Lee las primeras páginas de 'Algún día llegarás'

Page 1

Corazón

Mi querida nieta, imagino que no puedes saber quién te escribe esto en este instante concreto de tiempo en el que tecleo guiada por un sonoro corazón que bombea recuerdos. Sobre todo porque es prácticamente imposible, ya que tú aún no has nacido y tu madre apenas es una niña de cinco años con la que ya tengo mis pequeñas batallas; tiene un genio increíble y cuando su carácter explosiona, tu abuelo, tu tío y yo, nos miramos sonriendo, sorprendiéndonos una y otra vez ante sus ataques volcánicos. Si las previsiones actuales de tu madre se cumplen, te vas a llamar Corazón, así que ese va a ser tu nombre en este cuento. No sabes lo difícil que resulta hacerle cambiar de idea, de hecho me sorprende enormemente lo claro que lo tiene todo con respecto a los gustos. Yo que voy y vengo, cual ola marinera se forma y se deshace, yo que digo blanco y a los dos segundos me planteo que tal vez el negro sería mejor y sin embargo vuelvo al blanco si mi marido me anima a que elija el negro. Ella no, ella sabe claramente si quiere blanco o quiere negro, diga yo lo que diga. Rocío es una princesita que baila sobre las nubes, que imagina mil historias y se las cree, que es capaz de jugar con un par de piedras porque su imaginación las convierte en princesas en peligro y las hace bailar y cantar, y pelearse. Marcos es un niño que parece un pequeño hombre, de vez en cuando patalea y lloriquea como el niño que realmente es, pero su madurez te hace verlo como un apuesto y sensible pequeño hombrecito delicado. Ambos me abrazan, se ríen, se pelean, se quieren, llenan de sentido mi vida y toda yo me sumerjo en su mundo y prácticamente desaparezco para fundirme en su caminar. Los hijos son un trocito de ti que vigilas con tiento, por los cuales te olvidas de que el cuerpo base tiene necesidades, cambias las prioridades, y la creatividad se vuelca en decorar sus vidas de la mejor manera; y pintas cuadros de colores, y bailas, te maquillas, te ríes para ellos. Tú ya no caminas sola, eres un conjunto de trocitos de ti repartidos por el mundo; tú tienes la mente ocupada en hacer todo lo posible para que la felicidad sea un estado permanente en esas criaturitas que revolotean por la casa. Cuando tienes un hijo ya nada vuelve a ser igual, todo se ve de otra manera, tamizado por unos ojos maternales que lloran por


sus tristezas y se iluminan con sus alegrías. No me imagino el momento en el que tú llegues al mundo o un primo tuyo aterrice en mis brazos de abuela sabia. Será el momento de hacer sopitas ricas para alimentar con calor de madre a mis hijos y a mis nietos, para que se sienten en mi mesa y alimente sus sueños con el conocimiento que me dieron los paseos por la vida. Como habrás podido intuir, yo soy tu abuela Isabel. ¿Que por qué tiene sentido escribir este libro? Verás, Corazón, el tiempo pasa tan deprisa que tengo la sensación de que cuando me quiera dar cuenta habrá pasado todo delante de mis ojos sin dejar apenas un rastro; temo que llegue un día en el que al mirar atrás no encuentre nada, y también me aterra pensar que si desaparezco, nada de lo que he vivido se hospede en el recuerdo de nadie; es como si tuviera la necesidad de inmortalizar momentos importantes de mi vida para asegurarme de que llegan hasta ti y te pueden servir. Sé que los consejos son solo para el que quiera que se los den, pero cuando uno lee una historia con libertad e intriga por saber algo que el autor estaba dispuesto a contar, tal vez, en algún momento pueda ser útil una frase, una vivencia, un miedo, sobre todo si esas líneas las escribió alguien en el que vernos reflejados, alguien que como tú comenzó a caminar por el mundo con el culo al aire y la maleta vacía. Yo te ofrezco mis vivencias, mis torpezas, mis dolores y mis sueños, para que tú hagas con todo ello lo que mejor entiendas; quizás no son los mejores ingredientes para elaborar una apetitosa tarta de fresa, pero es lo que tengo para darte: mi vida. Así si de repente una enfermedad neurodegenerativa ataca a mis recuerdos, éstos estarán recogidos en una serie de páginas escritas con amor y necesidad, y protegidos para siempre en un rincón de una biblioteca cualquiera. ¿Te has dado cuenta? Miedo a quedarme sin memoria, miedo a que llegue un día en el que empiece a vestirme con prendas imposibles y atemporales, miedo a que se repita la historia. Ya sé, ya sé que no se puede plasmar todo, lo pensaba el otro día, y tantas veces; no es posible captar cada segundo en el que miras tu mundo contemplativamente, y sientes el frío del invierno, el crujir de las hojas que caen en otoño, el canto primaveral de un pájaro o la molesta sensación de la piel quemada por una imprudente exposición al sol. No es posible querida hacer


que las sensaciones físicas no mueran con el paso del tiempo, de los minutos, de las horas. Pero la emoción, esa puede quedar reflejada en un papel. Y los miedos, tantos miedos que me han ido acompañando, miradas al vacío, asomándome a un terrible precipicio; las múltiples veces en las que un desenlace fatal hubiera podido producirse, y las veces en las que se produjo, el terror, el pánico, el miedo transformado en pesadilla cumplida y realizada. Pero también el sueño, sí querida, las cosas buenas también pueden ocurrir y los sueños realizarse, es la única certeza que tenemos, es lo que se evidencia cuando se cumplen los peores pronósticos: lo mismo puede pasar con las cosas buenas.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.