Via crucis por las familias 2014

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Via Crucis Para que las familias se renueven en la alegrĂ­a del Evangelio

Jaime Quispe Palomino, Pbro.


Introducción El Papa Francisco, en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Evangelii Gaudium” (La alegría del evangelio), ha enfatizado la eficacia que debe tener nuestra vida cristiana como discípulos-misioneros, al decirnos que “hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua” (N° 6). Estas palabras deben interpelar nuestra actitud concreta de vida cristiana que alienta a vivir la alegría del Evangelio en cada uno de nosotros. En efecto, el Papa Francisco enfatiza las circunstancias inevitables que se atraviesan en la vida personal y familiar al decir: “comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias”. Al respecto, el libro de las Lamentaciones reza angustiado por el presente viviente pero esperanzado en el futuro que solamente Dios puede dar: “me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor” (Lm 3,17.21-23.26). El Papa Francisco ha convocado un Sínodo para el mes de octubre con el tema: “los retos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”. Entre los principales retos están “los problemas de los matrimonios, de la vida familiar, de la educación de los hijos, y a la tarea de las familias en la misión de la Iglesia” (Carta a las familias del mundo, 2 de febrero del 2014). Es por eso que las meditaciones y reflexiones del Via Crucis las he elaborado en torno a la familia que, a pesar de atravesar el camino inevitable de la cruz que termina con la muerte, debe poner en su corazón la alegría y la esperanza de la resurrección. Que este Via crucis sea por la familia, especialmente por aquellas que atraviesan momentos difíciles para que, con la ayuda del Señor, vuelvan a sonreír en el amor. Mons. Pedro Barreto Jimeno S. J., Arzobispo metropolitano de Huancayo, dentro de los retos pastorales de la familia, ha intensificado la renovación de la Iglesia de Huancayo a través del “Proyecto de Renovación Arquidiocesana” que se encuentra organizando la etapa previa. Con ese motivo deseo que este Via Crucis se difunda en las comunidades parroquias con la finalidad de estar unidos en la oración con una misma orientación: “para que las familias se renueven en la alegría del Evangelio”. Que este Tiempo de Cuaresma, camino que nos conduce de la cruz del sufrimiento a la luz de la alegría en la resurrección, sea verdaderamente un tiempo de conversión y renovación de nuestra vida en Jesucristo nuestro Señor y salvador. Con afecto de amigo y hermano. Jaime Quispe Palomino, Pbro.


1

Jesús es condenado a muerte

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 2223.26 Pilato les preguntó: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos: «¡crucifíquenlo!» Pilato insistió: «pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: «¡crucifíquenlo!» Entonces le soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

“La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo con la sensibilidad de cada uno. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la sociedad supera el nivel de la emotividad y el de las necesidades circunstanciales de la pareja. (Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”, N° 66).

Reflexión:

Petición:

En nuestro mundo contemporáneo, muchos son los «Pilato» que tienen en las manos los resortes del poder y los usan al servicio de los más fuertes. Son muchos los que, débiles y viles ante estas corrientes de poder, ponen su autoridad al servicio de la injusticia y pisotean la dignidad de la familia, el derecho a la vida y la alegría que brota de tu amor. Señor Jesús, que nos invitas a compartir la alegría que viene de ti, ayúdanos a reconocerte vivo y presente en cada uno de nuestros familiares; especialmente de los que se encuentran tristes.

Por todas aquellas familias que han sido condenadas a la tristeza, la división, la inseguridad y la injusticia; para que vuelvan a experimentar la alegría del Evangelio. Roguemos al Señor.


2

Jesús carga con la cruz a cuestas

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 27-31 Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!». Luego lo escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

“Los cristianos se casan sacramentalmente, porque son conscientes que necesitan el sacramento. Necesitan a este para vivir unidos entre sí y cumplir la misión de padres. ‘En la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad’. Así dicen los esposos en el matrimonio y rezan juntos y con la comunidad, ¿por qué? Solamente porque es costumbre hacerlo así? No, lo hacen, porque les sirve para el largo viaje que deben hacer juntos, no a tramos, necesitan de la ayuda de Jesús, para caminar juntos con confianza, para acogerse uno al otro cada día y perdonarse cada día”.

Reflexión:

Petición:

En todas las épocas, el hombre ha creído poder sustituir a Dios y determinar por sí mismo el bien y el mal, sin hacer referencia a su Creador y Salvador. Se ha creído omnipotente, capaz de excluir a Dios de su propia vida y de la de su propia familia, en nombre de la razón, el poder o el dinero; revistiéndola más bien con maltratos, humillaciones e injusticias. Señor Jesús, que aceptaste voluntariamente la humillación de los hombres, ayúdanos a redescubrir en cada uno de los miembros de nuestras familias la alegría de vivir esperanzados en un mundo donde reine el perdón, la paz y el amor.

Por todas aquellas familias que cargan injustamente la cruz del sufrimiento; para que Dios mismo les ayude llevar su cruz por el camino de la alegría. Roguemos al Señor.

(Discurso del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Familia, 26 de octubre del 2013)


3

Jesús cae por primera vez

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del libro del profeta Isaías 53, 4-6 Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable vino sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.

“Cuando este dejar el padre y la madre y unirse a una mujer, hacerse una sola carne e ir adelante y este amor fracasa, porque tantas veces fracasa, debemos sentir el dolor del fracaso, acompañar a aquellas personas que han tenido este fracaso en el propio amor. ¡No condenar! ¡Caminar con ellas! Y no hacer casuística con su situación”.

Oración:

Petición:

Cuántas familias, después de haber trabajado por la indisolubilidad en el amor, caen abatidas por el pecado que pesa sobre la conciencia del esposo y la esposa por falta de diálogo y comprensión. El mundo de hoy se hace testigo de las caídas de las familias y comentan con los demás como si fuera buena noticia. Cuantas veces vemos en la televisión al varón y la mujer exponiendo sus intimidades ante los demás sin temor alguno. Señor Jesús, que has permitido que tu Hijo Jesucristo cayera en el suelo por nosotros; haz caer, también, en cada uno de los miembros de las familias la soberbia, la intolerancia, el orgullo y la maldad que no dejar de vivir la alegría que Dios quiere para cada uno de nosotros.

Por todas aquellas familias que han caído en el abismo de la tristeza; para que en la oración, encuentro personal con Jesucristo, levanten la alegría caída por la desesperación. Roguemos al Señor.

(Homilía del 28 de febrero del 2014, capilla de la Casa Santa Marta)


4

Jesús encuantra a su madre

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Lucas 2, 34-35.51 Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón.

“María es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios”. (Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”, N° 286)

Oración:

Petición:

Jesús sufre al ver a su madre afligida, y María viendo sufrir a su Hijo. Pero de este común sufrimiento nace la nueva humanidad. Señor Jesús, también nosotros sentimos en nuestras familias los sufrimientos que los padres causan a sus hijos y éstos a sus padres. Señor, haz que en estos tiempos difíciles nuestras familias sean lugar de tu presencia, de modo que nuestros sufrimientos se transformen en alegría. Señor Jesús, que pones a tu propia madre como ejemplo de perseverancia, anima la peregrinación de nuestras familias por el camino de la alegría que consiste en encontrarte a ti, amigo fiel y paciente.

Por todas las madres que sufren por sus hijos y acompañan perseverantemente el camino de sufrimiento hasta alcanzar la alegría de ver a sus hijos sonriendo libres en el amor de Dios. Roguemos al Señor.


5

El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura Evangelio según San Mateo 27, 32; 16, 24 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga».

“El matrimonio es también un trabajo de todos los días y podría decir un trabajo artesanal, un trabajo de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su mujer y la mujer tiene la tarea de hacer más hombre a su marido. Crecer también en humanidad, como hombre y como mujer. Pero esto se hace entre ustedes. Esto se llama crecer juntos. ¡Pero esto no viene del aire! El Señor lo bendice, pero viene de vuestras manos, de vuestras actitudes, del modo de vivir, del modo de amarse. ¡Hacerse crecer! Siempre procurar que el otro crezca”. (Plaza de San Pedro, 14 de febrero del 2014, A los novios en el día de san Valentín)

Reflexión:

Petición:

Señor, también nosotros llevamos hoy la cruz del sufrimiento de los miembros de nuestras familias, pero la aceptamos porque tú estás con nosotros. Ésta nos puede sujetar a la frustración, pero no impedirnos soñar; puede apagar nuestra mirada, pero no herir nuestra conciencia; puede dejar sordos los oídos, pero no impedirnos escuchar; atar la lengua, pero no apagar la sed de verdad. Puede adormecer el alma, pero no robar la libertad. Señor, que seamos cireneos de nuestros hijos para ayudarles a cargar la cruz de la inexperiencia y la torpeza, la cruz de la tristeza y el individualismo; y nunca se sientan solos sino acompañados en el dolor y la alegría.

Por todos aquellos padres que ayudan a cargar a sus hijos la cruz del sufrimiento, que en algún momento les hace desfallecer, para que sean amigos y se mantengan más unidos, a pesar de los obstáculos que nublan la alegría familiar. Roguemos al Señor.


6

La Verónica enjuga el rostro de Jesús

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Del libro de los Salmos 26, 8-9 Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación.

“Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque «el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral»”. (Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”, N° 103)

Reflexión:

Petición:

Señor Jesús, nuestras familias buscan tu rostro porque quieren ser bendecidas por ti. La Verónica nos recuerda que tú estás presente en cada persona que sufre y se dirige al Gólgota. Señor, haz que te encontremos en nuestros padres y en nuestros hijos, en tus hermanos pequeños, para enjugar las lágrimas de los que lloran, hacernos cargo de los que sufren y sostener a los débiles. Señor, tú nos enseñas que una persona herida y olvidada no pierde ni su valor ni su dignidad, y que permanece como signo de tu presencia oculta en el mundo. Ayúdanos a limpiar el rostro de nuestra familia, desfiguradas por las peleas, los insultos y las humillaciones.

Por todas las familias que buscan tu rostro Señor y lo encuentran en el padre, la madre, los hijos y demás miembros; para que vivan la verdadera alegría que solamente tú puedes dar. Roguemos al Señor.


7

Jesús cae por segunda vez

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 1-2.9.16 Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos. Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza.

“Muchas veces la vida es pesada y tantas veces trágica, lo hemos apenas escuchado. Trabajar es fatigoso; buscar trabajo es fatiga y encontrar trabajo hoy nos pide tanta fatiga. Pero, aquello que más pesa en la vida, no es esto, lo que más pesa es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser acogidos. Pesan ciertos silencios, a veces aún en familia, entre marido y esposa, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor, el cansancio se hace más pesado”. (Discurso del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Familia, 26 de octubre del 2013)

Reflexión:

Petición:

Jesucristo cayó por segunda vez pero se levantó de nuevo apoyándose en la confianza que tiene en su Padre. Frente a los hombres que lo han abandonado a su suerte, la fuerza del Espíritu lo levanta; lo une completamente a la voluntad del Padre, la del amor que todo lo puede. Señor Jesús, en tu segunda caída reconocemos las constantes caídas que tenemos en el transcurrir de la vida. Muchas de ellas son ocasionadas por los prejuicios que tienen los padres contra sus hijos y el odio que tienen los hijos contra sus padres. Ante esta situación, devuélvenos la alegría y armonía familiar.

Por todas las familias que han vuelto a caer en el pecado del odio y la división; para que se levantes con el poder de la fe, vuelvan a caminar en la esperanza y sean capaces de compartir el amor. Roguemos al Señor.


8

Jesús encuantra a las mujeres de Jerusalen

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 28-31 Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloren por mí, lloren por ustedes y por sus hijos, porque miren que llegará el día en que dirán: «dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado». Entonces empezarán a decirles a los montes: «Desplómense sobre nosotros»; y a las colinas: «Sepúltennos»; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?

“En la vida, la familia experimenta muchos momentos hermosos: el descanso, la comida juntos, el paseo hasta al parque o por los campos, la visita a los abuelos, o a una persona enferma... Pero, si falta el amor, faltará la alegría, faltará la fiesta. Porque el amor nos lo da siempre Jesús: él es la fuente inagotable y se da a nosotros en la Eucaristía. Allí en el sacramento, Jesús nos da su palabra y el pan de la vida, para que nuestra alegría sea completa”.

Reflexión:

Petición:

Nuestro mundo está lleno de madres afligidas, de mujeres heridas en su dignidad, violentadas por las discriminaciones, la injusticia y el sufrimiento. Las madres sufren la incomprensión de sus hijos que no quieren escuchar sus consejos. Las esposas son maltratadas por sus esposos que no quieren vivir la experiencia fascinante del amor. En estas circunstancias, Jesús vuelve a pasar por las orillas de nuestros hogares para darnos palabras de alegría y esperanza. Señor, que el deseo de nuestras familias sea el de encontrarnos contigo. Que nuestro camino lleno de sufrimiento sea siempre un itinerario de esperanza, contigo y hacia ti, que eres el refugio de nuestra vida y nuestra Salvación.

Por todas aquellas mujeres, parte integrante de una familia, que dedican su vida al servicio de la Iglesia; para que nunca se sientan desamparadas por sus familiares sino encuentren en ella la alegría de vivir en familia. Roguemos al Señor.

(Discurso del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Familia, 26 de octubre del 2013)


9

Jesús cae por tercera vez

E S T A C I Ó N

Texto bíblico: Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 27-32 Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. Que se sienta solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone; que ponga su boca en el polvo: quizá haya esperanza; que tienda la mejilla a quien lo hiere, que se harte de oprobios. Porque el Señor no desecha para siempre a los humanos: si llega a afligir, se apiada luego según su inmenso amor.

Meditación del Papa Francisco: Queridas familias, el Señor conoce nuestros cansancios, los conoce y los pesos de nuestra vida. Pero conoce también nuestro deseo profundo de hallar la alegría del alivio. Lo dijo a los apóstoles, y hoy lo repite a todos nosotros: ‘Vengan a mí, familias de todo el mundo -dice Jesús- y yo les aliviaré para que su alegría sea completa’. Y esta palabra de Jesús llévenla a casa, en el corazón, compártanla en familia, él nos invita a ir hacia él para darnos a todos la alegría”. (Discurso del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Familia,

26 de octubre del 2013)

Reflexión:

Petición:

Señor Jesús, la Iglesia, nacida de tu costado abierto, está oprimida bajo la cruz de las divisiones que alejan a los miembros de las familias unos de otros y de la unidad que tú quisiste para ellos; se han desviado de tu deseo de «que todos sean uno», como tú y el Padre son uno. Frente a las divisiones familiares que nos enfrentamos, concédenos, Señor, la sabiduría y la humildad, para levantarnos de nuestras caídas y seguir avanzando por el camino de la unidad, la alegría y el amor, sin sucumbir a la tentación de los intereses personales.

Por todas aquellas familia que han aprendido a levantarse, a pesar de sus caídas, para que el encuentren en Dios su fuerza y su alegría. Roguemos al señor.


10

Jesús es despojado de sus vestiduras

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 33 -36 Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo.

“Queridos novios, ustedes se están preparando para crecer juntos, para construir esta casa, para vivir juntos para siempre. No la cimienten en la arena de los sentimientos, que van y vienen, sí en cambio en la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer, de la misma manera que se construye una casa, que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Pero todo junto: afecto, ayuda, esperanza, apoyo”. (Plaza de San Pedro, 14 de febrero del 2014, A los novios en el día de san Valentín)

Reflexión:

Petición:

Creíamos poder realizarnos como familia, independientemente de ti. Nos hemos encontrado desnudos ante la incertidumbre de la división familiar, pero tu amor infinito nos ha revestido de la dignidad de hijos e hijas de Dios; donde el padre asume responsablemente su hogar, la madre es ejemplo de ternura y amor y los hijos son el fruto de la alegría. Cuántas veces hemos desnudado a nuestras familias en su dignidad y las hemos ultrajado con nuestras palabras y actitudes. Cuántas veces se han visto desnudadas nuestras familias por la violencia y la incomprensión. Ayúdanos a recuperar la alegría del evangelio en nuestros hogares

Por todas aquellas familias que han sido despojados de su dignidad por la violencia y la infidelidad; para que Dios les devuelva la alegría de vivir unidos en su amor. Roguemos al Señor.


11

Jesús es clavado en la cruz

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Mateo 7, 37-42 Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el Rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban y decían meneando la cabeza: «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz». Los sumos sacerdotes con los letrados y los senadores se burlaban también diciendo: «A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¿No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y le creeremos».

“En la cruz, cuando Cristo sufría en su carne el dramático encuentro entre el pecado del mundo y la misericordia divina, pudo ver a sus pies la consoladora presencia de la Madre y del amigo. En ese crucial instante, antes de dar por consumada la obra que el Padre le había encargado, Jesús le dijo a María: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»… Luego le dijo al amigo amado: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26-27). Al pie de la cruz, en la hora suprema de la nueva creación, Cristo nos lleva a María. Él nos lleva a ella, porque no quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio”. (Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio”, N° 285)

Reflexión:

Petición:

Señor Jesús, tú has sido crucificado por nuestras culpas. Nunca te olvidaste del vínculo familiar que tenías con tu madre la virgen María que también es nuestra madre. Nunca te olvidaste del vínculo fraternal con el apóstol Juan, nuestro hermano. En la cruz, antes de morir, nos dejaste como herencia familiar a tu madre que ahora es madre de la Iglesia.

Por todas aquellas familias que han sido crucificadas por el divorcio y la incomprensión; para que Dios les devuelva la alegría de vivir unidos en la alegría de la reconciliación. Roguemos al Señor.

Señor Jesús, que estando en la cruz del sufrimiento y la muerte, preservaste a la familia de cualquier división u olvido, infunde en cada uno de sus miembros la alegría de vivir unidos y bendecidos por ti. No permitas, Señor, que ninguna familia sea crucificada por la violencia y la injusticia.


12

Jesús muere en la cruz

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Del Evangelio según San Mateo 27, 45-50. 54 Desde el mediodía hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde Jesús gritó: «Elí, Elí lamá sabaktaní», es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo algunos de los que estaban por allí dijeron: «A Elías llama éste». Uno de ellos fue corriendo; enseguida cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo». Jesús, dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios».

“Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse” (Exhortación Apos-

Reflexión:

Petición:

La muerte sigue siendo el acontecimiento triste y doloroso de la vida. Sabemos que no somos eternos en este mundo, pero aun así, nos duele la pérdida de un ser amado. Pero el misterio más grande que el mundo no logra entender es la muerte de Dios. Dios, en efecto, quiso demostrarnos su amor muriendo en la cruz. Concédenos, Señor, la fuerza de saber en nuestro interior que ninguna muerte nos vencerá, hasta que reposemos entre tus manos que nos han formado y nos acompañan en el caminar de la vida. Señor, te pedimos por todas aquellas familias que promueven el aborto para que tomen conciencia de que el amor sólo puede ser fuente de vida. También por los defensores de la eutanasia y por aquellos que promueven técnicas y procedimientos que ponen en peligro la vida humana. Abre sus corazones, para que te conozcan en la verdad, para que se comprometan en la edificación de la civilización de la vida y del amor. Que ninguna familia se vea amenazada por la cultura de muerte.

Por todos nuestros familiares que han muerto con Cristo; para que resuciten con él a la vida eterna. Roguemos al Señor.

tólica “La alegría del Evangelio”, N° 276)


13

Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 54-55 El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: «Realmente éste era Hijo de Dios». Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle.

“Y todos nos equivocamos, y a veces alguno se ofende en la familia, o en el matrimonio. A veces, digo, vuelan los platos, se dicen palabras fuertes, pero escuchen este consejo: no terminen la jornada sin hacer la paz, cada día. Disculpa y se recomienza. Permiso, gracias, perdón. ¿Lo decimos juntos?: Permiso, gracias, disculpa, usemos estas tres palabras en familia, perdonarse cada día”. (Discurso del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Familia, 26 de octubre del 2013)

Reflexión:

Petición:

El cuerpo muerto del Hijo de Dios ha sido colocado en brazos de su madre. Esta expresión familiar de la relación de la madre con su hijo, que un día la tuvo entre sus brazos a la hora de alumbrar al mundo, vuelve a tenerla entre sus brazos, esta vez, con el corazón desgarrado por la muerte. Así como en el día de su nacimiento fue motivo de alegría, María guarda la alegría en lo más profundo de su corazón de que su hijo resucitará para ser colocado a la derecha de Dios Padre. Señor Jesús, que haces experimentar a las familias sentimientos de tristeza y alegría, que ningún miembro de la familia sufra en la soledad sino que ese sufrimiento sea aliviado por las palabras de aliento y la oración confiada en el Señor de la resurrección y la vida.

Por todas aquellas madres que sufren la pérdida de un hijo; para que Dios sea consuelo en la esperanza y alegría en la expectante resurrección de los muertos. Roguemos al Señor.


14

Jesús es colocado en el sepulcro

E S T A C I Ó N

Texto bíblico:

Meditación del Papa Francisco:

Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 59-61 José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.

“Reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias”. (Exhortación Apostólica postsinodal “La alegría del Evangelio, N° 6)

Reflexión:

Petición:

Cuando un ser querido es colocado en el sepulcro sufre toda la familia. Las lágrimas y el sufrimiento son indescriptibles. Jesús fue puesto en el sepulcro por sus familiares y amigos más cercanos, así como nosotros colocamos en el sepulcro a nuestros seres queridos. En ese momento de la sepultura es Dios mismo quien nos invita a experimentar, por medio de la oración, el paso de la muerte a la resurrección. Por eso, el cristiano debe vivir este misterio como el nuevo nacimiento al cielo para vivir junto a Dios en la eternidad. Que en la sepultura de nuestros familiares podamos reflexionar, a la misma vez, el misterio de la vida y la resurrección nuestra.

Para que, en la hora de la muerte de nuestros familiares, nos mantengamos unidos en la alegre espera de la resurrección de los muertos. Roguemos al Señor.


Cantos 1.- Juntos como hermanos. Juntos como hermanos, Miembros de una Iglesia, Vamos caminando, Al encuentro del Señor. 1.- Es largo el caminar, por el desierto bajo el sol no podemos avanzar sin la ayuda del Señor. 2.- Unidos al rezar, unidos en una canción, viviremos nuestra fe con la ayuda del Señor 3.-La Iglesia en marcha está a un mundo nuevo vamos ya, donde reinará el amor, donde reinará la paz. 2.- Caminaré. Caminaré en presencia del Señor (2) Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mi el día que lo invoco. Caminaré en presencia del Señor (2) Me envolvían redes de muerte, caí en tristeza y en angustia, invoqué el nombre del Señor: “Señor, salva mi vida”. Caminaré en presencia del Señor (2) El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo. El Señor guarda a los sencillos, estando yo sin fuerzas me salvó.

Caminaré en presencia del Señor (2) Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo; arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. 3.- Hoy, perdóname. Hoy perdóname, hoy por siempre, sin mirar la mentira el vacío en nuestras vidas nuestra falta de amor y caridad. Hoy perdóname, hoy por siempre, aun sabiendo que he caído que de ti siempre había huido hoy regreso arrepentido vuelvo a ti, vuelvo a ti, vuelvo a ti, vuelvo a ti, 4.- Oh, Señor, ten piedad. Oh Señor ten piedad Cristo, ten piedad (2) Oh Señor ayúdame Contra ti yo pequé (2) 5.- Ten piedad de mí. Ten piedad de mí, oh Dios conforme a tu misericordia conforme a la multitud de tus piedades, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mis pecados. (2)


6.- Una vez más rezare Una vez más rezare, de rodillas me pondré, pueda ser que una vez más el perdone. Le diré que lucho en vano, que pequé pues soy humano, de seguro una vez más el perdone eh, eh, eh. Para un Dios que conoció la tentación, del amigo la traición, yo no dudo me perdone Dios amigo, para un Dios que conoció la tentación, del amigo la traición, yo no dudo me perdone Dios amigo, mi Dios amigo. Yo vi sufrir al hermano cuando bastaba una mano, de seguro también eso me perdone. Murió pobre y desahuciado, yo con los brazos cruzados, pueda ser que una vez más el perdone. 7.- Perdona a tu pueblo, Señor. Perdona a tu pueblo, Señor, Perdona a tu pueblo, perdónale Señor (2) Por las heridas de pies y manos, por los azotes tan inhumanos, ¡perdónale, Señor! Por los tres clavos que te clavaron y las espinas que te hincaron, ¡perdónale, Señor! No estés eternamente enojado; no estés eternamente enojado; ¡perdónale, Señor! Por tus profundas llagas crueles, por tus salivas y por tus hieles, ¡perdónale, Señor!

8.- Un mandamiento nuevo. Un mandamiento nuevo nos dio el Señor que nos amenos todos como El nos amó. La señal de los cristianos es amarnos como hermanos Quien a sus hermanos no ama miente si a Dios dice que ama En la vida y en la muerte Dios nos ama para siempre En trabajos y fatigas Cristo a todos nos anima. 9.- Tú que siempre nos perdonas. Tú que siempre nos perdonas, porque nos quieres mucho. Tú que siempre nos perdona, Señor ten piedad. Tú que siempre nos escuchas, porque nos quieres mucho. Tú que siempre nos escuchas, Señor ten piedad. Tú que siempre nos ayudas, porque nos quieres mucho. Tú que siempre nos ayudas, Señor ten piedad. 10.- Perdón, Señor, perdón. Perdón, Señor, Perdón (2) Misericordia, mi Dios por tu bondad, Por tu inmensa compasión borra mi culpa Reconozco mi culpa Señor, Tengo siempre presente mi pecado Contra Ti, contra ti, solo pequé Cometí la maldad de Tu aborreces Lava del todo mi delito Y limpia todo mi pecado.


11.- Danos un corazón Danos un corazón grande para amar, Danos un corazón, fuerte para luchar. 1.Hombres nuevos creadores de la historia, constructores de nueva humanidad. Hombres nuevos que viven la existencia, como riesgo de un largo caminar. 2.Hombres nuevos luchando en esperanza, caminantes sedientos de verdad. Hombres nuevos sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad. 3.Hombres nuevos amando sin fronteras, por encima de razas y lugar. Hombres nuevos al lado de los pobres, compartiendo con ellos techo y pan. 12.- Dame tu perdón. Ten piedad, Dios mío, dame tu perdón. Soy un peregrino, soy un pecador Vengo arrepentido, ten piedad Señor, vuelve a mí tus ojos con amor. Lejos de tu casa, de tu bendición, malgasté mi vida en la perdición. Roto y pobre vengo, ten piedad Señor, vuelve a mí tus ojos con amor. A tus puertas llamo, sé que me abrirás. Con los pecadores muestras tu bondad. A salvarnos vienes, ten piedad Señor, vuelve a mí tus ojos con amor. 13.- Zamba del perdón. Perdón por aquel mendigo, por aquella lágrima que hice brillar, Perdón por aquellos ojos que al mirar los míos no quise mirar. Señor, ¿por qué soy así?

Estoy como un ciego, no sé comprender. (Señor, Tú eres mi esperanza, Dame tu mirada, que te sepa ver.(2) Señor, no le di la vida, se encontraba solo y le dejé partir. Perdón por no dar cariño, por sólo buscarlo, y lejos de Ti. Señor, no soy siempre alegre, no doy luz a otros que están junto a mí. Perdón por esta tristeza, por sentirme sólo cuando Tú estás en mí. Perdón por otros hermanos a quienes no importa tu parecer. Estás cerca del que sufre, pasan a tu lado pero no te ven. 14.- A ti levanto mis ojos. A ti levento mis ojos, a ti que habitas en el cielo. A ti levanto mis ojos, por que espero tu misericordia. A ti levento mis ojos, a ti que habitas en el cielo. A ti levanto mis ojos, porque espero tu misericordia. Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia. Misericordia Señor, misericordia, que estamos saciados de burlas; misericordia Señor, misericordia que estamos saciados de desprecios. Nuestra alma esta saciada del sarcasmo de los satisfechos; nuestra alma esta saciada del desprecio de los orgullosos.


Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014 Queridos hermanos y hermanas: Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de San Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico? La gracia de Cristo Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22). La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice San Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, San Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2). ¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente


su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29). Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo. Nuestro testimonio Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo. A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten


en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir. No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera. El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana. Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele. Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.



“Ya conocen la generosidad de Cristo Jesús, nuestro Señor, que, siendo rico, se hizo pobre por ustedes para que su pobreza los hiciera ricos” (2 Cor 8,9) Queridos hermanos y hermanas: La Arquidiócesis de Huancayo ha comenzado a vivir una experiencia de Renovación espiritual y pastoral para construir una Nueva Imagen de Iglesia en estos tiempos de Nueva Evangelización. Este año 2014, en la etapa previa del Proyecto de Renovación, junto con los sacerdotes, religiosos y laicos, queremos intensificar este camino promoviendo en nuestras comunidades parroquiales la espiritualidad de comunión y misión que anuncie con alegría a Jesucristo, celebre la fe en fraternidad entre los agentes pastorales y exprese la caridad pastoral con aquellos que sufren y con los que se encuentran alejados de la Iglesia. El Papa Francisco nos dice que “la Iglesia en salida es una Iglesia con las puertas abiertas” (La alegría del Evangelio, N°46) que acoge a todos sus hijos en la alegría y el amor. Él mismo nos invita “a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades” (N° 33). Si hablamos del Proyecto de Renovación pastoral de nuestra Iglesia Arquidiocesana necesariamente tenemos que referirnos a la conversión; y, la Cuaresma ofrece ese espacio de reflexión específico al pretender de cada bautizado la conversión personal y la conversión pastoral de la Iglesia. Este año 2014, en el camino de la transformación misionera de la Iglesia, les invito a fijarse en la Familia, “donde los padres transmiten la fe a sus hijos” (N°66), para descubrir sus desafíos e invitarla a ser discípula-misionera de la alegría del Evangelio. Dentro de este contexto de nuestra Iglesia Arquidiocesana se encuentra, y especialmente en el Tiempo de cuaresma, este folleto preparado por el Pbro. Jaime Quispe Palomino, que se titula: “Via Crucis -para que las familias se renueven en la alegría del Evangelio-”. Invito a usar este material que nos ayudará a encontrarnos con Jesús, que se entrega por nosotros “para que tengamos vida y vida en abundancia” (Juan 10,10). Invito también a difundir este Vía Crucis (el camino de la Cruz) entre nuestros hermanos y hermanas de las diversas comunidades parroquiales y de las familias. Con el Papa Francisco les animo a “que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal”. Con sincero afecto en el Señor Jesús, nuestro Buen Pastor. Mons. Pedro Barreto Jimeno S.J. Arzobispo Metropolitano de Huancayo


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