Arquitectura(s) paisajista(s) de E. Gastelumendi: 1963

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Arquitecturas paisajistas de E. Gastelumendi: 1963

resulta entonces pertinente para esta intervención. El análisis no es sino una lectura del territorio, una aproximación teórica a una realidad cultural. El método que propone Gastelumendi es una herramienta de comprensión del lugar, una forma de lograr el ‘justo equilibrio’ entre “lo agradable y lo eficiente” (p. X-3). Una forma de leer y escuchar el lugar, como sugería Alexander Pope en 1731 y su teoría de los ‘genios del lugar’ – “esa voz que hay que escuchar tanto para plantar como para construir” (Ábalos, 2006, p. 21)9 - posteriormente ampliada por Chris-

tian Norberg-Schulz en 1980.

Finalmente en este tópico, Gastelumendi hace un repaso por la historia y el estado de las reservas naturales creadas hasta ese momento en el país. El autor sostiene que el hecho de preservar es una respuesta “a la destrucción de la belleza de determinados sectores del país, a la ocupación indiscriminada del paisaje […] al incontrolado avance de la urbe, ajeno a toda coordinación con su paisaje” (p. XI1). Señala que los bosques nacionales son “zonas de concentración de fauna oriunda y sectores de especial belleza que deben ser debidamente preservados, como valor de recreación y de cultura para la presente generación y como valores potenciales y reserva de recursos para las generaciones venideras” (p. XI-2). El autor señala que esta iniciativa no era un hecho aislado en el Perú puesto que para la época, diversos países estaban también en proceso de creación de sus propias zonas de conservación. El Estado contaba hasta 1963 con seis áreas protegidas10: Mesopata, Iparía, Chapín, Cutervo, Chilca y Pisco, cifra notablemente menor que las cuarentaa y un áreas mexicanas, las trece brasileras o las veinticinco puertorriqueñas (p. XI-3). Sin embargo, cabe resaltar las razones que alude Gastelumendi para la creación de estas zonas –más allá que sean positiva o negativa esta intención-. Anteriormente se comentó como ‘lo bello’ como argumento es insuficiente para como justificación para la conservación del paisaje. Gastelumendi, además de este factor, señala a la conservación actual –es decir, la conservación para la época- era una salvaguarda de una explotación posterior –para las futuras generaciones-. Estas dos afirmaciones llevan a una posible paradoja. Por un lado se conserva el recurso por tener un valor de recreación ‘de fin de semana’ y de cultura para las generaciones actuales y por otro lado se las conserva como fuente de recurso para las generaciones futuras ¿Habrá un escenario en que

lo conservado deje de serlo y pase a ser ‘explotable’? ¿Un área de conservación puede por sí misma dejar de serlo y perder esa condición?¿Hubo acaso una ausencia de criterio de intangibilidad? ¿O es esta una cualidad con fecha de caducidad? La pregunta central fue y ha sido cuestionarse sobre los criterios para conservar unas zonas en desmedro de otras. ¿Es más natural el bosque virgen amazónico que la cuenca del río en la ciudad? Gastelumendi casi sin proponérselo adjunta al estudio de arquitectura-paisaje el factor de patrimonio y la conservación, una discusión muy polémica, cuyas posturas discrepantes llegan incluso hasta la actualidad11

Tercer tópico: historia del paisaje Gastelumendi aporta con un marco histórico sobre el paisaje a su obra escrita en 1963. Hace un repaso por los jardines fantásticos de Mesopotamia y Siria, por los jardines chinos y japoneses para luego escribir más en detalle sobre la historia occidental del paisaje. Si bien a lo largo del texto existen siempre referencias al contexto peruano y se analiza obras coloniales y republicanas, es notoria la ausencia de menciones al tratamiento del paisaje precolombino de la costa y el paisaje incaico serrano. Menos referencia tiene aún las realidades amazónicas, las cuales en la época eran casi desconocidas –la vía marginal de la selva fue recién comenzada años después-. Si bien Arquitectura paisajista es el primer texto de paisajismo en el Perú, existieron en esa época escritos sobre paisaje desde el punto de vista de la geografía, sociología e incluso desde la antropología12, que eran sujeto de discusión en el mundo académico de ese entonces. Omisiones resaltantes son por ejemplo menciones a las Líneas de Nazca13, estudiados por la matemática alemana Maria Reiche y con estudios publicados en Lima en 1948, o por otro lado a la ciudad de barro de Chan Chan y Túcume -estudiados en la década de los cincuenta- o el mismo Kuélap o Cantayoc, de 1930. ¿Es que acaso en esa época el estudio de la arquitectura del paisaje se reducía al hecho vegetal?. Gatelumendi fue un asiduo viajero al interior del país, además de ser un académico siempre en relación con las nuevas investigaciones y estudios publicados lo que hace difícil suponer su desconoci-

Taller de Investigación, FAU, PUCP

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