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Camino a

DAMASCO El inicio de una vida nueva

idea y coordinación editorial

Eugenio Dal Pane curador sección I

Giorgio M. Vigna, OFM en colaboración con Studium Biblicum Franciscanum Gerusalemme curadores sección II

Gianluca Attanasio, FSCB Jonah Lynch, FSCB en colaboración con Fr aternidad Sacerdotal de los Misioneros de san Carlo Borromeo investigación y programa iconográfico

Sandro Chierici, Ultreya colaboración en la organización

Giuseppe Caffulli, Tierra Santa organización y comunicación

Gaia Aulino, Cristina Zoli Itaca Eventi proyecto gráfico

Andrea Cimatti

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Basilica Papale di San Paolo fuori le Mura anno paolino

EXPOSICIÓN ORGANIZADA EN EL PERÚ POR

COMUNIÓN Y LIBERACIÓN

Caravaggio (1571-1610), Conversión de San Pablo. Roma, Santa Maria del Popolo. © 1990 Foto Scala, Florencia/Fondo Edificios de Culto - Ministerio del Interior · Stampa pannelli: www.comunico-online.it

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A.D. 36

El persecutor

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco Cesarea Jerusalén

Jerusalén El martirio de Esteban

Saulo, siendo aún menor de 30 años y celoso defensor del más rígido judaísmo fariseo, participa en el martirio de Esteban.

Lo echaron (a Esteban) fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo. He 7,58

Saulo aprobaba su muerte. He 8,1

1. Anibal Carracci (1560-1609), Lapidación de San Esteban. París, Musée du Louvre. Foto Archivo Lessing 2. Jerusalén, Valle del Cedrón, Roca del martirio de San Esteban. Foto Archivo SBF (Studium Biblicum Franciscanum) 3. Jerusalén, Valle del Cedrón, Roca del martirio de San Estebano (foto 1890 ca.). Foto Archivo SBF

«Os echarán mano y os perseguirán (Lc 21,12). Así sucedió para Esteban, con la acusación de haber blasfemado contra Moisés y contra Dios, contra el Templo y contra la Torah. Las mismas acusaciones injustas fueron hechas a Jesús. Pero nadie ha podido resistir a la palabra de verdad pronunciada por Esteban y sostenida por la fuerza del Espíritu (cfr. He 6,10). A los acusadores no les queda más que la reacción rabiosa que conduce a la lapidación del hereje. El joven Saulo recoge las túnicas de los asesinos. Es como si recibiese la herencia de ellos. No sabe que un día recogerá la herencia del asesinado: en la capital del Imperio, fuera de las murallas de la ciudad, dará su último testimonio de fidelidad a su Señor.


A.D. 36

Elegido por Dios

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco Cesarea Jerusalén

Damasco La llamada de Saulo

Con la legitimación de las autoridades religiosas de Jerusalén se dirige hacia Damasco para arrestar a los cristianos.

Yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le envolvió una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?». He 9,3-4

1. La conversión de San Pablo, mosaico. Monreale, Catedral, capilla septentrional del coro, siglo XII. Foto Archivo Ultreya 2. Damasco, Gruta de la conversión de San Pablo. Foto Archivo SBF 3. Damasco, Antiguo camino romano. Foto Archivo SBF 4. Damasco, Iglesia del Memorial de San Pablo. Foto Archivo SBF

El perseguidor de Jesús es elegido por Él: el Camino impacta a Saulo durante su camino. La llamada de los antiguos profetas (cfr. Is 49,1; Jer 1,15) se repite en Pablo: Jesús llama a Saulo por su nombre, lo escoge por pura gracia. Es un instante de conocimiento íntimo y fulgurante, es eternidad de Presencia para ser anunciada a todo el mundo. La luminosidad del Crucificado y Resucitado será de ahora en adelante la cadena del siervo de la libertad del Evangelio. Una nueva vida comienza para Saulo, el fariseo. Gracias a la mediación de la comunidad cristiana de Damasco, Pablo se vuelve discípulo de Aquél a quien antes perseguía (cfr. Gál 1,13-17). De la comunidad de Damasco, Pablo escuchará las historias de Jesús de Nazaret; en la comunidad de Antioquía, Pablo encontrará, junto a Bernabé, el impulso para sus misiones entre los gentiles.


A.D. 8*-36

Los orígenes de Pablo

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Atenas

Reggio Calabria

Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Tarso

Cesarea Jerusalén

Los historiadores fijan su fecha de nacimiento entre el 7 y el 10 d.c. Su padre había obtenido la ciudadanía romana, un status que se revelará decisivo para Pablo.

Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy. He 22,3

Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable. Fil 3,5-6

* FECHA INCIERTA

1. Tarso, Pozo de Pablo. Foto Archivo SBF 2. Tarso, Iglesia de San Pablo. Foto Archivo SBF

Hebreo de nacimiento y de formación Un pasado muy respetable. Nacido en Tarso, en Asia Menor, «una ciudad no insignificante» (He 21,39), de una familia hebrea que puede aún recordar -después de siglos de diásporael nombre de la tribu a la que pertenece; en Jerusalén, Pablo recibe la educación a los pies de Gamaliel II, uno de los grandes maestros del judaísmo fariseo del siglo I, recordado también en la Mishnah. Aquello que puede ser motivo de alarde y ganancia, Pablo, transformado, lo considerará una pérdida y como basura. Otra cosa se vuelve determinante: el conocimiento de su Señor, su incondicional entrega a Él, el conformar su vida a la Suya entregada para la libertad del hombre (cfr. Fil 3,7-14).


A.D. 39

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Jerusalén

Cesarea Jerusalén

Una vez recibido el bautismo Pablo es instruido en los contenidos de la fe. Por tres años se retira al desierto de Arabia. Regresa a Damasco pero se ve forzado a huir, bajado por las murallas, en una cesta, de noche.

Pablo es presentado a los apóstoles por Bernabé En Jerusalén, en el Monte Sión, vive la Iglesia Madre presidida por el apóstol Santiago. Pablo logra ingresar gracias a la presentación de una autoridad, el apóstol Bernabé, un hebreo nacido en la isla de Chipre (He 4,36). La Iglesia Madre, centro del judaísmo cristiano, es el lugar de verificación de la misión de los apóstoles (cfr. He 11 y 15).

Al llegar a Jerusalén intentó juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, pues no creían que fuese realmente discípulo. Entonces Bernabé lo tomó consigo, lo presentó a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino y cómo el Señor le había hablado. También les expuso la valentía con que había predicado en Damasco en nombre de Jesús. Saulo empezó a convivir con ellos. Se movía muy libremente por Jerusalén y predicaba abiertamente el Nombre del Señor. Hablaba a los helenistas y discutía con ellos, pero planearon matarle. He 9,26-29

1. San Pablo discute con Hebreos y Gentiles, pintura, de un relicario inglés de fines del siglo XII Lyon, Musée de la Civilisation Gallo-Romaine. Foto Archivo Lessing. 2. Jerusalén, Monte Sión, El Cenáculo. Foto Archivo SBF

Pablo dirige su anuncio con toda libertad a los hebreos de la diáspora presentes en la Ciudad Santa, pero ya comienzan las primeras diferencias.


A.D. 44-49

La primera misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Antioquía

Cesarea Jerusalén

Pablo y Bernabé elegidos para la misión

También de Jerusalén Pablo debe huir. Regresa a Tarso. Bernabé va a buscarlo para llevarlo a Antioquía, ciudad cosmopolita, donde había una floreciente comunidad cristiana.

Antioquía: una Iglesia rica en profetas y doctores, entre los cuales Bernabé. Habiendo conocido personalmente a Pablo y su valor como misionero, él va a buscarlo a Tarso.

Partió (Bernabé) para Tarso en busca de Saulo, y en cuanto le encontró, le llevó a Antioquía. Estuvieron juntos durante un año entero en aquella Iglesia e instruyeron a una gran muchedumbre. En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».

Llamado por el Espíritu Santo para evangelizar a las gentes, Pablo partirá de Antioquía para sus tres viajes misioneros.

He 11,25-26

Mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: «Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado». He 13,2

1. Antioquía de Pisidia, Fragmento del templo de Augusto. Foto Archivo SBF 2. Antioquía sobre el Oronte. Foto Archivo SBF 3. Antioquía de Pisidia, El Decumano. Foto Archivo SBF

La Iglesia de Antioquía se convierte rápidamente en el referente de la misión entre los paganos, así como Jerusalén lo es para la misión entre los judíos.

En esta ciudad, los discípulos del Camino reciben la denominación que los identificó -en uso hasta hoy- por su fe en Jesús de Nazaret reconocido como el Mesías: se les llamó «cristianos».


A.D. 44-49

La primera misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Pafos

Cesarea Jerusalén

Saulo-Pablo y el procónsul Sergio Pablo

Antioquía, capital de Siria, es el punto de partida de los tres viajes misioneros de Pablo, en los que recorre aproximadamente trecemil kilómetros, muchos de los cuales a pie.

El primer viaje misionero de Pablo, junto a Bernabé, tiene a Chipre como su primera etapa.

Habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, encontraron a un mago, un falso profeta judío, llamado Barjesús, que vivía con el procónsul Sergio Paulo, hombre prudente. Este hizo llamar a Bernabé y Saulo, deseoso de escuchar la Palabra de Dios. Pero se les oponía el mago Elimas -pues eso quiere decir su nombreintentando apartar al procónsul de la fe.

Pablo experimentará todavía adversidades y sufrimientos de todo tipo, como él mismo cuenta: flagelaciones, lapidaciones, naufragios, peligros y dificultades… y «el apremio cotidiano, la preocupación por todas las Iglesias» (cfr. 2 Co, 11,24-28). Pero «¡La palabra de Dios no está encadenada!» (2 Tim 2,9).

He 13,6-8

El procónsul creyó, impresionado por la doctrina del Señor. He 13,12

1. Pafo, Mosaico de la Villa de Dioniso. Foto Archivo SBF 2. Pafo, Columna de la agelación de Pablo. En el trasfondo la iglesia de la Chryzopolitissa. Foto Archivo SBF

El procónsul romano Sergio Pablo está fascinado por la palabra de Dios anunciada por los cristianos. No obstante las fuerzas del mal trabajen para sofocar la semilla de la palabra, el pagano se vuelve creyente.


A.D. 49

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Antioquía

Cesarea Jerusalén

Después de tres años en los que ha recorrido los caminos de Chipre, Panfilia y Galacia, vuelve a Antioquía. Desde allí partirá al año siguiente para el segundo viaje misionero.

Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica, no podéis salvaros». Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos más de ellos subieran a Jerusalén, adonde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión. He 15,1-2

1. Guido Reni (1575-1642), Santos Pedro y Pablo. Milán, Pinacoteca de Brera. Foto Archivo Lessing. 2. Jerusalén, Monte Sión, El Cenáculo (foto 1890 ca.). Foto Archivo SBF

¿Qué es lo que necesita el hombre para ser salvado? La evangelización se difunde rápidamente entre los paganos; es notable el éxito logrado por los apóstoles en Asia Menor. Esta misión, sin embargo, no se da sin tensiones y discusiones al interior de la Iglesia primitiva. El punto en discusión en este caso es el siguiente: ¿es necesario hacerse circuncidar, es decir asumir el signo de pertenencia al pueblo de Israel, para ser salvados en Jesucristo, como sostienen los cristianos de estricta observancia farisea, o bien es suficiente la fe en Él, como sostienen Pablo y Bernabé? La cuestión se resuelve nuevamente recurriendo a la Iglesia Madre en Jerusalén, la que decide finalmente que a los paganos sólo se les pida observar las normas de pureza ritual.


A.D. 50-52

La segunda misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco Cesarea Jerusalén

Filipos Lidia: bautismo y hospitalidad

Por tierra se dirige al norte para visitar a las comunidades fundadas durante su primer viaje. Llega a las costas occidentales de Turquía, al puerto de Troas; después va a Filipos, ciudad de la provincia de Macedonia.

De allí, a Filipos, que es la principal colonia de la demarcación de Macedonia. En esta ciudad nos detuvimos algunos días. El día de sábado salimos fuera de la puerta, a la orilla de un río, donde suponíamos que habría un lugar de oración. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido. Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo. Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy el al Señor, venid y hospedaos en mi casa». Y nos obligó a ir. He 16,12b-15

1. San Pablo y Santa Tecla, marfil. Londres, British Museum. Foto Archivo Lessing. 2. Filipos, Iglesia del Bautismo de Lidia. Foto Archivo SBF 3. Filipos, La Vía Egnatia. Foto Archivo SBF 4. Filipos, El teatro. Foto Archivo SBF

En tierra griega, una de las primeras comunidades cristianas fue la de Filipos. Inmediatamente, Pablo encontró una óptima acogida, al punto de verse forzado a aceptar la hospitalidad de una recién convertida, Lidia. Esta Iglesia fue de mucho apoyo para Pablo, cuando estuvo preso en Éfeso. Testimonio de esta relación afectuosa y solidaria es la Carta dirigida a la Iglesia de Filipos: «Y es justo que yo sienta así de todos vosotros, pues os llevo en el corazón, partícipes como sois todos de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del Evangelio. Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el afecto entrañable de Cristo Jesús» (Fil 1,7-8). «En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. Y sabéis también vosotros, filipenses, que en el comienzo de la evangelización, cuando salí de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió cuenta de gastos y entradas, sino vosotros solos» (Fil 4,14-15).


A.D. 50-52

La segunda misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Tesalónica

Cesarea Jerusalén

Las etapas sucesivas son Tesalónica, Atenas, donde pronunciará el célebre discurso en el Areópago, y por último, Corinto.

Llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una sinagoga. Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos y que «este Cristo es Jesús, a quien yo os anuncio». Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas así como una gran multitud de los que adoraban a Dios, y de griegos y no pocas de las mujeres principales. He 17,1-4

1. Pablo y Timoteo, miniatura de la Biblia histórica de Guiart Desmoulins. Oxford, Ashmolean Museum, Ms Douce 211, f. 245. Foto Archivo AKG / Electa. 2. Tesalónica. Foto Archivo SBF 3. Tesalónica, Murallas de la ciudad. Foto Archivo SBF

El corazón del anuncio a los paganos Pablo dirige su primera carta a la Iglesia de Tesalónica. En ella encontramos descrita la dinámica de la conversión de los paganos. «Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la ira venidera» (1 Tes 1,9-10). No faltan expresiones que recuerdan la presencia del Apóstol: «Aunque pudimos imponer nuestra autoridad por ser apóstoles de Cristo, nos mostramos amables con vosotros, como una madre cuida con cariño de sus hijos. Como un padre a sus hijos, así también a cada uno de vosotros os exhortábamos y animábamos, exigiéndoos vivieseis de una manera digna de Dios, que os ha llamado a su Reino y gloria» (1 Tes 2,7b 11-12).


A.D. 51

La segunda misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Atenas Reggio Calabria Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco Cesarea Jerusalén

Atenas El anuncio en el Areópago

El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del Cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por mano de hombres; ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas. He 17,24-25

Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano. Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse, porque ha jado el día en que va a juzgar al mundo según justicia, por el hombre que ha destinado, dando a todos una garantía al resucitarlo de entre los muertos. Al oír la resurrección de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: «Sobre esto ya te oiremos otra vez». He 17,29-32

1. Atenas, Procesión de las Panateneas, detalle del friso. El Partenón. Foto Archivo SBF 2. Atenas, El Areópago. Foto Archivo SBF

Atenas, ciudad de gran tradición cultural y de ferviente religiosidad pagana. En la Acrópolis, en el Areópago, Pablo anuncia a los atenienses el «Dios desconocido», con un discurso retóricamente elaborado, de modo que fuera más fácilmente aceptable a los oyentes, exigentes y curiosos de conocer la «nueva doctrina». Si el punto de partida de la argumentación es algo que pueden compartir, el punto de llegada es una franca ruptura: «Sobre esto te escucharemos en otra ocasión». ¿Es tan difícil creer en un Dios capaz de resucitar a los muertos? «Pero algunos hombres se adhirieron a él y creyeron, entre ellos Dionisio Areopagita, una mujer llamada Damaris y algunos otros con ellos» (He 17,34).


A.D. 51

La segunda misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Corinto

Cesarea Jerusalén

En Corinto Pablo permanece alrededor de un año y medio, para después regresar a Antioquía desde donde vuelve a partir después de dos años.

El Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: «No tengas miedo, sigue hablando y no te calles; porque yo estoy contigo y nadie te atacará para hacerte mal, porque tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad». He 18,9-10

Cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo», «Yo de Apolo», «Yo de Cefas», «Yo de Cristo». ¿Está dividido Cristo?. 1 Co 1,12-13A

1. Corinto, Detalle de estatua, Museo Arqueológico. Foto Archivo SBF 2. Corinto, El bema (El tribunal). Foto Archivo SBF

3. Corinto, Piedra de la Sinagoga. Foto Archivo SBF 4. Corinto, La fuente de Glauco. Foto Archivo SBF 5. Corinto, El templo de Apolo. Foto Archivo SBF

Una comunidad vivaz y turbulenta Después de la decepcionante experiencia de Atenas, Pablo llega a Corinto, donde se queda por un año y medio. En la primera carta a la comunidad, recuerda el ánimo y el mensaje con el que se dirigió a los corintios «Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios, pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado. Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso. Y mis palabras y mi predicación no se apoyaban en persuasivos discursos de sabiduría, sino en la demostración del Espíritu y de su poder para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios» (1 Cor 2,1-5). A esta comunidad vivaz y turbulenta, a la que «así, ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación de nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor 1,7), Pablo indica cuál es el carisma supremo que hay que buscar: la caridad (1 Cor 13).


Reconducir todas las cosas a Cristo

Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien somos herederos, elegidos de antemano según el previo designio del que realizó todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo. En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria.

Carta a los Efesios 1,3-14


La tercera misión

A.D. 54-57

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Atene Corinto

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Damasco Cesarea Jerusalén

Éfeso Centro de evangelización

El tercer viaje sigue parcialmente el itinerario del segundo: visita las comunidades de Galacia y de Frigia fundadas durante los viajes precedentes. Por más de dos años se queda en Éfeso, capital de la provincia romana de Asia.

Pablo entró en la sinagoga y durante tres meses hablaba con valentía, discutiendo acerca del Reino de Dios e intentando convencerles. Pero como algunos se obstinaban, no se dejaban persuadir y hablaban mal del Camino ante la gente, rompió con ellos y formó grupo aparte con los discípulos, discutiendo diariamente en la escuela de Tirano. He 19,8-10

1. Éfeso, La iglesia de San Juan, detalle. Foto Archivo SBF 2. Éfeso, La iglesia de San Juan. Foto Archivo SBF 3. Éfeso, El teatro. Foto Archivo SBF 4. Éfeso, La biblioteca de Celso. Foto Archivo SBF

La larga estadía de Pablo en la ciudad de Éfeso, importante centro cultural de Asia Menor, tuvo un rol estratégico: permitió la difusión del Evangelio en la región vecina. La carta a la comunidad, escrita probablemente por un discípulo de Pablo, recuerda el anuncio: «Estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Más ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz; el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, la enemistad» (Ef 2,12-14).


A.D. 58

La tercera misión

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Damasco Cesarea Jerusalén

Mileto El testamento de Pablo

Pablo está en Mileto. Habiendo convocado a los ancianos de la Iglesia de Éfeso, les da las últimas recomendaciones, sabiendo que no volverían a ver nunca más su rostro.

No omití por miedo nada de lo que podía seros útil; os predicaba y enseñaba en público y por las casas, dando testimonio tanto a judíos como a griegos para que se convirtieran y creyeran en nuestro Señor Jesús. He 20,20-21

El extenso y apasionante discurso de despedida a los cristianos de Éfeso, es en realidad una mirada retrospectiva a la misión de Pablo en Asia Menor, marcada por la incansable predicación tanto a los judíos como a los paganos. También es una especie de testamento: «Por esto os testifico en el día de hoy que yo estoy limpio de la sangre de todos» (He 20,26) y una advertencia sobre los peligros en el futuro de las Iglesias: «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño; y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de ellos» (He 20,29-30). Podemos también reconocer en este texto la exhortación espiritual: «En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Mayor felicidad hay en dar que en recibir”» (He 20,35).

1. Mileto, Templo de Apolo, detalle. Foto Archivo SBF 2. Mileto, Ingreso al teatro griego. Foto Archivo SBF 3. Mileto, El teatro. Foto Archivo SBF

4. Mileto, Bouleutherion. Foto Archivo SBF 5. Mileto, La Stoa. Foto Archivo SBF


A.D. 58

La tercera misión

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Damasco

Cesarea

Cesarea Jerusalén

Bordeando el mar Egeo, llega a Macedonia y a Achaea, visita nuevamente Filipos y Corinto. Por mar regresa a Cesarea, donde recibe el primer anuncio de su martirio.

Permanecimos allí bastantes días; bajó entre tanto de Judea un profeta llamado Agabo; se acercó a nosotros, tomó el cinturón de Pablo, se ató sus pies y sus manos y dijo: «Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y le entregarán en manos de los gentiles». He 21,10-11

1. Cesarea, Estatua del Buen Pastor. Foto Archivo SBF 2. Cesarea, Inscripción de Poncio Pilato. Foto Archivo SBF 3. Cesarea, El puerto. Foto Archivo SBF 4. Cesarea, El palacio de Herodes. Foto Archivo SBF

«Estoy listo para morir por el Señor Jesús» Palabras y gestos proféticos indicaron a Pablo lo que sería su futuro. Muy pronto la profecía se realizaría: Jerusalén será para Pablo el punto de partida hacia un nuevo y singular viaje misionero. Así como sus anteriores viajes de evangelización se iniciaban y terminaban en Antioquia, así desde la Ciudad Santa iniciará el viaje del testimonio, el que terminará en la capital del Imperio. En todo caso, el camino del Apóstol se desarrolla una vez más gracias al empuje del Espíritu (cfr. 13,2; 16,6).


A.D. 58

La tercera misión

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Reggio Calabria

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Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Jerusalén

Cesarea Jerusalén

El discurso en la Fortaleza Antonia

De Cesarea sube a Jerusalén, donde lo reconocen y lo arrastran fuera del Templo para darle muerte.

Pocos días después de llegar a Jerusalén, la profecía de Agabo comienza a cumplirse. Justamente en el Templo, Pablo es acusado por los judíos de hablar en contra del pueblo, en contra de la Torah y en contra del Templo mismo (cfr. He 21,28).

Hermanos y padres, escuchad la defensa que ahora hago ante vosotros.

Con acusaciones similares, Esteban fue apedreado y Saulo en ese momento aprobó su asesinato (cfr He 8,1; 22,20). Es ahora el turno de Pablo de defenderse frente a sus acusadores.

He. 22,1

Habiendo vuelto a Jerusalén y estando en oración en el Templo, caí en éxtasis; y le ví a él que me decía: «Date prisa y marcha inmediatamente de Jerusalén, pues no recibirán tu testimonio acerca de mí. [...] Marcha, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles». He. 22,17-18.21

1. Inscripción “Thanaton” contra los paganos en el templo de Jerusalén. Museo de Estambul. Foto Archivo SBF 2. Jerusalén, La fortaleza Antonia (foto 1890 ca.). Foto Archivo SBF 3. Jerusalén, La explanada del templo (foto 1890 ca.). Foto Archivo SBF 4. Jerusalén, Ha Kotel (Muro Occidental de la explanada del templo). Foto Archivo SBF

Su discurso en la Fortaleza Antonia, que contiene una de las reseñas de su experiencia en Damasco, da inicio a las hostilidades con los judíos en el momento en que declara que ha sido enviado a los paganos.


A.D. 58

La tercera misión

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco

Jerusalén

Cesarea Jerusalén

Fue salvado por el tribuno de la cohorte que lo arresta y lo conduce a la Fotaleza Antonia, donde pide poder efectuar su propia defensa ante los hebreos, a quienes llama hermanos y padres.

Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos, gritó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, discípulos de fariseos; por la esperanza en la resurrección de los muertos me juzgan». Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió. He 23,6-7

«¡Ánimo!, pues como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma». He 23,11

1. El arresto de San Pablo, relieve. Marsella, Basílica de San Víctor. Foto Archivo Lessing. 2. Jerusalén, Muro Sur de la explanada del templo. Foto Archivo SBF 3. Jerusalén, Fortaleza Antonia y arco del Ecce Homo. (foto 1890 ca.). Foto Archivo SBF

La defensa de Pablo ante el Sanedrín La tensión en Jerusalén se vuelve tan álgida que obliga al jefe de la guardia romana a llevar a Pablo nuevamente a la Fortaleza Antonia. Como el motivo de la revuelta de los judíos contra Pablo es fundamentalmente religioso, el tribuno decide confiar la causa al tribunal del Sanedrín (cfr. He 23,29). Las palabras de Pablo crean en realidad un albororto mayor, dado que habla de su «esperanza en la resurrección de los muertos» a un público dividido ante esta cuestión. También para el mundo judío, como lo fue para el mundo pagano, la resurrección es un escándalo. Se perfila entretanto cada vez más claramente la meta hacia la cual Pablo está llamado: dar testimonio en Roma.


A.D. 58-60

Hacia Roma

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco Cesarea Jerusalén

Cesarea El encarcelamiento de Pablo

Informado de un complot par a asesinar a Pablo, ciudadano romano de nacimiento, el tribuno da la orden de conducirlo sano y salvo a Cesarea. Allí permanece dos años en la cárcel.

Llevado a Cesarea ante la presencia del Gobernador romano Félix, la acusación por la parte judía contra «la peste» (He 24,5), es pronunciada por el abogado Tértulo: «Pues hemos comprobado que esta peste de hombre provoca altercados entre los judíos de toda la tierra y que es el jefe principal de la secta de los nazoreos. Ha intentado además profanar el Templo, pero nosotros le apresamos» (He 24,5-6).

Después llamó a dos centuriones y les dijo: «Tened preparados para la tercera hora de la noche doscientos soldados, para ir a Cesarea, setenta de caballería y doscientos lanceros».

Pablo desmiente las acusaciones y confirma su fe judía: la adoración del Dios de los padres, la obediencia a cuanto está conforme a la Torah y con los Profetas y la esperanza en la resurrección de los justos y de los injustos (cfr. He 24,15).

He 23,23

El Gobernador le dijo: «Te oiré cuando estén también presentes tus acusadores». Y mandó custodiarlo en el pretorio de Herodes. He 23,35

1. San Pablo conducido al martirio, relieve del sarcófago de Giunio Basso. Ciudad del Vaticano, grutas vaticanas. Foto Archivo Lessing. 2. Cesarea. Foto Archivo SBF 3. Cesarea, El foso de la ciudadela amurallada. Foto Archivo SBF 4. Cesarea, Acueducto romano. Foto Archivo SBF

Las declaraciones de Pablo muestran con claridad la plena continuidad de la tradición judío-farisaica con la fe en Jesús, el Mesías.


A.D. 60-61

Hacia Roma

Roma Pozzuoli

Filipos Tesalónica

Reggio Calabria

Atenas Corinto

Éfeso Mileto

Tarso

Sir acusa Antioquía Malta Pafos

Damasco Cesarea Jerusalén

Malta El naufragio y la estadía

Dado que Pablo apela al César, el nuevo gobernador Festo lo envía a Roma. Durante el viaje la nave naufraga en la isla de Malta.

Festo deliberó con el consejo y respondió: «Has apelado al César; al César irás». He 25,12

Cuando se decidió que nos embarcásemos rumbo a Italia, entregaron a Pablo y algunos otros prisioneros a un centurión de la cohorte Augusta, llamado Julio. He 27,1

1. Nicolò Circignani llamado El Pomarancio, El naufragio de San Pablo en Malta. Roma, Torre de los vientos, Sala Della Meridiana. Foto Archivo Secreto Vaticano. 2. Malta, Roca del naufragio de San Pablo. Foto Archivo SBF

El libro de los Hechos de los Apóstoles describe con interesantes detalles el viaje por mar desde Cesarea hasta Roma. Un viaje lleno de aventuras y rico de episodios en los cuales surge el testimonio del Apóstol. Durante la corta estadía en Malta, donde Pablo y sus compañeros son desembarcados después de la tormenta, el Apóstol cumple un gesto significativo al exhortarlos a comer: «Diciendo esto, tomó pan, dio gracias a Dios en presencia de todos, lo partió y se puso a comer. Entonces todos los demás se animaron y tomaron también alimento» (He 27,35-36). Las palabras y gestos de Pablo rememoraron una cena especial, ¡la Cena Eucarística! (cfr. 1 Co 11,23-25).


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