Suplemento LI 119

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SUPLEMENTO LI 119-octubre 12

Encuentro internacional en Estambul Los próximos días 2, 3 y 4 de Noviembre se celebrará en Estambul (Turquía) un encuentro Internacional de organizaciones revolucionarias, con el objetivo de acordar campañas internacionales a desarrollar sobre dos ejes principales de la lucha de clases actual: la respuesta a la crisis de los trabajadores europeos y la revolución siria. El encuentro ha sido impulsado por Lucha Internacionalista (LI, Estado español) y Frente Obrero (FO, Turquía), que compartimos un Comité de Enlace Internacional. Ya han confirmado su asistencia los compañeros de la Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI), y de la Organización de los Comunistas Internacionalistas de Grecia (OKDE), así como el Grupo Socialista Internacionalista de Francia (GSI), que asistirán como observadores. El temario de la reunión incluye la discusión sobre la situación de la lucha de los trabajadores/as europeos contra las políticas de los gobiernos ante la crisis, especialmente en Grecia, y sobre el momento actual de las revoluciones del Norte de África y Oriente Medio, especialmente en la revolución siria. Junto a eso, se discutirá cómo dar continuidad al apoyo a la candidatura de Orlando Chirino y el Partido Socialismo y Libertad (PSL) en Venezuela, en polémica con el falso socialismo del siglo XXI de Chávez, apoyado por gran parte de la izquierda europea. La posibilidad de comenzar a dar pasos, aunque por ahora sean pequeños, en la unidad de acción y en la discusión política entre grupos de la izquierda revolucionaria europea de diferentes países, es una prioridad para nosotros; especialmente en estos momentos, en que la clase obrera lucha cada vez más contra las burguesías nacionales, aisladamente y sin que la lucha confluya en una contraofensiva obrera a la misma escala internacional de la ofensiva burguesa. Por ese motivo hemos elegido Europa, Siria y Venezuela como ejes políticos principales. Con el Encuentro de Estambul esperamos poder avanzar en la necesaria reconstrucción de la izquierda revolucionaria capaz de levantar una respuesta obrera y socialista a la crisis actual del capitalismo.

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Por la rreconstr econstr ucción de la IV Inter nacional econstrucción Internacional


Carta abierta de la izquierda revolucionaria siria sobre la revolución popular en Siria La resistencia del pueblo sirio no ha dejado de crecer desde el inicio del proceso revolucionario que empezó en marzo de 2011. La lucha del pueblo sirio forma parte de las luchas populares de Túnez y de Egipto, que se han extendido a los demás países de la región. Pero el proceso revolucionario sirio también se inscribe en el marco de las luchas anticapitalistas a nivel mundial. Los movimientos de los indignados y los de las ocupaciones han encontrado su inspiración en las revoluciones árabes. En más de 700 ciudades de 70 países han resonado, y en algunos resuenan todavía, las consignas y las reivindicaciones de un movimiento que se manifiesta contra la precariedad y el poder de las finanzas. Asimismo, la resistencia del pueblo griego contra los dictados impuestos por las agencias financieras y auditorías económicas internacionales es igualmente una batalla por la dignidad y la justicia social, pero sobre todo por la emancipación del orden capitalista y contra la sumisión a este, que se inscribe desde entonces en las luchas de los pueblos de la región. El alzamiento popular sirio, que surge como consecuencia de la crisis financiera y económica mundial, es igualmente una revuelta contra las políticas neoliberales impuestas por el régimen autoritario y alentadas por las instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetarios Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).

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Las medidas neoliberales han permitido el creciente desmantelamiento y debilitamiento de los servicios públicos en el país, la supresión de subvenciones y sobre todo, de los bienes de primera necesidad y han acelerado los procesos de privatización que están dirigidos a beneficiar las clases dirigentes y burguesas ligadas al poder político.

Las reformas neoliberales del régimen han potenciado una política basada en la recepción de las inversiones directas extranjeras, el desarrollo de las exportaciones y del

pobres tienen problemas para salir adelante debido a la falta de posibilidades de trabajo, mientras” la clase media” está en caída libre hacia el umbral de pobreza porque sus

sector de los servicios, en particular del turismo. El aparato represivo de este país ha ejercido «de agente de seguridad» de estas compañías, protegiéndolas de los disturbios y de las reivindicaciones sociales. El Estado sirio ha jugado el papel de alcahuete para los capitales extranjeros y las grandes multinacionales, garantizando el enriquecimiento de una clase burguesa ligada al régimen.

ingresos no han seguido la inflación que se elevó al 17 % en 2008. Ahora hay tasas de paro del orden del 20-25 %, alcanzando 55 % para los menores de 25 años (en un país donde las personas menores de 30 años representan el 65 % de la población total). El porcentaje de sirios que viven bajo el umbral de pobreza ha pasado del 11% en 2000 al 33% en 2010 según las cifras oficiales. A estos datos hay que añadir otro 30% de la población siria que vive en torno al umbral de pobreza, es decir con menos de 2 dólares por día.

Estas políticas neoliberales representan un auténtico azote para Siria. Mencionemos la elevada tasa de paro, particularmente entre los jóvenes diplomados universitarios que no encuentran salida en una economía que, a partir de ahora, se concentra en los trabajos de poco valor añadido, y donde el trabajo cualificado es escaso. O si no, el subempleo, consecuencia directa de estas medidas. El proceso de liberalización económica ha creado una desigualdad cada vez mayor en Siria. Los más

En la agricultura, varios centenares de miles de campesinos del noreste sufren la privatización de la tierra debido a la sequía [desde 2008] que no es simplemente una catástrofe natural. En efecto, el incremento y la intensificación de la explotación intensiva de las tierras por grandes contratistas agrícolas (agrobusiness), incluyendo las tierras


anteriormente conservadas para el pasto, junto con la perforación ilegal de pozos y la puesta en marcha de conducciones selectivas de agua que responden únicamente a las exigencias de los nuevos grandes propietarios – todo encubierto y facilitado por la corrupción de la administración local – -han desarrollado la crisis agrícola. La política de liberalización económica del régimen ha reproducido la situación socio-económica que prevalecía antes de que los baasistas tomasen el poder en 1963: el 5 % de la población posee más de 50 % de la renta nacional.

Los trabajadores y las trabajadoras han sido, por otro lado, los blancos de la represión. Durante el mes de diciembre 2011, en Siria se han desarrollado exitosas campañas de desobediencia civil así como huelgas generales. Se han paralizado importantes sectores del país, mostrando así que la movilización de la clase trabajadora y de los explotados se encuentra en el corazón de la revolución siria. Es por esta razón que la dictadura, que busca romper la dinámica de la revuelta, ha despedido a más de 85.000 trabajadores y trabajadoras entre enero de 2011 y febrero de 2012 y ha cerrado 187 fábricas (según las cifras oficiales).

Los procesos de privatización han creado nuevos monopolios que están en manos de las personas cercanas al poder y que forman parte integrante del sistema de corrupción y sólo lo aprovecha principalmente la clase gobernantes: la familia Makhlouf, primo hermano de Bashar

Las universidades han constituido igualmente centros de la resistencia popular. En la Universidad de Alepo ha habido importantes manifestaciones de estudiantes en el pasado mes de mayo, que son continuación de las desarrolladas anteriormente. Estas manifestacio-

al Assad. Esta última habría acumulado más del 50% de las riquezas económicas sirias.

nes han sido violentamente reprimidas por las fuerzas de seguridad que han matado cuatro personas y arrestado a varios centenares más. Ahora, no pasa una semana sin que las voces y los cánticos de los estudiantes de la Universidad de Damasco no sean oídos en el palacio presidencial, que se encuentra a sólo unos centenares de metros, mientras que manifestaciones casi cotidianas tienen lugar en las universidades de Deraa y Deir AlZur. La Universidad de Alepo ha suspendido sus cursos por temor de un alzamiento importante de los jóvenes, mientras las balas de los fusiles son más numerosas que los

Lucha de las clases proletarias y explotadas El sector más importante del movimiento revolucionario sirio es el de los proletarios rurales y urbanos y de las clases medias económicamente marginalizadas que han sufrido la aplicación de las políticas neoliberales, sobre todo desde la llegada al poder de Bashar al-Assad en julio de 2000. Los grupos armados del Ejército Sirio Libre (ESL) se han nutrido de este sector de la revolución actual.

libros en la Universidad de Homs. Los estudiantes representan una cuarta parte de todos los mártires en Siria desde el comienzo de la revolución en marzo 2011, según la Unión de los estudiantes libres de Siria (SFSU). Fundada el 29 de septiembre de 2011 para luchar contra el régimen, la Unión constituye un bastión político y sindical de la resistencia democrática en la vida del movimiento estudiantil. El sindicato organiza las manifestaciones de los estudiantes libres y la resistencia popular en las universidades en todo el país. El movimiento popular continúa activo El movimiento popular en Siria no se ha retirado de las calles, de las universidades y de los lugares de trabajo a pesar de la represión multiforme y violenta del régimen, tanto política como militarmente. Más de 40.000 mártires caídos bajo la represión del régimen criminal de los Assad desde el comienzo de la revolución, mientras ha habido más de 200.000 personas arrestadas, más 30.000 personas detenidas y 65.000 desaparecidos. Hay que añadir a estas tristes noticias 2,5 millones de personas desplazadas en el país y unos 300.000 refugiados en los países vecinos. El movimiento popular sigue luchando, sin embargo, contra el régimen. La principal forma de organización ha sido la creación de comités de coordinación populares en los pueblos, barrios, ciudades y regiones. Estos comités de coordinación popular son la verdadera punta de lanza del movimiento popular que moviliza el pueblo en las manifestaciones. Han desarrollado también formas de autogestión popular basada en la organización de las masas en las regiones liberadas del yugo del régimen. Se han puesto en marcha consejos populares revolucionarios, a menudo electos, para atender las necesidades de las regiones liberadas, lo que demuestra que quien provoca la anarquía es el régimen y no el pueblo. El proceso revolucionario sirio es un verdadero movimiento popular y democrático que moviliza a las clases explotadas y oprimidas contra la élite capitalista ligada al orden mundial –muy parecida a sus homólogas del mundo árabe. El movimiento comenzó de manera pacífica exigiendo reformas, pero el

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régimen respondió con la violencia y una represión generalizada. Ciertas sectores de la población siria decidieron entonces organizar la resistencia armada para defenderse de los ataques de los servicios de seguridad y de los delincuentes del régimen, conocidos bajo el nombre de los shabihas. El ejército sirio libre representa el derecho del pueblo a defenderse contra la represión y ha permitido la continuación de la resistencia popular en ciertas regiones frente a los ataques del régimen. Se han creado consejos revolucionarios en Siria, al igual que comités de coordinación de las acciones políticas y militares. Por otro lado, la mayor parte de los grupos armados que forman parte del ejército sirio libre han firmado un código de buena conducta, respetando el derecho internacional y contra el confesionalismo. Este ejército popular encuentra sus auténticas raíces en el seno de la insurrección porque está compuesto por soldados desertores y por civiles que han tomado las armas. El pueblo sirio sigue rechazando el confesionalismo, a pesar de todas las tentativas del régimen para encender este peligroso fuego del que hace uso desde la subida al poder del clan Assad en 1970. El movimiento popular ha reafirmado su lucha unitaria y ha potenciado un sentimiento de solidaridad nacional y social que transciende las divisiones étnicas y confesionales.

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Los grandes potencias occidentales imperialistas, las otras potencias imperialistas mundiales como Rusia y China y las regionales como Irán y Turquía, en su conjunto y sin excepción, buscan en Siria una solución de tipo yemenita, o dicho de otra manera, cortar la cabeza del régimen, el dictador Bashar Al Assad, y mantener su estructura intacta –como se ha podido constatar durante los encuentros entre oficiales estadounidenses y rusos, o durante la conferencia internacional del 30 de junio en Ginebra. El único punto de discrepancia es la posición rusa que todavía intenta por todos los medios mantener a Assad en el poder, pero que podría sacrificarlo en un futuro próximo para preservar sus intereses en Siria.

Las grandes potencias no tienen, en efecto, ningún interés en ver hundirse al régimen. Este último ha permitido estabilizar las fronteras con Israel y ha colaborado con las potencias occidentales repetidamente, en «la guerra contra el terror” lanzada por el ex presidente estadounidense George Bush, así como en las guerras contra Irak en 1991. Además, a partir de 2003, el régimen ha participado en los “interrogatorios” de prisioneros de las potencias occidentales, sin olvidar la intervención militar en Líbano con el apoyo de las fuerzas occidentales y de Israel para dominar a la resistencia palestina y la izquierda libanesa en 1976.

luciones. Asimismo potencian un discurso y una visión confesional del conflicto, apoyando financieramente a los grupos armados que tienen un comportamiento confesional en contradicción con el mensaje de unidad popular de la revolución siria. Estos poderes reaccionarios intentan en Siria y en otros lugares de la región impedir la difusión y la profundización de los procesos revolucionarios que amenazan el orden establecido y se emplean a fondo para acabar con ellos.

La política neoliberal ha vivido una aceleración extraordinaria desde la llegada al poder de Bachar Al Assad, porque ha abierto Siria a numerosos inversores occidentales y del Golfo antes del comienzo de la revolución popular. Estas políticas han hundido a más de la mitad de la población en la miseria y la pobreza.

La revolución es permanente.

Los poderes reaccionarios regionales, Arabia Saudita y Qatar a la cabeza, intentan, por su parte, desviar la revolución siria para reconducirla sobre la vía de sus propios objetivos que no son otros que sus intereses propios en la región y no los del pueblo sirio. Las direcciones reaccionarias de estos países quieren intervenir en Siria para limitar el proceso revolucionario y restringir las consecuencias políticas, sociales y económicas de las revo-

El pueblo sirio, a pesar de todo, resiste y continúa su lucha para construir una nueva Siria.

La revolución permanente significa oponerse y derrocar el régimen dictatorial de los Assad y oponerse a los imperialismos mundiales y regionales, que intentan desviar el proceso revolucionario sirio para defender sus propios intereses y para atacar los del pueblo sirio. Es por esta razón que rechazamos y condenamos todas las intervenciones extranjeras en Siria, ya sea mediante el eje occidental y saudí-qatarí, como el eje irano-ruso porque sostienen el régimen en su represión contra el movimiento popular y le dan apoyo militar y financiero. La continuación de la revolución se inscribe, también, en la voluntad de construir una Siria libre, democrática, laica y revolucionaria que elimine todas las desigualdades y


discriminaciones sociales, étnicas, de género y religiosas, que apoye el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo, que respete las minorías religiosas y étnicas y que garantice las libertades democráticas y políticas de todos y todas. La revolución será permanente porque se compromete igualmente a apoyar la liberación del Golán ocupado, a sostener los derechos del pueblo palestino para el regreso de los refugiados, a la autodeterminación del territorio de la Palestina histórica y a apoyar a los demás pueblos de la región en sus luchas contra sus dictadores y el imperialismo. Es necesario que todas las fuerzas progresistas y democráticas apoyen al movimiento popular sirio y a la izquier izquier-da revolucionaria siria implicada en su lucha contra el régimen dictatorial. Por ello os invitamos a expresar claramente vuestro apoyo y vuestra solidaridad a la revolución siria y al pueblo sirio sublevado. Viva la Revolución popular siria

Damasco, 23 septiembre 2012 Corriente de la izquierda revolucionaria siria

Declaración del Frente Obrero sobre el conflicto turco-sirio

Contra las políticas bélicas del imperialismo y del Gobierno turco; apoyemos la revolución siria El 3 de octubre un obús sirio cayó en territorio turco, sobre el pueblo de Akçakale, y cinco ciudadanos turcos perdieron la vida. El Gobierno turco del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), utilizando este incidente para fortalecer su política intervencionista en Siria, bombardeó posiciones militares sirias como respuesta al ataque, y consiguió del Parlamento una autorización que permite el envío de tropas a países extranjeros. El Gobierno del AKP se encuentra en un callejón sin salida ante el proceso sirio. Después de retirar su apoyo al régimen de Al Assad el año pasado, intentó construir un bloque de oposición bajo su tutela, para poder controlar la revolución siria, pero fracasó en su empresa. También le cogió por sorpresa el creciente control del pueblo kurdo en la parte Este de Siria. Por eso el Gobierno turco, tanto para impedir la formación de una zona kurda libre en Siria, como para poder controlar el proceso de la revolución siria, apoya activamente la creación de un “corredor de seguridad” (noflight zone) en la parte siria que bordea la frontera turca. Actualmente, el imperialismo no tiene el plan de intervenir forzando una guerra contra Siria; así que ni la creación de una zona de seguridad, ni la intervención de Turquía en Siria por su cuenta tienen viabilidad inmediata. Los gritos belicistas del Gobierno del AKP, no son más que un rugido nacionalista para disimular su fracaso en la política siria. Esto no quiere decir que nunca vaya a estar en el orden del día una intervención imperialista en Siria. Cambios drásticos en el escenario político pueden llevar en esa dirección la agenda del imperialismo. Sin embargo, sea cual sea la situación, los revolucionarios siempre estaremos en contra de cualquier intervención por parte de países como EE.UU., Turquía, Gran Bretaña o Francia (agrupados bajo el lema de “Amigos de Siria”); o de Gobiernos como los de Rusia, China, Irán, que apoyan al régimen sirio. Cualquier intervención extranjera en Siria perjudicará en primer lugar al pueblo sirio que lucha heroicamente contra el régimen de Al Assad, y daría legitimidad a ese régimen. El pueblo sirio que enfrenta al régimen dictatorial de Al Assad no necesita el “apoyo” del imperialismo ni del Gobierno Turco que quieren secuestrar la revolución. Lo que se necesita en Siria es la solidaridad internacional organizada de la clase trabajadora y de la Izquierda mundial.

5.10.2012

Email: frontline.left@yahoo.com Blog: http:// syria.frontline.left.over-blog.com/

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Asalto al consulado de EEUU en Libia

El islamismo militante, la izquierda mundial y la lucha de clases en el norte de África y oriente medio El 11 de septiembre una multitud asaltaba el consulado de EEUU en Benghasi, respondiendo a un vídeo insultante contra el Islam y el sentido común, y matando al embajador y a otros tres trabajadores. Rápidamente las protestas se extendían a casi todos los países de la zona. No es la primera vez que se asaltan las embajadas de EEUU, ya ha ocurrido en muchas ocasiones en Irán, Túnez, etc. Estas acciones son realizadas por militantes islamistas, de la misma ideología que llevó al poder a los ayatolas en Irán en 1979 en su lucha contra el Sha, los mismos que combaten contra la invasión yankee en Afganistán, los que gobiernan en Gaza y se oponen al reconocimiento de Israel, los que en Líbano combaten las ocupaciones sionistas, los que combatieron en Irak y están encarcelados en Guantánamo, los que mandan brigadas internacionales a luchar a Libia, Siria, Irak, allí donde reine la injusticia. Como dice un amigo, el internacionalismo islámico se posiciona. Todo este movimiento se da en un proceso de cambio en la zona al que nosotros llamamos revolución y otros llaman simplemente contrarrevolución. ¿Qué dice la izquierda mundial de todo esto? ¿Cómo lo utilizan los EEUU?

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Una caracterización del islamismo Sin duda, el referente mundial revolucionario de gran parte de la izquierda está hoy en Chávez, Castro, Morales, Correa, y su posición ha sido clara ante las revoluciones árabes: poco apoyo a las movilizaciones en Túnez y Egipto, total apoyo a Gadafi y a Bashar en

Libia y Siria. Esta posición se basa en que antes Libia, y ahora en Siria, había gobiernos antiimperialistas y todo estaba orquestado desde el exterior para apoyar a mercenarios armados hasta los dientes por la CIA contra esos gobiernos. Estos “mercenarios” son los islamistas, a los que quienes piensan así desde la izquierda clasifican de modos diferentes: los iraníes son buenos pues son antiimperialistas (aunque lapiden a mujeres por adulterio y las obliguen a vestir de cierta manera); los de Hezbolá también son buenos pues combaten a Israel (aunque el partido de dios sea burgués y antisocialista); si son de Hamás son medio buenos pues combaten la ocupación israelí –pero ya se les empieza a ver el plumero con Qatar y, ni una palabra cuando se encarcela a sindicalistas en Gaza por celebrar el primero de mayo-; si son los talibanes no se definen claramente; si son los presos de Guantánamo que lucharon en Irak se pide su libertad si los encarcela EEUU, pero ni una palabra cuando son asesinados en cárceles de Libia o Siria, aunque sean los mismos, porque si estos islamistas son libios son muy malos, y si son sirios malísimos. Todo parecería indicar que los chiitas son buenos y los sunitas son malos para el eje bolivariano. Por nuestra parte, discrepamos de esas caracterizaciones. Para nosotros el islamismo, chiita o sunita, es, por una parte producto del movimiento antiimperialista en la zona (y se enfrenta a EEUU, Israel y las potencias occidentales), y por la otra totalmente reaccionario, llegando a rozar los métodos fascistas, un enemigo de los socialistas revolucionarios y de la clase obrera mundial. El islamismo militante tiene un doble carácter pues arrastra a las capas más empobrecidas de la sociedad y al mismo tiempo sirve de freno a la revolución. ¿Cómo explica

Chávez que los mismos que han sido armados hasta los dientes por la CIA para derrocar a Gadafi, en apenas seis meses hayan matado al embajador de EEUU en Benghasi? Nosotros lo explicamos en el contexto del proceso revolucionario que se vive en la zona, que hace más débil al imperialismo, lo dirija quien lo dirija, pues este proceso ha roto el statu quo de la región, cuyo centro es el estado de Israel como garante del orden económico y político del que formaban parte Ben Ali, Mubarak, Gadafi y Bashar, socios fieles del imperialismo, aunque con la boca pequeña soltasen discursos contra Israel. Cómo combatir el islamismo político La izquierda calla ante la muerte del embajador de EEUU porque no sabe qué decir. Los más amigos de Gadafi dicen que a los yankees les está bien empleado por haber liado la que liaron en Libia: si no hubieseis apoyado a los rebeldes libios, amonestan, no os hubiesen matado al embajador. Y como si fueran consejeros del imperialismo, les advierten de que puede pasarles lo mismo en Siria, y de que les está pasando lo mismo en Egipto. James Petras lo dice así: “el régimen de Obama condujo la guerra aérea y marítima que devastó la economía de Libia, destruyó su integridad nacional y permitió que una gran cantidad de grupos fundamentalistas terroristas extranjeros y nacionales se hicieran con el control de vastas regiones del país (…) Los fundamentalistas islámicos, los clanes, las bandas, los tribalistas, monárquicos y docenas de otros señores de la guerra locales que la UE y Washington financiaron, armaron e importaron para derrocar a Gadafi hicieron mucho más: destruyeron todo el tejido de la sociedad civil organizada, el Estado y la


autoridad pública. Frente a un mundo hobbesiano y caótico de feudos en guerra, muchas gentes han retornado a sus grupos primarios — familia, clan, autoridades religiosas, que pudieran ofrecer cierta protección mínima en el hogar, en la calle y en el lugar de trabajo. El asalto al consulado de Estados Unidos ha sido sólo uno de los miles de ataques violentos contra la propiedad y las autoridades nacionales, regionales y locales. La propia policía, el ejército y los ministerios están infiltrados por facciones armadas religiosas y laicas que pretenden asegurarse los escasos ingresos del petróleo para su grupo particular”. Lo que Petras no dice es que asaltar una embajada y matar al embajador es un acto antiimperialista. Podremos estar de acuerdo o no con el método, pero asaltar una embajada de la mayor potencia mundial, la que asesina y da golpes de estado, por ejemplo en Vene-

be, que lo único que ha hecho ha sido dejar abandonado el campo antiimperialista y de la lucha de clases, apoyando a dictadores salvajes al estilo de Videla, Pinochet o Franco, y haciéndoles pasar en algunos casos –Gadafi, Bashar o Ahmadineyadpor lideres antiimperialistas, aunque asesinen a los comunistas, como los del Tudeh en Irán. Tal y como esa izquierda hizo con Saddam Hussein cuando invadía Kuwait o asesinaba kurdos, o ahora con Nasralla, silenciando su carácter de clase burgués. La única manera de hacer frente a la influencia islamista en Líbano, Palestina, Libia o Siria, es apoyando totalmente estas revoluciones, luchando contra sus dictadores y denunciando al islamismo por inconsecuente, porque para romper con el imperialismo hay que dar de comer a los trabajadores nacionalizando la tierra, el petróleo, etc. Y esto el islamismo no

zuela, es un atentado “contra el orden establecido”, un ataque “contra la autoridad nacional y la propiedad”… y en una revolución se trata de eso justamente. Es casi insultante que, al mismo tiempo que habla de un atentado contra el estado y la autoridad pública, niegue que estemos ante una revolución. ¿Democrática? ¿Socialista? Podemos discutirlo, pero es una revolución como la copa de un pino y justamente por lo que dice el mismo Petras. Aunque no diga que si estos islamistas crecen políticamente es por la total inoperancia de una parte de la izquierda mundial y ára-

lo hace, pues además de religiosos son burgueses; de segunda división en comparación con Obama, pero burgueses. La denuncia del islamismo en sí no vale para nada si no denunciamos a los que tienen el poder en la zona y no luchamos contra ellos, acompañando el proceso y no burlándonos de él como hace la izquierda mundial, llámense Chávez, Castro o PCE. Estas revoluciones son producto de la situación de injusticia en la zona, de la falta de libertades y de la miseria. Y esto es lo que hay que denunciar, como hicieron los trabajadores y los jóvenes en la cuenca mi-

nera en Túnez contra Ben Ali, haciendo huelgas por el trabajo, insurrecciones, y ahora también contra Nahda, pero desde la barricada, denunciando al salafismo y al gobierno como instrumentos del capital. Los gobiernos de Cuba y Venezuela, mediante sus ministerios de Relaciones Exteriores, se suman a la condena internacional por el ataque terrorista perpetrado contra el Consulado de Estados Unidos en Benghasi. Así nos va en oriente medio y el norte de África, ¿de qué antiimperialismo hablamos? La reacción de los EEUU Lo primero que hace Obama es mandar aviones a la zona, calificando el acto de terrorista (no deja de ser también muy curioso que los que estaban contra la intervención militar en Libia hace unos meses, ahora callen ante los aviones que manda USA) y exigiendo la disolución de las milicias libias. A sus órdenes se pone el nuevo gobierno libio, que rápidamente convoca en Benghasi una manifestación de apoyo al gobierno y por la disolución de las milicias. Que los líderes libios lloren por el asesinato del embajador es normal, también es normal que quieran el desarme de las milicias para tener ellos todo el control; lo que no es normal es que las milicias, calificadas de “mercenarias de la CIA” e “imperialistas”, se enfrenten con el gobierno libio y asalten una embajada imperialista. Los marxistas deberíamos estar acostumbrados y analizar estas contradicciones, indisociables de las luchas de los pueblos y los marcos geoestratégicos. Como pasó en Afganistán, donde los talibanes luchaban con el imperialismo contra la URSS, y ahora se han vuelto en su contra. Pues igual que en su momento se pidió la salida de la URSS, y la de los EEUU de Afganistán, ahora hay que pedir que se vayan los EEUU de Libia y de Siria, y que sea el pueblo el que decida su destino. El imperialismo puede llegar a acuerdos con los islamistas, claro que sí, pero con quien no va a llegar a ningún acuerdo es con el pueblo árabe en torno a la supervivencia de Israel y el reparto de los recursos energéticos de la zona. EEUU quiere parar estas revoluciones en la zona, controlarlas políticamente, y es por eso por lo que

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interviene en Libia –no para “derribar un gobierno del pueblo”, sino para que no se les escape nada de las manos. Desgraciadamente para la izquierda mundial, lo primero que escapa a los imperialistas es el islamismo, que es quien les da dolores de cabeza, en Rafah, en Gaza, en Siria, o en Túnez, apoyando revoluciones legitimas del pueblo, mientras otros se ríen de ellas y le dejan la vía libre. En las calles de Libia hay mucho poder y ese poder es lo que quiere acabar EEUU; por eso rápidamente llama al desarme de las milicias. Oponerse a estas medidas de los EEUU y del nuevo gobierno libio es ser antiimperialista, y no lo es apoyar a los tiranos de la región, ni reprender a los pueblos insurgentes y lamentarse de los riesgos ciertos que se viven en las revoluciones.

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La izquierda mundial en bancarrota: tenemos que reaccionar Esta reflexión trata de incorporar un llamamiento a toda la izquierda mundial -incluyendo a Chávez, Castro y los Partidos Comunistas- para que abandonen su política actual y apoyen con todo a las revoluciones árabes. Porque es justo, porque es la única manera de acabar con la influencia islamista y con el imperialismo, y sobre todo porque su pretensión de que estas revoluciones han sido patrocinadas por EEUU, armadas por la CIA y por Israel a través del islamismo y de “mercenarios”, se ha revelado completamente falsa, como lo demuestran los asaltos a las embajadas, las manifestaciones contra Israel y los miles de huelgas que se están dando en todos esos países. Esto no ha hecho más que empezar. El proceso es largo y aún estamos a tiempo. En Siria se juega una batalla crucial contra otro tirano, y de nuevo los islamistas se harán fuertes gracias a nuestros errores. La clase obrera del norte de África y Oriente Medio tiene que ver manifestaciones en Europa y en Latinoamérica, a las que deben ver como un faro para su revolución y como un apoyo. De otra manera, tras la caída de Bashar no nos callemos o nos echemos a llorar cuando los islamistas sirios asalten los altos del Golán y quemen al embajador norteamericano, y el CNS o el gobierno títere de turno llame a la paz, al orden y al desarme de las milicias que atacan a Israel. Enton-

ces será muy tarde ya, se nos habrá pasado el tiempo, y repetiremos de nuevo el sermón sobre los islamistas fascistas: que estas revoluciones no valieron para nada. No dijimos lo mismo de la revolución portuguesa, por ejemplo, y mirad como está Portugal ahora; o de la sandinista y mirad como está Nicaragua ahora. Todavía hay tiempo de rectificar, como la izquierda hizo en el 59 con Cuba, donde un barbudo -como los islamistas de ahora-, armado por la CIA según decían los comunistas oficiales, junto al Che Guevara, a quien llamaban “aventurero”, tomó el poder; los mismos que lo criticaban entonces lo endiosan ahora, y los mismos que criticaban la revolución iraní contra el Sha la endiosan ahora. Hay tiempo de que la izquierda se sitúe correctamente en el proceso revolucionario; no lloremos mañana por cómo está el mundo si no hemos actuado hoy. James Petras hace este balance de las revoluciones: “en todo el mundo musulmán, una nueva oleada de políticos reaccionarios, corruptos y serviles han tomado las riendas del poder apoyados por los mismos militares, la misma policía secreta y el mismo poder judicial que sostuvieron a los gobernantes anteriores. La muerte y la destrucción es rampante; la pobreza y la miseria se han multiplicado, han quebrado la ley y el orden, matones reaccionarios han tomado el poder político cuando antes eran una fuerza marginal. Los niveles de vida han caído, las ciudades están devastadas y el comercio está paralizado. Y presidiendo este “Invierno árabe” se encuentran las potencias occi-

dentales, Estados Unidos y la Unión Europea —con la ayuda de las monarquías absolutistas despóticas del Golfo, su aliado turco y un ejército variopinto de mercenarios terroristas islamistas y sus posibles portavoces del exilio”. El mensaje de Petras a los pueblos que se levantaron está claro: no habéis hecho otra cosa que fortalecer al imperialismo, mejor haberse quedado en casa sin comer, o en la cárcel de Kasherine o Abu Salim, vuestro esfuerzo fue en vano, ahora estáis peor, Ben Ali mantenía a raya a los islamistas, también a los huelguistas mineros de Redeyef. No hay diferencia entre el mensaje de Petras y el del imperialismo americano y europeo en la zona hasta hace apenas dos años: los dictadores contienen a los barbudos. Son mensajes como éste los que hacen crecer precisamente su influencia. Un revolucionario marxista describiría el proceso de otro modo: acabasteis con un tirano que no daba más que cárcel y miseria, vuestra lucha cuenta con todo nuestro apoyo; cayó Alí Baba pero se quedaron los 40 ladrones, os quieren robar la revolución, no lo permitáis; la misma policía que os reprimía y encarcelaba con Ben Ali es la que manda, la que mató a vuestros hijos y sigue reprimiendo en la calle, el ejercito que os asesinó sigue intacto, la miseria y el paro son iguales, las multinacionales ganan millones… por eso es necesaria una segunda revolución que rompa con el imperialismo y nacionalice sus empresas, por el pan, el trabajo y la libertad.

José Díaz


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