Borders polonia 2013

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© Los autores. © Edición: A+ARTE. 2013 Se permite la reproducción total o parcial de esta publicación sin fines comerciales y citando expresamente a los autores.

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Maqueta: Paye Vargas Soria.

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Beats of Oblivion is an artistic project, aiming at the creative use of abandoned places. It involves the collaboration of artists and thinkers, who contribute with their work, thoughts and ideas, and try to recover past and present realities. It implies all types of ephemeral interventions (photography, painting, murals, sculpture, projections...) , whose ultimate premise is total and absolute respect for the spaces and environments where they are made. On-site creations made ​​in one place, with that place and for that place.

Latidos del olvido es un proyecto artístico, encaminado a “reutilizar” lugares abandonados o deteriororados, a causa del paso del tiempo y el olvido. Cuenta con la colaboración de artistas y pensadores que aportan sus intervenciones y reflexiones intentando rescatar realidades del pasado y del presente. Se trata de intervenciones efímeras de todo tipo (fotografía, pintura mural, escultura, proyecciones…) cuya máxima premisa es el respeto total y absoluto de los espacios y entornos donde son realizadas. Creaciones in situ, realizadas en un lugar, con ese lugar y para ese lugar. 3


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Iván del Arco Santiago Sr. Arribas Ulises Faragüit Diego Llorente Dominguez Eva Lavilla Rey Paye Vargas Soria Rubén Varilas Wojciech Wilczyk

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Este proyecto es continuación de “Pstraze-Polonia” realizado por el colectivo LATIDOS DEL OLVIDO en el verano de 2012. Pretende ser un punto y seguido de un trabajo mucho más amplio que será desarrollado durante 2014.

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Yin Yang Cuando Alemania ocupó esta zona de Polonia levantó un pueblo idílico, Pstrąże, la ciudad ideal nazi que vio truncar su futuro tras la derrota de la segunda guerra mundial, quedando de la mano de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta hace una veintena de años. Levantaron junto a la antigua ciudad nazi una nueva Pstrąże racionalista y funcional siguiendo la costumbre soviética. Pasear por la frontera de las dos Pstrąże, la antigua zona teutona y la soviética es como deambular por la línea que separa el Yin y el Yang, las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias que hallamos en este espacio geográfico. Los altos edificios racionalistas que se levantan en la parte postbélica, construcciones multitudinarias estructuradas para una sociedad metódica que fue alter ego de su espacio de habitabilidad, son antagónicas a la realidad edilicia de la zona alemana. Dos lugares ambiguos

donde podemos precisar una dialéctica de lo cotidiano, de las costumbres y la idiosincrasia que definen los pueblos y nos explican esta división fronteriza. La vida está llena de ejemplos del yin y el yang, de opuestos: hombre-mujer, religión-ateismo, día-noche, individualidad-cooperativismo, belleza-fealdad y la dialéctica maniquea de bondad-maldad son algunos de los ejemplos con los que convivimos en nuestro día a día. Sin embargo, existen otros miles de ejemplos que quedan relegados al olvido, tal es el caso que nos ocupa. La dialéctica de lo que fue se esconde bajo la indiferencia de su existencialidad actual. Este segundo proyecto de Latidos del Olvido, un canto a la poética maniquea, desarrollado en la zona de Pstrąże se centra en el territorio que levantó la alemania nacionalsocialista tras la ocupación de Polonia. Esta parte se caracteriza por la preponderancia de casas bajas, con su jardín, situadas en calles diáfanas que nos trasladan a un entorno de comodidad, paz, tranquilidad... a una 7


vida apacible y agradable, casi utópica. Imagen que el gobierno nazi quería proyectar al mundo, ejemplo de una sociedad cuasi perfecta y aparentemente libre. Ocultaba en los pabellones adyacentes una idea cultural opuesta y opresora, con una férrea ideología que se fue introduciendo mediante el poder de las ideas colectivas que crean un nuevo imaginario. Para ello se ayudan de diversas actividades culturales como el teatro y el deporte, así como de otras de carácter político centradas en mítines con los que buscaban la ratificación de una identidad nacional tudesca, eco de los romanticismos decimonónicos. La apariencia pacífica escondió el horror del odio, al tiempo que en la postrera Pstrąże soviética, racionalista y funcional, se desarrolló una sociedad productiva, responsable de su cometido en la sociedad a la que pertenece. Función que se aprecia en la consabida arquitectura racionalista, estilo colmena, donde el individuo se ensalza como tal y no como núcleo social agrupado. 8

De tal modo, la individualidad de las casas unifamiliares alemanas se contrapone a la colectividad de los edificios rusos, de varias plantas con múltiples apartamentos. Idea que se invierte en la vida social de sus inquilinos, ya que, curiosamente, quienes vivían en la individualidad familiar se desarrollaron socialmente en grupo, con un mismo ideal integrador y activo, mientras que quienes habitaron en la colectividad buscaron el aislamiento individual proyectado en el perfeccionamiento laboral, con fines de conseguir un desarrollo del estado protector. Dos formas de criar entes cuasi autómatas, crear mentes esclavas al servicio de un ideal. Cuesta creer que espacios tan cercanos espacialmente pudieran acoger a gentes tan alejadas ideológicamente, con idiosincrasias tan opuestas. Mientras que el nazismo fue prolífico en las actividades colectivas donde el propio individuo fuese integrador de una idea colectiva focalizada o dirigida por el Estado bajo una idea nacional integradora, el soviet, años


más tarde, evitó los centros de reunión y centró a su sociedad en el individuo y su trabajo por el Estado. Cuesta creer que todo quedase relegado al olvido y sólo sea recordado por los componentes y colaboradores de Latidos. Cuesta creer que, actualmente, la mayor parte de la sociedad cercana a este espacio no sea capaz de apreciar el olor que se respira en ambas zonas, tan particular en cada lado, herencia de un pasado congelado en la postergación y en la soledad del devenir del tiempo. Soledades duales y erráticas que forman parte de un pasado que no debe volver jamás. Afortunadamente, todo ha comenzado a cambiar en la actualidad gracias a la floreciente naturaleza, la cual intenta conquistar y unificar aquello que el hombre dividió mediante una carretera. La Pstrąże de hoy, en su originario territorio polaco, al servicio del ejército como espacio de prácticas, se convierte, tal como señalamos en otro texto, en una Chitzen Itzá del siglo XXI. La dualidad de este espacio alterado por

el hombre y sus divergencias culturales, es hoy aunado de nuevo en una búsqueda de recuperar el karma, la armonía con el universo, que tiene como protagonista excepcional a la propia natura. Ésta disfraza con sus verdes tonos la soviética frialdad y la equívoca candidez nazi que definió su pasado, devolviendo a este espacio la inocente unidad primigenia, su karma original, dejando de lado el yin y el yang presente en otro momento y que, en este tiempo, está siendo borrado por el reflejo del propio origen.

Iván del Arco Santiago

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“Ilusiones castradas” // “Altered Hopes” Sr. Arribas

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SoĂąar sin lĂ­mites en un entorno de fronteras. Dream with no limits in a borders context.

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Cuando las condiciones bloquean el sue帽o, la ilusi贸n se pierde por falta de viento. When conditions block the dream, hope get lost due the lack of wind. 16


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Volver a Polonia La visión de la Polonia que fue olvidada, me lleva al sentimiento profundo de que el abandono es el silencio más fuertemente pronunciado, la oscuridad más iluminadora y elocuente. Ser abandonado tras el derrumbamiento de unas ideas, en las que se cultivaron de forma artificial las almas y vidas de una multitud, se convierte en el grito profundo de una denuncia, de una forma de pedir la última explicación, un porqué. Fueron vidas completas, plenas de una esperanza, las que se levantaron sobre la plataforma de ideas políticas, experiencias y expectativas frustradas, o simplemente ilusorias, como un amante al que se le traiciona sin piedad. Se levantaron ciudades militares, campos de producción, estructuras para albergar las iniciativas de hombres grises que habitaron despachos y corredores, pero las vidas que albergaron se dejan secar en el silencio y las polvorientas estepas del tiempo.

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Al recorrer los lugares abandonados de la vieja Polonia los descubrimos más antiguos que sus viejas catedrales, más antiguos que sus campos o sus montañas, sencillamente porque fueron asesinados cuando les arrancaron el alma de los sus habitantes. Las catedrales cargadas de siglos siguen vivas, desgastándose bajo la lluvia y los fríos de inviernos eternos: siguen siendo vida porque se han reivindicado como libros de memoria colectiva y de identidades espirituales. No, no es el tiempo el padre del abandono, no es el generador del olvido, ¿Cuántos siglos será necesarios para olvidar a los monumentos de la soberbia y el poder? Olvidar es privilegio de poderosos, y ser olvidado es desgracia de pobres. Somos testigos del olvido de aquellas fábricas que dejaron de producir hace decenios, de los campos industriales acariciados por el viento de la desidia, las degradadas estructuras militares y civiles elevadas en tiempos de la Guerra Fría: ya han muerto. Dejaron de estar presentes en la memoria. Pero luchamos en una

pugna por su resurrección, hacerlos de nuevo vivos, igual que los edificios medievales. Darles la oportunidad de ser biblioteca de ética eterna, de moral “sobrenatura”, de lección de vida pasada y futura.Vamos a abrir de nuevo las puertas etéreas de aquellos lugares que, en su día, fueron verbos materiales, momentos primigenios de esperanza y de experiencias espirituales. Volveremos a mirar a través de sus cristales rotos, porque la luz de la vida es la misma siempre y en todo lugar. Ulises Faragüit.

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“recipientes de humanos 2” // “ludzkie pojemniki 2” Diego Llorente Domínguez

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recipientes de humanos 2

Human containers 2

Este proyecto amplia el trabajo realizado el pasado año en la localidad polaca de Pstraze, busca una reflexión sobre la idea de borde o frontera. Intenta extrapolar este concepto de límite al propio ser humano. A través de las formas encontradas en la arquitectura del lugar, se estudian similitudes entre el desarrollo social y el desgaste debido al uso del espacio. Tomando ventanas, azulejos u otros elementos como unidades de un conjunto, se trata de buscar un lenguaje que explique la relación entre conceptos opuestos como la: asociación-división, diversidad-identidad, etc. Y aportar de este modo, un punto de vista distinto a la realidad ocurrida en este lugar.

This project extends the work carried out over last year in the polish village named Pstrąże. It aims to evoke a reflection about borders with relation to human beings. It takes under consideration the shape of architectural elements in order to find out similitude between social development and the use of space. Windows, tiles and other elements are considered as simple units of a whole in order to realize which language could explain relation between concepts as different as: association-division, diversityidentity, etc. Therefore it gives us a chance to look at our reality from a different point of view.


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De la fealdad Como si de una burda simplificación se tratara una carretera separa la Pstraze comunista de la Pstraze alemana, diseñadas y edificadas una frente a la otra conforman la simetría totalitaria del pasado siglo. Las dos Pstraze fueron construidas en un ejercicio urbanístico que emascula la imaginación y la libertad. Son la concreción de dos mundos dirigidos por una fe en la técnica que hiere mortalmente al hombre. Al contemplar ahora la escombrera en la que se han convertido extraña tamaño afán, la descomunal movilización de fuerzas, de vidas humanas y de materia encaminada a la destrucción y al olvido. A veces la tragedia se hace comprensible desde la perspectiva estética, tal vez sea la única manera humana de acercarse a ella, la única forma en la que podemos aprehender el horror. “La primera categoría en la que el comunismo me resulta repulsivo es su fealdad. No como categoría puramente 28

estético-moral, el envilecimiento de los caracteres, de las ciudades y de las cosas. Allí todo envilecía”. Esto decía Aleksander Wat, un intelectual polaco que acabó renegando del comunismo como si del mismo diablo se tratase tras recorrer distintas cárceles estalinistas, entre ellas Lubianka. Una acusación contra la fealdad que aplastó su vida como la de muchos otros. Es significativo que la denuncia de los intelectuales ante las dictaduras recurra una y otra vez a esta idea. Refiriéndose al franquismo Vázquez Montalbán decía: “Aunque yo creo que casi todos los que nos hicimos antifranquistas (…) tomamos la decisión ante la fealdad moral y estética del régimen, su mediocre y a la vez brutal ridiculez de fascismo enano, su liturgia babeante y diríase etílica, como programada por suboficiales cuarteleros convertidos en escenificadores de aquella fantochada. La mentira de aquel régimen era visual…”. El espejo Pstraze refleja dos mundos ideológicos que matan al hombre


interior como decía Wat. La deformidad es un instrumento político que anula la voluntad y la resistencia. Se trata de un asesinato silencioso previo al desastre total, del abandono necesario que antecede al horror absoluto. Muerta la vida interior los hombres y mujeres se convierten en cadáveres que han cedido tras el vendaval de miseria moral las riendas de su conciencia; hombres y mujeres que abandonan toda forma de esperanza y de lucha. Inermes frente al poder sobrellevan una infravida de sombras. La fealdad es un arma totalitaria porque solamente una sociedad sedada, golpeada y ultrajada permite el espanto y rinde a la esperanza. La crisis actual podría actuar de catalizador de fuerzas durmientes. Una chispa alocada podría encender el fuego de las antorchas fascistas fascinando hasta a los más incrédulos, un rayo iluminar los campos ucranianos llenos de fantasmas hambrientos, de campesinos famélicos. Un fantasma recorre Europa, decía Marx, ahora son legión, fantasmas de 200 guerras y tratados de paz, incómodos

habitantes de fronteras móviles. Inoportunas existencias, vidas que entorpecen con su lamento el devenir histórico, que interrumpen la necesidad histórica, que contravienen el determinismo teleológico. Figuras aovilladas en medio de una carretera…bajo las estrellas. Ahora mismo en Siria… Elevan un clamor no contestado por nadie, ni hombres ni dioses. Se hace necesario proteger la salud del hombre libre, evitar la fealdad que nos rodea con mirada hambrienta. Eva Lavilla Rey

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“RECUERDOS CONGELADOS EN EL TIEMPO II” ”MEMORIES FROZEN IN THE TIME ii” Paye Vargas Soria

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Hechizo ritual de destrucci贸n. Poder. El hombre contra el hombre. Ritual charm of destruction. Power. The man against the man.

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Lucha de poderes.Y el ser humano, de nuevo, en tierra de nadie. Power struggle. Again, the human being in no man’s land.

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Imposici贸n, sometimiento y destrucci贸n. Espacios inertes se erigen tras la locura. Imposition, submission and destruction. Inert spaces raise after the madness.

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Pantalla

Screen

Aunque ya no quedaba ningún ser humano sobre la faz de la tierra, las pantallas electrónicas gigantes de Katowice siguieron retransmitiendo el anuncio de Coca-Cola durante varios años más.

Although not a single person remained on the face of the Earth, the giant LED advertising screens in Katowice kept on transmitting Coca-Cola display for some more years.

Texto: Rubén Varillas

Texto: Rubén Varillas

Imágen: Sr. Arribas

Imágen: Sr. Arribas


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“Post Industrial ” //”Post Industrial” Wojciech Wilczyk

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Post Industrial En otoño de 2003 monté en un tren de cercanías de Cracovia a Katowice y a la altura de Jaworzna – Szczakowa, entre los ruidos provocados por la mala condición de las vías, encontré por accidente, a través de la ventana del vagón un tremendo espectáculo. Chimeneas, enormes salas y misteriosos silos cilíndricos, se abrían paso a la luz entre dramáticas nubes al final de un día de otoño. Decidí entonces que debía volver con la cámara en busca de algo más. Anteriormente, a mediados de 2001, cuando estaba trabajando en el proyecto “Czarno-Biały Śląsk” (“Silesia en blanco y negro”), tenía un gran número de fotos de las ciudades del interior de Silesia Superior, mi atención se fijaba en estructuras de hormigón de la planta de carbón de Kosciuszko (primo voto Königshütte) entre las ciudades de Chorzow y Chorzow Stary. Entonces empecé a fotografiar sistemáticamente sintiendo que funcionan bien como contrapunto 50

“significativo” en el paisaje urbano. Así que continué tomando fotografías a ruinas post-industriales: Huta Bobrek en Bytom, planta de carbón Walenty en Rudzie Śląskiej y en la mina de carbón de Gliwice. Mucho antes incluso, en el otoño de 1992, mientras conducía un coche con Wirka a Rudy vimos los fenomenales edificios de la planta de Walenty (primo voto Wolfgang), que aparecen como fondo en la espeluznante película SF, que tiene lugar después de una guerra nuclear. Quizá fue en esta planta cuando tome las primeras fotografías en compañía de un gran grupo de “złomiarzy”, recogiendo todas las partes metálicas, y unos meses más tarde, durante los trabajos de demolición (actos todos ellos, por supuesto, llevados a cabo con toda legalidad), quedaba así borrosa la función principal de estas instalaciones industriales. Poco a poco estos objetos quedarían reducidos a monstruosos bloques de hormigón, adquirieron características de anónimas esculturas post-industriales y


con “significado” completamente distinto al de las intenciones para las fueron concebidas realmente por los ingenieros. Todo esto dio lugar a una serie de fotografías (no lo suficentemente satisfactoria hasta el momento) con el título “Pejzaż symboliczny” (“Paisaje simbólico”). Por supuesto, el término “esculturas anónimas” en referencia a los edificios industriales, fue inventado por el dúo de artistas Bernd y Hilla Becher, de cuya existencia en los años 90 desconocía, sin embargo en el cambio de siglo, cuando trabajaba en “Czarno-Biały Śląsk” (“Silesia en blanco y negro”), ya sabía algo de ellos, aunque tan sólo alguna imagen. Las fotografías presentadas en el álbum de Becher “Anonymous Sculptures: A Typology of Technical Construction” (“Esculturas anónimas: una tipología de construcción técnica “), publicado en 1970, la función de la tecnología de los edificios estaba totalmente clara, así como la intención de los autores de estas fotos de llamar la atención sobre los valores “culturales” era industrial (a principios de

los 70 “ industria” de la “cultura” resultaba una combinación verdaderamente revolucionario). Mientras tanto, después de la mencionada planta de carbón de “Walenty” en Rudzie Śląskiej, y en la mina de carbón de “Kosciuszko” en Chorzow llegan: Szczakowa, Grodziec, Kietrz, Niedomice, Swietoclowice, Szopienice y Rüdersdorfie, el interés se dispara, fascinado al mismo tiempo por aprovechar el momento antes de que pierden significado y los objetos se convirtieron literalmente “anónimos”. Este enfoque, presta más atención a la apariencia visual de la estructura , más allá de la fotografía, deja paso a los mecanismos que llevaron a estos elementos el estado de las ruinas. Y aun a causa de su degradación, acompañada de procesos sociales o de la naturaleza turbulenta, permanecen en recuerdo (y que sería mejor para ellos que encontrar un registro en imágenes...). Wojciech Wilczyk

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Post Industrial Jesienią 2003 roku jechałem podmiejskim pociągiem z Krakowa do Katowic i na wysokości Jaworzna-Szczakowej, gdzie skład zwalnia z powodu kiepskiego stanu torowiska, zobaczyłem w oknie wagonu zjawiskowo wyglądające poprzemysłowe ruiny. Kominy, hale i obłe silosy tajemniczego wówczas przeznaczenia, obserwowałem pod światło u schyłku jesiennego dnia z dramatycznymi chmurami w tle. Postanowiłem tam wrócić z aparatem fotograficznym i rozejrzeć się. Jednak wcześniej, bo w połowie roku 2001, kiedy byłem na półmetku realizacji projektu „Czarno-Biały Śląsk” i miałem już sporo zdjęć z wnętrz górnośląskich miast, moją uwagę zwróciły betonowe konstrukcje dawnej koksowni Huty Kościuszko (primo voto Königshütte), jakie znajdowały się pomiędzy Chorzowem a Chorzowem Starym. Zacząłem je wtedy systematycznie fotografować, przeczuwając, że będą świetnym i „znaczącym” kontrapunktem 52

dla urbanistycznych krajobrazów. Robiłem wtedy zdjęcia też innym postindustrialnym ruinom: Hucie Bobrek w Bytomiu, koksowni Walenty w Rudzie Śląskiej i koksowni przy kopalni Gliwice. Ale jeszcze znacznie wcześniej, bo jesienią 1992 roku, jadąc samochodem z Wirka do Rudy zobaczyłem w oknie zjawiskowe budynki koksowni Walenty (primo voto Wolfgang), przy bliższym oglądzie wyglądające jak dekoracje do katastroficznego filmu SF, którego akcja rozgrywa się po wojnie atomowej. Zakład ten chyba wtedy co dopiero wyłączono z eksploatacji i robiąc pierwsze zdjęcia w towarzystwie sporej grupy „złomiarzy”, szabrujących wszelkie metalowe elementy, i kolejne w następnych miesiącach, obserwowałem jak poprzez wspomniane prace rozbiórkowe (realizowane oczywiście i przede wszystkim także całkiem legalnie), zatarciu ulega pierwotna funkcja tych przemysłowych instalacji. Obiekty te, stopniowo wybebeszane i redukowane do monstrualnych betonowych brył, nabierały cech anonimowych, postin-


dustrialnych rzeźb oraz „znaczenia”, kompletnie rozmijającego się z intencjami, tworzących je inżynierów, co bardzo mi się wtedy podobało, a cykl wykonywanych wtedy fotografii (całkowicie mnie dziś nie satysfakcjonujących) opatrzyłem tytułem „Pejzaż symboliczny”. Oczywiście sam termin „anonimowych rzeźb”, odnoszący się do przemysłowych obiektów, wymyślony został przez artystyczny duet Bernda i Hilli Becherów, o których istnieniu na początku lat 90. nie miałem bladego pojęcia, a na przełomie wieków, kiedy pracowałem nad „Czarno-Białym Śląskiem”, coś nie coś już o nich wiedziałem, ale to były jedynie pojedyncze zdjęcia. Fotografie, jakie znalazły się w albumie Becherów „Anonymous Sculptures: A Typology of Technical Construction”, wydanym w 1970 roku, przedstawiały jednak budowle, których technologiczna funkcja była całkowicie czytelna i taka też była intencja autorów tych zdjęć, zwracających uwagę na „kulturowe” walory epoki industrialnej (na początku lat 70. było to prawdziwie

rewolucyjne połączenie „przemysłu” z „kulturą”). Tymczasem mnie samego, już w przypadku wspomnianej wcześniej koksowni „Walenty” w Rudzie Śląskiej, a na także na terenie koksowni Huty „Kościuszko” w Chorzowie i później podczas robienia zdjęć w Szczakowej, Grodźcu, Kietrzu, Niedomicach, Świętochłowicach, Szopienicach oraz Rüdersdorfie, interesował i fascynował jednocześnie ten moment zatarcia i utraty znaczenia, kiedy fotografowane obiekty stawały się całkiem dosłownie „anonimowe”.Takie podejście, zwracające uwagę bardziej na wizualną atrakcyjność kadru,poza planem zdjęciowym pozostawia mechanizmy, jakie doprowadziły fotografowane obiekty do stanu ruin. A ponieważ ich degradacji towarzyszyły procesy społeczne o burzliwym często charakterze, należy mieć to w pamięci (a najlepiej byłoby poszukać dla nich ekwiwalentów w rejestrowanych obrazach…). Wojciech Wilczyk

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