Revista número 14

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AMIGOS

DEL

C O N V E N TO

DE LA

HOZ


AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14

SUMARIO Nuestros mayores … y sus oficios. . . . . . . . . . . . . . . . .pág. 2 El temple segoviano.

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Matanzas caseras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .pág. 13 Los niños en la VII Senda de los Frailes.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .pag. 18

EDITA: Asociación Amigos del Convento de la Hoz

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Clemente García de Andrés

. . . . . . . . . .pág. 15

Villancico de San Frutos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .pág. 17 Recetas tradicionales.

NUESTROS MAYORES...Y SUS OFICIOS

COLABORAN EN ESTE NÚMERO: Carlos Santa Engracia Eugenio Chicharro Mercedes Chicharro Rafael Alarcón Herrera Teodoro Martín Gil Jose María Hernández Pascual Niños: Raúl Sánchez Fresnillo Alejandra Criado Nuria Pinilla Henar Fernández Santa Engracia Rodrigo González Santa Engracia Emeteria Gregoris y Pilar Cuesta FOTO DE PORTADA: Ermita S. Frutos (www.google.com) FOTOS: Fernando Sebastián (Esca) Eugenio Chicharro Marimar Criado Juan Antonio González Depósito Legal SG-96/2004

Nos encontramos a Clemente García de Andrés (más conocido en Sebúlcor por el Sr. Clemente) una cálida mañana del mes de agosto dando un paseo por la carretera y le proponemos una pequeña charla en la que nos cuente sus vivencias en Sebúlcor en general, y en particular sobre su oficio de Guarda Forestal. Se muestra amable y dispuesto para ello pero decidimos aplazarlo a la frescura de la caída de la tarde. Acudimos a la cita y nos recibe, en esta ocasión, acompañado de su esposa, la Sra. Servi (90 años). Se trata de uno de los matrimonios más mayores de Sebúlcor puesto que el Sr. Clemente cuenta con 93 años, aunque con la cabeza perfectamente lúcida.

Una vez acomodados todos, el Sr. Clemente nos empieza a contar que nació en el año 1917 en el pueblo segoviano de Marazoleja y que entró de Guarda en Sanchonuño y Zarzuela del Pinar el 2 de julio de 1942: “Tuve


AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 que hacer una prueba de acceso... solicitarlo... y luego, después, salí de Guarda”. Allí estuvo por espacio de 4 años y medio hasta que, en el año 1946, con 29 años, vino a Sebúlcor por las “...cosas de la Guardería, me mandaron venir aquí... ¿cómo iba yo a pensar que iba a estar aquí, de Guarda, hasta que me he jubilado en el año 1984? Sobre Sebúlcor nos dice que él entonces “yo este pueblo no le conocía hasta que no vine aquí. No lo había oído ni en el mapa”.

La ropa, sí que me daban el traje de Guarda. Era lo único que me daban gratis”. Respecto al área en el que se desarrollaba su trabajo, éste era amplio: “Tenía Fuenterrebollo... y hasta Carrascal... y Navalilla, osea, las operaciones las hacíamos entre tres o cuatro Guardas en estos montes de por aquí. Cuando había que hacer una operación de una cosa y otra, que no lo podía hacer uno sólo, tenía que ir con el Sobreguarda, que entonces había”.

Su trabajo dependía del Estado y tenía en Segovia al Ingeniero, que era su superior jerárquico y en cuanto a su salario nos dice que “cuando entré de Guarda aquí ganaba 3000 pts. al año, osea unas 300 mensuales”. El material que tenía para el desarrollo de su trabajo tampoco parecía mucho: “Tenía dos o tres extintores y alguna pala como herramientas por si había fuego.

Al principio, y mucho tiempo después, su trabajo era bastante sacrificado: “No teníamos nada, más que ir a pie. Al final compré una moto, aunque ni me pagaban la gasolina. Era de mi cuenta todo. Y antes, que no tenía la moto, pues andando... de aquí a Fuenterrebollo y a Carrascal... y andando. Salía a primera hora, de noche, y llegaba casi a donde tenías que hacer la

operación todavía sin haber salido el sol. No había horario, llegaba el Sobreguarda y decía “mañana a tal hora aquí”, pues ¡hala!, y a tal hora dejarlo, algunos días de noche casi, cuando no se veía. Hemos sido esclavos, no creas que... a según ahora... cada uno de los Guardas tiene su coche...”. Labores en el monte había muchas. No faltaba el trabajo y hacía “en las operaciones del monte, de todo: teníamos que marcar los pinos para corta, teníamos que marcarlos para resina y hacer el control de revisión que se hacía cada 10 años... contar todos los pinos que había en los montes... todos, desde 10 cm. en adelante. En el pinar de Sebúlcor había unos 70 y pico mil, y los contábamos entre tres o cuatro. Iba el capataz apuntando lo que le íbamos diciendo e iba haciendo una raya para saber lo que se contaba”. El Sr. Clemente, haciendo un alarde de memoria

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nos da incluso algunos datos más específicos sobre el pinar de Sebúlcor: “Tiene 700 y pico hectáreas. Hay 2 cuarteles con 16 tranzones cada uno y cada tranzón tiene 22 hectáreas”. Pero, además de sus obligaciones, muchas veces le tocaba “ayudar a los rematantes que, a lo mejor, llevaban motosierra y con la alforja, con la gasolina y tal... y te venía él sólo, tenías que ayudarles a ellos”. Tanta actividad en el monte hacía que, a criterio del Sr. Clemente, “el pinar estaba antes en mejores condiciones porque aquí se olivaba todos los años tres o cuatro tranzones.

Según se veía de un año para otro ya decía: bueno, pues para el año que viene... tanto, y tanto te llevabas a hacer una valoración de lo que se iba a llevar el hacer la operación. Es que entonces los obreros trabajaban, porque a mí no me ha protestado nadie en 42 años. De los que trabajaban antes y de los que han cogido luego del paro y eso, pues... si no les veías te zumbaban. Yo tenía un Sobreguarda que estaba sobre mí, y si no hacía las cosas que tenía que hacer pues tú verás... y luego por debajo pues los obreros... De obreros trabajaban, del pueblo, te voy a decir que todos los que había ya de la edad de 16 ó 18 años. Si íbamos a olivar pues a olivar, si íbamos a hacer hoyas... pues también”. Tal vez fuese debido a tanto trabajo y limpieza del monte que tan sólo recuerde el Sr. Clemente, en lo que él ha estado de Guarda “unos 3 incendios, uno que fue de caza, le gustaba

fumar y tiró la cerilla y en vez de quedar apagada quedó encendida, pero vamos, de casualidad 2 ó 3 incendios”. Además nos apunta que “no había retenes, se apagaban con los obreros y la gente del pueblo”. Una chispa de nostalgia se apodera del Sr. Clemente al salir el tema de los resineros: “Los resineros no eran solamente el que resinaba, que es que había que coger la miera, pues tenían que ir dos o tres de la familia... por eso casi se ha dejado porque aquí, si hubieran querido seguir los resineros, podían haber seguido, porque un rematante de Lastras me llamó una vez y me dijo: “¿hay personal ahí para resinar pinos?”, y yo le dije: pues los que hay ya se han jubilado, les pagaban el paro y ya... En algunos pueblos como Cabezuela y Fuenterrebollo han estado resinando hasta hace poco y no sé si no lo siguen trabajando todavía. Era


AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 muy esclavo. Empezaban el 1 de marzo hasta el 15 de octubre y en el invierno iban a hacer las cosas que había que hacer en el monte, por jornal, día que trabajaban, día que cobraban”. También se emociona (él y la Sra. Servi, que le apunta algunos datos) al recordar nuevamente su llegada a Sebúlcor: “Cuando vinimos nosotros aquí nos dieron de casa el Salón, porque llegamos aquí y no nos daban casa. No querían Guarda. No habían tenido Guarda nunca y les sentaba mal que le hubiera y es que yo en el campo tenía autoridad. Si veía a alguien haciendo algo malo le denunciaba ante mi jefe, el Ingeniero que había en Segovia, y tenían que pagar la multa allí. Me respetaban. Yo he sido para el pueblo lo mejor que he sido, pero ellos también conmigo”. En cuanto al pueblo de Sebúlcor sí que recuerda que a su

llegada se lo encontraron en un estado muy diferente al actual: “El Salón le hicieron en el 45 y nosotros vinimos luego en el 46. El frontón le he visto yo hacer en el 47. Antes jugaban delante de la Iglesia. Lo pagó el Ayuntamiento. Está hecho de piedra de sillería y la labraron aquí los canteros”. La Sra. Servi apunta además: “En el pueblo no había agua corriente. Teníamos que ir con cántaras a por ella a la fuente. Entonces había dos chorros cayendo todo el día allí. De allí iba a los lavaderos, que entonces estaban enfrente del pilón. A la izquierda era el manantial y ahí lavaban las mujeres, en el mismo terreno, sin edificio. El lavadero actual no estaba hecho. Le hicieron diez o doce años después de venir nosotros. El manantial, que sigue manando agua, sale templada, incluso en el invierno. Venías con la ropa helada, lo echabas al agua y se quitaba el hielo”.

No podíamos terminar la conversación sin preguntar al Sr. Clemente sobre sus recuerdos del Convento de la Hoz. “Cuando yo vine resulta que las ventanas y eso del Convento todavía existían pero luego, los mismos de Carrascal yo creo que se las llevaron, con barcas y eso; las tiraron y se las llevaron. Ya no había tejado. Cuando yo vine aquí ya no existía nadie allí. Y ahí se llevaron un escudo a Cabezuela. Entonces vinieron y no... era cosa del alcalde... no tenía que ver yo nada... en la cosa del río, sí. Si uno estaba pescando y no tenía licencia y tal, pues había que denunciarle, osea que nosotros éramos Guardas Forestales: caza y pesca fluvial. Lo mismo podías denunciar a uno que estaba cazando que a uno que estaba pescando. En el campo se veían animales: zorras y eso, aunque lobos, que se han visto después, no había visto nunca. Y jabalíes había muchos. Pero lo que

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AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 había cuando yo vine aquí era una cantidad de conejos... bueno... y ahora ya no se ven, desde que vino la mixomatosis”.

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Nuevamente se empieza a emocionar al echar la vista atrás y recordar su infancia: “Yo estuve hasta los nueve años en el colegio y después ya no volví. Íbamos luego a la Escuela de Adultos. Y después de los 9 años, a trabajar: a guardar las ovejas... o los cerdos... o las cabras. Para sacar la plaza de Guarda tuve que estar preparándome luego. Cuando yo salí del colegio cuanto que sabía las primeras cuatro reglas: sumar, restar, multiplicar y dividir. Luego tuve que aprender. Nosotros éramos 7 hermanos y mi padre, que era albañil, con lo que ganaba no daba, y había que agarrarse a lo que fuera. A los 15 años empecé a trabajar de labrador. No podía con los

sacos de trigo y tenía que subirles. Y con unas cosechas que había allí, en mi pueblo... ya ves, se cogían, de cebada, 1200 fanegas, donde yo estaba sirviendo; y de trigo, 800. Pues para mover todo eso y segarlo... y trillarlo... y subirlo al sobrao había que... Así es que cuando yo vine aquí iba a ayudar a varios a segar y decían: ¡Joder con el Guarda, si siega más que nosotros!”.

J. Carlos Santa Engracia Eugenio Chicharro Mercedes Chicharro (Puedes ver en vídeo la entrevista completa en www.sebulcor.com)


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EL TEMPLE SEGOVIANO “SE PULE GAZO” (UN ENIGMA HISTÓRICO) Cuando estudiamos las posesiones que la Orden de los Caballeros del Temple (1118-1312), al norte de la Cordillera Central, encontramos un aparente vacío en las tierras segovianas. La encomienda templaria más cercana, parece ser la de Medina del Campo (Valladolid), a escasa distancia de los límites con la Comunidad de Villa y Tierra de Segovia. En 1310, en pleno proceso para la disolución de la Orden, su comendador era frey Diego, el cual recibió la famosa “Citación de Medina del Campo”, que reclamaba la presencia de todos los templarios residentes en las encomiendas de los reinos de Castilla y León, en dicha ciudad de Medina, para el 27 de abril de 1310, a fin de comparecer ante la Comisión Pontificia que había de juzgar su caso. Aunque Diego Colmenares1, en 1637, cita Segovia como “Encomienda del Tem-

ple” desde fines del s.XII, con el templo de la Vera Cruz por sede de la misma, no hay constancia documental de su existencia, pues no figura entre las enumeradas en la citación dada en Medina en 1310. Aunque es de señalar, que en dicha citación tampoco figuran encomiendas tan significativas como Ponferrada y Alcañices, aunque es en ésta última donde se presenta la citación, el 21 de abril de 1310, para que los caballeros acudan a Medina el 27 corriente. Caso de existir tal encomienda, en Segovia, las posesiones de esta comarca dependerían de ella, y no de Medina. ¿Es posible? Esa presunta ausencia de posesiones templarias, en la región segoviana, la justifican ciertos historiadores de diversas maneras, todas las cuales se contradicen con la realidad. En primer lugar, alegan su régimen administrativo, pues al ser Segovia una

“Comunidad de Villa y Tierra” no era propicia al establecimiento en su territorio de propiedades de las Ordenes Militares. Pero el análisis no es tan simplista, porque el hecho de que la zona “no fuese propicia”, no implica que tales establecimientos fueran absolutamente imposibles, de hecho conocemos posesiones de las Ordenes del Santo Sepulcro, los Hospitalarios de San Juan, y la de Santiago. El segundo argumento, consiste en apelar a la fantasía popular, agarrándose como a un clavo ardiendo a las palabras de Colmenares: “Cuantas ruinas de templos grandes se ven sin averiguación de lo que verdaderamente fueron, atribuye el vulgo a los templarios”. Deberían saber que, tales atribuciones, también las realiza el vulgo con edificios pequeños. Y que no son pocas las veces, que el vulgo ha adjudicado al Temple determinados edificios que, luego, los documentos han confirma-

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do como suyos, siendo el caso más señalado el del castillo berciano de Cornatel.

tema, y demuestra que no se han leído el documento del que abominan.

Un tercer motivo, para su escepticismo, lo toman de la afirmación de L.Mª. Cabello Lapiedra2, cuando dice: “Que la Vera Cruz de Segovia nunca pudo ser de templarios, porque allí está pintada la cruz patriarcal, que no consta haya sido utilizada por los templarios”. Ignorando, con rara habilidad, los lignum crucis patriarcales, que poseyeron los templarios en los santuarios de sus encomiendas de Ponferrada y Caravaca de la Cruz. Los cuales, por otra parte, adoptan idéntica forma al lignum crucis patriarcal segoviano…

Porque la bula autentificando la reliquia de la Vera Cruz, no es falsa, al contrario, es una bula completamente auténtica. Fue expedida en Roma, a mediados del siglo XVIII, por el Secretario Papal, cardenal Alepo, a instancias del Comendador Sanjuanista, fray Lloret, de Zamarramala, ya que la reliquia carecía por entonces de “auténtica” al haberse extraviado el original. Veamos su texto:

Su cuarta evidencia, la extraen de la “auténtica” referida a la reliquia, de la Vera Cruz, venerada en el templo segoviano de igual advocación. Desde que F.J. Cabello Dodero3, tuvo la osadía de citar dicho documento, como prueba de la posesión templaria del lugar, se ha venido esgrimiendo que es “una burda falsificación de mediados del XVIII”. Pero esta afirmación es muy grave, ya que denota la ignorancia que poseen del

“El notado Secretario de la Silla Apostólica da testimonio a todos y cada uno de los fieles cristianos que estas letras vieren, que Honorio III, siervo de los siervos, de Dios, tomó un fragmento del brazo derecho de la Cruz del Salvador del que formó dos cruces de la misma dimensión, y juntas la una sobre la otra en forma de cruz patriarcal, las cerró en otra de oro primorosamente cincelada, al estilo gótico y adornada de muchas piedras preciosas, la cual para que perpetuasen su culto y en ella como un glorioso estandarte prestasen

juramento los Caballeros Templarios al tiempo de ser admitidos en la Orden; la regaló y dio a la Iglesia del Santo Sepulcro del Señor que está situada al septentrión de la ciudad de Segovia. Dado en Roma a 13 de mayo de 1224. Alepo Cardenal de la Santa Iglesia Romana”. Sello del Anillo del Pescador. Luego, lo que el cardenal Alepo hizo, en el siglo XVIII, no fue falsificar, sino ejercer el poder que le otorga el Derecho Canónico para autentificar reliquias. Para lo cual, se basó en los testimonios de su culto centenario, inmemorial e ininterrumpido, y en los documentos del Archivo Vaticano, en concreto un breve de Honorio III (1216-1227). Por todo ello, nos encontramos ante un documento auténtico, expedido a partir de datos preexistentes en otros documentos, tal como hacen los notarios civiles. ¿Y para qué iba a querer nadie, y menos el Vaticano, atribuir al Temple tal posesión, varios siglos después, suprimida y desprestigiada ya la Orden?


AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 Y aquí atacan de nuevo los detractores del templarismo segoviano, porque dicen con total inconsciencia: “El respaldar ante los feligreses de Zamarramala el culto a la sagrada reliquia fue el fin exclusivo del documento. Otra cosa es que no se fijaran al poner el nombre de los Templarios, cuando en parte alguna documentalmente consta que fueran estos caballeros quienes edificasen el templo ni fundasen Encomienda”. ¿Así que el Secretario Papal, el cardenal Alepo, escribió “sin fijarse al poner el nombre de los Templarios”? ¿En pleno siglo XVIII y con los documentos del Archivo Vaticano ante sus narices? ¿O es que quieren hacernos creer, que el cardenal también estaba influenciado por las tradiciones populares sobre el Temple segoviano? ¿No es más lógico pensar, que su eminencia tenía ante si el documento original de Honorio III, fechado en Roma en 1224, por el que enviaba tal reliquia a los Caballeros del Temple de Segovia, para sus ceremonias de recepción de caballe-

ros, y que se limitó a copiar de dicha fuente original tal noticia?

aparezcan por parte alguna, pretenden que los consideremos “palabra de Dios”…

Pero es que, aceptar eso, implica algo que les repugna. Tendrían que aceptar, que el Santo Sepulcro de Zamarramala, no solo pertenecía a los templarios, sino que era la capilla de una Encomienda del Temple, porque únicamente en las encomiendas tenía lugar la recepción de caballeros, y únicamente en sus templos se veneraban los lignum crucis patriarcales. También “olvidan”, que la estructura del templo de la Vera Cruz, se repite con pocas variantes en las capillas de las encomiendas templarias de Atlith (Palestina), Londres, París, Tomar (Portugal), y Zaragoza, entre otras.

Según el cronista Carlos de Lecea y García4, debió ser hacia 1140 cuando el rey Alfonso VII, gran favorecedor de los segovianos, concedería al Temple el arrabal y collación de Miraflores, donde andando el tiempo surgió el pueblo de Zamarramala, como residencia de los colonos de la Orden. Allí levantaron esta original capilla del Santo Sepulcro, o Vera Cruz, que el pueblo segoviano conoce popularmente como “Los Templarios”. Es lícito deducir, que si su dedicación ocurrió en 1208, según la inscripción que se encuentra en su interior, el templo se levantaría pocos años antes.

Además tienen una curiosa “ley del embudo”: cuando se alude a documentos que avalan la pertenencia al Temple, se dice que son falsos o que no existen, pero cuando se alude a vagos “papeles”, a “viejos legajos”, que avalan la pertenencia al Santo Sepulcro, aunque “legajos” ni “papeles”,

Su advocación inicial, sería: “Sepulcro del Santísimo Cristo” (1208), por un Cristo yacente, que veneraban sobre el altar pétreo del edículo superior, similar al Cristo de los Gascones (s.XIII) que se venera en San Justo. Pronto prevaleció una nueva, “la Vera Cruz” (1224), cuando Honorio III les envió la reliquia del lignun

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crucis, que fue colocada en una cruz patriarcal, similar a la que tenían los templarios en su encomienda de Ponferrada (actualmente en el Museo de Astorga), y a la que tendrán sus hermanos en la encomienda de Caravaca de la Cruz (Murcia). Como el edículo superior, del cuerpo central, poseía ya la figura del Cristo yacente, y el altar mayor estaba ocupado por otro Cristo, en 1224 se levantó una torre, adosada al muro sur, en cuya parte baja se habilitó una capilla propia para la Vera Cruz5. Los muros estaban completamente cubiertos de pinturas, obra del XIII, que parecen representar algún tipo de desfile procesional, rodeando los muros de la nave en torno al edículo del Cristo yacente. Se conservan escasos fragmentos pictóricos, pues en siglos posteriores se repintó sobre los originales, aún así podemos ver la parte inferior de varias figuras de caballeros, algunos rostros, y una rodela con la cruz paté, roja, del Temple —hubo otras cruces, patriarcales, que han desaparecido-.

Después de la supresión del Temple (1312), el lugar pasó a manos de la Orden del Santo Sepulcro, en fecha indefinida, porque sus “papeles” más antiguos son de 1522, en los que figura el visitador del Santo Sepulcro de Toro, encomienda de la que dependía Miraflores. En 1586 los sanjuanistas aluden a “un libro antiguo” sobre los derechos del comendador sepulcrista de Miraflores. Y en el s.XVIII se nombran “los papeles que existen en el Archivo de la Encomienda de Toro”, con “infinidad de ejemplares” que justifican su pertenencia a los sepulcristas. Sin embargo, nunca se transcribe uno solo de esos documentos. En 1489, el papa Inocencio VIII disolvió la Orden del Santo Sepulcro, adjudicando sus bienes y hombres a la Orden de San Juan del Hospital, mediante la bula Cum solerti mediatione. Y aunque Alejandro VI anuló dicha unión en 1496, lo que ratificó León X en 1513, los sanjuanistas de Castilla, Portugal e Italia se negaron a devolver los bienes que les habían sido transferidos durante su breve unión. Así pasó a su poder la Encomienda de Miraflores, y el templo de

la Vera Cruz. En 1692, se realiza una permuta, los vecinos de Zamarramala, que de arrabal segoviano había pasado a ser aldea, entregan a los sanjuanistas su parroquial, de la Magdalena, y a cambio los priores entregan la Vera Cruz al Concejo Vecinal. La Magdalena, aunque sede sanjuanista, continuó siendo utilizada como parroquia, y la Vera Cruz quedó como ermita vecinal, con un santero, en la que se celebran cultos por diversas festividades, por lo cual nunca fue desamortizada. Sin embargo, su utilización se fue relegando a unas pocas fechas del año. En 1858 todavía se iba en rogativa, pero en 1861, cuando la visitó el viajero Street, estaba ya sin culto, y aunque en 1865 fue reparada y bendecida nuevamente, hacia


AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 1900 se había degradado hasta quedar como refugio de ganados, cobijo de vagabundos, y morada de gitanos. En 1949, restaurado el templo, volvió a poder de la Orden de San Juan, ahora nombrada “de Malta”. Quien no volvió, fue la imagen románica de Nuestra Señora, aquella “Virgen Morena” que presidió tantas ceremonias de los caballeros, junto a las otras reliquias. Si admitimos que la Vera Cruz fue encomienda templaria, habría que buscar cuales fueron sus pertenencias, pues la encomienda era una unidad administrativa, compuesta por diversos bienes, ya fuesen tierras de labor, templos, granjas, casas, siervos, pastos, bosques, o todo ello junto6. Siguiendo los datos recogidos por el cronista Colmenares, allá por 1637, y las diversas tradiciones populares al respecto, podemos establecer el siguiente catálogo, aunque sea “con valor de simple presunción” y a beneficio de inventario: Aguilafuente. Tierras de labor y templo de San Mamés (luego ermita de Santa

Lucía, desaparecida), s.XIII, edificado sobre una villa romana y un templo visigodo con necrópolis. Cantalejo. Tierras de labor y templo de la Virgen del Pinar (ahora ermita), s.XIII edificada sobre un templo visigodo. Según documentación del Archivo Diocesano de la Catedral de Segovia, consultada por Sigfredo Arranz, serían templarios franceses los que trajeron consigo colonos gitanos, agricultores y artesanos, para repoblar esta posesión, los cuales aportaron su peculiar jerga, la “gacería”, de la que deriva la actual “briquería”. Cuéllar. Templo de Santa María de la Cuesta, s.XII, con torre y claustro desaparecido. Gallegos. Tierras de labor y templo Parroquial, s.XII, y en las afueras la atalaya conocida como “el Torrejil”. Maderuelo. Templo de la Vera Cruz (ahora ermita), s.XII, con importantes pinturas románicas sobre el ciclo de la Vera Cruz y el Árbol de la Vida (trasladadas al

Museo del prado). Se afirma, que el Temple tenía aquí un venerado Lignum Crucis. Rapariegos. Templo del Santo Cristo de Moralejilla (ahora ermita), s.XII, edificado sobre una gran basílica visigoda. Se dice, que los templarios los templarios guardaban un aquí Lignum Crucis traído de Tierra Santa. Segovia. Templo del Santo Sepulcro, o La Vera Cruz, del arrabal de Zamarramala, s.XII-XIII. Ermita de San Miguel, s.XIII, contigua a la Vera Cruz. Templo de San Juan de Requijada, (ahora “Ventorro de San Pedro Abantos”), s.XII, mudéjar, próxima a la Vera Cruz, pertenecía a un arrabal, llamado Campo de los Lavaderos, pues sus habitantes se dedicaban a lavado de lana. Sepúlveda. Casa conventual y un templo, s.XII, aunque no se sabe cual fuera de todos los que hay en la villa. Algunos autores, como Mario Roso de Luna, apuntan a Nuestra Señora de la Peña, por el especial

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AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 simbolismo de sus esculturas. En el muro norte del castillo, se ven sillares de reempleo tallados con rosetas y otros dibujos, que podrían provenir de los edificios templarios. Sotosalbos. Templo de San Miguel Arcángel, s.XI-XIII, con galería porticada. Torre Iglesia. Tierras de labor y templo de Nuestra Señora de la Asunción, s.XII. En las afueras, a media altura de un farallón rocoso, está la ermita rupestre del Santiaguito, que la tradición popular adjudica al Temple. 12

Torrecaballeros. Tierras de labor y templo de San Nicolás, s.XII. En vista de las dificultades, pasadas y presente, para estudiar el tema del Temple en Segovia, cabría pensar que los caballe-

ros, como en alguna de sus leyendas, han colocado este velo de confusión e ignorancia, como obstáculo para preservar el secreto de su historia. En cuyo caso, cabría aplicarles una frase en “gacería”, la jerga de sus colonos, de Cantalejo, para indicar que los caballeros actúan con mala idea: “Los templarios segovianos se pulen gazo”. “Allá va la despedida la que echamos los briqueros con un porrón de pijacha y un asado de cordero”. © Rafael Alarcón Herrera. 2010. Rafael Alarcón Herrera nació en Madrid en 1949. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de La Laguna, en las islas Canarias, está especializado

en Historia del Arte. Colaborador habitual de las revistas Año Cero, Temple y Akhenaton, es un asiduo invitado a congresos nacionales e internacionales. Actualmente es uno de los mayores expertos sobre la Orden del Temple, y especialmente del Temple español, habiendo sido incluso autor de un Atlas templario peninsular, entre otras de sus obras, A la sombra de los templarios, La otra España del Temple, La última Virgen Negra del Temple, Gracias Rafael, es un honor que colabores con nuestra humilde revista que se engrandece con tu aportación y por supuesto un honor también, tenerte como amigo, Esca

NOTAS 1 Diego de Colmenares, Historia de la insigne Ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla (1637). 2 Luis María Cabello Lapiedra, La Vera Cruz de Segovia nunca fue de templarios, en Arquitectura (junio 1919) p.165-169. 3 Francisco Javier Cabello Dodero, La iglesia de la Vera Cruz, en Estudios Segovianos, 3 (1951) p.434-435. 4 Carlos de Lecea y García, Estudio sobre los antiguos templos románicos segovianos (1912). 5 En la actualidad, Cristo yacente y Lignum Crucis, se guardan en la parroquial de Zamarramala, aunque la pieza de orfebrería fue muy reformada con posterioridad, y el Cristo es una copia del siglo XIV. 6 En los apeos de bienes de 1675, la encomienda “tenía por suyos y propios muchos términos y jurisdicciones, tierras, cotos, prados, alamedas, casas, huertas y otras precisiones, derechos, pertenencias que confinaban con los términos y jurisdicciones de la ciudad de Segovia y dicho lugar de Zamarramala y otras partes, villas y lugares”. Algunas de estas propiedades, databan del medievo, y pertenecían a la encomienda cuando estaba en manos del Temple.


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Matanzas populares caseras: ya medio pasadas a la historia pero…, no por eso menos dignas de recordar. Se decía: el cochino es el gobierno de la casa. En las mañanas invernizas de los pueblos de Segovia ese gruñido madrugador del bicho, anuncia su inmolación. La familia se junta, junto al banco para dominar la bravura del animal, engordado desde diciembre o enero del año anterior a base de salvaos, o en algunos casos moñigos de mulares, harina de centeno, trigo en grano, desperdicios de las comidas caseras, patatas cocidas, y desecho de sandias, melones…, en una palabra de todo lo que se cosecha en la casa de un labrador. Una vez tumbado en el banco, y bien amarradas las patas del animal, y bien sujeto por los asistentes, el matador con más práctica coge el cuchillo matancero, busca el punto exacto para clavarle al animal y que este sangre bien. Tras el sacrificio, ¡la recogida de la sangre! Que la dueña de la casa recoge en puchero de barro, dándolo vueltas con un

MATANZAS CASERAS huso de madera, para que no se cuaje, y después hacer las famosas morcillas.

A continuación, la chisquereta con pajas de centeno, para tostar el pelo del animal, y proceder a la raída de la piel con cuchillos y tejas. Después se cuelga en una viga, para que pasando la noche fría del mes de enero se atiese bien, se le saca el vientre y las vísceras, se le deja colgado de la viga hasta el día siguiente, y la faena de los hombres ha terminado para el primer día de matanza. Ha terminado el trabajo: ahora viene lo mejor, la sangre que el ama de casa ha prepa-

rado cocida y servida en una fuente con sal, y regado con un vino de cosecha que combate al frío de la mañana de enero. A las mujeres les llega el peor rato de toda la matanza, el lavado del vientre del cochino, que por regla general pasan mucho frío. En muchos casos lo hacían en el río o arroyo, tripa por tripa para limpiarlas bien, que después hay que rellenarlas para las morcillas, las más gruesas y los intestinos a los dos o tres días hacer los chorizos. El segundo día de la matanza comienza otra vez la faena para los hombres: descolgar el cochino de la viga, que está tieso como un madero, del hielo de la noche. De nuevo se le pone encima del banco, y se procede al destrazado, antes de descolgarle, ya se le ha cortado la cabeza con un cuchillo matancero, se le va cortando alrededor del cuello, cuando le llega al hueso entre dos forzudos se retuerce la cabeza hasta que por una de las cervicales hace chás y ya la cabeza queda separada del cuerpo. Primero se le quitan las empellas de grasa, para en una gran caldera de cobre que

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AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 normalmente en todas las casas había, y si no, se la pedía a la vecina o familiar, se calentaba hasta que se derretía toda la grasa. Con un colador se sacaban los chicharrones y la grasa quedaba en la caldera. De caliente se echa en otras vasijas, y cuando se enfría queda hecho un cuerpo, que con el paso del tiempo se va utilizando en la casa para distintos menesteres.

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Seguidamente se extraen los dos solomillos, que son las dos mejores piezas del marrano, después los lomos que están entre los costillares y el tocino, estos se meten en un gamello de madero, con sal, pimentón de la vera y orégano y así se tiene unos días hasta que coge bien las sustancias. Después se cuelgan para que se oreen, y pasado aproximadamente una semana se fríen y se meten en una olla de

barro cubiertos de aceite, y a esperar a que llegue el turno de ir sacando la tajadilla. A continuación, se arrancan los dos costillares, que se hace la misma operación que con los lomos. Después se va separando todo el magro que tiene el cochino a excepción de los jamones. Los dos jamones traseros, se les redondea quitándoles la mayor parte del tocino, se meten en un cajón, se les llena bien de sal y pimentón, y se pone encima unas piedras para que con el peso cojan bien la sal, y así se les tiene 15 ó 20 días, después se les saca y se les cuelga en la cocina para que con el calor y el humo de la lumbre baja de leña, salga un buen jamón, para que a los siete u ocho meses probarle y si no tiene buen paladar se le pone otra vez al cochino y que salga andando, ja, ja, ja… Una vez extraído todo el magro, y picado, se deposita en un gamello para amasarlo bien con la sal, pimentón y orégano, se le tiene reposando unos cuantos días para que coja bien la sal y después hacer los chorizos con las tripas del cochino. El tocino se divide en cuatro trozos, y se hace lo mismo que con los jamones se pone en sal, ¡y qué tocino sale luego para hacer unos buenos torreznos fritos! Con los huesos después se hará un buen cocido.

No hemos hablado de las famosas morcillas que se hacen el primer día de la matanza con la sangre del cochino, por la noche la cena consiste en sopa de calducho (caldo de cocer las morcillas) y las morcillas, el porrón de vino de la cosecha y a cantar y bailar hasta altas horas de la madrugada. El primer día de la matanza empieza con mandar al más próximo de los adolescentes a casa de un familiar a por la rebatidera, que se la tendrán ya metida en un saco para cuando llegue el chaval, se la carguen a la espalda, y con todo el esfuerzo y cuidado que le han dicho que la lleve, no se rompa. Llega hasta donde está el cochino y dice ¡jolín como pesa! “Vuélcala ahí con cuidado que no se rompa”, y así lo hace el chaval: y salen un montón de piedras. A éste ya no se la pegan más veces. El día de la matanza eran dos días de fiesta para los familiares y en algunos casos vecinos o amigos que unidos con los de otras matanzas que coincidían del pueblo, se pasaban dos días de fiesta, y hablar de cuánto ha pesado cada uno de los cochinos, partida y porrón de vino. Así eran las matanzas en nuestros pueblos. Os lo cuenta Teodoro Martín, que nació en marzo de 1926.


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VII SENDA DE LOS FRAILES - 11 DE SEPTIEMBRE DE 2010 Un año más y van 7, afrontamos una nueva edición de nuestra carrera; este año, como novedad, decidimos realizar una Mini Senda de Los Frailes, para que participaran los niños y niñas. Nos supuso un nuevo reto; tenemos cierta experiencia en carreras de mayores, pero con los niños todo cambia. Lo importante es que ellos se lo pasaron bien y se sintieron protagonistas en un día en el que el pueblo se llena de gente y coloridos y que a ellos que les encanta correr, hasta ahora solo eran espectadores, han podido hacerlo. Recuerdo que días antes a la celebración veíamos a estos niños y niñas entrenando por el pueblo, preguntando por el recorrido e interesándose enormemente por si se habían apuntado niños de otros pueblos, ya que, como entre ellos se conocen, casi tenían claro en la posición en la que podían llegar cada uno. Por lo que nos comentaron después de la carrera, aprendimos de ellos que lo importante es que disfrutaron,

que corrieron por donde los mayores y que las chuches y las camisetas que les regalamos estaban muy bien.

Así lo vivieron nuestros pequeños participantes ....

Agradecer inmensamente a todos los que habéis colaborado en la carrera de mayores y en la de niños, sin olvidar a Antonio Camacho, de Deportes Ozono, por patrocinar esta nueva Mini Senda de Los frailes.

Hola a todos me llamo Raúl y os voy a decir cómo me sentí antes de la carrera. Me sentí nervioso, pero eso no hizo quitarme, cuando empezó corrí todo lo que pude y en la recta final cuando ya casi no podía más tenía al 3º delante y yo quería llevarme un trofeo (para eso me había apuntado) así es que corrí todo lo que pude y al final, pues bueno quedé 3º, pero el caso es que tuve trofeo y eso me puso muy contento.

José María Hernández Pascual

Raúl Sánchez, 10 años:

Alejandra y Nuria, 10 y 8 años: La carrera de los frailes, pequeños, nos ha gustado mucho porque por una vez participamos los niños. Los ganadores de mi categoría fueron, Mario el primero, Nuria la segunda y Adrián el tercero. Aunque yo, Alejandra, no gané, me emocionó mucho y a Nuria le gustó

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AMIGOS DEL CONVENTO DE LA HOZ - Nº 14 mucho. En la categoría de los niños mayores, Rubén quedó el segundo, detrás de un niño de otro pueblo. Los corredores mayores iban a llegar y nos teníamos que apartar. Como había una colchoneta subimos allí y jugamos hasta que se terminó todo. Me sentí muy orgullosa de ver a mis primos, Rubén y Nuria en el podium recogiendo sus trofeos. Henar Fernández Santa Engracia, 9 años:

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Fui con mi papá a la plaza, ya que la carrera en breve iba a comenzar, al llegar me sorprendí al ver tal cantidad de niños.

Me encontraba expectante, pensaba solo en llegar, no sabía muy bien el recorrido, no había entrenado demasiado y me podía pasar factura, pero había que correr. La carrera comienza, me encontraba bien, era el primer tramo, pienso que voy bien colocada, estoy en le tercer puesto, solo pienso en si me aguantarán las piernas. Enfilamos la bajada al campo de fútbol, papá corre conmigo y me da ánimos, ¡Henar muy bien, ánimo!.Pero mi temor se hace realidad, mi cabeza quiere correr, pero las piernas no me dán más de sí, pienso que hasta aquí hemos llegado, oigo a papá, ¡Ya estás llegando, la meta está cerca, tú puedes! Y pienso; pocos metros y el último esfuerzo, hay que llegar como sea….paso la meta…por fin. Oigo los aplausos, papá me felicita, ¡Muy bien Henar!, has sido la cuarta. La cuarta no está nada mal, pero el próximo año quedaré en mejor puesto. Rodrigo González Santa Engracia, 6 años: Hola, mi nombre es Rodrigo y desde que era pequeño mis padres me han llevado a la carrera de la Senda de los Frai-

les, siempre me ha gustado mucho porque es un día de fiesta para Sebúlcor. Este año 2010 se ha celebrado la primera edición infantil y he participado. Me gustó mucho y lo pasé muy bien corriendo con los demás niños, muchos del pueblo y otros que participan porque sus papás corren en la carrera de mayores, bueno el mío ha corrido también algún año pero este no. Aunque no gané fue muy divertido. Espero que la vuelvan a hacer el próximo año, porque nos gusta participar en ese día tan importante.


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Los tan tradicionales villancicos navideños también tienen su historia, ¿sabías que la palabra "villancico" deriva de la denominación “villanos” que se daba a los habitantes de las villas para diferenciarlos de los nobles o hidalgos? En España, el origen de los villancicos se halla en una forma de poesía más cultivada en Castilla, parecida al llamado zéjel, que era una forma de composición o métrica popular de los musulmanes españoles. Antes de denominarse villancicos, recibieron también los nombres de "villancejos" o "villancetes". En estos días recordamos la letra del villancico de San Frutos:

VILLANCICO DE S. FRUTOS

VILLANCICO DE SAN FRUTOS Al Siervo bueno y fiel que, rogando sin cesar, consigue bienes eternos de la Infinita Bondad. Al que es gloria de esta Iglesia, Patrono de esta Ciudad, común padre de la Patria y socorro universal. Bendigan todos y alaben su virtud angelical. Los prodigios y milagros que ejecuta liberal a favor de sus devotos, ¿quién los podrá enumerar? El más alto Sacramento le presenta a un animal que, postrado, reconoce ser bocado celestial.

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RECETA DE LOS RETORCIDOS

Esta receta ha sido proporcionada por Emeteria Gregoris y Pilar Cuesta. Es una receta familiar que a la Sra Eme transmitió su madre, Catalina, y que ella ha enseñado a sus hijos. INGREDIENTES 1 Vaso (de los de caña) de aceite. 1 Vaso de azúcar. 18

1 Vaso de agua.

1 Vaso de zumo de naranja. ½ Vaso de aguardiente.

½ Vaso de quina o cualquier vino dulce. 1 cucharadita de bicarbonato o royal. 2 Kg de harina aproximadamente. La harina hay que irla echando hasta que no se pegue la masa en las manos. Palitos de caña de bambú de unos 15 cm de largo ELABORACIÓN Se mezclan en un recipiente todos los ingredientes y se amasa con las manos hasta que la masa no se pegue en las manos. Es muy importante amasarlo mucho y con firmeza. Posteriormente se enrosca la masa en los palitos y se echa a freir en abundante aceite hasta que se doren. Luego se dejan enfriar un poco, se sacan del palito y se envuelven en azucar al gusto. Y… buen provecho.


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Si quieres colaborar en nuestra revista, remítenos artículos, reflexiones, fotografías, anécdotas a: “Asociación Amigos del Convento de la Hoz” Plaza de la Iglesia nº 1 - Centro Sociocultural 1ª planta 40380 Sebúlcor. Segovia - Fax: 921 521 016 e-mail: conventodelahoz@sebulcor.com w w w. s e b u l c o r. c o m

AYUNTAMIENTO DE SEBULCOR



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