Revista Mallpocket Ed.34 Mi Peor Error

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C O NTE N I D O

EDICIÓN

S T A F F Director editorial Luis Carlos Ávila

luis.avila@mallpocket.com

Jefe de redacción Eliana Samacá

eliana.samaca@mallpocket.com

Redacción Daniel Mejía Alarcón Dirección gráfica y diseño Adriana Caycedo Corrección de estilo Patricia Salamanca Marketing / Publicidad Stephanie Sarmiento Sindy Rodríguez Director general Hugo Posada

hugo.posada@mallpocket.com

12 CENTRAL

El encanto de los errores.

20 SUSANA Y ELVIRA Mi peor error

39 NATALIA PARÍS Mi peor error

23 FERNÁN MARTÍNEZ Mi peor error

40 MARTÍN DE FRANCISCO

Comercialización exclusiva MEDIAPLUS S.A.S.

Mi peor error

41 SANTIAGO MOURE Mi peor error

Tel.: 300 1615 ext. 108 comercial@mediaplus.com.co

45 DAGO GARCÍA

Impresión CARVAJAL SOLUCIONES DE COMUNICACIÓN S.A.S.

Mi peor error

Quien solo actúa como impresor Bogotá, D.C. - Colombia 2015

Mallpocket es una revista mensual de distribución gratuita de MAPROGES S.A. Esta publicación puede ser compartida, comentada, divulgada en medios masivos impresos o digitales, siempre y cuando se haga mención a Revista Mallpocket y a los autores de los textos y las imágenes. Mallpocket no se hace responsable de las opiniones o comentarios de sus colaboradores.

24 WHAT IF

El origen del guayabo Por: Ibrahim Salem Zahrán Khalil

30 Ricardo silva romero Mi peor error

31 Alberto Salcedo peor error

54 LA CONVENCIÓN Mi

Por: Jeffrey Ramos

64 OPINIÓN

Tan Machito

Columna de Rodrigo Sandoval Portada Ed.33 Agosto 2015

"El reciclaje de la vida"

Cuento



DANIEL ROMERO Withoutbrain

Ilustrador empírico. Apasionado por la creación de personajes inspirados en expresiones físicas, que permitan transmitir sensaciones, que sean únicos. Hace 3 años trabaja desarrollando gráficas para videojuegos. Su especialidad: El Character Design.

CroaldaobroesEd .3 4 - S ep

ti em br e

www.behance.net/withoutbrain

Diseñadora gráfica, música e ilustradora. Persona poco común en este planeta tierra, puesto que cada cosa que elabora desencadena y desata algún raro problema explosivo de imaginación. Amante del rock, música para ella sublime a la hora de una buena inspiración, sin olvidar en cada cosa que realiza que el buen humor hace parte de las maravillas de cada creación.

JUANITA DÍAZ

www.behance.net/JuanitaD

Ibrahim Salem Zahrán Khalil

Nació en Palestina y se crió en Colombia, según él por eso nunca lo van a dejar entrar a Estados Unidos. Es comediante de stand-up y estudiante de Comunicación Social/audiovisual. Tiene 19 años pero parece de 25, es porque sufre del curioso caso de Benjamin Button. No tiene camello, no sabe hacer la danza del vientre y anhela con otro 9-11.

@ArabeSinCamello

Es periodista y escritor (o eso dice cuando está en plan de conquista). En sus ratos libres trabaja con una ONG recogiendo, por toda la ciudad, comunicadores sociales sin hogar. Sus cuentos son, como el párrafo anterior, mentiras bonitas que se inventa para pasar el rato.

Jeffrey Ramos

@chefryto

PAOLA FALCÓN

ALEJANDRO BECERRA

Publicista de profesión y apasionada por el diseño gráfico. Graduada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Se especializa en hacer que todos los trabajadores, nuevos como los antiguos, amen la compañía como marca.

www.behance.net/PaolaFalcon

Diseñador Gráfico (de lo que vive) e ilustrador (de lo que quisiera vivir) por convicción y no por profesión, apático a las agencias de publicidad y sus derivados. Sus líneas se cruzan entre lo estético y lo contemporáneo. Lo que más le gusta hacer es estar con su hija y de vez en cuando hacer dibujitos. Amante del fútbol y de su esposa.

www.flickr.com/photos/srvudu



Serendipia Por: Lu i s Carl os Á vila @ben d i toavi l a

U

n ingeniero se retiró frustrado de su carrera, pues se imaginaba que detrás de ese título habría justamente ‘ingenio’, cosa que no experimentó en la academia. El hombre caminó frustrado por la calle, hasta que en la fachada de un edificio vio una convocatoria para nuevos empleos. Entró y se encontró con dos filas: una donde se solicitaba productores de televisión y otra, más corta, donde buscaban escritores. Agotado, buscando evitar el rechazo, decidió registrarse en la de escritores. Estando allí, recordó que él disfrutaba mucho escribir cosas en un pasquín del colegio, y apuntó esa experiencia, que tampoco era la gran cosa. Tiempo después, empezó a escribir anuncios publicitarios, y su trabajo gustó tanto que brincó al cine y luego a la televisión, donde escribió libretos que, por otro error del destino, terminó interpretando él mismo. El protagonista de esta historia se llamaba Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como Chespirito. Alma bendita y paz en su tumba. Para mí es que es bien difícil no admirar a Don Roberto, mucho más cuando uno conoce esta historia y se da cuenta de que la vida es eso, vivir abierto a la verosimilitud de lo imposible, a todas esas probabilidades incontempladas que cuando suceden, cambian el rumbo de la vida para algo bueno. Justamente eso es el error, la posibilidad de cambiar algo cediéndole el control a Dios, el destino, la Fuerza, o como cada uno lo quiera llamar. Le tememos mucho al fracaso porque en el fondo no queremos equivocarnos. Y por eso la vida nos dá tan duro, porque no hemos aprendido que el truco está en aprender a equivocarse cada vez mejor. Error es la definición de humanidad por excelencia, pero vivimos en una era donde embarrarla se castiga con la

picota pública, desconociendo que el aprendizaje proviene justamente del experimento, que de las constantes pruebas es que se desarrollaron inventos ingeniosos como la bombilla, la rueda, o el amor. Nacemos, crecemos, peleamos, nos arreglamos, nos mantenemos en esas y no aprendemos a usar el Ay exclamativo, que es toda una pena. Pero lo bueno es que al final lo que queda es el recuerdo, esa capacidad humana de sobreponernos ante lo cometido, ya sea aceptar un trabajo inmundo, pagar la primiparada en la universidad, haber nacido o siquiera cometer un adefesio ortográfico. Pero como para todo hay palabras, existe el concepto ‘Serendipia’, que se relaciona con eso, con aquellos accidentes que terminan produciendo felices resultados. El avance humano justamente parte de esto, de darnos cuenta de que detrás de cada mala decisión puede existir un nuevo hallazgo, una sorpresa abrumante, una solución necesaria. A esto jugaremos en esta edición, donde equivocarse está permitido y de hecho es casi una ley. Seremos como los de La familia del futuro, y celebraremos cada defecada suya o nuestra, porque en ella está condensado lo que somos: pura y física de la que sabemos, pero perfumada para no mostrar el hambre. Así que disfrute leyendo estos grandes errores humanos de gente de todo tipo y vaya pensando en el suyo, en el próximo que cometerá, pues ahí está su libertad creativa, emocional y espiritual.

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Siempre hablamos de lo geniales que somos, de lo hábiles y capaces que podemos ser, nos llenamos de orgullo y se nos llena la boca de buenas cosas para vendernos bien, como es; pero la cosa cambia cuando nos toca hablar de ese lunar que tenemos, que en ocasiones opaca tanta perfección. Por eso cuando llegamos a una entrevista y nos piden tres virtudes y tres defectos no sabemos ni qué decir y tratamos de camuflar lo malo en algo bueno, precisamente por eso, nos cuesta, nos duele reconocer que la embarramos, que no somos perfectos y que cometemos errores.

Lo que la mayoría de personas no ve es que meter la pata tiene su encanto, en ocasiones duele, avergüenza; también se sufre, se llora y queremos que la tierra se abra y nos trague literalmente. Pero qué sería de nuestra vida sin cometer errores, pues precisamente cuando los cometemos es que aprendemos, eso es parte del proceso y viene en el paquete de la condición humana. Y es más, los errores terminan siendo tan provechosos que en París un colectivo de académicos y científicos crearon un festival, en el año 2010, en el que motivan a los jóvenes y les muestran que equivocarse no tiene nada de malo, porque cometiendo errores es que se sale de los lugares comunes y se llega a los grandes descubrimientos.


MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Ilustraciones: Daniel romero behance.net/withoutbrain

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CENTRAL El encanto de los errores

Cometer errores no está mal, lo malo es si no aprendemos de estos y vamos de tropezón en tropezón repitiendo las mismas historias; pero ojo, el error no se debe ligar al fracaso definitivo, porque estos pueden ser la puerta al éxito, o qué habría sido de la vida de Henry Ford si se hubiera rendido después de fracasar con sus dos primeras empresas, de haber sido así no existiría Ford Motor Company, que a la final fue el resultado de los errores anteriores. O qué tal si el cineasta Woody Allen después del fracaso de su primer guion para la película What's new pussycat? hubiera decidido retirarse de la industria. Por el contrario, ese primer proyecto fue su motivación para convertirse en director y no volver a repetir las mismas equivocaciones. Si quiere una prueba más de que las equivocaciones garrafales son tan buenas para el aprendizaje y los procesos creativos, les tenemos esta perla; la compañía Google premia los errores en su laboratorio secreto Google x, en el que desarrolla innovaciones revolucionarias. Astro Teller, jefe del laboratorio, aseguró, en una entrevista hecha por BBC, que se debía recompensar a la gente por errar porque, si no, no se arriesgarían a hacer descubrimientos y se quedarían con las mimas ideas por miedo a las consecuencias. Cuando el error deja tusa… No nos podemos mentir, hay errores que dejan tusa y para lograr superarlos es todo un proceso, literal al que pasamos cuando sufrimos una ruptura amorosa: pasamos por la negación, no asumimos que la embarramos, andamos buscando culpables, justificándonos, suponiendo mil cosas y diciendo es que si no hubiera hecho tal cosa otra sería la historia. Luego llega la ira, es aquí en donde nos damos duro por haber sido ingenuos, confiados, o lo que sea que nos haya llevado a cometer ese x error. Después intentamos negociar, decimos: el error no fue tan grave a todos les pasa. Y finalmente llega la aceptación, el momento en el que por fin reconocemos: la embarré, me equivoqué, metí las de caminar hasta el fondo, es mi culpa; pero no importa, la vida sigue y de los errores hay que aprender.

El proceso anterior sería lo sano para afrontar los errores; sin embargo, hay quienes son rápidos y no tienen problema con aceptarlos de inmediato y ver en estos una oportunidad para progresar, afortunados de ellos. Pero hay otros que se quedan echándole la culpa a los demás de todo lo malo que les pasa y son los infortunados que no aprenden y los vemos con las rodillas raspadas siempre, porque no acaban de levantarse cuando otra vez están contra el pavimento. Es importante tener claro que no nos vamos a equivocar ni una, ni dos y ni siquiera diez veces, sino muchas, infinitas, lo cual puede ser malo o bueno, depende de cómo lo quiera ver. Malo porque va a tener que pasar por el proceso más veces de las que se sufrirán decepciones amorosas, eso se lo aseguramos. Y bueno porque si cada que uno se equivoca va a ser para mejorar, quizá todos esos errores lo llevarán a un lugar privilegiado en la vida. Con todo esto, esperamos que usted no sea de los cobardes que cuando cometen un error pagan escondedero y quieren que se los trague la tierra, porque se lo advertimos, ese hipotético lugar es profundo y una vez que caiga allá va a ser muy difícil salir, va a vivir en el anonimato, en el fracaso absoluto y va a estar en un estado de indigencia emocional, y prepárese porque la rehabilitación va a ser peor que el proceso. En MALLPOCKET también nos hemos equivocado Quisiéramos, de todo corazón, tener una edición tan pulcra que no se nos fuera un error y, ya casi, estamos a punto de lograrlo después de que la hemos embarrado tantas veces. Y aquí van algunos de nuestros errores memorables: En la cuarta edición En el nombre del Pop, el colaborador Manuel Carreño tituló su artículo It`s Pop, Bitch, pero cuando el jefe pluma blanca leyó eso pensó que quizá era muy agresivo, que los lectores nos iban a crucificar y ni cortos ni perezosos lo cambiamos a It`s Pop, Baby.

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Como era de esperarse, Carreño se paró en las pestañas y nosotros aún seguimos avergonzados (Perdón por todo, Manuel). Y aprovechamos para disculparnos con algunos de nuestros colaboradores públicamente, pues les hemos puesto una biografía que no corresponde, y para rematar les intercambiamos sus usuarios de Twitter. No es que lo tengamos por costumbre, pero nos ha pasado. En una edición, que no quisiéramos recordar por semejante error, en nuestra sección Spotlight, en la que entrevistamos famosos, intercambiamos las respuestas; no les vamos a decir cuál ni con quiénes fue el incidente, porque nos encargamos de quemar los ejemplares que sobraron en la hoguera, y eso ya es historia. Qué vergüenza, la hemos embarrado con nuestros patrocinadores, con los del billete. En un artículo, por descuido, le atribuimos una tecnología de ropa deportiva a la competencia de la marca que en realidad la promocionaba. Y para cerrar con broche de oro, en la misma edición dijimos que en el Mundial de Fútbol Alemania 2006, el italiano Marco Materazzi le propinó un cabezazo a Zinedine Zidane. Convertimos a la víctima en victimario. Una ‘bobadita’. También hemos tenido algunos inconvenientes con créditos de fotos, porque hemos pecado por crédulos. Una vez nos enviaron unas fotos y después de publicada la edición, nos escribió el autor diciendo que le parecía el colmo que no le diéramos el crédito correspondiente, pero el lío fue que las fotos las tomaron los dos personajes cuando tenían su idilio de amor, luego terminaron y nosotros salimos metidos en esa repartición de bienes. Finalmente, podemos decir que nuestro peor error no ha llegado, eso sí, les aseguramos que el día que llegue, en serio será el Señor Error, para que no nos olviden.


Foto: Cortesía Caracol Televisión

Cindy Jimenez “La Crespa” @CrespaMartinez

Cuando me invitaron al Desafío India 2015, sentí que era la oportunidad de revancha, porque en Desafío África fui de los 4 finalistas, pero quedé con la espinita de “llegué lejos pero no logré ganar” y esta era la oportunidad de desquitarme, darlo todo y avanzar mucho más. Esperaba estar en la final y no fue fácil que nos eliminaran de entrada y menos de la forma en que lo hicieron. Pero así es el juego, supe aceptarlo y afrontarlo. No creo que haya cometido como tal un error, porque yo jamás levanté la voz, nunca dije alguna grosería o trate mal a alguien, tuve una diferencia con Tatiana y eso pasa en el juego; Estábamos en un lugar donde no hablábamos el idioma, con la presión de la competencia y las emociones quedaban a flor de piel como me pasó. Fue simplemente diferencia de tono, pero yo solo hablé. Igual, como todo en la vida tiene un propósito, después pude hacer mi viaje a España, medité y tuve un tiempo para mí; sin embargo, si me preguntan si volvería a otro Desafío, la verdad no sabría.


Foto: Felipe Triana

Evelyn Posada La noche anterior a mi eliminación empaqué todas mis cosas, sabía que era mi última noche en la casa Master Chef, lo sentía profundamente, pero iba a dar todo en ese reto de presión. Sabía que había cometido un error, solo un poco de fécula de maíz hizo de una de mis salsas una natilla. Era un reto de salsas y era imperdonable mi equivocación. La cara del chef Jorge Rausch es inolvidable, fue una mala sorpresa. Pero lo tomé con mucha calma y mi despedida estuvo llena de inmenso agradecimiento, nostalgia y emoción de llegar a mi casa a reencontrarme con mi novio y volver a mi vida, pero ahora dispuesta a aprovechar la ola de bendiciones que me trajo la participación en el reality.


Foto: Santiago Ortiz

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PASSWORD Apps indispensables para viajar

Juan Camilo Ortiz DJ Los 40 Principales @Juancaortiz14

Mi peor error en radio fue en la época en la que estaba empezando a trabajar en este maravilloso medio. Llevaba ya 2 años en 40 Principales y una de mis labores era hacer el programa previo a La Cama de 5am a 6am, junto a Gloria Díaz Salom. Pero además de esta responsabilidad también era el chinomático de la emisora: o sea, hacía lo que los demás no podían ya fuera por tiempo, porque ya lo habían hecho o porque no querían. Dentro de las funciones de chinomático estaba la de manejar la consola del programa de la mañana y el de la noche cuando se iban de gira por Colombia. Todo esto acompañado de mis estudios de Comunicación Social en la Javeriana. Y ahí estuvo mi error, pensé que podía

estar una semana acostándome a la 1:00am y levantándome a las 4:00am sin consecuencias. Una madrugada de viernes, llegué muy cansado a mi casa y me acosté a dormir pensando en levantarme en 3 horas. Pues eso nunca pasó, no me levanté y la emisora se fue en bache desde las 5am hasta las 6am que llegó el equipo del programa de la mañana. Sí, por creer que podía hacer todo al tiempo y que mi cuerpo no se iba a fundir, una de las emisoras más importantes de Colombia estuvo en silencio durante una hora completa, 60 minutos eternos donde los oyentes no encontraron nada y cambiaron el dial. Error gravísimo para un novato en este mundo, pero que me dejó la enseñanza

más grande que he tenido en este medio: NO SOMOS TODOPODEROSOS, somos humanos, y si mantenemos el cuerpo en los límites llegará el momento en que se funda sin duda alguna, como me pasó a mí. Pensar en los empleados como máquinas y no como personas nos lleva a tener este tipo de errores, pero sí tenemos claro que somos humanos y manejamos las cargas sabiéndolo seremos mucho más efectivos y productivos. No todo en la vida es trabajo, así sea el empleo más divertido del mundo, el descanso es vital y darnos los tiempos necesarios para otras actividades nos hará mejores en nuestras carreras.

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Foto: PH York Carmona

Deportista y Participante del Desafío África (2013)- India (2015) @HerreraDesafio

Estoy en el deporte de contacto hace 14 años y en artes marciales mixtas hace 8. Cuando estuve viviendo en Argentina, entre el 2008 y el 2012, tuve mi ciclo deportivo más alto y me surgieron unas propuestas muy interesantes, como entrar al club de UFC Latinoamérica, pero ya me había salido lo del Desafío África, cancelé el otro plan y le di prioridad al reality, y ahora me pesa mucho porque el deporte es una pasión y un hobby que tengo hace muchos años, pero perdí la oportunidad más grande para subir de escala en este gremio por estar en el programa y venirme para Colombia.


Foto: unsplash.com

S u s an a y

E l v i r a @susanayelvira

Susana (María Fernanda Moreno) Una de las razones de por qué nuestro equipo opera tan bien es porque las dos tenemos funciones muy claras y habilidades establecidas: ella (Marcela) es la que le cacharrea al blog, a la parte técnica, la que hace todo eso y yo no. Pero un día me dejó la tarea de actualizar el cabezote de la página, me mandó el código explicado y todo muy claro para que lo hiciera y lo hice una vez, pero el siguiente domingo que lo tenía que volver a hacer tumbé todo el sitio, se había perdido, no había backup, no había servidor, además se había desconfigurado, el código estaba roto; en conclusión, no teníamos página. Entonces llamamos al diseñador y desarrollador del sitio y no sabía qué hacer, me dijo: "No hay backup, tenemos que volver a hacer todo el sitio" y así decirle adiós a cuatro años de trabajo. Entonces apareció desde Nueva York un amigo de mi novio, que es un ingeniero de sistemas durísimo y hacker en potencia. Le di solo la clave de ingreso al administrador y pudo ingresar. Esas fueron las dos horas más largas de mi vida porque no sabía cómo componer el sitio que prácticamente había destrozado. Desde entonces, no me volví a meter a la página.


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Elvira (Marcela Peláez) Me quedaban dos semanas para graduarme de la universidad y estaba pasando por un momento asqueroso, porque no me ubicaba, no tenía ni idea cuál era mi lugar en el mundo, me acaba de echar un novio; mejor dicho, estaba pésima. En ese momento tenía la teoría de que cortarse el pelo era como renovar y el cambio era bueno para el alma, entonces me fui a la peluquería y le dije al peluquero: "Haga lo que quiera conmigo, necesito un cambio". El tipo me pasaba revistas y me decía que le diera una guía de lo que quería y le dije: "Córtemelo, píntemelo, lo que quiera, le doy carta blanca". El peluquero tomó muy a pecho las indicaciones y le dije: "Voltéeme la silla que no quiero darme cuenta de absolutamente nada". A la hora y media de estar sentada me voltea y yo estaba convertida en Roxette: pelo como de un centímetro de largo, mono blanco asqueroso y estaba a dos semanas de graduarme de la universidad. Mi depresión fue aún más honda y decidí pasar casi un mes con sacos de capucha, como una emo. Me tocó graduarme con ese pelo asqueroso y tengo para la posteridad la foto con mi mamá y ese look para recordar lo que uno nunca debe hacer, porque uno nunca debe ir a una peluquería cuando está en estados anímicos extraños. Y si antes estaba perdida en el mundo, ahora estaba peor.


Piso 21 Banda @piso21music

El peor error que hemos cometido fue hace ocho años en Medellín en un restaurante donde dimos nuestro primer concierto. Creíamos que solo iban a estar amigos, pero se corrió un voz a voz y llegaron personas del medio, productores, y realmente fuimos muy poco profesionales, tomamos trago mientras cantábamos, celebrábamos como unos locos: pero no era un traguito, nos pasaban botellas del público y al final del concierto terminamos diciendo ¡Gracias hijuep&%*, gracias a todos nuestros parceros! Decíamos el nombre de todos nuestros amigos, le hicimos dedicatorias a todas las novias y no nos dimos cuenta que estaba el ‘Brujo de la consola’, César Borges, y gente muy reconocida en el medio que después nos contaron la historia. Eso ha sido lo peor, pero cometemos los errores en el momento que se pueden cometer, seguimos aprendiendo y obviamente equivocándonos, pero cada vez es más evidente porque tenemos más ojos encima.

Foto: Cortesía Piso 21


Foto: Cortesía Caracol Televisión

Manager @FernanMartinez

Mi peor error fue no haberle hecho caso a Sofía Vergara cuando me rogaba y me rogaba que la manejara. Le presenté a otro manager porque yo no podía en ese momento. Ese fue un error demasiado costoso.


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WHAT IF El origen del guayabo

P o r : I b r a h i m S a l e m Z a h r á n K h a l i l @ArabeSinCamello

Latinoamérica es la segunda región del mundo donde más alcohol se consume por persona. Para tristeza de muchos, Colombia no encabeza la lista, de hecho, se encuentra en el puesto doce en la región. Puede que esto nos sirva a algunos como aliciente para tomar más y a otros les preocupe que el país no pueda destacarse ni en eso, pero no hay que olvidar lo que conlleva vivir en este pedacito del mundo con gente bajita, católica y toma trago: que dedicaremos, tradicional y sacramentalmente, nuestras mañanas de domingo al riguroso ritual del Guayabo.

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Ilustraciones: Alejandro becerra flickr.com/photos/srvudu


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WHAT IF El origen del guayabo

Arrodillados con humildad en el piso y apoyando nuestra frente en el frío borde del inodoro invocaremos los poderes sempiternos de nuestro señor para lograr exorcizar ese demonio con nombre ruso o inglés que doce horas antes nos seducía mezclado con granadina para los más finos o con algún saborizante en polvo de nombre medio portuguesiño para los menos “quisquillosos”. Y es que, si por probar una manzana, Dios decidió castigar las mujeres con dolor y a los hombres con esfuerzo, seguro que aplicó el mismo principio como reprimenda por probar ese delicioso y amargo néctar que nutre la vida nocturna del mundo entero. Pero ¿qué es el guayabo? Aparte de ser el nombre alguna tienda de barrio y un árbol tropical que se alza hasta cinco metros de altura en el patio de alguna tía abuela, es una pintoresca patología que se manifiesta en síntomas físicos y morales qué varían en intensidad, duración y (algo que a veces no percibimos quienes lo sufrimos) olor. Se le conoce también como resaca o perra. Parece que es directamente proporcional a la cantidad de trago, al dulce del trago, a la edad del paciente y la gravedad de las acciones del mismo.

¿Y de dónde salió? El primer guayabo vino con el primer borracho. Un tiranosaurio que salió a divertirse con sus amigos. En medio de la borrachera apostó con un triceratops a que no eran capaces de atravesar nadando el lago de brea y terminaron fosilizados y exhibidos con su sonrisa de dinosaurio borracho en algún museo europeo. Más tarde un niño cavernícola se distraía mirando el fuego y dejaba reposar de más un jarro de maíz que su mamá había puesto en agua para poder ponerlo a pitar al otro día. El maíz en el agua comenzó a degradar sus azúcares y fermentarse, para que no lo regañaran el niño sirvió así el mazacote y su padre al tomarlo le encontró cierto gusto y tomó hasta emborracharse, comenzó a gruñir y reír y a dar tumbos

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y golpes a las paredes. A nadie le pareció extraño porque era el comportamiento normal de la época. Lo que si les pareció extraño fue que al otro día papá cavernícola amaneció con un intenso dolor de cabeza y náuseas y llamó a su jefe para pedir el día, al verlo tan mal le dieron la incapacidad y el tipo comenzó a tomar el brebaje cada vez que quería un día libre y la costumbre se hizo tan popular que el jefe tuvo que crear el fin de semana para que todos tomaran una noche y pudieran recuperarse al otro día. Tal costumbre se mantiene hasta nuestros días. En realidad, hay tantos guayabos como tragos en el mundo y es difícil determinar su origen. El guayabo inicia

cuando se suelta el último trago y todos lo sufrimos. Al igual que los delgados que presumen de comer de todo y no engordar, está aquel que dice jartar de todo y no sufrir guayabo, pero es mentira, el guayabo se sufre siempre, así sea moral. Cuando dejamos esa copa servida porque ya nos entró en reversa o esa pola hasta la mitad porque nos embuchamos, ese el inicio del guayabo. En ese instante es cuando la noche de juerga y parranda termina, así sean las 6 de la tarde (para los que comenzamos con la tarea temprano), y comenzamos a bailar con la fea, literalmente, se nos acaba el encanto y la dicha y surgen las ojeras y el cansancio y el “me quiero ir” se hace presente. Y uno se va dando tumbos y gritos y sintiendo la soledad como una herida expuesta a la sal de un trago michelado (sí, también surgen las frases trascendentales y rebuscadas) pues el guayabo se vive en soledad porque nadie lo vive como uno así lo vivan con uno. Cuando llega la mañana es tiempo de reconocer lo que pasó, rearmar recuerdos entre los amigos y preguntar de quién es la casa donde se despertó y quién es la persona con quién se amaneció. Salir a buscar caldito con costilla y una cerveza, porque para una perra, pelos de la misma perra. Y recordar que al amigo en la bebida y al amigo en la resaca, nunca el cuerpo se les saca.

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Luisa Fernanda W. Yo u t u b e r @luisafernandaw

Soy de las que opina que de todos los errores se aprende, y la verdad lo veo más como un paso al aprendizaje. Yo he tenido ciertas falencias con el inglés, entonces cuando he querido hacer un video en donde tengo que utilizar palabras o frases en este idioma, no lo puedo hacer porque soy pésima con la pronunciación. Como presentadora en Baila Fanta, tuve ciertos errores pronunciando los nombres de algunos colegios y grupos porque casi siempre utilizan nombres súper raros en inglés o en chino, entonces me costaba decirlos bien, pero de esto aprendí por lo menos a saber pronunciar bien algunas cosas que le aportaron a mi vida.

MALLPOCKET.COM Foto: Cortesía Caracol Televisión


Luz Amparo Alvarez Humorista @LuzAmparoAl

Mi peor error fue no haber tenido la medida, el punto exacto, que a veces es tan difícil encontrarlo, y eso consiste en que a uno se le vaya la mano con lo que dice y delante de quién lo dice. Por bocona, porque el pez muere por su boca, tuve mis agonizadas. En un show haciendo chistes de Fernando Londoño en un público lleno de londoñistas, en radio cuando hacía chistes de las mujeres a las que imito, se me iba la mano y yo siempre quedaba con esa sensación, con ese sinsabor de que no estaba en el punto que era. Hoy me cuido mucho más, trabajo la medida de cada personaje y sé hasta dónde puedo ir. Ya uno entiende que en humor hay chistes que uno no hace; por ejemplo: de niños, religión y razas, pero eso lo aprende uno a veces a los patadones.

Foto: Nicolás Santodomingo


Foto: Camilo Rozo

Escritor @RSilvaRomero

Pensándolo bien, el peor error de mi vida es –por supuesto– de mi vida personal. Yo ni he sido un santo ni he obrado por mal, pero también he cometido errores por inconsciente, por estar en el lugar equivocado en el momento justo. Y si no involucrara la vida de los demás, contaría con detalles la peor de estas historias. Bastará decir que quise reparar de las peores maneras la vida que me había quedado luego de que se terminara una relación con todas las de la ley (quise reemplazar una vida con otra demasiado pronto), pero al menos aprendí que nunca más iba a desbaratarse la persona que era.


Foto:Julieta Solincee

MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Al be rto Salce do Ramos Periodista @SalcedoRamos

Suelo ser piadoso con mis errores. Al fin y al cabo, soy producto de ellos. Los he cometido de todo tipo: por amor, por desamor, por acelerado, por lento, por explosivo, por pasivo. Por eso me cuesta mucho trabajo seleccionar un error como el mayor de todos. Creo que mi error principal en la vida ha sido decirle "sí" a más cosas de las que debería. García Márquez solía decir que después de los cuarenta años lo único de valor que había aprendido era a decir "no". Me temo que yo sigo sin aprender. Cuando uno le dice sí a muchas cosas que no debe, le toca hacer muchas cosas que no quiere. Yo suelo decir, en broma, que al ser tan alta la lista de errores, ¿para qué ponernos a repetir los mismos errores de siempre? Cuando uno no puede cambiar de personalidad, por lo menos debe cambiar de errores.

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Camila Bruges Libretista @LaBruges

Estoy convencida de que todos cometemos errores por la misma razón: miedo. Miedo a arriesgarse, a fracasar, a triunfar, a ser juzgado, a perder un poco o perderlo todo, incluyendo el dinero, la reputación, el orgullo, la carrera, los bienes que atesoramos y todo lo que en el mundo es sinónimo de ego, o sea casi todo, excepto el amor, que es a mi manera de ver el opuesto evidente del miedo. Pensando en eso puedo sacar de la bolsa de mis pasadas decisiones la que más brilla de miedo y la que definitivamente cambió mi vida. Yo bailaba. Empecé a bailar tarde (a los 16 años), sin pretensiones, y lo hice intensamente porque nunca había disfrutado nada de esa manera. Así que en un par de meses volqué mi vida a entender cómo el cuerpo era una máquina de movimiento, de expresión, de música y sin darme cuenta terminé siendo uno de los 18 bailarines escogidos para estudiar en un conservatorio en Nueva York fuera de una audición de más de 700 personas. No fue que no me diera cuenta. Trabajé duro para llegar allá, pero de alguna manera no me lo propuse porque jamás pensé que pudiera lograrlo. Y así es que vuelvo a la idea del miedo. Quizá porqué siempre temí fracasar, no creí lo suficiente en mi talento. Y cuando un día horrible mi rodilla decidió sacarme la cuenta y lesionarme para: a. Darme un dosis de humildad b. Darme una oportunidad para crecer c. Dañarme el caminado, o más bien el bailado... Yo decidí escuchar al miedo, echar todo por la borda y renunciar a lo que más me había hecho feliz en la vida, a la manera como, tan joven, había encontrado estar presente y en armonía con la existencia. Así fue. La rótula izquierda se desvió. La rodilla cedió. Los músculos no pudieron sostenerla. La cirugía la remendó pero la cabeza no venció al miedo y hasta ahí llegó la cosa. Otras veces he cedido al miedo pero en esa oportunidad le permití a ese monstruo cambiarme la vida y todavía duele. Es una heridita ya pequeña que duele mucho, como cuando los niños se cortan un dedo con un papel y sienten que por allí se les va a salir el alma. Supongo que de eso aprendí a estar más vigilante y no comerle cuento al miedo, pero mentiría si digo que lo tengo dominado. Creo que ese temor es una cosa inherente a nuestra existencia y que estamos aquí justamente para vencerlo en el camino, pero a mí, creo, me falta mucho. Foto: Karim Estefan


Foto: Cortesía Caracol Televisión

Sandra Serrato Actriz y cantante @laserrato

Mi peor error fue pensar que era más importante lo exterior que lo interior y empezar a cultivar afuera en vez de adentro. Entonces fui a unas cámaras bronceadoras y resulta que me quemé en una. Gracias a Dios que de los errores lo único que uno saca es aprendizaje.


Diego Mateus Comediante @diegomatteus

CONCENTRACIÓN, ese es el santo grial en el teatro, en la comedia. Y su némesis: la confianza. Esa confianza excesiva, arrogante, fofa, casi delincuente. Ese creo que ha sido mi mayor error en el escenario. Pararse allí con pies de dictador europeo en la Segunda Guerra. O dictador latinoamericano en Twitter. Cuando subes demasiado confiado al escenario pierdes el norte, y sobretodo, el respeto por el público. No hablo del ímpetu, ni del arrojo; hablo de la imprudencia de sentirse más que el público. Hace mucho lo viví, y hace mucho no lo vivo, porque esa sensación de que una función salió mal por culpa de la falta de concentración, duele más que perder una final mundialista. Y para que eso no me pase, y para aprender del error, procuro siempre tener mis buenas gotas de miedo, respeto y enamoramiento por el espectador. El público es una chica guapa y seria. Así que cuando lo enfrento, me muevo suavecito, a punta de risas, coqueteos y mimos; para al final, robarle el beso que he buscado desde el principio.

Foto: Felipe Triana


MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Gustavo Gómez Periodista @gusgomez1701

Mi peor error fue quedarme tanto tiempo en la Facultad de Derecho cuando yo no iba a ser abogado. Lo hice por amor, porque estaba enamorado de una compañera. Fue un error doloroso porque perdí mucho tiempo, y luego cuando estudié Comunicación, yo era el más viejo. Pero haber estudiado derecho fue muy útil para el ejercicio del periodismo. Fue un error grande, que me hizo perder cuatro o cinco años de mi vida entre comillas, pero que se tradujo en tener más elementos académicos cuando estudié Periodismo. Pues no me ha ido mal, me defiendo y pago el agua, la luz, el colegio de los niños, en cambio, de abogado creo que hubiera sido un fracaso.

Foto: Cortesía Caracol Radio

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ED.34 / CALENDARIO DE EVENTOS

TODOLIST Maze Runner: Prueba De Fuego

Cine

La película del director Wes Ball y protagonizada por Dylan O'Brien, Kaya Scodelario y Thomas Brodie, es la adaptación cinematográfica del libro The Scorch Trials de James Dashne. El film, que ya está en las salas de cine, cuenta cómo Thomas junto al resto de clarianos deben enfrentarse a su mayor desafío: buscar pistas sobre la poderosa organización Cruel, para poder desenmascarar los planes que tiene para todos. En medio de la misión terminan en La llamarada, un lugar apocalíptico lleno de obstáculos.

Festival de cine francés

CINE

Desde el 16 de septiembre y hasta el 31 de octubre, 19 ciudades del país podrán disfrutar de la edición número 14 del festival, que en esta ocasión llega con más de 60 películas francesas; entre clásicas, animación, inéditas y algunas sorpresas cinematográficas. En Bogotá será del 16 al 30 de septiembre, en Medellín del 1 al 14 de octubre, en Cali y Bucaramanga del 15 al 21 de octubre, en Barranquilla del 1 al 7 de octubre y en Armenia, Cartagena, Cúcuta, Manizales, Neiva, Pereira, Popayán, Pasto, Santa Marta, San Andrés, Fusagasugá, Tunja, Valledupar y Madrid, del 1 al 31 de octubre. En el marco del Festival se premiará la mejor película francesa. Los interesados en asistir pueden consultar la programación en www.cinefrancesencolombia.com

Carrera 5K Zombie Si ha soñado con estar en un escenario apocalíptico al mejor estilo The Walking Dead, no se puede perder la Carrera 5K Zombie el 31 de octubre en Bogotá. Los participantes podrán elegir si quieren ser corredores o zombies para combatir en un terreno lleno de obstáculos, aventura y diversión, en el que unos intentarán luchar por llegar vivos a la meta y los otros deberán saciar su hambre. Los interesados se pueden inscribir en www.5kzombie.com para recibir información o comprar su boleta en cualquier punto de www.tuboleta.com. El lugar de la carrera está bajo reserva y solo será revelado a los asistentes.

DEPORTE



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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Da n i e l a Salcedo Diseñadora @danielasalacedo22

El 15 de Julio de 2013 tomé una decisión que podía cambiarle la cara a la próxima colección que lanzaría en noviembre de ese mismo año. Tal vez fue mi espíritu emprendedor el que me llevó a tomar el riesgo de hacer un pedido, el que sería el más grande en mi historia como diseñadora al país manufacturero: China. Con tan solo seis meses en el mercado, y convencida de que mis ojos y las fotos nunca me traicionarían, decidí pedir docenas de circones, rubíes, zafiros, amatistas, cuarzos, turmalinas, sartas de ágatas, turquesas y un sinfín de piedras naturales. Me arriesgué y empezó la ansiedad.

Foto: Andrea Suárez

Después de un mes y medio de espera, me llegó una caja a mi casa. Ya se imaginarán mi emoción al saber que dentro de ese paquete de cartón encontraría la fuente de inspiración para mis próximas creaciones. Con una alegría que se desbordaba de mi cuerpo la abrí... y ¡Dios mío! ¡ERAN PIEDRAS SINTÉTICAS! Tras la desilusión de tener un enorme pedido erróneo, me di cuenta que del afán solo queda el cansancio. Y sí, tanto sus ojos como las fotos, lo pueden traicionar.

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N at a l i a

Pa r i s

M o d e l o y D J . @NataliaParis_

Foto: Felipe Bohórquez

Foto: Felipe Bohórquez

Recientemente lanzó su primer sencillo We are one, y un libro con sus mejores fotos, con el fin de destinar sus ganancias para ayudar a la Fundación Natalia Ponce. He cometido muchos errores, de los cuales he aprendido mucho. Cuando era adolescente solía volarme en el carro de mi mamá sin permiso. Un día de esos me choqué, el castigo fue duro y además me tocó pagar el arreglo con las mesadas que me daban para el colegio. Con eso aprendí el sentido de responsabilidad y que cuando haces cosas truecas, terminas pagando el error muy caro.


Martín de Francisco Presentador y periodista @MdeFrancisco12

Claramente hay cosas que uno no hubiera querido hacer, pero que si no las hubiera hecho no habría llegado a darse cuenta de ciertas cosas. Como estamos en un mundo bipolar, donde todo tiene una parte buena, una parte mala, una negativa y otra positiva, entonces no queda otra opción que ver el error como una situación que lo llevó a un lugar en el que no esperaba estar, pero que sirvió para tomar las cosas de otra manera. He cometido muchos errores en mi vida, por ejemplo ser muy extremo en la rumba, pero no puedo verlo como una connotación completamente negativa; o también haberme metido en proyectos que duraron nada, solo tres meses, como por ejemplo un programa con Pacheco, ahí el error no fue tanto mío porque él me impulsó a mí, pero Pacheco en este caso sí cometió un error al llamarme.


Foto: Juan Fabio Gutiérrez

Santiago Moure

Actor @MoureSantiago

Yo quiero parafrasear a Borges y decir “he cometido el peor error que un hombre puede cometer, no he sido feliz” y yo le agregaría el hecho de haber nacido, pero no es culpa mía, la verdad a mí me cogieron cortico, yo no existía, yo habitaba la nada y arbitrariamente mis padres con una acción coital decidieron traerme a este valle de lágrimas. A partir de ahí se genera una serie de equivocaciones, y es que cuando hay un error inicial y no se corrige, siendo este el nacimiento, pues la única manera de corregirlo es con la muerte. Entonces, hasta que yo no muera seguiré perpetuando ese error.


Foto: Cortesía Caracol Televisión

Yo u t u b e r @JuanamartinezH

Hace unos años en un viaje que hice a México, tuve una escala en Ecuador de ocho horas y luego iba para el DF, era menor de edad, y dejé el permiso de salida del país en migración de Colombia. Cuando llegué a México no me dejaron entrar y además tuve que esperar otras ocho horas para regresarme en el proximo vuelo. Creo que el peor error de mi vida fue dejar el único documento que necesitaba para poder pasar.


Foto: Cortesía Caracol Televisión

Actriz @MajoVargas01

Cuando tenía nueve años me dijeron que hiciera casting para una cosa x y yo dije que no, porque en ese momento quería estar enfocada en el estudio. Después me avisaron que era para Nickelodeon y que no tenía que presentar audición porque ya habia sido seleccionada. Mi peor error fue no haber aceptado esa oportunidad.


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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Foto: Semana de la Crítica, 67 Festival de Cannes

Director de cine

Mi peor error fue al principio de mi carrera en la Escuela de Cine. Yo estudié en Francia, y en el primer cortometraje significativo que tuve que hacer para esa escuela nos presionaban mucho. Era importante porque era con mucho presupuesto y con una cámara de 35 milímetros. En ese momento yo escribí un guion que tenía a un actor que me encantaba, que es uno de mis mejores amigos, y yo quería que interpretara el protagónico; pero el personaje tenía que ser conductor de limusina y había un par de escenas en las que él manejaba, pero como no tenía pase ni el tiempo para sacarlo antes del rodaje, el productor me dijo: “No podemos poner a un actor que no tenga pase o nos tocaría hacer esas escenas falseando”, pero yo quería que fueran muy reales. Finalmente no escogí al actor que era, elegí un actor mucho más conocido que él, quien no me interesó nada y con el que me entendí súper mal. Finalmente el corto me quedó muy mal porque me equivoqué de actor, y lo hice por una cosa muy chiquita y muy tonta, cuando podía haberlo resuelto de una forma más sencilla. Ese fue el peor error, pero desde entonces entendí que lo importante en el cine es que los actores sean los adecuados, y justamente ahora con mi película Gente de Bien, lo que más me tiene contento son los actores.

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Foto: Cortesía Caracol Televisión

Director de cine @DagoGarciaProd

Uno de mis peores errores, si quizá no el peor, tuvo que ver con una novela que hice hace algunos años y fue resultado de esa pérdida de horizonte que tiene uno después de que logra un éxito. Hace muchos años yo hice una novela que fue muy exitosa, La saga: negocio de familia, era un proyecto muy importante para mí, fue una actualización de la tragedia griega a Colombia y al mundo de la delincuencia, con esa producción me fue re bien. Entonces con la siguiente novela me lancé a hacer lo mismo, pero con la obra de Shakespeare y en un ambiente musical, se llamaba El baile de la vida, pero fue un desastre y todo el mundo le decía ‘La Saga bailable’. Fue un proyecto al que le fue muy mal, se le invirtió mucho dinero y muchas expectativas, además venía de un gran éxito y la gente estaba esperando que todo lo que hiciera en adelante fuera igual, y nada, fue un desastre y creo que en ese momento no pensé con el debido juicio, con la debida cautela de lo que iba a hacer y me lancé a repetir el esquema, la relación entre literatura clásica y televisión, pero fue un gran error, una gran cagada.


Foto: Archivo Personal

@BobadaLiteraria

Nuestro mayor error fue crear un blog para decir lo que pensábamos. Especialmente porque no pensamos. En una época en la que todo el mundo tiene algo que decir –así sea copiado y pegado de una idea genérica– y lo puede hacer público, una opinión más siempre sobra. La nuestra, desafortunadamente, llamó la atención de algunas personas que le dieron resonancia; a una escala comparable con ser campeón mundial de Piedra, papel y tijera, nos convirtieron en celebridades de Twitter, aunque nadie leyera nuestro blog. Suponemos que así se siente Pacho Santos cuando escriben libros en su honor –así los hagan pasar por parodias–, Sofía Vergara

cuando le piden que se empelote en alguna “revista para hombres”, Fernando Vallejo cada vez que se escandalizan con sus diatribas o La Negra Candela cuando la demandan: adjudicar importancia a personajes irrelevantes solo es una prueba más de la bobada generalizada, no solo literaria, de un país que necesita desviar la atención de su ridícula cotidianidad. Nos empezaron a hacer entrevistas, cada una más insulsa que la otra, hasta que todo desembocó en hecatombe: tuvimos que pasar una tarde en La Ventana, de Caracol Radio, respondiendo cosas como que si nos gustaba salir a pasear los puentes festivos. Desde ahí, todo ha venido en picada: los tres integrantes

del blog fuimos deportados de España por hacernos pasar por mujeres y en Colombia lo único que conseguimos fue vender Yerbalife porque nadie nos quiere dar trabajo e, incluso, quienes dijeron que éramos #grandes hoy nos tienen vetados en sus medios. También perdimos a nuestras parejas, nos hackearon la cuenta (bancaria y de Blogger) y, lo más trágico de todo, Daniel Samper Ospina nos quitó el saludo. *Este texto fue escrito desde la clandestinidad de Chapinero.


ED.34 / MALLPOCKET

MALLPOCKETRECOMIENDA Paraíso Travel

Tomada de: http://bit.ly/1LuWc0L

LIBRO

La novela escrita por Jorge Franco narra la historia de una pareja de jóvenes, Reina y Marlon, quienes deben robar para poder pagar su viaje como ilegales a Estados Unidos. En medio de su travesía pasan por diferentes situaciones desagradables que no se imaginaban, pues pensaban que al llegar a Nueva York se les iba a arreglar la vida y sería el fin de sus problemas. Este relato fue llevado al cine en 2008 bajo la dirección de Simón Brand.

Songs About Jane

Foto: Cortesía Librería Nacional

Música

Este fue el título del primer álbum de la banda estadounidense Maroon 5, lanzado en 2002. Fue dedicado a la ex novia del vocalista Adam Levine, pues justo cuando el artista se disponía a trabajar en su nueva producción, terminó su relación con Jane y todo lo que sentía por ella se ve reflejado en cada una de las letras. Irónicamente este fue el álbum con el que el grupo alcanzó la fama, seguramente Jane se lamentó por haber terminado su romance con Adam. Cabe recordar que la banda acaba de confirmar su visita a Colombia, el 3 de marzo de 2016.

Proyecto X

PELÍCULA

Tomada de: http://bit.ly/1KO4Vsf

El film dirigido por Nima Nourizadeh y protagonizado por Thomas Mann, Oliver Cooper y Jonathan Daniel Brown, se centra en una fiesta que fue planeada por tres jóvenes que quieren aumentar su popularidad; sin embargo, el evento se sale de control y resulta ser una celebración sin precedentes, pero después de disfrutar, destruir la casa y hasta ocasionar daños en el vecindario, deben asumir las consecuencias.




Sebastian Sanchez Chef El peor error que he tenido ha sido cocinando. Cuando estaba estudiando, me fui a hacer las prácticas a Uruguay, a Punta del Este a un restaurante que es genial, La Bourgogne de Jean Paul, y me aceptaron como pasante pastelero. Yo estaba como si me hubieran dicho que me iba a vivir a París gratis por seis años. El primer día súper nervioso, pero luego ya hice engranaje con la cocina, llevaba 15 días bien y me dicen: “Hay un matrimonio y vamos a servir un postre que lleva salsa inglesa.”. Cuando uno estudia pastelería es difícil, pero cuando ya se aprende es una pavada. Yo la embarré por creído: todo confiado y engreído dije: "Me va quedar genial". Tenía que hacer seis litros, que es mucho en cantidad y en costo. Es una crema que no puede hervir y eso se me cortó un asco: parecía vómito de bebé, desagradable, fatal y dije ¿ahora qué? ¡Me van a echar, hasta acá llegó mi pasantía! Yo no sabía qué hacer, paseaba con esa salsa inglesa por toda la pastelería, como buscando auxilio, y llega el jefe y me dice: “¿Qué es esta mierda?”, y yo le dije: “No sé, se me pasó”, él me dijo: “Nada que hacer, licuémosla a ver si funciona, sino la vas a tener que repetir”. Desde ese día me pusieron un castigo: tuve que hacer por 15 días la crema inglesa del servicio de todos los días y ya me quedó perfecta, pero en ese momento sufrí porque pensé que iba a perder la oportunidad de trabajar en ese lugar increíble. De eso se aprende y uno va practicando y mejorando. Hoy en día a veces se me corta, pero ya no me angustio.

Foto: Jorge H. González


Foto: Cortesía Caracol Radio

Laura Moreno DJ Radioacktiva @lauramorenot

Errores los he cometido todos, pero debo decir que mi peor error al aire fue hace dos años. Estaba haciendo un reemplazo en Radioacktiva y debía hacer el turno de la tarde. En ese momento no era tan habitual para mi salir durante tantas horas diarias al aire, preparaba mi turno y cada cosa que iba a decir, pero en un momento me emocioné mucho al ver la respuesta de los oyentes sobre mi turno vía twitter. Creo que estaba tan emocionada que se me nubló la mente y debía presentar la canción Suicide Blonde de Inxs. Presento,

digo el nombre de la canción, pero al decir el nombre de la banda fui una pelota completa porque la leí textualmente, es decir, no dije inexs sino Inxs (sólo sonó la i y el golpeadito de la x). Hasta el momento, era un error común, al parecer nadie se había dado cuenta, pero a los dos segundos de mandar la canción, Tato Cepeda, director de Radioacktiva, y Juankiss, director de Radioacktiva Medellín, (ambos más que conocedores del Rock en general), me escribieron a mi Whatsapp corrigiendo ese error.

Me quería morir de la pena con ellos y, por supuesto, con los oyentes. Eso sí, si se habla de errores, pues hasta en la producción de la emisora los he cometido... algún día, sin saberlo, borré las locuciones de Domingos de resurrección... otro día saqué a El Gallo del aire por intentar limpiar la consola mientras estaban en programa, en fin... Sin duda, he aprendido a no "embarrarla" más y ahora soy la más meticulosa en pronunciación y producción.


Mario Ruiz Mi peor error fue hace unos meses con la tendencia del juego Charlie Charlie. Me puse a molestar con eso y en la noche efectivamente me asustaron. Subí el vídeo y le fue muy bien, pero mi mamá me regañó y me siguen asustando.

Foto: Cortesía Caracol Televisión


Foto: Cortesía Caracol Televisión

Juan Cardozo Actor

Mi peor error fue haber causado un incendio, cuando tenía 8 años, junto con un primo. Un día estábamos en la casa de mi abuela y molestando prendimos un fósforo y empezamos a prender cositas, se nos olvidó apagar una y se incendió un mueble, después no sabíamos cómo apagarlo e incendiamos toda la casa.


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LA CONVENCIÓN

P o r : J e f f r e y R a m o s @chefryto

- ¡Más fuerte que un gorila y más resistente que un rinoceronte! Marcus despertó de sus fantasías de riqueza y fama, para descubrirse en medio de un pasillo atestado de personas. Parpadeó varias veces, giró la cabeza para intentar ubicarse y se sorprendió al descubrir que se había perdido por completo, mientras caminaba despierto. Atravesaba a brazadas el río de personas que lo empujaba hacia adelante y atrás, intentando aislar de sus oídos el murmullo de esa marea, cientos de conversaciones que como olas se encontraban y chocaban al mismo tiempo. Unos pocos metros más adelante encontró el origen del grito que lo había despertado.

- ¡… Originario de Alemania, señoras y señoras…! Un hombre parecía caminar sobre las cabezas de la multitud a la vez que daba un discurso. Más cerca, Marcus pudo apreciar que en realidad se trataba de un expositor tratando de llamar la atención de los visitantes mientras caminaba de un extremo a otro en la pequeña mesa que inauguraba su stand. - ¿No me creen señores? ¡Compruébenlo por ustedes mismos! ¿Son incapaces de dar crédito a lo que digo? ¡Acérquense y miren a Hércules, el más fuerte del planeta!

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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Detrás del hombre dos inmensos brazos hacían malabares con tres bolas de acero. Al notar la mirada de Marcus el hombrecillo lo llamó entre el público. - ¡Usted!, sí, usted el de la bata, ¡parece sorprendido del poder de Hércules! ¿quizás quiera presenciar en primera fila su titánica fuerza? Y con un chasquido de los dedos, los dos brazos atraparon las tres pelotas de metal en el aire y las comprimieron con las palmas de las manos, en un aplauso tan potente, que al instante quedaron convertidas en gigantescas monedas plateadas, como si de plastilina se tratara. Marcus sonrió con indulgencia y siguió recorriendo el pasillo, alejándose del hombrecillo que seguía gritando a su espalda sobre las increíbles proezas que podía cometer su titán, enumerando los diferentes países en donde era conocido, e incluso, retando a los asistentes a un concurso de pulsos. Pero después de todo solo se trataba de uno de esos robots con grandes brazos. Nada especial en la Convención Anual de Robótica. De hecho, si se comparaba con algunos de los diseños que circulaban por el salón, Hércules no era nada más que un montón de chatarra. Una enorme y larga estructura, parecida a una grúa, terminada en una cabeza larga y achatada con luces rojas que hacía las veces de ojos y observaba desde las alturas a los asistentes, como una jirafa mecánica que asomaba su largo cuello a través de la verja del zoológico. Más abajo un poderoso mamut de acero, similar a esos de la famosa película de la Guerra de las Galaxias, hacía temblar el suelo con cada uno de sus poderosos pasos.

Miles de pequeños robots con hélices sobrevolaban las cabezas de los asistentes, zumbando mientras ascendían realizando diferentes formas y movimientos aerodinámicos en el cielo, como un enjambre de moscas de metal. Los asistentes se acercaban a los puestos, debatían con los expositores y de vez en cuando exclamaban a voz viva su admiración por los avances de esta nueva era.

Aquí y allá se podía encontrar toda clase de robots: desde los más básicos, que parecían carros de cuerda desmontados; hasta los impresionantes androides que atendían la recepción e incluso simulaban preocupación cuando algún visitante les contaba que había perdido su billetera. Marcus revisó su reloj y comenzó a apresurar el paso.

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LA CONVENCIÓN

Después de atravesar cuatro pabellones más, cruzó un arco compuesto por pantallas electrónicas en las que cada minuto la frase “Gran concurso anual de desarrollos en la robótica” aparecía, para luego desvanecerse en un arcoíris de luces de Neón. Se alegró al comprobar que todavía no había iniciado la demostración. No porque necesitara saber qué mejoras o descubrimientos habían desarrollados su colegas, sino porque de esa manera tendría más tiempo para preparar su exposición. 10 minutos después una mujer de mediana edad presentaba al público su Cyber-gato V2 que no solo era capaz de generar su propia arena para las necesidades, sino además podía programarse para simular todas los síntomas del celo animal. Marcus sonrió para sus adentros, si las demás exposiciones eran de ese mismo nivel tenía el premio mayor en su bolsillo. Al gato electrónico le siguió un grupo de publicistas que aseguraban haber desarrollado un programa capaz de predecir las tendencias en las redes sociales de los próximos seis años, después un grupo militar presentó una armadura capaz de resistir temperaturas entre 120° y 700° centígrados y, finalmente, un joven de no más de 23 años realizó las pruebas en vivo de un autómata capaz de analizar el patrón de lectura de una persona a través de solo cinco preguntas y recomendar en base a sus respuestas el libro ideal. Mientras la NASA presentaba su más reciente modelo de robot para la investigación espacial (una máquina con aspecto insectoide compuesta en su gran mayoría por una serie de largas y delgadas piernas), Marcus comenzó a desempacar. Abrió los pestillos de un pequeño baúl, similar a un ataúd de niños y un pequeño autómata tambaleó caminando hacia él. Su plano rostro de metal carecía de nariz y boca, pero dos pequeñas ventanas con paneles verdes hacían las veces de ojos. - ¿Preparado? –susurró Marcus al robot. - Sí – respondió una voz metálica y nerviosa. La ronda de aplausos indicó el fin de la anterior presentación. Marcus marchó solemnemente hacia la tarima, sujetando con fuerza la mano del androide mientras ascendían los escalones que los llevaban al público, como si fuera un padre que acompaña a su hijo a una obra escolar. Cuando se encontraba en medio del escenario respiró profundamente y casi de manera automática repitió las palabras que había ensayado, no solo desde que decidió mostrar su invento al mundo, sino desde que concibió la idea misma que inició todo el proyecto.

–¿Qué tan cerca estamos de la inteligencia artificial? Desde hace más de un siglo seguimos investigando sobre el tema. Es cierto que hemos logrado grandes avances. Nuestros robots ahora son capaces de aprender a la perfección lo que les enseñamos, son capaces de tomar decisiones, son capaces incluso de representar emociones humanas con base en algoritmos que nosotros desarrollamos en sus programas… Y sin embargo, nunca nos hemos encontrado tan lejos de la respuesta de cómo hacer más humanos a los seres de metal que nos acompañan día a día. La respuesta nos sigue eludiendo, hemos sido incapaces de concretar en un código la respuesta al alma humana. Somos, en resumen, dioses imperfectos–. Retomó aire y revisó la atención de su público. Un murmullo suave se extendía sobre la audiencia como el ronroneo de un motor. –Les presento hoy la respuesta. La clave, compañeros científicos, estaba en nuestro propio ego, en nuestra errada comprensión de lo que significa ser ‘humanos’. Estábamos cegados por nuestros intentos de imitar la llamada ‘perfección’ de Dios… había que retroceder y mirar con humildad el corazón del hombre para entender sus defectos. Les presento hoy a P1N8– El robot dio un paso al frente. Alguien del público soltó una cínica carcajada, sin duda, por la apariencia del robot. –P1N8 ha estado estudiando desde la semana pasada la tabla de multiplicar del seis y ahora va a demostrar lo que ha aprendido. Adelante P1N8– –6 por 1 es 6–, comenzó a decir la mecánica voz del robot –6 por 2 es 12, 6 por 3 es 18, 6 por 4 es 24, 6 por cinco es 30, 6 por 6 es 36, 6 por 7 es...– Un momento de duda, como si el autómata debatiera su respuesta –Es ¿41?, no, es 42. Sí, es 42. 6 por 8 es…– –¡Pero si ni siquiera sabe multiplicar!– reclamó alguien del público. –¡Bajen esa chatarra del escenario!– gritó un hombre en la primera fila Pronto toda la multitud chiflaba y gritaba, tanto a inventor como invención, exigiendo que se les expulsara del concurso. Alguien llegó tan lejos como para tirar un mouse al robot. Cuando las protestas amenazaban con convertirse en un motín un sonido cortó la voz de los asistentes.

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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

I l u s t r a c i o n e s : Pa o l a Fa l c ó n behance.net/PaolaFalcon

Un ruido, primero indefinible para la mayoría, una especie de alarma que subía y bajaba de tono y resultaba para todos ellos familiar… poco a poco fueron capaces rastrear la fuente de sonido que emitía el pequeño robot, que acurrucado se tapaba la cara con sus manos de latón. A falta de rasgos que mostraran expresiones a algunos les tomó tiempo entender la situación, pero poco a poco todos captaron la escena y entonces el auditorio entero estalló en aplausos.

Marcus, que durante toda la presentación no había perdido su sonrisa realizó una ovación. Él no solo había creado un androide capaz de cometer errores, sino que además había logrado programar en él la vergüenza y el dolor de la humillación. Errar y lamentarse por eso ya no era solo un privilegio de humanos. Y mientras el inventor lanzaba besos al aire, su robot, incapaz de comprender la situación, seguía chillando a todo pulmón.

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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Nicolas Arrieta Yo u t u b e r @nikoarrieta

Mis dos peores errores han sido tatuarme con mis exnovias. Con una vivíamos juntos: ella tatuaba, y un día decidimos hacernos varios tatuajes. Ella me tatuaba primero y luego se hacía lo mismo. Nos separamos por un tiempo y de repente empecé a verme muchos tatuajes similares a los de mi novia y ya no quería seguir más con ella, ni ella conmigo. Ese fue uno de los peores errores, pero ya me he tapado varios y me he arreglado otros. Luego, con otra exnovia, que está supremamente loca y demente, dije voy a tatuarme un lobo y ella también, pero fue un error horrible. Sin embargo, no me arrepiento, ya pasó, pero fue uno de los peores errores porque no pensé que la gente se fuera a ir de mi vida. Afortunadamente no me tatué un nombre, solo son cosas similares.

MALLPOCKET.COM Foto: Cortesía Ateirra Colombia


Jhon Frady Gomez Zuluaga Mi peor error ha sido ser tan grosero, porque ahora tengo muchos enemigos.

Foto: Jonathan Castrill贸n

Foto: Jonathan Castrill贸n


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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Periodista @hyperconectado

Hace dos años critiqué a una señora en Transmilenio que sacó su glándula mamaria en un bus repleto y le dio de comer a su retoño. Gran error del que aprendí y me arrepiento. En su momento pensaba que la situación era incomoda, tanto para el infante que no podía comer tranquilo, como para los viajeros. Pero no. Una vez hice la publicación en mi perfil, miles de señoras y señores de todas partes del país, e incluso de afuera, me explicaron con la característica cordialidad de Internet, que la lactancia materna es esencial en la vida de todo ser humano. No importa cuándo o dónde se haga el acto alimenticio lo que todo el mundo debe saber es que la leche materna es: el alimento ideal, previene la muerte súbita, es la mejor defensa contra enfermedades, previene alergias, es gratuita, no se contamina y es rica en hierro. Desde ese momento soy defensor de la lactancia materna.

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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Dan i e l Ruge

Foto: Daniel Ruge

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Libretista y Presentador @DanielRuge

Mi error ha sido subestimar personas. Solía pensar que era el mejor en lo que hacía y, aunque obtenía buenos resultados académicos y profesionales, la vida se encargó de demostrarme que uno no se las sabe todas. Aprendí que realmente no sé casi nada. Lo corregí aprendiendo a escuchar a los demás. Empecé a darme cuenta de que uno obtiene mejores resultados trabajando en equipo y, además, encuentra buenos amigos. Hay que aprender a dar y recibir en buena onda.

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MI PEOR ERROR ~ Ed. 34

Ricardo Fraile Rojas Director creativo/Social media @Ricarglo

Mi peor error fue haber aceptado una oferta laboral en un periódico económico. Esto ocurrió en 2009, época en que aún no tenía idea de que iba a terminar trabajando en social media. El trabajo era el que se hace normalmente en comunicación interna: actualizar y generar contenidos para la intranet, las carteleras, el boletín y los medios de comunicación de la empresa. Hasta ahí, todo iba bien. Luego, me empezaron a contar cómo funcionaban varias cosas allá. Si uno llegaba un minuto tarde, le tocaba ir de una vez a recursos humanos a recibir su llamado de atención. La segunda vez, iba con memorando a la hoja de vida. Y a partir de la tercera, le descontaban dinero del salario. Después, me comentaron que me iban a descontar un porcentaje del sueldo porque era obligatorio estar en un fondo de empleados (así uno no quisiera). Aunque no lo crean, obligaban a la gente a reutilizar los mezcladores (pitillos) del tinto. Sí, si usted tomaba tinto y le echaba azúcar, tenía que volver a dejar ahí el palito que usó para que otro llegara a hacer lo mismo, era repugnante. Era tal la tacañería de la compañía que, cada vez que llegaba el recibo del teléfono, pasaban puesto por puesto con una lista

pública donde aparecían los números que cada persona había marcado y la duración de cada llamada. Pobres de aquéllos que se hubieran demorado más de 5 minutos. Un día se les ocurrió a los encargados del área de mercadeo una grandiosa idea: todos los funcionarios del país que trabajaran para el medio debían salir a la calle a repartir periódico durante dos o tres días. Fue algo que sorprendió a todos, pues la idea incluía a gerentes y directores, no importaba el cargo. Para rematar, tuve un problema con la directora de mercadeo porque llegué como 10 minutos tarde a repartir periódico. Resulta que había personas que tenían que ir por cada punto a tomar fotos para corroborar que todos estaban haciéndolo y cuando pasaron por la estación Las Aguas, no me vieron. Por

fortuna, tomé fotos con mi celular del ridículo que estaba haciendo y lo incómodo que era estar ahí toda la mañana. Apenas llegué a la oficina les mostré las fotos a ella y a mi jefe. No sirvió de nada. En ese punto decidí que ya era suficiente, teniendo en cuenta que todo lo que les cuento ocurrió en sólo un mes. El día que renuncié, por alguna razón, no fue la directora de recursos humanos (mi jefe), así que le dejé la copia de mi carta en el escritorio. Al siguiente día tuve que ir y me dijo que no me aceptaba la renuncia y no me iba a firmar la carta. ¿La razón? estaba contando todo lo que pasaba, incluyendo que ella llegaba tarde y ahí sí no pasaba nada. El caso es que no me quiso firmar la carta y resolví escribirle un documento de tres hojas y media al vicepresidente del diario, contándole todo esto. Al final, pude renunciar y me pagaron la liquidación de los 29 días, incluyendo lo que me quitaban del fondo de empleados. Jamás pongo esta experiencia en mi hoja de vida, no vale la pena.

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Por: Rod ri g o San d oval @El Bayabu yi ba

M

e he arrepentido de dos cosas en la vida, ambas decisiones las tomé a los 16: cuando estaba pensando en las canciones de Silvio Rodríguez y leyendo Las venas abiertas de América Latina tuve dos momentos ridículos de rebeldía que me pesaron. El primero fue en contra del destruido imperialismo francés, el segundo fue en contra de mí mismo; ambos por querer decirle que no a mis papás, tan machito. La primera vez que me equivoqué de manera garrafal mi papá llegó contándome que le parecía buena idea que pasara una temporada en Grenoble para aprender francés. No, yo jamás me iba a dar el lujo de ir a vivir en los Alpes franceses. Como un niño malcriado consideré que vivir en la mitad de los Alpes no sería jamás suficiente para mí, es que a diferencia de París, el balneario alpino tenía un párrafo en la Enciclopedia Encarta, se refería a haber sido sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en los años 60. No tenía grandes avenidas ni soñados cafés, por allá yo no iba a ser feliz. ¿Ah? ¿Es posible tanta estupidez? Aparentemente sí. Como si no fuera con enorme esfuerzo que mis papás estaban dispuestos a pagar una temporada mía fuera de Colombia, como si viajar no fuera maravilloso. Ingenuo me rebelé y pagué las consecuencias de mis actos. El siguiente error es mucho peor. Quise ser médico una buena parte de mi infancia y adolescencia, me imaginaba operando corazones abiertos, vestido con bata blanca y siguiendo la larga tradición familiar. Cambié de opinión después de ser voluntario por tres años en Operación Sonrisa, no me imaginaba esa vida de largas horas de estudio y dedicación para una profesión ingrata. Entonces, ni corto ni perezoso decidí cambiar por el periodismo. Mis papás insistieron hasta el cansancio que estudiara derecho, ellos crecieron en un mundo de ciencias exactas, no entendían cómo yo iba a escoger una profesión sin tradición, preferían que me dedicara a las leyes. No, no pretendían que abandonara

mi sueño de ser periodista, ni más faltaba, al contrario me enumeraban con frecuencia el número de correveidiles que se habían formado en grandes facultades de jurisprudencia y habían migrado a la comunicación. No, y no. El derecho se me antojaba aburridor y demasiado formal para mí, necesitaba un mundo más libre y acogedor. El periodismo se me antojaba libre, cuan equivocado estaba. Repetí que no, que yo quería ser comunicador y que no habría fuerza en el mundo que me convenciera de lo contrario. –No hay en universidades públicas–, me dijeron. –Falso–, contradije, –en la de Antioquia sí hay–. –En derecho tendrás más campos de acción–, me insistieron. –En comunicación hay tantos, uno se puede dedicar desde la reportería hasta la publicidad–, repliqué. A cada pregunta les daba una mejor respuesta, preparé un caso digno de los necios y entré a estudiar comunicación. Pronto, me desencanté. Muy tarde para decir adiós, decidí complementar y asumí el reto de estudiar una carrera adicional. Esta vez fue Ciencia política. Vaya, vaya, tampoco di en el clavo. Nuevamente me equivoqué, tarde en la vida, cuando ya había terminado comunicación y estaba bien adelantado en ciencia política me enteré que a mí me gustaban las ciudades, que quería dedicar mi vida a ellas. Ahora, vale la pena decir que traté de enmendar mis errores. En primer lugar, convencí a mis papás de la importancia de buscar nuevos horizontes y terminé viviendo en una comunidad ultra rural en Estados Unidos, si la vida tuviera cómo cobrarle a uno irónicamente, creo que Grenoble estaría toteada de la risa de haberla cambiado por Kentucky. No estudié lo que mis papás querían, no les iba a dar ese gusto, pero ahora me dedico a escribir, cosa que me fascina y me pagan por pensar cómo hacer que nuestras ciudades sean mejores lugares para vivir. Por andar de machito encontré el camino que me hizo feliz.



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