/equidad de género José A. BLUM* no que vivimos en el siglo pasado de liberalización de la mujer trajo como consecuencia desequilibrios sociales de los que aún no nos logramos acostumbrar. El trabajo, antes prerrogativa casi exclusiva del hombre se convirtió en algo común y hemos observado cómo los hijos se han tenido que acostumbrar a la ausencia de padre y madre, a refugiarse en la televisión o en los juegos electrónicos que pulularon a partir de los 70s. Más madres solteras, más divorcios, muchas más uniones libres y un sentimiento de insatisfacción. Añoramos el romanticismo de las flores, del abrir la puerta del auto, del dejar a la dama pasar, de cederle el asiento en los medios de transporte, de tantas muestras, al menos externas de admiración, delicadeza y respeto. “In medio est virtuus” decían los antiguos, en el equilibrio está la virtud. El extremo ha llegado a mostrarse cruel y ha llegado a sumir a la mujer, quien buscaba liberación, en muchos casos, en una soledad congelante, esclavizante y obscura. ¿Quién no añora la galantería, las buenas formas, el trato delicado y respetuoso que en muchas sociedades existía? Ya tiene la mujer el campo libre en muchos países para llegar a los más altos puestos políticos y empresariales, pero como que el precio ha sido caro, la casi pérdida de su feminidad. Derechos, misma dignidad, igualdad sí. Liberación. Quizás habrá que redefinir el término y darle una justa dimensión. En este noveno aniversario de la revista *Graduado en filosofía en la que lleva su nombre Universidad Gregoriana de ¡Felicidades a todas las Roma y poeta por pasión. Acmujeres!¡Felicidades a tualmente trabaja como Direcsu revista! tor del Instituto Terranova, cole-
AJIJIC, GDL. El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer en casi todo el mundo. Es curioso que se haya tenido que instituir un tal día cuando no existe el Día Internacional del Hombre. Es probablemente una reacción a la prolongada opresión o en muchos casos al olvido o a la situación de sumisión en la que muchas sociedades tenían a la mujer. En la Grecia antigua la mujer no tenía derechos, ni siquiera se le consideraba ciudadana. En el período helenístico las cosas cambian y ya empiezan a destacar personajes femeninos en la política y en la vida social. Este fenómeno parece presentarse cíclicamente en las distintas tribus o sociedades. En nuestro tiempo, a la par con la convivencia con plenos derechos de hombres y mujeres en la mayoría de la sociedades occidentales podemos observar la sumisión en que aún vive la mujer en la mayoría de los países árabes, y sin ir tan lejos en un gran número de rancherías de nuestro querido México, en donde el machismo se muestra en su fase delicada durante el noviazgo, en el que el novio lleva a su amada a todas partes, de la mano, obsequiándola con toda clase de regalos, mientras que apenas se casa, la casi esclaviza en el hogar en el que se tiene que dedicar al cuidado de los hijos, a cocinar y a elaborar artesanías o quesos, según la región. El fenóme-
gio jesuita en Ajijic, Jalisco.
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