Cuaresma - Camino hacia la Pascua

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Cuaresma -camino hacia la Pascua-

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Jaime Quispe Palomino, Pbro.

Todo hombre está llamado, en el ejercicio de su vida, a una renovación íntima en el modo de sentir, juzgar y vivir. En efecto, “todo ser humano siente la necesidad de la penitencia, pues todos somos conscientes de cómo nos apartamos una y otra vez del camino recto. Entonces la persona necesita tomar la decisión de volver a comenzar de nuevo”18. La penitencia, práctica concreta de conversión, es el ejercicio que el cristiano debe adoptar para su vida de cada día; a través de una novedad en el comportamiento agradable a Dios y una actitud de rechazo al pecado. Entonces, la penitencia debe entenderse como la misericordia que brota del corazón del cristiano y no los sacrificios de purificación externa (Cf. Mt 12,7). “Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desunión, los despide del altar para que antes se reconcilien con sus hermanos: Dios quiere ser pacificado con oraciones de paz. La obligación más bella para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de todo el pueblo fiel”19.

En el tiempo de Cuaresma, por antonomasia, el cristiano está llamado a demostrar su penitencia como un acto de resarcimiento a las faltas cometidas en la vida personal, familiar, eclesial y social: “El que tenga dos capas dé una al que no tiene, y quien tenga qué comer haga lo mismo…No cobren más de lo debido…No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y conténtense con lo que les pagan” (Lc 3,10-14). O sea, que “la penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social”20.

Anselm Grün, La penitencia: celebración de la reconciliación, 2002, p. 8 San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 23 Sacrosanctum Concilium, N° 110

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