Lee+ 136 Rock-prog y libros

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AÑO 11 • NÚMERO 136 • SEPTIEMBRE 2020

Rock-prog y libros




Tema del mes:

Directora General y editora

Rock-prog y libros

Índice 6 Anatomía del conocedor de rock progresivo Gilberto Díaz

10 Entrevista con Juan Domingo Argüelles José Luis Trueba Lara

12 Literatura Progresiva / Iván Nieblas 16 La Progresión Creativa De Kate Bush 18 Música Fantasma / Itzel Mar 20 El Imbécil Afán De Trascendencia Oscar De La Borbolla

22 Escribir Y Leer Una Carta José Luis Trueba Lara

24 El Antiguo Camino Del Rock Progresivo Mexicano /Víctor Vallejo

26 Entrevista con Sergio Gutiérrez Negrón 28 [El librero de] David Cortés 30 Hipgnosis El Arte Tras El Álbum Conceptual /Gilberto Díaz

32 La Infancia En La Poesía De Jorge Fernández Granados /Manuel Iris

34 [Jóvenes]/Fabián V. Escalante 36 [Niños] / Rubén R. Cubiella 38 [Ver y oír]/Adrián García 40 [Cuento] Otra Vuelta /Adriana Sabugal

Yara Sánchez De La Barquera Vidal

EDITORIAL

yara@revistaleemas.mx

E

n no pocas ocasiones sólo miramos la realidad a través de nuestros lentes. Lo que creemos e imaginamos nos lleva a asumir que el mundo es de tal o cual manera y, por supuesto, el rock no es ajeno a las creencias que nos sitúan delante de un espejo deformante. Las imágenes del metalero o del punky son tan poderosas que, en más de un caso, lograron eclipsar a otras de sus ramas. Por esta razón quisimos explorar el mundo del progresivo, la rama más complicada e intelectualizada de esta música. Recorrer algunos de los espacios del progresivo nos permite asomarnos a creaciones y fenómenos cruciales de la cultura pop desde mediados del siglo pasado: el arte en las portadas de los discos de estos grupos, los nexos que sus creaciones tienen con la literatura, la capacidad de relacionarse con el cine y, por supuesto, algunos de sus avatares en nuestro país. Tales son algunas de las estaciones en las que nos detendremos en esta entrega de Lee+. Y, como debe de ser, en este número también ofrecemos otras discusiones que se alejan del progresivo y se adentran en el pensamiento, la lectura y los libros: las entrevistas con Juan Domingo Argüelles y Sergio Gutiérrez Negrón nos dan la oportunidad discutir la importancia del libro en papel y una nueva novela que descubre el mundo del trabajo de una manera distinta, y lo mismo sucede con los artículos de Óscar de la Borbolla y José Luis Trueba Lara que nos llevan por otros rumbos. Así pues, vayamos del progresivo a la lectura, de la música al diseño gráfico y de la lectura a los libros y el cine. +

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Coeditor José Luis Trueba Lara jtrueba@revistaleemas.mx Corrección de estilo Luis Bernardo Pérez Puente Director de arte y editor audiovisual Edwin Reyes Maya edwin@revistaleemas.mx Marketing Fabián Vásquez Escalante fabian@revistaleemas.mx Editor de mascultura.mx Gilberto Díaz contacto@revistaleemas.mx Consejo editorial Alberto Achar Jorge Lebedev En portada: Diseño original para Lee+ por Juan José Huitrón

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Editor responsable: Yara Beatriz Sánchez De La Barquera Vidal, Información y Ventas Publicidad: (55) 5335 1327. Editado por www.taraediciones.com contacto@revistaleemas.mx, Distribución: Librerías Gandhi, S.A. de C.V., Dirección: Benjamín Franklin 98, Piso 1 y 3, Escandón, Delegación Miguel Hidalgo, 11800, Mexico, D.F. Número de Reserva al Título ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2009-051820092500-102. Certificado de Licitud de Título No. 14505 y Certificado de Licitud de Contenido No. 12078 expedidos en la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Registro Postal EN TRÁMITE. Preprensa e impresión: Multigráfica Publicitaria S.A. de C.V. en Democracias no. 116, col. San Miguel Amantla, Azcapotzalco, C.P. 02700, Ciudad de México. Título incorporado en el Padrón Nacional de Medios Impresos de la Secretaría de Gobernación. Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa e indirecta, por cualquier medio o procedimiento, del contenido de la presente obra, sin contar con la autorización previa, expresa y por escrito del editor, en términos de la legislación autoral y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición se hará acreedora a las sanciones correspondientes. El contenido de los artículos es responsabilidad de los autores. Librerías Gandhi y la casa editorial se deslindan de los mensajes expresados en los espacios publicitarios cuya responsabilidad pertenece al anunciante. Hecho en México. También encuentra la revista aquí: FILIJ • FIL GDL • FIL Minería • FIL Zócalo • Cine Tonalá • Cineteca Nacional • Universidades, preparatorias CDMX y área Metropolitana • Orquesta Sinfónica de Minería • OFUNAM •Teatro de la Ciudad Esperanza Iris • Colegio Nacional • UNAM • Universidad IBERO • Universidad ANÁHUAC del Norte • Biblioteca José Vasconcelos • Museo Nacional de Culturas Populares • Centro Cultural España • CONARTE (Monterrey) • CENART• MUAC • Museo Jumex • Museo El ECO • MUCA Roma • Museo Universitario del Chopo • Museo Soumaya “Loreto”• Museo Rufino Tamayo • Museo Franz Mayer •

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Anatomía del conocedor de

rock progresivo

Gilberto Díaz / @Gilbertodiazf

S

e puede denominar como prog heads a quienes dedican su devoción al rock progresivo. Estas personas están tan involucradas con este estilo de música que algunas veces resulta demasiado obvio darse cuenta de su afición, pues con frecuencia se les confunde con algunos de sus primos metaleros. Aquí te proporcionamos una descripción de los elementos básicos que caracterizan a este peculiar melómano: algunos de estos trabajos tienen suficientes cualidades narrativas −ya sea por influencia directa o por el desarrollo de su historia− como para formar parte del universo literario.

· Empezó como metalero, pero se interesó en el género escuchando a Dream Theater y Tool. · Llegó por los “solos” de guitarra; se quedó por los compases irregulares. · Generalmente ha sido estudiante de filosofía, arquitectura, ingeniería, sistemas, ciencias o literatura clásica y medieval. · Posee una biblioteca con la obra de J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis, Ursula K. LeGuin, Arthur C. Clarke, Frank Herbert y Ray Bradbury para “consulta de referencias”, pero su libro de cabecera es Recuerdos, sueños, pensamientos de Carl Jung. · Es probable que tenga un teclado y que lo utilice cuando está solo en casa (vistiendo una capa de mago Merlín al estilo de Rick Wakeman). · Se considera a sí mismo audiófilo, aunque sólo posea una tornamesa Stromberg Carlson (eso sí, bien cuidadita). · Por lo mismo, últimamente ha gastado sus ahorros en las ediciones de aniversario de álbumes que solo han sido remasterizados por Steven Wilson. · Considera que la identidad del progresivo “radica en la síntesis de todas las formas: la convergencia de conceptos musicales, variedad de instrumentos, elementos dispares y paralelos a diferencia de la concepción hegeliana con la que se le representa…” (pero no le preguntes o te dará una clase con tarea incluida). · Siempre lo escucharás decir “Genesis era mejor cuando Peter Gabriel cantaba” (es verdad). · Siempre portará una decoración alusiva a Pink Floyd (generalmente el prisma de The Dark Side of the Moon) y distingue entre el concepto detrás de The Wall (el disco) y Pink Floyd: The Wall (la película). · Extraña a Mike Portnoy en Dream Theater.

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NO FICCIÓN

FICCIÓN SALVAR EL FUEGO Guillermo Arriaga ALFAGUARA

EL TRAIDOR Anabel Hernández GRIJALBO

LA BAILARINA DE AUSCHWITZ Edith Eger PLANETA

EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA: CONTROLA TUS MAÑANAS, IMPULSA TU VIDA Robin Sharma GRIJALBO

EL ENIGMA DE LA HABITACIÓN 622 Joël Dicker ALFAGUARA

DE ANIMALES A DIOSES Yuval Noah Harari DEBATE

Premio Alfaguara de novela 2020. Una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles. Marina, una mujer casada, con tres hijos y una vida familiar resuelta, coreógrafa de cierto prestigio, se ve involucrada en un amorío improbable con un hombre impensable. Salvar el fuego retrata dos Méxicos completamente escindidos. Una obra que retrata los absurdos de un país y, también, las contradicciones de la naturaleza humana. Una novela de amor que termina por brindar esperanza.

Un libro sobrecogedor, potente e inspirador que busca ayudar a todas aquellas personas, cuyos traumas les impiden vivir en plenitud los instantes de su existencia. Al igual que su mentor, Viktor Frankl, Edith Eger es una superviviente. Su experiencia vital y trayectoria como psicóloga le han permitido ayudar a miles de personas que viven incapacitadas por sus cicatrices emocionales.

Una noche de diciembre, un cadáver yace en el suelo de la habitación 622 del Palace de Verbier, un hotel de lujo en los Alpes suizos. La investigación policial no llegará nunca a término y el paso del tiempo hará que muchos olviden lo sucedido. Años más tarde, el escritor Joël Dicker llega a ese mismo hotel para recuperarse de una ruptura sentimental. No se imagina que terminará investigando el viejo crimen, y no lo hará solo.

El Cementerio de los libros olvidados, el cuarteto de novelas que arranca con La sombra del viento, es la gran saga en curso de nuestro tiempo. Se trata de un libro mágico que cambió el panorama literario, y sigue ganándose el corazón de miles de lectores gracias a la fusión del relato de intriga y suspenso, la novela histórica y la comedia de costumbres. Sin embargo, La sombra del viento es sobre todo una trágica historia de amor, cuyo eco se proyecta a través del tiempo.

A mediados del siglo XX, Carlos Denegri era el líder de opinión más influyente de México. Reportero estrella de Excélsior, tenía una envidiable red de contactos. Mimado por el poder, como columnista político sobresalió por su falta de escrúpulos: Julio Scherer lo llamó el mejor y el más vil de los reporteros. Enrique Serna vuelve a una de sus vetas narrativas predilectas, la reconstrucción del pasado, para entregarnos un fresco histórico apasionante.

ELEANOR & PARK Rainbow Rowell ALFAGUARA

Hace 100,000 años seis especies de homínidos habitaban la Tierra. Hoy solo queda una: el homo sapiens. ¿Cómo logró nuestra especie imponerse en el planeta? ¿Por qué nuestros ancestros se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses, en naciones y en los derechos humanos, a confiar en el dinero y las leyes? ¿Cómo será el mundo en los milenios venideros? En De animales a dioses, Yuval Noah Harari responde estas preguntas.

Ave negra es la historia de una mujer que sobrevivió al reino de Marcial Maciel. Elena Sada hace lo que nadie hizo: no sólo muestra una descripción descarnada de lo que se vive cuando no hay público y se borran las sonrisas sostenidas con alfileres, sino también un genuino mea culpa por las almas que reclutó para los Legionarios de Cristo. Ave Negra revela los mecanismos que se usaron para convertir a sus reclutas en autómatas fanatizados.

CÓMO GANAR AMIGOS E INFLUIR SOBRE LAS PERSONAS Dale Carnegie DEBOLSILLO

EL VENDEDOR DE SILENCIO Enrique Serna ALFAGUARA

TRES PROMESAS Lesslie Polinesia MONTENA

Robin Sharma desarrolló el Club de las 5 de la mañana hace más de veinte años gracias a los revolucionarios hábitos que le permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.

AVE NEGRA Elena Sada MADRE EDITORIAL

LA SOMBRA DEL VIENTO Carlos Ruiz Zafón PLANETA

JÓVENES

La historia de este reportaje se remonta a 2011, cuando Anabel contactó a uno de los abogados de Vicente Zambada, el Vicentillo, quien enfrentaba un juicio en Chicago. Él le entregó varios documentos del narcotraficante: un inquietante autorretrato como payaso y los diarios que escribió durante su negociaciones para colaborar con el gobierno norteamericano. En esas páginas, el capo reconstruyó su historia y la de uno de los cárteles más poderosos.

UNO SIEMPRE CAMBIA AL AMOR DE SU VIDA (POR OTRO AMOR O POR OTRA VIDA) Amalia Andrade Arango PLANETA

El único propósito de este libro es ayudar al lector a que descubra, desarrolle y aproveche esos poderes latentes que no emplea. Algunos puntos importantes del contenido son: Maneras de agradar a los demás—Cómo causar una buena impresión—Convertirse en buen conversador e interesar a la gente—El secreto de Sócrates—Cómo obtener cooperación—Cómo criticar y no ser odiado por ello. Procure que la otra persona esté satisfecha con lo que usted quiere.

MOMO Michael Ende ALFAGUARA CLÁSICOS

A LA ORILLA DE LA LUZ Simón Vargas ALFAGUARA JUVENIL


ELECTRÓNICOS

ARTE Y RECREACIÓN MANDALAS: LIBRO DE ARTE PARA COLOREAR Larousse Editorial NUEVA IMAGEN

TASTY TASTY PLANETA

¡Cocinar nunca había sido tan fácil y divertido! Tasty, la marca de cocina más famosa de las redes sociales, ha revolucionado la manera en que millones de aficionados preparan sus exquisitas creaciones. Si sus videos te han cautivado el recetario te acompañará paso a paso a la hora de cocinar. Este libro te enseñará más de 80 recetas ganadoras, seleccionadas por seguidores de Tasty.

En este libro encontrarás más de sesenta mandalas hindúes para colorear y crear hermosos mosaicos, que puedes conservar en el libro o convertirlos en parte de la decoración de tu lugar favorito. Aquí no hay límites: ilumínalos con plumones, acuarelas o con lápices de color. Solo tienes que elegir la mejor técnica y dejar volar tu imaginación. Al final, ¡tu libro de arte será único!

CRISIS Patricia Armendáriz CONECTA

LAS MEDIDAS DE UNA CASA: ANTROPOMETRÍA DE LA VIVIENDA Xavier Fonseca PAX MEXICO

Conoce el impacto y duración de la crisis y aplica una sólida estrategia para sobrevivir y crecer. Patricia Armendáriz vierte su experiencia en el sector financiero y como juez de Shark Tank México para enfrentar la incertidumbre económica. Siguiendo sus estrategias y consejos, podrás blindar tu pyme de los golpes a tu sector, enfrentarlos con resiliencia y, sobre todo, aprovechar las oportunidades que se presenten para crecer tus ingresos.

EL CLUB DE LAS 5 DE LA MAÑANA: CONTROLA TUS MAÑANAS, IMPULSA TU VIDA Robin Sharma GRIJALBO

Todas las medidas para el diseño de una casa: desde el tamaño de los muebles hasta la altura de los accesorios. Esta obra imprescindible, ofrece al profesionista y al usuario, de manera clara y sencilla, todos los datos de la antropometría, análisis de mobiliario, diseño urbano, control ambiental, incluyendo el uso de energía solar, circulaciones y otros.

KIWILIMÓN. 10 AÑOS COCINANDO CONTIGO Kiwilimón AGUILAR

Robin Sharma desarrolló el Club de las 5 de la mañana hace más de veinte años gracias a los revolucionarios hábitos que le permiten a sus clientes incrementar la productividad, mejorar su salud y afrontar con serenidad la época en que vivimos. Este libro, de profundo impacto personal, nos descubrirá las rutinas que han hecho posible que muchas personas alcancen grandes resultados al tiempo que nuestra felicidad y vitalidad aumenta.

SOL DE MEDIANOCHE Stephenie Meyer ALFAGUARA

Revive la historia de amor inmortal de Crepúsculo contada desde la perspectiva de Edward Cullen. La inolvidable historia toma un cariz nuevo y definitivamente oscuro. Conocer a Bella es lo más perturbador e intrigante que le ha sucedido en todos sus años como vampiro. A medida que se nos desvelan detalles fascinantes del pasado de Edward y la complejidad de sus pensamientos entenderemos por qué este es el conflicto interno que define su vida.

TODO LO QUE NECESITÁS SABER SOBRE EL (DES)ORDEN MUNDIAL Mariano Leonardo Turzi PAIDÓS

En la globalización actual se multiplican las variables que se requiren para entender el nuevo orden. El camino que propone Turzi recorre las teorías y pasea por el concepto de Estado-nación, que desarma y vuelve a armar para que comprendamos sin dificultades sus componentes. En este libro, encontrarás herramientas duraderas para aprehender las implicancias de un fenómeno en constante cambio.

Cuando te adentres en este libro descubrirás que no importa que no seas un experto en la cocina, el recetario de Kiwilimón te hará lucir como todo un profesional a la hora de cocinar. Por si esto no fuera suficiente, en sus páginas descubrirás algo especial: todos tus platillos serán fáciles y rápidos de guisar.

LEIDIMANDALAS Varios Autores NUEVA IMAGEN

Ésta obra propone un desafío a las mujeres: analizarse y reconocerse a sí mismas a través de una serie de actitudes y personalidades que sorprendentemente están reveladas en 40 hermosos mandalas. También es una invitación a recordar los tiempos de la infancia cuando se disfrutaba el placer de colorear.

VIDA MIA Sereno Moreno GRIJALBO

Que Vida mía se encuentre al alcance de tus manos en este momento no es una coincidencia. Es tu oportunidad para descubrir la magia de la cultura mexicana. No sólo conocerás México a través de sus paisajes cautivantes sus tradiciones únicas y su naturaleza extraordinaria, también serás responsable de darle a esta historia un toque de color.

NIÑOS JUGUEMOS A LEER LIBRO DE LECTURA Y CUADERNO DE EJERCICIOS Rosario Ahumada EDITORIAL TRILLAS

MI LIBRO MÁGICO HABILIDADES GRÁFICAS SCRIPT Gabriel Gerardo Álvarez Espinosa GRUPO EDITORIAL ONCESETENTA

CUENTOS DE BUENAS NOCHES PARA NIÑAS REBELDES Elena Favilli PLANETA

HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL J.K. Rowling SALAMANDRA

LOS COMPAS Y EL DIAMANTITO LEGENDARIO Timba VK MARTINEZ ROCA


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uan Domingo Argüelles, además de poeta, lexicógrafo y hacedor de algunos de los mapas más precisos de la poesía, es uno de los autores que mayor tiempo le han dedicado a la reflexión sobre el libro y la lectura. En su bibliografía dedicada a estos asuntos hay muchas obras que merecen ser leídas y releídas. Entre ellas están: ¿Qué leen los que no leen? (2003), Ustedes que leen. Controversias y mandatos, equívocos y mentiras sobre el libro y las lecturas (2006), La letra muerta. Tres diálogos virtuales sobre la realidad de leer (2010) y Un instante en el paraíso. Un antimanual para leer, comprender y apreciar la poesía (2016). La aparición de La prodigiosa vida del libro en papel obliga a conversar, a entrarle a una charla que no sólo busca adentrarse en una novedad, pues también se interna en los problemas de la lectura y aquellos augurios que se equivocaron de cabo a rabo. Así, como hoy se estila, me encontré con un Juan Domingo transformado en un ser bidimensional, en una imagen que se revela gracias a los pixeles para discutir algo que a ratos parece lejano de la pantalla que está delante de nosotros: el papel que soporta las historias desde que el libro es libro. Lee+: Desde hace no sé cuántos años, con cierta regularidad escuchamos los anuncios de la muerte del libro en papel. Algunos dicen que fallecerá de anorexia por falta de lectores, otros señalan que las tecnologías terminarán asesinándolo o que, con un dejo de piedad, lo transformarán en un cachivache que ni siquiera merecerá la nostalgia. Los libros en papel, según ellos, son estorbosos, pesados y difíciles de conservar, algo que no sucede con los que flotan en una nube que, a ciencia cierta, nadie sabe dónde está. A pesar de estos augurios, el libro en papel sigue firme y los lectores lo siguen utilizando con singular alegría. ¿Por qué fracasan estas profecías? Juan Domingo Argüelles: Aquí, al alcance de mi mano tengo un libro: Ser digital de Nicholas Negroponte, el cual fue publicado en 1995 y que casi de inmediato se convirtió en una suerte de Biblia de la era digital.

La prodigiosa vida del Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

En esta obra, Negroponte profetizaba que los libros en papel pronto se convertirían en objetos de museo. Lo más gracioso es que él publicó sus augurios sobre esta extinción en un libro impreso en papel. A pesar de esto, en Ser digital, Negroponte se preguntaba por qué escribió una cosa tan anticuada como un libro sin ilustraciones, como algo que sólo existe gracias a los átomos y no a los bites. Su respuesta era simple: en 1995 aún no existían los suficientes medios digitales. En el caso de mi nuevo libro, me encuentro ante una paradoja inversa: a mí que me encantan


P O R

J O S É

L U I S

los libros en papel, me tocó la suerte de que, como resultado de la pandemia, primero saliera la versión digital y que la edición en papel se retrasara unas semanas. ¿Qué quiere decir esto? Una buena parte de lo que Negroponte pronosticó hace 25 años se ha cumplido por completo, menos una cosa en la que se equivocó por completo: la desaparición del libro en papel. Los medios y las tecnologías de la información alcanzaron el desarrollo que profetizaba este autor, pero el vaticinio de la extinción jamás se cumplió. Su caso no es único: hace doce años, en la Feria de Frankfurt, un grupo de investigadores llegaron a una conclusión muy parecida y señalaron que el libro en papel desaparecería en diez años. Ya sobrepasamos ese plazo y el libro en papel aún no desparece. Ellos también se equivocaron. Lo que ocurre en la realidad va en contra de estas predicciones. En los mercados en los que más se ha desarrollado el comercio de libros digitales, sus ventas apenas pudieron llegar a un techo de 30% en Estados Unidos, y de veintitantos por ciento en el Reino Unido. Así pues, en los países en los que más se leen libros digitales, existe un 70% de lectores que prefieren el papel. Y, si nos asomamos a las cifras del mercado en español, esta distancia es aún más grande: poco más de 90% de los lectores prefieren el papel. El pequeño número de lectores digitales tiene algunas características interesantes: unos son los estudiantes que buscan en las plataformas los libros que requieren para sus cursos y están en otras lenguas. Otros —la gran mayoría— leen obras que se clasifican en categorías bastante simpáticas: esoterismo, novela rosa, autoayuda, “espiritualidad” y teorías de la conspiración. Es más, la mayoría de los que compran libros en internet, generalmente los piden en papel y renuncian a la posibilidad de lo digital. El libro en papel tiene una actualidad que no ha perdido desde su nacimiento pues, como lo dijo Umberto Eco, es un invento perfecto. El libro es tan perfecto como un exprimidor de limones cuyo diseño puede ser mejorado pero, esencialmente, es el mismo desde que se inventó. Estamos ante algo muy parecido a lo que señalaba Gabriel Zaid: el libro en papel no necesita pilas,

T R U E B A

con los seres que se niegan a la agricultura, con los que buscan la velocidad y tienen una nueva tecnología. La brida o un teléfono celular, por ejemplo. Los bárbaros funcionan muy bien hasta que se topan con pared y su jefe comienza a hacerse preguntas que no puede resolver. Ellas requieren la lentitud de la lectura y la agricultura. En ese instante, no les queda más remedio que buscar a alguien que sea capaz de leer los viejos papeles. Las ansias de modernidad terminan chocando con este tipo de problemas y el libro puede salvarnos. Juan Domingo Argüelles: Alberto Manguel decía que todo conspira en contra del libro en papel y que las tecnologías nos dicen que, si no nos unimos a la manda que avanza con gran velocidad, nos vamos a quedar estancados y solos en la medida que ellas son gregarias. Es posible que tengamos que unirnos a la manada en algunos momentos, pues esta es una de las características civilizatorias, pero también es válido que nos quedemos en una aldea donde la gente no esté tan interesada en ir tan rápido, en el lugar donde vivan las personas que requieren lentitud para entender ciertos asuntos que corresponden no sólo a la humanidad, sino también al individuo. Se trata de comprenderse a uno mismo antes de salir corriendo para alcanzar a los otros. Los que tenemos afecto por el libro en papel —aunque reconocemos que puede tener otros soportes— estamos dispuestos a seguir leyéndolos, a seguir compartiéndolos, a establecer lazos con otras personas. Es más, nosotros sabemos que el libro electrónico no es más que una copia del libro en papel puesto en otro formato. Algunos me podrían decir que me equivoco, que sólo hablo de un tipo de libro, pues también existen los interactivos. Esto lo entiendo perfectamente, pero también recuerdo que en una ocasión se hizo un experimento: se les preguntó a estudiantes de muchos países si preferían leer un libro en la pantalla o en papel. El 90% coincidió en que prefería el papel. La razón de su respuesta también quedó clara: el papel no los distraía con una serie de links. Estas llamadas a ir por otros rumbos son bastante peores que leer un libro que tenga más notas que páginas sustantivas. Cuando uno se topa con

libro en papel U N A

CO N VERS ACI Ó N

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J UA N

sólo requiere de nuestra energía para funcionar. Estas son maravillas contra las que no puede competir el libro digital. Lee+: Efectivamente, a la humanidad pocas cosas le salieron bien desde su origen. La rueda sigue siendo redonda, el plato hondo continúa pareciéndose a un cuenco y el libro —a pesar de todos los cambios en su diseño y su producción— conserva su diseño original. Es más, el libro es absolutamente ergonómico y puede llevarse a los lugares más insospechados. En algunas ocasiones, gracias a lo que Alessandro Baricco señala en un par de sus libros, he llegado a pensar que esos augurios y algunas conductas lectoras están vinculadas con los bárbaros,

L A R A

D O M I N G O

A RG Ü EL L ES

estos distractores es como si estuviéramos haciendo el amor en el piso de arriba y tuviera que bajar porque tocaron el timbre. Esto es lo que pasa con los excesos en las notas y con los libros interactivos, te alejan de lo importante para obligarte a ir a lo que no necesariamente lo es. El problema de lo interactivo también se muestra en una idea por demás extraña: creer que abarcando más comprendes mejor. En realidad, el lector comprende mejor cuando se emprende esta tarea de una manera pausada, con la velocidad que exige el texto. La lectura veloz y los distractores no ayudan mucho a la comprensión ni al saber. +

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D E L

M E S

Wish you were here (redux) - Hipgnosis – design, photography (1974-1975)

T E M A

LITERATURA PROGRESIVA

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na de las características principales (aunque no exclusivas) del rock progresivo es la producción de álbumes conceptuales. De hecho, pareciera que el género no podría existir sin estas largas historias que encontramos en álbumes clásicos como Tales of Topographic Oceans (Yes), Tarkus (ELP), Animals/The Final Cut (Pink Floyd), Amused to Death (Roger Waters), Snow (Spock’s Beard) o la trilogía alucinante de Gong (Radio Gnome). Algunos de estos trabajos tienen suficientes cualidades narrativas −ya sea por influencia directa o por el desarrollo de su historia− como para formar parte del universo literario.


P O R

I VÁ N

N I E B L A S

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@ I VA N N I E B L A S

JETHRO TULL – THICK AS A BRICK (1972) Ian Anderson ha sido siempre un rebelde dentro de la historia de la música. Negó categóricamente que Jethro Tull fuera una banda de rock, y también se ha rehusado a que lo encasillen dentro del rock progresivo, un género al que califica de pretencioso. Tan es así que, en una época en la que florecían los álbumes conceptuales, creó una sátira de estos en Thick As A Brick. El tiro le salió por la culata, pues el álbum se convirtió en uno de los más influyentes e importantes de la historia del progresivo. Thick As a Brick narra la historia de un poema épico escrito por un niño ficticio, quien examina diversos aspectos de la infancia, la religión, la política y el libre albedrío en una sociedad opresiva. La portada original parodiaba los tabloides británicos, y su división en dos partes de 22 minutos traspasaron las fronteras establecidas.

GENESIS – THE LAMB LIES DOWN ON BROADWAY (1974) En The Lamb Lies Down on Broadway el cantante Peter Gabriel se despide de manera triunfal de Genesis, para cederle el liderazgo al baterista Phil Collins. Una despedida con bombo y platillo, debe decirse. Los trabajos previos de la banda habían consolidado a esta agrupación como una de las grandes fuerzas progresivas. Pero este álbum representa la cúspide de sus poderes. The Lamb Lies Down on Broadway es una historia oscura y extraña. Cuenta las aventuras y desventuras de Rael, un punk puertorriqueño, quien emprende un macabro viaje para rescatar a su hermano del bajo mundo neoyorquino. En el camino el héroe se encuentra con criaturas de otro mundo y situaciones bizarras. Las letras exploran temas como el consumismo, la sexualidad y diferentes trastornos de la personalidad. Cuarenta y seis años después de haber visto la luz aún se considera como uno de los trabajos más finos y mejor logrados de la historia del progresivo.

RUSH – 2112 (1976) 2112 es uno de los puntos más altos en la carrera del trío canadiense Rush. Su compañía disquera les había prohibido entregar un álbum con temas conceptuales (pues el anterior había sido un fracaso comercial precisamente por esa razón). Temiendo que pudiera ser el último álbum de su carrera y en un acto de rebeldía, el baterista Neil Peart decidió dar rienda suelta a su imaginación y escribir una historia fantástica dentro de una larguísima canción de 20 minutos. De acuerdo con dicho relato, en el año 2062 tiene lugar una guerra intergaláctica que provoca que diversos planetas se sometan a las órdenes de la Estrella Roja de la Federación Solar. Para 2112, el universo está controlado por los sacerdotes del Templo del Syrinx, quienes determinan el contenido de todo lo que se puede leer, escuchar y ver en cada aspecto de la vida. De pronto, un hombre descubre por casualidad un vestigio del mundo antiguo: una guitarra. Se apropia de ella y aprende a tocarla. Cuando presenta su descubrimiento ante los sacerdotes del templo, éstos destruyen el instrumento y nuestro héroe se ve obligado a huir y a soñar con un mundo previo a la llegada de la federación. No hay un final feliz en esta historia. El héroe sucumbe ante la depresión y se suicida. Cuando muere se desata un nuevo conflicto intergaláctico. La historia de 2112 está inspirada, al menos en parte, en la estructura e ideas de la novela Anthem, de la escritora objetivista Ayn Rand. Aunque el resto de las canciones no tienen ninguna relación con el tema “2112”, el hecho de que el álbum lleve su nombre lo convierte en el concepto central del mismo.

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T E M A

D E L

M E S

PINK FLOYD – THE WALL (1979) Si de álbumes conceptuales y narrativas se trata, The Wall es el pilar fundamental. Encontramos aquí una historia perfectamente narrada que gira en torno a Pink, una súper estrella de rock que se encuentra harto de la fama y adoración de la que es objeto. En cierto momento comienza a recordar su vida. Evoca su atormentada infancia, el hostigamiento recibido por crueles maestros, el fantasma de su padre muerto en la guerra y su madre sobreprotectora. Las cosas no mejoran en la edad adulta, pues la mujer con la que se casa le es infiel, por lo que tiene arranques de ira y depresión. Simbólicamente comienza a construir un muro emocional. Los ladrillos de éste son todos los eventos traumáticos que ha vivido hasta entonces, con los cuales se aísla completamente del mundo. Sin embargo, el aislamiento comienza a afectarlo y se arrepiente de su decisión. Aunque intenta reconectarse con el mundo mediante sus posesiones y recuerdos de infancia, la realidad se impone cuando su mánager lo encuentra en estado catatónico. Entonces, el mánager decide inyectarle una sustancia para que pueda dar su espectáculo. Dicha sustancia no sólo lo reanima, sino que le provoca un estado alucinatorio. Se ve a sí mismo como un dictador fascista y arremete contra todos los asistentes “impuros”, al tiempo que invade Londres. Mientras va descendiendo a la locura, en un momento no muy lúcido, se autoenjuicia y condena a vivir fuera del muro emocional, mismo que debe ser derribado. Aunque este trabajo ya tuvo una adaptación al cine y representaciones teatrales, una versión literaria de The Wall quizá ayudaría a escudriñar aún más profundamente en la psique del perturbado Pink.

THE MARS VOLTA – DELOUSED IN THE COMATORIUM (2003) Dos polos opuestos se fusionan en la música de The Mars Volta: el punk y el progresivo. Omar Rodríguez (guitarra) y Cedric Bixler (voz), integrantes de la banda Post-Hardcore At the Drive-In, eran una especie de parias dentro de su propia escena, pues amaban el punk, pero tenían una gran debilidad por la música de Pink Floyd, Captain Beefheart y Santana, algo que era un sacrilegio. Fue así que Omar y Cedric decidieron emprender una nueva aventura con The Mars Volta. Luego de un EP, el grupo lanzó su primer álbum, Deloused In the Comatorium. Además de escribir las letras de las canciones, Cedric creó un guion extremadamente elaborado, críptico y poético, como la música que ejecutaba la banda. El cantante tomó como base la historia de su amigo, el artista Julio Venegas, quien tras intentar suicidarse cayó en coma. Imaginando lo que sucedía en el cerebro de su amigo, Cedric escribió la historia del alter ego de Julio, Cerpin Taxt. Cerpin vive una vida ordinaria y aburrida que lo lleva a tratar de suicidarse. Se inyecta una mezcla de morfina y raticida, pero no muere, sino que llega a una especie de purgatorio en su coma. En su mente, Cerpin es juzgado y torturado por diferentes entidades surrealistas, mientras vaga por un mundo onírico. Cuando el horror de su pesadilla viviente se vuelve insoportable, despierta del coma en el hospital, rodeado por sus amigos y familiares. Sin embargo, Cerpin vuelve a su vieja rutina de hastío y soledad. Es entonces cuando las voces de los personajes del inframundo mental se manifiestan y lo seducen para que vuelva con ellos. Nuevamente intenta suicidarse y esta vez tiene éxito, con lo que se abandona completamente al caos de este limbo cerebral. Si quieren leer la historia completa, pueden encontrar el libro complementario en este link: http://www.themarsvolta.ru/DeLoused_storybook.pdf

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N I E B L A S

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@ I VA N N I E B L A S

MAGMA – K.A. (2004) Magma es una de las bandas más enigmáticas e interesantes de la escena progresiva. Para empezar, hay que decir que es originaria de Francia. Sin embargo, el baterista, Christian Vander, consideró que la lengua gala no era suficientemente expresiva para la música qué él deseaba transmitir, por lo que decidió inventar un lenguaje propio: el kobaian. K.A. es la abreviación de Köhntarkösz Anteria y representa la primera parte de una trilogía que continúa con el álbum Köhntarkösz (1974) y culmina con Ëmëhntëhtt-Ré (2009). A lo largo de la discografía de Magma, la tónica general tiene que ver con el descubrimiento de los secretos del mundo inmaterial, y así controlar las fuerzas del universo y alcanzar la inmortalidad. K.A. es justamente el punto de partida de esta narrativa. El protagonista, Köhntarkösz, va comprendiendo poco a poco cuál es su papel en la historia de la evolución del espíritu humano. Aunque las letras, e incluso los créditos de los álbumes están escritos en un lenguaje ficticio, diversos “estudiosos” de la mitología “magmiana” han llegado a un consenso sobre la narrativa que sólo Christian Vander conoce con certeza. A fin de cuentas, la música es la que nos sumerge en el universo “kobaiano”, aunque el halo de misterio sobre este universo distópico no deja de ser muy emocionante.

STEVEN WILSON – HAND. CANNOT. ERASE (2015) Steven Wilson tiene un largo kilometraje en el progresivo conceptual, especialmente con su proyecto Porcupine Tree. En su cuarto álbum como solista, Hand. Cannot. Erase, nos ofrece una historia que podría ser material para una novela contemporánea. El álbum cuenta la vida de un personaje ficticio cuyo drama se inspira en lo que le ocurrió a Joyce Carol Vincent, una mujer británica, joven, popular y atractiva, con un nutrido grupo de amigos y familiares, quien murió en su departamento en el año 2003. Lo interesante y triste de su historia es que ni su familia, amigos, compañeros de trabajo y vecinos notaron su ausencia durante tres años. No fue sino hasta que sus restos fueron encontrados en 2006 cuando se enteraron de su fallecimiento. Wilson asume el papel de la protagonista femenina para narrar cómo se construyó el aislamiento que provocó el olvido de esta mujer en la vida de las personas supuestamente cercanas a ella. Es una historia sobrecogedora sobre la soledad en las urbes modernas y cómo, irónicamente, en un mundo hiperconectado por medios electrónicos (que en teoría deberían acercarnos más), sería muy fácil desaparecer accidental o intencionalmente.

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Fotografía: Gered Mankowitz

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P RO G RES I Ó N

CRE AT I VA

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K a t e Bush

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esulta complicado hablar de las aportaciones de las mujeres en un subgénero tan intrincadamente masculino como el rock progresivo. Esto ocurre por el simple hecho de que en la etapa de mayor auge y expansión artística de este estilo musical —los años setenta— se relegaba a las mujeres a un protagonismo mucho más enfocado a la superficialidad de la música pop, repleta de baladas y temas bailables. Sin embargo, no podemos negar la presencia de voces como la de Ann Haslam en la banda Renaissance o la de Sonja Kristina en Curved Air, pero solo eso; y siendo el rock progresivo un subgénero que se centra en el desarrollo conceptual, interpretativo y experimental de la música pop, la figura a la que nos debemos remitir es Kate Bush. Comienzo diciendo que Kate Bush es una artista conceptual antes que una compositora de canciones. Dicho de otra manera, detrás de cada composición suya existe una compleja construcción de ideas que toman prestados aspectos de la narrativa, la danza contemporánea y la experimentación musical. Se puede decir que su talento y creatividad vanguardista están a la misma altura que la de David Bowie y Peter Gabriel, y que a partir de ella o de su éxito, fue posible que otras mujeres se apropiaran del control creativo de sus carreras, alejándose del marketing que antepone “el atractivo visual”, antes que al creador de arte; incluso, alguna vez ella declararía: “La gente ni siquiera estaba consciente de que yo escribía mis canciones o tocaba el piano. Los medios me promocionaban solo como un cuerpo femenino. Era como si siempre tuviera que demostrar que yo soy un artista en un cuerpo de mujer”. El caso de Kate Bush es peculiar. Se trata de un talento prodigioso desde su infancia. A los once años comenzó a tocar el piano de manera autodidacta y a los dieciséis ya tenía un amplio catálogo de composiciones que no pasarían desapercibidas para su familia, lo que devendría en un demo casero que llegaría por casualidad a manos del guitarrista y compositor de Pink Floyd, David Gilmour. La misma casualidad la llevaría a ser contratada por la disquera EMI, garantizándole dos años de preparación artística que aprovecharía para aprender expresión corporal con el afamado mimo y coreógrafo Lindsay Kemp (quien también tuteló a David Bowie), lo que al final sería fundamental para construir uno de sus sellos más característicos en la naciente era de los videos musicales. Pero nuestra atención no sólo debe centrarse en cómo Kate Bush comenzó a construir su exitosa carrera, sino en la fuerza creativa que vive en cada uno de sus álbumes, siempre eclécticos y líricos, pues muestran muchas influencias cinematográficas y literarias. Sus referencias a Emily Brontë, a Henry James, a Gurdjieff, y el cine de horror británico de los cincuenta y sesenta, son un ejemplo de las canciones donde se asume con una narradora que encarna al personaje que las canta. Por eso mismo a veces resulta complicado descifrar el concepto detrás de algunos de sus temas, en los cuales siempre aborda asuntos oscuros y esotéricos que se combinan con cuestionamientos existenciales. Son producciones que mantienen la fuerza de una idea más allá de su fragmentación críptica, tal vez producto de su conocido gusto por el Ulises de Joyce y que se volvería mucho más notorio al adaptar el soliloquio de Molly Bloom en una de sus canciones, pero siempre con esa perspectiva que pasa por el filtro de una feminidad honesta y pulverizadora de las convenciones de un marketing sexualizador.

En una entrevista concedida a la extinta Melody Maker en 1977, Kate dejaba clara la manera de verse a sí misma como artista al afirmar que: “Todas las mujeres tras un piano terminan siendo como Lynsey de Paul o Carole King. Y la mayoría de la música hecha por hombres (no toda, pero si la buena), realmente se prenda de ti. Te pone contra la pared y eso es lo que me gusta hacer. Me gustaría que mi música imponga. No muchas mujeres tienen éxito con eso.” Los trabajos más significativos de Kate Bush son producto de su complicada relación con una industria musical que muchas veces trató de dominarla, pero que jamás lo logró. Su debut fue con The Kick Inside —un collage de historias que se centran en los claroscuros de las emociones en el despertar de la sexualidad—, Never for Ever, donde comienza a tomar el control de la producción para sentirlo más personal, es el más “progresivo” de sus discos. Ello debido a la correlación que existe entre las canciones y el diseño del arte (una ilustración realizada por el artista gráfico Nick Price), además de la colocación y sentido de cada tema musical interconectado a manera de capítulos. Never for Ever es una alusión a los conflictos de emociones encontradas, buenas y malas, pero que no permanecen, una idea ilustrada en la portada por una multitud de animales y monstruos que emergen por debajo de la falda de Kate, como una representación de que tanto las cosas positivas como las negativas provienen de uno mismo. Se podría decir que este trabajo es el resultado de una autocrítica por las decisiones en sus dos discos anteriores, y la madurez resultante de ello como un compromiso con su arte. Bush declararía en alguna entrevista por esas fechas: “A los artistas no deberían hacerlos famosos. Les conceden un aura enorme de cualidad casi divina solo porque su oficio genera mucho dinero. Y al mismo tiempo es una importancia forzada... hecha artificialmente solo por para que la prensa pueda alimentarse de ellos”. Reflejo de esta toma de conciencia de sí misma, Bush se referiría a su siguiente producción como el álbum donde “ella se vuelve loca”, y The Dreaming sería su trabajo de mayor libertad y experimentación, por la abrumadora presencia de elementos de la naciente música electrónica, y porque plantea un desafío contra las expectativas de la fama. Es en este disco donde profundiza en el tema de la frustración existencial, la búsqueda de conocimiento y la ansiedad que lo acompaña, siendo hasta la fecha la más ecléctica de sus realizaciones. Podría enfocarme en hablar del éxito masivo que fue Hounds of Love, pero la verdadera razón para hablar de este álbum es el conjunto de siete temas que funcionan a manera de una suite titulada como The Ninth Wave, en referencia al libro Los Idilios del rey del poeta británico Alfred Tennyson, del que Bush explica que trata evocativamente sobre una persona que pasa la noche sola en el agua, de cómo su pasado, presente y futuro vienen a mantenerse despiertos, evitar que se ahoguen, y no se duerman hasta que llegue la mañana siguiente. Una obra sublime y estremecedora que equilibra los dos aspectos en un punto crítico del éxito del artista: el camino recorrido y el rumbo por recorrer en la encrucijada donde ambos se unen. Después de Hounds of Love el nombre de Kate Bush figuraría junto al de los grandes artistas conceptuales de la música popular del siglo xx. Porque eso es lo que hace un artista, deja su obra para la posteridad.+

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I N F I N I T I VO S

C U E R P O S

Música fantasma Itzel Mar / @aegina23

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ás mundo es el mundo si se escucha. El sonido magnifica todo: también lo que no existe. Si entendemos la conciencia como el diálogo establecido con uno mismo; entonces, fue un domingo, en el centro del día, en uno de los insólitos salones del Castillo de Chapultepec, con sus arcos pálidos y su piso de mosaicos en blanco y negro —como un ostentoso tablero de ajedrez—, cuando experimenté, quizá, por primera ocasión, ese conocimiento regocijado de estar despierta, bien colocada en mí, prolijamente atenta. Tenía seis años y mi mamá nos llevó a escuchar un concierto de música barroca. Las notas comenzaron a volar y poco a poco invadieron el espacio, los muros, los ventanales, la luz. Los músicos agitaban sus instrumentos. Y los instrumentos brillaban. En mis oídos retumbaron los compases, y la suma de estos se convirtió en un satinado estallido de asombros. Mi cabeza, mi abdomen, mis labios y mis pies vibraban de tal forma que pude sentir cómo el afuera se transformó en adentro. No entendía bien lo que estaba ocurriéndome: esa intensidad que me invadía, alteraba mi respiración y la sincronía de mis latidos. Las palabras estaban lejos. Finalmente, no opuse resistencia y me fundí en la música. Desde entonces, la sonoridad de las trompetas me recuerda que el mundo puede ser escandalosamente íntimo y bueno. “Lo que se aprende a costa del propio cuerpo no se olvida”, afirma Nicole Brossard. Esa sensación de alegría primigenia, en forma de sonido, golpeándome el cuerpo, aún me pertenece con la misma consanguinidad que en aquel domingo. Después de tararear mentalmente, durante años, algunas de las notas que recordaba, supe al fin el nombre de la obra: Music for the Royal Fireworks, de Handel. ¿De qué está hecha la música? ¿Por qué nos arrebata? El origen del sonido lo componen partículas en movimiento. La onda se propaga porque las moléculas de aire se mueven empujando a otras, vibrando alrededor de su posición inicial. El cerebro procesa el estímulo acústico como frecuencias en forma de tonos. Los sonidos graves corresponden a frecuencias bajas y, los agudos, a frecuencias altas. El oído humano capta un rango de frecuencias entre 20 y 20000 hercios (Hz) —estos son unidades de medición de ondas y vibraciones electromagnéticas—, aunque solo con mayor agudeza entre 2000 y 4000 Hz —donde se encuentra la resonancia producida por la voz. Pero más allá de los detalles técnicos, nuestro apego a la música surge, quizá, por razones filogenéticas: seguimos siendo una especie elemental y rítmica. Marcel Duchamp sostiene: “La música no es una expresión superior del hombre; no es más que vísceras contra vísceras: los intestinos responden a la tripa de gato con la que está hecha la cuerda del violín”. No hay manera de

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negarnos a escuchar. Imposible cerrar los oídos como cerramos las manos o los ojos. La lengua materna compartida universalmente tiene la forma de una melodía, tanto como el itinerario de nuestros afectos personales. La música nos revela el mundo que la palabra no puede. Donde el universo se vuelve eco, donde se fusionan los sentidos con las posibilidades del tiempo, y no es necesaria la razón para el conocimiento de la realidad, comenzamos a oír las notas. “Es improbable que la música te decepcione”, dice la doctora María Eugenia Ávila. Sí, porque musicar es una de las maneras más dichosas en las que se comporta el espíritu humano. Han existido personajes para quienes la música no sólo es gozo sino la totalidad. El 7 de mayo de 1824, en el Kärntnertortheater de Viena, se estrenó la Novena sinfonía, de Ludwig van Beethoven. Completamente sordo, el compositor observaba soplar a los músicos de los instrumentos de viento, y mover los brazos con fuerza a los percusionistas. Los intérpretes de la sección de cuerdas parecían mimetizarse con la cadencia de las partituras. Las bocas de los cuatro solistas se abrían alternadamente, con la potencia de la precisión, y a ellas se sumaron las muchas de los cantantes del coro. Beethoven contemplaba su música, los sonidos que no podía escuchar. Al final, los aplausos y los rostros extasiados del público volvieron infinito ese momento. Y la Novena sinfonía se convirtió en la obra a elegir cuando surge el deseo de sentirnos inmensos. El extraordinario compositor alemán nació en Bonn en 1770. Los últimos 27 años de su vida padeció una sordera progresiva. Sin embargo, en este período compuso sus piezas más significativas. Los dictámenes científicos modernos indican que Beethoven sufrió una posible degeneración del nervio auditivo causada por plomo, el cual se añadía al vino, entonces, para mejorar su sabor. Algunos investigadores han catalogado el repertorio beethoveniano como música fantasma, producto de la alucinación musical. Esta patología neurológica —poco estudiada— es un tipo de alucinación auditiva en la que impera la repetición obsesiva de sonidos o música, generalmente asociados con recuerdos de la infancia o la juventud. Suelen padecerla adultos mayores o personas que han perdido, en algún grado, la audición. En Musicofilia, Oliver Sacks nos revela algunas de las complejas relaciones entre el cerebro y la música. En su capítulo dedicado a las alucinaciones musicales, conoceremos las insólitas historias de pacientes cuya percepción acústica ha sido distorsionada porque es imposible apagarla. Beethoven nos confiesa: “Los tonos suenan, y me rugen y me atormentan mientras no los haya puesto en notas”. Es verdad, sólo al ser desenmascarados, ciertos fantasmas se desvanecen. +


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B O R B O L L A

El imbécil afán de

trascendencia H

ubo veces, no muy remotas, en las que deseé pasar a la historia y en que me tomaba al pie de la letra un aforismo de Cioran: “¿De qué me sirve media eternidad? Nunca seré leído por mis héroes del pasado. No me leerán Platón ni Napoleón”. Hoy propongo un experimento mental para conjurar el desatino que implica el imbécil afán de trascendencia, cuya demencial ambición había ya contrarrestado, en parte, cuando escribí hace años: ¿De qué sirve pasar a la historia si la historia no pasa a la eternidad? Curémonos, pues, de locuras con el siguiente experimento mental: Supongamos que detrás de la muerte no haya nada, que la muerte sea una anestesia tan profunda que lleve a extremos insospechados la oscuridad de la conciencia y que, de nosotros, ni siquiera quede un débil yo encarado a la nada. Supongamos que la muerte sea la nada, ese extraño concepto que aparece con sospechosa frecuencia en todos los discursos pero que carece de referente. Y supongamos, también, que de este lado (del lado de la vida) alguien caritativo se acuerda de nosotros, o que tenemos la fortuna de pasar a la historia y de gozar del favor de la memoria humana como les ocurre a Homero, Platón, Newton, Velázquez o Atila. Que nuestro recuerdo se mantiene no sólo los pocos o muchos años que nos sobrevivan nuestros parientes y amigos, sino que seamos recordados a través de siglos y milenios, aunque el brillo de nuestras obras vaya menguando. Supongamos incluso que resistimos no sólo los milenios, sino a las mutaciones de la especie humana y unos hombres nuevos, mejorados por la tecnología y la evolución siguen en lo más hondo del porvenir fieles a nosotros y que continuamos siendo mencionados no sólo en el año 3 mil, sino en el año 3 mil millones y todavía más, en el futuro insospechado. Y supongamos también que nuestro Sol, un sol envejecido para entonces, con poco combustible comienza a dar problemas, como un auto que nos ha servido mucho y que, precisamente por su prolongado servicio, se detiene y ya no hay refacciones. Solo que nuestro Sol, por sus dimensiones, calculan los que saben, se volverá primero una estrella gigante roja que se dilatará hasta la órbita de Venus y luego se contraerá hasta volverse una enana blanca, y supongamos, además, que esa extraña especie que descenderá de nosotros consiguió huir a tiempo y adaptarse a otro planeta y que los colonos de ese nuevo mundo llevan en las entrañas de su memoria nuestro recuerdo y lo instauran ahí, en el nuevo ahí, al lado de los héroes que se hayan acumulado para entonces. Y supongamos que el tiempo incontenible sigue su curso y que por fin el Sol, nuestro antiguo sol abandonado se apaga, porque después de 7 u 8 mil millones de años, qué remedio, este sol fulgurante de ahora algún día será una estrella muerta; y supongamos que todavía los descendientes de aquellos que se mudaron de planeta mantienen, pese a todo, tercos, nuestro recuerdo y que sigue nuestra memoria para entonces ya más antigua que el mismísimo Sol. Qué extraño mundo será ese grupo de humanos, al cabo de miles y miles de generaciones de humanos. Además de nuestro recuerdo, ¿conservarán las tremendamente arcaicas prácticas de ahora?, ¿el amor, la poesía, la guerra?, ¿o se habrán inventado otras para las que hoy no sospechamos ni el nombre? Y supongamos que un día, cuando ya toda la Vía Láctea esté muerta, alejado todo de todo, profundamente cansado el universo, por fin se borrará nuestro rastro, por fin nadie recordará nada: ni vida ni obra ni nombre… qué rotundamente absurdo es el deseo de trascendencia, el solo imaginar unos cuantos miles de millones de años me ha provocado náuseas. No cabe duda de que lo mejor que puede hacerse frente a la eternidad es pasarla muertos. He terminado de comprender que hoy, sólo hoy, exclusivamente hoy es más que suficiente. +

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Escribir y leer una carta D

oña Pilar Pascual de Sanjuán no se andaba con medias tintas. Ella, qué duda cabe, estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias con tal de alejar a las niñas de las peladeces y la falta de urbanidad. Por eso mismo —además de sus clases en la Escuela Normal de Barcelona y ser una de las profesoras más afamadas de los tiempos finiseculares— escribió un librito para que las chamacas se dieran cuenta de que los secretos tenían un límite: el Resumen de urbanidad para las niñas. En esas páginas, doña Pilar dejaba claro que abrir las cartas de otra persona era “una de las mayores imprudencias”; sin embargo, esta norma tenía una excepción, las niñas decentes no podían exigirles esta privacidad a sus padres, pues ellos tenían la “obligación de intervenir en todos sus asuntos” y, en caso de que no las abrieran para husmearlas y censurarlas, la niña linda tenía el “deber de entregárselas con entera confianza”. Todo parece indicar que las cartas podían transformarse en un asunto luciferino: lo que en ellas se escribía y leía tenía la fuerza necesaria para abrir las puertas del pecado y la perdición, sobre todo si estaban vinculadas con sus enamorados, los cuales —como todos sabemos— sólo podían ser descritos con un refrán preciso: “cuiden a sus gallinas que mi gallo anda suelto”. Ante este hecho, la conclusión es obvia: en un ratín de pasión, las jóvenes podían perderlo todo y deshonrar a sus familias, mientras que los varones nada perdían. Aunque esto parecería común en los tiempos idos, si lo pensamos un poco luego luego nos topamos con los asegunes: ¿de verdad todo lo que se decía en las cartas era tan peligroso como se suponía? Y, a la hora de leerlas, ¿las chamacas eran tan mensas que se creían todas las palabras de sus calenturientos galanes? Es más, a los muchachos que también las leían, ¿les pasaba lo mismo y no dudaban de ninguna de las letras que estaban delante de sus ojos? Escribir una carta no era un asunto tan bobalicón como podría suponerse: ellas eran el espacio de lo cursi y del encueramiento de las pasiones, el lugar donde se materializaba la buena educación y la certeza de que alguien merecía todo el respeto y, por supuesto, eran las hojas donde se hablaba con confianza o se engolaban las palabras que en otras circunstancias resultarían insufribles. Durante casi tres siglos —xviii, xix y parte del xx— las cartas vivieron su época de oro y eso las transformó en un asunto sobre el cual había que tomar precauciones. Algunos, los que estaban más perdidos y urgidos, podían ir al centro de las ciudades para contratar los servicios del evangelista que resolvería sus problemas a cambio de unas monedas.


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Otros, armados de valor, preferían hacerlo por cuenta propia, y para ello no les quedaba más remedio que hacer suyos los consejos de los especialistas en el tema. Durante la época de oro de las cartas se publicaron un bolón de libros donde se analizaba este asunto de una manera única y precisa, mientras que en los manuales de buenas costumbres —los más notorios herederos del Carreño— casi siempre se incluía un capítulo dedicado a este menester. Veamos, con cierta calma, algo de lo que se necesitaba para escribir uno de estos documentos de acuerdo con los señalamientos de algunos de los expertos más chichos de aquellos tiempos. Para comenzar, era imprescindible pensar en las características físicas que debían tener estos documentos, y nadie mejor que Francisco Joseph Artiga para hablar de ellos:

considerarse el chance de que pidiera tantito tiempo para pensar en su respuesta. En uno de los formularios de correspondencia publicados a finales del siglo xix se muestra lo que tenía que escribirse para salir bien librada en caso de aceptar los amoríos: “Hasta ahora no he sentido pasión por nadie, pero me es muy grato leer la carta de V. Si V. continúa amándome como dice; si, aunque transcurra el tiempo, otra más hermosa que yo no borra las simpatías que, según me asegura por mí siente, no me queda duda que amaré a V., porque desde que […] se fijó V. en mí, no me ha sido indiferente”. Evidentemente, una carta tan púdica, modesta y Que es cortesía común, casta podía enseñarse a los padres sin que los blasorenglones siempre derechos, nes de la familia quedaran en entredicho. Lo que la letras unidas, y espacios chamaca prometía no ponía en riesgo su pureza dado entre las palabras puestos. que un taco de ojo no se le niega a nadie. Y, si la joven decidía mandar a su pretendiente a freír espárragos, Papel cortado y muy limpio, también había una respuesta precisa: “con mucho gusel doble igual, y derecho, to he leído la galante carta de V., que tanto habla a su sello claro; y será buena favor; yo me considero muy orgullosa de ser la persona con dichos seis documentos. que ha inspirado a V. frases tan lisonjeras, y siento mucho que V. no las haya dirigido a quien, más digna de Procurando la igualdad ellas que yo, pudiera aceptarlas con más benevolencia con grandísimo concierto, […] por muchos motivos, que fuera inútil explicar, no en líneas, márgenes, puedo aceptar por ahora la pasión de V., ni de ningún letras, dobleces, campos y trechos. otro hombre que en mí tuviera la bondad de fijarse”. Cuando la chamacona aceptaba la relación, el ir y venir Una vez que se tenían claras estas virtudes gracias a la lectura del Epítome de las cartas se volvía más grande que un río desbordado. de la elocuencia española, había que detenerse a pensar un poco en lo que se Y, en más de tres ocasiones, las palabras que podían chaiba a escribir, pues en los “renglones siempre derechos” la persona podía muscar el alma se hacían presentes. Las ideas de “quemarse apostar su honra y, para complicar aún más las cosas, existía la posibilidad en la pasión” o achicharrarse en “el cuerpo amado” no eran de que ese papel pudiera meter a su autor o autora en serios problemas. tan extrañas, pero —la verdad sea dicha— ellas no eran para Los encueramientos del alma eran un asunto delicado y, debido a esto, no había que echar en saco roto los sabios consejos que daba la Condesa de preocuparse: los amorosos tenían perfectamente claro que Tramar en su magna obra. El trato social: “Una carta imprudentemente una cosa era lo que leían y otra muy diferente la que hacían. Obviamente, algo de lo que pasaba en el noviazgo llegaba escrita puede causar serias molestias y desazones a su autor y llegar a ser un arma terrible en las manos de un adversario o de un enemigo. Nunca a los oídos de las amigas y, tal vez, a los de los padres (soestán por demás las precauciones en la correspondencia, hay que pensar bre todo si la joven era tan zonza como para creerle a doña en todas las palabras, no dejar ninguna frase que se preste a confusiones Pilar). Si las cosas salían bien, la pareja se casaba y, una vez que terminaba el jelengue y el matrimonio se consumaba, era o que parezca de doble sentido”. Ante semejantes riesgos, a cualquiera le temblaría la mano antes de necesario que las otras mujeres tomaran pluma y papel para tomar la pluma. ¿Qué hacer para no meter la pata y terminar arras- felicitar a su amigucha por haberse salvado de quedarse para trando el apellido o ser víctima de un arrepentimiento que el mejor vestir santos. En otro de sus librines, doña Pilar Pascual de confesor no podría solucionar? Si se tenía el valor y el colmillo sufi- San Juan también enseñaba a las señoritas decentes a redaccientes había con qué enfrentar este riesgo; pero, si se carecía de ellos, tar estas misivas: “Hemos recibido el billete que nos participa lo más sensato era ir a la librería o acudir con un vendedor ambulante su efectuado enlace, y hemos formado los más fervorosos y para comprar uno de los “formularios” de cartas. En estos librines cordiales votos por su felicidad. Muy relevantes prendas debe había un poco de todo: algunos eran claramente fifís y venían respal- tener el joven D. Enrique para haberse hecho digno de obtener dados por una linda encuadernación y un editor con buena presencia; la mano de una señorita que tiene, sin engreírse, aparte del naotros —un poco más económicos— tenían cubiertas de cartón, pero cimiento, la belleza y la fortuna (que son bienes transitorios), la probadísima rectitud moral de sus autores garantizaba que se sal- los más preciosos de una virtud acrisolada, claro talento y esdría bien librado de este lance. Y, por último, estaban los cuaderni- merada educación”. La idea de estas cartas me gusta: las que copiaban de los forllos que los editores populares vendían por unos cuantos centavos y que —además de los modelos de cartas que podían huachicolearse mularios le daban las palabras que no encontraban las personas sin recato— tenían muchas otras cosas que resultaban utilísimas en y, de pilón, las protegían en contra de los ridículos y las metidas los lances de amor, por ejemplo, el lenguaje de la sombrilla, el del de pata; y, los que se aventaban a escribir sin pensar en las recosombrero y el de los listones, a los cuales se sumaban una buena mendaciones de los expertos se jugaban el todo por el todo en cantidad de métodos para escribir y comunicarse sin que ningún unas cuantas líneas. Estas últimas cartas siempre me cautivan y, cuando son publicadas, me dan la oportunidad de asomarme a la metiche se enterara. Cuando una chamaca recibía una carta amorosa, las posibilida- vida privada de otras personas. Aunque, en este caso, los consejos des para responderla —a menos que se hiciera la mensa— eran de doña Pilar me vienen guangos: leer el epistolario de cualquier casi precisas: debía dar un sí o, si de plano no le cuadraba, tenía persona me da la oportunidad de adentrarme al chisme, a la mejor que mandar a la goma a su pretendiente, aunque también podría de todas las literaturas posibles. + 23


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Fotografía: Graciela Iturbide.

El antiguo camino del rock progresivo mexicano

T E M A a historia de la música contemporánea en México —para no caer en el consabido nombre de rock nacional— es un constante sube y baja de encuentros y desencuentros. Su trama es el resultado de la importación de un ritmo proveniente de Estados Unidos al que sus intérpretes y defensores siempre buscan darle una identidad nacional que por momentos halla eco en una generación, en una década, y que de pronto también desaparece. El rock mexicano, con todas sus variantes, siempre resulta ser el extranjero, el incomprendido, el niño terrible que inquieta a la sociedad. El festival de Avándaro (1971) está considerado como el momento de ruptura que convierte al rock en algo proscrito, lo cual no le permitió desarrollarse debido a una juventud juzgada y condenada por un gobierno autoritario, represivo y controlador. Los rockeros de entonces fueron lanzados a las periferias de las ciudades, alejando a esta música de las clases privilegiadas, para transformarla en el medio de desfogue de las clases más oprimidas. Sobre el festival de Avándaro, José Agustín señaló que “no era un acto de acarreados para echarle porras al gobierno o al MURO [Movimiento Universitario de Renovadora Orientación], sino una impresionante y significativa manifestación de contracultura que, naturalmente, tuvo repercusiones políticas; tan fue así que se le satanizó al instante y el gobierno apretó la represión contra todo tipo de evento rocanrolero”. En los albores de la década de los ochenta, el rock nacional adquiere cierto atractivo para la clase media. Regresa con sus estrellas e intérpretes extranjeros a programarse en la radio y con un puñado de músicos con visión, mayor preparación académica y artística. Se hace también de costosos equipos musicales, con la intención de modernizar el panorama artístico de un país mayoritariamente joven (70% de la población era menor de treinta años). Los espacios y presentaciones para esta generación de músicos dejan de ser los terrenos baldíos, las canchas de frontón o los estacionamientos de los barrios populares. Se ocupan museos, foros culturales, teatros y plazas universitarias para las actuaciones y la escucha de otro rock, uno fantasioso, metafórico y menos ligado a la protesta social. La caricia auditiva de Chac Mool “Todo era como en el año 10 Conejo”. Así inicia la crónica “1981” de Tiempo transcurrido (Crónicas Imaginarias) de Juan Villoro, un libro en el que recorre, desde 1968 hasta 1985, las visiones y fantasías de la juventud mexicana influida por el

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rock. “1981” cuenta la historia de Güicho, un melómano, adorador del cine de terror, quien busca a toda costa producir e incluir en los sellos disqueros la presencia de rockeros nacionales. Villoro dota de un halo mágico y personalidad especial a Güicho, quien es capaz de crear los elementos necesarios para luchar en contra de la indiferencia de los zares de la entonces avasallante y malinchista industria del disco. Este capítulo está dedicado a José Xavier Navar, amigo de Villoro y también mánager y jefe de prensa de Chac Mool. El cuento tiene un final místico y que viene muy a propósito para contar la historia del grupo y su entonces manejador. En 1984 apareció el cuarto y último álbum de la banda de rock mexicano Chac Mool, titulado Caricia digital. En la portada se ve una imagen impactante a color, un still de Robert de Niro golpeado y sangrante, una escena que formaba parte de la película Raging Bull (El toro salvaje). Aporte directo y cinematográfico de Pepe Navar, que en mucho ayudaba en la visión de la banda. Este era el primer trabajo de Chac Mool para WEA, un álbum avanzado en muchos aspectos —calidad sonora, grabación, concepto de portada y presentación al mercado—, el cual marcó un nuevo camino en el terreno musical. Las letras de Caricia digital hablan de lo cotidiano, aunque se permitían jugar con las metáforas como en sus primeros discos, y también aparecía una colaboración el célebre compositor tamaulipeco Jaime López, en “Piel de hielo”. Chac Mool era un milagro en el panorama musical mexicano. A principios de los años ochenta fue una de las primeras bandas firmadas por una disquera internacional, Discos PolyGram. El grupo tenía una fuerte presencia y prestigio en la escena, cuyo trabajo le había permitido llevar a buen puerto tres primeros discos: Nadie en especial, Sueños de Metal y Cintas en directo. Una de sus metas de esa época era hacerse de más escuchas fuera del Distrito Federal. Por ello realizaron conciertos en el interior de la república que a la larga construyeron una numerosa audiencia. En Caricia digital Chac Mool estuvo formado por Jorge Reyes en la voz y la guitarra, Carlos Alvarado en los teclados, Armando Suárez en el bajo y Eduardo Medina en la batería. El rock progresivo fuera de México El rock progresivo tenía una cuna inglesa y americana surgida a mediados de los sesenta. Sin embargo, la década de los ochenta recibía esta corriente musical con un nuevo rostro. Habían surgido a la par otras agrupaciones de renombre y fama en Alemania, Francia e Italia que de alguna manera animaron a los mexicanos a adentrarse a esta nueva ola y crear algo original. Sin el auxilio de tanta parafernalia escénica o auxilio tecnológico, se escribía este capítulo en los años ochenta, tiempo en que parece tener más participantes y simpatizantes. En otros países, grupos leyenda del rock progresivo, se adentraban por terrenos menos elaborados y más comerciales. Genesis se reducía a un trío con la voz del baterista Phil Collins, logrando célebres sencillos en la radio. Yes abandonaba las fantásticas portadas de Roger Dean y se abría a panoramas más dentro del pop. Quizás los únicos grupos ocupados en defender la trinchera y cuidar la escuela del progresivo eran Pink Floyd, Jethro Tull, Kansas y Emerson Lake and Palmer, quienes se mantenían firmes, quizá sin el éxito


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Fotografía: Chac Mool

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del pasado. Marillion, desde la lejana Buckingham, aparecería en 1985 como la nueva esperanza del progresivo con su disco Misplaced Childhood. Antes de Chac Mool, Nuevo México, Al Universo y Decibel Los registros de los coqueteos con el progresivo en México corresponden a bandas que de alguna manera agregaron orquestación o se aventuraron por parajes más allá del blues para incorporar nuevos sonidos, estructuras y arreglos. Además, cangaban en español y hacían a un lado la tendencia de cantar en inglés, propagada sobre todo por otras bandas que buscaban su internacionalización por este medio. En 1971, Carlos Mata y su Nuevo México firmaron un contrato con Polydor. Ellos eran la primera propuesta musical en el terreno progresivo, con la participación de Jorge Reyes en la guitarra y flauta, así como Armando Suárez en el bajo. Ambos, más tarde, fueron participantes fundamentales de Chac Mool. Carlos Mata y Miguel Suárez completaban el cuadro. Por su parte, Al universo, con un primer trabajo llamado Viajero del espacio (1979), también abría la puerta a la finura y la experimentación, en la que predominaba el uso de teclados y flautas que dieron lugar a la participación conjunta con Carlos Alvarado en los teclados, Reyes y Suárez y el chelista Mauricio Bieletto. El poeta del ruido (1979) fue el primer trabajo de la banda Decibel. Ellos apostaban por las atmósferas electrónicas y alucinantes, sin voces. Estaban más ocupados en los efectos generados por sus teclados. Esta banda evolucionaría a otros proyectos orientados a las corrientes del punk y el new wave, bajo el nombre de Size. El noble camino de la independencia La búsqueda sonora no encontró eco en las casas discográficas. En ese momento existía una buena cantidad de rockeros que no deseaban entrar en el cartabón de la música comercial. Debido a esto, el progresivo halló en la independencia una manera de hacerse escuchar, mediante la programación en radiodifusoras públicas, mayormente universitarias, y como se mencionó antes, conciertos y presentaciones en foros culturales. La naciente década de los ochenta presenta un listado de agrupaciones que, en ciertos casos, iniciarían una larga trayectoria, algunos aún en activo. Tal es el caso de Iconoclasta con treinta años de antigüedad, High Fidelity Orchestra, Caja de Pandora, Nobilis Factum, Delirium, Nazca, Banda Elástica, Aleación 0.720, Flüght, Manchuria y la lista podría continuar con ejemplos de otras bandas que por momentos coquetearon con sus propuestas, o proyectos alternos de los mismos grupos, tanto en la Ciudad de México como en Guadalajara y otras ciudades, algunas de ellas no dejaron registros sonoros por falta de recursos. La revancha prehispánica Si bien es cierto que el progresivo se enfrentaba a las limitantes tecnológicas del tercer mundo, y no podía igualar la sonoridad de otras

latitudes, la respuesta consistió en volver la vista a las raíces culturales prehispánicas. Luis Pérez y Jorge Reyes, cada uno por su lado, lo entendieron así y con mucha visión llevaron el camino de lo progresivo y la fusión a lo que llamaron Etno Rock. Una rama en la que el sonar de los secuenciadores y guitarras eléctricas se combinaba con la percusión de los teponaxtles, los flautines y los instrumentos de viento, combinado con el canto y voces en náhuatl. Los conciertos eran un happening, un performance en el que muchas veces se agregaban danzantes, maquillajes, copales y demás elementos que hacían una experiencia mística y musical. Esto provocó que el rock nacional se abriera a otra dimensión, permitiendo el avance hacia una nueva dirección que iba muy en la ruta de la fusión musical, corriente que empezaba a cobrar fuerza a mediados de los ochenta. Una postdata desde Mexicali Hace algún tiempo, durante una charla con el músico y escritor Rafael González (conocido como el Señor González y autor de tres volúmenes llamados 60 años de rock mexicano), reflexionábamos sobre la escucha de la música como un acto subversivo. Ambos coincidimos en que, en los tiempos del streaming, del uso de reproductores de mp3, de plataformas musicales como Spotify y otras, nos han quitado ese antiguo placer que se equipara al de la lectura completa de una novela. En la época en que la radio se había convertido en la reproducción constante de éxitos, el poner sobre la tornamesa un disco, representaba la oportunidad de escuchar, por espacio de casi una hora, lo que era un concepto o una idea en un puñado de canciones concebidas por un grupo. En el progresivo, muchos de sus discos son obras y conceptos redondos apreciados desde su arte, el cual se inicia desde la portada, y culmina con las canciones y la música. La etiqueta de lo progresivo quedó en el pasado y se convirtió en motivo de nostalgia. Continúan sus seguidores y músicos, y algunos proyectos sobreviven. Pero curiosamente, a partir de los noventa, en Baja California, surgió con fuerza la banda Cast, interpretando en un estilo muy particular rock progresivo, lo cual le permitió ser una de las más productivas y reconocidas fuera del país. En activo y con 17 álbumes, Cast asegura haberse fundado desde 1978, y debe su permanencia y éxito a la propagación del progresivo y a la creación del festival Baja Prog, que duró cerca 14 emisiones. En ese evento se reunían intérpretes y artistas legendarios del género. Sin ser profetas en su tierra y con sus actuaciones fuera del país, Cast halló un sendero viviente en el antiguo camino del progresivo. No podemos negar la existencia de un rock progresivo nacional y original, el cual nació a partir de los años setenta y que también escribió su historia gracias a la crítica de intelectuales, que convirtieron esas décadas del rock en “música de culto”. No por nada, y como escribiría Juan Villoro, el milagro del rock nacional depende de un “instante mágico”. Ese “milagro” que, como una estrella fugaz, cruzó el cielo mexicano demasiado rápido como para ser apreciado y valorado por más oídos. Volviéndose una música de nostálgicos y melómanos conocedores. + 25


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La rebeldía ante

hacedores de la nada —como las personas que compran y venden acciones de empresas que jamás han visitado— y los que trabajan en los peores lugares que, extrañamente, pueden parecer un paraíso a ojos de los clientes, justo como sucedería con una heladería. ¿Cómo mira la literatura estas labores? Sergio Gutiérrez Negrón: La mayoría de las personas que escriben rechazan estas labores y por ello exploran el escape de ese tipo de trabajos. Con los jóvenes ocurre algo muy parecido: una buena parte de los que estudian quieren cursar una carrera creativa; quieren ser publicistas, diseñadores gráficos, fotógrafos; pues estas profesiones te dan una identidad que, obviamente, no puedes tener como heladero. Piénsalo por un instante: es muy difícil pararse delante de las personas y decir con orgullo “yo soy heladero”. Gracias a los personajes de Los días hábiles pude explorar varias de las facetas de esta pérdida de identidad. Es más, el hecho de asaltar la heladería les da la oportunidad de crearse una identidad, de imaginar que hay algo más allá de su horizonte cotidiano. Lo que me ayudó mucho en la novela es que su protagonista tiene una mente dispersa: mientras limpia una mesa o el baño de la heladería está pensando otra cosa. Los desvaríos de María me permitieron unir todos los actos cotidianos. Lee+: En las viejas novelas donde aparecen trabajadores —como las que se escribieron en tiempos del realismo socialista—, los proletarios sólo tenían dos opciones: ser terriblemente derrotados para convertirse en un ejemplo moral o ser los creadores de un futuro moderno y justo… nada de esto sucede en Los días hábiles, pues su mundo es muy relajiento. Sergio Gutiérrez Negrón: El relajo me permitió explorar el trabajo sin caer en la solemnidad de esa vertiente del realismo social. Es más, una de las características de la novela es el alejamiento de esta posibilidad: los personajes están creando una utopía sin pensar en la política, no porque sean seres absolutamente despolitizados, sino porque el horizonte político les es lejano. En el ambiente de la novela hay actos políticos, acciones de protesta, pero ellas no pertenecen al mundo de la heladería. Lee+: Sé bien que esta pregunta podría parecerle un insulto a muchos escritores, pero no resisto el deseo de hacértela: ¿para Los días hábiles leíste libros de superación personal? Lo pregunto porque, de varias maneras, esa concepción del mundo parece marcar a algunos de tus personajes y tu sorna no puede ocultarse. Sergio Gutiérrez Negrón: En el día a día, la mayoría de las personas hace suyas esas ideas y lee muchos de estos libros. Los lemas de “tú puedes mejorar”, de “el esfuerzo lo puede todo” son mucho más que comunes, por esto no resulta extraño que el dueño de la heladería sostenga que, si se esfuerzan, los trabajadores llegarán más lejos. Pero, ¿cómo puedes llegar más lejos si estás atrapado en los pocos metros cuadrados que ocupa una heladería? Creo que esto forma parte del humor que hay en la novela gracias al discurso de la autoayuda en el que los personajes están inscritos. Por esta razón, yo creo que Los días hábiles es una novela muy contemporánea que nos muestra una parte de nuestro día a día en el que normalmente no pensamos. Es más, cualquier persona que haya tenido uno de estos trabajos podrá reconocer en ella la ansiedad y el hastío que marcan algunos de los momentos de las horas laborales. Pero también, en esta novela, los lectores podrán encontrar los pensamientos rebeldes que te surgen en los momentos en que estás más aburrido, en los momentos en que quieres escapar. Los días hábiles, por lo menos en este sentido, es un ejercicio de fuga, de libertad, en un contexto tan opresivo como una heladería. +

el horror cotidiano Lee+: Ayer en la noche comencé a leer Los días hábiles. Por tu culpa no pude ver La ley y el orden. Leí hasta que caí rendido y hoy en la mañana me levanté más temprano para terminarla. Está requete buena. En ella me encontré a una pobre mujer que en algo se parece a muchos de nosotros. Ella pertenece a esa clase social que se conoce con el preciso nombre del “infelizaje” y, a pesar de esto, se levanta todos los días para trabajar. Una mañana, lleva a cabo una idea que le parece buenísima: asaltar el lugar en el que trabaja, el cual no es precisamente un banco, sino una heladería. ¿De verdad es tan duro trabajar?, ¿es posible llegar a pensar que vale la pena atracar una heladería?, ¿de dónde sacaste tamaña idea? Sergio Gutiérrez Negrón: Cuando tenía 17 o 18 años pasé casi un año trabajando en una heladería, en un telemarketing y en una serie de lugares que me parecían terribles en aquel momento. Después caí en una biblioteca y transité a un trabajo completamente distinto. Una cosa que hoy me parece interesante es que, mientras me dedicaba a esas labores, ellas no me molestaban muchísimo, pero al cabo de un tiempo yo era tan infeliz como mis compañeros de trabajo. En esos días comencé a llevar un diario que volví a encontrar hace unos cinco años. Lo leí, aunque siempre es difícil leer el diario que uno escribió, especialmente a los 18 años. En las primeras entradas hablaba sobre mis compañeros con cierto sarcasmo, me miraba distinto y superior a ellos; pero, conforme fueron pasando los meses, mi mundo se fue limitando a ese espacio: mis amigos eran los heladeros, mi territorio era el de la heladería y, cuando se terminaban las labores, nos quedábamos en ese lugar para platicar. Mi mundo entero ya correspondía a esa heladería y se había ajustado para que entrara perfectamente en ella. Al terminar de leer mi diario pensé: ¿por qué no explorar el trabajo y el espacio del trabajo? Esta pregunta era muy interesante, pues la literatura muy pocas veces se asoma a estos lugares: tenemos muchas obras sobre la labor del escritor, pero muy pocas sobre los trabajos comunes y cotidianos a tiempo parcial y que un poco te chupan el alma. Quizás esto se debe a que generalmente pensamos que la anécdota comienza cuando se interrumpe el trabajo o cuando el personaje no llega al trabajo. El tiempo en el que cedemos nuestro cuerpo a otra persona es un territorio apenas explorado. Yo quise adentrarme en él a través de la experiencia de un personaje que poco a poco brotó de mi diario: una muchacha infeliz, hastiada, y que a pesar de todo esto cree que hay algo más en la vida. Toda la gente que está a su alrededor parece feliz y ella sólo puede preguntarse por qué no lo es. Por esta razón la protagonista urde el absurdo plan de asaltar la tienda y fugarse a las montañas puertorriqueñas. Lo absurdo de esta idea salta a la vista de cualquiera: en la heladería no hay suficiente dinero para vivir durante la vida entera y alejarse para siempre del trabajo. Si acaso, en la caja hay lo mínimo para sobrevivir un mes. Este hecho, aunque pueda pensarse exactamente lo contrario, me permitió mostrar la solidaridad que hay entre los amigos, entre los compañeros de trabajo. Lee+: Creo que el trabajo ha cambiado brutalmente en los últimos años: antes la gente salía a laborar y hacía cosas con las que se identificaba, pero ese trabajo comenzó a desaparecer y surgieron los 26


Fotografía: Tanya Rosen-Jones

Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

Sergio Gutiérrez Negrón escribe sobre su novela A Los días hábiles primero se le atravesó un huracán, y luego esta pandemia. El mundo para y por el que la escribí ya no existe. Y, sin embargo, aquí está, ahora, y dice y narra algo sobre la amistad, el trabajo, la libertad y me gustaría creer que algo de esto tiene más relevancia hoy que nunca antes. Por ahora y supongo que por un tiempo, solo se hallará en físico en librerías mexicanas y, eventualmente, en puertorriqueñas. Por ahora está en las redes para el resto del mundo.


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D E Ve la entrevista en mascultura.mx y en YouTube revistaleemasdegandhi

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veces es difícil seguir las tradiciones a pie juntillas. En un número dedicado al rock progresivo era necesario asomarnos al librero de alguien vinculado con este género, aunque corriéramos el riesgo de que la música y la literatura se fundieran irremediablemente. La entrevista a David Cortés casi era obligada: él es uno de los mejores críticos musicales y, además, es autor de varios libros entre los que se encuentra El otro rock mexicano, la primera historia del progresivo en nuestro país. Así pues, adentrémonos en el librero/disquero de David y veamos qué hallamos y, por supuesto, miremos de qué manera se entrelazan la música y la lectura en sus paredes. Lee+: Me late que, para que te sientas como un político en el banquillo, deberíamos empezar con un cuestionamiento verdaderamente gandalla: ¿qué prefieres, discos o libros? David Cortés: No, pues discos. Aunque la verdad es que, si lo pienso un poco, es una pregunta muy difícil porque discos y libros se combinan. Robert Fripp, el guitarrista de King Crimson, decía que tomar un café era una fiesta, y que si al café le agregaba un libro ya era una orgía. Por lo tanto, yo puedo decir que, como el café no me deja dormir, un disco es una fiesta, pero si le agrego un libro la fiesta se convierte en una orgía. Lee+: Tu colección de discos es apantallante, ¿cómo la fuiste creando? David Cortés: A mí se me hace que las pasiones no pueden explicarse. La verdad es que difícilmente se puede saber cómo es que se inoculan ciertos virus que se te quedan en el cuerpo para toda la vida. Algo te empieza a gustar y lo guardas, pues en ese objeto hay algo de ti. Y, con el paso de los años, el pequeño tesoro que tienes se transformó por completo: las primeras monedas se volvieron alforjas llenas, y así sigues hasta que se convierte en algo muy grande, y descubres que ya eres un coleccionista sin redención. Evidentemente, el asunto del coleccionismo es sui generis y cada persona decide lo que va a reunir. A mí, por ejemplo, lo que más me interesa es el progre y algunos de sus derivados. Por eso mismo ando rastreando esos discos por todo el mundo, mientras que mis libros —además de los que me interesan por sí mismos— son resultado de mis pasiones musicales. A mucha gente esta conducta puede resultarle inexplicable, absolutamente incomprensible. Algunos me preguntan, ¿para qué quieres tantos discos si no los puedes oír al mismo tiempo y tampoco tienes tiempo para volver a escucharlos todos? Esto, obviamente, es 28

algo que también sucede con los libros que poco a poco se transforman en grandes bibliotecas. A estas personas, lo único que se me ocurre responderles es que son míos, que en ellos están depositadas muchas cuestiones simbólicas, que ahí están mis vivencias y que, ahora, son una de las fuentes de información más importantes para mi trabajo. Sin embargo, a veces, esta información me lleva al enojo. No es raro descubrir que el disco de un grupo mexicano fue reseñado primero en Inglaterra que aquí. Lee+: ¿Guardas tus viniles? David Cortés: Claro, de hecho he comprado algunos recientemente. El más viejo que tengo es uno de Javier Bátiz de los años setenta. No es el primero que compré, pero sí es el más lejano que conservo. Te confieso que, si por alguna razón no hubiera tenido que deshacerme de algunos discos, hoy estaría metido en graves problemas: necesitaría una casa para ellos y otra para mí. Lee+: Perdón que haga una pregunta que quizá suene tonta por la facilidad que hoy tenemos para comprar música en cualquier lugar del mundo. La red casi es una novedad, y antes conseguir un disco no era tan simple. ¿Dónde comprabas los tuyos?, ¿cómo le hacías para conseguirlos? David Cortés: Los años setenta no eran una buena época para comprar discos que no fueran mainstream. Esos los podías conseguir en un súper sin esforzarte mucho. Pero el problema es que yo ya no quería comprar de esos discos, quería los importados, los que estaban muy lejos de lo que se oía en la radio. Yo iba mucho a Hip 70, lo cual era una aventura que reclamaba los talentos de un boy scout. En esos años, vivía cerca de La Villa y la tienda de discos estaba en San Ángel… ¡casi me tenía que llevar viandas para llegar tan lejos!


DAV I D Lo bueno es que también existían pequeñas tiendas, sobre todo en la Zona Rosa, pero la verdad es que yo iba a donde el disco estuviera, sin importar la distancia Esto cambió mucho cuando se inició el Tianguis del Chopo, ahí era mucho más fácil encontrar lo que uno buscaba. Lee+: ¿Te clavaste algunos? David Cortés: Eso nunca lo pude hacer: los discos eran muy grandes y el asunto era muy complicado. Yo estaba muy flaco y no tenía manera de esconder algo que medía treinta por treinta centímetros. Si lo hubiera intentado se inmediato se habrían dado cuenta, pues me parecería al Hombre de hojalata del Mago de Oz. En cambio, un amigo sí tenía esa virtud: él era obeso, muy obeso, y siempre traía puesta una gabardina, aunque hubiera un sol africano. Sus pantalones eran como de metro y medio de ancho. Como lo veían muy seguido en las tiendas de discos, terminaba por convertirse en cuate del encargado. Y, cuando él le decía “voy al baño”, mi amigo se metía en la parte de atrás del pantalón un demonial de discos. Lee+: Y, solo por metiche, ¿como cuántos tienes? David Cortés: En estos días de pandemia los he estado contando y todavía no termino. Entre casettes, acetatos y cd’s originales llevo 18 000, y eso sin contar las cosas raras que no circularon o no se editaron. A muchas personas, cuando los miran, les parece que tengo muchos repetidos, pero no se dan cuenta de que entre ellos existen diferencias: unos tienen un track adicional o distinto de los que aparecen en una cierta edición y, en más de un caso, tengo las versiones en vinil y en cd. Es más, aunque parezca extrañísimo, yo llegué a tener algunos materiales antes de la banda los recibieras o, en algunos casos, sin que se hubiera enterado de que ese disco existía. Lee+: Una colección de este tamaño puede meterte en problemas… ¿cuál es su futuro?, ¿qué ocurrirá con ella cuando tu película se acabe? David Cortés: Yo creo que la voy a repartir entre mis hijos. Ellos ya sabrán si quieren conservarla o venderla; lo único que les pediría es que no se la entregaran a la Fonoteca Nacional. Ya tuve suficientes problemas con esa institución como para hacerles un regalo. Quizá la vendan a una universidad en la que sí estén interesados en sus peculiaridades, en este tipo de música y en el impacto que el progre y sus derivados han tenido en México. Lee+: Oír música te obligaba a leer y eso también era un problema. En los años setenta apenas se publicaban unas pocas cosas sobre música en México —como sucedía con la revista Conecte Musical—. ¿Cómo fue que la música y los libros se mezclaron para comenzar la orgía de a deveras?

C O RT É S David Cortés: Si tú escuchaban un rock manistremmaistream, leer y conseguir información era más sencillo Bastaba con que te adentraras en las páginas de Conecte, la cual podía tener todos los defectos del mundo, pero tenía una virtud fundamental: era la única que existía. Mal que bien, esa reviste fue la que nos formó o nos deformó con sus artículos hasta que aparecieron Sonido y otras revistas que eran mucho mejores. En realidad, las más de las veces te enterabas de las novedades por un amigo o por lo que te decían en la tienda de discos. A veces descubrías una dirección a la que podías escribir. Entonces les mandabas tu carta, te metías en el brete de enviarles un giro bancario y, después de quién sabe cuánto tiempo, te llegaba algo que casi era un fanzine. Esas eran las únicas maneras cómo medio podíamos enterarnos de lo que ocurría en el mundo. Los primeros libros que leí sobre rock fueron varios, no recuerdo si la lista se abrió con Tiempo transcurrido de Juan Villoro. Es curioso, entre estas lecturas iniciáticas no están los Guaraches de ante azul que todos debemos leer en algún momento de nuestras vidas. Pero, tal vez lo que sí vale la pena decir es que gracias al rock descubrí la literatura: los artículos que aparecían en Conecte, en México Canta y en otras revistas me obligaron a entrar en los libros. Recuerdo que en una entrevista Peter Gabriel decía que una de sus influencias era Alicia en el país de las maravillas y, justo por eso, comencé a leer dicha obra; otras veces me enteraba que cierto músico se había basado en un cuento de Wilde o en El retrato de Dorian Gray y ocurría exactamente lo mismo. Un caso especial fue el de Rick Wakeman quien me llevó a interesarme en las esposas de Enrique viii o a las leyendas artúricas. Una vez que la música y la literatura se habían unido, pues todo era cosa de seguir el camino y comenzar a adentrarse en otros rumbos. También hubo algunos maestros que me ayudaron sin darme cuenta Uno de ellos —del que no aprendí ni madres— era Andrés de Luna. Es más, me acuerdo que llegaba a las clases y, sin más ni más, nos soltaba una pregunta que nos dejaba bastante alelados: “¿qué es el tiempo?”, nos decía y yo sólo podía pensar que era lo que estaba perdiendo en ese momento. Nunca supe bien a bien qué nos quería enseñar, pero él nos abría mundos, nos hablaba de todos los libros que jamás habían pasado por nuestras manos. En sus debralles salían un montón de autores que comencé a leer y que me han acompañado hasta ahora, tal es el caso de Roland Barthes o Michel Foucault. Yo soy fan de hueso colorado de ellos. Así, gracias a la música, la literatura y a Andrés de Luna empecé a escribir y a publicar. A veces me pasaban cosas extrañas: un día, uno de los correctores de El Nacional no se aguantó las ganas y se acercó para preguntarme: “¿De verdad existen las bandas de las que escribes?”. Es más, cuando apareció una plaquette que se llamaba Pasos de la vanguardia, una de las personas que la reseñó decía que mi estilo era muy curioso y que en él se notaba la influencia de Borges, pues hasta dan ganas de que los grupos de los que hablaba verdaderamente existieran. En fin, escribir sobre progre no era un asunto que sonara creíble. Este es mi karma, todavía hay cosas que se han grabado en México y que nadie, o casi nadie ha oído. + 29


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Hipgnosis:

Aubrey Powell

el arte tras el รกlbum conceptual

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@ G i l b e r t o d i a z f

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esde el nacimiento y auge de los álbumes conceptuales alineados con la contracultura de finales de los sesenta y la icónica portada del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band —octavo álbum de los Beatles que transformó radicalmente la producción de la música pop en ese prolífico 1967—, la cual fue diseñada y fotografiada por los artistas visuales Peter Blake y Jann Haworth, se inició una nueva era. Una era en la cual se comprendió la importancia de un acompañamiento visual afín a la idea que se encontraba detrás la de colección de temas musicales que conformaban el concepto que la banda o el artista quería transmitir en su obra. Hasta ese momento, las portadas de los discos no eran más que fotografías genéricas de los intérpretes posando.

Este acercamiento a los artistas visuales también ayudaría a definir un sello característico y fundamental del rock progresivo: las portadas de sus álbumes. En 1969, se publicó el que está considerado como el primer álbum formal del género: In the Court of the Crimson King de King Crimson. La portada de este trabajo llamaría la atención por la pintura de un rostro con una fuerte expresión de angustia. La ilustración fue realizada por Barry Godber —un amigo de la banda que no llegaría a ver la trascendencia iconográfica de su obra—, y que sentó las bases que acompañan visualmente al rock progresivo hasta la fecha, de la misma manera que los paisajes de mundos fantásticos del pintor Roger Dean. A pesar de la importancia que tuvo In the Court of the Crimson King, las imágenes más representativas del progresivo provienen del estudio Hipgnosis, fundado Storm Thorgerson y Aubrey Powell en 1968, cuándo aún eran estudiantes universitarios. Estos creadores de ilustraciones oníricas llevaron el diseño de portadas a un punto de no retorno, en el que la gráfica pasaría a formar parte del concepto del álbum musical. Powell y Thorgerson nombraron a su estudio, a partir de un graffiti que encontraron en la puerta de su departamento. Thorgerson afirma les gustó la palabra no solo por su relación con la idea de “hipnosis”, sino por poseer “un agradable sentido de contradicción, de una coexistencia imposible, entre lo Hip (como algo novedoso, auténtico y de moda), y gnóstico, relacionado con un aprendizaje ancestral”. En buena medida, el trabajo realizado por el estudio Hipgnosis contribuyó a la cultura que valoraba los discos de vinil, en los cuales —por sus dimensiones— la gráfica podía apreciarse como un recorrido detallado mientras se escuchaba la música, práctica que con la llegada del CD se transformaría en términos microscópicos. Los diseños de Hipgnosis innovaron con técnicas que posteriormente se convertirían en un estándar de la gráfica, al ser mayoritariamente trabajos basados en la fotografía, manipulándolas mediante trucos de cuarto oscuro, exposiciones múltiples, retoques con aerógrafo y técnicas manuales de recorte y pegado, basadas en la edición de filmes y que actualmente son comunes dentro del diseño. Las portadas creadas por Powell y Thorgerson tienen un sello característico: todas son fotografías que buscan contar historias alusivas a las canciones o al mismo título del álbum; por lo que, en muchos casos, contienen un aire cinematográfico —cabe mencionar que tanto Aubrey como Storm estudiaron cine—, por lo que el cuidado y la atención al detalle de sus trabajos finales resultaba impactante desde el montaje de las sesiones hasta su versión final, siendo aún más curioso que el afamado estudio de diseño gráfico nunca tuvo un tabulador de precios por sus trabajos, sino que mantenían una política de pedirle a los artistas que solicitaban sus servicios que les cobraran “lo que sintieran que valía la obra”. Los elementos surrealistas y las imágenes que muestran una deformación de la realidad cotidiana, son las características más comunes de sus composiciones visuales. Dichos elementos los podemos encontrar principalmente en su trabajo con Pink Floyd, banda con la que iniciaron su trayectoria. Suyo es el diseño de la portada de

A Sacreful of Secrets (1968), un collage psicodélico de imágenes tomadas de una historieta de Dr. Strange, y que afianzaría su trabajo con la banda durante toda la década de los setenta. De sus mentes saldría también la idea de fotografiar la vaca de Atom Heart Mother, el prisma minimalista de The Dark side of the Moon (1973), el rentar los estudios de la Warner Bros. para fotografiar el saludo de mano del Wish You Were Here (1975), o fotografiar la abandonada central eléctrica de Battersea, con el icónico cerdo volador del Animals (1977). Alguna vez los miembros de la banda mencionarían que elegir la portada final de los álbumes era una experiencia similar a la de visitar una galería de arte contemporáneo. En la obra del estudio Hipgnosis podemos encontrar la síntesis gráfica de lo que alguna vez significó hacer arte en una industria preocupada por las ventas y las regalías, conceptualizar el trabajo de un grupo de músicos desde el punto de vista visual y llevarlo a una complementariedad que se mantiene en lo más profundo de la psique del melómano. The Gathering Storm: una exploración acerca de Storm Thorgerson A lo largo de su carrera, Storm Thorgerson revolucionó el arte de las portadas. Durante casi cincuenta años, diseñó portadas para los discos de algunas de las bandas de rock más famosas del mundo: Led Zeppelin, Pink Floyd, Emerson, Lake & Palmer, Black Sabbath, Genesis, The Alan Parsons Project, The Mars Volta, Muse y muchas otras más. Sus diseños hicieron que el arte conceptual de los álbumes se apartara de las simples fotos del artista, y se centrara en describir con imágenes las ideas que reflejaban la música concentrada en cada placa de vinil. Recurriendo a una combinación extraordinaria de lo exótico, lo extravagante y lo improvisado, Thorgerson transmitió una sensación onírica de magia y asombro en cada una de sus distintivas portadas. The Gathering Storm: A Quartet in Several Parts es un libro donde se muestra más de un centenar de las obras maestras conceptuales de Thorgerson, incluidas sus aclamadas versiones de The Dark Side of the Moon y Wish You Were Here de Pink Floyd, Houses of the Holy e In Through the Out Door de Led Zeppelin, y su trabajo para Absolution de Muse. Así, The Gathering Storm es un auténtico compendio de obras, bocetos y comentarios de Thorgenson. Un libro único, una joya que interesará no sólo a los fanáticos del arte, sino también a los amantes de la fotografía y la música. +

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Fotografía: Doctor Armando Castillejos

La infancia en la poesía de

Jo

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes. Federico García Lorca.

J

orge Fernández Granados es uno de los poetas más importantes de México y de la lengua española. La lucidez de su trabajo poético — presente en libros como Los hábitos de la ceniza, Principio de incertidumbre, Lo innumerable El cristal Vertebral y la antología Si en otro mundo todavía — y la profundidad de sus reflexiones acerca de poesía —El fuego que camina es un ejemplo reciente— le han valido el lugar central que tiene en la literatura contemporánea de nuestro país. Su obra lo ha hecho acreedor a los premios más prestigiosos del país (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2000; Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 1995 y Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada 2008). Pero no sólo esto, también ha obtenido —y acaso sea éste el logro más importante— el consenso de la crítica y los lectores. El presente ensayo indaga acerca de una de sus obsesiones más evidentes: la infancia o, mejor dicho, la reinterpretación de las memorias de la infancia, desde el ahora. El tema ha sido recurrente en sus libros, en los que a veces los poemas hablan acerca de la infancia, mientras que, en otras ocasiones, son escritos desde una infancia recordada y plena de objetos, personas y sensaciones. No estamos frente a un poeta que habla de su yo-niño como de un inocente, sino como un explorador de la realidad en un sentido casi metafísico: quien busca la lógica del cosmos. El niño, por supuesto, no la encuentra. Y el adulto tampoco. Por motivos de espacio, leeré solamente dos poemas “Arcadia”, incluido en La música de las esferas (1990), y “La higuera” de Principio de incertidumbre (2007). Arcadia Arcadia es el nombre de una antigua ciudad griega que ha terminado por transformarse en un país imaginario y perfecto en el que la armonía y la concordia son reales. El término “arcadia” se ha utilizado ampliamente en literatura para referirse a una utopía y el texto que ahora comento está, desde su título, igualando la infancia con una utopía observada desde el presente: Infancia, pequeño quehacer de atentas soledades, habitación mordida por el sol de algún verano incontenible. Seis barcos de papel (vespertina piratería de cuadernos deshojados) hundidos en el agua dormida de un dormido estanque de un dormido tiempo. Infancia feroz De hombres lunares y muertes por minuto. […] Infancia que me quedó grande… […] Infancia cruda y grande, bondadosa, forastera. En el poema, la infancia es un espacio inabarcable, lleno de pequeños instantes y objetos que el recuerdo puede apresar en su forma (barcos de papel, estanques, astronautas…), pero no en su significado profundo o definitivo: el poema no es la aparición de una epifanía, de una revelación poética acerca del presente o el pasado, sino la reconstrucción de ese

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P O R

M A N U E L

I R I S

orge Fernández Granados paraíso perdido. Los ojos del adulto no alcanzan a comprender ni pueden explicar la infancia y se contentan con retratarla tan fielmente que ese retrato incluye la banalización de la muerte en el juego del niño (Infancia feroz/De hombres lunares y muertes por minuto). En suma, la infancia es una arcadia que cuando se vivió no fue tal; se ha hecho paraíso en retrospectiva. Al final del poema, la infancia es calificada con un adjetivo inquietante: “forastera”. Como si la infancia estuviese de paso por el mundo, como si la niñez no perteneciera a la realidad que la rodea, el poeta llama forastera a esta parte de la vida a la que igual llama, en el mismo verso y sin contradicciones, “bondadosa”. Forastera en un mundo que ha desterrado el juego y la fantasía (piratería de cuadernos deshojados, hombres lunares), la infancia es bondadosa porque los contiene y entrega en el recuerdo no por lo que significan, sino por lo que hacen sentir. Es un lugar al que se quiere ir por sus riquezas: una arcadia. Así, la infancia no contiene la explicación de la vida ni el poema la explicación de la infancia, puesto que estamos frente al asombro del niño frente al mundo y del poeta frente al niño que fue y contiene: el misterio y el asombro siguen allí y el poema no pretende resolverlos. Algo cercano sucede en el siguiente poema.

la prueba material y la evidencia del pasado de velocidad que se ha quedado para siempre dentro del adulto que no ha dejado de ser, como en los otros poemas, el niño que vivió lo que ahora es poema. El hablante inicia y termina el poema admitiendo que la infancia fue el mejor momento de su vida:

La higuera Luego de casi 20 años de exploración poética, Fernández Granados ha regresado a su primer motivo: instantes de su niñez que no buscan narrar una anécdota particular, sino reconstruir un clima general, el ritmo de existencia que es la infancia, aunque ahora con la convicción confesa de que esa etapa ha sido la más dichosa:

Es curioso cómo este poema no encierra un aprendizaje ni una intuición: no hay enseñanza ni su posibilidad. La emoción del juego es tesoro suficiente y no se necesita nada más para extrañarla. Este no es un poema de crecimiento ni de indagación: es una visita al pasado para intentar acceder a esa sensación tan llena de sí misma e ignorante de todo lo demás. El todavía del penúltimo verso (me retan todavía a rodar/ desde los mejores años de mi vida) deja claro a los lectores que en éste, como en otros poemas del autor sobre la infancia, la experiencia infantil se continúa en la vida adulta: ahora la infancia es esa colina desde la cual caemos vertiginosamente a la adultez, hiriéndonos las rodillas en el camino. Venimos rodando desde los mejores años de nuestra vida a esto que somos, esta vieja higuera.

Creo que fueron los mejores años de mi vida los que no comprendí y sólo pasaron aquel verano donde rompimos los frascos delicados de la infancia aquellos días de sol donde guerreamos y caímos llenos de música de ruedas de sangre en las rodillas

aún tengo en la boca el polvo de esos vehementes metros el vertical día […] en el lugar que ya no existe sino en la memoria […] bajo el cielo y el torturado esplendor de aquella vieja higuera donde pintamos un verano nuestra meta los que no paran todavía de rodar cuesta abajo los pilotos con ruedas rudimentarias de metal y las rodillas raspadas los que van con todo hacia el final del camino donde se levanta la vieja higuera esos pequeños desarrapados y sonrientes vehículos de fe me retan todavía a rodar desde los mejores años de mi vida.

A modo de conclusiones La anécdota es de nuevo sencilla: con improvisados carros hechos por ellos, los niños bajaban a toda velocidad por un camino terroso, a veces hiriéndose un hasta llegar a la vieja higuera, árbol que fue testigo de esa infancia de juego, riesgo y risas: ese lugar veloz donde no éramos sino velocidad inventando vehículos para vencer en el camino cuesta abajo por esa áspera pista de tierra negra hasta golpear con el cuerpo contra el tronco de la higuera la meta era la vieja higuera A diferencia de los que juegan, la higuera es vieja y está inmóvil. Ella representa la meta, el final de esa carrera infantil y el inicio, de nuevo, del mismo juego de aquel verano recordado. La higuera, a diferencia de todo lo otro (los niños, los carros, el juego mismo), sigue allí, y su permanencia hace que de algún modo el recuerdo igual sea permanente. La higuera es el objeto,

Luego de haber leído estos dos poemas (por falta de espacio no hemos abordado más) no es aventurado decir la poesía de Jorge Fernández Granados no se acerca a la experiencia del niño para explicarla ni corregirla, sino para evidenciar que las dudas infantiles siguen estando allí: el adulto es el niño todavía. La memoria es un modo de hacer que el pasado sea un perpetuo presente, y la infancia es una arcadia, una utopía entendida retrospectivamente, un paraíso perdido en el mundo pero no en la memoria. Los poemas de Fernández Granados suelen ofrecer una epifanía, una revelación poética. Sin embargo, cuando el tema es la niñez la voz poética no busca esa iluminación, sino la posesión de un instante pasado y de la sensación provocada por él. La infancia en sí misma es un prodigio y no necesita el poeta buscar otros. La duda es la vía por medio de la cual la voz poética transita entre pasado y presente. Por poemas como los que he analizado, y por todos los que no he podido incluir en este breve texto, Jorge Fernández Granados sobradamente merece el lugar que ocupa en la poesía contemporánea escrita en nuestro idioma. + 33


J ÓV E N E S

Sombra y hueso, una trilogía de Leigh Bardugo, Editorial Hidra Fabián V. Escalante

Sombra y hueso, primer libro de la saga

(GRISHA) Todo el drama y la acción de esta obra se centra en Alina Starkov, la protagonista de una mágica historia. Al pasar las páginas descubriremos que Alina posee un gran poder que puede cambiar muchas cosas. Alina es una joven huérfana, solitaria y un poco extraña. Siempre ha vivido en un orfanato con Malyen Oretsev, su única e inseparable compañía desde niños. Al pasar el tiempo, Alina descubre que está enamorada de un chico llamado Mal, algo que le es muy difícil de expresar. En cierto momento, ella recibe una misión para ir a un misterioso lugar llamado Noceano. Es ahí donde comienza la verdadera acción. Al cruzar ese territorio sombrío, ella y Malyen son atacados por los Volcras. El peligro acecha a cada paso, pero entonces se manifiesta un gran poder solar que ilumina el abismo ahuyentando a sus enemigos. ¿Por qué ocurrió esto? Alina es una Grisha y no cualquier Grisha sino una Invocadora del Sol. Después de este acontecimiento es llevada al palacio ante el Darkling, donde comprender la importancia de su poder y por ello debe de entrenarse como Grisha para controlar su don y luchar.

Asedio y tormenta, segundo libro de la saga

(GRISHA) Algunos piensan que Alina es una Sankta, una Grisha salvadora; sin embargo, otros la ven como una simple farsante. Ella ya no está segura de saber quién es y por eso tendrá que enfrentarse a la oscuridad. Las decisiones que tome Alina traerán consigo su condena o bien su libertad. Ella debe de ocultarse junto con su gran poder si quiere huir junto con Mal de Ravka. Ambos escapan por el Mar Auténtico en busca de una vida mejor, una vida alejada de la oscuridad y el caos que se apoderó Ravka. ¿Podrán llevar a buen fin sus planes? Tras escapar, el Darkling emprenderá la persecución con el fin de localizar a Alina y exterminar al Rusalye, un ser ancestral y mitológico de Ravka. Alina trata de salvar lo insalvable, y su lucha contra la oscuridad la lleva a aumentar sus poderes. Sin embargo, hay una pregunta crucial: ¿realmente puede controlar todo este poder o el poder terminará por controlarla a ella? El Darkling no es el único que acompaña a Alina. A su aventura también se suma el príncipe Nikolai Lantsov, quien busca heredar el trono de Ravka. Para eso necesita desposarse con la Grisha invocadora del Sol. Alina ya no es una niña, ahora es la esperanza del reino donde todos la llaman Sankta.

Ruina y ascenso, tercer libro de la saga

(GRISHA) Alina ha logrado sobrevivir. Sin embargo, aparentemente perdió sus poderes y se encuentra en la Catedral Blanca. Poco a poco ha logrado recuperase de sus heridas, pero esto no quiere decir que ella se encuentre bien. Está prisionera y es exhibida como virgen en un pedestal. A pesar de su debilitada alma, Alina continua en la búsqueda del tercer amplificador de sus poderes: el pájaro de fuego que necesita para derrotar al Darkling. La lucha y la travesía continúan de la mano de Mal. Pero ellos no están solos. Con su grupo de Grishas han podido escapar de la Catedral. Ahora todos dependen del mágico poder del pájaro de fuego, aunque nadie sabe el precio que hay que pagar por él. Una vez más, el enfrentamiento con el Darkling ha llegado y su fin quedó marcado en el cuchillo que puede terminar con el reinado de oscuridad. Los soldados humanos han obtenido el poder de los amplificadores, la gran sorpresa son Invocadores del Sol. La paz se hace presente después de esta masacre y, por el bien del pueblo, se ha esparcido la noticia de que el Darkling y Alina murieron en el enfrentamiento. Al terminar el funeral conjunto, Alina y Mal regresan a Keramzin para darle vida a un orfanato tal como en el que se inició su vida.

Shadow and Bone es el título oficial de una nueva serie Netflix que está por ver la luz. La serie combina las historias de Six of Crows y Shadow and Bone. El director será Eric Heisserer, quien fue ovacionado por Bird Box. La propia Leigh Bardugo, autora de la saga novelesca, será la productora ejecutiva y 21 Laps Entertainment será la encargada darle vida a esta adaptación en ocho capítulos. + 34



Fotografía: Jeffrey Fulvimari

N I Ñ O S

Rubén R. Cubiella de Ediciones Camelot

Jeffrey Fulvimari, ilustraciones a raudales

N

acido en Akron, Ohio, Jeffrey Fulvimari lleva varias décadas dedicándose a la ilustración. Su carrera comenzó en 1993 con encargos para las revistas Barney’s New York e Interview, y desde entonces ha trabajado en ilustración editorial y publicitaria en distintos medios. Rubén R. Cubiella, traductor de la serie, conversó con él sobre las ilustraciones que creó para los cuentos infantiles de Madonna, aprovechando el lanzamiento en español de ¡Amigas para siempre! (Ediciones Camelot) y la adquisición por parte de la editorial de los derechos de traducción de toda la serie de historias para niños escritas por la cantante. ¿Cómo entraste en el mundo de la ilustración? Dibujo desde que tenía dos años. Sencillamente, nunca dejé de hacerlo, y en el colegio gané unos cuantos premios. Luego fui al Instituto de Arte de Cleveland; después a la Copper Union de Nueva York. Una vez que me licencié, realicé trabajos bastante variados hasta que, poco a poco, fui adentrándome en la ilustración para revistas y otros formatos. ¿Cómo fue el proceso creativo de las ilustraciones para los libros de Madonna? Desde que comencé tuve un montón de ideas. Tomé como referencia muchos libros ingleses de fotografías de los sesenta. Había uno especialmente bueno donde aparecían muchos niños en el patio del colegio y me fue de gran utilidad. Recuerdo que comencé ese trabajo en Japón, y por alguna razón mi visión del aspecto de las chicas surgió de inmediato. Por suerte, mi concepto le agradó tanto a Madonna como a su equipo. Fue un proceso muy difícil, porque mientras hacía esas ilustraciones tenía mucho trabajo comercial. Trabajaba en eso por la mañana y luego, bien entrada la tarde, me ocupaba del primer libro de Madonna. Una de tus primeras entrevistas sobre Las rosas inglesas la diste en 2003. ¿Cómo has cambiado como artista desde entonces? Si te soy sincero, no diría que he cambiado como artista. Como persona, por supuesto que sí, porque soy mayor, pero sigo dibujando

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las mismas cosas que me fascinaban y me interesaban en aquel entonces. Muchas de ellas las dibujo desde la infancia. ¿Cuál es tu libro favorito de la serie? Ya sea en cuanto al trabajo de ilustración o a la historia. Mi favorito es el primero primerísimo. Y en los libros de distinto formato, también será el primero: ¡Amigas para siempre! ¿Cómo lograste conservar el secreto de este proyecto? Como traductor también he tenido mis experiencias… No fue difícil guardarlo. Tuve que contárselo a mi asistente, y a mis padres, porque un día, mientras los visitaba, estaba trabajando en las ilustraciones. Pero, aparte de eso, no me costó nada mantener el secreto. Claro que me emocionaba, pero ese secretismo tiene también su punto de diversión. Hemos visto que tu trabajo como ilustrador llega al mercado japonés. ¿Es muy distinto este mercado del estadounidense? En Japón, la ilustración se considera un arte, mientras que, al menos cuando empecé, en Estados Unidos la visión era diferente. No obstante, creo que las cosas han cambiado. Ahora hay muchísimos más ilustradores en activo que cuando comencé. Hoy en día, en Japón, el público está muy pendiente de la ilustración, y la mayoría de este público conoce los nombres y la obra de los principales ilustradores del país. Has hecho ilustración para moda, libros y publicidad. ¿Algún próximo proyecto que puedas revelarnos? Acabo de terminar un anuncio para una pasta de dientes en Japón: Ora2. Se trata de uno de los clientes con los que llevo trabajando mucho tiempo. La mayoría de mi trabajo sigue apareciendo en Japón. De hecho, allí tengo mi propia línea de productos de todo tipo. ¡Amigas para siempre! estará disponible a partir del 24 de julio. Esperamos que le des una oportunidad tanto a este libro como al resto de la serie. Ediciones Camelot irá informándoles de los siguientes lanzamientos.



V E R

Y

O I R

Adrián García / @adrian_garciros

King Crimson - In the Court of the Crimson King In the Court of the Crimson King es el primer material de la banda británica de rock progresivo King Crimson. Es un disco que, con el paso del tiempo, se ha convertido en uno de los más importantes en la historia de la música. Liderada por el guitarrista Robert Fripp, la agrupación se enfocaría en letras filosóficas que hablan acerca del inicio de la humanidad y su punto culminante con las civilizaciones griegas y mayas, hasta su caída en la era moderna con la guerra de Vietnam. Todo narrado con las letras de Peter Sinfield Lanzado en 1969 y con una duración de poco más de 43 minutos, In the Court of the Crimson King muestra su enorme legado y alcanza el virtuosismo de otros géneros como la música clásica y el jazz. A pesar de los constantes cambios de alineación que King Crimson ha sufrido desde el lanzamiento de este álbum —Fripp es el único miembro que continuó en todos los trabajos posteriores—, puede decirse que esto no perjudicó a la banda, pues se han incorporado a ella virtuosos como Pat Mastelotto, Tony Levin y Adrian Belew. A diferencia de otros discos, este material merece ser escuchado con cuidado para disfrutar cada una de sus canciones y, simplemente, dejarse llevar por el frenesí de la perfección. Un consejo: siempre que King Crimson venga a nuestro país compren boleto sin importar su alto costo o si es la tercera vez que ven a la banda. Siempre serán recompensados por un espectáculo extrasensorial. Alerta millenials: los celulares no están permitidos en sus conciertos.

Chicuarotes Dir. Gael García Bernal (2019) “El Cagalera” (Benny Emmanuel) y “el Moloteco” (Gabriel Carbajal) pasan sus días entre peseros, la improvisación cómica callejera, las disputas familiares y, a veces, asaltando pasajeros a punta de pistola. A las orillas del río, la vida se gana con sangre y este par de amigos se las ingenia para sobrevivir cada día en una ciudad que muerde, que tiene rabia. Efectivamente, una clara línea marca el drama de vivir a las orillas de Xochimilco con una mano de cartas perdedoras, aunque en esto se presenten algunos momentos cómicos en los que la delincuencia y la corrupción son vistos bajo la lente del humor negro. Chicuarotes, dirigida por Gael García Bernal, retrata un microcosmos que muestra sus problemas y anhelos como algo tan cercano que parecerían grabados en nuestro ADN. A lo largo de los años —y sobre todo en las últimas décadas— el cine nacional se ha caracterizado por colocar la lupa sobre las sociedades invisibles, para intentar una especie de catarsis de los problemas que aquejan al país. Se trata de un cine en el que las vidas de los marginados parecerían sacadas de la más pura ciencia ficción. La dirección actoral es en gran medida la piedra angular de este filme, ya que —con una sutileza inusual— el director saca provecho de su experiencia frente a las cámaras logrando que los tres actores juveniles lleven sus interpretaciones a niveles muy elevados, dejando en el camino a nuevas estrellas del cine mexicano, como Benny Emmanuel y Leidi Gutiérrez, quienes están arropados por intérpretes consagrados como Daniel Giménez Cacho.

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Hubo gente que nunca estuvo encerrada.

Del 21 de agosto al 13 de septiembre, aprovecha las ofertas y promociones que tenemos preparadas para ti.

Ver bases de la promociรณn en: gandhi.com.mx/regresoaclases


C U E N T O

OTRA VUELTA Adriana Sabugal

U

lises Carranza llegó a Berlín un jueves de agosto y el siguiente lunes empezó a aprender alemán. Se sentía un poco raro de estudiar, a sus treinta y siete años, en una escuela de idiomas en donde era más grande que la mayoría de los profesores. Pero también le sentaba bien el cambio después de tantos años de trabajo en un periódico de la ciudad de México. Bajar de la prisa de la vida había sido uno de los principales atractivos para salir de su país y soñaba con “volver a empezar” en Berlín. La euforia de lo nuevo y la gracia de ser extranjero le duraron hasta que los días empezaron a hacerse más cortos y el calor de sol se convirtió en un recuerdo. Con una ambición impaciente, porque el idioma le parecía una fiera indomable, Ulises trató de leer el periódico desde el principio. Como no entendía nada, se contentaba con ver las imágenes y a veces, por el contexto, le parecía entender una que otra palabra de los pies de foto. Antes de resignarse a dejar el experimento, decidió buscar una sección en el periódico que creyó que sería fácil de descifrar: la sección de obituarios. Sabía bastante bien cómo se decían en su propio idioma las palabras de despedida y condolencia, “por lo menos sabré lamentarme en alemán”, pensaba. Tuvo dos sorpresas al escarbar en el periódico, la primera fue que encontró los obituarios en la sección de “Economía” y la segunda, que el género de “la” muerte en alemán es masculino y entonces recordó la película El séptimo sello en donde la muerte es un hombre calvo, huesudo y hábil jugador de Ajedrez. Sin embargo, la más contundente de las sorpresas llegó después, cuando el invierno se había instalado y oscurecía los ánimos de todos, extranjeros y locales. Ulises ya conocía bien unas cuantas palabras de condolencia y maneras más o menos sobrias de despedirse. Estaba en uno de sus cafés favoritos, con el periódico abierto en toda la extensión de sus brazos y entonces, perdido entre las grandes esquelas enmarcadas en negro, vislumbró un cuadrito con su nombre: Ulises Carranza, y las palabras de siempre: “Gestorben”, “Trauerfeier”, y “Abschied”. Dio un trago a su café para pasarse la bola de papel secante en que se convirtió la mordida de cruasán que acababa de dar y sacó su diccionario. Volvió a buscar el significado de las palabras que ya conocía: muerto, funeral y despedida. Las dos palabras que conformaban su nombre no aparecían en ningún diccionario. ¿Se trataba de alguien con el mismo nombre? ¿Sería algún pariente? El funeral iba a ser en dos días en un cementerio céntrico de Berlín. Fue. Había un pequeño grupo de personas de las que no pudo reconocer a ninguna. Preguntó en su alemán recién estrenado a un hombre altísimo que estaba a su lado, qué relación tenía con Ulises, una pregunta que salió sola de su boca mientras veía como hipnotizado el féretro que le pareció demasiado grande. El hombre contestó: -Freund -y luego en un español sin sombras aclaró: -Amigo. ¿Y usted? -sonrió amable. -No sé -fue lo más sincero que pudo contestar. Estuvo hasta el final de una ceremonia sobria y breve para escuchar de nuevo su nombre con la r de Carranza dicha desde la

garganta del Pastor. Había ido a pocos entierros en México, pero nunca a uno tan austero como este. Bajaron el ataúd a la profundidad de la tierra helada y luego todos se fueron en silencio. Un par de enterradores platicaron animadamente entre paladas sin darse por enterados de la presencia de Ulises. Aplanaron el montículo fresco con el dorso de sus palas. Luego fumaron y compartieron café humeante que sirvieron de un termo en unas tacitas de plástico. Los vio irse, balanceándose sobre sus pasos como dos marineros recién bajados del barco. A partir de ese día lo inundó una paz desconocida. Su propia voz dejó de insistir en las diferencias entre aquí y allá y las recriminaciones porque todo era de otra manera se fueron apagando en su cabeza. Por fin había silencio. Por fin, desde su llegada a Berlín, podía descansar. Estaba en paz. Escuchaba a lo lejos el murmullo del otro idioma pero ya no sentía la punzada de cada palabra no entendida. Ahora, simplemente, flotaba en un mar sereno a bordo de su extraña balsa mental. Pasaba los días a la deriva viajando en el metro de una punta a la otra de la ciudad. Un día, en una estación casi vacía, se subió el hombre alto que había conocido en el entierro. No lo reconoció hasta que se sentó a su lado: -Amigo mío -le dijo- soy Ulises despertó de golpe después de varios meses de limbo. -¿La muerte? Pero si la muerte es mujer… -creyó recordar El hombre sonrió paciente. -En México, en español… Sí, es verdad- Y lo miró directo a los ojos: -Aquí soy yo. Ulises ya no tenía nada que perder así que le sostuvo la mirada. El hombre se humedeció los labios sequísimos con un movimiento lento de la lengua. -Si todavía lo deseas, puedes volver a empezar. A los que cambian de país a veces les concedo otra vuelta. ¿Por qué no vas a visitarte? Se abrieron las puertas del metro y el hombre salió. Desde el andén movió la mano para despedirse. Esa misma tarde Ulises fue al cementerio y tardó en encontrar su tumba, tanto cambiaba el paisaje con cada estación. La última vez sólo había árboles sin hojas, como manos artríticas saliendo de la dureza blanca de la tierra. Ahora todo era verde y la luz parecía flotar en diminutos puntos en el aire. Ulises llevaba un ramito de flores blancas que dejó recargadas en la lápida. Se sentó sobre la hierba que crecía descuidada sobre el sepulcro sintiendo no solo el derecho sino la necesidad de hacerlo. Resbaló sin darse cuenta hasta que terminó acostado bocarriba mirando el cielo azul y el vuelo errático de las golondrinas, recordó cuántas veces las había visto en México y sonrió a lo que le pareció ser el eslabón que unía a los dos mundos. Fue entonces cuando lo oyó: un grito agudo y luego el llanto pertinaz de un bebé. Venía de adentro suyo. La nueva oportunidad había nacido.






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