Caída del mito paterno

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¿Caída del mito paterno? ¿No hay más padre? Entonces ¿Qué del sujeto?” Juan Jose Soca “Me llamo Sabina Spielrein, cuando me muera quiero que mi cabeza sea dada al doctor Jung para que pueda abrirla y estudiarla. Quiero que mi cuerpo sea quemado y mis cenizas esparcidas bajo un gran roble y que sobre su tronco sea escrito: yo también fui un ser humano” Paciente de Jung.

INTRODUCCIÒN Ferenczi le escribe una carta a Freud, fechada el 25 de octubre de 1912: “Su preocupación esencial no es la teoría de la libido, sino la de la comunidad cristiana. Identifica la confesión con el psicoanálisis e ignora manifiestamente que el reconocimiento de los pecados no es sino la menor de las tareas de la terapia psicoanalítica; la más importante es la demolición de la imago paterna que escapa por completo a la confesión. Es evidente que Jung nunca quiso ni pudo dejarse demoler por un paciente. En consecuencia, jamás analizo y, en cambio, fue para sus pacientes el salvador que se deja bañar por los rayos de su semejanza con Dios”. Freud le responde, dos días después: “Sus observaciones sobre Jung me parecen totalmente indiscutibles”. Freud y Ferenczi. Correspondencia (1908 -1914). El Psicoanálisis desde su fundación estuvo desde sus inicios atravesado por la temática del padre. Lacan con su llamado “retorno a Freud” hizo ver que el nacimiento del Psicoanálisis surgió como una respuesta a uno de los malestares propios del siglo XX; a saber: la declinación de la imago paterna y las desinvestiduras progresivas de la institución familiar. Autores contemporáneos en el campo psicoanalítico, tales como Charles Melman y Michel Tort aparecen en contrapunto ante esa caída. Se tomara como referencia a Markos Zafiropoulos para explicar la trayectoria de Lacan en relación al padre y su caída. Estos autores y otros, retomaran algunas problemáticas dejadas por Freud alrededor de la problemática del padre. Para finalizar y a modo de introducción, se planteara algunas reflexiones de Lacan en su seminario 23 El synthome, sobre el cuarto nudo y la cuestión del padre.

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DESARROLLO Freud a lo largo de su obra manifestó su preocupación por el padre y su declive. Si se quiere, realizo el intento de ponerlo en su lugar. Tarea vana pero no por ello, honesta como científico, intelectual y hombre de su tiempo. Basta para ilustrar dar cuenta de un ejemplo: El sueño de la inyección de Irma. Irma rechaza la “lösung” propuesta por Freud. Esta solución se funda en un ideal que es la de la omnipotencia paterna. Podrimos sostener que la intervención de Freud fue falica, aun mas se pretende resolutiva, ya que busca curar por el ejercicio de un saber. La solución es también la resolución, ya que se trata que Irma acepte la solución para la resolución del síntoma. Pero el síntoma histérico ya en si es una protesta, una oposición a la potencia paterna. ¿Qué vemos en Irma? Un deseo insatisfecho. Lacan da un paso más allá de Freud: Lo que quiere la histérica es quedar insatisfecha. Quiere una insatisfacción fundadora. A propósito de éste sueño, Charles Melman en su seminario “Para introducir al Psicoanálisis hoy en día” (1) dirá: “Este sueño, sueño de disculpa, está dirigido a aquel que está en condiciones de calmar a Freud, de aliviarlo, de confirmar que hizo lo mejor que pudo. Se dirige a un testigo por venir, que no está allí, que no esta en ninguna parte. Ni en Otto, ni en M (Fliess), ni en Leopold. Freud le pide al testigo que lo disculpe, que no se extrañe, aunque equivocándose, puesto que al fundarse en la potencia del padre no hay razón para que una mujer quede insatisfecha….Este sueño inaugural tiene ese lado patético que amerita que los testigos hagan el esfuerzo, se esmeren para calmar a Freud”. Markos Zafiropoulos (2) aborda la problemática del padre en la obra de Lacan y para eso cita a Jacques – Alain Millar, en “La cause fredienne”, nº 37, octubre de 1997: “Lacan no está ciego a la decadencia, a la bancarrota moderna del padre. La señala desde la década de 1930. Después de todo, la frecuentación de la Action française y sus fantoches era muy adecuada para ponerlo al tanto. No, no está ciego a la decadencia y la bancarrota del padre, al igual que de todos los ideales, lo que presuntamente se denomina el fin de las ideologías, pero como lo pone de relieve en una discusión podemos prescindir del padre con la condición de utilizarlo”. (3) Éste pensamiento apunta a un nudo problemático que, desde el nacimiento hasta ahora, el Psicoanálisis se ha debatido, en relación a la figura del padre. A tal punto que el propio Lacan va a afirmar que la invención del Psicoanálisis surge como resultante de la declinación de la familia patriarcal.

(1) Melman CH (2009) Seminario 2001 – 2002 “Para introducir al Psicoanálisis hoy día” editorial Letra Viva. Bs. As. Argentina. (2) Zafiropoulos M (2002) “Lacan y las ciencias sociales. La declinación del padre (1938-1953) Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. Argentina. (3) Ídem Pág. 13

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Freud a lo largo de su obra y particularmente desde “Tótem y Tabú” hasta “Moisés y la religión monoteísta”, acentuó la función del padre. Era el padre de las histéricas, como Dora o el de las neurosis obsesiva, como el hombre de las ratas, o el de las psicosis, como el presidente Schreber o como Juanito con su padre preocupado por él, tan preocupado que estuvo inhabilitado para interferir entre la madre y el hijo. Ninguno como Freud pudo intuir la caída de la imagen del padre y de la declinación de la familia patriarcal y por tanto de la desinvestidura de las instituciones. Es quizá fundamentalmente por esta razón, que Freud insistió tanto en la figura del padre. El propio Zafiropoulos cita a Elizabeth Roudinesco: “Todos los trabajos recientes sobre la historia de los orígenes del psicoanálisis, ( ) han mostrado que éste nació de la interrogación que atravesó la sociedad vienesa a fines del siglo XIX frente a la declinación de la familia patriarcal. Es probable que en la capital austriaca, con una monarquía agonizante, la cuestión se advirtiera mejor que en cualquier otro lado. En Freud había una voluntad de revalorizar simbólicamente al padre. Sin embargo, en 1922 – 1923, Melanie Klein inclina el psicoanálisis hacia el lado de las relaciones arcaicas con la madre, al extremo de hacer casi desaparecer la imagen del padre. Una vez más, es Jacques Lacan quien, con la forma de una función simbólica esencial para la organización de la familia, reintroduce esa imagen”. (4) Lacan retoma tempranamente la cuestión del padre, en su texto: “Los complejos familiares”. En él, el autor subraya que “Se debe comprender a la familia humana en el orden original de realidad que constituyen las relaciones sociales….” (5). Para Lacan, entonces, la familia lejos de tener un basamento natural e instintivo, resulta de una serie de condiciones sociales. De ahí, que el eclipse del padre y de las identificaciones a éste, fue necesario para dar lugar a una lectura del núcleo de las patologías. La tesis central de su texto radica en que el Edipo obedece a una condición social. Por lo demás, dos conceptos recorren todo el libro; a saber: “complejo” e “imago”. Lacan ya advierte en 1938, Freud fallece en 1939, que las circunstancias sociales condicionan la institución familiar y esto a su vez determinan los síntomas y el sufrimiento psíquico de los sujetos. Se asistiría entonces, ante una crisis psicológica como resultado del declive social y cultural de la imago paterna. Pero de acuerdo a la lectura del texto de Lacan, realizada por Zafiropoulos, Lacan durante esa época efectúa una lectura un tanto distinta de la de Freud en relación al padre. Veamos: “….mientras que el descubrimiento freudiano convoca a un padre que no se discute, Lacan opta por el valor de un padre de familia cuyo rumbo edipico varia según las condiciones socio históricas del ejercicio de su autoridad” (6)

(4) Ídem Pág. 14 (5) Lacan J (2003) “La familia” Editorial Argonauta. Buenos Aires. Argentina. Pág. 25. (6) Zafiropoulos M (2002) “Lacan y las ciencias sociales. La declinación del padre (1938 – 1953) Editorial Nueva Visión. Bs. As. Argentina. Pág. 57.

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Prosigue: “…..Mientras que Freud reconoce el lugar (religioso y sagrado) de lo que llamamos la constante del “monumento paterno” en el centro de la producción subjetiva y social, Lacan discierne una variable siempre susceptible de desaparecer. De allí la carga de angustia contenida en esta tesis, su recurrencia y su insistencia verdaderamente sintomática para el conjunto del campo analítico como aun lo conocemos… ¡La fecundidad subjetiva y social del edipismo no es estable! He aquí resumid en una línea la mala noticia traída por ese texto de 1938 que aun resuena de manera sobrecogedora en el corazón del campo analítico de nuestros días.” (7) El libro de Zafiropoulos antes citado, resulta apasionante. En él, el autor hace un recorrido teórico e histórico de un Lacan, entre 1938 a 1953. Dejo a los lectores la motivación por leer todo el texto. Además, es de esperar la segunda entrega, traducida al español. Por una cuestión de espacio y tiempo, opto por dejar por aquí su lectura y efectuar un giro. A continuación pretendo exponer las ideas centrales de dos autores contemporáneos en relación al declive del padre; a saber, Charles Melman y Michel Tort. El primero (8) ante las preguntas efectuadas por Jean – Pierre Lebrun, nos ofrece, mas que un corpus teórico, su opinión de lo que él denomino: “Una nueva economía psíquica”. Repasemos de un modo sucinto los principales aspectos de esta nueva economía psíquica. Ésta se presenta como un nuevo modo de vivir, tanto a nivel subjetivo, como familiar y social. Para él resulta ser ésta una verdadera mutación cultural: “…que nos hace pasar de una economía organizada por la represión a una economía organizada por la exhibición del goce….Esto implica deberes radicalmente nuevos, imposibilidades, dificultades y sufrimientos diferentes.” (9) Ésta mutación fue posible, según el autor, debido: “A un considerable progreso…El progreso considerable, es haber comprendido efectivamente el hecho de que el cielo está vacío, tanto de Dios como de ideologías, de promesas, de referencias, de prescripciones….” (10) Mas adelante, nuestro autor señala que otro tipo de manifestación de esta NEP (*) es que hasta ahora nuestra cultura se basaba en la lógica de la representación, que permitía evocar el objeto perdido, para dar paso a la lógica de la presentación, es decir, ir a la captura del objeto mismo Este acontecimiento en el plano de lo sexual y de la sexualidad estaría trayendo sus consecuencias, tanto a nivel subjetivo como social.

(7) Ídem. Pág. 57. (8) Melman Ch. (2005) “El hombre sin gravedad. Gozar a cualquier precio” UNR Editora. Rosario. Argentina. (9) Ídem. Pág. 16 (10) Ídem. Pág. 17 (*) NEP: Nueva Economía Psíquica.

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La imposición de la segunda lógica trae aparejado, según el autor, una imposición: la de mostrar, exhibir, develar. Estaríamos ante la emergencia de una nueva lengua: “La de ser una lengua exacta, es decir, referirse cada vez al objeto preciso – una palabra/una cosa….El lenguaje es sin equivoco, es directo y crudo. (11). Se trata, en definitiva, de una economía del signo. ¿Qué consecuencias acarrea esta NEP para el sujeto? Melman es categórico, y diría que su mensaje es un tanto apocalíptico. Va a decir que ya no hay mas división subjetiva. Estaríamos ante un sujeto en bruto, compacto, muy entero. En otras palabras, un inconsciente no velado, transparente. Otra consecuencia que nos señala Melman es que éste sujeto perdió su lugar, en que podía hacer alguna oposición. A su vez, este sujeto se presenta flexible, elástico, no consistente, llevado fácilmente por las opiniones de otros. Necesita constantemente ser confirmado ya que no esta garantizado por una referencia fija y estable. Es decir: “En efecto, la carencia de identificaciones simbólicas no deja como recurso al sujeto mas que una lucha incesante para conservar y renovar insignias cuya devaluación y renovación son tan rápidas como las evoluciones de la moda….” (12) ¿Cuál es la posición de Michel Tort en relación a la declinación del dogma paterno? ¿Cuál es su postura en relación a la de Melman? En su libro “Fin del dogma paterno” (13) aborda en toda su extensión la problemática de la declinación del Padre y afirma que ésta caída se debería fundamentalmente a razones históricas. El autor en un estilo agudo y por momentos irónicos y sarcásticos, efectúa un trabajo de desmontaje sobre la cuestión del dogma paterno. Frente a este panorama, según el autor, se han levantado discursos dentro del campo psicoanalítico que dramatizan tal declive, anunciando: “…una catástrofe que se sitúa en un mas allá metafísico de toda historia real. En otras palabras, no nos acostumbramos a Su Desaparición y nos atenemos a una historia legendaria que protege la ilusión de las realidades de la historia” (14)

(11) Ídem Pág. 26 (12) Ídem Pág. 45 (13) Tort M (2008) “Fin del dogma paterno” Editorial Paidos. Bs. As. Argentina. (14) Ídem. Pág. 12.

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Al parecer estos discursos no son nuevos: “…actualiza mas bien, en Occidente, una cantinela según la cual el Padre, con su Familia, no termina de declinar…(15 ), no obstante, nos aclara el autor, el lacanismo supo distinguir el padre en su función simbólica de los padres reales, empero la cuestión de la declinación del padre igualmente continua hasta ahora vigente. En este sentido, el autor critica algunas posturas psicoanalíticas, particularmente la de Melman, al decir que: “…Cuando uno escruta desde un poco mas de cerca esa función universal (se esta refiriendo a “lo universal de la función paterna” no homologado a las condiciones sociales – históricas) que se pretende disociar de los poderes sociales, no sin sorpresa encontramos en ella, con una forma abstracta, todos los aspectos de las relaciones jerárquicas relacionadas con las sociedades antiguas y que han sido los mejores días, ya pasados, de los Padres. En efecto, en la función universal del padre se encuentra el esquema de la Sagrada Familia donde el Padre hace la Ley a la Madre…” (16) Habría una cierta solidaridad, nos dice el autor, entre la historia y el psicoanálisis. Lo dice con todas sus letras: “Digamos que el Padre es el nombre de una solución histórica que esta siendo desplazada. Es un arreglo de las relaciones del sexo y de poder, que utiliza ciertos aspectos del funcionamiento psíquico, arreglo que ha cumplido su ciclo…..De suerte que la invocación, hoy, de la función simbólica del padre, bien podría parecer como un medio para perpetuar nostálgicamente las competencias de las sociedades de antaño.” (17) Esta invocación no deja de tener efectos en el terreno de la psicopatología. En tal sentido se habla de nuevos malestares, de las llamadas “nuevas enfermedades del alma” que serian consecuencias inmediatas de los estragos que estaría provocando la Modernidad. Al respecto, Tort no duda en afirmar que: …La resistencia a ver la declinación del Padre, cuando la realidad atestigua abundantemente la liquidación de los poderes del Padre, no solo es una ilusión teórica. Es un fenómeno del mismo orden que la relación nostálgica de muchos en las democracias modernas con la realeza, con la religión, con la aristocracia…” (18). Resulta entonces, según el autor, un problema falso el hecho de preguntarse ¿Cuál es el destino del Padre, en la medida que esta perdiendo sus poderes? Nos dice que “Si el Padre es una organización psíquica histórica del poder, se trata entonces de analizar como se inscriben sus transformaciones en las de la familia en Occidente, en la desestructuración de las referencias familiares, especialmente religiosas, y en las recomposiciones políticas de la familia….” (19)

(15) Ídem. Pág. 12. (16) Ídem. Pág. 15 (17) Ídem Pág. 16 (18) Ídem Pág. 26 (19) Ídem Pág. 27

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Aquí nuevamente va al ataque respecto a una parte del Psicoanálisis, al afirmar: “Pero en la representación común del psicoanálisis, la factura histórica de la solución paterna esta denegada: la famosa función del padre, con sus componentes muy particulares, esta dada como ahistorica…” (20) Si bien comparto en gran medida los planteamientos de Tort, me parece que en el problema que plantea el autor se pone en juegos una antigua discusión que gira en torno a lo universal, lo singular y lo particular. Discusión vigente todavía en el Psicoanálisis. Por ejemplo se discute si el sujeto del inconsciente es una cuestión histórica o ahistorica; trayendo con esto consecuencias tanto a nivel teórico como práctico, como por ejemplo con as estructuras clínicas. Si bien es cierto que una suerte de “fijeza” atemporal de las principales categorías psicoanalíticas puede conllevar a una suerte de dogmatismo, (tal como nos advierte Tort del dogma de la función paterna) igualmente dejar librado los conceptos psicoanalíticos a los propios avatares de la historia, conllevaría a un cierto relativismo. Pero es cierto que el Psicoanálisis como saber y como praxis no tiene asegurado su futuro. Nada es eterno. No nos olvidemos que el Psicoanálisis surgió a modo de respuesta ante un malestar específico de la cultura. Si no fuera por Freud, por Lacan y otros, el Psicoanálisis hace tiempo hubiera desaparecido. Pero volvamos al desarrollo crítico que nos invita Michel Tort. Ante tal critica, el autor nos propone algo interesante para preguntarnos sobre la teoría y la clínica: “Por cierto, hay que admitir que el esquema de la declinación, redoblado con el tema adormecido de la novedad (los nuevos padres) permite relanzar indefinidamente la nostalgia del verdadero padre (el Padre del Patriarcado) e interrogarse con angustia sobre las consecuencias psíquicas, evidente y necesariamente siempre dramáticas, de su liquidación. Si se sale de esta representación angustiada, primero queda seguir los avatares de la deconstrucción de la solución paterna a la que asistimos y en la que participamos en directo, con la invención de nuevas formas de paternidad y de parentalidad” (21 ) Su propuesta es: “No hay cabida para las ilusiones: los encantos del Padre son poderosos, tanto mas potentes cuanto que han sido reforzados desde hace unos treinta años, por el coro de los partidarios del Padre dentro del propio Psicoanálisis. ……Lo que se trata es de dejar a la mitología justamente este monstruo, para comprometer al psicoanálisis en un trabajo prosaico, menos heroico, el de las complicaciones de la paternidad de nuestros días…” (22)

(20) Ídem Pág. 27 (21)Ídem Pág. 27 (22)Ídem Pág. 28

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Estamos de acuerdo con esto, pero el autor incluye a Lacan entre los “profetas” que defienden esta mitología. Pienso, modestamente, que Lacan a dado muestra que no es así con su invención del objeto a y el recurso a la figura topológica de los nudos. ¡Cuan lejos está de aquellos que Tort incluye como defensores de lo simbólico! Es de comprender entonces, que en la última parte de este trabajo, introduzco algunos aportes realizados por Lacan en el seminario XXIII El synthome, como una prueba más que la cuestión no es “blanco” o “negro”. Me parece, insisto de un modo modesto, que Tort a veces cae en juicios que se imponen un tanto apresurados, y por que no tajantes. Quizá lo traiciona su estilo irónico e incisivo. Pero reconozco su trabajo crítico, ya que permite al lector poder cuestionar algunas verdades reveladas y absolutas. En esto estoy totalmente de acuerdo: “…se puede considerar que el psicoanálisis no es ese trabajo de conservación museológica de las relaciones familiares arcaicas al que desde hace ya demasiado tiempo se dedica una minoría de analistas pusilánimes, sino la interpretación ingeniosa, a veces genial…..de las estrategias inconscientes puestas en marcha en todo lo que concierne a las relaciones del sexo, de parentesco, de filiación….” (23) Tort critica de un modo agudo y por que no también severo, la posición de Melman, en su obra: “El hombre sin gravedad”. Lo incluye en aquellos psicoanalistas, que él llama: “adeptos al orden simbólico”. Según él, Melman piensa que la “Nueva Economía Psíquica” (NEP) caracterizada entre otros aspectos por cambios a nivel de la filiación, las relaciones entre los sexos, el imperativo del goce en detrimento del deseo, etc. (Señalado en este trabajo, en páginas precedentes) se debe o se encuentra en una relación de continuidad con las llamadas economía liberal del Mercado. Tort critica la postura de Melman, al afirmar éste que el padre resulta impensable fuera del patriarcado. Frase osada por parte de Melman y que conllevaría a una especie de callejón sin salida. Si se acaba el patriarcado y como el padre resulta impensable fuera de él, entonces no habría más padre. ¿Caeríamos entonces en la barbarie? Me parece que en este punto la posición de Melman es un tanto débil y obviamente estoy de acuerdo con Tort. Dentro de esta lógica, Tort vuelve a la carga hacia Lacan. Reconoce que éste fue mas astuto (¿Qué el propio Melman?) al subrayar la importancia del lenguaje: “….no es necesaria la figura del padre para implementar la represión originaria y el sujeto de inconsciente, ya que el lenguaje se encarga de ello por si mismo. Pero no es cuestión de perder el beneficio de lo que agita el Nombre del Padre. Así, aunque se suponga que el lenguaje como tal produce este efecto de constitución del inconsciente, se dirá entonces que el inconsciente se conjuga con el Nombre del Padre para invocar lo que, en nombre de nuestro amor por el padre, estaríamos dispuestos a sacrificar. La invocación del lenguaje, de las leyes del lenguaje, sirve pues de oculta – sexo y permite evitar pasar por un grosero nostálgico del paterfamilias” (24)

(23) Ídem Pág. 28 (24) Ídem Pág. 496

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Me permito realizar aquí un breve comentario. Sin caer en falsas modestias y sin desconocer la autoridad de Tort, me parece que en su juicio hacia Lacan, Tort resulta en sus juicios un tanto injusto. Si se lee esta frase y sin conocer por parte del lector la trayectoria teórica de Lacan, correremos el riesgo de simplificar su obra. Si uno lee detenidamente la obra de éste último, no podemos desconocer o negar que su desarrollo teórico sufrió cambios: desde lo simbólico y lo imaginario para culminar con lo real, a través de la conceptualización del objeto a y el recurso a la topología, a efectos de ofrecernos una formalización rigurosa sobre el estudio del inconsciente. Es suficiente leer algunos de los últimos seminarios, tales como el de la angustia o el del synthome. Lacan enfrento al principio la cuestión del Nombre del Padre, en tanto posición fundante y posibilitadora de un trabajo metafórico frente al deseo materno, hasta la concepción del padre como un synthome, algo que amarra los tres nudos pero que perfectamente “podemos prescindir de el, a condición de saberlo utilizar”. Ambas posiciones acerca del Padre, no tienen porque ser excluyentes. Pero si reconozco, que la relación planteada por algunos autores, con respecto al lenguaje y al Padre puede llevar a excesos de interpretación y por que no, producir efectos en la clínica. Tort al respecto nos señala: “….En efecto, el monoteísmo (tal como lo plantea Lebrun) es la manera como la sociedad occidental ha hecho suyas las imposiciones de la estructura del lenguaje. Es evidente que, si el monoteísmo es nada menos que la modalidad bajo la cual la ley del lenguaje se ha dignado presentificarse ante nosotros, no es bueno salir de ella, porque seria una pura locura atacar la Ley del lenguaje…” (25) Michel Tort vuelve con su reflexión irónica pero aguda: “Junto con el liberalismo económico, es la ciencia, o, peor aún, el monstruo de la tecnociencia la que, para los partidarios del orden simbólico, es responsable del borramiento de la autoridad paterna….la Trinidad no es esa especulación teológica sobre las relaciones homosexuales tórridas del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que ha ocupado las almas cristianas, sino el lenguaje mismo, la trinidad natural: ¡inclínense ante ella! Melman que sabe algo de la cosa, declara sabrosamente: “La ciencia nos hace perder el sentido común”. ¡Lejos quedaron los tiempos en que se celebraba, con Gastón Bachelard, esta ruptura de la ciencia con el sentido común! ( ) Ni Bachelard se salva. Tort continua: “A la economía liberal corresponde la nueva economía psíquica. Como solo el padre esta autorizado para sexualizar el inconsciente, el sujeto va a vacilar. Si se sale de las referencias del padre patriarcal, se culmina en la feria, en el reino generalizado del objeto de goce….” (26)

(25) Ídem Pág. 496 (26) Ídem Pág. 497

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“De hecho, la economía liberal subvierte la economía psíquica presentando el objeto como siempre accesible, liquidando el objeto perdido freudolacaniano…” (27) Me parece que en esto; Tort apunta su crítica hacia una suerte de reduccionismo entre la economía liberal y la llamada nueva economía psíquica. Planteamiento que no podemos no estar a favor de su crítica. Es una cuestión bastante generalizada, dentro del campo psicoanalítico, caer en generalizaciones un tanto burdas, que implica una causalidad lineal: si ocurre algo por tanto debe producirse tal cosa. Me parece que su crítica resulta valiosa y pertinente para evitar riesgos, tanto en lo teórico como en lo clínico. Para finalizar con respecto a la postura de Tort, permítame una ultima cita: “Es irritante que el psicoanálisis siga siendo, junto con los tradicionalistas religiosos declarados o inconscientes, el discurso que recuerda al Padre. Es lógico: el Padre sigue produciendo sus efectos; a nosotros nos corresponde analizarlos, incluso en la confección del discurso del psicoanálisis. Pero también es irritante: pues los efectos de Su Figura están mas exaltados que analizados. …” (28) Lectura refrescante la que nos aporta Tort, a menudo irritante, pero que nos mantiene alerta ante lo que él denomino “la enfermedad del Uno”. Nos mantiene atentos a no caer en dogmatismos, que irremediablemente provocan efectos en nuestra clínica. Pero también, mantener, por que no, una posición critica sobre algunas de sus ideas. Para finalizar y siguiendo el plan trazado, deseo compartir un fragmento de una exposición recientemente realizada por quien escribe en el Grupo Psicoanalítico Plus, el 27 de julio del corriente año, a propósito del seminario XXIII de Lacan: el Synthome. Melman, (29) en el seminario antes citado dirá: “El redondel de a cuatro, lo anticipo aunque no deje de ser enigmático para algunos de ustedes. El cuarto redondel es justamente el del synthome, en tanto es el Nombre-del-Padre que liga los otros tres de lo real, de lo simbólico y de lo imaginario. Y así se sabe qué tipo de síntoma puede deducirse de allí; el histérico, por ejemplo”. (30) Vayamos por parte. ¿Qué es el synthome? Palabra derivada de las griegas: συν (“syn”): con, y θωµη (“thomé”): escisión, cesura. La palabra synthome es utilizada para designar lo que sería en Lacan el Nombre del Padre. Siendo éste el cuarto nudo, que uniría, a manera de suplencia lo real, simbólico e imaginario. El synthome suele ser graficado como una especie de lazo que mantiene precariamente unidos lo real, lo imaginario y lo simbólico. Sería una especie de prótesis.

(27) Ídem. Pág. 503 (28) Ídem. Pág. 542 (29) (30)

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El synthome funciona como suplencia que permite mantener el anudamiento, amenazado por la forclusión. Funciona como un cuarto círculo, redoblando lo Simbólico. Éste cuarto redondel cumple una función de prótesis. Anuda lo R.S I para que no se desparramen. En otras palabras, el sinthome es aquello que garantiza la presencia del padre en lo simbólico, sirve de dique para contener lo real y dota de credibilidad a lo imaginario. En el seminario del Sinthome, Lacan habla del artificio para referirse a aquello que permite que se anuden RSI. Encontrar un sentido implica saber cuál es el nudo de cada uno, y unirlo bien, justamente gracias a un artificio. Es dable señalar que a lo largo de su enseñanza, Lacan fue desarrollando la pregunta sobre ¿qué es un padre? Hasta mediados de los 60, Lacan pensaba al padre como un significante. La posibilidad de reflexionar sobre la psicosis como forclusión del Nombre – del – Padre es consistente de esa concepción del padre. Lacan luego propone una nueva idea acerca del padre. Hablará de un padre y de la función del padre, donde lo que importa es la versión de su deseo. ¿Cuál? Para esto nos hablara de Père-versión, que consiste en un juego de palabras entre la versión del padre y la versión perversa de su deseo. Esta versión del padre será la garantía de su función de padre, y que Lacan llama función de síntoma. A partir de entonces, lo importante de un padre, no es ni sus méritos, cualidades o atributos, pues no es con ellos que podrá soportar la función paterna, sino que lo fundamental se encontrará a nivel de la pareja sexual, en el modo en que él en tanto hombre haya sabido confrontarse a la castración, al imposible de la relación sexual y a la alteridad femenina. Esta versión del padre, en tanto síntoma, cumple una función de nudo y de lazo entre los sexos y entre las generaciones. Consiste al decir de Colette Soler “padre solución” en la medida que ofrece un modelo de solución sintomática a la cuestión de la castración. No estamos, entonces, ante la versión imaginaria de un padre castrador, ni tampoco un significante. Es la etapa en que Lacan plantea la estructura psíquica como un nudo Borromeo de los registros R, S, I. Lo característico de este nudo es que si se corta uno de los redondeles que lo componen, el nudo se deshace. La versión del padre, en tanto cuarto nudo permitirá que los tres registros permanezcan unidos. Pero Lacan nos plantea que existen otros artificios que pueden venir a cumplir esa función de nudo en la estructura, que no necesariamente sea un padre. Un sujeto puede tener un síntoma diferente al síntoma padre, y que haga igualmente función de sutura y a través de él, pueda nombrarse como sujeto. Esto lo puede lograr a través de la escritura, como el ejemplo que nos ilustro Lacan con Joyce. Entonces, lo que sostiene es el cuarto nudo a modo de synthome, que Lacan denomino Nombre – del – Padre. Pero justamente la reducción a tres del nudo de cuatro nos muestra el punto en que Lacan, al ir mas allá de Freud, distingue el discurso del histérico con respecto al discurso del analista. Debido a la posición del analista en tanto objeto a, podemos prescindir del Nombre – del Padre, en tanto synthome, solo a condición de saber utilizarlo.

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Freud, a través de su sueño de la inyección de Irma, tal vez funciono como ese cuarto nudo, poniéndose en una función paterna. La respuesta de su paciente, respuesta histérica fue la de cuestionar la potencia de ese padre. Lacan, a través de la topología, nos ofrece otra alternativa, la de poder prescindir de esa posición y ubicarnos en lo que el denomino el discurso del analista. CONCLUSIONES ¿Qué se puede concluir? La caída del Mito del Padre, no resulta indiferente; alcanza tanto a los lazos sociales como al sujeto. Estamos asistiendo a un declive del Padre, que trajo aparejado “nuevos” sufrimientos. Pero estamos asistiendo al ¿declive del padre o a un tipo de padre? El Psicoanálisis, como lo ha dicho Lacan, surgió a modo de respuesta de tal declinación. La pregunta freudo – lacaniana acerca ¿que es un padre? sigue aun vigente. A lo largo de la historia psicoanalítica, desde Freud hasta ahora, mostró sus reflexiones a fin de explicar dicha caída, desembocando a veces en callejones sin salida y en disputas tribales al interior de él. Las discusiones entre Melman y Tort al respecto nos muestra que el tema no esta zanjado. Pero por otra parte, al interior del Psicoanálisis podemos apreciar una fecundidad en cuanto a elaboraciones teóricas y discusiones sobre aquellos temas que atañen al sujeto y a la cultura. Es cierto como diría Tort que: “….el Padre sigue produciendo sus efectos….” y esto no nos debe mantener indiferente, tanto para la teoría como para nuestra práctica. Tampoco no alarmarnos ante su caída. Es que la caída del mito paterno afecta en todo sentido: nuestra cotidianidad, nuestras grandezas y pequeñeces de nuestras vidas, los (des) encuentros diarios con los otros, nuestras aspiraciones y decepciones, nuestros triunfos y fracasos, nuestros amores y odios cotidianos, en fin: en nuestras subjetividades y en los lazos con los demás. En suma, nos confronta con la castración del Otro y no menos importante con la castración del sujeto. “Podemos prescindir del Nombre – del – Padre a condición de saberlo usar”. En esto Freud y Lacan, no se equivocaron. Un movimiento de báscula se ha producido con la cuestión del Nombre – del Padre: Por un lado, elevarle un culto y por otro lado, destronarlo. Si estamos de acuerdo que el Nombre – del – padre es un synthome, y no por esto menos importante, es ponerlo en su justo lugar. Darle un lugar en la constitución del sujeto, reconocer sus límites y sus efectos, pero no hacer de él un culto o un blanco de los ataques de grupos tribales que han cohabitado en el propio psicoanálisis. ¡El Padre! Como diría Freud, ante la muerte de su propio padre, una de las cosas más trágicas que le puede ocurrir a un ser humano es justamente la muerte del padre, porque el padre es la muerte misma. Palabras más o palabras menos. Y con esto, al parecer, tenemos que lidiar hasta el fin de nuestras vidas.

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BIBLIOGRAFIA LACAN. J (2003) “La familia” Editorial Argonauta. Buenos Aires. Argentina. LACAN. J (2006) “De los nombres del padre” Editorial Paidos. Buenos Aires. Argentina. LACAN. J (2006) “Seminario 23. El synthome”. Editorial Paidos. Bs. As. Argentina. MELMAN. CH. (2005) “El hombre sin gravedad. Gozar a cualquier precio” UNR Editora. Rosario Argentina. MELMAN CH. (2009) “Para introducir al Psicoanálisis hoy en día” Editorial Letra Viva. Bs. As. Argentina. TORT. M (2008) “El fin del dogma paterno”. Editorial Paidos. Buenos Aires. Argentina. ZAFIROPOULOS. M (2002) “Lacan y las ciencias sociales. La declinación del padre (1938 – 1953) Editorial Nueva Visión. Buenos Aires Argentina…

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