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Rafa Moreno Tapia

ALGÚN DÍA... MORENO TAPIA

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Uno.

Las islas canarias tienen la extraña curiosidad de albergar un ingente número de creadores visuales. Año tras año ese potencial creativo aumenta a pesar de que resulta casi imposible vivir de ello exclusivamente. O al menos así nos lo han vendido.

Tradicionalmente los creadores visuales se dedican a producir su obra en cualquier soporte o formato, y son otras instituciones las que se encargan del resto de cuestiones: difusión, formación, conservación, etc... Esta costumbre ha permitido mantener una estructura oficial, que necesariamente depende de la obra generada para su propia supervivencia, pero que curiosamente procura mantener al margen a quien la crea.

Afortunadamente la cultura no se genera exclusivamente en las instituciones, más bien al contrario, éstas intentan seguir el rastro de lo que la ciudadanía genera de forma autónoma a través de proyectos colectivos o individuales, que buscan dar cabida a propuestas que, casi siempre, se ven fuera de un circuito que determinan unos pocos. Como consecuencia de ello procuran, en la medida de sus posibilidades, autofinanciarse y autogestionarse, fortaleciendo cierto grado de independencia, tanto en la cuestión económica como en las líneas de actuación en las que se basan. La propuesta MT ArtSpace del artista MorenoTapia de Las Palmas de Gran Canaria comulga con esa línea de trabajo. Desde sus instalaciones del barrio de las Alcaravaneras, lleva casi una década apostando por fomentar la producción artística, procurar la formación y la enseñanza implicando a los creadores plásticos, y generar eventos que ayuden al desarrollo de acciones más allá de las islas, todo ello con la idea de lograr que el potencial que tenemos se conozca dentro y fuera de nuestras fronteras.

El proyecto ha construido su discurso en torno a dos espacios situados en la calle valencia, el #37 que alberga la posibilidad de dar cabida a talleres, eventos y exposiciones, y que anualmente organiza entre sus paredes cerca de una veintena de actividades, con más de una decena de profesionales del mundo del arte implicados. Entre todos ellos destacan dos eventos de carácter anual: COZIDOS, la Feria de Autoedición y Fanzine organizada por Toni Lemus que hoy por hoy es la más importante de las islas, y el PUTO MERCADO, Feria de Arte con un futuro reciente y prometedor.

Al otro lado de la acera se encuentra el #32, que se concibe como un centro de producción desde el que sus participantes promueven acciones creativas propias, con cerca de una decena de artistas residentes de forma permanente, y siempre con la puerta abierta a la presencia de creadores de cualquier procedencia para contribuir a que el asumido rol del artista cambie, activando el protagonismo que siempre ha tenido como agente cultural de primer orden.

Dos.

“Algún día me gustaría vivir del arte ”

Esta frase es quizás un mantra que con la edad a muchos se nos cae de un pedestal. Por muchos motivos. No falta creatividad, ni interés, ni dedicación, ni tiempo. El que está ausente es el público.

Las políticas culturales que se han venido gestando en nuestras islas en las últimas décadas son muy parecidas y los resultados no cambian. No se ha conseguido generar un contexto que permita que un creador visual pueda desarrollar su trabajo y vivir de su venta. Las claves que entran en juego son muchas. Daría para un buen debate y de esa forma contribuir a las dinámicas que siguen mareando la perdiz para que parezca que estamos arreglando el mundo, así que mejor ir al grano.

Como dilema que es, lo mejor es analizar primero los elementos básicos que entran en juego: creador, obra, cliente. Se simplifica todo en una ecuación puramente comercial que a nadie le gusta por alejarse del imaginario artístico. Pero es evidente que es un buen punto de partida a tenor del objetivo final marcado.

Tradicionalmente el rol del creador plástico no ha salido de unos pocos parámetros claramente identificados: su espacio de trabajo, la materialización de su obra y la búsqueda de acciones que produzcan ingresos para mantener las dos primeras, de tal forma que si el último no termina de cuajar -directa o indirectamente, se pone en peligro la vida del artista. Esta realidad ha permitido que perdamos por el camino a un importante número de ellos y que otros tantos deban recurrir a actividades laborales desvinculadas de la cultura que terminan por infringir un considerable perjuicio a la labor creativa. Si los creadores siguen pensando que su papel se ciñe exclusivamente a ser productores de objetos estéticos de cierto interés, estamos condenados a perpetuar este esquema de escasos resultados positivos, más aún en medio del océano atlántico en donde estamos. Parece lógico pensar que debemos cambiar alguna de esas claves y partir de una base lo más realista posible, le duela a quien le duela.

Los artistas somos agentes culturales. Generamos, promovemos y potenciamos acciones que van encaminadas a que las mismas puedan ser disfrutadas por nuestros conciudadanos. Sin embargo nos preocupamos poco de ellos hasta el punto de ceder parte de nuestras competencias a otras entidades que se nutren y subsisten gracias precisamente a nuestra existencia. Si, nos necesitan. Los centros expositivos necesitan de nuestras obras. Las galerías, las pocas que viven entre nosotros en este archipiélago, también. Los Departamentos educativos de esos mismos espacios, también necesitan de nuestros recursos visuales. Y los que trabajan en el círculo que todos esos espacios han generado, también.

Somos pieza necesaria y como tal responsable de que ciertas cosas puedan cambiar. No podemos obviar que como creadores y generadores de formaciones estéticas que somos, generamos un discurso y un debate, al mismo tiempo que un deleite y un aprendizaje. Tenemos la capacidad de dar a conocer nuestra obra, a través de su exhibición, pero también acercando nuestro discurso a quienes asisten a leerla, contextualizando la misma y desgranando las claves que en nuestro proceso han hecho posible su factura final. Es decir, formando.

De igual modo tenemos la capacidad de generar actividades allá donde nos lo propongamos. No necesitamos de blancos impolutos, ni iluminaciones de vanguardia, ni mobiliario de diseño, ni publicaciones grandilocuentes que pocos leen de verdad. Solo necesitamos perder el miedo y atrevernos a dar los pasos que hagan posible que se abra una sola puerta, ya que una vez se abra la suma de propuestas que querrían hacerse realidad sería abrumadora.

Los artistas somos agentes culturales.

A ver si nos lo creemos… y hacemos.

MorenoTapia

@morenotapia _ art

#MTartspace C/ Valencia 37 Las Palmas de GC rafamorenotapia@gmail.com

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