Revista Mujeres

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Enriqueta PÉREZ*

C

uando joven estudiaba en la U.N.A.M, egrese de la licenciatura en Sociología de la facultad de Ciencias Políticas y al igual que las facultades hermanas de carácter combativa, las ideas que revoloteaban en la cabeza de los estudiantes era de alcanzar un grado mayor de esperanza en la calidad de vida, de bienestar social y de equidad

socioeconómica, esas ideas se empataban con el discurso que calificaba al resto de la sociedad como parte de un sistema opresor, explotador, castraste de las libertades, capitalista… esas frases eran el pan nuestro de cada día y con ellas se erguía una posición de frente al tejido social, sin duda estábamos deseosos de un cambio significativo, de un cambio sí, pero

a la acariciada izquierda, de esa, de la izquierda dogmatica, de la buena, de esa que nos heredo Marx en 1883, Lenin, Lev Davídovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky, de esa ideología retomada por una América Latina herida, violentada, y las oleadas de esperanza se dejaban oír en las canciones de Silvio, Quilapayun o Inti Illimani, Víctor Jara, Violeta Parra o Mercedes Sosa, canciones que encendía la sangre y la pasión ante esos tonos de solidaridad, de esperanza y de cambio. El martes 15 de marzo de 2011 salió una marcha de estudiantes de la Coordinadora de Estudiantes Normalistas y esas mismas consignas de hace más de 30 años volvieron a saltar a la voz de los jóvenes... ¡Este puño si se ve, este puño si se ve!, El pueblo Unido jamás será vencido, no que no, si que si ya volvimos a salir!, esas y otras más dejaron ver lo rancia que es la esperanza de bienestar, sin embargo, al ver esa oleada de jóvenes que por menos eran 2 centenares y escuchar lo débil y vago de su discurso en su estación de radio, un discurso manoseado y sin cambios en la tesitura desde hace ya más de 30 años, de pronto me di cuenta que esos jóvenes serían los próximos adultos en poner barricadas, en romper la cantera –que es parte del patrimonio cultural de la nación– en pintar casas, edificios históricos sin importarles absolutamente nada y justificar esos actos como revolucionarios y en contra de los ideales burgueses y capitalistas. Finalmente los vi como los jóvenes que le temen

* Licenciada en Sociología por la UNAM, con 20 años de experiencia académica, ha publicado con la SEP, el Instituto Nacional de la Juventud, ha trabajado en dependencias federales en torno al análisis, la participación social e investigación social. Tallerista y asesora de investigación en el Instituto Potosino de la Juventud, en S.L.P, Conductora de radio “IPJ Radial”, programa del Instituto Potosino de la Juventud, Fundadora de la “Red de Preparatorias en Acción Social RED PAS” en San Luis Potosí. Investigadora por más de 5 años en “Sistemas de información Geo-referenciada SIG-Oaxaca”. Asesora de la Regiduría de Equidad y Género del Municipio de Oaxaca de Juárez, conductora del programa de Radio de “En voz alta, mujeres hablando en voz alta” de radio universidad UABJO- Regiduría de Equidad y Género, actualmente miembro del cuerpo de investigadores y Representante Legal de AMBIENTARE, A.C. Coordinadora del área de Ciencias sociales y dirige el programa de Servicio Social en el lnstituto Blaise Pascale.

al devenir, ante las nuevas formas de educar a los niños y de percibir al mundo, un mundo cambiante, un mundo que queramos o no, es globalizado y neoliberal. Considerando que el capitalismo ha arrasado como sistema socioeconómico evidenciando el fracaso de los sistemas socialistas, es negarse al devenir histórico aferrándose a los dogmas del pasado, a las ideas del pasado. Incluso el mismo Lula pudo sacar adelante a Brasil conjugando la política social en un mundo globalizado y Neoliberal. No le tengamos miedo a la competencia, las nuevas reformas educativas son una forma de adecuarnos a la división internacional del trabajo, de estar al ritmo del crecimiento y desarrollo social que no está basado en teorías de 1883 y que no pretenden sustancialmente evidenciar lo pobre que es la educación que reciben los niños o lo pobre que podemos ser en torno a las competencias a desarrollar en esos niños y jóvenes cuando éstos sean parte de la fuerza de trabajo o de los recursos humanos capacitados y que no pueden competir contra otras fuerzas más capacitadas. Es hacer conciencia en que el mundo gira y cambia y por lo tanto debemos cambiar, aferrarse a las ideas de 1883 es ser infiel, detractor a las ideas de continuo cambio del mismo Marx, de la misma revolución... no dijo el Che... “Renovarse o morir”... ¿Entonces por qué no renovarnos? Queridos jóvenes capacítense, sean buenos maestros, preparen una sociedad critica y abierta, pero de antemano les digo, esta sociedad no se crea teniendo ideologías del siglo XIX, ni con temores al cambio, luchen si, por una educación de mejor calidad, competitiva, eficiente y eficaz.


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