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La Mente Tiene Tres Naturalezas

[Para] la mente que ha abandonado la imaginación, el samsara impregnado154 por la imaginación no es nada más que una imaginación‒La falta de imaginación es la liberación.

Obviamente, esto no se refiere a que el samsara sea solo pensamiento (conceptual) o que la mera falta de este pensamiento sea el nirvana.

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La Mente Tiene Tres Naturalezas

Esto nos lleva a “las tres naturalezas”, la naturaleza imaginaria (Sct. Parikalpitasvabhāva, Tib. Kun brtags kyi rang bzhin), la naturaleza dependiente de otro (Sct. Paratantrasvabhāva, Tib. Gzhan dbang gi rang bzhin), y la naturaleza perfecta (Sct. Pariniṣpannasvabhāva, Tib. Yongs grub kyi rang bzhin).155 Hay un gran número de presentaciones a veces muy diferentes de lo que son estas tres naturalezas tanto en textos Indios como Tibetanos. Para dar una idea breve y general, la naturaleza dependiente de otro es la imaginación equivocada que aparece como las entidades irreales de sujeto y objeto, porque se trata de apariencias bajo la influencia de otra cosa, es decir, las tendencias latentes de la ignorancia. Aparece como el mundo exterior con sus diversos seres y objetos; como el propio cuerpo; como las conciencias sensoriales que perciben estos objetos y la conciencia conceptual que piensa en ellos; como el aferrarse a un yo personal y a los fenómenos reales; y como los eventos mentales, como los sentimientos, que acompañan a todas estas conciencias. Por lo tanto, la imaginación falsa es lo que bifurca la mera experiencia en los perceptores aparentemente reales que captan objetos aparentemente reales. Esta misma división en sujeto y objeto ‒la naturaleza imaginaria‒ no existe ni siquiera en el nivel de la realidad aparente, pero la mente que crea esta división, existe y funciona en este nivel.

La naturaleza imaginaria cubre toda la gama de lo que se superpone por la imaginación falsa sobre las diversas apariencias de la naturaleza dependiente de otro, desde el sentido más básico de la dualidad sujeto-objeto a través de un yo y los fenómenos realmente existentes hasta las creencias más rígidas sobre qué somos nosotros y el mundo. En otras palabras, lo que aparece como el propio cuerpo y la mente de uno forman las bases para imputar un yo personal. Lo que aparece como otros seres, objetos externos y las conciencias que se relacionan con ellos proporcionan las bases para imputar fenómenos realmente existentes. En detalle, la naturaleza imaginaria incluye los aspectos que aparecen como objetos conceptuales (como la imagen mental de una forma), las conexiones de nombres y referentes (la noción de que un nombre es el referente correspondiente y la confusión de un referente con el correspondiente nombre), todo lo que se aprehende a través de la superposición mental (como la dirección, el tiempo,

exterior, interior, grande, pequeño, bueno, malo, etc.) y todas las no entidades, como el espacio. Todos estos existen solo de manera convencional, como objetos nominales para las conciencias dualistas de los seres sintientes ordinarios. No se establecen como algo real.

La naturaleza perfecta es la vacuidad en el sentido de que lo que aparece como imaginación falsa dependiente de otro nunca se establece primordialmente como la naturaleza imaginaria. Como objeto último, esta vacuidad es la esfera de la sabiduría no conceptual, y su naturaleza es la ausencia de identidad de los fenómenos. Se la llama “perfecta” porque nunca se convierte en otra cosa, es el supremo entre todos los Dharmas y es el objeto focal del prajña durante el proceso de purificación de la mente de las manchas adventicias. Debido a su cualidad de nunca cambiarse a otra cosa, también se le llama talidad. Dado que los Dharmas de los nobles se obtienen al realizarlos, se llama “Dharmadhātu”. Al igual que el espacio, no tiene distinciones, pero convencionalmente, la naturaleza perfecta puede presentarse como doble ‒la naturaleza perfecta inmutable (talidad) y la naturaleza perfecta inconfundible (la sabiduría que realiza esta talidad).

A veces, la naturaleza perfecta también se equipara con la naturaleza luminosa de la mente o la naturaleza de Buda. En este sentido, el Séptimo Karmapa, Chötra Gyatso (1454-1506), dice en su Océano de Textos sobre el Razonamiento156 que la naturaleza perfecta puede clasificarse como (1) el camino de la purificación y (2) el objeto focal de este camino. (1) El aspecto causal de este camino es la disposición permanente natural. Consiste en las semillas no contaminadas en el ālaya, que son “las tendencias latentes de escuchar”157 el Dharma genuino y, por lo tanto, sirven como la causa del Dharmakaya. Sin embargo, dado que permanecen en el flujo mental desde el principio a través de la naturaleza de los fenómenos, simplemente se reviven a través de la escucha, por lo tanto, no se crean de nuevo. Por lo tanto, la explicación de Asanga implica que el mero hecho de la naturaleza de los fenómenos ‒la talidad o vacuidad‒ no es la disposición naturalmente permanente. Más bien, esta disposición consiste en estas tendencias latentes de escuchar, en otras palabras, el factor del prajñā. La razón es que las tendencias latentes de escuchar hacen que los seis āyatanas internos de los seres sintientes individuales sean distintos entre sí. De esta manera, la disposición de permanencia natural también se denomina “el rasgo distintivo de los seis āyatanas”.158 Esto significa que, a través de las tendencias latentes de escuchar que sirven como la causa del camino del Mahayana, los seis āyatanas internos que existen dentro del continuo de aquellas personas que han revivido estas tendencias latentes se diferencian de los āyatanas internos de los seres sintientes que no tienen tales tendencias. Porque estas tendencias son el indicador de que las personas que están dotadas de ellas son las que tienen la disposición del Mahayana. Lo mismo ocurre con las tendencias latentes de escuchar que sirven como causas de los caminos de los Śrāvakas y Pratyekabudas, respectivamente. ¿Por qué las tendencias latentes de escuchar están incluidas en la naturaleza perfecta? No son ni la naturalezas

imaginaria ni la dependiente de otro, ya que constituyen el remedio para la aflicción, etc. Los caminos reales que resultan de estas tendencias son los caminos de los tres yānas, tales como los treinta y siete Dharmas concordantes con la iluminación y las seis pāramitās. Se dice que, durante el camino, estas tendencias puras permanecen junto con las tendencias impuras de la conciencia ālaya como una mezcla de leche y agua, de la cual los practicantes extraen solo la leche, dejando atrás el agua.159 (2) El objeto focal de estos caminos también está incluido en la naturaleza perfecta, ya que es la causa de la purificación y no se origina en las semillas de la aflicción. Más bien, el Dharma es el resultado que es el flujo natural de haber realizado el Dharmadhatu completamente puro. Por lo tanto, no pertenece ni a la naturaleza imaginaria ni a la naturaleza dependiente de otro.

En resumen, la naturaleza imaginaria es como aprehender erróneamente que las apariencias visuales causadas por la visión borrosa son pelos flotantes o manchas oscuras. Dado que estas no son más que una superposición, no existen en absoluto. Por tanto, la naturaleza imaginaria se denomina “la ausencia de naturaleza en cuanto a características”. La naturaleza dependiente de otro consiste en apariencias que se originan de manera dependiente, al igual que las meras apariencias visuales que ve esta persona con visión borrosa. Estos aparecen como una ilusión, pero carecen de naturaleza propia y no surgen realmente. Por lo tanto, la naturaleza dependiente de otro se llama “la ausencia de naturaleza en términos de surgimiento”. La naturaleza perfecta es “la ausencia última de naturaleza”, que tiene dos aspectos. Primero, aunque no hay identidad personal, la naturaleza perfecta es lo que funciona como remedio para la noción de identidad personal. Al igual que un barco ilusorio para cruzar un océano ilusorio, sirve como medio para cruzar el océano de samsara hacia la otra orilla del nirvana. En términos de origen dependiente, este aspecto correctivo está contenido en la naturaleza dependiente de otro, pero dado que es la causa de la realización de lo último, se incluye en la categoría de “la ausencia última de naturaleza”. El segundo aspecto de la naturaleza perfecta es aquel por el cual se alcanza la iluminación al participar activamente en ella. Este aspecto es indiferenciable de la ausencia de identidad de los fenómenos. Como el espacio, es omnipresente y no se establece como nada en absoluto. Se puede comparar con el espacio libre que es el objeto natural de la vista intacta, una vez que se ha curado la visión borrosa, y se comprende que lo que parecía como pelos flotantes nunca existió en ninguna parte. Este aspecto es “la ausencia ultima de naturaleza” per se. En el nivel de la realidad aparente, se puede decir que la imaginaria existe nominalmente, mientras que la dependiente de otro existe sustancialmente en el sentido de algo que realiza funciones. La naturaleza perfecta no existe en ninguna de estas dos formas, pero existe en una forma de ser sin puntos de referencia. Así, la naturaleza imaginaria también se llama “la vacuidad de lo no existente”, la dependiente de otro “la vacuidad de lo existente” y la perfecta “la última vacuidad”.