Miguel delibes final

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MIGUEL DELIBES

MOTIVO DE LA ELECCIÓN Lo que me llevó a elegir a este autor fue el hecho de que, de los personajes que cumplen los requisitos del concurso, Miguel Delibes es el que más me apasiona. Entré por primera vez en contacto con el escritor hace dos años, cuando una profesora nos enseñó en clase algunos de sus textos. Me interesé, por lo que empecé a leer algunas de sus novelas: “Señora de Rojo Sobre Fondo Gris” y “El Camino”, y ambas me gustaron mucho. Además, vi una película que está inspirada en una de sus obras, “Los Santos Inocentes”. He leído recientemente “El Hereje”, una de las obras maestras de Miguel Delibes, y me ha encantado: Es un libro complejo, con personajes fuertes, y cargado de sentimientos. Es un libro universal, en el sentido de que, independientemente de la época en la que se desarrolla la acción, llega fácilmente al lector. Constituye una historia verosímil y rica, que me llegó de verdad. Cuando me propusieron un relato literario, tuve de inmediato la idea de establecer una relación entre el último gran libro del autor y sus últimos meses de vida. Procuré, a partir de mis limitaciones, poner lado a lado la situación de Cipriano Salcedo y la de Miguel Delibes. Quise explorar la simbología del personaje de Minervina y compararla con Ángeles, el gran amor de la vida del escritor. El resultado: un corto texto que finge salir de la cabeza y del corazón de una de las plumas españolas más importantes del siglo XX.


HECHO REAL QUE PRODUCE LA RELEVANCIA DEL PERSONAJE Miguel Delibes fue un escritor y periodista español muy reconocido en el panorama literario: nacional e internacional. Nació en el año 1920, en Valladolid, Castilla, lugar en el que se va a inspirar gran parte de su obra. Formado en Comercio y Derecho, empezó a trabajar como caricaturista en el periódico “El Norte de Castilla”, en donde se formó como periodista, y del que llegó a ser director. Delibes formó en “El Norte” a una generación de escritores que continuaron con su labor cuando, por motivos políticos, fue cesado en su puesto. Se casó con Ángeles de Castro, una de sus mayores fuentes de inspiración, y en 1948 publicó su primera novela “La sombra del ciprés es alargada”, que fue galardonada con el Premio Nadal; gracias a este premio, Delibes, se vio lanzado al mundo de la literatura, y llegó a publicar decenas de libros. Los temas que abordó con más frecuencia fueron: la naturaleza y la caza, la niñez, el prójimo y la muerte. Son inolvidables sus personajes infantiles: Daniel, el Mochuelo, Germán, el Tiñoso y Roque, el Moñigo son el alma de “El camino”, como lo es Quico, de “El príncipe destronado”. Delibes ha sido también el defensor del débil, de los inocentes: la Niña Chica y el Azarías, Paco, el Bajo y la Régula, y la milana de “Los santos inocentes”, novela en la que, paradójicamente, un asesinato consigue producir alivio en el lector. El escritor imparte justicia en un mundo injusto y consigue que el lector, que presencia asombrado las injusticias, se solidarice con él. Los débiles, los indefensos, los olvidados, los incomprendidos, los aldeanos, los jubilados, las chachas, los personajes intrascendentes, todos ellos, los personajes de las novelas de Delibes, están dotados de una profunda humanidad y, por eso, son creíbles y entrañables. Cipriano Salcedo es un buen ejemplo de ello. En 1973 fue elegido miembro de la Real Academia Española, ocupando el sillón “e”. Leyó su discurso de ingreso en 1975 y en él denunció, con una conciencia ecológica muy adelantada a su tiempo, el progreso que ataca a la naturaleza, y defendió la harmonía del hombre con el entorno.


En 1974, falleció su esposa, Ángeles. La muerte “de su mejor mitad”, como dijo él mismo, lo marcó profundamente, e influyó su obra posterior. En 1998, cuando acababa de escribir “El Hereje”, padeció un cáncer de colon, del cual nunca se llegó a recuperar. Falleció en marzo de 2010, a los 89 años de edad, en su tierra natal, Valladolid, en donde era una figura muy popular. Era frecuente ver al escritor en invierno, de abrigo verde y gorra de cuadros, acompañado por alguno de sus hijos, caminando a grandes zancadas por el paseo de Zorrilla y el Campo Grande. Delibes fue un escritor fiel a sus ideas y a su tierra. Es descrito literariamente como un hombre extremadamente sencillo. Aunque tuviera el don de la palabra, decía las cosas de manera que el lector las entendiera. Se caracterizaba por querer destacar a los personajes y al enredo. No quería llamar la atención sobre su manera de emplear la lengua. Por su labor literaria, fue reconocido con multitud de galardones, de los cuales destacan: el Premio Nacional de la Literatura, el Premio de la Crítica, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio Nacional de las Letras Españolas, el Premio Cervantes, el Premio Nacional de Narrativa, etc. Pero su obra va incluso más allá, ya que varios de sus libros fueron adaptados al teatro, o se han llevado al cine, siendo premiados, por ejemplo, en el Festival de Cannes. Miguel Delibes dejó un gran legado, que seguramente resistirá a lo largo del tiempo. Es sin duda, uno de los más importantes autores españoles del siglo XX, e incluso de siempre.


EVOCACIÓN: SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS Ya no queda mucho. Me lo dice el cuerpo. Me duele el abdomen. Me siento cansado... Pero no lo suficiente como para dormir bien. Me falta el aliento... Pero no lo suficiente como para dejar de hablar, sino lo suficiente para quejarme. Me duele todo un poco, pero nada me duele demasiado. Lo que siento formará parte de aquél “misericordioso” plan engendrado para los viejos: hacerlos feos, molestarlos con dolores acá y allá, dañarlos insistentemente, hasta que se harten de la vida y no les cueste la muerte. Me acuerdo de ti, Cipriano. Qué humana es la naturaleza, y qué inhumanos somos.¿Cómo es posible que me queje de lo que me está haciendo el tiempo, sabiendo, como sé, lo que te hicieron a ti? “(…) confiscación de bienes y muerte en la hoguera.”, dijo el relator. ¿Cómo lo aguantaste? El calor, insoportable; tu espalda, casi rota; los ojos al borde de la ceguera. Me duele imaginar el fuego sobre tu piel. El humo asfixiante. ¿Por qué no lloraste? ¿Porque querías parecer fuerte? ¿Porque tus lágrimas se secarían enseguida y el llanto hubiera sido en vano? No… No lloraste porque, al fin y al cabo, tan dolorosa no fue tu muerte. Tuviste algo que muchos no tuvieron. La tuviste a ella, que te besó, y te abrazó. Te fuiste del mundo con la visión de la única persona que te amó. Minervina, ese otro ángel, de agraciado rostro, de corazón dulce. No la veías hacía demasiado tiempo. A mí me pasa igual. Con ceguera o con dolor; en la cama o en la hoguera, hacia ella nos dirigimos todos. ¡Que Dios nos ayude en la travesía! Que, como tú, Cipriano, sienta muy cerca su presencia.

Fin


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