El 'Coloquio' de Els Joglars

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EL “COLOQUIO” DE ELS JOGLARS Es la tercera incursión cervantina de la compañía, y la primera obra dirigida por Ramon Fontserè desde la marcha de su fundador. LEER asiste a los ensayos en Barcelona y conversa en Madrid con Albert Boadella, coautor de esta radical adaptación de la novela ejemplar. BORJA MARTÍNEZ

pretes de los diversos personajes y animales que se han cruzado en la vida de Cipión y Berganza, completan el elenco de una propuesta que, en coproducción con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, levantará el telón el próximo 26 de marzo en el Teatro Pavón de Madrid.

“C

ada vez me identificaba más con los dos chuchos. Comenzaba a pensar si no era yo el que llevaba una auténtica vida de perros”. El que piensa en voz alta es Manolo, el guarda de una perrera que se maravilla para sí ante la plática cervantina de los viejos Cipión y Berganza, dos de los perros que custodia, milagrosa y repentinamente parlantes, y que con insólita elocuencia le están relatando las peripecias de una larga y errabunda existencia compartida. Manolo es el actor Xevi Vilà, y habla al público imaginario de La Cúpula, escondite geodésico situado en Pruit, una aldea de la comarca de Osona situada a algo más de 100 kilómetros de Barcelona, donde Els Joglars ensaya sus montajes desde La Torna, allá por 1977. Detrás de Manolo, sobre un banco de madera sin desbastar, yacen los dos perros-mendigo: Berganza es Pilar Sáenz y Cipión es Ramon Fontserè, quien además dirige esta adaptación del cervantino “Coloquio de los perros” realizada por él mismo a seis manos con Albert Boadella y la ayudante de Dirección, Martina Cabanas. Dolors Tuneu y Xavi Sais, intérFebrero 2013

Vida de perros El Coloquio es la tercera incursión de Els Joglars en el universo cervantino después de Albert Boadella.

Ramon Fontserè dirige esta adaptación, realizada por él mismo a seis manos con Albert Boadella y Martina Cabanas 18

En un lugar de Manhat tan (2004) y El Retablo de las Maravillas (2006), pero es sobre todo la primera obra que dirige Fontserè como responsable de la compañía tras la marcha de Boadella, su fundador e histórico cabecilla durante, se dice pronto, cinco décadas. “Comenzaba a pensar si no sería la mía la auténtica vida de perros”: Ramon se sitúa junto a Xevi, ambos recitan y modifican una y mil veces la frase para estudiar su eficacia y dar con las mejores palabras, la cadencia adecuada y los pasos precisos en el escenario. Modelan en común y con indefinida paciencia cada palabra y cada movimiento mientras Dolors y Xavi dan las últimas puntadas a la indumentaria que han de llevar en la siguiente escena, en la que dan vida a una pareja de pijas que al encontrarse a Cipión y Berganza en la finca de una de ellas deciden fundar una ONG para “perros discapacitados”. Lola, la pequeña teckel de Pilar, dormita al calor de una de las salamandras que caldean el recinto mientras su ama gruñe, ladra y saca la lengua. Maravilla ver las evoluciones de esta pequeña cuadrilla de cómicos ajustando en perfecta sintonía su elaborado artefacto teatral. “Nuestros ensayos son tranquilos y agradables. Yo soy de la escuela de Albert, que es todo amabilidad y paciencia dirigiendo hasta conseguir lo que quiere, y quiero continuar con esa tónica de trabajo”, explica Fontserè después del ensayo de la mañana y antes de marchar a comer al Hort d’en Roca (el familiar restaurante del vecino Rupit que a vitualla a la compañía y que durante los ensayos funciona casi como una segunda casa para Els Joglars). “Es lo que debe ser un artista, un hombre muy paciente a la hora de inventar y pensar sobre cada situación hasta dar con la mejor forma de organizar el caos”.


Estamos a comienz os de enero, ya tienen más de la mitad de la obra trabada y trabajan con la tranquilidad adicional de tener listo el decorado, un ciclorama al estilo de la comedia del arte que complementará el sencillo tablado sobre el que ensayan en La Cúpula, donde tiene lugar toda la acción e incluso los cambios de vestuario y personaje de Dolors y Xavi. Si el “Coloquio” original discurría a las puertas del Hospital de la Resurrección de Valladolid, la acción principal se traslada ahora a una per rera contemporánea, y y a no es Berganza el que le cuenta su vida a Cipión, asombrados ambos perros, casualmente reunidos, por el repentino don de la palabra que les ha caído del cielo. En la visión de Els Joglars son una enamorada pareja canina que pasa sus últimos días contando en cervantino las dichas y desdichas compartidas durante su vida al “buen carcelero” que es el rudo Manolo. El es quien, dudando si lo que v e y oye es real o alucinado, les replica y anima a seguir contando. El resultado es un alegato contra la humanización de los animales, esa culminación del “efecto Disney”, crítica incluída a los movimientos animalistas. Mientras “los perros se han mantenido fieles a su naturaleza, el hombre ha cambiado su relación con ellos, se ha pasado de rosca hasta hacerlos indignos”, apunta Fontserè. Del mismo modo que Cervantes desenmascaraba al hombre a través de la honesta y noble lucidez de Cipión y Berganza en su condición de observadores mudos de la condición humana, las peripecias de los perros de Els Joglars también sirven para retratar a unos humanos modernos que, en eficaz paradoja escénica, aparecen animalizados a través de las im-

B.M.

Los canes y su guarda

presionantes máscaras de Anna Rottier. Los perros del Coloquio “tienen la visión de que los hombres son un poco más animales que ellos. De ahí el uso de las máscaras para bestializar a unos personajes humanos es-

Pilar Sáenz y Ramon Fontserè durante los ensayos.

Berganza y Cipión son aquí una enamorada pareja canina que narra al guarda las dichas y desdichas compartidas 19

perpénticos”, explica Albert Boadella. El ex director de Els Joglars recibe a LEER en sus dominios madrileños de los Teatros del Canal, donde ya prepara El pimiento Verdi, su particular contribución a los bicentenarios de Verdi y Wagner. “En el momento que el hombre ha dejado de tener una relación directa con la naturaleza como elemento funcional, ha tomado unas consideraciones cuando menos singulares hacia el animal”, abunda. “En el mundo occidental desarrollado se verifican una serie de patowww.revistaleer.com


logías en su relación con ellos, sobre todo con los animales domésticos. Se ha visto con lo que ha sucedido y sucederá con los toros. Está muy bien conservar la naturaleza, pero siendo conscientes de la diferencia que hay entre Cervantes y el más inteligente de los primates. Es un asunto que está en boga y tiene su miga”. Y en ese sentido “el ‘Coloquio’ nos venía bien”, continúa. En esta tercera aventura cervantina cabía la posibilidad de trasladar tal cual el texto original o hacer una adaptación muy libre, cambiarlo absolutamente “conservando las ideas esenciales del propio Cervantes”, y eso es lo que han hecho. Así, “los perros dicen cosas cervantinas, y aunque no todas son de Cervantes las podría haber dicho perfectamente”. ¿Queda algo en vuestro Coloquio de esa obsesión cervantina por la “discreción” y su negativo, la “murmuración”? Cervantes representa unos valores, presentes en todas las Ejemplares como lo están en El Quijote –la dignidad, el pudor, la discreción–, que los de mi generación todavía hemos

conocido pero que ahora están en desuso, han desaparecido completamente. Esta es una sociedad de exhibicionistas, una sociedad del espectáculo en la cual quien no esté dispuesto a exhibirse o no sepa hacerlo está condenado a la marginalidad. Es un tema sobre el que hemos trabajado en el texto. Ya en su época Cervantes representó unos v alores en extinción frente a los menos rigurosos principios barrocos. ¿Cabe establecer un paralelismo entre aquella época y la nuestra? Aquel era un mundo que se estaba acabando para dar paso a otro, que es un poco lo que tenemos ahora, y Cer vantes eso lo cuenta muy bien. Es algo que nosotros hemos extraído de ese retablo complejo de novelas dentro de novelas que es la obra cer vantina, y que también está en nuestro Coloquio, que es un tête à tête entre Cervantes y nosotros. A lomos de B erganza Cervantes recorre y retrata aquella España de comienzos del XVII. ¿Haceis v osotros algo equivalente con la del XXI?

B.M.

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Fontserè dirige el ensayo de Els Joglars en La Cúpula. Detrás, Dolors Tuneu.

El texto tiene intenciones contemporáneas, por supuesto. Cervantes hubiera hecho lo mismo. Ante una cena en El Bulli él hubiera hecho su retablo sobre esa picaresca, sin despreciar el talento que hay en ella.

Un relevo natural

A

nte el reto de sustituir a Boadella después de 50 años y 43 espectáculos originales, Fontserè reconoce sentir “el acojone normal. Es un honor, un placer, y no es un tópico, suceder a mi maestro. Al principio lo veía con un cierto cachondeo, no terminaba de hacerme a la idea. ¿Esto va de coña o va de verdad? Un poco con las mismas sensaciones que tenía cuando empezaba a hacer teatro. Estoy un poco asustado, pero no he podido renunciar a intentarlo. Vivirlo es impresionante. Y lo estamos pasando muy bien creando un Cervantes especial, original”. “Ramon lleva 30 años, ha vivido todos los espectáculos que hemos

Febrero 2013

hecho en este tiempo y los ha vivido profundamente. Conoce el sistema y tiene mucha experiencia”, confía Boadella. “El futuro ha de ser distinto, pero no en algunos aspectos esenciales. La compañía está marcada por un sentido muy profundo de la artesanía del oficio, de la ética de la profesión”. Unos principios que pueden resultar muy útiles ahora que la crisis obliga a ajustar las dimensiones de compañías y espectáculos. “El montaje de gran formato ha quedado reducido al musical y a los teatros institucionales. Esto por otro lado refuerza el juego y el trabajo del actor como rey absoluto de la escena. Es una terapia obligada por las circunstancias, pero es

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posible que tenga cosas positivas”. Fontserè coincide en que con la crisis “ha cambiado el cuento”, poniendo incluso en peligro unas giras que reducidas a la mínima expresión (se han caído muchas plazas, y en otras donde antes se paraba dos semanas ahora se hacen cuatro funciones) pueden resultar insostenibles. Se estrena como director volviendo a cargar y descargar los furgones, como hace treinta años. “No hay pelas. Y en vez de pagar a unos tíos una pasta, pues lo hacemos nosotros. Pero no es traumático porque es volver a hacerlo. No queda otra. Estábamos un poco adormecidos y esto de alguna manera nos vuelve a activar”.


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