Revista Vector (Edición Julio 2017)

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Ingenierías + Infraestructuras + Tecnologías

Infraestructura Hidráulica Implementación de planes de desarrollo urbano y de colectores marginales para la protección de cauces.

La importancia de la gestión del catálogo de proyectos del sector hídrico. Línea 3 del Sistema Cutzamala El acueducto de Xochimilco Tenochtitlan bajo las aguas

Edición No.101 Julio 2017 Costo $50.00




Contenido

Ingeniería del Siglo XXI 4 8

Implementación de planes de desarrollo urbano y colectores marginales para la protección de cauces Declaración de Cancún

Empresas y empresarios 10

Rotoplas se adhiere al Pacto Mundial de la ONU

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Idro EQS S. A. de C. V.

Actualidades 14

Fontus

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AquaJaker

Especial

18 En portada: Implementación de planes de desarrollo urbano y de colectores marginales para la protección de cauces.

La importancia de la gestión del catálogo de proyectos del sector hídrico

Maravillas de la Ingeniería 26

Línea 3 del Sistema Cutzamala

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Eventos Ingeniería Civil Mexicana

38 El acueducto de Xochimilco

Historia de la Ingeniería Civil 41

Tenochtitlán bajo las aguas

REVISTA VECTOR Año 9, Numero 101, Julio 2017, es una publicación mensual editada, diseñada y distribuida por Comunicaciones La Labor, S.A. de C.V. Cozumel 63 – A, Col. Roma Norte, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06700, Tel. 5256 – 1978, www.revistavector.com.mx, daniel.anaya@revistavector.com.mx, *Editor responsable: Daniel Anaya González. Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2011-010512575900-102. ISSN. (En trámite) Licitud de Título y contenido: Certificado No. 15819 Expediente CCPRI/3/TC/13/19755, ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX No. IM090754 Impresa por Dimensiona, S.A. de C.V., Francisco Álvarez de Icaza No. 9, Col. Obrera, C.P. 06800, Delegación Cuauhtémoc, México, D.F., Tel. 5761-5440- Este número se terminó de imprimir en Enero del 2017 con un tiraje de 4000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Editor.


Ingenierías + Infraestructuras + Tecnologías

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Editorial

Un reto incomparable No existe reto comparable al que presenta el ‘problema del agua’ para nuestras sociedades. Un problema que, en realidad, es una compleja red de interacciones sujetas a un conjunto infinito de variables. El agua que limpia y nutre, que conecta y mueve, es también la que inunda y destruye, o que, por su escasez, amenaza la prosperidad de regiones enteras, y es la causa de peligrosos conflictos. En un primer momento, la ingeniería se propuso darle al hombre el dominio sobre las aguas, casi como si tratara de realizar una visión mítica. Y ese dominio consistía en tener la capacidad de ‘beberse’ el agua de todo un lago, ‘corregir’ el curso de un río, detener el avance del mar sobre la tierra. Sin duda, además de las incontables obras que fueron producto de esos esfuerzos, el imperioso deseo de controlar el líquido más importante para nuestra sobrevivencia impulsó el avance tecnológico de una manera casi sin paralelo. En este nuevo mileno, la tendencia es utilizar esa enorme caudal de conocimiento aplicado para dar paso a una relación cada vez más armónica y respetuosa con este recurso natural de inestimable valor. En México tenemos una larga tradición de crecer ‘en medio de las aguas’ y, gracias a una ininterrumpida historia de desarrollo hidráulico, estamos preparados para afrontar los nuevos retos.

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I MPLEMENTACIÓN DE PLANES DE DESARROLLO URBANO Y DE

COLECTORES MARGINALES PARA LA PROTECCIÓN DE CAUCES Manuel M. Cabrera Delgadillo, Guillermo Leal Báez, Tania P. Robles Montero, Juan Carlos García Salas INESPROC S.A. DE C.V.

INTRODUCCIÓN La gran mayoría de los ríos urbanos del país se encuentran rodeados por asentamientos humanos que invaden su zona federal, lo que dificulta mantener un derecho de vía en favor del saneamiento de los cauces. Tratar de evitar tales invasiones lleva a los tres niveles de gobierno a conflictos con la sociedad al plantear proyectos de saneamiento de cauces. En ese sentido, es necesario implementar planes de desarrollo urbano con contenido social que consideren, por una parte, un drenaje sanitario marginal que proteja los ríos de la contaminación por descargas sanitarias no tratadas y, por otra parte, la capacidad de drenaje de los cauces naturales. El presente artículo pretende establecer los lineamientos básicos de planificación urbana, así como las principales características que debe cubrir el diseño de colectores marginales. Lo anterior, con base en la capacidad de drenaje de los cauces naturales. ANTECEDENTES Desde hace ya varios años, las autoridades municipales y estatales han definido los límites urbanos y los usos de suelo en las principales ciudades mexicanas, e incluso, han elaborado atlas de riesgos como resultado del diseño y puesta en marcha de planes de protección civil. Sin embargo, la planeación del territorio urbano no incluye la circunstancia hídrica de las ciudades de tal suerte que el desarrollo urbano

4 Ingeniería del siglo XXI

sustentable en México se reduce a las buenas intenciones de actores académicos y al discurso de algunos actores institucionales responsables de este proceso. Una posible causa es la existencia de brechas entre la problemática ambiental, que rebasa al marco jurídico existente en torno a la planeación urbana. Por ejemplo, en los últimos años, la Ley de Aguas Nacionales (LAN) ha sufrido cambios sustanciales en lo que refiere a la administración del agua, al rol de la autoridad y a la responsabilidad de los usuarios frente al uso y explotación del recurso. En el momento de su promulgación fue una ley innovadora que retomó las mejores prácticas internacionales. Hoy en día, la LAN parece tener un carácter coercitivo y sus preceptos difícilmente integran los temas relevantes que gobiernan el proceso de desarrollo y ordenamiento urbano en torno al agua, como es el caso del saneamiento de los ríos. La legislación existente no obliga a las autoridades locales a manejar sus aguas residuales para evitar que éstas lleguen sin tratamiento a los cuerpos receptores. En ese sentido, la dilución de los contaminantes que se descargan a los ríos, parece ser todavía, la mejor solución de drenaje urbano de que disponen

las ciudades, favoreciendo así al entubamiento, en el mejor de los casos, o al abandono completo de los cauces. Frente al problema de contaminación, la sociedad comienza a exigir estrategias y acciones de remediación ambiental de los ríos urbanos. Sin embargo, y a falta de un lineamiento pertinente, dichas acciones se han limitado a la ampliación de la sección transversal, la rectificación del trazo y el cambio en la rugosidad y la pendiente de los ríos. En algunos casos estas acciones mejoran las condiciones hidráulicas, al verse incrementada la velocidad del flujo y la capacidad de conducción, pero no consideran de forma integral el funcionamiento del ciclo hidrológico. En la Ciudad de México gran parte de su red hidrográfica ha sido entubada o encajonada con el fin de disminuir los riesgos de inundaciones y permitir el desarrollo de vialidades principales. Tal es el caso del Río Becerra, Río Piedad, Río Consulado, Gran Canal del Desagüe y el Río de los Remedios (Figura 1). Sin embargo, estas acciones han disminuido considerablemente la capacidad hidráulica de los cauces originales complicando así el control del desalojo de las aguas excedentes.

Figura 1. Entubamiento del Río de los Remedios.


PLANES DE DESARROLLO URBANO Dada la necesidad de lograr un progreso social y ambientalmente sustentable, es necesario establecer un Plan de Desarrollo Urbano (PDU), bajo el cual se incremente la capacidad máxima de conducción de los cauces urbanos sin deteriorar el Sistema Natural de Drenaje (SND) de la cuenca hidrológica. Dicho plan debe dictar, con base en los argumentos técnicos adecuados, la capacidad máxima de conducción de un colector marginal y el consecuente volumen de tratamiento de aguas residuales, así como su manejo y disposición final. Es de suma importancia elaborar el PDU en completa coincidencia con la morfología de la cuenca, con el objetivo de dirigir los escurrimientos hacia puntos viables de concentración, para garantizar el saneamiento y control de los mismos. Es por ello que los cauces adquieren relevancia en la integración de los PDU, pues éstos cuentan con una capacidad de conducción limitada, que no es recomendable superar; lo que hace necesario reducir el impacto que tiene la urbanización en el coeficiente de escurrimiento de la cuenca, tratando de mantener su condición natural o compensando el cambio a través del desarrollo de entornos urbanos que remedien artificialmente el cambio de uso de suelo, ya sea por infiltración o por el incremento del tiempo de concentración por medio de almacenamientos temporales. Por lo tanto, todo PDU debe evaluar el impacto y considerar los planes de expansión urbana y el cambio de uso de suelo, a fin de ajustar la urbanización a técnicas sustentables que conserven en lo posible la dinámica natural de drenaje de la cuenca y limiten los excedentes pluviales.

En la integración del PDU se debe incluir un Programa de Saneamiento de Áreas Urbanas (PSAU), que defina las captaciones de descargas sanitarias y que evite las descargas de aguas residuales sin tratamiento a los cauces, fomentando así la conservación de la calidad del agua. Para ello se requiere del diseño de colectores marginales, que funjan como límite lineal de protección del cauce y como conducto de las aguas servidas a un punto de tratamiento, dejando al cauce la única función de recibir y drenar los escurrimientos pluviales. Por lo tanto, el desarrollo de la infraestructura de drenaje debe ser forzosamente separado y requiere de una planeación y diseño que integre el área urbana, la cuenca hidrológica y la capacidad del cauce. En consecuencia, el PSAU debe incluir las acciones pertinentes para transitar de una infraestructura actual de drenaje mixto (aguas servidas en comunión con aguas de lluvia) a uno separado. Asimismo, el PDU tiene que establecer los intervalos necesarios para su implementación, a partir de la situación actual y los cambios que se requieran a futuro, considerando que será necesario sustituir, ampliar, conservar y mejorar la infraestructura existente, así como la construcción de nueva infraestructura. Tales horizontes de tiempo se deben definir con base en la afectación de las áreas urbanas y uso de suelo, las necesidades de la población y los plazos de inversión pública y privada. IMPLEMENTACIÓN DE COLECTORES MARGINALES Considerando las corrientes que han sido alteradas en la Ciudad de México, se construyó una escala de grados de modificación de cauces (Figura 2). Figura 2. Escala de grados de modificación de los cauces.

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Como se observa en la figura, los grados de afectación entre moderado y muy alto implementan la construcción de un colector marginal que impide las descargas sanitarias no tratadas y dirige las mismas a una planta de tratamiento de aguas residuales. Con el fin de aumentar la capacidad máxima de conducción de los cauces urbanos sin deteriorar el SND de la cuenca hidrológica y, simultáneamente, contribuir al saneamiento de los ríos, los PDU deberían contemplar modificaciones a los cauces con un grado de afectación entre moderado y moderado alto. Dado que el trazo de los colectores marginales corre en paralelo a los cauces, es imperativo considerar en el diseño su proceso constructivo; pues no es recomendable deformar los taludes interiores del cauce y se debe evitar la construcción de protecciones marginales extraordinarias que incrementen el grado de modificación del cauce aceptado. En ese sentido, el nivel de enterramiento de los colectores marginales debe establecerse entre la plantilla del cauce y el nivel de aguas máximas extraordinario (NAME), para un periodo de retorno de al menos 100 años. Lo anterior evita enterramientos considerables, que se recomienda sean menores a 4.50 m de profundidad, de manera que se prescinda de procesos de excavación costosos y peligrosos; asimismo, esto permite el manejo adecuado de los excedentes pluviales al interior de los conductos marginales, los cuales podrían provocar cargas hidráulicas excesivas al nivel del colector, que no conviene sean superiores a 5 mca, de modo que se permita su alivio descargando por encima del NAME y por debajo del nivel superior del bordo del cauce.

6 Ingeniería del siglo XXI

Figura 3. Descarga de aguas residuales en un cauce.

Actualmente, en las poblaciones cercanas o aledañas a los cauces, es habitual encontrar descargas sanitarias de forma directa a los cauces (Figura 3), ya sea por medio de descargas mediante plantas de bombeo o por escurrimiento por gravedad. Por lo que, mientras no se transite en el área urbana al desarrollo de un sistema de drenaje separado, el diseño de los colectores marginales debe contemplar el gasto máximo extraordinario de dichas descargas debidas a la lluvia, lo que incrementa la estimación del diámetro de la conducción marginal y obliga al diseño de estructuras auxiliares, como: • Cajas de Rejillas (CR), que controlan el ingreso de sólidos de gran tamaño. • Cámaras de Descarga de Orificio de Fondo (CDOF), con el objetivo de impedir el ingreso de gastos mayores a lo permitido por el diámetro del orificio y la carga hidráulica que produce la oclusión de la descarga al cauce (Figura 4). • Estructuras de Descarga de Excedencias (EDE), estas obras sirven como válvula de alivio para evitar que el colector trabaje a presión y, de ser necesario, vierta las excedencias. La descarga debe realizarse por arriba del nivel de superficie libre del agua (NSLA) del río, y se tiene que contemplar que el cauce acepte excedentes sanitarios diluidos por efecto del ingreso extraordinario del agua de lluvia. • Estructuras de Desfogue (ED), sirven para vaciar el sistema y poder dar mantenimiento a algún tramo de colector, su descarga es a nivel de plantilla del río y está controlado por compuertas tipo aguja; se colocan en puntos estratégicos de mantenimiento. • Estructuras de Cambio de Régimen (ECR), para la solución del salto hidráulico contenido en una cámara de amplia sección hidráulica que funciona como tanque amortiguador. • Estructuras de Cruce (EC), son aquellas que permiten al colector solventar obstáculos, como puentes, vías de ferrocarril, carreteras, cambios de margen y unir el colector principal con ramales secundarios alojados en la margen opuesta. A su vez se clasifican en: ­ Cruce por gravedad. Esta alternativa es la más económica; requiere que la altura de plantillas de los colectores ubicados en la margen contraria o el obstáculo, se unan a nivel por debajo del fondo del cauce o por encima del nivel de superficie libre del agua del río. Por ello se dividen en: cruce por gravedad excavado y cruce elevado, en el que la tubería es soportada mediante una armadura. ­ Cruce por bombeo. Este cruce se establece cuando el enterramiento de los colectores supera los 4.5 m de profundidad y es necesario volver a elevar el nivel de plantilla del colector; o bien, ante la presencia de un cambio de margen donde existe un desnivel entre plantillas, que no es posible resolver a gravedad o por sifón invertido. ­ Cruce por sifón invertido. Es una estructura de cruce que permite salvar obstruc-


ciones tales como arroyos, otras tuberías, túneles, vías de comunicación (pasos vehiculares a desnivel), etc. Se utilizan para conducir el agua a presión por debajo de los obstáculos por medio de dos pozos, uno de caída y otro de ascenso, que están conectados en su parte inferior por una tubería que pasa por debajo del obstáculo.

Figura 4. Estructura de descarga de orificio de fondo.

La integración de las mencionadas estructuras en el perímetro de un cauce inmerso en un área urbana reclama de un espacio para su construcción; por lo que, siempre que se cuente con un espacio libre entre la rivera y el desarrollo urbano, se podrá realizar de forma económica. Es por ello que un aspecto básico de la implementación de colectores marginales, es la necesidad de contar con espacio suficiente para su alojamiento y el de sus estructuras complementarias, en lo cual interviene la delimitación y conservación de zonas federales de los cauces, dado que permiten el empleo de los bordos o las planicies colindantes a las cárcavas de los cauces para alojar los conductos sanitarios, mismos que, en niveles, distancia, resistencia y hermeticidad, deben asegurar la intercepción de las descargas sanitarias. En ocasiones, ante la falta de áreas disponibles para la ubicación de colectores marginales, debido a la invasión urbana, se tiene que optar por desarrollar redes de drenaje que den la espalda al cauce y desarrollarse en contrapendiente de la planicie, lo que propicia un inevitable incremento de los costos o la aplicación del estado de derecho, por parte de la autoridad, para retirar las indebidas invasiones. Por otra parte, el PSAU se debe desarrollar con un alto grado de certidumbre y un rígido cumplimiento, sobre todo en lo que se refiere al dimensionamiento y ubicación de las plantas de tratamiento, que en México son una parte de la infraestructura que no se encuentra altamente desarrollada y presenta grandes rezagos, tanto en número como en eficiencia. Debe darse a las plantas de tratamiento y a su producción un valor más allá del simple cumplimiento normativo, para que su construcción y eficiencia de producción apoyen el fortalecimiento de la infraestructura y el acceso a los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento de poblaciones vecinas a cauces. CONCLUSIONES El crecimiento acelerado y desordenado de los asentamientos humanos y la deficiencia en la aplicación de las leyes que promueven la conservación del medio ambiente, ha llevado a alterar los cauces urbanos sin considerar el impacto al funcionamiento integral de las cuencas hidrológicas y a su sistema natural de drenaje (SND).

Por ello se propone establecer políticas de desarrollo urbano que tomen en cuenta el SND y eviten su deterioro, implementando Planes de Desarrollo Urbano (PDU) basados en estudios hidrológicos integrales que determinen la capacidad máxima de los cauces y, por lo tanto, condicionen el crecimiento de las zonas urbanas, al promover las siguientes acciones: 1. Delimitar y conservar las zonas federales de los cauces. Esta política busca evitar la invasión de las márgenes, para así contar con zonas de expansión en caso de requerirse y con espacio para las obras necesarias para el saneamiento de los ríos. 2. Evaluar y reducir el impacto de la urbanización en el coeficiente de escurrimiento de las cuencas, tratando de mantener su condición natural o compensando el cambio a través del desarrollo de entornos urbanos que remedien artificialmente el cambio de uso de suelo. 3. Incluir un Programa de Saneamiento de Áreas Urbanas (PSAU), que defina las captaciones de descargas sanitarias y que evite las descargas de aguas residuales sin tratamiento a los cauces, fomentando así la conservación de la calidad del agua. 4. Definir los intervalos de tiempo a los que se apegará el PDU, considerando que será necesario sustituir, ampliar, conservar y mejorar la infraestructura existente, así como la construcción de nueva infraestructura. 5. Plantear los PDU de manera que el grado máximo permitido de modificación de los cauces sea moderado alto (ver Figura 2). En este sentido, la implementación de colectores marginales tiene una función fundamental en el saneamiento y conservación de los cauces, cuyo diseño debe considerar desde su proceso constructivo hasta el manejo de los excedentes pluviales que tendrá que recibir mientras no se logre un sistema de drenaje urbano completamente separado. 7




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L

a importancia de la gestión del catálogo de proyectos del sector hídrico Hernández Hernández Yliana Selene Paz Soldán Córdova Gustavo Adolfo (+)

La irregular distribución de la precipitación del agua en México, tanto en el tiempo, como en el espacio, conjuntamente con el crecimiento desordenado de la población ha ocasionado una gran necesidad de construcción de infraestructura hidráulica para abastecer del vital liquido al campo y a las ciudades, así como desalojar las aguas utilizadas y darles el tratamiento adecuado para su reúso o descarga a los cuerpos receptores, además de construir obras de protección para evitar las inundaciones que los excesos de la lluvia ocasionan. La importancia de la planeación de largo plazo o prospectiva, se ha establecido en la Comisión Nacional del Agua desde anteriores Programas Hídricos, pero es con la Agenda del Agua 2030 que se han editado los 13 Programas Hídricos Regionales, correspondientes a las Regiones hidrológico administrativas en que el país se ha dividido para su gestión hídrica. Los análisis de prospectiva que sustentan los planteamientos fundamentales con una visión de largo plazo, fortalecen el proceso de planeación que por muchas décadas ha evolucionado para conducir la política hídrica del país, frente a los nuevos desafíos que imponen ahora no sólo las demandas de la sociedad mexicana, sino también las presiones de un mundo globalizado y los impactos del Cambio Climático. El catálogo de proyectos emanado de la planeación al 2030 representan una serie de actividades a desarrollarse al

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largo plazo; por ello, este documento se basa en la importancia de gestionar estos proyectos o acciones, para presentarlos y priorizarlos desde la perspectiva de mediano y largo plazos, contribuyendo así a la sustentabilidad de los recursos hídricos y el cumplimiento de las metas establecidas. Problemática de la planeación y programación de proyectos La conciencia por el manejo del Agua ha ido creciendo a pasos agigantados en las últimas décadas, desde el derecho al agua a nivel mundial, como el cuidado del recurso para su aprovechamiento integral y la sustentabilidad en el futuro. Sin embargo, la escasez de agua, los rezagos en los servicios de agua potable, alcantarillado, saneamiento y de protección a centros de población, sobrexplotación de acuíferos, sequías así como aquéllos relacionados con la disponibilidad y sustentabilidad del recurso son altos y su crecimiento es progresivo. A partir del 2008 y por primera vez, más gente vive en las zonas urbanas que en las rurales, y esta tendencia continúa en aumento. En 2011, la población mundial cruzó el umbral de 7 millones de habitantes, ten solo 12 años después del umbral de 6 millones alcanzado en 1999. Tan sólo en México la población total del país es de 112 millones de habitantes y se prevé que la población para el año 2030 será de aproximadamente 121 millones de habitantes, donde el 80.6% habitará en zonas urbanas, mientras que el 19.4% continuará en zonas rurales.

La escasez y la mala calidad del agua amenazan la salud pública, la alimentación, la producción de energía, y por lo tanto, la economía regional. Esta problemática se ha referido a la cantidad del agua y los problemas que enfrentan los diversos sectores usuarios por la demanda creciente del recurso, relacionada con su uso ineficiente, sin embargo los problemas por la cantidad se ven agravados cuando se conjuntan con su calidad y disponibilidad. Por otro lado, el cambio climático y las variaciones climáticas representan graves problemas de diferente grado e intensidad. Mientras que los modelos para determinar los daños potenciales sugieren varias hipótesis probables, algunos países, y entre ellos México, ya han comenzado a experimentar los efectos del cambio climático con más frecuencia e intensidad a través de los desastres naturales (por ejemplo, inundaciones, sequías, deslizamientos de tierra, tornados). Es por esto que es inminente retomar la planeación a corto, mediano y largo plazo de los programas y acciones para mitigar las brechas cuanto antes en materia del recurso, ya que si no se toman medidas determinantes a la brevedad, se corre el riesgo de no cumplir con los objetivos y metas planteados y, sobre todo, el esfuerzo realizado hasta ahora no será suficiente para recuperar la creciente tendencia de necesidades en el futuro, y en consecuencia, no contaremos con el recurso para dar suficiencia a las generaciones futuras.


Políticas públicas en materia de planeación de proyectos La Ley de Planeación define a la planeación nacional como la ordenación nacional y sistemática de acciones que tiene como propósito la transformación de la realidad del país, cumplir con los objetivos, metas, estrategias y prioridades planteados al corto, mediano y largo plazo, a través de la asignación de recursos, responsabilidades y tiempos de ejecución, así como la coordinación de acciones y evaluación de resultados. Para dar cumplimiento a este ordenamiento, existen instrumentos de planeación dirigidos a asegurar la programación en el tiempo de las acciones por sector planeadas por la Administración Pública Federal, tal es el caso del Mecanismo de Planeación, cuyo objetivo es el de presentar y priorizar los proyectos y programas de las dependencias y entidades que, desde la perspectiva del mediano y largo plazos, sustentan su solicitud de aprobación por parte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a efecto de considerarlos en el Presupuesto de Egresos de la federación .

El Mecanismo de Planeación contempla un horizonte de seis años, a fin de mantener un enfoque estratégico de la inversión y se revisa y actualiza anualmente con la finalidad de guardar congruencia con los objetivos nacionales, estrategias y prioridades contenidas en el Plan Nacional de Desarrollo y en los programas sectoriales, institucionales, regionales y especiales que de el se desprendan, considerando los resultados de los programas y proyectos de inversión que han sido ejecutados. Este mecanismo de planeación ha ido evolucionando hacia la integración de un programa a mediano plazo alineado a los objetivos y metas planeados en el Programa Nacional de Desarrollo y de los programas del sector hídrico con el fin de atender las necesidades de la sociedad mediante la realización de los Programas y Proyectos de Inversión. Si bien el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa Nacional Hídrico contemplan los objetivos y metas a alcanzar en el periodo de seis años, se consideró la necesidad de contar con una herramienta que defina la brecha existente entre la visión a largo plazo y la realidad actual y priorizar las líneas de acción que es necesario desplegar para hacer frente a las necesidades actuales y futuras.

Es por esto, que con el surgimiento de la Agenda del Agua 2010 en el mes de marzo de 2011, se marca la pauta para postular una estrategia cuyo objetivo es el de superar y desplegar soluciones para lograr un país con ríos limpios, cuencas y acuíferos en equilibrio, cobertura universal de agua potable y alcantarillado y asentamientos seguros frente a inundaciones catastróficas , para poder entregar a la siguiente generación un país con más fortalezas y oportunidades de las existentes en el momento presente. La planeación de largo plazo o prospectiva, se ha establecido en la Comisión Nacional del Agua desde anteriores Programas Hídricos, pero es con la AA2030 que se han afiliado los 13 Programas Hídricos Regionales, correspondientes a la Regiones Hidrológico Administrativas en que el país se ha dividido para su gestión hídrica. Estos programas contienen una primera propuesta que se ha puesto a consideración de todos los actores involucrados para el desarrollo y ejecución de los mismos, tanto en las diferentes instancias de gobierno, municipal, estatal y federal, así como la iniciativa privada y todos los usuarios; contemplan un catálogo de proyectos por encima de las 10 mil acciones y medidas para lograr la sustentabilidad al 2030. En el ámbito internacional, a través de la participación en diversos foros y en los compromisos acordados en organizaciones a nivel mundial. México ha servido de ejemplo en cuestión de avances en el cumplimiento de sus metas para lograr la sustentabilidad de los recursos hídricos y ha podido intercambiar experiencias a diversos países en materia de gestión de los recursos y sustentabilidad hídrica.

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La gestión del catálogo de proyectos La planeación estratégica consiste en la conceptualización de los programas y proyectos de inversión que se llevarán a cabo al corto, mediano y largo plazos a través de un marco conceptual estructurado que permita definir acciones precisas para satisfacer necesidades por medio de la revisión de objetivos y el análisis e identificación de brechas, es decir si no se tienen definidas las acciones a realizar, no se puede llevar a cabo una programación a largo plazo. Todo proyecto se deriva de una necesidad no satisfecha de bien o servicio susceptible de ser atendida a través de una solución técnica reflejada en una acción que de solución a la problemática, es necesario realizar un análisis prospectivo al largo plazo para identificar las brechas y las zonas críticas en donde es prioritaria la ejecución de acciones, continuando con el planeamiento de planes rectores alineados a las metas y objetivos establecidos. Los programas a corto y mediano plazo de acciones surgen del conjunto de necesidades prioritarias a realizar de manera inmediata para hacer frente a la problemática identificada. En el caso de los programas a largo plazo, se plantean todas aquellas acciones a realizarse para cumplir con las metas establecidas en los planes y programas rectores, surgiendo así, un catálogo de proyectos que cubre todas y cada una de las brechas identificando las alternativas de solución viable para atender la problemática planeada y seleccionar aquéllas que contribuyan de manera más eficiente a darle conclusión, permitiendo mantener el enfoque estratégico de las inversiones a largo plazo.

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La etapa de priorización de los programas y proyectos representa un papel fundamental en el ciclo de inversiones, al hacer más eficiente la asignación de los recursos públicos utilizados, generando mayores beneficios netos para lograr la sustentabilidad. Es importante destacar que cada una de estas acciones debe acompañarse por el seguimiento de los indicadores que dan la pauta para evaluar el avance en la consecución de las metas planteadas y detectar las brechas existentes entre esas metas y los logros alcanzados. Por lo tanto, cabe aclarar que el catálogo de proyectos se retroalimenta con cada una de las etapas que comprende el ciclo desde la identificación de las necesidades hasta a la emisión del programa anual de proyectos, el cual se refleja en el presupuesto de cada año. Por otro lado, es necesario aterrizar en el tema de las inversiones. La Agenda del Agua 2030 contempla inversiones anuales promedio superiores a los 50 mil millones de pesos para actuar principalmente en medidas de incremento de eficiencias del uso agrícola y del público urbano. Esto implica que se requiere intensificar y ampliar las medidas de bajo costo. Asimismo, es necesario recalcar que estas inversiones no consideran el mantenimiento de la infraestructura existente, por lo que el costo aumentará significativamente. Al mediano plazo la evolución de la inversión en infraestructura hídrica ha aumentado vertiginosamente en los últimos seis años, de 25 mil millones autorizados en el Presupuesto de Egresos de la Federación para la CONAGUA en 2006, aumentó a 38 mil millones en el ejercito 2012, reflejándose en el cumplimiento de la mayoría de las metas establecidas en el Programa Nacional Hídrico 2007-2012.

Asimismo, el Mecanismo de Planeación contiene la propuesta de programación de las inversiones para el periodo 2012-2017, considerando la visión de largo plazo establecida en la Agenda 2030, y está compuesto por 1,237 programas y proyectos y siete programas federalizados, con una inversión total de 553 mil millones de pesos, en incluye los recursos necesarios para cubrir las necesidades en los próximos 6 años y cumplir con las metas establecidas en los planes y programas rectores al mediano y largo plazo.


Si se continúa con esta tendencia de cumplimiento de metas con respecto a los recursos financieros invertidos en materia de infraestructura hídrica, en años posteriores se podrá lograr un aumento considerable en la sustentabilidad a través de la planeación y programación de las acciones alineada a las metas planteadas al largo plazo, pero sigue siendo insuficiente para mantener la infraestructura nueva y existente en condiciones óptimas para su operación adecuada. Es por esto que no sólo corresponde a la CONAGUA la gestión del recurso, sino que es necesario alentar la acción concurrente de todas las instituciones,

tanto gubernamentales como no gubernamentales, en los ámbitos nacional, regional y local, así como de los propios usuarios, dando como resultado un catálogo que integra todas aquellas acciones necesarias para lograr la sustentabilidad en el futuro. A través de la interacción continua entre instituciones se pretende lograr el intercambio de información de proyectos entre instituciones, monitorear la reducción de brechas a nivel nacional, evitar la duplicidad en la elaboración de estudios y proyectos, así como optimizar la aplicación de los recursos al aplicarlos en las zonas más criticas conjuntando esfuerzos entre los tres ordenes de gobierno.

La gestión del catálogo de proyectos del sector hídrico no solo representa un menú de posibilidades para mitigar una necesidad al corto, mediano o largo plazo, sino que se trata de levar a cabo integralmente el proceso de planeación- programación-presupuestación para cada uno de los proyectos considerando el mayor beneficio técnico, político, económico y social para lograr la sustentabilidad de agua en el país.

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Clave de la gestión del catálogo de proyectos Un factor clave en la evolución del catálogo de proyectos se centra en la información relevante y objetiva sobre la situación actual existente alrededor de la problemática identificada, ya que se considera que el éxito o el fracaso de un proyecto radican en la información que se tiene del mismo. E l anco Interamericano de Desarrollo indica que entre el 40% y 50% de los proyectos fracasan por encontrarse escasamente estudiados y mal evaluados. Estas estadísticas reflejan que si un proyecto se estudia de manera profunda y correctamente, la probabilidad de fracaso es del 14 % con respecto a aquellos que no han sido estudiados correctamente. De acuerdo en lo establecido con la metodología global de las etapas que componen el ciclo de inversiones de la SHCP, se considera que la etapa de análisis y evaluación de un proyecto es la mas importante del ciclo de inversiones, ya que en ella se determina la viabilidad y conveniencia de realizar el proyecto de inversión. Dentro de la etapa de planeación existen estudios que se deben realizar al identificar una necesidad o un proyecto se encuentran: los estudios de gran visión, cuyo objetivo es el de identificar la problemática y planear las mejores alternativas de solución. Asimismo, un estudio a nivel perfil, nos permite identificar los beneficios y costos pertinentes utilizando pocos recursos financieros y humanos, pero dando la pauta para ir identificando la viabilidad del proyecto. Al realizar estudios especializados se puede llegar a profundizar en las características especificas de cada proyecto a través de la información primaria completa recopilada al elaborar los estudios de pre-factibilidad por medios documentales o visitas de campo, estableciendo así los criterios como oferta, demanda, riesgos, área de influencia, hasta llegar a la etapa de factibilidad, enfatizando en esta etapa los factores de costo y beneficio.

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Otro factor importante en el éxito del proyecto se refleja en la elaboración del proyecto ejecutivo, ya que marca el parte aguas para la descripción técnica, física y financiera detallada del propio desarrollo del proyecto, en donde los estudios de ingeniería básica e ingeniería de detalle representan información básica del diseño del mismo, y en caso de no realizar esta etapa, se corre el riesgo de duplicar o hasta triplicar el costo del proyecto. Por lo tanto, la correcta estructuración de los proyectos a través del estudio y evaluación de los mismos evita costos innecesarios, impactos excesivos en tarifas y costos futuros de agua, retrasos en su ejecución, fallas técnicas que pongan en riesgo las estructuras, así como la cancelación del proyecto por no representar un beneficio tangible. La realización de estudios de diversa índole para determinar la viabilidad de un proyecto son esenciales para garantizar el éxito de la ejecución del mismo, optimizando los recursos técnicos, humanos, políticos y socioeconómicos y así, desarrollar proyectos factibles para subsanar las necesidades de manera eficiente, a través de la selección de la mejor alternativa de solución al menor costo y con los mayores beneficios técnicos y económicos. Asimismo, la evaluación correcta de los proyectos a través de los estudios converge en determinación de su rentabilidad socioeconómica y, sobre todo en el beneficio otorgado a la población de manera directa.


Factores de cumplimiento y riesgo de las metas, objetivos y estrategias Los factores de cumplimiento y riesgo constituyen, al igual que los estudios, un elemento de éxito o fracaso en la realización de los proyectos, por lo que se deben prever todos y cada uno de los factores que ponen en riesgo la viabilidad en la ejecución de un proyecto. La existencias de las capacidades técnicas necesarias para contar anticipadamente con el suficiente numero de iniciativas que permiten su programación en el tiempo, con previsión necesaria de las fases previas a la ejecución de las inversiones es un factor clave para alcanzar los objetivos de mediano y largo plazo. El perfeccionamiento de la normatividad que rige a los programas que promueven la participación del sector privado pueden conducir a la ejecución de proyectos rentables social y económicamente, con criterios de equidad, transparencia y rendición de cuentas. La continuidad de los flujos de inversión, es un factor relevante para el desarrollo de los proyectos estratégicos y prioritarios es importante evitar, frente a las restricciones que impone la normativa existente, el “fraccionamiento de proyectos” que redunda en soluciones muchas veces inadecuadas y casi siempre en mayores costos o bien no realizar los estudios necesarios que soportan la viabilidad técnica, ambiental, económica, financiera y social de los proyectos. También afecta gravemente el cumplimiento de los ejercicios presupuestales y metas, las licitaciones que se declaran desiertas o se detienen por inconformidades de los participantes.

Otro factor clave de cumplimiento a largo plazo es el fortalecimiento de los mecanismos que permitan la concurrencia de recursos provenientes tanto del Gobierno federal, cuya participación en términos de su proporción del PIB son limitados, como de los gobiernos estatales y municipales. Pero también es indispensable que los beneficiarios de los distintos programas y proyectos (organismos operadores, usuarios de riego y usuarios del agua en general) tengan una participación acorde con los beneficios que reciben y su capacidad económica, especialmente limitada por la capacidad financiera de los municipios. La participación del sector privado es, en algunos casos, un elemento importante para llevar a cabo proyectos de gran envergadura. Es conveniente explorar nuevas alternativas que incluyan la ejecución de proyectos transversales en donde concurran diversas instancias gubernamentales promotoras del desarrollo, la emisión de bonos, el acceso a distintas fuentes de capital y la ejecución de proyectos y convenios de colaboración entre instituciones nacionales e inclusive internacionales, para satisfacer las necesidades del sector. El factor social es un riesgo latente en la ejecución de los programas y proyectos de inversión. Por un lado, la ocupación de tierras en zonas de riesgo constituye una de las formas mas extremas que los sectores de menores ingresos encuentran para dar solución a su necesidad habitacional, en contextos fuertemente condicionados por políticas públicas deficitarias y poco inclusivas.

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Estas ocupaciones suelen producirse en terrenos carentes de condiciones de habilidad básica, provocando que las inversiones sean enfocadas en proteger a los centros de población ubicados en zonas de riesgo, limitando así la disponibilidad del presupuesto para los proyectos programados en el corto y mediano plazo. Por el otro lado, se presentan riesgos sociales por inconformidades en la ejecución de los proyectos, ocasionando atrasos o deteniendo definitivamente el progreso de los mismos, lo que se traduce en el aumento significativo del costo total y de la incapacidad del presupuesto asignado para absorber dicho incremento. También resulta de gran riesgo en el arranque de los proyectos la liberación de los derechos de vía y la adquisición de predios, puesto que la exigencia de los propietarios de los terrenos de obtener mayores precios, se ve limitada por la obligación legal de aceptar los avalúos de la institución oficial. Por otro lado, el problema de los adeudos en los municipios dificulta la realización de los proyectos o renegociaciones de adeudos en condiciones adecuadas, poniendo en riesgo constante la ejecución de los proyectos y la programación

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del gasto en el ejercicio fiscal al presentarse subejercicios constantes y el incumplimiento de metas. Con relación al cambio climático, sus impactos pueden determinar la necesidad de inversiones adicionales para enfrentar las consecuencias de una variabilidad hidrológica adversa. Sin embargo, las medidas de adaptación significan un factor más para impulsar los programas y acciones tendientes a incrementar las eficiencias de uso en todos los sectoresy reforzar los que permitirán enfrentar adecuadamente los efectos derivados de fenómenos hidrometeorológicos extremos: tanto inundaciones como sequías. Otro factor de riesgo se deriva de los cambios de Administración o de los integrantes del Congreso, al verse afectadas las prioridades establecidas en los planes rectores modificando la programación del gasto al corto y mediano plazos y, en algunas ocasiones, se afecta a los proyectos que se encuentran en ejecución para redistribuirse en nuevas acciones de gobierno. Conforme a lo anterior, puede afirmarse que la insuficiencia de recursos no es el principal reto que enfrenta el país, sino que existen otros factores de riesgo que contribuyen y dificultan la solución de la problemática del agua a nivel nacional.


Conclusiones - La gestión del catálogo de proyectos del sector hídrico no solo representa un menú de posibilidades para mitigar una necesidad al corto, mediano o largo plazo, sino que se trata de llevar a cabo integralmente el proceso de planeación-programación-presupuestación para cada uno de los proyectos considerando el mejor beneficio técnico, político, económico y social para lograr la sustentabilidad de agua en el país. - La realización de estudios de diversa índole para determinar la viabilidad de un proyecto son esenciales para garantizar el éxito en la ejecución del mismo optimizando los recursos técnicos, humanos, políticos y socioeconómicos y así, desarrollar proyectos factibles para subsanar las necesidades de manera eficiente, a través de la selección de la mejor alternativa de solución al menor costo y con los mayores beneficios técnicos y económicos. - La evaluación correcta de los proyectos a través de los estudios converge en la obtención de todos los beneficios atribuibles al proyecto y determinación de su rentabilidad socioeconómica y, sobre todo, en el beneficio otorgado a la población de manera directa. - Los factores de cumplimiento y riesgo constituyen, al igual que los estudios, de un factor de éxito o fracaso en la realización de los proyectos, por lo que se deben prever todos y cada uno de los factores que ponen en riesgo la viabilidad en la ejecución de un proyecto. - No solo corresponde a CONAGUA la gestión de los proyectos hídricos, también es necesario alentar la acción concurrente de todas las instituciones, tanto gubernamentales como no gubernamentales, en los ámbitos nacional, regional y local, así como de los propios usuarios, dando como resultado un catálogo que integra todas aquellas acciones necesarias para lograr la sustentabilidad hídrica en el futuro. - Es inminente retomar la planeación a corto, mediano y largo plazo de los programas y acciones para mitigar las brechas cuanto antes en materia del recurso hídrico, ya que si no se toman medidas determinantes a la brevedad , se corre el riesgo de no cumplir con los objetivos y metas planeados al no contar con el recurso para dar suficiencia a las generaciones futuras. XXII CONGRESO NACIONAL DE HIDRÁULICA Acapulco, Guerrero, México, Noviembre 2012

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Tenochtitlan

El año es 1325. Un día cualquiera, un grupo de sujetos navega por la laguna de Texcoco en una canoa. Quizá están en medio de una expedición de caza y buscan presas para llevar a los suyos, o tal vez regresan de una expedición comerciala la que la pobreza de su tribu obliga a ser forzosamente modesta. Como sea, los sujetos surcan las aguas. Su canoa no es más que un tronco ahuecado, impulsado por unos palos a los que se ha dado la forma adecuada para que hagan las veces de remos. De pronto, los sujetos deciden detenerse en uno de los islotes que hay en la laguna. Uno más bien pequeño, bordeado de cañaverales y poblado con distintas clases de vegetación en el interior. El por qué de su desembarco no es claro. Posiblemente alguno de ellos haya visto algo por lo que vale la pena desembarcar. O tal vez no. De todas formas, la partida deja la canoa en un lugar seguro, alcanza tierra firme y se abre paso entre la vegetación. En algún momento, frente a sus ojos aparece una visión. No una visión cualquiera sino, en este caso, la visión. Parada sobre un nopal, un águila devora una serpiente. Los tipos se atropellan de regreso a la canoa, embarcan como pueden y regresan a toda velocidad a Iztacalco a avisar al sacerdote Tenoch sobre su hallazgo. Está allá, dicen, señalando con un dedo en dirección hacia el norponiente. La señal. El águila, el nopal y la serpiente. El hombre hace una señal de asentimiento y, en su interior, agradece a Huitzilopochtli por haberse manifestado. Que ya era hora, por cierto. A los pocos días, guiada por el sacerdote, la tribu se instala en el islote y, antes que nada, construye un modesto adoratorio —apenas un jacal de piedra y carrizos— para el dios. Nombra Mexico–Tenochtitlan1 al conjunto de chozas que comienza a aparecer—y, por extensión, al islote mismo—y, para estar a tono, cambia su nombre de aztecas por el de mexicas.

Bajo las Aguas Alfredo Ruiz Islas

Han terminado doscientos años de peregrinar —o poco menos— para la tribu nahua salida de Aztlan en la primera mitad del siglo XII. Doscientos años que dedicaron a desplazarse desde su lugar de origen —también una isla, si se ha de dar crédito a la primera lámina de la Tira de la peregrinación— hasta el minúsculo islote señalado por su dios como tierra de promisión, con escalas de distinta duración en La Quemada, Tula y Teotihuacán o, ya en el Anáhuac, en Mexicaltzinco, Chapoltepec e Iztacalco. En el camino lo mismo se han asentado en ciudades de origen incierto y han admirado la ciencia de los antiguos que han debido comer ranas y ajolotes o vencer casi a mano desnuda a enemigos fuertemente armados para hacerse con un pedazo de tierra. Ahora es su turno de construir algo que puedan llamar suyo. Un pueblo, en primera instancia. Después, una ciudad. Cien años le toma a México–Tenochtitlan convertirse en una pequeña ciudad. Debe, en primera instancia, liberarse del yugo de Azcapotzalco, lo que sucede en 1428 tras la muerte de Tezozómoc y el asesinato de su heredero, Maxtla. Asimismo, tiene la obligación ganarle espacio al lago para acomodar a su creciente población y, al mismo tiempo, asentar tierras de labranza suficientes para producir lo que esa misma población requiere. La solución la constituyen las chinampas, pequeños islotes artificiales formados por tierra y materiales vegetales diversos que, al multiplicarse, incrementan la superficie de Tenochtitlan y la dotan de uno de sus símbolos más característicos: los canales que permiten trasladarse desde el lago hasta la parte central de la ciudad a través de conjuntos de chinampas que poco a poco dan origen a barrios.

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Huey tlahtoani A mediados del siglo XV, el huey tlahtoani—literalmente, el que habla—Motecuhzoma Ilhuicamina se dedica a ampliar los dominios del señorío tenochca, que por el momento solo comprenden los territorios aledaños al Anáhuac y poco más. La conquista de una cantidad importante de pueblos y ciudades localizados hacia el sur mesoamericano le proporcionan los tributos necesarios para emprender la primera ampliación del teocalli de Tenochtitlan, el templo dedicado a las deidades tutelares de la ciudad: Huitzilopochtli y Tláloc. Sin embargo, no todo es fiesta en el reinado del primer Motecuhzoma: en 1446, la ciudad que crece de forma inexorable en medio del lago se ve enfrentada a este, que no solo es su soporte y la fuente de su sustento, sino que al mismo tiempo se revela como su peor enemigo. Las lluvias fuera de temporada elevan el nivel del lago lo suficiente como para inundar la urbe y hacer intransitables sus calles. La mor-

tandad es de consideración. Rebasado por la situación, Motecuhzoma acude en busca de consejo con Nezahualpilli, huey tlahtoani de Texcoco, quien le recomienda construir un dique para contener las aguas e incluso, después de realizar los cálculos correspondientes, le indica dónde deberá edificarlo, con qué materiales y de qué medidas. El resultado es una magna obra de más de trece mil pasos de longitud por once brazas de ancho, hecho con madera, tierra y piedra, que durante los siguientes años cumple con su cometido de manera adecuada. La ciudad, por el momento, está a salvo de las inundaciones provocadas por las lluvias. Los territorios bajo el dominio de Tenochtitlan —o, para decirlo con propiedad, de la Excan Tlahtoloyan, la Triple Alianza conformada por Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan—no dejan de aumentar durante el mandato de Motecuhzoma Ilhuicamina y, sobre todo, de los tres gobernantes que le suceden en el trono electivo de Tenochtitlan: sus primos Axayácatl, Tízoc y Ahuítzotl. El crecimiento de los dominios de la Alianza —que antes de concluir el siglo XV llegan ya hasta la región del Xoconochco—lleva aparejado un aumento en la cantidad de tributos disponibles, lo que a su vez posibilita la construcción de nuevas y mejores edificaciones. De estas, las contenidas en el recinto sagrado de Tenochtitlan sonlas muestras más refinadas de la arquitectura mexica.Porsobre todas ellas sobresale el gran teocalli, que en su última ampliación —iniciada en 1482 y terminada cuatro años después, durante el gobierno de Ahuítzotl—alcanzacerca de treinta cennequetzalli2 de altura y para cuya dedicación son sacrificados ochenta mil prisioneros según las fuentes más entusiastas. Otras, más conservadoras, dejan la cifra en veinte mil. 1En náhuatl, la lengua de los mexicas, la acentuación de todas las palabras recae en la penúltima sílaba. Es decir, son invariablemente graves. De ahí que, como el lector podrá observar, en el texto no se han acentuado. Tenochtitlan, Aztlan e incluso México, por constituir incorrecciones en su idioma original y, en cambio, se ha colocado acento en los nombres de los tlahtoanis Axayácatl, Tízoc y Ahuítzotl para denotar su correcta pronunciación. 2 Un cennequetzalli equivalía a la altura de un hombre de pie. En promedio, 1.60 metros.


El crecimiento de la urbe termina por impactar en el lago. Al menos, eso le parece a Ahuítzotl, que ve cómo el nivel de las aguas desciende y, por lo tanto, entorpece todas las actividades productivas que dependen de ellas, desde la siembra de plantas comestibles hasta el traslado de personas y mercancías de un lado al otro del Anáhuac. Para solucionar el problema, en 1496 el tlahtoani decide tomar las aguas del manantial de Huitzilopochco—de las que se sirven los habitantes de Coyohuacan para satisfacer sus necesidades cotidianas— y, mediante un acueducto, conducirlas a la laguna para hacerla recuperar el nivel adecuado. El problema, dice el tecuhtli de Coyohuacan, Tzotzomatzin, al ser informado de la resolución tomada por el todopoderoso señor tenochca, es que el manantial es un tanto temperamental. Hay ocasiones en las que no proporciona agua en la cantidad que debiera. Y hay ocasiones en las que da más agua de la que puede emplearse. Así que, con el permiso de usted, deberé negarle el acceso al mismo. Por seguridad, Ahuítzotl monta en cólera y ordena a dos de sus hombres apresar al prudente Tzotzomatzin y ejecutarlo. Los emisarios se ven imposibilitados para cumplir con su tarea en tres ocasiones, porque el tecuhtli recurre a sus facultades mágicas y los recibe convertido, ora en águila, ora en ocelote, ora en serpiente.A la cuarta, en lugar de apersonarse en el tecalli—esto es, la casa de gobierno—, lo hacen en la plaza, donde gritan a los cuatro vientos que, o Tzotzomatzin deja de tomarles el pelo, o Ahuítzotl se verá en la penosa necesidad de pasar por las armas a toda la población. Es todo lo que se requiere. El tecuhtli se deja conducir mansamente a Tenochtitlan, donde es ahorcado. Antes, sin embargo, lanza una maldición a Ahuítzotl: muero, pero las aguas me vengarán.

Retirado el obstáculo que constituían las reticencias de Tzotzomatzin, el acueducto se construye a buena velocidad y el lago recupera el nivel que Ahuítzotl considera ideal para el desarrollo de la agricultura y el comercio. No obstante, cuatro años después de su inauguración, la profecía de Tzotzomatzin se cumple: el manantial sale de control, las aguas llegan sin cesar a la laguna y, de nueva cuenta, Tenochtitlan se ve inundada, acaso de peor forma que la vez anterior. La gente huye de sus casas despavoridas, pierde la noción de los lugares que son seguros para transitar, cae a los canales y se ahoga. Los que pueden suben a sus canoas y reman hacia la orilla. En tanto, los miembros de la familia real, junto con los sacerdotes y los principales funcionarios del gobierno, escapan hacia la seguridad que les brindan el alto teocalli y los templos del recinto ceremonial. En su palacio, Ahuítzotl no se percata de la tragedia sino hasta que las aguas comienzan a entrar a raudales. Desesperado, el tlahtoani trata de salir y corre por un pasillo, pero su cabeza se estrella contra el dintel de una puerta baja. El choque es brutal. Aun cuando consigue sobrevivir a la inundación—que es controlada en breves semanas—, el impacto deja secuelas en Ahuítzotl, que poco a poco comienza a consumirse. El tícitl al cuidado del soberano no acierta a efectuar un diagnóstico ni, mucho menos, a proponer un tratamiento. Lentamente, Ahuítzotl se enjuta y pierde peso junto con el interés en los asuntos del gobierno. Dos años después está muerto. La maldición de Tzotzomatzin se ha cumplido.

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