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Entrevista con Bradford C. Newton

Como presidente de la Pacific Union, usted

trae una perspectiva que es única debido a su experiencia en otros puestos y otros lugares. ¿Cómo influye eso en la forma en que está asumiendo esta responsabilidad?

Se remonta a cómo comencé como cristiano adventista del séptimo día. Todo tuvo que ver con lo que sucedió en una iglesia. Mi familia recibió el mensaje adventista través del trabajo de un colportor. Un pastor tuvo estudios bíblicos con mis padres. Recuerdo que me escabullía de mi habitación para echar un vistazo en la sala y ver al pastor con mis padres, estudiando la Biblia. Fue a través de esa iglesia y cosas tan sencillas como ir a la escuela sabática y participar en la iglesia, que experimenté lo que significaba tener

una comunidad de iglesia.

Fui organista de la iglesia de Orange donde eramos miembros. Todavía puedo recordar a los miembros de la iglesia mostrándonos cómo salir a recolectar en los días de Navidad. Ese tipo de experiencias dieron forma a lo que pensaba que significaba ser adventista. Probablemente por eso, cuando sentí mi llamado

al ministerio, se desarrolló en mi un profundo amor por lo que estaba sucediendo en mi iglesia. Quería ser como el pastor. Quería dar estudios bíblicos y ser parte de nuestra comunidad.

Trabajé como pastor durante 17 años en Illinois y luego en el sur de California. A medida que pasé a hacer trabajo de relaciones gubernamentales para la Pacific Union en el departamento de libertad religiosa, mi asignación era representar a la iglesia ante un mundo completamente secular en la política, propugnando por los derechos de la Primera Enmienda. Cuando fui a Nevada-Utah como presidente de la conferencia, sentí que mi papel era, en primer lugar, encontrar formas de empoderar lo que las iglesias estaban haciendo. Luego, al llegar a la Pacific Union

—como secretario y director ministerial durante 13 años y ahora presidente—, creo que todo eso me lleva de nuevo a la idea de que todo lo que hacemos está diseñado para empoderar lo que cada iglesia y escuela hacen en su comunidad. Si no lo hacemos bien, entonces no hemos logrado lo que produjo ese impacto positivo en mi vida.

Las iglesias y los miembros de la Pacific Union son increíblemente diversos. ¿Cuáles son las necesidades básicas que tendría cada miembro, independientemente de esa diversidad?

A medida que mi vida se amplió, conocí a más personas de diferentes orígenes étnicos y niveles económicos. Hay consistencias. Las personas —en todas partes— quieren saber cómo su experiencia con Dios hace una diferencia en sus vidas de una manera cotidiana.

No importa qué idioma hables o cuáles sean tus ingresos. Las personas que son realmente ricas hacen esa misma pregunta. Aquellos que apenas pueden vivir de mes en mes también desean saber: «¿Puedo tener la seguridad de que Dios está conmigo a través de los desafíos de mi vida, de mi familia, de mi trabajo?» Tratar de poner orden en el caos es siempre parte de nuestra vida.

Considero que la obra de la Iglesia Adventista del Séptimo Día proporciona esa respuesta bíblica, no solo como un conjunto de verdades proposicionales, sino que lleva a las personas a una experiencia real con Dios, lo cual realmente hace que su vida sea significativa, alegre y con propósito. Mostrándoles que, a pesar de que tienen problemas y desafíos con los que lidiar, no están solos. No solo tienen al Señor en el cielo que está con ellos, sino que también tienen una comunidad de fe a su alrededor a la que pueden recurrir y que les puede dar aliento.

No importa de dónde seas, es decir, en el fondo, de lo que se trata es ser un adventista del séptimo día.

¿Cuál es la posibilidad de que la iglesia logre eso? ¿Tenemos la capacidad y la experiencia?

Bueno, comencemos con el mensaje que tenemos para compartir. Al final de 2021, habré estado durante 39 años en el ministerio y nunca he encontrado otro lugar con tal comprensión de la Palabra de Dios. Es un recurso inagotable. El mayor desafío que tenemos hoy en día es cómo expresarlo de una manera que sea accesible, comprensible y relevante para el mundo en que vivimos.

Tenemos la oportunidad de explorar lo que significa ser un adventista del séptimo día de una manera

que sea relevante y, sin embargo, tenga integridad con nuestro mensaje histórico, que no queremos diluir. Lo que cambia es la forma como lo vamos a comunicar. Tenemos que preguntarnos: «¿Lo estamos haciendo de una manera efectiva?»

Si nuestra tarea es hacer que nuestro mensaje histórico sea relevante, ¿cómo contribuye la Pacific Union a tener éxito en esa tarea?

Las piezas obvias son las superposiciones estructurales, las finanzas, las funciones organizacionales. Eso

es todo. Sin embargo, a pesar de que hemos logrado armar con éxito una estructura organizacional que funcione, debemos convocarnos continuamente.

Debido a la forma como estamos estructurados, a nivel de la unión tenemos permiso para convocar para tener las conversaciones más importantes en la iglesia. Esas importantes conversaciones tienen que ver con la efectividad y la misión, llegar a las personas que no han recibido nuestro mensaje y discipular a nuestros miembros para apreciar y abrazar el mensaje que amamos.

Esos son procesos interminables. Esencialmente siempre estamos a una generación de desaparecer, porque si no atraemos a la próxima generación, todos desapareceremos algún día. Tengo el privilegio de poder hacer las preguntas. Hay una poderosa responsabilidad en poder decirle a un grupo de personas: «Veamos lo que tenemos frente a nosotros. ¿Estamos satisfechos? ¿Hay formas en que podríamos ser más efectivos, exitosos, comprometidos, innovadores?»

A nivel de la unión, tenemos la capacidad de convocar a los líderes de las conferencias, a los líderes de educación, a los pastores y miembros laicos y preguntar: «¿Qué podríamos mejorar? ¿Qué podríamos hacer mejor?» No nos conformaremos con decir: «Bueno, siempre lo hemos hecho de cierta manera». Tenemos que preguntarnos si hay áreas en las que queremos innovar y mejorar, y tenemos que dar permiso para tratar nuevos rumbos.

¿Cómo se va a medir el resultado de esa conversación? ¿Cómo saber cuándo se tiene éxito?

En última instancia, la meta que Cristo nos da, en la Gran Comisión, es que vayamos y hagamos discípulos. ¿Qué significa ser discípulo? Bueno, ser un discípulo es una actividad de crecimiento de por vida. ¿Cómo se mide eso?

A veces hacemos cosas en la iglesia que me recuerdan cuando enseñé clases de arco y flecha en

el campamento de verano. ¿Les hubiese dicho a los estudiantes: «Preparen. Fuego. Apunten»? ¿Deberías simplemente disparar la flecha y dondequiera que aterrice decir: «Bueno, supongo que ahí es donde quería que fuese»?

Las métricas tradicionales que usamos en la iglesia son una versión de lo que usa cualquier empresa. Uno considera la progresión de los números de diezmos, bautismos, membresía y asistencia. No queremos eliminar el seguimiento de esas cosas.

Pero lo más profundo e importante es, ¿cómo está impactando el trabajo de la iglesia la vida de nuestros miembros? ¿Cómo van a afectar los cambios o innovaciones a nuestros miembros, iglesias, escuelas y a las comunidades a las que estamos aquí para servir? Esto es lo que sí sé. En toda la Pacific Union, en

sus iglesias, escuelas y centros comunitarios, se lleva a cabo un gran impacto humano como resultado de la actividad de nuestros miembros. Nuestros pastores, maestros y laicos están impactando la vida de su comunidad. En muchos sentidos, eso es inconmensurable. Es posible que eso no aparezca si lo único que preguntas es: «¿Se bautizó alguien?» Ves que la vida de las personas cambia cuando trabajas en sus comunidades. El impacto humano, que puede no ser medible, es una gran parte de lo que hacemos. Esa es una expectativa razonable cuando consideramos hacer cosas nuevas. ¿Qué hacemos con esto? Tenemos nuestro seguimiento estadístico tradicional y después tenemos esa pregunta sobre su impacto. Ese es el desafío que me plantearía a mí mismo y a las personas con las que estoy trabajando: ¿Cómo encontrar formas de cuantificar, calcular o identificar si hemos tenido

éxito o no en nuestros proyectos o con nuestras ideas? Eso exige cierta innovación en cuanto a cómo podemos hacerlo.

¿Qué oportunidades tenemos en la Pacific Union que pueden ser únicas para nosotros?

Tenemos una oportunidad única en la Pacific

Union debido a la herencia de ministerio y recursos con los que contamos. Hay que considerar qué significa tener una institución médica de primer nivel como el centro médico de Loma Linda University. Lo que significa tener Adventist Health, La Sierra University y Pacific Union College. Lo que significa tener 800 iglesias y compañías, y más academias en este territorio que en cualquier otro lugar de Norteamérica.

Si a todo eso unimos la riqueza del capital intelectual, la riqueza de la experiencia y, de hecho, la riqueza financiera, se puede agregar algo más más. Tenemos gente de todo el planeta que vive en nuestro territorio. Decenas de grupos étnicos y lingüísticos de todo el mundo están aquí y están en comunicación con sus familiares y amigos.

Esos son recursos que están sin explorar y, en muchos sentidos, sin explotar. ¿Cómo podemos, de una manera significativa, crear más colaboración

entre el ministerio de la iglesia, el ministerio de salud, el ministerio de educación y servicios a la comunidad? ¡Creo que la razón por la que no lo hemos explorado completamente es porque es un trabajo realmente duro!

Como presidente de la unión, soy parte de esos grupos. Me siento en sus juntas, voy a sus reuniones e interactúo con sus líderes. Puedo convocar a esos líderes a y preguntar: «¿Hay puntos de intersección que los beneficien y beneficien a otros y hagan

avanzar la obra de Dios?» Tengo que agregar que no tengo autoridad posicional sobre ninguna de esas personas. Un presidente de unión no puede ordenar a la gente que haga tal o cual cosa, pero podemos convocar porque todos amamos a Jesús. A todos nos encanta este trabajo. Podemos convocar a la gente y planificar.

Cada miembro de iglesia que piensa en la educación, el ministerio y la atención médica cree en el ideal de que Dios nos llamó como adventistas del séptimo día para que todos trabajemos unidos. Hay un potencial no alcanzado que todos anhelamos. Una unión tiene la oportunidad de convocar y nosotros en la Pacific Union tenemos una gran cantidad

de recursos a la mano.

_____________________________ Ray Tetz, director de comunicación de la Pacific Union Conference, entrevistó a Bradford C. Newton, presidente de la Pacific Union Conference.