la «potencialidad de estar juntos» (Arendt, 1993, p. 223) o, lo que es lo mismo, la esencia misma del poder. Para sintetizar, la reflexión en torno a la «retórica» transcurre sobre la sospecha del influjo que permite la «unión ntre» los hombres. Un influjo o influencia que se ha de entender como el atravesar, el entrecuzar o el intervenir que la palabra proporcionaba a la acción del hombre7 y sobre la que es posible la unión. Como se ve, la sospecha griega en torno al carácter de la «unión entre» los hombres no solo es apreciada como una fuerza que fluye y agrupa elementos u hombres8, sino que también habría sido asumida como el influjo por el que, para el caso de los hombres y por el uso de la palabra, se logra movilizar al hombre en la acción. Se trata de una visión que habría sido trasladada a Roma por Tulio Marco Cicerón (106-43 a.C.), para quien la «retórica» tenía por objetivo enseñar (docere), defender (delectare) y mover (mover). Bajo esta interpretación del sentir griego en torno a la palabra, habría sido consolidada la expresión communicatio para designar aquello que ocurría en las lides de la «retórica» (García García, 2005, p. 5). Se trata de una interpretación observable en la etimología del término. La voz communicatio proviene de la voz communico, a la que se le adiciona la terminación tio, indicativa de una acción o un efecto. En tanto communico utiliza el prefijo «cum», indicativo de «con» o «junto con», y del morfema commune o communis que significa «tener algo en común» o «participar en común» (Beattie, 1981, p. 32; Winkin, 1984, p. 13), la voz communicatio se habría designado para pensar la acción o el efecto de participar en algo común. Como se ve, la clave de la lectura de esta voz está en el «participar en común», pues este es el sentido que se mantiene constante en todas las derivaciones de esta voz. Por ejemplo, el propio Cicerón utilizó el término communicarious para aludir a una mutualidad, es decir, a una correspondencia o un conocimiento recíproco. Esta consideración se mantiene en el siglo XVI cuando, a partir de la voz en cuestión, se utilizaron expresiones como comulgar o comunión, que se opone obviamente al término excomunión que en aquella época indicaba la prohibición de aquel «participar en común». Este sentido de mutualidad también se encontraba presente en el término communicare, que desde los siglos X y XII alude al acto en sí mismo de «participar en» (Beattie, 1981, p. 36) y sobre el que se adopta en el siglo XVIII y XIX el término moderno de «comunicación».9 Desde esta adopción, el filósofo francés Saint-Simón (1760-1825) y el sociólogo inglés Herbert Spencer (1820-1903) recurrieron al término «comunicación» para estudiar la sociedad desde una perspectiva organicista de la biología. Este término lo usarían en su explicación para referirse tanto a una actividad compartida como al vínculo que tienen los hombres entre sí, y a partir del cual se explica la unión del organismo social. Engels, por su parte, aplicó el sentido del término para dar cuenta de las «relaciones de producción» como condición esencial de la dinámica social (Winkin, 1984, p. 15). 7 A la sombra de Arendt, se asume la acción en su sentido más general como «tomar una iniciativa, comenzar […] poner en movimiento» (Arendt, 1993, p. 201). La acción correspondía en la antigua Grecia al fundamento de la vida pública. De allí que Aristóteles hubiese visto la utilidad política de la «retórica» y sobre esta desarrollara su discurso. 8 Nótese que esto también lo manifestó Empédocles bajo el concepto de filia. 9 El sentido actual de transmitir que tiene la expresión «comunicar», dice Winkin, proviene de la Francia del siglo XVI, en donde se utilizaba con el sentido de practicar una noticia (1984, p. 13).

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Como se ha visto en este rápido recorrido, el sentido del filia, de la «retórica» y de la etimología del término communicatio alude siempre a la idea de una «unión _ entre _ entidades». Así mismo, se ha logrado señalar que en las distintas explicaciones o en la búsqueda de aquella extraña razón que obliga a, o mantiene dicha unión, se encuentra, o bien la palabra y el influjo que esta provoca —según los griegos-, o bien la acción de «participar en común» —según los romanos—. Estas dos referencias no son distantes, pues si se observan las derivaciones de la voz latina communicatio, se puede decir que estas portan siempre dos aspectos que hay que considerar. Por un lado, el de la actividad de una pluralidad de entidades que moviliza a los seres hacia el ser/estar, presente en la terminación tio, y de otro lado, el de «participar en común» relativo a la voz communica. Dicho lo anterior, y tras revisar las inquietudes sobre lo que hoy es llamado «comunicación humana», se podría comprender el origen de las reflexiones modernas sobre el tema, las cuales, sea cual sea la preocupación (teleológica u ontológica), se han desarrollado siempre sobre la intuición de que hay la extraña razón que provoca o mantiene la «unión _ entre» los hombres.

2. El problema de la mente Tras observar la inquietud originaria de la comunicación, y con el ánimo de conocer las motivaciones que comparten, nos proponemos ahora presentar la inquietud filosófica sobre la mente. Éste asunto surge de la innegable experiencia individual e íntima que los seres humanos tienen sobre sus pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, imágenes, creencias, sensaciones kinestésicas, etc. Se trata de experiencias subjetivas que son parte del vivir diario de los humanos y acompañan sus acciones en el mundo; por ello, se han vinculado siempre a cuestiones sobre la vida, la identidad del hombre y sus condiciones de existencia (de ser y de estar). Antes de los presocráticos se reflexionó sobre tales experiencias, y desde entonces se planteó una relación entre el soma o el corpus y la forma. En esta época la concepción de la experiencia íntima del pensar y del sentir variaba de acuerdo con la perspectiva de su inmortalidad, de su existencia, de la posibilidad de «in-corporarse» y «des-corporarse». Así , por ejemplo, durante el siglo VIII a.C., Homero —el poeta del pueblo— afirmaba que el alma se encontraba supeditada a la existencia de la forma, y aunque para el autor de la Ilíada y de la Odisea el alma se hallaba alejada de los placeres mundanos y de la experiencia de los sentidos, al morir el sôma, la pysché moría con ella, de suerte que la experiencia del pensar y del sentir finalizaría cuando la forma corpórea muriera. Pitágoras (582-500 a.C.), por su parte, no compartía el planteamiento de Homero. Según el matemático y filósofo griego, la existencia del alma no estaba subordinada a la del cuerpo porque este constituía una limitación para aquella. Sobre esta concepción el matemático admite la transmigración del alma o, lo que es lo mismo, su inmortalidad. Una visión distinta a la de Homero y Pitágoras la tendría Tales de Mileto (S. VII a.C.), quien, según interpretación de Aristóteles, habría identificado el alma como el principio del movimiento de las cosas. Para el maestro de Pitágoras, la pysché contenía la posibilidad de ser/estar (la vitalidad) del sôma, y si la primera dejaba de existir se podría suponer que el segundo quedaba inerte. Esta línea de pensamiento fue seguida por Anaxímenes (570-500 a.C.) y Heráclito (540-475 a.C.), quienes, como miembros de la Escuela Jónica —fundada por Tales— se preocuparon ¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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por la «fuerza vital» propia de la pysché, la cual consideraban como el «soplo o aliento vital» de las formas (sôma) que se movían en el cosmos. Solo que según ellos, el movimiento en sí mismo se daba en la mixtura tanto del sôma como de la pysché Estas perspectivas planteadas en el Mundo Antiguo partían por establecer una distinción entre aquella experiencia íntima y la forma, el sôma o el corpus, pero dicha distinción no era comprensible desde escisión sustancial alguna, como ocurre en la reflexión moderna sobre el tema. Tal escisión se hacía en relación con la idea de una vitalidad o movimiento de las formas, que era provista por la pysché, una visión, además, compartida por Platón (428-347 a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C.), quienes también señalaron una posición particular en la Grecia Clásica en torno a este tema. Platón, a la sombra de Pitágoras, creía en un alma inmortal que transitaba por los formas y que al hacerlo, se sometía a las limitaciones que este le imponía. Para él, el pysché y el sôma mantenían una unión «antinatural», en la que la primera fungía como conductora o guía de la segunda. En otros términos, para él el alma conducía al cuerpo, del mismo modo que un capitán guía su nave. Mientras el alma frente al cuerpo constituía el lugar y el continente de las sombras del «mundo sensible», la conducción del segundo provenía de, y trascendía al, «mundo de la ideas». Era, en esta trascendencia, en la que Platón veía la perfectibilidad (Gevaert, 1991, p. 76). De esta manera, para Platón el alma y el cuerpo existen en el mundo como una unión y es por ello que se considera que la distinción platónica de alma/cuerpo, espíritu/materia, inmanencia/trascendencia o vida/ muerte no es ontológica, sino teleológica. Aunque Aristóteles no creía ni que el cuerpo fuese continente de alma alguna, ni que el alma ocupase o abandonase el cuerpo, aceptaba de la posición platónica que el alma y el cuerpo coexistían. Para el estagirita, todo ser vivo constituía una unidad fijada en la que se contemplaba, por un lado, una materia indeterminada con la que se establece la potencialidad del ser y, por otro lado, un alma (vegetativa, sensitiva y racional) que determina la potencialidad de la materia. En otros términos, según la creencia aristotélica, un ser era tanto potencia como acto, y en tal ontología se hallaba el alma y el cuerpo como unidad indiferenciable. Solo que en esta posición la potencia del ser o materia prima (hylé) era esencial para la forma sustancial (morfé), pues la primera por sí misma era indeterminación, y la segunda no podía ser/estar sin la primera. El ser/estar aparecía en el propio acto y era allí en donde al alma le daba forma al cuerpo y determinaba la potencialidad (Gevaert, 1991, p. 78). Sin el alma la forma sería solo una instancia receptiva y pasiva que no podría actualizarse en el acto para ser, y por ello, la existencia material requería del alma, pues solo con esta la forma aparecía en el acto. Como se ve, a diferencia de Platón, en Aristóteles el alma y el cuerpo formaban una única sustancia (ousía), por lo que el alma era parte de la condición de lo material y lo material era condición del alma. Existía un correlato entre el alma y el cuerpo, y sobre este se configuraba un mismo ser (Code, 1991, p. 109). Ni potencia, ni forma, ni alma, ni cuerpo pueden ser independientes, porque si se deslindan, simplemente no existen. Por esta razón, y en conclusión, si el cuerpo muere, también lo hace el alma, porque alma/cuerpo, forma/materia, hacen parte de una especie del amasijo de todos los seres vivos, incluido el humano. A pesar de la distancia entre Platón y Aristóteles, la distinción entre alma y cuerpo se desarrolla sobre la misma preocupación del Mundo Clásico: la del dinamismo de los seres que habitan el

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cosmos. Aunque Platón concibió el alma y el cuerpo como entidades autónomas y Aristóteles como propiedades diferenciables del ser, en ningún momento estos filósofos los comprendieron como opuestos. Se hace énfasis en esto, porque en la Edad Media se generó un cambio de dirección en la reflexión sobre la experiencia íntima de los pensamientos y de las sensaciones. Se trató de un cambio que independizó el debate de la condición de existencia de todos los seres del cosmos y lo situó en la ontología del alma a partir de su escisión —o no— del cuerpo. Este cambio de dirección se produjo por el ajuste paulatino de la visión clásica griega a la convicción monoteísta de la fe cristiana. Aunque en la concepción hebrea que la antecedió no se escindía el cuerpo del alma, la hendidura por donde se habría gestado la transformación del debate sobre aquella experiencia íntima es atribuible a la interpretación cristiana sobre el sentido del alma. Es decir, en la tradición hebrea el hombre es una unidad que es definible por la participación de la carne (basar), del alma (nefes) y del espíritu (ruah). Con la primera se visualiza al hombre en sus relaciones filiales o, en términos concretos, en la fragilidad e incertidumbre del estar entre humanos; con la segunda se hace referencia a aquello que moviliza el cuerpo hacia el hacer/ser, por lo que es representado como el aliento de la vida o la sangre de la vida; y con el tercero —espíritu o «ruah»— el hombre se convierte en instancia humana receptora del influjo de la voluntad de Yahvé, por la cual el alma se ve estimulada por los instintos y es posible que el cuerpo se movilice (Gevaert, 1991, p. 71). La transformación entonces se habría dado al hacer concordar el sentido del nefes y ruah bajo la misma imagen. Esta concordancia se logra al afirmar que el espíritu es ínsito al alma, y en la medida en que en el espíritu actúa, el alma asume una condición divina. Bajo esta concordancia se forja el supuesto de que el alma/espíritu es trascendencia de la divinidad. Se trata de una presuposición asumida por personajes como Agustín de Hipona (354-430 d.C.), quien en plena decadencia del Imperio Romano y al inicio de la Edad Media se enfrentó al debate sobre la relación entre lo divino y lo humano. Contrariamente a la convicción de la preexistencia de las almas, Agustín recoge el testimonio de Platón para afirmar que el alma es inmortal. Pero esta inmortalidad ya no se entiende como parte constitutiva de la forma humana, sino como la prolongación de una divinidad, en este caso, del Dios cristiano. En la medida en que el alma pertenece a Dios y Dios es inmortal, entonces el alma es inmortal. Con este testimonio se pone en aprieto la concebida unidad existencial del hombre sostenida por Platón y Aristóteles con base en la cual pensaban la experiencia íntima. Ya no es posible afirmar que el hombre tiene un lado mortal —equivalente a su forma corporal— y otro lado inmortal —propio de su forma espiritual— (Gevaert, 1991, p. 78). Para resolver esta dicotomía, Agustin de Hipona se vio conminado a afirmar la existencia de dos sustancias radicalmente distintas (una espiritual y otra material) y a formularlas como «constitutivas» del hombre. Bajo esta nueva visión, el alma ya no tenía la función de conducir el cuerpo, sino que era la mediadora de la voluntad divina y el movimiento del cuerpo. Visto de esta forma, el cuerpo se reduce a ser solo el soporte o continente del alma. Si bien es cierto que personajes como Tomás de Aquino (1118-1170 d.C.) no habrían asumido una separación tan radical como la de Agustín de Hipona, el debate sobre la experiencia interna se habría ubicado en el mismo campo ontológico. Bajo la sombra distante de Aristóteles, Tomas de Aquino afirmó que el hombre se habría de reconocer como una mixtura entre cuerpo y alma, ya que sería en la unidad en donde este recibiría la fuerza vital de Dios. De allí que «anima se¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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parata non potest dici persona», porque el alma sin el cuerpo y el cuerpo sin el alma no podrían ser iluminados por Dios y, por tanto, no podrían ser prolongación de este, ni ser persona. No obstante, después de intentar sustentar la unidad entre alma y cuerpo bajo el supuesto de la intervención de una deidad, la reflexión en torno a la experiencia íntima de los pensamientos, sentimientos y emociones ya se encontraba en otro terreno. Aquel debate del mundo antiguo sobre dicha experiencia ya no se daba en torno a aquello que moviliza a los seres hacia el ser/estar. Después del ajuste paulatino de la visión clásica griega a la convicción monoteísta de la fe cristiana, el debate se desarrollaría en torno a la identidad y la naturaleza del hombre. La reflexión no solo se afronta en medio del desplazamiento surgido bajo las convicciones de la fe cristiana. Ella se consolida en el siglo XVI con el movimiento copernicano que modificó la visión del hombre y del cosmos. Cerca de un siglo después de que Nicolás Copérnico (14731543) desvirtuara el sistema ptolemaico, René Descartes (1596–1650) reubica la discusión sobre aquellas experiencias de pensar y de sentir en medio de su esfuerzo por desvelar la verdad «primera y única» que lo llevará a encontrar la certeza del cogito. El filósofo francés, tras emprender la búsqueda de los «principios fundamentales» para «dar firme asidero a algo inalterable y permanente en las ciencias […], derriba todo desde sus cimientos» para alcanzar la «depuración de la razón» a través de la duda metódica (1990b, p. 17). Al no aceptar como origen de la verdad ni las opiniones, ni el conocimiento adquirido por medio de los sentidos, y al afirmar que «nada cierto hay en el mundo» y que nada es digno de ser considerado como verdadero, se halla en la «duda absoluta». No obstante, en medio del solipsismo que le proporciona tal duda, se da cuenta de que lo único que es claro es que duda y que piensa (1990b, p. 58), pues aunque dude de lo que piensa, no puede dudar que está pensando; es decir que tiene estados mentales, que tiene actividad mental, que tiene pensamientos o como quiera llamársele a la experiencia íntima (Villoro, 1995, p. 56). En este momento de la filosofía cartesiana el cogito se convierte en la primera verdad irrefutable que, además, es autoverificable. Esta verdad autoevidente es un hito en la reflexión moderna de la experiencia del sentir y del pensar, pues el reconocimiento del cogito no solo dará lugar al giro subjetivista con el que se fija para la modernidad el concepto del «yo» y del universo, sino que también instituye la reflexión ontológica sobre la mente y lo mental. Con el cogito como primera y única verdad se pasa de aquella perspectiva teleológica con que se reflexionaba en torno a la experiencia íntima de la psyché y del ánima, a un campo de reflexión ontológica y metafísica sobre la mente. No obstante, este cambio se hizo en medio de una serie de presupuestos con los que se funda lo que se conoce en la filosofía moderna como «el problema de la mente». En el momento en que el filósofo francés se tropezó con el fundamento y la certeza primera del conocimiento, se encontraba en medio de la duda absoluta y ello implicaba dudar hasta de sus propias experiencias kinestésicas. El llegar a la duda absoluta en estas circunstancias determinó la escisión radical entre la experiencia de la mente y la del cuerpo. Al proclamarse la certeza, y a partir de ella la existencia del «yo», se duda de la existencia del cuerpo, y esto lleva a disociar la propia definición de identidad del hombre, la mente del cuerpo, pues el cogito existe con independencia del cuerpo (Villoro, 1995, pp. 42-56)10. Sobre tal 10 Como se verá, esta escisión se refuerza al afirmar, desde el prejuicio sustancialista, la existencia del cogito y, luego, la del cuerpo.

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prejuicio se puede afirmar que el pensamiento es la propiedad principal de una sustancia (res cogitans) y que la extensión es el atributo principal del cuerpo (res extensa). A partir de esta división sustancial se forja un camino de reflexión en la filosofía, alrededor de la experiencia íntima del pensar y del sentir. Ahora bien, desde Descartes se han construido y fortalecido diferentes posiciones y perspectivas en torno a la comprensión de la experiencia íntima del pensar y del sentir. No obstante, existe un movimiento constante en todas las apuestas teóricas sobre la negación o la aceptación de una distinción entre el cuerpo y la mente. De allí que, como dice Daniel Dennett (2000b), el debate moderno sobre la mente se desarrolle en una «alternativa pendular» dentro de la que se despliegan hipótesis de múltiples tonalidades sobre las mismas cuestiones. Estos asuntos o cuestiones centrales, por razones prácticas de este trabajo, se han estimado en tres: 1. El de la naturaleza de los diferentes fenómenos, rasgos o propiedades de la mente. 2. El de la relación o modo de correspondencia de los estados mentales con los del cuerpo. 3. El del conocimiento de los contenidos mentales de una «tercera persona» vinculado directamente con el conocimiento de «otras mentes». El primer asunto pertenece a lo que podría ser llamado el nivel básico de las cuestiones sobre la mente. Corresponde a la inquietud ontológica de aquello que desde el inicio de este capítulo se ha presentado como la experiencia íntima del pensar y del sentir, que abarca consideraciones en torno a los estados, eventos o propiedades de la mente. En este estadio de reflexión ontológica se debe hacer frente a dos asuntos particulares de la experiencia exclusiva de la «primera persona»: el de la «intencionalidad» y el de la «conciencia». La «intencionalidad», como se comprendía en la Edad Media, remitía a todas «aquellas cosas» contenidas en la mente u operaciones mentales (Bechtel, 1991, pp. 61- 62). Se trata de una reflexión que debe de dar cuenta de aquellos objetos o contenidos mentales cuya esencia es la de ser sobre otro u otros objetos perceptibles, o no, por los sentidos. Son experiencias mentales que dicen algo sobre algo o que re-presentan objetos, formas perceptibles o abstractas. La «conciencia» es otro tipo de experiencia mental y alude a lo que Kant entendía como la «unidad de apercepción», también conocida como la facultad humana de la «introspección». La inquietud sobre este segundo asunto ontológico de la mente se centra en la experiencia que se tiene de interpretar, enjuiciar o valorar la orientación de lo que se percibe o se vive, o lo que es lo mismo, en la realidad innegable de poder conocer que se conoce, de percibir que se percibe, de pensar que se piensa, de sentir que se siente. Explicar la naturaleza de la «intencionalidad» obliga también a explicar la naturaleza de la «conciencia», pues ella no es otra cosa que «contenidos mentales sobre contenido mentales». A pesar de esta conexión, la tradición que ha reflexionado sobre la mente ha estimado los problemas de la «intencionalidad» y de la «conciencia» como asuntos diferentes, porque como diría John Searle, “el «de» de «consciente de» no siempre es el «de» de la intencionalidad” (1996, p. 96), solo que la «conciencia» se instala como un «rasgo primario» o una propiedad fundamental de la mente (Searle, 2001). Visto de esta forma, cualquier hipótesis sobre la naturaleza de la «intencionalidad» y de la «conciencia» es indicativa de la posición ontológica sobre la mente. Fijar la naturaleza de estas como distinta a la del cuerpo, o equipararla —reducirla— a la naturaleza del mismo, son las dos opciones ¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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que configuran la «alternativa pendular» en que se mueve la tradición que ha reflexionado sobre la mente en la modernidad. Ahora bien, tras sentar una posición sobre la ontología de los estados mentales, el segundo asunto crucial en el debate sobre la mente es el de su relación con el cuerpo. La genealogía de esta cuestión se encuentra precisamente en la distinción cartesiana entre la res cogitans y la res extensa pero, sobre todo, en la aporía que tal distinción genera. Por un lado, tal como le habría acontecido a Descartes, ninguno de los filósofos que reflexionan sobre la mente puede dudar de que se piensa, así como tampoco pueden dudar de que se tiene hambre, dolor, etc.11, o de cualquier otra sensación kinestésica; de otro lado, tampoco se puede negar que, de haber una distinción ontológica entre ambas, existe una relación entre la experiencia de la mente y la del cuerpo. Es en la resolución de esta aporía, generada en particular por el último enunciado, que la filosofía de la mente se ha visto obligada a pensar en la reconciliación ontológica entre ambas.12 Incluso, en algunas de las hipótesis de la tradición filosófica de la mente, la posición ontológica de «lo» mental solo se estima a partir de una explicación metodológica sobre su relación con el cuerpo. El tercer y último asunto sobre el que han reflexionado algunas hipótesis modernas sobre la mente, se circunscribe al asunto de la epistemología de «otras mentes». Ella surge de la experiencia que tiene la «primera persona» sobre los contenidos mentales ajenos a los suyos, o de una «tercera persona», y se advierte como un rasgo de la mente conocido como el de «la asimetría entre la primera y la segunda persona» (Moya, 2004, pp. 23-24). Al dar cuenta de este rasgo, se hace frente a dos realidades innegables. En primer lugar, si se le atribuyen a la «primera persona» estados mentales, es necesario atribuírselos también a una «tercera persona», porque, en segundo lugar, en la experiencia íntima de la «primera persona» se tiene experiencia de contenidos mentales ajenos o de una «tercera persona». Este tema le propone un asunto fundamental a la filosofía de la mente, como es el de aceptar que la «primera persona» no está sola y que cualquier explicación en torno a la mente debe partir por negar el solipsismo. En esa misma medida, la cuestión en torno a la asimetría entre la «primera persona» y la «tercera persona» transversaliza todos los niveles del problema de la mente en la medida en que cualquier perspectiva que se asuma sobre esta posición se asienta en la explicación que sobre la naturaleza de la «intencionalidad» y de la «conciencia» se tenga, así como también, de la postura frente a la relación mente-cuerpo.

3. Sentados en la mesa de conversaciones Tras delinear el tinglado del debate moderno sobre la mente e intentar identificar la cuestión central sobre la que se ha pensado el asunto de la «comunicación», el propósito ahora 11 Este aspecto será una de las críticas cruciales de John Locke (1632-1704) al planteamiento cartesiano. «Si alguien tiene —dice— la pretensión de tanto escepticismo como para negar su propia existencia (porque realmente dudar de ella es manifiestamente imposible), que goce enhorabuena su amada felicidad de no ser nada, hasta que el hambre o algún otro dolor lo convenza de lo contrario» (1994, Libro 4, IX, 3). 12 Campbell afirma que el problema mente-cuerpo se juega sobre la coherencia entre cuatro premisas: 1) la «mente» es un objeto o una sustancia inmaterial (espiritual); 2) el «cuerpo» es un objeto material (no espiritual); 3) «mente» y «cuerpo» interactúan; 4) espíritu y materia no interactúan (1987, p. 17-18).

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es el de definir la posibilidad de un diálogo entre ambos campos. Con el fin de establecer las cuestiones en que se aproximan ambas tradiciones, se reflexionará sobre la situación que plantea la película «Jhonny Got his Gun» de 1971.13 Después de una explosión en un bombardeo durante la Primera Guerra Mundial, el soldado Joe pierde todas sus extremidades y su rostro queda deformado. Uno de los médicos que lo asisten asegura que tal «amasijo de carne» tiene muerte cerebral, aunque sus funciones orgánicas básicas permanecen inalterables (el latido del corazón, la respiración, la digestión, etc.). Por este motivo, es considerado un cuerpo apto para la experimentación. La película, sin embargo, se desarrolla exhibiendo las elucubraciones mentales (pensamientos, sueños, sensaciones, etc.) que tiene el soldado durante el proceso de cuidados y de experimentos que realizan médicos y enfermeras. El soldado no puede hacer públicas estas elucubraciones porque no tiene ninguna función muscular y la única que posee —la de los párpados— permanece oculta, tras la vendas de su cara. El conflicto y el desenlace de la película se presentan cuando una enfermera, al retirar las vendas, observa el movimiento de los párpados e intuye que el soldado tiene vida mental. Frente a este hecho, mientras la enfermera conoce —gracias a la ayuda de un intérprete de clave Morse— el deseo de morir del soldado —un contenido mental—, el médico principal sostiene que el movimiento de los párpados es un reflejo y que, por tanto, no se puede afirmar la lectura de deseo alguno. Con el ánimo de establecer los puntos de inflexión, se podría comenzar por decir que los filósofos contemporáneos de la mente acordarían que: • El soldado tiene tanto la experiencia íntima relativa del pensar y del sentir como la experiencia de formas materiales de su cuerpo —cualquiera sea la posición ontológica frente a los estados intencionales y conscientes—; • La experiencia de pensar y de sentir guarda relación con la experiencia de un cuerpo —cualquiera sea la posición frente a la relación mente-cuerpo—; • En la experiencia íntima del soldado, él conoce los pensamientos y hasta los sentimientos de médicos y de enfermeras, y que los diferencia de los suyos propios; • La experiencia del soldado sobre pensamientos ajenos a los suyos guarda relación con una experiencia corpórea también distinguible de la suya. Por su parte, los teóricos de la comunicación coincidirían en que: • La única situación comunicativa reconocible en esta historia se alcanza cuando tanto el médico como la enfermera tienen una experiencia corpórea distinguible de la suya propia, y por tanto, llegan a especular sobre si están experimentando pensamientos ajenos a los suyos; • No hay situación comunicativa,14 cuando el soldado es el único que tiene experiencia de pensamientos ajenos a los suyos a partir de una experiencia corpórea también distinguible de la suya. 13 Johnny Got His Gun (Johnny cogió su fusil). 1971. Dirección: Dalton Trumbo. Guión: Dalton Trumbo, Luis Buñuel. Estados Unidos. 111 min. Basada en la Novela Jhonny Got his Gun de Dalton Trumbo (1939). 14 Habría quienes dirían que la situación anterior de la historia en la que el soldado conoce de los estados mentales de los médicos, corresponde a una situación comunicativa. Sin embargo, este debate se elude rápidamente al recordar que la acción del médico y de las enfermeras en relación con el soldado se hacía sobre la idea de que este era un «amasijo de carne» inerte. De esta manera, quienes sostienen que la situación comunicativa está ¿Qué motiva nuestras preguntas por la «comunicación» humana? - pp 35 - 50

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A partir de los mencionados acuerdos en uno y otro campo de reflexión, y en el intento de plantear el punto común entre ambas discusiones, los filósofos de la mente señalarían que la situación comunicativa se encuentra cuando: • Tanto el soldado como la enfermera experimentan estados mentales de una «tercera persona»; • Estos personajes establecen una relación entre unos movimiento corpóreos de una «tercera persona»15 y unos contenido mentales también de dicha «tercera persona»; • La «primera persona» —sea el soldado o la enfermera— experimenta estados mentales distintos a los suyos. Como se ve, mientras el conocimiento de «otras mentes» corresponde a una de las cuestiones que deben ser resueltas dentro de la filosofía de la mente, el dilucidar sobre aquella extraña razón que hace que la «primera persona» experimente los estados mentales de la «tercera persona» sería la inquietud central que ha motivado las teorías de la comunicación humana. No obstante, el diálogo de las inquietudes sobre la comunicación con la filosofía de la mente deja al descubierto otro asunto acerca de la motivación de nuestras preguntas esta actividad humana. Ésta es la idea de una «asimetría» entre «primera persona» y la «tercera persona» como condición sine qua non de la actividad humana de la comunicación. La pregunta por aquella razón sobre la experiencia de «otras mentes» plantea la idea de que existe una diferencia necesaria entre la vivencia íntima de los contenidos mentales de la «primera persona» y la experiencia de los contenidos mentales de una «tercera persona». No habría entonces actividad humana de la comunicación si no existiera una diferencia sustancial entre las mentes o personas. Se trata de un asunto que ciertamente podría haber sido considerado en las hipótesis contemporáneas de la comunicación. La tradicional perspectiva de la teoría Cibernética, al estimar los principios de la termodinámica, parece reconocer éste carácter al estimar los cambios de estado de los sistemas y al analizar la transferencia de información. Lo mismo podría asumirse en la perspectiva Interaccionista Simbólica, que parte por afirma el carácter dialógico para la producción de sentidos y significados. No obstante, al revisar estas teorías populares de la comunicación, se puede advertir que en ambas se plantea una aporía, si tomamos como premisa mayor de nuestro análisis la mencionada «asimetría» entre la «primera persona» y la «tercera persona» como condición sine qua non de la actividad humana de la comunicación. En el caso de la teoría Cibernética –al igual que en la Teoría Matemática originaria- se plantea como objetivo y fin de la comunicación, llegar al equilibrio del sistema o disminuir el nivel de entropía de éste. Frente a la visión interaccionista, se asume como propósito de la comunicación la producción de significados comunes entre los organismos o miembros de una comunidad para alcanzar algo así, como una afección recíproca democrática y equitativa entre dichos miembros en dicha producción. Es en este momento en donde, para ambos casos, la aporía se configura, pues se propone como finalidad de la comunicación precisamente alcanzar o mantener una «simetría» entre la «primera persona» y la «tercera persona». En la mayoría de nuestros discursos observamos a la comunicación como un instrumento o mecanismo para presente en el solo hecho de que el soldado conoce los estados mentales de los médicos, también defienden que el canto hecho por un poeta a la luna es una situación de la misma índole. 15 De allí que, según el médico, no hubiera una situación comunicativa.

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alcanzar el equilibrio en un sistema, o para buscar el consenso o la participación democrática en la producción, por ejemplo, de cultura. Algunas preguntas se generan a partir de allí. ¿Es posible sostener, buscar o desear la existencia de una igualdad presocial o suprasocial en las teorías de la comunicación? Si fuéramos todos iguales, si todos tuviéramos los mismos sistemas códigos, los mismos sistemas sociales o las mismas estructuras mentales, o incluso los mismos imaginarios, habría comunicación o sería necesaria la comunicación? Podría ser pertinente empezar a reconsiderar presupuestos que gobiernan las teorías de la comunicación humana, y desde ellas, las teorías de la comunicación impersonal, de masas o como quiera llamárselas. Podría ser pertinente comenzar a revisar las consideradas “primeras teorías de la comunicación” y mirar el sentido originario de la Retórica en el que se parte de reconocimiento de la pluralidad y del dialógo -mediante el lógo- (Ramírez, 1999), sin que ello signifique la búsqueda de consenso o de equilibrio alguno.

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La información científica para públicos heterogéneos: algo más que ciencia disciplinar1 Carlos Emilio Raigoso Camelo 2 Artículo recibido el 11 de Julio de 2011, aprobado para su publicación el 25 de septiembre de 2011.

Resumen El presente artículo esboza de manera preliminar algunas reflexiones y datos que surgen del trabajo de investigación denominado: GLIFOSATO. Representaciones de la Ciencia y Modelos de Comunicación Científica en un ambiente de controversia. Una revisión de la comunicación científica en torno al glifosato entre 1980 y 2008 en la revista SEMANA, realizado para el Grupo de Investigaciones de la Comunicación de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. El texto puesto a consideración propone el examen de algunos tópicos de comunicación científica que la revista Semana realiza cuando informa sobre las fumigaciones con glifosato. En particular da una mirada a la relación entre información científica y otros tipos de información, y al uso de fuentes periodísticas en la producción de estos textos. Los análisis están realizados con base en la información definida, recogida y clasificada en los instrumentos que hacen parte de la investigación en curso y a partir de la información recogida en el libro Percepciones sobre la ciencia y la tecnología en Bogotá que el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología publicó en 2009.

Abstract This article draws in a prelimary way some reflections and data coming from the research GLYPHOSPHATE. Science representations and scientific communication models in a controversy environment. A revisit 1 Artículo producido en mayo de 2009 2 Carlos Emilio Raigoso Camelo. Estudiante del Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales Universidad Nacional de Colombia. Integrante del Grupo de Investigaciones de la Comunicación de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales, Integrante de Grupo de Estudios Sociales de la Ciencia, la Tecnología y la Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, y Jefe (C) de Unimedios UN Radio, emisora de la Universidad Nacional de Colombia. ceraigosoca@unal.edu.co La información científica para públicos heterogéneos:... - pp 53 - 64

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of scientific communication around gliphosphate between 1980 and 2008 in Semana magazine, achieve for the Communication Reserch Group of the Manizales university. The text presented here proposes an exam of some scientific communications topics that Semana magazine performs when it informs on glyphosphate fumigations. It gives a look to the relation between scientific information and other kinds of information, and to the use of journalist source in the production of these texts. The analysis are based on the information defined, recolected and clasified in the instruments that are part of the research in course and on the information recolected in Perceptions of science and technology in Bogotá book, published by Colombian Observatory of Science and Technology in 2009.

Introducción En un texto anterior (Raigoso, 2006, p.8-9) me referí a una serie de producciones que se pueden catalogar como formas específicas de comunicación científica para públicos heterogéneos que incluyen agentes de producción -de alguna manera especializados- como científicos, científicos divulgadores o periodistas científicos, y agentes receptores también especializados o por lo menos fuertemente interesados en los temas científicos. Allí señalé la existencia de elaboraciones que recogen las formas de representación de expertos científicos para expertos científicos (comunicación entre pares), de expertos científicos para legos (en muchos casos con la participación de comunicadores y periodistas) o de la formas de representación del lego para ser incorporadas en los procesos de comunicación. En el primer caso se habla de la comunicación estrictamente especializada (intercambio entre expertos) en tanto que en el segundo y tercer caso estamos hablando de comunicación con propósitos de difusión, divulgación (popularización), alfabetización o apropiación pública de la ciencia. Estos productos pueden agruparse bajo la denominación de Comunicación Científica, entendida ésta como acciones fundamentalmente concentradas en la comunicación de las perspectivas disciplinares o en el tratamiento de problemas científicos específicos (ya sea solo con la incorporación de las nociones disciplinares o con la inclusión de los conocimientos legos y sus posiciones frente al saber experto), ejercida por agentes especializados en ciencia y/o en comunicación científica. Junto con este panorama de las comunicaciones científicas existe otra serie de productos de comunicación (a mi juicio, la mayoría) que no pueden catalogarse como trabajos específicos de comunicación científica pero que incluyen de manera importante referencias a la ciencia, a los científicos, al conocimiento científico y a la relación que ellos establecen con otros cuerpos de conocimiento y con otros agentes. Es así, que muchos de los problemas centrales de la sociedad aparecen como problemas de orden político, económico, social y no como problemas estrictamente científicos, y que su estudio y solución -o por lo menos la presentación de su solución- implica la referencia a posiciones y decisiones de orden tecnocientífico. De acuerdo con estas consideraciones, se puede señalar que más que textos de comunicación científica lo que usualmente allí se encuentra y analiza es la información

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científica imbricada y entrelazada con otros tipos de información -también relevante para el problema que se está estudiando. En el presente artículo me concentraré sobre los textos aparecidos en la revista Semana para examinar la importancia, interés y especificidad otorgada a la información científica relacionada con el glifosato durante el período comprendido entre 1980 y 1992. Estos análisis y reflexiones hacen parte del proyecto de investigación señalado.

¿Por qué estudiar estos textos? La importancia de los textos –y los géneros periodísticos incluídos- que incorporan perpectivas sobre la ciencia, sin que ellos puedan ser considerados como trabajos específicos de comunicación científica (en contraste con los trabajos de divulgación científica o de apropiación científica que por su propia elaboración incorporan cierto grado de especialización) radica en que: a) ellos son una parte importante del consumo de información científica y hacen parte de los procesos de comprensión pública de la ciencia dentro de contextos culturales específicos y cotidianos; y b) el consumo de este tipo de información es un ingrediente importante de la construcción de la opinión pública.

Comprensión pública de la ciencia. Contextos culturales locales El tema del riesgo científico y tecnológico con frecuencia se presenta como el conjunto de amenazas que se ciernen sobre la humanidad, independientemente de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales de cada una de las sociedades, de cada uno de los estratos sociales y de cada una de las personas. Es decir, se presenta una perspectiva global del riesgo (Beck, 1986). Dentro de esta tendencia se concentran los problemas sobre el calentamiento global, los problemas de agua, los biocombustibles, las células madre, la energía nuclear y de manera más reciente y cercana el tema de las epidemias ocasionadas por virus (tanto el A(H1N1), gripe porcina como el A(H5N1) 3. De manera complementaria, se puede señalar una segunda forma de concebir y comprender las situaciones de riesgo: la que puede situarse en contextos más reducidos –ya no globales- con impacto sobre poblaciones concretas y que para el presente artículo podría denominarse una perspectiva local del riesgo. Allí los problemas cientìfico-técnicos propios de la comprensión del riesgo están asociados con agentes precisos y cercanos, altamente relacionados con los problemas de empleo, salud y educación que hacen parte de la vida cotidiana de comunidades concretas. Algunos estudios sugieren que en comunidades en donde existe una múltiplicidad de preocupaciones cotidianas, aquellas relacionadas y derivadas de la actividad científica y tecnológica tienden a quedar convertidas en asuntos subsidiarios, desaparecen de la vista dentro de los 3 Un tema interesante en la comuniación científica y que podría ser motivo de revisión es la introducción y uso de nombres científicos y comunes como caracterización de objetos científicos y de sus implicaciones para los grupoos sociales implicados. La información científica para públicos heterogéneos:... - pp 53 - 64

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discursos locales y se convierten en preocupaciones secundarias comparadas con otros tipos de inquietudes que las sociedades locales enfrentan y que consideran de primer orden como el empleo, la vivienda o la violencia (Irwin, Dale, Smith, 1996). Es precisamente dentro de estos contextos de preocupación primaria en donde los problemas relacionados con ciencia y tecnología adquieren sentido, y es allí mismo en donde la información suministrada y obtenida tiene significación. Irwin, Dale y Smith señalan que las preocupaciones sobre la salud, la contaminación ambiental y la seguridad industrial (temas con fuertes componentes tecnocientíficos) en las poblaciones de Clayton/Beswick y Ecles (áreas dentro de Greater Manchester, Noroeste de Inglaterra) son comprendidas por sus habitantes en un contexto marcado por las condiciones de empleo, vivienda y seguridad en la zona. En su trabajo estos autores señalan que los habitantes de estas áreas consideran que los temas de riesgo derivado de la contaminación y de la actividad industrial tienen un grado menor de importancia comparado con otros temas sociales como el desempleo, la violencia y las condiciones de vida. Sin embargo, también señalan los autores que esta menor importancia otorgada a este tipo de preocupaciones no indica que la población no manifieste un sentimiento de incomodidad y preocupación. Sin pretender sustentar que la actividad periodística sea un reflejo de una realidad compleja, se puede estudiar la forma en que los medios de comunicación recogen y configuran los problemas que se comunican como propios de una comunidad. La ventaja, y a la vez la dificultad, de estos textos yace en su generalidad, en la diversidad de elementos que reunen para comunicar un objeto o problema. La especialización comunicativa (tan de moda y tan demandada) desaparece y ella queda relegada a las revistas disciplinares o a las revistas de divulgación científica. En este sentido, los textos periodisticos se constituyen en formas comunicativas que el medio con el que circulan considera como la selección de los problemas locales más acuciantes (o más publicitados) en donde las nociones sobre la ciencia, el científico, el conocimiento científico y el público aparecen interelacionadas, imbricadas y en competencia con otros agentes y perspectivas sobre el problema.

Consumo de Medios y de información. Confianza en las fuentes El registro y medición de los consumos de comunicación científica se hace de diversas formas. El consumo de literatura especializada se mide de acuerdo con las citaciones que los escritores relacionan en sus producciones. Hay trabajos de medición locales sobre los consumos en ciencia y tecnología. El estudio del OCyT (2009) es un ejemplo. Se han realizado, además, varios registros del consumo de medios masivos, de la de información que el público consume, de la caracterización de ese público y de las posibles circunstancias en que lo hace. Dada la especificidad del tema, la pertinencia y la actualidad de la información para el estudio de la información científica en la revista Semana (relacionada con el glifosato) se tomarán los datos publicados por el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología en el año 2009 en el libro Percepciones sobre la Ciencia y la Tecnología en Bogotá. Con base en esta información se examinarán dos temas relacionados con el consumo de información. El primero de ellos se refiere a la confianza en las fuentes de información cuando existe una controversia tecno-científica y el segundo se relaciona con el tipo de información que se consume.

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De acuerdo con la información recogida y publicada en este estudio (OCyT, 2009) se tiene que los encuestados manifestaron que confían de manera importante en los medios de comunicación como fuentes de información cuando existe una polémica en ciencia y tecnología (OCyT, 2009, 135). En el caso de controversias tecnocientíficas, el primer agente de confianza -como fuente de información- se concentra en las Universidades y centros públicos de investigación (62,43% como primera opción), seguido por lo Medios de comunicación (20,45% como segunda opción) y por las Asociaciones ecologistas (con un 14,86% como segunda opción). Es importante señalar que en temas polémicos sobre temas de CyT el Gobierno (7,12% como primera opción y 5,68% como segunda opción), los Movimientos sociales (1,62% como primera opción y 2,43% como segunda opción), las Empresas (1,53% como primera opción y 2,88% como segunda opción) y los Sindicatos (0,63% como primera opción y 1,71% como segunda opoción) son considerados menos confiables por el público encuestado. Es decir, que si alguien buscara o recibiera información que considerara confiable4 primero se orientaría hacia las universidades y centros públicos de investigación, en segundo lugar hacia los medios de comunicación y luego hacia las asociaciones ecologistas. Más que una clasificación lo que pretendo sostener es que los medios de comunicación se configuran y se aprecian como fuentes importantes de información considerada confiable. Un segundo aspecto, importante para la revisión de los textos que tratan temas con componentes tecnociencíficos, radica en el interés que los temas tienen para la población en general. Según la consulta realizada, el público encuestado manifestó mayor interés en temas de Medicina y salud (61,89%), medio ambiente y ecología (57,57%) y alimentación y consumo (56,58%) seguido por los temas de Ciencia y Tecnología (46,85%), Economía y empresas (45,14%), Deportes (41,89%), Cine, arte y Cultura (35,86%), Política (13,60%) (OCyT, 2009, 36). Sin embargo, el mismo estudio señala que estos temas no son los que representan mayor consumo: “El 19,26% de las mujeres que leen periódico escogieron como primera sección la de política nacional, el 11,82% economía y el 9,8% salud. Los hombres que leen el periódico se inclinan por la secciones de política, 28,53%, deportes 19,02% y economía 14,42%. La sección de ciencia fue escogida por el 4% de los encuestados como su primera opción; el 7,02% como la segunda opción y el 6,3% como la tercera opción.” (OCyT, 2009, p.40). Esta información me permite señalar que, por lo menos en Bogotá, los textos referidos a temas que no están directamente asociados con los objetos de CyT son los que muestran un mayor consumo informativo dentro de la población general tal como lo registra el estudio del Observatorio. En este sentido se puede afirmar que los temas de ciencia y tecnología, visto desde el consumo de medios, como indicador de su importancia, no son los principales asuntos sobre los que la sociedad se informa. Sin embargo, de estos datos no se puede afirmar de manera directa que ellos no constituyan preocupaciones centrales de la comunidad, como tampoco que la comunidad tenga un escaso interés en los temas de CyT o que este comportamiento revele una escasa comprensión de ellos. Estas tres características (confianza en los proveedores de información en caso de controversia en temas científicos, interés en dichos temas y el consumo de información) parecen 4 La confianza será uno del los temas desarrollados en la investigación señalada. La información científica para públicos heterogéneos:... - pp 53 - 64

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sugerir la existencia de un público que otorga un grado importante de confianza a la información suministrada por los medios de comunicación, que está interesado en temas de ciencia y tecnología con especial énfasis en salud, medio ambiente y nutrición y que a la vez tiene un consumo elevado en temas de política, economía y salud. Esta combinación de orientaciones registradas son las que sugieren el estudio de textos que circulan en un medio de comunicación masivo, que están relacionados y clasificados fundamentalmente como temas de política, economía y orden público, y que a la vez incorporan relaciones importantes con los temas de ciencia y tecnología (salud y el medio ambiente).

Comprensión Pública de la Ciencia. La información científica en el contexto de otras informaciones Los trabajos sobre Comprensión Pública de la Ciencia (Wynne, 1992), (Wynne, 1996), (Irwin, Dale,Smith, 1996) en contextos locales señalan que la ciencia no corresponde con una imagen uniforme sino que por el contrario está compuesta por una variedad de experticias técnicas disponibles para la gente y que ellas son ofrecidas por diferentes grupos sociales y en diferentes situaciones. De tal forma que los grupos sociales que intervienen en los procesos de producción de conocimiento seleccionan y diseminan ciertos contenidos. Es posible, por lo tanto, que los diferentes conocimientos y posiciones incorporen diferentes compromisos institucionales y sociales. Adicionalmente, uno de los aspectos más interesantes de estos trabajos señala que “…es importante reconocer que la ciencia como tal, a menudo “desaparece” de la vista dentro de los discursos locales…” (Irwin, dale, Smith, 1998)5* De cara a estos procesos de comprensión pública de la ciencia es que pretendo revisar el tratamiento periodístico de la información científica que se incorpora en la comunicación relacionada con el glifosato en la revista Semana y en especial algunas formas de relación que se pueden registrar entre la ciencia y otros campos de la actividad social contemporánea. El corpus de estudio para el presente artículo es el conjunto de textos que la revista Semana ha publicado en torno a las fumigaciones con glifosato desde 1980 hasta 1992. El interés de estos textos radica en que allí aparece la información científica de una manera más “natural” al lector heterogéneo, incorporada en los temas que componen y marcan la actividad de una sociedad. Allí no se desarrollan grandes explicaciones sobre la terminología técnica, sobre los procesos científicos, sobre las nociones y el rigor científicos, sino que ellos por el contrario están fuertemente orientados a la formación de la opinión pública sobre un tema, a partir de diversas opiniones y conceptos emitidos por diversos grupos de interés, siendo uno de ellos las nociones y resultados de organizaciones tecno-científicas. A diferencia de los textos de divulgación o popularización científica estos registros hacen parte de la información de consumo cotidiano, dirigidos a publicos heterogéneos.6 Allí, más que un análisis de un pro5 * Traducción libre del autor del presente artículo 6 Pareciese que los públicos heterogéneos en comunicación científica son públicos no necesariamente expertos. Sin embargo, tengo la sensación que el consumo de medios sobre temas científicos tiene dos grandes grupos desde la perspectiva del público. El primer segmento es un público heterogéneo altamente interesado en temas científicos particulares, de ahí su necesidad de buscar y consultar fuentes expertas para comprender los

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ducto particular de comunicación científica es el análisis de la comunicación científica que se incorpora en la información política, social y económica.

Fumigaciones con glifosato. Análisis cuantitativo del cubrimiento periodístico Aunque los archivos digitales consultables de la revista Semana están disponibles a partir de 1980, los registros más antiguos en esta revista publicados sobre las fumigaciones con glifosato, datan de 1987. Para algunos autores como Gonzalez (citado en Salgado, 2009) las fumigaciones con glifosato en Colombia tienen su aparición a finales de los años 70, con el auge de la “bonanza marimbera” y se representa públicamente como un mecanismo para detener el crecimiento de esta actividad y evitar su florecimiento. Así, en 1987 en la revista Semana se manifiestan los fines y virtudes de este tipo de estrategías: “La campaña antidrogas iniciada por Ronald Reagan desde que asumió la Presidencia de Estados Unidos logró -especialmente a partir de 1984 cuando se iniciaron las fumigaciones con glifosato y paraquat en plantaciones de La Guajira y meses antes en México- disminuir contundentemente el cultivo de marihuana en Colombia y otros países de América Latina.” (Revista Semana, 1987). En contravía, frente a este tipo de afirmaciones sobre la finalidad del uso de este químico, se contraponen una serie de comentarios que cuestionan la medida, que introducen preguntas y que, frente a un tipo de eficientismo, presentan versiones del glifosato centradas ya no en esta sustancia como dispositivo para detener el crecimiento de los cultivos ilícitos sino como un elemento -producto de la ciencia e incorporado en una política- que ocasiona impacto sobre el ecosistema en donde se aplica, en la salud de los habitantes de la región en donde se utiliza y sobre su capacidad para disminuir los cultivos y limitar la expansión de esta actividad. En el mismo año, la misma revista recoge las primeras afirmaciones sobre ello: “En el Consejo Nacional de Estupefacientes se estudian actualmente el triclopir, el tordón y el glifosato, pero no están debidamente autorizados para emplearlos, debido a las controversias desatadas por el daño ecológico que causan.” (Revista Semana, 1987). Desde las primeras informaciones la controversia está planteada y a ello no se sustrae la información suministrada por la revista Semana. Es en torno a esta polémica (de aplicar o no el glifosato) que los conceptos científicos y técnicos se proponen como argumentos a favor o en contra de una política de fumigación con glifosato, pero es también allí en donde el conocimiento científico se representa en interacción con otras esferas de la actividad social y, por lo tanto, con otros agentes que determinan una política antidrogas. problemas. El segundo grupo, a mi modo de ver la mayoría, es un público interesado en temas no científicos pero que reciben información científica sobre los temas sobre los que consulta. Información menos desarrollada, más síntética, con un uso intensivo de cajas negras pero por lo mismo con una gran capacidad de ser incorporada dada su simplicidad. La información científica para públicos heterogéneos:... - pp 53 - 64

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De acuerdo con las citas señaladas, las fumigaciones que pretender acabar con los cultivos de Marihuana se representan como acciones dentro de una política transnacional antidrogas, con el concurso de unas instituciones nacionales encargadas de los sistemas de regulación que aprueban o no su uso, con la expectativa de unos posibles daños ecológicos y con el señalamiento de unos sujetos que controvierten la medida. Bajo estas consideraciones sostengo como hipótesis que una parte importante de la información científica que circula para públicos heterogéneos en medios masivos circula mezclada con muchos otros tipos de información que constituyen la configuración pública de los problemas más acuciantes de una sociedad y que se registran como noticia o como información cuyuntural. Para acceder a la información relacionada en el revista Semana se utilizó la palabra “glifosato” como clave para la búsqueda en los archivos digitales de esta publicación. Allí se encontró que existen nueve (9) textos que la incluyen, con registros desde 1987 hasta 1992. Esto nos deja un promedio de 1,5 textos o notas por año.7 A pesar de las consideraciones numéricas se puede señalar que el tema de las fumigaciones con glifosato no son en esa época todavía un problema central y relevante para este medio. Aquí es importante señalar que existe una cierta sincronía entre los eventos que suceden en la vida política, económica y social de una comunidad y el registro que los medios hacen de ellos, sobretodo cuando a estos se les asignan ciertos sentidos de importancia. Vale la pena indicar que no todo lo que está en los medios puede considerarse importante para la sociedad, pero generalmente todo evento que se considere de importancia para la sociedad es registrado por los medios. En este sentido existe cierta correspondencia entre eventos y su cubrimiento periodístico (en sus diversas formas).8 La distribución en la revista Semana de los textos hallados es la siguiente: SECCIÓN Mundo Nación Enfoque Opinión Total

CANTIDAD DE TEXTOS APARECIDOS POR SECCIÓN 1 6 1 1 9

% 11 67 11 11 100

Según la ubicación de la información en la revista es interesante señalar que los contenidos sobre las fumigaciones con glifosato se presentan en primer término como un problema local, referido al país (Colombia). Solo un texto establece algún tipo de relación internacional o referida a otro país. Un segundo aspecto importante, derivado de estos datos, es el señalamiento que se puede hacer para sostener que la información sobre el glifosato no se ubica en secciones dedicadas al desarrollo de temas de ciencia y tecnología como: ecología, 7 Es importante señalar que este promedio no refleja la importancia del tema por lo menos en el registro de prensa. Aunque ella señale 1,5 textos por año se tiene que existen varios años (1990 y 1991) que no contemplan ningún tipo de información publicada, es decir, que el tema pasó desapercibido en este medio durante algún tiempo. 8 Este tema será desarrollado ampliamente en el informe de investigación pero no acá.

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medio ambiente, salud o agricultura. Es decir, la información puesta en circulación sobre un tema que depende en principio de caracterizaciones tecnocientíficas no se ubica en secciones especializadas para la divulgación científica que permitirían un posible y amplio desarrollo conceptual. Por el contrario, se tiene que la información sobre el glifosato está ubicada en secciones que están dedicadas al tratamiento de los problemas nacionales de orden político, económico y social. Un segundo elemento a tener en cuenta para el análisis de la cantidad de información aparecida en la revista Semana de 1987 a 1992 es la relacionada con el tipo de texto que comunica: TIPO DE TEXTO Análisis Crónica Opinión Breve (Noticia)

CANTIDAD 6 1 1 1 9

% 67 11 11 11 100

De los nueve (9) textos que corresponden entre 1980 y 1992 solo uno (11%) es un texto noticioso, entendido este género como la descripción de un evento preciso, particular y novedoso. Los demás textos están orientados a mostrar procesos (crónica, 11%) o a brindar los elementos para la formación del criterio del público en torno al tema (Análisis, 67% y Opinión, 11%). Desde esta perspectiva se tiene que esta revista tiene como horizonte conceptual el suministro de información para el análisis y la formación de opinión del público (77% de los textos). Esta perpectiva se ve reforzada por la caracterización y forma de aparición de la revista Semana: publicación que supone no dar cuenta de los sucesos “noticiosos” diarios de una sociedad y que por el contrario -dado el carácter de revista (más especializada que un periódico)- se orienta con mayor énfasis a la elaboración de textos más complejos con finalidades de análisis sobre la actividad social que se considere más importante. Un tercer elemento derivado del análisis de la información obtenida se refiere al número y tipo de fuentes periodísticas que fueron utilizadas para dar cuenta de este fenómeno. Las fuentes fueron organizadas en tres grandes grupos: a) las que están adscritas a los organismos del Estado y que de diversas maneras intervienen en los sistemas de control y decisión de una política; b) las que están organizadas bajo algunos principios (económicos, políticos, ideológicos) y que representan a ciertos grupos sociales y c) la población misma, los sujetos que hace parte de una comunidad pero que no están organizados bajo ningún principio, salvo el de pertenecer a una comunidad específica. Según la clasificación que se ha establecido se encuentra que entre las que representan al Estado están las autoridades del poder ejecutivo, legislativo o judicial, la fuerza pública, el defensor del pueblo y los expertos asociados al sistema de control (varios de estos organismos tienen una relación directa con el gobierno y en muchos casos dependen directamente de él); la Sociedad Civil está representada por ONG´s, los partidos políticos, los medios de comunicación, los expertos independientes, los expertos asociados a ONG´s y los expertos de las empresas privadas; y la población afectada constituye a la población civil. La información científica para públicos heterogéneos:... - pp 53 - 64

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AGENTES E INST. ESTATALES

FUENTES SOCIEDAD Cant. CIVIL

Cant.

%

Poder ejecutivo Nacional

1

7

Fuerza Pública

2

14

Legislativo

0

Judicial

0

0

4

29

0

7

Experto empresa privada Representante de la Comunidad (líder indígena, gobernador de un cabildo)

50

Ministerio Público (Defensor del Pueblo) Experto Sistema de regulación Poder ejecutivo Internacional 14 Porcentaje por grupo (%)

Partido Político Movimiento social (ONG, asociación) Medio de Comunicación Experto Independiente Experto ONG

%

POBLACIÓN CIVIL (Campesinos del Putumayo) Lego afectado Lego no afectado

Cant.

%

5

43

0

0

0

0

0

1

7

0

0

0

0

0

1

0

0

2

5

14

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La clasificación pretende dar cuenta de la participación en la comunicación de las diversas posturas que aparecen en los diferentes textos y que se consideran básicas para analizar el tipo de cubrimiento que realizó el medio de comunicación. De su participación (y no me refiero únicamente al número de veces que cada grupo aparece en los textos)9 se pretende extraer la orientación que el texto establece en la comunicación que realiza. El tema de la fuentes es uno de los más interesantes desde una perspectiva de la sociología de la ciencia y claro desde el campo de la comunicación. Por una parte, en términos de la lógica de la construcción de comunicación se considera fuente a aquel sujeto (individual) que puede hacer una política de la representación (Woolgar, 1991), es decir, que pueda tomar la voz y el pensamiento de una colectividad y pornerla en público. De ahí que en el campo periodístico se examine con cierto cuidado la relevancia y pertinencia de la fuente, aún en casos en los que éstas escasean, y que el valor de un texto esté también definido por la apreciación que se haga sobre las fuentes. De manera complementaria y como parte de la retórica del texto, la fuente es también autoridad autorizada. Es ella la que establece en público diferenciaciones, definiciones, la que argumenta, la que confronta su criterio con otros, y ello sólo es posible si 9 La participación de la fuentes no solo implica un análisis de cuantas veces aparece un grupo en los relatos sino también del orden, la participación dentro del texto y el rol que desempeñana. Una medida cuantivativa como la que aquí se señala podría indicar un equilibrio en la consulta de las fuentes pero solo un análisis cualitativo de los textos podría brindar elementos para el estudio de su participación. Este desarrollo hace parte de la investigación en curso

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el agente, considerado fuente, reúne o puede reunir como parte de su posición una serie de recursos cognoscitivos, sociales y éticos para ello. Volviendo a los datos encontramos que los textos aparecidos en el periodo de 1987 a 1992 tienen la siguiente composición: las fuentes que pertenecen al Estado ocupan el 50% de la participación en los textos, las que corresponden a la Sociedad Civil un 14% y las que conforman la población civil están en un 36%. De los nueve (9) textos de este período solo cuatro (4) incorporan fuentes para la elaboración de la información (dos en 1987, uno en 1988 y uno en 1992). Este registro permite indicar que la fuente que tiene mayor presencia cuantitativa es el Estado y dentro de él la mayor representación la poseen los expertos asociados al sistema de regulación (con 29%)10f. Es decir, que la mayor parte de la información suministrada al público está basada en los agentes que representan el saber tecnocientífico asociado al Estado y que, se supone, aportan los elementos disciplinares para la toma de decisión del poder ejecutivo. En segundo lugar estas cifras permiten señalar que la Sociedad Civil se manifestó en este periodo a través de un experto independiente y por medio de un gobernador de un cabildo indígena, y la Población Civil a través de los afectados (legos). Aunque pareciese que la población civil tiene una alta participación como fuente (43%) en la información suministrada durante el período es importante señalar que los “testimonios” recogidos y que sirven como fuente están concentrados en un solo texto (uno de los dos de 1987). La información suministrada en los textos que hacen referencia al glifosato está concentrada en afirmaciones de expertos (tanto del Estado como de la Sociedad Civil, entre ambos un 57%), cifras que nos permiten afirmar que la comunicación que se hace sobre el glifosato durante este periodo y que está entrelazada con otros tipos de información está concentrada en los agentes expertos ya sea como agentes del Sistema de Regulación o como expertos independientes. Finalmente, el cruce de los datos obtenidos de la clasificación de los textos de la revista Semana con los datos recogidos por el Obsevatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología permitirían preguntarse por la “credibilidad” en la información suministrada en la medida que el gobierno aparece como un agente poco confiable en casos de controversia (OCyT, 2009, 135), pregunta que también puede extenderse a los textos que no utilizan fuentes sino que operan como análisis o como columnas de opinión, en cuyo caso gozarían de una considerable credibilidad en la medida que esta información es asociada al medio de comunicación (revista Semana), agente en el que se deposita mayor confianza como generador de información (OCyT, 2009, 135).

Conclusiones • En primer término debo señalar que la información de carácter general sobre un aspecto tecnocientífico está atravesada y compite con otras, que suministran otros criterios para la formación de la opinión pública. 10 El Sistema de Regulación está considerado como los agentes expertos individuales y colectivos que hacen parte del Estado y que son los encargados de suministrar y producir la información de orden científico-técnico que el Estado necesita para la toma de decisiones. En Colombia y en el caso particular figuran organismos como el Ministerio del Medio Ambiente, El Inderena, el Consejo Nacional de Estupefacientes). La información científica para públicos heterogéneos:... - pp 53 - 64

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• La información de orden tecnocientífico parece quedar invisibilizada dentro del contexto de la revista. Los datos cuantitativos así lo indican. El tratamiento del glifosato se hace en secciones que no están orientadas al desarrollo de temas de este tipo. • Dada esta subordinación de la información científica con respecto a la información política, económica y social es muy probable que del tratamiento y presentación de la información para públicos amplios se derive la reiterada afirmación de los científicos y grupos expertos sobre la necesidad de entregar cada vez mayor información científica disciplinar para que el público pueda comprender la profundidad de este conocimiento y para que pueda entender la razones de los sistemas expertos a la hora de las decisiones. • El conteo de fuentes permite establecer que son las instituciones asociadas al Estado (y en buena medida al gobierno) quienes tienen mayor presencia en este medio, con una ausuencia importante de la Sociedad y la Población Civil. • Aunque la información sobre el glifosato no esté desarrollada en secciones especializadas dentro de la revista, es importante señalar que los expertos (sobre todo los que pertenecen al sistema de regulación) son un recurso importante como fuente de la información. • La correlación entre consumo y producción deja entrever cierta tensión en la apreciación sobre las fuentes. Por una parte se tiene que el público consultado manifestó tener una confianza limitada en la fuentes que representan o se consideran asociadas al gobierno. Sin embargo, la revisión de la producción indica que son precisamanente las fuentes clasificadas como Estado (varias del gobierno) las que constituyen el mayor recurso a la hora de publicar la información.

Bibliografía Beck, U. (2006) La Sociedad Del Riesgo. En Camino Hacia Otra Sociedad Moderna. Paidos. González Plazas, S. (2006). El Programa de Erradicación de cultivos ilícitos mediante aspersión aérea de glifosato: Hacia la clarificación de la política y su debate En http://ideas.repec.org/p/col/000175/004664.html Irwin, A., Dale, A. and Smith, D. (1996): Science and Hell’s kitchen: the local understanding of hazard issues. In Irwin, A. and Wynne, B., editors, misunderstanding science? The public reconstruction of science and technology, Cambridge: Cambridge University Press, 47-64. Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología. (2009). Percepciones sobre la ciencia y la tecnología en Bogotá. Raigoso, C. (2006). La Comunicación científica. Una mirada desde los estudios sociales de la ciencia. Revista escribanía, p. 8 y 9. Salgado Vélez C. (2009). Análisis del discurso mediático con relación al impacto ambiental del glifosato. Trabajo de Graduación. Universidad de Manizales. Revista Semana. (1987). POLVORA EN GALLINAZOS Mientras Reagan insiste en exámenes antidrogas a funcionarios, crece siembra de marihuana en EE.UU. 22 de junio. Revista Semana. (1987). LOS NARCO-MINIFUNDIOS. Mar de coca en el Putumayo revela una nueva modalidad de la agricultura de subsistencia. 20 de julio. Woolgar, S. 1991. Ciencia: Abriendo la caja negra. Barcelona. Editorial Anthropos. Wynne, B. (1992). “Misunderstood misunderstanding: social identities and public uptake of science.” Public Understanding of Science 1:304, 281. Wynne, B. (1996). “May the sheep safely graze? A reflexive view of the expert-lay knowledge divide.” Risk, Environment and Modernity: Towards a New Ecology 44–83.

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El Tiempo: Cien años en la jugada política Maryluz Vallejo Mejía 1 Artículo recibido el 5 de septiembre de 2011, aprobado para su publicación el 14 de octubre de 2011.

Resumen El Tiempo, diario de referencia en Colombia, fue fundado hace cien años para impulsar el movimiento político del Republicanismo en medio de la Hegemonía Conservadora. Pasó por épocas de apogeo, como cuando el director Eduardo Santos ocupó la silla presidencial (1938-1942) y de censura bajo el régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957). Así hasta nuestros días, cuando uno de los “delfines” de la familia fundadora, Juan Manuel Santos, se convirtió en el segundo Presidente de la República salido de esta casa editorial. En este repaso histórico, apoyado en archivos de prensa, en la historiografía (incluido el libro de mi autoría A plomo herido) y en voces críticas, se demuestra cómo se consolidó el poder político del diario mediante estratégicas posiciones editoriales frente a los principales acontecimientos de los últimos cien años en Colombia.

Abstract El Tiempo, diary of reference in Colombia, was founded hundred years ago to stimulate the political movement of the Republicanism in the middle of the Conservative Hegemony. It happened in epochs of height, as when the director Eduardo Santos occupied the presidential chair (1938-1942) and of censorship under the military regime of Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957). This way to the present day, when one of the "dolphins" of the family founder, Juan Manuel Santos, turned into the second bulging President of the Republic of this publishing house. In this historical revision rested on files of press, in the historiography (included the book of my authorship A plomo herido ) and in critical voices, there is demonstrated how the political power of the diary was 1 Maryluz Vallejo Mejía. Doctora en Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra (Pamplona, España, 1992). Profesora titular del Departamento de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana. Cofundadora en el 2002 de la revista Directo Bogotá, y directora desde el 2004. Investigadora de la historia de la prensa en Colombia, de géneros periodísticos y miembro del Observatorio de Medios. Coordina la Línea de Estudios de Periodismo del grupo de Comunicación, Medios y Cultura de la Pontificia Universidad Javeriana. maryluz.vallejo@javeriana.edu.co, directobogota@gmail.com El Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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consolidated by means of strategic publishing positions to the principal events of last hundred years in Colombia.

Preámbulo Al voltear un siglo atrás la página del diario más influyente de Colombia, encontramos una línea editorial marcada por el “talante santista”, ante todo contemporizador, propio del director-propietario Eduardo Santos, quien gobernó en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial bajo la consigna de “neutrales pero no indiferentes”. Igual hizo su sobrino-nieto Juan Manuel Santos en los primeros meses de su gobierno, al restablecer las relaciones con Venezuela y Ecuador, rotas en el mandato de Uribe Vélez, cuando aquel se desempeñó como Ministro de Defensa. Según afirma con tono zumbón el decano de la caricatura política en Colombia, Héctor Osuna, “el estilo parsimonioso del tío Eduardo encarna hoy en su sobrino nieto, el segundo presidente que sale de los mismos talleres de impresión. […] No era pues de esperarse que el Santos de hoy siguiera los lineamientos de nadie, ni siquiera del auriga en cuyo carro doble-cabina llegó al poder”2 (haciendo referencia a la traición que el Uribismo le endilga). Y es que el hijo se parece bastante al padre, como se advierte en este fragmento del retrato que le hizo Alberto Zalamea a Enrique Santos Castillo, veterano jefe de redacción de El Tiempo: “[…] modelo de periodista sagaz, astuto y elegante, conectado con el mundo social, diplomático y político, siempre con la ‘chiva’ en el bolsillo, amigo de los ‘grandes’ caminando sobre alfombras, perfectamente al tanto de los vaivenes del poder”3. Pero este Santos no era contemporizador como su tío, quien lo desheredó por su fanatismo de derecha, mientras que Hernando, liberal progresista en sus mocedades, fue compensado con un buen paquete de acciones. Pero vamos por partes en este repaso rápido de cien años de historia política de Colombia.

El Republicanismo El 30 de enero de 1911 comenzó a circular El Tiempo en Bogotá, entonces una ciudad de 120.000 habitantes, 36 iglesias y 12 periódicos. Lo fundó Alfonso Villegas Restrepo, uno de los líderes del Republicanismo que llevó al poder a Carlos E. Restrepo, conservador de avanzada que acogió en su gobierno a conservadores y liberales cansados de las guerras civiles y del caudillismo. Dos años después, Eduardo Santos le compró el diario a su amigo y futuro cuñado, y con él comenzó una aventura empresarial exitosa, sin deponer la vocación doctrinaria del periódico. Eduardo Santos contrató a un hábil administrador, Fabio Restrepo, que pronto puso El Tiempo a dar ganancias; en los siguientes años lo igualó con los grandes diarios de América Latina, y durante tres décadas le garantizó la independencia económica. Por eso el director se preciaba de tener “un periódico libre, que por nadie fue subvencionado ni estuvo atado a nadie por oscuros lazos económicos”4. En 1914, en la primera edición del suplemento domini2 Osuna, ‘Lorenzo Madrigal, “La historia de El Tiempo”, El Espectador, 11 de enero de 2011, p. 24. 3 Zalamea, Alberto, Lecturas Dominicales de El Tiempo, “En memoria de Hernando Santos”, 9 de mayo de 1999, p. 10. 4 Nieto de Mazuera, Ma. Victoria, “Charla familiar con Eduardo Santos”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, 28 de agosto de 1988, p. 7.

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cal, Santos dejó sentados estos principios: “El periodismo que muchos llaman moderno, que aspira sólo a satisfacer la pueril curiosidad de un público frívolo, a dar noticias sensacionales, agrandando y exagerando cosas triviales muchas veces, y que busca sólo lo interesante, lo que despierta emociones epidérmicas —periodismo netamente yanqui y al que tienden casi todos los periódicos suramericanos—, no es nuestro ideal” (Santos Molano: 2000, 204). Rendido admirador de la prensa francesa e inglesa (en los años cincuenta, reconoció como su modelo el Manchester Guardian), Santos huía del modelo estadounidense como de la peste. En 1921, el director abandonó el extinto Partido Republicano y adhirió al Liberal. En sus inicios El Tiempo fue un periódico de línea dura que ventilaba los atropellos de los gobiernos de la Hegemonía y el servilismo a Estados Unidos porque el sentimiento anti imperialista estaba enconado desde el zarpazo del Canal de Panamá. En 1915, el diario denunció los contratos leoninos de la United Fruit Company en el Magdalena y sus violaciones a los derechos humanos en el departamento del Magdalena, preámbulo de la masacre de las bananeras ocurrida en diciembre de 1928. Y el documento más completo sobre las sangrientas jornadas cívicas realizadas en Bogotá en 1929 para denunciar la corrupción estatal fue el gran reportaje de Alejandro Vallejo titulado 8 de junio, que se publicó por entregas en El Tiempo.

La República liberal “El Tiempo fue un periódico de estricta vanguardia, liberal en el sentido más profundo del término, baluarte de la oposición al régimen conservador, instrumento expresivo de los sectores jóvenes y progresistas que impulsaron una política de cambio culminada con éxito en 1930 con la elección al poder del presidente Enrique Olaya Herrera. El Tiempo fue anfitrión entonces de una ideología secular que hacía contrapeso a la formidable influencia del clero en la política colombiana […]. Fue vocero de la poesía, la caricatura y las ideas más audaces de aquellas agitadas y pujantes calendas” (Uribe Celis: 1991, 24). Y es que El Tiempo fue la casa editorial del maestro insuperado de la caricatura en Colombia, Ricardo Rendón, cuya crítica punzante fue decisiva en la caída de los gobiernos conservadores que fustigó. Rendón hizo los más virulentos editoriales con sus dibujos, pero cuando el liberalismo retomó el poder con el periodista Olaya Herrera, en 1930, su mirada crítica ya no fue de buen recibo para el diario. Un año después, el caricaturista se pegó un tiro, dicen que desengañado de todo. Con el ascenso de la República Liberal después de 45 años de hegemonía conservadora, El Tiempo se convirtió en aliado incondicional del Presidente y aprobó su política de acercamiento a Estados Unidos, que en 1932 apoyó a Colombia en la guerra contra el Perú. Pero como representante de la derecha liberal, el diario miró con recelo el siguiente gobierno de la Revolución en Marcha de Alfonso López Pumarejo, por los avances que traía su Reforma Constitucional de 1936 en materia de derechos ciudadanos, sindicales y reforma agraria. Durante el primer gobierno de López Pumarejo, los directores de los dos grandes periódicos liberales El Tiempo y El Espectador, antepusieron sus intereses políticos a los empresariales. Además, surgió un tercero en discordia, El Liberal, fundado por Alberto Lleras Camargo en 1938 para apoyar el lopismo. De pedir balcón fue el pugilato que mantuvo El Tiempo con El Liberal, cuyo estilo apasionado y polémico molestó a los partidarios de Eduardo Santos MonEl Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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tejo, particularmente a su hermano ‘Calibán’, cuyos dardos respondían Lleras Camargo y sus colaboradores con fina ironía. Tras la muerte de Olaya Herrera –candidato del liberalismo oficial– surgió la figura de Eduardo Santos (apoyada por El Espectador) para contraponer las candidaturas “revolucionarias” de Jorge Eliécer Gaitán y López Pumarejo. Con el triunfo de Santos asumió la dirección Roberto García-Peña, quien dio línea editorial los siguientes cuarenta años como figura patriarcal imbuida del “talante santista”, que podría definirse así: liberal republicano de la vieja guardia, moderado, tolerante, diplomático y defensor a toda costa de la institucionalidad. García-Peña interpretó plenamente esos principios con editoriales de fina prosa castiza y fue el principal editorialista en los momentos de odio más recalcitrante entre liberales y conservadores. Pero si al lector común se le escapaban los sofisticados razonamientos del director, estaba Calibán para explicar de forma llana y directa el acontecer nacional. En 1932, comenzó a escribir su famosa columna “Danza de las horas”, que sostuvo durante cuarenta años hasta su muerte en 1971. Los escritos del más “tempestuoso”5 y polémico del “santoral” terminaban siempre “en el anti-comunismo, en el anti-modernismo y en la defensa del sistema”6; por ello para unos lectores representaba el oráculo y para otros, la caverna. El equipo editorial lo completaban los sobrinos del presidente, quien no tuvo herederos directos: Hernando y Enrique Santos Castillo. Enrique, padre del actual mandatario colombiano, se inició en los años cuarenta como jefe de redacción y permaneció en este cargo casi medio siglo, hasta volverse una leyenda por su olfato periodístico y su tendencia derechista que le llevó a ejercer un férreo control en la redacción. Buscaba a diario las chivas políticas en el Jockey Club y armaba de la primera a la última página del diario. Gran jefe de redacción de El Tiempo, porque “por sus venas no corría sangre, sino noticias [...]. Su cerebro era una eclosión permanente de información. No se le escapaba el más mínimo detalle y casi siempre tenía la razón” (Villar-Borda: 2004, 255). Tan astuto y hábil para olfatear la noticia política que, según cuenta su hijo, Enrique Santos Calderón7, cuando había elecciones, “el Viejo” pedía los resultados de tres mesas de votación en barrios estratégicos de la ciudad, de todos los estratos sociales, y con esos datos sabía quién era el ganador. Habló al oído de 15 presidentes, al igual que su hermano, Hernando Santos, director en propiedad, quien además se tomó sus güisquis con ellos. Contrapeso de la línea editorial oficialista fue durante cuatro décadas Lucas Caballero Calderón ‘Klim’, el columnista más leído del país, con vena de satírico juguetón, quien supo ponerle zancadilla a la censura que comenzó a arreciar cuando el conservatismo retomó el poder.

La violencia y la dictadura Durante el periodo de la Violencia los medios de comunicación tuvieron un papel protagónico en tanto hicieron parte de la escena política y exacerbaron los odios contra los adversarios. El Tiempo, aunque de forma más sutil que los demás, sirvió de caja de resonancia a 5 El seudónimo rinde homenaje al personaje salvaje del drama de Shakespeare, La Tempestad. 6 Cruz Cárdenas, Antonio, “Calibán, un intérprete del hombre común”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, 27 de septiembre de 1981, p. 5. 7 Lara, Patricia, “Quiero conocer a Tirofijo”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, 2 de diciembre de 2001, p. 7.

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estas pasiones. Por ello, mientras el diario funcionó en la sede de la avenida Jiménez, todas las manifestaciones políticas que se concentraban en la cercana Plaza de Bolívar iban a estrellarse contra la fachada del diario. En esa misma calle, donde también funcionaba El Espectador, ocurrió el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Tras el Bogotazo, los periodistas de ambos partidos convinieron tácitamente establecer la autocensura y bajarle el acento polémico a los comentarios (lo que llamaban “censura entre casa”). En consecuencia, bajo la ley marcial los periódicos circularon sin censura oficial. Sin embargo, las fuerzas del Estado empezaron a perseguir a los periodistas que consideraban en parte responsables de la hecatombe de abril. Algunos fueron condenados a consejos verbales de guerra; otros fueron privados de su libertad por violar medidas del Estado de Sitio. Para evadir a los censores, varios de los columnistas más reconocidos de El Tiempo se asilaron en las páginas de un diario de Medellín: El Correo. “Como el diario era ciento por ciento santista, se insertaban en distintas columnas frases o párrafos de cartas y manifiestos escritos por Eduardo Santos. En tanto lo vedado era la firma del ex presidente, el truco sobrevivía hasta que tarde o temprano los censores detectaban esos extractos políticos mimetizados” (Galvis, Donadío: 1988, 338). En mayo de ese funesto año llegó a la subdirección Abdón Espinosa Valderrama —que venía de trabajar con Alberto Lleras en la revista Semana—, quien desde entonces ha contribuido a mantener la “espina editorial” del diario como asesor y como autor de la columna “La espuma de los acontecimientos”, que comenzó a publicar en septiembre de 1970. En 1950 había en Colombia 42 diarios, de los cuales 23 eran liberales y 19 conservadores8, que simbolizaban cuadriláteros por los ataques que a diario se lanzaron entre sí durante todo el periodo de la Violencia. Pero, asombrosamente, el 13 de junio de 1953, la prensa colombiana saludó con entusiasmo al General Gustavo Rojas Pinilla –abuelo del depuesto Alcalde de Bogotá, Samuel Moreno Rojas9– y durante un año cesaron las andanadas, mientras duró la luna de miel con el régimen. La bienvenida unánime que se le dio al general Rojas Pinilla tenía que ver con el recrudecimiento de la censura y la persecución a la prensa que se dio durante el gobierno de Laureano Gómez y de su designado Roberto Urdaneta10. En 1952, bandos radicales del partido en el poder incendiaron las sedes de El Espectador, El Tiempo y las casas de los jefes liberales Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Pumarejo, entre otros blancos. Y cuando los medios comenzaron a denunciar los desbordamientos de fuerza y los abusos de poder del dictador, siguieron las represalias. Para expresar ese silenciamiento, El Tiempo publicó un aviso muy diciente en el espacio asignado al editorial: “¡Silencio! No tosa. Tome Asytolina” 11 Pero al diario le cayó la mordaza del Decreto 3000 sobre prensa, el 3 de agosto de 1955, cuando su director, Roberto García-Peña, se negó a publicar durante treinta días un boletín oficial en el que negaba la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la muerte del director de El Diario, de Pereira (Emilio Correa Uribe) y su hijo, ocurrida en extrañas circunstancias. Sin embargo, poco después comenzó a circular con el cabezote de Intermedio, con Calibán como 8 Según un artículo del semanario Sábado, 4 de agosto de 1951, p. 3. 9 Elegido en el 2008 para concluir su periodo en diciembre de 2011, fue suspendido de su cargo en mayo de 2011 debido a su responsabilidad en el escándalo del “cartel de la contratación” en Bogotá. 10 Tanto odio le prodigaba El Tiempo a Gómez, que se dio el lujo de no registrar su ceremonia de posesión presidencial. 11 30 de julio de 1954). El Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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director encargado, mientras El Espectador reencarnó como El Independiente, con Alberto Lleras en la dirección. Para entonces, ambos periódicos mantenían un sano colegaje. Después de padecer la censura y la persecución política, los periódicos conservadores y liberales volvieron a unirse para derrocar al dictador, que cayó el 10 de mayo de 1957. El regreso a la democracia quedó garantizado con el Pacto de Sitges, que firmaron dos otrora enemigos Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez.

El Frente Nacional La prensa colombiana fue de un sectarismo caníbal hasta el advenimiento del Frente Nacional (1958-1974), cuando se volvió más “civilizada” y “democrática”. La Gran Prensa adhirió a este proyecto para la alternancia de los dos partidos hegemónicos en el poder, con exclusión de terceras fuerzas, que tuvo como enemigo declarado al comunismo, sobre todo ante la amenaza de la naciente Revolución Cubana. Por ello Bogotá saludó con vítores a John F. Kennedy cuando vino a sellar su programa de Alianza para el Progreso con el que buscaba contrarrestar la influencia de los revolucionarios en América Latina. Para El Tiempo y la mayoría de los grandes diarios, todos los males del país empezaban y terminaban en el comunismo. Pero el columnista que adoptó una actitud más radical fue Calibán. El 12 de agosto de 1958 escribió: “[…] lo importante sería que los aviadores ingleses y norteamericanos dedicaran algunos centenares de bombas (atómicas, se entiende) a la China comunista. De otro modo, y si la contaminación que acaba con el género humano no se produce, los 600 millones de chinos disciplinados invadirían el resto del planeta [...]. Nos convertiríamos así en vasallos del Rojo Imperio Chino. Adoraríamos a Buda”. Con esta liviandad, el columnista más influyente del país exhortó a la aniquilación de una raza. Lo cierto es que Calibán mantuvo desde su columna sistemáticas campañas en favor del miedo: la guerra atómica, el comunismo, la división del Partido Liberal, la gripe. Su filosofía apocalíptica contagiaba al público de temores exagerados. Mejor que ‘Danza de las horas’ su columna debió llamarse ‘Danza macabra’, como insinuó un colega suyo. En julio de 1960, Estados Unidos declaró el bloqueo económico a Cuba. El Tiempo informó sobre los enfrentamientos entre ambos países y alertó del peligro que representaba el comunismo para Colombia. La campaña contra los “rojos”, manejada con escandalosos titulares y cables de agencias estadounidenses, se recrudeció en 1962 cuando estalló la crisis de los misiles. El diario apoyó irrestrictamente a Alberto Lleras Camargo, primer presidente del Frente Nacional, desde entonces ídolo del santoral12. Contagiados de ese espíritu de la guerra fría, los grandes periódicos partidistas cerraron filas en torno al gobierno para recibir los parabienes de la publicidad oficial y todo tipo de privilegios de partido. A raíz de los primeros operativos militares del gobierno de Carlos Lleras Restrepo contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Farc), El Espacio ―que nació como diario político y devino en sensacionalista― denunció en varios informes la forma improvisada como el gobierno estaba combatiendo la guerrilla con bombardeos que afectaban a la población civil. El Ejército protestó por el sensacionalismo del tabloide y pidió a la prensa que en adelante se ciñera a los boletines oficiales13. El Tiempo se apresuró a rectificar al vespertino para proteger la imagen 12 No lo fue en su primera magistratura, en 1945, cuando finalizó el periodo de López Pumarejo, quien renunció. En ese entonces se le asociaba con el periódico El Liberal, encarnizado enemigo de El Tiempo. 13 El Espacio, 27 de agosto de 1966.

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del recién posesionado gobierno liberal y de sus Fuerzas Armadas. Según la prensa oficialista nunca se produjeron los bombardeos. En la década siguiente, El Periódico ―diario bogotano de Consuelo de Montejo― cuestionó la oficialidad de El Tiempo en su defensa de las Fuerzas Armadas, denunciadas por su brutal represión a los estudiantes, obreros y campesinos. “A El Tiempo le parecen exageraciones ridículas las torturas, los atropellos a los estudiantes, los fusilamientos de campesinos, los peculados millonarios, los negociados en las compras de aviones, submarinos, tanques y fusiles. Según El Tiempo se debe ‘tapar’ porque lo contrario es hacerle el juego a la ‘subversión comunista’14. Hernando Santos ‘Hersán’ dirigió El Tiempo con mano fuerte durante 25 años –entre los setenta y los ochenta– y declaraba sin recatos que el periódico acompañó con lealtad ciega a todos los presidentes liberales, especialmente a Alfonso López Michelsen y a Julio César Turbay Ayala; admitía ser “hacedor de presidentes”, de casi todos, menos del conservador Belisario Betancur, como le confesó al caricaturista Héctor Osuna15. Al ser Calibán el director a la sombra durante 40 años, la línea editorial pasaba por sus cambiantes estados de opinión. Y su hijo Hernando heredó esas veleidades, que se reflejaban en una línea editorial zigzageante: mutó de “rojo” en anticomunista y anticastrista, pero al volver de un viaje de vacaciones a la satanizada isla anonadó a los lectores con su mudanza de ideas. La estancia fue tan placentera que tituló el editorial “El son cubano”16y desde el primer párrafo suenan los timbales: “No hay que pisar tierra cubana odiando o adorando a Fidel Castro. Es la primera premisa si se quiere saber lo que piensa el pueblo de la actual situación”. Más adelante, el editorialista se cura en salud ante sus lectores, admitiendo que fue un error no haber invitado a Castro a la Cumbre de Miami. “Pero ahora, y en un cambio editorial que puede sorprender a muchos lectores, consideramos conveniente ayudar a la incorporación de Cuba a la Organización de Estados Americanos […] América debe colaborar en la restauración de la capital cubana. Ver en Fidel Castro no a un enemigo sino a un amigo de inteligencia y encanto a los cuales es muy difícil sustraerse”. El editorial, obviamente, causó revuelo y estupor, por lo que Antonio Caballero salió en defensa de El Tiempo con su inveterada ironía: “Del diario El Tiempo podría decirse con justicia lo mismo que decían de un gobernante español: que sólo acierta cuando rectifica”. No entiende por qué lo atacan “si por fin, en 35 años, da la primera opinión sensata sobre Cuba”17. Hersán estaba convencido de que el periódico manejaba como un radar el sentir nacional, sin que le quedara muy claro si la opinión pública colombiana era moldeada por el diario o si el diario la reflejaba fielmente.

“El contraescape” En las postrimerías del Frente Nacional, y liderada por Gabriel García Márquez, nació la primera revista colombiana de izquierda, Alternativa (1974-1980), que advirtió los peligros del Estatuto de Seguridad instaurado por el presidente liberal Julio César Turbay, y atacó la prensa oficialista, como El Tiempo, “por su lambonería, cultivada en medio siglo de esfuerzo 14 El Periódico, 8 de junio de 1972. 15 Osuna, ‘Lorenzo Madrigal, “La historia de El Tiempo”, El Espectador, 11 de enero de 2011, p. 24. 16 El Tiempo, 18 de diciembre de 1994. 17 Caballero, A. “Los Santos inocentes”, revista Cambio 16, enero 16 de 1995). El Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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continuado”, según palabras del citado Caballero. De esa revista también hacían parte Daniel Samper Pizano y Enrique Santos Calderón, chicos terribles de la Casa Editorial El Tiempo (CEET) por sus veleidades izquierdistas. El propio Daniel Samper Pizano conformó en 1978 la unidad investigativa de El Tiempo, integrada por Alberto Donadío y Gerardo Reyes, que realizó más de 100 informes especiales con denuncias de toda índole, especialmente sobre corrupción en el Congreso de la República y temas medioambientales18. Esta labor dejó mejor impresión en los lectores que en los dueños del periódico por la pérdida de anunciantes. En esa década del setenta el diario mostró su indeclinable apoyo a los gobiernos de López Michelsen y de Turbay Ayala, línea oficialista que comenzó a romper una vieja amistad entre Hernando Santos y Guillermo Cano, directores de El Tiempo y El Espectador, respectivamente. Don Guillermo clamaba en sus editoriales y columna “Libreta de apuntes” contra el cercenamiento de los derechos y las libertades ciudadanas bajo el gobierno del Estatuto de Seguridad, mientras El Tiempo lo negaba y pedía a la oposición que se callara. Igual ocurrió a comienzos de los ochenta, cuando se destapó el escándalo del Grupo Grancolombiano (el fraude del banquero Jaime Michelsen Uribe a miles de ahorradores): El Tiempo negó lo que El Espectador destapó, y don Guillermo Cano se quedó solo librando esa cruzada contra la corrupción, hasta que la justicia le dio la razón. Alberto Donadío analiza así el oportunista comportamiento de El Tiempo (2011, 215-216): “Enrique Santos Calderón en su columna de El Tiempo señaló en 1983 que la campaña de El Espectador contra el Grupo Grancolombiano había tenido un sabor personalista, que el diario había ‘exagerado la nota’, que las publicaciones se resentían de un ‘tono de sensacionalismo gritón’, en fin, que los editoriales eran ‘emotivos’. Le asiste la razón al columnista. Como El Tiempo protegía a Michelsen y como los demás medios no quisieron tampoco investigar al Grupo Grancolombiano, El Espectador actuó solo [...] No digo que ese pecado es imputable a Enrique Santos Calderón, que fue, como el mismo lo señaló, el primero en hablar del desplume del águila. Si Santos Calderón hubiera sido el director de El Tiempo seguramente el cubrimiento noticioso e investigativo no habría estado parcializado a favor de Michelsen. Pero su padre, Enrique Santos Castillo, el editor de El Tiempo, alejó a Enrique junior enviándolo por muchos años como corresponsal en París y en Madrid. Había entre los dos una insalvable divergencia en cuanto al ejercicio del periodismo y en materia política también, porque Santos Calderón era una figura de izquierda en tanto que su padre representaba la más recalcitrante godarria. La presidencia vitalicia de la triple A, la Alianza Anticomunista Americana habría sido un cargo que Santos Castillo habría aceptado si se lo hubieran ofrecido.

18 En 1987, Samper salió amenazado del país por una de esas investigaciones relacionadas con las autodefensas; desde entonces está radicado en Madrid, pero ha seguido vinculado a El Tiempo, y pronto cumplirá medio siglo en su tarea de asesor editorial y de columnista.

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La posición de El Tiempo, si hubiera sido un periódico imparcial e independiente comprometido únicamente con el interés general, habría tenido que llevarlo a investigar las acusaciones contra el Grupo que estaban sobre el tapete e informar a los lectores si eran o no fundadas, si El Espectador había exagerado la nota, si el gobierno había sido o no complaciente como alegaba Hernán Echavarría, si efectivamente los veinte mil ahorradores habían sufrido una lesión patrimonial. Nada de eso hizo El Tiempo bajo la tutela de su director Hernando Santos Castillo y de su editor Enrique Santos Castillo”. Aunque don Roberto García-Peña figuró como director hasta 1981, quien en realidad dirigió el periódico en los años setenta fue Hernando Santos, su sucesor. Ese mismo año regresó Juan Manuel Santos de su periplo europeo y asumió la subdirección. A mediados de los ochenta ―en plena guerra con el narcotraficante Pablo Escobar― llegó al diario Roberto Pombo (casado con una Santos), a quien Enrique Santos Castillo le encargó las secciones de política y judiciales, que consuetudinariamente habían reflejado los intereses del Congreso y de los organismos de seguridad. Pero Pombo, como los otros periodistas del relevo generacional pudo darle un viraje más independiente a estas secciones. “En aquel entonces la lucha era porque El Tiempo asumiera la guerrilla como un tema político y no judicial. La gran pelea interna era convencer a don Enrique (Santos Castillo) de que la guerrilla, el M-19 específicamente, quería dialogar con el gobierno, y que ese no era un tema de orden público”, recuerda Pombo19, director del diario desde 2009. Quizá por eso, tras la toma del Palacio de Justicia por el grupo guerrillero M-19 y la sangrienta retoma por el Ejército, que sacrificó más de 100 vidas para “salvar la democracia”, El Tiempo editorializó con este argumento de fuerza (militar): “La batalla contra los revolucionarios se gana o se pierde y el costo, por doloroso que sea, hay que pagarlo” (7 de noviembre de 1985). Valga aclarar que la mayoría de los medios de comunicación asumieron esta postura, incluido El Espectador. El otro contrapeso que tuvo la política editorial oficialista de El Tiempo fue el de Enrique Santos Calderón con su columna “Contraescape”, la más leída del país, que sostuvo durante más de 30 años hasta que aceptó la dirección del periódico, a la muerte de su tío Hernando, en 1999. Al asumir el reto, decidió mantener los principios de equidad, tolerancia y pluralismo, sin desviarse del “asediado centro democrático” y reivindicar “la libertad de pensamiento y el sagrado derecho a la crítica frente a la dialéctica de la dinamita y el fusil”. Intenciones loables en un país tomado por todo tipo de bárbaros. Junto con el codirector, Rafael Santos, apoyaron las negociaciones de paz con la guerrilla y pusieron una distancia saludable con las Fuerzas Armadas, que habían recibido apoyo incondicional del diario. De la Iglesia católica también se apartaron en temas como el aborto, la píldora, la libertad sexual y religiosa; además, buscaron la autonomía frente al Partido Liberal (“para el cual El Tiempo fue una especie de biblia durante muchas décadas”), subraya en esta 19 Baena, R. “Los periódicos no van a acabarse jamás. Roberto Pombo”, revista Credencial, Casa Editorial El Tiempo, Bogotá, enero 4 de 2011. Disponible en: http://www.eltiempo.com/revista-credencial/ARTICULOWEB-NEW_NOTA_INTERIOR-8731060.html El Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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especie de manifiesto Santos Calderón20, padre del también periodista Alejandro Santos, director de la revista Semana. Tanto Daniel Samper Pizano como él, reconocen que gozaron de libertad para distanciarse de la política editorial. Según Samper, “a veces El Tiempo piensa distinto y menos bien que sus propios dueños”21 (como si fuese un ente supra-poderoso), y recuerda situaciones en que los editoriales apoyaron al gobierno pese a la oposición del mismo director y de su equipo editorial. Quien no gozó de tantas libertades fue el popular Klim, a quien el director Hernando Santos le cobró sus ataques al bienamado mandatario Alfonso López Michelsen. Antes que silenciarse, Klim prefirió continuar su columna en El Espectador hasta su muerte, en 1981. Por algo su sobrino, el temible Antonio Caballero, escribió en una columna titulada “Los Santos inocentes”: “El Tiempo es una poderosa institución, cuya influencia —mala o buena— ha sido enorme sobre todos los temas de importancia en los últimos ochenta años de la historia nacional, y sigue siéndolo. El Tiempo pone presidentes, y los quita; hace o deshace reputaciones —de estadistas, de intelectuales, de generales, de toreros, inclusive de obispos—; nombra diplomáticos, corona poetas, escoge reinas de belleza, fija tipos de interés, traza pautas de comercio exterior (a veces se da el gusto de designar directamente a los ministros de Comercio Exterior22). Despierta más lambonerías y suscita más irritaciones que cualquier otra institución colombiana: más que la Iglesia, más que las Fuerzas Armadas, más que la Primera Dama [...]. En sus páginas sociales nacen, mueren y se casan –o no nacen ni mueren ni se casan–, todos los colombianos”23. Con similar agudeza, el analista Carlos Uribe Celis (1991,78) señala las siguientes tendencias ideológicas predominantes en El Tiempo, que resumen varias de las aquí expuestas: ―Una valoración vigorosa de las tradiciones nacionales. ―Una valoración acentuada de las instituciones políticas existentes y en particular de los ex presidentes. ―Un reiterado enaltecimiento de las Fuerzas Armadas. ―Una frecuente manifestación del espíritu cristiano y piadoso (especial atención en lo internacional a las noticias originadas en el Vaticano). ―Defensa a ultranza del actual Presidente de la República (César Gaviria: 1990-1994) ―Una declaración reiterada de admiración por los Estados Unidos y un gran celo de lealtad política hacia este país. ―Una actitud crítica frente a la llamada política de diálogo con los movimientos insurgentes, que fue inaugurada por la administración de Belisario Betancur. 20 Santos Calderón, Enrique, “Un destino personal”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, 30 de septiembre de 2001, pp. 6-7. 21 Samper Pizano, D. Lecturas Dominicales de El Tiempo, “Recordando a don Robert”, 12 de diciembre de 1993, pp.10-11. 22 Aquí se refiere a Juan Manuel Santos, que hizo parte del gabinete de César Gaviria. 23 Revista Cambio 16, enero 16 de 1995.

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―Una clara posición antisocialista y anticomunista. ―Una dura crítica a las acciones sindicalistas de paro y presión laboral sobre los empleadores. ―Oposición al diálogo con los narcotraficantes y a la legalización del consumo de droga24. No es menos urticante Alberto Donadio cuando escribe: “[…]Hernando Santos era un subalterno del periodismo. Concebía el cargo de director de El Tiempo como una oficina anexa del partido liberal y empleó durante años el editorial para apuntalar al partido, a sus personeros, a los presidentes de cualquier partido, a las instituciones y a las fuerzas armadas. No escribió sino un solo editorial en su vida, que repitió luego incansablemente en todas las circunstancias y en distintas versiones: rodear al gobierno, rodear al presidente, rodear a las instituciones, rodear al ejército. Ese fue su único clamor. Parecía no ser el toreo su afición favorita, sino el rodeo. Nadie ha hecho ni hará nunca una antología de los editoriales de Hernando Santos, a menos que se proponga denostarlo, porque no hay en ellos posiciones de principios, no hay un mensaje a la posteridad, no son de la línea enhiesta de los que escribió Eduardo Santos en los años veinte, no hay enfrentamientos con nombre propio con nadie que forme en las filas de los poderosos, no hay toma de posiciones con nombre y apellido frente a nadie, salvo frente al comunismo y la guerrilla, salvo el diálogo de sordos que mantuvo con Tirofijo, Jacobo Arenas y sus sucesores, no hay defensa del interés general sino defensa del poder y de los poderosos, contemporización con los gobiernos y con las jerarquías, porque sí, porque era gozoso subalterno del partido y del gobierno, porque Hernando Santos era apasionado solamente en materia de toros y en su obsesivo y estridente anticomunismo” (2011, 25). A finales de los noventa, el controvertido columnista D’artagnan, nieto del muy discreto Roberto García-Peña, refutó una columna de Héctor Abad sobre la inanidad del género editorial, recordando a Hernando Santos, “que se fajó sus buenas notas contra la intromisión de los gringos durante el gobierno de Samper, o incluso cuando le pidió a éste en forma tan elegante como discreta la posibilidad de pensar en su retiro de la Presidencia, tales comentarios fueron sin duda la comidilla del día”.

El uribismo y el post-uribismo Después de haber sido ministro de Defensa del popular y polémico gobierno de Uribe Vélez (2002-2010), Juan Manuel Santos llegó a la presidencia aupado por el saliente gobierno, pero pronto comenzó a tomar distancia y a marcar su propia ruta, más imbuida de socialdemocracia que del neoliberalismo autocrático de su predecesor. Durante el primer año de gobierno mantuvo unos índices de popularidad superiores al 80%, y la opinión 24 Aunque en los últimos años El Tiempo se ha mostrado abierto a la legalización de la droga. El Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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pública pareció olvidar que el ex ministro fue blanco de escándalos internacionales por el ataque al campamento del cabecilla de las Farc, ‘Raúl Reyes’, en territorio ecuatoriano, y por los crímenes de Estado, mal llamados “falsos positivos”. A mediados del 2009, el anuncio del acuerdo con Estados Unidos para permitirle el uso de siete bases militares también tensionó las relaciones binacionales con los países vecinos. Pero Santos Calderón salió sin romperse ni mancharse de estos y otros episodios ocurridos durante el segundo gobierno de Uribe. Hoy, su nuevo mejor amigo es Hugo Chávez; restableció las relaciones con Ecuador; destrabó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y se perfila como el líder de la región. En su blog de La Silla Vacía, Mauricio García Villegas cita la respuesta del hermano de Juan Manuel Santos Calderón, Enrique, ex presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y ex director del diario a la pregunta de la periodista María Isabel Rueda “¿Hoy usted diría que El Tiempo mantiene una tendencia oficialista, pero es políticamente asexuado?”: “El Tiempo defiende el establecimiento, en eso no hay que equivocarse. Pero no tiene que ver con que sea políticamente asexuado. Si acaso coherente y virilmente gobiernista”, respondió. Calibán, el abuelo del actual mandatario colombiano, habría estallado en ira santa ante esta pregunta, porque en sus tiempos la virilidad significaba feroz enfrentamiento con el adversario político. En los tiempos que corren, el Partido de la U (fundado por Santos) absorbió los viejos partidos hegemónicos y los emergentes de toda traza y condición, incluidos los del paramilitarismo, lo que también habría mortificado a los viejos patricios del Liberalismo. Esta tendencia de renovación, además de lo ideológico también tocó la forma y el contenido de la publicación, que en vísperas de celebrar su centenario tuvo un rediseño apuntalado en tres secciones tituladas: Debes leer, Debes saber y Debes hacer. Imperativos categóricos de autoritario tono que despertaron todo tipo de reacciones entre los lectores por cuanto se distancian de las libertades pregonadas por el diario durante un siglo. El modelo de convergencia de la CEET comprende dos canales de televisión (uno de televisión local y un informativo de 24 horas), el portal de la web, revistas de entretenimiento y un diario gratuito, ADN. En septiembre de 2007 el grupo español Planeta adquirió el 55% de las acciones y se convirtió en socio mayoritario del conglomerado de medios; y a comienzos de 2011, el grupo económico Sarmiento Angulo compró el 31%, por lo que los accionistas minoritarios, entre ellos la familia Santos, quedaron con el 14%. Pero en noviembre de 2011 corrieron rumores acerca de la compra del grupo Sarmiento al grupo español Planeta tras una multimillonaria negociación, quedando como propietario de la casi totalidad del grupo multimedia. Incluso, en lasillavacia.com, Juan Esteban Lewin 25, presentó los diez temas que deberían leerse con suspicacia en caso de que Sarmiento Angulo quedara como dueño único. Pero la CEET ni ha negado ni ha confirmado la noticia hasta hoy. De todas formas, aunque la familia Santos haya vendido sus acciones, el apoyo al gobierno nacional por parte del principal diario del país ha sido irrestricto.

25 http://www.lasillavacia.com/historia/los-10-temas-que-seran-leidos-con-suspicacia-en-el-tiempo-si-sarmientoangulo-lo-compra-todo., 8 de noviembre de 2011, consultado el 10 de diciembre de 2011.

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Como se ve, la tercera generación Santos, acomodada a los preceptos del mercado, olvidó los principios del Padre Fundador, Eduardo Santos, quien temía todas las formas del imperialismo. Aunque él se refería a Estados Unidos, hoy cabría leer España: “Es el imperalismo inevitable de las grandes empresas y de los grandes capitales, que buscan ansiosamente mercados y fuentes de riqueza, que acuden al olor del negocio como el tigre al de la carne, y sientan sus reales en medio de nuestra debilidad […]”26. Su ideario periodístico se podría resumir en esta declaración: “Considero incompatible la profesión de periodista con las actividades propias del hombre de negocios. Me pareció y me parece que no puede aspirar uno a orientar o reflejar la opinión pública si no tiene una total independencia respecto de los grandes negocios […] Me he abstenido escrupulosamente de cuanto pudiera significar tentativa de monopolio en ningún sentido”27, lo que no tuvieron muy cuenta sus herederos cuando multiplicaron los negocios de la casa editorial con la telefonía celular y su aspiración al tercer canal privado, uno de los negocios más suculentos y disputados en los últimos años en Colombia. Con tantos compromisos económicos, el periódico continuó en su línea editorial, cediendo a plazos su independencia. Sólo así se explica el cierre de la emblemática revista Cambio28, a comienzos de 2010, bastión investigativo de la CEET, que destapó varios escándalos de la era Uribe, como la entrega de subsidios agrícolas a amigos del gobierno, las bases militares y los vínculos con el paramilitarismo de figuras cercanas a la sede presidencial. La casa argumentó razones económicas para sacar la revista del mercado, pero quedaron en evidencia las motivaciones políticas, sin mencionar la amistad de los directivos de Planeta con Álvaro Uribe Vélez. En cambio, meses antes, sí se adujeron razones políticas para explicar a los lectores la salida de la politóloga Claudia López, cuya columna empezaba a levantar ampolla en la delicada piel del periódico, básicamente porque señaló el “conflicto de intereses” existente en El Tiempo para cubrir el escándalo del Agro Ingreso Seguro —cuyo principal responsable era el ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, ‘Uribito’—, dado que uno de sus accionistas quería postularse como candidato presidencial (léase Juan Manuel Santos) y, de contera, el diario aspiraba a que el Estado le otorgara un canal de televisión. Por eso entregó en bandeja de plata la cabeza de la columnista —que investigó los vínculos del paramilitarismo y la clase política en Colombia—, cuyas opiniones fueron consideradas por la dirección del diario como “falsas, malintencionadas y calumniosas”. Sobra decir que estos hechos de censura, aunque levantaron polvareda de críticas en su momento, no produjeron ninguna declaración de parte de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) —presidida a la sazón por Enrique Santos Calderón— ni hicieron mella en la masa de lectores ni de electores. Dado que Juan Manuel Santos disfruta hoy de amplia aceptación, la construcción mediática está asegurada y la opinión pública sigue en los gloriosos esperando el cumplimiento de programas de hondo calado social, como la restitución de tierras a las víctimas del conflicto armado (dos millones 26 Lecturas Dominicales de El Tiempo, “Textos y opiniones de Eduardo Santos Montejo”, 28 de agosto de 1988, p. 10. 27 Santos, Eduardo, “Lo que debe ser El Tiempo”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, 28 de enero de 2001, p. 5. 28 La revista Cambio 16 Colombia nació en Bogotá, de la mano de Cambio 16, en 1993. Los socios colombianos del proyecto eran Daniel Samper Pizano, Darío Restrepo Vélez y Patricia Lara, entre otros periodistas. El Tiempo: Cien años en la jugada política - pp 67 - 80

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de hectáreas para restituir a 450.000 familias), la creación de más de dos millones de empleos y un millón de viviendas de interés social y, en fin, el paquete de reformas del programa de Prosperidad Democrática que, según los analistas, funcionará cuando esté garantizada la seguridad en los campos y en las ciudades. O sea, cuando llueva café de exportación en el campo, recordando que el Presidente hizo sus pinitos en la Federación Nacional de Cafeteros. Como dijo Alfonso López Michelsen cuando se cumplieron 85 años del diario: “El Tiempo ha sido amigo de buscar términos medios con los contrarios” (frente a otra corriente beligerante del liberalismo, como fue la de López Pumarejo, su padre). Y remata su pensamiento: “Dios sabe si es lo propio de los diarios dueños de los mercados nacionales hacer gala de serenidad, dejando a los mosqueteros la tarea de librar descomunales batallas”29. Pero como El Espectador, decano de la prensa en Colombia y competencia directa de El Tiempo, dejó de dar la pelea cuando el narcotráfico silenció a su director y la familia Cano vendió sus acciones al grupo económico Santo Domingo, los mosqueteros quedaron cesantes, al menos en el periodismo tradicional. Los espadachines que siguieron dando la batalla, mas no por el periodismo independiente sino por el uribismo, son los tres columnistas de derecha más recalcitrantes y sacrosantos en El Tiempo, pese a las críticas que desatan en los foros de los lectores: Fernando Londoño Hoyos, Plinio Apuleyo Mendoza y José Obdulio Gaviria. Sus columnas han sido incensario del uribismo y valga reconocer que desde que ganaron las elecciones pero perdieron el gobierno –como lo han manifestado estos “quintacolumnistas”– han escrito rabiosos comentarios contra Santos sin que el diario los censure, excelsa prueba de tolerancia. Y para darle mayor resonancia a estas contracorrientes de opinión, está el ex vicepresidente, Francisco Santos, quien como director de Radio Cadena Básica (RCN), a quebrada voz en cuello, pasa factura a su primo por su deslealtad. Como en el género folletinesco, esta historia de santos y non sanctos quedará en suspenso hasta el segundo centenario del diario o hasta el próximo presidente de la dinastía periodística. Y ya que para Planeta no fue una celebración que mereciera libro de memorias, quedó la colección de rosarios –en piedras y diseños variados– que sacó al mercado la CEET, como parte de su valor agregado. Así, cuando vengan los dolorosos, los lectores fieles podrán rezar, al estilo del mandatario, poniendo una vela a Dios y otra al diablo.

Bibliografía Donadio, A. (2011): Guillermo Cano, el periodista y su libreta, Hombre Nuevo Editores. Galvis, S. Donadio, A., (1988): El Jefe Supremo, Bogotá, Planeta. Santos Molano, E. (2000): Los jóvenes Santos, Bogotá, Universidad Central. Siglo XX a través de El Tiempo (2000): Bogotá, Casa Editorial El Tiempo. Uribe Celis, C. (1991): Democracia y medios de comunicación en Colombia, Bogotá, Ed. Foro Nacional por Colombia. Vallejo Mejía, M. (2006): A plomo herido, una crónica del periodismo en Colombia 1880-1980, Bogotá, Planeta. Villar-Borda, C.J (2004): La pasión del periodismo, Bogotá, Universidad Jorge Tadeo Lozano. 29 López Michelsen, Alfonso, “Serenidad y mosqueteros”, “Un periódico en la vida nacional”, Lecturas Dominicales de El Tiempo, 28 de enero de 1996, pp.4-5.

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El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia Carlos Fernando Alvarado Duque1 Artículo recibido el 15 de agosto de 2011, aprobado para su publicación el 10 de septiembre de 2011.

Resumen Este trabajo tiene como objetivo principal analizar el papel de los estudios retóricos en la actualidad. En esa medida, analiza el concepto de retórica clásica, presente en trabajos contemporáneos sobre el lenguaje. Para esto revisa el movimiento denominado neo-retórica que tiene dos vertientes fuertes, una anglosajona, la otra continental. A partir de la idea de la retórica como estudio alternativo del lenguaje se explica la fortaleza de esta perspectiva para analizar cualquier tipo de fenómeno textual. Para mostrar una posible aplicación, se revisan algunos rasgos que serían útiles para una retórica del cine y se realiza una lectura de la obra del director catalán Alex de la Iglesia, para aseverar la existencia de una retórica del esperpento en su trabajo. Palabras clave: retórica, poética, discurso, texto, cine

Abstract This work has a main objective analyze the role of rhetorical studies at the present time. Like this way, analyze the concept of classical rhetoric, present at the contemporary woks about language. For that, review the movement called neo-rhetoric that has two strong slopes an AngloSaxon and other continental. From the idea the rhetorical as an alternative study of language, explain the perspective to analyze any textual phenomenon. To show a possible application, reviews some features that would be useful for a theory of film, and performs a reading of the work of Catalan director Alex De La Iglesia, to ensure the existence of a rhetoric of eyesore of his work. Key words: rhetoric, poetic, speech, text, film

1 Comunicador Social y Periodista. Magíster en Filosofía. Profesor del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. E-mail: cfalvarado@umanizales.edu.co El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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El florecimiento contemporáneo de los estudios retóricos ha dado lugar a diferentes revisiones del papel que dicho campo ha desempeñado en términos históricos. No es extraño por eso, el retorno a los clásicos, la relectura de Empédocles (considerado el padre de esta tradición) las refutaciones a la visión negativa de Platón respecto a la retórica como práctica del engaño, la vitalización de Aristóteles quien reconocía en esta técnica un arte genuino. “La retórica, piensa Aristóteles, contrariando el parecer de Platón, no es un truco, sino un arte con su propia tekné, y no se ocupa de una sola cosa en particular sino de un objeto general, se le considera sobretodo una facultad…” (García, 2005, p. 24). Incluso, todo esto ha llevado a suponer que los retóricos de la antigüedad, sirven como referentes para explicar problemas propios del presente. La comunicación, por ejemplo, hoy en día reconoce en los tratados sobre retórica una suerte de teoría. De este modo, muchos trabajos contemporáneos procuran estudiar los fenómenos de intercambio comunicativo propios de los medios masivos, de las nuevas tecnologías o las nacientes prácticas sociales de la red, recurriendo al arsenal conceptual de las retóricas clásicas. Y son muchos los casos en donde este impulso ha crecido exponencialmente. Solo basta pensar en el estudio de la argumentación jurídica, los rituales religiosos, los discursos políticos, o los tratados científicos. En cada uno de ellos la retórica ha surgido de las cenizas para iluminar el fondo discursivo de unas prácticas vigentes sin duda alguna. Se desea llamar a este fenómeno de retorno, el giro retórico. Dicha expresión, hace eco del denominado giro lingüístico que describe un viraje radical en la filosofía del siglo XX (también existe la expresión giro semiótico, acuñada por Paolo Fabbri para exponer el papel central de la semiótica en la explicación de toda práctica sígnica). Richard Rorty populariza la expresión con el ánimo de señalar que la filosofía contemporánea se centra en el problema del lenguaje, ya no como un medio, un simple instrumento para el trabajo filosófico, sino como una condición que determina el quehacer filosófico. Asociando relacionalmente pensamiento y lenguaje, la filosofía no puede volver a pensar como lo hacía siglos atrás. De allí, es fácil deducir que el siglo pasado sea rico en diferentes escuelas, enfoques y estudios sobre el lenguaje, y no sólo en el campo filosófico, sino en general en el espacio de la cultura. El giro retórico supone, por una parte, el regreso de los análisis clásicos en esta materia, como una práctica no solo legítima, sino rica en posibilidades para estudiar los fenómenos del lenguaje. Y también implica, por otra, un cambio respecto a la comprensión de la retórica como una simple técnica de seducción, reducida a un conjunto de prácticas discursivas concretas. Como modelo de análisis de los discursos, la retórica está presente en todo tipo de texto (independiente de su configuración, su materia expresiva, sus contenidos latentes). No es posible sostener la idea de que existen textos retóricos y textos no retóricos. Dicho componente del lenguaje, incluso la existencia de una competencia retórica, está en la base de toda construcción discursiva. Esto hace fecundo el regreso de la retórica en el presente, el giro retórico como estrategia alternativa del estudio del lenguaje. La retórica opera como un modo de análisis del discurso, pero no se circunscribe únicamente a una finalidad comunicativa, aunque estudie, en gran parte de los casos, la manera en que un texto comunica un mensaje. Conserva, y quizás esta sea su más rica herencia histórica, la idea de estudiar los mecanismos de persuasión de cualquier práctica discursiva. Más allá de una ponderación moral de las prácticas retóricas que, por ejemplo Platón consideraba engañosas, destinadas a embaucar a una audiencia a través de las peripecias del lenguaje o las argucias de un buen orador, todo discurso posee una estrategia de persuasión.

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En otras palabras toda práctica discursiva espera una respuesta en su posible interlocutor, sea esta una audiencia en vivo, un lector de textos en el seno de su hogar, un espectador mediático o el público de una exposición artística. “La retórica –teoría y práctica de la persuasión– describe la comunicación como proceso de intercambio de valores y utiliza la noción de estimación para designar el resultado de la aceptación rechazo por parte del receptor individual o colectivo” (Hernández y García, 1994, p. 176). De este modo, los trabajos retóricos contemporáneos, que han recibido en varios círculos el nombre de neo-retórica, suponen que el objeto de estudio de este campo son los discursos, en particular, los que son puestos en obra, los que se completan cuando son actualizados ante todos los posibles destinatarios. A lo cual se le suma que dicho trabajo de análisis implique comprender los modos en que los discursos configuran expresivamente sus estrategias de persuasión.

Neo-retórica. El viraje expresivo A partir de la segunda mitad del siglo XX comienzan a surgir diferentes esfuerzos por recuperar el legado retórico. La mayoría de historiadores, con un afán clasificatorio, han estipulado la existencia de dos corrientes en esta materia. Por un lado, se reconoce como neo-retórica a los trabajos sobre teoría de la argumentación, desarrollados por Perelman y OllbrechtsTyteca. Concentrados en gran parte en el análisis del universo jurídico, dichos esfuerzos destacan cómo el trabajo retórico, lejos de ser simplemente un ornamento al momento de pronunciar un discurso, es una forma de argumentación que afecta la dimensión profunda y estructural de cada práctica expresiva. Dicho análisis depara la posibilidad de reconocer qué tipo de argumentos se ponen en funcionan en cualquier discurso para persuadir a un posible público. En esta línea se destacan, en la actualidad, los trabajos anglosajones interesados en estudiar la retórica de la ciencia. Puntualmente el caso de Jonathan Potter, quien ilustra cómo toda información de carácter científico, supone una dimensión retórica para poder presentar sus hallazgos. La argumentación está construida para convencer al lector, al interesado en los avances del saber. Y con eso se desvirtúa la idea de que un discurso científico está exento de intereses persuasivos. Por otro lado, tiene lugar un esfuerzo que se ha denominado retórica de las figuras, encabezado por los trabajos de pensadores como Roman Jakobson, Roland Barthes y Tzvetan Todorov. Sin el interés directo por el problema de la argumentación, esta tradición de estudios retóricos busca analizar la manera en la cual todo discurso dispone de diferentes potencialidades del lenguaje para configurarse. En ese sentido, profundizan en la relación entre lenguaje literal y lenguaje figurado (y allí privilegian la configuración poética de todo discurso), dando una alta importancia a la dimensión figurada, donde el uso retórico de tropos permite transformar cualquier mensaje con intenciones persuasivas. La discusión que inauguran es capital porque a su interior se pone en tela de juicio la idea de que sólo el lenguaje figurado posee estrategias retóricas. Sus desarrollos exponen que todo el lenguaje, incluso si se mantiene la difícil idea de que exista un particular uso del lenguaje referencial (capaz de reflejar o duplicar la realidad), está configurado por estrategias retóricas. De allí que, por ejemplo, el análisis tropológico de la metáfora o la metonimia aparezca como la base de construcción de un discurso, y no como simples ornamentos prescindibles por su artificialidad. El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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Cercano a este trabajo se encuentra la propuesta de una Retórica General desarrollada por el denominado Grupo µ (o Grupo de Lieja). Su trabajo se interesa por las estrategias de persuasión que se valen de la dimensión expresiva del lenguaje, a partir de la idea de desviación que todo idiolecto desarrolla sobre una estructura de base. En alguna medida, centran su esfuerzo en las tonalidades estilísticas que apropia cada discurso para fortalecer su capacidad persuasiva. Su interés primordial es encontrar las reglas universales para plantear un modelo de análisis retórico de cualquier discurso, sin importar su naturaleza concreta. Esta segunda línea (tanto retórica de las figuras, como retórica general) no sólo es fecunda en sus desarrollos, gracias a que establece constantes vínculos con tradiciones de análisis del lenguaje como la semiótica, sino porque abre la puerta para estudios que no se reduzcan exclusivamente a textos verbales o escritos. Barthes, por ejemplo, traza un posible programa de investigación para la retórica de la publicidad al analizar los tipos de mensajes presentes en la imagen. Por su parte, el Grupo µ plantea, en la misma línea, un modelo de análisis de las retóricas visuales a partir de la diferenciación de la imagen icónica y la imagen plástica. “La nueva retórica ya no sólo alcanza la dimensión literaria: puede hablarse en nuestros días de una retórica del cine, de una retórica de la publicidad, de una retórica de la imagen, de una retórica política y, desde luego, de una retórica general” (Hernández y García, 1994, p. 185). Esta expansión retórica, sin embargo, no significa una sustitución de los análisis contemporáneos del lenguaje, tampoco que sus hallazgos sean totalmente novedosos. En otra línea, el giro retórico, supone un cambio en el modo de comprensión de la retórica en el interior del universo del lenguaje, pero no una sustitución de otros estudios: “…la teoría retórica puede seguir siendo considerada como una alternativa a los modernas teorías del texto y los métodos de análisis, dotada de capacidad de evolución y que, incluso, permite advertir su historicidad” (Breuer, 2002, p. 35). La neo-retórica corre paralelo a escuelas semióticas, hermenéuticas, gramatológicas, con lo que aporta una nueva arista al estudio de las prácticas discursivas en el seno de la vida cultural. Quizá valga la pena advertir que los avances más recientes al trabajo retórico han estrechado lazos con las perspectivas del análisis del lenguaje propias del siglo pasado. Por ejemplo, Albaladejo, al igual que Lotman, pero en menor medida, plantea la existencia de una retórica de naturaleza semiótica que funcionaría como una ciencia general de los textos. Allí el discurso supone dos niveles: primero, el nivel del texto retórico que implica toda la organización textual de argumentos dispuestos en una estructura con una estilística propia; segundo, el nivel del hecho retórico que implica la puesta en práctica del texto ante un posible auditorio con unas determinadas estrategias persuasivas. El uno hace referencia al modo en que se configuran los discursos, el otro al modo en que estos se expresan, se convierten en acciones del lenguaje. De este esfuerzo, que se entronca con el de otros pensadores, vale la pena rescatar la importancia del texto en un sentido amplio como lugar de configuración retórica del discurso. Su estudio, que puede hacerse sin necesidad del análisis concreto de un auditorio, permite analizar teóricamente los modos de persuasión de cualquier fenómeno discursivo (no sólo una oratoria jurídica, o una arenga política, también el comic, la pintura, las noticias, el chiste, etc.). Incluso, la propuesta de Albaladejo es tan ambiciosa, que no sólo se rehúsa a sostener que la retórica es un ornamento, sino que asegura que ésta afecta la dimensión referencial del discurso. Dicho de otro modo, sostiene que la retórica da forma a lo real a través de un proceso extensional del sentido. “La activación programática por el oyente del código semántico –

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extensional que se da en la interpretación de un discurso retórico es similar a la que se produce en el texto ficcional, en el sentido en que tanto el oyente como el lector entienden el discurso retórico y el texto ficcional, como una construcción lingüística que sostiene una realidad vital construida por la actividad semiótica” (Albaladejo, 2001, p. 5). Por lo tanto, es fácil comprender como la fuerza de un discurso puede cambiar prácticas sociales, transformar los acuerdos sobre un fenómeno natural o introducir nuevas representaciones colectivas en una comunidad. De esta manera, Albaladejo revela la manera en la cual la neo-retórica propone una expansión de la realidad a través de la configuración textual, y el oyente, el lector o el espectador, como si se tratara de un pacto de ficción, habita un nuevo mundo, un referente producido por la estrategia de persuasión retórica. Fácilmente una retórica de la argumentación (propia del impulso iniciado por Perelman y Ollbrechts-Tyteca) puede compartir dicho postulado al reconocer transformaciones en las prácticas sociales, luego de que un determinado auditorio es convencido e impelido a la acción por la retórica de un discurso. Klinkenberg, uno de los miembros del Grupo µ, asegura que las dos tradiciones neo-retóricas no corren por rutas contrarias. Es más, señala, sus objetivos son fácilmente la base de un proyecto común, y solo se alternan algunos énfasis y métodos de trabajo. Ambas propuestas, por ejemplo, se distancian de la tendencia práctica de la retórica clásica. “Mientras que la retórica antigua era esencialmente empírica, las retóricas contemporáneas analizan a posteriori los hechos de palabra y discurso, y extraen las reglas generales de su predicción. Sustituyen la enumeración por la elaboración de modelos que dan cuenta de la generalidad de los fenómenos contemplados, convirtiéndose así la preocupación por la clasificación en accesoria” (Klinkenberg, 2001, p. 14). De igual modo, ambas tradiciones, sea trabajando sobre esquemas de argumentación o sea trabajando sobre una teoría del desvío producida por el trabajo tropológico, establecen un principio de cooperación con el posible auditorio, lector, público o receptor. En éste se da un intercambio comunicativo, una estrategia de persuasión que es siempre objeto de negociación y que su posible comprensión depende de develar las estructuras profundas de cada texto.

Expansión retórica. Las potencias del lenguaje El trabajo iniciado por el estructuralismo francés es quizá el que actualiza con mayor fidelidad el espíritu de la retórica clásica. Roland Barthes, en su obra Investigaciones retóricas (1974), no sólo realiza una reconstrucción histórica del movimiento retórico, sino que formula una posible taxonomía de sus elementos principales, con el fin de esbozar posibles aplicaciones conceptuales a futuro. La retórica, dice, tiene una dimensión polifacética que desde sus orígenes hace imposible reducirla a una simple práctica oratoria. Es tanto una técnica de persuasión estructurada como una gramática, como objeto de enseñanza a discípulos de cualquier academia, o una moral que refleja las dinámicas políticas, incluso una práctica lúdica. Con la expresión griega tekné rhetoriké, Barthes pondera la importancia de la retórica como un arte persuasivo que potencia el análisis de los discursos, y en cierta medida inaugura una teoría del uso del lenguaje social. Su obra, al igual que la de la gran mayoría de autores que pertenecen al movimiento de la neo-retórica (Todorov, Perelman, Albaladejo, Lotman), pondera la estructura de todo discurso, objeto de análisis retórico, recurriendo a elementos de la tradición griega. Entonces, todo El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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discurso compuesto por cinco partes puede ser analizado a partir del uso de un repertorio de elementos retóricos ya sistematizados por el pensamiento antiguo. A este modelo Barthes lo denomina la máquina retórica. Dichos elementos son puestos en funcionamiento a partir de cinco estrategias retóricas: inventio, dispositio, elocutio, actio y memoria. Los tres primeros configuran, en términos actuales, la estructura de todo texto. En gran medida, son los que articulan un mensaje en el interior de sistema de signos. Su análisis corresponde a lo que Albaladejo denomina, como antes se señalaba, el texto retórico. Gran parte de los trabajos contemporáneos desarrollados por las dos líneas neo-retóricas, redundan sobre ellos por la pertinencia que poseen para estudiar el universo discursivo, sin reducirlo al acto verbal ni a la oratoria pública. Los dos elementos restantes, actio y memoria, corresponden a la idea de Albaladejo de hecho retórico. En palabras de Hernández Guerrero y García Tejera: “Diferencia las operaciones retóricas constituyentes, la inventio, la dispositio y al elocutio que intervienen en la elaboración del texto retórico, y la memoria y la actio, de las que depende el éxito del hecho retórico” (1994, p. 178). Estos dos últimos están destinados a la actualización del texto retórico, al hecho de desplegar el discurso ante un auditorio. Actio, o acción escénica, implica el trabajo del orador expuesto por la retórica en donde juega al rol de actor que permite que un discurso se convierta en un texto dentro de un escenario. La memoria, por su parte, es un recurso enciclopédico al que el orador alude para dar fuerza a su representación. Si bien tanto actio como memoria son partes del discurso de suma importancia, su análisis es reducido en la actualidad. En el caso de textos estéticos como el teatro, o en artes de la acción (performance, happenings), podrían encontrarse espacios ricos para explorar estás estrategias retóricas, dado que necesariamente funden el texto retórico con el hecho retórico. La propuesta de Barthes supone pensar que una tekné rhetoriké implica un análisis discursivo de las tres partes principales del texto como estrategias de persuasión. En tal medida, recuerda cómo todo discurso compone su dimensión expresiva al mantener una tensión entre res (cosa) y verbum (palabra). Pero no se trata simplemente de una organización de hechos; en otra línea la res implica un material de significación, el cual es modulado por las estrategias del lenguaje. Y quizá la gran ventaja del análisis retórico es que en este intersticio analiza un amplio número de estrategias de seducción que no se constriñen únicamente a las posibilidades que ofrece el universo de los signos, sino que recurren a las capacidades argumentativas de los oradores, al acto de apelar a la emotividad de los públicos, a la gran enciclopedia de cada cultura evocada por la memoria, etc. La inventio, primera estrategia retórica, se sitúa del lado de la res, del material significante para permitir el acceso a un amplio universo cultural en que yacen los posibles elementos para dar forma al discurso. En palabras de Barthes “La inventio remite menos a una invención (de argumento) que a un descubrimiento: todo existe ya, sólo hace falta encontrarlo, es una noción más extractiva que creativa” (1974, p. 44). En gran medida supone la selección del mensaje que se desea transmitir, en un discurso jurídico, por ejemplo, implica la selección de los argumentos de una defensa; en una obra literaria la decisión de los acontecimientos con que va a ser urdida una historia. La dispositio implica la organización del material discursivo. De esta manera es el acto de disponer espacial y temporalmente los elementos que han sido descubiertos en la inventio.

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En dicha estrategia se da el arreglo de las partes con el fin de hacer funcional la persuasión del discurso, incluso, en la estructura retórica clásica supone una fórmula en cuatro momentos. Primero, un exordio, que introduce al auditorio en el discurso; segundo, una narratio, que como forma demostrativa (más que narrativa) ilustra sobre todos los argumentos capitales de la materia oratoria; tercero, una confirmatio, donde se presentan las pruebas para sostener una postura que se espera convenza a los oyentes; y por último, un epílogo, que sirve de cierre y afecta pasionalmente a quien escucha. En la actualidad, la dispositio como estrategia, es una rica fuente de análisis de todo discurso que no cae bajo la lógica de la retórica clásica. Dichos discursos no reglados a la usanza de una gramática, implican diferentes modos de disponer del material expresivo, y por eso el análisis revela las nuevas orientaciones que poseen diversos tipos de textualidades. Por último, la elocutio, capacidad de enunciación o actividad locutoria, es una estrategia retórica que aparece asociada al acto estilístico, a la ornamentación particular de cada discurso, el trabajo de modulación poética, simbólica sobre el mensaje. En el caso de la neo-retórica de las figuras, se asocia al trabajo propio de los tropos, a la desviación que implica el lenguaje figurado. Barthes señala que la elocutio implica tanto la elección de las palabras (eglogé) como la reunión y articulación de las mismas (synthesis). “Hay una base desnuda, un nivel puro, un estado natural de la comunicación, a partir del cual se puede elaborar una expresión más complicada, adornada, dotada de una distinción mayor o menor respecto del suelo original” (Barthes, 1974, p. 72). El trabajo del Grupo µ, por ejemplo, ha privilegiado el análisis de la elocución como centro de la retórica contemporánea. “La Retórica General del Grupo µ, que es una retórica restringida a la lexis o estilo, se centra por tanto, en esa parte de la retórica que es la elocución, que atienden no a la argumentación, sino a la palabra que se va a pronunciar…” (López, 2000, p. 117). La obra de Barthes estudia un gran número de prácticas retóricas presentes en los discursos oratorios clásicos que, como un posible programa de investigación, bien podrían ofrecer luces sobre otros discursos, incluso no centrados en la palabra, como la imagen, el cine, las artes escénicas, los medios de comunicación, el cuerpo o la ciudad. Entre ellos vale la pena destacar la tópica, que tiene varias dimensiones de sentido. Por un lado, es el arte de encontrar argumentos, y en esa medida, corresponde al lugar al que se recurre para desplegar el trabajo de la inventio. Pero también es, dice Barthes, una red y una reserva. Red de formas sin contenido y reserva de contenidos sin forma, que bien sirven para estructurar el material del discurso en la dispositio. En esta última posibilidad, la tópica, como reserva, hace referencia al topoi koinoi (lugar común) que no sólo posibilita la disposición sino que da identidad a cada discurso. Para el caso de los discursos argumentativos, con el fin de pasar a otro elemento retórico, las pruebas (probatio) son de suma importancia para hacer persuasivo un discurso, por tal motivo el autor destaca el papel de los entinemas, silogismos imperfectos que aluden al sentido común, a la comprensión cultural colectiva para dar forma a los argumentos: “…el entinema es un silogismo retórico desarrollado únicamente a nivel del público, a partir de algo probable, es decir, a partir de lo que el público piensa” (Barthes, 1974, p. 49). De igual manera, la imago (eikon), figura que remite a un personaje ejemplar como recurso para ilustrar un punto de vista o un argumento, bien puede permitir estudiar discursos narrativos tanto escritos como visuales. La narratio, elemento que aparece principalmente como parte de la dispositio, sirve para ilusEl giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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trar hechos a una audiencia, y es de por sí una categoría autónoma por derecho propio en la actualidad, no sólo por la gran cantidad de estudios sobre el mundo del relato (narratología), sino por su uso para analizar múltiples experiencias sociales. En gran medida, cuando se habla de la narrativa de una organización, del yo, de un grupo, se hace referencia a un mecanismo retórico que delimita un universo de sentido para una historia. Por último, vale la pena destacar la pathé (pathos, sentimientos), que determina el trabajo emocional sobre el público, la manera cómo el discurso prevé, como táctica, la respuesta afectiva del oyente, del lector o del espectador para potenciar su capacidad persuasiva más allá de la simple argumentación. “Pathé son los sentimientos del que escucha (ya no del orador), al menos tales como se los imagina” (Barthes, 1974, p. 64). De cualquier modo la propuesta de la neo-retórica que impulsa Barthes permite un trabajo contemporáneo que recupere el espíritu clásico, y al mismo tiempo, un trabajo que pueda entrar en comunión con los trabajos sobre lenguaje desarrollados por la semiótica o incluso teorías como los actos de habla. Por ejemplo, Antonio López, al analizar el objeto de la retórica en la actualidad, no sólo concuerda con la idea de que es una teoría que explica la persuasión social de los discursos, sino que señala que los procesos discursivos se realizan a totalidad cuando despliegan una acción, analógicamente al desplegarse como un acto de habla que pone en situación al mensaje que se desea comunicar. Así, la retórica se emparentaría con la función ilocucionaria de un lenguaje que supone una afectación tanto del referente (transforma una realidad que le es objeto) o del que recibe el discurso (afecta a un sujeto que recibe un mensaje). Por ende, la retórica revela una dimensión pragmática y su relación de dependencia con un espacio cultural. “La retórica estudia las inmensas posibilidades de la lengua en la sociedad e interesa a un dominio de la sociología en que se estudian las relaciones entre lenguaje y sociedad, así como el papel que en la sociedad desempeña la comunicación” (López, 2000, p. 91). En esa misma línea es capital el análisis del giro retórico presente en el trabajo de Lotman. A partir de su propuesta de comprensión de los signos como una capa cultural, como una semiosfera que rodea el mundo natural, el trabajo de la neo-retórica se alimenta de esta gran enciclopedia semiótica. En parte, el autor adelanta una interesante hipótesis del trabajo retórico como estudio de la poética de todo texto. Su finalidad es descifrar cómo cada configuración particular de un mensaje, apropia un discurso, le da forma, le imprime un estilo. Y con base en esta idea el texto es el espacio discursivo por excelencia capaz de albergar las más variadas materialidades y configuraciones. La retórica no se reduce a textos verbales, sino que circula por toda textualidad posible. Por ejemplo, se pueden estudiar no sólo textos escritos (lineales) sino organizaciones no lineales, distribuidas en espacios múltiples, rizomáticos (caso del cine digital, las artes escénicas, el net-art). La retórica tendrá como tarea el análisis del pensamiento creador, el cual da forma a una segunda naturaleza cultural, que hace de la artificialidad un nuevo suelo para habitar. Allí entonces no se trata solo de la oratoria tradicional, como se ha insinuado, sino del arte en un amplio sentido, como el de la ciencia en todas sus dimensiones. La preocupación de Lotman sobre el texto como objeto de la retórica le lleva a avivar la tesis del lenguaje figurado, la teoría del desvío, la existencia de una segunda lengua (elocutio) para un análisis sobre un lenguaje connotado, superpuesto a un lenguaje directo o referencial. Y allí, supone, está una de las claves para entender las dinámicas culturales como una suerte de retóricas montadas sobre el mundo natural. “Si el texto

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en su conjunto está codificado como texto retórico en el sistema de la cultura, todo elemento del mismo también se vuelve retórico, independientemente de si se nos presenta de una forma aislada, poseedora de significado recto o traslaticio” (Lotman, 1996, p. 133). Sin embargo, y allí está la grandeza del trabajo de Lotman, la estructura retórica (entendida en la estrategia de la elocutio como la capacidad poética de cada texto, la estilística singular puesta en obra), no es simplemente un efecto de una estructura de base, mucho menos un ornamento posterior y quizá prescindible. Por el contrario proviene del suelo cultural, está quizás en el afuera del texto y afecta la estructura de base, para producir una nueva dimensión significativa, tal vez un excedente de sentido que permite la persuasión propia, particular. Por eso tras de todo esto subyace una posibilidad de redimensionar la elocutio, el trabajo del adorno, como una estrategia crucial en el interior del texto. Con lo cual se revela uno de los eslabones imprescindibles para comprender su potencialidad retórica, por ejemplo en el caso de los análisis de discursos narrativos, estéticos. Esto claro, no puede oscurecer el análisis sobre las otras dos estrategias del texto retórico (inventio, dispositio), en especial si se busca redimensionar el papel de la retórica más allá de una visión estrecha asociada al ornato, al accesorio suplementario.

Retóricas expandidas. Las derivas de la imagen La idea del giro retórico puede también aprovecharse para hacer alusión al viraje que sufren los textos oratorios como objetos privilegiados del trabajo discursivo. Dicha torsión, bien anuncia un cambio de rumbo que dirige los esfuerzos retóricos a una expansión que incluya el análisis de otras textualidades, como por ejemplo las múltiples derivas de la imagen en el seno de la semiosfera. Así, el trabajo sobre una retórica de la imagen ha generado varios surcos que horadan el fértil terreno de los discursos tanto mediáticos como artísticos, incluso incrustados en los más extraños soportes como el cuerpo, la ciudad y la naturaleza misma. Entonces, es un trabajo de Barthes el que presenta un acercamiento retórico iniciático al estudio del discurso visual. Éste, titulado Retórica de la imagen, realiza un análisis de la imagen a partir de herramientas propias del esfuerzo semiótico para develar la construcción de mensajes en soportes icónicos, en particular, propios de la práctica publicitaria. No obstante, en este acercamiento, Barthes no hace uso directo del arsenal de elementos propios de la retórica clásica. Su análisis se ampara en la discusión sobre los modos de codificación de la imagen, y en las posibilidades de construir sentidos a partir del uso de otros sistemas de signos (en sentido estricto un análisis de los procesos de connotación). La discusión retórica aparece constreñida a un uso simbólico de la imagen, que es derivado de una naturaleza referencial o denotada, propia del caso fotográfico. En gran medida este trabajo supone la existencia de tres tipos de mensajes en el interior de la imagen. Un mensaje lingüístico, constituido por el uso de la palabra al interior de la imagen. Allí señala la existencia de dos funciones posibles, la palabra como anclaje, y la palabra como relevo. La primera permite disminuir la dimensión polisémica de la imagen y ofrece un sentido que cierre su amplitud, a partir de un trabajo de clarificación de cualquier ambigüedad; la segunda, permite agregar nuevos significados, una ampliación de sentido que amplifica la potencia de la imagen. “La palabra-relevo, de rara aparición en la imagen-fija alcanza una gran El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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importancia en el cine, donde el diálogo no tiene una función simplemente elucidatiora, sino que contribuye realmente a hacer avanzar la acción, disponiendo a lo largo de los mensajes, sentidos que no se encuentran en la imagen”(Barthes, 1986, p. 37). El segundo mensaje implica el análisis de la imagen cuando carece de un código. Una extraña utopía que intenta sostener Barthes como si la fotografía tuviese la posibilidad de ser una extensión natural de un referente, y al mismo tiempo, un caso anómalo, porque todo sistema de significación depende de una codificación. De esta forma aparecería como una imagen denotada que permite, dice Barthes, encontrar un estado adánico en la foto: “…la imagen denotada vuelve natural el mensaje simbólico, vuelve inocente al artificio semántico extremadamente denso de la connotación” (1986, p. 41). Dicha posibilidad de un sistema sígnico sin código, sería, técnicamente, la base para una segunda construcción, para la proyección de sentidos articulados sobre dicha dimensión referencial. Allí, aparece el trabajo retórico en el terreno de un tercer mensaje codificado o de naturaleza simbólica. El caso del cine es representativo de este tipo de mensaje, ya que la imagen nunca posee una dimensión referencial, denotada, adánica, accesible al ojo del espectador. Al aparecer, en pantalla la primera imagen de una película, todo la dimensión referencial, está ya estructurada por un segundo sistema de signos, un mensaje simbólico que describe unos contenidos que revelan un tipo de relato, una época particular, un espacio íntimo, un drama social, etc. “La imagen, en su connotación, estaría constituida por una arquitectura de signos extraídos de una profundidad variable de léxicos (idiolectos)…” (Barthes, 1986, p. 43). De esta manera, el concentrar la tarea retórica al análisis del mensaje simbólico, Barthes plantea una lectura de la imagen que recorre las estrategias del texto retórico. El modo de articulación permite comprender cómo se da forma a contenidos trasmitidos en el discurso visual que necesariamente tienen una base en los acervos culturales. Allí importa tanto la semántica de la que se alimenta la inventio, las relaciones sintagmáticas propias de la dispositio, como las variaciones ornamentales que son propiedad de la elocutio. Al estudiar la manera en que una película tiene un mensaje simbólico, que revela información sobre una estrategia de género, sobre la construcción de un escenario, el significado del vestuario, etc., se utilizan sistemas léxicos para acceder a la comprensión de la dispositio. Asimismo podría reconocerse que el análisis del mensaje lingüístico (funciones de anclaje y relevo) es un trabajo que hace parte de la dispositio del discurso. En particular, la función de relevo propicia que el discurso circule, y da forma a los contenidos narrativos que van dirigidos a un determinado público. En ambos tipos de mensajes (en el caso del cine no habría imagen denotadas), es perfectamente plausible una lectura de la elocutio. Un mensaje lingüístico puede hacer parte de una estilística particular para generar una marca de identidad en una narración, como una imagen simbólica construida con formas tropológicas también puede operar a partir de un proceso profundo de ornamentación. Por otra parte, una posible retórica de la imagen está presente en los esfuerzos colectivos del Grupo µ. Su trabajo mancomunado tiene como fin principal la construcción de una teoría retórica general. Es decir, más allá del análisis de casos concretos, de fenómenos comunicativos, aspiran producir el andamiaje teórico, un gran modelo con un sistema de reglas debidamente articulado para estudiar cualquier fenómeno discursivo. Teniendo presente que tanto la lingüística como la semiótica han construido modelos generales de análisis para explicar el funcionamiento de

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diferentes sistemas de signos, asumen que la retórica debe producir un programa de trabajo similar. En el caso de la imagen, presentan un complejo trabajo dedicado a estudiar, a partir del andamiaje teórico, la elocutio de los mensajes visuales. Y en el interior de ellos distinguen dos tipos posibles, mensajes icónicos (que varían desde el dibujo hasta la fotografía) y mensajes plásticos (asociados principalmente a las producciones artísticas). El gran aporte de este trabajo radica no sólo en ofrecer una retórica general de la imagen, sino en plantear un sistema de conceptos a partir de teorías que estudian los modos de producción y el tipo de estímulos que activan las imágenes. De allí que el esfuerzo suponga que toda imagen tiene un sistema de codificación autónomo que debe descifrarse para poder establecer el uso de estrategias retóricas al disponer los elementos propios de una manera de terminada (principalmente por supresión o por adición): “...los enunciados retóricos no tiene por finalidad el simple reconocimiento de los íconos y sus producidos, pueden, por ejemplo, suprimir sistemáticamente rasgos en ellos, en provecho de otros que eventualmente pueden engrosar: la supresión generalizante de rasgos tiene un efecto sinecdóquico y la exageración de los rasgos seleccionados, un efecto hiperbólico” (Grupo µ, 1993, p. 320). De tal forma, el trabajo retórico puede explicar cómo una imagen, discursivamente, genera un tipo de impacto cuando reduce sus elementos para presentar un mensaje, realzando por ejemplo, un rasgo o un fragmento de su contenido, o por el contrario saturar la información, sea por cantidad o por realce visual, para generar una respuesta que implica un alto grado de discernimiento cognitivo por parte del espectador, por ejemplo cuando se enfrenta a una escena con muchos personajes, objetos, etc. El trabajo del Grupo µ no considera directamente el caso del cine. Empero, por pertenecer a la categoría que este colectivo denomina Collage, dada su heterogeneidad de elementos expresivos (disposición temporal, espacial, imágenes icónicas, técnicas de movimiento, signos lingüísticos, banda sonora), amerita una lectura retórica que no puede reducirse exclusivamente a una teoría de la imagen. “El cine es un terreno rico en encuentros entre estructuras temporales, estructuras auditivas y estructuras lingüísticas, y el producto que sale de este encuentro tiene su originalidad… pero la evidencia de este terreno es completamente empírica: la existencia masiva del cine en nuestra cultura no debe hacernos olvidar la complejidad del fenómeno” (Grupo µ, 1993, p. 12). De allí se puede inferir que el análisis retórico del cine auspicia la necesidad de un trabajo de comprensión de las estrategias discursivas tanto del relato como de los sistemas expresivos que lo componen. No obstante, para el grupo de Lieja es claro que dicha tarea supone siempre la preocupación por analizar las desviaciones del sentido introducidas dentro de todo mensaje, es decir, constreñir la retórica a esta estrategia particular. Esto dado que el Grupo µ ha construido inicialmente toda su propuesta restituyendo el papel estructural de la elocutio. Pero esto no cierra las puertas a un estudio, en el caso del cine, a las demás estrategias como formas retóricas vitales (inventio, dispositio), en especial cuando se reconoce la naturaleza compleja de la imagen en movimiento.

Avatares retóricos del cine. La poética como objeto El trabajo sobre retórica del cine bien bebe de estas dos fuentes (Barthes y el Grupo µ). Sin embargo, gran parte de sus riquezas yacen en el interés de pensar la retórica como un análisis del discurso poético. En gran medida como ya se insinuaba, la poética supone la estructuración de un texto que da forma a un mensaje que ponderan el trabajo de los recursos expresivos. El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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En dicha tarea la estilística que determina en parte la identidad de toda poética, es decir el estilo propio de cada obra, permite que el análisis del texto retórico (inventio, dispositio, elocutio) sea fecundo al reconocer formas comunes, como variaciones de una obra a otra en una escuela cinematográfica, en un género, en la filmografía de un autor. Podría aventurarse la idea de que la inventio permite el ejercicio de investigación semántica para descubrir, en el seno de un léxico cultural, en la gran enciclopedia semiótica, en la semiosfera, qué contenidos narrativos, qué lógica de acciones, qué argumentos son claves para relatar, para dar forma al discurso cinematográfico. De tal manera, dicha selección siempre está destinada a la persuasión particular de un grupo de espectadores posibles. Por ejemplo, la estrategia de género condiciona el relato, no sólo desde su organización, sino dese la selección posible de rasgos semánticos. Una historia de terror supone una particular respuesta emocional del público. El miedo, como efecto afectivo, orienta siempre la inventio, la selección del material. De allí que sea fácil recurrir a una tópica común, por ejemplo escenarios nocturnos, arquitecturas derruidas, lugares desérticos, fenómenos paranormales, leyendas atávicas, mitologías de monstruos, etc. Cada género, orientará la estrategia de inventio para el público, estudiando la historia del cine mismo, los antecedentes de películas que desarrollan tonalidades similares, nuevas fuentes culturales asociados al terror, etc. La dispositio, por su parte, también se asocia con facilidad a la selección del género como estrategia posterior al descubrimiento de contenidos narrativos. Se puede, por ejemplo, decidir narrar una historia de amor imposible, y el género en calidad de modulación, puede determinar el modo en que se dispone dicho material. En consecuencia puede tener lugar una historia de amor trágica, al estilo de las adaptaciones al cine de Romeo y Julieta, pero también de tono cómico, como en algunas películas explotadas por el melodrama clásico de Hollywood. Por otra parte, el trabajo de la dispositio implica en sentido estricto el modo de ordenar el relato. De esta forma, la puesta en serie (ordenación temporal de acontecimientos), hace posible reconocer un particular uso retórico. Las películas de Quentin Tarantino hacen de la disposición temporal una marca estilística (elocutio), un trabajo retórico sobre la modulación. La presentación de relatos anacrónicos genera una particular respuesta tanto en el trabajo de lectura del público, que demanda mayor participación, como otras respuestas emocionales asociadas a la ruptura con la idea de que la última escena corresponde al final del relato. En esta perspectiva, la dispositio posee un alto valor intencional, de allí que las historias de suspenso propias del cine de Hitchcock, apelen a la disposición para alcanzar una persuasión en sus espectadores. La historia de un asesinato, quizás un tema mullido, con poco trabajo en la inventio como estrategia, alcanza sus cúspides estéticas en la dispositio. Por ejemplo, el contarle al público, intencionalmente, quién es el asesino, hace que la respuesta afectiva (phaté) se incremente cuando el protagonista se ve cerca o acechado por el villano. La cooperación narrativa se acrecienta por una estrategia retórica de esta naturaleza. En el caso de la elocutio, fácilmente pueden explorarse los recursos tropológicos de naturaleza visual y verbal. Metáforas, metonimias, sinécdoques, ironías, bien pueden servir para construir parte de la poética de una historia. Sin embargo, vale la pena pensar la elocutio en las variaciones por ejemplo que cada relato hace al tratamiento fílmico. Desde los modos de composición de un plano, hasta el tipo de montaje, los efectos de luz, el subtexto de los personajes, pueden ofrecer formas de elocución al interior del cine que permiten al análisis

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retórico ampliar los sentidos poéticos de una película. Por ejemplo, el particular trabajo de ruptura del cine de Godard con las convenciones narrativas del cine clásico, su fragmentación de las acciones, su hipercontinuidad narrativa, sus falsos raccords, son muestras del trabajo retórico, de una estrategia elocucionaria que ofrece una estética del artificio, un cine cuyas poéticas desafía la idea de la ficción perfecta. Por último, antes de revisar a manera de aplicación la filmografía del director Alex de la Iglesia que da cuerpo a una retórica del esperpento, vale la pena sugerir la importancia de un par de elementos retóricos en el cine. Primero el concepto de tópica. Como se señalaba, es el método para la selección del material de una historia; pero también es una red y una reserva. El trabajo de la inventio en un arte narrativo como el cine, siempre recurre la tópica como red de formas vacías para orientar el relato. Por ejemplo en el Hollywood clásico el imperativo del final feliz, se convierte en una tópica (red) que debe ser satisfecha por el relato. De igual modo, la tópica como reserva de contenidos sin forma y permite orientar los argumentos universales del cine. Historias del regreso a casa, de la búsqueda de un objeto perdido, de una comunidad amenazada por una entidad externa, la búsqueda de un mejor futuro, sirven para orientar el trabajo de la inventio en la mayoría de historias. De igual modo la figura denominada imago (personaje emblemático) sirve para estudiar cómo en la dispositio, se construye la red de personajes. Pensar en términos de protagonistas, antagonistas, y agonistas, o en una teoría de actantes, en objeto y sujeto de deseo, ayudantes y opositores, permite comprender como la imago contribuye a una estructuración retórica del relato para persuadir a los públicos que identifican en dicha función un elemento para orientar la percepción.

Alex de la Iglesia. Retórica del esperpento El principal interés es aplicar la hipótesis de una retórica del cine en el grueso de la filmografía del director catalán Alex de la Iglesia. Con esto se espera mostrar cómo el análisis retórico es susceptible de realizarse tanto en obras concretas, independientes, al igual que puede usarse como hilo que articula una poética de autor, un trabajo estético en el cual se reconocen las marcas que dan coherencia a la materialización de una mirada singular. Y es interesante esbozar la idea de autoría en el trabajo de este director, porque en varias ocasiones ha negado que su cine caiga dentro de dicha categoría. Incluso, se ha atrevido a dudar del valor estético de esta etiqueta. Sin embargo, y de allí las paradojas de la autoría, su cine corresponde a esta estética más allá de los propios alegatos al margen que de la Iglesia ofrezca. La autoría no supone exclusivamente la materialización de una intención, un proyecto personal, o unas tentaciones particulares. Tal se entreteje en el conjunto de una obra, en sus búsquedas expresivas, y en sus exploraciones temáticas, generando vínculos intertextuales con otros modos narrativos y con el gran universo de la semiosfera. Allí el director, poco o nada puede controlar el movimiento orgánico de su obra. No es difícil, tras entrar en el universo fantástico del cine de Alex de la Iglesia, pensar en los extraños ecos que posee su obra la estética del esperpento tan bien ponderada en los textos teatrales de Ramón del Valle-Inclán. Como si las ideas sobre el esperpento como una forma de lo grotesco, que supone la deformación de las dimensiones narrativas para construir una sátira social, fuesen las fuentes mismas de las que se alimentan las películas del director catalán. Casi podría decirse, son, en términos retóricos, la tópica que visita su trabajo para El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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conducir la estrategia de la inventio. Allí operan como formas vacías que serán saciadas de los más particulares contenidos en cada uno de los relatos, y con el grupo de personajes marginales de todas sus películas. En Luces de Bohemia, Del Valle-Inclán, presenta, a través de su personaje principal, las semillas de una teoría que arremete contra la poética del héroe clásico. “Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada” (1961, p. 108). Esto pareciera inaugurar la idea de que el proceso artístico necesita de un trabajo de torsión, de mutación, malformación, descomposición para poder lograr tocar el terreno social. Como si un arte especular asociado a un reflejo diáfano no hiciera otra cosa distinta que reafirmar un orden ya dado, incapaz de decir algo que impacte la vida cultural. De allí, que pueda sugerirse que el cine de Alex de la Iglesia se valga de una retórica del esperpento para introducir un nuevo idiolecto cinematográfico, capaz de ofrecer las suficientes variaciones, desviaciones para dar cuerpo a un estilo propio, a una estilística amarrada indefectiblemente a su propio nombre como director mutante, una bestia cinematográfica. Como define Ramírez en su análisis del cine del director, su obra retoma el impulso del romanticismo, que de un modo cíclico pareciera aparecer cuando entran en crisis los movimientos modernistas. De allí que su trabajo no sólo se caracterice por una potenciación hiperbólica del universo fantástico, una materialización de una imaginación productiva, sino por recuperar ciertos cánones clásicos que además de interesarse por la innovación formal, por el shock estético de la vanguardia, lo hace por la re-significación de las convenciones, del topoi koinoi, en este caso del cine clásico. El director, expresa Ramírez: “...pertenece a la llamada generación de los noventa, una que tiene como característica esencial el rechazo contundente de los dogmas de la modernidad…” (2008, p. 7). Ya allí se hace fácil distinguir una estrategia retórica propia de la dispositio. Toda la filmografía hace uso las formas narrativas del cine clásico americano, en especial de la estética del suspense, que emana del cine de Alfred Hitchcock. Independiente entonces del tipo de historias que se narren, la modulación de los relatos responde a una disposición clásica. Por supuesto, hay variaciones, en especial de tono irónico, incluso cínico, que generan diferencias, y son marca de estilo, pero en general ya se presenta un marcado uso retórico perteneciente al modelo americano. La filmografía del director también pareciera trabajar al interior del modelo de los géneros cinematográficos. Estrategia, como se señaló, tanto de inventio como de dispositio. En el primer caso, porque el género ya delimita el tipo de material para dar forma al argumento narrativo. Por esto es que en las películas del director asociadas al terror, se reconozcan personajes emblemáticos, o en sus thrillers, elementos recurrentes como asesinatos, policías, investigaciones, etc. En el segundo caso, porque dichos materiales son dispuestos a lo largo del relato recurriendo a las formas que la tradición genérica ha perfilado. Y eso se constata fácilmente con referencias intertextuales a otras películas en sus obras. Podría asegurarse entonces, que la inserción de elementos sardónicos, la deformación de las tópicas de los personajes, la expansión hiperbólica de lo verosímil, el humor negro, la parodia de elementos de la cultura popular, incluso sacral, se convierten en las estrategias del director para dar forma a una retórica del esperpento. Y es que al analizar la elocutio de su obra, la desviación

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de una norma de género y la torsión del comportamiento de un personaje, se reconocen como estrategias discursivas para plantear su propia huella como director. En ellas se hace evidente una retórica que recurre, como lo sugería Ramírez, a la parodia de las costumbres, a un sentido del humor casi enfermizo, y al uso del humor negro con un fin crítico. Además se presenta el recurso estilístico, al nivel de la elocutio, como una parte capital de la estructura de cada película, no como un adorno. Sin ellos las películas del director caerían en una retórica clásica, a la cual no podría calificársele bajo el modo estético del esperpento. Como un neorromántico, un reciclador de formas clásicas, un hombre capaz de la más fina intertextualidad, Alex de la Iglesia ilustra la potencia de las formas retóricas en el cine. Sus variaciones comprueban que la retórica no se reduce a un conjunto de reglas para orientar un texto. Sus propias búsquedas representan el equilibrio productivo de una poética, en contraste con las dimensiones históricas de una textualidad dada como el cine clásico. Y podría decirse, que al igual que en el modelo de Hollywood que palpita en su obra, su intención persuasiva apunta a llevar al público a un viaje emocional. El pathos puesto en su obra, supone que todo su discurso recurra a los miedos del espectador, a la proyección de sus deseos más sórdidos, al humor negro que se desea ocultar, al compromiso con lo marginal: “... esa mezcla de humor negro con violencia explícita que inunda la pantalla provocando en el espectador, la risa, el llanto y la estupefacción al unísono, así como unos personajes al margen de la ley que son, en la mayoría de los casos, unos pobres diablos que resuelven sus conflictos utilizando una brutalidad inesperada porque sólo así encuentran soluciones” (Escobar, 2002, p. 152). De esta suerte, puede reconocerse cómo la comprensión del auditorio, del espectador escondido en la butaca, responde al modelo del melodrama que espera una identificación con la mala fortuna del personaje. Y por eso es indudable que todos sus extraños protagonistas sirven de espejo al público. Claro, siempre entregando un reflejo deformado, la imagen del esperpento, haciendo gala de una retórica que alude a la posibilidad de reírse de la propia tragedia que está en pantalla. El primer largometraje de Alex de la Iglesia, Acción mutante, socava en el género de ciencia ficción. Desde allí, se hace evidente el trabajo sobre la dispositio que ordena la historia futurista de un grupo de minusválidos rebeldes que atacan violentamente un orden social caracterizado por el culto a la belleza. El relato gira en torno al secuestro de la bella hija de un empresario para cobrar un rescate millonario. Dicho modo de ordenar los acontecimientos bien remembra formas tradicionales del relato, por ejemplo, plantear un conflicto claro, a la espera de una resolución. Al mismo tiempo, la estrategia de la inventio recurre al arsenal semántico de territorio de la ciencia ficción y el cine fantástico. El filme hace parte del idiolecto de escenarios apocalípticos que revelan las ruinas de los desarrollos tecnológicos. La nave espacial en que se desplazan los personajes hace parte de una tópica que recorre, por su aspecto deshecho, hitos de este género desde 2001 odisea en el espacio hasta Blade runner o Brazil. El desenlace de la película tiene lugar en un planeta llamado Asturias, habitado sólo por hombres, todos engendros extraídos fácilmente de una película de zombis o de malformados genéticamente, al estilo de las adaptaciones cinematográficas de la Isla del Doctor Moreau. Este escenario revela una tópica del género que corresponde a una semántica del fin del mundo, en donde la estética El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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de la esterilidad anticipa un desenlace funesto. Allí fácilmente están los ecos tanto del Retorno del Jedi de La Guerra de las Galaxias, como los caminos desolados de Mad Max. El director sitúa en el rol de protagonistas al grupo de mutantes. Presenta una primera marca de la retórica del esperpento. Casi siempre, este tipo de personajes tienen un rol antagónico. En este caso, son presentados como héroes que critican un sistema manipulado por los medios y que pondera una imagen de belleza homogénea, de la que está excluido cualquiera que posea una anormalidad. Dichos mutantes, esperpentos retóricos, son imagos (personajes emblemáticos que visualmente construyen el discurso), están mutilados, son retrasados mentales, paranoicos, etc. Este cambio en la disposición permite una postura crítica en un cine que no aparenta compromisos sociales. No obstante, es precisamente esta estrategia la que potencia estéticamente todo el discurso del director. Allí, como rasgos propios de una estilística, se presentan las burlas sardónicas a valores culturales populares. La novia raptada termina enamorada de uno de sus captores, haciendo del síndrome de Estocolmo una burla sintomática. Un pequeño infante, representado por un hombre mayor de baja estatura, revela el más morboso ímpetu sexual, que desemboca en el impulso tanático de matar a su abuelo sin remordimiento alguno. “En su primera película, De la Iglesia se muestra irreverente, sarcástico, subversivo, y como siempre en pleno uso de su poderoso humor: antisolemnidad pura, cuya intención manifiesta es la deconstrucción o el desmantelamiento de todo aquello que posee el tufillo institucional…”. (Ramírez, 2008, p. 8). Y si bien todo eso es quizá un contenido de segundo orden que se alimenta de un relato de ciencia ficción, en dicho cometido tiene sentido la retórica del esperpento como crítica social. De alguna manera, allí se anticipa una idea presenta en la filmografía del director, parte de su propia poética, y que remembra las ideas de Valle-Inclán, y es tejer ecos de la realidad social, situaciones históricas, de una manera sardónica, en el relato de ficción. En este caso el poder de los medios de comunicación para transformar y condicionar la vida social. En una de las quizás más famosas obras del director, La Comunidad, dicha crítica aparece constreñida a un espacio íntimo. Esta historia ilustra cómo una mujer de mediana edad dedicada a los bienes raíces, por un golpe de suerte, se hace dueña de una fortuna de un hombre que acaba de morir. Infortunadamente para poder disfrutarla, debe sacarla de un viejo edificio en donde una comunidad de vecinos se interpone, pues desean para ellos, desde años atrás, el mismo botín. Fácilmente puede comprobarse la alusión que hace Ramírez en este filme a la supervivencia del más fuerte, a la teoría de la evolución de las especies de Darwin. “La comunidad es un filme en el que los seres humanos son mostrados como verdaderas bestias que compiten en un medio salvaje para conseguir su sobrevivencia; de un modo claro, es la selección natural darwiniana la que rige el modus operandi de esta furiosa caterva” (Ramírez, 2008, p. 8). Y en ese caso se revela un trabajo en la estrategia del inventio. Ya no se remite al universo cinematográfico directamente, sino al mundo de la cultura, a la semiosfera en donde un trabajo científico es seleccionado para poder persuadir al público de la lógica del comportamiento de los personajes, fácil retórica del esperpento cuando estos hombres devienen en bestias. La inventio recurre en este relato al género del suspenso. Los intertextos que remiten a películas como La ventana indiscreta o Con la muerte en los talones, son evidentes marcas estilísticas, un trabajo propio de la elocutio que da cuerpo a la poética del director. Incluso,

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la película responde al modelo del thriller cuya retórica está dirigida a trabajar el pathos del espectador a partir de emociones extremas. Durante el relato se convierte al viejo edificio en que habita la comunidad en una férrea prisión de la cual la protagonista debe escapar, acechada por la encarnación del mal presente en los vecinos. Acá se reconoce otra marca de la retórica del esperpento, personajes sin las cualidades de los héroes clásicos, caracterizados por las más bajas pulsiones. Allí, una de las estrategias visuales, es recrear imágenes que remiten al cine de zombis. Escenas como las que presentan a los vecinos que acechan a la entrada del apartamento de la protagonista, o que describen cuando despedazan una maleta en que presuntamente está el botín, remiten a la imagen de los muertos vivientes que se alimenta de otros cuerpos. Dicha lógica revela hiperbólicamente la saturación de otros contenidos semánticos, del recurso de una tópica genérica al servicio del discurso del director. Recurrir, como se mencionaba, a las formas del cine de suspenso, permite evidenciar la tópica como red, como forma sin contenido. El clásico estilema Hitchcockiano que ofrece mayor información al espectador que al personaje se actualiza en la película cuando el espectador sabe que un cómplice fortuito de la protagonista la ha engañado cambiando la maleta con el dinero. Ella no lo sabe, pero el espectador sí, generando un efecto retórico particular en la percepción. Esta extraña comunidad, este grupo de zombis que bien pueden hacer parte de La noche de los muertos vivientes de George Romero, se convierten en esperpentos que disuelven las ideas preconcebidas de los lasos afectivos de cualquier comunidad social. De esta forma, la retórica del esperpento hace uso del humor negro para potenciar los lugares oscuros que se evidencian con el relieve de sus discutibles valores morales, y con la renuencia del texto fílmico a ponderar en ellos alguna cualidad heroica. Y quizás esa tarea de desnudar la humanidad tras la silueta de un personaje, dotar de volumen a un cuerpo, profundizar en la imago que cohesiona una narración, sea uno de los rasgos retóricos de 800 balas, una obra del director que nuevamente recurre al universo semántico de los géneros cinematográficos. Con una historia ubicada en las postrimerías de un género en estado terminal como el Western, el director despliega la estrategia de la inventio en un doble nivel. Por una parte, recurre a múltiples elementos emblemáticos de la época dorada del western americano. No es gratuita que la secuencia inicial de la película reconstruya la secuencia inicial de La Diligencia de John Ford, ni que los duelos, remembre películas como Por un puñado de dólares de Sergio Leone. En términos visuales, se da forma a una retórica sinecdóquica que se vale del realce de los elementos clásicos, que permiten informar al espectador del esplendor de un viejo género. Están presentes tanto los paisajes desérticos en donde cabalga el cowboy valiente, como las calles polvorientas de los poblados que anunciaban el desarrollo urbano del siglo diecinueve. Carretas, tabernas, prostitutas, hombres borrachos, indios, el Marshall, forajidos, aparecen compuestos en una planimetría que revela a mediante un fragmento, la totalidad semántica del género. De igual manera, en un segundo nivel, el relato recurre a la historia del cine en términos de producción. Se narra la historia de un grupo de hombres que reviven el espectáculo del oeste en Almería, una de las famosas locaciones donde se rodaron gran parte de las spaguetti western en la década del sesenta. Allí, el olvido de un lugar mítico en el mundo del cine como fueron estos famosos estudios, introduce otra clave discursiva que permite hacer uso del mundo del cine como estrategia retórica. En ésta, un viejo doble de películas de vaqueros, años después de la época de El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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gloria del género, revive su historia representando una escena clásica del oeste con un pequeño grupo de actores. Dicha representación es reconstruida por el director con todas las marcas narrativas que permiten que el espectador reviva en pantalla el viejo cine rodado en Almería. Y de nuevo, los personajes revelan una galería grotesca de hombres decadentes. Todos parecieran ser la expresión de una ruina que se resiste a ser derruida. Caricaturescos, negándose al cambio, sosteniendo unas raíces imaginarias, viviendo en la fantasía de un cine que no existe, parodian la idea del modelo laboral. Se niegan, como en gesto infantil, a un trabajo que no está asociado a un ritual epopéyico. Y todo eso, estrategia de disposición, permite el reencuentro familiar para saldar viejos fantasmas entre una familia segregada por el pasado. El protagonista conoce a su nieto quien se maravilla con la vieja gloria de su abuelo, lo cual desata el odio de la madre del chico, cuyas acciones desembocan en el cierre definitivo del viejo poblado en el cual habitan estos personajes decadentes. Allí, pareciera que un argumento universal, una gran tópica del reencuentro tortuoso orientara el relato. Su resolución, tragicómica por demás, hará gala del derroche de formas elocucionarias del cine de acción, de las películas bélicas del western más ácido que exagera el uso de municiones, convirtiendo las balas en una invitación a la danza, y a la secuencia de cierre una ópera visual que permite que los esperpentos triunfen simbólicamente, así sea solo por un momento, sobre el avance de un modelo de progreso que se representa en el intento de cierre de las viajes instalaciones cinematográficas de Almería. Al final, como para acentuar una estrategia retórica que se alimenta de los spaguetti western, se comprueba que el dudoso pasado del protagonista como doble de grandes estrellas era cierto, cuando, en medio de su funeral, se revela la presencia de Clint Eastwood, amigo personal de este viejo cowboy. En la película Crimen Ferpecto, el director recurre nuevamente al modelo genérico del thriller. Y allí, dicha decisión de la inventio, toma elementos de una tópica que remite al eterno argumento, exaltado por las novelas policiacas decimonónicas, de cometer un crimen sin fisuras, sin que nadie descubra al perpetrador, asesinar sin consecuencia alguna. De entrada, el título de la obra presenta una estrategia retórica. La disposición lexical, el cambio, aparentemente por un error o un descuido del lugar de dos consonantes, anticipa toda la lógica del fracaso, de la equivocación propia de intentar cometer un crimen perfecto. Fabulosa paradoja de una perfección imperfecta, del craso error con que comienza la idea de un crimen sin responsable. De alguna manera, se recurre al léxico genérico, que siempre culmina señalando que no existen crímenes perfectos, y que los asesinos son descubiertos tarde o temprano. Un gesto estilístico acentúa esta forma retórica. En medio del relato, el protagonista, planeando el crimen perfecto, renta en una videotienda la película de Hitchcock con este título. Al pasar por la caja registradora, por un error ha sido codificada como el crimen ferpecto, gesto que anticipa toda la paradoja de la historia. En este relato, un vendedor de ropa para dama, en una prestante tienda madrileña, termina siendo la presa de la más horrorosa mujer. Tras un crimen no premeditado, ella se convierte en su cómplice y lo chantajea hasta llevarlo a la locura. El protagonista es la imagen del éxito, atractivo, exitoso con las mujeres, con la libertad de una soltería empedernida y la ambición de un empresario sin escrúpulos. Pero todo desaparece tras caer en las redes de una depredadora que lo convierte en un hombre común, mediocre, con su masculinidad hecha trisas. La retórica del esperpento aparece tanto en una mujer físicamente fea, y casi psicópata, como en un hombre ególatra que no teme pisotear a nadie para alcanzar sus objetivos. Ambos son imagos que

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representan la monstruosidad que en general el hombre del común combate o trata de ocultar. Al final del relato, en un despiadado discurso, el protagonista le dice a su opresora compañera que es fea, y que aunque no es su culpa, tampoco lo es de él. La sociedad ha educado a todos para despreciar la fealdad, y los esperpentos deberían ser exterminados. Y pese a todo lo que anticipa la imposibilidad del crimen perfecto, y como una marca propia del director, la disposición del relato presenta un giro inesperado. El protagonista consigue su cometido. Sólo que el engañado en este caso es el espectador. Una estrategia retórica de persuasión en la cual ocultar información, hacer uso de la intriga de predestinación (figura retórica moderna), incrementa el resultado narrativo. Todos los preparativos para el crimen, que asume el espectador será el de la temible victimaria, están destinados para fingir la muerte del protagonista. Y logra también este engaño que hace que un incendio consuma un cuerpo de un maniquí como si fuera el suyo. Consigue escapar y librarse de su terrible vida. Allí, las marcas de la elocución revelan siempre el sardónico enfoque del director. Las llamas con que se logra el escape, aluden al infierno presente en medio de la vida cotidiana, la estética de una moda de payasos que se impone cuando él abandona la empresa, revela la burla a una sociedad de lo bello que el personaje amaba con pasión; al igual que la destrucción del reino de la moda, el gran almacén de ropa, por el caótico torrente de gente que escapa cuando arde en llamas, robando implementos, como si se representara una extraña anarquía del orden social. Balada triste de trompeta, la más personal de las obras de Alex de la Iglesia, recrea un trabajo que bebe tanto del cine bélico, del cine de conflicto político, del melodrama trágico, y las variedades de feria. De entrada recurre a un trabajo en la inventio que selecciona materiales de muy diversa naturaleza. Por una parte, presenta la guerra civil española, y toda su locura que desemboca en situaciones de terrorismo y tensión política en la década del setenta con el fantasma de Franco a bordo. Por otro lado, recurre al universo del circo, y se vale de la figura del payaso para plantear un nuevo giro de la retórica del esperpento. Dos personajes, un payaso tonto, y un payaso triste, revelan una lucha titánica, una actualización del mito de David y Goliat, que de la manera más sardónica solo puede culminar con el llanto desesperado de ambos personajes ante la pérdida de la mujer por quien luchan a muerte. Hacer devenir a un payaso triste, un hombre taciturno, huérfano de la guerra, tras una decepción amorosa al entrar en un triángulo sentimental pérfido, en un asesino despiadado que desfigura su rostro con ácido, es un gesto explícito de la elocutio visual para potenciar el esperpento. Este personaje, extasiado por la música de Rafael, incapaz de reconocer la línea que separa al cine de la realidad, presenta una nueva reconfiguración del héroe, una disposición a lo largo del relato que permite deconstruir los estereotipos sobre el imaginario circense. Al mismo tiempo, se bebe de otros referentes cinematográficos. Películas como It o Payasos asesinos del espacio exterior se han encargado de presentar al payaso en una faceta malévola. Incluso, alcanzan el rango de asesinos, y aprovecha el tema de la máscara como mutación de la identidad. En el caso del payaso triste de la película, destruir su rostro pareciera un gesto destinado a fundir al payaso con el hombre, a anular cualquier capacidad de distinguir al personaje del actor. De nuevo, el universo de esperpentos está presente. Cada uno de los personajes del circo es un espécimen, una imago, de esta figura grotesca. Pero de igual modo lo son los personajes militares, asociados con el mundo político en el retrato que hace el director. En esta historia se constata fácilmente la retórica que se vale de hechos históricos para potenciar la ficción. El asesinato con una bomba del presidente español Luis Carrero Blanco, aparece El giro retórico. Las derivas textuales en el cine perverso de Alex de la Iglesia - pp 83 - 102

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retratado como consecuencia de uno de los actos desesperados del protagonista por ganar el amor de su amada. Ambos payasos, en la dispositio propia de un triángulo amoroso romano, luchan al final por el amor de una trapecista, en el icónico escenario de una torre, en la actualización de un castillo medieval, ante los ojos de la policía y de los demás miembros del circo. No es difícil que el público sea seducido por un pathos trágico, y que la respuesta buscada sea la de identificarse con el dolor de las relaciones, con el fracaso rotundo de los esperpentos circenses. Son muchas las pistas que pueden seguirse para estudiar no sólo la obra de Alex de la Iglesia, sino el cine en general en términos retóricos. En este caso, no se realizó un análisis centrado en la elocutio a partir de la teoría clásica de las figuras de la desviación del sentido (metáfora, metonimia). Sin embargo, es posible reconocer un trabajo concentrado en el uso de hipérboles visuales tanto en la imagen como en la escritura fílmica de la mayoría de sus películas. De la estrategia de la elocutio se realizan algunos acercamientos a la idea de la retórica como una segunda lengua, tal como insinúa Barthes, que despliega un mensaje de tipo simbólico, una estructura connotada. Esto en particular en el análisis del discurso en contra del sistema, o en la idea del esperpento como parodia del héroe clásico. El interés de concentrar la lectura, en especial desde el problema del género, en la inventio y la dispositio, busca darle valor a la retórica como modelo de análisis discursivo, del cine como texto, sin reducirlo a una estrategia elocucionaria, y mucho menos ornamental. Un mapa rizomático de un cine como este, no desea saturar las posibles lecturas sino generar fisuras en los modos de interpretación que sólo conciben posible un acercamiento desde los elementos semio-lingüísticos. La retórica, la del esperpento en este caso, es finalmente un modo complementario de lectura, que además considera tanto el trabajo de construcción del director como la respuesta de los públicos. Y en ese caso, significa un giro, un retorno a la sabiduría clásica, cuya actualización tiene un largo camino que recorrer en el presente.

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La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? Miguel Alberto González González1 Recibido el 28 de julio de 2011, aprobado el 20 de septiembre de 2011.

Resumen Las democracias contemporáneas, por no decir, modernas, han venido confabulándose con los medios de comunicación, los unos y los otros se soportan, al fin de cuentas hay una simpatía común, las democracias por expandir una buena imagen y los medios de comunicación por hacerse a los jugosos contratos, los vínculos son mediados por el dinero, la sociedad es el pretexto, la coartada y la información entregada es el camino para sus fines. Los que se oponen al poder terminan siendo acallados con prebendas y en las contiendas electorales nunca se establece cual es la verdadera filiación política de los medios; al fin de cuentas, sus informaciones disfrazadas de democráticas esconden la verdad, puesto que, en la mayoría de los países los dueños de las grandes cadenas informativas son “prestigiosos políticos” o “filántropos perdidos en el dinero”. En la discusión queda por desenmascarar el contubernio que, cada vez, es más evidente: poder-medios de comunicación, y la democracia es el medio, el fin no ha cambiado: hacer un negocio con la información para privilegiar a los mismos. Las fronteras y panoramas entre medios de comunicación y las democracias contemporáneas pasan por diversos dramas éticos que se tratan de visualizar, sin que ello implique una condena o absolución. La educación, por no decir la filosofía, como en muchos otros casos sigue anestesiada, a veces, parece comprada porque sus voces no se escuchan; “el silencio otorga” reza un refrán callejero. Palabras claves. Comunicación, contemporáneo, democracia, ética, frontera, poder, filosofía, medios de comunicación, desmesura. 1 Miguel Alberto González González. Docente e Integrante equipo de investigación Maestría Universidad de Manizales; Director Revista Plumilla Educativa Universidad de Manizales; Director Publicaciones, Ipecal, México; Licenciado en filosofía y letras de la Universidad Santo Tomás; Magister en Educación-Docencia de la Universidad de Manizales; Doctorante en Conocimiento y Cultura Latinoamericana-IPECAL-México; Doctorante en Ciencias de la Educación Universidad Tecnológica de Pereira. Libros publicados. Amores prohibidos de Kalkan, 1998; Analectas de la caverna, 2004; Horizontes humanos, 1999; Umbrales de indolencia, 2010; Resistir en la esperanza, 2011. Tiene textos publicados y ponencias en diferentes países de Iberoamérica. Manizales-CaldasColombia. Ponente en Chile, Argentina, Colombia, Costa Rica, México, España. Correo electrónico: miguelg@ umanizales.edu.co, mgcaronte@me.com La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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Abstract Contemporary democracies, but not to say modern, have been plotting with the media, the ones and others are supported, in the end is a common sympathy, democracies to expand a good image and the media for taking to lucrative contracts, the links are mediated by money, society is the pretext, an alibi and the information given is the way to their ends. Those who is against the power, finish being silenced with gifts and in the electoral fights, never it settles down what is the true political connection of means; to the end of accounts, their information disguised of democratic hide the truth, since, in the majority of the countries the owners of the great informative groups are “prestigious politicians” or “philanthropists filled with money”. In the discussion it is to unmask the conspiracy that, every time, is more evident communication power-means and the democracy is the means, the plan has not changed: to make a business with the information to privilege to the same persons. The contemporary borders and panoramas between mass media and democracies happen through diverse ethical dramas that are trying to visualize, without it implies a sentence or acquittal. The education, for not to say the philosophy, as in many other cases, follows anaesthetized, sometimes, seems bought because their voices are not heard, “silence is consent” reads a proverb street. Keywords. Communication contemporary democracy, ethics, border, power, philosophy, media, excess.

La desmesura Soy desmesurado cósmico. Las piedras, las plantas, las montañas me saludan; las abejas, las ratas, los leones y las águilas, los astros, los crepúsculos, las albas, los ríos y las selvas me preguntan. Vicente Huidobro. La desmesura nos llegó en todas las formas posibles, en las religiones, en las políticas, en las estéticas, en la educación, en la ciencia, en la guerra, en la tragedia, en la felicidad, en la política de Estado, en la democracia y claro, nos acorraló, en los medios de comunicación. La desmesura cósmica que nos canta el poeta es la de abrirse, la de aprender a escuchar todo lo que nos rodea, a no negarle el saludo o la palabra a nadie o, a nada, por pequeño o insignificante que se nos figure; en esencia, el llamado es un apremio cósmico. Huidobro no da treguas, no permite otra interpretación: la igualdad no es suficiente con nombrarla, hay que llevarla a la práctica. Esa igualdad es la que siempre deberán preguntar-

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se los medios de comunicación y las democracias; son interrogantes dramáticos porque son demandas éticas de la existencia, no de la metafísica. Ahondar en las desmesuras de los medios de comunicación, querer explicarlas, no sólo pasa por estudiar a los individuos hay que recurrir a las experiencias colectivas como explica Elías (1994, 42) al referir que “la expectativa de un tipo específico de explicación no se debe a una experiencia personal de un individuo, sino a las experiencias colectivas de un grupo completo a lo largo de varias generaciones”. No una respuesta sino un interrogante el que se presenta, ¿cuándo no hemos sido desmesurados? No basta construir un discurso contra otro discurso, si la desmesura se encuentra en el mismo lenguaje.

Las palabras enrarecidas Guillaume Apollinare indicó, “conozco el sentido de las palabras y hasta las invento”. Abordar el significado de las palabras no asegura que haya claridad sobre el sentido de las mismas, es decir conocer el significado de una expresión no indica que se tenga claro el sentido de la misma. Los diccionarios dan cuenta del significado, pero el sentido es una acción humana que se enfrenta a sus propias lógicas, por así decirlo, a su mundo vital lingüístico. Ahora, avanzar en la idea de crear palabras que convoquen nuevas imágenes o metáforas es una facultad de los poetas, lingüistas, pero es muy poco probable que en los medios de comunicación se den esos acontecimientos humanos, más bien, en sus afanes informativos-comerciales desgastan y demuelen el lenguaje, lo reducen a propaganda, a comercial. No es descontextualizado lo que plantea Zemelman (1998, 157) cuando afirma que “el lenguaje no puede ser exclusivamente un entramado de afirmaciones -discurso-, sino un puente entre lo que se dice y la realidad como posibilidad de construcción determinada”. Esa pretensión de construcción de realidad, no de invención sino de adecuación, es la que se ha perdido por la exuberancia de datos que entregan los medios de comunicación, por ello se crean realidades ficticias que, en el más de los casos, avalan las democracias, al fin de cuentas, aprendieron muy bien a mentir para ocultar verdades. Antes que nada, los medios de comunicación en las democracias modernas de occidente y es probable que en oriente ocurran situaciones similares, cumplen variados roles, pero el más importante es el de no permitir que la verdad se escabulla por una esquizofrénica manipulación; sin embargo, a veces, cumplen el cometido a medias, en otras se pierden en la retórica de la burocracia o en las redes del poder que ellos mismos representan, no sólo se pierde la verdad sino que se manipulan las mentiras. Nos dice Kung que la ética, en cuanto reflexión sobre el comportamiento del hombre, casi siempre ha llegado demasiado tarde: con frecuencia la pregunta sobre la licitud surge después de haber pasado ya los hechos. A la sombra de éste teólogo, advertidos estamos y, para desgracia, hasta disculpados, porque al llegar tarde la acción ética, todo es permitido para los medios de comunicación y para las democracias que aprendieron la lección con bastante anterioridad Así las cosas, se visualiza una especie de eterno retorno de la manipulación de la información; antes lo hicieron los juglares, las religiones o los militares quienes informaban a su amaño sobre la verdad de los hechos; sin embargo en esta modernidad etérea del tercer milenio, las geometrías de la desinformación se mantienen, las palabras enrarecidas casi hasta el infortunio. La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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La democracia relatada Repetidas veces las democracias —representadas en el Estado— se solazan cuando la prensa promueve sus magras gestas, cuando informan lo que el poder quiere decir, pero se duelen, en el instante que se emiten datos que comprometen el accionar de sus burocracias, porque si algo se aprendió en las denominadas democracias modernas fue el manejo de la información, copiaron a los regímenes arbitrarios para adoptar la estratagema informativa, tanto así que se tienen oficinas de prensa dedicadas a limar asperezas y a limpiar el “buen nombre” de los funcionarios que, en nombre de la democracia todopoderosa, legislan; ese es el ilustre fracaso de cualquier democracia. Democracia viene del griego demos que es pueblo y cratos que significa poder. A ojos descubiertos, democracia es el poder del pueblo que en sí viene siendo una idea romántica del poder. El pueblo, por más que discutan filósofos o políticos, es una masa amorfa que no tiene cohesión. ¿Cuál es el poder de lo inconexo? De ahí, la dificultad de abordarlo y comprenderlo. Platón, en sus diálogos o monólogos de Sócrates, destacó que la democracia era la menos mala de las formas existentes para gobernar a los pueblos; aún hoy parece creíble la expresión, lo que no implica que sea cierta. Además, la democracia desde sus inicios fue excluyente, esclavos, mujeres y extranjeros no participaban de la democracia ateniense, así como en pleno siglo XXI, los inmigrantes o ilegales no gozan de la misma democracia que los connacionales, lo cual se puede verificar en las comunidades españolas, francesas, inglesas o norteamericanas. Agnes Heller explica que toda definición es, al mismo tiempo, una separación. Esto ya pone en dificultades las definiciones sobre democracia, puesto que separa aquello que no es democracia o, quizás por comparación, en su opuesto, circula aquello que la democracia no ha sabido resolver. Ahora bien, la democracia es la nueva dictadura del siglo XXI, parece que hemos pactado, o nos hemos dejado con-vencer que sólo la democracia es la salida digna de los pueblos como fórmula política; eso lo certifica Estados Unidos en la última década queriendo imponer democracias con militares o apoyando con democracia las dictaduras, lo imperdonable es que tenemos muchas fórmulas para salir de la redada, pero no atinamos al diagnóstico. La democracia tiene un plano del discurso y uno de la construcción; lo complejo es que la construcción no siempre es democrática, lo cual permite a los medios de comunicación instalarse en el poder, por no señalar que son el poder mismo. Cierta tristeza y quebranto produce ver los contubernios entre democracias y medios de comunicación de una parte y, de la otra, la debilidad de la comunidad para enfrentarlos; tal vez por ello el pensador chileno Zemelman (2007, 14) advierte que “debemos buscar en la debilidad y sus inercias protectoras aquello que pueda trascender la tristeza y el quebranto”. La crisis organizativa de las democracias, de ser una forma de dirigir, habrá que buscársele sus inercias, pues da la impresión de que no hemos logrado comprender la desorganización como un estilo de poder. Hay crisis organizativa en las democracias que, en la mayoría de los casos, impide visibilizar el paisaje, una bruma que impide penetrar la mirada. Su fortaleza es la desorganización. Aunque no es el propósito, pero si a modo de avanzar un tanto en el concepto de desorden, la Teoría de los Sistemas de Bertanfly algo nos pueden sugerir. En los sistemas abiertos

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complejos existen diez principios, uno de ellos es el de la abundancia organizacional que se destaca por un desorden superficial y un orden profundo; por tanto, Ibáñez (2008, 131) expone que “los sistemas abiertos poseen un número elevado, pero finito, de elementos… es decir, tienen tal abundancia de elementos, de interacciones y de orden, que parece, pero no es, desorden”. La gran cantidad de elementos que existen en las democracias y en los medios de comunicación los tornan en sistemas abiertos complejos que lucen con algún desorden que no logramos comprender; todo indica que a la ciudadanía le corresponde soportar ese desorden superficial, mientras que las democracias y los medios de comunicación cohabitan en un orden profundo. Apurando los conceptos, es probable que el efecto mariposa venido de aquellas indagaciones climáticas por Lorenz, también nos aporte a esta discusión, donde se sintetiza que el aleteo de una mariposa alcanza para desencadenar una tormenta en el lugar menos esperado. De tal suerte que el ruido de un micrófono o las sensaciones que dejan en el cerebro una imagen, pueden desencadenar un ciclón o un torbellino de dinero para los medios de comunicación; las democracias, no ajenas al efecto mariposa, saben diseñar tempestades, ruidos informativos para esconder un problema o situación social, sus aleteos de mariposa, permiten esconder una realidad, generan desorden para esconder el verdadero desorden y así conservar su orden. Sugiere Kung que se debe pasar de una democracia jurídica-formal a una democracia viva que garantice la libertad y la justicia. Sin menoscabar lo existente, si es cierto que para dar el salto libertad-justicia se requiere desenmascarar a la democracia y sus estatutos, romper los mitos de unas desmedidas solidaridades que afectan a la sociedad, que impulsan la segregación para consolidar unas democracias de la exclusión, en cierta desilusión; tal vez, por ello fue que Borges expuso que la democracia es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística y el Rey Carlos I de Inglaterra, antes de su ejecución, dijo que la democracia era una broma griega.

La mismidad De golpe, lo idéntico es aquello que no se diferencia de lo que encuentra en su repetición, ser idéntico es no copiar ni redundarse; es la mismidad; es ser fiel al concepto, así éste sea lo ideal, puesto que las definiciones describen el objeto y le adjudican cierto deber ser, le demandan un futuro, un devenir para que siga siendo lo que la mismidad exige. Dentro de este marco, las democracias han caído en unas crisis de identidad por el exceso de regulaciones a la libertad, por el aumento de restricciones a los inmigrantes; en cambio, existe laxitud con la corrupción, la aceptación tácita de que todo es vendible o comprable, la apropiación de material bélico para defenderse y, por último, la manera descarada de relacionarse, de cohabitar con los medios de comunicación, ese estar con la prensa es una especie de pactada autoprotección. La democracia, más evidente en Sur América y algunos países africanos donde se práctica, se ha restringido al evento de votar, de poder participar en la elección de sus dirigentes; acto que no es suficiente para calificarse como democracia, a lo cual sugiere Boaventura (1998, 331) que “La renovación de la teoría democrática se basa, ante todo, en la formulación de La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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criterios democráticos de participación política que no confinen ésta al acto de votar”, y al acto de maquillar la información que se presenta a la comunidad podría ser la continuación de la idea venida de este pensador brasilero. Por así exponerlo, se ha politizado —pauperizado, mediatizado—, todo lo que rodea a los estados que dicen estar gobernando bajo preceptos democráticos.

Contemporáneo Todas las épocas tienen su contemporaneidad. Lo contemporáneo es algo que pasa en un mismo sitio o es común a un grupo social, cuyo referente es el tiempo, en relación con lo que nos rodea. Ser contemporáneo es estar en la misma línea temporo espacial de otros. Viene del latín contemporaneus, contemporalis; con indica al mismo y tempus, tiempo. También se llama contemporáneo a quien da cuenta de la historia o sobre los hechos de su tiempo. Lo que se vive o, mejor, se pacta entre las democracias modernas y los medios de comunicación, debe ser una preocupación de cualquier sujeto que se sienta contemporáneo, que le duela esa curiosa relación que, a ratos, empantana la verdad y maquilla la realidad. Zemelman dice en el texto Voluntad de conocer, que al no tener conciencia de que se está dando un desajuste entre la teoría y la realidad que se pretende denotar, resulta que terminamos inventando realidades. Visto así, es una denuncia que el hombre no puede esquivar, puesto que lo contemporáneo implica dar cuenta de una época, de un momento social que tiene espacio y tiempo. De tal suerte, que para dar cuenta de las relaciones entre las democracias y los medios de comunicación, se precisa reconocer el desajuste entre teoría y realidad, para no terminar aceptando realidades inventadas que muy bien lo aprendieron a fabricar las democracias y los medios de comunicación contemporáneos -verifíquese los últimos dos siglos.

¿Qué es comunicación?

La comunicación es el proceso de transmisión y recepción de ideas, es la transmisión de significados entre personas, máquinas y grupos sociales, cuyas clasificaciones dependen del mundo vital de cada persona. Comunicar es poner las ideas en común y para ello se requiere la concertación de unos códigos compartidos y conocidos entre las partes. La comunicación es posible cuando los mensajes están filtrados de los ruidos y de aquellos obstáculos que la interfieren. Esta definición que aparece en diversos textos y cuyo nodo central es la interacción, no resuelve las inconsistencias venidas de los excesos, puesto que la democracia consagra la libertad de información, pero ésta termina siendo encerrada y, en sus movimientos de defensa, acorralada por el sistema. Ambas, democracia y comunicación, confluyen en un juego de poderes donde la verdad es la primera sacrificada.

¿Qué se comunica?

Se comunica aquello que le conviene a un poder, bien al político, al económico, al educativo, al religioso, al judicial o al de los mismos medios descendientes de los tentáculos de la economía, que, a intervalos, lucen perdidos, pero siempre vigentes e influyentes.

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Los medios de comunicación masiva como la radio, la televisión, la prensa y la internet, tienen tantas aristas como la vida misma; en ocasiones el poder político los pretende utilizar para sus fines, para entregar información que siempre conserve la imagen, que mantenga un contacto con la comunidad en ideales de inocente asepsia; en otros momentos, estos mismos medios de comunicación aprovechan los desafueros de algunos políticos para avivar la discusión en torno al quehacer del hombre público, entonces, el caleidoscopio da un giro para tildarlos de amarillistas e incluso de manipuladores. Estos vaivenes informativos tampoco los hemos comprendido en su extensión, no son más que circo para el pueblo. En semejante desorden -¿debilidad o fortaleza?- que abarca muchos espacios, no es extraño encontrar periodistas haciendo apología al delito, presentando pormenorizadas biografías de hombres poco éticos y, en extraña componenda, escondiendo o desconociendo las acciones heroicas o, para no exagerar, sinceras de algunos desconocidos. ¿Qué te importa estrella la oscuridad? (Nietzsche, 2006, 31), es la moral del poder, es la moral del dinero, es la moral del progreso, es la moral del príncipe; es una moral que saben aplicar muchos emporios de la información. La imagen es un lenguaje eficaz en la comunicación. ¿Cuál es el papel de la imagen sobre la realidad? ¿Qué realidad está nombrando? La semiótica mucho nos puede aportar, sin embargo no podemos desconocer que la imagen está en movimiento, por lo tanto, siempre deberá ser consultada y analizada. Lo que se comunica en la imagen, muchas veces, es más incidente que elaboradas frases o arengas de algún grupo político en gestación, pero tampoco se puede caer en la dictadura de la imagen; ahora bien ¿cuál es la imagen que se tiene de democracia y medios de comunicación? Se establece que los medios de comunicación son medios de manipulación al servicio de quienes detentan el poder y que el concepto de mass media se crea para los trabajadores, es para el obrero como López (1996, 79) explica “Comunicación de masas es para los trabajadores asalariados que necesitan ser uniformados en su manera de pensar”. Esto merece páginas completas, pero es suficiente decir, amparado en lo anterior, que los medios de comunicación trabajan para el poder y para ello hay que agotar la capacidad de pensar y, por ende, de protesta de los asalariados.

¿Qué se comunica en la educación?

El interrogante se puede complejizar, ¿cuál es la democracia de la pregunta? Es curioso que la democracia pueda entrar en contradicciones desde la academia con formas tan precarias de interrogar; el hecho mismo de dirigir una pregunta a una persona o grupo humano puede violentar los principios democráticos. ¿Acaso la impunidad existe en las formas de cuestionar? Las respuestas más que políticas o académicas han de ser éticas-estéticas frente a la vida, esto para ir en pos de los primeros balbuceos. De buena gana, aún por demostrarse, en la educación se comunica el saber construido —teorías, epistemes, prácticas—, la historia de una nación, la biografía de un héroe, los mitos, las farándulas y, cuando no, se hace hincapié en la tradición cultural. En términos generales, en la educación se informa o se transmite la misma información a la masa de estudiantes para uniformar la manera de pensar, aspecto que muy bien conoce el poder. Quizás por ello, en el proceso de formación existe un tácito convenio para recordar el pasado, cuyos cuestionamientos son escasos, lo que importa es repetir o reverenciar, por tanto, no se evidencia mucha prognosis y sí bastante artrosis lingüística. A esto el La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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pensador Calvo (2008, 357) nos dice que “cuando nos escolarizamos, es decir, cuando nos instruimos, la palabra nos aguarda para repetir las palabras celosamente guardadas en los textos de estudio y que hemos dicho muchas veces”. Vaya razón para la educación y sus formas de comunicar. La escuela y la universidad sabe comunicar el pasado, hacen un enorme esfuerzo por mantener la tradición del sistema, la inmovilidad del docente y los vicios del sistema, entonces, la democracia se define, pero no adquiere sentido en el aula, por lo cual, se llega a restringir la democracia con el acto de votar o con la facilidad de expresión, quedando por fuera su auténtica teoría y su urgencia de práctica. Sábato en el texto Antes del fin indica que los jóvenes no comen o vomitan los alimentos y que no muestran ganas de vivir, entre otras “por cumplir con el mandato que nos inculca la televisión: la flacura histérica”, (Sabato, 2006, 118). A eso llegaron los medios de comunicación por nuestras flaquezas educativas; asuntos que no siempre se abordan en las cátedras; la autocracia en el aula no da tiempo para ello, la democracia para ampliar este tipo de discusiones es un discurso vacío, ahí si autoritario; quizás, la educación se nos está tornando histérica, flaca en ideas, flaca en constituir opciones de vida, flaca en futuro, flaca para criticar a los medios de comunicación, flaca para comprender lo que nos afecta, flaca en contenidos, pero bastante histérica para juzgar a los jóvenes, a quienes se les quiere exigir productos académicos descollantes sin enterarnos que sus verdaderos profesores, los auténticos conductores son los anuncios de la televisión, del cine, de la radio, de la prensa, de las pancartas callejeras y de la internet. Va siendo propicio preguntarnos por los paradigmas perdidos, por aquellos que están fuera de la academia, fuera del poder de la difusión, de pronto, un sueño licito, allí existan algunos apuntes para salir de esta circularidad en que hemos caído, de esta aceptación del contubernio entre las democracias, el poder y los medios de comunicación. No sabemos, dice Eliot, en qué momento el conocimiento sustituyó a la sabiduría, ni en qué momento la información sustituyó el conocimiento.

Dispositivos de la comunicación Los elementos de la comunicación fueron clasificados básicamente en un receptor y un emisor, que a su vez exige un canal o medio, un mensaje, unos códigos comunes y entendibles. La comunicación puede ser hablada, escrita, o como lo indica la semiótica, por señales, ruidos, movimientos, gestos o gráficos entre otros, es decir hay una riqueza increíble en los lenguajes; sin estos elementos la comunicación no tendría efectividad e incluso ni se registraría, puesto que el significado y el sentido sólo es posible establecerlo en la intersección de estos elementos. En la psicología de la comunicación es donde la propaganda como dispositivo cumple su cometido, allí es donde los comerciales logran impactar y con-vencer que sí es posible un mundo feliz a través de la compra compulsiva, que se es feliz en la democracia del comercio. La tecnología de la comunicación viene gestando sujetos automatizados, programados para consumir, ¿qué de lo tecnológico potencia, subyuga, regula o no transforma al hombre? Los dispositivos tecnológicos que movilizan los medios de comunicación subyugan, regulan y someten al hombre desde sus primeros años.

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Los medios de comunicación masiva y su aporte a la convivencia Interesar a los medios de comunicación masiva para promover formas de convivencia inclusivas, es un esfuerzo que las comunidades o la academia no han consumado en los mejores términos. Aún estamos en deuda para que los medios de comunicación evidencien otras líneas de la memoria o el devenir humano y se constituyan en un auténtico enlace con la comunidad. Lo usual son las emisiones de música popular, farándula poco decorosa, si es que hay decoro en la farándula, y noticias con el mismo formato del comercio. Si la esperanza, hija del futuro, no se emancipa, estamos a tiempo de rediseñar las comunicaciones para que nuestros periodistas entreguen a la sociedad una información menos contaminada. Este asunto hay que explorarlo con suficiente seriedad, puesto que los mass media deberían estar al servicio de la sociedad y no al contrario. A todo lance, los medios de comunicación parcelan la realidad -no se sabe si objetiva, se puede dudar-, en tres franjas a saber: tragedia, deportes y farándula. A ese tenor se abordan intereses políticos, económicos, jurídicos, sanitarios y culturales. Noticias, películas, novelas, dibujos animados, realities o musicales buscan un sólo objetivo: cautivar audiencia; si para ello deben violentar conductas o pactos, ser democráticos o antidemocráticos, todo se justifica, al fin de cuentas el televidente no es un sujeto, es un objeto al que no se le puede permitir el menor parpadeo.

La noosfera Antes bien, noosfera tiene detalles de ser una expresión segregacionista, no es un yerro de la definición, sí, un poco de su interpretación; noosfera viene del griego νοοσ, inteligencia, y σφαίρα, esfera; que se comprende como el conjunto de los seres inteligentes o las élites del pensamiento. Así la definición, ¿quiénes pertenecen a la noosfera?, es probable que nuestra inteligencia viene conociendo sus límites del estar, del conservar o del innovar y eso no lo hemos visualizado en la educación y, por lo tanto, los medios de comunicación y las democracias modernas integran su propia noosfera que los demás no podemos comprender o, para peor, confrontar. A este respecto Hugo Zemelman pregunta ¿Desde dónde pensamos?, ¿el conocimiento nos ha enriquecido como sujetos? Los interrogantes podrían trasladarse a las élites de la democracia y de los medios de comunicación -multinacionales y países del primer mundo-, quienes instaurados en una noosfera del hacerse poderosos, nada les interesa saber de sujetos o de los orígenes de su pensar, sólo el fin: acumular capitales. Desprender a un grupo de su noosfera sólo es posible en las grandes crisis, en los rompimientos de paradigmas. A la luz de esto, aún no hemos llegado a la gran crisis de las democracias y de los medios de comunicación para romper dicho paradigma e instaurar emergencias; algunas músicas, algunas poesías, algunas pinturas, algún cine comprometido con la reflexión nos vienen sugiriendo que estamos en la dictadura de las democracias y presos en el totalitarismo de los medios de comunicación. En la noosfera, caben y de que manera, los silencios no sólo de los mass media. La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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Los silencios No existe la libertad de prensa, tan sólo es una máscara de la libertad de empresa. Arturo Jauretche. Este pensador argentino definió de la mejor manera lo que representa la libertad de información, es, a ojo de buen cubero, una esclava de la empresa y empresas son, de alguna manera, las democracias. Cualquier cosa se vende, cualquier cosa se compra, desde conciencias, armas y hasta vidas. Esos son los silencios: libertad de empresa que enmascara la prensa. Como bien menciona Boaventura, acudiendo a un grafiti, “El futuro ya no es lo que era”; esto dado por la poca esperanza de cambio. Los silencios que se soportan o los ruidos que se emiten, sólo enmascaran los hechos, mientras el ciudadano, el que debe padecer la palidez de la democracia y la barbarie de los medios de comunicación, sigue siendo el objeto, el medio para justificar los fines de estas formas despóticas de estar conviviendo, así las cosas, el futuro no podrá ser ese manantial que alguna vez la sociedad soñó. Sin excederse en interpretaciones, ello muestra una especie de doble moral que Nietzsche (2004, 39) bien describe: “Todas las personas que advierten que para influir de alguna manera necesitan los más fuertes sonidos y palabras, los más elocuentes gestos y posiciones…, hablan de deberes y, por cierto, siempre dotados del carácter de lo incondicional”. Esa incondicionalidad para unos y la condicionalidad para otros muestra un cisma entre lo que se puede narrar y, claro, entre lo que se puede esperar.

Las fronteras, inconsistencias o dramas éticos del poder político e informativo Como ya se mencionó, el poder, venga de donde venga, pasa por unos dramas que afectan todas las capas sociales, ninguna institución parece quedar libre de tales dificultades. Las clases políticas y los medios de información en sí son un poder, son transnacionales, están globalizados, ambos pertenecen a los grupos dominantes y se les termina creyendo más por su cobertura que por la verdad promulgada. Casi sin remedio, hemos llegado a un exceso de información que conlleva a un cúmulo de confusiones; los problemas de los medios de comunicación y las democracias, que los terminan padeciendo los ciudadanos, se pueden cifrar en cinco aspectos: • Presencia de intereses políticos centrados en el poder. • Las constantes exigencias económicas de la clase dominante. • El exceso de realidad informativa y bajo análisis de la información. • Una hipócrita interdependencia. • La pérdida de los límites éticos y extensión de los horizontes de confusión. Digamos, apoyados en Weber (2007, 109), que “el funcionario auténtico, según su propia profesión, no debe hacer política, sino administrar imparcialmente”. Esto constituye el ideal, lo que se estipula en el texto; en la vida cotidiana las motivaciones son otras,

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las actividades de un funcionario son la política del egoísmo y el interés por incrustarse en el poder para ampliar los horizontes individuales; las perspectivas colectivas son las fachadas para llegar. Para mal de la época, se repiten las paradojas de seguir cosechando príncipes arropados con las teorías de Maquiavelo. El exceso de Príncipes, a los que se refiere Maquiavelo, están abundando para acabar con la democracia y entrar expeditos a la tiranía propiciados por grandes cadenas de comunicación, cuyo interés no es la verdad sino el poder.

Presencia de intereses mediaticos centrados en el poder

La política, como el arte de dirigir o gobernar los pueblos o de administrar la gestión del estado a merced de la sociedad, pasó a convertirse en el arte de rodearse con el poder. ¿Cuál poder? El económico, el militar, el religioso, el tecnológico, el científico o el de los medios de comunicación, por nombrar unos pocos. Si alguna agrupación política o social adquiere relevancia, hacia allí se dirigen todas las acciones del poder, se dirigen los medios de comunicación, al fin de cuentas dichos medios pertenecen a la clase política dominante. Visto así, ¿cuál es la independencia informativa? De seguro, y sin ser pendenciero, que obedece a las directrices del propietario, a las urgencias del poder, al pueblo se le entrega la información editada, maquillada, ya tratada en los laboratorios. Establece Germán Muñoz en su texto Comunicación y cultura que “la política queda sometida a la lógica mercantilista del espectáculo que falsea la participación, el intercambio y las formas colectivas de socialidad: sólo existe lo que aparece, decidido por los medios”. Lo expresado por este profesor colombiano se centra en el espectáculo y la falsedad como esencias de la comunicación, donde la política luce desvalida, lo cual es discutible, puesto que los políticos, demócratas o no, en la mayoría de los casos, son los dueños de los medios de comunicación. Para los intereses políticos, las clases marginadas sirven como blanco de sus pretensiones electorales; ahí sí que se identifican los medios de comunicación, se le entrega a la comunidad información abundante de algunos candidatos, al cabo, que de otros es muy restringida o se desconoce. De otra parte, los gerundios ando-endo donde mejor se regodean es en el lenguaje del poder, que no muestra la acción presente sino un devenir que, en el mejor de los casos, es retórico; no se ejecuta, sino que lo dilatan con asombrosa maestría: • Estamos haciendo. • Lo venimos pensando. • Ya se está corrigiendo. • Estamos disponiendo acciones para corregir. • Se viene cumpliendo por partes. • Los trámites se están adelantando. • Desde hace un tiempo venimos estudiando alternativas. • Lo estaremos anunciando. Las salidas, emergencias o alternativas para cualquier problema con el uso de los gerundios parecen interminables; las seudo-democracias no quieren alternativas diferentes a las suyas, no quieren potenciar otros procesos “Debemos saber reconocer las alternativas para La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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potenciar lo potenciable a manera de dar una dirección u otra a los procesos”, (Zemelman, 2005, 83). Conocer las alternativas y aplicarlas no es lo mismo que estudiarlas, como saben sugerir los dueños del poder. Es evidente que la democracia no resuelve los intereses políticos de los medios de comunicación, cuyo trasfondo es el poder, porque no hay una moral de independencia sino de interdependencia, algo así como que dios no es nadie sin el diablo. Si hay inmortales, estos se encuentran en las clases dominantes, su poder se transfiere de generación en generación, siglo a siglo se conservan los apellidos y los abolengos, son acaparadores de dinero, acaparadores de felicidad, dueños de la democracia y de los medios de comunicación. ¿Cuál es el destino de los desposeídos? Con el poder político y su totalitarismo o el despotismo informativo que parece militar, de lo único que podemos estar seguros es de sus absolutismos. A este respecto expone Touraine (1995, 321) que “la democracia debe combatir el poder absoluto, el despotismo militar y el del partido totalitario, pero también debe poner límites a un individualismo extremo que podría divorciar por completo la sociedad civil y la sociedad política para dejar librada a esta última, ya a los juegos fácilmente corruptores, ya al poder invasor de las administraciones y las empresas”. Ese poder invasor de las empresas, en el caso que nos ocupa, los medios de comunicación, y el poder absoluto de una información de medio-pelo, franquea cualquier concepto viable, divorcia a la sociedad de la realidad, que por supuesto, es un acto deliberado y pactado entre los medios y las burocracias que son las que, finalmente, movilizan los presupuestos del juego democrático. Para colmo, el texto Arte de la Guerra de Sun Tzu se convirtió en almohada no sólo de militares sino de políticos, de allí extraen bastantes argucias para dominar al pueblo imponiendo una seudo-democracia, imponiendo sus propias exigencias económicas que no son otras que las de la clase dominante.

Las constantes exigencias económicas de la clase dominante

Cuando una información brinda altas audiencias, entonces se aborda la noticia no por servicio espontáneo sino por intereses comerciales, donde se observa una afición desmedida por el dinero. Se transmite lo que las diversas clases dominantes, castas del poder, deciden que se aborde, cuando aparece algún medio que se opone, resulta que los horarios no son de alta frecuencia o la cobertura es menor, es decir, son unos ruidos que dejan la falsa sensación de que existe libertad de prensa y, por lo cual, una democracia fortalecida. La rentabilidad es lo único que sostiene la emisión de cualquier espacio audiovisual, escrito o electrónico, por eso, los programas se diseñan para captar dinero. Se vino a menos el interés social de la información, aunque tampoco debemos llamarnos a engaños: los medios de comunicación, en su larga historia, han sido manipulados y manipuladores de las verdades que dicen transmitir, su gran verdad es la manipulación y el contubernio con el poder. Los realities, con familias pobres y personas de estratos sociales menos favorecidos, se utilizan para atraer audiencia, sin que importe el daño sicológico o social que se le pueda causar a los participantes. Se informa con suma prontitud aquello que no reviste importancia para las poderosas clases económicas, pero cuando pueden resultar afectadas, se tarda demasiado o

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nunca se emite la información suficiente para clarificar el problema. Si algún poder económico resulta afectado por ciertas decisiones nacionales o internacionales, se hace un despliegue informativo sobredimensionado. Sabido es, no existen secretos al respecto, aquello que produce dinero, que es rentable, se convierte en material de trabajo como noticias de farándula, escándalos políticos, seriados, películas, certámenes deportivos, documentales, crónicas sobre justicia o realities entre otros. El marketing o persecución de consumidores con miles de marcas, no desea la autonomía sino la heteronomía; el conducir al comprador a un interés particular que permita mejores recaudos de dinero, no parece observar límites. El marketing es información que busca crear necesidades o deseos para un mercado cuya demanda garantiza la vida útil de un producto. ¿Importa para el marketing la vida del sujeto, del usuario, aún en la promoción de medicamentos? Por lo cual, la programación para niños es la perfecta para ir formando al consumidor; frente a esto las democracias se hacen las sordas y las ciegas e, incluso, justifican el proceso como libertad de información. Desde la barrera o fuera de ella, y ante a estas demandas, la pregunta por los intelectuales no es menos inquietante. Touraine expone que los intelectuales no desempeñan ningún papel importante en el nacimiento de las nuevas democracias; pero en las democracias que están consolidadas, por no decir envejecidas, salvo unos privilegiados, tampoco es visible o determinante la función de los intelectuales. ¿Quién define o decide a un intelectual? Más que la misma democracia son las academias y los medios que publicitan o promueven a dichos sujetos para comercializar sus producciones.

Exceso de realidad informativa y bajo análisis de la información

Hay un exceso de información sin análisis, hiperrealidad de datos e hiporrealidad y sesudos análisis; noticia tras noticia, la avalancha es de tal magnitud que la nueva “chiva o extra” sepulta a la anterior y así se llega a una enajenación, a una alienación, a un cementerio de la realidad, por lo cual, la verdad no importa, ni siquiera interesa. La información deportiva enaltece y derrota a las personas con la misma velocidad que aparecen y desaparecen presentadores; sus normas éticas se limitan al sensacionalismo de la audiencia. Hasta la saciedad del descaro y en el abuso de las imágenes, las noticias trágicas son la mejor fuente de altas sintonías, entre más intricada y dramática es la información mayor es el despliegue, puesto que así garantizan una información fresca y, por lo tanto, una alta captación de público; atrás sólo el dinero. Para cualquier fin de sintonía, la farándula es la otra manera de violentar la intimidad de las personas, interesa la capacidad adquisitiva y las relaciones sexuales que tenga determinado cantante, actor o personaje público, un día se glorifica y al siguiente se sataniza. El sexo es el más aventajado canal de atracción. Los presentadores deben ser jóvenes y sexys, han de usar, en el caso de las mujeres, ropas ligeras y que se destaquen sus líneas e insinuaciones eróticas. La mejor sonrisa, el cuerpo más atractivo, la mirada más cautivadora, la voz más convincente, las manos menos rústicas son ingredientes que se verifican con mucho esmero; es decir, los medios de comunicación comprendieron que el sexo es su mejor fuente de La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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divisas, al punto de que ya algunas comentaristas se desnudan en propagandas, o llegan casi sin vestuario a sus presentaciones ¿Carne y circo? Los niños blancos o de buenas familias, son el objetivo perfecto para los comerciales, la vida es feliz a través de estos chiquillos que todo lo han tenido; pero los pobres o de color son discriminados, sólo son tenidos en cuenta en las tragedias donde se entrega una información cruda como para mostrar que existe sentido humanitario, que sí tiene corazón la cadena encargada de transmitir los estragos provocados por un sismo, incendio, enfermedad u accidente; como lo menciona Gentili en Desencanto y utopía “Los seres humanos de corta edad son discriminados porque tienen menos condiciones para defenderse y por no contar con quienes los defiendan; pero, también, son discriminados por ser pobres, por ser mujeres, por ser negros, por pertenecer a algún grupo étnico o a alguna nación indígena, por no poder hacer uso de los códigos lingüísticos dominantes, o por todo eso al mismo tiempo”; (Gentili 2007, 61). Esto que hace parte de un informe de la UNICEF, se puede trasladar a la forma como los medios de comunicación afrontan estas realidades, y que para estar con el poder de turno, ni denuncian o ni siquiera les interesa, porque el exceso de presenteísmo y tragedia, no deja analizar estas exclusiones. Los medios de comunicación discriminan y actúan en consonancia con sus posturas de hipocresía, ya saben que las recriminaciones éticas tardarán o nunca llegarán.

Una hipócrita interdependencia La democracia y los medios de comunicación tienen una hipócrita interdependencia, el uno usa al otro a su amaño, a sus propios intereses, cada cual sabe lo que sucede, pero se vive en una alianza que se resuelve con cargos públicos o informes donde se dedican a una mutua apología del quehacer burocrático. Las denuncias contra los poderosos no se conocen en su momento. Los abusos son mencionados años después y cuando ya no hay nada por hacer en términos de reparación. Los medios informativos cumplen de la mejor manera uno de los presupuestos de la entropía, importar orden y exportar desorden. Es lo adecuado para confundir y, así, hacer leña del árbol derribado. Las grandes cadenas de la información son vendedoras de apocalipsis, para darle paso a un mesías, a un Moisés que, en nombre de la democracia o de la prensa, nos salvará, nos llevará al otro lado del mar. Se gestan desde los medios de comunicación unos seres que podrán darle vuelco a la realidad, para ello, primero se construyen panoramas espantosos en una industria del apocalipsis para luego dar paso al nacimiento de los redentores. En la academia no hay una mirada ética-estética para develar la interdependencia de las democracias y los medios de comunicación y sus falsos mesías; esto ayuda a que la sociedad reprima las visiones alternativas. El periodismo alternativo, aquel venido de pequeñas gacetas, de emisoras con poca cobertura que denuncian los atropellos, que reclaman justicia y exigen acciones de las instituciones encargadas de ejecutarlas, son excluidos de los grandes medios de comunicación; el periodista decidido a dar los mejores esfuerzos por la comunidad no tiene espacio en estos pulpos de la información, se enfrentan a restricciones que se centran en un lema básico: nada contra el poder que paga una franja publicitaria, nada contra aquellas empresas que tienen pautas comerciales; ahí el periodista de opinión pasa a ser un objeto

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del grupo donde labora. Es como si una circularidad de engaño y autoengaño se pactase en la necesidad de conservar un lugar de trabajo. La legitimidad es otro de los sacrificados en esta interdependencia (Bobbio, 1997, 123) “El problema de la legitimidad está íntimamente vinculado al de la obligación política con base en el principio de que la obediencia se debe solamente al mandato del poder legítimo”. La casi fusión entre democracias/medios de comunicación sacrifica la legitimidad, pero amplía la capacidad de influenciar. Dicho sea sin alarde, los medios de comunicación y las democracias se soportan, se necesitan, el uno no es nadie sin el otro, en la mitad queda la legitimidad del ciudadano, del que viaja en sus precariedades de realidad informativa y de presencia del Estado.

Pérdida de los límites éticos y extensión de los horizontes de confusión Esto ya no se puede limitar a un país en solitario o, a un continente en particular. No se sabe dónde están los límites de la información o de la democracia, se abordan campos de la vida privada o pública donde la confusión reina. Se hacen grandes biografías de estafadores, autócratas, maniáticos y vendepatrias —aunque patria es un término anacrónico que puede ser vendido al mejor postor, poco se pierde, dirá un poeta. Se alaban gestiones burocráticas para catapultar siniestros personajes a cargos superiores; hay un desprecio por la información que no representa rating de sintonía y, por lo tanto, a mayor confusión de acontecimientos, a mayor confusión informativa, mejores son las sintonías. Ex profeso, casi sin impunidad, cuando se registran las pandemias, los tsunamis, los terremotos o los accidentes, parece que las verdaderas pestes son los medios de comunicación, aunado a la ineficacia del estado para resolver las emergencias. Confundir es el lema de los poderes, ni más ni menos, es lo que saben hacer los medios de comunicación. Resulta que las democracias, confundidas en resolver asuntos propios de su imagen, no tienen suficientes elementos para afrontar las avalanchas informativas que, en un principio, aclaran detalles menores para, luego, dejar la verdad en la penumbra. Indica Touraine (1995, 341) que “el espíritu de libertad supone también que la ley sea respetada. No hay democracia donde reinan el dinero, el clientelismo, el espíritu cortesano, las pandillas de malhechores o la corrupción”. Así las cosas, las democracias nunca se han consolidado, puesto que malhechores y corrupción son su estilo de vida y, por desgracia, el clientelismo con los medios de comunicación les convierten en mutuos cortesanos. Las denuncias venidas de grafitis, de anónimos, de voces desgarradas, de personas que no son de arriba ni de abajo sino de afuera, no son tenidas en cuenta por la justicia, por los medios de comunicación ni mucho menos por las democracias. Aún estamos en las miserias de lo que alguna vez se quiso denominar verdad. Expone Vicente Romano que la comunicación estandarizada borra la distancia crítica del consumidor con su entorno, obstaculiza la reflexión necesaria para su conocimiento y dominio. De ahí que refuerce el poder de los pocos al ocultar las contradicciones y conflictos, al suprimir la diferencia entre imaginación y percepción, deseo y satisfacción, imagen y cosa. De esto se comprende que la estandarización lleva baja información y extiende el horizonte de confusión, La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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puesto que los reales conflictos y las contradicciones se abordan con idénticos formatos para problemas muy diferentes. A tenor de la discusión ¿Un teórico de las comunicaciones tiene la llave del problema? No siempre el que tiene lucidez teórica es capaz de construir, aunque tampoco indica que alguien con voluntad o emoción puede construir; entonces, la trampa del activismo o del exceso de teoría son bien comprendidas por los medios de comunicación y las democracias, esto para mal de la humanidad; entonces, así se puedan tener algunas soluciones, la voluntad política las cercena. En algunos gobiernos latinoamericanos, según ellos democráticos, se han presentado, pese a su corta historia, muchos casos de falsos positivos; Europa, Asía, África, ídem Estados Unidos no pueden creerse excepción. Tantos sus ejércitos, sus policías o centros de inteligencia, en su afán de inflar estadísticas o por cumplir disposiciones políticas, realizan actos ilegales de interceptación de llamadas o, incluso, asesinato de personas. Esos falsos positivos que aún suceden en el siglo XXI causan estupor y un repudio que las democracias eluden y los medios de comunicación silencian. Dentro de estas irregularidades los que comunican a las masas tienen mucho por decirnos; sus falsos positivos no son menores, no informan de asesinatos, hacen montajes de información y, cuando no, compran informantes al mejor postor sin interesarles la sangre que atrás de esos datos ha corrido. ¿Cuáles serán los otros falsos positivos de los medios de comunicación? Unirse al poder o ser el poder mismo para abusar y permear lo que en este siglo comprendemos o decimos practicar como democracia.

La jungla Frente a esto parece que los ciudadanos estuviésemos en la jungla, donde el más fuerte decide el futuro de la especie, caza, conserva y protege sus propios intereses. Para valorar el papel de los medios de comunicación en las democracias y para que no se llegue a irresponsabilidades informativas y en aras de evitar la manipulación de datos que sólo sirve al poder de turno, se requiere una búsqueda de nuevas palabras, de expresiones que incluyan una mirada seria al sentido de las mismas, para no caer en sutilezas de tipo fascista que bien se supo alimentar de la Biblia: “quien no está conmigo, está contra mí” (Lucas 11,23). Nada más peligroso que creerse dicho lema para excluir y destruir. No se olvide que en muchas ocasiones no se está ni a favor ni en contra, simplemente el ser humano no se adhiere. Si hay absolutos - lo cual no se ha resuelto por los filósofos, que nos agrada discutir de lo etéreo- entre las democracias modernas y los medios de comunicación su absoluto es birlarse de la ética, esos son sus dramas, su absoluto es mantener una imagen, una falsa apariencia así la realidad esté siendo arrastrada por un río desbocado como Sabato (2006, 155) indica: “¿Qué más desventurado que un sediento buscador de absolutos?”. Los absolutos de las democracias modernas y de los medios de comunicación no dan cuenta del sujeto, de la humanidad, sino de unos elegidos para quienes el poder lo es todo, por ello se acuestan y se levantan con los poderes religiosos, económicos, políticos, deportivos, culturales, científicos, académicos o militares, allí están sus fronteras y sus panoramas.

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En el camino quedan una serie de cuestionamientos: ¿Tienen color las éticas de los medios de comunicación?, ¿Cuál es el lenguaje de la exclusión? Cualquier lingüista o semántico nos aclararía que dichos lenguajes son diferentes cuando no opuestos a las auténticas demandas de humanidad.

¿Y la filosofía? La filosofía ha estado en deuda, nos ha devenido inaplicable para los problemas cotidianos, de esto nos advierte González (2009, 117) cuando afirma: “No es que los temas abordados por el pensar filosófico sean intrascendentes, pero, en ocasiones, abandona lo fundamental para continuar en discusiones bizantinas, en refinamientos etéreos o en academicismos que toman demasiado trecho en resolverse”. Al extremo están quienes indican que la filosofía tiene las llaves de la humanidad porque no permitirá que duerma solapada la mentira o que el poder religioso, político, económico, educativo u otro cualquiera arrecie con sus anómalas represiones. En este punto, vale preguntar por aquellos que transitan por los medios que no han decidido apostar o negar la filosofía. Muy a pesar de los filósofos o los juristas, el contubernio democracias y medios de comunicación es evidente y los llamados pensadores ni –nos-, interesamos y los dueños de la dogmática jurídica no la abordan con seriedad, es como si el miedo o la misma zoncera hubiese vencido cualquier otro propósito. Las comunidades de filósofos y abogados seguimos durmiendo, cuando no, haciendo parte del problema, mientras los medios de comunicación y los estados, con o sin democracia, hacen de las suyas, se avienen a sus propios intereses. Hay muchas preguntas para la filosofía que recae en sus predicadores. ¿Existe entrampamiento lingüístico en el discurrir filosófico? Alguien duerme y no le queda bien al filósofo caer en mañas de la burguesía. ¿Qué piensa el filósofo de la cotidianidad informativa? Vale aclarar -nos- que los modernos aleteos de los micrófonos son los nuevos efectos mariposas, provocan tormentas al otro lado de la consola. Sobran razones para explorar cuestionamientos ¿Para quién o quienes labora el filósofo? Tampoco es para exagerar, al asumirse la filosofía como profesión, salvo unos iluminados, la mayoría sobreviven económicamente y malviven -mos- con las ideas engastadas de épocas lejanas. ¿Qué realidad convoca el pensamiento filosófico? Esta pregunta no es nueva, tanto así que el común de la gente suele desprestigiar a quienes se dedican a elevados pensamientos sin que permita resolver los problemas de la cotidianidad. ¿Qué nuevas filosofías y teorías del derecho se fundan en la conjunción democracias y medios de comunicación? Sin ufanarse, va siendo una pregunta incómoda que merece ser investigada con mayor potencia.

¿Cómo se refleja en la formación las realidades del mundo actual? El mundo de hoy está preñado de información, el dilema de un profesor consiste en saber clasificarla y discernir qué llevar al aula. Es elemental reconocer que el mundo de los humanos cambia a velocidades que superan los mismos imaginarios y para ello se requiere de un hombre ágil, que no se deje encandilar con los primeros destellos de lámparas fosforescentes. Pues La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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bien, en este orden de ideas, integrar esas nuevas realidades es un paso que le corresponde resolver a los modelos educativos para darle un sitial de honor a docentes y estudiantes que, al alimón, integren y dinamicen lo que se logre filtrar del exceso de información existente. El sujeto interesado en construir realidad está obligado a interpretar los contextos actuales, compararlos con las pre-existentes o aprioris, y de allí conjugar todos los conceptos recogidos y tratar de construir un acertado presente potencial. Hay una reducción creciente de la capacidad de pensar frente a la capacidad de calcular; eso define a los medios de comunicación en las democracias modernas, donde la potencial forma de calcular los movimientos impone sus métodos. Los aportes de Zemelman (2002, 115) no son menores, porque según este pensador “es el sujeto en su humanidad, en el silencio de su libertad interior, donde queda marcado el sentido de su necesidad antes de ser mutilado por los cierres que se imponen”. ¿Será que nos va quedando como salida la libertad interior? Lo externo nos oprime, nos encierra de tal forma que nuestras nociones se obnubilan. Las democracias y los medios de comunicación tienen muchas preguntas para resolver, claro, unos y otros los integran seres humanos que dan cuenta de los procesos, es tiempo de desnudarlos hasta que nos cuenten las verdades que sospechamos, pero que no tenemos como demostrar. ¿Cuándo aprenderemos a confiar del hombre? No parece muy cercana esa posibilidad y, menos, si las democracias y los comunicadores no deciden avanzar para construir credibilidad. De buenas a primeras hemos resuelto hablar, escribir y gobernar al afuera, nuestro atrevimiento no tiene límites; es en sí contradictorio que, sin saber quiénes somos ni para donde vamos, nos atrevemos a gobernar y a escribir para los demás o, quizás, por ello es que gobernamos o escribimos para dar respuesta a estas antiguas preguntas que no encontramos en la intimidad con el ser. Es necesario, dice Silvio Sánchez, “esperar hasta que las palabras se recuperen de tanta violencia y nos puedan servir para ascender a lo humano”. Ese ascenso, esa búsqueda de unos lenguajes más depurados, sin duda, deben pasar por los medios de comunicación y, claro, por las democracias modernas. No es la búsqueda del poder, sino la búsqueda de la felicidad humana el nuevo rumbo de la política, creer en una felicidad terrenal que reemplace la fallida promesa posmorten venida de las religiones; en conclusión, la política deberá asumir el papel que perdieron las religiones: búsqueda de felicidad en el gobierno de sus gentes; y los medios de comunicación asumirse como garantes entre lo que dice el poder y lo que necesita el pueblo. CODA: Las democracias modernas viven de la propaganda cual empresa de negocios. La pobreza de ingenio ha llegado a tal nivel que ya nos creímos los sofismas: lo que no se informa no existe. No estaría tan seguro de que hay más riqueza en el futuro que en el presente, pues por lo que respecta al contubernio entre los medios de comunicación y las democracias, el futuro se espeja más pobre que el presente.

“Hay más riqueza de posibilidades en el futuro que en el presente”. Eduardo Ibáñez.

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La palabra acallada. Medios de información y soberanía. ¿La veracidad rendida? - pp 105 - 123

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Aproximación a la concepción del sujeto para las comunidades indígenas andinas1 María Fernanda Martínez Hoyos2 Diana Milena Rodríguez Pabón3 Artículo recibido el 1 de septiembre de 2011, aprobado para su publicación el 28 de octubre de 2011.

Resumen En este artículo se realiza una breve reflexión en torno a la influencia que tuvo el proceso de colonización sufrido por las comunidades indígenas andinas sobre la concepción de sí mismos y su relación con los otros y la naturaleza, resaltando el impacto que se presentó entre su noción de sujeto comunal y la imposición del sujeto individual de occidente, visiones que coexisten actualmente en prácticas y expresiones sincréticas de estas comunidades. Palabras clave: Comunidad indígena, eurocentrismo, colonización, sujeto.

Abstract In this article there is a brief reflection about the influence that Andean Indigenous Communities have suffered due to the colonization processes on conception of themselves and on their relationship with others and nature. The impact that this have had between notion of community subject in the western culture and the imposition of the individual subject, visions that are naturally coexisting in this days in practices and expresions of Syncretism of its commmunity. Key words: Indigenous Communities, eurocentrism, colonization, subject.

1 Este artículo se deriva de un proceso de reflexión por parte de las autoras. 2 Maestrante en Educación desde la Diversidad Universidad de Manizales y miembros del Grupo Psicología y Salud, Universidad de Nariño. e-mail: mariafermatinez13@gmail.com 3 Maestrante en Educación desde la Diversidad Universidad de Manizales y miembros del Grupo Psicología y Salud, Universidad de Nariño. e-mail: diana.rodriguez.p@gmail.com Aproximación a la concepción del sujeto para las comunidades indígenas andinas - pp 127 - 132

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Introducción Hablar de Sujeto es intentar dar respuesta a una de las preguntas fundamentales de la historia de la humanidad en relación con quienes somos y el sentido de nuestra existencia, pregunta que ha sido abordada desde múltiples perspectivas: filosóficas, sociológicas, biológicas, culturales y antropológicas desde las que se han ido construyendo respuestas que recíprocamente han influido en nuestra concepción personal y social de lo que Guattari denomina “dispositivos psi es decir aquellos que constituyen lo que coloquialmente se denomina la identidad, la alteridad, la persona o la personalidad” (Citado por Pinzón, Suarez y Garay, 2003: 176) construcciones que inevitablemente permean la relación con los otros y con nosotros mismos determinando los límites entre lo individual y lo social, lo público y lo privado, lo objetivo y lo subjetivo. En este sentido la pretensión del presente artículo, es realizar una reflexión en torno al ejercicio de poder que ha tenido la concepción eurocéntrica del sujeto en nuestro contexto latinoamericano, impuesta especialmente a las comunidades indígenas precolombinas durante el proceso de colonización y reproducida hoy en día a través de la educación, la tecnología y la comunicación desde donde se nos plantean las visiones occidentales del sujeto, el Otro, la naturaleza y el mundo como el prototipo a seguir, desconociendo otras formas y posibilidades de concebirlos y concebirnos aún en territorios como el Suroccidente Colombiano en donde prevalece la presencia de la cultura indígena. Para el desarrollo de esta reflexión, partiremos entonces del análisis de la influencia que ha tenido la visión eurocéntrica en nuestra concepción de sujeto contrastándola con una aproximación a la noción indígena andina en la que el “yo” y la comunidad, el “yo” y la naturaleza no manejan los límites diferenciales precisos planteados desde la visión occidental, pues desde su cosmovisión plural y comunitaria -colectiva, todos hacemos parte de un todo universal e indivisible que choca con lógicas fragmentarias e individualistas. Cabe señalar que no se pretende ahondar en la concepción de sujeto desde alguna comunidad indígena en particular, ya que esto implicaría un proceso de investigación exhaustivo y profundo, pero sí se plantea la necesidad de reconocer alternativas más cercanas a nuestro contexto latinoamericano desde donde aproximarnos a esta cuestión.

Descolonización del sujeto El proceso de colonización del ser y del saber que se presentó en América Latina trajo repercusiones en los sistemas de representación de las personas y de las relaciones que entre ellas se establecen: “Esa invención o creación de América - es decir la invención del Otro - es un mecanismo que hace parte de una invención colonial. Discurso basado en un imaginario que produce o reproduce una visión del sí mismo europeo e instituye una visión del Otro” (Pachón, 2008: 30). Es importante partir de este reconocimiento como sujetos colonizados, para comprender la transformación de los imaginarios y representaciones que tenemos de sujeto; de acuerdo con González (1989) la Occidentalización del imaginario se dio por 3 vías: 1) imposición de concepciones religiosas de Roma, 2) imposición de concepciones de las Ciencias humanas del Siglo de las Luces y 3) el ejercicio de una violencia económica y política derivada de la implantación del sistema de explotación colonial, así se presentaron choques fuertes entre

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las dos culturas la colonial (dominante) y la indígena (dominada), llevando a una colonización en sus creencias, tradiciones y prácticas por ser consideradas aspectos de poco valor cultural, social, político y económico, originando la “destrucción de las principales manifestaciones culturales de las sociedades mesoamericanas y andinas que habían alcanzado elevados niveles de creatividad intelectual” (Saladino, 2010: 149). De acuerdo con Saladino, quien retoma en su texto los planteamientos de Enrique Dussel, la llegada de los europeos a América fue el momento inicial de la constitución del indio como realidad histórica, “el indio advino como consecuencia del descubrimiento […] el indio es producto del capitalismo expansionista desde sus orígenes, al mantenerlo como reserva de mano de obra barata y consumidor real o potencial” (Saladino, 2010: 51). Este autor hace énfasis en la construcción del indio como una categoría que se asimilo a lo inferior, no deseable, sucio, etc., lo cual contribuía a la legitimación del sistema colonial como dominante, logrando así la subordinación de estas comunidades y por ende de toda su cultura. Siguiendo a Saladino, fue necesaria una transformación en la mentalidad de las comunidades indígenas por medio de la imposición de elementos culturales que le eran ajenos como la religión y la diversidad de prácticas económicas, políticas y sociales estos elementos repercutieron en el cambio de concepciones como alma, persona, dios, naturaleza, logrando que los colonizados miraran el mundo a través de los ojos del colonizador y adoptando como suyos conocimientos, creencias y prácticas culturales impuestas por Occidente. Todos estos procesos estuvieron enmarcados en unos contextos de fuerte violencia principalmente violencia militar ejercida por los colonizadores, como lo expresa Dussel: “la práctica militar se la podría considerar como la manifestación del primer hombre moderno activo, como el sujeto que impone su “individualidad” violenta a otras personas, al Otro” (Dussel, 1994: 55), aspectos que conllevaron a una legitimación del poder del colonizador sobre el colonizado al considerarlo como un ser inferior que debe ser civilizado y desarrollado, procesos que aún hoy viven estas comunidades al presentarse la invasión o desarraigo de sus territorios, la pérdida de sus saberes ancestrales, la invisibilización de sus tradiciones, de sus prácticas culturales y lenguas nativas, aspectos agudizados por sistemas políticos y educativos que desconocen la multiculturalidad nacional y la importancia derivada de generar procesos de educación propia y bilingüe que garantice espacios de trasmisión cultural. Actualmente, desde diversas posturas filosóficas, antropológicas, sociológicas, etc., se apuesta por retomar las concepciones de las comunidades indígenas que fueron colonizadas desde visiones eurocentristas, que han marcado todo el cuerpo de saber y por lo tanto nuestra existencia como seres que hacemos parte de una determinada cultura; hoy se habla de una descolonización del saber y del ser como formas alternativas para el conocimiento y reconocimiento de los saberes propios, “una descolonización epistemológica es la base para la emancipación intelectual, para una lucha contra la subalteridad y el colonialismo mental” (Pachón, 2008: 37) para la emergencia de formas alternativas de comprender la cuestión del sujeto.

El sujeto en su relación con su comunidad y la naturaleza El proceso de colonización que se ha venido describiendo, estableció una ruptura abismal y violenta en la forma como la mayoría de los pueblos indígenas americanos habían confiAproximación a la concepción del sujeto para las comunidades indígenas andinas - pp 127 - 132

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gurado su mundo y a sí mismos como un todo indivisible e inseparable; esta ruptura implicó imponer nuevas concepciones del tiempo y el espacio pero también la disolución de los lazos comunitarios y de la estrecha relación que el indígena establecía con la naturaleza. El profundo respeto por la Pachamana o Madre Tierra es un elemento común en la cosmovisión tradicional de las comunidades indígenas andinas como los Ingas, Camëntsa, Kofan, y Siona del Alto y Bajo Putumayo , los Naza del Departamento del Cauca o los Pastos y Quillacingas del Departamento de Nariño, quienes al considerarse parte inseparable de la naturaleza establecen en sus prácticas sociales, agrícolas, económicas, políticas, etc., una relación en la que hacerle daño a la naturaleza o al otro implican hacerse daño a sí mismo y, por ende, su cuidado y respeto son la garantía del propio bienestar o equilibrio. Esta cosmovisión chocaba con la de los colonizadores quienes tal como lo plantea Escobar (Citado por Pinzón, Suarez y Garay, 2003) impusieron una visión capitalista de la naturaleza en la que lejos de representar un espacio sagrado ésta pasa a configurarse en un conjunto de bienes y mercancías que deben someterse y dominarse, visión con la que se introducen conceptos de explotación y propiedad privada propios de la cultura occidental, que facilitan el proceso de colonización gracias a la introducción de la noción de sujeto individual contrapuesta diametralmente a la noción de sujeto comunal o comunitario propio de estas comunidades. La noción occidental de sujeto individual nos remite a la concepción de cuerpo que de acuerdo con Sánchez (2009) se constituye en el principio de individualización desde la filosofía aristotélica escolástica, pues para la sociedad moderna el cuerpo constituye un factor de individuación mientras que la experiencia del cuerpo para la sociedad comunal andina se plantea desde la visión de hacer parte de un todo, de un cuerpo social, siguiendo a este autor: “El cuerpo no es objetivable, no representa una realidad exterior, que pueda ser aislado singularizado y diferenciado de uno mismo, algo que la persona tiene; y en tal sentido el cuerpo lejos de ser el límite que diferencia y separa a una persona de otra, convirtiéndose en el principio material y concreto de la individualización, el cuerpo posee una dimensión colectiva, que todos comparten y que los hace miembros del mismo cuerpo social[…] En la sociedades comunales la identidad personal no se delimita por el cuerpo ya que éste no se separa del grupo sino que por el contrario lo incluye en él […]” (Sánchez, 2009: 25). La concepción de enfermedad y la medicina tradicional que se practica desde estas comunidades posibilitan la comprensión de la relación indivisible entre el cuerpo individual y el cuerpo social siendo que prácticas como la toma del Yagé por ejemplo se conciben como un encuentro consigo mismo y con el universo como parte de sí mismos con el espíritu universal en la que los límites entre el yo y el mundo no existen y en la que incluso las leyes físicas de movimiento y desplazamiento desaparecen, para dar paso a otros planos y posibilidades de experimentar la existencia, tal como lo expresa el curaca Miguel: “El yagé es una fuerza que tiene poder, voluntad y conocimiento; con él podemos ir a las estrellas, entrar en las plantas, en las montañas, en el espíritu de las otras personas, conocer su deseo de hacer el bien o el mal, podemos conocer el futuro de nuestra vida o la de otros, ver las enfermeda-

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des y curarlas, con él podemos ir al cielo o al infierno” (citado por Ramírez y Pinzón, 2009: 6). Desde la experiencia del Yagé, al igual que desde otras prácticas curativas y rituales se conciben las enfermedades no solo como afecciones corporales sino más bien como manifestaciones de enfermedades sociales, es decir, problemas en las relaciones comunales o familiares que de no ser resueltas impiden la cura de la enfermedad. Al respecto Sánchez plantea: “Muchas de las enfermedades que el indígena andino contrae, tienen una etiología social y por ello se curan por su reintegración, reconciliación o recomposición con la comunidad o con algunos de sus miembros[…] De hecho en el habitual discurso indígena la familia y la comunidad aparecen con frecuencia representadas, recurriendo a la metáfora del cuerpo como unidad orgánica: todos somos una familia (ñucanchic tucui familiami; aylluca tucui canchic), todos somos un solo corazón (shuc shungo tucui); y el dirigente de la comunidad es percibido como taita (padre) o uma (cabeza), respecto del cual todos se consideran como hermanos o miembros” (Sánchez, 2009: 22) Cabe anotar que de la misma manera como se concibe el cuerpo se concibe el espíritu; desde una visión occidental conceptos como alma y persona, eran concebidos como unidades individuales, mientras que para las comunidades indígenas eran construcciones colectivas y plurales (González,1989: 291). Las concepciones indígenas andinas del cuerpo, de la enfermedad, de la comunidad, de la naturaleza y del mundo nos dan cuenta de formas alternativas a las occidentales para aproximarnos a la cuestión del sujeto, siendo que la visión y construcción eurocéntrica del mismo puede ser interpretada a partir de lo que Foucault (1990) denomina las tecnologías del yo, que junto a las tecnologías de producción, de sistemas de signos y de poder, que también se dieron durante el proceso de colonización, posibilitaron la reconfiguración de la concepción de sí mismos y del mundo en las comunidades indígenas, pues estas tecnologías “permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta, o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza, sabiduría o inmortalidad” (Foucault, 1990: 45), operaciones que implicaron para estas comunidades pasar de concebirse como sujetos sociales a sujetos individuales y someterse a la imposición y transmisión de nuevos valores como la acumulación, el individualismo y el consumo que resaltan la importancia de lo individual y privado sobre lo comunal y público, un proceso no del todo acabado y que hoy puede evidenciarse a través del denominado sincretismo en aspectos religiosos, políticos, lingüísticos y productivos.

Conclusiones Las concepciones sobre sí mismo, el yo o el sujeto determinan no solo formas de relacionarse consigo mismo sino que implican formas de organización y relación con los otros, Aproximación a la concepción del sujeto para las comunidades indígenas andinas - pp 127 - 132

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así como la relación con la naturaleza y la generación de ideologías, sistemas políticos, económicos, ideológicos y modos de producción que se relacionan estrechamente con dicha concepción. El recorrido por el proceso de colonización y lo que podría denominarse la concepción indígena del sujeto implica reconocer que en la actualidad en las comunidades indígenas andinas coexisten elaboraciones sincréticas que subyacen en la ideología de todo pueblo mestizo colombiano (Ramírez y Pinzón, 2009) y que implican una construcción de sí mismos; en ella coexisten elementos tradicionales y moderno-coloniales, es decir, en las que se encuentran en tensión la concepción de sujeto individual y comunitario, la visión de la naturaleza como espacio sagrado o territorio de explotación y la devaluación del saber tradicional en comparación con el conocimiento científico de occidente. Finalmente, cabe destacar la articulación que existe entre los postulados de teorías como la teoría de los sistemas, el modelo ecológico, entre otras, propuestas desde el ámbito académico para dar respuesta a problemáticas contemporáneas, con los planteamientos tradicionales de las comunidades indígenas andinas, los que muchas veces no tenemos en cuenta como maestros o profesionales, tal vez por considerarlos saberes populares que no corresponden con los criterios de validez y confiabilidad de los paradigmas científicos bajo los cuales hemos sido educados; sin embargo este acercamiento a los saberes y cosmovisiones de estas comunidades se constituye en una posibilidad de contribuir a la descolonización del saber y el conocimiento.

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RESEÑA

Alias Policarpa Octavio Escobar Giraldo Profesor Universidad de Caldas

A diferencia de la obra de Francisco Javier Matís también titulada La pasión de Policarpa, un cuadro de regular tamaño que reposó “en casa de doña Andrea Ricaurte de Lozano hasta septiembre de 1828, cuando una granizada cayó sobre los tejados de la casa de San Bruno, humedeció el lienzo, deshizo los trazos y aguó los colores, mezclados y trabajados en casa de José María Espinosa, y borró para siempre el rostro de la hija del alquilador de mulas”1, el trazo de la novela homónima de Pedro Badrán es firme, y cada una de sus líneas narrativas se ajusta a un plan que nos brinda un retrato de la Nueva Granada de la segunda década del siglo XIX lleno de color, olor, drama y emoción, en el que los hechos que arrastraron a sus personajes principales al encierro, la muerte y la gloria reviven en todo su esplendor, y sus caras y personalidades se dibujan con precisión, mucho más las de Gregoria Apolonia Zalabarrieta Ríos, la bella y voluptuosa hija del alquilador de mulas, a quien la humedad que más afecta es la de la entrepierna, y esto sólo cuando se cruza con algunos oficiales del ejército libertador, en especial con el alférez Alejo Zabaraín, gran amor de su vida. Suma de las virtudes y experiencias de su autor, algunos de los fragmentos que componen La pasión de Policarpa remiten al oficio artesanal del cuentista, género para el que el mismo Pedro Badrán arriesgó una estética: “Es como un pequeño movimiento que cambia las cosas para siempre, como esa pequeña luz que se enciende, dura unos pocos segundos y luego vuelve a apagarse. Pero entonces la oscuridad ya no es la misma”2; y también al tono intimista, poético, cercano a la alegoría, de dos de sus novelas anteriores: Lecciones de vértigo (1994) y El día de la mudanza (2001), esta última reeditada en España por Editorial Periférica. De otro lado, la estructura general de la novela, sus morosidades y reticencias, el gradual develamiento de la información, recuerdan la truculencia natural del género policíaco, de cuya índole deductiva incluso se consigna un episodio protagonizado por el barbero Bernabé Rodríguez Bautista, en el que sus conocimientos de la dentadura de un cliente le permiten resolver la muerte violenta de una mulata, aunque su esfuerzo de raciocinio es desestimado por las autoridades judiciales en vista de la calidad social de asesino. Como éste, muchos otros pasajes denuncian a una Santafé de Bogotá muy estratificada y racista, gobernada por una elite venida de España que trata de contener el ímpetu de los criollos adinera1 Badrán, Pedro. La pasión de Policarpa. Random House Mondadori, S.A., Bogotá, julio de 2010. Página 398. 2 Badrán, Pedro. Apuntes sobre el cuento. En Todos los cuentos el cuento. Compilación de Octavio Escobar Giraldo, COMFAMA, Medellín, agosto de 2007. Página 70.

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dos, tan clasistas y arbitrarios como los peninsulares, empeñados en esfuerzos independentistas de distinto grado, en la mayoría de los casos motivados por su propio beneficio. Badrán consigue un difícil equilibrio entre la cantidad y profundidad de sus personajes y el desenvolvimiento de la trama, llena de acciones y conjuras, que en buena medida avanza a través de los diálogos, equilibrio que nos pone frente a una narración que desarrolla con suficiencia las variantes que plantea, que no duda en sumergirse en la interioridad de sus protagonistas para expresarnos sus deseos, sus pensamientos y sus dudas, que pueden reflejarse en la niebla y las lluvias bogotanas, a imitación de los románticos, o verse con nitidez a través de sus actos, captados con la objetividad y el atractivo de la cámara cinematográfica. Este esfuerzo totalizador, que dota de carnadura bien humana a las figuras tradicionalmente silueteadas por la historia y la literatura, y que contrasta el perfume de una actriz con el untuoso aroma de la fritanga, gana peso y verosimilitud porque en La pasión de Policarpa también asistimos al espectáculo de la palabra, a una exaltación del vocabulario decimonónico, y esta experiencia sonora está autorizada por una de las estrategias del autor: contar los hechos desde el mismo siglo XIX. Dividida en cuatro partes, la narración en tercera persona que constituye el cuerpo principal de la novela es interrumpida periódicamente por monólogos y cartas, estás últimas firmadas por Barbarita Cuervo y Andrea Ricaurte de Lozano, amigas y cómplices de la heroína sacrificada. Dirigidas a un presunto cronista, los referentes que mencionan sitúan a éste en la tercera década del siglo XIX, lo que pone al lector frente a una novela histórica que se desdobla, que nos cuenta las experiencias de la independencia y la reconquista desde dos ópticas: la de algunos de sus protagonistas, pocos años después de ocurridos los hechos, ciudadanos de una país en formación, agitado por la política y la violencia, receptáculos de las influencias literarias del Romanticismo inglés, francés y alemán, y la muy mediada de su autor, inmerso en la Colombia del siglo XXI, también arbitraria y convulsa. No es de extrañar, por tanto, que algunos comentarios del narrador y de los personajes parezcan hablar al mismo tiempo del pasado y del presente. Esta construcción la hizo posible un esfuerzo investigativo en el que participan el rigor y el certero instinto del escritor de oficio. En su reciente estudio sobre la novela histórica en Colombia, Pablo Montoya afirma: “La nueva novela histórica se caracteriza, en general, por ser carnavalesca, paródica y heteroglósica; por dinamitar el discurso oficial de la historia a través de los anacronismos”3, palabras que parece confirmar La pasión de Policarpa. También sostiene que Simón Bolívar es la figura que más atrae a los escritores contemporáneos, y Pedro Badrán no fue inmune a este embrujo. En las primeras páginas asistimos a un encuentro entre la hija del alquilador de mulas y El Libertador, un diálogo al ritmo de la contradanza, que ilumina buena parte de la novela. En esta especie de prólogo, que se desarrolla en San Miguel de las Guaduas, nos enteramos de la ambigüedad con la que es visto el general caraqueño por los neogranadinos, y de la capacidad de la muchacha para el gozo y el sacrificio, para la exaltación y la tristeza. Desde esos primeros párrafos comenzamos a descifrar la pasión o las pasiones de Policarpa, un personaje femenino trazado con la delicadeza y el ímpetu del ser de carne y hueso, un enigma que sólo se resuelve a través de la lectura de esta novela estructurada con sapiencia y escrita con generosidad. 3 Montoya, Pablo. Novela histórica en Colombia 1988-2008. Entre la pompa y el fracaso. Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, noviembre de 2009. Página ix

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RESEÑA

Nancy Fraser*, Scales of Justice: Reimagining Political Space in a Globalizing World (New York: Columbia University Press, 2009).

Reseña: Adriana Ángel1 For a reader who likes the work of a particular author, it is gratifying to observe how that author develops his own theory over time. That is the case of the scholars who like Nancy Fraser’s work because, through her new book, they will have the opportunity to see how Fraser refines her theory in order to achieve a better understating of the contemporary social changes. Compared to her previous conceptions, Scales of Justice constitutes a more elaborated theoretical frame that helps scholars to understand economic, cultural, and politic injustices. The novelty and merit of Fraser’s new book lie in both the inclusion of the concept of representation as a new category to understand political injustices and the analysis of the contemporary context of globalization as the scenario in which new kinds of injustices emerge. In terms of form, Scales of Justice does not constitute an innovation because this book, as Fraser’s previous work, ii extremely clear and well structured. Although its content is highly profound and abstract, the book is easy to read because in every chapter Fraser states a concise thesis and a plan of development of the arguments and ideas that support that thesis. In every moment the reader perfectly knows where he is in terms of the structure of the chapter, the previous statement and the following ideas. More authors should write as Nancy Fraser so that readers could avoid redundancy, disorganization, and confusion in the books they read. Fraser does terrific work in presenting a well-organized structure so that the reader does not have to worry about trying to understand the form in order to get content. * Nancy Fraser, Justice Interruptus: Critcial Reflections on the “Postsocialist” Condition (New York: Routledge, 1997) 1 Profesora del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Manizales. Estudiante de doctorado en Communication Studies, Ohio University, USA.

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For those who do not know Fraser’s work – and for those who would appreciate a brief summary of her approach- it is worthy mentioning some of the key elements that she formulates in order to examine issues of injustice in the world. Although in the second chapter of Scales of Justice Fraser presents a brief explanation of the main categories of her work, it is in her book Justice Interruptus11 where the reader can find a more detailed discussion on the kinds of injustice -and the solutions- that individuals suffer in their everyday lives. According to Fraser, the concept of justice can be defined as “parity of participation” (16) and any “obstacle that prevents people from participating on a par with others” (16) implies an injustice. There are three types of injustice: economic, cultural, and political. Economic injustice is generated by problems of social class and inequality in the distribution of resources, primary goods, capabilities, and opportunities. Cultural injustice is constituted by problems of cultural status related to group identity, individual achievement, and cultural distinctiveness, among others. Finally, political injustice is caused by problems of ordinary political misrepresentation and misframing. While economic injustice requires redistribution and cultural injustice requires recognition, political injustice requires representation. Fraser explains that there are three types of solutions for issues of redistribution, recognition, and representation. First, solutions are affirmative if they correct problems without altering and transforming the original frames in which these issues emerge. On the contrary, solutions are transformative if, in order to solve a problem, a certain group decides to alter and transform the system in which that problem emerges. Fraser’s approach of these solutions is also updated in Scales of Justice because these solutions are now conceived in relation to the globalization process that societies face these days. Hence, Fraser talks about another kind of solution called democratization. Although any of these solutions (affirmative, transformative, and democratic) can be referred to any problem (redistribution, recognition, or representation), Fraser seems to highlight the role of the “democratizing dimension of transformative political injustice” (26). As the reader might have already suspected, Fraser’s theory is based on a system of triads. And this is an interesting point because in her previous work, or at least in Justice Interruptus, her theory was always constituted by two elements. However, in Scales of Justice, she goes beyond binaries and dichotomies and presents a new third element necessary to explore how justice works in a Keynesian-Westphalian world. In fact, Fraser introduces this third character because, as she points out, the current globalization process compels researchers to reframe the problem of injustice. According to Fraser, scholars need to rethink their theories (including hers) because the post-Westphalian world bears the emergence of new phenomena that inevitably change current conditions of life. Fraser explains that in a post-Westphalian world economy, culture, and politics increasingly transgress national borders (31). Manifestations of this loss of nation-state sovereignty are migration, diasporas, international media, postfordismo, and transnational corporations. In the case of politics – the most discussed category in Scales of Justice-, issues of representation need to be considered taking into account that decisions are increasingly made outside the territoriality of a nation state. Thus, when analyzing problems of misrepresentation and misframing, it is necessary to realize that the geographical criterion

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is no longer plausible to consider political injustices. Instead, she proposes to examine the “common institutional framework” (24) to which individuals belong. Considering this post-Westphalian context, Fraser also discusses another triad of concepts throughout the book: the what, the who, and the how of justice. According to her, scholars and politicians have often been worried about the what of justice, that is, about the facts, phenomena, or causes that constitutes economic and cultural injustice. Hence, the two dogmas of egalitarism, as she explains in chapter 3, have been “the unexamined presupposition of the national who” (32) and the role of normal science in determining the who of injustice. Both dogmas are no longer plausible because of the post-Westphalian characteristics of our globalized society, and because of the active role of the critical democratic approach over the scientific one. In other words, this is the time to ask who is victim of injustice and how “should one determine the pertinent frame for reflecting on injustice” (31). In chapter four, Fraser proposes the theoretical and normative frame that can help scholars to study the what, who, and how of injustice. For the first one, that is, for defining what is the cause of injustice, Fraser proposes a multi-dimensional social ontology in relation to a normative principle. For the second ambit, that is, for understanding who is victim of injustice, she suggests the importance of a theory that is “simultaneously reflexive and determinative” (61). Finally, for determining how to achieve justice, she embraces an approach that is “at once dialogical and institutional” (67). Of course, there is no space to explain here these approaches of abnormal justice, as she names her paradigm. However, the reader can easily understand them by reading chapters three and four in Scales of Justice. After reading the first four chapters of her book, the reader will learn the three main triads suggested by Fraser in order to analyze the injustices of the post-Westphalian world. These triads are constituted by the economic, cultural, and political problems; the redistribution, recognition, and representation issues; and the what, who, and how dimensions. In the following four chapters, the reader will have the opportunity to see how Fraser uses this system of categories to claim the necessity of rethinking three important concepts such as public sphere, power, and humanism. In fact, taking into account the loss of sovereignty of the territorial state and, therefore, considering the emergence of transnational economy, culture and politics in the globalized world, Fraser considers it necessary to re-interpret Habermas’s definition of public sphere, Foucault’s concept of power, and Arendt’s ideas on humanism. Habermas’ definition of public sphere is no longer plausible because a public does not necessarily coincide with a national citizenry and, therefore, ideas such as national language, national literature, national economy, and national communication do not correspond with the reality of the post-Westphalian world. In Foucault’s case, it is also necessary to go from a Foucauldian perspective, based on the fordist discipline, to a more flexible approach based on a post-fordist paradigm (quasi-Foucauldian standpoint). This shift implies going from concepts such as totalizing, national frame, and self-regulation, to quasi-Foucauldian ideas such as denationalization, de-regulation, and subjectification, correspondingly. In all these three redefinitions (Arendt’s definition on humanism is not discussed in this review), Fraser argues the necessity of scholars to go beyond the context of territorial-state

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and to examine the world considering the consequences of globalization. In this sense, without writing it in terms of criticism, but in the form of question, it would be worthy to ask Fraser to what extent it is possible to generalize this context of Post-Westphalian political imaginary to every place and situation in the world. In other words, if we consider that there are still some economic, cultural, and political decisions made within the boundaries of territorialstates, to what extent can we generalize these ideas of de-nationalization, de-regulation, and de-socializacion that she points out? Thus, although her argument on the post-Westphalian world seems sometimes exaggerated, Fraser’s work is extremely important not only in terms of the categories she brings to humanistic scholars, but also in terms of the political project behind each line in the book. As she claims, a critical approach is fundamental when studying issues related to injustice. In fact, we can see the effects of this approach when she presents the story of feminism (chapter six) by showing how the second wave of feminism emerged to achieve redistribution, then recognition, and finally, representation. Having injustice before of him, the task of the scholar cannot be limited to describe it, but rather to analyze it in terms of value and repercussions for society. Two more points before concluding. First, in chapter nine, the reader can find an interview to Nancy Fraser made by Kate Nash and Vikki Bell. Here Fraser explains some concepts in more detail and shares her experience about this process of rethinking her own theory. Lastly, Why “Scales” of Justice? Probably the reader already suspects why Fraser selected this figure as the title of her book. However, there is more than one reason. Fraser uses the figure of the scale in two ways. Both meanings are related in the Introduction chapter of her book, and I invite you to explore the double meaning of this metaphor. Thus, you will have the opportunity to read a very well written book on a topic that we urgently need to comprehend and embrace in order to have a better society.

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Azziz Nassif, A. (2009, 05 de mayo). ¿Cambiará la fotografía? El Universal. Recuperado el 22 de junio de 2009 de http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/43963.html.

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