Revista número 18 de la asociación Amigos del Convento de la Hoz.

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Amigos del Convento de la Hoz

Amigos del Convento de la Hoz - Nยบ 18

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Amigos del Convento de la Hoz - Nº 18

Amigos del Convento de la Hoz - Nº 18

Foto de Portada:

Ntra. Sra. de los Ángeles de la Hoz – Quintanilla, 1776 En el Museo del Real Monasterio de Santa

Cuéllar (Segovia) y otro en la Colegiata de Santa María del Manzano de Castrogeriz (Burgos).

Clara de Carrión de los Condes (Palencia) se encuentra este cuadro, que representa una ima-

En la parte inferior del lienzo hay dos inscripciones: la del centro nos dice que se trata de “Ntra. Sra. de los Ángeles de la Hoz” y las de los laterales nos indican el que podría ser el devoto donante ya que éstas, sin abreviaturas, nos dicen que es “Advocación de Don Antonio Artacho Rojas y Proaño, Señor de las villas de Duruelo, Sotillo y Siguero. Patrono de dicho Convento”.

gen de Ntra. Sra. de los Ángeles de la Hoz y desconocida por nosotros hasta ahora. Se trata de una obra de óleo sobre lienzo y tiene unas medidas, con marco, de 79 x 90,5 cm., midiendo el lienzo, sin marco, 71 x 82 cm. La obra está realizada, y así consta en la firma que hay en un lateral, por Quintanilla en el año 1776. De este mismo pintor hay otro cuadro en el Santuario de la Virgen del Henar

Lo que es bastante incierto es la procedencia de esta obra. Puestos al habla con las

(Segovia), otro en la Iglesia de San Miguel de EDITA:

SUMARIO

Asociación “Amigos del Convento de la Hoz” Plaza de la Iglesia, 1 Centro Sociocultural 1.ª Planta 40380 - Sebúlcor (Segovia) e-mail: conventodelahoz@gmail.com www.amigosdelconvento.blogspot.com.es www.sebulcor.com

1. Foto de Portada........................................... Pág. 2 2. Entrevista a Juan Carlos Martín Tejedor....... Pág. 4 3. Fidelidad...................................................... Pág. 6 4. Nuestros mayores... y sus oficios................ Pág.10 5. Visita a Bodega Severino Sanz.................. Pág. 16

DIRIGE: J. Carlos Santa Engracia Blasco e-mail: carlosdesebulcor@yahoo.es

6. Visita Museo de la Evolución ..................... Pág. 17

COLABORAN EN ESTE NÚMERO:

8. IX Senda de los Frailes (2012)................... Pág. 24

Juan Carlos Martín Tejedor Fernando Sebastián J. Carlos Santa Engracia Eugenio Chicharro Mercedes Chicharro Fernando Criado

9. X Senda de los Frailes (2013)................... Pág. 25

7. Viajes y Maravillas..................................... Pág. 18

10. Próxima XI Senda de los Frailes............... Pág. 26 Depósito Legal SG-96/2004

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agrupándose su comunidad con la de Santa Clara. Algunas propiedades materiales de las monjas, también franciscanas, llegaron con la comunidad. Si procede o no del convento masculino de San Francisco, lo desconozco y no he encontrado referencia alguna (al menos de momento). El cuadro en sí me parece muy interesante para identificar la imagen, su rico ajuar textil y de orfebrería, que contrasta especialmente con el estado actual de la misma. La imagen de la Virgen que aparece en la portada de la revista n.º 9, que me mandó, coincide en líneas generales, salvo por los detalles de platería (desaparecidos), con la del cuadro conservado en Santa Clara de Carrión”.

RR.MM. Clarisas del Monasterio de Santa Clara de Carrión de los Condes, la abadesa creía que procedía de la Iglesia del extinguido Convento de San Francisco de Carrión de los Condes, de frailes franciscanos, algo que pone en duda Enrique Gómez Pérez, el mayor investigador sobre la historia de Carrión de los Condes, con multitud de obras publicadas y con el que también nos hemos puesto en contacto. Según sus propias palabras “es posible que sea del propio convento de las clarisas. En la relación de objetos que pasan de San Francisco a Santa Clara en 1977, sólo figuran imágenes y un viacrucis de papel. Por la tradición conventual de las hermanas más mayores, he oído decir que llegó un cuadro grande de la virgen, pero no es el que le interesa, sino el de la Virgen de los Remedios de Villada, el cual es de mayores dimensiones (4 veces más grande) y más antiguo que el de la Virgen de los Ángeles de la Hoz. Es por ello posible que sea del propio convento. Aun así en 1835, por los efectos desamortizadores, en el propio Carrión de los Condes se suprimió el convento de Santa Isabel y San Miguel,

En definitiva, aunque por el momento no tenemos pruebas documentales sobre el origen y las circunstancias por las que ha llegado al lugar en el que se encuentra en este momento, lo que sí que tenemos claro es que se trata de una obra de gran importancia para la historia del Convento de la Hoz esta imagen inédita hasta ahora de Ntra. Sra. de los Ángeles de la Hoz. J. Carlos Santa Engracia Blasco

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11 años... y seguimos El pasado 7 de diciembre de 2013 se

do, como Presidente, al frente de nuestra asociación.

celebró en Sebúlcor una Asamblea General Extraordinaria de la Asociación “Amigos del

Ahora corren nuevos tiempos. También

Convento de la Hoz” en la que se acordó la

nuestra revista tiene un nuevo formato vertical,

constitución de una nueva Junta Directiva en-

aunque respetando la medida de los números

cabezada por Juan Carlos Martín Tejedor. Hay

que

agradecer

la

anteriores para facilitar su archivo conjunto.

Creo que es una actividad de las más

3. ¿Cuántos socios tiene la Asociación y qué supone para un pueblo como Sebúlcor este tipo de asociaciones?

importantes que tiene Sebúlcor y que a la Asociación le ayuda a dar a conocer nuestro Patrimonio y su estado de conservación.

Componemos la Asociación en torno a 100 socios, lo que significa que hay una gran aportación y colaboración en nuestro

8. Al margen de esto, ¿qué otras actividades destacarías como las más positivas que se han realizado en estos más de 10 años?

empeño por la conservación de nuestro Patrimonio.

Todas las actividades desarrolladas por la Asociación han sido muy positivas, aunque es cierto que necesitamos innovar.

4. ¿Qué ha supuesto la declaración como B.I.C. (Bien de Interés Cultural) del Convento de la Hoz?

labor

Y qué mejor para iniciar este n.º 18 de la

realizada por las anteriores Juntas Directi-

revista “Amigos del Convento de la Hoz” que

vas y, especialmente, a José M.ª Hernández

hacerle una entrevista al nuevo Presidente de

Lo primero un reconocimiento a nues-

Pascual (Chema) por su dedicación y entre-

nuestra asociación, Juan Carlos Martín Tejedor,

tro sacrificio y en segundo lugar se nos ha

ga durante los 10 años que ha permaneci-

y que nos cuente sus ideas sobre la misma.

abierto una puerta para conseguir su conso-

9. ¿Qué actividades se van a mantener y qué otras nuevas se van a realizar? Realmente no se ha pensado en eliminar ninguna sino en recuperar algunas, como la fiesta del 2 de agosto y otras que dependen de lo que se consiga en beneficio del Convento y de nuestro Patrimonio en general.

lidación.

Entrevista a Juan Carlos Martín Tejedor Nuevo Presidente de la Asociación “Amigos del Convento de la Hoz”

5. ¿Qué objetivos, iniciativas, actividades o acciones se marca la Asociación respecto al Convento de la Hoz? Como objetivos prioritarios están la

por lo tanto, el interés por la continuidad de esta Asociación. 2. ¿Quiénes componen la nueva Junta Directiva y qué funciones tienen? - José Antonio Martín Criado, como Vicepresidente.

ración de socios y también no socios, por lo

- Y yo (Juan Carlos Martín Tejedor), como Presidente.

Creo que es una de las iniciativas más importantes de nuestra Asociación ya que divulga nuestras actividades, recopila información y da a conocer nuestro Patrimonio, nuestro Pueblo y nuestra Asociación, por eso es necesaria su continuidad. Y aprovecho para dar las gracias a todos los que la hacen posible y en especial a ti, Carlos Santa Engracia, por tu labor de investigación y tu dedicación.

Actualmente La Senda de los Frailes

- Eva M.ª Martín Gutiérrez, como Secretaria.

- Arantza Rodrigo Martín, como Vocal.

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6. En cuanto a La Senda de los Frailes, ¿cómo has visto la evolución en las 10 ediciones celebradas? está en todo lo más alto, gracias a la colabo-

- David Pinilla Arranz, como Vocal.

Debido a la necesidad del cambio de Junta Directiva, por la ausencia de candidatos y,

vento.

- Elena Martín Urquijo, como Tesorera. - Fernando Sebastián Álvaro, como Vocal.

1. ¿Qué te ha llevado a dar el paso y presentarte a Presidente de la Asociación “Amigos del Convento de la Hoz”?

10. Respecto a la revista “Amigos del Convento de la Hoz”, ¿qué opinas de la labor realizada en estos 18 números y qué expectativas hay para ella de cara al futuro?

limpieza, estudio y consolidación del Con-

que tenemos que conseguir que esta actividad perdure en el tiempo. 7. ¿Qué supone para Sebúlcor y para la Asociación una carrera como ésta y qué esperas de ella para el futuro?

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Fidelidad Antonio nació ya con siete años, una cayada en su mano, unas alforjas colgadas de su hombro y veinte ovejas a su cargo. Sus pantalones de pana, con tantos agujeros como remiendos en ellos. Su chaqueta, del difunto tío

delgado como un silbido y vivo como ninguno; y a su otro compañero le llamaba el Dientes. “¿Pero cómo quieres que le llamara? Mírale: la verdad es que bien y mal mirao sólo se le ven dientes y mal puestos”. La vida de Antonio transcurría en la más anónima de las existencias. Le gustaba subir a la colina Castillejos. A los pies de la colina discurría la autopista y como ensimismado se quedaba horas pensando al ver pasar tanto vehículo y cavilando historias: “¡Ahí va ése! Vaya pedazo de coche. Si nosotros tuviéramos ése y no el Cuatro Latas a lo mejor hasta ligábamos. Bueno yo, por que a ti, a pesar de lo feo que eres, no se te da mal. Mira Dientes: ése es de Francia. Lo pone en la lona. Seguro, seguro que no vuelve a casa en toda la semana y le estarán esperando sus hijos y su mujer. Tiene que ser duro eso de camionero, pero por otra parte fíjate: de país en país, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y no nosotros que na más salimos que al pueblo de al lao y a la ciudad cuando nos ponemos muy malos. Dientes fíjate en ése, qué descapotable y qué gachís lleva. Tendrá más dinero que nosotros ¿o no? ¡Si yo tuviera dinero seguro que también tendría una gachís como esa! ¿Qué te parece dientes?, ¿Acaso no tengo razón? Entonces, ¿por qué gruñes? Tenía que ser la Lindera. Mira dónde va. Qué jodía oveja descarriá, es solitaria como nosotros”.

Julián, al que un poco antes de enterrarle se la quitaron. “A buen seguro a su sobrino Antonio le quitará más el frío”, dijo su hermano al quitársela. “En el infierno el tío Julián no la necesitará”. Y con una manta de pelo y unas albarcas pasó su juventud por los campos junto a sus ovejas: la Carasucia, la Estreñía, la Lindera... todas tenían nombre y hasta algunas apellidos: la Estrecha Afligida, la Viciosa del Portillo... y es que todas tenían su personalidad, o eso decía. Un pastor tenía que conocer su ganao hasta desollao. Y es que Antonio era un pastor de los de antes: los mejores brotes eran para sus ovejas, los manantiales más frescos y transparentes también. Su vida dependía de las vidas de ellas. Los compañeros de fatigas eran sus perros: el Rubio, inquieto como una comadreja,

Él conocía cada hierba, cada piedra, cada árbol, cada guarida de bicho del campo y sobre todo el tiempo en cada estación del año. Apenas aprendió a leer, pero era un gran soñador. Soñaba despierto con visitar ciudades donde la vida le fuera más fácil. Esto le fascinaba, conocer gente y sobre todo alguna chica con quien tener compañía y charlar.

Un cierto día el Antonio pensó que le había llegado su momento, un cambio de vida, y muy de mañana, cogiendo la vereda, enfiló camino a Cantalejo, no sin antes cuidar a su rebaño y llevar un poco de pan duro y las sobras de la cena de la noche anterior a sus perros: el Dientes y el Rubio. Fue a ver a su amigo Juan, otro pastor al cual le propuso la venta de su rebaño. El Juan era un caprichoso y siempre envidió el ganado de Antonio. El trato llegó con sus más y sus menos, un apretón de manos y un trago de la bota, y el pastor Antonio dejó de ser pastor para ser Antonio. Sus sueños se harían realidad. Su vida comenzaba.

Anhelaba una chica que le diera compañía, que le esperara en casa a su vuelta, que su casa no estuviese tan vacía como estaba desde la muerte de sus padres, que su casa fuera hogar y que su perfume a mujer recorriera todos los rincones de su casa y de su alma. Necesitaba ser querido por alguien, reconocido su trabajo y esfuerzo y, por qué no, hijos. Pero, ¿para qué?, ¿llevar esa vida que llevaba él? “Por Dios, ni al mejor enemigo. Día a día el ganado necesita atenderle y dejas la vida y cuando te quieres dar cuenta tienes cuarenta años de vida y cuarenta años con el mismo y un único recuerdo”.

El día de su partida no fue fácil. Esa mañana llegó Juan con un camión para cargar sus ovejas. Dóciles, una a una subieron por la rampa de carga del camión. Sus amigos de fatigas, el Rubio y el Dientes, muy nerviosos ellos, no encontraban su lugar. Eran parte del trato sin saberlo. Antonio con una cuerda les ató del cuello y se la cedió a su nuevo amo. Sin

Su tenada, ni una pizca de argamasa. Levantada con las piedras de los alrededores refugiaba su vida, las de sus ovejas y los perros. Era su mundo, su universo.

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mediar palabra volvió la espalda y se encaminó a su casa sin mirar atrás. No quería que los allí presentes le vieran llorar. Su imagen para los demás fue siempre de hombre rudo del campo. Sabía muy bien que el campo impone sus normas y no perdona los errores, no es para simplezas. Sus perros sí le miraron cómo se alejaba, con esos ojos fieles a su amo, a su amigo, que sólo ellos los tienen.

Un hostal encontró con algún que otro apuro. Las gentes de ese lugar tenían prisa por todo, no respondían a sus preguntas buscando su alojamiento temporal. Él era avispado, pero en su medio. “Esto es caos, -pensó- pero ya me iré adaptando”. Su imagen de pueblerino le delataba a cada paso que daba. Tranquilamente paseaba por ese enjambre que le parecían hormigas del campo, cada una a su labor pero sin reparar, pensaba él en lo que hacían, esas miradas perdidas, esa soledad entre tantos. Tampoco reparó él por dónde caminaba. Una calle, otra, otra más. Era un bosque de edificios. Un señor bien plantao le salió a su encuentro. Sólo una simple pregunta: “¿Buscas algo?” “Por fin después de unos días en este lugar alguien me dirige la palabra”. Aunque él estaba acostumbrado a la soledad del campo, pero por necesidad claro, le extrañaba que la gente siendo de la misma ciudad no hablaba entre ellos ni se saludaran. Allá donde fueres haz lo que vieres. “Pues sí, vengo del pueblo a conocer... pues yo tengo amigas a quien puedes conocer... ¿cómo te llamas?... Antonio y soy... mira esta es Lucía y aquella Lola, ¿te gustan mis amigas?” Escueta charla para un romántico ávido de compañía y cariño. Un submundo desconocido abre sus puertas ante él, donde se refugió abriendo su corazón a la primera chica que nombró a Antonio con ternura. Fue su primer beso, su primera visión de un cuerpo de mujer desnudo ante él, sus primeras caricias a los pechos de mujer, su primer amor, su primer rencor, pues su primer amor duró tanto como sus ahorros de toda la vida.

Esa misma tarde, después de arreglar los demás asuntos económicos y con un buen fajo de billetes en la cartera y sus mejores galas, emprendió su marcha en un autobús a la capital, Madrid. En el viaje, de apenas dos horas de trayecto, los campos fueron desapareciendo para dar paso a grandes naves industriales y a

lo lejos ya divisaba esas grandes torres que, como termiteros, invadían un cielo ya no tan azul como su vista le tenía acostumbrado a ver. Encantado por la visión, no dejaba de chocarle todo que veía: coches y más coches, edificios y más edificios pugnando todos por ser los más altos, gentes y más gentes.

cantidad de agua como en su creación. Tú, que pareces inteligente, ¿qué opinas?” Y el Dientes levanta la cabeza y mira a Antonio con ojos de escuchar para seguidamente volver a dormitar sobre sus patas. “Ya lo sabía yo, que tú tampoco te lo creerías, ¿verdad? ¿Y cuando dicen que todo era un volcán y todo era un fuego y no había ni mares?, ¿dónde se metió el agua? A ver Dientes ¿dónde?” Y el Dientes en un duerme vela no dice nada. Sólo sueña.

esa tela de araña que nunca creía que de ella se desprendería. Aquella mañana despertó de una noche cualquiera en un banco cualquiera, de una borrachera más. Ya daba todo lo mismo. Vio que alguien le estaba mirando fijamente a los ojos. Tan cerca que olía su aliento. Esos ojos, ¡esa mirada perdida! No eran más que los ojos de un perro, vagabundo como él. Y recordó y recordó su antigua vida en los ojos de ese perro, a sus perros el Rubio y el Dientes. Y buscó y buscó, junto a ese nuevo amigo de fatigas, campo, cielo azul y libertad.

¡Pero! ¿Dónde fuiste mi buen Antonio?

Antonio recobró no sin mucho esfuerzo su antigua vida, una nueva piara de ovejas y sobre todo y ante todo a sus antiguos amigos el Rubio y el Dientes. Ellos siempre fieles no le habían olvidado. En el primer reencuentro con ellos no refugió sus lágrimas al recobrarles y sentir esos lametazos sinceros y sin rencores en su cara.

a conquistar doncellas por esas tierras de Madrid caballero sin caballo y sin lacayo pirata sin velero y sin botín confundiste la luz de una farola

Acompañados por su nueva amiga que puso de nombre Esperanza, continúan por los campos segovianos en esa labor tan esclava y tan poco reconocida. Y de nuevo desde el alto de Castillejos... “mira Dientes lo que dice el transistor: que en el mundo tenemos tanta

con la luna llena de abril. Fernando Sebastián Álvaro

Desahuciado, alcoholizado, arruinado como hombre, vagabundeó unos meses por

Antonio se sentía pletórico de esa visión. Nada parecido a verlo por la televisión del bar.

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Nuestros mayores... y sus oficios Francisco Arranz Poza

Nada más llegar, echar pie a tierra y ver lo que era la plaza del pueblo, sus primeros recuerdos le trasladan a lo que eran las Fiestas allí: “...eran el 2.º domingo de octubre. El Rosario decían que era, pero el Rosario era 8 ó 10 días antes. La nuestra era el día 8 de octubre y otros años el día 14. Según, era movible. El día del Rosario era la Fiesta en El Villar, en Cobos, en Fuenterrebollo, en La Puebla, en Aldehuelas. Bueno, nosotros la celebrábamos luego, al domingo siguiente y estando buena tarde acudían los mozos de Villaseca, los del Villar, los de Valdesimonte, los de Aldeonsancho, los de Sebúlcor y varios de Cantalejo... así que mira, se llenaba toda la plaza... ¡la gente que había!”

Su primera reacción ante nuestra propuesta es de desconfianza puesto que entiende que su vida no es tan interesante como nosotros le indicamos pero poco a poco va accediendo a ello y quedamos para la tarde del día siguiente.

Paco, Felipe (su hermano) y el hijo de éste, Juanito

Francisco Arranz (Paco)

(Esta entrevista se realizó en agosto de 2011 en San Miguel de Neguera. Desgraciadamente Paco, como le llamaba todo el mundo, falleció unos meses después. El día que hicimos la entrevista nos confesó que llevaba seis o siete años sin bajar allí. Vaya esta entrevista con el mayor de los respetos y a nosotros nos queda la satisfacción de haber compartido con él ese rato de Felicidad que le proporcionó haber vuelto, seguramente por última vez, al lugar que le vio nacer.) Para charlar con Paco (el de la Goya, como se le llama habitualmente) sobre su vida y el tiempo que vivió en San Miguel de Neguera, más conocido en Sebúlcor como El Barrio, hemos pensado que nada mejor que bajarnos con él hasta allí y que nos cuente sus experiencias en el propio lugar. Para ello le esperamos para proponérselo una calurosa tarde de domingo del mes de agosto, a la salida del Centro de Jubilados, después de echar la partida.

A la hora convenida vamos a recogerle a su casa y ya se encuentra preparado puntualmente. Se muestra simpático e ilusionado ante la excursión que le habíamos preparado y, sin separarse de la muleta que le sirve de apoyo, se introduce en el coche.

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mos hasta mi casa. Allí he vivido yo, en aquella casa alta (el Palacio)”.

Poco a poco se va emocionando más y continúa diciéndonos que los músicos solían ser “el tío Francisquillo de Cantalejo y Gonzalo de Fuenterrebollo. La gaita y el tamboril, que es lo más bonito que hay. No traer ahí, como ahora, que se deben de gastar un millón de pesetas por la música... ¿por qué tienen que gastarse tanto?... y luego no va ninguno a bailar en ella hasta tarde”. Ante nuestra curiosidad de si había un bar o algo similar nos confirma que “el bar estaba en una casa al lado del molino, pero el día de la Fiesta nada más. Le ponía el Agustín, de Sebúlcor. Bajaba aquí a poner chatos. Traía de todo, pero la gente, entonces, bebía vino. Y ahora muchos nada, yo no bebo nada. Me lo he bebido antes pues ahora nada”.

Una vez llegados ante la fachada de la Casa de los González de Sepúlveda y sentados en una buena sombra, Paco nos empieza a contar que nació en 1927 en el interior de ella y que “por casualidad ese año se cayó la mitad

Continuamos paseando por las ruinas de El Barrio y al poco, Paco, nos llama la atención: “Mira la puerta del molino. Ahí estaba el molino. Lo tienen tapado para que no pase la gente a las piedras. Ahí estarán, que no creo que se las hayan comido los ratones. Y ahí estaba la balsa para recoger el agua para moler. Venían a moler de todos estos pueblos: Aldeonsancho, Valdesimonte, El Villar, Villaseca... y Sebúlcor, claro. No creas que en los años aquellos de después de la guerra, estaba todo intervenido, ¡no mataba el hambre este molino a la gente, que venían a moler una faneguilla...!”. Cada vez se va animando más y continúa recordando que “el molino pasaba de padres a hijos y también pagaban la renta al dueño de todo esto. El tío Parra le llevaba en renta. Ya le tenía hecho arriba cuando le dejaron aquí, y se subieron a Sebúlcor. Y a este molino luego bajaron de Cantalejo. Mauro, el molinero, le llevó en renta luego. El de Molinilla no molía ya, y el de San Juan tampoco. Nada más molía éste y el de Sebúlcor, que molía piensos. Bueno, va-

Casa Grande de El Barrio

de la Casa. Nos sacaron en brazos a todos los pequeños. Yo nací en abril y luego se hundió el día de la Fiesta. Luego ya lo dejaron más bajo. Pues ya ves, ese mismo año se hundió la Casa, ¿lo vas a poner también?” Pues sí, Paco, aquí está puesto. Y continúa diciendo que “aquí he vivido yo 36 años... y luego, en el año 61, me subí a Sebúlcor... y allí estamos. Cuando nos subimos yo tendría unos 38 ó 40 años. Nos subimos casi todos a la vez. Los últimos que se subieron fueron Juan Gil y Teófilo Martín, que ya han fallecido los dos y se subieron el mismo día, como dos o tres años después que yo”, recuerda con nostalgia. Y continúa diciendo acerca del futuro que había allí: “Hombre, aquí teníamos tierras y llevábamos la huerta. Sembrábamos remolacha aquí, en la vega. Pero luego ya bajábamos de Sebúlcor a cuidarlo hasta que dejamos las tierras en el año 70. Nos dijeron que las teníamos que dejar y ya está.

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Nos dieron 10.000 pts. a cada uno y tan contentos. La huerta era grande, unas tres obradas. Y encima de la casa estaba el “sobrao”. Cuando bajábamos el grano de la era poníamos el carro de culo y... a descargar sacos. ¡Anda que no hemos trabajado aquí! Había que subirlos hasta la 3.ª planta. Y pesaban 100 Kg. Nosotros vivíamos en la 2.ª y en la de abajo... cuadras y eso...”, rememora, con lo que aprovechamos para interesarnos por cómo era por dentro la Casa Grande (o Palacio, como también se le llama): “Era vieja también. Vivíamos dos; dos primos carnales. Las habitaciones, seguidas, sin lujos. Había una campanilla para tocar a misa los domingos y también se la han llevado. Se han llevado muchas cosas de por aquí, muchas, había muchas cosas que parece que no valían pero valían para chatarra o para lo que fuera... pero valían”.

llamaba El Barrio. Vivían unas 9 ó 10 familias o vecinos. Habitantes unos 80. Es que entonces tenían las mujeres muchos chicos, je, je”, dice con picardía.

agua ahí con una cañería de un poco más para arriba. Era un agua bueno. El ganado lo quería. Se iban los machos como un rayo a ella cuando bajábamos de las eras, que estaban arriba. Lo de la luz, en aquellos tiempos, estaba más complicado y reconoce que allí nunca la conoció y que “de noche se hacía aquí en este hoyo más pronto. Nosotros yo me acuerdo que teníamos un carburo y echaban un terrón y teníamos para toda la noche. Y buena luz que daba... En las calles no había nada, fuera no había luz. Sólo el día de la Fiesta se hacía una luminaria en medio de la calle y se veía todo pero bien. Los demás días a oscuras. A dormir. Hombre, alguno se salía, alguno joven... con las chicas...

Cada vez se va animando más y nos interesamos por la forma de vida en aquel lugar y en aquellos tiempos. Lo primero que se nos viene siempre a la cabeza es la luz y el agua. Respecto a esto último nos dice: “Salíamos allí, al río, que bajaba el cauce al molino y dejaba un agua limpia y buena. De día, por la mañana pronto. De allí bebíamos. Buen agua. Era de las Fuentes de San Juan y ya ves tú, de esas fuentes, ¿qué tardaba en llegar aquí el agua?... nada. Se iba con un cántaro... y el botijo... y teníamos para el día, y al otro día pues más. Se cogía en un puente que había. Luego estaba este otro puente, porque venía la gente del Villar y tenían que pasar. Los teníamos bien arreglados. Ahora ya no lo cuida nadie. No es como antes. Se decía: esta madera se va a hundir, hay que poner otra madera. Cortaban un árbol por ahí, de donde fuera, y se ponía... pero ahora ya no”, se lamenta. Y continúa con el pilón de la cuesta del Barrio: “Le hizo el tío Santos siendo alcalde, el padre de Heraclio. Hizo el pilón y bajó el

Dice el refrán que “Con pan y vino se anda el camino” y le consultamos sobre ambas cosas. Señalando a un lateral de la Casa Grande: Mira, este era el cocedero que veníamos a cocer todos aquí, todos los del Barrio, y se ha hundido todo. Cocía toda la gente. Cada uno lo suyo. Sólo era lo que hace el horno y poco más”, explica. En cuanto al vino nos dice que por allí no había viñas “pero nosotros teníamos una viña en La Lastra, en Sebúlcor y cogíamos algo... pero poco. Ahora, que luego, al verano, venían los de Valtiendas con los carros y los pellejos. Paraban en la plaza y ahí cogíamos un pellejo de vino. Había que coger para el verano, para la bota, para trabajar en el campo... Las viñas no gustaría cavarlas pero el vino le gustaba a todo el mundo, je, je.” Goya y Paco en una caldereta

En cuanto al resto de la población nos indica que “todas las casas eran de renta y estaban bien. Hombre, bien... viejas eran. Yo siempre las he conocido viejas, pero estaban bien, no tal como ahora. Esto se llamaba San Miguel de Neguera pero siempre han dicho El Barrio. Como no había más barrio que este pues se le

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llo, en Sebúlcor... y así había correspondencia. Era coche de caballos, no como ahora, que hay coche a todas horas”, rememora. En cuanto al médico: “Venía aquí. Estaba en Sebúlcor. Yo me acuerdo de D. Hipólito. Estaba también en Aldeonsancho. Luego hicieron una casa y se quedó en Sebúlcor. Si se ponía alguno malo tenías que ir con la borrica o luego, después, yo me acuerdo de ir con la bicicleta. Y Paco en el corral a lo mejor él tenía que venir andando porque no tenía coche ni bicicleta”, recuerda. Y sigue contándonos que también había un vecino siempre que ejercía de Alcalde: “Yo estuve seis años y mi padre toda la vida. Se murió él y me pusieron a mí. Te ponía el Alcalde de Sebúlcor. Te mandaban papeles para avisar a la gente, para tareas... cosa de poco, si no, que fueran a Sebúlcor. No era nada”, reconoce. Con lo que muestra un poco de nostalgia es al recordar cuando era un niño y tenía que ir a la escuela “andando. De aquí a Sebúlcor andando. Perdíamos la mitad de los días o más. No había coches como ahora, que vienen a por todos los chicos a los pueblos. Íbamos para todo el día. Llevábamos la comida. Nada más. Los libros los daba el Ayuntamiento. Tardábamos en subir una hora y en bajar otra. Los días que nevaba o llovía pues no íbamos. Nos quedábamos por aquí jugando, aunque a trabajar en el campo empezamos a los nueve o diez años... es lo que hemos hecho: trabajar. Otra cosa, nada”, se lamenta.

Seguimos conversando sobre los diferentes servicios que ofrecía el lugar y así nos comenta que “el correo lo traía un tío mío que vivía aquí, en esta casa (el Palacio) y desde aquí iba a Aldeonsancho a por la correspondencia y luego la repartía en El Villar, en Fuenterrebo-

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Vista general de San Miguel de Neguera

Nos interesamos también por la dedicación de las gentes del lugar y Paco nos confirma que “todos teníamos tierras. Éramos Agricultores. Mi padre además tuvo una ganadería de ovejas... y algún carnero, claro, je, je... y el tío Parra tuvo otra. Y yo creo que no hubo más. Además de los animales que se utilizaban en el campo pues en una casa había de todo: cerdos, gallinas...”. También nos revela que había a la derecha de la entrada a la Casa Grande “una Capilla pequeña. Luego se la llevaron a Sepúlveda. Era la Ermita. Imágenes había pocas pero se decía misa una vez al año. En tiempos bajaban los domingos a decir misa pero luego una vez al año... en la fiesta. Tenía un altar y sí había algún crucifijo en las paredes colgado y nada más. Cuando nací yo ya estaba. La trajeron los curas y ellos se la han llevado. El cura bajaba todos los domingos, pero luego bajaba una vez al año, el día de la Fiesta. Era D. Bonifacio. Bajaba con un caballo colorado. Bien majo que era. También bajó con una borrica. Todavía no había coches. El único coche que había en Sebúlcor era el de Miguelón, que era taxista. Si pasaba alguna cosa tenías que ir a casa a llamarle, porque no había teléfono tampoco”, reconoce.

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si empezaron a escarbar por allí... yo no sé... que si habían encontrado una pucherilla... decían que si con dinero... yo no sé, chico. Eso decían. Entonces estábamos viviendo aquí todavía. Llamaron a la Guardia Civil y todo. En fin... jaleos”, reflexiona.

Antes no había carretera. La vida ha cambiado mucho. En estos pueblos mucho”, recuerda con añoranza. Después de la larga conversación aún le hace ilusión contarnos una última anécdota: “Pues me acuerdo muchas veces de la bodega que había en esa Casa mía. Bueno, digo mía pero no era mía. Allí es donde he vivido (el Palacio). Ahí abajo tiene que haber una bodega buena. Ahí se enfrescaba el vino más bien que la ostia. Y el agua. Y todo. Me acuerdo muchas veces de esa bodega. Íbamos a cavar la huerta y cuando eran las once o las doce... a la bodega. Se bajaba por una escalera que tenía dentro, en la Casa. Tiene un pasillo que va a las cuadras y por ese pasillo tiene la escalera para bajar. Estaba bien limpia y sólo tenía un roto, que tenía atrás, para que respirara. Esa bodega me acuerdo muchas veces de ella. ¡Cuántas veces hemos bajado allí el agua!... y el vino, je, je”.

No podíamos ir terminando la conversación sin interesarnos por sus recuerdos sobre el Convento de la Hoz o si iban a jugar por allí de pequeños, a lo que rápidamente exclama: “Sí, cojones tiene ir a jugar al Convento, je, je... La presa la hicieron en el año que nací yo. Ahí sé que en el Convento uno del Burgo sí que ha vivido ahí. Era guardés y le pusieron los Zorrilla. Mi madre sí que lo ha conocido bien todo eso. Era del Burguillo y conocía todo lo que había en el Convento. En Casablanca tampoco he conocido a nadie viviendo allí pero decía una chica de aquí, que era de mi tiempo, que cuando pasaba el aceitero a Villaseca, la llamaba y salía, cruzaba el río la mujer y a coger el aceite. No creas que, ¡vaya tiempos! Aquí lo mismo, venía uno en un carro vendiendo aceite y no había carretera. Era un camino que no podían andar las cabras por él. La carretera la hice yo. Bueno, yo estuve trabajando en ella.

J. Carlos Santa Engracia Eugenio Chicharro Mercedes Chicharro (Puedes ver en vídeo la entrevista completa en www.sebulcor.com)

Momento de la entrevista

Después de tantos años viviendo en El Barrio, Paco es un experto conocedor de la zona y así nos relata sus recuerdos sobre la gente que vivía por los alrededores: “Yo en Molinilla sí que les he conocido. El tío Alejandro, el padre de la tía Florencia, el de la madre de Heraclio, vivía en Molinilla, y molía... Luego he conocido también a otro, pero esos ya no molían: al tío Chocolate, al yerno, al Pascual, Ignacia, que es la moza, la Dorotea... pero ya no molían. No sé si estaban al cuidado de las líneas o no sé ya por qué. En el molino de San Juan no lo he conocido pero un tío mío vivió allí de molinero y un primo mío nació allí, en el molino, que pertenecía a Valdesimonte. Allí ya no tiene nada que ver El Barrio. El río siempre se ha llamado San Juan”, rememora. En cuanto a los yacimientos arqueológicos de la zona también tiene sus conocimientos, como la Cueva del Moro, de la que dice que “es como en redondo, de cemento o cal, o yo no sé de lo que es, pero está acenagada de piedras todo... y no hay nada. Si te metes tienes que estar agachado. Yo una vez entré porque se puso un nublado en el verano, pero yo siempre la he conocido acenagada. Dicen que es que había moros, que si bajaban al río a por agua, porque aquí dicen que si había una guerra unos estaban a un lado del río y otros al otro y la gente pues para bajar a por agua... que si tenían un subterráneo por debajo y bajaban al río y cogían agua y otra vez arriba... y no se dejaban ver”, nos cuenta, mezclando realidad y leyenda. También habla de las tumbas visigodas descubiertas en los años 50 del siglo pasado y sobre las que nos explica que “eso fue en la tierra del tío Mariete, antes de la Fuente de Casimiro. Yo qué sé cómo sería... que fueron a sacar piedras allí... que si vieron huesos... que

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Actividades de la asociación Excursión a la Bodega Severino Sanz y al P.N. Hoces del río Riaza viñas, en el pueblo de Montejo de la Vega de la Serrezuela. Una de las sólo dos bodegas segovianas que pertenecen a la D.O. Ribera del Duero. Nuestro anfitrión, José Félix, amablemente nos presentó su bodega y sus vinos. Y con el paladar delicadamente enjugado y agradecido nos dirigimos a visitar el Parque Natural Hoces del río Riaza. Su Centro de Interpretación también le visitamos a primera hora de la excursión. Y camino a casa, ¿cómo no pasar por Maderuelo? Villa noble. Pasear por sus callejuelas nos remontan a un pasado esplendoroso pero no exento de cierta nostalgia. Algunas de sus casas son ruina inminente, una pérdida irreparable para el Patrimonio de este bello pueblo.

Sábado, 3 de mayo de 2014 Una visita siempre agradable esta que hacemos a una bodega de nuestra tierra. En esta ocasión fue a la bodega de Severino Sanz. Una bodega que echa raíces, como sus

Fernando Sebastián

Actividades de la Asociación Excursión al Museo de la Evolución y Atapuerca (Burgos) Sábado, 21 de mayo de 2014

da. Creo que la parte más espectacular para muchos fue la experiencia de hacer fuego sin más artilugios que unos palos. Unos minutos de nuestro guía David frotando esos palos y

Alrededor de unas 50 personas de diferentes generaciones nos presentamos bien de mañana y con buen tiempo dispuestos a recorrer esas tierras burgalesas, cuna de nuestra especie. Unas tierras no muy diferentes a las nuestras segovianas. Pero la casualidad quiso que esa trinchera de la sierra de Atapuerca albergara ese santuario llamado por los arqueólogos la Sierra Mágica. Lo demás vino rodado. El Museo de la Evolución, que vistamos por la mañana, es un lugar inmenso. Se pierde uno en el tiempo, en la curiosidad de nuestros orígenes, para quien la quiera tener. Los que hicieron visita corta prefirieron visitar Burgos y su majestuosa y bella Catedral, pues dio tiempo para ello.

avivando ese ascua y sorpresa y caras de admiración se reflejaron en nuestros rostros al ver aparecer entre sus manos el fuego. Y ahí finalizó nuestra excursión para nosotros. Para nuestros antepasados fue un principio tan importante que les cambió la vida a ellos y a todas las nuevas generaciones.

La atención por parte de David, el guía del yacimiento y el aula, que visitamos después de comer en un precioso y algo fresco parque de Burgos, fue instructiva a la vez que diverti-

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Una excursión muy recomendable. Fernando Sebastián

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VIAJES Y MARAVILLAS de un Prior de San Frutos del Duratón en el siglo XVIII Una pequeña aproximación a la apasionante vida de

Fray Liciniano Sáez Fernando Criado

“En el día diez y seis de octubre de mill setezientos y treinta y siete años, yo, el bachiller D. Gabriel Sáenz, cura y beneficiado de este lugar de Tosantos, baptizé a un infante, hijo lexítimo de Francisco Sáez y de Juana Hernando, al que puse por nombre Domingo Vítores” Así, con esta declaración del Libro de Bautizados de la Parroquia de Tosantos, en la provincia de Burgos, da comienzo la apasionante vida de uno de los hombres más ilustres que nos ha aportado el siglo XVIII y, que por desgracia, no es lo suficientemente conocido ni valorado. Este era Domingo Vítores Sáez Hernando, más conocido como Fray Liciniano Sáez, siendo este nombre, Liciniano, el nombre que adoptó al cambiar su ropa por el hábito de novicio. Bien se podría decir que Fray Liciniano, nos ha legado un especial ejemplo de orden en el trabajo y en la vida, meticulosidad, sabiduría, rigurosidad, profesionalidad, intenso y dedicado trabajo y todo ello, reflejado en su continua dedicación a organizar los archivos y la cuentas del Reino y de la Iglesia, entre otras instituciones, en los más de cincuenta intensos años que ejerció con suma laboriosidad los trabajos que le fueron encomendados de un total de los 72 años que duró su vida. Gracias a su inmenso y fecundo trabajo de investigación y clasificación, han podido llegar hasta nuestros tiempos, los inmensos caudales de sabiduría e información que albergan los archivos de diversas instituciones, tan importantes como el Archivo del Monasterio de Silos, archivos particulares en Sepúlveda, Diputación de Pamplona (Comptos Reales del Reino de Navarra), Condesa de Benavente en Madrid, de Segovia, de Valbuena, etc. Incansable viajero a pesar de la debilidad física natural y enfermedades, impenitente curioso, fue también escritor (con varias obras impresas) y acabó por ser nombrado Académico de la Historia y recibió los honores, al final de su vida, como Maestro General de la Orden de San Benito. Lo que aquí nos interesa sobre todo es su relación con el priorato de San Frutos del Duratón, donde estuvo varias veces y de ellas ocho años como Prior. También estuvo, en otra época posterior, como compañero del Prior de San Frutos. Como curiosidad, tal vez por su austera y retirada vida en el agreste Duratón, el Padre Liciniano, firmaba, en ocasiones, como Fray Liciniano el Montaraz o Fray Liciniano el

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Bárbaro. Debemos considerar como serían las condiciones de vida y trabajo en la retirada ermita y monasterio de San Frutos en el siglo XVIII, cuando el viajero Fray Liciniano estuvo residiendo allí, exactamente desde 1777, es decir, unos veinte años más tarde de realizarse el famoso puente de la Cuchillada que daba acceso al antiguo Monasterio y que proporciona todavía el acceso actual a la actual ermita. Fray Liciniano, llegó a San Frutos del Duratón, como consecuencia de haber participado en la resolución de un pleito entre los vecinos de la localidad de Fuenterrebollo y el Priorato de San Frutos. El consejo de la Orden de San Benito, del 2 de julio de 1776 daba licencia al P. Liciniano Sáez por dos meses,

“para ir a la villa de Sepúlveda, para registrar y componer el archivo de D. Diego Gil de Jibaja, vezino y persona de la maior distinción de aquella villa”

Este importante señor, alcalde de Sepúlveda, parece ser que entró en contacto con Fray Liciniano, muy probablemente a principios del año 1774, pues en este tiempo fue nombrado Fray Liciniano, por el monasterio de Silos. para solucionar el pleito que existía entre los vecinos de Fuenterrebollo y San Frutos del Duratón, parte del priorato de Silos, acerca del apeo de los términos de dicho priorato y villa. Esta circunstancia provocó que entonces, Fray Liciniano, tuviera que tratar con el citado alcalde de Sepúlveda, a cuya jurisdicción pertenecía y pertenece el pueblo de Fuenterrebollo. Al parecer, según los expertos, el monasterio de Silos no pudo mandar persona más indicada para tal fin, pues conocedor de la paleografía podía interpretar adecuadamente lo que las escrituras y donaciones contenían acerca de tal asunto. Fue precisamente Fray Anselmo Arias, recién nombrado abad de Silos en el Capítulo General de la Orden de los Benedictinos de 1777, quién otorgó el cargo de prior de San Frutos a Fray Liciniano en el consejo celebrado el 4 de junio de 1777, siendo prior de San Benito de Valladolid, Fray Pedro González de Tanago, luego Visitador General de la OSB cuando Fray Liciniano continuaba aún en San Frutos. Fray Liciniano Sáez, entonces con treinta y nueve años, se ocupó de controlar y organizar, como Prior, los destinos de San Frutos del Duratón durante dos periodos consecutivos de cuatro años. En realidad, fue reelegido para un tercer mandato, el 25 de mayo de 1785, como prior de San Frutos del Duratón, pero en esta tercera oportunidad no pudo continuar en el cargo, en el entonces Monasterio de San Frutos del Duratón, porque tuvo que viajar a Pamplona a coordinar el archivo de la Cámara de Comptos Reales, de la Diputación de Navarra. Casi sin duda alguna, el monasterio de Silos le eligió, pensando que era la persona que mejor podía desempeñar dicho cargo, siempre preocupado y ocupado por los continuos pleitos entre el priorato y villas circundantes por motivos de apeos de términos, pastos, aguas, etc. Fray Liciniano llevó siempre, en el priorato de San Frutos, la misma conducta de trabajo intenso, investigación y orden que en el propio Monasterio de Silos y además, como siempre, fue exactísimo en sus cuentas. El estudioso y incansable fraile consiguió ganarse la estimación de los dos obispos de

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Segovia, con lo que coincidió durante su época de prior de San Frutos, respectivamente Alonso Marcos de Llanes Argüelles, primero, hasta 1783 y Juan Francisco Jiménez del Rio posteriormente, pues en dicha diócesis de Segovia está el priorato de San Frutos del Duratón y también de los miembros del cabildo de dicha catedral, los que le invitaron y hasta suplicaron que coordinase el archivo catedralicio. Sin embargo, nuestro fraile no pudo corresponder a esta petición por falta de tiempo, pues como veremos fue llamado para realizar otras investigaciones y ordenamiento de archivos en otros lugares. Fray Liciniano no dejó de aprovechar la soledad de San Frutos del Duratón para escribir y organizó allí mismo algunas de las obras que publicó y que luego veremos. No es este breve escrito, el lugar más adecuado para describir todo lo que Fray Liciniano llevó a cabo en San Frutos del Duratón y dejamos a los interesados, libres de investigar cómo organizó el Priorato y sus aportaciones al mismo. No queremos dejar de relatar los viajes que este gran hombre, este inmenso investigador, realizó por España, en esa época, durante el reinado de Carlos III y el posterior de Carlos IV. Durante su estancia en el Duratón, reinaba precisamente en España Carlos III, el rey que venido de Italia, trajo a España la modernidad y los avances de sus experiencias exteriores y que llegó a la Corte de Madrid el año en el que Fray Liciniano cumplía ventidos años y vivía y estudiaba en el Monasterio-Abadía benedictino de San Andrés de Espinareda, en la provincia de León. Para conocer un poco mejor la época en la vida de Fray Liciniano y la influencia de la Iglesia, sus Órdenes y la importancia de sus hombres, según el Catastro de Ensenada, comenzado en 1749, todavía en el reinado de Fernando VI, cuando el padre Liciniano, todavía Domingo Vítores, tenía doce años y aún vivía en Tosantos, su pueblo natal, la Iglesia poseía la decima parte del la propiedad del ganado lanar (la mayoría ovejas merinas) y la séptima parte de las tierras de labor de Castilla. Siete años más tarde, se realizó el llamado Censo de Ensenada, donde se otorga a España, una población de cerca de 9 millones y medio de habitantes. Esta era, en unos cortos párrafos, la España y la Castilla de los tiempos de nuestro viajero y estudioso, maestro de archiveros, bibliotecarios e investigadores. Como dijimos nació en Tosantos, Burgos, para viajar posteriormente a Silos (posiblemente también estuvo antes en Valladolid o Burgos). Desde Silos, donde tomó el hábito y realizó sus primeros estudios y fue profeso, se trasladó a la comarca del Bierzo, a Vega de Espinareda, donde los benedictinos tenían el Monasterio Abadía de San Andrés de Espinareda

“para ir a estudiar Artes al colegio de S. Andrés de Espinareda y que era preciso examinarle de latinidad, ceremonias y demás cosas; y habiendo sido examinado, en público consejo, salió aprobado”

Luego a Salamanca, donde estudió teología en el colegio de San Vicente y donde fue ordenado sacerdote. Una vez de vuelta en Silos, tuvo que irse a descansar, por su delicada salud, al Monasterio de Santa María del Espino, cerca de Miranda de Ebro y, posteriormente, volvió a su

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Monasterio de Silos, donde fue nombrado, a los treinta y un años, Archivero y donde, en solo cuatro años, organizó y ordenó los Archivos. Una obra colosal. Pensemos en los medios disponibles. Desde allí, en 1776, viajó a Sepúlveda y desde allí a San Frutos del Duratón, como Prior, donde llegó, como hemos dicho, en 1777. Después de los ocho años de San Frutos fue a Roa de Duero y posteriormente a Pamplona, como hemos dicho. Estando en Pamplona, se desplazó al Monasterio de Irache, donde también trabajó y residió. De nuevo en Silos, en 1789 fue nombrado otra vez Archivero y en seguida tuvo que partir de nuevo hacia San Frutos del Duratón, pero esta vez no fue designado Prior. Volvió una temporada a Pamplona y retornó a San Frutos y desde allí a Madrid, a la Corte de Carlos IV. El padre Liciniano Sáez, por otra parte, es autor, entre otros varios trabajos magistrales publicados, de tres de los más importantes tratados de estudio y documentación económica de la Historia de España, especialmente en lo referente a la moneda. Se trata de las siguientes publicaciones,

Apéndice a la crónica nuevamente impresa del señor rey Don Juan el II, en la que se da noticia de todas las monedas, de sus valores y del precio que tuvieron varios géneros en su reynado -oDemostración histórica del verdadero valor de todas las monedas que corrían en Castilla durante el reynado del señor don Enrique III, y de su correspondencia con las del señor don Carlos IV, con un apéndice de documentos que acreditan el valor de muchas extrangeras de aquel tiempo y varias notas, o discursos histórico-críticos sobre asuntos muy importantes, o curiosos, probado todo con instrumentos coetáneos -oDemostración histórica del verdadero valor de todas las monedas que corrían en Castilla durante el reynado del señor don Enrique IV, con un apéndice de instrumentos que justifican el valor de las mismas: noticias de los precios de los granos, carnes, pescados, jornales de labradores y artistas en aquel tiempo, y su equivalencia a las monedas actuales; y algunos otros documentos útiles y curiosos.

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instrumentos que continuamente se le pedían por los secretarios de los estados para los pleitos y expedientes que ocurrían en los mismos, lo que le impedía mucho para no adelantar, tanto como él quería, en su principal obra de arreglo, extracto e índice de papeles. Así continuó trabajando, en los demás estados de dicha casa, hasta el año de 1804, en que haviendo expuesto lo mucho que retardaba la operación de los índices el tener que dar razón de todo lo que era menester para la defensa de los derechos de la casa, se le dispensó de este cuidado, reduciendo solamente su obligación a la de continuar en la ordenación del archivo y conservándole los honores de archivero general de la casa y estados con el sueldo y demás gages que disfrutaba” Nos lo transmite Fray Domingo Moreno que convivió con él y le conocía muy bien. Pagina del Libro sobre la moneda en la época de Enrique IV en la que se describen gráficamente las monedas

Otro documento curioso acerca de las características personales, su personalidad y su trabajo, de este ejemplar hombre es el siguiente…

“En 24 de junio de 1790 ya estaba allí, en Madrid, el dicho P. Sáez, y en el mismo le nombró la Duquesa para la custodia y arreglo de todos los papeles de su archivo general, para que los extractase, colocase y ordenase según le pareciese, mandando se le diesen mil y quinientos reales por razón del gasto del viage desde San Frutos a la Corte, y quince reales diarios para su manutención, contándose desde el día en que salió de San Frutos para Madrid. Estubo algún tiempo hospedado en San Marcos hasta que se colocó en la misma casa del Duque de Osuna, no lexos del mismo anejo, con cuio motivo llegó a tener 24 reales diarios, carbón, aceite, esteras y ama pagado. Trabajaba desde las ocho de la mañana hasta la una de la tarde en el archivo, y por la noche se empleaba en sus trabajos particulares. Por junio del año de 1793 ya tenía extractado el archivo de los estados de Béjar, que comprende 16 tomos en folio, con la claridad, precisión y método que acostumbraba, cuidando al mismo tiempo de dar razón de los 22

En Madrid, estuvo trabajando más de 16 años y volvió a Silos en 1806, para fallecer en dicho Monasterio, cuatro días después de la llegada de las tropas napoleónicas al mismo, el día 23 de Abril de 1.809. Fray Echevarría, último abad de Silos antes de la desamortización de Mendizábal y abandono de las propiedades de la Iglesia de 1835 y que aún llegó a conocer a nuestro fray Liciniano, nos dice de él mismo…

“Fr. Liciniano Sáez... monge de tanta capacidad en el conocimiento de papeles y códices antiguos que tenía el archivo desta casa metido y metodizado, digámoslo así, en su cabeza, como lo prueba el inestimable índice que de él dejó de 5 tomos de folio mayor”

Para terminar, unas palabras del propio Fray Liciniano, acerca de si mismo…

“Confieso a V. Paternidad que no sé cómo tenga cabeza para lo que hago, ya cabilando sobre mis obrillas, ya buscando y ordenando los materiales para ellas. Muchas veces quando salgo del archivo conozco mi debilidad, pues tengo que arrimarme a la pared para no caerme. Quando estoy trabajando no siento nada, porque con el gusto estoy divertido...”. ----oooo---Pozuelo de Alarcón, Madrid, Mayo de 2014

José Fernando Criado Juárez 23


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Actividades de la asociación Senda de los Frailes (2012)

(Reproducción del artículo publicado en El Adelantado de Segovia el 10 de septiembre de 2012)

RAÚL GARCÍA CASTÁN SE IMPUSO EN LA NOVENA CARRERA PEDESTRE LA SENDA DE LOS FRAILES, EN SEBÚLCOR 8 de septiembre de 2012

al desarrollo de la carrera, García Castán y Gómez Moreno fueron a la par hasta que llegaron al Convento de la Hoz, más o menos a la mitad del recorrido, cuando comenzó la zona más escabrosa del circuito.

El sábado se disputó en Sebúlcor la novena edición de la Carrera Popular La Senda de los Frailes, que fue a su vez la penúltima de las prueSebúlcor Team bas que conforman el octavo Circuito de Carreras Pedestres de Segovia. Esta carrera, organizada por la Asociación ‘Amigos del Convento de la Hoz’ fue ganada por el corredor granjeño Raúl García Castán, que cubrió los 12 kilóRaúl García Castán metros del circuito en 40’47’’. Este atleta superó al que fue el campeón de las anteriores ediciones de la cita de Sebúlcor, Pedro Luis Gómez Moreno, que fue segundo a algo menos de un minuto (41’44’’) de García Castán. El pódium masculino lo completó Carlos Aldana Calvo (43’16’’).

Finalmente la lluvia que amenazaba con caer respetó a los corredores, que disfrutaron de unas buenas condiciones meteorológicas sobre un circuito duro, pero muy bello –se encuentra dentro de la lista de las ‘diez carreras con encanto de España’ de la revista especializada Corricolari–, que discurre por el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón. Tras la competición se llevó a cabo un homenaje a la niña Nayara, fallecida recientemente. También se realizó una degustación de productos típicos de la tierra. Asimismo, en la zona de la meta –situada en el campo de fútbol de Sebúlcor– se colocaron hinchables para que los niños disfrutaran también de esta cita que, desde hace nueve años, viene uniendo deporte y cultura. Nota de la redacción: Raúl García Castán, además de tener en su palmarés esta IX Senda de los Frailes, también posee, en su especialidad (Carreras por Montaña), 6 Campeonatos de España, 1 Campeonato de Europa con la Selección Española y 2 subcampeonatos del Mundo.

Por su parte, las tres mujeres más rápidas de la carrera fueron Eleanor Sedgwick (53’49’’), seguida de Sonia de la Calle (56’14’’) y de Gema Gómez Santalea (56’45’’). Al contrario que en otras ocasiones, este año no se cubrió el cupo máximo de inscritos de 250, acabando la prueba 209 atletas. En cuanto

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Ambulancia estrenada por la Cruz Roja en la IX Senda de los Frailes

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Actividades de la asociación Senda de los Frailes (2013)

(Reproducción del artículo publicado en El Adelantado de Segovia el 15 de septiembre de 2013)

JOSÉ MARÍA GÓMEZ FUE EL PRIMERO EN RECORRER LA X SENDA DE LOS FRAILES 14 de septiembre de 2013

monumento. Y lo cierto fue que los atletas tuvieron la oportunidad de disfrutar de esta fiesta, en la que solamente hubo un percance, producido por una caída de uno de los corredores, que se dañó un codo.

La décima edición de la carrera pedestre “Senda de los Frailes” llevó hasta la localidad segoviana de Sebúlcor a más de 200 atletas, que con buen ánimo y favorecidos por la bonanza de una tarde que se podría catalogar de calurosa, trataron de dar lo mejor de sí mismos para completar los 12 kilómetros del trazado por el terreno pedregoso que recorre el Parque Natural de las Hoces del río Duratón.

Pero salvando esta complicación, el resto de las carreras, incluidas las de los menores, se desarrollaron sin mayores contratiempos, y apenas 42 minutos después de la salida, hacía su aparición en la línea de meta el primer clasificado, José María Gómez Santero, que se está convirtiendo en uno de los dominadores de estas carreras pedestres, puesto que ya dominó en la prueba que se celebró el pasado mes de julio en Torreiglesias. Segundo en la meta fue Pedro Luis Gómez, a poco menos de dos minutos del primero. En féminas, Laura de Miguel y Sonia de la Calle mantuvieron un bonito duelo que se decantó en favor de la primera por un escaso margen de 24 segundos. Hubo además premios para los veteranos, dándose la circunstancia de que Francisco Javier Marcos Espeso, que marcó un tiempo de 48:21 en la meta, debía haber sido el segundo clasificado en la categoría de veteranos B, pero por un error informático se le colocó en veteranos A. Aunque el atleta no le dio más importancia al hecho, la organización de la carrera quiso agradecer la comprensión mostrada por el participante, que será obsequiado por la posición obtenida en la carrera.

La organización de la carrera hizo gala de su experiencia, no en vano esta prueba es una de las más veteranas del circuito de carreras pedestres de la Diputación Provincial, por lo que el equipo de trabajo compuesto por los miembros de la Asociación Amigos del Convento de la Hoz lo dejaron todo dispuesto para que los atletas populares solo tuvieran que preocuparse de hacer lo que más les gusta, recorrer corriendo uno de los parajes más hermosos de la provincia de Segovia.

Casi 180 atletas lograron terminar en el plazo marcado por la organización el exigente trazado de 12 kilómetros.

A las seis de la tarde, con el sol aún cayendo con fuerza sobre Sebúlcor, se dio la salida a la carrera, que celebró el primer aniversario de la Declaración de Bien de Interés Cultural de las ruinas del Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz del río Duratón de Sebúlcor, con categoría de

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