Lee+ 177 ¿De qué se ríen los escritores?

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AÑO 14 • NÚMERO 177 • FEBRERO 2024

PRECIO AL PÚBLICO 25 PESOS

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ESTRENO MIÉRCOLeS DE FEBRERO | 19:30 h

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Índice

Editorial ¿De qué se ríen los escritores? En este número de Lee+ celebramos el poder del humor. Así que nos dimos a la tarea de pensar en las y los comediantes que han transformado el mundo. Mirar la existencia desde la ironía, el absurdo y la irreverencia es una declaración de principios. Henri Bergson escribió que lo cómico sólo existe en el plano humano, y que incluso, cuando una cosa inanimada nos hace reír, ocurre porque la asociamos con un rasgo nuestro. Nunca somos tan felices o tan lúcidos como cuando experimentamos el humor y, por eso, quisimos compartirlo con ustedes. En estas páginas, José Luis Trueba Lara nos explica que los griegos se reían de temas totalmente opuestos a los que nos hacen reír ahora, pues lo cómico se convierte en el sello de una época. Jorge F. Hernández recordó a un genio del humor mexicano: Jorge Ibargüengoitia. Mercedes Alvarado y Mariana Aguilar se propusieron reivindicar a las creadoras que han apostado por la comedia, esas mujeres tan censuradas como celebradas. Así, nos encontramos con Mrs. Maisel, Fleabag, The Nanny, Nora Ephron y Fran Lebowitz. Si algo aprendimos en este número, es que hay que reírnos incluso del propio fracaso, porque ningún sufrimiento es eterno. Por esto, platicamos con el escritor francés David Foenkinos acerca de su novela Número dos, e incluimos un extracto del libro de Jenette McCurdy, en el que nos sorprendieron las conexiones del duelo y el humor. Además, Dany Saadia nos contó lo divertido y brillante que le pareció el número 40 de Astérix, recién salido de imprenta. Incluimos tres entrevistas de novedades que no queríamos que se perdieran por nada del mundo: a Benito Taibo, por su libro Cuatro veranos; a Rodrigo Morlesin, por la publicación de Luna ranchera, y al escritor argentino Pablo Farrés. El único momento solemne de este número lo guardamos para pensar en el legado de José Agustín, a quien tantos lectores recordaremos con cariño. ¡Bienvenidos, queridos lectores! Esperamos que se rían mucho de todo: de la realidad, de los libros y de todos los humanos, los mamíferos más absurdos y contradictorios de este planeta.+ Yara Vidal Directora general Revista Lee+ de Librerías Gandhi

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Yara Vidal

6 Humor incombustible Jorge F. Hernández

yara@revistaleemas.mx

7 [Anuncios clasificados]

Directora general y editora

Humor para llevar Edwin Reyes Maya

8 Entrevista a David Foenkinos

edwin@revistaleemas.mx

Mariana Aguilar Mejía 10 La risa de los griegos

Director de arte

Una historia políticamente incorrecta

y editor audiovisual

José Luis Trueba Lara Beatriz Vidal De Alba

12 Entrevista a Rodrigo Morlesin

beatriz@revistaleemas.mx

José Luis Trueba Lara 14 Las chicas sólo quieren divertirse

Difusión cultural

Mariana Aguilar Mejía 16 Reír es otra forma de retar al mundo

Mariana Aguilar Mejía Coeditora

Mercedes Alvarado 18 La reinvención de Astérix:

Rodrigo Rojas

entre el humor y la nostalgia

Ilustrador

Dany Saadia

Alberto Achar

20 Entrevista a Benito Taibo

Alejandro Magallanes

José Luis Trueba Lara

José Luis Trueba Lara

22 [Extracto del libro] Me alegro de que mi madre haya muerto

Edgar Krauss

Jenette McCurdy

Herles Velasco

23 [In memoriam] José Agustín: diez datos para pensar en su legado

Consejo editorial

24 Entrevista a Pablo Farrés Karlos Díaz y Sebastián Pérez

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En portada: Jorge Ibargüengoitia David Foenkinos Fran Lebowitz Nora Ephron Fran Drescher Phoebe Waller-Bridge Miriam Maisel Diseño: Juan José Güitrón

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Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Calle Comunal No.7, Col. Agricola Chimalistac, C.P. 01050, Alcaldía Álvaro Obregón CDMX. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Fotolitográfica Argo, Bolivar 838, Col. Postal. Alcaldía Benito Juárez, C.P. 03410, CDMX. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México.

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Tema del mes

Humor incombustible Jorge F. Hernández

Hay una inmensa diferencia entre el humor incombustible y la mediocre chistosada vulgar. El infinito humor es aliado del ingenio y acompasa la inteligencia, lo demás es pastelazo simplón y risa idiota. Esto viene de lejos y, por mencionar un caso como ejemplo, hemos de repetir el elogio al humor que destiló Cervantes en su Quijote a contrapelo de las babosadas y tropezones en pos de carcajadas fáciles que intentó el anónimo Avellanada en su Quijote apócrifo, y algo similar se puede comprobar entre el inmenso humor intemporal de Cantinflas o de Tin-Tan, superiores a la caterva de albureros chafas y dizque comicidades que dependen enteramente de risas pregrabadas o del silencio de los inocentes. De la estirpe literaria que exprime humor del bueno están llenos los libros de Chesterton o Wodehouse —como botón de muestra del sarcasmo inglés— o el hilarante delirio de John Kennedy Toole —como la ancha sonrisa ahora políticamente incorrecta en su Conjura de los Necios— y, de las letras con eñe, saborear el humor de Quevedo, Miguel Mihura o Ramón J. Sender podría abrirnos la ventana para encuadrar a La vida inútil de Pito Pérez u otras joyas mexicanas de la literatura que van más allá de la mera sonrisa… y aquí la ventana se abre en bulevar allende el vodevil, y quiero aplaudir una vez más el excelso humor y la brillantez de Jorge Ibargüengoitia, no sólo en su literatura de cuento y novela, sino en su semanal oficio de dos columnas en periódico. Ibargüengoitia nos hace sonreír con el giro insólito de la trama que se vuelve comedia de enredos, o con la ligereza surrealista con la que convierte una anécdota que parece inverosímil en una más que chusca confirmación de todo lo irracional verificable. Luego, a menudo en una sola frase —inyectando alguna palabrota que estaba censurada por la buenas conciencias de su época—, Ibargüengoitia arrancaba la sana pausa de un carcajada con la maestría en el manejo del punto y seguido, como quien hace una leve pausa casi imperceptible en una sobremesa para cuajar un chiste instantáneo. Pienso, por ejemplo, en su cuento “La mujer que no”, en el que un personaje casi espejo del autor anda que se le cuecen las habas por consumar un amor imposible y, cuando llega la escena en que están por fin solos, o bien, se atora la cremallera del vestido (gag que bien narrado se vuelve intemporal), o bien, nos dice en primera persona el interfecto algo así como que “la tomé del brazo ya solos y sin estorbos. Bajamos la escalera. Nos topamos de frente con su chingada madre”. Ése es el chiste: meter en prosa la sorpresa inaudita, el giro en el nudo que nadie se atreve a consignar cuando se toma demasiado en serio y no es capaz de reírse de sí mismo. Ibargüengoitia lo cuaja en sus artículos de prensa cuando se mofa del ridiculazo de los cláxones que suenan a la melodía vernácula, la vestimenta inconfundible de un paisano que camina babeante por Europa, la trayectoria inconcebible del transporte público desquiciado o la cena donde nunca falta quien hable del concurso inexistente que determinó el campeonato mundial de himnos nacionales. A esto agreguemos el humor sabio que esparcía en sus novelas: tanto para bajar del pedestal a los héroes patrios, quitarles el bronce y mármol; convertir al cura Hidalgo en un bohemio burdelero y jugador o a una panda de revolucionarios que se roban el reloj de un camarada al pie de su ataúd, o esa linda escena en Dos crímenes, en la que el protagonista tiene que empujar con su propio sudor el peso entero de un vehículo atascado en el lodo, a pocos metros de unos rancheros que lo miran fijamente sin mover un dedo; consumada la hazaña, el agotado protagonista vuelve al volante no sin antes dirigirse al cónclave con una más que respetuosa mentada de madre colectiva y contundente. Jorge Ibargüengotia emprendió un viaje a la merecida eternidad hace exactamente cuarenta años, y el inmenso vado de su ausencia sólo se salva evocando y releyendo su inteligente humor. Hablo de carcajadas que no tienen caducidad por el ingenio y la chispa perfecta con la que incendian el ánimo. Me consta, pues se me concedió enamorarme de su viuda, Joy Laville, y convivir semanalmente con una niña traviesa aunque nonagenaria que siempre sonreía o abiertamente reía al evocar las maravillosas puntadas del humor con el que zurcía Jorge su vida y sus letras, sus frases al vuelo y sus ocurrencias brillantes, incluso en silencio como mimo o en dibujitos o ese punto y aparte (o bien, punto y seguido) con el que remataba los párrafos en felicidad absoluta. Así pasen otros cuarenta años, me consta que seguirá escuchándose el sano estruendo de esa ebullición inigualable, tal como seguirá levitando la sonrisa al óleo en colores pastel con la que Joy Laville pintaba cada instante de la vida supuestamente sin él, porque Ibargüengoitia emprendió un viaje que se le concede a las almas inmensas y buenas: reírse de la eternidad entre las nubes y desde un avión sin turbinas que aparece volando, ya para siempre en el cuadro pintado por una nonagenaria siempre niña por el milagro de la sonrisa.+

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Jorge F. Hernández es escritor, periodista y aforista. Nació en 1962 y, desde entonces, no ha parado de contar historias.


Humor para llevar La vida adulta es, por regla general, agobiante: una sucesión de pequeñas frustraciones y responsabilidades ineludibles. Pero en Lee+ ¡tenemos la solución! Llévese, sólo por hoy, una dosis de humor en la compra de su revista. Ríase en la casa, en la oficina, en la fila del banco. Sea, como dijo Aristóteles, “el único animal que ríe”, porque sólo el sentido del humor nos lleva a reconocer la verdad: todos somos ridículos y eso nos hace humanos. Fallar, descubrir lo absurdo, fingir que no levantamos la mano cuando un mesero nos ignora. No lo olvide: el humor nos hará libres. Y no sólo eso: de pronto se descubrirá más compasivo con el prójimo, más flexible con los incordios del día a día. No tenga miedo: anímese a ridiculizar la existencia, porque, ya lo dijo el neurocientífico Scott Weems: “la mente aburrida es una mente sin humor”.

“¿Qué toma usted?” “No bebo, me contestó”. Y deveras no bebía. Ése era uno de sus peores defectos.

JORGE IBARGÜENGOITIA

Me comí una salchicha pensando que era una ciruela pasa. Quince años de vegetarianismo tirados a la basura.

Soy lo suficientemente inteligente como para saber que acabo de ser insultada, y lo suficientemente sexy para que no me importe.

PHOEBE WALLER-BRIDGE FRAN DRESCHER

Cuando eres adolescente, estás en la última etapa de tu vida en la que te alegrará saber que el teléfono es para ti.

Mathilde decidió cortar con él. La verdad era que no podía compartir su vida con un chico que pensaba que Botticelli era una marca de pasta.

FRAN LEBOWITZ

DAVID FOENKINOS

El deseo de casarse, que –lamento decirlo– creo que es básico y primordial en las mujeres, es seguido casi inmediatamente por un impulso igualmente básico y primordial, que es el de estar soltera de nuevo. NORA EPHRON

La comedia se alimenta de la opresión, de la falta de poder, de la tristeza y la desilusión… ¿a quién diablos describe eso más que a las mujeres? A juzgar por esos estándares, sólo las mujeres deberíamos ser divertidas. THE MARVELOUS MRS. MAISEL

Tema del mes

ANUNCIOS CLASIFICADOS


Entrevista a David Foenkinos

fracaso

Del a la risa

y de la risa a la esperanza Mariana Aguilar Mejía “En 1999 arrancaba el casting para encontrar al chico que interpretaría a Harry Potter y que por tanto se haría mundialmente famoso. Centenares de actores pasaron por las audiciones. Al final, sólo quedaron dos. Esta novela cuenta la historia del que fue descartado”. Así comienza Número dos (Penguin Random House, 2022), de David Foenkinos, una historia sobre quedar en segundo sitio y afrontar la vida desde ahí.

Este escritor parisino también es músico y cineasta. Con un estilo sencillo, interiorizante, las historias de Foenkinos emprenden una exploración sentimental de los personajes: ¿por qué actúan como actúan? Así, nos encontramos con seres complejos, cuyos puntos débiles se activan cuando menos se lo esperan, lo cual los lleva a fracasar en sus proyectos, en las citas románticas, en las juntas laborales. Los personajes de Foenkinos toman decisiones raras, pero se salvan por el amor, la delicadeza y la simpatía. ¿Qué hay en esta voz narrativa que nos hace sentir tan aludidos? Los lectores responderán. A finales de 2023, tuvimos la fortuna de platicar con el autor en su visita a México. Esto fue lo que nos contó. ¡Qué gusto que estés en México, David! Además, para presentar tu libro Número dos, una historia relacionada con el fracaso. En el mundo actual, tratamos de ocultarlos, pero hay fracasos muy buenos, fracasos que, incluso, merecen una novela. Sí, este libro trata de un fracaso atómico, enorme, pero justamente nos permite reflexionar acerca de la necesidad del fracaso, de la virtud en el fracaso. Bertolt Brecht decía “fracasa más, fracasa mejor”. Y en tu novela presenciamos cómo se construye un fracaso a través de muchos elementos minúsculos. Quizá, si una pequeña acción no hubiera pasado, si no hubiera sucedido un encuentro, todo se habría resuelto distinto. ¿Tú crees en el destino? ¡Es cierto que Bertolt Brecht se inspiró mucho en mí para decir esta frase! Pues sí, yo creo que muchas veces dependemos del azar, que de pronto puede trastocar todo por una nadería. Por ejemplo, la directora del casting de Harry Potter decía que, después de semanas de duda, tomaron la decisión de Daniel Radcliffe por un pequeño extra, un toquecito indefinible que tenía. Entonces creo que sí, a veces dependemos de cosas así.

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Ve la entrevista en mascultura.mx


Algo que me encantó de la novela es esa mezcla perfecta de la mirada que ridiculiza a los personajes y, al mismo tiempo, se muestra bondadosa con ellos. Siento que en México compartimos este tipo de humor. A las personas que queremos las apoyamos siempre, pero también podemos ridiculizarlas o tratarlas un poquito mal. Entonces estoy hecho para venir a vivir a México. Ése es exactamente el tono del libro. Se trata de una tragicomedia. Lo que le pasó a este niño es terrible: un fracaso del último instante, pero, al mismo tiempo, es muy divertido que trate de huir de Harry Potter durante veinte años.

Fotografía: Francesca Mantovani

Sí, claro. También está la obra de arte con la que Martin se obsesiona, porque es la segunda atracción del museo. Y no sólo él vive fracasos para después encontrar su lugar en el mundo. Además, por ejemplo, vemos al papá, que luego de muchos intentos encuentra un empleo perfecto para él. Al final, resulta muy esperanzador. Me alegra que lo veas así, porque ése es exactamente el mensaje del libro. Es decir, que hay que tener esperanza y hay que poder decirse que todos esos fracasos dieron un resultado positivo; fueron algo bueno para Martin. Sí, es cierto que él está obsesionado con el número dos. Por ejemplo, se obsesiona con la pintura que está al lado de la Mona Lisa. Entonces, queridos amigos mexicanos, si van algún día al Louvre, ignoren, desprecien y no vean la Mona Lisa: vean el cuadro que está al lado. ¡Hecho! Así lo haremos. ¿Qué tal te has sentido en México? Qué bueno que yo ya había venido, porque esta vez estoy teniendo un momento de trabajo intenso aquí, en Penguin Random House. Déjenme decirles que México es un país extraordinario. Es la primera vez que vengo a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, una de las más grandes del mundo, y me da muchísimo gusto poder encontrar a mis lectoras y lectores. Mi libro se ha traducido al español aquí y me parece totalmente mágico. Y veo que en la fil participarás en mesa de discusión acerca del humor y la literatura. Pues cometieron un gran error, porque yo soy una persona muy depresiva.

En efecto, ni J. K. Rowling ni Warner Bros. autorizaron el libro. Así que tengo que declarar, por protocolo, que el libro no está autorizado. ¿Qué elementos del humor en la literatura crees que son los más valiosos para nuestro tiempo? Noto que en Número dos encontramos un humor universal, porque se centra en cómo viven los personajes, en cómo lo vivimos los humanos. Entonces creo que llega a todos los públicos. Bueno, el humor esencialmente tiene que ver con el fracaso. Y todos hemos experimentado el fracaso. A veces fallamos. Entonces lo importante es saber cómo vamos a gestionar ese fracaso y superarlo, aunque a veces es inevitable encontrarnos en situaciones risibles. Además del personaje de Martin, la novela retoma la historia de J. K. Rowling: cómo fue escribiendo y concibiendo esta historia; también retrata muy bien el mundo editorial. Y, bueno, éste también tiene sus momentos brillantes y ridículos. Sí, hablo de la vida de J. K. Rowling al comienzo del libro, la cual resulta increíblemente novelesca. Era una mujer que estaba deprimida, maltratada, golpeada... Además, ella vive en Inglaterra, que es un país donde todo el tiempo está nublado y llueve. Y luego se convierte en la autora más leída del mundo. Y de repente, con el éxito, aparece toda la comedia humana. Supimos que hay cierta polémica en torno al libro. ¿Puedes contarnos sobre esto? ¿Cuál polémica? Sobre el hecho de que no fue autorizado por J. K. Rowling. ¡Ah! Sí, sí, sí. Pensé que la polémica era que el autor era demasiado sexy. Bueno, no hubo realmente una polémica, pero, en efecto, ni J. K. Rowling ni Warner Bros. autorizaron el libro. Así que tengo que declarar, por protocolo, que el libro no está autorizado. Sin embargo, no hablo mal de Harry Potter en ningún momento. Entonces, no hay problema. Pero la verdad es que me encantó hacer un libro no autorizado… Aunque es cierto que J. K. Rowling hubiera podido darme las gracias, porque mi novela tuvo mucho éxito y, gracias a mí, sus libros se dieron a conocer y pude darle una ayudita a su carrera. Ja, ja, ja. Muchísimas gracias por esta entrevista. ¿Quieres decirles algo a tus lectores mexicanos? Bueno, todavía no conozco a muchos lectores mexicanos. Pero ayer presenté una de mis películas en Ciudad de México y el público se reía muchísimo. Entonces, me gusta esa relación que tienen ustedes con la vida, con el humor. Me parece muy agradable, especialmente viniendo de Francia, que es un país tan depresivo.+

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Tema del mes

José Luis Trueba Lara 1. El buen Aristóteles no se andaba por las ramas a la hora de cuestionar a la realidad y, como debe de ser, lo tenemos en un pedestal por sus afanes, un hecho que lo transformó en un lugar común, en filósofo condenado a repetir unas cuantas frases célebres. Quizá por esto, cuando pensamos en la Política, nos conformamos con repetir una serie de obviedades. Esto es lo que sucede cuando le atribuimos la idea de que “el hombre es un animal político” o “un ser social”, sin darnos cuenta de que sus palabras fueron muy distintas, justo como lo señala Carlos García Gual: “Lo que Aristóteles dice es que el hombre es por naturaleza un animal de ciudad”. Esta precisión no está de más ni representa poca cosa: la ciudad es el único lugar donde puede encontrar todo lo necesario para satisfacer sus necesidades y sus deseos, lo cual podría permitirle tener una buena vida (el eu zên, diría el Estagirita). Más allá de estos detalles filológicos, la Política también nos muestra uno de los grandes asombros del filósofo al escudriñar la realidad. Estamos frente a un hecho que le resultó sorprendente, a pesar de que a nosotros nos parece perfectamente natural. ¡Las mujeres eran poco más o menos la mitad de la humanidad! Este fenómeno estrambótico implicaba un problema terrible: la mitad de los habitantes de la ciudad eran seres a los cuales no podía tenérseles mucha confianza. Para Aristóteles —y para la mayoría de los griegos sensatos de aquellos tiempos—, las mujeres tenían por lo menos dos graves limitaciones: eran varones incompletos, en la medida en que carecían de la capacidad reproductora y vital de los hombres; ellas, a la hora de quedar embarazadas, apenas eran un receptáculo para el semen. No por casualidad, en los esponsales, el padre de la novia pronunciaba una fórmula precisa: “Te entrego a esta mujer para la labranza de hijos legítimos”. A este problema biológico se agregaba una tara psicológica: a todas luces, las mentes femeninas eran deficitarias. Aunque ellas podían razonar de una manera lógica, estaban incapacitadas para traducir sus pensamientos en acciones racionales: la suya era una naturaleza pasional y emotiva que tenía una causa biológica: la matriz que, inexorablemente, las llevaba a la histeria. Las ideas de Aristóteles no significaban poca cosa: en un mundo que giraba alrededor de los varones, esas sentencias no se cuestionaban y, por supuesto, tampoco eran motivo de risa. Así pues, “los grandes hombres hablan mal de las mujeres; los grandes filósofos y los saberes más autorizados consagraban las ideas más falsas y más desdeñosas respecto a lo femenino”, dice Giulia Sissa en el primer tomo de la Historia de las mujeres.

La risa de los

griegos (una historia políticamente incorrecta)

2. Encontrar las huellas de esta mirada no es complicado. Ésta se revela en una gran cantidad de documentos, en no pocas obras de arte y en muchas costumbres de las ciudades, justo como se muestra en el tomo dedicado a la Grecia clásica de la Historia de Europa Oxford. En las primeras pinturas cerámicas, a los hombres los coloreaban con negro, mientras que las mujeres y los afeminados tenían una apariencia pálida y blanquecina, puesto que vivían casi enclaustradas. El hecho de mantener a las mujeres en el gineceo y controlar sus salidas de la casa representaba una manera de mostrar la riqueza que se poseía: mientras el ostentoso Midas llevaba a su mujer a celebrar

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los misterios de Eleusis sobre un carro armiñado y sólo dejaba su hogar durante las fiestas, las mujeres de los pobres de la ciudad se veían obligadas a salir cotidianamente para completar los ingresos familiares. Efectivamente, el mundo de las mujeres privilegiadas era el encierro. El teatro tampoco resultaba ajeno a esta manera de comprender el mundo y, durante las representaciones, el público recibía las enseñanzas de los autores sobre los distintos aspectos de la vida ciudadana. En esas obras, el mensaje era claro, absolutamente indubitable: la ausencia de límites se representaba como un horror y la pérdida de la rectitud se describe como una caída en el precipicio de la degradación. Las comedias no escapaban de estas características, aunque de ellas apenas nos quedan unas pocas muestras. Dicen que en la biblioteca de Alejandría se conservaban 365 obras de la comedia antigua y que la mayoría se perdieron para siempre: de Aristófanes existían 44 obras —aunque el total de las que escribió nos es desconocido—, pero sólo sobrevivieron once y, entre ellas, se encuentra Lisístrata. Muy poco sabemos de la vida de Aristófanes: tenemos claro que era ateniense y, por lo que se lee en las obras que se conservan, podemos pensar que estaba en contra de la Guerra del Peloponeso. En sus comedias —según lo señala José García López— hay una gran cantidad de alusiones políticas, “una imagen grotesca de la ciudad [que se construye gracias a la] referencia constante a los acontecimientos, personajes, instituciones políticas y culturales de la sociedad ateniense, a los que somete a juicio y crítica, en ocasiones de manera muy dura y burlona”. Esto es justamente lo que ocurre en Lisístrata, la comedia protagonizada por la mujer que le da nombre y que —harta de la guerra— decide convocar a una huelga de piernas cruzadas hasta que los atenienses y los espartanos firmen la paz. Lo que ellas juran no es poca cosa: No habrá nadie, ni amante ni esposo […] que se me acerque empalmado […]. Y, en casa, sin toro, pasaré la vida con túnica azafranada y bien adornada, para que mi esposo se encienda muchísimo por mí, […] y jamás, de grado, obedeceré a mi esposo […]. Y, si, no queriéndolo yo, me fuerza con violencia de mal grado cederé y no me moveré al compás, ni levantaré hacia el techo mis zapatillas persas ni me pondré leona sobre el rallador de queso. Después de este juramento, las mujeres ponen en marcha su plan y, además de mostrarnos algunos de los mejores momentos de la comedia fálica, a fuerza insatisfacción logran doblegar a sus hombres para que firmen la paz. Es un hecho que los atenienses se reían a raudales durante las representaciones de Lisístrata; sin embargo, habría que preguntarse ¿de qué se reían? En las lecturas y en las representaciones de hoy, la manera de comprender a Lisístrata nos parece correcta: ella es la organizadora de las mujeres que se revelan en contra de la guerra y triunfan sobre los varones, al tiempo que los chistes fálicos continúan manteniendo su frescura. Sin embargo, también podemos pensar que los antiguos griegos se carcajeaban por otras razones: Lisístrata no era una protofeminista, sino una persona que había perdido los límites y la rectitud al grado que era posible burlarse de ella. Con su huelga de piernas cruzadas quizá ocurría lo mismo: las mujeres destinadas a parir ciudadanos bien podían ser sustituidas por las pórnai, las pallakaí, las hetairai, que cobraban de distintas maneras por entregar sus favores y, si acaso ellas se sumaban al movimiento delirante, aún quedaba la posibilidad de los efebos. La risa del público que asistía a las funciones de Lisístrata era absolutamente distinta de la nuestra: las mujeres que se rebelaban y se negaban a cumplir su función de ser la labranza de los hijos legítimos, las que eran presa de la histeria y se pensaban capaces de doblegar a los hombres, bien podrían ser las pobladoras del mundo creado por Aristófanes. La risa de los griegos es una acción que hoy se revela como una incorrección política.+

José Luis Trueba Lara. Escritor, editor y profe. Colabora en la radio y de pilón sale en la tele. Duerme la siesta con su esposa y ha publicado varios libros. Es un lector que ha llegado al extremo de trabajar para pagarse el vicio. Twitter: @TruebaLara

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Fotografía: Enrique Abe

Entrevista José Luis Trueba Lara

Rodrigo Morlesin:

Luna ranchera, el western y los que sí la hacen

Rodrigo Morlesin me mira desde el otro lado de la pantalla. Ninguno de los dos nos sentimos incómodos por esta manera de encontrarnos: desde 2019 los encuentros entre las personas comenzaron a transformarse en una serie de bits. El motivo de esta reunión es casi obvio: tenemos que conversar sobre Luna ranchera (MacMillan Castillo, 2023), su nuevo libro, que cuenta la historia de dos perritas que lograron el éxito como cantantes en la frontera norte e hicieron suyas las imágenes del western y la música de Willie Nelson, Dolly Parton o Patsy Cline, aunque en sus canciones también hay un dejo de los corridos norteños que pueden contar la otra historia de sus protagonistas. En este encuentro, lo importante era que un lector y un autor nos reuniéramos para conversar sobre la creación de un libro, de una pequeña maravilla que tomó la forma de un álbum. 12


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Seguramente estarás de acuerdo conmigo en que los libros no logran su existencia plena sin los lectores. Ellos son los que les dan vida y determinan su futuro. Por esta razón, permíteme contarte mi experiencia como lector de Luna ranchera. Te confieso que los libros ilustrados me meten en problemas: no resulta extraño que en sus páginas exista un pequeño bache entre lo que se ve y lo que se lee. Pero en Luna ranchera el diálogo entre las palabras y las imágenes es perfecto, a tal grado que parece que los textos los habías creado del tamaño exacto para que rimaran con la imagen. ¿Por qué les salió tan chulo? ¿Cómo fue que se logró este diálogo entre Rodrigo y Mariana Ruiz Johnson? Aunque no lo creas, esto no fue premeditado; se trató de una coincidencia absoluta. Todo comenzó cuando Leonard Marcus —el historiador estadounidense de la literatura infantil— me hizo una pregunta que desembocó en Luna ranchera: “¿No tienes una historia que nos presentes a la editorial?”. Leonard trabaja en una editorial que se llama Astra y, en ese momento, estaban lanzando el sello en Estados Unidos. La verdad es que le contesté lo mejor que pude: “Mira, tengo esta servilleta y aquí, más o menos, hay una historia”. Francamente yo no esperaba nada: la anécdota apenas estaba bosquejada y, en ese momento, pertenecía al mundo de lo nebuloso. La historia de Luna ranchera —tú lo sabes bien— podría ser idéntica a las se quedan olvidadas en un cuaderno, en un ticket o en la palma de la mano y que, por razones absolutamente azarosas, no se transforman en libros. Tienes razón: ahí quedan muchas historias que terminan olvidadas o encarceladas en un cajón. Pero ¿qué pasó después de la servilleta? Pues resulta que les encantó la idea y comenzamos a trabajar en ella. A partir del boceto en la servilleta, Leonard, María Russo —quien era la editora de libros para niños en el New York Times— y Sara Lisa Paulson, la traductora, la redondeamos hasta que todos quedamos convencidos. Aunque no parezca, la presencia de la traductora fue muy importante, porque yo escribí Luna ranchera en español y, posteriormente, en inglés. Sin embargo, había algo que les faltaba a mis palabras para que fuera inglés fronterizo. Yo no tenía pensado que esa servilleta podía convertirse en un libro tan rápidamente. Cuando el texto quedó listo, empezamos a pensar en quién lo ilustraría. En esto también ocurrió una coincidencia, una casualidad maravillosa. Hacía algún tiempo, yo le había presentado a Leonard el trabajo de Mariana Ruiz Johnson, pero para que hiciera otro libro. Y, en una de esas conversaciones salió la idea de que ella lo ilustrara. Mariana apenas me conocía por mis cápsulas y mis libros, y yo sólo conocía sus ilustraciones. Para mi sorpresa, casi de inmediato me dijeron: “Va con Mariana”. Ella aceptó, y para mí fue un gozo. Durante más de un año trabajamos juntos. Hablábamos por teléfono y nuestras palabras se adentraban en el cine, en los westerns que, de alguna manera, se muestran en

el libro; pero también hablábamos de Patsy Cline, de Willie Nelson o de Dolly Parton. El formato del libro tiene mucho que ver con esto: es apaisado y te ofrece una mirada parecida a la del western. Creo que las historias pueden volverse libros porque se comparten, porque dormimos y comemos con ellas. Un día le dije a Mariana: “Un personaje tuyo me recuerda a Lowly Worm, uno de los personajes de Richard Scarry”. Ella me contestó que también le encantaba y por eso lo había invitado a participar en Luna ranchera. Así pues, en este libro también están todas las coincidencias, todos los amigos en común y, además, la certeza de que no se puede vivir sin las historias. No podemos vivir sin los libros Pero Lowly Worm no es el único cameo que hay en Luna ranchera… ¡Nos viste! Mariana y yo aparecemos un par de veces. Ésta es otra de las maravillosas coincidencias que ocurrieron en el libro. Cuando me reúno con los pequeños lectores, yo puedo darme el lujo de transformar la ficción en realidad: “Esta historia no me la contaron —les digo—, yo estaba ahí. Y si lo dudas, mira nomás: ahí estoy, al lado de Mariana”. Sin embargo, la historia también resulta real por otras razones. Efectivamente, la escuché en Colombia cuando estaba de gira con mi primera novela. En esa ocasión, llegamos a un hospedaje en el que rentaban una habitación y los dueños vivían en la misma casa. Ellos tenían dos perritas: una se llamaba Ranchi y la otra, Luna. La última noche que estuve con ellos antes de regresar a México, me contaron la historia de sus perritas. Ellas eran perritas de campo, que se robaban truchas del criadero. También nos contaron una anécdota muy fuerte, que se transformó en una escena del libro: la vez que una persona las correteó disparándoles con una pistola. Sin embargo, en Luna ranchera no la recreamos con todo el realismo: a ese hombre le pusimos balas de juguete y pantuflas de conejo. En buena medida, esto se debe a que justo ese año me tocó vivir un tiroteo en Los Ángeles. Una parte de lo que se cuenta en Luna ranchera es la historia real de dos perritas que conozco y quiero muchísimo. Ya después me encontré con la música y el cine, y supe que con estos ingredientes podíamos crear una nueva historia. El libro comienza con unos animalitos que dicen: “Qué suerte tienen Luna y Ranchera porque están los cuernos de la Luna, que para cantar sólo tuvieron que abrir el hocico y después de eso se llenaron la pancita de chuletas”. Sin embargo, conforme nos adentramos en el libro, descubrimos que las cosas no fueron tan fáciles. Esto también me pasó a mí: mucha gente a mi alrededor no se daba cuenta de que el acto de escribir te enfrenta a muchas adversidades. Una vida que, en mi caso, fue muy complicada, porque hubo momentos de hambre y carencias; pero eso lo olvidaron fácilmente algunos amigos que me conocían de toda la vida. En este sentido, Luna ranchera también cuenta lo que sucede en la vida de las personas. Finalmente, lo importante es que esta historia —si la lee una niña o un niño— se trata de la aventura de las dos perritas; pero, si la lee un adulto, puede encontrar otro universo que lo llevará a reflexionar. Cuando presenté el libro en la fil Guadalajara, Nueva York y Los Ángeles, descubrí que los niños entienden muy bien la pobreza que viven los personajes, pero también comprenden perfectamente bien que es posible salir adelante. Me parece increíble. En cambio, la mirada de los adultos que me acompañaron en estas ocasiones fue muy distinta: ellos se encontraron con la migración, con el hambre, con una madre soltera que hace todo para alimentar a sus cachorros, incluso arriesgar la vida. Y, por supuesto, también está la familia como eje central de la historia, que se apoya en las buenas y en las malas. Luna ranchera tiene distintos registros: algunos fueron creados de manera intencional por Mariana y por mí, pero otros —como siempre sucede en la literatura— corren por cuenta de los lectores que descubren y se apropian de la historia.+ 13


I Uno de mis primeros recuerdos consiste en la televisión encendida en la casa de mis abuelos maternos; en ella, una niñera de voz aguda y ropa fabulosa se mostraba irreverente, práctica, ligeramente maleducada. Mi abuelo se moría de risa con el personaje de la nana Fine: una chica de Queens, Nueva York, con el don de la autenticidad, que alegraba la casa de los Sheffield, una familia británica de modales severos. Eran los noventa y The Nanny había logrado conquistar Latinoamérica en un tiempo en el que no todas las producciones de televisión eran internacionales. Fran Drescher concibió, produjo y protagonizó esta sitcom durante seis años y seis temporadas. En el proceso creativo, además, participó su entonces esposo, Peter Marc Jacobson; sin embargo, la genialidad de esta chica judía de ascendencia italiana siempre brilló por encima de lo esperado. Uno de los factores del éxito de The Nanny es el carisma de Fran, su invitación a disfrutar de la vida, la comida y los coqueteos. Esta forma de ser contradecía el listado de normas que todas las mujeres recibimos cuando llegamos al mundo: la discreción, la abnegación, el mandato del sufrimiento. Mientras tanto, Fran se comía una cubeta de pollo empanizado; se salía con la suya, y —sorprendentemente— también nos provocaba mucha ternura. La nana Fine llevó al gran público una verdad que otras grandes humoristas tenían una década planteando: las mujeres nos reímos. Nos burlamos de las circunstancias, de nosotras mismas y —lamento revelarlo— también nos reímos de ti. El sentido del humor es la postura de las mujeres más inteligentes que conozco, que también suelen ser las más honestas consigo mismas. Esas amigas que se meten en situaciones ridículas, pero también las resuelven y, unos días después, te lo cuentan con los ojos llorosos y un chiste al respecto. Reír significa reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestras expectativas. Por eso, las personas graciosas nos conquistan de inmediato. No están escondiendo nada. Te ofrecen un espacio seguro para que tú también seas una humana absurda.

Fran Drescher

Tema del mes

Las chicas sólo quieren divertirse

Mariana Aguilar Mejía

II En el cine, la guionista, directora y periodista Nora Ephron mostró la vida secreta de las estadounidenses modernas. Ella escribió los guiones para películas que siguen liderando el género de las comedias románticas, entre éstas, Cuando Harry conoció a Sally o Tienes un e-mail. Nora también escribió un libro de venganza por la infidelidad de su esposo: Heartburn (traducido como Se acabó el pastel). Pero su derroche de estilo más gracioso tal vez esté en los dos últimos libros que publicó, cuando ya había envejecido y era capaz de ridiculizar las exigencias que las buenas chicas no cuestionan. Nora escribió No me gusta mi cuello (Libros del Asteroide, 2023) en 2006. Se trata de una serie de ensayos breves en los que habla acerca de envejecer cuando eres mujer, cómo sobrevivir a un divorcio, la etapa de tener hijos adolescentes y hasta un capítulo de “Cosas que me gustaría haber sabido”. Todo esto lo cuenta desde una mirada divertida y, al final, esperanzadora. Pero, además, conecta con todas esas mujeres que a veces quisiéramos alinearnos al orden, pero no podemos. En el capítulo titulado “Odio mi bolso”, la autora advierte:

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Phoebe Waller-Bridge

Esto es para las mujeres con bolsos que son un vertedero de caramelos Tic Tac, ibuprofenos perdidos, pintalabios sin funda, bálsamo labial de cosecha desconocida, restos de tabaco (aunque lleven por lo menos diez años sin fumar) […], gafas con los cristales rayados, una bolsita de té vieja, varios cheques arrugados y llenos de manchas y un cepillo de dientes sin funda con pinta de haberse utilizado para limpiar la plata. En su último libro, No me acuerdo de nada (Libros del Asteroide, 2022), escrito en 2010, antes de su muerte, Nora se sincera y relata sus propios fracasos con una sonrisa de irreverencia. El autoconocimiento tiene este componente porque, si no, no seríamos capaces de avanzar. Dicen por ahí que “sin cringe no hay evolución”: si no ridiculizamos un poco nuestra propia historia, no existe la autocrítica y nos quedamos con la idea de habitar un personaje que no somos nosotras mismas.


Nora Ephron

III Pero también existen mujeres cuyo humor resulta irritante para algunos. Sobre todo, para quienes creen que hay cosas incuestionables. Entre estas escritoras, está Fran Lebowitz, a quien algunos definen como mordaz, cruel y políticamente incorrecta. Hipótesis: hay a quienes les molesta el humor de Lebowitz porque está llena de seguridad en sí misma. En su libro Un día cualquiera en Nueva York (Tusquets, 2021), la autora se encarga de ridiculizar la sofisticada vida de sus conciudadanos (incluyéndose) y el ámbito artístico-cultural con total cinismo: 13:20. Bajo a recoger el correo. Vuelvo a la cama. Nueve envíos de revistas, cuatro invitaciones de cine, dos recibos, la invitación a una fiesta en honor de un famoso heroinómano, un aviso de corte de teléfono de la New York Telephone y tres cartas recriminatorias de lectoras de Mademoiselle que quieren saber cómo me atrevo a tratar a las plantas domésticas —seres verdes y vivos— con tan descarada falta de respeto.

IV Censurable. Así es la protagonista de Fleabag, la serie escrita, producida y actuada por Phoebe Waller-Bridge (qué increíbles son estas mujeres capaces de acompañar sus creaciones en todos los ámbitos). Me atrevería a decir que esta producción británica representa a toda una generación actual de mujeres independientes, sensibles y contradictorias que están descubriendo su lugar en el mundo. Fleabag se traduce como “bolsa de pulgas”, una descripción afín a los sentimientos que la protagonista experimenta sobre sí misma de forma constante. Sólo son dos temporadas, pero en éstas vemos cómo una mujer joven, dueña de un café en decadencia y adicta a la seducción, transita sus duelos con un aparente cinismo. El humor negro de Fleabag se dirige hacia sí misma y hacia las restricciones en las que viven otras mujeres, como su hermana, Claire, una empresaria exitosa casada un tipo muy desagradable. La protagonista se dirige a la cámara para decir lo que realmente piensa. Todo el tiempo comprueba que los espectadores sepamos que opina y siente una cosa, pero actúa de otra (como cuando le coquetea a un hombre en el autobús y luego se da cuenta de que tiene una dentadura rara y que no entiende sus chistes, pero igual accede a salir con él). La autoconciencia de esta chica de cabello corto y figura delgada es absoluta. Es humana, una idealista que se protege fingiendo que nada le importa. Al principio, Phoebe Waller-Brigde escribió esta historia como una obra de teatro. Su proceso creativo explica por qué Fleabag resulta tan encantadora. En la introducción al guion publicado, cuenta:

Fran Lebowitz

Con Fran Lebowitz a la cabeza, resulta claro que el humor de las mujeres empieza a irritar cuando provoca; entonces se convierte en una amenaza.

Estoy obsesionada con las audiencias. ¿Cómo haces que la gente prefiera un personaje sobre otro? ¿Cómo haces que tu público perdone un crimen terrible? ¿Cómo los haces reír en un momento y al siguiente los haces sentir profundamente diferentes? Estuve buscando como loca nuevas maneras de sorprender a la audiencia.

V Cada vez hay más mujeres escribiendo humor porque cada vez hay más mujeres cuestionando al mundo. En lengua española tenemos a la argentina Malena Pichot, mejor conocida gracias a su stand up Estupidez compleja, que forma parte del catálogo de Netflix. También son muy divertidas las españolas Lucía Lijtmaer e Isa Calderón, creadoras del pódcast Deforme semanal, en el que discuten temas apasionantes con inteligencia y humor. Desde las agudas escritoras neoyorkinas, la niñera más icónica y la experimentación teatral de Fleabag hasta las carcajadas de nuestras amigas, mamás y tías, deseo que todas las mujeres atravesemos cientos de experiencias llenas de libertad, amor y aprendizajes, pero, sobre todo, que no falten las risas.+

Mariana Aguilar Mejía estudió letras latinoamericanas; después entró al mundo editorial y no ha salido de ahí. Twitter: @chau_mariana

Malena Pichot

El cometido de Phoebe con esta serie era que “el drama de la historia de esta mujer entrara por las bocas abiertas en una carcajada y llegara a lo más profundo de sus corazones”. La protagonista de la serie es tan divertida como vulnerable, y claro que nos conmueve. En un momento de crisis, se pregunta: “O todos se sienten así un poco y simplemente no están hablando de eso, o estoy completamente sola”. Lo que sucede con Fleabag es que nos hace sentir totalmente acompañadas.

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Tema del mes

Reír es otra Mercedes Alvarado

manera

de retar al mundo

Una mujer sube al estrecho escenario en un bar de sótano en el centro de Manhattan: lleva un camisón delgado bajo el abrigo; está borracha y muy enojada. Es la década de 1950 y nada en esta imagen se corresponde con lo que ―entonces y quizá ahora― una señora judía de clase alta, madre de familia y esposa, debería ser. Y sí, es una señora, aunque su marido acaba de decirle, en la víspera de una esperada celebración, que la deja, que tiene a otra, que no quiere esa vida.

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Es así como Amy Sherman-Palladino —guionista y directora de series estadounidense, entre las cuales destaca Gilmore Girls— nos presenta a Midge Maisel, protagonista de La maravillosa Sra. Maisel: una joven de 24 años en crisis que, inesperadamente, encuentra la manera de lidiar consigo misma subiéndose al plató para hacer pública su desgracia y, aun peor, reírse de sí misma. A lo largo de cinco temporadas, la acompañamos en la no poco ambiciosa empresa de lograr para ella aquello que sólo los varones podían tener: una carrera. Ya decía Freud que el humor es una manera de ganar control, y no resultan pocos los estudios socioculturales que se refieren a la sátira y la ironía como un medio para defendernos, desafiar las ideologías dominantes o ejercer una crítica a los esquemas de autoridad en los que vivimos. Pero no basta con enfrentarse a lo establecido: toda buena comediante debe saber, también, que forma parte de ese sistema, que su propia existencia hace que la rueda siga girando. Quizá sea ésta la razón por la que el personaje de Midge funciona tan bien: porque asume su gusto por la moda, las clases de aerobics y los concursos de traje de baño —todas éstas, actividades típicamente femeninas—, pero sabe, y no tiene miedo a decirlo, que quiere mucho más que sólo eso. Y peleará, chiste a chiste y escenario tras escenario, por tener un trabajo, una paga justa, el respeto de sus colegas y la admiración de su familia. Gran acierto de Sherman, haber incluido en la trama al mítico Lenny Bruce, aquel cómico estadounidense que fue arrestado en numerosas ocasiones por hablar de los problemas raciales, políticos y sexuales de una sociedad que condenaba como obsceno todo aquello que incomodara las buenas costumbres. Si la figura de Bruce resulta controversial históricamente, la de Midge está a la altura del escándalo: es arrestada por decir groserías; señala las incoherencias de sus colegas; tiene una opinión; exalta los estereotipos de religión y clase; habla con detalle sobre el fracaso matrimonial; exhibe las manías y los hábitos de sus padres; hace chistes alrededor de cada uno de los aspectos de su poco convencional estilo de vida, y ridiculiza su incapacidad para cumplir con las expectativas que el entorno sigue demandándole. Al poner en evidencia la suma de acciones que la protagonista debe ejecutar y los obstáculos por esquivar con el objetivo de cumplir —o decepcionar lo menos posible— a quienes la rodean, salta a la vista lo verdaderamente absurdo: las expectativas, los paradigmas, las demandas y la obligación de ser intachable, discreta y no demasiado exitosa; de encajar lo suficiente con el plan previamente diseñado para ella. Hay una constante de esfuerzos en los cuales van cambiando los escenarios y personajes; una serie de circunstancias específicas que arrojan, una y otra vez, el mismo resultado en la ecuación, y es que es alto —a veces demasiado— el precio a pagar por ser la mujer que una quiere ser y no la que se espera. En este encararse con la realidad desde la risa y la autoconfrontación, encontramos gestos que nos parecen familiares: protagonistas que marcaron historia en la televisión como Elaine, de Seinfeild, defendiendo con ímpetu su derecho a no ser madre cada vez que se le cuestionaba; Fran Fine lanzando evasivas graciosas, aunque firmes, ante la constante presión de su madre por encontrar un buen marido; está también, un poco más atrás en el tiempo, la tenacidad de Lucy Ricardo por abrirse camino en el mundo del espectáculo, pese a todas las veces que se sintió excluida o poco hábil en sus intentos, y, entre las más recientes, la serie inglesa Fleabag, cuya protagonista vive sorteando las tragedias cotidianas con una mirada cargada de humor negro hacia sus propias carencias afectivas. Señalar en el otro algún vicio de carácter o estereotipo requiere de una aguda capacidad de observación y un sentido crítico de la realidad, que no siempre se conjugan con gracia. Pienso ahora en la desenvuelta doncella Altisidora que, en la segunda parte del Quijote, le lanza burlescos versos acusándole de robar sus ligas para provocarlo en su obsesión por la honra, que repetidamente defiende el caballero. O en los cuentos de Rosario Ferré, que acentúan los roles de género y el papel pasivo de las mujeres en el Puerto Rico de mediados del siglo pasado cuando relata, en voz de sus personajes, los confusos reacomodos de las clases sociales y sus inútiles intentos por permanecer en un privilegio que a todas luces había caído en decadencia.

La escritora feminista Hélène Cixous se refirió en algún ensayo a Medusa como una mujer “hermosa y que ríe”, señalando el gesto como el triunfo de aquella que utiliza su voz —además de su carcajada— para nombrar algo y hacer posible un cambio en su entorno. Y es que, lo sabemos las lectoras: las mujeres verdaderamente peligrosas son aquellas que se atreven a decir lo que debería callarse. Ya Rosario Castellanos abordó ampliamente en Mujer que sabe latín el uso de la ironía y el humor como estrategias tanto para cuestionar y desafiar los arquetipos como para liberarse de ellos. Ella misma construyó buena parte de su obra mediante estos recursos, para ofrecer un amplio panorama de cómo las mujeres eran encasilladas con base en ciertos modelos y expectativas. En uno de sus poemas más representativos, “Kinsey Report”, utiliza la voz de seis mujeres típicas —casada, soltera, divorciada, virgen, lesbiana y señorita— que hablan de su vida sexual exagerando la culpa o represión, aunque dejando ver, con una dolorosa y divertida mordacidad, el peso de aquello que se les había negado. Otra poeta mexicana, Dana Gelinas, confecciona en Los trajes nuevos del emperador, una serie de retratos de figuras relevantes —muchos de ellos de la vida política nacional e internacional, y otros más domésticos— basados en los rasgos más peculiares de sus personalidades. Su mirada lacónica frente a datos biográficos, caprichos y rarezas logra que sea el personaje mismo quien se ridiculiza frente a la mirada del lector. En otro formato y género tenemos El libro de Eva, novela de Carmen Boullosa que propone una reescritura del mito bíblico. En esta obra, es ella: la que comió la manzana, quien descubre asombrada las maravillas del no-paraíso y se va apropiando del universo terrenal, resolviendo los dilemas diarios, conociendo y dando nombre a cada cosa en su nuevo entorno, con una capacidad analítica y de aprendizaje propias, sin estar supeditada —aunque sí acompañada— de Adán. Una historia de dos que dista mucho de lo que nos habían contado. Como bien dice Midge Maisel en alguno de sus actos, las mujeres observamos, analizamos, cuestionamos, resolvemos. Estamos constantemente al cuidado de aquellos que nos rodean, incluso cuando esto significa partirse en tres trabajos, ganar menos o justificar las decisiones que tomamos pensando sólo en eso otro que también queremos. En este esfuerzo, sobran ocasiones para que algo salga mal: nos equivocamos en el cálculo o en el destino; perdemos cosas o nos encontramos con odiseas poco elegantes. Todo esto conforma el material para el acto, porque nada más sano que reírnos de nuestros intentos. Midge finaliza el monólogo, ya como una comediante en vías de consolidar su posición en el ámbito, con una sentencia que —me parece— vale pensar: quizá las mujeres siempre estuvimos a cargo, pero nadie nos lo había dicho. La maravillosa Sra. Maisel lo sabe: hacer reír es otra manera de retar al mundo.+

Mercedes Alvarado es escritora. Ha publicado cuatro libros de poesía y, de vez en cuando, conspira con sus amigos para hacer poesía con música en cortometrajes o puestas en escena.

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Tema del mes

Astérix La reinvención de

:

entre el humor y la nostalgia

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Dany Saadia Si te gustan los cómics, quiero decir, si te gustan los cómics, entonces seguro que tienes el universo de Astérix en un rinconcito del corazón. Desde que René Goscinny y Albert Uderzo dieron a luz esta serie de historietas, allá por 1959, la aldea de nuestro adorado galo que no se rinde al inmenso poder de Roma ha cautivado a una generación tras otra con su humor, su imaginación y las fantásticas aventuras de unos personajes entrañables, tan nuestros, que forman parte ya de una historia colectiva, de nuestra memoria común. Pero sabíamos que Astérix, Obélix y hasta el mismísimo Julio César se enfrentaban a su hazaña más difícil: sobrevivir a la marcha de sus creadores a ese cielo que temían que pudiera caer sobre sus cabezas. Goscinny nos dejó hace más de cuarenta años y Uderzo, muy viejito, en 2020. Y… la verdad, ya no se podía seguir estirando más. Después de esta pérdida, había que preservar la esencia del cómic, pero también llevarla a la generación Alfa: la de Netflix, Roblox y TikTok. Afortunadamente, encomendaron semejante tarea al escritor Fabrice Caro, o sea, Fabcaro. Hay que tener un par —o tres— para aceptar. Y Fabcaro es bueno, ¿eh? Un auténtico camaleón del arte. Soy fan de su trayectoria como guionista de cómics, en la cual exhibe una versatilidad asombrosa. Sus historias, entre lo absurdo y lo profundamente autocrítico, se sirven aliñadas con un humor poco convencional. Obras como Le Discours y Zaï Zaï Zaï Zaï no sólo han conquistado las páginas, sino también la gran pantalla. Pero aquí se juega en otra división. Es decir, meterse con Astérix y caerle atravesado al gigantesco fandom que somos —arruinar las añoradas memorias de nuestra niñez y nuestra juventud— no sólo puede acabar con una brillante carrera como la de Fabcaro, también atrae ese tipo particular de odio vitriólico que vuelve tóxico hasta al aire que respiras y te perseguirá para siempre. Así que esperé pacientemente a que sacaran el tomo 40 de Astérix, El lirio blanco (Hachette/Goscinny-Uderzo, 2023), con el efectivo en una mano (“¡Cállate y toma mi dinero!”) y el cuchillo de trinchar jabalíes en la otra. Para obsequiar a Obélix, por si acaso. Salió en octubre de 2023. Allá fui yo, con toda la artillería. Es genial. No es un digno sucesor de Goscinny y Uderzo: es el digno sucesor de Goscinny y Uderzo. Ahí siguen estando Astérix, Obélix y todos los demás, en la aldea de siempre, pero ante nuestro tiempo, abordando temas que van desde el crecimiento personal hasta las guruseces de los gurús de la autoayuda. Es más: como en una pócima magistral del druida Panorámix, combina una lúcida evolución psicológica de los personajes —destaca ese Obélix eternamente fuerte y tierno a su modo— con el arte de Didier Conrad. En El lirio blanco, los trazos de Conrad capturan, por fin a la perfección, ambientes, acciones y emociones en una danza de planos y contraplanos que rozan lo cinematográfico. Podemos guardar tranquilos el cuchillo de los jabalíes. La incorporación de Fabcaro no representa una mera continuación de futuro dudoso: es una reinvención. El lirio blanco demuestra que se puede honrar el legado de gigantes como Goscinny y Uderzo con el máximo respeto desde lugares que no existían en 1959. Esta pócima mágica entre tradición, innovación y audacia logra que esos viejos galos sigan capturando la imaginación de todas las edades hoy. El lirio blanco de Fabcaro es una evolución y una declaración de que la icónica saga de Astérix sigue más viva y relevante que nunca. Y, como al final de todas las aventuras de Astérix, nos vemos en la página 48, cenando jabalíes y bebiendo cerveza alrededor de la fogata, contentos y victoriosos.+

“¡Están locos estos romanos!”

“¡Por Tutatis!”

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Entrevista

Benito Taibo: José Luis Trueba Lara

todos merecemos tener una novela sobre nuestras vidas

Una conversación sin preámbulos sobre Cuatro veranos

Déjame comenzar con una pregunta que tal vez te podría parecer muy extraña. Hace unos días estaba leyendo un libro de Roberto Calasso: Memè Scianca, en el que recuerda su niñez y su juventud. Ahí dice algo maravilloso, que me atrevo a citar de memoria: todos los escritores estamos irremediablemente condenados a convertirnos en escribas de nosotros mismos. ¿Te parece correcta esta idea para adentrarnos en Cuatro veranos (Planeta, 2023)? ¡Qué hermosa idea! No sólo la comparto, sino que también quisiera redondearla: Cuatro veranos es una autoficción, yo soy el personaje. El libro parte de una verdad que me parece irrebatible y que resulta muy cercana a Calasso: todos merecemos tener una novela sobre nuestras vidas. La razón de esto es muy fácil de explicar: no importa lo pequeño o lo grande que sea, siempre hay un momento en el que algo te sucede, aunque pueda parecer ordinario para los otros; sin embargo, para ti representa algo absolutamente extraordinario. Estoy pensando en los hechos que cambian tu dirección, tu visión, tu manera de ser; algo que transforma todo lo que te rodea. Y eso que te sucede merece ser contado. Por otro lado, y ambos lo sabemos muy bien, los escritores pasamos el tiempo jugando a la ruleta, apostando en contra del olvido. Sin embargo, la memoria es una mujer malvada que te engaña sin sentir un dejo de piedad. Afortunadamente, existe la literatura, que nos permite embellecer sus mentiras. No olvidemos que nosotros también somos mentirosos y, justo por eso, la literatura es una gran mentira que se convierte en verdad tan pronto como otros ojos se posan en las letras que ponemos en el papel. Cuando terminé de leer tu novela quedé convencido de que en ella hay un encuentro maravilloso con el que fuiste, con un joven al que miras con gran cariño y benevolencia, con humor y con cierta nostalgia. Efectivamente, Cuatro veranos está marcada por la reconciliación. Durante la escritura de esos viajes pude volver a mirar al joven que era con mucho cariño, pero también con una gran sonrisa. Si no nos reímos de nosotros mismos, no tenemos derecho a reírnos de los demás.

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Lo que a mí me sucedió con esta novela no es una excentricidad: tenía que verme en el espejo que me reflejaba, en el cristal que mostraba tanto lo bueno como lo malo de mí mismo. No fui mucho más lejos, pues también tenía monstruos y fantasmas que quizá no aparecen en la novela. Ellos estaban ahí, siempre presentes, y más de una vez casi me cuestan la vida. Pero logré sobrevivir gracias a la ayuda de gente increíble como mis padres, mi esposa, mis amigos y todos aquellos que han estado cerca de mí y siempre han sido muy generosos con lo que hago, escribo, pienso y digo. Después de volver de esos viajes, hay algo que tengo perfectamente claro: sigo siendo el mismo que fui cuando tenía 16 años. Hoy sigo pensando que hay que cambiar el mundo —poco importa si mucho o poco, lo importante es cambiarlo—, y que todos tenemos que ofrecer una mano para que esto suceda. También confirmé que estamos hechos de manías, de recuerdos, de cine, de comida, de libros, de amores perdidos, de amores encontrados, de momentos en los que la justicia —por pequeña que sea— se cierra en un momento determinado y también permite que sucedan cosas espléndidas. Al cerrar Cuatro veranos, quedé convencido de que los viajes que narras tienen algunas constantes. El cine, la literatura y la comida quizá representan las más notorias. No por casualidad te muestras como un cinéfilo de trinchera. Absolutamente. Cuando tenía 17 años me convertí en un devoto del cineclub de la Universidad de Nuevo México. La entrada costaba 50 centavos de dólar y podías ver seis películas al día. Ése fue uno de los mejores hallazgos de mi vida: ahí descubrí el neorrealismo italiano con Ladrón de bicicletas a la cabeza; ahí también me encontré a la nueva ola francesa y Los 400 golpes de Truffaut y, por supuesto, también vi el nuevo cine americano. En esos días también me encontré con una película que me impactó muchísimo: Billy Jack. El caso es que veía cuatro o cinco películas todos los días, mientras escuchaba las mejores clases sobre el Siglo de Oro español que he tenido en mi vida. En esas clases, descubrí que lo mío era el Siglo de Oro y volví sabiendo mucho de Quevedo, de Góngora, de esa época auténtica y poderosa. Así comprendí la fuerza de la literatura: si escuchas un poema, además de que la maravilla entra por los oídos, descubres


que todos estamos hechos de pasiones y, además, que éstas no tienen fecha de caducidad. Creo que por eso funciona la literatura. Pessoa dijo que la literatura existe porque el mundo no es suficiente, y estoy completamente seguro de eso. Me encanta lo que dices; sin embargo, la literatura también tiene otros poderes, al grado de hacernos parecer guapos. Un poema siempre ayuda a abrir las puertas del amor… Es cierto, la literatura nos hace guapos, pero también nos hace inteligentes y nos lleva a perseguir a una ballena por todo el mundo. Ella, además, nos permite explorar las profundidades de la tierra o volar al espacio. Nos hace capaces de ver con otros ojos, de probar con otros labios, de escuchar con otros oídos, y de latir con diferentes corazones mientras Ana Karenina yace muerta en la nieve. Es como una joya que nos permite no conformarnos con la triste y única vida que nos dan la biología y la naturaleza, sino vivir miles de vidas que están a nuestro alrededor y que estoy viendo en este momento. Y ella se transforma en el más profundo de los tatuajes. Cuando te miras en el espejo, no sabes si ese reflejo eres tú o si el de los libros que has leído. Tú no sabes si los personajes de la literatura fueron inventados o ellos te inventaron a ti. Por esto que dices, vuelvo a Pessoa: yo soy muchos, y soy muchos gracias a la literatura. Pessoa fue muchos gracias a sus heterónimos, pero yo soy muchos gracias a esos libros que me definen. Cuando te estaba leyendo, me acordé muchísimo de tu papá y de tu mamá, no sólo de sus comidas, sino también de sus libros claridosos, como aquel que advertía al lector que, cuando te digan “pica poquito”, en realidad significa “pica muchito”.

sino que le quedaba mucho mejor. En la casa de mis padres, además, el milagro de los panes y los peces de la Biblia apenas era una broma, porque lo veíamos todos los días. Diariamente comían con nosotros 16 o 17 personas y lo hacían muy bien. Comer es un acto social, cultural y antropológico que implica el rescate de la memoria y el reconocimiento del otro. En cada platillo se revela una historia que se extiende a lo largo de siglos y siglos, y que nos obliga a la felicidad: a la felicidad del sabor, a la de compartir y, por supuesto, a la de conversar y encontrarnos. Los griegos lo tenían muy claro: ellos inventaron la palabra eudaimonía. Estoy convencido de que por eso estamos en el mundo: para buscar la felicidad y, entre otras cosas, cuando pronuncio esta palabra, aparecen junto con ella la comida, el cine, la literatura y los amigos. Te confieso que hay algo que me hace sentir celoso y quiero preguntarte sobre eso: hay días en los que me despierto con ganas de rendirme, de decir que el mundo seguirá igual; entonces, me encierro en mi casa. En cambio, tú, desde el primero de los Cuatro veranos y hasta el día de hoy, sigues con el puño en alto. ¿Cómo le haces? Tengo mucha suerte de tener cómplices: jóvenes lectores a quienes nutro con mi alma, y ésta es otra confesión. Nos reconocemos cuando nos miramos a los ojos. Sabemos que, a la vuelta de la esquina, hay asombro, sorpresa, maravilla, pasión, aventura, romance. En cuanto abres un libro y lo hueles, descubres la memoria, el presente, el pasado, el futuro, todo lo que nos hace humanos. Justo como lo decía Terencio: nada de lo humano puede ser ajeno a nosotros.+

Ve la entrevista en mascultura.mx

Fotografía: Grupo Planeta

Mi madre era una cocinera increíble, alguien capaz de comer un plato en un restaurante muy importante y, dos días después, sin receta en mano, no sólo la repetía,


Extracto del libro

Jenette McCurdy

Me alegro de que mi madre haya muerto

Prólogo Es curioso que nos empeñemos en darles grandes noticias a los seres queridos que están en coma, como si el coma fuera algo que te ocurre porque te falta algo que te ilusione en la vida. Mamá está en la uci del hospital. El médico nos ha dicho que le quedan cuarenta y ocho horas de vida. La abuela, el abuelo y papá están en la sala de espera llamando a sus familiares y comiendo bocadillos de la máquina expendedora. La abuela dice que las galletas de mantequilla de cacahuete calman su ansiedad. Estoy de pie, rodeando el pequeño cuerpo comatoso de mamá con mis tres hermanos mayores: Marcus (el sensato), Dustin (el listo) y Scott (el sensible). Le limpio las comisuras de los ojos cerrados con un trapo y entonces empieza todo. —Mami —el sensato se inclina y susurra al oído de mamá—, voy a volver a California. Todos estamos expectantes, ilusionados por ver si mamá se despierta de repente. Nada. Entonces el listo da un paso adelante. —Mamá. Eh, mamá, Kate y yo nos vamos a casar. De nuevo, todos miramos esperanzados. Pero nada. El sensible se acerca. —Mamá… No puedo oír lo que dice el sensible para intentar que mamá despierte porque estoy demasiado ocupada pensando en lo que diré cuando llegue mi turno. Y ahora me toca a mí. Espero a que todos los demás bajen a buscar algo de comer para quedarme a solas con ella. Acerco la silla chirriante a su cama y me siento. Sonrío. Estoy a punto de sacar la artillería pesada. Olvida las bodas, olvida la mudanza. Tengo algo más importante que ofrecer. Algo que seguro que a mamá le importa más que nada. —Mami, ahora mismo estoy… muy delgada. Por fin he bajado a cuarenta kilos. Estoy en la uci con mi madre moribunda y lo que estoy segura que conseguirá que se despierte es el hecho de que en los días transcurridos desde que fue hospitalizada, mi miedo y mi tristeza se han convertido en el cóctel perfecto para provocarme anorexia y, finalmente, he alcanzado el peso que mamá tenía como objetivo para mí. Cuarenta kilos. Estoy tan segura de que esto funcionará que me reclino completamente en la silla y cruzo las piernas de forma pomposa. Espero a que vuelva en sí. Y espero. Y espero. Pero no lo hace. Nunca vuelve en sí. No le encuentro sentido. Si mi peso no es suficiente para que mamá se despierte, nada lo será. Y si nada puede despertarla, significa que se va a morir de verdad. Y si realmente se va a morir, ¿qué se supone que debo hacer conmigo misma? El propósito de mi vida siempre ha sido hacerla feliz, ser quien ella quiere que sea. Así que, sin mamá, ¿quién se supone que debo ser ahora?

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Antes I El regalo que tengo delante está envuelto en papel de Navidad aunque estemos a finales de junio. Nos ha sobrado mucho papel de las fiestas porque el abuelo compró el pack de una docena de rollos en Sam’s Club aunque mamá le dijo un millón de veces que la oferta no era tan buena. Despego —no rasgo— el papel, porque sé que a mamá le gusta guardar un trozo de cada regalo, y si lo rasgo en lugar de despegarlo, el papel no estará tan intacto como a ella le gustaría. Dustin dice que mamá es una acaparadora, pero mamá dice que simplemente le gusta conservar recuerdos de las cosas. Así que no lo rasgo. Miro a todos los que me observan. La abuela está allí, con su permanente abullonada, su nariz de botón y su intensidad, la misma intensidad que siempre sale a relucir cuando ve a alguien abrir un regalo. Se interesa mucho por la procedencia de los regalos, por su precio, por si estaban en oferta o no. Ella tiene que saber estas cosas. El abuelo también mira, y saca fotos mientras lo hace. Detesto que me hagan fotos, pero al abuelo le encanta hacerlas. Y no hay quien pare a un abuelo que quiere hacer algo. Como cuando mamá le dice que deje de comer helado de vainilla Tillamook todas las noches antes de acostarse porque no le hará ningún bien a su corazón, que ya está fallando, pero él no le hace caso. No dejará de comer su helado Tillamook ni dejará de hacer fotos. La verdad es que me enfadaría si no lo quisiera tanto. Papá está allí, medio dormido, como siempre. Mamá le da un codazo y le susurra que no está muy convencida de que su tiroides esté sana, entonces papá, irritado, le dice «mi tiroides está bien» y se vuelve a quedar medio dormido cinco segundos después. Esta es su dinámica habitual. O esto o una pelea a gritos. Yo prefiero esto. Marcus, Dustin y Scottie también están ahí. Los quiero a todos por diferentes razones. Marcus es muy responsable, muy sensato. Supongo que se debe a que es prácticamente un adulto (tiene quince años), pero aun así, tiene una fortaleza que no he visto en la mayoría de los adultos que me rodean. Me encanta Dustin, aunque parece un poco molesto conmigo la mayor parte del tiempo. Me encanta que se le den bien el dibujo, la historia y la geografía, tres cosas que a mí se me dan fatal. Intento felicitarle a menudo por las cosas que se le dan bien, pero él me llama marrullera. No estoy segura de lo que significa exactamente, pero por la forma en que lo dice debe ser un insulto. Aun así, estoy segura de que en secreto aprecia los cumplidos.+


diez datos para pensar en su legado

In memoriam

José Agustín:

La partida del escritor José Agustín representa una noticia triste para la literatura universal, no por predecible —pues su enfermedad se anunció hace tiempo— menos dolorosa. Sin embargo, en medio de esta pérdida, nos queda un legado impresionante para las letras mexicanas. Los lectores recordarán aquellas novelas que les llegaron a las manos y los deslumbraron: La tumba, De perfil, Se está haciendo tarde, Tragicomedia mexicana, entre muchas otras. A manera de homenaje, queremos enlistar diez claves del autor que nos dan luz acerca de su enorme herencia literaria. 1. El origen. José Agustín nació en Guadalajara en 1944 casi por accidente. Su padre era piloto y la familia se encontraba en este lugar. Sin embargo, el escritor siempre se sintió acapulqueño, como sus padres y sus hermanos. 2. Un niño prodigio. La lectura representó una de las pasiones de José Agustín desde la infancia, a partir de autores como Camus, Kerouac y los clásicos griegos. El niño compartía estos libros con sus hermanos. Con el tiempo, entró a un grupo de teatro y empezó a escribir obras (casi una por día) e historietas. Escribió su primer cuento a los once años. El autor cuenta que el libro que le hizo plantearse la carrera de escritor fue Lolita, de Nabokov, a los doce años. 3. Obsesionado con el rock. Un parteaguas de la infancia de José Agustín consistió en la irrupción del rock en el panorama mundial. Su padre le traía libros y discos de sus múltiples viajes. Así, pronto se convirtió en una enciclopedia andante del rock nacional e internacional, conocimientos que integró en su obra literaria. 4. El viaje a Cuba. A los 17 años, José Agustín contrajo matrimonio con Margarita Dalton (hermana del poeta Roque Dalton), por el puro placer de poder viajar juntos a Cuba cuando ambos eran menores de edad. Esta travesía cambió la vida del escritor para siempre. La Revolución cubana había triunfado dos años antes; se respiraba un ambiente de triunfo y el mundo cultural se encontraba en ebullición. El viaje, como el matrimonio, duró poco. 5. Juan José Arreola. Aun con su genialidad, no puede concebirse la brillante trayectoria de un joven José Agustín sin el acompañamiento de un escritor y editor fascinante. El autor cuenta que asistía a un taller literario con Juan José Arreola, pero además éste lo invitaba a su casa para corregir los textos minuciosamente. 6. La tumba. La primera novela de José Agustín se publicó cuando él contaba 17 años. La tumba causó una oleada de controversia entre la crítica literaria mexicana, pues ganó detractores y admiradores por igual. 7. El choque generacional. La literatura de José Agustín causó un gran revuelo entre los lectores jóvenes, que por fin se sentían comprendidos. La contracultura se convirtió en una brecha entre estos chicos y sus padres. Esta incomprensión se ve representada, entre otras novelas, en De perfil. 8. La cárcel. José Agustín fue encarcelado durante algunos años en la prisión de Lecumberri por posesión de marihuana. Ahí conoció al escritor José Revueltas y a muchos presos políticos, entre éstos, estudiantes del movimiento de 1968. En este lapso, escribió El rock de la cárcel, una obra autobiográfica. 9. El retiro del mundo. Después de unas décadas de descontrol, literatura, genialidad y una vida al límite, el escritor decidió retirarse del foco público y se concentró en su vida familiar, así que siguió escribiendo desde su casa en Cuautla. José Agustín era de los pocos autores mexicanos que podían vivir de sus regalías. 10. El legado. Tras de sí, José Agustín deja la inauguración de una generación literaria mexicana (la Onda), más de cuarenta libros (sin contar su participación en antologías), así como diversas producciones cinematográficas. Pero, sin duda, lo más importante de esta herencia fue abrir la posibilidad de que la juventud mexicana contara sus propias experiencias sin censura, con humor y en su propio lenguaje.+

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Entrevista a Pablo Farrés

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Fotografía: Pablo Cuarterolo

Las series infinitas Karlos Díaz | Sebastián Pérez

Las obras de Farrés parecen las partes de un dispositivo en constante mutación. Cada pieza es una clave, un pedazo del mapa o el plano de un artefacto, un mecanismo complejo que se reescribe mientras se lee. Todo se expande como un virus y no hay posibilidad de detenerlo. El lenguaje se transforma en relatos y éstos mutan en realidades o sueños ―¿pesadillas?― que se convierten en ficciones potencialmente infinitas. La identidad como una constelación que se aparea por instinto al principio de la multiplicidad para trazar un orden en el caos y poder entenderse a sí misma y volverse nada o nadie (cada uno somos todos y todos somos cada uno y a la vez nos transformamos en nadie). En la conversación, Pablo Farrés nos confesó que Las series infinitas (Editorial Nudista, 2023) es su libro imposible, y no tenemos duda de eso, pero qué afortunados somos los lectores de que leerlo resulte posible.

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y las máscaras, algo que se transforma todo el tiempo y a lo que solemos darle un nombre y luego otro y luego otro para al menos ilusionarnos con un orden, una representación, una identidad. A eso que está afuera intento acercarme con el tiempo y las fuerzas que me quedan.

¿Quién es Pablo Farrés y quién sería Pablo Ferrarese?

¿Cuál sería el mapa de lecturas y autores que te guiaron como puntos cardinales para la escritura de Las series infinitas?

De algún modo, uno es el invento del otro. Resulta extraño que durante tanto tiempo se haya puesto énfasis en la muerte del autor o en considerarlo como una función derivada de los textos y la narración, cuando, en verdad, el escritor, el tipo de carne y hueso que puede ser señalado fuera del texto, también es el efecto de una narración. ¿Qué identidad y qué nombre propio no se definen a partir de una serie de ficciones? Farrés existe en el escenario teatral que arman los textos que escribe Ferrarese, pero Ferrarese no es más que otro actor que recita textos ajenos. Si la palabra siempre es de otro, no hay nombre propio que no sea lo más impropio. Puede que se trate del juego de las infinitas máscaras en un teatro sin límites. Pero a la vez hay algo fuera del teatro

Ya ni me acuerdo, pero seguramente detrás se encuentra un mutante nacido de intersecciones aberrantes: Pynchon y Beckett; Dick y Laiseca; Burroughs y Borges; Artaud y Kafka. Los mapas están hechos para perdernos, ésa es toda su gracia. Uno lee un libro y las conexiones vuelan por todos lados. Las seguimos hasta donde podemos, pero las líneas se cruzan, se superponen, dibujan el rostro provisorio de un monstruo, arman círculos que se transforman en espiral, crean laberintos. En algún momento sospechamos su secreto: como el tiempo, la literatura traza un mapa esquizofrénico. No hay punto de ingreso y no va a ninguna parte, pero esa misma es la definición de cierta provisoria y modesta felicidad.


¿Una reflexión sobre las letras mexicanas? Me parece que cada vez se hace más problemático hablar de literaturas nacionales, ¿no? Esto puede ser leído como un efecto de la globalización, pero me parece que en verdad señala que detrás de eso que llamamos literatura se esconde una escritura que no reconoce nacionalidades ni aparatos estatales y que se lleva muy mal con los nombres propios. Ahora, a fuerza de no enmudecer, al costo de traicionar lo que acabo de decir, debería al menos soltar algunos nombres a modo de agradecimiento: Rulfo, Elizondo, Francisco Tario (qué tremendos son los relatos de Tario), Juan José Arreola, Daniel Sada y, sobre todo, Mario Bellatin. ¿Cómo es la relación de convivencia (si es que hay alguna) entre el Farrés lector con el Farrés escritor? Espantosa. Como lector, soy un escritor horrible; como escritor, un lector enfermo. A Borges le debemos cierta jerarquía de la lectura por encima de la escritura, pero leer es reescribir y escribir, una forma de releer. Suele pasarme que, mientras leo, escribo mentalmente otro texto. Es como si en vez de leer un libro lo estuviera reescribiendo. Ahí se produce cierta magia. En cambio, hay libros que me limitan al mero lugar del lector. Los leo y punto. En ese sentido, parecería que hay libros que sólo existen para ser leídos, y otros, en cambio, resultan imposibles de leer porque te empujan a reescribirlos todo el tiempo. El problema, entonces, estriba en que nunca leíste ese libro: lo reescribiste de mil formas, pero nunca lo leíste; en todo caso, ocurre como si hubiera desaparecido bajo tus ojos volviéndose imposible. Borges se vanagloriaba de sus lecturas, por mi parte acepto la derrota: no hay nada que pueda leer sino desapareciendo para transformarse en otra escritura. Soy el lector imposible. La dificultad es que leer y escribir es siempre un comercio con los muertos. Y los muertos suelen hacernos trampa: cuando creemos leerlos, se ausentan, y cuando creemos escribir, son ellos los que escriben por nosotros. ¿En qué otras disciplinas, además de las letras, encuentras influencias? El cine y el teatro. Pero sobre todo el teatro.

Siempre me atrajo la idea de que el apocalipsis no es un evento que vaya a ocurrir, sino que ya ocurrió en el pasado. Lo aterrador es que no lo registramos. tecnología digital avanza, el libro analógico no deja de ser un objeto mágico que guarda las voces de los muertos, el mapa de la memoria y la imaginación de la especie. Me parece que todavía no se inventó ningún otro objeto con tal eficacia. Sin embargo, nuestra realidad económica (al menos la mía y la de algunos cuantos más) muestra que, si no fuera por el tráfico de libros digitalizados, no podríamos leer ni diez por ciento de lo que leemos. En ese sentido, parece haber cierta transformación en la circulación de la literatura para hacerla más amplia y horizontal. Internet podría ser hoy un espacio de lucha y resistencia. Hace no mucho tiempo creí que la libre circulación de libros iba a cambiar la mercantilización de la literatura, a poner en jaque la noción de propiedad intelectual, incluso la figura de autor. Esa promesa se desvanece, pero todavía fantaseo con resquicios que permitan nuevos modos de encontrarnos. ¿Qué efectos crees que tendrá la expansión tecnológica en la narrativa? ¿Cómo te imaginas la narrativa y la poesía en un futuro no tan lejano? Si el efecto de la tecnología en la narrativa se da a nivel temático, no veo que importe demasiado. Lo que me parece más importante es la lectura inversa: veo cómo la narrativa del siglo xx creó efectos en la actual expansión de la tecnología. Y no me refiero a cómo la literatura del pasado imaginó la tecnología actual, sino al descubrimiento de ciertas lógicas narrativas que son desarrolladas por la tecnología de hoy. “La biblioteca de Babel”, de Borges, definió lo que hoy conocemos como internet. Dick estableció las reglas de los universos paralelos. Gibson, la realidad virtual. Raymond Roussel o el mismo Joyce, la lógica de los algoritmos. Un libro imposible que te gustaría leer.

De esas disciplinas, ¿en cuál te imaginas desarrollándote?

Nunca pude terminar Umbral, de Juan Emar.

Siempre quise ser actor. En el teatro hay algo de lo sagrado que todavía resiste como tal. Un empeño por poner el cuerpo como sacrificio común. La literatura evoca lo sagrado, pero lo hace a través de una serie de mediaciones que nos obligan a pelear todo el tiempo con nuestra propia mentira. Menos mal que nunca pude ser actor. La verdad del actor es el ahora y el cuerpo, pero el ahora y el cuerpo queman. El escritor, en cambio, no tiene ni ahora ni cuerpo, es un fantasma; ya está muerto en el momento de trazar la primera letra. ¿Cómo afectan a tus lecturas y a tu escritura las transformaciones que implican la tecnología y lo digital? No hay que olvidarse de que el libro analógico también es producto de una tecnología. Una tecnología que antes de la era digital fue central en la producción de lo humano. Ahora las tecnologías digitales están produciendo algo nuevo, que ya no tiene que ver con lo humano. Producen otra cosa, no sé si peor o mejor, sólo diferente a lo que entendíamos como humano. Pero no es una cosa o la otra. Mientras la

¿Cuál sería la sinópsis de El apocalipsis según Farrés? Soy muy malo para hacer sinopsis, pero siempre me atrajo la idea de que el apocalipsis no es un evento que vaya a ocurrir, sino que ya ocurrió en el pasado. Lo aterrador es que no lo registramos. Como un fantasma que no recuerda el momento de su muerte, sobrevolamos los restos de la aniquilación. Pero ¿cuándo ocurrió? Resulta difícil de definir. Quizá en 1989, tal vez en 1944, acaso en 1914. En un caso o en otro, sólo nos queda la literatura para acercarnos al evento de nuestra muerte. ¿Qué autores o libros nos recomiendas? Metanfetafísica, de Germán Prósperi, editado este año en Argentina por Muiño y Dávila. Es un libro que le devuelve a la filosofía la potencia de la ficción y, a la ficción, el rigor de la filosofía.+

Karlos Díaz y Sebastián Pérez son músicos y lectores

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cide hamete benengeli

¡El mejor de los libros! Don Quijote fue votado como el «libro más significativo de todos los tiempos» por un centenar de autores reconocidos, entre ellos: Astrid Lindgren, Doris Lessing, Salman Rushdie, Nadine Gordimer, Wole Soyinka, Seamus Heaney, Carlos Fuentes y Norman Mailer.  «Don Quijote, escrito en cautiverio, es una celebración sobre la libertad, el pensar, el hacer y el ser. Devela a la esperanza como una obligación ética, una obligación transformadora que se consigue con esfuerzo, una gramática que debemos conjugar todos». juan villoro

desasosiego de un lector de «DON quijote» «¿Por qué nos inquieta que el Quijote sea lector dentro de la novela de Cervantes? Creo haber dado con la causa: si los personajes de una ficción pueden ser lectores, nosotros, sus lectores, podemos ser ficticios».

jorge luis borges Desde la publicación de su primera parte, en 1605, Don Quijote, con su perspectiva humanista, ha fijado su trascendencia como la primera obra inaugural de la novela moderna. Sin embargo, también podemos notar

ciertos sesgos de posmodernismo en los breves relatos (metaliteratura) en los que combina dos voces: la del Cide Hamete Benengeli, que refiere las aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, y la del propio Cervantes, que cuenta la historia de cómo encontró los manuscritos de Benengeli. Con esta estructura, Cervantes juega con la realidad y la ficción, para dar paso, de forma sublime, al personaje más importante que crea un escritor, al lector. 

«Al igual que Las meninas de Velázquez, Don Quijote retrata al posible espectador de la obra, a alguien que nunca estuvo en la escena, pero será parte de ella. El espectador recibe de Cervantes la capacidad de crear la obra junto con él». carlos fuentes

nota liminar Desde hace más de 400 años, los lectores de Don Quijote han permeado con su impronta particular la novela que Cervantes escribió en cautiverio, convirtiéndola en una obra de arte al encarnar al personaje más importante de la literatura, el lector. Esta edición, la número 50 de nuestra colección de clásicos, tomó como referencia la información recogida de los lectores —no solo digitales—, lo que nos permitió conformar una versión única y accesible de la obra de Cervantes para los lectores que serán parte de ella. La edición que presentamos en formato impreso, tiene como premisa ofrecer una experiencia de lectura ágil y continua, enfocada en la historia fundamental. Adicionalmente, como parte de la celebración de nuestro título número 50, hemos elaborado una versión íntegra, en formato ePub, de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. 


LOS LEÍDOS NO FICCIÓN

FICCIÓN LA BIBLIOTECA DE LA MEDIANOCHE Matt Haig EDITORIAL PATRIA

Entre la vida y la muerte hay una biblioteca. Y los estantes de esa biblioteca son infinitos. Cada libro da la oportunidad de probar otra vida que podrías haber vivido y de comprobar cómo habrían cambiado las cosas si hubieras tomado otras decisiones... ¿Habrías hecho algo de manera diferente si hubieras tenido la oportunidad?

LA BAILARINA DE AUSCHWITZ Edith Eger PLANETA

Un libro sobrecogedor, potente e inspirador que busca ayudar a todos aquellos cuyos traumas les impiden vivir en plenitud. Como su mentor Víktor Frankl, Edith Eger es una superviviente cuya experiencia vital y trayectoria como psicóloga le han permitido ayudar a miles de personas que viven incapacitadas por sus cicatrices emocionales.

EL VIENTO CONOCE MI NOMBRE Isabel Allende PENGUIN RANDOM HOUSE

Una conmovedora novela de violencia, solidaridad, amor y redención, que narra las historias entrecruzadas de dos niños unidos por el desarraigo. Samuel Adler es un niño judío de seis años cuyo padre desaparece durante la Noche de los Cristales Rotos. Su madre, desesperada, le consigue una plaza en un tren que lo llevará desde la Austria nazi hasta Inglaterra. Ocho décadas más tarde, Anita Díaz, de siete años, sube con su madre a bordo de otro tren para escapar de un inminente peligro en El Salvador y exiliarse en Estados Unidos.

LA TEORÍA DEL AMOR Ali Hazelwood CONTRALUZ

Dos físicos rivales chocan en una vorágine de disputas académicas y relaciones falsas en esta fantástica comedia romántica de la autora sensación de TikTok. Las múltiples vidas de la física teórica Elsie Hannaway han acabado atrapándola. De día es profesora adjunta. Se afana en corregir exámenes y enseñar termodinámica con la esperanza de, algún día, conseguir la titularidad. De noche, complementa su inexistente sueldo ofreciendo el servicio de ser una novia falsa, lo cual lleva a cabo con éxito gracias a sus habilidades para caerle bien a la gente y encarnar cualquier versión de sí misma que necesite el cliente.

De la autora de Circe, una epopeya inolvidable. Grecia en la era de los héroes. Patroclo, un príncipe joven y torpe, ha sido exiliado al reino de Ftía, donde vive a la sombra del rey Peleo y su hijo divino, Aquiles. Aquiles, el mejor de los griegos, es todo lo que no es Patroclo: fuerte, apuesto, hijo de una diosa. Un día, Aquiles toma bajo su protección al lastimoso príncipe y ese vínculo provisional da paso a una sólida amistad mientras ambos se convierten en jóvenes habilidosos en las artes de la guerra.

JÓVENES

La evidencia científica muestra que los traumas pueden ser heredados. Existen pruebas fiables de que muchos problemas crónicos pueden tener su origen no en nuestras vivencias inmediatas o en desequilibrios químicos de nuestro cerebro, sino en las vidas de nuestros padres, abuelos o bisabuelos. Esta obra innovadora aporta una lúcida comprensión de los traumas heredados y ofrece poderosas herramientas para acabar con el sufrimiento que producen.

CÓMO HACER QUE TE PASEN COSAS BUENAS Marian Rojas Estapé ESPASA MÉXICO

Uniendo los puntos de vista científico, psicológico y humano, la autora nos ofrece una reflexión profunda, salpicada de útiles consejos y con vocación eminentemente didáctica, acerca de la aplicación de nuestras propias capacidades para procurarnos una existencia plena y feliz: conocer y optimizar determinadas zonas del cerebro; fijar metas y objetivos en la vida; ejercitar la voluntad; poner en marcha la inteligencia emocional; desarrollar la asertividad; evitar el exceso de autocrítica y autoexigencia; reivindicar el papel del optimismo.

ENCUENTRA TU PERSONA VITAMINA Marian Rojas Estapé ESPASA MÉXICO

Muchos, hoy en día, arrastramos heridas emocionales que nos impiden conectar de forma sana con el entorno. Este libro te ayudará a comprender el vínculo con tus padres, tus hijos, tu pareja, tus amigos y tus compañeros de trabajo, a la vez que entiendes tu historia emocional. Porque cuando uno se comprende, se siente aliviado.

EL EMPRENDEDOR Arturo Elías Ayub GRIJALBO

Si tienes una idea de emprendimiento o ya operas tu negocio, pequeño o a gran escala, este libro es para ti. Aprende a identificar tu mercado y cliente ideales, a trazar los planes de ventas y marketing, a realizar un análisis de resultados, a reconocer el valor de los equipos de trabajo y la ética empresarial. Esta guía de diez pasos contiene consejos para el plan de negocios y anécdotas divertidas, porque el éxito no llega por obra de magia, es más bien algo estratégico.

EL PODER DEL AHORA Eckhart Tolle GRIJALBO

LA CANCIÓN DE AQUILES Madeline Miller ALIANZA DE NOVELA

SERIE LOS JUEGOS DEL CUANDO NO HAMBRE. BALADA DE PÁJAROS QUEDEN MÁS CANTORES Y SERPIENTES ESTRELLAS QUE CONTAR Suzanne Collins María Martínez MOLINO CROSSBOOKS MÉXICO

ESTE DOLOR NO ES MÍO. IDENTIFICA Y RESUELVE LOS TRAUMAS FAMILIARES HEREDADOS Mark Wolynn GAIA

INVISIBLE Eloy Moreno NUBE DE TINTA

El poder del ahora es un libro único. Tiene la capacidad de crear una experiencia en los lectores y de cambiar su vida. Para lograr la iluminación aquí y ahora sólo tenemos que comprender nuestro papel de creadores de nuestro dolor. Es nuestra propia mente la que causa nuestros problemas con su corriente constante de pensamientos, aferrándose al pasado, preocupándose por el futuro. Cometemos el error de identificarnos con ella, de pensar que eso es lo que somos, cuando de hecho somos seres mucho más grandes.

ANTES DE DICIEMBRE (MESES A TU LADO 1) Joana Marcús MONTENA

LAS LUCES DE FEBRERO (MESES A TU LADO 4) Joana Marcús MONTENA


ELECTRÓNICOS

ARTE Y RECREACIÓN

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La salud mental no cae del cielo. ¿Estás desconectado de ti mismo? ¿Sientes que te pasa algo, pero no sabes qué es? ¿La opinión de los demás te condiciona demasiado? Descubre cien herramientas prácticas y fáciles de aplicar que mejorarán tu día a día. Escúchate, entiende tus emociones y, sobre todo, actúa para mejorarlas. Te ha costado años conocer a las personas de tu alrededor. Conocerte a ti también te llevará tiempo...

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El libro para sanar tu corazón que causa furor en TikTok. Nadie tiene que saber el contenido de este libro, excepto tú. Sus páginas son un lugar seguro para ti. La vida está llena de altibajos, y a veces nos enfrentamos a situaciones difíciles que nos hunden y hacen que nos sintamos desesperadas. Si has pasado por una ruptura amorosa, la pérdida de una amistad, una pelea familiar o cualquier otro momento difícil y estás buscando una manera de superar este periodo complicado y mirar al futuro con esperanza y optimismo, este libro es para ti.

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Este libro parte de una simple pero poderosa pregunta: ¿cómo podemos vivir mejor? Sabemos que unos buenos hábitos nos permiten mejorar significativamente nuestra vida, pero con frecuencia nos desviamos del camino. James Clear nos brinda fantásticas ideas basadas en investigaciones científicas, que le permiten revelarnos cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida y mejorarla.

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Violet Sorrengail creía que a sus veinte años se uniría al Cuadrante de los Escribas para vivir una vida tranquila, estudiando sus amados libros y las historias antiguas que tanto le fascinan. Sin embargo, por órdenes de su madre, la temida comandante general, Violet debe unirse a los miles de candidatos que luchan por formar parte de la élite de Navarre: los jinetes de dragones. Amistad, rivalidad y pasión... en el Colegio de Guerra de Basgiath todos tienen una agenda oculta y saben que una vez adentro solo hay dos posibilidades: graduarse o morir.

Para David Goggins, la infancia fue una pesadilla. La pobreza, los prejuicios y los malos tratos físicos colorearon sus días y atormentaron sus noches. Pero gracias a su autodisciplina, su fortaleza mental y trabajo duro, Goggins pasó de ser un joven con sobrepeso, deprimido y sin futuro, a convertirse en un icono de las Fuerzas Armadas estadounidenses y en uno de los mejores atletas de resistencia del mundo.

NIÑOS

Por primera vez, Taylor llega a Latinoamérica y es un punto de inflexión para toda una generación que lleva años esperando disfrutar de sus canciones en vivo y tenerla cerca. Por fin llegó lo que tanto deseábamos, un espacio seguro para conservar nuestros recuerdos más preciados para siempre. Estas páginas intentan convertirse en ese rincón para preservar las mejores eras vividas. Tal vez sirva para mostrarles a los pocos que no la conocen, o a quienes nos sucedan, por qué Taylor es tan extraordinaria, talentosa, poderosa y a la vez tan cercana.

LA MUJER QUE SOY Britney Spears PLAZA JANÉS La mujer que soy es una historia valiente y asombrosamente conmovedora sobre la libertad, la fama, la maternidad, la supervivencia, la fe y la esperanza. En junio de 2021, el mundo entero escuchó hablar a Britney Spears en una audiencia pública. El impacto que causó al compartir su voz, su verdad, fue innegable, y cambió el rumbo de su vida y el de la de infinidad de personas. La mujer que soy revela por primera vez la increíble peripecia vital y la fuerza interior de una de las mejores artistas de la historia de la música pop.

VAN GOGH PARA COLOREAR. LIBRO ANTIESTRÉS Larousse Editorial NUEVA IMAGEN

En este fascinante álbum para colorear se podrán apreciar algunas de las más grandes pinturas de Vincent van Gogh, así como las técnicas que utilizaba para pintar. El libro está diseñado para reducir el estrés mientras se pintan y recrean las obras de arte. El álbum incluye un ejemplo de paleta de colores, instrucciones sobre técnicas de coloreado, once páginas con las pinturas a todo color y láminas para colorear que son fáciles de desprender.

MANDALAS Larousse Editorial NUEVA IMAGEN ¡Más de 60 mandalas, figuras concéntricas inspiradas en las culturas hindú y tibetana, listos para ser coloreados!

MANUAL DEL CAFÉ Nicolás Artusi PLANETA

NO ME PUEDES LASTIMAR David Goggins LIONCREST PUBLISHING

HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL MOMO J. K. Rowling Michael Ende ALFAGUARA INFANTIL SALAMANDRA INFANTIL Y JUVENIL

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DIARIO DE GREG 1 UN RENACUAJO Jeff Kinney MOLINO

¿Qué variedad de café elegir? ¿Cómo influye el tostado? ¿Cuál es el molido ideal para una cafetera italiana? ¿A qué temperatura tiene que estar el agua? ¿Cuál es el tiempo de infusión correcto para una prensa francesa? ¿Qué características debe tener el espresso ideal? ¿Cuánta leche lleva un macchiato? Manual del café revela toda la información necesaria para preparar la bebida perfecta y disfrutarla en su máximo esplendor, con un recorrido que va desde las características de la planta hasta los efectos de la cafeína.

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