Revista 59 - Colores

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Diseño de portada Eva Mercadal SEDE son: Carlos Fernández Luz González Pilar Gutiérrez Pedro Ruiloba Recaredo Ruiz Juan Villegas Adrián Alcorta Karlanny Ventura Raquel Ortega Roberto de la Torre Raúl Palacio Gabriel Margallo

Agradecimientos: Alberto Macasoli

Conte San Emeterio Coral Barcenilla Elsa Fresno Christian Valdés César Barquín Diseño y Maquetación Adrián Alcorta Mar Ortiz

Las secciones que componen este número no tienen por qué tener continuidad en próximas ediciones. La asociación no se hace cargo de las ideas que los colaboradores expresen en sus secciones. sederevista@gmail.com www.facebook.com/sede.asociacion twitter.com/SEDEAsociacion Web www.sederevista.com

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COLORES Me gustan los colores y no voy a dejar que me los quiten. No voy a tolerar que el mundo sea un gris continuo, un blanco aséptico o un negro profundo. Me gusta, la mezcla, el cambio, lo distinto, lo rebelde. Los poderes que nos dominan aspiran a quitarnos los matices, desean la consonancia, que todos sigamos un modelo, de un solo color, a ser posible, el de ellos mismos. Me gusta entrar en mi aula y ver caras distintas, con múltiples colores, con ropas diferentes porque no me gustan los uniformes, sean físicos o psicológicos. Me gusta el color de la fiesta del orgullo gay y su bandera. No quiero que un director de un colegio subvencionado mande cartas denigrando su orientación sexual ni que los insulten o los agredan. Me gustan los colores y no quiero que me impongan una única moral, una bandera, una sola ética. El mundo está lleno de múltiples posibilidades que los prejuicios ahogan. Me gustan los colores diferentes de los que vienen buscando un futuro distinto y no me gustan los muros que se levantan por doquier en una Europa cada vez más cerrada y obsoleta. No quiero verlos encerrados en campos insalubres o muriendo en barcos inseguros. Reivindico y defiendo sus colores. Quiero más colores, luchemos por nuestros colores, ya que como decía Borges “el jardincito es como un día de fiesta en la pobreza de la tierra”


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Título

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Poemarte (El reto de Calíope)

Autores

VV. AA. (Antólogo: José Luis Pérez Fuente)

Género

poesía

Editorial

Poesía Eres Tú

Año de publicación

2016

Número de páginas

330

ISBN

978-84- 16480-21- 0

José Antonio Olmedo López-Amor


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Po e m a r te : poética “una antología con

mucho color”.

La editorial madrileña Poesía Eres Tú, radicada en Madrid, celebra su décimo aniversario en activo con la culminación de una antología poética algo distinta a lo que nos tienen acostumbrados este tipo de ediciones. José Luis Pérez Fuente, quien ha coordinado este trabajo, es filólogo, escritor y crítico literario. Trabaja como docente y compagina la organización de un Taller de creación literaria “Carpe Litteram” —donde nació este proyecto— incluido en las actividades del Seminario de Humanidades del IES Príncipe Felipe de Madrid con las tareas y proyectos de un grupo de teatro; y por si fuera poco, también participa como poeta en esta antología bajo el heterónimo “Jaco Liuva”. Ocho trovadoras y siete bardos son, en palabras del profesor Pérez Fuente, los escribas que han aceptado y superado con creces el “reto de Calíope”, subtítulo de la obra, un desafío creativo donde la poesía y el arte musical y pictórico se funden, amén de otras reivindicaciones y homenajes que son la razón de ser de esta conjunción. Blanca Uriarte, Diego Vadillo, Analía Amaya, Felipe Espílez, Sandra Sánchez, Jaco Liuva, Pilar Elvira, Jorge Castro, Lupe Bohorques, Antonio Morenés, Isabel Alamar, Antonio Montoya, Mª Ángeles Chavarría, Raúl González y Carmen Badillo constituyen un grupo de poetas que ha comenzado hace unos años a recorrer los distintos escenarios de la lírica actual. Ya en el título de esta antología apreciamos esa unión entre el arte y la poesía en un neologismo que a su vez revela su aspiración humanista con connotaciones verbales. El reto de Calíope, musa

de la poesía épica y de la elocuencia, es la estructura que vertebra este glosario de autores que merece la pena recomendar y descubrir. Dicha estructura consiste en la fotografía, nombre y breve biografía del autor, a lo que sigue una pequeña entrevista del antólogo, unas preguntas que son iguales para cada autor, salvo alguna excepción: ¿Por qué la poesía? // Háblanos de un poeta admirado. // ¿Qué poema recomiendas a los lectores? // Y Preséntate poéticamente. A través de esas cuatro preguntas el lector se adentra en la personalidad del poeta, así como también en sus gustos e influencias poéticas, a lo que sigue un breve estudio de cada autor por José Luis Pérez Fuente. La última parte de esta estructura lleva como epígrafe “Algunos lances poéticos” y en ella se engloba el grueso del desafío a los artistas. En este apartado encontramos cinco retos que han de llevarse a cabo mediante poemas: Homenaje a Antonio Machado, Iconografía (describir las emociones frente a una obra pictórica concreta), Filarmonía lírica (la misma descripción pero basada en una obra musical), Cromografía sensible (escoger un color para desarrollar la composición lírica y Homenaje a Gloria Fuertes (lo que incluye reivindicar la letra eñe en el escrito). Fuera de los retos y como último colofón se ofrece un apartado libre que clausura la aportación de cada uno de los diecisiete autores. Es interesante decir que para que el lector pueda ver y oír las obras pictóricas y musicales escogidas por los autores fue creada una página web en la


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que, además pueden escucharse poemas en la voz de sus autores: http://nubr.co/G2TGus. Diego Vadillo, madrileño de nacimiento, es profesor de Lengua y Literatura, analista de Arte y Literatura y politólogo. Entre sus variadas incursiones literarias se pueden destacar varias novelas, ensayos y su poemario “Burladeros de hojaldre”, publicado en 2010. En 2012 obtuvo el Premio MAC 2012 (Movimiento Arte Contemporáneo de Lisboa) a la Divulgación Cultural. Su poema sobre cromografía sensible versa sobre el color gris: Apresado en las grises estampas / de la más cotidiana codicia, / desanudo tragedias a ratos, / sin saber cómo recomponerlas; / desestimo, según dicte el ánimo, / sugestiones con falso trasfondo. Jorge Castro es un compositor, cantautor y poeta nacido en Madrid. En 2012 obtiene el Título Profesional de Música en la especialidad de Guitarra. Nombrado nuevo Talento de Orange en los años 2007 y 2008. Lleva desde 2005 actuando en diversos locales de la geografía española y ha colaborado en discos recopilatorios. Lleva publicados tres discos.


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Su último trabajo, llamado “10 años después”, se publicó en 2014. En él cuenta con las colaboraciones especiales de Luis Eduardo Aute y Cristina del Valle. En 2015 publica su primer libro de poesía “Alpheratz”. Como poema iconográfico ofrece en el libro “En días como hoy”, un trabajo que describe las emociones sentidas ante la pintura titulada “Sobre la ciudad” de Marc Chagall: […] En días como hoy me gusta desatar el silencio / o volverme piedra que acuna el agua. / Pequeño universo que encierra la luz de todas las mareas, / que camina silente y permite que descanse / mi corazón viajero. Y para finalizar mi invitación a leer este libro sin revelar más de la cuenta, destaco la aportación de la poeta valenciana Isabel Alamar Torró. Isabel nace en Valencia en 1970, es licenciada en Filología Hispánica y en Filología Valenciana por la Universidad de Valencia. Algunos de sus poemas, reseñas literarias o artículos sobre lingüística han aparecido en prestigiosas revistas culturales como: Prisma, Espacio Luke, Culturamas, Todoliteratura. es, The Barcelona Review, Espéculo y periódicos como El Correo. También ha sido incluida en varias antologías, por ejemplo, en 2007 en Ventanas (Antología de poetas valencianas), Torremozas.

Y también en Poesía experimental española (Calambur, 2012), en la antología Arquitectura de la palabra, (Institució Alfons el Magnànim, 2012) y, recientemente, en la antología sobre haiku, Un viejo estanque. Su exclamación poética tras enfrentar el cuadro “Línea transversal” de Vladimir Kandinski reza así: Giro hacia la vida / y me encuentro que es / un recorrido de puntos y comas, / de pausas abruptas y de puntos sin fin, / una escalada de sílabas, de frases hechas / y de frases todavía por hacer. / Un recorrido que va más allá de cualquier signo, un huracán / que con su curso cambia / el rumbo de las cosas: / superando obstáculos, / abrasando límites. Resulta interesante, tanto la selección de autores de esta antología, como las formas de los mismos para abordar los retos propuestos por su antólogo. La plasticidad de obras clásicas de la pintura sirve como pretexto ideal para traducir las emociones que su contemplación provoca en el ser humano, los versos resultantes podríamos decir que constituyen un intento de écfrasis del alma; por su parte, la inabordable e intraducible música hace lo propio en unos versos que aspiran a ir balizando los senderos que recorre la conciencia cuando esta es azotada por el hecho artístico, un escenario siempre interesante en todos los tiempos y en todas las culturas.


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Entrevista ÁNGEL MEMBIELA, PINTOR DE «LUNAS AMARILLAS» Ángel Membiela es un escultor, pintor y grabador vallisoletano, afincado en Mave (Palencia). Nacido en 1946, ha expuesto su obra en prácticamente toda España y en Bélgica y Holanda.

David Acebes Sampedro

David Acebes- En el catálogo de tu última exposición, Cuarenta, Vicente Cuéllar te define como “artista autodidacta e intuitivo”. Sin embargo, a mí me viene a la cabeza el consejo que Juan de Mairena da a sus discípulos: «Desconfiad de los autodidactos, sobre todo cuando se jactan de serlo». Y es que maestro, sea persona o materia, hemos tenido todos… Ángel Membiela- Estoy de acuerdo, aunque yo creo que el término autodidacta se refiere más que “a no tener maestro” a no tener una enseñanza reglada como academias, universidades, o escuelas de cualquier tipo. Pero tampoco tengo claro que en el caso del arte sea necesaria una enseñanza de esa índole, la mayor parte de los “grandes” que conozco son autodidactas en los términos que propongo, por lo menos, los modernos. Los antiguos no tenían más remedio que ir a una enseñanza tradicional porque no había otro medio de aprender. Hoy día los medios de comunicación son tan enormes que no es necesario nada más que sentarte enfrente del televisor y en una hora ves más cosas que en el siglo diecisiete en dos años… o más. En el caso del arte visual todo lo que sea “enlatado” huele, como mínimo, a viejo, cuando no a obsoleto o innecesario. En el arte visual no es como en la literatura que “lo que no es copia es plagio” (Eugeni D’Ors), si no que hay que renovarse o morir.

D.A.- A simple vista, constato que el Tiempo es una de tus obsesiones. No obstante, no es el tuyo un tempus fugit tópico. Muy al contrario, frente a tu obra, percibo un tiempo detenido. Un tiempo evocado en un punto donde todo “s’es ido e acabado”… A.M.- El concepto “El Tiempo” que repito en los títulos de todos los cuadros de una serie –son treinta y cuatro de diferentes medidas– viene dado por el libro de Stephen Hawking “El Gran Diseño”. Cuando lo leí me pareció, con todas las limitaciones que impone la ignorancia del tema, una gran temeridad pensar que el tiempo se puede ir o puede quedarse, ir despacio o ir deprisa… licencias poéticas que nos dejan como estábamos antes de leerlas. Si esto


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mismo tuvieran que escribirlo en el tiempo actual, grandes genios como Virgilio, Horacio o Jorge Manrique hubieran escrito de diferente manera al margen de la poesía que impregnan estos escritos. De todas las maneras, antes que a Virgilio, en la manera de entender el tiempo (Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo), prefiero a Horacio “si el tiempo vuela, aprovechemos la ocasión”. D.A.- Intuyo que no eres amigo de etiquetas y que no te gustará adscribirte a ninguna corriente artística en particular. Mas, y para

el caso concreto de tu pintura, yo te definiría como simbolista. Todos esos símbolos que empleas (toros, relojes, lunas,…) parecen corroborarlo… A.M.- Intuyes bien, amigo David, es algo que odio, sobre todo si la etiqueta que te colocan, aunque sea positiva, va acompañada de una afirmación o negación taxativa. Creo que todos los seres humanos no somos una cosa, solo una cosa, sino que tenemos la capacidad de ser de muy diferentes formas en función de la ocasión y del momento. Eso nos permite crear situaciones o formas y colores


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distintos/as en la medida que sepamos situarnos a ambos lados de la carretera en el momento oportuno, y sobre todo nos permite equivocarnos… bastantes veces. Amén. Pero más que símbolos todos los elementos que introduzco en la pintura son formas, que con una intención didáctica tratan de explicar mi forma de pensar sobre distintos elementos o sucesos de mi vida cotidiana. No sé si has entrado en mi página web. En la sección “Bagaje” tengo algunos escritos que, con una visión diferente del tiempo y con menos información de la que tengo ahora, pueden explicar de alguna manera lo que hago actualmente.

D.A.- Y hablando de símbolos. Mi hija pequeña me señaló que tus lunas son siempre amarillas. Me parece un bello oxímoron. ¿Acaso el sol no puede ser cano y la luna rubia? A.M.- Yo, que ya no soy un niño, siempre he sabido que la luna es amarilla y el sol blanco, pero desde luego el color puede ser como cada uno lo vea. Tenemos la facultad de ver los colores a nuestro antojo. Hay una prueba que es como la del algodón, mira, o que mire tu niña, la luna -porque el sol es malo mirarlo sin protección- fijamente durante unos segundos y rápidamente pasa la mirada a un


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papel blanco, si ves sobre el papel blanco el color negro es blanca, si ves el color violeta es amarilla. Siempre que hagas esta prueba sea el color que sea, verás sobre el papel blanco el complementario del color que está en el objeto que elijas. Esta es una forma de saber qué colores componen la mezcla del objeto que analizamos y así componer el conjunto con conocimiento de causa. Esto es por fastidiar el eterno dilema “los niños siempre dicen la verdad…” D.A.- Y es que, en el fondo, todo artista es como un niño y puede pintar o crear como le dé la gana... A.M.- Aunque fuera cierta esa aseveración, y creo que no lo es, lo cierto es que ningún pintor que se precie puede pintar “como un niño”. Decía Leonardo que la pintura es una cosa mental –lo decía en latín y sonaba mucho mejor, pero como es un idioma que desconozco y además está muerto, dejemos a los muertos en paz–. Creo que es cierto que la pintura es algo que necesita mucha inteligencia, costumbre y valentía, porque si no, no existiría Picasso, ni Mondrian ni tantos pintores que como mínimo fueron valientes y seguramente no fueron los primeros que hicieron “Cubismo”, “Neoplasticismo” ni otros “ismos” que se me escapan, si no que fueron los que llegaron, vieron y vencieron. Los demás se quedaron en el intento y a lo mejor fueron quemados

en la hoguera por demoniacos mientras que estos se hicieron de oro. Este es el tiempo que yo reivindico en mis pinturas. Más vale llegar a tiempo… D.A.- Por último, no quisiera acabar esta conversación sin transcribir una décima que escribí hace tiempo interrogando a uno de tus arlequines. «Payaso de pura raza, / arlequín iluminado, / ¿cuánto sabes del pasado / si no sales de tu plaza? / Si te callas, amordaza / tu silencio resistente / de bufón intransigente / que padece verborrea / y, de noche, ronronea / como gato delincuente». O dicho de otra manera, ¿no será que la quietud que nos ofreces es el reverso de nuestra propia inquietud? A.M.- Has retratado a “El Arlequín Iluminado” exactamente como es y como yo, que en realidad soy un figurativo empedernido, traté de modelarle – ¿Le has conocido en el lugar que ocupa en la Plaza de San Francisco de Asís? ¿O le has visto en alguna fotografía de mi página o de otra revista? Los Arlequines que hago son todos “payasos bufones y perdedores, cuando no algo peor. Pero también mujeriegos, embaucadores, transgresores y astutos y me gustaría que, al final, pudieran cantar conmigo la marcha de Les Luthiers: “Ya el sol asomaba en el Poniente”…Perdimos, perdiiimos otra... vez.


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José Antonio Olmedo López-Amor


13 De ser cierta la teoría de la reencarnación, no existirían las ideas nuevas, los recuerdos o el libre albedrío, todo sería experimentado como nuevo, pero en verdad resultaría ser una huella de algo ya vivido. Ese constante eco de la vida sería el resultado de mecánicas combinaciones. Ni siquiera los primeros seres vivos pudieron inventar o escoger libremente, las leyes y fuerzas naturales ya los habrían abocado previamente a ello. De ser cierta la hibridación entre el ser humano y las máquinas y su posible evolución, puede ser que una civilización mucho más desarrollada que la nuestra ya lo haya conseguido, puede que nosotros seamos obra de ellos, si acaso todo lo humano puede traducirse en algoritmos. Los burros y elefantes lloran la pérdida de sus seres queridos, las plantas tienen muchos más sentidos que nosotros, los monos, además de compartir el 96% de nuestro patrón genético, se comportan de forma cultural, se reconocen en el espejo, se organizan y reparten tareas, etcétera. No sabemos todavía qué nos hace humanos realmente. Hay a quien no importa esto, quien tiene suficiente con vivir y parecerle nuevo y libre todo cuanto vive. Algo innegable es que a estas alturas de la Historia Universal parece sensato pensar que hay más por descubrir que descubierto, en cuanto a las grandes preguntas del ser humano se refiere. Los neurocientíficos, con el pretexto de investigar la construcción de una inteligencia artificial, han profundizado como nadie hasta ahora en esos rasgos estratificados de lo que llamamos personalidad. Sostienen que la conciencia se origina en la zona posterior del córtex cerebral: interacción de células nerviosas, reacciones bioquímicas, pero cuando más profundizan sus estudios, más indefinido y nebuloso es su escrutinio y explicación. Dos grandes líneas de investigación tratan de desglosar el funcionamiento de la conciencia. Por un lado, la neurobiología y sicología cognitiva aúnan sus esfuerzos y tratan de dar respuesta a ese paradigma mediante sus propias herramientas tratando de no adentrarse en otros campos. La física teórica, por su parte,

postula que la conciencia es una propiedad de la materia a nivel cuántico. Cuando enfrentamos nuestra capacidad de raciocinio a la abstracción pura y dura, es decir, cuando encaramamos nuestro cerebro al acantilado de lo indefinido, nuestro afán por comprender, espíritu de lucha, miedo, fascinación o creatividad, construyen un puente cognoscible entre el sujeto y la abstracción para tratar de superar esa barrera que empezó en lo desconocido. Es decir, en nuestras capacidades humanas, la rendición se resiste a instalarse, poseemos una pasión exploradora irreductible, la ciencia y la tecnología avalan incontestablemente este aserto. En ese proceso de decodificación, o interpretación de lo indefinido, interviene todo aquello que denominamos conciencia e inconsciencia. Quizá intervenga algo mucho más profundo e indescifrado, lo cierto es que para cada encrucijada del intelecto el cerebro improvisa —o eso nos parece— una elección. Siempre he pensado que los artistas, en sus numerosas disciplinas, esbozan inconscientemente trazos que, en algunos casos y desarrollados después y combinados de forma científica, darán como resultado certezas objetivas. La intuición encuentra a través del arte esa analogía que parece demostrar que todo está vinculado; tal vez la razón, analizando a posteriori los presupuestos de la intuición, llegue a esos mismos resultados, incluso los justifique y explique, pero siempre para dar un paso necesitará de ese patrón que la improvisación ofrece; algo que los artistas no necesitan. La evolución tecnológica —y por tanto, mental— es el resultado de ambas cualidades. Si todo arte puede considerarse un simulacro de la realidad, y por tanto, de la vida, ¿por qué la pintura parece —no sólo singularizarse por sus propias características— sino trascender más profundamente en el individuo que otras disciplinas? La fotografía detiene el tiempo, y la pintura lo contiene. (Alejandro Häsler, El libro negro). Buen ejemplo de esta tesis es la obra pictórica llamada Cuadrado negro sobre fondo blanco,


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juega un papel muy importante la técnica empleada en su construcción. Pero el arma más sutil y poderosa de que dispone un artista pictórico, sin duda, es el color. El color afecta a nuestros sentidos de manera más precisa que la forma. Su efecto actúa en el ámbito psicológico y emocional del ser humano. Cada color provoca en nosotros una reacción espontánea, cada uno tiene un sentido simbólico completo y concreto.

(Kazimir Malévich, 1915). Hace más de cien años que esta obra revolucionó los conceptos del arte, en plena ebullición de las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX, Malévich demostró que era posible crear una obra hipnótica fuera de los parámetros de la dictadura de la forma. Su obra, considerada por su laconismo plástico y su ausencia de objetos como «el punto cero del arte moderno», se convirtió en el primer fruto del denominado suprematismo ruso; movimiento artístico surgido paralelamente al constructivismo y basado en formas geométricas fundamentales en búsqueda de la supremacía de la nada y la representación del universo sin objetos. Muchas opiniones vertió la sociedad de la época acerca de las connotaciones de aquel cuadro. Su autor fue llamado desde embaucador, hasta genio. Aquel color negro sobre fondo blanco, un blanco que era considerado la nada, fue tomado por una misteriosa tiniebla que había que desentrañar. Obras como esta fueron educando la mirada de un amante del arte que fue abandonando, cada vez más, su zona de confort en el conservadurismo tradicional para abrir su campo perceptivo a nuevas figuraciones. La composición de un cuadro es de verdadera importancia, la morfología del espacio, dónde se coloca cada cosa; también lo es la simbología de los elementos representados, su fuerza visual. Por supuesto, también

Aproximadamente cien años antes de que Malévich hiciese reflexionar sobre conceptos metafísicos a través de una pintura, Francisco de Goya (1746-1828), firmó — probablemente— uno de los cuadros que ha promovido más interpretaciones, comentarios o en general, controversia. Estoy hablando de Perro semihundido, una obra concebida como pintura mural en la célebre morada “La Quinta del Sordo”, lugar que el pintor habitó antes de marchar a Burdeos. Dicho cuadro, adscrito a la colección conocida como «Pinturas negras» de Goya, no lo fue como tal, hasta que, entre 1874 y 1878, Salvador Martínez Cubells, a instancias del barón Émile d`Erlanger, trasladó —no sin dañar las obras— esta y otras trece obras de la misma colección, del revoco al lienzo. Dicho proceso fue traumático para las pinturas, ya que perdieron gran cantidad de materia pictórica, muchas veladuras se perdieron, pero quizá sin esa traslación no conoceríamos a día de hoy algunas de las obras maestras del genio de Fuendetodos. Recordemos que Goya fue un pintor de veladuras: la veladura es una técnica pictórica milenaria, su utilización se remonta al año 400 d. C., cuando los pintores empezaron a mezclar color con aceite crudo de lino (aceite de linaza, esencia de trementina), logrando así extender un “velo” semitransparente dando una nueva profundidad a la obra, exaltando así claroscuros y sombras. También es destacable e importante a la hora de interpretar Perro semihundido, conocer que fue concebido entre 1819 y 1823, periodo de decadencia física de su autor, enmarcado casi exactamente en ese proceso social convulso que vivió España entre 1820 y 1824, el conocido como «Trienio Liberal», una de las matanzas históricas que obligó a reinstaurar el negocio de la monarquía en contra de la voluntad de pueblo español. En Perro semihundido, hay personas que ven un diálogo entre la materia y el vacío, unas breves y escuetas pinceladas dan forma al único icono presente, la cabeza de un perro


15 descentrada del foco de interés. Dos tercios superiores del lienzo permanecen vacíos en un desafío minimalista. Con muy pocos recursos el maestro logra una notable monumentalidad dramática. Algunos afirman que el perro ha sido semienterrado por su dueño para abandonarlo y hacerlo esperar su propia muerte. Otros encuentran en esa espera, además de conmoción, esperanza. Soledad, crueldad, plegaria, antesala entre la vida y la muerte; la factura del cuadro no resuelve el enigma. Ni siquiera asegura qué elementos pueden ser los ubicados en la dirección que observa el animal, ya que en dicha zona la homogeneidad del color se perturba, pero no puede distinguirse nada. Goya dotó a su perro de densidad, fluidez, ligereza, aire en calma pero amenazada, humedad de cieno, luz que huye y calor que se apelmaza. Muchos ven en este trabajo una denuncia social, un socorro que revela una amenaza. El caos ferruginoso del tercio inferior de esta pintura, ese torrente fangoso de mineral de hierro, también puede ser visto como una loma de tierra que no contiene, sino solapa al animal debido al punto de vista del artista. Puestos a elucubrar, esa curva de tierra que se ondula y asciende, podría resultar, visto desde otro ángulo, la espalda o cadera de una mujer desnuda y tumbada. En conversaciones con artistas, poetas, grabadores, pintores, se ha escuchado la posibilidad de que Goya dibujase el cuerpo del perro, que no quedase satisfecho con el resultado y decidiese tapar su cuerpo con capas de pintura. Estudiando minuciosamente la zona que debería ocupar ese cuerpo, es cierto que lo que ahora es tierra tiene matices proporcionales que concuerdan con su anatomía y refrendan esta teoría. Si el rostro de este perro sin nombre fuese ligeramente deformado, nos encontraríamos ante un cuadro abstracto que bien podría ser utilizado como test de Rorschach, aunque sin simetría bilateral. Análisis científicos realizados con posterioridad, demostraron

que en la parte derecha del cuadro, donde parece que quiere aparecer algo pero no lo consigue, el autor pintó un risco o peña que es sobrevolada por pájaros. De ser cierta esta afirmación, el cuadro no se devalúa ni afecta a un ápice de su misterio. Esta obra demuestra tener un poder magnético hacia los visitantes —hoy del Museo del Prado—, ya que sin ser aparentemente de las obras más importantes del autor, sí es de las más comentadas. En la parte superior derecha se insinúa una oscura cavidad ocular, tal vez acompañada a su izquierda por un esbozo de nariz picassiana. Un haz de luz blanca cae sobre la atribulada cabeza del dramático animal (grafito y antracita como única variación cromática), o bien podría tratarse de la húmeda columna de un aguacero en proceso de formación; también un halo metafísico que ilumina al desdichado protagonista. ¡Qué pocos elementos para tantas posibles lecturas! Y lo que vemos, sin embargo, es ocre. Sólo ocre, pero las mil versiones de un ocre trabajado, apasionado, telúrico y penitente: brillo opalino y cadmio se adhiere a las partículas de atmósfera pluviosa, dependiendo de los focos que iluminan el cuadro se aprecian dorados reflejos en la tostada arcilla. ¿Cae la noche o rompe el alba? Vemos ocre, y aunque las tonalidades de esta gama suelen aterciopelar las superficies, aún resulta vibrante la fugitiva luz: el aire parece cargado de plata densa que replica reflejos del humus inferior en tonos de oro viejo. ¡Qué resonancias! Fértil lluvia en el barro primigenio, magma filosofal que transmuta a la fangosa arenisca puliéndola con metal herrumbroso. Hemoglobina resecada, heces, fibra textil, zarrapastrosa y vieja. El color es el espejo que reconduce nuestra mirada a páramos de atómicos, fueros desnudos. Aquí el ocre es todos los ocres, la vida es toda la vida, su quietud es atmósfera cargada de desolación y ternura. Cálido acogimiento de la luz —quizá en su último abrazo— a su antónima tiniebla.


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Título OLUM

Autores Antonio Medinilla Género poesía

Año de publicación 2016

gregorio muelas bermúdez


UM UM UM UM UM UM

17 y atrevido editor, que se inspira en los poemas del libro para materializar su concepto de arte efímero, donde interactúan y dialogan dos artes complementarios. En su nómina de autores conviven algunos consagrados con otros noveles y emergentes; entre todos conforman un amplio panorama de la poesía española contemporánea. En esta ocasión le toca el turno a Antonio Medinilla (Málaga, 1965), poeta afincado en Estepona, que se inició en el mundo literario con la publicación de su primer poemario, Medievo (adamaRamada ediciones, 2004), y que más recientemente, en 2013, ha publicado un original poemario titulado Gretl, en la colección de_Sastre de Editorial Palimpsesto 2.0, con prólogo de Juan Gallo, primera parte de una trilogía que completarán Inanna y Aviana, todavía inéditos. Por el camino ha participado en varias antologías entre España y Argentina, país al que se traslada en 2009 y donde comienza a trabajar para Ediciones de la Iguana como corrector y diseñador gráfico. De vuelta a España, no ha dejado de escribir con un estilo muy personal que se caracteriza por nombrar lo innombrable, y que se sitúa en las antípodas de los cánones comerciales establecidos.

OLUM OLUM Ejemplar Único, el proyecto editorial que dirige el artista Gabriel Viñals, publica el trigésimo cuarto título de su apasionante colección Poética y peatonal: OLUM, de Antonio Medinilla.

Antes de adentrarnos en el análisis del poemario, conviene detenernos un momento para destacar la loable labor que Gabriel Viñals viene realizando al frente de esta original propuesta editorial desde su residencia en la localidad de Alcira ( Valencia), donde aúna poesía y pintura en un concepto único de arte. Como en los anteriores títulos de la colección, la tirada de OLUM es muy limitada, de 20 a 25 ejemplares artesanales, donde cada ejemplar va acompañado de una exclusiva pintura realizada a mano directamente sobre una camiseta negra por este inquieto


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Entrando de lleno en el poemario que nos ocupa, he de confesar que rara vez en mi labor de crítico literario me he enfrentado a un texto tan sugestivo y, como veremos más adelante, tan necesario, en forma y en fondo. De entrada el tema elegido resulta inusual, pues Antonio Medinilla canta un encuentro lírico-histórico con el pueblo selk´nam, originario de Tierra del Fuego y que ocupó el norte de la isla Grande durante más de diez mil años, hasta que fue víctima de una terrible tragedia tras la llegada, y la posterior ocupación y explotación, del hombre blanco y su economía capitalista colonial, que dio lugar a uno de los últimos genocidios del siglo XX. Como reza su autor: “Olum resucita lo que siempre debió vivir en paz. Olum nos recuerda que el pueblo selk’nam aún pervive entre las calles de nuestro mundo civilizado.”

Sería insuficiente calificar a la poesía de Antonio Medinilla como “social”, habría que sumar otros vocablos, como solidaria, activa, y, sobre todo, reivindicativa, pues el autor da voz a los que no la tuvieron para denunciar tan infausto hecho histórico a través de un diálogo fragmentario y documental, una declaración de principios morales que apela a un presente y un futuro inciertos, pues el poeta sabe que sólo a través de la memoria se puede conjurar el olvido, que siempre amenaza con repetir errores del pasado. Tras una oportuna cita de León Felipe, comienza esta indagación poética sobre el ocaso de una milenaria civilización, con estas desconsoladas palabras: “¿Lola, dónde se fueron las mujeres que cantaban como canarios? Había muchas mujeres.

O O O O O O


OLUM OLUM OLUM OLUM OLUM OLUM ¿Dónde se fueron?”.

El poemario se estructura en diecinueve apartados numerados por un cardinal acompañado, en los dos primeros, de un nombre propio (Lola Kiepja y Ángela Loij) y concluye con un pertinente “Cuaderno de notas”, donde Antonio Medinilla facilita datos significativos y descifra el significado de las palabras de la lengua selk´nam, cuyo uso y recurrencia aportan una veracidad realmente conmovedora.

Antonio Medinilla no duda en esgrimir toda una amalgama de formas para entregar su mensaje al lector cómplice, de conciencia alerta, de la manera más pura y directa, emplea para ello un lenguaje alejado de toda retórica, limpio de prejuicios, desnudo de alambicados juegos verbales, pero de una belleza serena y sencilla, veamos un ejemplo, donde define el paisaje y la incomprensión: “Nuestro nombre es selk’nam. No somos Ona. Eso es cosa de yámana y hombre blanco. Nuestro mundo era un Norte marítimo y el Sur nevado, nuestro cielo era el viento del Oeste y el Este de la Palabra, donde reíamos y cantamos. Y así el mundo y el canto orientados. El pastor no sabe, Bridges no entiende. Las misiones serán crucifixiones. El pastor no sabe, no entiende qué pradera o bosque, qué pintura roja, qué nombres, qué mar nos sobrecoge.”. Aquí el lenguaje se vuelve coral y adopta la fisonomía del habla nativa para transcribir y describir el dolor por el inevitable final de todo un pueblo condenado por la avaricia y la codicia del hombre “civilizado”. Además, Antonio Medinilla sabe combinar con maestría la prosa, el diálogo y el verso, con composiciones de altura: “ –Luna fue la primera hóowin que huyó al ciclo de la nieve y la estrella.

Sol la perseguiría hasta el final de los tiempos. Entonces un hóowin del Norte llamado Muerte, vino. Y el hóowin, inmortal, no putdo convivir con Muerte y marchó. Los Xo’on se transformaron en astros, árboles, nieve, viento, lluvia. Huyeron los inmortales como animales de cuatro cielos mortales. De un terrón de tierra se amasó al primer hombre selk’nam. LUEGO un niño rojo o roja nació, lleno de plumas.”

En definitiva, nos hallamos ante un texto audaz y sensible, un canto de fraternidad con las comunidades extintas, y una bellísima muestra de poesía inclusiva, además de un objeto artístico. Un extraordinario ejemplo de cómo la poesía aún puede salvar un mundo.

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“Los colores del poder judicial hacen peligrar nuestra justicia” “Imagina cómo sería que te encargasen valorar la conducta de aquel que te propuso para el puesto de trabajo que realizas, o que estuviera en tu mano sancionar o inhabilitar a quien te ayudó a conseguir la posición que tienes, ¿agradecido y benevolente u objetivo e imparcial?” Cristina Bodegas huelga Cuando pensamos en aquellos que imparten justicia, pensamos en profesionales que ejercen su labor con la máxima independencia. Esta es la única manera de que el Estado de Derecho funcione de verdad, y de que la conocida por todos ‘división de poderes’ no se distorsione, evitando que uno pueda controlar a otro. ¿Esto es realmente así?. En el año 2010, más de 1.500 jueces apoyaron un manifiesto por la “despolitización y la independencia del poder judicial”, en el que se reconocía que la independencia de nuestra justicia estaba en serio peligro. Para velar por la independencia del Poder Judicial, nuestra Constitución prevé la existencia de un órgano de autogobierno, el Consejo General del

Poder Judicial (CGPJ), que cuenta con competencias en materia de ascensos, destinos, sustituciones, sanciones de nuestros jueces, etc. Pero además, este órgano influye en otras instituciones y organismos, ya que no solo tiene la facultad para proponer reformas legislativas, sino que también participan en el nombramiento del Fiscal General del Estado, de los Magistrados del Tribunal Constitucional, Magistrados del Tribunal Supremo, presidente de la Audiencia Nacional y de sus salas, Presidentes de Tribunales Superiores de Justicia, Presidentes de las Audiencias Provinciales, etc. Todos ellos, nombramientos que se realizan de forma discrecional sin que ni siquiera sea obligatorio motivación alguna. Si casi la mitad de los miembros de la carrera judicial alzan su voz, necesariamente hace que nos


21 cuestionemos: “¿Este órgano no funciona? ¿Dónde está el peligro?”. Inicialmente, los miembros del CGPJ eran elegidos por los propios jueces, hasta que en 1985, como consecuencia de una modificación de la ley, la clase política se hizo con el control del órgano de gobierno de los jueces, y sus 20 miembros comenzaron a ser designados por el Congreso y Senado por mayoría de tres quintos. Si bien es cierto que la ley establece que los elegidos sean abogados o juristas de reconocida competencia con más de 15 años en el ejercicio de su profesión, lo que no dice, y parece lógico pensar, y así lo demuestra la experiencia de estos años, es que el color que mayoritariamente tenga en ese momento la cámara va a ser el mismo que defienda el profesional designado. De esta forma, a través de estas designaciones, la clase política elige el color que va a tener el núcleo del poder judicial, e indirectamente también el color que van a tener los magistrados de los máximos órganos judiciales, lo que resulta realmente peligroso si tenemos en cuenta los intereses económicos, políticos y sociales que giran en torno a un procedimiento judicial. Es evidente que toda persona, con independencia del trabajo que desempeñe, tiene una ideología o un color político; sin embargo, es fundamental evitar que quien realiza una labor tan importante para la sociedad, quien imparte justicia, pueda hacerlo debiendo a un determinado partido político su nombramiento, máxime cuando es muy posible que ese profesional tenga que decidir sobre cuestiones que afecten al partido que previamente le colocó en ese lugar. Sobre esta cuestión, el propio Tribunal Constitucional se pronunció en una famosa sentencia de 1986, en la que advertía que el modelo de designación de los miembros del CGPJ entraña el riesgo de frustrar la finalidad señalada en la Constitución, si las Cámaras elegían a los vocales con finalidades distintas a las del bien común, lo que para muchos fue una forma de pasar de puntillas y no declarar la norma como inconstitucional. Esta situación ha ido deteriorando nuestro sistema judicial, hasta el punto de que la Comisión Europea

situó a España en el cuarto lugar con la percepción de la independencia judicial más baja y el Word Economic Forum, una fundación internacional sin ánimo de lucro, situó a nuestro país por detrás de Nambia, Malawi o Gambia. Las dudas sobre la imparcialidad de algunos jueces han aumentado en la misma proporción que los casos de corrupción política en nuestro país. Basta leer los titulares de los últimos años para darnos cuenta de que hay jueces y magistrados que han ejercido su labor de forma rigurosa y con libertad, ajenos a las presiones, y han salido mal parados por ello, y otros sobre los que planea la sombra de la sospecha. Por supuesto, los jueces no forman parte de la clase política, y tienen que poder ejercer su actividad profesional con estrictos criterios legales, al margen de presiones, intereses políticos, económicos y sociales, por lo que el sistema tiene que fijar los mecanismos oportunos para que nadie pueda influir en esta labor; y es que si no se extreman las precauciones, puede darse la paradoja de que un político pueda llegar a decidir quien le investiga, ya que el Consejo General del Poder Judicial está facultado para sustituir a un juez por otro. La independencia del poder judicial es la única manera de que los ciudadanos tengan una justicia de calidad e igual para todos, y para ello es necesario un procedimiento de nombramiento claro, transparente y libre de presiones e influencias, en el que los criterios de nombramiento no tengan que ver con el color político, sino que sean criterios objetivos y preestablecidos, como las calificaciones y los méritos, basados en la integridad y capacidad profesional. Es evidente que el sistema actual no funciona, y además pone en peligro los derechos civiles, por lo que es necesaria una inminente reforma que convierta al Consejo General del Poder Judicial en “incoloro” y seguro, reforma que a pesar de ir incluido en todos los programas políticos de cada legislatura, no entusiasma a ningún partido, pero sí interesa a todo ciudadano que quiere que la ley sea igual para todos.


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Mariano F. Urresti

Por qué los príncipes de ensueño han de ser azules y no rojos? ¿Por qué se considera el blanco el color de la pureza y el negro un color lúgubre y de mal agüero? Existe una simbología oculta en los colores, de modo que no es casual que los partidos políticos o las marcas comerciales elijan unos u otros. En este último caso podemos recordar cómo Coca-Cola se las ingenió en su día para que el traje de Papa Noel dejase de ser verde y blanco para convertirse en rojo y blanco con el fin de asociarlo a la imagen corporativa del popular refresco. Hay géneros literarios (novela negra, novela rosa), tonalidades de voz (voz negra o voces blancas), movimientos políticos (“La Marcha Verde”, por ejemplo), estilos pictóricos (el Tenebrismo, del que Caravaggio fue un virtuoso) o incluso equipos de fútbol que son identificados con unos colores (equipo blaugrana, equipo merengue…) De modo que una simple alusión a un color o a unos colores sitúa al oyente en la perspectiva que se desea.

Podría escribir sobre reyes que pasaron a la historia por su tradicional indumentaria negra (Felipe II es un buen ejemplo), o sobre líderes religiosos que supuestamente vestían una túnica blanca ( Jesús de Nazaret, los miembros de la secta judía de los esenios, o algunos sufíes dentro del islamismo) o incluso sobre movimientos religiosos identificados con túnicas de color azafrán. Es más, podría evocar la púrpura cardenalicia. Pero no. Mejor buscaría otro tema. Tal vez, podría detenerme en la vinculación de los colores con circunstancias históricas concretas (el “Black Power” quizá, o, por oposición, los uniformes de los fantoches de Ku Klux Klan, antagonistas de los primeros por su negativa a que los hombres “de color” gozasen de los mismos derechos y libertades que el “hombre blanco”). Es más, podría dedicar unas líneas al uso peyorativo y claramente racista con que se emplean en muchas ocasiones los colores (invasión “amarilla”, “piel roja” o “negro”)


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Durante unos instantes, consideré la posibilidad de escribir sobre política, porque al leer en alguna parte que el color azul está asociado con lo fantástico, con la libertad y los sueños me invadió una sensación de confusión absoluta, pues no alcanzaba a comprender qué parte de la historia del Partido Popular desconozco, porque no le veo encuadre a la gaviota entre tanta virtud. No obstante, al reparar en que el azul es el color idóneo para representar a los congelados, comencé a mostrarme más flexible. A lo mejor, concluí, ahora tenía sentido lo del azul y la gaviota. Pero no me voy a deslizar por ahí, porque la mayoría de los españoles estaría en desacuerdo con lo que yo pudiera pensar al respecto, como prueban las sucesivas victorias electorales de los “azules”. Casualmente, recordé, el mismo color de las camisas de Falange en los años oscuros –otra vez los colores– de nuestra historia. Precisamente, en aquellos tiempos, los “rojos” tenían rabo y tridente, porque eran el Mal por antonomasia, y el Malo por antonomasia era el Demonio, a quien se representaba del mismo color. Lo malo era rojo. Ahora, lo rojo apenas se lleva en política. Las viejas

banderas mudan de color. Ya no hay izquierdas ni derechas, dicen algunos predicadores de mucho gesto y aspaviento. De modo que se inventan colores nuevos –morados, naranjas…– Se trata de no molestar con los colores del pasado para volver a decir lo mismo. Pero resulta que hasta la mentira más infantil, la impostura adornada con nuevos colores, tiene éxito, de modo que guardaré silencio, como con los “azules”. No quiero correr el riesgo de que me pongan “verde”. También consideré la posibilidad de escribir un artículo en el que todo fuera de color de rosa, como decían que era la vida en Francia en los años veinte del pasado siglo. O podría haber escrito sobre algún período histórico de un determinado color (tal vez, el bienio negro) o demorarme desgranando episodios de alguna guerra definida por colores (la de las Dos Rosas, quizá). Y así, he llegado al final de este artículo sin saber muy bien sobre qué escribir. Me siento realmente avergonzado, aunque vosotros, los pacientes lectores que habéis llegado hasta esta última línea, no lo veis. Pero, creedme, me he puesto “rojo”.


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Carmelo ortiz pardo

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JAVIER BLANCO OBESO

Mujer y democracia


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David Acebes Sampedro


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FASE 6: BLANCO

Cesan los sonidos. El mundo se detiene. O tal vez, no ha existido nunca. Creo que he llegado al final del camino. Abro los ojos. Estoy dentro de ella. Los colores se han difuminado. La ficción ha terminado. Aunque siento algo dentro de mí. Deseo. Poder. Rabia… Debería sentirme pleno de fuerza. Capaz. Debería haber conseguido… Sí. La sombra está ahí. Pero lograré dominarla. La máquina encargada de potenciar mis cualidades, se abre. Huelo su aroma. Embriaga mis sentidos, porque me recuerda a ella. Sí. Esa es la neurosis. Creer que se es libre y caer en las garras del… sistema. Caer desde el nacimiento. Pero todo ha terminado. He realizado perfectamente el viaje. A partir de ahora, seré música, literatura y pintura. Me debo al arte. Por algo han potenciado mis cualidades. Sólo basta con abrir los ojos. Extender las alas y lanzarse al vacío. La sombra camina conmigo. Es ella. Una máquina inteligente. Capaz de darme su mano para llevarme hasta el núcleo del sistema. Allí me encontraré de nuevo con mi origen. Sí… A cambio de mis propios colores… …El sistema me ha devuelto la vida. Ciudadano M295.0.


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JAVIER PERALES


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SÍNTESIS ADITIVA DEL DOLOR


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