Las Aventuras del Doctor P. Dante

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Las aventuras deL dr. P. dante



Augusto L贸pez

Las aventuras deL dr. P. dante

MItAD DoBLe eDICIoNes M谩LAgA 2013


depositada; a María, por su apoyo; a Christian y Amaro, que vieron nacer este libro y a Rafa garcía, que asistió al alumbramiento; a pilar Arijo, por su estimulante corrección; a Dani y Quino, por tantas cosas.

con ilustraciones de pío Vergara y música de Moisés Vallejo, maquetado al cuidado de Mon Magán. en la música, han colaborado: - Flauta en “pavana del Doctor p. Dante”, Javier gall. - Arreglos en “Fanfarria de hadas”, Alonso Moreno. - en el proceso de grabación: Rubén Albendín, Alonso Moreno, Javier gall

primera edición, febrero 2013 © de las ilustraciones, pío Vergara © de la música, Moisés Vallejo edita: Mitad doble ediciones www.mitaddoble.com Depósito Legal MA 2643-2012 IsBN 978-84-937472-2-0


ÍndICe

Prólogo................................................................................................... 11 1.

Donde se presenta el protagonista de estas páginas .......................15

2.

En La Marmota Voladora ....................................................................21

3.

En el que se conoce el cierre de La Marmota Voladora ..................27

4.

Que cuenta el diálogo entre la dueña de La Marmota y el Dr. P. Dante........................................................................................33

5.

Donde se declara una guerra..............................................................39

6.

............45

7.

En el que se tropieza con una manifestación fantástica .................51

8.

Donde se recicla de un contenedor de basura el diálogo que mantuvieron Efraín Casaparte y el Dr. P. Dante ..............................57

9.

Que da noticia de los primeros pasos del Dr. P. Dante y Simón Tedeoro, junto a la súbita aparición de un incordiante personajillo .......................................................................63

10. De la sabrosa conversación mantenida con el brigadilla Cincuenta y Seis, sazonada con un anónimo enigmático ..............69 11. Que trata de la solución que dio el Dr. P. Dante al anónimo .........75 12. De la irrupción de dos miembros de la partida de los Caracartones ..............................................................................81 13. Donde se puede contemplar un robo invisible ................................87 14. En el que se debate de algunas cosas ................................................93 15. De un regalo inesperado .....................................................................99 16. En el que se descubren los efectos del robo....................................105 17. En casa de Paco El Compu ................................................................. 111 18. En el que se cuenta lo que sigue ...................................................... 117 19. En la guarida de los Malagantes ......................................................123


20. Donde se rebela el cĂ­rculo .................................................................129 21. Que trata del desafĂ­o de Manguta ...................................................135 22. A nullo videbatur, ipse autem omnia videbat .......................................141 ...........................147 24. Que trata de varias despedidas y un reencuentro..........................153


in memoriam1 .

1 “A Don Diego, in memoriam�.



PRÓLOGO

sobre “Las aventuras deL dr. P. dante”

uenta Don Antonio Mas Listo -el más célebre y admirado de los pedantistas—, en

una

librería

malagueña

unos

con desmesura varios estantes de la contiguos y convertirse en papelesca plaga; se interesó el escritor por 11


aquellos pliegos inauditos y no pudo dejar de sorprenderse tanto por la extensión desmedida como por el vocabulario, rimbombante y abarrocado. esta combinación de caracteres ininteligibles y alambicada palabrería resultó ideal para el gusto perverso y la ocupación ociosa que el escritor poseía a partes iguales: no dudó pues en dirigirse al librero, preguntándole por cómo habían llegado hasta sus manos. —Historia curiosa tienen estas historias —le dijo éste—, no sé si conoces al señor Benengeli, administrador de innúmeros inmuebles en el centro de la ciudad... —¡Cómo no! —respondió Augusto. La habitación que tuve en la Casa de pandora, en la que ahora reside gustavo Babieco, estaba a su cargo. es fama entre los alquilantes que nunca se le escapa un deudor; yo puedo dar fe de esto, como quien quiera que haya estado bajo su control. —pues ya es hora que ese prestigio mengüe un punto, que el redactor de estos papeles hace años que no paga sus rentas; al menos, no como se hace usualmente. —¡Cáspita! ¿A través de qué ardid no conocido, con qué astuta estratagema, caseros malacitanos? ¿Cómo vence al invencible? 12


—Mediante el arma más olvidada y menos usada en estos tiempos: la sabiduría —dijo el librero. Me cuenta

inquilinos, llegado el momento de solicitar el cobro de la mensualidad seca con tantos argumentos y le baña en tantísimos considerandos, que persuade su mente y embriaga su espíritu, de resultas que por muy decidido que vaya a cobrar en metálico, acaba persuadido de recibir estos legajos y aún se va más contento que si le hubiera pagado con diamantes. —¡sopla! ¿Con estas letras paga los números...?

de tan curioso personaje, se desespera y promete no volver a caer en la celada; se encamina a mi librería, solicita mi comprensión y me pide albergue para los manuscritos, a la espera que pueda venderlos y sacarles algo. —Ha de ser un valiosísimo texto el que tienes...—comentó Augusto, mientras lo hojeaba— ¿Has tenido la curiosidad de leerlos? —¡Y cómo, son un enigma encerrado en un cofre de siete llaves enterrado en un laberinto! —exclamó el librero. No hay quien los atienda ni entienda. 13


—oh, sería para mí un privilegio el intento de traducirlos a un lenguaje más asequible... ¿puedo llevármelos? —sí, por favor; te deseo toda la suerte del mundo con ellos. termina

diciendo

Don

Antonio

manuscritos, probablemente con la traducciones su propio alquiler: es creencia bohémica que así fue y que el dibujante pío Vergara y el músico Moisés Vallejo se aliaron con él en primero sus travesías por el Río Verde y el segundo su nutrida biblioteca. gracias a los desvelos de estos artistas, ahora podemos disfrutar de las aventuras del Doctor p. Dante. LAus Deo, VIRgINIQue MAtRI.

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EPISODIO PRIMERO

donde se Presenta eL ProtaGonIsta de estas PÁGInas

oy persona de poco dinero, algunos amigos y muchos libros. por todo ello,

Me llamo pedro Dante y nací hace muchos años en la misma ciudad desde donde escribo estas líneas, a la que retorné tras muchas peripecias. Vivo en su centro histérico en un quinto piso 15


sin ascensor, sin televisión y con vistas al castillo de gibralfaro.

siempre me dediqué a deambulear

inconstancia, camarada dicharachero, amigo leal y cómplice de borracheras, que ya decían los goliardos aquello de in taberna quando sumus / non curamos quid sit humus1; mas los años pasan, el cuerpo se agota, la mente se hastía y buscamos otras formas de ocio acordes que si el tiempo derrumba murallas de piedra, cuanto más paredes de carne y hueso. Ahora soy persona de costumbres frugales que me permiten ser lo que soy y me conformo con algunas noches toledanas que me recuerdan lo que fui2 . Viví en vino y morí de amores: quise a quien se dejó querer y a veces me quiso, coleccioné noes, algunos síes y muchos talveces, siendo en estos lances tan afortunado como cualquiera y tan desgraciado como todos. No

preocupamos de la tumba”. De los Cantos goliardos (s. XII y XIII) musicados en el Carmina 2 “pavana del Dr. p. Dante”.

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supe o no tuve la suerte de encontrar a mi alma gemela y si en ocasiones me arrepiento de no haberme quedado encantadora, en otras me alegro de seguir considerándome un espíritu libre, sin más cadenas que el peso de los años: más a fuer de ser sincero, de ésta mi historia que aún busco ese imposible llamado amor. Hablé de los viajes, de los amigos y de la mujer. sin embargo, todavía he de contarte lo que en mi persona es devota dedicación, porque fui, he sido y sigo siendo enamorado rendido y amigo lealísimo de los libros. Desde que era pequeño me atrajeron. leerlos y en insistirme que los abriera, puede que por la contemplación de mi abuela sumida en la lectura de sus Años Cristianos, descolló pronto en mí una inclinación obsesiva a la letra impresa. tras iniciarme con paláu pasé a los tebeos y seguí con Andersen y los hermanos grimm. Luego, llegaron stevenson, Astérix, Dumas, Los tres Investigadores, salgari, Verne y tintín. Más tarde conocí a Bécquer, Machado, Namor, thomas Mann, 17


infatigable apetito por leer cuanto se allegue a mi vera, sin importar género, época o país me hace suponer que habré leído cientos de libros y que espero leer muchos más, ya sean novela, ensayo, cómic o libro de poemas. Las pocas rentas que atesoro, fruto de una modesta pensión que

a partes iguales en mi manutención y en mi colección: soy librómano empecinado, siendo este sanísimo vicio el que me catapulta al inicio de estas aventuras que ahora lees, y que tienen su principio —como no podía ser de otra forma, noblesse obligue— en un escenario repleto de libros.

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EPISODIO SEGUNDO

en La MarMota voLadora

uiso la caprichosa suerte que en la calle donde resido, una mujer sabia decidiera abrir una librería oasis1.

a Pequeña Enciclopedia de Suspiros, colección de en la que se enuncia la tesis que recoge nuestro autor. Veamos el fragmento de este libro en que se nos habla de ello:

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“Hay dos tipos de librerías: las librerías espejismo y las librerías oasis. Las librerías espejismo son grandes, enormes: a veces, gigantescas. Atraídos por sus espléndidos escaparates y la amplitud de su oferta, echamos lo que buscamos y no encontramos en otro sitio; deslumbrados y un séquito de vendedores uniformados, que se distribuye por el espacio

en cambio, las librerías oasis son pequeñas: a veces, diminutas. Cuesta reconocerlas, escondidas entre tiendas de moda y bares. en sus escaparates no hay eslóganes ocurrentes ni ingeniosos troquelados: sólo hay libros. Nos asomamos tímidamente a su interior: ajeno a cuatro o cinco clientes, el librero se afana tras un mostrador repleto de libros en mil labores, como un náufrago preocupado por sobrevivir en un océano de tinta triste. entramos en la librería espejismo: los

horarios y sus contratos para entenderlos), los libros son novísimas novedades, que pronto recientes que ya vienen camino del almacén. No hay fondo: cualquier mención a un autor que no esté de moda es contestada con el auxilio del ordenador y la promesa de traerlo en unos días si no está descatalogado. un encargado sonríe siniestramente, vigilando por igual a empleados y clientes; un guardia de seguridad se pega sospechoso a aquel que hojea más tiempo del debido un ejemplar. una librería espejismo es una verdad mentirosa. entramos en la librería oasis: el librero (sí, es un librero, no un dependiente) probablemente no nos saludará: estará ordenando libros o hablando con algún cliente. Miramos la librería:

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se instaló en un pequeño local que llevaba años abandonado y que había pertenecido a una antigua imprenta. tras las obras de reforma, el espacio lucía impaciente. trajeron estanterías, de cajas de libros. Los trabajadores pronto se acostumbraron a mi presencia: engolosinado por el olor de los ejemplares, atraído por algunos títulos que había tenido la fortuna de entrever, no podía ni quería pensar en otra cosa: el acontecimiento de su apertura me tenía en felicísimo suspenso. Finalmente, sin alharacas ni pretenciosas inauguraciones, La Marmota Voladora abrió sus puertas.

Mis escasos ingresos los invertía en La Marmota, cuya librera acertaba constantemente en la elección de ediciones y novedades, sin decepcionar

ante nosotros se abre, abigarrado y compacto, muchas tendencias y épocas. Las novedades existen, pero no son especialmente llamativas. La calma es contagiosa. Abrimos un libro, otro. si decidimos preguntar algo, descubrimos cómo acabaremos conversando con el librero, tupper. una librería oasis es una mentira verdadera.” Augusto López, Pequeña Enciclopedia de Suspiros, mitad doble ediciones, 2014.

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de lector picajoso. Nunca hubo ejemplar, por raro o descatalogado que fuera, que no estuviera al cabo de unos días esperándome sobre la mesa de la librería. He de confesar de solicitar volúmenes imposibles con la retorcida intención de poner en un brete a la librera: bien, jamás pude tener queja. este modo inusitado de ejercer el sacerdocio libreresco me tenía admirado e intrigado a partes iguales y más de cien veces quise conocer y de La Marmota: mas —y ésta era otra de las maravillas del lugar—, nunca se encontraba presente cuando yo franqueaba las puertas de la librería. solía haber clientes inmersos en pláticas plácidas o furibundas polémicas, pero ella no estaba. Me asomaba entre los atestados anaqueles de La Marmota Voladora, por si pudiera vislumbrarla en la penumbra de la trastienda... no lo conseguí. si requería amablemente su presencia, invariablemente algún parroquiano me contestaba: “está por ahí dentro, en unos momentos es probable que salga” o “salió a tomar café con Menganito, puede que regrese pronto”. Como era de esperar, el subjuntivo cumplía su función de cortés improbabilidad y nunca aparecía. ello no impedía que sirviera mis pedidos y peticiones cumplidamente: el método 24


que ideamos para nuestra relación a distancia fue que ella dejaba sobre el mostrador el paquetito de libros solicitados, coronados por una nota con bellísima caligrafía en la que tras un subrayado y amistoso “para el caballero p. Dante” se detallaba el precio de los ejemplares, dejando yo en su lugar la cantidad acordada, sin que nadie jamás robara un libro o tocara un sólo céntimo. este hecho, que puede extrañar al lector habituado a las tiendas modernas, es pauta no escrita en las librerías oasis. Basadas en un principio sencillísimo consistente en que sólo entra en ellas quien realmente ama los libros, del mismo modo que ningún beduino contaminaría el agua del oasis o bebería más de la cuenta con el peligro de secar el manantial, el público de en su aparente despreocupación que lugares así tienen sus reglas eternas, respeta el negocio del librero y alienta un ambiente cómplice, donde por no es tan importante como lo que se vende; quien haya conocido librerías como las de pepe Negrete sabe que es cierto lo que digo2. Como probablemente habrá adivinado quien esto lee, no me di por vencido

establecimiento en calle granada.

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en mi propósito de conocer a la librera: antes, el modo simpático de

sus formas fue construyendo en mi voluntad primero una obsesión y luego una pasión. Como consecuencia, ideé una suerte de vigilancia ilusionada y fanática. esperaba días enteros su aparición, montaba guardia en la puerta de La Marmota: fue inútil, no lograba verla. tuve que esperar a uno de los días más tristemente alegres de mi vida para

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EPISODIO TERCERO

en eL Que se ConoCe eL CIerre de La MarMota voLadora

abía solicitado días atrás una edición antigua de las Escenas de la vida bohemia de Murguer para regalársela a mi amigo gustavo osuna1

numerosas obras inconclusas. Actualmente, se encuentra trabajando como profesor de español para extranjeros, en espera de acabar su (sic) (Nota del traductor).

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gesto llevarle por tropeciengésima de escarmentados informar de que el tiempo que nos robamos nunca vuelve. Con esta determinación y previendo que ya estaría el ejemplar preparado para regalo esperándome en la librería —primorosamente envuelto en papel marmota en una de sus esquinas—, separaba el paraíso de La Marmota 2 y paso libre que no pude imaginar que la puerta no se abriría, de forma tal que al estar cerrada me dí de bruces contra ella y caí cómicamente al suelo, el ánimo sorprendido. ¿Cómo podía estar cerrada de buena mañana, sin cartelito que decía: “se traspasa”. gemí como un perrito abandonado y

unánimemente por el universo pedantista, siendo celebrada en congresos, conferencias y simposios que tienen como protagonista a nuestro admirado personaje. para la corriente de otra forma por el insigne Don Antonio Mas Listo, el Dr. p. Dante “nos avisa que quizás La Marmota Voladora nunca existió, pero que en todo caso, debería de existir” (Actas del VII Congreso pedantista de Casarabonela, 2002). (Nota del t.)

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este sincerísimo lamento fue oído por Juanito, el buen hombre que vendía periódicos y chuches a la vera de la Marmota. —Anímate p. —me dijo—, igual es sólo un cierre temporal. —¡Ay, Juanito, ojalá tus palabras

cartel, amigo mío?

cartel y entonces fue cuando entendió mi completo infortunio. —¡Cielos, el Banco total! —exclamó apesadumbrado. A estos chupasangres no se les escapa nada ni nadie. seguramente es su intención poner aquí una sucursal. pero ¿en un local tan pequeño? Les haría falta al menos otro local como éste para... Juanito terminó la frase con sus ojos, que se posaron en el localillo que él regentaba junto a La Marmota Voladora. tragó saliva y escupió insultos al tiempo que se lamentaba de su mala suerte. Le pregunté el porqué de su temor, pues yo sabía que el local era de su propiedad, ya que lo heredó de su padre y éste de su abuelo. —No se detienen jamás estos infames —me dijo— que sólo quieren quedarse con todo y que nadie tenga nada: su objetivo no es ganar dinero ¡ellos lo 29


fabrican!, si no que todas las cosas y las hasta conseguirlo, mi negocio es el siguiente en la lista ¡y bien fácil que lo tienen! —¿Cómo puedes estar tan seguro? —le pregunté— ¿Has recibido la visita de algún matón, te han ofrecido algún cheque mareante? —Ni lo uno ni lo otro es necesario para dejarme en la calle. Las distribuidoras con las que trabajo, las editoriales que venden aquí sus revistas y periódicos, las empresas que elaboran las chuches, todas son propiedad del Banco total. Basta con que dejen de surtirme unos meses para que tenga que chapar. —¡Malditos sean!, exclamé. —Malditos son y tontos somos, p. —me respondió Juanito— porque quienes les damos tantísimo poder y alimentamos una ambición tan desmesurada somos nosotros, que no paramos de comprarles lo que nos ofrecen sin acertar a entender que su imperio está cimentado sobre el trabajo de esclavos lejanos y que pronto llegará el día en para colocarnos las de hierro.

negocio y el presente precintado de La Marmota, decidimos encaminarnos a tomar algo, pues sentíamos el cuerpo 30


Bebimos vermuts, comimos aceitunas y los ánimos se templaron. Fue al salir del bar cuando delante de mí se paró una mujer, que sonriendo dulcemente, me dijo: —¡Menos mal que le he encontrado! —¿tengo el placer de conocerla?, le respondí, un tanto abotargado por los vermuts trasegados.

marmota de alas sonrientes campeaba en una esquina del paquete. Así es de cambalachera la vida, que hacía unos instantes me había robado quiera saber más, que pase al siguiente episodio.

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EPISODIO CUARTO

Que Cuenta eL dIÁLoGo entre La dueÑa de La MarMota Y eL dr. P. dante

. era una mujer de mediana estatura, el pelo corto y oscuro, de mirada transparente, 1

hermosa en el correr de los años y aún

1 “La dueña de La Marmota Voladora”.

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y su piel diríase que tenía el tono dichoso del papel recién salido de la imprenta. olía como un libro nuevo. —señora yo... —principié a decir, pero no pude seguir. estaba admirado, suspenso y porqué no decirlo, un poco aborrachado. —Disculpe que no me haya presentado con anterioridad —dijo divertida ha pillado en febril faena y cuando quería salir a saludarle, ya se había marchado. por momentos llegué a pensar que me evitaba. —¡De ninguna manera! —pude decir querido que de forma tan imprevista para mí ha sido combate cotidiano el de encontrarnos doy gracias a todos los dioses reales e inventados, pues la noticia del cierre de la librería solo podía ser superada en desconsuelo la oportunidad de conversar con una mujer tan especial. ella rió con ganas y advertí que era la días. A continuación, me dijo: —¡Ya me habían advertido, Don p., Ha de saber que vengo recelosa, pues tiene fama entre la clientela de La 34


Marmota de ser el mejor beluario2 del diccionario y verdadera enciclopedia andante. No me liará fácilmente, se lo advierto; que si hombre prevenido vale por dos, mujer avisada vale por cuatro. —pierda cuidado, señora mía que mi interés se ha acrecentado al contemplarla y ha aumentado al escuchar sus palabras, soy persona comedida, no ya por mi natural impulsivo, que si por ello fuera le pediría en matrimonio ahora mismo, si no porque la experiencia me ha enseñado que ciertas cosas han de

urgencia de hacerlo pronto. Me basta hoy con declararme admirador suyo, primero de su trabajo y ahora también de su hermosura; la propuesta de ser dos en uno, la haré más adelante. Mi discurso le movió nuevamente a la risa; como no quise estropear este momento galante añadiendo más piropos a los ya dichos —pues a un

artes variadas y a veces crueles, el primero lo hace sólo con caricias, recompensas y mucha paciencia. Los animales salvajes entrenados por un beluario responden mucho mejor, son (Nota del t.)

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gusto equilibrado lo dulce gusta, pero lo empalagoso cansa—, le pregunté a mi pesar por la espantosa novedad del cierre de la librería. Cogiéndome a pasear, mientras me decía: —¡Ay, querido p.! Las ventas iban bien, por no decir estupendas, pero cometí dos errores, uno sabiendo lo que hacía y otro sin poder conocerlo ni evitarlo. el primero de ellos fue apostar de forma decidida por las editoriales con profusión y desparpajo. es cierto que es más trabajoso el quehacer con tras sus ejemplares no hay accionistas si no editores, personas como usted y como yo, amantes de los libros; así, relaciones comerciales más humanas, tejiéndose una red donde cada cual importa y ninguno sobra, en la que los márgenes de ganancia son más ajustados y el comercio más justo. sabía que esto me iba a producir enemigos, iban a resguardar de la dependencia de las grandes editoriales y que a ellas bien poco les iba a importar que una librera loca no vendiera miríadas de ejemplares del último libro de un presentador de televisión. —¿entonces, ya ni siquiera se tolera la disidencia mínima? —le pregunté. 36


—es molesta —arguyó—, y en sus grandes números es un puntito negro

más despótico y avasallador: cuando alguien se sitúa fuera de él, está contra él. No darme cuenta de esto fue el segundo de mis errores, que me ha llevado directamente al cierre. una sombra griseó su semblante. pude ver el rastro de las ojeras, las arrugas de poco dormir y mucho fatigar. Asiéndola —Vivimos tiempos de bárbara avaricia y ambición descarada; no esto no puede durar siempre: ¿Acaso considera esta nueva canalla que son invulnerables? ¿Han inventado ellos la tiranía, la coacción, la maldad? No amiga mía, granujas así ya existieron y cayeron: no hay más que luchar con denuedo y astucia, armas que hay que combinar en este mundo de desafíos. Me miró en una suerte de tierna admiración, a la par que se detuvo. Clavando sus ojos en los míos, me dijo: —¿Cómo podemos hacer tal rebelión? sólo somos una vieja librera y un viejo lector. Mejor será refugiarse y huir con más incomprensible. Mañana miraré 37


alguna casita en el campo y allí me retiraré: estoy cansada, muy cansada. —Demore al menos una semana tal determinación—le dije, conmovido por su desconsuelo. A las doce de la noche del septimo día, nos veremos en la puerta de La Marmota, donde espero darle una solución. sorprendida dejé a la dueña de la librería con estas palabras. No quiso ella añadir más, sonrió, me dio un leve beso en los labios y se marchó.

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