Laberinto No. 479

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Laberinto

David Toscana Olha que coisa mais linda página 2 Mary Carmen Ambriz / Alejandro Toledo Historias del ring página 8 Heriberto Yépez La vida después de Twitter página 12 Avelina Lésper Síndrome de Diógenes página 12

N.o 479

sábado 18 de agosto de 2012

Marianna Palerm

"Pornografía, una posibilidad de autoconocimiento" Héctor Orestes Aguilar Página 4 AUTORRETRATO, GRACIELA ITURBIDE, PACHUCA, MÉXICO, 1996 / CORTESÍA GALERÍA LÓPEZ QUIROGA

Entrevista con

Graciela Iturbide Anitzel Díaz

Página 6

MILENIO


02 b sábado 18 de agosto de 2012

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antesala DE CULTO

Olha que coisa mais linda TOSCANADAS ESPECIAL

David Toscana

una mano. Un profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro dijo: Eu gostaria invitar ace tiempo estaba você na minha universidade, con un profesor gringo para que fale dos romances que en los Estados Unidos. Toscana gosta. Me llevó a su casa y me mostró De modo que hoy escribo esto su enorme biblioteca dedicada sentado frente a una ventana que exclusivamente a literatura da al parque de Flamengo. mexicana, pues esa era su Las universidades de Brasil especialidad. Entusiasmado, están en paro desde hace fui recorriendo los estantes y algunos meses; pero cuando se detectando algunas obras que habló con el comité de huelga, tenía ganas de leer. “el señor viene de México y va a ¿Qué te pareció ésta?, le hablar de literatura”, las puertas pregunté mientras le mostraba se abrieron. una novela. Él hizo un gesto de Brasil debe ser hoy el lugar más quien algo huele mal. Es muy interesante, bullente y vivo del aburrida, me dijo. mundo. Profesores brasileños ¿Y ésta?, saqué un ladrillón han dejado sus cátedras en de un estante superior. No te la países oxidados del primer recomiendo, me respondió. mundo para volver a su país, Seguí revisando y le mostré una pues se percibe que algo grande tercera. Pura violencia gratuita, se está cocinando y no se lo me dijo. El final es ridículo. quieren perder. Cuando salí de su biblioteca le El entusiasmo e interés del dije: Eres experto en algo que no público que asiste a los teatros te gusta. no lo he visto en otras ciudades Para darnos idea del extremo tradicionalmente teatrales, como de la especialización en las París o Nueva York. Ahora Río y universidades, cuento que una vez Sao Paulo son esos lugares donde conversaba con quien se dice el si puedo hacerla ahí, puedo mayor conocedor de Don Quijote hacerla en cualquier parte. en la academia gringa. Entre café Gran mentira que este sea y café, le hice una pregunta sobre un país de samba y futbol. Los el Quijote de Avellaneda. “No brasileños tienen hambre de lo he leído”, me contestó. “Sólo saber, tocar, probar, cuestionar, soy especialista en el Quijote de apreciar. Por eso se han volcado Cervantes”. hacia las universidades, y la Y así, son numerosos respuesta de éstas fue complicar los mexicanistas o el ingreso y la permanencia vía latinoamericanistas que saben ataques al bolsillo. poco o casi nada de los clásicos Es una lástima que ahora rusos, franceses, alemanes… Brasilia quiera gastarse Especialistas en Rulfo no leen a los una fortuna en promover a autores que leía Rulfo. ignorantes que corren, brincan, Hace ocho meses hablaba sobre forcejean, nadan y se equilibran esto en Sao Paulo, en una palestra en una barra; meterle una sobre crítica literaria, y rematé fortuna al futbol y las olimpiadas diciendo: Por eso Toscana no da mientras deciden retirarle el clases en universidad, pues los apoyo a la educación. cursos son sobre literatura de tal Cualquier asalto que se haga país o región o época o género; a las universidades por parte y yo soy sólo especialista en las del Estado no es una mera novelas que le gustan a Toscana. insensatez del gobierno. Es un Entre el público se levantó crimen contra la humanidad. L dtoscana@gmail.com

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Andrés de Luna b andres10deluna@gmail.com ESPECIAL

Voltaire

Ironía del mundo

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n el Palacio de Postdam, en Alemania, una de las habitaciones principales corresponde a la que ocupó François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire (1694-1778). Es una huella de los días en que el autor de Cándido pasó las tardes y, a veces, las noches en discusiones literarias y filosóficas con el rey de Prusia, Federico el Grande, que practicaba la composición musical y el afecto a las ideas. Cerveza y cigarrillos eran esenciales en ese convivio. Fernando Savater escribió sobre Voltaire que “puso en boga un estilo e inventó un personaje, metomentodo, superficial, inconformista, adulador, crítico, vanidoso, a la par venal e insobornable, paladín por provecho propio y por convicción de la libertad de prensa y de la tolerancia: a ese personaje hoy le llamamos ‘el intelectual’. Antes de Voltaire, no había intelectuales”. Esa es una realidad tangible. En su novela filosófica Cándido, Voltaire hace burla extrema de la filosofía del pensador germano Leibnitz. Deja sentir su humor hiriente, su ironía despiadada, ante quien consideraba que el hombre habitaba “El mejor de los mundos posibles”. De hecho, el texto es una joya que pone en escena acciones en verdad lúdicas: “De pronto dos muchachas desnudas corrían por la linde de la pradera, perseguidas por dos monos que les mordían las nalgas”. Algo parecido a lo que padeció Chaplin al filmar El circo (1928), durante la escena del trapecista y los

EX LIBRIS

micos en la cuerda floja. Ahora bien, el intelectual francés sabía que el mundo está en un tránsito extraño. Las reflexiones son indispensables para transformar la realidad que, por lo general, es atroz y poco edificante. Con Voltaire asistimos al acto principalísimo de la toma de conciencia, algo que en estos días se ha convertido en expresión reiterada y, aun así, un eco difuminado en la lejanía de todo. Pocos como él estaban dispuestos a enfrentarse con el conservadurismo y la tontería de los gobernantes de una Europa despótica. Victor Hugo aclaraba que el nombre de Voltaire sirve para definir el siglo XVIII. Fue un agudo comentarista de los abusos religiosos; se refería a la Iglesia católica como “la infame”. Esto le valió formar parte de los Edictos Inquisitoriales en 1762, que condenaban todas sus obras, veinte tomos impresos en Ginebra, pues consideraban que eran erróneas y escandalosas. En ese sentido, La doncella de Orleans fue uno de esos libros en los que con filosa ironía convirtió a la santa histórica en personaje cargado de lujuria. Voltaire hizo una versión sardónica en torno al personaje femenino que se disfrazó de varón con tal de oponer resistencia a los ingleses. Voltaire murió en 1778, antes de ser protagonista de la Revolución francesa que tanto le debió a su espíritu libertario y a sus consideraciones literarias y filosóficas. A veces la existencia juega a la paradoja y nos deja fuera de aquello que tanto anhelamos. L Ariadne y el Minotauro bEKO

BITÁCORA PSICOTRÓPICA

Xavier Velasco

Los malos pensamientos son los inservibles; el resto es propaganda de la mala conciencia.

MILENIO b LABERINTO b Dirección: José Luis Martínez S. Edición: Alicia Quiñones Coedición: Roberto Pliego Arte y diseño: Salvador Vázquez Mejía


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antesala

Soneto sobre la muerte El crucigrama del Gran Tadey de los Tadeys Estos versos, que se alzan en vilo sobre la crueldad y el crimen, fueron inspirados por el protagonista de la novela de Osvaldo Lamborghini POESÍA

ESCOLIOS FLICKR.COM

Alejandro Vázquez

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egando el ojo-pólvora fulgente el Padre Maker su pecado pecha. Tadey a sentadillas, a la mecha adicto, se abre, de un entrar turgente.

En un trance imperial de anal entente alevoso Calibre ataca brecha y el corazón taladra con la flecha, locos ambos de tal fornir rugiente. Desdibujado, el Tadey-mancuerna, raudal en toda dirección malhaya, bendice con su orgasmo la caverna. No obstante una tan grande no hubo en talla, y el corazón le mancha la entrepierna, ¡muere feliz chorreando cual metralla!1 Conjunto de pedazos de hierro colado que saltan fuera de los moldes al hacer lingotes. 1

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lejandro Vázquez (Ciudad de México, 1989) es poeta y editor. En 2007 obtuvo una beca de intercambio para estudiar mandarín en la Universidad de Lenguas Extranjeras de Shanghai, China, y cursa actualmente la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Fue miembro del Colectivo Poético Cardo y actualmente trabaja en 2.0.1.2. Editorial, en la elaboración de libros con materiales reciclados para difundir la joven poesía experimental mexicana. El soneto que aquí presentamos forma parte de un libro en proceso, conformado por reseñas de novelas a modo de estampas poéticas. Describe el momento más climático en la vida de uno de los personajes de Tadeys, del porteño Osvaldo Lamborghini, y “pretende reflejar —comenta Vázquez— la experiencia, tanto traumática como reveladora, que significó la lectura de este libro”.

Armando González Torres agonzale79@yahoo.com.mx

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s temprano pero en el centro de la ciudad ya hay una plácida ebullición: los oficinistas se agencian presurosos un café, algunos jóvenes surten los comercios en carritos, las muchachas que trabajan halagan la vista y el olfato con su aliño. Ajeno a la agitación matutina, un vagabundo, acomodado con sus harapos en una banca, resuelve el crucigrama de un periódico arrugado. La imagen típica de un individuo gozando de un momento simultáneo de ocio y exigencia intelectual contrasta con la hora atareada del día y, sobre todo, con el aspecto del solucionador de crucigramas. Porque se supone que un vago puede yacer con la mirada perdida, husmear la basura, pedir dinero, molestar a las muchachas e insultar a los trajeados, pero ¿resolver un crucigrama? El solucionador de crucigramas, sin embargo, luce intensamente concentrado, sostiene con un par de dedos una pluma lista para escribir la palabra reveladora que, al parecer, tanto ha convocado. No hay tiempo para quedarse a atestiguar el fin de la escena, uno ya no sabrá si el crucigrama será resuelto satisfactoriamente o si el periódico será arrojado en un acceso de furia, en caso de que las palabras tarden demasiado en regresar a la memoria fragmentada. Desde esa segregación sumaria que se realiza a partir de la simple observación del otro, hay actividades y formas de intelección y sensibilidad que parecen insólitas en los seres marginales. ¿Cómo puede un vagabundo emprender la

actividad compleja e inútil de resolver un crucigrama? ¿Es posible imaginar los diálogos de un banquete platónico entre mendigos y trastornados? La vagancia es una forma tajante de alienación social que puede observarse como fatalidad o como renuncia voluntaria, como secuela de la desgracia o como búsqueda de la iluminación. Deshacerse de las posesiones y las ambiciones, renunciar a las responsabilidades y lazos sociales, demoler los signos convencionales de identidad y seguridad implica una tragedia, o una vía mística y artística, y no es extraño encontrarse en la caterva histórica de vagabundos a aspirantes a santos o estetas radicales. Suele decirse que el vagabundo restituye un estado de naturaleza en las junglas urbanas, que profesa con su desgarrador ejemplo contra la prisa, la acumulación y la higiene burguesas o que la existencia nómada, la frugalidad y la desposesión extremas implican modalidades invaluables de aprendizaje, conocimiento y comunión. Por supuesto, en la vida real del vagabundo urbano afloran formas lacerantes de explotación, exclusión y sufrimiento, pero, un poco encapsulados de su circunstancia, perviven en la memoria literaria contemporánea algunos vagabundos y semi-vagabundos entrañables (desde François Augiéras hasta ciertos beats y, en México, desde Juan Martínez hasta Mario Santiago y Samuel Noyola) que brindan al hecho inconmensurable de la errancia menesterosa un hálito romántico y poético. ¿Con qué palabra completarían ellos el crucigrama? L

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cine DIRTY DIARIES/ESPECIAL

Marianna Palerm

Marianna Palerm

“La pornografía, una posibilidad de autoconocimiento” La organizadora de Cine y sexo, la mirada femenina, quien afirma que la pornografía es un reflejo de los temores, deseos y necesidades de la sociedad, habla de las directoras y propuestas de este ciclo que, con una perspectiva de género, comienza el próximo lunes en la UNAM

ENTREVISTA Héctor Orestes Aguilar

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irectora del proyecto Ensamble Húmedo, Marianna Palerm dice que lo más difícil en la organización del ciclo Cine y sexo, la mirada femenina fue conseguir recursos, por lo que fue necesario acudir a instituciones como la UNAM, el IMCINE, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y las embajadas de Suecia y Países Bajos. La muestra, que se acompañará de una serie de mesas redondas, es la primera en su tipo en nuestro país y su realización ha provocado grandes expectativas y numerosas preguntas, algunas de las cuales se plantean en esta conversación. ¿Cómo surge la idea de realizar en México Cine y sexo, la mirada femenina, ciclo dedicado al cine porno hecho por mujeres realizadoras? ¿Cuáles fueron las razones que te impulsaron a concebir una muestra de este tipo? La pornografía es un reflejo de la sociedad, de sus temores, de sus deseos, de sus fantasías, de sus

necesidades, de sus demonios y también de sus estructuras de poder. Por eso, encuentro importante hacer una revisión y reflexión acerca de la pornografía. Más que razones tengo preguntas. ¿Podrías definir el tipo de cine que se verá en el ciclo, basándote esencialmente en las películas que integran la muestra? ¿Qué tipo de obras confrontarán los espectadores mexicanos? La palabra “pornografía” nos remite a algo oculto, inconfesable, con frecuencia deleznable; sin embargo, es consumida de manera masiva y casi siempre secreta. Para muchos y cada vez más para muchas, es el referente más importante de educación sexual. Es importante recalcar que existen muchas pornografías. La intención de esta pequeña muestra cinematográfica es visibilizar la apropiación femenina del discurso pornográfico. Quienes hasta ahora habían sido el objeto pasivo pasan a ser los sujetos que deciden lo que ocurre en el set. Las directoras invitadas (Jennifer Lyon Bell, Erika Lust, Candida Royalle, Tristan Taormino, Marit Östberg y Liandra Dahl) reivindican el derecho de las mujeres a explorar su placer, el derecho a manifestar lo que les gusta y lo que no, el derecho a ser calientes y no por eso violentadas. El cine porno hecho por mujeres ofrece un discurso distinto y conforma un campo de batalla político que desmitifica los roles sexuales estereotipados.

Se proyectarán largometrajes como Cabaret Desire, de Erika Lust (España, 2011), un relato acerca de un mágico y bohemio espacio nocturno al que la gente acude para que le cuenten historias eróticas; Eyes of desire, de Candida Royalle (Estados Unidos, 1998), donde un personaje llamado Lisa se retira a la casa de campo de su amiga para reflexionar sobre su relación de pareja y su carrera profesional; Expert guide to female orgasms, de Tristan Taormino (Estados Unidos, 2010), una guía de educación sexual que presenta información razonada, técnicas explícitas y una sexualidad sorprendente. Taormino muestra lo que enciende y apaga el placer femenino. Esta guía está basada en las experiencias de las cinco participantes femeninas, sus deseos y sus orgasmos; y, finalmente, Dirty diaries (Suecia, 2009), un ensamble de trece cortos producido por Mia Engberg, que desató polémica antes y después de su lanzamiento debido a su contenido sexual y al hecho de que fue financiado principalmente por el Instituto Sueco de Cine.


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cine CORTESÍA FESTIVAL

También pueden verse los cortos Headshot, Share, Sunset fisting, y los mediometrajes Matinee (con el actor escocés Steven Mac Alistair y la actriz inglesa Alicia Whitsover, quienes interpretan su primera película con sexo explícito) y Sisterhood, documental sobre el quehacer del porno feminista queer. ¿Tenemos la suficiente educación, libertad e imaginación sexual como para apreciar este tipo de cine a plenitud? ¿Has encontrado brotes de censura o actitudes de incomprensión entre aquellos a quienes les participaste, desde un principio, tu intención de hacer un ciclo así? No tenemos libertad ni educación y estamos cargados de prejuicios, por eso creo que estamos listos para una muestra de este tipo. Considero que en una sociedad como la mexicana, con violencia atroz en contra de las mujeres, resulta oportuna la muestra y las reflexiones que suscita en torno a nuestra sociedad. En México la industria del cine pornográfico está prácticamente muerta, casi todo lo que se produce es clandestino o ilegal; esto debe indicar algo de nuestra sociedad. Por lo general la gente se prende con el proyecto, eso es lo que ha permitido sacarlo adelante. Muchas personas están involucradas y es gracias a su complicidad que la muestra está por iniciar. El grupo de obras y cineastas que presenta la muestra, ¿es en sí mismo un canon de lo que debe ver el espectador que se asoma por primera vez a este tipo de cinematografía? No lo creo. Las obras reunidas sólo son muestra de que existen otras pornografías, que el porno puede ser una declaración política, una herramienta de aprendizaje, de placer, de autoconocimiento y de análisis. Danos detalles de cada una de las realizadoras que invitaste al ciclo. ¿Por qué ellas y no otras? Ellas son Erika Lust, productora, directora y escritora sueca, cofundadora de Lust Films y autora de los libros Porno para mujeres, Por qué las suecas son un mito erótico y La biblia erótica de Europa. Sus películas han ganado numerosos premios. Está también Jennifer Lyon Bell, directora de cine erótico y curadora, quien tiene una compañía productora independiente, Blue Artichoke Films. Ha ganado premios tanto en festivales de cine erótico como en festivales de cine regular. Su corto Headshot fue proyectado en el festival de cortometrajes de Cannes, “Cannes Shortfilm Corner”, y en Londres en el Instituto de Arte Contemporáneo. Asimismo, se verá obra de Liandra Dahl, modelo de desnudo erótico y performancera en películas pornográficas. Por otra parte, está presente la sueca residente en Berlín Marit Österberg, participante de la escena del cine porno feminista queer, que se ha venido desarrollando en Europa en los últimos años, quien tiene una trayectoria como activista en el movimiento feminista queer y como periodista. Su trabajo es de gran importancia en la discusión de política sexual en el medio sueco. Subrayo la presencia de Candida Royalle (Nueva York, 1950), productora y directora estadunidense de películas eróticas y ex actriz porno, cuyas producciones han sido elogiadas por consejeros y terapeutas por representar la actividad sexual como sana y realista. Una de sus citas más célebres: “Nosotras no queremos sólo ver dos personas entrando en un cuarto y empezando a tener sexo. Queremos saber quiénes son esas personas, por qué están teniendo sexo y qué clase de sexo tendrán. Además, como siempre señalo, las mujeres no son flores delicadas. Nos gusta ver sexo, nos gusta verlo bien hecho, pero no necesariamente queremos que cada escena termine con una eyaculación, y menos con una en la cara de la mujer”. Otra presencia notable es la de Tristan Taormino (Nueva York, 1971), escritora feminista, columnista, educadora sexual, activista, directora de cine para adultos y también en algunas ocasiones actriz que se define como experta en sexo anal. Es columnista de The Village Voice y Taboo y fue editora de On Our Backs, la revista más antigua de contenido sexual para lesbianas. Su nombre es famoso en las universidades estadunidenses debido a la

La actriz Missy en el filme Eyes of desire, de la cineasta Candida Royalle

El ciclo Cine y sexo, la mirada femenina, se llevará a cabo del 20 al 26 de agosto en la sala Julio Bracho del CCU-UNAM, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, el Laboratorio Arte Alameda, el Centro de Diseño, Cine y Televisión, y el Teatro El Vicio. En Guadalajara se proyectará del 27 de agosto al 1 de septiembre en el Cine Foro de la Universidad de Guadalajara. Consúltese la programación en www.ensamblehumedo.org

frecuencia con la que es invitada como conferencista experta tanto en temas de sexualidad, género y feminismo como de homosexualidad y lesbianismo. Ha aparecido en emisiones televisivas de gran repercusión mediática, incluido el Discovery Channel. ¿Cuáles han sido los principales obstáculos que has encontrado durante el proceso de concepción y organización de la muestra? Lo más difícil fue conseguir recursos; todavía no lo solucionamos del todo. En un inicio, ingenuamente, creí que sería sencillo encontrar patrocinadores; dicen que el sexo vende, ¿no? No fue así, marcas relacionadas con la industria del sexo respondieron cosas como “su proyecto es nocivo para nuestra marca”, o “si fuera gay pueque”; es curioso. De una forma extraña, esto resultó motivante y poco a poco pudimos ir armándola con apoyo (no necesariamente económico) del Programa Universitario de Estudios de Género de la UNAM (PUEG), de la Filmoteca de la UNAM, de 17-Instituto de Estudios Críticos, del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, de IMCINE, de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, de la Asociación de Mujeres en el Cine y la TV, Centro de Diseño, Cine y Televisión, la Cineteca Nacional,

la Embajada de Suecia, la Embajada de Países Bajos, Voces en Tinta, Altarte, V Motel Boutique, el Laboratorio Arte Alameda y mucha gente que en el camino se fue sumando y trabaja de manera voluntaria. El cine porno dirigido por mujeres, ¿es de suyo feminista? ¿Las directoras invitadas son feministas militantes o lo han sido? Sí, es resultado del debate entre las feministas pro porno y las feminista anti porno que comienza en Estados Unidos en los años ochenta, lo que se conoce como las “guerras feministas del sexo”. ¿Por qué decidiste acompañar un ciclo de este orden con una serie de conferencias académicas? La intención de las mesas es hacer una revisión desde la pornografía hasta la postpornografía. Los temas son “Libertad de expresión”, “Educación sexual”, “Apropiación de los discursos”, “Cuerpo, violencia, interpretación” y “Normalización del estudio de la pornografía”. Contaremos con la participación de Naief Yehya, Benjamín Mayer, Néstor Braunstein, Cristina Rivera Garza, Andrés de Luna, Fabián Giménez Gatto, Hortensia Moreno, Alejandro Madrazo, Óscar Chávez, Gloria Careaga, Ingrid Ryberg, Gerardo Delgado, El Diablo, entre otros. El programa completo pueden consultarlo en www.ensamblehumedo.org ¿Crees que puedas darle continuidad a este ciclo? Me gustaría darle continuidad, pero estoy pensando en otra mirada, no exclusivamente femenina. ¿Quisieras agregar algo más? Al no tener manera de controlar lo que nos provoca excitación, la pornografía puede mostrarnos que no somos como nos gustaría o que nuestra sexualidad no es como pensábamos. Por esto mismo, la pornografía es una posibilidad de autoconocimiento. L


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FOTOS: GRACIELA ITURBIDE, CORTESÍA GALERÍA LÓPEZ QUIROGA

Mandrione, Roma, Italia, 2007

Cementerio católico, 2007

Graciela Iturbide

“A mí me gusta la soledad,

por eso soy fotógrafa”

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acida en 1942, en la Ciudad de México, Graciela Iturbide es la fotógrafa viva más influyente de nuestro país. Cazadora de imágenes inverosímiles, curiosa e intuitiva, se formó en el estudio de Manuel Álvarez Bravo a principios de la década de 1970. De hecho, puede decirse que no sólo adoptó sino que continuó y revitalizó su legado. Su ojo ha privilegiado la vida cotidiana de los pueblos indígenas, en especial de las mujeres. Resultan más que célebres su serie sobre Juchitán y sus retratos de los seris de Sonora. Conversamos con ella sobre sus inicios en la fotografía, sus fantasmas oníricos, sus pasiones personales y sus nuevos proyectos. La fotografía se caracteriza por capturar un instante, por hacer de un instante una historia. ¿En qué consiste tu proceso? ¿Disparas ante la sorpresa o tomas fotografías y luego te sorprendes en los contactos? Trabajo sorprendiéndome con lo que veo. No voy con un tema. Puedo traerlo dentro de mí, pero lo que encuentro, me sorprende. Si no me sorprende no sirve de nada. Después, cuando haces los contactos, vuelves a sorprenderte con muchas cosas que pasaste por alto. Es el caso de “La mujer ángel”, la que carga consigo un aparato de radio. Yo llegué a mi casa y dije: "¿A qué hora tomé esta foto?" No me acordaba; es más, ni la había visto… …Y es una de tus fotos que más llaman la atención. Yo sigo dos procesos: que el ojo se sorprenda cuando ve algo, estar lista para eso que muchas veces da resultado, y después los contactos. Cartier-Bresson decía que el momento decisivo consistía en tomar la foto. Yo creo en el momento en que tomas la foto y en la manera en que eliges tu contacto. O sea: hay dos sorpresas pero la primera es la más importante. Para muchos artistas la cámara es como su firma. ¿Qué cámara utilizas o cuál es la que más te gusta? ¿Qué formato prefieres? Mis favoritas son una Rolleiflex vieja y una Mamiya. Durante mucho tiempo usé Leicas porque viajo mucho y son las más ligeras. Pero como ahora veo cuadrado, prefiero la Mamiya y mi Rollei viejita. Me gusta el formato 6 x 6; he dejado a mis Leicas un poco olvidadas. ¿Cómo logras que tus sujetos se sientan cómodos cuando los fotografías? Establezco una relación de complicidad. Vivo en sus casas y de esa manera puedo conocerlos. Las fiestas se prestan para trabajar pero

nunca tomo una foto sin avisar. A la gente sencilla no le gustaba tanto que le tomara fotos porque creían en el mal de ojo; se supone que les iba a robar el alma. Ahora, con la tecnología, ellos mismos se hacen videos y se toman fotos, de modo que ya no resulta difícil. ¿Qué consejo le darías a un fotógrafo joven? A esta pregunta, Annie Leibovitz respondió que el mejor consejo era que el fotógrafo joven se quedara en su casa y comenzara fotografiando amigos y familiares, gente que aguantara tus exigencias. ¿Qué piensas al respecto? No hay muchas fotografías de Graciela Iturbide, de su familia y sus amigos. No las he publicado pero aquí tengo como cinco cajas de la familia Rocha. También publiqué un libro infantil, Asor, donde mis tres nietos van a recorrer un mundo de sorpresas. Hay cosas raras, como en los países a los que he viajado: la sirena bífida, casas abandonadas. Armé todo un libro con mis nietos al principio y mis nietos al final. Yo les aconsejaría a los fotógrafos que trabajaran con pasión y disciplina, que fotografíen lo que quieran mientras lo hagan con pasión: objetos, gentes en los pueblos… Depende de cada personalidad, pero tienen que aventarse. El fotógrafo Larry Siegel me dijo alguna vez que debía tomar uno o dos rollitos diarios para empezar a practicar. Para mí, la fotografía es un pretexto para conocer el mundo, la cultura del mundo, la vida, y un poco a mí misma. ¿Eres fotógrafa viajera o viajera fotógrafa? Soy fotógrafa viajera. Nunca viajo sin mi cámara; es más importante el trabajo que mis vacaciones. Mi cámara es mi pretexto. ¿También revelas? Este lugar era mi laboratorio pero como ahora viajo mucho lo convertí en mi archivo. Tengo dos asistentes en México que revelan muy bien. Voy a exponer en la Tate Gallery y en Bélgica me están produciendo las impresiones. En una época, cuando expuse en

En vista de que en unas semanas expondrá parte de su nuevo material en el Museo Amparo de Puebla, conversamos con nuestra gran artista del ojo. La cámara, confiesa, es su pretexto para conocer el mundo Anitzel Díaz

el Getty, un impresor muy bueno me ayudó con las impresiones. Extraño el proceso pero no tengo tiempo de meterme al laboratorio. La mayoría de tus fotos no tienen título… Muchas sí. En el ensayo sobre las cabras, una lleva “Carmen” por título —la del cuchillo, que me recuerda la ópera Carmen— y otra “El sacrificio”porque aparece una cabrita a la que están degollando. Yo no acostumbraba titular mis fotos hasta que Álvarez Bravo me dijo: “Tienes que darles título porque así la gente las distingue”. A él le pasó una cosa muy curiosa. A todas les ponía título y sin embargo tiene una que se llama “Sin título”. Es su nombre. Mis últimos trabajos no llevan título, sólo uno, “Sogno”, una mujer que va pasando sobre un texto escrito con gises que dice tal cual, Sogno (el sueño). En Roma acabo de fotografiar a una niña que está agachada, y a quien llamo la niña araña, pero la foto aún no tiene título porque apenas se va a exhibir. ¿Sueñas con las imágenes? Te voy a explicar un sueño que tuve. Yo me había separado y todos, todos, todos mis negativos se quemaban. Era maravilloso porque la señora de las iguanas y la mujer ángel salían del negativo caminando, como si fueran personas. Me encantó porque sentí que estaba salvando a la persona, no a la foto. Esta imagen que tienes de la muerte… este hombre sobre el suelo…, ¿te ha perturbado en sueños? Sí, ya no la publico, después de una exposición en Suiza que viene de la Fundación Mapfre, en España, donde se encuentra la secuencia entera. No son fotos buenas pero cuando yo iba de camino a enterrar al angelito, acompañando a sus padres, apareció la muerte en medio del camino y la fotografié. Yo pensé que era un sueño, que no era realidad, que era mentira y que iba a revelar las fotos y no iba a salir. En Suiza la secuencia llamó mucho la atención porque se trataba de la muerte. Yo perdí una hijita y me dio


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de portada un poco la obsesión de retratar angelitos muertos, y sentí que la muerte me decía: “Hasta aquí, Graciela, basta”. La foto forma parte de un libro pero es horrible; ya está guardadita. ¿Documentas o narras la realidad? Documento para narrar; uno guarda en el inconsciente lo que quiere tomar. Todo es documento, hasta lo abstracto es documento. Lo que pasa es que hay que tener una personalidad, un lenguaje fotográfico. La parte misteriosa, en mi caso, es muy fuerte. Claro que salgo a la calle a documentar pero también a narrar lo que veo, lo que puedo ofrecer a los demás. ¿Has conocido a alguien que merezca la pena que seas su mentora, así como lo fue Manuel Álvarez Bravo para ti? Maya Goded, pero afortunadamente es muy independiente. Lo que pasa es que durante un tiempo conviví con Álvarez Bravo como asistente. No fue mi maestro de fotografía, fue mi maestro de la vida. Con él escuchaba música, aprendí literatura, el arte popular. Aprendí de su personalidad poética. Lo extraño porque era un hombre muy fino, muy delicado, que me enseñó más de la vida que de la fotografía. Él me decía: “Graciela, hay que ver mucha pintura para hacer fotografía”. Yo le dije alguna vez: “Maestro, y ¿cómo se revelan los rollos?” Yo ya sabía pero quería que me lo explicara mejor. “¿Sabe qué, Graciela, compre un rollito de Kodak, lea las instrucciones y hágalo así y le va a quedar perfecto”. Me enseñó a ver, a reflexionar. ¿Cómo lograste que te tomara como asistente? Me dio permiso de asistir a sus clases. Me vio muy entusiasmada y vio una foto que había tomado y le encantó. Dos días después, me dijo: “¿Y no quieres ser mi achichincle?” Dije: “Obvio que quiero ser su achichincle”. Fue la casualidad, el mundo, la vida maravillosa. ¿Por qué la fotografía y no la literatura, el cine…? Dejé el cine porque conocí a Álvarez Bravo. Yo quería ser escritora pero me casé muy jovencita y del cielo cayó la fotografía. Me gustaba desde niña, tomaba fotos porque mi padre era un aficionado de la fotografía y yo me robaba las fotos que encontraba en mi casa. Pero idealmente quería ser escritora. Decides dedicarte al arte a los 27 años. ¿Cómo llegaste a ese camino? En mi casa no me dejaron estudiar literatura; nunca fui a la universidad. Tuve tres hijos seguiditos y en cuanto ya estuvieron más grandes escuché en la radio que había una escuela de cine y me inscribí. Mi familia es muy conservadora pero rompí con todos sus patrones. Ellos estaban aterrados; la mujer tenía que ser para la casa y para cuidar niños. Hay personas que tocan tu vida y otras que sólo pasan. ¿Tienes algún recuerdo en especial de alguien que hayas fotografiado? Evidentemente, el de Álvarez Bravo, a quien le tomé muy pocas fotos porque no se prestaba para ello. Recuerdo al general Torrijos porque trabajé mucho tiempo en Panamá; también a García Márquez y a Vargas Llosa, pero sobre todo a Toledo, porque es mi cómplice. Incluso inventa poses, lo cual es maravilloso. Es mi sujeto de fotografía preferido. Álvarez Bravo y Toledo tienen curiosamente algo en común: su sencillez, su inteligencia. ¿Consideras que tu fotografía es feminista o femenina? Femenina. Yo soy feminista pero jamás he hecho un trabajo feminista. Fui a Juchitán y fotografié a las mujeres porque vivía con ellas, me querían y protegían. No soy feminista ni política en mi trabajo, aunque estoy politizada. Fui una feminista inconsciente al romper con mi familia y la tradición pero en mi fotografía soy yo, Graciela Iturbide. ¿Hay alguna imagen que se te haya escapado? ¡Ay, sí! Yo estaba tomando una foto que se llama “El viaje”, que capta a una bicicleta que transporta pollos con las patas para arriba. En ese momento pasó una pareja ya grande que acababa de casarse en Tlaxcala. Parecían llenos de polvo y estaban acompañados por una mujer salida de una película de Viscontti. La escena era tan maravillosa que no pude fotografiarlos; únicamente los miré. En Juchitán, muchas veces estaba platicando con las señoras y no podía decirles

Ostia, Roma, 2007

“Espérame, ahorita vengo, voy a tomar una foto”, porque era una falta de respeto. Tengo muchas fotos que se me han ido pero que conservo en mi mente. Ojala algún día aparezcan de nuevo.

inmigrantes esperaban a que pasara el pollero para pasarlos por los túneles… y era tal desesperación… Algún día quiero hacer un libro sobre la frontera.

¿Qué sientes al ser fotografiada, al encontrarte del otro lado de la cámara? No me gusta: como ser un cazador cazado. Ahora bien, hay gentes que me han fotografiado y su trabajo me ha gustado. Filmar, eso sí. Fui actriz cuando estudié cine. Hice una película y recibí un premio a la mejor actriz del año.

En una foto del baño de Frida hay un par de pies en la bañera. ¿De quién son? Míos. Me acababa de operar —por eso están horrendos— y me acosté en la tina porque Nicolás Echevarría estaba filmando un documental sobre mí. Dije: “Nicolás, esto es un sacrilegio”. Me pasé todo el día diciendo “Ay, perdón, Fridita, perdón por acostarme en tu tina”. Estas fotos aparecen a color y en blanco y negro… Hay un portafolio de siete fotografías a color, numeradas, pero me gustan más en blanco y negro. Como decía Octavio Paz: la realidad es en blanco y negro. Lo que pasa es que como fotógrafa estoy deformada y sólo veo la foto en blanco y negro. Acerca de la exposición y catálogo del Museo Amparo, ¿cómo se desarrolló el concepto, cómo empezó y cómo evoluciono? Surgió cuando me invitaron de Puebla y mostré las fotos recientes e inéditas que había tomado. Hay gente en una parte, hay paisajes en otra. Tomo la arquitectura como paisaje y en medio hay contactos de mi antiguo trabajo. La exposición se inaugurará en septiembre en el Museo Amparo. La foto que más me gustó del catálogo aparece también en Babel: una niña se peina sentada en una silla mientras su padre aguarda de pie. ¿Es una escena de la película? Se trata de unos extras que estaban ahí por si acaso recibían un llamado. No vayas a creer que eran parte del elenco. Estaban esperando a ver si se necesitaba un extra y cuando los vi me sorprendieron y los tomé. El señor pasaba por ahí y se quedó mirando cómo se peinaba la niña, y yo me quedé mirando a los dos. Yo ya había hecho toda una historia en mi cabeza sobre un padre y una hija… la espera del padre… No, no, no. Todo lo hago de manera intuitiva. Los vi y dije: “¡Madre mía, este señor y esta niña peinándose por si la llaman!” Entonces tomé la fotografía.L

¿Cómo se llama la película? Los nuestros de Hermosillo, de 1969. Me pidieron que siguiera en la industria, pero meterme a ese mundo… jamás. A mí me gusta la soledad, por eso soy fotógrafa. ¿Los autorretratos son una puesta en escena? Los autorretratos provienen del inconsciente pues ahí no me da miedo fotografiarme con todos mis problemas. “Ojos para volar”, donde aparezco con un pájaro muerto, tiene que ver con un estado de ánimo. El de las serpientes se debe a que estaba en psicoanálisis y sentía que me salían serpientes. Bueno, dije, pues hagamos la foto, esa sí más pensada. Hace mucho que no tomo autorretratos. ¿Cuándo empezaste a exponer tu trabajo? Hace mucho tiempo, Álvarez Bravo invitó a cuatro de sus asistentes y expusimos en Washington. Expuse por segunda vez en la Casa de la Cultura de Juchitán con el material sobre el pueblo. Después lo hice en la Casa del Lago. La serie de Juchitán ha viajado por todo el mundo. Ya no lo soporto… Alguna vez leí que en México la norma está siempre cuestionada y que hay oportunidades de sobra para tomar imágenes bizarras y estrafalarias, que abundan al punto de haberse convertido en cliché. ¿Qué hace que tu obra escape a esto? México no es un país surrealista. Breton, que era un dictador, vino, lo dijo y nos lo creímos. En un catálogo, Breton incluyó a Álvarez Bravo como fotógrafo surrealista. Yo alguna vez le pregunté a Álvarez Bravo si era surrealista y me contestó: “Qué más da, Graciela, no importa”. México es un país maravilloso con muchas cualidades. La cámara me ha dado la oportunidad de conocerlo bien. Pero México es también muchos países. En Juchitán te hacen bromas eróticas, te invitan a quedarte en sus casas; los seris son muy lindos pero son gente del desierto. He trabajado en la frontera, en el Cañón de Zapata, donde los


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MILENIO

en librerías ESPECIAL

Poética de un combate literario Los antologadores de Historias del ring dan cuenta de las razones y los impulsos detrás de los cuales estuvo su decisión de reunir a una constelación de estilistas y fajadores CREACIÓN Mary Carmen Sánchez Ambriz y Alejandro Toledo Primer round odo comenzó fuera de gimnasios y cuadriláteros: en una esquina neutral del departamento-biblioteca en donde vivimos, un día decidimos empezar a colocar ahí aquellos títulos preferentemente literarios que tuvieran que ver con el boxeo. Como con la pirinola, dime qué pones tú y te diré qué pongo yo. Y a ver qué sale. Lo primero en caer, seguro, fue algo de Cortázar: el tomo dos, peso pluma (alto y delgado), de La vuelta al día en ochenta mundos, en donde aparece “El noble arte”, ese texto en el que recuerda el escritor cómo en 1923 el pueblo de Banfield donde vivía siguió por la radio aquel combate de pesos pesados en el Polo Grounds de Nueva York entre Jack Dempsey y Luis Ángel Firpo, el llamado “toro salvaje de las pampas”. Lo de la radio es literal, pues era uno solo, único, el aparato que había en Banfield, y alrededor de él se congregó el pueblo entero. Tenía Cortázar nueve años de edad y lo habrá impresionado la postal auditiva de un Dempsey despedido por entre las cuerdas en el primer round y que cayó sobre las máquinas de escribir de los reporteros, así como el regreso a la lona del campeón impulsado (no muy legalmente) por treinta manos. En el segundo asalto Dempsey resolvió el complicado duelo. La memoria de esa jornada de su infancia se le presentó a Cortázar en 1952 y lo llevó a escribir, entre mate y mate, el relato “Torito”, incluido en Final del juego (1956). Mas no era, en nuestro caso, el final sino el comienzo del juego: una forma de empezar una antología. La relación de Cortázar y el boxeo no terminaba ahí pues había que considerar, también, “La noche de Mantequilla” (de Alguien que anda por ahí, 1977), que algún reseñista ha echado de menos en Historias del ring. Un solo autor aportaba tres libros. De otro, el estadunidense Jack London, tuvimos que ubicar con rapidez “Por un bistec” y “El mexicano”, y luego, años más tarde, nos topamos con sus crónicas de aquella pelea de 1910 entre su tocayo Johnson y J. J. Jeffries… ¿Cuántos relatos escribió Hemingway sobre pugilistas? ¿En dónde pusiste Del boxeo, de Joyce Carol Oates? Lo de Garibay sobre el Púas, claro, no podemos olvidarlo. Hay un ensayo de Novo, sí. ¿De Novo? No lo creo. Está en una de las recopilaciones del Fondo de Cultura Económica. ¿De Novo, Salvador Novo? Sí. Y en Cosecha roja, de Dashiell Hammett, hay una pelea buenísima, de un boxeador con ambiciones al que la mafia pide que pierda y no puede, se resiste, vence y muere… Así, la esquina neutral del departamento-biblioteca que habitamos se fue poblando de grandes combates literarios.

T

Historias del ring Ediciones Cal y Arena México, 2012 441 pp.

Segundo round Se sumaron jabs, uppercuts y ganchos al hígado. Apostamos por el boxeo bien escrito, zigzagueante, entrañable y furioso, que salpica sudor y sangre. Retamos al boxeo de sombra, aquel que practican los escritores al enfrentarse a la página en blanco y —literalmente— librar una batalla; el famoso cross a la mandíbula del que habla Roberto Artl, golpe literario con el que se busca derribar con efectividad al lector. Decía Cortázar que la novela debe vencer por decisión y el cuento por nocaut. Si para Hemingway el periodismo era una forma de calentar el brazo —en metáfora beisbolera, para poder enfrentar después los juegos mayores—, en la disputa por la palabra otros autores aceptan los rounds necesarios con los que vencerán a la página en blanco… o serán vencidos por ella. Tercer round Como suele ocurrir, hacer una antología tiene sus riesgos, pues hay que conjuntar un buen cartel. Viene al caso una frase de André Gide de la que el joven Xavier Villaurrutia se apropia: “Hace falta perderse para recobrarse”. En Historias del ring no se agotaron los autores, al contrario: nos hizo falta espacio. El primer engargolado daba para un libro, quizás inmanejable, de ochocientas páginas; atendiendo a una sugerencia de Rafael Pérez Gay, nuestro editor en Cal y Arena, la dejamos en cuatrocientos (como los cuatrocientos golpes del filme de Truffaut), con una tipografía agradable y el aire necesario para que el lector respire. Lo otro, lo que quedó fuera, da perfectamente para un segundo libro tan bueno como el primero.

En el apartado dedicado al cuento tuvieron que eliminarse piezas como “La noche de Mantequilla” de Cortázar, “Clase de box” y “El jorobadito” de Roberto Artl, “El Rayo Macoy” de Rafael Ramírez Heredia, “Los que vieron la zarza” de Liliana Heker, “Prometeo” de Julián Ríos y “Rocket Man” de Thom Jones. Este último autor es un boxeador estadunidense en retiro; ha sido considerado en su madurez un narrador propositivo con miras a convertirse en un peso pesado de la ficción. La parte consagrada al ensayo permaneció casi intacta. La novela no corrió con la misma suerte. Habíamos seleccionado un capítulo o round de Con la muerte en los puños de Pedro Ángel Palau y algo curioso de Los 40 chatos de Antonia Mora; salieron acaso por ser textos que tratan más de la vida de los peleadores fuera del cuadrilátero que de sus aventuras pugilísticas. También separamos unos fragmentos de Segundos afuera, novela del argentino Martín Kohan acerca del combate entre Dempsey y Firpo que tanto emocionó a Cortázar. En cuanto a la poesía relacionada con el pugilismo hay pocas piezas, pero bien contadas, de Apollinaire, Machado, Nicolás Guillén... Al saber del proyecto de la antología, Eduardo Lizalde pidió que considerásemos un texto suyo y ofreció ese poema hermoso y violento en donde propone a los amantes “dar lo absolutamente imprescindible,/ obtener lo más,/ nunca bajar la guardia,/ meter el jab a tiempo,/ no ceder,/ y no pelear en corto,/ no entregarse en ninguna circunstancia/ ni cambiar golpes con la ceja herida”. Con respecto a la sección de crónicas y reportajes teníamos la cobertura periodística de London en torno a la pelea Johnson vs. Jeffries, una conversación amplia de Sergio Guzmán con Carlos El Cañas Zárate… Uf, ya no, no cabía. ¿Dónde, pues? El límite no fue de tiempo sino de páginas. Y quedó al fin una buena representación mexicana que debe ser valorada: la entrevista de Ramón Márquez con Mohamed Ali antes no coleccionada en forma de libro, los encuentros de Ricardo Garibay con el Púas Olivares y de Héctor de Mauleón con el fantasma del Chango Casanova, más Garmabella dándole voz al Ratón Macías… y unos momentos frenéticos del relato imprescindible de Norman Mailer sobre aquella pelea mítica Ali-Foreman. Cuarto round Creció Mary Carmen con los periódicos deportivos que llevaba a casa su abuelo materno; éste fue necaxista y en las canchas lo conocieron, en los años cuarenta, como Rodolfo El Churro Ambriz. Ella no lo vio jugar pero sí leer las páginas de futbol y boxeo, costumbre que le fue heredada. El pugilismo lo conoció Mary Carmen por la letra, y esa ha sido su experiencia. No ha visitado gimnasios ni arenas; tampoco se desvela los sábados por ver una pelea. Lo suyo es el boxeo literario, que disfruta. Alejandro vivió cierta afición en la infancia, esa que se creaba los sábados por la noche alrededor de la pantalla del televisor. Asistió algunas semanas al gimnasio del Centro Cultural Miguel Hidalgo y Costilla (en la Unidad San Juan de Aragón), mas nunca subió al cuadrilátero. En los años noventa se convirtió en cronista deportivo y fue asiduo a gimnasios como el Margarita, el Romanza y el Nuevo Jordán. Sus entrevistas con el Ratón Macías, Finito López, Daniel Zaragoza, Julio César Chávez, Óscar de la Hoya y otras figuras están recopiladas en el libro De puño y letra (Ficticia, 2005), que abre con un diálogo entre Jaime Sabines y Laura Serrano, “la poeta del ring”. Acudió al boxeo libresco porque al presenciar una pelea no tenía palabras para describir lo que ahí estaba ocurriendo (como dice Nicolás Guillén, confundía el jab con el uppercut) y pensó que autores como London, Hemingway o Mailer le proporcionarían los elementos necesarios para realizar una crónica decorosa. Fracasó una noche al presenciar en Las Vegas un combate por el cinturón de los pesos pesados de menos de un minuto y sólo cuatro golpes; hubiera tenido que escribir, literalmente (y con límite de tiempo), la crónica de un instante. Al final ambos comprendieron, como lo muestra Historias del ring, que la palabra es una buena herramienta para fijar la feroz fugacidad del pugilismo. L


sábado 18 de agosto de 2012 b09

LABERINTO

en librerías

El cero y el infinito

Visado para Shangai

Arthur Koestler Debolsillo Mexico, 2012 312 pp.

C

omo en todo sueño romántico, la gran mayoría que siguió la utopía comunista creyó que ésta iba a volverse realidad sin más conflictos que los derivados de la lucha en contra de los enemigos (“los cerdos capitalistas”, para emplear una expresión de uso común de ese ámbito). Sin embargo, la idealización se hizo añicos cuando se supo que en la URSS muchos militantes que hicieron posible el sueño de una nueva sociedad fueron eliminados por “corromper” o “traicionar” los principios del Partido. Este episodio es contado por Arthur Koestler (1905), escritor nacido en Hungría, en su novela El cero y el infinito (Darkness at noon, en inglés, 1941). Como cuenta Mario Vargas Llosa en el prólogo, Koestler vivió “de cerca los acontecimientos más notables de nuestro tiempo”. Si “artísticamente” sus novelas son cuestionadas por su dependencia a la “realidad”, se mantienen vigentes por su fuerza moral.

Fluye el Sena

Qiu Xiaolong Tusquets Mexico, 2012 381 pp.

V

isado para Shangai es más que una novela de policías y ladrones. Al inspector jefe Chen Chao se le encarga encontrar a una ciudadana desaparecida (de gran importancia para el Partido), pero a la vez debe mostrarle a una agente del FBI el rostro más amable de China y de sus costumbres. El problema es que la China actual está más cerca del crimen violento y de las mafias que del kung-fu. A través de descripciones preciosistas y fragmentos de poesía tradicional china, Qiu Xiaolong nos permite vislumbrar las dificultades y bondades de un país como el gigante asiático. Sin perderse en disquisiciones estériles o en una defensa encarnizada del régimen socialista, Xiaolong explora los recovecos de las tríadas (mafias) y propone una historia de intrigas y misterio. Esta novela forma parte de la serie que tiene como protagonista al inspector Chao, de la cual Tusquets ha publicado cuatro títulos.

Las golondrinas de Montecassino Fred Vargas Siruela España, 2012 135 pp.

N

om de plume de la historiadora y arqueóloga Frédérique Audoin–Rouzeau, Fred Vargas ha adquirido celebridad en la novela negra y previsiblemente ha creado un personaje que le sirve, digamos, de alter ego: el comisario Adamsberg. Fluye el Sena reúne tres casos en los que éste es protagonista: “Salud y libertad”, “La noche de los brutos” y “Cinco francos unidad”. Por su extensión, el primero de ellos es el más ambicioso y en el que más queda delineado el modo de actuar de Adamsberg. Un viejo sastre ha devenido vagabundo porque a la gente ya no le interesan trajes a la medida, pero lo curioso es que ha decidido instalarse justo enfrente de la comisaría para disgusto de Danglard, el auxiliar del comisario. Danglard pide que lo echen, pero el cerebral Adamsberg le dice que no se impaciente y que tarde o temprano sabrán el porqué de su decisión. Las cartas de un asesino coincidirán con este hecho.

Historia política del pantalón

Helena Janaczek Tusquets Barcelona, 2012 355 pp.

S

i hemos de creer en las palabras de la narradora de esta inquietante novela, Europa entera es hija de la II Guerra Mundial: útero, fosa, vertedero, a ella van a dar y de ella provienen todas las historias, todas los paisajes y destinos pasados, presentes y futuros. Para apuntalar esta sospecha, Janaczek elige un episodio decisivo de la historia italiana: la batalla de Montecassino, librada entre febrero y mayo de 1944. Que haya sido extraordinaria se debe no tanto a que marcó la derrota del ejército nazi en el frente meridional sino a que fue protagonizada por “hombres sorbidos de los rincones más remotos del planeta”: neozelandeses, indios, canadienses, nepaleses, argelinos, nipo-hawaianos, brasileños, judíos palestinos, polacos, sobre todo polacos. Seguimos el rastro original de muchos de estos actores anónimos hasta la estación postrera de Montecassino, epicentro del dolor humano.

Revista de la Universidad de México Núm. 102/ Agosto 2012 312 pp.

Christine Bard Tusquets México, 2012 381 pp.

E

n la introducción, la autora escribe: “El pantalón es el marcador del sexo-género más importante para la historia occidental de los últimos dos siglos”. Símbolo de la masculinidad y el poder, durante mucho tiempo estuvo prohibido para las mujeres, por lo que sólo era usado, en un acto de rebeldía, por aquellas que luchaban por la igualdad de sus derechos ante los hombres, quienes en el siglo XIX simplificaron su manera de vestir, renunciando a los terciopelos, encajes, medias y colores llamativos para utilizar trajes tan simples como austeros. La historia del pantalón es una historia política de la cultura material, afirma Christine Bard. Una historia que este libro recorre desde sus antecedentes hasta nuestros días, haciendo énfasis en las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, cuando las mujeres se apropian definitivamente de esta prenda que las hace sentir más cómodas y libres.

E

l número comienza con una entrevista inédita con Carlos Fuentes, realizada por el italiano Massimo Rizzante. El escritor habla de su vida, de sus lecturas, de sus maestros, de la crítica literaria, de Balzac, quien se convirtió en su guía cuando llegó a París en 1950, sin conocer a nadie: “leyendo sus novelas encontraría mis referentes”, dice Fuentes. “Dediqué semanas a leer a Balzac con tal intensidad que cada día terminaba en los lugares de la ciudad mencionados por mi maestro”. Alfonso González escribe de los encuentros y desencuentros de Octavio Paz y Carlos Fuentes; Emmanuel Carballo acerca del bolero, el futbol y la lucha libre; Édgar Esquivel recuerda a Arturo Azuela, y Adolfo Castañón, José de la Colina y Angelina Muñiz-Huberman comentan la obra cuentística de Arturo Souto. Rosa Beltrán, Aline Petterson y Sandra Lorenzano son otros de los autores convocados en la presente edición.

Una mujer y una pistola LOS PAISAJES INVISIBLES Iván Ríos Gascón www.ivanriosgascon.wordpress.com ESPECIAL

E

n un artículo demoledor contra las ponzoñosas feministas antiporno Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon, Camille Paglia escribió que “la pornografía permite que el cuerpo viva en gloria pagana, la lujuriosa y desordenada plenitud de la carne”, pero Linda Lovelace, la víctima suprema del feminismo fatal de las señoras Dworkin y MacKinnon, se murió convencida de otra cosa, de que el cuerpo es una celda lúgubre y diabólica de la que todos tienen llave, menos uno mismo. Hace cuarenta años, Gerard Damiano rodó Garganta profunda, la película emblemática del porno chic: con un costo de 25 mil dólares, ganó decenas de millones y durante un tiempo estuvo prohibida en 23 estados de la Unión Americana. Además del éxito acarreado por la censura, Garganta profunda ocupó un espacio estratégico en las guerras culturales de los años setenta pues, como explica Paglia, la tentación prohibicionista resultó más saludable para una generación que pretendió romper con normas y tabúes, aunque los monstruos radicales se aprovecharon de la carne de cañón en el intento de imponer su utopía totalitaria, libre de riesgos y dominada por las peores estructuras del Estado. Quizás es por eso que Gerard Damiano, Linda Lovelace y Harry Reems, protagonizaron un episodio de consecuencias delirantes, donde progresistas y puritanos explotaron todos los recursos para liquidar las desavenencias políticosociales que se prolongaron hasta la década de 1980, con la coartada de la defensa y el combate de un género que, paradójicamente, surgió casi al mismo tiempo que las fantasías fílmicas de Georges Méliès. Haciendo un recuento de los daños, podría decirse que la cruzada antiporno encabezada por Dworkin y MacKinnon anotó más puntos que los liberales, pues no sólo consiguió mandar a la pornografía al gueto de las salas marginales y las sex shops (Garganta profunda marcó una época porque se proyectó en cines de todo

Linda Lovelace

tipo). Acosaron a Damiano, encarcelaron un par de años a Harry Reems, al que de nada le sirvió la defensa pública de Norman Mailer, y abdujeron a Linda Lovelace, le lavaron el cerebro para que asumiera el papel de mártir en su campaña paranoica y luego la defenestraron del platillo volador. La coda del asunto no pudo ser menos irónica: ni Damiano, ni Lovelace ni Reems, se enriquecieron con esa cinta que, a la fecha, sigue generando utilidades y fue referencia esencial de personajes como Gore Vidal, John Waters, Erica Jong, Wes Craven o Carl Bernstein. Damiano murió en 2008 en Fort Myers, Florida. Reems vivió una larga temporada en el infierno de las drogas y el alcohol, pero encontró la salvación en el cristianismo. Por su parte, Linda Lovelace publicó las autobiografías Ordeal y Out of bondage, abandonó a su primer esposo y proxeneta, Chuck Traynor, y pasó sus últimos días en la miseria de una casa rodante. El cuerpo, siempre lo pensó aquella mujer que hizo hazañas con su boca, es una celda de la que todos pueden tener la llave y el control, menos uno mismo, a pesar de que el leit motiv de Garganta profunda sea el derecho femenino del placer. En 2001, un año antes de morir, posó desnuda para la revista Legs Show. Quizá por fi n se había apoderado de su calabozo o tal vez no, solía decir que se envileció por miedo a una pistola. Extraño: para Jean-Luc Godard el cine era una mujer y una pistola. L


10 b sábado 18 de agosto de 2012

MILENIO

teatro CORTESÍA PRODUCCIÓN

Una mujer y dos hombres Una parvada provoca un accidente aéreo. Es la imagen del abismo que separa al deseo de libertad de la necesidad de amar CRÍTICA Alegría Martínez alegriamtz@gmail.com

U

n triángulo amoroso entre una mujer y dos hombres en el que ella es el vértice de la discordia es expuesto mediante breves diálogos y acciones que dejan ver los fragmentos de dos relaciones en picada, al tiempo en que un avión con 324 pasajeros se colapsa tras impactar con un grupo de aves. La puesta en escena, realizada por un equipo de jóvenes agrupados en la compañía Oscura y Verde Realidad, plantea la imposibilidad de la realización amorosa como la desean los dos personajes masculinos: en exclusividad con la mujer. Xavier Villanova, quien también es responsable de la dirección, es el autor de Birdstrike, metáfora del acercamiento al amor desde la distancia de quienes quieren amar sin lograr que sea a su modo, y transitan entre la indecisión y la autocomplacencia. El texto, ganador del Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2010, centra en el personaje femenino la probabilidad de que las relaciones sentimentales funcionen como de costumbre y al mismo tiempo dota a este personaje de una ambivalencia, aparentemente cómoda y libre de apasionamientos, de modo que sea el polo de atracción y el obstáculo para los dos jóvenes. El texto lleva a cabo un bosquejo mediante diálogos, por momentos interrumpidos, gracias a los cuales el espectador puede completar parte del perfil de cada personaje, al unir lo que dicen pensar o sentir. Palabras o frases casi célebres que exteriorizan en parte lo que sucede al interior de este trío en permanente desencuentro, abarcan reflexiones, rabia, sensaciones, sospechas e instrucciones para pasajeros en vuelo y se reiteran a lo largo del tránsito de los personajes que parecen tener la cualidad de alejarse por cortos lapsos de lo que viven. Los parlamentos, cortos y contundentes, del personaje femenino, poseedor de matices tradicionalmente masculinos, propios del ser humano que previene involucrarse emotivamente más allá de lo necesario, sin limitar su deseo, lo llevan también a una desesperación sorda, que apenas se asoma entre las frases que dice para sí mismo o a espaldas del otro amante. Mediante una iluminación sencilla, Mario Oliver establece y delimita los espacios con una fina línea de diminutos focos a manera de guías de aterrizaje. Coloca un cenital que abarca a los

Birdstrike se presenta los sábados a las 19:00 horas en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico. Avenida Revolución 1500, Guadalupe Inn

protagonistas en diferentes momentos y lanza, desde la espalda de los espectadores, una luz blanca que ubica a los personajes en un espacio abierto, desprotegido. Sobre el escenario están los tres actores descalzos, Isabel Piquer, César Beas y Jonathan Persan, cuyo desplazamiento ligero otorga cierta sensación de fragilidad. Uno de ellos viste pantalón y camisa formales, oscuros. Los otros dos usan pantalón de mezclilla; ella playera blanca y él camisa a cuadros. Pareciera, externamente, que esta pareja tiene más elementos en común, pero no hay certezas. Sin escenografía ni utilería, los personajes entran y salen de la luz y la circunstancia. El oscuro los aísla y les permite estar presentes sin tener el foco de atención completo. Son narradores y protagonistas de lo que viven. A ratos los diálogos se entrecruzan, como su vida. Inevitablemente, uno de los hombres sabe más de la existencia del otro, pero resiste su circunstancia sin abandonarse al drama. Los dos hombres de esta triple historia —opuestos en sus aspiraciones, fuera de la elección de la

misma mujer y de la sensación de pérdida que comparte el triángulo— deambulan de un lado a otro del escenario, transitan entre el rechazo y la aceptación en espacios que pueden ser uno y muchos, según lo definan las palabras. De pie durante la mayoría de las escenas, fuera de las contadas ocasiones en que uno de ellos se sienta al borde de un módulo, o en una escena de desnudo que los lleva a adoptar la posición horizontal, los personajes parecen habitar el recuerdo, fragmentos de pasado inmediato. La puesta en escena plasma una emotividad de bajo perfil. Si hay lágrimas o desesperación, no pasan de un asomo sin escándalo a través de frases y palabras que se detienen antes de que el espectador se adhiera emocionalmente. Interesante trabajo joven que inicia por buen camino. Tiene algo qué decir y lo plantea con elementos mínimos de modo que los actores deban hacer acopio de sus recursos para salir adelante con un planteamiento no lineal, que busca diferentes rutas para expresar una preocupación por las relaciones de pareja y su destino complejo. L

LA PUERTA ESTRECHA ESPECIAL

El espectador ideal Alicia Quiñones aquinonescontacto@gmail.com

S

ábado 18:50. Usted está solo. Camina. Recuerda vagamente —así como llegan los pensamientos, los recuerdos: inesperados, espontáneos; son como breves ataques de pánico— cuando Umberto Eco contó que a unos días de haber enviado el manuscrito de El nombre de la rosa a su editor, éste lo llamó, emocionado, para comentarle que su texto era, sin duda, fascinante, y que podía convertirse hasta en un best-seller, pero era una lástima que sus primeras 100 páginas fueran tan difíciles de atravesar, y que la novela quedaría bien si Eco las reducía a 50, a lo que el autor contestó que eso era imposible, que necesitaba esas páginas para construir a su “lector modelo”. 19:30. Está en el teatro. Es ahora un espectador. No es el día del estreno. La obra termina. Tal vez sale de ahí con una sonrisa recordando algunas anécdotas que sucedieron en el proceso escritural, o enojado por lo que han hecho con su texto. Sí, usted es el autor. Quizá recuerde las últimas líneas que escribió, lo difícil que fue llegar a ese final y las veces que lo modificó. Usted, enojado o en cualquier estado de ánimo, se dispone a salir del teatro. Son las 21:00. Sortea a la gente que también abandona la sala —poco público, pero suficiente—, se ha tropezado con un escalón y por poco cae. Se tranquiliza. Comienza a sentir el frío. Ahí, afuera, una mujer parece esperarlo. Usted no es nadie conocido. Lo mira. No, no mira a nadie más. Se acerca. Lo llama por su nombre, como preguntando, dudando. ¡Una espectadora que reconoce al autor! Vamos, esto podría ser algo inaudito en el teatro medio mexicano. Está usted dispuesto a responder cualquier pregunta de la estudiante —quizá fue su compañera en la secundaria y quiere saludarlo, sólo eso—. Antes de confirmarle que usted es quien ella piensa, en un fragmento de segundo, con la rapidez y avidez con que las dudas llegan a nuestra cabeza, piensa: “Ella podría ser, ¡claro!, esa espectadora que uno busca tanto: participativa, sensible…”.

Usted ha recibido una cachetada… Quizá ya no sea ella una espectadora ideal, quizás ahora es un espectador cómplice. Durante los movimientos que su mano realiza para tocar su mejilla, se abstrae de nuevo y recuerda cuando escribía la obra: el espectador ideal, su espectador modelo es aquel personaje que no es usted ni los que están en escena, el que usted imaginó durante la escritura: ese que imagina muriendo de risa, llorando o asqueado, y al que uno intenta adivinar el pensamiento cuando sale del teatro.

Punto fundamental en el proceso escritural dramático: “Diseñar ese espectador ideal o receptor implícito, para que el hipotético espectador real acepte transformarse en ese diseño”, apunta José Sanchís Sinisterra en Por una teatralidad menor y dramaturgia de la recepción, publicado en los Cuadernos de Ensayo Teatral de Paso de Gato, una colección única de textos sobre teoría escénica que invita al estudio, al acercamiento, de las nuevas líneas de investigación y pensamiento sobre esta disciplina. La puerta estrecha se ha cerrado.L


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LABERINTO

cine CORTESÍA PRODUCCIÓN

Patricia Riggen

“Me gusta la idea de jugar entre la comedia y la tragedia” El más reciente filme de la directora mexicana llega a cartelera. Es la prueba de que el conflicto madre-hija tiene un alcance universal ENTREVISTA Carlos Jordán gonzalezjordan@gmail.com

I

nmersa en una dinámica enajenante, Grace (Eva Mendes) apenas tiene tiempo para trabajar y mantener su relación inestable con un hombre casado. Al margen, Ansiedad (Cierra Ramírez), su hija adolescente, decide alejarse de su vida modélica. Tras su exitosa cinta La misma luna, la directora mexicana Patricia Riggen presenta Educando a mamá, en la que vuelve al tema de los migrantes, sólo que ahora desde la perspectiva de una madre incapaz de comunicarse con su familia. A unos días de haber ganado tres Premios Imagen, que se conceden a las obras que revalorizan lo latino en Estados Unidos, la cinta se estrena en México. ¿Por qué una nueva película sobre latinos en Estados Unidos? Cuando me enviaron el guión me pareció interesante la idea de abordar el asunto de la segunda y tercera generación de inmigrantes. Por lo general, en una familia de latinos en Estados Unidos la segunda generación pierde algo de la cultura y los valores originales. Me parecía conveniente abordar la historia de una madre que olvida educar y acompañar a la hija durante su adolescencia. Es curioso, porque después de filmar la película descubrí que es algo muy común. No es gratuito que en Estados Unidos los latinos tengan el primer lugar en el índice de embarazos durante la adolescencia.

Escena de Educando a mamá

Si bien la película trata sobre incomunicación, no deja de tener la perspectiva del migrante. En La misma luna, usted abordó el tema del tránsito. Ahora se abocó al siguiente paso, el arraigo del latino en una cultura diferente. Hay una continuidad en el tema. Quería hablar de cómo los chicos se integran por completo a la sociedad y pierden cualquier indicio de la cultura de la que provienen, al punto de que no la comprenden. La sociedad estadunidense es muy diversa y fragmentada. Es un universo donde hay de todo, aunque nada se relaciona entre sí. Normalmente, las películas de hispanos se hacen con latinos, las de norteamericanos con sajones. No es muy común que se combinen actores de ambos sectores como sucede en Educando a mamá.

¿De qué manera proyecta cuestiones personales en su película? La personalidad del director se filtra en las decisiones. Yo fui una adolescente rebelde, crecí en una familia conservadora de Guadalajara. Desde joven tenía ideas muy específicas sobre lo que quería hacer con mi vida y entré en conflicto con mi madre. Por fortuna, ahora tengo una buena y cercana relación con mi mamá. Me gusta pensar que a través de la película la gente pueda tener la noción de que es posible resolver los conflictos. Habrá periodos de enfrentamiento pero la capacidad de dialogar es básica para causar el menor daño posible. Ahora que

Supongo que su película está pensada para el público latino en Estados Unidos. ¿Qué posibilidades tiene de llegarle al migrante que ya se asume como estadunidense? Hay de todo. Si les ofreces una película buena, la reciben. Tienen interés en los temas latinos, añoran sus culturas. Es cuestión de proponerles buenas historias. Mi película ha tenido suerte. Entró en el top ten, a pesar de que se estrenó en verano. Creo que también influyó que abordara un tema cercano a las mujeres. El conflicto madre-hija es un tema recurrente y universal. En realidad, ese es el tema de la historia. Ya hice una película sobre migración, La misma luna. Esta vez quise contar una historia relacionada con la experiencia femenina. El conflicto madre-hija es universal, yo lo viví, y a toda mujer le llega.

tengo una niña de cuatro años, poseo la capacidad para ver el lado de la madre que antes no veía. Si bien la historia se mueve en tono dramático, maneja una estética muy cuidada. ¿Por qué ese preciosismo en su cine? ¿No cree que lo vuelva artificial? No creo. Me gusta la idea de jugar entre lo ligero y lo dramático; entre la comedia y la tragedia. En este caso fue más complicado porque hay mucha comedia negra dentro de situaciones realistas. Mi principal reto fue encontrar un tono balanceado. Hace un momento habló de su interés por filmar una situación relacionada con las mujeres. ¿Cree en el cine femenino? No, pero sí creo que hay una mirada femenina. No es una mirada única, pero sí creo que a las mujeres nos hace falta sentirnos reflejadas en la pantalla. Hace falta explorar situaciones femeninas. Actualmente, hay más directoras y escritoras; eso contribuye a que se produzcan más cintas de este tipo. Al margen de ello, cada realizadora tiene una visión particular. ¿Qué define a la mirada femenina? El lugar que una ocupa en el mundo ayuda a construir personajes más complejos e interesantes. A mí me cuesta trabajo poner a una mujer tonta en pantalla a pesar de que es algo que he visto durante toda mi vida. En la mayoría del cine hollywoodense la mujer es un artefacto decorativo. Yo cuido que las mujeres de mis películas sean inteligentes porque así las considero. L

HOMBRE DE CELULOIDE ESPECIAL

Cual augurio del Mesías tropical Fernando Zamora @fernandovzamora

T

engo una amiga que perdió los ahorros de toda su vida en 2008. Era media tarde y ni se enteró. Algo se movía en Wall Street. Perdió lo que cualquier mexicano llamaría mucho dinero. Margin call da una idea de cómo suceden estas cosas; cómo es que los ricos que se sienten identificados “con los de arriba” pueden quedarse pobres, como todo el mundo, porque hay gente que efectivamente está arriba. The New Yorker, en su edición de diciembre de 2011, propuso a Margin call como uno de los diez mejores filmes del año. Estoy de acuerdo y me alegro de que llegue por fin a nuestro paraíso tropical, este país tan lleno de pobres de verdad y clasemedieros que se sienten aludidos cuando uno por allá habla de “los de arriba”, frase que, sí, retomo de ese candidato de cuyo apodo se ocupa Enrique Krauze. Con Inside job (2010) y Margin call (2011) tiene uno para hacerse a la idea de cómo se opera un fraude como el de 2008. A diferencia de Inside job (que es documental), Margin call es un drama en el sentido estricto de la palabra: hay algo al interior de la ficción que se mueve y nos mueve. Los personajes se ensamblan a modo de coro y explican con simpleza los pormenores del

capitalismo post-industrial. Aquí ve uno quiénes están al mando y tienen los tamaños de meter en recesión a más de cincuenta países a cambio de poner a dos o tres en la lista de los más ricos del mundo. En aquel 2008, un solo ejecutivo se hizo, en la misma tarde en que mi amiga perdió sus ahorros, con siete mil millones de dólares. La cosa es compleja. Y aunque no bastan dos filmes para entenderlo, Margin call hace bien su trabajo narrativo y simplifica la cosa de modo tal que el mundo capitalista se vuelve “una empresa”, Teatro del mundo en el que hay un economista (de esos que lo son por aquello de la ciencia) que cree haber descubierto que “la empresa” está a punto de quebrar. Lo corren, por supuesto (Demi Moore). Pero hay un joven que acaba de llegar a Wall Street y sigue la pista. Vale la pena ver Margin call. La trama tiene sus giros y sorpresas. En realidad nuestro científicoeconomista está muy equivocado: los dueños del teatro no quieren evitar que “la empresa” quiebre, quieren encontrar la forma más eficiente para que sean otros los que paguen los platos rotos. El malo “de arriba” es un adorable Jeremy Irons que cena solo mientras el sol se pone a sus pies en Nueva York, esa ciudad en la que suelen comenzar las crisis: la del 29, la de 2008. Irons resulta tan emotivo como Kevin Spacey quien hace aquí del capitalista

Margin call (El precio de la codicia). Dirección J. C. Chandor. Guión J. C. Chandor. Fotografía Frank G. DeMarco. Música Nathan Larson. Con Kevin Spacey, Jeremy Irons, Demi Moore y Zachary Quinto. Estados Unidos, 2011 escrupuloso que llora sobre la tumba de su perro luego de haberse visto coludido en el robo del patrimonio de millones de personas como mi amiga. Fue un robo fino, en verdad. Tan elegante como Jeremy Irons. Y están los corredores; Margin call incluso provoca ternura por ellos. Entiende uno que también se están perdiendo a sí mismos. A cambio de un bono por robar a sus clientes, están destruyendo a sus familias; su futuro profesional. L


12 b sábado 18 de agosto de 2012

MILENIO

varia SONG DONG

ESPECIAL

Toothpaste

La vida después de Twitter

Síndrome de Diógenes

ARCHIVO HACHE

CASTA DIVA

Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

D

ejé Facebook por saltar a Twitter, que es mejor. Uno podría dejar de hacer todo con tal de estar mejor informado. Por eso decidí dejar de seguirlo a diario. No porque no sea interesante, sino porque lo es demasiado. Pero en Twitter sobre todo se aprende de las sutilezas de las relaciones interpersonales. Ahí la gente escapa de su contexto inmediato por otro presuntamente más amplio. Esa intercomunicación está regida por la fantasía. Un ser humano no cabe en 140 teclazos. Un tuit siempre es una máscara. Eso no es malo, al contrario, es un modo de mostrar un aspecto de su personalidad total. Los tuiteros somos altamente contradictorios. Seguimos cuentas que nos molestan y luego nos quejamos de sus tuits. Pero si nos bloquean, ¡nos quejamos de nuevo! Twittter es otro rincón más de la gran comedia humana. Me eduqué como un ser del libro. Luego me sedujeron el blog y las redes sociales. Pero a dos décadas de consultar diariamente internet, definitivamente, creo que el libro es superior por un sencillo hecho: está desconectado. A Kierkegaard en Twitter le dirían: @SorenKierkegaard ke pedo contigo??? #NoTeJorobes! Un libro casi elige a sus lectores; Twitter refleja la rebelión de las m@sas. En este país, el libro es la locura del 1%, e internet, la del 33 por ciento. Twitter refleja las tendencias mayoritarias de la población usuaria. Eso provoca trending topics y trolls; intolerancia al disenso y retuits

políticos. Twitter posee los vicios y virtudes de una democratización desde el caos vial, virtual y viral. A muchos periodistas Twitter les molesta. Nos creemos una opinión especializada, privilegiada, jerárquicamente superior —gran mito— y súbitamente encontrarnos en un mar de opiniones que tienen el mismo estatus, ah caray. Le ocurrió a López Dóriga, Loret de Mola, Denisse Maerker, Aguilar Camín o Krauze. Twitter dejó claro que el peso de una opinión no depende de su inteligencia sino sencillamente del medio que la sustenta. Como en Twitter todos somos cuentas compartiendo la misma pantalla, las supuestas diferencias caen. Además por mera ley estadística muchas veces es más sagaz lo que tuitean los mejores críticos de estas cuentas mediáticas que sus propietarios. Como remate, estos tuiteros tienen compromisos empresariales o precauciones profesionales y los tuiteros promedio, en cambio, todo el tiempo del mundo. En internet, las opiniones mediáticas ya sólo sirven para dos cosas: para ser leídas por simpatizantes e incautos, y para comidilla y tomatazo en redes sociales. Twitter es un fascinante desafío: cómo opinar de modo relevante en la época en que todos podemos hacerlo en cualquier momento. Muchos dejamos la TV por el email, pero luego lo dejamos junto al chat, messenger, blogs, MySpace e incluso Facebook, así que evidentemente tuitear también desaparecerá. ¿Qué sigue? L

Avelina Lésper www.avelinalesper.com

E

l síndrome de Diógenes es un desorden psiquiátrico que se caracteriza, entre otros síntomas, por la acumulación compulsiva de basura y objetos. La persona pierde la capacidad de tomar decisiones, no puede discriminar entre un objeto y otro, y satura su vida con cosas inservibles. Con increíble sincronía el movimiento de arte povera inició en 1966, justo cuando el doctor MacMillan registraba esta enfermedad a la que en 1975 el doctor Clark nombró síndrome de Diógenes. Lo que para la ciencia significaba una patología, para el arte se tradujo en una rebelión en contra del sistema de creación artística y la sociedad. El artista chino Song Dong acumuló con su madre alrededor de 10 mil objetos durante cinco décadas: envases vacíos de refresco, tubos de pasta de dientes, hasta colchones. En 2009 convirtió el atrio del MoMA de Nueva York en un monumental vertedero. Según los textos curatoriales esta instalación “explora nociones de transitoriedad y de lo efímero” y denuncia “la nostalgia y la necesidad de sobrevivir en China”. Gabriel Orozco, en su exposición del Guggenheim de Berlín, cubrió el suelo de la sala con botellas de plástico y de vidrio vacías, chicles masticados, boyas marinas rotas, pedazos de pasto artificial, pelotas, y un largo etcétera, aproximadamente mil 200 objetos con estatus de basura que recolectó en las playas de Baja California y en las calles de Nueva York. El texto curatorial de este montón de desechos afirma que “es la expresión de la necesidad humana de crear orden en el mundo y percibir los significados en las constelaciones de objetos” y que “es la tensión entre naturaleza y cultura”. La manía hacinadora de Orozco se quedó corta frente a la de Song Dong que lo supera por 8 mil 800 objetos. Lo que aporta la evidencia científica es que, según un documento de la Universidad de Virginia, la lista de objetos más recurrentes para ser acumulados por los que padecen este síndrome son recipientes vacíos, botellas, revistas, partes mecánicas, objetos descompuestos, periódicos, es decir, el corpus artístico de Song Dong y Orozco, entre miles de artistas de la pepena.

La acumulación de objetos no es creación y mucho menos arte. Desde que nuestra especie habita en este planeta somos proclives a atesorar cosas, ya sea con sentido fetichista, como las reliquias religiosas y los sepulcros, o como el fanático que colecciona estampas de beisbolistas. No es arte, es una manía que centra su valor en la cantidad: entre más cosas, la colección adquiere más valor. Las obras, con estas descomunales reuniones de basura, también centran su valor en la cantidad. Ante el pánico al espacio vacío y la falta de talento para habitarlo con una obra que sea capaz, en su contundencia estética, de poseer y transformar su entorno, pretenden que miles de objetos sustituyan a esa obra magna que están imposibilitados de crear. Que los mismos objetos se presenten con discursos curatoriales tan disímbolos demuestra la arbitrariedad de imponer ideas artificiales sobre cualquier cosa para darle sentido de arte. Ya no digamos la absurda pretensión de que estos vertederos de lujo suplanten a la escultura, porque en su elemental visión si tiene volumen es escultórico. Lo que es interesante destacar es por qué una conducta que en una persona, sin el marketing de artista, es una enfermedad psiquiátrica, en un patrocinado institucional es arte. O el arte está equivocado o la psiquiatría se aventuró a diagnosticar una enfermedad cuando debería escribir un texto curatorial. Si para Dong y Orozco sus objetos tienen valor de arte, también lo tienen para una persona que se niega a tirarlos al vertedero, justamente porque los sobrevalora, los acumula. La mirada poco educada de alguien sin capacidad discriminatoria, que atesta su casa de cosas, es la misma que la de aquellos que se llaman artistas; coinciden en reunir los mismos objetos. No existe un criterio estético que haga distintos a los artistas de alguien que padece una enfermedad que le acarrea gran sufrimiento. La diferencia es la sociedad que tenemos, que sí está enferma, y que glorifica una conducta que en otro estigmatiza y llama patología. Para unos el pabellón psiquiátrico y para otros el museo. L


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